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Más Que Cosas De Policías
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Más Que Cosas De Policías
Felicidades por lo del teatro
Amo a Leonardo, LO AMO (si, ya lo sabías, pero me importa un pepino, LO VOY A AMAR SIEMPREADAOIDIYAGOIDGAOIG :3)
Me encantó el capi pero ¿cómo es que haces sufrir a tu personaje favorito? siento que es algo así --> :muere:
ME ENCANTA TU NOVEEEE
síguela yayayayayayaya
PD: me siento un poco celosa de tu otra lectora (se que es ridículo pero... no lo sé, soy rara Me cae bien, pero estoy celosa... pero me cae bien :3)
Amo a Leonardo, LO AMO (si, ya lo sabías, pero me importa un pepino, LO VOY A AMAR SIEMPREADAOIDIYAGOIDGAOIG :3)
Me encantó el capi pero ¿cómo es que haces sufrir a tu personaje favorito? siento que es algo así --> :muere:
ME ENCANTA TU NOVEEEE
síguela yayayayayayaya
PD: me siento un poco celosa de tu otra lectora (se que es ridículo pero... no lo sé, soy rara Me cae bien, pero estoy celosa... pero me cae bien :3)
valejimenez
Re: Más Que Cosas De Policías
WTF?? mi comentario no se publicó :wut: bueno, decía que creo que te gusta hacer sufrir a mi Leo :interesting: no entiendo cómo si es tu personaje favorito lo haces sufrir tanto :arrastro: siento que mas o menos así ---> :muere: .
De verdad, morí en la parte en la que secuestran a Paula y se ponen a discutir sobre su cabello rubio :xd: "si quieres viólame, mátame, tortúrame y hazme lo que quieras, pero JAMÁS, JAMÁS EN TU VIDA ME DIGAS RUBIA FALSA SI QUIERES SEGUIR CON VIDA" Jajajaja, eso fue comiquísimo. Me encantaron estos caps
SÍGUELA
PD: me siento un poco celosa de tu otra lectora, no me preguntes por qué, yo tampoco lo sé me cae bien, pero me encelo, pero me cae bien... ¿me entiendes?
De verdad, morí en la parte en la que secuestran a Paula y se ponen a discutir sobre su cabello rubio :xd: "si quieres viólame, mátame, tortúrame y hazme lo que quieras, pero JAMÁS, JAMÁS EN TU VIDA ME DIGAS RUBIA FALSA SI QUIERES SEGUIR CON VIDA" Jajajaja, eso fue comiquísimo. Me encantaron estos caps
SÍGUELA
PD: me siento un poco celosa de tu otra lectora, no me preguntes por qué, yo tampoco lo sé me cae bien, pero me encelo, pero me cae bien... ¿me entiendes?
valejimenez
Re: Más Que Cosas De Policías
Sí se publicó, de qué hablas? Pero mejor, morí de risa con el comentario de Paula, es una manera divertida de decirlo :xd:valejimenez escribió:WTF?? mi comentario no se publicó :wut: bueno, decía que creo que te gusta hacer sufrir a mi Leo :interesting: no entiendo cómo si es tu personaje favorito lo haces sufrir tanto :arrastro: siento que mas o menos así ---> :muere: .
De verdad, morí en la parte en la que secuestran a Paula y se ponen a discutir sobre su cabello rubio :xd: "si quieres viólame, mátame, tortúrame y hazme lo que quieras, pero JAMÁS, JAMÁS EN TU VIDA ME DIGAS RUBIA FALSA SI QUIERES SEGUIR CON VIDA" Jajajaja, eso fue comiquísimo. Me encantaron estos caps
SÍGUELA
PD: me siento un poco celosa de tu otra lectora, no me preguntes por qué, yo tampoco lo sé me cae bien, pero me encelo, pero me cae bien... ¿me entiendes?
Siempre ha sido así, si me gusta un personaje, debe tener miedo porque abuso de sus sentimientos :jojojo: Lo hago porque simplemente así lo hago resaltar, sacar todo de sí, me entiendes? Leo es un personaje muy sufrido, pero eso es lo que lo hace resaltar hasta prácticamente ser el protagonista aunque no sea policía ni nada de eso y lo que hace que sea querido (y la casualidad de que acaba de pasar una patrulla frente a mi casa, mis ventanas se pusieron azules, POR QUÉ SIEMPRE PASA DE NOCHE CUANDO NO ME LO ESPERO Y ME TOMA DE SORPRESA Y ME QUEDO O.O!?)
Lo que pasa con mi otra lectora es que a ella la conozco de verdad, ella es la principal razón por la que subo la novela, así que le deberías dar las gracias, jaja. Es mi principal colaboradora cuando me tranco, me ha hasta creado personajes, sólo que tiene una pequeña obsesión con su campaña de un solo partidario que si leíste sus comentarios, sabes a lo que me refiero. Si llego a hacerlo, no será dentro de la novela, es mi advertencia. Creo que los celos podrían ser por el testamento que puse, pero siempre es así.
El próximo capítulo es MUY largo, ya lo empecé, llevo 23 páginas más o menos y ni voy por la mitad, pero son tantas por el formato enorme de la laptop, en realidad es como la mitad :wut: Me estoy inspirando mucho con él porque es de mis favoritos, es un flashback y por serlo, siento como más libertad para narrar, los párrafos y descripciones me están quedando PER-FECT :enamorado: Mi estilo ahí lo verás distinto, pero es GENIAL, LO ADORO! Creo que para no poner tanta espera, lo subiré por pedacitos (igual tendría que hacerlo porque no cabrá de una), uno un día, otro el otro y así, quizás así le pongo más emoción.
Debería estar estudiando matemática, biología y estar haciendo unos muñecos para una maqueta de premilitar, pero aquí estoy respondiendo y buscando las canciones de Midnight Memories (ya las oí todas y ME ENCANTAN!). Sí, soy directioner aunque no lo aparente ni lo demuestre casi por aquí...
PD: No notaste que después Marc se unió a lo de "rubia verdadera"?
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Creo que exageré cuando dije que no subiría como hasta diciembre. Aun falta una semana para su llegada y ya tengo el capítulo hecho. Este capítulo es LARGO, es uno de mis favoritos, así que me inspiré mucho rehaciéndolo, hasta mi estilo está medio distinto, pero está genial. Lo he escrito muchas veces porque siempre había una parte que no me convencía, pero finalmente, gracias a Sariss, logré escribir la escena perfecta en esa parte, lo escribí hoy y lo subiré en no se cuánto, porque por lo largo, creo que tendré que subirlo en tres partes, cuidado si no en cuatro, y no pienso subirlas el mismo día. Esta semana sí estaré ocupadísima, por eso comenzaré a subirlo hoy. Mi plan original era subirlo como por el lunes o el martes, pero... Este lunes empiezan los exámenes de lapso, tendré exámenes todos los días de cada materia hasta que salga de vacaciones el 13, aunque del 3 al 9 estaré libre por el receso de elecciones. Al menos el primer examen es de inglés y eso para mí es nada, ya sé inglés pero igual tengo un examen normal de física y eso me lo arruina todo. De paso, todos los días excepto el miércoles de esta semana tendré ensayo de teatro porque la obra es el otro lunes.
Para no quitarle espacio al capítulo, aquí vamos. No pondré explicaciones ni al final ni al principio de las otras partes por estética y por el espacio que quedaría disponible, así que si necesitan explicación a medio camino, comenten y citaré el comentario. Espero que la laptop y su formato anormal sean buenos conmigo esta vez.
Capítulo #13: “Una Vista Al Pasado”.
Todo sucedió muy poco antes de ese día tan importante. Julio apenas estaba empezando, lo que quería decir que sólo faltaban unos días para el verano, y además, para las graduaciones. Aquellos quienes estaban en sus últimos exámenes, sus últimas clases antes de pasar a una nueva etapa, la universidad, ya sentían la nostalgia y la sensación de tristeza mezclada con felicidad de quien se gradúa. En un colegio grande, uno de esos con preescolar, primaria y secundaria juntos, eso también pasó ese año a escasas dos semanas de acabar. Un grupo muy bueno, excelente, era el próximo en partir. Sus integrantes ya hablaban de lo que suponían que seguiría.
— ¿No te parece increíble? Es como si hubiera sido ayer cuando nos conocimos.
Dos chicas conversaban por los pasillos del colegio que las vio crecer. Ambas tienen la cabellera negra, sólo que una es rizada y la otra lisa. Casi el mismo flequillo y largo, una es mucho más alta que la otra y de ojos avellana, a diferencia de los ojos oscuros de su amiga.
—Es verdad. Lo malo es que tomaremos caminos muy separados —La más baja de ellas contestó.
—No te preocupes, pienso venir a visitarlos de vez en cuando —Trató de aligerar las cosas.
—Eso espero. ¿Cuándo piensas decírselo a Leo?
—No lo sé…
—Te quedan sólo dos semanas y no creo que le agrade enterarse al último —Le recordó lo cuidadosa que debía ser con su amigo.
—Lo sé, pero es que no sé cómo irá a reaccionar.
—No te preocupes con eso, él te entenderá. ¿Ya sabes si harás fiesta de cumpleaños?
—Será en mi casa el día siguiente a mi cumpleaños.
—Ok, en una semana entonces.
—Les iré avisando a los demás.
— ¿Invitarás a Sebastián, Alex y Matías? —Preguntó por tres de sus amigos ya graduados en años anteriores.
—Creo que sí, aunque creo que estarán ocupados porque están en sus últimos días de trabajo y entrenamiento antes de las vacaciones, pero ten por seguro que invitaré a nuestro grupo de siempre.
— ¡Diana, Daniela! —Un chico de estatura y contextura promedio, rubio, de ojos verdes y cabello un tanto largo se acercó al par— ¿Qué tal creen que salieron en el examen de ciencia?
—Excelente —Respondió Daniela.
—… Muy bien, pero no excelente.
—Ay Diana, era el último examen de la materia. Si sales mal, no saldrás entre los tres primeros.
—Nah, ya sé que serán Dani, Leo y Pauline.
—Eso no quiere decir que no te esfuerces, y gracias por creer eso.
— ¡Es que ustedes tres siempre son los tres primeros! No hace falta ni pensarlo.
—Pues prepárate, el próximo será de historia.
— ¡OH NO! ¿¡Por qué!? —Se quejó ante el recordatorio de Cristian— ¿Para qué nos sirve? Ninguno de nosotros estudiará algo que tenga que ver.
—Cultura general, Diana, cultura general.
—Es que lo único que se hace es ver sobre gente muerta. ¿¡Qué nos interesa eso!? Ni las guerras ni eso —Diana de veras odiaba la clase de historia, sus quejas podrían ir para largo, pero el timbre se lo impidió.
—Suerte que lo soportaremos sólo por dos semanas más.
Los días pasaron rápidamente, y eso que tuvieron un trabajo bastante largo de idiomas que por suerte era en equipos de tres a cinco personas, ya hasta llegó el fin de semana. En la casa de Montesco sólo había adolescentes: Daniela, una chica rubia y otra pelirroja acompañadas por un muchacho de cabello y ojos en tonos oscuros y tez algo bronceada.
—Entonces, ¿celebrarás tu cumpleaños el jueves? —Preguntó la pelirroja.
—Ese día en este lugar. Obviamente, ustedes están invitadas. Ni modo, viven aquí. Y Diego también lo está.
— ¡Bien! ¿Lo oíste? —Dirigió su celebración al chico.
—Por supuesto que sí —Estos comenzaron a hacerse cariños. Sí, eran novios.
— ¿Pero por qué ustedes no pueden ir a verse solos? —La rubia regañó— O al menos sin nosotras aquí. No es muy agradable ver a tórtolos tan cerca.
—Lo que pasa es que no pueden aceptar que están solas.
—No. Sólo que es desagradable.
—Pero no somos como otros que se ponen a-
— ¡Lo sabemos! Ustedes al menos no se besan, pero sí que se dan mucho cariño.
—Agradece que no lo haremos hasta dentro de mucho.
—Pero igual. No se besan en la boca pero sí en otros lados.
—Pero ninguno desagradable…
— ¿Saben qué? Vámonos. Los dejaremos solos.
—Buena idea. Les daremos privacidad.
—Insisto, no soportan no tener pareja y vernos.
Daniela y Paula se fueron a otro cuarto, no soportaban ni un segundo más. Daisy y Diego no hacían mucho, pero igual incomodaban. Ellos seguían la regla de no besarse ni nada hasta ir bastante avanzados, en un nivel más alto en la relación, en un momento en el que se notara que iba realmente en serio. De haberlo sabido, quizás no habrían seguido la regla.
Llegó el lunes de la semana final. Ahora sí el grupo estaba completo: las chicas de pelo negro, el chico rubio y los hermanos de tonos castaños distintos juntos por los pasillos. Los últimos se encontraban algo apagados, cosa que notó Diana.
—Los veo algo raros desde hace unos días. ¿Qué es lo que les pasa?
—No es nada, sólo cansancio —Se excusó Marc.
—Y a la vez un poco de emoción porque ya nos graduaremos —Leonardo completó.
—Pero es que se ven como que preocupados…
—Estudiar para varios exámenes no es fácil. Cansa y puede llegar a preocupar.
—Los entiendo, siento lo mismo —Cristian se identificó.
—Al menos los exámenes son hasta el jueves.
—El viernes nos darán los exámenes y las notas de lo que hemos hecho.
—Y la semana que viene es full preparación del evento de la graduación —Las chicas explicaron.
—Al menos tú estás casi segura de que no tendrás que preparar un buen discurso, pero Dani y yo sí —Leonardo dijo con fastidio.
—No te preocupes, yo te ayudaré —Marc apoyó su mano sobre su hombro para agregar credibilidad, pero Leo lo vio con mala cara, incrédulo, obligándolo a aguantar la risa.
— ¡MENTIRA! —Marc no logró aguantar más y rió— No ofrezcas algo que no harás, se te agradecería mucho, mucho, pero MUCHO, ¿oíste?
— ¡No pude aguantar la risa!
—Sólo hay que esperar. ¿Qué saben si de repente los tres primeros cambian? —Opinó Cristian.
—Puede pasar, pero no estaré en esa lista —Contestó Diana.
—Y yo no saldré de la lista —Agregó Daniela.
—Ni yo. Aunque quisiera ahorrarme el trabajo… —Lo último fue casi un susurro de parte de Leo.
—Pero imagínate a papá si llegas a quedar por debajo de tu promedio. Mamá no diría nada, sabes cómo es contigo, pero papá…
—Ni me lo digas.
—Su padre no parece ser tan exigente…
—Pues sí lo es, sólo que él es muy diferente por las situaciones. Con amigos, es de lo más normal y cae bien a cualquiera, pero en cosas del colegio es algo exigente, sobretodo con Leonardo.
—La suerte me tuvo que tocar a mí —Sarcástico— En cambio, mamá es genial en cualquier momento y cuando papá se pondría fúrico, ella lo que hace es decirte un minidiscurso o explicación y ya.
—Como siempre, lo mejor te tocó a ti —Bromeo Cristian.
— Qué genial, ¿no?
—Muy genial.
— ¡Para ti!
— ¡Por eso! —Y esta fue otra discusión interrumpida por el timbre.
—Hora del examen de pesadilla para Diana.
— ¡NO!
A regaños, entraron al salón de clase para su último examen de historia. Al terminar, ya era la hora de la salida. Antes de regresar a sus casas, hablaron de cómo les pareció la evaluación. Para los mayores del grupo, Daniela y Cristian, fue fácil. Para los hermanos no estaba difícil pero tampoco fácil. Para Diana, una prueba para arruinar promedios. Ya de noche, en una casa amplia, la familia estaba completa.
— ¡Ya llegué! —Una mujer alta y delgada, bonita, cabello un poco largo de color castaño muy claro, ojos celestes y piel bastante clara entró a la casa anunciando su llegada.
— ¿Cómo estás? —Un hombre de más o menos su mismo tamaño, cabello marrón oscuro al igual que sus ojos y con la sombra de su barba se acercó a ella, saludándola con un beso.
—Algo cansada.
—Supongo que pensaste mucho para hacer un buen artículo, como siempre.
—Así es, me esforcé bastante —Dos chicos aparecieron en la sala— ¡Y aquí están mis casi graduados! ¿Qué tal les fue? —Rodeó los hombros de cada uno con sus brazos.
—Bastante bien —Respondió el menor.
— ¿Qué hicieron?
—Casi nada —Dijo de inmediato el mayor.
—Examen de historia —De nada le sirvió, su hermano delató lo que en realidad hicieron prácticamente a la vez de su mentira, ganando una mirada asesina del mayor.
— ¿¡Se te olvidó lo que dije!? —Susurró.
— ¿Examen de historia? ¿Y qué tal?
—Es uno de los últimos. Sólo nos falta el de deporte.
—Y química —Volvió a ganarse la misma mirada.
— ¿Y ese cuándo es?
—Mañana.
—Entonces, ¿qué esperan? Estudien, química no es fácil.
—Eso será con Marc. Yo ya estudié y me lo sé todo.
— ¿¡No has estudiado!? —El padre exclamó efusivamente.
—…No —Palabra que casi no se notó.
— ¿¡CÓMO PIENSAS APROBAR!? —Le molestó.
—Ok, ya voy —Marc no tenía ganas.
—Has debido de hacerlo antes. Ahora te lo aprenderás mal.
—No te preocupes, tú no eres malo en química —Su madre era más calmada— Ya verás que sí aprenderás bien. Si quieres, dile a Leo que te ayude —Ahora quien puso una cara fue Leonardo, su expresión fue casi de ofensa.
—Sólo un poco —Recalcó. Ya se lo sabía todo, no quería seguir estudiando.
—Ok, yo descansaré un poco.
Cada familiar fue a un distinto cuarto. Los hermanos se encontraban en el de Marc, estudiando, aunque algo los tenía pensando.
—Noté a mamá un poco rara —Confiesa Marc.
—Igual yo. Se ve muy cansada, más de lo normal.
— ¿Será que tiene algo?
—Es posible, aunque puede ser que de verdad esté muy cansada por el trabajo.
—Espero que sea eso.
Ambos estaban en lo mismo. Creían que algo andaba mal con su madre, mas preferían pensar que de verdad era cansancio. Estudiaron, cenaron, repasaron un poco, se distrajeron y durmieron. El martes en el colegio, ya después del examen, las preocupaciones llegaron a su fin, o al menos las de estudio.
— ¡Bien, al fin! ¡Ya no hay que estudiar! —Celebró Daniela.
—Sólo falta la prueba de deporte pasado mañana y listo, adiós colegio.
—Extrañaré un poco al colegio, más que todo por los amigos —Opinó el rubio.
—Igual yo…
—Y yo —Marc y Daniela concordaron con él— Hoy tengo que soportar de nuevo a los tórtolos de mi prima y el popular del otro colegio —Recordó con fastidio.
—Eso debe ser bastante incómodo.
—Ni te lo imaginas. Quiero hacer algo en la tarde para estar lejos de ellos… Iré al parque a practicar un poco para deporte.
—Buena idea.
—Yo te acompañaré. No tengo nada que hacer —Diana se unió a su amiga.
—El jueves es que es lo de tu casa, ¿no? —Marc preguntó para aclarar sus dudas.
—Así es.
— ¿Y por qué no mañana si tú cumples mañana? —Seguía confundido.
—Mañana no voy a poder porque me invitaron a un sitio, por eso es el jueves.
—Ahh —Al fin entendió— ¿Qué hacemos ahora?
—Creo que nos darán las notas del trabajo y las definitivas de algunas materias.
Conversaron hasta la hora de la siguiente clase, que en realidad no fue una clase, fue una entrega de notas. Ya no había más que hacer en el colegio, regresaron a casa.
— ¿¡Ya están aquí!? —Daniela se sorprendió al ver a Daisy y a Diego.
— ¿Tú que crees? —Contestó su prima.
—Están aquí desde que salieron del colegio.
—No me imagino lo que has tenido que soportar.
—Se me fue el hambre y ellos al parecer no tienen.
— ¿Y no podrías ir a otro lado? —Recomendó Diego.
— ¡Vivo aquí! ¡En ese caso, serías tú el que se tendría que ir a otro lado!
— ¿¡Me estás botando!?
—Si quieres entenderlo así…
— ¡No es forma de tratar a un invitado! —Reclamó su melliza.
— ¿Y quién te dijo que era un invitado?
—Ella me invitó a mí.
—Diego… Tú nos caes bien, pero es que… —Daniela se detuvo a pensar.
—Es incómodo que coqueteen en frente de nosotras.
—Entonces, hagan otra cosa.
— ¿Saben qué? Pasado mañana tengo la prueba de deporte, así que iré al parque a practicar un poco con una amiga. Le preguntaré si puedo ir a su casa ahora a comer —Tomó el teléfono y la llamó— Bueno, que se diviertan, ya me voy.
—Dani tiene suerte. Si conociera a su amiga, también iría.
Paula tuvo que ingeniárselas para ver qué haría. En la casa Molander no había tantos problemas.
— ¿Qué tal el examen? —Preguntó Carlos.
—Bastante bien.
—Creo que bien… —Dijo Marc con inseguridad.
—Espero que ese “creo que bien” no sea un “saqué mal pero no diré eso”.
—No te preocupes, no es eso. Es como lo dije.
—Entonces, el viernes debo esperar una buena nota en química… y en matemática.
—… Te la aseguro en deporte, arte y música.
—Y de ti, Leonardo… Bueno, sé que tendrás buenas notas, así que lo único que espero es que estés entre los tres primeros y que no bajes tu promedio.
—No te preocupes, no pasará. La semana que viene me verás haciendo un buen discurso para la graduación.
— ¡Así se habla! Marc, ¿por qué no pudiste ser tan aplicado como tu hermano?
—Por favor, ¡no me compares!
—No lo hice. Bueno, tengo que irme. Tengo un juicio y no debo llegar tarde. ¡Hasta luego! —Se despidió y partió.
—En serio, ¿por qué tienen que compararme tanto contigo? Mejor dicho, ¿por qué eres tan inteligente?
—Eso no es culpa mía. Tú deberías esforzarte más.
—Igual que papá. ¿No puedes decir otra cosa?
—No lo creo.
—Al menos siempre he sacado mejor que tú en deporte y arte.
—Eso sí debo aceptarlo.
—Menos mal que ya no tenemos que estudiar.
—Sí, al fin, después de tantos años… Aunque tú no tendrás que preparar un discurso.
—El precio de la inteligencia.
—Al menos a mí me aceptarán más fácilmente en la universidad o en un trabajo que a ti.
—Presumido. Tú y tu promedio que no baja de 9,40 nunca.
—Eso es bueno. Es mejor decir que nunca reprobé un examen y mi promedio no baja de 9,40 que raspé muchas pruebas y-
— ¡Ya! —Interrumpió— Mi promedio no es tan malo.
— ¿8,20 y a veces hasta 7? Si tú lo dices… Contando que muchas cosas las has aprobado gracias a mí.
— ¡Te digo que no es malo!
— ¿Cómo sería si yo no te ayudara?
— ¿No puedes callarte?
—Lo siento, es que me gusta recordártelo.
— ¡Muchas gracias! —Sarcástico.
—Por nada.
—Oye, ¿no tienes hambre?
—Sí, sí tengo. No me digas que no nos dejaron nada hecho, ¡no quiero cocinar!
—Creo que tendrás que hacerlo. No hay nada hecho.
—Ah no, no tengo ganas. Hazte un sándwich y yo otro, agarra lo que quieras.
— ¿No podemos pedir una pizza?
— ¿Con qué dinero? También pensé eso.
—Ah… Bueno, nos quedaremos con las ganas.
Marc y Leo siempre se la pasaban de discusión en discusión, pero no por pelea, sino por diversión, era algo a propósito. A cada uno le entretenía molestar al otro, pero nunca se pasaban de la raya, eran simples discusiones de hermanos de solución instantánea. Restregarle en la cara a Marc que sus notas eran mejores era uno de los temas favoritos de Leonardo, quien también reía de las reacciones de su hermano cuando le recordaba que por él logró aprobar muchas evaluaciones. Él era el aplicado, el responsable, el que entendía y lo explicaba todo, el que siempre sacaba de 9 a 10, rara vez un 8 y con mucha más rareza un 7, por eso su padre era tan exigente. En cambio, Marc era, no el bruto o el flojo, sino el que tenía el potencial mas todo le daba fastidio, el que no siempre era responsable y olvidaba sus tareas si Leonardo no le avisaba, el que no entendía todo y necesitaba que le explicaran a fondo, el que si sacaba 9 o 10 era una razón para hacer fiesta y los aplazados no es que fueran costumbre, pero tampoco eran una sorpresa, por eso su padre sí se preocupaba cuando veía que seguía su rutina, sin embargo, no le daba tanta importancia a menos que fuera un examen importante.
Con el tema de la cocina era algo parecido, sólo que los personajes intercambian papeles. Marc era el que fastidiaba a Leo para que preparara la comida para hacerlo quejarse y molestarlo, aunque de todos modos, Leo seguía siendo el aplicado y Marc, no el flojo, sino el fracaso culinario, todo debido a que el menor fue criado, en su mayor parte, por su madre. Ella le enseñó de todo lo relacionado con quehaceres: limpieza, cocina, decoración y orden. También intentó enseñarle a Marc, pero éste nunca logró hacerlo del todo bien o su padre se lo impedía para hacerlo aprender algo más “de hombre”, como algún deporte, mecánica y electricidad, porque el mayor fue criado por ambos, madre y padre, con cierta mayoría por el segundo a causa del tiempo que Rose apartaba para poder encargarse de Leo por sí sola.
Terminaron almorzando un sándwich improvisado y pasando la tarde haciendo nada. Planeaban seguir en nada, pero algo inusual pasó.
— ¿Oyes eso? Creo que alguien llegó —Marc oyó un auto estacionarse en el garaje.
—Iré a ver —Leo se asomó por la ventana y se sorprendió— ¡Es mamá!
— ¿Qué? ¿Tan temprano?
— ¡Sí! ¡Es rarísimo! Normalmente, regresa entre las seis y las siete. ¡Son las cuatro y media!
—Por eso. ¿Acaso se siente mal?
—Vayamos a preguntarle —Los hermanos se dirigieron a la sala justo cuando Rose entró.
— ¡Hola! Regresé temprano.
—Sí, ya vemos, pero estamos extrañados.
— ¿Por qué regresaste tan temprano?
—Porque terminé rápido. No creen que sea porque me siento mal, ¿no?
—Pues, llegamos a pensar eso —Admitió Marc.
—No se preocupen, no me pasa nada —Tranquilamente, fue a su cuarto.
—Está un poco rara.
—Sí, lo sé. Creo que nos miente para que no nos preocupemos —Sospechó el mayor.
—Yo creo que pasa algo.
—Igual.
— ¿De qué tanto hablan? —Rose logró escucharlos hablar mas no saber de qué.
—De que… Que nos alegramos de que estés aquí temprano —Mintió Leo.
—Yo también estoy feliz de estar con ustedes antes de lo normal. Oigan, ¿mañana no cumple Daniela?
—Sí, ella cumple mañana —Confirmó el de ojos azules con rapidez.
— ¿Y no va a hacer nada?
—Lo de siempre pero el jueves. No podrá mañana.
—Le darán el regalo atrasado. Ya guardé el auto y no quiero volverlo a sacar.
Eso sí no les pareció extraño. Cualquiera diría lo mismo. Igual, notaban a su madre distinta, le faltaba energía. Ella nunca iba directo a su cuarto al llegar del trabajo a menos que hubiese escrito un artículo muy largo y difícil de obtener, a menos que le hubiese costado conseguir el pronóstico del tiempo y ordenarlo, a menos que hubiese tenido que ir de un lado a otro a tomar fotografías para complementar sus reportes, a menos que su jornada hubiese sido larga, de la mañana a la noche, o a menos que se sintiera mal. Por eso les preocupaba verla así, yendo a su cuarto apenas llegaba con apenas una pequeña conversación de saludo, pero como no notaban nada más que estuviese raro, no les quedaba más que esperar por la falsedad de sus creencias.
— ¿Qué quieres que te regale de cumpleaños? —Diana y Daniela ya estaban en el parque.
—No sé, sabes que me gusta de todo.
—Entonces, te daré unos zapatos con plataforma fosforescentes y-
— ¡No! ¿Cómo crees?
—Entonces no te gusta de todo.
— ¡Bueno! No sé, dame algo que tú sepas que me gusta. No quiero algo en especial.
—Está bien. Veré que te compro luego de esto.
—Tenemos que tardarnos lo más posible. No quiero regresar a mi casa y encontrarme con la misma escena que hizo que fuera a comer a tu casa y salir.
— ¿Tus padres nunca están en casa o qué?
—A veces están al mediodía, a veces en la mañana, a veces en la noche… Nunca sabemos —El trabajo de sus padres los hacía estar viajando de un lado a otro casi todas las semanas, por eso vivía junto a sus tíos y primas, aunque la casa sí era de parte de sus progenitores.
— ¿Y tus tíos?
—Están de viaje. Regresan el fin de semana… Al rato empezamos. De verdad no quiero encontrarme con la escena.
— ¿Y qué hacen ellos?
—Nada tan íntimo, ni siquiera se besan en la boca, pero sí en otras partes y coquetean mucho. Es incómodo.
—Me imagino. Menos mal que no pasan a más.
—Sí… Yo ahora lo que me pregunto es cómo harán cuando Daisy se vaya conmigo a Nueva York.
— ¿Tú qué sabes? Daisy podría ser capaz de quedarse —Supuso. Diana no sabía ni cómo lucía ella.
—O Diego de irse. Los tres haremos lo mismo- Bueno, no, pero parecido.
— ¿Qué van a ser ellos?
—Los dos quieren ser paramédicos.
— ¿Ya les dijiste a todos que te irás?
—Aun no. Marc y Leonardo no lo saben.
—Creo que deberías irle diciendo aunque sea a Leo. Como te dije antes, no le gustará ser el último en enterarse. Sentirá que no le tienes confianza o que lo rechazas.
—Sí, sé cómo es él de pesimista.
—Además de que normalmente cuesta que se anime. Es como si tuviera algo que le dice que no cambie de opinión.
—Muchas veces es así, y sobretodo cuando es algo malo lo que siente. ¿Por qué será?
—Tú sabes, lo que le ha pasado quizás hace que asocie algunas cosas con algo malo.
—Pero si de todo ha salido como si nada…
—Pero igual, lo que le importa es lo que sucede antes, o al menos parece eso.
—Vaya, hablas como si fueras psicóloga —Daniela quedó sorprendida.
—No lo creo, sólo lo conozco bien. Lo que te digo es, deberías ahorrarle esa sensación. Él te quiere y mucho, Dani, y no creo que le gustaría sentirse desconfiado, y creo que tú igual.
— ¿De verdad tú lo crees?
—De verdad. Leo confía bastante en ti, yo creo que incluso te tiene más confianza a ti que a mí —Y eso era mucho decir. Leo y Diana siempre fueron muy unidos, casi como hermano y hermana.
—Eso es raro.
—Pero es la verdad. ¿Tú no has oído el rumor de…?
—Sí, bastante —Interrumpió.
—Es que la verdad, ustedes parecen pareja.
—Pero no. No se puede tener un amigo porque te inventan de todo.
—A mí no me dicen nada…
—Ojalá fuera así conmigo.
—Pero dime la verdad. ¿A ti te gusta Leonardo?
— ¿Sabes qué? Comencemos a calentar.
—Soy tu amiga, no una chismosa.
— ¿Qué esperas? —Dijo al comenzar a calentar.
—Que me respondas si te gust-
— ¡Sí! —Exclamó, dejando a Diana con una gran expresión de sorpresa— Me gusta tu lazo de leopardo que cargas puesto.
— ¿Por qué siempre haces eso? —Ahora la miraba feo.
—Porque este ejercicio es parte del calentamiento.
—Cómo quieras, pero volveré a preguntar.
— ¿Para qué si ya te respondí?
—Otra pregunta, Dani, otra pregunta.
Para no quitarle espacio al capítulo, aquí vamos. No pondré explicaciones ni al final ni al principio de las otras partes por estética y por el espacio que quedaría disponible, así que si necesitan explicación a medio camino, comenten y citaré el comentario. Espero que la laptop y su formato anormal sean buenos conmigo esta vez.
Capítulo #13: “Una Vista Al Pasado”.
Todo sucedió muy poco antes de ese día tan importante. Julio apenas estaba empezando, lo que quería decir que sólo faltaban unos días para el verano, y además, para las graduaciones. Aquellos quienes estaban en sus últimos exámenes, sus últimas clases antes de pasar a una nueva etapa, la universidad, ya sentían la nostalgia y la sensación de tristeza mezclada con felicidad de quien se gradúa. En un colegio grande, uno de esos con preescolar, primaria y secundaria juntos, eso también pasó ese año a escasas dos semanas de acabar. Un grupo muy bueno, excelente, era el próximo en partir. Sus integrantes ya hablaban de lo que suponían que seguiría.
— ¿No te parece increíble? Es como si hubiera sido ayer cuando nos conocimos.
Dos chicas conversaban por los pasillos del colegio que las vio crecer. Ambas tienen la cabellera negra, sólo que una es rizada y la otra lisa. Casi el mismo flequillo y largo, una es mucho más alta que la otra y de ojos avellana, a diferencia de los ojos oscuros de su amiga.
—Es verdad. Lo malo es que tomaremos caminos muy separados —La más baja de ellas contestó.
—No te preocupes, pienso venir a visitarlos de vez en cuando —Trató de aligerar las cosas.
—Eso espero. ¿Cuándo piensas decírselo a Leo?
—No lo sé…
—Te quedan sólo dos semanas y no creo que le agrade enterarse al último —Le recordó lo cuidadosa que debía ser con su amigo.
—Lo sé, pero es que no sé cómo irá a reaccionar.
—No te preocupes con eso, él te entenderá. ¿Ya sabes si harás fiesta de cumpleaños?
—Será en mi casa el día siguiente a mi cumpleaños.
—Ok, en una semana entonces.
—Les iré avisando a los demás.
— ¿Invitarás a Sebastián, Alex y Matías? —Preguntó por tres de sus amigos ya graduados en años anteriores.
—Creo que sí, aunque creo que estarán ocupados porque están en sus últimos días de trabajo y entrenamiento antes de las vacaciones, pero ten por seguro que invitaré a nuestro grupo de siempre.
— ¡Diana, Daniela! —Un chico de estatura y contextura promedio, rubio, de ojos verdes y cabello un tanto largo se acercó al par— ¿Qué tal creen que salieron en el examen de ciencia?
—Excelente —Respondió Daniela.
—… Muy bien, pero no excelente.
—Ay Diana, era el último examen de la materia. Si sales mal, no saldrás entre los tres primeros.
—Nah, ya sé que serán Dani, Leo y Pauline.
—Eso no quiere decir que no te esfuerces, y gracias por creer eso.
— ¡Es que ustedes tres siempre son los tres primeros! No hace falta ni pensarlo.
—Pues prepárate, el próximo será de historia.
— ¡OH NO! ¿¡Por qué!? —Se quejó ante el recordatorio de Cristian— ¿Para qué nos sirve? Ninguno de nosotros estudiará algo que tenga que ver.
—Cultura general, Diana, cultura general.
—Es que lo único que se hace es ver sobre gente muerta. ¿¡Qué nos interesa eso!? Ni las guerras ni eso —Diana de veras odiaba la clase de historia, sus quejas podrían ir para largo, pero el timbre se lo impidió.
—Suerte que lo soportaremos sólo por dos semanas más.
Los días pasaron rápidamente, y eso que tuvieron un trabajo bastante largo de idiomas que por suerte era en equipos de tres a cinco personas, ya hasta llegó el fin de semana. En la casa de Montesco sólo había adolescentes: Daniela, una chica rubia y otra pelirroja acompañadas por un muchacho de cabello y ojos en tonos oscuros y tez algo bronceada.
—Entonces, ¿celebrarás tu cumpleaños el jueves? —Preguntó la pelirroja.
—Ese día en este lugar. Obviamente, ustedes están invitadas. Ni modo, viven aquí. Y Diego también lo está.
— ¡Bien! ¿Lo oíste? —Dirigió su celebración al chico.
—Por supuesto que sí —Estos comenzaron a hacerse cariños. Sí, eran novios.
— ¿Pero por qué ustedes no pueden ir a verse solos? —La rubia regañó— O al menos sin nosotras aquí. No es muy agradable ver a tórtolos tan cerca.
—Lo que pasa es que no pueden aceptar que están solas.
—No. Sólo que es desagradable.
—Pero no somos como otros que se ponen a-
— ¡Lo sabemos! Ustedes al menos no se besan, pero sí que se dan mucho cariño.
—Agradece que no lo haremos hasta dentro de mucho.
—Pero igual. No se besan en la boca pero sí en otros lados.
—Pero ninguno desagradable…
— ¿Saben qué? Vámonos. Los dejaremos solos.
—Buena idea. Les daremos privacidad.
—Insisto, no soportan no tener pareja y vernos.
Daniela y Paula se fueron a otro cuarto, no soportaban ni un segundo más. Daisy y Diego no hacían mucho, pero igual incomodaban. Ellos seguían la regla de no besarse ni nada hasta ir bastante avanzados, en un nivel más alto en la relación, en un momento en el que se notara que iba realmente en serio. De haberlo sabido, quizás no habrían seguido la regla.
Llegó el lunes de la semana final. Ahora sí el grupo estaba completo: las chicas de pelo negro, el chico rubio y los hermanos de tonos castaños distintos juntos por los pasillos. Los últimos se encontraban algo apagados, cosa que notó Diana.
—Los veo algo raros desde hace unos días. ¿Qué es lo que les pasa?
—No es nada, sólo cansancio —Se excusó Marc.
—Y a la vez un poco de emoción porque ya nos graduaremos —Leonardo completó.
—Pero es que se ven como que preocupados…
—Estudiar para varios exámenes no es fácil. Cansa y puede llegar a preocupar.
—Los entiendo, siento lo mismo —Cristian se identificó.
—Al menos los exámenes son hasta el jueves.
—El viernes nos darán los exámenes y las notas de lo que hemos hecho.
—Y la semana que viene es full preparación del evento de la graduación —Las chicas explicaron.
—Al menos tú estás casi segura de que no tendrás que preparar un buen discurso, pero Dani y yo sí —Leonardo dijo con fastidio.
—No te preocupes, yo te ayudaré —Marc apoyó su mano sobre su hombro para agregar credibilidad, pero Leo lo vio con mala cara, incrédulo, obligándolo a aguantar la risa.
— ¡MENTIRA! —Marc no logró aguantar más y rió— No ofrezcas algo que no harás, se te agradecería mucho, mucho, pero MUCHO, ¿oíste?
— ¡No pude aguantar la risa!
—Sólo hay que esperar. ¿Qué saben si de repente los tres primeros cambian? —Opinó Cristian.
—Puede pasar, pero no estaré en esa lista —Contestó Diana.
—Y yo no saldré de la lista —Agregó Daniela.
—Ni yo. Aunque quisiera ahorrarme el trabajo… —Lo último fue casi un susurro de parte de Leo.
—Pero imagínate a papá si llegas a quedar por debajo de tu promedio. Mamá no diría nada, sabes cómo es contigo, pero papá…
—Ni me lo digas.
—Su padre no parece ser tan exigente…
—Pues sí lo es, sólo que él es muy diferente por las situaciones. Con amigos, es de lo más normal y cae bien a cualquiera, pero en cosas del colegio es algo exigente, sobretodo con Leonardo.
—La suerte me tuvo que tocar a mí —Sarcástico— En cambio, mamá es genial en cualquier momento y cuando papá se pondría fúrico, ella lo que hace es decirte un minidiscurso o explicación y ya.
—Como siempre, lo mejor te tocó a ti —Bromeo Cristian.
— Qué genial, ¿no?
—Muy genial.
— ¡Para ti!
— ¡Por eso! —Y esta fue otra discusión interrumpida por el timbre.
—Hora del examen de pesadilla para Diana.
— ¡NO!
A regaños, entraron al salón de clase para su último examen de historia. Al terminar, ya era la hora de la salida. Antes de regresar a sus casas, hablaron de cómo les pareció la evaluación. Para los mayores del grupo, Daniela y Cristian, fue fácil. Para los hermanos no estaba difícil pero tampoco fácil. Para Diana, una prueba para arruinar promedios. Ya de noche, en una casa amplia, la familia estaba completa.
— ¡Ya llegué! —Una mujer alta y delgada, bonita, cabello un poco largo de color castaño muy claro, ojos celestes y piel bastante clara entró a la casa anunciando su llegada.
— ¿Cómo estás? —Un hombre de más o menos su mismo tamaño, cabello marrón oscuro al igual que sus ojos y con la sombra de su barba se acercó a ella, saludándola con un beso.
—Algo cansada.
—Supongo que pensaste mucho para hacer un buen artículo, como siempre.
—Así es, me esforcé bastante —Dos chicos aparecieron en la sala— ¡Y aquí están mis casi graduados! ¿Qué tal les fue? —Rodeó los hombros de cada uno con sus brazos.
—Bastante bien —Respondió el menor.
— ¿Qué hicieron?
—Casi nada —Dijo de inmediato el mayor.
—Examen de historia —De nada le sirvió, su hermano delató lo que en realidad hicieron prácticamente a la vez de su mentira, ganando una mirada asesina del mayor.
— ¿¡Se te olvidó lo que dije!? —Susurró.
— ¿Examen de historia? ¿Y qué tal?
—Es uno de los últimos. Sólo nos falta el de deporte.
—Y química —Volvió a ganarse la misma mirada.
— ¿Y ese cuándo es?
—Mañana.
—Entonces, ¿qué esperan? Estudien, química no es fácil.
—Eso será con Marc. Yo ya estudié y me lo sé todo.
— ¿¡No has estudiado!? —El padre exclamó efusivamente.
—…No —Palabra que casi no se notó.
— ¿¡CÓMO PIENSAS APROBAR!? —Le molestó.
—Ok, ya voy —Marc no tenía ganas.
—Has debido de hacerlo antes. Ahora te lo aprenderás mal.
—No te preocupes, tú no eres malo en química —Su madre era más calmada— Ya verás que sí aprenderás bien. Si quieres, dile a Leo que te ayude —Ahora quien puso una cara fue Leonardo, su expresión fue casi de ofensa.
—Sólo un poco —Recalcó. Ya se lo sabía todo, no quería seguir estudiando.
—Ok, yo descansaré un poco.
Cada familiar fue a un distinto cuarto. Los hermanos se encontraban en el de Marc, estudiando, aunque algo los tenía pensando.
—Noté a mamá un poco rara —Confiesa Marc.
—Igual yo. Se ve muy cansada, más de lo normal.
— ¿Será que tiene algo?
—Es posible, aunque puede ser que de verdad esté muy cansada por el trabajo.
—Espero que sea eso.
Ambos estaban en lo mismo. Creían que algo andaba mal con su madre, mas preferían pensar que de verdad era cansancio. Estudiaron, cenaron, repasaron un poco, se distrajeron y durmieron. El martes en el colegio, ya después del examen, las preocupaciones llegaron a su fin, o al menos las de estudio.
— ¡Bien, al fin! ¡Ya no hay que estudiar! —Celebró Daniela.
—Sólo falta la prueba de deporte pasado mañana y listo, adiós colegio.
—Extrañaré un poco al colegio, más que todo por los amigos —Opinó el rubio.
—Igual yo…
—Y yo —Marc y Daniela concordaron con él— Hoy tengo que soportar de nuevo a los tórtolos de mi prima y el popular del otro colegio —Recordó con fastidio.
—Eso debe ser bastante incómodo.
—Ni te lo imaginas. Quiero hacer algo en la tarde para estar lejos de ellos… Iré al parque a practicar un poco para deporte.
—Buena idea.
—Yo te acompañaré. No tengo nada que hacer —Diana se unió a su amiga.
—El jueves es que es lo de tu casa, ¿no? —Marc preguntó para aclarar sus dudas.
—Así es.
— ¿Y por qué no mañana si tú cumples mañana? —Seguía confundido.
—Mañana no voy a poder porque me invitaron a un sitio, por eso es el jueves.
—Ahh —Al fin entendió— ¿Qué hacemos ahora?
—Creo que nos darán las notas del trabajo y las definitivas de algunas materias.
Conversaron hasta la hora de la siguiente clase, que en realidad no fue una clase, fue una entrega de notas. Ya no había más que hacer en el colegio, regresaron a casa.
— ¿¡Ya están aquí!? —Daniela se sorprendió al ver a Daisy y a Diego.
— ¿Tú que crees? —Contestó su prima.
—Están aquí desde que salieron del colegio.
—No me imagino lo que has tenido que soportar.
—Se me fue el hambre y ellos al parecer no tienen.
— ¿Y no podrías ir a otro lado? —Recomendó Diego.
— ¡Vivo aquí! ¡En ese caso, serías tú el que se tendría que ir a otro lado!
— ¿¡Me estás botando!?
—Si quieres entenderlo así…
— ¡No es forma de tratar a un invitado! —Reclamó su melliza.
— ¿Y quién te dijo que era un invitado?
—Ella me invitó a mí.
—Diego… Tú nos caes bien, pero es que… —Daniela se detuvo a pensar.
—Es incómodo que coqueteen en frente de nosotras.
—Entonces, hagan otra cosa.
— ¿Saben qué? Pasado mañana tengo la prueba de deporte, así que iré al parque a practicar un poco con una amiga. Le preguntaré si puedo ir a su casa ahora a comer —Tomó el teléfono y la llamó— Bueno, que se diviertan, ya me voy.
—Dani tiene suerte. Si conociera a su amiga, también iría.
Paula tuvo que ingeniárselas para ver qué haría. En la casa Molander no había tantos problemas.
— ¿Qué tal el examen? —Preguntó Carlos.
—Bastante bien.
—Creo que bien… —Dijo Marc con inseguridad.
—Espero que ese “creo que bien” no sea un “saqué mal pero no diré eso”.
—No te preocupes, no es eso. Es como lo dije.
—Entonces, el viernes debo esperar una buena nota en química… y en matemática.
—… Te la aseguro en deporte, arte y música.
—Y de ti, Leonardo… Bueno, sé que tendrás buenas notas, así que lo único que espero es que estés entre los tres primeros y que no bajes tu promedio.
—No te preocupes, no pasará. La semana que viene me verás haciendo un buen discurso para la graduación.
— ¡Así se habla! Marc, ¿por qué no pudiste ser tan aplicado como tu hermano?
—Por favor, ¡no me compares!
—No lo hice. Bueno, tengo que irme. Tengo un juicio y no debo llegar tarde. ¡Hasta luego! —Se despidió y partió.
—En serio, ¿por qué tienen que compararme tanto contigo? Mejor dicho, ¿por qué eres tan inteligente?
—Eso no es culpa mía. Tú deberías esforzarte más.
—Igual que papá. ¿No puedes decir otra cosa?
—No lo creo.
—Al menos siempre he sacado mejor que tú en deporte y arte.
—Eso sí debo aceptarlo.
—Menos mal que ya no tenemos que estudiar.
—Sí, al fin, después de tantos años… Aunque tú no tendrás que preparar un discurso.
—El precio de la inteligencia.
—Al menos a mí me aceptarán más fácilmente en la universidad o en un trabajo que a ti.
—Presumido. Tú y tu promedio que no baja de 9,40 nunca.
—Eso es bueno. Es mejor decir que nunca reprobé un examen y mi promedio no baja de 9,40 que raspé muchas pruebas y-
— ¡Ya! —Interrumpió— Mi promedio no es tan malo.
— ¿8,20 y a veces hasta 7? Si tú lo dices… Contando que muchas cosas las has aprobado gracias a mí.
— ¡Te digo que no es malo!
— ¿Cómo sería si yo no te ayudara?
— ¿No puedes callarte?
—Lo siento, es que me gusta recordártelo.
— ¡Muchas gracias! —Sarcástico.
—Por nada.
—Oye, ¿no tienes hambre?
—Sí, sí tengo. No me digas que no nos dejaron nada hecho, ¡no quiero cocinar!
—Creo que tendrás que hacerlo. No hay nada hecho.
—Ah no, no tengo ganas. Hazte un sándwich y yo otro, agarra lo que quieras.
— ¿No podemos pedir una pizza?
— ¿Con qué dinero? También pensé eso.
—Ah… Bueno, nos quedaremos con las ganas.
Marc y Leo siempre se la pasaban de discusión en discusión, pero no por pelea, sino por diversión, era algo a propósito. A cada uno le entretenía molestar al otro, pero nunca se pasaban de la raya, eran simples discusiones de hermanos de solución instantánea. Restregarle en la cara a Marc que sus notas eran mejores era uno de los temas favoritos de Leonardo, quien también reía de las reacciones de su hermano cuando le recordaba que por él logró aprobar muchas evaluaciones. Él era el aplicado, el responsable, el que entendía y lo explicaba todo, el que siempre sacaba de 9 a 10, rara vez un 8 y con mucha más rareza un 7, por eso su padre era tan exigente. En cambio, Marc era, no el bruto o el flojo, sino el que tenía el potencial mas todo le daba fastidio, el que no siempre era responsable y olvidaba sus tareas si Leonardo no le avisaba, el que no entendía todo y necesitaba que le explicaran a fondo, el que si sacaba 9 o 10 era una razón para hacer fiesta y los aplazados no es que fueran costumbre, pero tampoco eran una sorpresa, por eso su padre sí se preocupaba cuando veía que seguía su rutina, sin embargo, no le daba tanta importancia a menos que fuera un examen importante.
Con el tema de la cocina era algo parecido, sólo que los personajes intercambian papeles. Marc era el que fastidiaba a Leo para que preparara la comida para hacerlo quejarse y molestarlo, aunque de todos modos, Leo seguía siendo el aplicado y Marc, no el flojo, sino el fracaso culinario, todo debido a que el menor fue criado, en su mayor parte, por su madre. Ella le enseñó de todo lo relacionado con quehaceres: limpieza, cocina, decoración y orden. También intentó enseñarle a Marc, pero éste nunca logró hacerlo del todo bien o su padre se lo impedía para hacerlo aprender algo más “de hombre”, como algún deporte, mecánica y electricidad, porque el mayor fue criado por ambos, madre y padre, con cierta mayoría por el segundo a causa del tiempo que Rose apartaba para poder encargarse de Leo por sí sola.
Terminaron almorzando un sándwich improvisado y pasando la tarde haciendo nada. Planeaban seguir en nada, pero algo inusual pasó.
— ¿Oyes eso? Creo que alguien llegó —Marc oyó un auto estacionarse en el garaje.
—Iré a ver —Leo se asomó por la ventana y se sorprendió— ¡Es mamá!
— ¿Qué? ¿Tan temprano?
— ¡Sí! ¡Es rarísimo! Normalmente, regresa entre las seis y las siete. ¡Son las cuatro y media!
—Por eso. ¿Acaso se siente mal?
—Vayamos a preguntarle —Los hermanos se dirigieron a la sala justo cuando Rose entró.
— ¡Hola! Regresé temprano.
—Sí, ya vemos, pero estamos extrañados.
— ¿Por qué regresaste tan temprano?
—Porque terminé rápido. No creen que sea porque me siento mal, ¿no?
—Pues, llegamos a pensar eso —Admitió Marc.
—No se preocupen, no me pasa nada —Tranquilamente, fue a su cuarto.
—Está un poco rara.
—Sí, lo sé. Creo que nos miente para que no nos preocupemos —Sospechó el mayor.
—Yo creo que pasa algo.
—Igual.
— ¿De qué tanto hablan? —Rose logró escucharlos hablar mas no saber de qué.
—De que… Que nos alegramos de que estés aquí temprano —Mintió Leo.
—Yo también estoy feliz de estar con ustedes antes de lo normal. Oigan, ¿mañana no cumple Daniela?
—Sí, ella cumple mañana —Confirmó el de ojos azules con rapidez.
— ¿Y no va a hacer nada?
—Lo de siempre pero el jueves. No podrá mañana.
—Le darán el regalo atrasado. Ya guardé el auto y no quiero volverlo a sacar.
Eso sí no les pareció extraño. Cualquiera diría lo mismo. Igual, notaban a su madre distinta, le faltaba energía. Ella nunca iba directo a su cuarto al llegar del trabajo a menos que hubiese escrito un artículo muy largo y difícil de obtener, a menos que le hubiese costado conseguir el pronóstico del tiempo y ordenarlo, a menos que hubiese tenido que ir de un lado a otro a tomar fotografías para complementar sus reportes, a menos que su jornada hubiese sido larga, de la mañana a la noche, o a menos que se sintiera mal. Por eso les preocupaba verla así, yendo a su cuarto apenas llegaba con apenas una pequeña conversación de saludo, pero como no notaban nada más que estuviese raro, no les quedaba más que esperar por la falsedad de sus creencias.
— ¿Qué quieres que te regale de cumpleaños? —Diana y Daniela ya estaban en el parque.
—No sé, sabes que me gusta de todo.
—Entonces, te daré unos zapatos con plataforma fosforescentes y-
— ¡No! ¿Cómo crees?
—Entonces no te gusta de todo.
— ¡Bueno! No sé, dame algo que tú sepas que me gusta. No quiero algo en especial.
—Está bien. Veré que te compro luego de esto.
—Tenemos que tardarnos lo más posible. No quiero regresar a mi casa y encontrarme con la misma escena que hizo que fuera a comer a tu casa y salir.
— ¿Tus padres nunca están en casa o qué?
—A veces están al mediodía, a veces en la mañana, a veces en la noche… Nunca sabemos —El trabajo de sus padres los hacía estar viajando de un lado a otro casi todas las semanas, por eso vivía junto a sus tíos y primas, aunque la casa sí era de parte de sus progenitores.
— ¿Y tus tíos?
—Están de viaje. Regresan el fin de semana… Al rato empezamos. De verdad no quiero encontrarme con la escena.
— ¿Y qué hacen ellos?
—Nada tan íntimo, ni siquiera se besan en la boca, pero sí en otras partes y coquetean mucho. Es incómodo.
—Me imagino. Menos mal que no pasan a más.
—Sí… Yo ahora lo que me pregunto es cómo harán cuando Daisy se vaya conmigo a Nueva York.
— ¿Tú qué sabes? Daisy podría ser capaz de quedarse —Supuso. Diana no sabía ni cómo lucía ella.
—O Diego de irse. Los tres haremos lo mismo- Bueno, no, pero parecido.
— ¿Qué van a ser ellos?
—Los dos quieren ser paramédicos.
— ¿Ya les dijiste a todos que te irás?
—Aun no. Marc y Leonardo no lo saben.
—Creo que deberías irle diciendo aunque sea a Leo. Como te dije antes, no le gustará ser el último en enterarse. Sentirá que no le tienes confianza o que lo rechazas.
—Sí, sé cómo es él de pesimista.
—Además de que normalmente cuesta que se anime. Es como si tuviera algo que le dice que no cambie de opinión.
—Muchas veces es así, y sobretodo cuando es algo malo lo que siente. ¿Por qué será?
—Tú sabes, lo que le ha pasado quizás hace que asocie algunas cosas con algo malo.
—Pero si de todo ha salido como si nada…
—Pero igual, lo que le importa es lo que sucede antes, o al menos parece eso.
—Vaya, hablas como si fueras psicóloga —Daniela quedó sorprendida.
—No lo creo, sólo lo conozco bien. Lo que te digo es, deberías ahorrarle esa sensación. Él te quiere y mucho, Dani, y no creo que le gustaría sentirse desconfiado, y creo que tú igual.
— ¿De verdad tú lo crees?
—De verdad. Leo confía bastante en ti, yo creo que incluso te tiene más confianza a ti que a mí —Y eso era mucho decir. Leo y Diana siempre fueron muy unidos, casi como hermano y hermana.
—Eso es raro.
—Pero es la verdad. ¿Tú no has oído el rumor de…?
—Sí, bastante —Interrumpió.
—Es que la verdad, ustedes parecen pareja.
—Pero no. No se puede tener un amigo porque te inventan de todo.
—A mí no me dicen nada…
—Ojalá fuera así conmigo.
—Pero dime la verdad. ¿A ti te gusta Leonardo?
— ¿Sabes qué? Comencemos a calentar.
—Soy tu amiga, no una chismosa.
— ¿Qué esperas? —Dijo al comenzar a calentar.
—Que me respondas si te gust-
— ¡Sí! —Exclamó, dejando a Diana con una gran expresión de sorpresa— Me gusta tu lazo de leopardo que cargas puesto.
— ¿Por qué siempre haces eso? —Ahora la miraba feo.
—Porque este ejercicio es parte del calentamiento.
—Cómo quieras, pero volveré a preguntar.
— ¿Para qué si ya te respondí?
—Otra pregunta, Dani, otra pregunta.
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Daniela y Leonardo... ¿MI LEONARDO?
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
¿POR QUÉ ANGELA? ¿POR QUÉ? ¿ACASO TE GUSTA HACER SUFRIR A TU LECTORA?... porque yo creo que si :lloro:
Y... no sé por qué... pero... creo que... creo que es... AMOR CORRESPONDIDO.
Hiciste que esa... esa maldita se enamorara de mi Leo:OWO:
has sido TÚ
Angela romper Valeria corazón, Valeria romper Angela Huesos :KQ:
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
¿POR QUÉ ANGELA? ¿POR QUÉ? ¿ACASO TE GUSTA HACER SUFRIR A TU LECTORA?... porque yo creo que si :lloro:
Y... no sé por qué... pero... creo que... creo que es... AMOR CORRESPONDIDO.
Hiciste que esa... esa maldita se enamorara de mi Leo:OWO:
has sido TÚ
Angela romper Valeria corazón, Valeria romper Angela Huesos :KQ:
valejimenez
Re: Más Que Cosas De Policías
Cuando vi que tenía un comentario, pensé "bueno, lo leeré hoy y lo responderé mañana para poder terminar el trabajo de deporte", pero... ME HA DADO TANTA RISA QUE ENCENDÍ LA LAPTOP SÓLO PARA RESPONDER, INCLUSO ABRÍ LA PÁGINA DE WIKIPEDIA SOBRE EL BALONCESTO AQUÍ POR SI ALGUIEN ME DESCUBRE USÁNDOLA :xd:valejimenez escribió:Daniela y Leonardo... ¿MI LEONARDO?
¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
¿POR QUÉ ANGELA? ¿POR QUÉ? ¿ACASO TE GUSTA HACER SUFRIR A TU LECTORA?... porque yo creo que si :lloro:
Y... no sé por qué... pero... creo que... creo que es... AMOR CORRESPONDIDO.
Hiciste que esa... esa maldita se enamorara de mi Leo:OWO:
has sido TÚ
Angela romper Valeria corazón, Valeria romper Angela Huesos :KQ:
Pensaba tener cualquier tipo de comentario, excepto este! Quiero decir, este capítulo tiene taaaaantas cosas que esperaba algo variado. Aunque igual, qué sorpresa (parece que es verdad lo que dicen de que me río del sufrimiento ajeno, queeeee :quee:?)
Veamos, Leo y Dani también me dejaron por un tiempo porque no sé si recuerdas cuando dije que me incomoda poner personajes con nombres de personas que conozco. Bien, para el momento que los creé, no me di cuenta, pero cuando lo escribí por segunda vez recordé que dos amigos míos que son hermanos se llaman JUSTAMENTE DANIELA Y LEONARDO Y DANIELA ES CASI IDÉNTICA A LA DESCRIPCIÓN DE LA DE AQUÍ EXCEPTO POR EL PELO RIZADO Y LOS OJOS AVELLANA! Me quedé tan por lo mismo que estás sospechando.
Veamos, por qué crees que es un amor correspondido? Ninguno ha afirmado nada de nada ni demostrado nada de nada
Oh vaya, revisé bien lo del baloncesto y ni voy por la mitad y ya es medianoche :lloro:
Diré algo que quizás te calme: Daniela actualmente vive en Nueva York (puesto en el capítulo #12) junto a Daisy, Leonardo no tiene pareja actualmente, así que... Ahí te dejaré con las opciones abiertas :jojojo:
Oh, y tu comentario en tu novela, MI LEO ES UNA INSPIRACIÓN
Ahora volveré a sufrir, es como mi paga por hacer esto, no? ODIO deporte, es la única materia en la que me va mal, y de paso me mandan un trabajo
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Capítulo #13: "Una Vista Al Pasado" (Segunda parte).
En la casa de la mayor, Paula estaba soportando a los tórtolos, o quizás, mejor dicho, quejándose de ellos.
—En serio, ¿pueden parar?
—No estamos haciendo nada.
—Se supone que lo invitaste para estudiar, ¿no?
—Bueno, estudiamos química.
—Pues creo que estudian química y no QUÍMICA —Hizo énfasis en ambas palabras para que se notase la diferencia.
— ¿Quieres una prueba? Que empiece el cuestionario —Daisy anunció.
— ¿Ah? —Paula no entendió. Diego sacó un cuaderno y leyó varias preguntas que debían responder. Para sorpresa de Paula, la pareja se lo sabía todo, pero ella muy poco.
— ¿Ahora qué opinas?
— ¿¡Cómo!? ¡AHH! —Paula quedó confundida.
— ¡Chócalas! —Daisy y Diego chocaron sus manos— ¿Quién debería estudiar ahora?
—Eres de nuestro salón, así que mejor estudia el cuestionario porque la prueba es mañana —Le recordó él.
—No entiendo cómo hacen. Ustedes ganan esta vez. Comenzaré a repasar y cuando termine, repetimos el interrogatorio.
—Pues comienza ya, ahora mismo.
La rubia se fue con incredulidad. De vuelta al parque, las chicas seguían ejercitando.
—Eres buena corriendo —Apenas dijo Diana tomando aire luego de una carrera— Pasemos a otra cosa.
— ¿Como qué?
— ¡Salto!
—Luego hacemos algo con pelotas.
—Ok. Y dime, ¿te gusta Leo o es sólo un rumor? —Diana volvió a preguntar. Tenía que sacarle algo.
—Sí —Diana abrió bien sus ojos, a punto de decir algo— Estoy de humor de practicar.
—Y yo de humor de saber —La vio con seriedad— En serio, Dani, dímelo. Yo no soy chismosa, no le diré a nadie, ni a él.
—Está bien, pero no se lo digas a NADIE.
—Prometido.
—Lo que dicen es verdad. Sí me gusta, desde hace un tiempo, pero no he tenido el valor de decírselo.
— ¿Por qué?
—Tú sabes, lo de la reacción de nuevo. Él es demasiado tímido y no sé si quisiera volver a estar conmigo después.
—Oh bueno, eso es verdad. Vaya, irte y dejar aquí a todos tus amigos y… a una atracción debe ser duro.
—Sí. Voy a extrañarlos a todos, y mucho. Quiero decirle la verdad antes de irme, sólo que no me atrevo.
—Tú dile cuando quieras —Aconsejó.
Al anochecer, Calos regresó a casa del trabajo, conversando con Rose.
—Me dicen que regresaste temprano del trabajo.
—Y así fue. Sé que es raro, pero es que hoy terminé rápido.
—Así pasabas más tiempo con los muchachos y descansaste más para mañana hacer un artículo buenísimo.
—Exacto. Sé que es martes y descansé hace poco, pero uno a mitad de semana no tiene nada de malo.
—Totalmente de acuerdo —Intervino Marc.
—Ya que tú no tendrás que hacer un discurso —Reclamó Leonardo.
—No ha parado de decir eso.
—Ahh, los discursos de las graduaciones —Suspiró casi con melancolía la única mujer de la casa— Si te toca hacer uno, podría ayudarte si quieres.
—Veré cuando me toque, grac-
— ¡Rose! La idea es que él haga su discurso por su propia cuenta, o al menos eso me parece.
—Sé lo que dirás.
— “Siendo hijo de una muy buena periodista y un abogado reconocido, deberías saber redactar discursos, relatos, cuentos, historias, informes, artículos…” —Leo procedió a imitar a su padre— Me lo sé…
—Sabemos —Aclaró Marc.
—… De memoria.
—Bueno, yo opino que ese sería el discurso definitivo, el más importante hasta ahora para saber que tienes habilidad —Su padre comentó.
—No todo se hereda —Opinó Marc.
—Eso es totalmente cierto —Su madre estuvo de acuerdo— Por ejemplo, no sé de dónde le salió a Leo la voz que tiene. Nadie aquí canta, sólo él.
—Único y exclusivo.
—Porque al menos lo artístico de Marc viene en parte de mí, aunque yo no dibujo ni toco tan bien.
—Entonces, ¿qué tienen de mí?
— ¿En serio lo preguntas? Todos dicen que nos parecemos —Marc no pudo creer lo que Carlos acababa de decir.
—Nosotros sacamos tu color de cabello, bueno, yo… Marc tiene el cabello más claro.
—Es que lo que todos dicen es que yo soy igual a ti pero con el pelo más claro y que Leo es el que tiene de los dos un poco.
—Pero ninguno sacó mi cabello. ¿Se imaginan cómo estarían las chicas detrás de Leo si fuera rubio? Si ya están medio loquitas —Rose dijo divertida.
—Hey, estoy aquí, y no, no quiero imaginarlo —No le agradó la idea.
—Al final, parece que sacaron más de mí que de ti. Pero al menos Leonardo tiene tus ojos…
—Estamos hablando casi como cuando eran bebés —Recordó Rose.
—Estaba al borde de decir eso.
—Y yo también.
—Ok, ya entendí. ¿De qué hablamos?
—Aprendí otra canción a piano —Marc dejó saber.
— ¿Qué esperas? Tócala y luego me la enseñas.
—A eso voy —Marc y su madre fueron al cuarto donde guardaban los instrumentos musicales. Al poco tiempo, Leo también fue al cuarto y los acompañó, completando algunas canciones con otros instrumentos. Rose quedó fascinada, no por ser su mamá, sino porque de verdad sus hijos eran muy buenos para la música y juntos sonaban mucho mejor. Les pidió tocar muchas canciones, tenía muchas ganas de oírlos sin cesar.
Al día siguiente, un poco después del mediodía, los hermanos quedaron a cargo de la casa.
—Nos volvemos a quedar solos. ¿Qué quieres hacer?
—Lo que sea —Contestó secamente, algo tenía que andar mal como para que Leo lo hiciera.
— ¿Qué te pasa?
—Siento como si algo va a pasar…
—Pues obvio tiene que pasar algo.
—Pero me refiero a algo malo. Tengo esa sensación y no se me quita.
— ¿Algo como qué y a quién?
—Ni idea.
—Si tú lo dices… Pero hay que hacer algo para matar el tiempo, sólo que no sé qué.
— ¿No dejaste un dibujo incompleto hace unos días?
— ¡Cierto! Voy a terminarlo —Marc iba a buscar sus cosas, pero notó que Leonardo se quedó en el sofá— ¿Es que no quieres hacer nada?
—Quiero descansar para mañana.
—Como siempre, exagerando antes de las pruebas de deporte. No te debilitarás si te mueves mucho hoy.
—Yo sé, pero igual no haré nada.
Leonardo simplemente se quedó acostado en ese sofá enorme y cómodo de la sala. Marc lo miró extrañado por unos instantes antes de irse. ¿Qué podría tener? La sensación tendría que ser muy fuerte.
— ¿De qué será la torta? —Preguntó Paula.
—Daniela no me ha dado ni una pista.
— ¿Será que harán dos? Ya sabes, una para hoy y otra para mañana cuando invite a sus amigos.
—Sería genial. Quiero torta y hace tiempo que no como una porque no había cumpleaños —Daisy compartió sus deseos.
—Tú lo has dicho, lo que quieres es comer… Mañana no exhibirán tanto cariño, ¿verdad?
—No te preocupes, no lo haremos. ¿Qué nos toca mañana?
— ¿Hablas de examen? Toca arte.
—Ah, eso es fácil. Repasaré rápido y ya.
—Igual yo, y hacemos un cuestionario como ayer.
— ¡Dale! Empecemos —A las mellizas les encantó estudiar por medio de un cuestionario, así que no dudaron en repetirlo.
Era el día del cumpleaños de Daniela, por lo que ella no se encontraba en casa. Ella estaba yendo de un sitio a otro, disfrutando de la llegada al año 18 de su vida. Cuando al fin llegó a su casa, de noche, Diana la llamó para preguntarle sobre su día.
—Y bien, ¿cómo la pasaste?
—Fino, como tú dirías.
—Jaja, me alegro. ¿Y qué te regalaron?
—Lo típico. Ropa y dinero.
—Y accesorios.
—Fuiste la única.
—Originalidad.
— ¡Ante todo!
— ¿Y de qué será tu torta mañana?
—Confidencial. Entérate mañana cuando vengas.
—Aww, quería saber.
—Lo siento, tendrás que esperar.
Y dejando a Diana con curiosidad, Daniela cambió el tema de conversación. En la casa amplia, Leo seguía sin ánimos de nada y Marc ya estaba por contagiarse.
—Mamá se está tardando mucho. ¿Qué pasará?
—Espero que no tenga que ver con mi sensación rara.
Carlos abrió la puerta de la entraba, agitado y apurado. Marc y Leo voltearon a verlo de inmediato, extrañados.
—Hey, te veo apresurado. ¿Qué sucede? —Preguntó Marc.
—Tenemos que salir rápido, ¡ahora!
— ¿Por qué? —Leo comenzó a preocuparse. ¿Esto tendría que ver con su extraña sensación?
— ¡Sólo vengan! —Salió y encendió el auto de inmediato.
—Esto no debe ser nada bueno —Marc dijo antes de salir.
— ¡Yo aun quiero saber qué pasa!
—Nunca lo había visto así, al menos después de que te secuestraron. Es raro verlo así.
Los hermanos siguieron a su padre y en pocos minutos se encontraron en los pasillos de un hospital.
— ¿Por qué estamos aquí? —Leonardo se dispuso a preguntar cuando ya llevaban unos minutos dentro, estaba asustado. Los tres entraron a una habitación. Las expresiones de los jóvenes cambiaron drásticamente— ¡Mamá! ¿¡Qué te pasó!? —Se alarmó.
—Nada grave. Me desmayé al salir del trabajo.
— ¿¡Nada grave!? ¿¡Qué sabes si estás enferma!? —Exclamó su esposo con preocupación.
—Siento un poco de dolor en el cuerpo y cabeza, pero a lo mejor es por la caída —Una enfermera entró a la habitación.
—Al parecer, la señora Ascenzo deberá quedarse en la noche aquí.
— ¿¡Qué!? ¡Pero yo me siento bien!
— ¡Pero puede que te desmayes otra vez! —Respondió Carlos.
— ¡Hace un rato no estaba tan bien, ahora sí!
—Aunque si quiere ir a su casa, puede hacerlo si regresa mañana temprano.
— ¡Prometido! Lo haré.
—Ok. Señora Rose Ascenzo, vuelva mañana temprano, a primera hora. Le avisaré al doctor.
—Entendido, vendré sin falta.
Un cuarto de hora más tarde, la familia ya había vuelto a casa. Los menores quedaron algo consternados.
— ¿Te sientes bien? —Marc continuaba preguntando por su estado.
—En serio, ¿hasta cuándo van a preguntarme?
—Hasta que nos dé sueño y vayamos a dormir —Respondió Leo.
—Entonces haré como cuando eran niños. ¡Vayan a dormir!
—Misma respuesta. No tenemos sueño —Marc alegó por ambos.
—Muchachos, entiendo que estén preocupados por mí, pero en serio, me desesperan con su preguntadera.
—Si te sientes mal, nos avisas —Marc se dirigió a su madre casi con tono paternal.
—Ok, eso haré —Sólo así logró calmar a los dos adolescentes preocupados.
Quizás pensaron que todo quedaría en ese día, mas no fue así. La preocupación permaneció en ambos, aunque ya no con tanta intensidad. Fueron al colegio tranquilamente, todo fue normal hasta que Marc revisó su celular al salir de clases luego de que Cristian le avisó que éste sonaba.
—Tengo… —Se detuvo a contar— ¡Cinco llamadas perdidas!
— ¿De quién?
— ¿¡De mi papá!? —Se extrañó al ver el número— ¡Qué raro!
—Si tú las tienes…
— ¿¡Yo también!? —Leonardo se dio cuenta. También revisó. Uno de los celulares repicó.
— ¿¡Qué pasó!? —Marc atendió alarmado. Cinco llamadas perdidas de tu padre no son algo bueno, nunca.
— ¡Tienen que irse ya del colegio!
—Ya salimos pero… ¿A dónde?
—Vengan conmigo. Estoy en la entrada.
—Ok, ya vamos —Colgó— Leonardo, ¡vámonos!
— ¿Qué pasa? —Oír la llamada lo preocupó.
—Eso quisiera saber yo. ¡Los veo luego!
Apenas despidiéndose de sus amigos, Marc y Leo salieron rápidamente para encontrarse con Carlos en la entrada.
—Llegaron rápido.
—Estábamos cerca, pero ¿qué pasa?
—Justo después de que se fueron, su madre comenzó a sentirse mal otra vez y mientras se ponía los zapatos, se volvió a desmayar.
— ¿Ahora está en el hospital? —Leonardo estaba tan asustado que justo después de terminar la pregunta, deseó no haberla formulado. No quería saber la respuesta.
—La llevé apenas me di cuenta, aunque parece que llevaba unos minutos así cuando eso. Cuando me fui, dijeron que tenemos que esperar unas horas porque el hospital está algo lleno para que le hagan pruebas.
— ¿Ahora vamos allá?
—Ahora vamos a comer rápido… Bueno, no. Como quieran, porque no permitirán visitas hasta las tres. Me había olvidado de eso.
Carlos estaba tan nervioso que ya ni se acordaba de los horarios de nada y hablaba sin pensarlo. Adentro del colegio, los amigos de los Molander se preguntaban qué estaba sucediendo.
— ¿Qué será lo que pasa? —Empezó el rubio.
—Es tan raro. Carlos no suele llamar tanto.
—Eso estaba pensando yo.
—Espero que no, pero creo que es algo grave —Cristian tuvo ese presentimiento.
—Sea lo que sea, nos lo contarán. Ahora sólo nos queda desear que todo salga bien —Dijo Diana.
—Tengo que ir a mi casa para terminar de organizar todo para la tarde. ¡Hasta luego! —Daniela se marchó a su casa, donde con disgusto se encontró con Diego y Daisy. Por suerte, habían prometido no hacer ninguna escena molesta o incómoda y se ofrecieron a ayudar.
Más tarde, en el hospital, los Molander esperaban por el doctor para darles el permiso de entrar a la habitación de Rose.
— ¿Cómo estará? —Detuvo Carlos al doctor apenas lo vio pasar.
—Aun no lo sabemos bien. Hay que hacerle los exámenes ahora. En unas horas les doy el diagnóstico.
— ¿Qué cree que podría ser?
—Hay muchas opciones que prefiero no decir hasta que no esté totalmente seguro —Leonardo volvió a arrepentirse de su pregunta, pero ahora fue después de oír la respuesta —Pueden hablar con ella.
— ¡Queridos! ¿Qué tal? —Rose saludó.
—Tengo miedo —Leo confesó.
— ¿De qué?
—De que te pase algo malo.
— ¿Qué podría pasarme?
— ¿Y si te quedas discapacitada, o en coma, o quizás m…? —Entró en pánico.
— ¡Leonardo! —Interrumpió. Si no lo hacía, la lista iría para largo— Tú como siempre pensando en lo peor.
—O puede que sea algo simple y sólo necesite reposo.
— ¡Exacto! Deberías pensar como Marc —Recomendó.
—Al fin te dicen eso a ti y no a él.
—Marc es una persona y yo soy otra.
—Lo que queremos decir es que estás muy joven como para estar así de preocupado. ¡No es normal en un chico de 16!
—No me imagino cómo serás de mayor —Opinó Marc.
—A ti no te gusta que se preocupen mucho por ti, ¿cierto? —Carlos quiso confirmar.
—Algo así.
—Entonces, no te preocupes tanto. A ella tampoco le gusta.
—Bueno… Está y estará bien —No muy convencido.
— ¡Así se habla! Y otra cosa. No vayan a faltar a lo de Dani por mí, no me importa. Cualquier cosa, los llamo.
—Es más, ¿eso no es ahora?
—En unos minutos más.
—Entonces vayan. Además, ella vive aquí cerquita.
—Creo que es hora de que se vayan yendo —El doctor avisó— Tenemos que hacer las pruebas ahora.
—Hasta el rato, queridos —Se despidió.
Marc y Leo se fueron caminando hasta la casa de Daniela, estaban a sólo una cuadra. Mientras tanto, ella esperaba por sus invitados conversando con sus primas y Diego.
— ¡Llegó la torta! —Exclamó Daisy.
— ¿De qué es? —Preguntó su novio.
—Adivinen —Daniela sostenía la caja de la torta.
— ¿Crema batida? —Paula empezó.
— ¿Chocolate? —Le siguió Diego.
— ¿Vainilla?
—Diego va MUY cerca.
— ¿Tiene chocolate y algo más?
—Por ahí vas.
—Chocolate con galletas, ¡tipo marquesa! —Se le ocurrió a Paula.
—Eso fue el año pasado.
— ¡Chocolate normal con chocolate blanco! —Casi gritó Daisy.
— ¡Ganadora!
— ¡Sí!
— ¡Eso debe ser delicioso!
— ¡Quiero probarla ya! —Tocaron el timbre.
— ¿Se pusieron de acuerdo? —Daniela se sorprendió al ver que todos, Diana, Cristian, Marc y Leonardo estaban del otro lado de la puerta.
—Casualidad que llegamos todos juntos.
— ¡Mejor!
—Oímos parte de lo de la torta.
—Dos chocolates, ¿verdad?
—Así es.
— ¡Esa torta será de lo mejor!
—Ni lo duden —Entraron— ¿Qué quieren hacer?
—Lo que sea.
— ¿Qué tal mímicas? —Ofreció Daniela.
— ¿Quién empieza?
—La cumpleañera primero —Marc propuso.
—Típica frase tuya. Ya voy, déjenme pensar.
—No tienes todo el día —Daisy le recordó.
—Si me hablas, me distraigo y tardaré más.
—Ok, no hablaré.
—Ok… Sé que es demasiado gafa pero no se me ocurre más —Daniela posicionó los brazos y los movió como si estuviera tocando una guitarra.
—Si quieres lo pones más fácil. Guitarra —Paula adivinó.
—Sabes que soy mala pensando pero no adivinando.
—Se te nota. Ahora voy yo —Daniela y Paula intercambiaron puestos. Paula tiró golpes al aire.
— ¿A quién le pegas? —Cristian dijo de inmediato. Paula hizo ejercicios de calentamiento.
— ¿Entrenamiento?
— ¿Gimnasio? —Fueron las ideas de Leo y Diego. Paula volvió a tirar golpes.
— ¡Pelea! —Marc intentó adivinar. Paula levantó un brazo.
— ¿Boxeo? —Paula regresó a pelear.
— ¿Alguien ha dicho algo parecido? —Paula señaló a Daisy.
— ¿Yo?... Boxeo, ring…
— ¡Rocky! —Leonardo interrumpió los pensamientos en voz alta de Daisy.
— ¡Eso!
—La diferencia se nota. Las de ella hacen dudar más y así es más divertido.
—Lo sé. Dale tú.
—Prepárense para algo raro —Cristian anunció. Leonardo se quedó parado sin hacer nada.
—Adelante, haz algo.
— ¡Muévete! —Marc le ordenó a su hermano. Éste se acostó en el sofá.
— ¿¡Más o menos!? ¿Te rindes o te cansaste? —Daisy dudó.
—Creo que es parte de su mímica.
—Esto me está enredando —Leo mostró los dientes.
— ¿Sonríes, te ríes de nosotros o es parte de tu mímica? —Cristian ya se confundió.
— ¿Mostrar los dientes qué quiere decir? —Leo se paró sobre manos y pies.
—Caminar a cuatro patas… ¡Es un animal! —Descubrió Daisy.
— ¿Gato?
— ¿Perro? —Marc y Paula fueron los primeros en dar opciones. Leonardo de la nada levantó rápido, hizo como si se pusiera un sombrero y se puso alerta.
— ¿¡Qué rayos!?
— ¿¡De estar tranquilo caminando de a cuatro patas pasa a estar alerta y de pie!? —Diego no entendió.
—Cristian, tenías razón. Esto es raro.
—No entiendo nada —Leo peleó.
—Ahora pelea.
— ¿Un animal que camina de las dos formas, se pone alerta y luego pelea? —Analizó la pelirroja.
— ¡Creo que la tengo pero no me acuerdo del nombre!
— ¡Alguien que lo diga antes que Paula! —Pidió Daisy.
— ¡Hey! —Leo volvió a ponerse sobre manos y pies.
—Es lo más raro que has hecho en mímicas.
—Y de nuevo normal, no haces nada.
—No hace nada, no hace nada… —Diego intentó acordarse.
— ¡UN ORN…!
— ¡Perry el ornitorrinco! —Diego interrumpió a Paula.
— ¡Al fin!
—Lo iba a decir —Paula le reclamó.
—No. Ibas a decir “ornitorrinco” y no valía —Diego le explicó.
—Esa serie es muy nueva. ¿Cuándo salió? ¡Máximo un mes! —Se quejó Cristian.
— ¿Y qué? La idea es decir una rara, ¿no?
—Ya veo porqué decías que haría algo raro —Daisy se dirigió al rubio.
Los chicos siguieron jugando mímicas por varias rondas. Luego, encendieron la música y bailaron. Improvisaron un poco y volvieron con los juegos. Ya después regresó la improvisación, bastante más tarde, cuando ya estaba oscureciendo. Unos pocos bailaban mientras los demás hablaban. El celular de Leonardo sonó, haciéndolo extrañarse. Fue al baño a contestar. Daniela se dio cuenta y lo vio, también extrañada.
— ¿Hola? —Atendió. No conocía el número.
— ¿Es usted Leonardo Molander? —Una voz de hombre lo confundió.
—Sí, soy yo.
—Le habla el doctor Webb. Tenemos los resultados de las pruebas de su madre.
— ¿Y qué tal salieron? —Algo de miedo comenzó a inundarlo.
—Va a ser algo difícil de aceptar…
—Doctor, por favor, ¿podría decirme todo directo? —Interrumpió, aunque una vez más se arrepintió de la pregunta justo después de dejarla salir. Simulaba tranquilidad, pero por dentro era todo nervios, todo miedo, todo preocupación.
—La señora Rose Ascenzo tiene cáncer de seis meses. Las pruebas indican que no le queda más de una hora.
—… ¿Q-…Qué? —Se quebró.
—Así como dije. No le queda más de una hora. Ella ya lo sabe y desea que vaya con su hermano a visitarla.
En la casa de la mayor, Paula estaba soportando a los tórtolos, o quizás, mejor dicho, quejándose de ellos.
—En serio, ¿pueden parar?
—No estamos haciendo nada.
—Se supone que lo invitaste para estudiar, ¿no?
—Bueno, estudiamos química.
—Pues creo que estudian química y no QUÍMICA —Hizo énfasis en ambas palabras para que se notase la diferencia.
— ¿Quieres una prueba? Que empiece el cuestionario —Daisy anunció.
— ¿Ah? —Paula no entendió. Diego sacó un cuaderno y leyó varias preguntas que debían responder. Para sorpresa de Paula, la pareja se lo sabía todo, pero ella muy poco.
— ¿Ahora qué opinas?
— ¿¡Cómo!? ¡AHH! —Paula quedó confundida.
— ¡Chócalas! —Daisy y Diego chocaron sus manos— ¿Quién debería estudiar ahora?
—Eres de nuestro salón, así que mejor estudia el cuestionario porque la prueba es mañana —Le recordó él.
—No entiendo cómo hacen. Ustedes ganan esta vez. Comenzaré a repasar y cuando termine, repetimos el interrogatorio.
—Pues comienza ya, ahora mismo.
La rubia se fue con incredulidad. De vuelta al parque, las chicas seguían ejercitando.
—Eres buena corriendo —Apenas dijo Diana tomando aire luego de una carrera— Pasemos a otra cosa.
— ¿Como qué?
— ¡Salto!
—Luego hacemos algo con pelotas.
—Ok. Y dime, ¿te gusta Leo o es sólo un rumor? —Diana volvió a preguntar. Tenía que sacarle algo.
—Sí —Diana abrió bien sus ojos, a punto de decir algo— Estoy de humor de practicar.
—Y yo de humor de saber —La vio con seriedad— En serio, Dani, dímelo. Yo no soy chismosa, no le diré a nadie, ni a él.
—Está bien, pero no se lo digas a NADIE.
—Prometido.
—Lo que dicen es verdad. Sí me gusta, desde hace un tiempo, pero no he tenido el valor de decírselo.
— ¿Por qué?
—Tú sabes, lo de la reacción de nuevo. Él es demasiado tímido y no sé si quisiera volver a estar conmigo después.
—Oh bueno, eso es verdad. Vaya, irte y dejar aquí a todos tus amigos y… a una atracción debe ser duro.
—Sí. Voy a extrañarlos a todos, y mucho. Quiero decirle la verdad antes de irme, sólo que no me atrevo.
—Tú dile cuando quieras —Aconsejó.
Al anochecer, Calos regresó a casa del trabajo, conversando con Rose.
—Me dicen que regresaste temprano del trabajo.
—Y así fue. Sé que es raro, pero es que hoy terminé rápido.
—Así pasabas más tiempo con los muchachos y descansaste más para mañana hacer un artículo buenísimo.
—Exacto. Sé que es martes y descansé hace poco, pero uno a mitad de semana no tiene nada de malo.
—Totalmente de acuerdo —Intervino Marc.
—Ya que tú no tendrás que hacer un discurso —Reclamó Leonardo.
—No ha parado de decir eso.
—Ahh, los discursos de las graduaciones —Suspiró casi con melancolía la única mujer de la casa— Si te toca hacer uno, podría ayudarte si quieres.
—Veré cuando me toque, grac-
— ¡Rose! La idea es que él haga su discurso por su propia cuenta, o al menos eso me parece.
—Sé lo que dirás.
— “Siendo hijo de una muy buena periodista y un abogado reconocido, deberías saber redactar discursos, relatos, cuentos, historias, informes, artículos…” —Leo procedió a imitar a su padre— Me lo sé…
—Sabemos —Aclaró Marc.
—… De memoria.
—Bueno, yo opino que ese sería el discurso definitivo, el más importante hasta ahora para saber que tienes habilidad —Su padre comentó.
—No todo se hereda —Opinó Marc.
—Eso es totalmente cierto —Su madre estuvo de acuerdo— Por ejemplo, no sé de dónde le salió a Leo la voz que tiene. Nadie aquí canta, sólo él.
—Único y exclusivo.
—Porque al menos lo artístico de Marc viene en parte de mí, aunque yo no dibujo ni toco tan bien.
—Entonces, ¿qué tienen de mí?
— ¿En serio lo preguntas? Todos dicen que nos parecemos —Marc no pudo creer lo que Carlos acababa de decir.
—Nosotros sacamos tu color de cabello, bueno, yo… Marc tiene el cabello más claro.
—Es que lo que todos dicen es que yo soy igual a ti pero con el pelo más claro y que Leo es el que tiene de los dos un poco.
—Pero ninguno sacó mi cabello. ¿Se imaginan cómo estarían las chicas detrás de Leo si fuera rubio? Si ya están medio loquitas —Rose dijo divertida.
—Hey, estoy aquí, y no, no quiero imaginarlo —No le agradó la idea.
—Al final, parece que sacaron más de mí que de ti. Pero al menos Leonardo tiene tus ojos…
—Estamos hablando casi como cuando eran bebés —Recordó Rose.
—Estaba al borde de decir eso.
—Y yo también.
—Ok, ya entendí. ¿De qué hablamos?
—Aprendí otra canción a piano —Marc dejó saber.
— ¿Qué esperas? Tócala y luego me la enseñas.
—A eso voy —Marc y su madre fueron al cuarto donde guardaban los instrumentos musicales. Al poco tiempo, Leo también fue al cuarto y los acompañó, completando algunas canciones con otros instrumentos. Rose quedó fascinada, no por ser su mamá, sino porque de verdad sus hijos eran muy buenos para la música y juntos sonaban mucho mejor. Les pidió tocar muchas canciones, tenía muchas ganas de oírlos sin cesar.
Al día siguiente, un poco después del mediodía, los hermanos quedaron a cargo de la casa.
—Nos volvemos a quedar solos. ¿Qué quieres hacer?
—Lo que sea —Contestó secamente, algo tenía que andar mal como para que Leo lo hiciera.
— ¿Qué te pasa?
—Siento como si algo va a pasar…
—Pues obvio tiene que pasar algo.
—Pero me refiero a algo malo. Tengo esa sensación y no se me quita.
— ¿Algo como qué y a quién?
—Ni idea.
—Si tú lo dices… Pero hay que hacer algo para matar el tiempo, sólo que no sé qué.
— ¿No dejaste un dibujo incompleto hace unos días?
— ¡Cierto! Voy a terminarlo —Marc iba a buscar sus cosas, pero notó que Leonardo se quedó en el sofá— ¿Es que no quieres hacer nada?
—Quiero descansar para mañana.
—Como siempre, exagerando antes de las pruebas de deporte. No te debilitarás si te mueves mucho hoy.
—Yo sé, pero igual no haré nada.
Leonardo simplemente se quedó acostado en ese sofá enorme y cómodo de la sala. Marc lo miró extrañado por unos instantes antes de irse. ¿Qué podría tener? La sensación tendría que ser muy fuerte.
— ¿De qué será la torta? —Preguntó Paula.
—Daniela no me ha dado ni una pista.
— ¿Será que harán dos? Ya sabes, una para hoy y otra para mañana cuando invite a sus amigos.
—Sería genial. Quiero torta y hace tiempo que no como una porque no había cumpleaños —Daisy compartió sus deseos.
—Tú lo has dicho, lo que quieres es comer… Mañana no exhibirán tanto cariño, ¿verdad?
—No te preocupes, no lo haremos. ¿Qué nos toca mañana?
— ¿Hablas de examen? Toca arte.
—Ah, eso es fácil. Repasaré rápido y ya.
—Igual yo, y hacemos un cuestionario como ayer.
— ¡Dale! Empecemos —A las mellizas les encantó estudiar por medio de un cuestionario, así que no dudaron en repetirlo.
Era el día del cumpleaños de Daniela, por lo que ella no se encontraba en casa. Ella estaba yendo de un sitio a otro, disfrutando de la llegada al año 18 de su vida. Cuando al fin llegó a su casa, de noche, Diana la llamó para preguntarle sobre su día.
—Y bien, ¿cómo la pasaste?
—Fino, como tú dirías.
—Jaja, me alegro. ¿Y qué te regalaron?
—Lo típico. Ropa y dinero.
—Y accesorios.
—Fuiste la única.
—Originalidad.
— ¡Ante todo!
— ¿Y de qué será tu torta mañana?
—Confidencial. Entérate mañana cuando vengas.
—Aww, quería saber.
—Lo siento, tendrás que esperar.
Y dejando a Diana con curiosidad, Daniela cambió el tema de conversación. En la casa amplia, Leo seguía sin ánimos de nada y Marc ya estaba por contagiarse.
—Mamá se está tardando mucho. ¿Qué pasará?
—Espero que no tenga que ver con mi sensación rara.
Carlos abrió la puerta de la entraba, agitado y apurado. Marc y Leo voltearon a verlo de inmediato, extrañados.
—Hey, te veo apresurado. ¿Qué sucede? —Preguntó Marc.
—Tenemos que salir rápido, ¡ahora!
— ¿Por qué? —Leo comenzó a preocuparse. ¿Esto tendría que ver con su extraña sensación?
— ¡Sólo vengan! —Salió y encendió el auto de inmediato.
—Esto no debe ser nada bueno —Marc dijo antes de salir.
— ¡Yo aun quiero saber qué pasa!
—Nunca lo había visto así, al menos después de que te secuestraron. Es raro verlo así.
Los hermanos siguieron a su padre y en pocos minutos se encontraron en los pasillos de un hospital.
— ¿Por qué estamos aquí? —Leonardo se dispuso a preguntar cuando ya llevaban unos minutos dentro, estaba asustado. Los tres entraron a una habitación. Las expresiones de los jóvenes cambiaron drásticamente— ¡Mamá! ¿¡Qué te pasó!? —Se alarmó.
—Nada grave. Me desmayé al salir del trabajo.
— ¿¡Nada grave!? ¿¡Qué sabes si estás enferma!? —Exclamó su esposo con preocupación.
—Siento un poco de dolor en el cuerpo y cabeza, pero a lo mejor es por la caída —Una enfermera entró a la habitación.
—Al parecer, la señora Ascenzo deberá quedarse en la noche aquí.
— ¿¡Qué!? ¡Pero yo me siento bien!
— ¡Pero puede que te desmayes otra vez! —Respondió Carlos.
— ¡Hace un rato no estaba tan bien, ahora sí!
—Aunque si quiere ir a su casa, puede hacerlo si regresa mañana temprano.
— ¡Prometido! Lo haré.
—Ok. Señora Rose Ascenzo, vuelva mañana temprano, a primera hora. Le avisaré al doctor.
—Entendido, vendré sin falta.
Un cuarto de hora más tarde, la familia ya había vuelto a casa. Los menores quedaron algo consternados.
— ¿Te sientes bien? —Marc continuaba preguntando por su estado.
—En serio, ¿hasta cuándo van a preguntarme?
—Hasta que nos dé sueño y vayamos a dormir —Respondió Leo.
—Entonces haré como cuando eran niños. ¡Vayan a dormir!
—Misma respuesta. No tenemos sueño —Marc alegó por ambos.
—Muchachos, entiendo que estén preocupados por mí, pero en serio, me desesperan con su preguntadera.
—Si te sientes mal, nos avisas —Marc se dirigió a su madre casi con tono paternal.
—Ok, eso haré —Sólo así logró calmar a los dos adolescentes preocupados.
Quizás pensaron que todo quedaría en ese día, mas no fue así. La preocupación permaneció en ambos, aunque ya no con tanta intensidad. Fueron al colegio tranquilamente, todo fue normal hasta que Marc revisó su celular al salir de clases luego de que Cristian le avisó que éste sonaba.
—Tengo… —Se detuvo a contar— ¡Cinco llamadas perdidas!
— ¿De quién?
— ¿¡De mi papá!? —Se extrañó al ver el número— ¡Qué raro!
—Si tú las tienes…
— ¿¡Yo también!? —Leonardo se dio cuenta. También revisó. Uno de los celulares repicó.
— ¿¡Qué pasó!? —Marc atendió alarmado. Cinco llamadas perdidas de tu padre no son algo bueno, nunca.
— ¡Tienen que irse ya del colegio!
—Ya salimos pero… ¿A dónde?
—Vengan conmigo. Estoy en la entrada.
—Ok, ya vamos —Colgó— Leonardo, ¡vámonos!
— ¿Qué pasa? —Oír la llamada lo preocupó.
—Eso quisiera saber yo. ¡Los veo luego!
Apenas despidiéndose de sus amigos, Marc y Leo salieron rápidamente para encontrarse con Carlos en la entrada.
—Llegaron rápido.
—Estábamos cerca, pero ¿qué pasa?
—Justo después de que se fueron, su madre comenzó a sentirse mal otra vez y mientras se ponía los zapatos, se volvió a desmayar.
— ¿Ahora está en el hospital? —Leonardo estaba tan asustado que justo después de terminar la pregunta, deseó no haberla formulado. No quería saber la respuesta.
—La llevé apenas me di cuenta, aunque parece que llevaba unos minutos así cuando eso. Cuando me fui, dijeron que tenemos que esperar unas horas porque el hospital está algo lleno para que le hagan pruebas.
— ¿Ahora vamos allá?
—Ahora vamos a comer rápido… Bueno, no. Como quieran, porque no permitirán visitas hasta las tres. Me había olvidado de eso.
Carlos estaba tan nervioso que ya ni se acordaba de los horarios de nada y hablaba sin pensarlo. Adentro del colegio, los amigos de los Molander se preguntaban qué estaba sucediendo.
— ¿Qué será lo que pasa? —Empezó el rubio.
—Es tan raro. Carlos no suele llamar tanto.
—Eso estaba pensando yo.
—Espero que no, pero creo que es algo grave —Cristian tuvo ese presentimiento.
—Sea lo que sea, nos lo contarán. Ahora sólo nos queda desear que todo salga bien —Dijo Diana.
—Tengo que ir a mi casa para terminar de organizar todo para la tarde. ¡Hasta luego! —Daniela se marchó a su casa, donde con disgusto se encontró con Diego y Daisy. Por suerte, habían prometido no hacer ninguna escena molesta o incómoda y se ofrecieron a ayudar.
Más tarde, en el hospital, los Molander esperaban por el doctor para darles el permiso de entrar a la habitación de Rose.
— ¿Cómo estará? —Detuvo Carlos al doctor apenas lo vio pasar.
—Aun no lo sabemos bien. Hay que hacerle los exámenes ahora. En unas horas les doy el diagnóstico.
— ¿Qué cree que podría ser?
—Hay muchas opciones que prefiero no decir hasta que no esté totalmente seguro —Leonardo volvió a arrepentirse de su pregunta, pero ahora fue después de oír la respuesta —Pueden hablar con ella.
— ¡Queridos! ¿Qué tal? —Rose saludó.
—Tengo miedo —Leo confesó.
— ¿De qué?
—De que te pase algo malo.
— ¿Qué podría pasarme?
— ¿Y si te quedas discapacitada, o en coma, o quizás m…? —Entró en pánico.
— ¡Leonardo! —Interrumpió. Si no lo hacía, la lista iría para largo— Tú como siempre pensando en lo peor.
—O puede que sea algo simple y sólo necesite reposo.
— ¡Exacto! Deberías pensar como Marc —Recomendó.
—Al fin te dicen eso a ti y no a él.
—Marc es una persona y yo soy otra.
—Lo que queremos decir es que estás muy joven como para estar así de preocupado. ¡No es normal en un chico de 16!
—No me imagino cómo serás de mayor —Opinó Marc.
—A ti no te gusta que se preocupen mucho por ti, ¿cierto? —Carlos quiso confirmar.
—Algo así.
—Entonces, no te preocupes tanto. A ella tampoco le gusta.
—Bueno… Está y estará bien —No muy convencido.
— ¡Así se habla! Y otra cosa. No vayan a faltar a lo de Dani por mí, no me importa. Cualquier cosa, los llamo.
—Es más, ¿eso no es ahora?
—En unos minutos más.
—Entonces vayan. Además, ella vive aquí cerquita.
—Creo que es hora de que se vayan yendo —El doctor avisó— Tenemos que hacer las pruebas ahora.
—Hasta el rato, queridos —Se despidió.
Marc y Leo se fueron caminando hasta la casa de Daniela, estaban a sólo una cuadra. Mientras tanto, ella esperaba por sus invitados conversando con sus primas y Diego.
— ¡Llegó la torta! —Exclamó Daisy.
— ¿De qué es? —Preguntó su novio.
—Adivinen —Daniela sostenía la caja de la torta.
— ¿Crema batida? —Paula empezó.
— ¿Chocolate? —Le siguió Diego.
— ¿Vainilla?
—Diego va MUY cerca.
— ¿Tiene chocolate y algo más?
—Por ahí vas.
—Chocolate con galletas, ¡tipo marquesa! —Se le ocurrió a Paula.
—Eso fue el año pasado.
— ¡Chocolate normal con chocolate blanco! —Casi gritó Daisy.
— ¡Ganadora!
— ¡Sí!
— ¡Eso debe ser delicioso!
— ¡Quiero probarla ya! —Tocaron el timbre.
— ¿Se pusieron de acuerdo? —Daniela se sorprendió al ver que todos, Diana, Cristian, Marc y Leonardo estaban del otro lado de la puerta.
—Casualidad que llegamos todos juntos.
— ¡Mejor!
—Oímos parte de lo de la torta.
—Dos chocolates, ¿verdad?
—Así es.
— ¡Esa torta será de lo mejor!
—Ni lo duden —Entraron— ¿Qué quieren hacer?
—Lo que sea.
— ¿Qué tal mímicas? —Ofreció Daniela.
— ¿Quién empieza?
—La cumpleañera primero —Marc propuso.
—Típica frase tuya. Ya voy, déjenme pensar.
—No tienes todo el día —Daisy le recordó.
—Si me hablas, me distraigo y tardaré más.
—Ok, no hablaré.
—Ok… Sé que es demasiado gafa pero no se me ocurre más —Daniela posicionó los brazos y los movió como si estuviera tocando una guitarra.
—Si quieres lo pones más fácil. Guitarra —Paula adivinó.
—Sabes que soy mala pensando pero no adivinando.
—Se te nota. Ahora voy yo —Daniela y Paula intercambiaron puestos. Paula tiró golpes al aire.
— ¿A quién le pegas? —Cristian dijo de inmediato. Paula hizo ejercicios de calentamiento.
— ¿Entrenamiento?
— ¿Gimnasio? —Fueron las ideas de Leo y Diego. Paula volvió a tirar golpes.
— ¡Pelea! —Marc intentó adivinar. Paula levantó un brazo.
— ¿Boxeo? —Paula regresó a pelear.
— ¿Alguien ha dicho algo parecido? —Paula señaló a Daisy.
— ¿Yo?... Boxeo, ring…
— ¡Rocky! —Leonardo interrumpió los pensamientos en voz alta de Daisy.
— ¡Eso!
—La diferencia se nota. Las de ella hacen dudar más y así es más divertido.
—Lo sé. Dale tú.
—Prepárense para algo raro —Cristian anunció. Leonardo se quedó parado sin hacer nada.
—Adelante, haz algo.
— ¡Muévete! —Marc le ordenó a su hermano. Éste se acostó en el sofá.
— ¿¡Más o menos!? ¿Te rindes o te cansaste? —Daisy dudó.
—Creo que es parte de su mímica.
—Esto me está enredando —Leo mostró los dientes.
— ¿Sonríes, te ríes de nosotros o es parte de tu mímica? —Cristian ya se confundió.
— ¿Mostrar los dientes qué quiere decir? —Leo se paró sobre manos y pies.
—Caminar a cuatro patas… ¡Es un animal! —Descubrió Daisy.
— ¿Gato?
— ¿Perro? —Marc y Paula fueron los primeros en dar opciones. Leonardo de la nada levantó rápido, hizo como si se pusiera un sombrero y se puso alerta.
— ¿¡Qué rayos!?
— ¿¡De estar tranquilo caminando de a cuatro patas pasa a estar alerta y de pie!? —Diego no entendió.
—Cristian, tenías razón. Esto es raro.
—No entiendo nada —Leo peleó.
—Ahora pelea.
— ¿Un animal que camina de las dos formas, se pone alerta y luego pelea? —Analizó la pelirroja.
— ¡Creo que la tengo pero no me acuerdo del nombre!
— ¡Alguien que lo diga antes que Paula! —Pidió Daisy.
— ¡Hey! —Leo volvió a ponerse sobre manos y pies.
—Es lo más raro que has hecho en mímicas.
—Y de nuevo normal, no haces nada.
—No hace nada, no hace nada… —Diego intentó acordarse.
— ¡UN ORN…!
— ¡Perry el ornitorrinco! —Diego interrumpió a Paula.
— ¡Al fin!
—Lo iba a decir —Paula le reclamó.
—No. Ibas a decir “ornitorrinco” y no valía —Diego le explicó.
—Esa serie es muy nueva. ¿Cuándo salió? ¡Máximo un mes! —Se quejó Cristian.
— ¿Y qué? La idea es decir una rara, ¿no?
—Ya veo porqué decías que haría algo raro —Daisy se dirigió al rubio.
Los chicos siguieron jugando mímicas por varias rondas. Luego, encendieron la música y bailaron. Improvisaron un poco y volvieron con los juegos. Ya después regresó la improvisación, bastante más tarde, cuando ya estaba oscureciendo. Unos pocos bailaban mientras los demás hablaban. El celular de Leonardo sonó, haciéndolo extrañarse. Fue al baño a contestar. Daniela se dio cuenta y lo vio, también extrañada.
— ¿Hola? —Atendió. No conocía el número.
— ¿Es usted Leonardo Molander? —Una voz de hombre lo confundió.
—Sí, soy yo.
—Le habla el doctor Webb. Tenemos los resultados de las pruebas de su madre.
— ¿Y qué tal salieron? —Algo de miedo comenzó a inundarlo.
—Va a ser algo difícil de aceptar…
—Doctor, por favor, ¿podría decirme todo directo? —Interrumpió, aunque una vez más se arrepintió de la pregunta justo después de dejarla salir. Simulaba tranquilidad, pero por dentro era todo nervios, todo miedo, todo preocupación.
—La señora Rose Ascenzo tiene cáncer de seis meses. Las pruebas indican que no le queda más de una hora.
—… ¿Q-…Qué? —Se quebró.
—Así como dije. No le queda más de una hora. Ella ya lo sabe y desea que vaya con su hermano a visitarla.
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Capítulo #13: "Una Vista Al Pasado" (Tercera parte).
Leo escuchó lo que no quería escuchar. Eso era todo. Pasaría lo que no quería que pasara, lo que temía. No sabía qué decir, así que simplemente colgó luego del silencio por la espera de alguna respuesta. Guardó el celular en su bolsillo, cerró los ojos en un intento de mantener las lágrimas adentro, lo cual no funcionó.
—No puede ser… ¡No, no, no, no!
Alguien tocó la puerta. Bien, ahora alguien más tendría que enterarse.
—Hey, ¿sigues ahí? —Sería Daniela. Ella notó que Leo llevaba mucho tiempo metido en el baño y que era hora de preguntarle si algo andaba mal.
—Pasa —Apenas dijo.
—Te noto algo… —Entró y cerró la puerta, viendo a Leonardo sentado en el suelo contra la pared, llorando— ¿¡Qué pasó!? —Ella se agachó.
— ¡Me voy a quedar sin madre! —Volvió a quebrarse.
— ¿¡Qué!? Pero… ¿¡Qué le pasa a Rose!?
—Está hospitalizada desde la mañana y… No le queda más que una hora.
— ¡No…! —Lo abrazó fuertemente— ¡Lo siento mucho! Deberías ir a verla.
—Eso haré ahora… Debo… avisarle a Marc.
—Voy a buscarlo —Daniela abrió la puerta y se asomó buscando a Marc— ¡Marc! Ven acá un momento, hay algo que decirte —Llamó. Marc se acercó, confundido.
— ¿Por qué tan seria?
—Lo que tengo que decir no es muy bueno —Marc pensó, se preocupó.
—No me digas que… —Daniela asintió— ¡No!
—Tenemos que ir ahora al hospital.
— ¿Está tan mal así?
—Así lo es. Vayan ya, no les haré perder más tiempo.
Se fueron prácticamente sin despedirse, nadie notó lo mal que estaba Leonardo. Marc estaba incrédulo, por eso aun no se le veía señal de tristeza, aunque sí una cara rara.
—Entre tanta gente, ¿por qué eligió al que me mandó a llamar? —El doctor quedó con algo de curiosidad.
—Leonardo es muy confiable y sabía que iba a contestarle. Sé que es el que peor reacciona, pero es que siempre lo han dejado al último en todo y eso lo pone peor.
— ¿No piensa llamar a más nadie?
—No. Sólo quiero estar con mis muchachos. He pasado el tiempo suficiente con el resto de mi familia, pero pasé muy poco con mis hijos y quiero que en estos últimos momentos estén conmigo. ¿Cuántas cosas no podré presenciar? No los veré graduarse, y es de las que más me duele, su graduación es en una semana. No los veré trabajando, ni con pareja, ni casarse, tener hijos… La verdad, me duele mucho eso.
—A ellos también, muchísimo.
—No me los imagino, ni mucho menos a Leo. El pobre no tendrá ganas de nada por un largo tiempo.
—Veo que menciona mucho a Leonardo.
—Él es el menor. Muy inteligente y carismático, pero cuando entristece, nadie lo acomoda, nada ni nadie. Marc es el mayor, no tan dramático. Son un poco contrarios, pero son de lo mejor que pude tener en la vida.
—Creo que ya llegaron —Vio atrás a los hermanos acercarse. Él salió y ellos entraron.
— ¡Mamá! —Ambos se acercaron.
— ¡Chicos! Lamento haberles arruinado la-
— ¡Eso no importa nada!
— ¡Lo que importa es que no volveremos a verte nunca! —Leo completó.
—No se pongan así. Lo menos que quiero es que lo último que vea sea a ustedes tristes —Leo no aguantó— Hey, Leo… ¡Hey!
— ¡Déjenme calmarme! No soy muy rápido en eso.
—Y… ¿No va a venir más nadie?
—Nadie más. Sólo quiero estar con ustedes ahora. Pensé que sería lo justo. He pasado más que suficiente con su padre, mi hermana y familia, pero a ustedes les deberé mucho tiempo que no podré recuperar.
— ¿Podrías dejar los discursos? ¡Me harás llorar! —Leonardo no quería seguir.
—No es la intención. Pero les digo, espero que tengan mucho éxito. ¿Qué harán ustedes al graduarse? ¿Qué trabajo ejercerán?
—No me decido aun…
—Voy a trabajar en la policía.
—Mantuviste tu idea. Irás en contra de Carlos.
—Sí, sí, lo sé. No debería ir en contra-
— ¿Qué dices? —Interrumpió.
— ¿Acaso no me dirás eso?
— ¡Por supuesto que no! ¡Así es como se hace! Uno debe hacer y ser lo que quiere, no lo que otros quieren. ¿Sabían que mi padre estaba totalmente en contra de que yo fuera periodista?
— ¿Y por qué?
—Él pensaba que no me iría muy bien, que no sería nadie importante. Ahora mírenme, no le hice caso y soy muy reconocida por mis artículos.
— ¿Qué quería él que trabajaras?
—Algo que tuviera que ver con medicina, pero yo no soportaría el cargo de que mucha gente dependa de mí, y mucho menos me perdonaría un error, así que no.
—Y es más que claro que a un doctor no le va a salir todo perfecto.
—Exacto. Así que te has decidido muy bien. Y lo que va contigo… ¿Cómo es que ya vas a graduarte y no te decides?
—Yo tampoco me entiendo eso.
—Veamos, ¿qué te gusta?
—De todo un poco, por eso no sé.
—Puedes tener varias ideas guiándote de las materias en las que te va mejor.
—Me decidiré después…
—Lo único que me importa es que te vaya bien y que te guste lo que vayas a hacer. Que no ocurra lo típico de hermano policía, hermano preso —Bromeó.
— ¡Vamos! ¿Cómo podría pasar eso?
—A menos que me dé una cosa en la cabeza toda rara, no creo que me pase.
—Será muy difícil eso. Cómo quisiera poderlos oír una vez más haciendo música. Anteayer los puse a tocar bastante porque tenía la sensación de que no los volvería a escuchar por mucho tiempo… Y es cierto.
—Si tan sólo lo permitieran… —Deseó Marc.
—Y también ver un dibujo. Me quedaré con las ganas de muchas cosas…
—No sigas —Leo no la dejó seguir— ¿Quieres verme llorar?
—Claro que no.
—Entonces, por favor no sigas.
—Sabía que dirías eso. Pero ¿saben qué? Me alegro de irme ahora y no hace unos años. Al menos sé ahora que soy madre de dos excelentes personas y eso no cambiará aunque quieran, y haber pertenecido a una familia que sin importar lo grave de la situación permanece junta y se apoya, fue de lo mejor. Sé que saldrán adelante —Sonrieron un poco— Marc, muchas gracias, porque en algún momento fuiste esa primera personita que me alegró y llenó los días de felicidad y amor y me hiciste saber lo que se siente cuidar de una pequeña parte de mí por primera vez, y ahora eres prácticamente todo un hombre —Marc sonrió un poco. Leo miraba lejos, desanimado.
—Oh, Leo… No te pongas así que no voy a olvidarme de ti. Tu parte es más larga. Ya dije que Marc me hizo saber qué se siente cuidar de una pequeña vida por primera vez, pero gracias a ti es que la familia es tan unida. Sé que no la pasaste muy bien cuando se fue fortaleciendo esa virtud, pero todos esos incidentes son los que nos han unido y enseñado a valorar la vida, porque en cualquier momento puede estar en peligro. Por la insistencia de Marc en una de esas experiencias fue que aprendí que aunque todo parezca estar perdido, si uno es insistente, puede conseguir lo que quiere. Pienso que ambos son grandes ejemplos de que uno no debe darse por vencido sin importar lo grave de la situación. Leo, sigues siendo el mismo muchacho a pesar de todo. Puedes parecer débil y cobarde, pero en realidad eres muy fuerte, aunque no lo creas. Te agradezco mucho porque contigo he aprendido de todo y de verdad me encanta tu forma de ser. Eres una de esas pocas personas que tiene todas esas virtudes, no cambies.
— ¿De verdad crees todo eso? —Tenía una sonrisa escondida.
—Termina de sonreír que es la verdad. Marc, no te sientas mal por lo corto de lo que te dije. Se me había olvidado decir lo de la insistencia, y también me gusta tu forma de ser. Ambos son increíblemente unidos y eso me encanta. No hay mucha rivalidad.
—Desde que creí que sería hijo único y al final no fue así, somos muy unidos.
—Lo que hace una picadura de serpiente.
—Y ser el primero en vivir para contarlo.
—Eso nos cambió a todos. En resumen, he pasado unos maravillosos diecisiete años desde que tenía veinticuatro años y era la feliz madre de un recién nacido, hasta ahora. La felicidad nunca se fue, ahora está al doble.
Las últimas conversaciones siguieron, mientras que en la casa de Daniela, ella seguía siendo la única que sabía lo que pasaba.
— ¿Por qué se fueron? —Preguntó Diana.
—No lo sé —Mintió— Creo que no regresarán. Lo sabremos mañana. Por el momento, no sabremos nada.
Y así le iba respondiendo a cada quien que preguntara sobre los hermanos.
—Adivina qué —Daisy y Diego estaban solos en otra parte de la casa.
—No sé, dime —Daisy se emocionó, Diego sonaba alegre.
—Mis padres irán a Nueva York y me iré con ellos.
— ¡Genial! —Pensó un poco hasta darse cuenta. Se sorprendió— ¡Trabajarás conmigo!
—Así es —La pareja sonrió en grande y se abrazó. Quizás habrían llegado a hacer algo más, pero Daniela lo impidió sin darse cuenta.
—Oigan todos, ¡es hora de picar la torta!
Todos se dirigieron al comedor, donde en el medio de la mesa estaba la torta. Cantaron, celebraron y comieron.
—Esta torta es lo máximo —Comentó Cristian.
—De lo mejor que he probado.
—Todos opinamos lo mismo.
Después de comer, era hora de volver a casa. Cristian y Diana se fueron primero, pero Diego se quedó un rato más. A las 8:46 decidió irse caminando, vivía en la cuadra opuesta. Mientras, Marc y Leonardo seguían en el hospital.
—Creo que… Creo que me estoy comenzando a sentir mal.
—Ay no —Leo trató aguantar.
—Ahora sí es definitivo. Mis últimos minutos se acercan —Le costó decirlo.
—Mamá…
—Paren. Sé que comenzarán con “te quiero/amo mucho”.
— ¿Cómo sabes? —Ambos se sincronizaron.
—Sólo quiero decir que no hace falta que lo digan. Ya me lo han demostrado al irse de donde Dani para estar conmigo. Lo último, yo también los adoro con toda mi alma —Marc y Leo estaban a punto de llorar— Sonrían, mi última vista no la deseo triste.
Todos sonrieron y se dieron un gran abrazo. A mitad del abrazo, la vida de Rose comenzó a desvanecerse. El sonido de la máquina indicaba que ya no quedaba nada que hacer. Ese pitito fastidioso y desalentador que nadie desea oír no se callaba.
—Hora de muerte, 8:47pm —Desde afuera, el doctor observaba la triste escena de dos adolescentes que recién perdieron a su madre.
Los hermanos no podían creerlo. Hace unos días, todo parecía tan normal y tan feliz y de repente todo acabó en la muerte de un ser más que querido, amado y adorado. No sabían si llamar a su padre, volver a casa o si quedarse. Lo único que lograron hacer fue llorar y darse un largo y sentido abrazo.
Llegadas las nueve, los mandaron a salir, así que vendría siendo la hora de avisarle a Carlos lo que pasó con su esposa. Se encontraron en la entrada del hospital, y allí otra escena más. Ahora esposo e hijos, viudo y huérfanos de madre eran los participantes del doloroso y triste momento.
El día siguiente, en la mañana, sería el velorio. Carlos y Marc despertaron un poco más tarde, pues claro, no irían ni al colegio ni al trabajo. Desayunaron y se prepararon, pero cuando estaban por salir, Marc notó que algo, o mejor dicho, alguien faltaba.
— ¿Y Leonardo?
— ¿No está aquí?
— ¿Acaso lo has visto?
—Pensé que quizás se despertó antes que nosotros y por eso no estaba cuando comimos y que se preparó antes y sin salir de su cuarto.
—Leo es una mujer vistiéndose. Se la pasa del cuarto al baño, del baño al cuarto. Es imposible que no lo haga. Si estuviera aquí, lo habríamos visto.
—Estas situaciones cambian a la gente. ¿Qué sabes si ahora se encierra en su cuarto para vestirse y se queda como cree que está bien y sale cuando ve que falta poco para irse?
—No lo creo. O está encerrado en alguna parte porque no quiere hacer nada, o se fue a alguna parte, porque ni lo he oído hoy.
—Se nos va a hacer tarde, vayamos sin él. En algún momento se tendrá que dar cuenta.
—No, no me iré a ninguna parte sin Leo. Si quieres, ve tú, yo lo busco donde sea que esté, y no me verás allá hasta encontrarlo, incluso si eso implica faltar.
—Ok, como tú quieras. Te veo luego —Carlos se fue. Marc comenzó la búsqueda. Primero fue a su cuarto, no estaba ahí, y estaba muy ordenado, lo cual significaba que al menos no tuvo algún ataque. Ahora entró a su propio cuarto sólo por curiosidad, tampoco estaba ahí. Revisó los baños, los otros dos cuartos, la cocina, el comedor, las dos salas de estar, la sala, el cuarto de los instrumentos musicales… ¿Por qué la casa tenía que ser tan grande? Era genial, excepto cuando tocaba limpiar o buscar a alguien. Incluso vio detrás y debajo de todos los muebles, en ninguna parte encontró a Leonardo. Recorrió la casa entera tres veces y nada, ni una pista. Recordó el patio de la piscina, de repente estaba nadando para desahogarse. Sería raro, pero Leo era capaz de cualquier cosa. Este lugar también lo revisó tres veces con los mismos resultados. Se estaba quedando sin ideas. Decidió llamarlo, su celular estaba apagado. Fue al garaje, revisó dentro de los autos, y nada.
— ¡Leonardo, ¿dónde estás?! —Gritó sin respuesta. Sujetó su cabeza. Le dio una vuelta más a la casa, llamándolo. No obtuvo contestación. Caminó a la entrada de la casa y salió, quizás estaba en el jardín regando las plantas o bajo una de ellas. También lo revisó múltiples veces sin nada nuevo, sólo descartó otro lugar más. Ya parecía obvio, Leonardo no estaba en casa. Antes de rendirse, Marc fue una vez más al cuarto de su hermano y lo registró con mucho detalle. No hallaba nada raro, todo estaba como siempre ahí. Abrió el clóset, ese mueble lleno de ropa. Vio las prendas guardadas, se detuvo al ver tres ganchos vacíos. Uno en la zona de las camisas, uno con los pantalones y otro en donde iban las chaquetas, chalecos o cualquier capa superior. Cerró la parte del clóset apartada para la ropa en ganchos y abrió la de los zapatos. Faltaba un par. Ahí fue cuando se dio cuenta de que Leonardo se había cambiado de ropa para salir, pero ¿a dónde?
Siguió buscando más en su cuarto para ver qué más faltaba. Abrió la otra parte del clóset, la de libros y útiles escolares. Su boca ahora era una O, ni su bolso, ni su cartuchera, ni algunos de sus cuadernos estaban ahí, justo los de las materias de los viernes. ¡Había ido al colegio! Suerte que el colegio sólo les quedaba a tres cuadras, pensó. Manejó hasta el plantel y fue directamente hasta su salón. Extrañamente, nadie lo detuvo por llegar tarde o para preguntarle qué hacía vestido tan serio y sin llevar nada o para pedirle la justificación de su retardo de más de una hora y cómo era que su hermano sí había llegado y temprano. Todos estaban metidos en sus clases, nadie le paró a Marc.
Al llegar a su clase, no entró, primero vio por la ventanilla de la puerta para comprobar si su hermano estaba presente. Algunos de sus compañeros lo vieron y le hicieron señas, extrañados, Marc les hizo caso omiso, seguía buscando a Leo. Daniela lo vio, le llamó la atención y le señaló a Leo tras ella. Marc finalmente lo encontró. Ahora tendría que sacarlo de ahí. Abrió la puerta del salón.
—Permiso… —Los pocos que aun no lo habían visto voltearon a verlo con la típica mirada de cuando alguien llega extremadamente tarde a la clase. Leonardo fue de los pocos sin esa reacción. Apenas vio que era él, lo ignoró y siguió en lo suyo, extrañándolo.
—Marc, ¿por qué llegas a esta hora? —La profesora le preguntó— Estas no son horas para entrar a la clase.
—Porque no voy a entrar a la clase —Varios lo miraron raro— Vengo a buscar a Leonardo —Lo último salió con un tono de voz mucho más bajo para tornar la situación un poco más seria y privada con la profesora.
— ¿A buscar a Leonardo? ¿Qué pasó?
—Asunto familiar. ¿Puedo?
—Claro. ¡Leonardo! Tu hermano te busca —Todos voltearon hacia Leonardo.
— ¿Para qué?
—Sólo ve —Leo se levantó de su asiento, extrañado. Todos lo siguieron con la vista, igual de extrañados, hasta que salió del salón y se encontró con Marc.
— ¿Qué estás haciendo?
— ¿Qué estás haciendo tú aquí?
—Ver clases, aunque ya no nos queda nada por ver. Es por mantener la asistencia más que por otra cosa. ¿Tú por qué no estás en la clase?
—Porque hoy no íbamos a venir.
— ¿Y eso por qué?
— ¿Ya se te olvidó?
—No he olvidado nada. ¿Tú por qué andas así, tan de negro?
— ¿De verdad lo olvidaste?
— ¿Olvidar qué?
—Tenemos un velorio.
— ¿Qué? ¡Nadie ha muerto!
—Mamá murió ayer.
—… ¿Qué? ¡No! —Negó.
—Sí, en la noche.
— ¡No!
—Claro que sí, estábamos ahí.
— ¡Claro que no! ¡Ayer estábamos en casa de Daniela por su cumpleaños!
— ¿Recuerdas haber comido torta?
—No comimos torta, ni la cantamos…
—Porque nos fuimos antes porque el doctor te llamó diciéndote que a mamá sólo le quedaba una hora-
— ¡Deja de decir eso, no es divertido! —Le dio una cachetada.
— ¡Hey! No bromeo, no lo haría con eso, nunca.
— ¿Y te atreves a seguir? —Repitió lo anterior del otro lado.
— ¿¡Qué te pasa!?
— ¿¡Qué te pasa a ti!? ¡Nadie ha muerto!
— ¡Mamá murió ayer!
— ¡Detente! —Cambió su palma por su puño.
—Así que a esto quieres llegar, ¿eh? —Respondió igual.
— ¡Tú eres el que llevó las cosas a esto! —Cada vez iba más fuerte.
— ¡Pero te estoy diciendo la verdad! —Ahora, por cada oración dicha, cada uno le daba un golpe al otro.
— ¡No, estás mintiendo y con algo horrible!
— ¡Jamás mentiría con eso!
— ¿¡Y cómo le llamas a lo que estás haciendo ahora!?
—Entiéndelo. Ayer fuimos al hospital durante la fiesta de Daniela porque mamá nos pidió acompañarla en sus últimos minutos y… —No logró terminar por otro puñetazo de parte de Leonardo en su cara.
— ¡¡Cállate!! —Una pelea a golpes empezó terminada la palabra, no dijeron nada por varios segundos.
— ¡Entiende!
— ¡No tengo que entender nada!
— ¡No entiendes que mamá murió ayer y que debemos irnos ya porque el velorio es en media hora!
— ¡Porque eso no pasó y no debemos ir a ninguna parte!
— ¡Claro que sí!
— ¡Deja de mentir! —Lo empujó.
— ¡Entiéndelo! —Lo empujó mucho más fuerte, hasta llegó a estrellarse contra la pared y quedar con las manos a la altura de su cabeza. Marc lo agarra del cuello de la camisa, aun dejándolo contra la pared en la misma posición— Incluso tú estás algo “tan de negro”, de seguro es que lo recuerdas e inconscientemente te vestiste así porque sabías que… —Marc se calló de repente. Leo de un segundo al otro pasó de estar enojado con el ceño fruncido y el puño apretado listo para atacar una vez más a tener la vista perdida, las palmas a la vista y los ojos con lágrimas desbordándose de ellos. Marc reaccionó soltándolo y dándole su espacio, ablandándose.
—Ya sé todo eso. ¿Por qué me lo tienes que recordar?
—Lo siento, lo siento, ¡lo siento! —Se arrepintió— No quise lastimarte.
—Ya estoy lastimado, creo que es imposible lastimarme más.
—No quise golpearte…
—Eso es lo de menos, no me importa eso, se me quitará, los golpes desaparecerán… pero mamá no volverá.
—Leo… —Lo vio con tristeza, se sintió culpable.
—No, no, está bien, no tienes que hacer nada.
— ¿Por qué estabas negándote y viniste aquí, entonces?
—Porque fue mi intento de no afectarme tanto. Fingir que nada pasó por al menos dos horas y hacer lo que suelo hacer para no notar tanto el impacto. Pensaba irme después de esta clase con ustedes, ya inventaría una excusa para irme.
— ¿Así que aun más nadie sabe?
—Exacto… Les diría después —Marc se sintió mucho más culpable, a punto de llorar también. Lo abrazó.
—Ahora que te acabo de arruinar el plan, ¿qué piensas hacer?
—Lo mismo. Me quedaré hasta el final de la clase. Nos darán las definitivas de todas las materias y del año y todo. No quiero irme sin saber cómo quedé. Sólo que como ahora estás tú así y yo llorando, tendré que explicar antes de lo planeado, y creo que deberías entrar.
—Ok, entremos.
—No con esta pinta… ¿Cómo fue que nadie nos vio? Peleamos y todo y no hay ni un pájaro cerca.
—Mejor, no quiero ensuciar mi historial en el último día de clases.
—Habría sido tan triste… —Sonrieron un poco, casi les dio risa. No duró por mucho, pronto volvieron a la tristeza. Cuando consideraron que ya estaban bien como para entrar al salón, la clase acabó y todos salieron de inmediato hacia la coordinación, sin notarlos afuera. La profesora se acercó a los hermanos y les dio su pésame, toda la clase había escuchado la discusión. Leo entró al salón a buscar sus cosas, se encontró con Cristian, Diana y Daniela, esta última sostenía su bolso con las cosas ya guardadas. Se lo pasó y se lo puso. Allí mismo, los Molander explicaron lo sucedido.
—Daniela fue la única que se enteró ayer, pero le pedimos que no se lo dijera a nadie hasta hoy.
—Este día es de tristeza. ¿Se acuerdan del muchacho que estaba ayer en mi casa? —Daniela preguntó.
— ¿El popular del otro colegio? —Cristian supuso que era él.
—Sí, él. Bueno, lo encontraron muerto camino a su casa.
— ¿¡Qué!?
—Simplemente lo mataron. Mi prima era su novia. Va a estar inconsolable toda la tarde.
— ¿Ella lo sabe?
—Ella fue la que encontró el cuerpo.
—Debe estar traumatizada —Sonó el timbre— Ese timbre tiene un significado distinto. Es nuestro último timbre, significa que las notas ya están publicadas y la tabla de posiciones también —Explicó Cristian— No entraremos a una clase; recogeremos nuestros datos y nos iremos. La próxima semana será toda planificación y sí veremos una clase, la última, una especial, ahí tendremos otro último timbre con doble significado: El fin de la última clase y el momento de hacer nuestro último recorrido por el colegio… Hagamos el primer paso.
El grupo se dirigió a la coordinación, excepto Leonardo, quien decidió ver la cartelera con la tabla de posiciones.
— ¡NO-PUEDE-SER! —Se quedó mirando la cartelera con la boca y los ojos bien abiertos. Su grupo se extrañó y fue a él.
— ¿Qué pasa? —Marc interrogó.
— ¡Quedé de primero! —No supo si alegrarse o entristecerse.
— ¿¡En serio!?
— ¡Mira!
— ¡Sí es verdad! —Diana revisó.
—Primer puesto Molander, segundo puesto Montesco… ¡Quedé segunda!
—Tercero O’Malley… Diana, los pegaste.
—Ustedes dos y Pauline siempre fueron los tres primeros.
—No pensé que quedaría de primero. Nunca había quedado y justo ahora sí, qué genial —Las últimas dos palabras tuvieron doble sentido. Genial por haber quedado de primero y celebrarlo, y genial en modo de sarcasmo, porque justo tuvo que enterarse ese día, el día siguiente a la muerte de su madre, lo que implicaba que ella nunca se enteraría y nunca se sentiría orgullosa de ello.
— ¡Quedé de cuarto! Siempre lo mismo —Vio Cristian.
— ¿Dónde está el otro Molander aquí? —Marc no se encontraba.
—Aquí, ¿no lo ves? —Leo lo señaló.
— ¡Hablo de la lista! 17, 18, 19, 20, 21, 22… ¿Tan abajo?
— ¿Te conseguiste?
—No, pero debo estar de 17 para abajo. Nunca he quedado más arriba de 14.
— ¿En cuál estuviste la última vez?
—De 17, por eso digo.
— ¡Has subido increíblemente! —Exclamó Diana.
— ¿Cómo?
— ¡Nuevo récord para ti! ¡He encontrado al otro Molander y ese otro Molander está de 10!
— ¿Qué? ¿Estás bromeando?
—Si no me crees, mira.
— ¡Subí siete puestos! —Se encontró, sorprendido— Quedé entre los diez primeros, de diez, ¡pero quedé!
—Soy la más atrás. 11 —Diana se quejó.
—El puesto once de entre las dos secciones no está mal. Está buenísimo.
—Yo digo la más atrás de nosotros. Busquemos las notas a ver qué tal.
Fueron a buscar sus calificaciones y se despidieron. Tanto Marc como Leo sentían dobles emociones por ellas. Podían alegrarse por la mejora y a la vez no porque Rose nunca se enteraría, nunca verían su expresión al leer sus notas, nunca recibirían su felicitación y nunca la alegrarán con su esfuerzo. Al menos, aun contaban con su padre para el mismo fin, pero no era lo mismo.
Su padre se enteró, su expresión al leer sus notas fue gratificante, recibieron su felicitación y se alegró por su esfuerzo. Claro, otra alegría que no duró mucho por lo mismo. Esto parecía estar por hacerse costumbre.
Dos días después, el domingo, Leo se reunió junto a Daniela para preparar sus discursos.
— ¿Y qué has hecho?
—Lo típico después de que alguien muere.
—Claro…
—Ahora hay que hacer el discurso.
—Para eso te invité. Ah, te dejé torta del jueves. ¿Quieres que te dé un poco ahora?
—Sí, gracias —Daniela buscó su pedazo de torta y se lo dio.
—También le guardé un trozo a Marc y otro a Carlos, me tienes que recordar de dártelos cuando vayas a irte.
—Claro. Los reclamaré como si fuesen míos.
—Eso espero —Rió un poco, luego quedó pensativa, como reflexionando— Tengo que decirte algo…
—Igual yo. Empieza tú.
—Ok… He querido decirte esto desde hace tiempo, pero no me atrevía porque no quería dañar nuestra amistad…
—Continúa —Leo sospechaba lo que diría.
—Has oído sobre los rumores, ¿no?
—Bastante.
—Bueno… quiero decirte que son verdad.
—Eso era lo que iba a decir yo.
— ¿En serio?
—En serio. Entonces… —Ya estaba dispuesto a preguntarle.
—Pero hay algo que no te gustará —Interrumpió— Creo que sé qué dirás y me encantaría, pero… Después de la graduación me iré a Nueva York —Le costó contar. Sabía que Leo estaba peor que nunca y no quería empeorar las cosas, pero debía decirlo.
— ¿Por qué? —Se desanimó.
—Estudiaré y trabajaré allá. Quería decirte eso antes de irme.
—Oh, vaya… Me sorprendiste con esa. Espero que te vaya muy bien como doctora.
— ¿Estás… molesto? —Daniela notó a su amigo un poco seco.
—Para nada… ¿Crees que podrías comprarme algo allá y dármelo en alguna visita de regreso? —Bromeó para aligerar el ambiente.
—Claro que lo haré. Si por mí fuera, me quedaría aquí, pero ya tienen mi puesto apartado.
—No tienes porqué explicarte tanto. No estoy molesto, te entiendo. ¿Para qué tener una relación si vas a estar tan lejos y vendrás de visita sólo algunas veces?
—De verdad que pensé que te molestarías.
— ¿Por qué? Entiendo la situación.
—Bueno, sigamos… ¿Cómo se siente ser el último primero?
— ¿Último primero? —Casi rió— Estuvo buena. Me encanta eso, aunque me habría gustado ver la cara y la reacción de mi mamá por eso. Ella siempre quiso que quedara de primero.
—De seguro estaría feliz y orgullosa. ¿Sabes? Creí que pasarías más tiempo sin ganas de hacer algo.
—En realidad, no tengo muchas ganas. Estoy bastante mal, pero… intento no estarlo. He aprendido que no debo estar así por mucho tiempo, igual, nada cambiará con eso —Vio arriba y suspiró. Daniela rodeó sus hombros con su brazo y lo abrazó de lado. Leo le correspondió el abrazo y así quedaron, aferrados el uno al otro por al menos un minuto sin cambiar de posición.
Fin del Capítulo #13.[
Leo escuchó lo que no quería escuchar. Eso era todo. Pasaría lo que no quería que pasara, lo que temía. No sabía qué decir, así que simplemente colgó luego del silencio por la espera de alguna respuesta. Guardó el celular en su bolsillo, cerró los ojos en un intento de mantener las lágrimas adentro, lo cual no funcionó.
—No puede ser… ¡No, no, no, no!
Alguien tocó la puerta. Bien, ahora alguien más tendría que enterarse.
—Hey, ¿sigues ahí? —Sería Daniela. Ella notó que Leo llevaba mucho tiempo metido en el baño y que era hora de preguntarle si algo andaba mal.
—Pasa —Apenas dijo.
—Te noto algo… —Entró y cerró la puerta, viendo a Leonardo sentado en el suelo contra la pared, llorando— ¿¡Qué pasó!? —Ella se agachó.
— ¡Me voy a quedar sin madre! —Volvió a quebrarse.
— ¿¡Qué!? Pero… ¿¡Qué le pasa a Rose!?
—Está hospitalizada desde la mañana y… No le queda más que una hora.
— ¡No…! —Lo abrazó fuertemente— ¡Lo siento mucho! Deberías ir a verla.
—Eso haré ahora… Debo… avisarle a Marc.
—Voy a buscarlo —Daniela abrió la puerta y se asomó buscando a Marc— ¡Marc! Ven acá un momento, hay algo que decirte —Llamó. Marc se acercó, confundido.
— ¿Por qué tan seria?
—Lo que tengo que decir no es muy bueno —Marc pensó, se preocupó.
—No me digas que… —Daniela asintió— ¡No!
—Tenemos que ir ahora al hospital.
— ¿Está tan mal así?
—Así lo es. Vayan ya, no les haré perder más tiempo.
Se fueron prácticamente sin despedirse, nadie notó lo mal que estaba Leonardo. Marc estaba incrédulo, por eso aun no se le veía señal de tristeza, aunque sí una cara rara.
—Entre tanta gente, ¿por qué eligió al que me mandó a llamar? —El doctor quedó con algo de curiosidad.
—Leonardo es muy confiable y sabía que iba a contestarle. Sé que es el que peor reacciona, pero es que siempre lo han dejado al último en todo y eso lo pone peor.
— ¿No piensa llamar a más nadie?
—No. Sólo quiero estar con mis muchachos. He pasado el tiempo suficiente con el resto de mi familia, pero pasé muy poco con mis hijos y quiero que en estos últimos momentos estén conmigo. ¿Cuántas cosas no podré presenciar? No los veré graduarse, y es de las que más me duele, su graduación es en una semana. No los veré trabajando, ni con pareja, ni casarse, tener hijos… La verdad, me duele mucho eso.
—A ellos también, muchísimo.
—No me los imagino, ni mucho menos a Leo. El pobre no tendrá ganas de nada por un largo tiempo.
—Veo que menciona mucho a Leonardo.
—Él es el menor. Muy inteligente y carismático, pero cuando entristece, nadie lo acomoda, nada ni nadie. Marc es el mayor, no tan dramático. Son un poco contrarios, pero son de lo mejor que pude tener en la vida.
—Creo que ya llegaron —Vio atrás a los hermanos acercarse. Él salió y ellos entraron.
— ¡Mamá! —Ambos se acercaron.
— ¡Chicos! Lamento haberles arruinado la-
— ¡Eso no importa nada!
— ¡Lo que importa es que no volveremos a verte nunca! —Leo completó.
—No se pongan así. Lo menos que quiero es que lo último que vea sea a ustedes tristes —Leo no aguantó— Hey, Leo… ¡Hey!
— ¡Déjenme calmarme! No soy muy rápido en eso.
—Y… ¿No va a venir más nadie?
—Nadie más. Sólo quiero estar con ustedes ahora. Pensé que sería lo justo. He pasado más que suficiente con su padre, mi hermana y familia, pero a ustedes les deberé mucho tiempo que no podré recuperar.
— ¿Podrías dejar los discursos? ¡Me harás llorar! —Leonardo no quería seguir.
—No es la intención. Pero les digo, espero que tengan mucho éxito. ¿Qué harán ustedes al graduarse? ¿Qué trabajo ejercerán?
—No me decido aun…
—Voy a trabajar en la policía.
—Mantuviste tu idea. Irás en contra de Carlos.
—Sí, sí, lo sé. No debería ir en contra-
— ¿Qué dices? —Interrumpió.
— ¿Acaso no me dirás eso?
— ¡Por supuesto que no! ¡Así es como se hace! Uno debe hacer y ser lo que quiere, no lo que otros quieren. ¿Sabían que mi padre estaba totalmente en contra de que yo fuera periodista?
— ¿Y por qué?
—Él pensaba que no me iría muy bien, que no sería nadie importante. Ahora mírenme, no le hice caso y soy muy reconocida por mis artículos.
— ¿Qué quería él que trabajaras?
—Algo que tuviera que ver con medicina, pero yo no soportaría el cargo de que mucha gente dependa de mí, y mucho menos me perdonaría un error, así que no.
—Y es más que claro que a un doctor no le va a salir todo perfecto.
—Exacto. Así que te has decidido muy bien. Y lo que va contigo… ¿Cómo es que ya vas a graduarte y no te decides?
—Yo tampoco me entiendo eso.
—Veamos, ¿qué te gusta?
—De todo un poco, por eso no sé.
—Puedes tener varias ideas guiándote de las materias en las que te va mejor.
—Me decidiré después…
—Lo único que me importa es que te vaya bien y que te guste lo que vayas a hacer. Que no ocurra lo típico de hermano policía, hermano preso —Bromeó.
— ¡Vamos! ¿Cómo podría pasar eso?
—A menos que me dé una cosa en la cabeza toda rara, no creo que me pase.
—Será muy difícil eso. Cómo quisiera poderlos oír una vez más haciendo música. Anteayer los puse a tocar bastante porque tenía la sensación de que no los volvería a escuchar por mucho tiempo… Y es cierto.
—Si tan sólo lo permitieran… —Deseó Marc.
—Y también ver un dibujo. Me quedaré con las ganas de muchas cosas…
—No sigas —Leo no la dejó seguir— ¿Quieres verme llorar?
—Claro que no.
—Entonces, por favor no sigas.
—Sabía que dirías eso. Pero ¿saben qué? Me alegro de irme ahora y no hace unos años. Al menos sé ahora que soy madre de dos excelentes personas y eso no cambiará aunque quieran, y haber pertenecido a una familia que sin importar lo grave de la situación permanece junta y se apoya, fue de lo mejor. Sé que saldrán adelante —Sonrieron un poco— Marc, muchas gracias, porque en algún momento fuiste esa primera personita que me alegró y llenó los días de felicidad y amor y me hiciste saber lo que se siente cuidar de una pequeña parte de mí por primera vez, y ahora eres prácticamente todo un hombre —Marc sonrió un poco. Leo miraba lejos, desanimado.
—Oh, Leo… No te pongas así que no voy a olvidarme de ti. Tu parte es más larga. Ya dije que Marc me hizo saber qué se siente cuidar de una pequeña vida por primera vez, pero gracias a ti es que la familia es tan unida. Sé que no la pasaste muy bien cuando se fue fortaleciendo esa virtud, pero todos esos incidentes son los que nos han unido y enseñado a valorar la vida, porque en cualquier momento puede estar en peligro. Por la insistencia de Marc en una de esas experiencias fue que aprendí que aunque todo parezca estar perdido, si uno es insistente, puede conseguir lo que quiere. Pienso que ambos son grandes ejemplos de que uno no debe darse por vencido sin importar lo grave de la situación. Leo, sigues siendo el mismo muchacho a pesar de todo. Puedes parecer débil y cobarde, pero en realidad eres muy fuerte, aunque no lo creas. Te agradezco mucho porque contigo he aprendido de todo y de verdad me encanta tu forma de ser. Eres una de esas pocas personas que tiene todas esas virtudes, no cambies.
— ¿De verdad crees todo eso? —Tenía una sonrisa escondida.
—Termina de sonreír que es la verdad. Marc, no te sientas mal por lo corto de lo que te dije. Se me había olvidado decir lo de la insistencia, y también me gusta tu forma de ser. Ambos son increíblemente unidos y eso me encanta. No hay mucha rivalidad.
—Desde que creí que sería hijo único y al final no fue así, somos muy unidos.
—Lo que hace una picadura de serpiente.
—Y ser el primero en vivir para contarlo.
—Eso nos cambió a todos. En resumen, he pasado unos maravillosos diecisiete años desde que tenía veinticuatro años y era la feliz madre de un recién nacido, hasta ahora. La felicidad nunca se fue, ahora está al doble.
Las últimas conversaciones siguieron, mientras que en la casa de Daniela, ella seguía siendo la única que sabía lo que pasaba.
— ¿Por qué se fueron? —Preguntó Diana.
—No lo sé —Mintió— Creo que no regresarán. Lo sabremos mañana. Por el momento, no sabremos nada.
Y así le iba respondiendo a cada quien que preguntara sobre los hermanos.
—Adivina qué —Daisy y Diego estaban solos en otra parte de la casa.
—No sé, dime —Daisy se emocionó, Diego sonaba alegre.
—Mis padres irán a Nueva York y me iré con ellos.
— ¡Genial! —Pensó un poco hasta darse cuenta. Se sorprendió— ¡Trabajarás conmigo!
—Así es —La pareja sonrió en grande y se abrazó. Quizás habrían llegado a hacer algo más, pero Daniela lo impidió sin darse cuenta.
—Oigan todos, ¡es hora de picar la torta!
Todos se dirigieron al comedor, donde en el medio de la mesa estaba la torta. Cantaron, celebraron y comieron.
—Esta torta es lo máximo —Comentó Cristian.
—De lo mejor que he probado.
—Todos opinamos lo mismo.
Después de comer, era hora de volver a casa. Cristian y Diana se fueron primero, pero Diego se quedó un rato más. A las 8:46 decidió irse caminando, vivía en la cuadra opuesta. Mientras, Marc y Leonardo seguían en el hospital.
—Creo que… Creo que me estoy comenzando a sentir mal.
—Ay no —Leo trató aguantar.
—Ahora sí es definitivo. Mis últimos minutos se acercan —Le costó decirlo.
—Mamá…
—Paren. Sé que comenzarán con “te quiero/amo mucho”.
— ¿Cómo sabes? —Ambos se sincronizaron.
—Sólo quiero decir que no hace falta que lo digan. Ya me lo han demostrado al irse de donde Dani para estar conmigo. Lo último, yo también los adoro con toda mi alma —Marc y Leo estaban a punto de llorar— Sonrían, mi última vista no la deseo triste.
Todos sonrieron y se dieron un gran abrazo. A mitad del abrazo, la vida de Rose comenzó a desvanecerse. El sonido de la máquina indicaba que ya no quedaba nada que hacer. Ese pitito fastidioso y desalentador que nadie desea oír no se callaba.
—Hora de muerte, 8:47pm —Desde afuera, el doctor observaba la triste escena de dos adolescentes que recién perdieron a su madre.
Los hermanos no podían creerlo. Hace unos días, todo parecía tan normal y tan feliz y de repente todo acabó en la muerte de un ser más que querido, amado y adorado. No sabían si llamar a su padre, volver a casa o si quedarse. Lo único que lograron hacer fue llorar y darse un largo y sentido abrazo.
Llegadas las nueve, los mandaron a salir, así que vendría siendo la hora de avisarle a Carlos lo que pasó con su esposa. Se encontraron en la entrada del hospital, y allí otra escena más. Ahora esposo e hijos, viudo y huérfanos de madre eran los participantes del doloroso y triste momento.
El día siguiente, en la mañana, sería el velorio. Carlos y Marc despertaron un poco más tarde, pues claro, no irían ni al colegio ni al trabajo. Desayunaron y se prepararon, pero cuando estaban por salir, Marc notó que algo, o mejor dicho, alguien faltaba.
— ¿Y Leonardo?
— ¿No está aquí?
— ¿Acaso lo has visto?
—Pensé que quizás se despertó antes que nosotros y por eso no estaba cuando comimos y que se preparó antes y sin salir de su cuarto.
—Leo es una mujer vistiéndose. Se la pasa del cuarto al baño, del baño al cuarto. Es imposible que no lo haga. Si estuviera aquí, lo habríamos visto.
—Estas situaciones cambian a la gente. ¿Qué sabes si ahora se encierra en su cuarto para vestirse y se queda como cree que está bien y sale cuando ve que falta poco para irse?
—No lo creo. O está encerrado en alguna parte porque no quiere hacer nada, o se fue a alguna parte, porque ni lo he oído hoy.
—Se nos va a hacer tarde, vayamos sin él. En algún momento se tendrá que dar cuenta.
—No, no me iré a ninguna parte sin Leo. Si quieres, ve tú, yo lo busco donde sea que esté, y no me verás allá hasta encontrarlo, incluso si eso implica faltar.
—Ok, como tú quieras. Te veo luego —Carlos se fue. Marc comenzó la búsqueda. Primero fue a su cuarto, no estaba ahí, y estaba muy ordenado, lo cual significaba que al menos no tuvo algún ataque. Ahora entró a su propio cuarto sólo por curiosidad, tampoco estaba ahí. Revisó los baños, los otros dos cuartos, la cocina, el comedor, las dos salas de estar, la sala, el cuarto de los instrumentos musicales… ¿Por qué la casa tenía que ser tan grande? Era genial, excepto cuando tocaba limpiar o buscar a alguien. Incluso vio detrás y debajo de todos los muebles, en ninguna parte encontró a Leonardo. Recorrió la casa entera tres veces y nada, ni una pista. Recordó el patio de la piscina, de repente estaba nadando para desahogarse. Sería raro, pero Leo era capaz de cualquier cosa. Este lugar también lo revisó tres veces con los mismos resultados. Se estaba quedando sin ideas. Decidió llamarlo, su celular estaba apagado. Fue al garaje, revisó dentro de los autos, y nada.
— ¡Leonardo, ¿dónde estás?! —Gritó sin respuesta. Sujetó su cabeza. Le dio una vuelta más a la casa, llamándolo. No obtuvo contestación. Caminó a la entrada de la casa y salió, quizás estaba en el jardín regando las plantas o bajo una de ellas. También lo revisó múltiples veces sin nada nuevo, sólo descartó otro lugar más. Ya parecía obvio, Leonardo no estaba en casa. Antes de rendirse, Marc fue una vez más al cuarto de su hermano y lo registró con mucho detalle. No hallaba nada raro, todo estaba como siempre ahí. Abrió el clóset, ese mueble lleno de ropa. Vio las prendas guardadas, se detuvo al ver tres ganchos vacíos. Uno en la zona de las camisas, uno con los pantalones y otro en donde iban las chaquetas, chalecos o cualquier capa superior. Cerró la parte del clóset apartada para la ropa en ganchos y abrió la de los zapatos. Faltaba un par. Ahí fue cuando se dio cuenta de que Leonardo se había cambiado de ropa para salir, pero ¿a dónde?
Siguió buscando más en su cuarto para ver qué más faltaba. Abrió la otra parte del clóset, la de libros y útiles escolares. Su boca ahora era una O, ni su bolso, ni su cartuchera, ni algunos de sus cuadernos estaban ahí, justo los de las materias de los viernes. ¡Había ido al colegio! Suerte que el colegio sólo les quedaba a tres cuadras, pensó. Manejó hasta el plantel y fue directamente hasta su salón. Extrañamente, nadie lo detuvo por llegar tarde o para preguntarle qué hacía vestido tan serio y sin llevar nada o para pedirle la justificación de su retardo de más de una hora y cómo era que su hermano sí había llegado y temprano. Todos estaban metidos en sus clases, nadie le paró a Marc.
Al llegar a su clase, no entró, primero vio por la ventanilla de la puerta para comprobar si su hermano estaba presente. Algunos de sus compañeros lo vieron y le hicieron señas, extrañados, Marc les hizo caso omiso, seguía buscando a Leo. Daniela lo vio, le llamó la atención y le señaló a Leo tras ella. Marc finalmente lo encontró. Ahora tendría que sacarlo de ahí. Abrió la puerta del salón.
—Permiso… —Los pocos que aun no lo habían visto voltearon a verlo con la típica mirada de cuando alguien llega extremadamente tarde a la clase. Leonardo fue de los pocos sin esa reacción. Apenas vio que era él, lo ignoró y siguió en lo suyo, extrañándolo.
—Marc, ¿por qué llegas a esta hora? —La profesora le preguntó— Estas no son horas para entrar a la clase.
—Porque no voy a entrar a la clase —Varios lo miraron raro— Vengo a buscar a Leonardo —Lo último salió con un tono de voz mucho más bajo para tornar la situación un poco más seria y privada con la profesora.
— ¿A buscar a Leonardo? ¿Qué pasó?
—Asunto familiar. ¿Puedo?
—Claro. ¡Leonardo! Tu hermano te busca —Todos voltearon hacia Leonardo.
— ¿Para qué?
—Sólo ve —Leo se levantó de su asiento, extrañado. Todos lo siguieron con la vista, igual de extrañados, hasta que salió del salón y se encontró con Marc.
— ¿Qué estás haciendo?
— ¿Qué estás haciendo tú aquí?
—Ver clases, aunque ya no nos queda nada por ver. Es por mantener la asistencia más que por otra cosa. ¿Tú por qué no estás en la clase?
—Porque hoy no íbamos a venir.
— ¿Y eso por qué?
— ¿Ya se te olvidó?
—No he olvidado nada. ¿Tú por qué andas así, tan de negro?
— ¿De verdad lo olvidaste?
— ¿Olvidar qué?
—Tenemos un velorio.
— ¿Qué? ¡Nadie ha muerto!
—Mamá murió ayer.
—… ¿Qué? ¡No! —Negó.
—Sí, en la noche.
— ¡No!
—Claro que sí, estábamos ahí.
— ¡Claro que no! ¡Ayer estábamos en casa de Daniela por su cumpleaños!
— ¿Recuerdas haber comido torta?
—No comimos torta, ni la cantamos…
—Porque nos fuimos antes porque el doctor te llamó diciéndote que a mamá sólo le quedaba una hora-
— ¡Deja de decir eso, no es divertido! —Le dio una cachetada.
— ¡Hey! No bromeo, no lo haría con eso, nunca.
— ¿Y te atreves a seguir? —Repitió lo anterior del otro lado.
— ¿¡Qué te pasa!?
— ¿¡Qué te pasa a ti!? ¡Nadie ha muerto!
— ¡Mamá murió ayer!
— ¡Detente! —Cambió su palma por su puño.
—Así que a esto quieres llegar, ¿eh? —Respondió igual.
— ¡Tú eres el que llevó las cosas a esto! —Cada vez iba más fuerte.
— ¡Pero te estoy diciendo la verdad! —Ahora, por cada oración dicha, cada uno le daba un golpe al otro.
— ¡No, estás mintiendo y con algo horrible!
— ¡Jamás mentiría con eso!
— ¿¡Y cómo le llamas a lo que estás haciendo ahora!?
—Entiéndelo. Ayer fuimos al hospital durante la fiesta de Daniela porque mamá nos pidió acompañarla en sus últimos minutos y… —No logró terminar por otro puñetazo de parte de Leonardo en su cara.
— ¡¡Cállate!! —Una pelea a golpes empezó terminada la palabra, no dijeron nada por varios segundos.
— ¡Entiende!
— ¡No tengo que entender nada!
— ¡No entiendes que mamá murió ayer y que debemos irnos ya porque el velorio es en media hora!
— ¡Porque eso no pasó y no debemos ir a ninguna parte!
— ¡Claro que sí!
— ¡Deja de mentir! —Lo empujó.
— ¡Entiéndelo! —Lo empujó mucho más fuerte, hasta llegó a estrellarse contra la pared y quedar con las manos a la altura de su cabeza. Marc lo agarra del cuello de la camisa, aun dejándolo contra la pared en la misma posición— Incluso tú estás algo “tan de negro”, de seguro es que lo recuerdas e inconscientemente te vestiste así porque sabías que… —Marc se calló de repente. Leo de un segundo al otro pasó de estar enojado con el ceño fruncido y el puño apretado listo para atacar una vez más a tener la vista perdida, las palmas a la vista y los ojos con lágrimas desbordándose de ellos. Marc reaccionó soltándolo y dándole su espacio, ablandándose.
—Ya sé todo eso. ¿Por qué me lo tienes que recordar?
—Lo siento, lo siento, ¡lo siento! —Se arrepintió— No quise lastimarte.
—Ya estoy lastimado, creo que es imposible lastimarme más.
—No quise golpearte…
—Eso es lo de menos, no me importa eso, se me quitará, los golpes desaparecerán… pero mamá no volverá.
—Leo… —Lo vio con tristeza, se sintió culpable.
—No, no, está bien, no tienes que hacer nada.
— ¿Por qué estabas negándote y viniste aquí, entonces?
—Porque fue mi intento de no afectarme tanto. Fingir que nada pasó por al menos dos horas y hacer lo que suelo hacer para no notar tanto el impacto. Pensaba irme después de esta clase con ustedes, ya inventaría una excusa para irme.
— ¿Así que aun más nadie sabe?
—Exacto… Les diría después —Marc se sintió mucho más culpable, a punto de llorar también. Lo abrazó.
—Ahora que te acabo de arruinar el plan, ¿qué piensas hacer?
—Lo mismo. Me quedaré hasta el final de la clase. Nos darán las definitivas de todas las materias y del año y todo. No quiero irme sin saber cómo quedé. Sólo que como ahora estás tú así y yo llorando, tendré que explicar antes de lo planeado, y creo que deberías entrar.
—Ok, entremos.
—No con esta pinta… ¿Cómo fue que nadie nos vio? Peleamos y todo y no hay ni un pájaro cerca.
—Mejor, no quiero ensuciar mi historial en el último día de clases.
—Habría sido tan triste… —Sonrieron un poco, casi les dio risa. No duró por mucho, pronto volvieron a la tristeza. Cuando consideraron que ya estaban bien como para entrar al salón, la clase acabó y todos salieron de inmediato hacia la coordinación, sin notarlos afuera. La profesora se acercó a los hermanos y les dio su pésame, toda la clase había escuchado la discusión. Leo entró al salón a buscar sus cosas, se encontró con Cristian, Diana y Daniela, esta última sostenía su bolso con las cosas ya guardadas. Se lo pasó y se lo puso. Allí mismo, los Molander explicaron lo sucedido.
—Daniela fue la única que se enteró ayer, pero le pedimos que no se lo dijera a nadie hasta hoy.
—Este día es de tristeza. ¿Se acuerdan del muchacho que estaba ayer en mi casa? —Daniela preguntó.
— ¿El popular del otro colegio? —Cristian supuso que era él.
—Sí, él. Bueno, lo encontraron muerto camino a su casa.
— ¿¡Qué!?
—Simplemente lo mataron. Mi prima era su novia. Va a estar inconsolable toda la tarde.
— ¿Ella lo sabe?
—Ella fue la que encontró el cuerpo.
—Debe estar traumatizada —Sonó el timbre— Ese timbre tiene un significado distinto. Es nuestro último timbre, significa que las notas ya están publicadas y la tabla de posiciones también —Explicó Cristian— No entraremos a una clase; recogeremos nuestros datos y nos iremos. La próxima semana será toda planificación y sí veremos una clase, la última, una especial, ahí tendremos otro último timbre con doble significado: El fin de la última clase y el momento de hacer nuestro último recorrido por el colegio… Hagamos el primer paso.
El grupo se dirigió a la coordinación, excepto Leonardo, quien decidió ver la cartelera con la tabla de posiciones.
— ¡NO-PUEDE-SER! —Se quedó mirando la cartelera con la boca y los ojos bien abiertos. Su grupo se extrañó y fue a él.
— ¿Qué pasa? —Marc interrogó.
— ¡Quedé de primero! —No supo si alegrarse o entristecerse.
— ¿¡En serio!?
— ¡Mira!
— ¡Sí es verdad! —Diana revisó.
—Primer puesto Molander, segundo puesto Montesco… ¡Quedé segunda!
—Tercero O’Malley… Diana, los pegaste.
—Ustedes dos y Pauline siempre fueron los tres primeros.
—No pensé que quedaría de primero. Nunca había quedado y justo ahora sí, qué genial —Las últimas dos palabras tuvieron doble sentido. Genial por haber quedado de primero y celebrarlo, y genial en modo de sarcasmo, porque justo tuvo que enterarse ese día, el día siguiente a la muerte de su madre, lo que implicaba que ella nunca se enteraría y nunca se sentiría orgullosa de ello.
— ¡Quedé de cuarto! Siempre lo mismo —Vio Cristian.
— ¿Dónde está el otro Molander aquí? —Marc no se encontraba.
—Aquí, ¿no lo ves? —Leo lo señaló.
— ¡Hablo de la lista! 17, 18, 19, 20, 21, 22… ¿Tan abajo?
— ¿Te conseguiste?
—No, pero debo estar de 17 para abajo. Nunca he quedado más arriba de 14.
— ¿En cuál estuviste la última vez?
—De 17, por eso digo.
— ¡Has subido increíblemente! —Exclamó Diana.
— ¿Cómo?
— ¡Nuevo récord para ti! ¡He encontrado al otro Molander y ese otro Molander está de 10!
— ¿Qué? ¿Estás bromeando?
—Si no me crees, mira.
— ¡Subí siete puestos! —Se encontró, sorprendido— Quedé entre los diez primeros, de diez, ¡pero quedé!
—Soy la más atrás. 11 —Diana se quejó.
—El puesto once de entre las dos secciones no está mal. Está buenísimo.
—Yo digo la más atrás de nosotros. Busquemos las notas a ver qué tal.
Fueron a buscar sus calificaciones y se despidieron. Tanto Marc como Leo sentían dobles emociones por ellas. Podían alegrarse por la mejora y a la vez no porque Rose nunca se enteraría, nunca verían su expresión al leer sus notas, nunca recibirían su felicitación y nunca la alegrarán con su esfuerzo. Al menos, aun contaban con su padre para el mismo fin, pero no era lo mismo.
Su padre se enteró, su expresión al leer sus notas fue gratificante, recibieron su felicitación y se alegró por su esfuerzo. Claro, otra alegría que no duró mucho por lo mismo. Esto parecía estar por hacerse costumbre.
Dos días después, el domingo, Leo se reunió junto a Daniela para preparar sus discursos.
— ¿Y qué has hecho?
—Lo típico después de que alguien muere.
—Claro…
—Ahora hay que hacer el discurso.
—Para eso te invité. Ah, te dejé torta del jueves. ¿Quieres que te dé un poco ahora?
—Sí, gracias —Daniela buscó su pedazo de torta y se lo dio.
—También le guardé un trozo a Marc y otro a Carlos, me tienes que recordar de dártelos cuando vayas a irte.
—Claro. Los reclamaré como si fuesen míos.
—Eso espero —Rió un poco, luego quedó pensativa, como reflexionando— Tengo que decirte algo…
—Igual yo. Empieza tú.
—Ok… He querido decirte esto desde hace tiempo, pero no me atrevía porque no quería dañar nuestra amistad…
—Continúa —Leo sospechaba lo que diría.
—Has oído sobre los rumores, ¿no?
—Bastante.
—Bueno… quiero decirte que son verdad.
—Eso era lo que iba a decir yo.
— ¿En serio?
—En serio. Entonces… —Ya estaba dispuesto a preguntarle.
—Pero hay algo que no te gustará —Interrumpió— Creo que sé qué dirás y me encantaría, pero… Después de la graduación me iré a Nueva York —Le costó contar. Sabía que Leo estaba peor que nunca y no quería empeorar las cosas, pero debía decirlo.
— ¿Por qué? —Se desanimó.
—Estudiaré y trabajaré allá. Quería decirte eso antes de irme.
—Oh, vaya… Me sorprendiste con esa. Espero que te vaya muy bien como doctora.
— ¿Estás… molesto? —Daniela notó a su amigo un poco seco.
—Para nada… ¿Crees que podrías comprarme algo allá y dármelo en alguna visita de regreso? —Bromeó para aligerar el ambiente.
—Claro que lo haré. Si por mí fuera, me quedaría aquí, pero ya tienen mi puesto apartado.
—No tienes porqué explicarte tanto. No estoy molesto, te entiendo. ¿Para qué tener una relación si vas a estar tan lejos y vendrás de visita sólo algunas veces?
—De verdad que pensé que te molestarías.
— ¿Por qué? Entiendo la situación.
—Bueno, sigamos… ¿Cómo se siente ser el último primero?
— ¿Último primero? —Casi rió— Estuvo buena. Me encanta eso, aunque me habría gustado ver la cara y la reacción de mi mamá por eso. Ella siempre quiso que quedara de primero.
—De seguro estaría feliz y orgullosa. ¿Sabes? Creí que pasarías más tiempo sin ganas de hacer algo.
—En realidad, no tengo muchas ganas. Estoy bastante mal, pero… intento no estarlo. He aprendido que no debo estar así por mucho tiempo, igual, nada cambiará con eso —Vio arriba y suspiró. Daniela rodeó sus hombros con su brazo y lo abrazó de lado. Leo le correspondió el abrazo y así quedaron, aferrados el uno al otro por al menos un minuto sin cambiar de posición.
Fin del Capítulo #13.[
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Soy muy atrasada...Así que digamos que voy a comentar atrasada.
Recién anoche termine de leer todo el cap 1 de tu nove *eaeaea*
Me gusta! Esta muy interesante! Y lo tuyo si tiene mucho de polcial! Por lo tanto que aún estoy pensando en 'mudar' mi nove de lugar.
Te voy a comentar sobre tu primer cap y cuando termine de leer los otros volvere a comentar (soy genial, lo ze, lo ze -?-)
Bueno sobre el cap 1:
CUANTAS CONFUSIONES SE PUEDEN HACER!
Nunca me imagine que Leo hubiera secuestrado a Pauline!
Y luego me imagine que él si había matado a Marc, pero no fue así...
Así que al fin y al cabo por suerte los dos hermanos están vivos, uf :D
Me encanta como describes a cada personaje! Y si tengo que elegir mi favorito diría Rex el super ladrón-de comidas de Matías jajaja, es genial xd
Sigue con tu novela porque me gusta mucho! Esta noche me leeré otro capi y de seguro vuelvo con otro de mis comentarios chuchis!
Cuidate! Besitos!
Recién anoche termine de leer todo el cap 1 de tu nove *eaeaea*
Me gusta! Esta muy interesante! Y lo tuyo si tiene mucho de polcial! Por lo tanto que aún estoy pensando en 'mudar' mi nove de lugar.
Te voy a comentar sobre tu primer cap y cuando termine de leer los otros volvere a comentar (soy genial, lo ze, lo ze -?-)
Bueno sobre el cap 1:
CUANTAS CONFUSIONES SE PUEDEN HACER!
Nunca me imagine que Leo hubiera secuestrado a Pauline!
Y luego me imagine que él si había matado a Marc, pero no fue así...
Así que al fin y al cabo por suerte los dos hermanos están vivos, uf :D
Me encanta como describes a cada personaje! Y si tengo que elegir mi favorito diría Rex el super ladrón-de comidas de Matías jajaja, es genial xd
Sigue con tu novela porque me gusta mucho! Esta noche me leeré otro capi y de seguro vuelvo con otro de mis comentarios chuchis!
Cuidate! Besitos!
Emily Rawson
Re: Más Que Cosas De Policías
Yeeeeiiii nueva lectoraEmily Rawson escribió:Soy muy atrasada...Así que digamos que voy a comentar atrasada.
Recién anoche termine de leer todo el cap 1 de tu nove *eaeaea*
Me gusta! Esta muy interesante! Y lo tuyo si tiene mucho de polcial! Por lo tanto que aún estoy pensando en 'mudar' mi nove de lugar.
Te voy a comentar sobre tu primer cap y cuando termine de leer los otros volvere a comentar (soy genial, lo ze, lo ze -?-)
Bueno sobre el cap 1:
CUANTAS CONFUSIONES SE PUEDEN HACER!
Nunca me imagine que Leo hubiera secuestrado a Pauline!
Y luego me imagine que él si había matado a Marc, pero no fue así...
Así que al fin y al cabo por suerte los dos hermanos están vivos, uf :D
Me encanta como describes a cada personaje! Y si tengo que elegir mi favorito diría Rex el super ladrón-de comidas de Matías jajaja, es genial xd
Sigue con tu novela porque me gusta mucho! Esta noche me leeré otro capi y de seguro vuelvo con otro de mis comentarios chuchis!
Cuidate! Besitos!
No importa el atraso, más bien, quería otro comentario del primer capítulo así que está perfecto.
Y sí, en los primeros capítulos se nota lo policial bastante, pero a medida que avanzas se va viendo porqué es "más que...".
A tu nove le falta avanzar un poco para ver si de verdad hay que mudarla o no, o bueno, al menos para lo que ya saben los que leen.
Eso quiere decir que mis intentos de confusión no fueron intentos sino un éxito! Esa era la idea, hacer creer tooooodo lo contrario.
Rex es un perro genial, hace de todo
Bueno, si vas a leer uno por día no tengo que apurarme tanto subiendo, llevo trece, aunque igual ya estoy terminando de pasar el 14 y lo subiría quizás entre mañana y el martes o el miércoles, como esta es mi última semana de clases antes de las vacaciones navideñas (hablo de vacaciones dentro de otras vacaciones pero por elecciones ) no sé cuánto tiempo vaya a tener por los últimos exámenes de lapso... Pero lo intentaré para máximo el miércoles. Suelo subir cada cinco días o uno por semana y el último lo publiqué anteayer, tocaría el lunes, creo...
Ahora esperaré tus comentarios chuchis
:bye:
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
hola de nuevo!
Me habia re esmerado con un comentario del cap 2,pero al parecer no se :'(
Asi que aqui escribo de nuevo:
Me gusto mucho ese cap! no se porque pero el ambiente de un ascensor encerrado con la persona que te gusta se me hace romantico...y bueno digamos que eso paso con Marc y Paula! Las predicciones de sus amigas fueron verdaderas jeje!
Nunca pense en Marc+Paula como pareja, pero me gustan que esten juntos!
Y cambiando de tema...Otra vez Rex robando comida! jajaja, amo mucho a ese prro, ah, creo q nos parecemos bastante jeje.
Basicamente comentaba porque termine de leer el cap3, pero reescribi sobre el 2 porque se borro mi antiguo cmentario :c
Ok,ahora si: cap3
Wow que atraparon rapido al sobreprotector de John!
Me dio gracia que Marc pensara que Paula le presentaria sus padres,aunque su hermana es parte de su familia.
En un rato estoy x leer e 4 :)
Pd:Perdon x mis errores ortograficos. es q estoy x el cel y se me hace muy dificil ecribir bien.
Saludos!
Me habia re esmerado con un comentario del cap 2,pero al parecer no se :'(
Asi que aqui escribo de nuevo:
Me gusto mucho ese cap! no se porque pero el ambiente de un ascensor encerrado con la persona que te gusta se me hace romantico...y bueno digamos que eso paso con Marc y Paula! Las predicciones de sus amigas fueron verdaderas jeje!
Nunca pense en Marc+Paula como pareja, pero me gustan que esten juntos!
Y cambiando de tema...Otra vez Rex robando comida! jajaja, amo mucho a ese prro, ah, creo q nos parecemos bastante jeje.
Basicamente comentaba porque termine de leer el cap3, pero reescribi sobre el 2 porque se borro mi antiguo cmentario :c
Ok,ahora si: cap3
Wow que atraparon rapido al sobreprotector de John!
Me dio gracia que Marc pensara que Paula le presentaria sus padres,aunque su hermana es parte de su familia.
En un rato estoy x leer e 4 :)
Pd:Perdon x mis errores ortograficos. es q estoy x el cel y se me hace muy dificil ecribir bien.
Saludos!
Emily Rawson
Re: Más Que Cosas De Policías
Emily Rawson escribió:hola de nuevo!
Me habia re esmerado con un comentario del cap 2,pero al parecer no se :'(
Asi que aqui escribo de nuevo:
Me gusto mucho ese cap! no se porque pero el ambiente de un ascensor encerrado con la persona que te gusta se me hace romantico...y bueno digamos que eso paso con Marc y Paula! Las predicciones de sus amigas fueron verdaderas jeje!
Nunca pense en Marc+Paula como pareja, pero me gustan que esten juntos!
Y cambiando de tema...Otra vez Rex robando comida! jajaja, amo mucho a ese prro, ah, creo q nos parecemos bastante jeje.
Basicamente comentaba porque termine de leer el cap3, pero reescribi sobre el 2 porque se borro mi antiguo cmentario :c
Ok,ahora si: cap3
Wow que atraparon rapido al sobreprotector de John!
Me dio gracia que Marc pensara que Paula le presentaria sus padres,aunque su hermana es parte de su familia.
En un rato estoy x leer e 4 :)
Pd:Perdon x mis errores ortograficos. es q estoy x el cel y se me hace muy dificil ecribir bien.
Saludos!
No sé qué le está pasando a esto que no me aparece la línea de abajo para comentar yo, así que tendré que contestar dentro de lo tuyo y esto se verá muy, muy raro.
Sí, los comentarios a veces no se mandan y uno ni se entera!
Ese cap más bien está entre mis menos favoritos :pokerface: es que nunca me pareció que lo que escribí con Marc y Paula fuera romance, parecían muy simples, no sé, nunca me convencieron, pero como soy yo la que lo escribió y nunca he sido buena con el romance, lo dejaba así, por lo que me sorprendió que lo dijeras Pero sí concuerdo con el ascensor, por algo lo hice ;)
Vaya, si una amiga mía que es una de mis lectoras llega a leer eso, se va a enojar tanto que es capaz de responderte, ella los odia juntos :xd:
Y Rex, bueno, es Rex, el eterno ladrón de comida :arrastro:
A mí una vez me pasó en mi propia novela que tuve que reescribir el comentario como tres veces y me salvé de cuatro porque decidí copiar y pegarlo en otra parte por si acaso y menos mal que lo hice. Era una respuesta a un comentario LARGUÍSIMA! Cuando vayas más adelante sabrás a cuál me refiero.
Sí, ese caso lo resolvieron de un día para el otro, así de rápido!
Y Marc casi entra en pánico
PD: En un rato me meteré por la computadora (estoy por la laptop de mi mamá que por cierto me odia porque siempre me salen mal las cosas cuando las hago ahí, quizás por eso es que cargó mal esto y el comentario quedará raro) para acomodar el formato de esto y que se vea como una respuesta normal y no todo en la letra pequeña de la cita.
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Bien, ahora sí haré los comentarios que suelo hacer de los capítulos cuando los subo. Tuve que hacerlo aparte porque el último pedazo del capítulo #13 de broma no cupo, tuve que modificarlo porque las últimas líneas no querían entrar y después de todo no le eliminé nada, sólo junté algunos párrafos, pero no sé porqué sale un corchete al lado del "Fin del Capítulo #13", me choca! Intenté quitarlo pero sólo empeora, así que por mal mío se quedará así.
Pasemos a lo que es, comentar el capítulo #13, sí, yo misma soy la escritora y yo misma lo comento, es mi manera de explicarlo.
Este es el primero de tres capítulos tipo flashback que he escrito (tengo como 3 planeados más que no he escrito). El segundo es el #16 y el tercero es más adelante. Es la historia de cómo perdieron a su madre, los últimos días de colegio y de porqué Daniela se fue a Nueva York. Debo admitir que todos los flashbacks están en mi lista de capítulos favoritos, en ellos siento más libertad para narrar, incluso en los originales que son los que escribo en cuadernos antes de modificarlos a este formato y subirlos, ya había narración, y eso que yo escribo tipo guión.
Rose: Ella es un personaje único de flashbacks, en excepción de un capítulo mucho, mucho, mucho más adelante, en el que aparece por ciertas circunstancias. Muere por cáncer de seis meses, y a esto es a lo que quiero llegar, pues es otra cosa más que aunque suene a algo real, lo inventé de cierta manera. "De seis meses" no quiere decir que el cáncer se le desarrolló hace seis meses, no. Se le desarrolló hace tres semanas, por eso es que se estaba sintiendo cansada. Entoncés, ¿cómo funciona esto?
Bien, mi invento basado un poco en la realidad es que esta variedad es más fuerte, pues sólo puede durar seis meses, si se pasa, la persona está frita, por lo que debe ser descubierta con mucha antelación para lograr sobrevivir. Pero también tiene sus criterios: una persona mayor de treinta años no podrá sobrevivir por más que lo intente, por eso Rose duró tan poco, pues tenía 41. No me pregunten cómo fue que se me ocurrió esto, yo inventaba enfermedades por no querer investigar sobre las reales y así tener la libertad de hacer lo que quisiera con ellas, de ahí que Leo sea impredecible y no tenga transtorno de personalidad límite o borderline (o algo así es que se llama la enfermedad más parecida que he visto) y que también tenga cardioma, una enfermedad que luego de unos años cuando aprendí cómo se forman los tumores, al parecer es imposible y creo que nadie sobreviviría a tantos paros, je...
La otra parte de la historia, la que creo más inesperada: Diego. Diego es otro personaje único de flashbacks. Era el novio desde hace varios meses de Daisy y uno de los populares de su colegio, el cual era el vecino del colegio de los hermanos y demás, por eso sabían de él. ¿Qué pasó con él? Sólo se ve que fue asesinado, ¿y el resto? Este es uno de los flashbacks que tengo pensado escribir, el flashback de qué fue lo que pasó y de cómo se investigó el caso. Lo que puedo decir es que su asesino fue atrapado y sigue bajo custodia, no salió para nada libre de sus actos, pero quedó en la memoria de todos como "El Asesino de las Cuatro Armas". Vaya, y esa historia creo que la inventé por un examen de Castellano en el que debía escribir una pequeña historia de drama.
¿Qué puedo agregar aquí? Veamos...¡Oh sí! Si alguna de ustedes vive en un país en el que el sistema de notas sea del 1 al 10, ¿podría decirme si las calificaciones que puse ahí están bien? En mi empeño de hacerlo todo lo más real posible, tuve que improvisar un poco porque en Estados Unidos las notas van hasta al 10. En mi país son de 01 a 20, el doble, por lo que supuse que si dividía las notas a la mitad, sería el equivalente...
Dato curioso: no fue hasta este capítulo cuando empecé a ponerles apellidos a los personajes. Es más, hasta el capítulo creo que #4, no tenían ni nombre, eran sólo iniciales, así que se llamaban "M (M era Marc): Ma, A, dejen de reírse y miren a Rex (Ma era Matías y A, Alex)" y era cómico pero enredante. Lo más cómico es que el único con nombre era Rex. Y la primera en tener apellido, más insólito aun, fue Rose, pues me parecía más fácil buscar un apellido italiano con A (hasta lo apellidos eran iniciales), y luego los Molander y así sucesivamente.
En la primera fase del capítulo se ve más o menos la verdadera personalidad de Leo, la que no era afectada por ser impredecible, su real forma de ser. ¡Oh! Algo que me trajo quejas: Leonardo y Daniela. Vale, no te asustes, al final nunca fueron nada, pero sí, adivinaste, sí era amor correspondido (que no sé porqué lo pensaste aun) que no pudo darse por la distancia.
Tomé énfasis en explicar la relación de los hermanos con sus padres por algo que está por surgir. Y ya que creo que me estoy extendiendo mucho como suele suceder, iré por algo que creo que es lo último: adición musical.
Sí, adición musical. Suelo escribir y leer escuchando música. Cuando lo estaba escribiendo, en la parte de la pelea de Marc y Leo (ah, por cierto, esa es la escena que Sariis inventó por mí, ella me dio la base y yo el diálogo y cómo se dio. Originalmente, ellos iban al colegio como si nada y luego me di cuenta de cómo rayos van a hacer eso luego de lo ocurrido, por lo que le pregunté cómo podía acomodarlo y me dio esa genial idea, me encanta esa parte como quedó ahora, está PER-FECT), me salió Radioactive. Esa canción me provoca lanzar golpes al aire, hablo en serio, y que me saliera justo al escribir una pelea fue de lo más conveniente. El punto: cuando terminé el capítulo, busqué la canción y la puse a sonar mientras leía esa parte... ES PERFECTA Y COMBINA PERFECTO Y DURA EL TIEMPO PERFECTO DE LA ESCENA! Si quieren intentarlo, pongan la canción desde la parte en la que Marc llega al salón y se asoma por la ventanilla de la puerta. Si leen e imaginan un poco para que quede como lo hice yo, la canción debería ajustarse perfectamente hasta el momento en el que Leo reacciona y dice que está bien, que ya la herida está hecha, que los golpes son lo de menos, que se quitarán, desaparecerán, pero su madre jamás volverá, ahí debería acabarse. Si imaginan un poco de más o leen algo más lento como me pasó la segunda vez que lo intenté, quedará hasta la parte en la que Marc se ablanda y lo suelta.
Otra canción sugerida, aunque no combina tan bien, es Sad de Maroon 5 en la parte en la que Rose muere. Desde creeeo que la parte en la que comienzan los discursos individuales hasta que el doctor declara la hora de defunción, no me acuerdo bien porque como no me encantó, no le paré...
Y fuera del capítulo pero otra canción que pega, es Nada de Juanes en el primer capítulo, desde que Alex lleva a Leo a la silla hasta la parte en la que termina la explicación de Marc de cómo apareció. En esa si hay que imaginar porque sino la canción se pasa de largo (al menos para mi ritmo de lectura) y esa sí queda bastante bien.
¡Y listo! Hasta aquí llegó esta explicación que terminó siendo tres veces más larga de lo que pensé. Lo último: esto es un anuncio. Creo que hoy comenzaré a subir otra novela. Su título es A Very True Dream. No es mía, es de una amiga (la que dije que me ayuda cuando me tranco pero que no diría quién porque pone mucha privacidad y eso) que intenté convencerla de registrarse y subirla porque me encanta mucho cómo escribe y la pinta que lleva la novela, pero terminamos en que yo la subiría por ella porque ya sé cómo funciona la página, así que no se asusten, no le restaré importancia a MQCDP por otra novela porque mi trabajo sólo será publicarla.
Ahora sí, hasta un próximo mensaje, mañana subiré el siguiente capítulo. :bye:
Pasemos a lo que es, comentar el capítulo #13, sí, yo misma soy la escritora y yo misma lo comento, es mi manera de explicarlo.
Este es el primero de tres capítulos tipo flashback que he escrito (tengo como 3 planeados más que no he escrito). El segundo es el #16 y el tercero es más adelante. Es la historia de cómo perdieron a su madre, los últimos días de colegio y de porqué Daniela se fue a Nueva York. Debo admitir que todos los flashbacks están en mi lista de capítulos favoritos, en ellos siento más libertad para narrar, incluso en los originales que son los que escribo en cuadernos antes de modificarlos a este formato y subirlos, ya había narración, y eso que yo escribo tipo guión.
Rose: Ella es un personaje único de flashbacks, en excepción de un capítulo mucho, mucho, mucho más adelante, en el que aparece por ciertas circunstancias. Muere por cáncer de seis meses, y a esto es a lo que quiero llegar, pues es otra cosa más que aunque suene a algo real, lo inventé de cierta manera. "De seis meses" no quiere decir que el cáncer se le desarrolló hace seis meses, no. Se le desarrolló hace tres semanas, por eso es que se estaba sintiendo cansada. Entoncés, ¿cómo funciona esto?
Bien, mi invento basado un poco en la realidad es que esta variedad es más fuerte, pues sólo puede durar seis meses, si se pasa, la persona está frita, por lo que debe ser descubierta con mucha antelación para lograr sobrevivir. Pero también tiene sus criterios: una persona mayor de treinta años no podrá sobrevivir por más que lo intente, por eso Rose duró tan poco, pues tenía 41. No me pregunten cómo fue que se me ocurrió esto, yo inventaba enfermedades por no querer investigar sobre las reales y así tener la libertad de hacer lo que quisiera con ellas, de ahí que Leo sea impredecible y no tenga transtorno de personalidad límite o borderline (o algo así es que se llama la enfermedad más parecida que he visto) y que también tenga cardioma, una enfermedad que luego de unos años cuando aprendí cómo se forman los tumores, al parecer es imposible y creo que nadie sobreviviría a tantos paros, je...
La otra parte de la historia, la que creo más inesperada: Diego. Diego es otro personaje único de flashbacks. Era el novio desde hace varios meses de Daisy y uno de los populares de su colegio, el cual era el vecino del colegio de los hermanos y demás, por eso sabían de él. ¿Qué pasó con él? Sólo se ve que fue asesinado, ¿y el resto? Este es uno de los flashbacks que tengo pensado escribir, el flashback de qué fue lo que pasó y de cómo se investigó el caso. Lo que puedo decir es que su asesino fue atrapado y sigue bajo custodia, no salió para nada libre de sus actos, pero quedó en la memoria de todos como "El Asesino de las Cuatro Armas". Vaya, y esa historia creo que la inventé por un examen de Castellano en el que debía escribir una pequeña historia de drama.
¿Qué puedo agregar aquí? Veamos...¡Oh sí! Si alguna de ustedes vive en un país en el que el sistema de notas sea del 1 al 10, ¿podría decirme si las calificaciones que puse ahí están bien? En mi empeño de hacerlo todo lo más real posible, tuve que improvisar un poco porque en Estados Unidos las notas van hasta al 10. En mi país son de 01 a 20, el doble, por lo que supuse que si dividía las notas a la mitad, sería el equivalente...
Dato curioso: no fue hasta este capítulo cuando empecé a ponerles apellidos a los personajes. Es más, hasta el capítulo creo que #4, no tenían ni nombre, eran sólo iniciales, así que se llamaban "M (M era Marc): Ma, A, dejen de reírse y miren a Rex (Ma era Matías y A, Alex)" y era cómico pero enredante. Lo más cómico es que el único con nombre era Rex. Y la primera en tener apellido, más insólito aun, fue Rose, pues me parecía más fácil buscar un apellido italiano con A (hasta lo apellidos eran iniciales), y luego los Molander y así sucesivamente.
En la primera fase del capítulo se ve más o menos la verdadera personalidad de Leo, la que no era afectada por ser impredecible, su real forma de ser. ¡Oh! Algo que me trajo quejas: Leonardo y Daniela. Vale, no te asustes, al final nunca fueron nada, pero sí, adivinaste, sí era amor correspondido (que no sé porqué lo pensaste aun) que no pudo darse por la distancia.
Tomé énfasis en explicar la relación de los hermanos con sus padres por algo que está por surgir. Y ya que creo que me estoy extendiendo mucho como suele suceder, iré por algo que creo que es lo último: adición musical.
Sí, adición musical. Suelo escribir y leer escuchando música. Cuando lo estaba escribiendo, en la parte de la pelea de Marc y Leo (ah, por cierto, esa es la escena que Sariis inventó por mí, ella me dio la base y yo el diálogo y cómo se dio. Originalmente, ellos iban al colegio como si nada y luego me di cuenta de cómo rayos van a hacer eso luego de lo ocurrido, por lo que le pregunté cómo podía acomodarlo y me dio esa genial idea, me encanta esa parte como quedó ahora, está PER-FECT), me salió Radioactive. Esa canción me provoca lanzar golpes al aire, hablo en serio, y que me saliera justo al escribir una pelea fue de lo más conveniente. El punto: cuando terminé el capítulo, busqué la canción y la puse a sonar mientras leía esa parte... ES PERFECTA Y COMBINA PERFECTO Y DURA EL TIEMPO PERFECTO DE LA ESCENA! Si quieren intentarlo, pongan la canción desde la parte en la que Marc llega al salón y se asoma por la ventanilla de la puerta. Si leen e imaginan un poco para que quede como lo hice yo, la canción debería ajustarse perfectamente hasta el momento en el que Leo reacciona y dice que está bien, que ya la herida está hecha, que los golpes son lo de menos, que se quitarán, desaparecerán, pero su madre jamás volverá, ahí debería acabarse. Si imaginan un poco de más o leen algo más lento como me pasó la segunda vez que lo intenté, quedará hasta la parte en la que Marc se ablanda y lo suelta.
Otra canción sugerida, aunque no combina tan bien, es Sad de Maroon 5 en la parte en la que Rose muere. Desde creeeo que la parte en la que comienzan los discursos individuales hasta que el doctor declara la hora de defunción, no me acuerdo bien porque como no me encantó, no le paré...
Y fuera del capítulo pero otra canción que pega, es Nada de Juanes en el primer capítulo, desde que Alex lleva a Leo a la silla hasta la parte en la que termina la explicación de Marc de cómo apareció. En esa si hay que imaginar porque sino la canción se pasa de largo (al menos para mi ritmo de lectura) y esa sí queda bastante bien.
¡Y listo! Hasta aquí llegó esta explicación que terminó siendo tres veces más larga de lo que pensé. Lo último: esto es un anuncio. Creo que hoy comenzaré a subir otra novela. Su título es A Very True Dream. No es mía, es de una amiga (la que dije que me ayuda cuando me tranco pero que no diría quién porque pone mucha privacidad y eso) que intenté convencerla de registrarse y subirla porque me encanta mucho cómo escribe y la pinta que lleva la novela, pero terminamos en que yo la subiría por ella porque ya sé cómo funciona la página, así que no se asusten, no le restaré importancia a MQCDP por otra novela porque mi trabajo sólo será publicarla.
Ahora sí, hasta un próximo mensaje, mañana subiré el siguiente capítulo. :bye:
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Hola! Aquí volví, más tarde de lo esperado pero de nuevo a tiempo :P El capítulo #14 ya está listo pero creo que lo subiré en dos partes publicadas con unos días de diferencia, no muchos, quizás dos o tres, está algo largo aunque no tanto, pero no quiero arriesgarme a que se repita lo de la tercera parte del anterior. Este capítulo, por raro que suene, su caso lo saqué por algo que casi me pasó el día que lo empecé a escribir. Estaba trancadísima y de la nada la puerta de mi clóset casi atentó en mi contra Así que ahí va un adelanto.
Capítulo #14: “El Caso Salió Del Clóset”.
La Unidad 1 se encuentra en el cuarto de un hombre algo mayor junto al forense. La escena parece ser un accidente, pero de todos modos debe ser investigada.
— ¿Qué tenemos aquí?
—Yo diría que un accidente, pero hay que revisar —Héctor había llegado primero— Un sobrino encontró a su tío tirado debajo de la puerta de su clóset y nos llamó.
—Sí parece un accidente —Matías concuerda— Quizás la puerta estaba mal puesta o floja y se cayó con fuerza.
—Eso es lo que estoy pensando, pero tengo que asegurarlo.
—Yo no creo que una puerta que se cae pueda matar, ¡ni que fuera de piedra! —Marc no está de acuerdo.
—Por eso es que quiero revisar.
Los detectives abandonaron la escena y regresaron a la comisaría.
—Volvieron rápido —Opina Paula.
—Es que hace falta confirmar si fue o no un accidente.
— ¿A ustedes qué les parece?
—Yo no sé qué pensar, pero Marc cree que no es un accidente.
—Es que la puerta de un clóset no es tan pesada como para matar de una caída.
—Espera… ¿¡La puerta de un clóset!? —Diana exclama.
—Como lo oíste. Murió aplastado por la puerta de un clóset.
—Es cierto. A ustedes les toca lo raro.
—Marc tiene razón —Daniela también se encuentra allí— A menos que la puerta sea de acero, piedra o algo así, no creo que mate. Una vez, a Daisy le tocó atender algo parecido.
—Pero en vez de la del clóset, era la de la casa.
—Y es cierto —Héctor entra confirmando— Marc tiene la razón.
— ¿Es asesinato?
—La única manera de que una puerta de clóset pueda aplastar tanto es que le agreguen más peso o presión, y como el clóset no cayó, alguien tuvo que aplastarlo.
—Así que debemos revisar el clóset.
—Más nada.
—Vayamos antes de que limpien.
Parece que el caso va a estar fácil. Analizando el clóset, hallarían huellas de quien lo haya aplastado.
— ¿No se supone que esto lo hace un equipo forense? —Matías pregunta.
—No siempre. Y no encuentro huellas.
— ¿Será porque no eres experto en esto?
— ¡Siempre saqué bien esas pruebas en la academia! —Alex reclama.
—Oh… Bueno, quizás usó guantes.
— ¿No hay huellas de zapatos?
—Sí hay, y parece que son de estos —Marc levanta unos zapatos deportivos.
— ¿Qué clase de asesino deja los zapatos que usó en la escena del crimen?
—Parece que este tipo.
—No encuentro más nada. Llevémosle esto a Héctor —Concluyen la revisión y van a la comisaría— No van a creer lo gafo que es esto. Al parecer, el asesino dejó los zapatos que usó en la escena del crimen —Alex comparte con la 2.
—Si todos fueran así, sería genial. Nosotros tenemos que irnos, nos acaban de dar un caso.
—… Y yo algo que hacer —Marc avisa antes de irse. Alex y Matías aprovechan y van a dejarle la evidencia a Héctor.
—Nos quedamos solas aquí —Nota Daisy.
—Con Rex. Igual, Alex y Matías volverán rápido, quizás Marc.
— ¿Qué fue a hacer él?
—Ni idea.
—Una vez lo vi hacer lo mismo y volvió como una hora después, y siempre se va rápido luego de una llamada.
— ¿Y se va solo?
—Solito. Ni con Rex.
—Quizás no le dejen llevarlo a donde va.
—No lo había pensado.
—Ya volvimos —Los chicos anuncian.
—Daisy… ¿Podrías ir a traerme agua? Tengo sed —Pide Daniela.
—Iba a eso. Una para ti y otra para mí. Ya vuelvo.
—Bien, ¿qué piensan hacer para el cumpleaños de Daisy y Paula?
—No estamos seguros. Según Marc, Paula le dijo que hará como una reunión en su casa como la del otro día.
— ¿La del otro día?
—Cuando empezamos el trabajo, hizo una.
—No es raro viniendo de ella. Entonces, ¿le preguntamos si hará algo en casa?
—A ellas no. A Marc, sino va a sospechar.
—Ok, voy a llamarlo —Marca.
— ¿Dani? —Marc atiende, extrañado.
— ¡Hola! ¿A dónde fuiste?
—Estoy yendo a prisión. Brote de impredecibilidad.
—Ahh. La pregunta realmente era si Paula hará algo para su cumpleaños.
—Reunión en su casa.
— ¿Cómo es que viviendo con ella no lo sabía?
—Quizás iba a decirte hoy. Falta una semana. Debo colgar, ¡chao! —Cuelgan.
—No tengo fuerza —Leonardo está acostado sin moverse.
— ¿Desde cuándo?
—Desde que me desperté. Si acaso puedo mover los brazos.
—Ya veo por qué no te mueves. ¿Has intentado pararte?
—Por eso sé que no tengo fuerza.
—Vayamos por parte. Trata de mover los dedos.
—Los dedos sí puedo, de resto no. Sólo puedo mover los dedos y la boca. El resto de la cara me cuesta, pero sí puedo.
—Trata de agarrar esto —Le pasa un lápiz.
—Es inútil —Se le cae— No puedo ni agarrar un lápiz.
—No pensé que fuera para tanto. El lápiz se te fue tan fácil. Ni un segundo pudiste.
—Aunque no lo parezca, estoy tratando de mover las piernas.
— ¿¡Qué!? No pareciera —Se acerca.
— ¿Qué vas a hacer?
—Tratar de moverte —Sostiene sus piernas e intenta hacer que se muevan.
— ¡Para, eso duele!
—Quizás fui muy brusco. Intentaré con el brazo —Repite el proceso pero con el brazo izquierdo— ¿Sientes algo?
— ¿Debería?
—No lo sé… Para ver si te dolía.
—Para nada —Marc le levanta el brazo.
—Brazo levantado. ¿Quieres que te lo mantenga así un rato, que lo baje o lo suelto para ver si lo mantienes?
—Déjalo así. Después lo mantengo.
— ¿Y si llamo a Daniela para…?
—No lo hagas —Interrumpe— Si esto es porque me va a dar un paro-
— ¿Este era un síntoma? —Ahora Marc lo interrumpe.
—No me acuerdo.
— ¿Cuándo piensas decirles a todos sobre la enfermedad?
—No lo he pensado, pero ahora no.
— ¿Qué pasará si te da un paro en frente de alguno de los que no sabe o cuando se te forme el tumor?
—De verdad que no lo he pensado. Ya puedes ir soltando mi brazo, intentaré mantenerlo —Marc lo suelta. El brazo cae— ¿¡Pero por qué!? Ahora me lo golpeé feo. ¿¡Mi puño debía ir justo ahí!?
—La puntería siempre va al peor sitio. Trata de sentarte.
— ¿Cómo crees?
—No necesitas ni brazos ni piernas para hacerlo. Te ayudo —Lo levanta hasta sentarlo. Lo suelta para que se mantenga.
— ¡Sí puedo sentarme!
—Vas progresando. Vuelve a intentar con las piernas.
—El movimiento está volviendo —Se emociona al ver que puede.
—Mueve los brazos.
—Creo que ya no soy una estatua parlante.
— ¿Qué tal si te levantas?
—Mi fuerza no regresa —No lo logra.
—Agarra el lápiz.
—No se compara.
—Entonces intenta pararte.
—Ok —Acepta fastidiado. Se levanta, sorprendido— ¡Sí pued…! —Cae.
— ¿Qué pasó?
—Apenas me paré, sentí un mareo. ¿Es normal que vea todo con puntitos morados y negros?
—No lo creo.
—No se quitan. Se mueven… marean más… vuelve la debilidad… siento que me desmayaré… van desapareciendo… mi pecho, ¡ah!
—Alguien está a punto de un paro cardíaco en la cárcel —Marc llama.
En la comisaría, Daisy está impresionada viendo a Rex con una regadera en la boca, echándole agua a una planta de la oficina.
—Rex es gracioso y muy entrenado. ¿Cómo le enseñaron a regar la planta?
—Fue idea mía —Admite Matías— Un día le di una regadera y se me ocurrió.
—Lo entrenaste bien.
—He tenido varios perros. Sé cómo entrenarlos.
—Para todo, excepto para no robar comida.
—Tampoco soy el encantador de perros.
—Pensé que sabías hacerlo.
—No tengo el poder de entrenar exitosamente a todos los perros.
Mientras esperaban a Marc y a las pruebas del laboratorio, o a cualquiera que llegara primero, Matías, Alex, Daisy y Daniela conversaron. Al final, su compañero ganó y llegó primero, aunque no por mucho, pues la USH2 y Héctor entraron casi de inmediato.
—Las huellas coinciden con los zapatos.
—Ahora sólo hay que buscar al dueño de los zapatos.
—Ese es el problemita. Los zapatos eran de la víctima.
—Alguien los pidió “prestados”.
—Así que tendrán que buscar a alguien de la misma talla.
—Es la primera vez en un tiempo que nos toca algo tan fácil —Celebra Alex. Buscarían después del almuerzo.
— ¿Cuánto tiempo van a quedarse?
—Parece que hasta el año que viene. Más o menos un mes más.
— ¿Cuándo les darán vacaciones a ustedes?
—Creo que cuando terminemos este caso. Posiblemente mañana, no nos falta mucho.
—Después de terminar los casos, es verdad, Matías —Confirma Paula— Ya me lo dijo el teniente.
— ¡Bien! Hace falta un descanso.
— ¿Ustedes tienen algo planeado? —Todos niegan.
—Bueno, no tiene nada que ver con las vacaciones, pero dentro de una semana hago reunión/fiesta de cumpleaños en mi casa.
—Acuérdense, son dos regalos, no uno. Nah, bromeo, pero de verdad también cumplo ese día.
— ¿Vas a llevar a Rex?
—Llévalo —Daisy le pide.
—No sé si dejarlo en casa o si llevarlo. Es muy travieso y no sé qué tipo de broma podría llegar a hacer.
— ¿Cuánto tiempo tiene?
—Ni un año. Nueve meses.
— ¡Con razón es así! Es un cachorro todavía.
—Llévalo. Más daño que dejar una pelota en medio del camino para hacerte caer en la mesa no puede hacer.
— ¿Hizo eso? —Diana pregunta.
—Y para hacer caer la mesa. Dos en una.
— ¡Me lo imagino! —Se ríe— “Bueno, la comida está- ¡Whoa!” y se cae todo con todo y mesa —Causa que Marc la vea con mala cara.
—No es por nada, pero creo que fue tal cual —Paula dice. Marc las ve peor.
—No te enojes…
Más tarde, en la oficina, reposan la comida por unos minutos antes de seguir el caso. Carlos pasa por afuera y los ve.
—Veo que no tienen nada que hacer —Aprovecha para hablarles.
—Realmente sí. Estamos reposando la comida. ¿Y eso que estás aquí? —Su hijo responde.
—Vengo a decirles algo. A partir del próximo año, va a haber un nuevo abogado de fiscalía y lo más probable es que le toque defender a algunos de sus casos.
— ¿Ah sí? ¿Y quién es? —A Diana le entra curiosidad.
—Pasa adelante, nuevo colega —Se dirige a alguien a su lado que no se ve por la puerta. Diana, Matías, Alex, Sebastián y Marc se sorprenden al ver entrar a un joven un poco alto, rubio y de ojos verdes.
— ¡Cristian Bouchard LeBlanc! —Diana se levanta y se dirige a él hablando con acento francés— ¡Qué sorpresa!
— ¿Por qué siempre lo dices así?
— ¿Me vas a decir que no lo extrañaste?
—Siempre me molestó tu acentito francés al decir mi nombre, pero sí lo extrañé —Ve a Daniela, asombrado— ¿No te habías ido a Nueva York?
—Sí, pero regresé y estaré hasta el año que viene aquí.
—Es un gusto verlos a todos juntos como antes… ¿Y ustedes quiénes son?
—Paula Montesco. Compañera de trabajo y parte de la USH2. Mucho gusto.
—Cristian Bouchard. Próximo abogado de fiscalía y… amigo de infancia de muchos aquí.
—Bouchard LeBlanc… —Piensa— ¿Francés o canadiense?
—Soy canadiense.
—Y yo soy Daisy Montesco. Melliza de Paula. Soy paramédica en Nueva York y también estoy de visita con Daniela.
—Son hermanas… ¿¡Mellizas!?
—Así como lo oyes.
— ¡No parecen hermanas!
— ¿Y si te digo que son mis primas?
—Con razón tienen el mismo apellido.
—Lamento interrumpir, pero en un momento Cristian tiene que ir a un juicio como observador. Así sabrá cómo se trabaja aquí. Regresaremos en un rato.
—Nos vemos luego —Se despide.
—Ese es el Cristian del que tanto hablan —Comenta Paula.
—Sí, es él.
—Parece ser amable y agradable… —Paula empieza con sus primeras impresiones.
—Digamos que él es el más serio o tranquilo, como quieras llamarle, de nuestro grupo.
—Se le nota.
—Igual, en una mini conversación no se puede saber bien la personalidad de una persona —Opina Daisy.
—Esa eres tú.
—Es que a ti te importa demasiado la primera impresión. Si por mala suerte te presentan a alguien un día en que está de mal humor, piensas que la persona es una amargada.
—La primera impresión es muy importante, hermana.
—Y ni me digas con los que están o han estado presos. A ellos ni les ves los pies y ya los repudias en mayúsculas, subrayado, en negritas y cursiva.
—Si una persona ha estado presa es porque NO es para nada buena. Si estuvo fue por algo. No hace falta ni verla.
— ¿Y si estuvo a causa de una enfermedad mental… como los que tienen impredecibilidad? —Daniela incluye el tema por cierta razón— Ellos no tienen la culpa de ser así. No escogieron serlo ni lo desearon.
—Igual. En sus brotes podrían controlarse.
— ¡En muy pocos casos! Pero la gran mayoría no puede controlarse y necesitan de otra persona para hacerlo.
—Pues deberían aprender a controlarse.
— ¡Paula! —Diana interviene— Eso es lo que hace la enfermedad. Descontrolar a las personas. Al tener un brote, ellos no pueden calmar lo que sienten o controlar lo que hacen sin ayuda.
—Pero no todos terminan en la cárcel. Eso quiere decir que o saben controlarse-
—O cuentan con alguien que los ayude —Marc se desespera e interrumpe— Lo que queremos decirte es que lo que una persona hace bajo efectos de la enfermedad no es por su propia voluntad. Algunas cosas que hacen jamás las harían estando en normalidad. Hay una diferencia entre voluntario y no.
—Entonces, ¿por qué lo hacen?
—No quería decirlo, pero a veces te pasas de terca —Confiesa Sebastián.
—No me meteré más en esto —Marc se harta y sale de la oficina.
—Lo hacen porque la enfermedad los controla.
— ¡Entonces deberían recibir ayuda!
— ¡Ya! —Matías los detiene— Olvídenlo, cuando Paula piensa y tiene una opinión sobre algo, es MUY difícil que cambie su punto de vista.
— ¿Van a seguir con sus casos?
—Nosotros sí. Vámonos a buscar a la persona de la talla.
Alex y Matías buscan a Marc y se van a buscar al hombre de talla 10, parecía fácil, pero a la vez no, pues esa talla es algo común. Van a una casa donde viven el hijo y el sobrino de la víctima.
— ¿Qué talla de zapatos es usted?
—8.5, ¿por qué?
—Parte de la investigación. ¿Y usted qué talla es?
—11. Me quedarían pequeños si es lo que creo —Responde el sobrino.
— ¿Qué es lo que cree?
—Que yo me acuerde, al lado del clóset había unos zapatos de mi tío. Si creen que el asesino los usó…
— ¿Hay alguien talla 10 en la familia o conocidos?
—No que yo sepa.
Más tarde, en la comisaría, el grupo llega decepcionado.
—Revisamos en todas las casas de los familiares y amigos y nada. Nadie 10.
—Tan fácil que parecía todo. No saldremos de vacaciones hoy —Matías se queja.
—Lo único que quieres es descansar, ya me di cuenta.
—Vine hace un rato y no estaban —Cristian los encuentra.
—Estábamos afuera investigando. Llegamos hace poco.
— ¿Cómo te fue?
—Yo sólo estaba observando, pero me fue bien. Tener a Carlos como compañero y guía es algo raro, pero es bueno tener a un abogado de su nivel como… ¿Tutor? No es una oportunidad que tiene todo el mundo.
— ¿No sientes como un poco de presión?
—Un poco, no mucha.
—Porque te digo, aunque no tengamos el mismo trabajo, yo a veces me siento bajo presión sólo porque trabaja aquí —Marc admite.
— ¿Tú papá trabaja aquí?
— ¿Llevas aquí tres meses y te enteras ahora? —Daniela no lo cree.
— ¡Es en serio! Como casi nunca voy al piso de abogados…
—El día del tiroteo el hombre no llegó a ese piso…
—Es que estaba en contra de los policías, no de los abogados.
— ¿Hubo un tiroteo aquí?
—Hace como dos meses, creo. Un hombre armado y enmascarado entró aquí y él solo comenzó un tiroteo.
—Yo no estaba aquí. Es más, hablé con él afuera.
— ¿Y hubo heridos?
—Yo fui una. Matías también.
—Hubo muchos, pero ningún muerto. Yo estaba ese día por pura casualidad.
— ¿Dónde estabas tú?
—Tenía que salir a hacer otra cosa.
—Tenemos que irnos —Paula avisa a Daniela y Daisy— Mis padres irán a mi casa y no creo que les agrade que no estemos. ¡Hasta mañana!
—Yo las alcanzo luego. Igual, son mis tíos, no me dirán nada a mí.
—Ok, nos vemos luego —Las mellizas se van.
—Veo que le gusta esto de hacer todo bien y causar buena impresión —Cristian nota.
—Y que los demás le den una buena primera impresión.
—Si fallas en eso, estás frito con ella.
—No te preocupes, le caíste bien.
—Y eso es tener suerte porque si llegas a caerle mal…
— ¿Cómo hiciste para conquistar a una chica tan perfeccionista? —Cristian sabía de antemano de la relación de Marc con la rubia.
—La verdad es que ni idea. Quizás le di una buena impresión.
—Dijiste algo extremadamente obvio.
Capítulo #14: “El Caso Salió Del Clóset”.
La Unidad 1 se encuentra en el cuarto de un hombre algo mayor junto al forense. La escena parece ser un accidente, pero de todos modos debe ser investigada.
— ¿Qué tenemos aquí?
—Yo diría que un accidente, pero hay que revisar —Héctor había llegado primero— Un sobrino encontró a su tío tirado debajo de la puerta de su clóset y nos llamó.
—Sí parece un accidente —Matías concuerda— Quizás la puerta estaba mal puesta o floja y se cayó con fuerza.
—Eso es lo que estoy pensando, pero tengo que asegurarlo.
—Yo no creo que una puerta que se cae pueda matar, ¡ni que fuera de piedra! —Marc no está de acuerdo.
—Por eso es que quiero revisar.
Los detectives abandonaron la escena y regresaron a la comisaría.
—Volvieron rápido —Opina Paula.
—Es que hace falta confirmar si fue o no un accidente.
— ¿A ustedes qué les parece?
—Yo no sé qué pensar, pero Marc cree que no es un accidente.
—Es que la puerta de un clóset no es tan pesada como para matar de una caída.
—Espera… ¿¡La puerta de un clóset!? —Diana exclama.
—Como lo oíste. Murió aplastado por la puerta de un clóset.
—Es cierto. A ustedes les toca lo raro.
—Marc tiene razón —Daniela también se encuentra allí— A menos que la puerta sea de acero, piedra o algo así, no creo que mate. Una vez, a Daisy le tocó atender algo parecido.
—Pero en vez de la del clóset, era la de la casa.
—Y es cierto —Héctor entra confirmando— Marc tiene la razón.
— ¿Es asesinato?
—La única manera de que una puerta de clóset pueda aplastar tanto es que le agreguen más peso o presión, y como el clóset no cayó, alguien tuvo que aplastarlo.
—Así que debemos revisar el clóset.
—Más nada.
—Vayamos antes de que limpien.
Parece que el caso va a estar fácil. Analizando el clóset, hallarían huellas de quien lo haya aplastado.
— ¿No se supone que esto lo hace un equipo forense? —Matías pregunta.
—No siempre. Y no encuentro huellas.
— ¿Será porque no eres experto en esto?
— ¡Siempre saqué bien esas pruebas en la academia! —Alex reclama.
—Oh… Bueno, quizás usó guantes.
— ¿No hay huellas de zapatos?
—Sí hay, y parece que son de estos —Marc levanta unos zapatos deportivos.
— ¿Qué clase de asesino deja los zapatos que usó en la escena del crimen?
—Parece que este tipo.
—No encuentro más nada. Llevémosle esto a Héctor —Concluyen la revisión y van a la comisaría— No van a creer lo gafo que es esto. Al parecer, el asesino dejó los zapatos que usó en la escena del crimen —Alex comparte con la 2.
—Si todos fueran así, sería genial. Nosotros tenemos que irnos, nos acaban de dar un caso.
—… Y yo algo que hacer —Marc avisa antes de irse. Alex y Matías aprovechan y van a dejarle la evidencia a Héctor.
—Nos quedamos solas aquí —Nota Daisy.
—Con Rex. Igual, Alex y Matías volverán rápido, quizás Marc.
— ¿Qué fue a hacer él?
—Ni idea.
—Una vez lo vi hacer lo mismo y volvió como una hora después, y siempre se va rápido luego de una llamada.
— ¿Y se va solo?
—Solito. Ni con Rex.
—Quizás no le dejen llevarlo a donde va.
—No lo había pensado.
—Ya volvimos —Los chicos anuncian.
—Daisy… ¿Podrías ir a traerme agua? Tengo sed —Pide Daniela.
—Iba a eso. Una para ti y otra para mí. Ya vuelvo.
—Bien, ¿qué piensan hacer para el cumpleaños de Daisy y Paula?
—No estamos seguros. Según Marc, Paula le dijo que hará como una reunión en su casa como la del otro día.
— ¿La del otro día?
—Cuando empezamos el trabajo, hizo una.
—No es raro viniendo de ella. Entonces, ¿le preguntamos si hará algo en casa?
—A ellas no. A Marc, sino va a sospechar.
—Ok, voy a llamarlo —Marca.
— ¿Dani? —Marc atiende, extrañado.
— ¡Hola! ¿A dónde fuiste?
—Estoy yendo a prisión. Brote de impredecibilidad.
—Ahh. La pregunta realmente era si Paula hará algo para su cumpleaños.
—Reunión en su casa.
— ¿Cómo es que viviendo con ella no lo sabía?
—Quizás iba a decirte hoy. Falta una semana. Debo colgar, ¡chao! —Cuelgan.
—No tengo fuerza —Leonardo está acostado sin moverse.
— ¿Desde cuándo?
—Desde que me desperté. Si acaso puedo mover los brazos.
—Ya veo por qué no te mueves. ¿Has intentado pararte?
—Por eso sé que no tengo fuerza.
—Vayamos por parte. Trata de mover los dedos.
—Los dedos sí puedo, de resto no. Sólo puedo mover los dedos y la boca. El resto de la cara me cuesta, pero sí puedo.
—Trata de agarrar esto —Le pasa un lápiz.
—Es inútil —Se le cae— No puedo ni agarrar un lápiz.
—No pensé que fuera para tanto. El lápiz se te fue tan fácil. Ni un segundo pudiste.
—Aunque no lo parezca, estoy tratando de mover las piernas.
— ¿¡Qué!? No pareciera —Se acerca.
— ¿Qué vas a hacer?
—Tratar de moverte —Sostiene sus piernas e intenta hacer que se muevan.
— ¡Para, eso duele!
—Quizás fui muy brusco. Intentaré con el brazo —Repite el proceso pero con el brazo izquierdo— ¿Sientes algo?
— ¿Debería?
—No lo sé… Para ver si te dolía.
—Para nada —Marc le levanta el brazo.
—Brazo levantado. ¿Quieres que te lo mantenga así un rato, que lo baje o lo suelto para ver si lo mantienes?
—Déjalo así. Después lo mantengo.
— ¿Y si llamo a Daniela para…?
—No lo hagas —Interrumpe— Si esto es porque me va a dar un paro-
— ¿Este era un síntoma? —Ahora Marc lo interrumpe.
—No me acuerdo.
— ¿Cuándo piensas decirles a todos sobre la enfermedad?
—No lo he pensado, pero ahora no.
— ¿Qué pasará si te da un paro en frente de alguno de los que no sabe o cuando se te forme el tumor?
—De verdad que no lo he pensado. Ya puedes ir soltando mi brazo, intentaré mantenerlo —Marc lo suelta. El brazo cae— ¿¡Pero por qué!? Ahora me lo golpeé feo. ¿¡Mi puño debía ir justo ahí!?
—La puntería siempre va al peor sitio. Trata de sentarte.
— ¿Cómo crees?
—No necesitas ni brazos ni piernas para hacerlo. Te ayudo —Lo levanta hasta sentarlo. Lo suelta para que se mantenga.
— ¡Sí puedo sentarme!
—Vas progresando. Vuelve a intentar con las piernas.
—El movimiento está volviendo —Se emociona al ver que puede.
—Mueve los brazos.
—Creo que ya no soy una estatua parlante.
— ¿Qué tal si te levantas?
—Mi fuerza no regresa —No lo logra.
—Agarra el lápiz.
—No se compara.
—Entonces intenta pararte.
—Ok —Acepta fastidiado. Se levanta, sorprendido— ¡Sí pued…! —Cae.
— ¿Qué pasó?
—Apenas me paré, sentí un mareo. ¿Es normal que vea todo con puntitos morados y negros?
—No lo creo.
—No se quitan. Se mueven… marean más… vuelve la debilidad… siento que me desmayaré… van desapareciendo… mi pecho, ¡ah!
—Alguien está a punto de un paro cardíaco en la cárcel —Marc llama.
En la comisaría, Daisy está impresionada viendo a Rex con una regadera en la boca, echándole agua a una planta de la oficina.
—Rex es gracioso y muy entrenado. ¿Cómo le enseñaron a regar la planta?
—Fue idea mía —Admite Matías— Un día le di una regadera y se me ocurrió.
—Lo entrenaste bien.
—He tenido varios perros. Sé cómo entrenarlos.
—Para todo, excepto para no robar comida.
—Tampoco soy el encantador de perros.
—Pensé que sabías hacerlo.
—No tengo el poder de entrenar exitosamente a todos los perros.
Mientras esperaban a Marc y a las pruebas del laboratorio, o a cualquiera que llegara primero, Matías, Alex, Daisy y Daniela conversaron. Al final, su compañero ganó y llegó primero, aunque no por mucho, pues la USH2 y Héctor entraron casi de inmediato.
—Las huellas coinciden con los zapatos.
—Ahora sólo hay que buscar al dueño de los zapatos.
—Ese es el problemita. Los zapatos eran de la víctima.
—Alguien los pidió “prestados”.
—Así que tendrán que buscar a alguien de la misma talla.
—Es la primera vez en un tiempo que nos toca algo tan fácil —Celebra Alex. Buscarían después del almuerzo.
— ¿Cuánto tiempo van a quedarse?
—Parece que hasta el año que viene. Más o menos un mes más.
— ¿Cuándo les darán vacaciones a ustedes?
—Creo que cuando terminemos este caso. Posiblemente mañana, no nos falta mucho.
—Después de terminar los casos, es verdad, Matías —Confirma Paula— Ya me lo dijo el teniente.
— ¡Bien! Hace falta un descanso.
— ¿Ustedes tienen algo planeado? —Todos niegan.
—Bueno, no tiene nada que ver con las vacaciones, pero dentro de una semana hago reunión/fiesta de cumpleaños en mi casa.
—Acuérdense, son dos regalos, no uno. Nah, bromeo, pero de verdad también cumplo ese día.
— ¿Vas a llevar a Rex?
—Llévalo —Daisy le pide.
—No sé si dejarlo en casa o si llevarlo. Es muy travieso y no sé qué tipo de broma podría llegar a hacer.
— ¿Cuánto tiempo tiene?
—Ni un año. Nueve meses.
— ¡Con razón es así! Es un cachorro todavía.
—Llévalo. Más daño que dejar una pelota en medio del camino para hacerte caer en la mesa no puede hacer.
— ¿Hizo eso? —Diana pregunta.
—Y para hacer caer la mesa. Dos en una.
— ¡Me lo imagino! —Se ríe— “Bueno, la comida está- ¡Whoa!” y se cae todo con todo y mesa —Causa que Marc la vea con mala cara.
—No es por nada, pero creo que fue tal cual —Paula dice. Marc las ve peor.
—No te enojes…
Más tarde, en la oficina, reposan la comida por unos minutos antes de seguir el caso. Carlos pasa por afuera y los ve.
—Veo que no tienen nada que hacer —Aprovecha para hablarles.
—Realmente sí. Estamos reposando la comida. ¿Y eso que estás aquí? —Su hijo responde.
—Vengo a decirles algo. A partir del próximo año, va a haber un nuevo abogado de fiscalía y lo más probable es que le toque defender a algunos de sus casos.
— ¿Ah sí? ¿Y quién es? —A Diana le entra curiosidad.
—Pasa adelante, nuevo colega —Se dirige a alguien a su lado que no se ve por la puerta. Diana, Matías, Alex, Sebastián y Marc se sorprenden al ver entrar a un joven un poco alto, rubio y de ojos verdes.
— ¡Cristian Bouchard LeBlanc! —Diana se levanta y se dirige a él hablando con acento francés— ¡Qué sorpresa!
— ¿Por qué siempre lo dices así?
— ¿Me vas a decir que no lo extrañaste?
—Siempre me molestó tu acentito francés al decir mi nombre, pero sí lo extrañé —Ve a Daniela, asombrado— ¿No te habías ido a Nueva York?
—Sí, pero regresé y estaré hasta el año que viene aquí.
—Es un gusto verlos a todos juntos como antes… ¿Y ustedes quiénes son?
—Paula Montesco. Compañera de trabajo y parte de la USH2. Mucho gusto.
—Cristian Bouchard. Próximo abogado de fiscalía y… amigo de infancia de muchos aquí.
—Bouchard LeBlanc… —Piensa— ¿Francés o canadiense?
—Soy canadiense.
—Y yo soy Daisy Montesco. Melliza de Paula. Soy paramédica en Nueva York y también estoy de visita con Daniela.
—Son hermanas… ¿¡Mellizas!?
—Así como lo oyes.
— ¡No parecen hermanas!
— ¿Y si te digo que son mis primas?
—Con razón tienen el mismo apellido.
—Lamento interrumpir, pero en un momento Cristian tiene que ir a un juicio como observador. Así sabrá cómo se trabaja aquí. Regresaremos en un rato.
—Nos vemos luego —Se despide.
—Ese es el Cristian del que tanto hablan —Comenta Paula.
—Sí, es él.
—Parece ser amable y agradable… —Paula empieza con sus primeras impresiones.
—Digamos que él es el más serio o tranquilo, como quieras llamarle, de nuestro grupo.
—Se le nota.
—Igual, en una mini conversación no se puede saber bien la personalidad de una persona —Opina Daisy.
—Esa eres tú.
—Es que a ti te importa demasiado la primera impresión. Si por mala suerte te presentan a alguien un día en que está de mal humor, piensas que la persona es una amargada.
—La primera impresión es muy importante, hermana.
—Y ni me digas con los que están o han estado presos. A ellos ni les ves los pies y ya los repudias en mayúsculas, subrayado, en negritas y cursiva.
—Si una persona ha estado presa es porque NO es para nada buena. Si estuvo fue por algo. No hace falta ni verla.
— ¿Y si estuvo a causa de una enfermedad mental… como los que tienen impredecibilidad? —Daniela incluye el tema por cierta razón— Ellos no tienen la culpa de ser así. No escogieron serlo ni lo desearon.
—Igual. En sus brotes podrían controlarse.
— ¡En muy pocos casos! Pero la gran mayoría no puede controlarse y necesitan de otra persona para hacerlo.
—Pues deberían aprender a controlarse.
— ¡Paula! —Diana interviene— Eso es lo que hace la enfermedad. Descontrolar a las personas. Al tener un brote, ellos no pueden calmar lo que sienten o controlar lo que hacen sin ayuda.
—Pero no todos terminan en la cárcel. Eso quiere decir que o saben controlarse-
—O cuentan con alguien que los ayude —Marc se desespera e interrumpe— Lo que queremos decirte es que lo que una persona hace bajo efectos de la enfermedad no es por su propia voluntad. Algunas cosas que hacen jamás las harían estando en normalidad. Hay una diferencia entre voluntario y no.
—Entonces, ¿por qué lo hacen?
—No quería decirlo, pero a veces te pasas de terca —Confiesa Sebastián.
—No me meteré más en esto —Marc se harta y sale de la oficina.
—Lo hacen porque la enfermedad los controla.
— ¡Entonces deberían recibir ayuda!
— ¡Ya! —Matías los detiene— Olvídenlo, cuando Paula piensa y tiene una opinión sobre algo, es MUY difícil que cambie su punto de vista.
— ¿Van a seguir con sus casos?
—Nosotros sí. Vámonos a buscar a la persona de la talla.
Alex y Matías buscan a Marc y se van a buscar al hombre de talla 10, parecía fácil, pero a la vez no, pues esa talla es algo común. Van a una casa donde viven el hijo y el sobrino de la víctima.
— ¿Qué talla de zapatos es usted?
—8.5, ¿por qué?
—Parte de la investigación. ¿Y usted qué talla es?
—11. Me quedarían pequeños si es lo que creo —Responde el sobrino.
— ¿Qué es lo que cree?
—Que yo me acuerde, al lado del clóset había unos zapatos de mi tío. Si creen que el asesino los usó…
— ¿Hay alguien talla 10 en la familia o conocidos?
—No que yo sepa.
Más tarde, en la comisaría, el grupo llega decepcionado.
—Revisamos en todas las casas de los familiares y amigos y nada. Nadie 10.
—Tan fácil que parecía todo. No saldremos de vacaciones hoy —Matías se queja.
—Lo único que quieres es descansar, ya me di cuenta.
—Vine hace un rato y no estaban —Cristian los encuentra.
—Estábamos afuera investigando. Llegamos hace poco.
— ¿Cómo te fue?
—Yo sólo estaba observando, pero me fue bien. Tener a Carlos como compañero y guía es algo raro, pero es bueno tener a un abogado de su nivel como… ¿Tutor? No es una oportunidad que tiene todo el mundo.
— ¿No sientes como un poco de presión?
—Un poco, no mucha.
—Porque te digo, aunque no tengamos el mismo trabajo, yo a veces me siento bajo presión sólo porque trabaja aquí —Marc admite.
— ¿Tú papá trabaja aquí?
— ¿Llevas aquí tres meses y te enteras ahora? —Daniela no lo cree.
— ¡Es en serio! Como casi nunca voy al piso de abogados…
—El día del tiroteo el hombre no llegó a ese piso…
—Es que estaba en contra de los policías, no de los abogados.
— ¿Hubo un tiroteo aquí?
—Hace como dos meses, creo. Un hombre armado y enmascarado entró aquí y él solo comenzó un tiroteo.
—Yo no estaba aquí. Es más, hablé con él afuera.
— ¿Y hubo heridos?
—Yo fui una. Matías también.
—Hubo muchos, pero ningún muerto. Yo estaba ese día por pura casualidad.
— ¿Dónde estabas tú?
—Tenía que salir a hacer otra cosa.
—Tenemos que irnos —Paula avisa a Daniela y Daisy— Mis padres irán a mi casa y no creo que les agrade que no estemos. ¡Hasta mañana!
—Yo las alcanzo luego. Igual, son mis tíos, no me dirán nada a mí.
—Ok, nos vemos luego —Las mellizas se van.
—Veo que le gusta esto de hacer todo bien y causar buena impresión —Cristian nota.
—Y que los demás le den una buena primera impresión.
—Si fallas en eso, estás frito con ella.
—No te preocupes, le caíste bien.
—Y eso es tener suerte porque si llegas a caerle mal…
— ¿Cómo hiciste para conquistar a una chica tan perfeccionista? —Cristian sabía de antemano de la relación de Marc con la rubia.
—La verdad es que ni idea. Quizás le di una buena impresión.
—Dijiste algo extremadamente obvio.
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
Capítulo #14: "El Caso Salió Del Clóset" (Segunda parte).
—Oigan… Sé que no lo he dicho y de seguro están extrañados por eso, pero… ¿Y Leonardo?
— ¿Carlos no te lo dijo? —Diana se extraña.
— ¿Decirme qué? ¿Le pasó algo?
—Con lo que te voy a decir, pensarás dos cosas. Leonardo fue el primer caso de Marc, Alex y Mati.
—Hay cuatro cosas pasando por mi cabeza.
— ¿Y cuáles son?
—Secuestrador, pero no lo creo posible; secuestrado, no sería la primera vez; testigo o… ¿¡víctima!? —Se alarma al ver que nadie le daba pistas sobre la verdad de sus suposiciones.
—Me ampliaste a específicamente las dos cosas que pensé.
—Pero díganme, ¿qué le pasó?
— ¿“Impredecibilidad” te dice algo?
— ¿¡Está preso!? Lo que causa eso… ¿Qué le hizo hacer?
—Secuestrar a Pauline y casi matarme, accidentalmente.
Cristian queda impactado mientras procesa la información. Sus amigos le explican todo lo sucedido. El día siguiente, Matías comparte información con el forense.
—No hay nadie de la misma talla.
—O le quedaron grandes, o le quedaron pequeños al asesino.
— ¿Pero ahora cómo podemos saber quién los usó?
—Voy a ver si consigo ADN en los zapatos.
Matías vuelve a la oficina, donde ve a Marc buscando algo en la computadora.
— ¿Qué haces?
—Busco cualquier tipo de dato que nos pueda servir para hallar razones para matar al hombre. Seguro de vida, herencia… Cosas así.
— ¿Has encontrado algo?
—Todo me hace pensar que fue el hijo. La cantidad de dinero que ganaría… consiguió, bueno, no… Como quieran decirlo, es bastante alta —Se enreda.
— ¿El hijo no es el que usa talla 8.5?
—Ese mismo.
— Una talla y media de menos… Eso es incómodo.
— ¿Quién se puso tan cómodo? —Sebastián entra junto a su grupo
—El hijo de la víctima de nuestro caso si es el asesino.
—La comodidad ante todo.
—Hoy todos están sarcásticos —Diana señala.
— ¡No me digas!
—Nosotros estamos a punto de resolver nuestro caso.
—Parece que nuestros últimos casos del año fueron muy fáciles.
—Eso parece. Nosotros esperamos unas pruebas.
— ¿Llegaste ayer a tiempo a tu casa?
—Casi justo. No terminábamos de entrar cuando llegaron.
—Quiero helado —Diana piensa en voz alta.
— ¿¡Con este frío!? —Paula se espanta.
—Diana no es la única —Matías concuerda.
—Ustedes y sus cosas raras.
—Yo también quiero —Sebastián se une.
—Cuando salgamos, vamos y compramos.
— ¿La única con frío soy yo?
—Eso parece.
—Buenas noticias —Héctor notifica— Conseguí dos perfiles de ADN. Uno de la víctima y el otro es del hijo. Como tiene uno solo…
—Vamos a arrestarlo.
Luego de arrestarlo, lo llevan a la sala de interrogatorios.
— ¿Pero por qué usaría unos zapatos de más de una talla más grandes que los míos? ¿¡Quién haría esa locura!?
—Simplemente para evitar sospechas, y tú.
—Si tanto insisten, ¿por qué lo maté?
—Porque quería el dinero del seguro y la herencia.
— ¿Saben qué? Quiero un abogado.
Afuera, Marc observaba el interrogatorio con su padre.
— ¿Ese muchacho que dice que usó una vez los zapatos de su padre sólo para ver cuánto le sobraba es de su caso?
— ¿Verdad que es raro? —Se da cuenta de la tontería— ¿¡Dijo eso!?
— ¡Sí! Es que no puede ser más… Menos inteligente porque no se puede. Esa excusa nadie se la cree —Carlos se aleja.
—Está que se ríe a carcajadas en su cara —Y Cristian llega— Aunque es verdad, ¿quién le va a creer eso?
— ¿Cómo te ha ido hoy con él?
—Lo primero que hizo fue un mini discurso de que debo mantener un expediente limpio, porque cualquier cosa podría usarse en mi contra para ganar un caso.
—Eso es bastante cierto.
—Lo sé. Pero parece estar tan fijado en eso…
—Lo está desde que mi hermano está preso.
—Oh, sí, justo me lo puso como ejemplo.
—Seguro le habló mal.
—Te digo… Yo creo que no me dijo que se avergonzaba de Leonardo porque soy su amigo.
— ¿Cómo puede subir el desprecio tan rápido? Entiendo que eso puede perjudicarle en algún juicio, pero es que es tan alto el enojo que ni quiere hablarle.
— ¿Desde cuándo no le habla?
—No le habla ni lo ha visto desde mucho antes de que estuviera preso —Y con “mucho”, de verdad era mucho tiempo, quizás unos seis meses.
— ¿No lo ha visto ni siquiera?
—No. Me dijeron que cuando un compañero le dijo que lo iban a ejecutar en la silla eléctrica, él casi ni se preocupó. Ya te podrás imaginar lo molesto que está.
— ¿Ni por eso? Yo creo que se está pasando. ¿Leonardo sabe eso?
—Sí lo sabe. No sabes cómo se puso.
— ¿Y Carlos sabe del intento de asesinato?
—Le dije y de nuevo, no se preocupó. Sólo dijo “¿qué le hicieron a ese par?”.
—Tu padre es el único que responde eso si le cuentan algo así. Y con “ese par” suena como si los conociera.
—Él fue el abogado de su caso. Fue el que los encarceló. Sabe mejor que nadie todo lo que han hecho y lo peligrosos que pueden llegar a ser, pero ni por eso.
—Eso es tener demasiado rencor.
—Yo creo que si llegara a hablarle, le diría “¿Tú qué crees que pensaría tu madre de esto?” para ponerlo mal, no lo dudo.
—Golpe bajo directo con esa pregunta. ¿Ni lo de la impredecibilidad lo hace cambiar de opinión?
—Es como Paula. Piensa que ellos pueden controlarse en sus brotes o que siempre deberían estar con alguien que los ayude.
—Como si eso fuera tan fácil. Yo me pregunto, si llegara a pasar, digo, no quiero y espero que eso no ocurra, que a tu hermano le dé una enfermedad mortal o que aseguren que le queda poco, ¿cómo reaccionaría Carlos? ¿Qué diría? Porque es posible que no se haya preocupado por el intento de asesinato porque al final vivió, pero si le aseguraran que no lo hará, ¿qué pasaría?
Marc se quedó pensando. Lo que Cristian acababa de decir era una suposición -si se le puede llamar así pues no estaba alejada de la realidad, de verdad está pasando por eso a escondidas de todos- muy interesante. En todo caso, la pregunta indicada sería “¿Qué pasaría si le contaras a tu padre que Leonardo sufre de cardioma?”, pero claro, jamás la formularía. De seguro pasará el resto del día pensando en ello.
—No lo había pensado. Lástima que la posible única manera sea trágica. ¿Sabes? Es horario de visitas. Si estás libre, podríamos pasar.
—Vayamos —Los amigos se marchan.
—Parece que hoy terminamos el caso —Matías deja saber.
—Oh sí, por fin vacaciones.
—Nosotros igual. Ya arrestamos al asesino y todo. Estamos esperando a que les confirmen el fin de caso.
—Y luego iremos por el helado —Recuerda Diana.
—Irán a congelarse —Opina Paula.
— ¿No irás a comer helado?
—Iré por acompañarlos —Daisy se acerca a Paula con una chaqueta— ¿Qué haces?
—Te pongo una chaqueta para que te dé calor y comas helado. Me lo agradecerás. ¡No te lo quites!
—Buenas noticias —Carlos entra— Su trabajo ha terminado.
— ¡Sí!
— ¿Cómo fue al final?
—El hijo se metió en el clóset y aflojó la puerta para que le cayera encima a su padre. Se quedó adentro hasta que cayó la puerta. Para asegurarse del asesinato, se paró encima de la puerta para aplastarlo más. Los zapatos eran para que no sospecharan de él y sí, fue por el dinero del seguro y la herencia.
—Teníamos razón.
—Unidades de Secuestros y Homicidios 1 y 2, en este momento sólo queda decir felices vacaciones navideñas.
— ¡Gracias! —Exclaman todos.
— ¡Genial, hasta el año que viene, oficina!
— ¿Dónde está Marc?
—Creo que se puso a hablar con Cristian.
—Voy a avisarle lo del caso —Matías lo llama.
—Antes de que me preguntes, voy a visitar a Leo con Cristian —Atiende.
—No era por eso. Carlos nos dio noticias.
— ¿De qué tipo?
—Caso resuelto. Ya estamos de vacaciones.
— ¡Bien! Si siguen con lo del helado, me esperan.
—Seguro —Cuelgan.
—Adivina quién me acompaña hoy —Marc reta a Leonardo.
— ¿Daniela?
—No.
— ¿Diana, Alex, Matías…?
—No, no y no.
— ¿Alguno de tus compañeros?
—En parte.
— ¿Cómo que “en parte”?
—Podría decirse que sí pero no.
—Me rindo… Si no es Daniela o algún compañero tuyo, ¿quién más pudo venir? Papá trabaja en la comisa- Espera, ¿¡él!?
—Tampoco.
— ¿A quién más conozco que trabaje en la comisaría?
—Te presento a la voz de mi nuevo medio colega. ¡Habla!
— ¿Qué quieres decir con eso? —Se confunde.
—No creo que me hayas olvidado —Cristian aun no se deja ver.
— ¡Cristian! Eras el único que faltaba por aparecer. ¿Y desde cuándo trabajas en la comisaría?
—Aun no totalmente —Aparece— Empiezo el año que viene.
—Un mes, prácticamente.
— ¿Y si te digo que yo ya estoy de vacaciones?
—Qué suerte. Yo sería feliz con libertad condicional.
—No creo que te la den hasta más o menos mayo.
—No es eso. No me la van a dar, ya me lo dijeron. Y quería ver adornos de Navidad este año, comida navideña, regalos… Digan algo que me anime —Pensar en lo que se perdería no le estaba haciendo bien.
—Amárrate las trenzas —Marc indica.
—Muy gracioso —Después de ver— ¡Estoy en medias! Tiempo sin caer en esa broma. Yendo a lo tuyo —Refiriéndose a Cristian— ¿Quién te está mostrando la comisaría?
—Tu papá.
— ¿Y qué tal?
—Bien… A cada rato tiene algo que mostrarme.
— ¿Y no te ha hecho discursos?
—Uno algo corto sobre mantener limpio el historial.
—De seguro habló mal de mí —Sospecha. Comenzó a imitar la voz de su padre— “Mantener un historial limpio incluye hasta cómo es tu familia. Si algún pariente cercano cometió una falta como ser detenido por posesión de drogas, alcohol, andar ebrio, multas o cosas más serias como terminar en la cárcel por secuestro, robo, homicidio y otra infracción, puede ser usado en tu contra como ‘si tu familiar lo hizo, ¿por qué tendría que creer que tú no?’ pero es peor si es un hijo, porque te dirían algo como ‘si tu hijo hizo tal cosa, quiere decir que usted lo educó mal, es un mal padre. Si no pudo enseñarle o hacerle creer algo a su hijo, ¿por qué lo intenta con nosotros?’, así que ten mucho cuidado…”
— ¿Cómo imitas tan perfectamente?
—“… Porque a mí ya me pueden decir eso por culpa del muchachito de Leonardo que está preso por secuestro y por agredir a un policía. ¿Sabes lo mucho que podría afectarme eso? ¡MUCHO! Yo pensaba que él no me daría problemas y resulta que es al revés. No sé qué pensar de Leonardo, sólo sé que… No sé cómo decirlo” —Vuelve a hablar con su verdadera voz— Y de seguro no dijo “me avergüenzo” o “me decepciona” porque eres mi amigo. Sólo por eso.
—Yo pensé y pienso igual…
— ¿¡Dijo todo eso!? —Leo pone cara de ofensa.
— ¡Cuidado con lo que dices! —Susurra Marc. Cristian no lo escucha.
—Como si hubieras escuchado… —Marc lleva su mano a su frente. Cristian se da cuenta— ¿Qué pasó?
— ¿No me escuchaste?
— ¿Escuchar qué?
—Olvídalo, ya la pusiste. Si le da un brote, es culpa tuya.
— ¿Un brote…? ¡Oh! No me acordaba.
—Súper, la oveja negra de la familia.
—No quise decir eso.
—Lo dices para que me ponga así, y es verdad lo que dije.
—Claro que no…
—Cristian Bouchard, mira lo que has hecho —Recrimina Marc.
— ¡No me acordaba! —Se defiende.
—Hermano policía, padre abogado, madre periodista… Hijo preso.
— ¿¡Cómo lo paro!?
—Tienes que decirle algo que lo anime pero mucho. Cualquier cosa no funcionará, buscará la manera de usarlo en su contra y empeorarse. Piensa bien. Pero no dejes lo mejor para ahora, es mejor que dejes que se desahogue un rato mientras lo calmas.
—Parece difícil.
—Lo es, pero debes intentarlo.
—Tanta gente de buen ejemplo y yo aquí, qué vergüenza —Leo sigue con sus pensamientos.
—Pero lo que hiciste no fue por tu propia voluntad.
—Tanta gente cuerda y yo, un loco que no sabe controlarse —Parece que no le estaba parando.
— ¿Esto pasa muy a menudo?
—Diferentes emociones, pero al menos uno a la semana.
—No me imagino cómo sería si no tuviera a nadie.
—Si no tuviera a nadie, ya se habría matado.
— ¿Qué?
—Uno de los efectos del brote de tristeza es tener tendencias suicidas. ¿Por qué crees que pidió pena de muerte antes?
—No sabía que la enfermedad llegaba a ser tan grave… Quiere decir que si le llegara a dar un brote así de la nada y no tiene a nadie que lo ayude porque está solo, ¿podría llegar a matarse?
—Exactamente. La mayoría de los brotes salen de la nada. Puede estar de lo más tranquilo en un momento y al segundo está mal.
—La decepción de la familia… ¿Qué puede ser peor? —Leo no se detuvo.
—Cuando salgas de aquí, podrás hacer la diferencia.
—Pero haga lo que haga, nada me quitará la etiqueta.
—Pero lo que hagas puede hacer que eso quede como un error del pasado.
—Pero la etiqueta seguirá presente —Cristian resopla tratando de calmarse. Era más difícil de lo que esperaba.
—Sí, es desesperante, pero hay que hacerlo.
—Yo no soy de los que tienen poca paciencia, pero esto me sobrepasa.
— ¡No voy a servir para nada! —Resalta— No me aceptarán en ningún trabajo, no creo poder tener pareja, ¿qué chica quiere estar con un impredecible que estuvo preso?
—Siempre lo dice.
— ¿Sabes qué? ¡Si sigues con esa mentalidad de “no creo, no pasará, no puedo”, de verdad no lo lograrás!
—Eso puedo entenderlo, pero ¿y el enojo de mi padre? Ni se preocupa por mí.
—Se le pasará.
— ¿Tú crees? Con lo que dijo en el discurso, se le nota que no se le quitará en mucho tiempo.
—“Mucho tiempo” no es sinónimo de “nunca”.
—Es que lo que me pone mal es que ni se preocupa por mí, y soy una vergüenza para él. Es horrible ser la decepción de la familia.
—Creo que esto va para largo.
—Si él me viera, no me hablaría de la rabia que me tiene, y si me hablara… —Recurre a la imitación— “¿¡Cómo te ha podido pasar por la cabeza hacer semejante cosa!? ¿¡Dónde quedó todo lo que te enseñé con tu madre!? Me decepcionas mucho… ¿¡Qué pensaría tu madre!?” —Se detiene repentinamente con un gesto de mala sorpresa.
—Oh, oh…
— ¿Qué pensaría…? —Queda reflexionando.
—Lo que habíamos dicho… —Cristian advierte a Marc.
— ¡Cada vez se pone peor! Ella estaría muy avergonzada. Oh no…
—No pienses eso… —Marc interviene— No estaría así porque ella aceptaría lo de la impredecibilidad. Una vez escribió un artículo sobre eso, ¿lo recuerdas? Hasta habló de eso en uno de los programas. Nosotros estábamos ahí.
—Cierto… Menos mal, no se decepcionaría —Medio sonríe.
— ¿¡Qué!? —Cristian queda incrédulo— No puede ser… ¿¡Cómo es que de una sola y a la primera lograste calmarlo!?
—Hay que tener práctica —Marc le da una cara de triunfo.
Más tarde, cada uno volvió a su sitio.
— ¡Me esperaron! —Marc encuentra a sus compañeros en la oficina.
—Claro. No íbamos a dejarte por fuera —Explica Paula. Marc la ve raro— ¿Qué ves?
— ¿Tienes tanto frío así?
—Ah, ¿la chaqueta? No… Es que Dais… —Se da cuenta— Sí, tengo frío —Dice casi con puchero.
—No hagan el cliché del abrazo por frío —Sebastián le arruina el plan, ganando una mirada rara por parte de ambos.
— ¡Vayamos por los helados! —Exclama Diana, todos se van.
Fin del Capítulo #14.
—Oigan… Sé que no lo he dicho y de seguro están extrañados por eso, pero… ¿Y Leonardo?
— ¿Carlos no te lo dijo? —Diana se extraña.
— ¿Decirme qué? ¿Le pasó algo?
—Con lo que te voy a decir, pensarás dos cosas. Leonardo fue el primer caso de Marc, Alex y Mati.
—Hay cuatro cosas pasando por mi cabeza.
— ¿Y cuáles son?
—Secuestrador, pero no lo creo posible; secuestrado, no sería la primera vez; testigo o… ¿¡víctima!? —Se alarma al ver que nadie le daba pistas sobre la verdad de sus suposiciones.
—Me ampliaste a específicamente las dos cosas que pensé.
—Pero díganme, ¿qué le pasó?
— ¿“Impredecibilidad” te dice algo?
— ¿¡Está preso!? Lo que causa eso… ¿Qué le hizo hacer?
—Secuestrar a Pauline y casi matarme, accidentalmente.
Cristian queda impactado mientras procesa la información. Sus amigos le explican todo lo sucedido. El día siguiente, Matías comparte información con el forense.
—No hay nadie de la misma talla.
—O le quedaron grandes, o le quedaron pequeños al asesino.
— ¿Pero ahora cómo podemos saber quién los usó?
—Voy a ver si consigo ADN en los zapatos.
Matías vuelve a la oficina, donde ve a Marc buscando algo en la computadora.
— ¿Qué haces?
—Busco cualquier tipo de dato que nos pueda servir para hallar razones para matar al hombre. Seguro de vida, herencia… Cosas así.
— ¿Has encontrado algo?
—Todo me hace pensar que fue el hijo. La cantidad de dinero que ganaría… consiguió, bueno, no… Como quieran decirlo, es bastante alta —Se enreda.
— ¿El hijo no es el que usa talla 8.5?
—Ese mismo.
— Una talla y media de menos… Eso es incómodo.
— ¿Quién se puso tan cómodo? —Sebastián entra junto a su grupo
—El hijo de la víctima de nuestro caso si es el asesino.
—La comodidad ante todo.
—Hoy todos están sarcásticos —Diana señala.
— ¡No me digas!
—Nosotros estamos a punto de resolver nuestro caso.
—Parece que nuestros últimos casos del año fueron muy fáciles.
—Eso parece. Nosotros esperamos unas pruebas.
— ¿Llegaste ayer a tiempo a tu casa?
—Casi justo. No terminábamos de entrar cuando llegaron.
—Quiero helado —Diana piensa en voz alta.
— ¿¡Con este frío!? —Paula se espanta.
—Diana no es la única —Matías concuerda.
—Ustedes y sus cosas raras.
—Yo también quiero —Sebastián se une.
—Cuando salgamos, vamos y compramos.
— ¿La única con frío soy yo?
—Eso parece.
—Buenas noticias —Héctor notifica— Conseguí dos perfiles de ADN. Uno de la víctima y el otro es del hijo. Como tiene uno solo…
—Vamos a arrestarlo.
Luego de arrestarlo, lo llevan a la sala de interrogatorios.
— ¿Pero por qué usaría unos zapatos de más de una talla más grandes que los míos? ¿¡Quién haría esa locura!?
—Simplemente para evitar sospechas, y tú.
—Si tanto insisten, ¿por qué lo maté?
—Porque quería el dinero del seguro y la herencia.
— ¿Saben qué? Quiero un abogado.
Afuera, Marc observaba el interrogatorio con su padre.
— ¿Ese muchacho que dice que usó una vez los zapatos de su padre sólo para ver cuánto le sobraba es de su caso?
— ¿Verdad que es raro? —Se da cuenta de la tontería— ¿¡Dijo eso!?
— ¡Sí! Es que no puede ser más… Menos inteligente porque no se puede. Esa excusa nadie se la cree —Carlos se aleja.
—Está que se ríe a carcajadas en su cara —Y Cristian llega— Aunque es verdad, ¿quién le va a creer eso?
— ¿Cómo te ha ido hoy con él?
—Lo primero que hizo fue un mini discurso de que debo mantener un expediente limpio, porque cualquier cosa podría usarse en mi contra para ganar un caso.
—Eso es bastante cierto.
—Lo sé. Pero parece estar tan fijado en eso…
—Lo está desde que mi hermano está preso.
—Oh, sí, justo me lo puso como ejemplo.
—Seguro le habló mal.
—Te digo… Yo creo que no me dijo que se avergonzaba de Leonardo porque soy su amigo.
— ¿Cómo puede subir el desprecio tan rápido? Entiendo que eso puede perjudicarle en algún juicio, pero es que es tan alto el enojo que ni quiere hablarle.
— ¿Desde cuándo no le habla?
—No le habla ni lo ha visto desde mucho antes de que estuviera preso —Y con “mucho”, de verdad era mucho tiempo, quizás unos seis meses.
— ¿No lo ha visto ni siquiera?
—No. Me dijeron que cuando un compañero le dijo que lo iban a ejecutar en la silla eléctrica, él casi ni se preocupó. Ya te podrás imaginar lo molesto que está.
— ¿Ni por eso? Yo creo que se está pasando. ¿Leonardo sabe eso?
—Sí lo sabe. No sabes cómo se puso.
— ¿Y Carlos sabe del intento de asesinato?
—Le dije y de nuevo, no se preocupó. Sólo dijo “¿qué le hicieron a ese par?”.
—Tu padre es el único que responde eso si le cuentan algo así. Y con “ese par” suena como si los conociera.
—Él fue el abogado de su caso. Fue el que los encarceló. Sabe mejor que nadie todo lo que han hecho y lo peligrosos que pueden llegar a ser, pero ni por eso.
—Eso es tener demasiado rencor.
—Yo creo que si llegara a hablarle, le diría “¿Tú qué crees que pensaría tu madre de esto?” para ponerlo mal, no lo dudo.
—Golpe bajo directo con esa pregunta. ¿Ni lo de la impredecibilidad lo hace cambiar de opinión?
—Es como Paula. Piensa que ellos pueden controlarse en sus brotes o que siempre deberían estar con alguien que los ayude.
—Como si eso fuera tan fácil. Yo me pregunto, si llegara a pasar, digo, no quiero y espero que eso no ocurra, que a tu hermano le dé una enfermedad mortal o que aseguren que le queda poco, ¿cómo reaccionaría Carlos? ¿Qué diría? Porque es posible que no se haya preocupado por el intento de asesinato porque al final vivió, pero si le aseguraran que no lo hará, ¿qué pasaría?
Marc se quedó pensando. Lo que Cristian acababa de decir era una suposición -si se le puede llamar así pues no estaba alejada de la realidad, de verdad está pasando por eso a escondidas de todos- muy interesante. En todo caso, la pregunta indicada sería “¿Qué pasaría si le contaras a tu padre que Leonardo sufre de cardioma?”, pero claro, jamás la formularía. De seguro pasará el resto del día pensando en ello.
—No lo había pensado. Lástima que la posible única manera sea trágica. ¿Sabes? Es horario de visitas. Si estás libre, podríamos pasar.
—Vayamos —Los amigos se marchan.
—Parece que hoy terminamos el caso —Matías deja saber.
—Oh sí, por fin vacaciones.
—Nosotros igual. Ya arrestamos al asesino y todo. Estamos esperando a que les confirmen el fin de caso.
—Y luego iremos por el helado —Recuerda Diana.
—Irán a congelarse —Opina Paula.
— ¿No irás a comer helado?
—Iré por acompañarlos —Daisy se acerca a Paula con una chaqueta— ¿Qué haces?
—Te pongo una chaqueta para que te dé calor y comas helado. Me lo agradecerás. ¡No te lo quites!
—Buenas noticias —Carlos entra— Su trabajo ha terminado.
— ¡Sí!
— ¿Cómo fue al final?
—El hijo se metió en el clóset y aflojó la puerta para que le cayera encima a su padre. Se quedó adentro hasta que cayó la puerta. Para asegurarse del asesinato, se paró encima de la puerta para aplastarlo más. Los zapatos eran para que no sospecharan de él y sí, fue por el dinero del seguro y la herencia.
—Teníamos razón.
—Unidades de Secuestros y Homicidios 1 y 2, en este momento sólo queda decir felices vacaciones navideñas.
— ¡Gracias! —Exclaman todos.
— ¡Genial, hasta el año que viene, oficina!
— ¿Dónde está Marc?
—Creo que se puso a hablar con Cristian.
—Voy a avisarle lo del caso —Matías lo llama.
—Antes de que me preguntes, voy a visitar a Leo con Cristian —Atiende.
—No era por eso. Carlos nos dio noticias.
— ¿De qué tipo?
—Caso resuelto. Ya estamos de vacaciones.
— ¡Bien! Si siguen con lo del helado, me esperan.
—Seguro —Cuelgan.
—Adivina quién me acompaña hoy —Marc reta a Leonardo.
— ¿Daniela?
—No.
— ¿Diana, Alex, Matías…?
—No, no y no.
— ¿Alguno de tus compañeros?
—En parte.
— ¿Cómo que “en parte”?
—Podría decirse que sí pero no.
—Me rindo… Si no es Daniela o algún compañero tuyo, ¿quién más pudo venir? Papá trabaja en la comisa- Espera, ¿¡él!?
—Tampoco.
— ¿A quién más conozco que trabaje en la comisaría?
—Te presento a la voz de mi nuevo medio colega. ¡Habla!
— ¿Qué quieres decir con eso? —Se confunde.
—No creo que me hayas olvidado —Cristian aun no se deja ver.
— ¡Cristian! Eras el único que faltaba por aparecer. ¿Y desde cuándo trabajas en la comisaría?
—Aun no totalmente —Aparece— Empiezo el año que viene.
—Un mes, prácticamente.
— ¿Y si te digo que yo ya estoy de vacaciones?
—Qué suerte. Yo sería feliz con libertad condicional.
—No creo que te la den hasta más o menos mayo.
—No es eso. No me la van a dar, ya me lo dijeron. Y quería ver adornos de Navidad este año, comida navideña, regalos… Digan algo que me anime —Pensar en lo que se perdería no le estaba haciendo bien.
—Amárrate las trenzas —Marc indica.
—Muy gracioso —Después de ver— ¡Estoy en medias! Tiempo sin caer en esa broma. Yendo a lo tuyo —Refiriéndose a Cristian— ¿Quién te está mostrando la comisaría?
—Tu papá.
— ¿Y qué tal?
—Bien… A cada rato tiene algo que mostrarme.
— ¿Y no te ha hecho discursos?
—Uno algo corto sobre mantener limpio el historial.
—De seguro habló mal de mí —Sospecha. Comenzó a imitar la voz de su padre— “Mantener un historial limpio incluye hasta cómo es tu familia. Si algún pariente cercano cometió una falta como ser detenido por posesión de drogas, alcohol, andar ebrio, multas o cosas más serias como terminar en la cárcel por secuestro, robo, homicidio y otra infracción, puede ser usado en tu contra como ‘si tu familiar lo hizo, ¿por qué tendría que creer que tú no?’ pero es peor si es un hijo, porque te dirían algo como ‘si tu hijo hizo tal cosa, quiere decir que usted lo educó mal, es un mal padre. Si no pudo enseñarle o hacerle creer algo a su hijo, ¿por qué lo intenta con nosotros?’, así que ten mucho cuidado…”
— ¿Cómo imitas tan perfectamente?
—“… Porque a mí ya me pueden decir eso por culpa del muchachito de Leonardo que está preso por secuestro y por agredir a un policía. ¿Sabes lo mucho que podría afectarme eso? ¡MUCHO! Yo pensaba que él no me daría problemas y resulta que es al revés. No sé qué pensar de Leonardo, sólo sé que… No sé cómo decirlo” —Vuelve a hablar con su verdadera voz— Y de seguro no dijo “me avergüenzo” o “me decepciona” porque eres mi amigo. Sólo por eso.
—Yo pensé y pienso igual…
— ¿¡Dijo todo eso!? —Leo pone cara de ofensa.
— ¡Cuidado con lo que dices! —Susurra Marc. Cristian no lo escucha.
—Como si hubieras escuchado… —Marc lleva su mano a su frente. Cristian se da cuenta— ¿Qué pasó?
— ¿No me escuchaste?
— ¿Escuchar qué?
—Olvídalo, ya la pusiste. Si le da un brote, es culpa tuya.
— ¿Un brote…? ¡Oh! No me acordaba.
—Súper, la oveja negra de la familia.
—No quise decir eso.
—Lo dices para que me ponga así, y es verdad lo que dije.
—Claro que no…
—Cristian Bouchard, mira lo que has hecho —Recrimina Marc.
— ¡No me acordaba! —Se defiende.
—Hermano policía, padre abogado, madre periodista… Hijo preso.
— ¿¡Cómo lo paro!?
—Tienes que decirle algo que lo anime pero mucho. Cualquier cosa no funcionará, buscará la manera de usarlo en su contra y empeorarse. Piensa bien. Pero no dejes lo mejor para ahora, es mejor que dejes que se desahogue un rato mientras lo calmas.
—Parece difícil.
—Lo es, pero debes intentarlo.
—Tanta gente de buen ejemplo y yo aquí, qué vergüenza —Leo sigue con sus pensamientos.
—Pero lo que hiciste no fue por tu propia voluntad.
—Tanta gente cuerda y yo, un loco que no sabe controlarse —Parece que no le estaba parando.
— ¿Esto pasa muy a menudo?
—Diferentes emociones, pero al menos uno a la semana.
—No me imagino cómo sería si no tuviera a nadie.
—Si no tuviera a nadie, ya se habría matado.
— ¿Qué?
—Uno de los efectos del brote de tristeza es tener tendencias suicidas. ¿Por qué crees que pidió pena de muerte antes?
—No sabía que la enfermedad llegaba a ser tan grave… Quiere decir que si le llegara a dar un brote así de la nada y no tiene a nadie que lo ayude porque está solo, ¿podría llegar a matarse?
—Exactamente. La mayoría de los brotes salen de la nada. Puede estar de lo más tranquilo en un momento y al segundo está mal.
—La decepción de la familia… ¿Qué puede ser peor? —Leo no se detuvo.
—Cuando salgas de aquí, podrás hacer la diferencia.
—Pero haga lo que haga, nada me quitará la etiqueta.
—Pero lo que hagas puede hacer que eso quede como un error del pasado.
—Pero la etiqueta seguirá presente —Cristian resopla tratando de calmarse. Era más difícil de lo que esperaba.
—Sí, es desesperante, pero hay que hacerlo.
—Yo no soy de los que tienen poca paciencia, pero esto me sobrepasa.
— ¡No voy a servir para nada! —Resalta— No me aceptarán en ningún trabajo, no creo poder tener pareja, ¿qué chica quiere estar con un impredecible que estuvo preso?
—Siempre lo dice.
— ¿Sabes qué? ¡Si sigues con esa mentalidad de “no creo, no pasará, no puedo”, de verdad no lo lograrás!
—Eso puedo entenderlo, pero ¿y el enojo de mi padre? Ni se preocupa por mí.
—Se le pasará.
— ¿Tú crees? Con lo que dijo en el discurso, se le nota que no se le quitará en mucho tiempo.
—“Mucho tiempo” no es sinónimo de “nunca”.
—Es que lo que me pone mal es que ni se preocupa por mí, y soy una vergüenza para él. Es horrible ser la decepción de la familia.
—Creo que esto va para largo.
—Si él me viera, no me hablaría de la rabia que me tiene, y si me hablara… —Recurre a la imitación— “¿¡Cómo te ha podido pasar por la cabeza hacer semejante cosa!? ¿¡Dónde quedó todo lo que te enseñé con tu madre!? Me decepcionas mucho… ¿¡Qué pensaría tu madre!?” —Se detiene repentinamente con un gesto de mala sorpresa.
—Oh, oh…
— ¿Qué pensaría…? —Queda reflexionando.
—Lo que habíamos dicho… —Cristian advierte a Marc.
— ¡Cada vez se pone peor! Ella estaría muy avergonzada. Oh no…
—No pienses eso… —Marc interviene— No estaría así porque ella aceptaría lo de la impredecibilidad. Una vez escribió un artículo sobre eso, ¿lo recuerdas? Hasta habló de eso en uno de los programas. Nosotros estábamos ahí.
—Cierto… Menos mal, no se decepcionaría —Medio sonríe.
— ¿¡Qué!? —Cristian queda incrédulo— No puede ser… ¿¡Cómo es que de una sola y a la primera lograste calmarlo!?
—Hay que tener práctica —Marc le da una cara de triunfo.
Más tarde, cada uno volvió a su sitio.
— ¡Me esperaron! —Marc encuentra a sus compañeros en la oficina.
—Claro. No íbamos a dejarte por fuera —Explica Paula. Marc la ve raro— ¿Qué ves?
— ¿Tienes tanto frío así?
—Ah, ¿la chaqueta? No… Es que Dais… —Se da cuenta— Sí, tengo frío —Dice casi con puchero.
—No hagan el cliché del abrazo por frío —Sebastián le arruina el plan, ganando una mirada rara por parte de ambos.
— ¡Vayamos por los helados! —Exclama Diana, todos se van.
Fin del Capítulo #14.
Spencer
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