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Más Que Cosas De Policías
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Sáb 26 Oct 2013, 10:38 pm
Estaba esperando por un comentario, es como mi política de publicación...valejimenez escribió:cuándo subes capítulo?
Voy a ver si puedo mañana (aquí son las 12:03 así que me refiero al 28) pero de nuevo tengo una semana medio full de trabajos y no he empezado el nueve, pero quiero en serio publicar en mi cumpleaños así que lo intentare para mañana no se en que tiempo, empezaría desde temprano para poder, sino estaré en mi cumpleaños escribiendo pero mi plan es tenerlo listo para publicarlo ese día y no "trabajar" en mi día
PD: no se qué pasa con esto que no quiere poner caras! Mi comentario se ve tan triste...
PD2: cuando publicaras tu!?
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por valejimenez Dom 27 Oct 2013, 2:02 pm
Te felicitaré desde ahora; FELICIDADES, PÁSALA BONITO, ESCRIBES PRECIOSO Y YA ERES UNA ANCIANA :3 <3 :sersi:
1) el comentario se ve como que serio-feliz, me entiendes?... algo así
2) tengo seca la cabeza, no tengo mucho tiempo, he estado presionada con trabajos. En mi país (México) ya va a ser día de muertos (es algo parecido a Halloween) así que debemos de instalar la ofrenda, tengo algunos problemas con mi novio, aahhh son muchas cosas.
PERO SUBE CAPÍTULOO
por favor, es lo que me hace relajarme por unos instantes
1) el comentario se ve como que serio-feliz, me entiendes?... algo así
2) tengo seca la cabeza, no tengo mucho tiempo, he estado presionada con trabajos. En mi país (México) ya va a ser día de muertos (es algo parecido a Halloween) así que debemos de instalar la ofrenda, tengo algunos problemas con mi novio, aahhh son muchas cosas.
PERO SUBE CAPÍTULOO
por favor, es lo que me hace relajarme por unos instantes
valejimenez
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Dom 27 Oct 2013, 4:35 pm
Buenas noticas! Mañana entre la 1 y las 2 lo subo seguro! Hoy me levanté como dos horas antes de lo normal y aproveché para pasarlo. Ya casi lo terminovalejimenez escribió:Te felicitaré desde ahora; FELICIDADES, PÁSALA BONITO, ESCRIBES PRECIOSO Y YA ERES UNA ANCIANA :3 <3 :sersi:
1) el comentario se ve como que serio-feliz, me entiendes?... algo así
2) tengo seca la cabeza, no tengo mucho tiempo, he estado presionada con trabajos. En mi país (México) ya va a ser día de muertos (es algo parecido a Halloween) así que debemos de instalar la ofrenda, tengo algunos problemas con mi novio, aahhh son muchas cosas.
PERO SUBE CAPÍTULOO
por favor, es lo que me hace relajarme por unos instantes
(las caras volvieron :eaea:)Lo subiría hoy, pero ya casi no me queda tiempo para estudiar física e investigar algo de psicología que es para mañana y de terminar las láminas de dibujo y algo de química que es para el martes pero como no quiero hacer nada en mi cumple... :quemierda:
GRACIAS
En mi país (Venezuela) no se hace NADA ni parecido para Halloween o Día de Muertos o que tenga que ver, NADA! Sólo la gente que hace fiestas de disfraces y eso y suele pasarme que la gente espera eso de mí por cumplir tres días antes jajajajaja
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Lun 28 Oct 2013, 11:31 am
Adivinen quién está cumpliendo 15 hoy? :solteria:
No sé porqué desde hace tiempo tenía en mente publicar un capítulo el día de mi cumpleaños, así que aquí va uno.
Capítulo #9: “El Asesino De Muñecas”.
Después de que Rex se comiera de nuevo la comida de Matías, los seis se quedaron conversando puesto que no había nada más que hacer. En medio de la charla, un celular suena.
—El celular de alguien está sonando —Avisa Paula.
—Creo que es el mío —Marc saca su celular y ve que es cierto. Se preocupa al ver quién es y sale a atender. Regresa tratando de disimular— Tengo que irme por un momento, ya vuelvo —Y ahora se va definitivamente.
— ¿Qué le dijeron y quién lo llamó? —Pregunta Sebastián.
—Ni idea, pero lo que sea y quien fuera, lo preocupó. No lo había visto así desde que me desperté en el hospital luego del tiroteo.
— ¿Alguien se atreve a llamarlo para saber qué pasa? Podríamos ayudarlo —Dice Alex.
—No. Mejor esperemos a que regrese. Cuando él se va así sin pedir ayuda a nadie es por algo —Explica Diana.
—Lo sabemos, pero es que es muy raro.
—No es por nada, pero hace unas semanas pasó algo parecido, aunque no lo recuerdo tan preocupado —Recuerda Matías.
—Cierto, y nunca nos dijo nada y no creo que lo haga ahora.
— ¿Qué nos estará ocultando?
—Ni yo lo sé.
— ¿Y qué tal si tú le preguntas? No creo que le quiera ocultar algo a su novia.
—Pero… Si él no nos lo quiere decir desde un principio es por algo.
—Quizás, ¿pero no te da un poco de curiosidad?
—Un poco, pero esperaré a que regrese a ver si dice algo.
—Iré a comprar un almuerzo, Rex se comió el mío —Matías comienza a irse.
—Rex te está siguiendo, quizás quiera comerse lo que compres.
—Oh no, eso no. Quédate con los que ya comieron. ¿Por qué Marc no se lo pudo llevar consigo? —Sigue caminando y se va.
— ¿Qué hacemos mientras esperamos a Marc y a Matías?
—Matías llegará rápido, en unos diez minutos. En ese tiempo podríamos… —Paula piensa.
— ¿Qué tal si vamos a la galería de tiro? —Ofrece Diana— Hace tiempo que no practicamos y deberíamos hacerlo.
—Eso durará más de diez minutos si pasamos todos.
—Yo digo cuando regrese Matías. Marc durará un buen rato en eso que no sabemos.
—Cuando él llegue, vamos —Luego de varios minutos, Matías regresa sin nada.
—Hola, hola. Ya llegué.
— ¿Trajiste pollito? —Diana casi lo canta.
— ¿De dónde sacaste eso?
—De nada. Es que quiero pollo.
—Tardaste más de lo que pensamos.
—Había cola y comí afuera de la oficina. No quería que Rex me dejara sin almuerzo de nuevo.
—Diana tuvo la idea de ir a la sala de práctica de tiro.
—Tenemos tiempo sin practicar. Vayamos.
El equipo va a la galería de tiro a practicar. Marc, mientras tanto, estaba en la cárcel, donde se encuentra a Leonardo un poco mal.
—Te avisaron…
—Me dijeron que no te sientes bien.
—Y es la verdad. Desde que me levanté estoy así.
— ¿Qué tienes?
—Me duele la cabeza… y el pecho.
—Y no has querido comer.
—No tengo hambre. Creo que me dará un paro, pero no sé cuándo. Llevo horas así.
— ¿El vigilante no sabe sobre…?
—No, no le he dicho.
—Creo que deberías. ¿Qué pasa si te da un paro de repente como la otra vez?
—Aquí hay cámaras, los encargados lo sabrán.
—Te arriesgas a que se vaya la luz o que suceda como cuando intentaron matarte.
— ¿De qué estás hablando? —Leo se confunde.
— ¿Cómo que de qué estoy…? —Se da cuenta— Oh, brote de confusión.
— ¿Brote de confusión? No entiendo.
—Olvida eso, no importa, no tiene que ver.
—Y si no tenía que ver, ¿por qué lo dices?
—No lo sé, pensando en voz alta.
— ¡Ahh, me duele mucho la cabeza y no quiero pensar!
— ¿No sabes por qué te duele?
—No. Y el pecho igual.
—Esto parece un brote de pérdida de memoria, no de confusión —Se dice a sí mismo.
— ¡Volviste con los brotes! Dime, ¿qué es eso?
—No importa. Aquí lo que importa es hacer que me entiendas.
— ¿Entender qué?
— ¡Me estás confundiendo a mí! Lo que importa aquí es que debo estar pendiente porque te puede dar un paro.
— ¿¡UN PARO!? —Casi grita interrumpiéndolo— ¿Paro de qué?
—Paro cardíaco.
— ¿Cómo es eso?
—Tu corazón se para —Marc comienza a desesperarse. El brote de confusión es como si Leo volviese a ser un niño de cinco años que no sabe nada de nada.
— ¿Se para? ¿Acaso tiene pies?
— ¡No! ¡Eso es imposible!
—No me grites —E incluso hablaba con un tono de niño regañado.
—Ok, Ok, esto… ¿Tú sabes eso que sientes cuando corres?
— ¿Cansancio?
—La otra cosa. Algo que da como golpes.
—Ah claro. El corazón.
—Exacto. Esos golpes siempre los da pero no tan fuerte. Un paro es lo que pasa cuando el corazón no da esos golpes y se para.
— ¿Es grave?
—Mucho. Hasta te puedes morir por eso.
— ¿¡Qué!? ¿Y por qué dices que me puede dar uno?
—Por tu dolor de cabeza y pecho y porque no tienes hambre.
—Ah. ¡AHH! Ahora me duele más.
— ¿Qué tanto?
—Demasiado. Más que nunca.
— ¿Sientes algo más?
—Estoy mareado y… y… —Sus ojos empiezan a cerrarse.
— ¡Llama a una ambulancia, le dará otro paro! —Grita Marc al vigilante.
—No soporto esto.
—No tendrás que hacerlo por mucho más.
— ¡Agárrame!
— ¿Ah?
—Que me agarres cuando… —No termina la oración, pues se desmaya.
Todo era más calmado en la comisaría. La USH estaba practicando su puntería. Era el turno de Matías de pasar, lo hace muy mal.
— ¡Eres pésimo! —Paula está por reírse.
—Nunca había visto a alguien con tan mala puntería —Diana también.
—Cállense. Sólo perdí la práctica.
—Si dices que es por eso, vuélvelo a intentar —Matías pasa a otra ronda— Mejoraste, pero sigues mal.
—Tú lo has dicho, mejoré.
— ¡Pero sigues mal!
—Un intento más y ya —Matías no iba a resignarse sin otra ronda— Pff, creo que sí soy malo en esto.
—Más te vale mejorar por si necesitas disparar en algún caso.
—Lo sé.
—Definitivamente, eres el peor entre nosotros, Matías.
— ¡Ya! —Se estaba enfadando.
—Y Diana es bastante hábil en esto.
—Sí.
—Marc aun no vuelve, se ha tardado mucho.
— ¿Será que lo llamamos?
—No. Esperemos un poco más y si no llega, lo llamamos.
—No hará falta —Interviene Alex— Marc me acaba de llamar, está volviendo.
— ¿No te dijo nada sobre lo que hizo? —Pregunta Paula.
—No, pero estaba tranquilo.
—Si está más tranquilo, supongo que nos contará.
El grupo va a la oficina, ya todos habían pasado. Al cabo de unos minutos, Marc regresa.
—Ya volví.
— ¡Hola! —Paula se le acerca.
— ¿Hicieron algo mientras no estaba?
—Nada, sólo practicamos puntería.
—Y descubrimos que Matías es pésimo en eso.
— ¿Puedes superar eso?
— ¿Y tú qué hiciste?
—Nada…
—Oh vamos. Uno no sale algo preocupado a algún lugar por nada.
— ¿Preocupado? ¿Quién te dijo?
—Tu cara y tu voz, todos pensamos lo mismo.
—Tú ganas. Lo que pasa es que el vigilante de la prisión hace demasiado drama por un simple brote de impredecibilidad porque no los sabe controlar —Miente.
— ¿Era eso? Debió hacer mucho drama como para preocuparte.
—Sí, siempre lo hace, ya me estoy acostumbrando.
—Y supongo que Leo ya está bien, ¿cierto? —Diana entra a la conversación.
— ¡Claro! Sino no me dejaría volver. Le había dado un brote mixto, varias emociones a la vez.
— ¿Y por qué no le enseñas a controlar los brotes?
—Es que él sabe, lo que pasa es que en algunos brotes hay que conocer muy bien a la persona para controlarlos.
—Además, supongo que debe vigilar a los demás.
—Exacto.
—No creo que nos den un caso hoy. ¿Nos vamos? —Paula da la iniciativa y todos la siguen. Al día siguiente, los del grupo uno ya estaban desde temprano en la comisaría.
— ¿Por qué nos llamarían tan temprano? —Pregunta Matías.
—Quizás están apurados por darnos un caso —Opina Alex.
—Has acertado. Es más, la víctima ya está en la morgue —Responde Marc.
—Bueno, vayamos —Van.
—Tardaron mucho.
—Sólo nos dijeron que llegáramos temprano y vinimos una hora antes, no pensamos que dos o tres.
—La víctima es una mujer de unos 25 años. La apuñalaron una vez y así la mataron.
— ¿Esta foto es de cómo la encontraron?
—Aja. Esa era la escena del crimen.
—Es raro. ¿Por qué estaba vestida como una muñeca?
—Ni idea. Incluso sus labios estaban pintados como los de una muñeca.
— ¿Algún coleccionista?
—Es posible. Ahora estoy buscando huellas. Ustedes vayan al lugar a buscar evidencia —Héctor les ordena y eso hacen. La escena era un callejón.
—No creo que la hayan matado aquí.
—Ni yo.
—De seguro la asesinaron cerca de aquí y por eso la hallaron los vecinos o alguien que pasó —Piensa Matías.
—Podríamos ir a la tienda de muñecas. Si es un coleccionista, quizás el vendedor puede saber quién podría ser —Se le ocurre a Alex.
—Buena idea, vayamos —El grupo va a la tienda de muñecas, la cual queda a pocas cuadras del callejón.
— ¿Qué se les ofrece? —El vendedor los recibe.
—Somos de la policía y queremos hacerle unas preguntas sobre sus clientes —Inicia Alex.
— ¿Investigan a alguno?
—No en específico, pero lo más probable es que pronto sí.
—Tengo muchos clientes frecuentes. Tendrían que decirme qué tipo de muñecas colecciona para poder darles una lista no muy grande.
—Volveremos luego, sigamos buscando.
Vuelven a la morgue para saber si se había conseguido nueva evidencia. Héctor no encontró huellas, pero el vestido es una réplica exacta del vestido de una muñeca de colección. Les da una foto para que puedan preguntarle al vendedor por ella.
— ¿Ya saben el tipo de muñeca? ¿Por qué investigan?
—Investigamos por un asesinato. La víctima tenía puesto un vestido réplica del de esta muñeca —Marc le muestra la foto.
—Oh, vaya… asesinato. Esa muñeca se vendió muy bien desde hace un tiempo y se dejó de fabricar hace poco. Al menos unas veinte personas la compraron aquí. Buscaré la lista —Les imprime un papel con los clientes que la compraron— Aquí tienen.
—Gracias.
— ¿De qué es su caso? —Sebastián los recibe con esa pregunta apenas los ve volver a la oficina.
—Un aparente coleccionista de muñecas que mató a una mujer que estaba vestida y maquillada como una muñeca.
— ¿Cómo es eso? —Paula se extraña— A ustedes sí les tocan unos casos raros.
—Es cierto. Matías, comienza a buscar en la base-
— ¿Yo? —Interrumpe— ¿Por qué yo solo?
—Sólo hay una computadora libre.
—Ok, iré yo.
—A nosotros siempre nos dan los casos en la tarde. Así que mientras esperamos, ¿hablamos? —Dice Diana.
—Y mientras nosotros esperamos a Matías.
—El sistema está lento, no se extrañen ni se quejen si me tardo —Suena el celular de Marc.
—Veamos con qué drama viene ahora —Luego de hablar— A mi hermano sí le dan brotes seguido. El de ayer era mixto, pero más que todo era de confusión, es raro.
—Dicen que ese es de los más desesperantes.
—Un poco. No le duró mucho porque me acordé cómo se quita, aunque… Más que desesperante, para una persona que esté observando es algo gracioso. Era algo literal y también, más que confusión, parecía una pequeña pérdida de memoria.
— ¿Pérdida de memoria?
—Sí, pero no muy grande, sólo algunas cosas. Si les debo decir cuál es el más desesperante, para mí es el de tristeza, es demasiado difícil de calmar.
—A mí me tocó soportar ese pero cuando no sabíamos que él tenía eso. Le da una depresión tan grande que no importa lo que le digas, tratará de buscar algo para contradecirte y ponerse peor, y eso no se le quitó hasta que activé la silla.
—La cual debiste- Mejor no lo digo… —Paula se da cuenta de lo que diría.
— ¿No era que le había dado un brote ahora? —Diana decide ignorar el casi comentario de Paula.
—Gracias por acordarme. Ya vuelvo… Por como va Matías, creo que llegaré antes de que termine.
— ¡Hey!
—Es la verdad.
—Claro —Matías estaba con algo de mal humor, era como si todos estaban molestándolo a propósito. Ya casi de noche, Alex entra a la oficina algo consternado.
—Esto no puede ser.
— ¿Qué pasó?
—Me acaban de informar que hay otra víctima.
— ¿¡Qué!?
—Así es. La encontraron cerca de donde estaba la otra.
—Es la primera vez que nos pasa esto. Mejor nos apuramos antes de que haya otra más —Se apuran en ir a la escena del crimen. Era el primer caso en el que durante la investigación asesinaban a alguien más.
—Otra mujer más vestida y maquillada como una muñeca asesinada de la misma manera —Dice Matías al ver la escena.
—Pero aquí hay más evidencia —Aclara Héctor— Encontré unos rollos de película cerca y parecen ser de ella.
— ¿Quieres decir que tuvo una sesión fotográfica?
—Y creo que el fotógrafo es el asesino. Examinaré las fotos y mañana temprano les digo si hallé más evidencia.
El día siguiente, Héctor les dio más información. El fotógrafo es hombre y se ven varios vestidos más en las fotos. Probablemente pensaba seguir matando, o al menos seguir con las sesiones de fotos de mujeres vestidas de muñecas. El trío va a la tienda, pero antes de entrar, una niña los detiene.
— ¿Ustedes qué ven?
—Nada. A las muñecas que están en exhibición —Marc le responde a la niña con una sonrisa. Era muy dulce y tierna, de unos seis años.
— ¿No son muy mayores como para querer una muñeca?
—No, no lo creo. He visto a hombres mayores que las coleccionan.
—Ahh. A mí me han comprado varias muñecas aquí. Todas me gustan, pero esa de ahí —Señala a una de vestido verde que está en exhibición— es mi favorita y no la tengo.
— ¿Y por qué no?
—Mis padres me dicen que es algo cara, pero yo la quiero. Paso todos los días por aquí para ver a la muñeca. Vivo cerca, así que no hay problema, pero debo irme ahora, se me está haciendo hora de comer y no debo llegar tarde a casa —La niña se va.
—Esa niñita de verdad quiere a la muñeca —Dice Matías mientras la ve alejarse.
—Se nota. Ahora debemos preguntar si algún cliente es fotógrafo.
El vendedor los ve y va a ellos.
—Vi lo que salió en el periódico. Si quieren saber si algún cliente es fotógrafo, no que yo sepa.
—Y los vestidos que se ven en esta foto —Marc la muestra— ¿Son réplica de alguna muñeca que se vende o se vendió aquí?
—Todos.
El grupo se va. Al menos ya descubrieron que no ha comprado en otra tienda. Van a interrogar a los clientes, pasando toda la tarde en ello. Todos negaron ser fotógrafos. Algunos incluso les mostraron su colección de muñecas. A los que lo hicieron los descartaron de la lista de sospechosos ya que no eran las mismas. Al día siguiente, al ir a la tienda, se reencuentran con la niña.
—Ustedes son policías, ¿verdad?
—Sí, ¿por qué preguntas? —Le responde Matías.
—Ayer en la noche vi a una muñeca gigante salir corriendo de ese edificio de allá —Lo señala— ¡Se veía muy real y la estaba persiguiendo un hombre!
—Quizás era una muñeca de cuerda.
—Eso me dijo mi mamá.
— ¿Sabes cómo era el hombre que la perseguía?
—No lo vi bien, pero estaba enojado y tenía una cámara. Quizás sea el hombre que me cuenta sobre muñecas de vez en cuando, pero no lo creo.
—Iremos al edificio un momento.
¿Será que en el edificio había un estudio? Fue algo que respondieron rápido, pues a la entrada vieron un papel con la publicidad de uno en el tercer piso.
—Creo que hallamos la escena del crimen —Opina Alex.
—Aquí están los vestidos y el maquillaje.
—Y varios rollos de película.
—Creo que esto es una mancha de sangre.
—Alguna de estas cosas debe tener sus huellas. Vamos a llevarnos a alguna muñeca.
—Aquí hay una, llevémosla.
Con más evidencia que debería llevarlos directo al asesino, la USH1 va al laboratorio para examinarla. Se encontraron huellas de dos personas: el vendedor y uno de sus clientes. Éste lleva un arresto por violencia. Vuelven a la tienda para comprobar si era él, y de nuevo se encuentran a la niña. Estaba sentada al frente de la vitrina exterior, triste.
—Compraron la muñeca.
— ¿Era la única que quedaba?
—Sí.
—Niiiiiiiñaaaaa —Se escucha una voz chillona a lo lejos.
— ¿Qué fue eso? —Ella voltea buscando.
— ¡Aquí, detrás de tiiiii! —Voltea. Ve a la muñeca de lejos asomada por una pared.
— ¡La muñeca!
—Oh, oh, esto no será bueno. ¡No la sigas! —Marc advierte.
—Iré por ti, muñeca —Se levanta y corre hacia ella.
—Creo que no te escuchó.
—Mejor esperamos a ver a dónde va.
—Síguemeeee —Acto seguido se esconde detrás de otra pared.
— ¿A dónde vas?
—Sigue mi vooooz.
— ¡Ahí estás! —La encuentra— ¡No te escondas! —La muñeca vuelve a cambiar de sitio. Esta vez, subió las escaleras— ¿Estás jugando a las escondidas conmigo?
— ¡Atrápame y seré tuyaaa!
— ¿Cómo voy a subir ahí?
—Por las escaleras de alláááá.
— ¿Por qué creo que esas escaleras están malas? —Sospecha Marc.
—Las escaleras no son las que están malas, ¡es el suelo que hay después! —Exclama Matías— Mira a Rex, está tratando de pasar por ahí y el suelo lo que hace es caerse.
— ¡Perrito, apártate de ahí, por favor!
— ¡No sigas, te vas a caer!
— ¡No, no pasará!
—Tienes razón, no te pasará nadaaaa.
— ¡Te está mintiendo!
—Claro que nooooo.
—Serás mía, muñeca.
—No te va a creer. Ponte abajo para atraparla.
—Eso haré —Marc corre rápido hacia la parte de abajo del suelo dañado. Ahí, Rex se aparta al ver que no puede pasar.
—Gracias por apartarte, perrito. Ahora nada me detendrá para agarrar a la muñeca.
—Sólo unos pasos máááááás.
La niña da un paso y la tabla que pisó se cae y con ella, una pierna de ella quedó atascada en el hueco.
— ¡Ah, no puedo salir!
—Vamos, sigue intentando, ¡tú puedeees!
Intenta, pero se cae. Por suerte, Marc ya estaba abajo y la atrapó.
—Gracias, me asusté. Pero ahora… ¿Cómo tendré mi muñeca?
En eso, Rex salta el suelo malo para poder atrapar al hombre que hacía la voz. Cuando lo hizo, él soltó a la muñeca y ésta cayó.
— ¡NOOOOOOOO! ¡Mi muñeca se rompió! —Entristece. La muñeca no soportó la caída. Se rompió en un montón de pedacitos, quedando intacto sólo su vestido verde. La niña corre a agarrarlo, cuando lo levanta, más pedazos caen al suelo, haciéndola casi llorar. Marc la ve con lástima. Los demás ya arrestaron al hombre y se lo llevaron a la comisaría para interrogarlo.
— ¿Por qué vestía a las mujeres de muñecas, les tomaba fotos y luego las mataba? —Marc acusa.
— ¡Yo no hice nada!
—Nosotros sabemos que usted es el culpable. Lo que hacía era buscar mujeres que se parecieran un poco a sus muñecas y las invitaba a hacer una sesión de fotos vestidas como una de ellas —Explica Alex.
—Al principio, las fotos eran normales, pero luego de unas cuantas, las poses comenzaban a hacerse un poco más provocadoras y las mujeres se ponían en contra de eso —Continúa Matías.
—Como usted pensaba que eran muñecas, sabe que ellas no pueden expresarse ni reclamar, así que se enojaba, y por ser muñecas malas, las botó a la basura, matándolas —Concluye Marc.
— ¡Eso no es verdad!
—Tenemos fotos de prueba y a una “muñeca” sobreviviente que lo reconocerá y testificará en su contra. Pero aun tenemos una pregunta más. ¿Por qué intentó matar a la niña?
— ¡No iba a hacer eso!
— ¿Y cómo nos explica lo que vimos?
—Quiero a un abogado.
El hombre siguió alegando por su inocencia. Más tarde, Paula y Marc se encuentran en la oficina.
— ¿Ya arrestaron al asesino?
—Sí. Tuvimos suerte que luego del reconocimiento se entregó, no hará falta llevarlo a juicio. Quiso matar a la niña porque la vio hablar con nosotros. Me da un poco de lástima, nunca volverá a ver a esa muñeca. Si tuviera alguna, se la daría, pero… Creo que hay unas en mi casa pero eran de mi mamá y no sé si a ella le gustaría que las regalara.
—No conoceré a tu mamá, pero creo que le gustaría que le dieran alguna de sus muñecas a una niña que está triste porque no podrá tener a la muñeca que le gusta. Quizás alguna se parezca a la que quería.
—A ella le gustaba regalar los juguetes que no usaríamos más. No creo que una muñeca sea la excepción.
— ¿Lo ves? Apúrate y busca a esa muñeca.
—Eso haré —Marc se apura en ir a su casa a buscar una muñeca y luego va afuera de la tienda, donde la niña estaba viendo la vitrina, aun triste.
— ¡Hola! —Lo saluda.
—Hola. Te tengo una sorpresa —Tiene las manos en la espalda.
— ¿Sí? ¿Qué es? —Logra que se emocione un poco.
—Sé que aun estás triste por lo de la otra muñeca, así que te traje esta —Le muestra la que llevó.
— ¡Es muy linda! —Exclama con los ojos brillantes— Creo que más que la otra.
—Te la regalo. Era de mi mamá que también cuando tenía tu edad le gustaban las muñecas. Quiero que la cuides muy bien.
— ¿De verdad? —Ahora su sonrisa también parece brillar— ¡Gracias, nunca vi una así! —La agarra y abraza.
—Es una muñeca italiana muy poco común aquí.
— ¡Genial! ¡Muchas gracias! —Ahora pasa a abrazarlo a él.
—De nada —Marc se retira con una sonrisa en la cara.
— ¿Qué te dijo? —Paula pregunta apenas regresa.
—Le encantó. Incluso dijo que es mejor que la otra.
— ¿Ves? Ella debe estar muy feliz.
—Y lo está. Mi mamá también estaría feliz…
—De seguro.
—No la conociste, pero… pareciera que sí.
Fin del Capítulo #9.
Y después de esta mini celebración, ahora a volver a la rutina diaria
No sé porqué desde hace tiempo tenía en mente publicar un capítulo el día de mi cumpleaños, así que aquí va uno.
Capítulo #9: “El Asesino De Muñecas”.
Después de que Rex se comiera de nuevo la comida de Matías, los seis se quedaron conversando puesto que no había nada más que hacer. En medio de la charla, un celular suena.
—El celular de alguien está sonando —Avisa Paula.
—Creo que es el mío —Marc saca su celular y ve que es cierto. Se preocupa al ver quién es y sale a atender. Regresa tratando de disimular— Tengo que irme por un momento, ya vuelvo —Y ahora se va definitivamente.
— ¿Qué le dijeron y quién lo llamó? —Pregunta Sebastián.
—Ni idea, pero lo que sea y quien fuera, lo preocupó. No lo había visto así desde que me desperté en el hospital luego del tiroteo.
— ¿Alguien se atreve a llamarlo para saber qué pasa? Podríamos ayudarlo —Dice Alex.
—No. Mejor esperemos a que regrese. Cuando él se va así sin pedir ayuda a nadie es por algo —Explica Diana.
—Lo sabemos, pero es que es muy raro.
—No es por nada, pero hace unas semanas pasó algo parecido, aunque no lo recuerdo tan preocupado —Recuerda Matías.
—Cierto, y nunca nos dijo nada y no creo que lo haga ahora.
— ¿Qué nos estará ocultando?
—Ni yo lo sé.
— ¿Y qué tal si tú le preguntas? No creo que le quiera ocultar algo a su novia.
—Pero… Si él no nos lo quiere decir desde un principio es por algo.
—Quizás, ¿pero no te da un poco de curiosidad?
—Un poco, pero esperaré a que regrese a ver si dice algo.
—Iré a comprar un almuerzo, Rex se comió el mío —Matías comienza a irse.
—Rex te está siguiendo, quizás quiera comerse lo que compres.
—Oh no, eso no. Quédate con los que ya comieron. ¿Por qué Marc no se lo pudo llevar consigo? —Sigue caminando y se va.
— ¿Qué hacemos mientras esperamos a Marc y a Matías?
—Matías llegará rápido, en unos diez minutos. En ese tiempo podríamos… —Paula piensa.
— ¿Qué tal si vamos a la galería de tiro? —Ofrece Diana— Hace tiempo que no practicamos y deberíamos hacerlo.
—Eso durará más de diez minutos si pasamos todos.
—Yo digo cuando regrese Matías. Marc durará un buen rato en eso que no sabemos.
—Cuando él llegue, vamos —Luego de varios minutos, Matías regresa sin nada.
—Hola, hola. Ya llegué.
— ¿Trajiste pollito? —Diana casi lo canta.
— ¿De dónde sacaste eso?
—De nada. Es que quiero pollo.
—Tardaste más de lo que pensamos.
—Había cola y comí afuera de la oficina. No quería que Rex me dejara sin almuerzo de nuevo.
—Diana tuvo la idea de ir a la sala de práctica de tiro.
—Tenemos tiempo sin practicar. Vayamos.
El equipo va a la galería de tiro a practicar. Marc, mientras tanto, estaba en la cárcel, donde se encuentra a Leonardo un poco mal.
—Te avisaron…
—Me dijeron que no te sientes bien.
—Y es la verdad. Desde que me levanté estoy así.
— ¿Qué tienes?
—Me duele la cabeza… y el pecho.
—Y no has querido comer.
—No tengo hambre. Creo que me dará un paro, pero no sé cuándo. Llevo horas así.
— ¿El vigilante no sabe sobre…?
—No, no le he dicho.
—Creo que deberías. ¿Qué pasa si te da un paro de repente como la otra vez?
—Aquí hay cámaras, los encargados lo sabrán.
—Te arriesgas a que se vaya la luz o que suceda como cuando intentaron matarte.
— ¿De qué estás hablando? —Leo se confunde.
— ¿Cómo que de qué estoy…? —Se da cuenta— Oh, brote de confusión.
— ¿Brote de confusión? No entiendo.
—Olvida eso, no importa, no tiene que ver.
—Y si no tenía que ver, ¿por qué lo dices?
—No lo sé, pensando en voz alta.
— ¡Ahh, me duele mucho la cabeza y no quiero pensar!
— ¿No sabes por qué te duele?
—No. Y el pecho igual.
—Esto parece un brote de pérdida de memoria, no de confusión —Se dice a sí mismo.
— ¡Volviste con los brotes! Dime, ¿qué es eso?
—No importa. Aquí lo que importa es hacer que me entiendas.
— ¿Entender qué?
— ¡Me estás confundiendo a mí! Lo que importa aquí es que debo estar pendiente porque te puede dar un paro.
— ¿¡UN PARO!? —Casi grita interrumpiéndolo— ¿Paro de qué?
—Paro cardíaco.
— ¿Cómo es eso?
—Tu corazón se para —Marc comienza a desesperarse. El brote de confusión es como si Leo volviese a ser un niño de cinco años que no sabe nada de nada.
— ¿Se para? ¿Acaso tiene pies?
— ¡No! ¡Eso es imposible!
—No me grites —E incluso hablaba con un tono de niño regañado.
—Ok, Ok, esto… ¿Tú sabes eso que sientes cuando corres?
— ¿Cansancio?
—La otra cosa. Algo que da como golpes.
—Ah claro. El corazón.
—Exacto. Esos golpes siempre los da pero no tan fuerte. Un paro es lo que pasa cuando el corazón no da esos golpes y se para.
— ¿Es grave?
—Mucho. Hasta te puedes morir por eso.
— ¿¡Qué!? ¿Y por qué dices que me puede dar uno?
—Por tu dolor de cabeza y pecho y porque no tienes hambre.
—Ah. ¡AHH! Ahora me duele más.
— ¿Qué tanto?
—Demasiado. Más que nunca.
— ¿Sientes algo más?
—Estoy mareado y… y… —Sus ojos empiezan a cerrarse.
— ¡Llama a una ambulancia, le dará otro paro! —Grita Marc al vigilante.
—No soporto esto.
—No tendrás que hacerlo por mucho más.
— ¡Agárrame!
— ¿Ah?
—Que me agarres cuando… —No termina la oración, pues se desmaya.
Todo era más calmado en la comisaría. La USH estaba practicando su puntería. Era el turno de Matías de pasar, lo hace muy mal.
— ¡Eres pésimo! —Paula está por reírse.
—Nunca había visto a alguien con tan mala puntería —Diana también.
—Cállense. Sólo perdí la práctica.
—Si dices que es por eso, vuélvelo a intentar —Matías pasa a otra ronda— Mejoraste, pero sigues mal.
—Tú lo has dicho, mejoré.
— ¡Pero sigues mal!
—Un intento más y ya —Matías no iba a resignarse sin otra ronda— Pff, creo que sí soy malo en esto.
—Más te vale mejorar por si necesitas disparar en algún caso.
—Lo sé.
—Definitivamente, eres el peor entre nosotros, Matías.
— ¡Ya! —Se estaba enfadando.
—Y Diana es bastante hábil en esto.
—Sí.
—Marc aun no vuelve, se ha tardado mucho.
— ¿Será que lo llamamos?
—No. Esperemos un poco más y si no llega, lo llamamos.
—No hará falta —Interviene Alex— Marc me acaba de llamar, está volviendo.
— ¿No te dijo nada sobre lo que hizo? —Pregunta Paula.
—No, pero estaba tranquilo.
—Si está más tranquilo, supongo que nos contará.
El grupo va a la oficina, ya todos habían pasado. Al cabo de unos minutos, Marc regresa.
—Ya volví.
— ¡Hola! —Paula se le acerca.
— ¿Hicieron algo mientras no estaba?
—Nada, sólo practicamos puntería.
—Y descubrimos que Matías es pésimo en eso.
— ¿Puedes superar eso?
— ¿Y tú qué hiciste?
—Nada…
—Oh vamos. Uno no sale algo preocupado a algún lugar por nada.
— ¿Preocupado? ¿Quién te dijo?
—Tu cara y tu voz, todos pensamos lo mismo.
—Tú ganas. Lo que pasa es que el vigilante de la prisión hace demasiado drama por un simple brote de impredecibilidad porque no los sabe controlar —Miente.
— ¿Era eso? Debió hacer mucho drama como para preocuparte.
—Sí, siempre lo hace, ya me estoy acostumbrando.
—Y supongo que Leo ya está bien, ¿cierto? —Diana entra a la conversación.
— ¡Claro! Sino no me dejaría volver. Le había dado un brote mixto, varias emociones a la vez.
— ¿Y por qué no le enseñas a controlar los brotes?
—Es que él sabe, lo que pasa es que en algunos brotes hay que conocer muy bien a la persona para controlarlos.
—Además, supongo que debe vigilar a los demás.
—Exacto.
—No creo que nos den un caso hoy. ¿Nos vamos? —Paula da la iniciativa y todos la siguen. Al día siguiente, los del grupo uno ya estaban desde temprano en la comisaría.
— ¿Por qué nos llamarían tan temprano? —Pregunta Matías.
—Quizás están apurados por darnos un caso —Opina Alex.
—Has acertado. Es más, la víctima ya está en la morgue —Responde Marc.
—Bueno, vayamos —Van.
—Tardaron mucho.
—Sólo nos dijeron que llegáramos temprano y vinimos una hora antes, no pensamos que dos o tres.
—La víctima es una mujer de unos 25 años. La apuñalaron una vez y así la mataron.
— ¿Esta foto es de cómo la encontraron?
—Aja. Esa era la escena del crimen.
—Es raro. ¿Por qué estaba vestida como una muñeca?
—Ni idea. Incluso sus labios estaban pintados como los de una muñeca.
— ¿Algún coleccionista?
—Es posible. Ahora estoy buscando huellas. Ustedes vayan al lugar a buscar evidencia —Héctor les ordena y eso hacen. La escena era un callejón.
—No creo que la hayan matado aquí.
—Ni yo.
—De seguro la asesinaron cerca de aquí y por eso la hallaron los vecinos o alguien que pasó —Piensa Matías.
—Podríamos ir a la tienda de muñecas. Si es un coleccionista, quizás el vendedor puede saber quién podría ser —Se le ocurre a Alex.
—Buena idea, vayamos —El grupo va a la tienda de muñecas, la cual queda a pocas cuadras del callejón.
— ¿Qué se les ofrece? —El vendedor los recibe.
—Somos de la policía y queremos hacerle unas preguntas sobre sus clientes —Inicia Alex.
— ¿Investigan a alguno?
—No en específico, pero lo más probable es que pronto sí.
—Tengo muchos clientes frecuentes. Tendrían que decirme qué tipo de muñecas colecciona para poder darles una lista no muy grande.
—Volveremos luego, sigamos buscando.
Vuelven a la morgue para saber si se había conseguido nueva evidencia. Héctor no encontró huellas, pero el vestido es una réplica exacta del vestido de una muñeca de colección. Les da una foto para que puedan preguntarle al vendedor por ella.
— ¿Ya saben el tipo de muñeca? ¿Por qué investigan?
—Investigamos por un asesinato. La víctima tenía puesto un vestido réplica del de esta muñeca —Marc le muestra la foto.
—Oh, vaya… asesinato. Esa muñeca se vendió muy bien desde hace un tiempo y se dejó de fabricar hace poco. Al menos unas veinte personas la compraron aquí. Buscaré la lista —Les imprime un papel con los clientes que la compraron— Aquí tienen.
—Gracias.
— ¿De qué es su caso? —Sebastián los recibe con esa pregunta apenas los ve volver a la oficina.
—Un aparente coleccionista de muñecas que mató a una mujer que estaba vestida y maquillada como una muñeca.
— ¿Cómo es eso? —Paula se extraña— A ustedes sí les tocan unos casos raros.
—Es cierto. Matías, comienza a buscar en la base-
— ¿Yo? —Interrumpe— ¿Por qué yo solo?
—Sólo hay una computadora libre.
—Ok, iré yo.
—A nosotros siempre nos dan los casos en la tarde. Así que mientras esperamos, ¿hablamos? —Dice Diana.
—Y mientras nosotros esperamos a Matías.
—El sistema está lento, no se extrañen ni se quejen si me tardo —Suena el celular de Marc.
—Veamos con qué drama viene ahora —Luego de hablar— A mi hermano sí le dan brotes seguido. El de ayer era mixto, pero más que todo era de confusión, es raro.
—Dicen que ese es de los más desesperantes.
—Un poco. No le duró mucho porque me acordé cómo se quita, aunque… Más que desesperante, para una persona que esté observando es algo gracioso. Era algo literal y también, más que confusión, parecía una pequeña pérdida de memoria.
— ¿Pérdida de memoria?
—Sí, pero no muy grande, sólo algunas cosas. Si les debo decir cuál es el más desesperante, para mí es el de tristeza, es demasiado difícil de calmar.
—A mí me tocó soportar ese pero cuando no sabíamos que él tenía eso. Le da una depresión tan grande que no importa lo que le digas, tratará de buscar algo para contradecirte y ponerse peor, y eso no se le quitó hasta que activé la silla.
—La cual debiste- Mejor no lo digo… —Paula se da cuenta de lo que diría.
— ¿No era que le había dado un brote ahora? —Diana decide ignorar el casi comentario de Paula.
—Gracias por acordarme. Ya vuelvo… Por como va Matías, creo que llegaré antes de que termine.
— ¡Hey!
—Es la verdad.
—Claro —Matías estaba con algo de mal humor, era como si todos estaban molestándolo a propósito. Ya casi de noche, Alex entra a la oficina algo consternado.
—Esto no puede ser.
— ¿Qué pasó?
—Me acaban de informar que hay otra víctima.
— ¿¡Qué!?
—Así es. La encontraron cerca de donde estaba la otra.
—Es la primera vez que nos pasa esto. Mejor nos apuramos antes de que haya otra más —Se apuran en ir a la escena del crimen. Era el primer caso en el que durante la investigación asesinaban a alguien más.
—Otra mujer más vestida y maquillada como una muñeca asesinada de la misma manera —Dice Matías al ver la escena.
—Pero aquí hay más evidencia —Aclara Héctor— Encontré unos rollos de película cerca y parecen ser de ella.
— ¿Quieres decir que tuvo una sesión fotográfica?
—Y creo que el fotógrafo es el asesino. Examinaré las fotos y mañana temprano les digo si hallé más evidencia.
El día siguiente, Héctor les dio más información. El fotógrafo es hombre y se ven varios vestidos más en las fotos. Probablemente pensaba seguir matando, o al menos seguir con las sesiones de fotos de mujeres vestidas de muñecas. El trío va a la tienda, pero antes de entrar, una niña los detiene.
— ¿Ustedes qué ven?
—Nada. A las muñecas que están en exhibición —Marc le responde a la niña con una sonrisa. Era muy dulce y tierna, de unos seis años.
— ¿No son muy mayores como para querer una muñeca?
—No, no lo creo. He visto a hombres mayores que las coleccionan.
—Ahh. A mí me han comprado varias muñecas aquí. Todas me gustan, pero esa de ahí —Señala a una de vestido verde que está en exhibición— es mi favorita y no la tengo.
— ¿Y por qué no?
—Mis padres me dicen que es algo cara, pero yo la quiero. Paso todos los días por aquí para ver a la muñeca. Vivo cerca, así que no hay problema, pero debo irme ahora, se me está haciendo hora de comer y no debo llegar tarde a casa —La niña se va.
—Esa niñita de verdad quiere a la muñeca —Dice Matías mientras la ve alejarse.
—Se nota. Ahora debemos preguntar si algún cliente es fotógrafo.
El vendedor los ve y va a ellos.
—Vi lo que salió en el periódico. Si quieren saber si algún cliente es fotógrafo, no que yo sepa.
—Y los vestidos que se ven en esta foto —Marc la muestra— ¿Son réplica de alguna muñeca que se vende o se vendió aquí?
—Todos.
El grupo se va. Al menos ya descubrieron que no ha comprado en otra tienda. Van a interrogar a los clientes, pasando toda la tarde en ello. Todos negaron ser fotógrafos. Algunos incluso les mostraron su colección de muñecas. A los que lo hicieron los descartaron de la lista de sospechosos ya que no eran las mismas. Al día siguiente, al ir a la tienda, se reencuentran con la niña.
—Ustedes son policías, ¿verdad?
—Sí, ¿por qué preguntas? —Le responde Matías.
—Ayer en la noche vi a una muñeca gigante salir corriendo de ese edificio de allá —Lo señala— ¡Se veía muy real y la estaba persiguiendo un hombre!
—Quizás era una muñeca de cuerda.
—Eso me dijo mi mamá.
— ¿Sabes cómo era el hombre que la perseguía?
—No lo vi bien, pero estaba enojado y tenía una cámara. Quizás sea el hombre que me cuenta sobre muñecas de vez en cuando, pero no lo creo.
—Iremos al edificio un momento.
¿Será que en el edificio había un estudio? Fue algo que respondieron rápido, pues a la entrada vieron un papel con la publicidad de uno en el tercer piso.
—Creo que hallamos la escena del crimen —Opina Alex.
—Aquí están los vestidos y el maquillaje.
—Y varios rollos de película.
—Creo que esto es una mancha de sangre.
—Alguna de estas cosas debe tener sus huellas. Vamos a llevarnos a alguna muñeca.
—Aquí hay una, llevémosla.
Con más evidencia que debería llevarlos directo al asesino, la USH1 va al laboratorio para examinarla. Se encontraron huellas de dos personas: el vendedor y uno de sus clientes. Éste lleva un arresto por violencia. Vuelven a la tienda para comprobar si era él, y de nuevo se encuentran a la niña. Estaba sentada al frente de la vitrina exterior, triste.
—Compraron la muñeca.
— ¿Era la única que quedaba?
—Sí.
—Niiiiiiiñaaaaa —Se escucha una voz chillona a lo lejos.
— ¿Qué fue eso? —Ella voltea buscando.
— ¡Aquí, detrás de tiiiii! —Voltea. Ve a la muñeca de lejos asomada por una pared.
— ¡La muñeca!
—Oh, oh, esto no será bueno. ¡No la sigas! —Marc advierte.
—Iré por ti, muñeca —Se levanta y corre hacia ella.
—Creo que no te escuchó.
—Mejor esperamos a ver a dónde va.
—Síguemeeee —Acto seguido se esconde detrás de otra pared.
— ¿A dónde vas?
—Sigue mi vooooz.
— ¡Ahí estás! —La encuentra— ¡No te escondas! —La muñeca vuelve a cambiar de sitio. Esta vez, subió las escaleras— ¿Estás jugando a las escondidas conmigo?
— ¡Atrápame y seré tuyaaa!
— ¿Cómo voy a subir ahí?
—Por las escaleras de alláááá.
— ¿Por qué creo que esas escaleras están malas? —Sospecha Marc.
—Las escaleras no son las que están malas, ¡es el suelo que hay después! —Exclama Matías— Mira a Rex, está tratando de pasar por ahí y el suelo lo que hace es caerse.
— ¡Perrito, apártate de ahí, por favor!
— ¡No sigas, te vas a caer!
— ¡No, no pasará!
—Tienes razón, no te pasará nadaaaa.
— ¡Te está mintiendo!
—Claro que nooooo.
—Serás mía, muñeca.
—No te va a creer. Ponte abajo para atraparla.
—Eso haré —Marc corre rápido hacia la parte de abajo del suelo dañado. Ahí, Rex se aparta al ver que no puede pasar.
—Gracias por apartarte, perrito. Ahora nada me detendrá para agarrar a la muñeca.
—Sólo unos pasos máááááás.
La niña da un paso y la tabla que pisó se cae y con ella, una pierna de ella quedó atascada en el hueco.
— ¡Ah, no puedo salir!
—Vamos, sigue intentando, ¡tú puedeees!
Intenta, pero se cae. Por suerte, Marc ya estaba abajo y la atrapó.
—Gracias, me asusté. Pero ahora… ¿Cómo tendré mi muñeca?
En eso, Rex salta el suelo malo para poder atrapar al hombre que hacía la voz. Cuando lo hizo, él soltó a la muñeca y ésta cayó.
— ¡NOOOOOOOO! ¡Mi muñeca se rompió! —Entristece. La muñeca no soportó la caída. Se rompió en un montón de pedacitos, quedando intacto sólo su vestido verde. La niña corre a agarrarlo, cuando lo levanta, más pedazos caen al suelo, haciéndola casi llorar. Marc la ve con lástima. Los demás ya arrestaron al hombre y se lo llevaron a la comisaría para interrogarlo.
— ¿Por qué vestía a las mujeres de muñecas, les tomaba fotos y luego las mataba? —Marc acusa.
— ¡Yo no hice nada!
—Nosotros sabemos que usted es el culpable. Lo que hacía era buscar mujeres que se parecieran un poco a sus muñecas y las invitaba a hacer una sesión de fotos vestidas como una de ellas —Explica Alex.
—Al principio, las fotos eran normales, pero luego de unas cuantas, las poses comenzaban a hacerse un poco más provocadoras y las mujeres se ponían en contra de eso —Continúa Matías.
—Como usted pensaba que eran muñecas, sabe que ellas no pueden expresarse ni reclamar, así que se enojaba, y por ser muñecas malas, las botó a la basura, matándolas —Concluye Marc.
— ¡Eso no es verdad!
—Tenemos fotos de prueba y a una “muñeca” sobreviviente que lo reconocerá y testificará en su contra. Pero aun tenemos una pregunta más. ¿Por qué intentó matar a la niña?
— ¡No iba a hacer eso!
— ¿Y cómo nos explica lo que vimos?
—Quiero a un abogado.
El hombre siguió alegando por su inocencia. Más tarde, Paula y Marc se encuentran en la oficina.
— ¿Ya arrestaron al asesino?
—Sí. Tuvimos suerte que luego del reconocimiento se entregó, no hará falta llevarlo a juicio. Quiso matar a la niña porque la vio hablar con nosotros. Me da un poco de lástima, nunca volverá a ver a esa muñeca. Si tuviera alguna, se la daría, pero… Creo que hay unas en mi casa pero eran de mi mamá y no sé si a ella le gustaría que las regalara.
—No conoceré a tu mamá, pero creo que le gustaría que le dieran alguna de sus muñecas a una niña que está triste porque no podrá tener a la muñeca que le gusta. Quizás alguna se parezca a la que quería.
—A ella le gustaba regalar los juguetes que no usaríamos más. No creo que una muñeca sea la excepción.
— ¿Lo ves? Apúrate y busca a esa muñeca.
—Eso haré —Marc se apura en ir a su casa a buscar una muñeca y luego va afuera de la tienda, donde la niña estaba viendo la vitrina, aun triste.
— ¡Hola! —Lo saluda.
—Hola. Te tengo una sorpresa —Tiene las manos en la espalda.
— ¿Sí? ¿Qué es? —Logra que se emocione un poco.
—Sé que aun estás triste por lo de la otra muñeca, así que te traje esta —Le muestra la que llevó.
— ¡Es muy linda! —Exclama con los ojos brillantes— Creo que más que la otra.
—Te la regalo. Era de mi mamá que también cuando tenía tu edad le gustaban las muñecas. Quiero que la cuides muy bien.
— ¿De verdad? —Ahora su sonrisa también parece brillar— ¡Gracias, nunca vi una así! —La agarra y abraza.
—Es una muñeca italiana muy poco común aquí.
— ¡Genial! ¡Muchas gracias! —Ahora pasa a abrazarlo a él.
—De nada —Marc se retira con una sonrisa en la cara.
— ¿Qué te dijo? —Paula pregunta apenas regresa.
—Le encantó. Incluso dijo que es mejor que la otra.
— ¿Ves? Ella debe estar muy feliz.
—Y lo está. Mi mamá también estaría feliz…
—De seguro.
—No la conociste, pero… pareciera que sí.
Fin del Capítulo #9.
Y después de esta mini celebración, ahora a volver a la rutina diaria
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por valejimenez Dom 03 Nov 2013, 7:15 pm
Anciana, ahora por eso te bailaré virtualmente :shakeitbb: (imagina que soy yo) Felicidades
Al respecto de tu nove, este capítulo estuvo muy confuso .-. pero el final "calmó" mi confusión :D
LEO, LEO, ¿QUÉ TENDRÁ MI POBRE BEBÉ?
Lamento si no he comentado, pero de verdad, me es casi imposible hacerlo :sad: PERO YA LO HICE
no esperes mi comentarios, en serio, no lo hagas, intentaré comentar pero hay veces en las que ni siquiera puedo tocar la computadora, o sólo tengo unos minutos :fuckya: pero te juro que intentaré comentar, habrá veces (como esta) en la que me tardaré muchísimo, y otras en las que voy a estar muy activa, pero de verdad, no esperes mis comentarios D:
PD: Amo tu nove :latigo:
PD2: mi mamá me va a matar, tengo prohibido usar el computador
PD3: Feliz cumpleaños de nuevo :sersi:
valejimenez
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Dom 03 Nov 2013, 8:09 pm
Tuve que volver a leer el capítulo para poderte responder, no recordaba cuál había sido el último en publicar :pokerface:valejimenez escribió:
Anciana, ahora por eso te bailaré virtualmente :shakeitbb: (imagina que soy yo) Felicidades
Al respecto de tu nove, este capítulo estuvo muy confuso .-. pero el final "calmó" mi confusión :D
LEO, LEO, ¿QUÉ TENDRÁ MI POBRE BEBÉ?
Lamento si no he comentado, pero de verdad, me es casi imposible hacerlo :sad: PERO YA LO HICE
no esperes mi comentarios, en serio, no lo hagas, intentaré comentar pero hay veces en las que ni siquiera puedo tocar la computadora, o sólo tengo unos minutos :fuckya: pero te juro que intentaré comentar, habrá veces (como esta) en la que me tardaré muchísimo, y otras en las que voy a estar muy activa, pero de verdad, no esperes mis comentarios D:
PD: Amo tu nove :latigo:
PD2: mi mamá me va a matar, tengo prohibido usar el computador
PD3: Feliz cumpleaños de nuevo :sersi:
El baile :xd: me imagino a cualquier persona haciéndolo y casi no puedo evitar reírme
Sí, el caso es medio confuso y por eso la gran explicación cuando consiguen al culpable, y Leo... Digamos que por ese comentario fue que me perdí en el número del capítulo, pensé que iba por el 12 que es cuando le vuelve a pasar algo medio que puede dejar así como que :wut: (oh, spoiler! Aunque creo que era en ese o alrededor, no me hagas mucho caso), pero mientras tenga a Marc disponible para ayudarlo, Leo estará bien (o al menos eso es lo que se intenta hacer creer :maloso:) No sé qué me pasa hoy que estoy como que pensando doble, creo que de haber escrito, mi lado malvado habría salido, tengo unas ganas de escribir un secuestro como no tienes idea, pero como me he trancado...
Tú y mi otra lectora están en las mismas :gasp: aunque el caso de ella es peor porque lleva más de un mes desaparecida por aquí. Yo sigo medio ocupada, los martes son los días más ocupados de la semana al parecer (en el colegio) PORQUE SIEMPRE ESTÁN FULL DE TAREAS/EXÁMENES! Por suerte ya adelanté casi todo y tengo un examen menos que la mitad porque van a recuperar uno de física que todos rasparon y yo como que fui la mayor nota con 17
(creo que allá las notas son del 1 al 10, aquí son del 1 al 20), pero creo que mañana empiezo el diez.Y ya empezaré a subir sin comentarios de por medio si se pasan los cinco días porque las dos me han avisado que no pueden comentar.
PD: Debo aprender a hablar menos, siempre me extiendo DEMASIADO!
PD2: Mi mamá nunca me ha prohibido nada (ni castigado) nunca, soy libre :eaea:
PD3: Ya, al fin me quedé con nada más que decir.
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Miér 06 Nov 2013, 9:08 am
Adivinen quién volvió aquí tempranito? Yo, su escritora, y vengo con un capítulo nuevo 
Lo habría subido antes, pero esta escritora quiere probar cosas nuevas y al fin decidió audicionar para entrar al grupo de teatro del colegio. He estado cantando en casi cualquier momento libre para ver qué canción me sale mejor y hacer la "audición" con ella, estoy indecisa entre tres o cuatro canciones y la audición es mañana en la tarde :quemierda: Igual, luego recordé que me faltaban tres páginas del capítulo y decidí terminarlo rapidito a una hora antes de ir al colegio.
Capítulo #10: “Coloreando a la Muerte”.
—Sé que esto es algo tonto, pero necesitamos su ayuda para buscar unos archivos. Los perdimos —Pide Diana.
—Primero perdieron todas sus llaves, ahora unos archivos… —Resalta Matías.
—Son unos que nos dieron ayer y tienen información que podría ayudarnos a resolver un caso —Explica Sebastián.
— ¿Cómo se los dieron? —Pregunta Alex.
—En una carpeta.
— ¿Una carpeta naranja?
—Sí, esa. Recuerdo haberle dicho a Paula que la guardara, pero no la he visto. ¿Tú sí?
—Me parece haberla visto en-
— ¿De quién es esta carpeta? —Marc entra con una en la mano, interrumpiendo a Alex— La encontré en el escritorio de Alex.
— ¡La encontraste!
— ¿La estaban buscando?
—Sí, es nuestra.
— ¿Cómo llegó ahí? —Sebastián ve a Paula apenas terminada la pregunta.
— ¿Por qué me ves así?
—Yo te dije ayer que la guardaras, ¡no que la dejaras en otra oficina!
—Oh, esto… yo no recuerdo eso pero… tuve que ser yo.
— ¿No te acuerdas?
—Sí me acuerdo que me dijiste eso, pero no recuerdo haber dejado la carpeta ahí.
— ¿No fue que alguien te llamó y te fuiste con todo y carpeta?
—Ahh, ya me acordé. Marc me llamó y comencé a dar vueltas por todos lados y cuando llegué a esa oficina, dejé la carpeta ahí.
—No me vayan a echar la culpa a mí por llamar.
—No soy de su grupo, pero te culparía por llamar en horas de trabajo —Opina Alex.
—Paula me dijo que no hacía nada, así que no me culpes por eso.
— ¡Así que mentiste! —Le exclama Sebastián a la rubia.
— ¡Vamos! Yo no estaba haciendo nada.
—Pero pudiste perder la carpeta.
—Bueno, bueno. Como sea.
—Y menos mal que no se perdió. Acabo de leer esto y creo que ya tenemos al culpable.
—Genial. Vamos a interrogarlo —Paula, Sebastián y Diana se van.
Más tarde, el otro grupo está en la sala de una casa. El cuerpo de una mujer yace al lado de las escaleras.
— ¿Quién la encontró? —Pregunta Marc.
—Un compañero de trabajo —Responde Héctor— Le extrañó que no fuera al trabajo y que no contestara las llamadas, así que vino y la encontró.
— ¿Algún sospechoso?
—El compañero de trabajo me dijo que ella se llevaba bien con todos en el trabajo, pero fuera de ahí no sabe. Pero le extrañó que su hijo no esté aquí.
— ¿Y dónde podría estar él?
—En el centro de rehabilitación infantil.
— ¿¡Centro de rehabilitación!? —Alex no se esperaba esa respuesta.
—Sí. Ella fue golpeada varias veces antes de morir, pero lo que la mató fue un golpe en la cabeza, al parecer con el borde de las escaleras.
—Así que pudo ser un accidente.
—No lo creo, pero sí es posible.
—Interroguemos a sus compañeros de trabajo.
—Ella era una buena cocinera y se llevaba bien con todos aquí. No sé quién querría matarla —La víctima era cocinera, por lo que estaban en la cocina de un restaurante.
— ¿Sabe dónde estaba ella ayer en la noche?
—Lo más probable que en su casa o buscando a su hijo.
— ¿Con quién vivía?
—Con su hijo y de vez en cuando su esposo va a quedarse ahí unos días.
— ¿De vez en cuando?
—El esposo tiene que quedarse varias veces durante todo el día en el centro de rehabilitación.
— ¿Trabaja ahí?
—Sí, y más que todo, se queda cuando ella no puede irlo a buscar. Él no lo lleva a casa porque sólo pueden volver si los buscan personas que no trabajen ahí.
—Eso explica por qué el hijo no se encontraba en casa.
—Qué suerte para ese niño. Habría sido terrible ver cómo mataban a su madre en frente de él. Lástima que ahora tendrá que quedarse en el centro de rehabilitación hasta que consiga a alguien que pueda cuidarlo, a menos que su padre consiga el permiso.
Luego de interrogar a sus compañeros de trabajo, la USH1 va al tan nombrado centro de rehabilitación infantil.
—Ya me avisaron lo que pasó, es lamentable. Ella era muy agradable, hacía lo posible para poder ayudar a su hijo —Una doctora los recibe.
— ¿Él lo sabe ya?
—Le dije hace un rato, pero ya saben…
— ¿Cuántos años tiene?
—Seis años.
—Debe estar muy deprimido… —Marc siente cierta emoción distinta cuando los casos involucran niños, ya sea como víctimas o relacionados a ellas, y ya llevaba varios casos así en el poco tiempo siendo detective.
—De seguro está dibujando en este momento.
— ¿Por qué dibujando?
—Cuando está triste, normalmente dibuja, aunque puede dibujar cualquier cosa, no siempre tienen que ver con lo que sucede.
— ¿Sabe quién podría ser el asesino?
—Ni idea. Que yo sepa, nunca tuvo problemas en el trabajo, aunque es posible que no me haya enterado.
— ¿Y su esposo?
—Ellos tenían sus peleas como cualquier pareja, pero no para tanto, además de que no les convenía separarse por el niño. No quiero decir que alguno quería divorciarse, claro que no.
—Hemos oído hablar del niño, pero… ¿Qué tiene él?
—Es autista. Si quieren hablar con el esposo de la madre, él debe estar por salir en un momento, esperen un poco.
—Antes de que me pregunten —La doctora lo buscó muy rápido y apenas vio que eran detectives, entró en un estado de disconformidad automática— Yo estaba aquí en la noche y los doctores están de testigos.
—Se oye algo… —Alex nota algo raro en él.
— ¿Molesto? —Interrumpe, chocante— No, no es nada, es que mucha gente me anda preguntando de todo y me desesperé y cuando estoy triste, a veces me pongo así. Y otra vez, antes de que me pregunten, creo que quizás el exesposo de mi esposa haya podido hacer eso. Ellos se pelearon por la custodia del niño varias veces.
— ¿Usted no es el padre?
—No, no lo soy. Debo irme —E igual de cortante, se va.
—Se veía algo… disgustado como para unas preguntas —Opina Marc.
—Puede que esté estresado por todo esto.
—O puede que tenga algo que ver.
Regresan a la comisaría para almorzar como de costumbre: todos sentados en la misma mesa junto a la otra mitad de la unidad.
— ¿Qué tal su caso? —Diana empieza la conversación.
—Vamos empezando, aun no llevamos mucho.
— ¿Los archivos ayudaron?
—Y mucho. Ya arrestamos al culpable. Le agradezco mucho a Paula no haber perdido la carpeta —Sebastián hace mucho énfasis en las últimas palabras.
— ¿Es en serio, vas a seguir?
—No hay caso. ¿Cuántas veces le has dicho eso y él no deja de molestarte? —Dice Marc.
—Gracias por la ayuda —Le responde con sarcasmo.
—Cuando sea.
—Y creo que Sebas volverá a decir una frase que decía todos los días dentro de poco —Comenta la otra chica.
— ¿La de dejar a Paula sola?
—Exacto.
—Esperen, ¿qué? ¿De nuevo eso? —No le agrada.
—Sí, de nuevo eso.
—Pero… ¿Por qué ahora?
—Cumpleaños.
—Déjame adivinar, ¿de su amigo…?
—Ajá…
— ¡Otra vez no! Al menos es un solo día… ¿Cuándo es?
—El primero.
—En tres días… Justo ese día viene mi hermana de visita, así que no me quedaré sola —Se calma.
—Pero igual diré mi frase.
—Espero que no le dé un brote ese día —Desea Diana.
—Igual. Le han dado brotes muy seguidos, pero si le llega a dar uno, que sea el de confusión, es fácil de calmar y puede llegar a ser gracioso.
— ¿Cómo se hace?
—Sólo tienes que explicar todo como si él fuera un niño de cinco años y ya.
—Parece fácil.
—Y lo es.
—Así que… Yo iré a recibir a mi hermana cuando ustedes salgan.
— ¿Y cómo sabes a qué hora saldremos? ¿Acaso va a llegar justo en ese momento?
—No, pero ella irá directo a mi casa, así que creo que debí decir que iré a casa cuando salgan.
Después de comer, van a la siguiente parada, la casa del exesposo.
— ¿Qué los trae por aquí?
—Venimos a interrogarle sobre el asesinato de su exesposa.
— ¿¡Qué!? —Su expresión despreocupada cambió en una fracción de segundo— ¿La mataron? ¿Cuándo?
—Ayer en la noche.
—Oh, vaya. No sabía de esto. Ayer en la noche estaba aquí, solo —Hizo una pequeña pausa entre las últimas dos palabras. Admitir que estaba solo no es bueno para nadie si puede ser un sospechoso.
—Esa no es una buena coartada.
—Lo sé, pero eso fue lo que hice. ¿Ahora quién se quedará con mi hijo?
—Parece que se quedará en el centro de rehabilitación por un tiempo, pero creemos que el esposo de su ex se encargará de él.
—Claro. No piensan en el padre biológico y se lo dejan a otro.
—Aun no se ha tomado una decisión. Por ahora se quedará en el centro.
— ¿Cree que alguien pueda confirmar que usted se encontraba aquí ayer en la noche?
—No lo sé. No recuerdo ninguna llamada ayer en la noche. ¿Me arrestarán por eso?
—No tenemos pruebas que demuestren que haya sido usted, así que no podemos hacerlo.
Al no poder seguir, se van al laboratorio forense.
— ¿Y eso que vinieron?
—Queríamos ver si encontraste evidencia.
—Quisiera decir otra cosa, pero no hallé nada que pueda dar pistas sobre el culpable. ¿Ustedes hallaron una?
—El exesposo no tiene coartada.
—Pero el esposo sonó medio raro.
—Dos posibles sospechosos…
Al día siguiente, regresan al centro de rehabilitación. Tuvieron que ir en la tarde porque los niños salieron por una actividad especial.
— ¿Encontraron algo o alguna pista? —El doctor seguía algo chocante con ellos.
—Hablamos con el exesposo. Creemos que podría ser un sospechoso.
— ¿Por qué?
—No tiene coartada.
— ¿Anteayer su hijo estuvo en casa de noche?
—No. Él se quedó aquí todo el día. Debo ir a atender a un paciente —Se va. De inmediatamente llega la misma doctora del día anterior.
—Qué extraño. ¿Siempre se va así de repente?
—Sí, es algo sospechoso.
— ¿Quién atiende a su hijo aquí?
—Yo, ¿por qué?
—Era para saber si podríamos intentar hablar con él un momento. De repente nos da una pista con algo —Propone Marc.
— ¿Con un dibujo? Es posible. Adelante, pueden hacerlo.
Sólo entran Marc y Alex a su cuarto para no imponerle tanta presión, pero de todos modos, no obtuvieron nada de información. Luego entra la doctora junto a Matías, quizás a ella ya le tenía más confianza y lograban sacarle algo. Terminó dándole unos dibujos a los que no les vieron nada relevante. Esperaron un día más con la idea de darle más tiempo de hacer dibujos y que alguno revelara algo por fin.
— ¿Qué hacen? —Pregunta Sebastián al ver a Alex y a Matías frente a una computadora.
—Buscando en el registro telefónico del exesposo para ver si estaba en casa de noche.
—Héctor llamó —Marc entra— Dijo que la hora de muerte fue entre las 6 y 7 de la noche.
— ¿¡No les habían dicho la hora de muerte!?
— ¡Eso es inaceptable! —Exclama Paula— Con eso es más fácil investigar.
—Se le había olvidado decirnos. Igual, también fue un error de parte de nosotros por no preguntarle —Admite Marc.
—Aquí aparece que recibió una llamada a las 6:39pm y la respondió —Matías lee el registro telefónico.
— ¿Estaría él en casa o fue otra persona?
—Vayamos a preguntarle.
Y eso confirmaron. Al preguntarle al exesposo sobre la llamada, recordó responderla y hasta el tiempo que duró la conversación, por lo que fue eliminado de la lista de sospechosos, dejando sólo al esposo.
—Ahora nuestro único sospechoso es el esposo.
— ¿Cómo harán para saber si fue él?
—Hay que preguntarles a los compañeros si él estuvo presente a esa hora —Explica Matías.
— ¿Tu hermana ya te dijo a qué hora vendrá? —Pregunta Diana.
—Llegará más o menos al mediodía.
—Entonces irás a recibirla a esa hora.
—Depende de ustedes. Si van a visitar a su amigo a esa hora, lo haré, pero si van a ir a otra hora, iré a esa hora. Mi idea es ir mientras ustedes están allá para no quedarme sola aquí.
—Lo más probable es que vayamos en la tarde, así que no creo que vayas al mediodía.
—Ah, bueno. Mañana me confirman la hora. Debe ser algo raro y deprimente cumplir veinte estando preso…
—Ni me lo imagino. Será duro para él, estoy segura, pero no se puede hacer nada.
—Al menos ya sabes controlarte para que no te pase lo de la otra vez.
—Oh sí. Espero poder controlarme mañana. No quiero asustarlo en su cumpleaños.
—Ni crear chismes.
— ¿Será que Daisy nos vendrá a visitar? —Sebastián se incorpora en la charla de las chicas.
—No me extrañaría de ella que en vez de ir directo a mi casa, venga para acá.
— ¿Ya lo ha hecho antes?
—No, pero ella es de sorpresas y cualquier cosa no me extrañaría de ella.
Los detectives de la 1 van al centro de rehabilitación a seguir investigando.
— ¿El niño ha hecho algún dibujo?
—Ninguno, pero creo que ahora está haciendo uno.
— ¿Entre las 6 y 7 de la noche del día del asesinato el doctor se encontraba aquí?
—No lo sé, justamente a esa hora es uno de nuestros descansos. Algunos vamos a cenar, otros se quedan aquí. Yo fui a comer.
— ¿Y su paciente se encontraba aquí a esa hora?
—Sí. Que yo sepa, ustedes confirmaron que él no estaba en casa cuando mataron a su mamá.
Interrogan a otros doctores. Casi todos dijeron no verlo, e incluso uno admitió haberlo visto irse, pero eso no era posible, al menos no si fue acompañado porque nadie tenía la autorización de llevárselo. Sin embargo, una interesante hipótesis surgió. ¿Será que huyó y fue a su casa? No sería una novedad que un niño escapara. La casa era cercana al lugar, no pudo ser tan difícil irse sin que nadie lo notara. Nadie pudo confirmar la historia, pero al menos ya tenían una nueva base. Antes de acabar el día, recogen los nuevos dibujos, y al siguiente, van a pedirle ayuda a la doctora, nadie entendió los dibujos.
—Estuvimos viendo los dibujos. En muchos predomina el naranja —Comenta Marc.
— ¿¡El naranja!? ¡Qué raro! —La doctora se alarma.
— ¿Qué quiere decir?
—Ese color casi nunca lo usa. Para él, el naranja es sinónimo de muerte. Hace dos años, su gato murió atropellado por un camión del aseo. El empleado, que iba de naranja, fue el que le informó del accidente.
— ¿O sea que sólo lo usa en esos casos?
—Sin excepción. Quisiera ver los dibujos a ver si logro descifrarlos —Se los pasan— Este parece ser de su madre tirada en el suelo y al lado hay… parece un doctor, pero está de espalda.
— ¿Podría ser el asesino?
—Sin duda. ¿A ella la encontraron al lado de las escaleras?
—Así es.
—De seguro es eso. Ella sale al lado de ellas.
—El único que pudo entrar a casa a esa hora sería el doctor…
—Voy a hacer lo posible por hacer que él me diga si el del dibujo es el doctor.
Pocos minutos después, el grupo ya estaba arrestando al doctor. El niño lo vio todo desde las escaleras, pero al parecer nadie notó que estaba siendo testigo del asesinato de su madre. No escapó, ella lo recogió cuando su doctora estaba cenando.
— ¿Por qué la mató? —Pregunta Diana.
—Parece que por el seguro de vida, pero aun no se sabe bien la razón —Responde Marc.
—Seguros de vida, de todo, excepto seguros —Opina Paula.
—Totalmente de acuerdo.
—Ya que estamos todos libres y ya es mediodía, podríamos-
— ¡Dejar a Paula sola! —Sebastián interrumpe a su compañera.
— ¿Extrañabas decirlo?
—Algo así.
—Pues… ¡No totalmente sola!
— ¡Dejar a Paula sola con su hermana! —Cambia el comentario.
—Parecen niños peleando —Dice Diana.
— ¿Acaso ustedes se la pasan libres o qué? —Matías cuestiona.
—Nuestros tiempos libres coinciden con los suyos.
—Ya que se calmaron los niños, vayamos para que Paula reciba a su hermana.
Todos se van. Casi todo el grupo fue a felicitar al cumpleañero, y como de costumbre, Diana y Leo quedaron hablando entre ellos.
— ¿Cómo has estado?
—No tengo mucho que contar, supongo.
— ¡Oh, vamos!
—Es que de verdad no tengo mucho que contar. Si quieres, cuéntame qué has hecho tú.
—Nah, no importa. El trabajo es el mismo, no hay mucho que contar tampoco.
—Pero los casos varían.
—Pero los casos interesantes les tocan al grupito de tu hermano.
—Y aquí de nuevo volvieron estos dos a hablar solos —Matías resalta.
—Hay que aprovechar los momentos.
— ¿Volvieron a dejar a su compañera sola?
—No exactamente. La dije la frase por no perder la costumbre, pero ella no está en la comisaría ahora.
—Es que al fin tuvieron compasión de decirle que veníamos aquí a esta hora para que ella saliera al mismo tiempo.
—No fue intencional, fue casualidad del día.
—Y la idea fue de Paula, no nuestra.
—Igual gracias por seguir su idea —Marc sale a hacer algo.
— ¿De qué estaban hablando? —Leo se perdió.
— ¿Cómo que de qué hablábamos? ¿No escuchaste?
—Sí, pero ¿por qué lo dices?
—Hablaba con ellos.
— ¿Quiénes de todos?
— ¿Qué te pasa? —Sebastián se extraña— ¿Te perdiste en la luna?
—Pero si hoy no es lunes…
—Que si te perdiste.
— ¿Cómo me voy a perder si estoy aquí? No puedo escaparme.
—Lo estás tomando todo literal —Le dice Alex.
— ¿“Literal”? ¿Qué quiere decir eso?
— ¡Tú lo sabes!
— ¡No, no lo sé!
— ¿Dónde está Marc?
—Creo que… no sé.
— ¡No me respondieron!
— ¿¡Pero cómo es que no sabes!?
— ¿¡Qué no entienden de eso!?
— ¿¡Y qué no entiendes de lo que te decimos!? —El mayor pierde la paciencia.
—No me grites —Intimidado.
— ¿Qué está pasando? —Marc regresa.
— ¿Podrías enseñarle a tu hermanito qué es “literal”?
—Una pregunta antes de hacerlo. ¿Ha estado haciendo preguntas de todo tipo?
—Sí.
—Ok. Debo decirles que ese es el brote de confusión y lo peor que pueden hacer es desesperarse y gritar.
— ¡Aja! Todos reprobados excepto yo —Diana presume.
— ¿¡Le gritaron!?
— ¿¡Yo qué iba a saber!?
—Yo no le grité, pero me desesperé.
—Igual.
—Les voy diciendo que la manera de calmarlo es hablarle y explicarle como si tuviera cinco años.
— ¿No piensan responderme?
—Oh, cierto. “Literal” quiere decir… Para no complicarte mucho, es que te tomes todo por como suena —Trata de explicar Alex.
— ¿Tomar todo a como suena? Pero si no he bebido nada de nada.
—Acabas de tomártelo literalmente.
— ¡No bebí nada!
—Vamos a ver si me entiendes a mí —Diana es la próxima en intentar— Lo que Alex intenta decir con “tomar” es que lo entiendes todo por como suena.
—Ahh, entonces es que si tú dices “tómatelo con calma” y yo entiendo que hay que beber con calma, es que estoy siendo literal.
—Sí, es tal cual como tú lo dijiste.
— ¡Sí! Ahora tengo otra duda. ¿Por qué se supone que me están hablando como a un niño de cinco si justo hoy cumplo veinte y entiendo todo perfectamente?
— ¿¡Cómo!? —Exclaman todos.
— ¿¡No te has dado cuenta de que desde hace rato nos estás preguntando de todo como un niño de cinco!?
—Tenemos rato tratando de explicarte todo.
—Lo sé, lo sé, ¿pero por qué han hecho eso durante todo este rato?
— ¿No es que no entendías nada?
— ¿No es que tenías un brote de conf…?
— ¡Alto! —Marc interrumpe— Creo que ya sé lo que pasa.
—Vamos a ver qué dice el genio.
—Lo que “el genio” dirá es que tú, sí, tú, nos jugaste una broma.
— ¿¡Yo!? ¿¡Jugarles una broma a ustedes!? ¡Por favor! —Leonardo dice con el típico tono intentando ser inocente cuando ni él mismo se la cree.
—Sí lo hiciste.
—Que no.
—Que sí.
—Que no.
—Que sí.
—Hoy todos se creen niños.
—Bueno, Ok. Sí, fingí.
—Muy gracioso —Sebastián es sarcástico.
—Hoy todos quieren enojarte.
—Pero esta vez TODOS caímos.
—Pero yo descubrí el engaño.
—Debieron verse, se veían demasiado graciosos tratando de explicarme todo. Tenía tiempo sin reírme tanto.
—Nada mejor que reírse mucho después de tener tiempo sin hacerlo, ¿no?
—En este momento, de seguro.
—Y nada mejor que estar enojado y que te molesten.
—Realmente… eso es divertido también.
Fin del Capítulo #10.
Ahora me prepararé para ir al colegio y seguiré cantando, aunque no debería preocuparme tanto, estuve en la coral dos vecesaunque eso fue hace ocho años y la otra hace cinco y mi voz quizás ha cambiado para mal pero no lo creo... y si en teatro se entra cantando, deberían aceptarme una tercera vez :arrastro: Pff, de pana que debo aprender a hablar algo menos, pero qué se puede hacer? :bye:
Lo habría subido antes, pero esta escritora quiere probar cosas nuevas y al fin decidió audicionar para entrar al grupo de teatro del colegio. He estado cantando en casi cualquier momento libre para ver qué canción me sale mejor y hacer la "audición" con ella, estoy indecisa entre tres o cuatro canciones y la audición es mañana en la tarde :quemierda: Igual, luego recordé que me faltaban tres páginas del capítulo y decidí terminarlo rapidito a una hora antes de ir al colegio.Capítulo #10: “Coloreando a la Muerte”.
—Sé que esto es algo tonto, pero necesitamos su ayuda para buscar unos archivos. Los perdimos —Pide Diana.
—Primero perdieron todas sus llaves, ahora unos archivos… —Resalta Matías.
—Son unos que nos dieron ayer y tienen información que podría ayudarnos a resolver un caso —Explica Sebastián.
— ¿Cómo se los dieron? —Pregunta Alex.
—En una carpeta.
— ¿Una carpeta naranja?
—Sí, esa. Recuerdo haberle dicho a Paula que la guardara, pero no la he visto. ¿Tú sí?
—Me parece haberla visto en-
— ¿De quién es esta carpeta? —Marc entra con una en la mano, interrumpiendo a Alex— La encontré en el escritorio de Alex.
— ¡La encontraste!
— ¿La estaban buscando?
—Sí, es nuestra.
— ¿Cómo llegó ahí? —Sebastián ve a Paula apenas terminada la pregunta.
— ¿Por qué me ves así?
—Yo te dije ayer que la guardaras, ¡no que la dejaras en otra oficina!
—Oh, esto… yo no recuerdo eso pero… tuve que ser yo.
— ¿No te acuerdas?
—Sí me acuerdo que me dijiste eso, pero no recuerdo haber dejado la carpeta ahí.
— ¿No fue que alguien te llamó y te fuiste con todo y carpeta?
—Ahh, ya me acordé. Marc me llamó y comencé a dar vueltas por todos lados y cuando llegué a esa oficina, dejé la carpeta ahí.
—No me vayan a echar la culpa a mí por llamar.
—No soy de su grupo, pero te culparía por llamar en horas de trabajo —Opina Alex.
—Paula me dijo que no hacía nada, así que no me culpes por eso.
— ¡Así que mentiste! —Le exclama Sebastián a la rubia.
— ¡Vamos! Yo no estaba haciendo nada.
—Pero pudiste perder la carpeta.
—Bueno, bueno. Como sea.
—Y menos mal que no se perdió. Acabo de leer esto y creo que ya tenemos al culpable.
—Genial. Vamos a interrogarlo —Paula, Sebastián y Diana se van.
Más tarde, el otro grupo está en la sala de una casa. El cuerpo de una mujer yace al lado de las escaleras.
— ¿Quién la encontró? —Pregunta Marc.
—Un compañero de trabajo —Responde Héctor— Le extrañó que no fuera al trabajo y que no contestara las llamadas, así que vino y la encontró.
— ¿Algún sospechoso?
—El compañero de trabajo me dijo que ella se llevaba bien con todos en el trabajo, pero fuera de ahí no sabe. Pero le extrañó que su hijo no esté aquí.
— ¿Y dónde podría estar él?
—En el centro de rehabilitación infantil.
— ¿¡Centro de rehabilitación!? —Alex no se esperaba esa respuesta.
—Sí. Ella fue golpeada varias veces antes de morir, pero lo que la mató fue un golpe en la cabeza, al parecer con el borde de las escaleras.
—Así que pudo ser un accidente.
—No lo creo, pero sí es posible.
—Interroguemos a sus compañeros de trabajo.
—Ella era una buena cocinera y se llevaba bien con todos aquí. No sé quién querría matarla —La víctima era cocinera, por lo que estaban en la cocina de un restaurante.
— ¿Sabe dónde estaba ella ayer en la noche?
—Lo más probable que en su casa o buscando a su hijo.
— ¿Con quién vivía?
—Con su hijo y de vez en cuando su esposo va a quedarse ahí unos días.
— ¿De vez en cuando?
—El esposo tiene que quedarse varias veces durante todo el día en el centro de rehabilitación.
— ¿Trabaja ahí?
—Sí, y más que todo, se queda cuando ella no puede irlo a buscar. Él no lo lleva a casa porque sólo pueden volver si los buscan personas que no trabajen ahí.
—Eso explica por qué el hijo no se encontraba en casa.
—Qué suerte para ese niño. Habría sido terrible ver cómo mataban a su madre en frente de él. Lástima que ahora tendrá que quedarse en el centro de rehabilitación hasta que consiga a alguien que pueda cuidarlo, a menos que su padre consiga el permiso.
Luego de interrogar a sus compañeros de trabajo, la USH1 va al tan nombrado centro de rehabilitación infantil.
—Ya me avisaron lo que pasó, es lamentable. Ella era muy agradable, hacía lo posible para poder ayudar a su hijo —Una doctora los recibe.
— ¿Él lo sabe ya?
—Le dije hace un rato, pero ya saben…
— ¿Cuántos años tiene?
—Seis años.
—Debe estar muy deprimido… —Marc siente cierta emoción distinta cuando los casos involucran niños, ya sea como víctimas o relacionados a ellas, y ya llevaba varios casos así en el poco tiempo siendo detective.
—De seguro está dibujando en este momento.
— ¿Por qué dibujando?
—Cuando está triste, normalmente dibuja, aunque puede dibujar cualquier cosa, no siempre tienen que ver con lo que sucede.
— ¿Sabe quién podría ser el asesino?
—Ni idea. Que yo sepa, nunca tuvo problemas en el trabajo, aunque es posible que no me haya enterado.
— ¿Y su esposo?
—Ellos tenían sus peleas como cualquier pareja, pero no para tanto, además de que no les convenía separarse por el niño. No quiero decir que alguno quería divorciarse, claro que no.
—Hemos oído hablar del niño, pero… ¿Qué tiene él?
—Es autista. Si quieren hablar con el esposo de la madre, él debe estar por salir en un momento, esperen un poco.
—Antes de que me pregunten —La doctora lo buscó muy rápido y apenas vio que eran detectives, entró en un estado de disconformidad automática— Yo estaba aquí en la noche y los doctores están de testigos.
—Se oye algo… —Alex nota algo raro en él.
— ¿Molesto? —Interrumpe, chocante— No, no es nada, es que mucha gente me anda preguntando de todo y me desesperé y cuando estoy triste, a veces me pongo así. Y otra vez, antes de que me pregunten, creo que quizás el exesposo de mi esposa haya podido hacer eso. Ellos se pelearon por la custodia del niño varias veces.
— ¿Usted no es el padre?
—No, no lo soy. Debo irme —E igual de cortante, se va.
—Se veía algo… disgustado como para unas preguntas —Opina Marc.
—Puede que esté estresado por todo esto.
—O puede que tenga algo que ver.
Regresan a la comisaría para almorzar como de costumbre: todos sentados en la misma mesa junto a la otra mitad de la unidad.
— ¿Qué tal su caso? —Diana empieza la conversación.
—Vamos empezando, aun no llevamos mucho.
— ¿Los archivos ayudaron?
—Y mucho. Ya arrestamos al culpable. Le agradezco mucho a Paula no haber perdido la carpeta —Sebastián hace mucho énfasis en las últimas palabras.
— ¿Es en serio, vas a seguir?
—No hay caso. ¿Cuántas veces le has dicho eso y él no deja de molestarte? —Dice Marc.
—Gracias por la ayuda —Le responde con sarcasmo.
—Cuando sea.
—Y creo que Sebas volverá a decir una frase que decía todos los días dentro de poco —Comenta la otra chica.
— ¿La de dejar a Paula sola?
—Exacto.
—Esperen, ¿qué? ¿De nuevo eso? —No le agrada.
—Sí, de nuevo eso.
—Pero… ¿Por qué ahora?
—Cumpleaños.
—Déjame adivinar, ¿de su amigo…?
—Ajá…
— ¡Otra vez no! Al menos es un solo día… ¿Cuándo es?
—El primero.
—En tres días… Justo ese día viene mi hermana de visita, así que no me quedaré sola —Se calma.
—Pero igual diré mi frase.
—Espero que no le dé un brote ese día —Desea Diana.
—Igual. Le han dado brotes muy seguidos, pero si le llega a dar uno, que sea el de confusión, es fácil de calmar y puede llegar a ser gracioso.
— ¿Cómo se hace?
—Sólo tienes que explicar todo como si él fuera un niño de cinco años y ya.
—Parece fácil.
—Y lo es.
—Así que… Yo iré a recibir a mi hermana cuando ustedes salgan.
— ¿Y cómo sabes a qué hora saldremos? ¿Acaso va a llegar justo en ese momento?
—No, pero ella irá directo a mi casa, así que creo que debí decir que iré a casa cuando salgan.
Después de comer, van a la siguiente parada, la casa del exesposo.
— ¿Qué los trae por aquí?
—Venimos a interrogarle sobre el asesinato de su exesposa.
— ¿¡Qué!? —Su expresión despreocupada cambió en una fracción de segundo— ¿La mataron? ¿Cuándo?
—Ayer en la noche.
—Oh, vaya. No sabía de esto. Ayer en la noche estaba aquí, solo —Hizo una pequeña pausa entre las últimas dos palabras. Admitir que estaba solo no es bueno para nadie si puede ser un sospechoso.
—Esa no es una buena coartada.
—Lo sé, pero eso fue lo que hice. ¿Ahora quién se quedará con mi hijo?
—Parece que se quedará en el centro de rehabilitación por un tiempo, pero creemos que el esposo de su ex se encargará de él.
—Claro. No piensan en el padre biológico y se lo dejan a otro.
—Aun no se ha tomado una decisión. Por ahora se quedará en el centro.
— ¿Cree que alguien pueda confirmar que usted se encontraba aquí ayer en la noche?
—No lo sé. No recuerdo ninguna llamada ayer en la noche. ¿Me arrestarán por eso?
—No tenemos pruebas que demuestren que haya sido usted, así que no podemos hacerlo.
Al no poder seguir, se van al laboratorio forense.
— ¿Y eso que vinieron?
—Queríamos ver si encontraste evidencia.
—Quisiera decir otra cosa, pero no hallé nada que pueda dar pistas sobre el culpable. ¿Ustedes hallaron una?
—El exesposo no tiene coartada.
—Pero el esposo sonó medio raro.
—Dos posibles sospechosos…
Al día siguiente, regresan al centro de rehabilitación. Tuvieron que ir en la tarde porque los niños salieron por una actividad especial.
— ¿Encontraron algo o alguna pista? —El doctor seguía algo chocante con ellos.
—Hablamos con el exesposo. Creemos que podría ser un sospechoso.
— ¿Por qué?
—No tiene coartada.
— ¿Anteayer su hijo estuvo en casa de noche?
—No. Él se quedó aquí todo el día. Debo ir a atender a un paciente —Se va. De inmediatamente llega la misma doctora del día anterior.
—Qué extraño. ¿Siempre se va así de repente?
—Sí, es algo sospechoso.
— ¿Quién atiende a su hijo aquí?
—Yo, ¿por qué?
—Era para saber si podríamos intentar hablar con él un momento. De repente nos da una pista con algo —Propone Marc.
— ¿Con un dibujo? Es posible. Adelante, pueden hacerlo.
Sólo entran Marc y Alex a su cuarto para no imponerle tanta presión, pero de todos modos, no obtuvieron nada de información. Luego entra la doctora junto a Matías, quizás a ella ya le tenía más confianza y lograban sacarle algo. Terminó dándole unos dibujos a los que no les vieron nada relevante. Esperaron un día más con la idea de darle más tiempo de hacer dibujos y que alguno revelara algo por fin.
— ¿Qué hacen? —Pregunta Sebastián al ver a Alex y a Matías frente a una computadora.
—Buscando en el registro telefónico del exesposo para ver si estaba en casa de noche.
—Héctor llamó —Marc entra— Dijo que la hora de muerte fue entre las 6 y 7 de la noche.
— ¿¡No les habían dicho la hora de muerte!?
— ¡Eso es inaceptable! —Exclama Paula— Con eso es más fácil investigar.
—Se le había olvidado decirnos. Igual, también fue un error de parte de nosotros por no preguntarle —Admite Marc.
—Aquí aparece que recibió una llamada a las 6:39pm y la respondió —Matías lee el registro telefónico.
— ¿Estaría él en casa o fue otra persona?
—Vayamos a preguntarle.
Y eso confirmaron. Al preguntarle al exesposo sobre la llamada, recordó responderla y hasta el tiempo que duró la conversación, por lo que fue eliminado de la lista de sospechosos, dejando sólo al esposo.
—Ahora nuestro único sospechoso es el esposo.
— ¿Cómo harán para saber si fue él?
—Hay que preguntarles a los compañeros si él estuvo presente a esa hora —Explica Matías.
— ¿Tu hermana ya te dijo a qué hora vendrá? —Pregunta Diana.
—Llegará más o menos al mediodía.
—Entonces irás a recibirla a esa hora.
—Depende de ustedes. Si van a visitar a su amigo a esa hora, lo haré, pero si van a ir a otra hora, iré a esa hora. Mi idea es ir mientras ustedes están allá para no quedarme sola aquí.
—Lo más probable es que vayamos en la tarde, así que no creo que vayas al mediodía.
—Ah, bueno. Mañana me confirman la hora. Debe ser algo raro y deprimente cumplir veinte estando preso…
—Ni me lo imagino. Será duro para él, estoy segura, pero no se puede hacer nada.
—Al menos ya sabes controlarte para que no te pase lo de la otra vez.
—Oh sí. Espero poder controlarme mañana. No quiero asustarlo en su cumpleaños.
—Ni crear chismes.
— ¿Será que Daisy nos vendrá a visitar? —Sebastián se incorpora en la charla de las chicas.
—No me extrañaría de ella que en vez de ir directo a mi casa, venga para acá.
— ¿Ya lo ha hecho antes?
—No, pero ella es de sorpresas y cualquier cosa no me extrañaría de ella.
Los detectives de la 1 van al centro de rehabilitación a seguir investigando.
— ¿El niño ha hecho algún dibujo?
—Ninguno, pero creo que ahora está haciendo uno.
— ¿Entre las 6 y 7 de la noche del día del asesinato el doctor se encontraba aquí?
—No lo sé, justamente a esa hora es uno de nuestros descansos. Algunos vamos a cenar, otros se quedan aquí. Yo fui a comer.
— ¿Y su paciente se encontraba aquí a esa hora?
—Sí. Que yo sepa, ustedes confirmaron que él no estaba en casa cuando mataron a su mamá.
Interrogan a otros doctores. Casi todos dijeron no verlo, e incluso uno admitió haberlo visto irse, pero eso no era posible, al menos no si fue acompañado porque nadie tenía la autorización de llevárselo. Sin embargo, una interesante hipótesis surgió. ¿Será que huyó y fue a su casa? No sería una novedad que un niño escapara. La casa era cercana al lugar, no pudo ser tan difícil irse sin que nadie lo notara. Nadie pudo confirmar la historia, pero al menos ya tenían una nueva base. Antes de acabar el día, recogen los nuevos dibujos, y al siguiente, van a pedirle ayuda a la doctora, nadie entendió los dibujos.
—Estuvimos viendo los dibujos. En muchos predomina el naranja —Comenta Marc.
— ¿¡El naranja!? ¡Qué raro! —La doctora se alarma.
— ¿Qué quiere decir?
—Ese color casi nunca lo usa. Para él, el naranja es sinónimo de muerte. Hace dos años, su gato murió atropellado por un camión del aseo. El empleado, que iba de naranja, fue el que le informó del accidente.
— ¿O sea que sólo lo usa en esos casos?
—Sin excepción. Quisiera ver los dibujos a ver si logro descifrarlos —Se los pasan— Este parece ser de su madre tirada en el suelo y al lado hay… parece un doctor, pero está de espalda.
— ¿Podría ser el asesino?
—Sin duda. ¿A ella la encontraron al lado de las escaleras?
—Así es.
—De seguro es eso. Ella sale al lado de ellas.
—El único que pudo entrar a casa a esa hora sería el doctor…
—Voy a hacer lo posible por hacer que él me diga si el del dibujo es el doctor.
Pocos minutos después, el grupo ya estaba arrestando al doctor. El niño lo vio todo desde las escaleras, pero al parecer nadie notó que estaba siendo testigo del asesinato de su madre. No escapó, ella lo recogió cuando su doctora estaba cenando.
— ¿Por qué la mató? —Pregunta Diana.
—Parece que por el seguro de vida, pero aun no se sabe bien la razón —Responde Marc.
—Seguros de vida, de todo, excepto seguros —Opina Paula.
—Totalmente de acuerdo.
—Ya que estamos todos libres y ya es mediodía, podríamos-
— ¡Dejar a Paula sola! —Sebastián interrumpe a su compañera.
— ¿Extrañabas decirlo?
—Algo así.
—Pues… ¡No totalmente sola!
— ¡Dejar a Paula sola con su hermana! —Cambia el comentario.
—Parecen niños peleando —Dice Diana.
— ¿Acaso ustedes se la pasan libres o qué? —Matías cuestiona.
—Nuestros tiempos libres coinciden con los suyos.
—Ya que se calmaron los niños, vayamos para que Paula reciba a su hermana.
Todos se van. Casi todo el grupo fue a felicitar al cumpleañero, y como de costumbre, Diana y Leo quedaron hablando entre ellos.
— ¿Cómo has estado?
—No tengo mucho que contar, supongo.
— ¡Oh, vamos!
—Es que de verdad no tengo mucho que contar. Si quieres, cuéntame qué has hecho tú.
—Nah, no importa. El trabajo es el mismo, no hay mucho que contar tampoco.
—Pero los casos varían.
—Pero los casos interesantes les tocan al grupito de tu hermano.
—Y aquí de nuevo volvieron estos dos a hablar solos —Matías resalta.
—Hay que aprovechar los momentos.
— ¿Volvieron a dejar a su compañera sola?
—No exactamente. La dije la frase por no perder la costumbre, pero ella no está en la comisaría ahora.
—Es que al fin tuvieron compasión de decirle que veníamos aquí a esta hora para que ella saliera al mismo tiempo.
—No fue intencional, fue casualidad del día.
—Y la idea fue de Paula, no nuestra.
—Igual gracias por seguir su idea —Marc sale a hacer algo.
— ¿De qué estaban hablando? —Leo se perdió.
— ¿Cómo que de qué hablábamos? ¿No escuchaste?
—Sí, pero ¿por qué lo dices?
—Hablaba con ellos.
— ¿Quiénes de todos?
— ¿Qué te pasa? —Sebastián se extraña— ¿Te perdiste en la luna?
—Pero si hoy no es lunes…
—Que si te perdiste.
— ¿Cómo me voy a perder si estoy aquí? No puedo escaparme.
—Lo estás tomando todo literal —Le dice Alex.
— ¿“Literal”? ¿Qué quiere decir eso?
— ¡Tú lo sabes!
— ¡No, no lo sé!
— ¿Dónde está Marc?
—Creo que… no sé.
— ¡No me respondieron!
— ¿¡Pero cómo es que no sabes!?
— ¿¡Qué no entienden de eso!?
— ¿¡Y qué no entiendes de lo que te decimos!? —El mayor pierde la paciencia.
—No me grites —Intimidado.
— ¿Qué está pasando? —Marc regresa.
— ¿Podrías enseñarle a tu hermanito qué es “literal”?
—Una pregunta antes de hacerlo. ¿Ha estado haciendo preguntas de todo tipo?
—Sí.
—Ok. Debo decirles que ese es el brote de confusión y lo peor que pueden hacer es desesperarse y gritar.
— ¡Aja! Todos reprobados excepto yo —Diana presume.
— ¿¡Le gritaron!?
— ¿¡Yo qué iba a saber!?
—Yo no le grité, pero me desesperé.
—Igual.
—Les voy diciendo que la manera de calmarlo es hablarle y explicarle como si tuviera cinco años.
— ¿No piensan responderme?
—Oh, cierto. “Literal” quiere decir… Para no complicarte mucho, es que te tomes todo por como suena —Trata de explicar Alex.
— ¿Tomar todo a como suena? Pero si no he bebido nada de nada.
—Acabas de tomártelo literalmente.
— ¡No bebí nada!
—Vamos a ver si me entiendes a mí —Diana es la próxima en intentar— Lo que Alex intenta decir con “tomar” es que lo entiendes todo por como suena.
—Ahh, entonces es que si tú dices “tómatelo con calma” y yo entiendo que hay que beber con calma, es que estoy siendo literal.
—Sí, es tal cual como tú lo dijiste.
— ¡Sí! Ahora tengo otra duda. ¿Por qué se supone que me están hablando como a un niño de cinco si justo hoy cumplo veinte y entiendo todo perfectamente?
— ¿¡Cómo!? —Exclaman todos.
— ¿¡No te has dado cuenta de que desde hace rato nos estás preguntando de todo como un niño de cinco!?
—Tenemos rato tratando de explicarte todo.
—Lo sé, lo sé, ¿pero por qué han hecho eso durante todo este rato?
— ¿No es que no entendías nada?
— ¿No es que tenías un brote de conf…?
— ¡Alto! —Marc interrumpe— Creo que ya sé lo que pasa.
—Vamos a ver qué dice el genio.
—Lo que “el genio” dirá es que tú, sí, tú, nos jugaste una broma.
— ¿¡Yo!? ¿¡Jugarles una broma a ustedes!? ¡Por favor! —Leonardo dice con el típico tono intentando ser inocente cuando ni él mismo se la cree.
—Sí lo hiciste.
—Que no.
—Que sí.
—Que no.
—Que sí.
—Hoy todos se creen niños.
—Bueno, Ok. Sí, fingí.
—Muy gracioso —Sebastián es sarcástico.
—Hoy todos quieren enojarte.
—Pero esta vez TODOS caímos.
—Pero yo descubrí el engaño.
—Debieron verse, se veían demasiado graciosos tratando de explicarme todo. Tenía tiempo sin reírme tanto.
—Nada mejor que reírse mucho después de tener tiempo sin hacerlo, ¿no?
—En este momento, de seguro.
—Y nada mejor que estar enojado y que te molesten.
—Realmente… eso es divertido también.
Fin del Capítulo #10.
Ahora me prepararé para ir al colegio y seguiré cantando, aunque no debería preocuparme tanto, estuve en la coral dos veces
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por valejimenez Dom 10 Nov 2013, 7:31 pm
¿no se publicó mi comentario anterior? 
:cccc LOL, Leonardo es tan... loquillo
Genial capi :3 síguela amoree
:cccc LOL, Leonardo es tan... loquillo
Genial capi :3 síguela amoree
valejimenez
Re: Más Que Cosas De Policías
por valejimenez Dom 10 Nov 2013, 7:33 pm
PD: Espero hayas tenido suerte, olvidé decirlo.
Algún día te escucharé cantando en un concierto :vicplz:
Algún día te escucharé cantando en un concierto :vicplz:
valejimenez
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Dom 10 Nov 2013, 7:44 pm
Pues resulta que no hubo audición porque MUCHA gente interesada de segundo y cuarto año A se inscribió a teatro el mismo día y mientras anotaban nuestros Correos para mandarnos los diálogos, se perdió la mitad de la clase. La otra mitad no se dio por muchas razones, empezando con que hubo una charla sobre ir a estudiar a Canadá tipo intercambio para diversificado (si, mi colegio tiene eso, este año hay un alemánvalejimenez escribió:PD: Espero hayas tenido suerte, olvidé decirlo.
Algún día te escucharé cantando en un concierto :vicplz:
) y como cuarto año entra en eso, todos estuvimos ahí, así que la audición paso para el otro jueves... Más tiempo para elegir y practicar la canción De la novela, Leo en realidad es así, loquillo :xd: solo que estando ahí no puede serlo tanto. La sigo mañana, estuve a punto de subir hoy pero no tuve tiempo, tengo examen de física mañana y ser inteligente tiene su precio: hay que ayudar a tus amigos que no entienden. Perdí cuatro tardes seguidas en eso! El once ya esta listo así que en la tarde ya estará publicado
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Lun 11 Nov 2013, 5:32 pm
Terminé publicando mucho más tarde de lo que pensé que lo haría, pero al menos no ha terminado el día (un verso sin esfuerzoo :happuy:). Me ocupé con una tarea, luego salí... YA NO TENGO APARATOS 
!! Después me distraje con otra tarea que no la tomé tan tarea porque era una frase y una caricatura que se me ocurrió y me pareció más bien algo por entretenimiento 
y ahora es que al fin recordé la novela, así que con una "nueva sonrisa", subo este capítulo.
Capítulo #11: “Parque de Accidentes”.
Más tarde ese mismo día, Paula llega a la comisaría junto a su melliza.
—Por si no la recuerdan, ella es mi hermana, Daisy.
— ¿Cómo no vamos a recordarla? Ella fue la que nos ayudó esa vez cuando el tiroteo —A Diana le parecería insólito que la hubiesen olvidado.
—Era por si acaso.
— ¿Qué tal todo por aquí?
—Todo bien, resolviendo casos.
— ¿Han tenido un caso de riesgo o por el estilo?
—No, aun no. Lo más peligroso ha sido el tiroteo. ¿Cómo te ha ido a ti?
—Me gusta mi trabajo… Lo que no me gusta es tratar con los familiares de los heridos. Es desesperante.
—Ellos siempre quieren saber todo sobre el estado de sus familiares.
—Sí, lo sé, pero de verdad desesperan mucho, creo que por eso preferí ser paramédica que doctora, porque en cambio, los doctores tienen que dar noticias de todo.
—A veces, nosotros también tenemos que darles las noticias a los familiares.
—Amaría no tener que hacer eso… ¿Rex es que se llama el perro?
—Sí, ¿por?
—Porque creo que se está comiendo el pan de alguien —Lo señala.
— ¡NO! —Sebastián se queja.
—Y ya sabemos de quién era.
—Hasta Rex quiere molestarme hoy.
— ¿Alguien más lo ha hecho?
—Casi todos.
—Es que sabemos que te enojas fácilmente y es divertido —Dice Diana, burlona.
—Así que tú eres el enojón del grupo.
—No hace falta decirlo.
—Bien… Iré conociendo bien a cada uno, aunque no sé porqué, pero ustedes me parecen conocidos de alguna manera.
—Quizás por Daniela —Supone Marc.
— ¿Ustedes conocen a Daniela? —Pregunta, sorprendida.
—Diana y yo estudiamos con ella.
—Yo era su mejor amiga.
— ¡Ella es mi prima!
— ¿En serio?
— ¡Sí! Creo que ya sé de dónde los he visto. Me parece que en los cumpleaños de Dani los vi más de una vez.
— ¿Y cómo está ella? —Diana deseaba saber qué era de ella.
—Muy bien. Está en el segundo año de residencia en el hospital del que soy paramédica. Es muy buena, sobretodo en Cardiología.
— ¡Qué bien!
— ¿Qué tal si le mostramos el lugar?
—Adelante.
—Has estado un buen rato aquí. Creo que no hace falta decir que esta es nuestra oficina —Alega su hermana.
—La que queda al lado es la de la 1.
— ¿Y quiénes son parte de la 1 y de la 2?
—La 1 somos Marc, Alex y yo.
—Y la 2, Paula, Diana y yo.
—Aww, la parejita quedó separada.
—Es que sino no nos permitirían serlo.
—Ah, cierto. Siempre lo olvido.
El recorrido continúa en el pasillo de las salas de interrogatorios.
—Este lugar sí lo conozco… Quiero comprobar algo —Se acerca a una de las salas.
— ¿A dónde vas?
—Aquí —Entra a una— ¡Es como en los programas!
— ¿Qué cosa, las salas de interrogatorios?
— ¡Sí, eso! Yo pensaba que no eran así de verdad
—Pues acabas de comprobar que sí.
—La otra vez me había quedado con las ganas de ver esto.
— ¿Hay algo más que quieras comprobar?
—Quizás, por el momento no. Cuando alguien les da la descripción de algún sospechoso, ¿tienen que llamar a un dibujante o retratista?
—No nos hace falta, tenemos a uno excelente aquí —Dice Paula viendo a Marc.
—Espera… ¿Tú eres el retratista?
—Algo así, casi siempre soy yo el que hace los retratos, aunque no dibujo así para tanto.
— ¡Oh vamos! —Paula reclama— Si no fueran “para tanto”, no serías el retratista. Y eso no es lo único que sabe dibujar bien.
—Quizás ese sea tu poder. Poder dibujar perfectamente cualquier cosa. El mío es imitar las voces de los demás.
—La que usas ahora es la tuya, ¿no? —Duda Matías.
—Claro. Sólo imito cuando hace falta o cuando quiero bromear.
—Más que todo para bromear —Daisy la ve feo— Admítelo, tú eres demasiado bromista.
—Un poco, no tanto. ¿Sabes qué me pareció raro? Que había uniformes de prisión aquí la otra vez.
—Eso es normal. Casi siempre hay algunos —Explica Alex.
— ¿Eran cómodos?
—Algo sueltos, pero frescos.
—Me extrañó lo de fresco.
—Creo que lo sintió fresco porque le quedaba un poco grande, porque a mí me dio un poco de calor.
—Aunque eso sí, se siente raro estar tan de naranja. Es como si cargaras un cartel de “¡Aquí estoy!” —Opina Sebastián.
—Es que creo que esa es la idea.
—No es raro. Cuando alguien no está acostumbrado a usar colores así, siente que tiene un cartel de “¡Aquí estoy!” o “¡Mírame!”
—Me habría gustado verlos vestidos así.
— ¿¡Para que te enojaras con nosotros y que nos trataras mal!? No, gracias.
— ¿Aun no logras calmarte con eso? —Pregunta Daisy.
—Pregúntale a Diana.
— ¿Por qué a ella?
—Unas cuantas discusiones que hemos tenido por culpa de su intolerancia.
—En un momento pensé otra cosa.
—No es por nada, pero sí sonó a lo que creo que crees. No me extraña que hayas pensado eso.
Más tarde. Ninguna unidad recibió un caso, así que aprovecharon la tarde libre para ir al parque junto a Daisy.
—Si van a jugar a lanzar y atrapar algo, por favor, se les agradecería alejarse o no lanzar nada cerca del lago —Pide Marc.
—Claro. No vaya a pasar lo de la otra vez.
— ¿Algo cayó al agua?
—Un frisbee y cuando estaba viendo cómo sacarlo de ahí, Rex se tiró al agua y me mojó.
—Y cuando salió de ahí, se sacudió y nos mojó a todos.
—Me he podido dar cuenta de que Rex es un perro travieso.
—Más de lo que debería.
—Hagamos lo de la otra vez SIN tirar nada cerca del lago. Yo empiezo. El que no atrape la pelota, pierde —Diana le lanza la pelota a Daisy, la atrapa. Luego la lanza muy fuerte y rápido, haciendo a todos exclamar “¡uuuhhh!” al pegarle en zona con cierto nombre a Matías, dejándolo fuera del juego. Continúan, ahora Marc la lanza, Paula y Sebastián van tras ella.
— ¡Yo la agarro!
— ¡No, yo!
— ¡Que yo lo haré!
— ¡No, no lo harás!
— ¡Cuidado Seba…! Muy tarde —Marc iba a advertir.
— ¡Jaja! ¡La tengo! —Paula celebra, luego ve a Sebastián en el suelo— ¿Qué te pasó?
— ¿Tú qué crees? —Se encontraba tirado al lado de unos arbustos— Choqué con ese arbusto y me caí dando vueltas.
—La pelota era para Paula. Te pudiste ahorrar una buena caída.
—Hoy la mala suerte está contigo.
—Ya me di cuenta.
— ¿Y si hacemos algo para que el juego no sea tan simple? —Ofrece Daisy.
—No estoy jugando pero… ¿Y si hacen que Rex estorbe?
— ¿De qué manera?
—No sé, quizás tratando de hacer que él la atrape. Si él la atrapa, pierde la persona.
—Creo que ya sé. Que alguien lance la pelota y que supongamos que antes de hacerlo, la persona se pondrá unos cinco metros delante de Rex y ahí empiezan a correr por la pelota.
— ¿La ventaja es porque Rex corre más?
—Sí, por eso. No importa si la pelota rebota, la idea es atraparla.
—Está bien. Empecemos, yo lanzo. ¿Quién quiere atrapar? —Pregunta Alex
— ¿Puede jugar el que estaba eliminado antes?
—Claro. Este es otro juego.
— ¡Entonces yo!
—Adelanta a Rex. Ya lanzaré —Lanza. Matías la atrapa. Luego pasa Paula. Se adelanta y espera por la pelota. No la ve.
— ¿Dónde está la pelota?
— ¡Apártate! —Avisa Marc.
— ¿¡Qué!?
— ¡Que te apartes ya!
— ¿Ah? —No lo escucha bien. Igual voltea y resulta que Rex corría velozmente hacia ella— ¡Rex! —Grita y justo después es chocada por él. Rex sigue de largo mientras ella cae al suelo.
—Mis avisos no están funcionando hoy. ¿Estás bien? —Se dirige a ella y la ayuda a levantarse.
—Sí. Sólo me tumbó Rex.
—Tu cara cuando viste a Rex fue muy cómica —Daisy ríe.
—Espera a que te pase algo a ver si te ríes.
—Vamos, lo único que te pasó fue que Rex te tropezó y te caíste.
— ¿Y crees que eso es poco? ¡Me tropezó duro!
—Bueno, así sabes más o menos qué se siente caerse de repente sin saber que lo ibas a hacer —Se burla el de ojos verdes.
—Pero esto no se compara a lo tuyo —Le devuelve la burla.
—Pero igual te caíste. Ahora voy a lanzar.
—Yo correré. Veamos si Rex puede ganarle a su dueño —Sebastián lanza, la pelota no cae.
—La pelota quedó atrapada en un árbol —Nota Marc.
—Pues trepa.
—Pero…
— ¡Que trepes! —Ordena Sebastián.
—Bueno, está bien. ¡No me vayan a tumbar luego!
—No lo piensan tumbar, ¿o sí? —Pregunta Paula mientras tanto.
—No, pero Rex es capaz.
—Tendré que agarrar a ese perro —Paula corre a él.
—La pelota no está tan alta y la caída no sería fuerte. Me he caído muchas veces de árboles desde alturas más grandes y no me ha pasado nada de nada y Paula lo sabe.
—Pero ya sabes lo que hace la preocupación entre novios, ¿no?
—Sí, lo sé perfectamente.
— ¿Ahora cómo se supone que me voy a bajar? —Escuchan a Marc reclamar.
—No lo sé, pero… ¡No te caigas!
— ¿Por qué sostienes a Rex?
—Por si se le ocurre halarte del pantalón.
—Ah claro. Por si acaso no me tumbe.
—Exacto.
— ¿Ahora cómo te piensas bajar?
—Ni idea.
—Tira la pelota aquí abajo —Ordena Daisy, eso hace Marc.
— ¿Ahora qué?
—Trata de bajar como subiste. Si no puedes… déjame pensar.
—Creo que no puedo.
—Tendrás que esperarte porque no se me ocurre nada.
—Espero que se te ocurra algo rápido.
— ¿No habías dicho que te has caído más de una vez de árboles desde más altura y no te ha pasado nada?
—Sí, pero…
—Espera, ¿¡quieres que me tire desde aquí!?
—Él fue el que lo dijo, no yo —Aclara Daisy.
—Podría tirarme desde aquí, no tengo tanto miedo pero… ¿Estás segura de que no me pasará nada?
—Si a mí no me ha pasado nada cayéndome de lugares más altos, no creo que a ti te pase algo malo…
—Bueno… No me preocupo porque sé que es verdad, pero sí un poco porque una de esas caídas que dice yo también la tuve y me doblé un pie.
— ¡Pero es que tú te caíste mal y eres más débil, yo no! Mira Marc, baja un poco y luego te tiras. Si sabes caer bien, no hay problema.
—Ok… Ya bajo —Baja un poco— Ya casi… —Rex se suelta— ¡Rex! ¡Alguien que lo agar…! —Rex le hala el pantalón y cae— Gracias por la ayuda —Sarcástico.
—Lo siento, una hormiga me picó y bueno, solté a Rex accidentalmente y… —Paula admite con pena.
— ¿¡Soltaste a Rex porque una hormiga te picó!?
—Es que era de las que pican duro. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien, sólo el golpe de la caída… o tumbada de Rex es lo que duele un poco.
—Estos juegos están causando muchas caídas. ¿De quién será la próxima?
—Sólo quedamos Daisy, tú y yo, si es que no contamos a los que ya cayeron o se golpearon —Responde Diana a Alex.
—Ahora lanzaré yo —Dice el último que cayó— ¿Qué tal si ahora corren dos personas?
— ¡Dale! ¡Nosotras dos!
—Ok. Lanzaré en tres, dos…
— ¡Pero dale con el otro brazo! —Exclama Daisy.
— ¿Acaso quieres que lance extremadamente suave?
—Al contra- Espera, ¿¡eres zurdo!?
— ¿Por qué todos reaccionan así al darse cuenta?
—Es que es raro conocer a un zurdo aquí.
—Como sea. Ahora sí, en tres, dos, uno… —Lanza. Daisy se adelanta bastante y Diana queda atrás.
— ¡Corres demasiado rápido!
—No te extrañes, ella es muy activa y deportista.
—Y yo… activa pero no para correr —Diana se detiene.
— ¿Vas a rendirte?
—Rex y Daisy ya me pasaron. Me quedaré aquí.
— ¿Por qué Rex se quedó ahí parado y ladrando?
—No lo sé, pero eso no siempre es bueno. Vayamos a revisar qué pasó.
Todos avanzan un poco hasta el lugar donde está Rex. No ven nada, Daisy no está cerca.
— ¡Ayuda! —De pronto, la escuchan al fondo.
— ¿¡Dónde estás!? —Pregunta Paula.
— ¡Cerca del lago!
— ¿¡Qué pasó!?
— ¡Un h…! —Y de pronto, ya no la escuchan al fondo.
— ¿¡Qué pasó!?... ¡Hey! ¿¡Estás ahí!?... Oh no.
—Eso no sonó bien. Creo que alguien la raptó.
— ¿Qué esperan? Tenemos que ir a ver.
Van al lago, pero no la ven. Rex se dirige a un costado, Diana lo sigue mientras todos se esparcen. Al parecer, Daisy fue raptada por un hombre en alguna parte del parque. Eran más o menos las 6:15 y a esa hora hay mucha gente, aunque en algunas partes más que otras. Lo único que ellos sabían era que debían apurarse. Diana, la cual estaba siguiendo a Rex, se encontraba en un lugar poco visitado del parque, así que era posible encontrarla cerca.
—Rex, no vayas tan rápido, me estás dejando muy atrás —Pocos segundos después, escucha algo— ¿¡Qué fue ese ruido!?... ¿Rex? —Se pone alerta. No ve a Rex.
— ¿Y tú qué haces por aquí sola? —Un hombre le agarra el brazo.
—Fuiste tú, ¿eh? —Intentando soltarse.
— ¿Qué hice yo, pequeñita?
— ¡No me digas “pequeñita”!
—No me respondiste.
— ¡Tú atrapaste a una amiga! —Tenía que ser él. ¿Quién más podría ser?
—No he atrapado a nadie. Si lo hubiera hecho, estaría aquí conmigo.
—De seguro la amarraste a un árbol o a un poste o la metiste en algún lado.
— ¿Qué te hace pensarlo?
— ¿Por qué no me dejas ir? ¡Al menos suéltame!
— ¿Por qué te quieres ir? ¿Te molesto? Yo sólo quiero estar en compañía —Vaya, este tipo sí que era fastidioso y altanero, pensaría Diana.
— ¿¡A dónde me llevas!? —Había comenzado a caminar con ella aun agarrada.
—A un lindo lugar de aquí que de seguro no conoces y quiero que lo conozcas.
—He venido a este parque toda mi vida.
— ¿Y qué? Puede que no conozcas algún lado.
— ¡Re…!
— ¡Ah, ah! —Le tapa la boca— No exclames nada. Me gusta el silencio —Susurra cerca de su oído, perturbándola.
Cerca de la entrada del parque, Matías y Paula seguían la búsqueda. Al no encontrar nada, deciden separarse e ir cada uno por su lado. Por su parte, Marc y Alex estaban en las mismas, sólo que en vez de separarse, decidieron cambiar de sitio. En el camino, se encontraron a Matías, extrañándose al verlo solo.
— ¿Qué haces aquí?
—Paula y yo decidimos separarnos porque no encontrábamos nada y si seguíamos así nos iríamos al lago. A lo mejor sigue buscando.
—Espero que no se pierda.
— ¿Alguien ha visto a Rex o a Diana?
—No.
—Ni yo. ¿Llamamos a alguien?
—Ok. Yo lo hago.
Al este del parque, Paula estaba a segundos de rendirse. Su celular suena.
—Cuando menos quiero que suene… —Se dice a sí misma. Lo saca y ve que es Marc. Está por atender.
— ¡No contestes! —Le agarra el brazo.
— ¿¡Y tú quién eres!?
—Sólo te estaba avisando que no contestaras —Era el mismo hombre que se llevó a Diana a quién sabrá dónde.
— ¿Y por qué?
—Es que aquí no hay mucha señal y la llamada se oirá muy mal.
—Si tú lo dices… ¿Dónde debería contestar?
—Ve para allá —Señala al lado contrario.
— ¿Por qué no sueltas mi brazo?
— ¿Por qué no dejas de hacer preguntas?
— ¡Fuiste tú! —Finalmente, se da cuenta. Demasiado tarde.
— ¿De qué hablas?
—Tú te llevaste a… Olvídalo —El celular repica de nuevo.
— ¡No respondas!
— ¡Sí lo haré!
— ¡Que no! —Hace que suelte el celular.
— ¡Déjame!
— ¡Tú te vendrás conmigo, rubia falsa!
— ¡Yo no soy rubia falsa!
— ¿Ah no? ¿Y ese pelo marrón qué?
— ¡Son mechas! ¡Mi pelo rubio es natural!
—Habiendo tantas chicas usando tinte rubio, tú que supuestamente eres rubia natural, ¿te lo pintas de marrón?
—Supuestamente no, ¡verdaderamente! Y no exactamente, no me lo pinto, ¡me hago mechas!
—Como sea, aun no te lo creo.
— ¡Suéltame!
— ¡No! —Llevándosela a cuestas.
Por el lago, Marc ya estaba preocupado. Paula no respondió. Algo debía estar andando mal. Los chicos buscan de nuevo. En eso, encuentran a Rex, sin Diana. Más adelante, encuentran un celular tirado en el suelo. Al verlo, Marc reconoce de inmediato que le pertenecía a Paula. Lo recogen.
— ¿¡Por qué lo dejaría aquí!? —Más que preocupado, estaba alarmado ahora.
—No tengo idea, pero… esto no puede ser bueno.
—Para ninguna de las chicas. Quizás Rex pueda llevarnos a donde están ellas.
—Llamaré a Diana —Matías marca. En donde el celular repica, las cosas no van bien.
— ¡No respondas! Bueno, igual no puedes, estás amarrada —Y no era la única, las mellizas igual.
— ¿Qué vas a hacern…?
— ¡No hagas ruido! —Interrumpe a la rubia— ¿Por qué crees que traigo estas cintas? Tengo que hacerlas callar.
— ¿¡Qué!? ¡No! ¡¡Estamos aquí!! —Daisy grita por ayuda.
—Shhhhh, no grites.
— ¡Y si quiero gritar, ¿qué?!
—Tus gritos ATURDEN. Ya verás.
— ¿Veré qu…? —No logra completar la oración. Su boca fue repentinamente cubierta con una cinta.
—Así me gusta, en silencio. Ya que no pueden hacerme nada… Empezaré con la pelirroja, te has portado muy mal —Daisy abre los ojos del todo por el temor. Él se acerca lentamente a ella— No hay que asustarse, no te voy a herir… —Ella queda en blanco, palidece.
De vuelta al grupo de chicos, Matías cuelga.
—No responde.
— ¿Qué habrá pasado?
—No lo sé, pero lo que sea, pareciera que las tres están juntas.
—Tendremos que buscar rápido. Oigan, ¿y Sebastián?
—Cierto. Él fue solo a buscar y no lo hemos encontrado. ¿Lo llamamos? —Llaman.
— ¿La encontraron? —Atiende.
—Tú tampoco, ¿eh? Pues ahora buscamos a todas las chicas —Explica Alex.
— ¿¡Qué!?
—Sí. Paula y Diana también se perdieron.
—Pero… ¿¡Cómo!?
—Diana de seguro perdió a Rex y Paula… Bueno, Matías y ella se separaron y no la volvieron a ver, pero conseguimos su celular en el piso.
— ¿¡Qué!? Algo pasó con ella. Buscaré donde no va mucha gente.
—Ok. Si ves algo, nos avisas —Cuelgan.
Al cabo de unos minutos, Sebastián las encuentra cerca de la orilla más lejana del lago, la parte más apartada y menos concurrida del parque. Llama a los chicos para que lo reforzaran.
— ¡No, no, no, no, no! —Exclama Marc apenas lo ve.
— ¡Hey, hey! Calma que la idea es que no nos vea.
— ¿Es que no ves? ¡Tenemos que actuar ya!
—Pero primero hay que planear algo.
— ¿Y qué se te ocurre?
— ¿Alguien trajo alguna cosa del trabajo?
—Creo que tengo algunas cosas en el auto.
—Apúrate y trae las cosas —Alex se va.
— ¿Y qué hacemos mientras tanto?
—Si quieren ir a ver por otro lado, que no sea justo atrás de donde está él o alguna de las chicas. Él revisa mucho a sus alrededores, sobretodo cuando hace ruido. Quizás, lo que podríamos hacer sería que cada uno se quede de un lado y cuando se distraiga, alguno de nosotros va y lo atrapa —Planea Sebastián.
— ¿Y si no funciona? —Marc está inseguro.
—Por eso pedí que Alex trajera las cosas.
Cuando Alex llega con las cosas, el plan corre. Cada uno iría a los costados, excepto por el frente. Alex decidió acompañar a Marc. Con Paula ahí, si lo dejaba solo, las cosas no irían bien. Pero tal parece que otra cosa sería la causante del problema.
—Esto no parece bueno… ¡Matías va a estornudar! —Nota Alex.
— ¿Crees que lo…? —Escuchan el estornudo— Oh no, si lo escuchamos aquí, él más.
— ¿¡Quién anda ahí!? —Ahora oyen al hombre— ¿Nadie? Sé que hay alguien ahí, escuché un estornudo. Vamos, ¡no te escondas!
— ¿Crees que sea capaz de salir?
—Él no, pero creo que sacará a Rex.
—Podría ser una buena idea para que nosotros podamos salir.
—Pendiente, ya va a soltarlo.
— ¿Este perro de dónde salió? De seguro es del que estornudó, iré a ver —Habla consigo mismo.
—Prepárate… —Marc hacía como de locutor.
—No veo a nadie, qué raro… Seguiré al perro.
Rex lo aleja del lugar lo suficiente para permitir el rescate de las chicas.
— ¡Ohh, gracias por encontrar a mi perro! —Matías distrae al hombre.
—Así que tú eres el dueño.
—Sí, así es. Es que él se escapa cada vez que ve una oportunidad. Es muy travieso.
—Ya me di cuenta… ¿Por qué me gruñe?
—Quizás huela a otro perro.
—No tengo perro.
— ¿Ninguna mascota?
—Ninguna.
—A veces hace eso con desconocidos…
—Es posible. Debo irme —Voltea.
— ¡Alto! —Marc aparece atrás.
— ¿Y quién es usted?
—Me llamo Marc, soy policía, como él y el perro, y venimos a arrestarlo por… —El hombre trata de huir.
—No vas a escaparte. Somos dos y vienen unos cuantos más —Matías agrega.
— ¡No van a arrestarme! —Tratando de soltarse.
— ¡Te tenemos! —Paula llega con el resto del grupo.
—Espera… ¡La rubia falsa!
— ¡Verdadera! —Marc y Paula exclaman juntos.
— ¿¡Ella y la otra son policías!?
—Sí, lo somos.
Con el hombre ahora impactado, lo arrestan y se lo llevan a la comisaría. ¿Quién pensaría que pasarían de tener la tarde libre a atrapar a un criminal?
—Me acaban de decir que el hombre que arrestamos es uno al que andaban buscando hace tiempo.
— ¡Qué bien!
—Yo no sé qué hago aquí, pero igual, ¡bien! —Celebra Daisy.
—Oí que a ti te trató no muy bien.
—Nah, pensé que iba a ser peor. Dejarnos ahí sin hacernos nada no es tan malo.
— ¡Pero si a ti te quitó los zapatos, chaqueta y te golpeó!
—Sí, pero no muy fuerte.
—Lo que pasa es que él es conocido por amarrar mujeres en grupo en noches frías y luego irles quitando la ropa para que les dé frío para luego… Bueno, “ropa” es casi una pista, para terminar matándolas —Explica Diana.
— ¿O sea que él es violador y asesino en serie?
—Exacto.
— ¿Alguien quiere comer?
—Oh sí, tengo hambre y no he comido —Contesta Matías.
—Mejor dicho, nadie ha cenado aquí.
— ¿Ordenamos una pizza?
— ¡Buena idea!
—Entonces, ¿qué esperamos? ¡Todos tenemos hambre!
Fin del Capítulo #11.
A partir de aquí fue cuando al fin logré crear los casos por mí sola, sin ayuda ni guiarme de programas, sólo unas muy pocas excepciones que resaltaré.
No les pasa que si en algún capítulo no aparece un personaje, lo extrañan? La persona que escribe también lo extraña *Nótese muy obviamente de cuál me estoy refiriendo*
!! Después me distraje con otra tarea que no la tomé tan tarea porque era una frase y una caricatura que se me ocurrió y me pareció más bien algo por entretenimiento y ahora es que al fin recordé la novela, así que con una "nueva sonrisa", subo este capítulo.Capítulo #11: “Parque de Accidentes”.
Más tarde ese mismo día, Paula llega a la comisaría junto a su melliza.
—Por si no la recuerdan, ella es mi hermana, Daisy.
— ¿Cómo no vamos a recordarla? Ella fue la que nos ayudó esa vez cuando el tiroteo —A Diana le parecería insólito que la hubiesen olvidado.
—Era por si acaso.
— ¿Qué tal todo por aquí?
—Todo bien, resolviendo casos.
— ¿Han tenido un caso de riesgo o por el estilo?
—No, aun no. Lo más peligroso ha sido el tiroteo. ¿Cómo te ha ido a ti?
—Me gusta mi trabajo… Lo que no me gusta es tratar con los familiares de los heridos. Es desesperante.
—Ellos siempre quieren saber todo sobre el estado de sus familiares.
—Sí, lo sé, pero de verdad desesperan mucho, creo que por eso preferí ser paramédica que doctora, porque en cambio, los doctores tienen que dar noticias de todo.
—A veces, nosotros también tenemos que darles las noticias a los familiares.
—Amaría no tener que hacer eso… ¿Rex es que se llama el perro?
—Sí, ¿por?
—Porque creo que se está comiendo el pan de alguien —Lo señala.
— ¡NO! —Sebastián se queja.
—Y ya sabemos de quién era.
—Hasta Rex quiere molestarme hoy.
— ¿Alguien más lo ha hecho?
—Casi todos.
—Es que sabemos que te enojas fácilmente y es divertido —Dice Diana, burlona.
—Así que tú eres el enojón del grupo.
—No hace falta decirlo.
—Bien… Iré conociendo bien a cada uno, aunque no sé porqué, pero ustedes me parecen conocidos de alguna manera.
—Quizás por Daniela —Supone Marc.
— ¿Ustedes conocen a Daniela? —Pregunta, sorprendida.
—Diana y yo estudiamos con ella.
—Yo era su mejor amiga.
— ¡Ella es mi prima!
— ¿En serio?
— ¡Sí! Creo que ya sé de dónde los he visto. Me parece que en los cumpleaños de Dani los vi más de una vez.
— ¿Y cómo está ella? —Diana deseaba saber qué era de ella.
—Muy bien. Está en el segundo año de residencia en el hospital del que soy paramédica. Es muy buena, sobretodo en Cardiología.
— ¡Qué bien!
— ¿Qué tal si le mostramos el lugar?
—Adelante.
—Has estado un buen rato aquí. Creo que no hace falta decir que esta es nuestra oficina —Alega su hermana.
—La que queda al lado es la de la 1.
— ¿Y quiénes son parte de la 1 y de la 2?
—La 1 somos Marc, Alex y yo.
—Y la 2, Paula, Diana y yo.
—Aww, la parejita quedó separada.
—Es que sino no nos permitirían serlo.
—Ah, cierto. Siempre lo olvido.
El recorrido continúa en el pasillo de las salas de interrogatorios.
—Este lugar sí lo conozco… Quiero comprobar algo —Se acerca a una de las salas.
— ¿A dónde vas?
—Aquí —Entra a una— ¡Es como en los programas!
— ¿Qué cosa, las salas de interrogatorios?
— ¡Sí, eso! Yo pensaba que no eran así de verdad
—Pues acabas de comprobar que sí.
—La otra vez me había quedado con las ganas de ver esto.
— ¿Hay algo más que quieras comprobar?
—Quizás, por el momento no. Cuando alguien les da la descripción de algún sospechoso, ¿tienen que llamar a un dibujante o retratista?
—No nos hace falta, tenemos a uno excelente aquí —Dice Paula viendo a Marc.
—Espera… ¿Tú eres el retratista?
—Algo así, casi siempre soy yo el que hace los retratos, aunque no dibujo así para tanto.
— ¡Oh vamos! —Paula reclama— Si no fueran “para tanto”, no serías el retratista. Y eso no es lo único que sabe dibujar bien.
—Quizás ese sea tu poder. Poder dibujar perfectamente cualquier cosa. El mío es imitar las voces de los demás.
—La que usas ahora es la tuya, ¿no? —Duda Matías.
—Claro. Sólo imito cuando hace falta o cuando quiero bromear.
—Más que todo para bromear —Daisy la ve feo— Admítelo, tú eres demasiado bromista.
—Un poco, no tanto. ¿Sabes qué me pareció raro? Que había uniformes de prisión aquí la otra vez.
—Eso es normal. Casi siempre hay algunos —Explica Alex.
— ¿Eran cómodos?
—Algo sueltos, pero frescos.
—Me extrañó lo de fresco.
—Creo que lo sintió fresco porque le quedaba un poco grande, porque a mí me dio un poco de calor.
—Aunque eso sí, se siente raro estar tan de naranja. Es como si cargaras un cartel de “¡Aquí estoy!” —Opina Sebastián.
—Es que creo que esa es la idea.
—No es raro. Cuando alguien no está acostumbrado a usar colores así, siente que tiene un cartel de “¡Aquí estoy!” o “¡Mírame!”
—Me habría gustado verlos vestidos así.
— ¿¡Para que te enojaras con nosotros y que nos trataras mal!? No, gracias.
— ¿Aun no logras calmarte con eso? —Pregunta Daisy.
—Pregúntale a Diana.
— ¿Por qué a ella?
—Unas cuantas discusiones que hemos tenido por culpa de su intolerancia.
—En un momento pensé otra cosa.
—No es por nada, pero sí sonó a lo que creo que crees. No me extraña que hayas pensado eso.
Más tarde. Ninguna unidad recibió un caso, así que aprovecharon la tarde libre para ir al parque junto a Daisy.
—Si van a jugar a lanzar y atrapar algo, por favor, se les agradecería alejarse o no lanzar nada cerca del lago —Pide Marc.
—Claro. No vaya a pasar lo de la otra vez.
— ¿Algo cayó al agua?
—Un frisbee y cuando estaba viendo cómo sacarlo de ahí, Rex se tiró al agua y me mojó.
—Y cuando salió de ahí, se sacudió y nos mojó a todos.
—Me he podido dar cuenta de que Rex es un perro travieso.
—Más de lo que debería.
—Hagamos lo de la otra vez SIN tirar nada cerca del lago. Yo empiezo. El que no atrape la pelota, pierde —Diana le lanza la pelota a Daisy, la atrapa. Luego la lanza muy fuerte y rápido, haciendo a todos exclamar “¡uuuhhh!” al pegarle en zona con cierto nombre a Matías, dejándolo fuera del juego. Continúan, ahora Marc la lanza, Paula y Sebastián van tras ella.
— ¡Yo la agarro!
— ¡No, yo!
— ¡Que yo lo haré!
— ¡No, no lo harás!
— ¡Cuidado Seba…! Muy tarde —Marc iba a advertir.
— ¡Jaja! ¡La tengo! —Paula celebra, luego ve a Sebastián en el suelo— ¿Qué te pasó?
— ¿Tú qué crees? —Se encontraba tirado al lado de unos arbustos— Choqué con ese arbusto y me caí dando vueltas.
—La pelota era para Paula. Te pudiste ahorrar una buena caída.
—Hoy la mala suerte está contigo.
—Ya me di cuenta.
— ¿Y si hacemos algo para que el juego no sea tan simple? —Ofrece Daisy.
—No estoy jugando pero… ¿Y si hacen que Rex estorbe?
— ¿De qué manera?
—No sé, quizás tratando de hacer que él la atrape. Si él la atrapa, pierde la persona.
—Creo que ya sé. Que alguien lance la pelota y que supongamos que antes de hacerlo, la persona se pondrá unos cinco metros delante de Rex y ahí empiezan a correr por la pelota.
— ¿La ventaja es porque Rex corre más?
—Sí, por eso. No importa si la pelota rebota, la idea es atraparla.
—Está bien. Empecemos, yo lanzo. ¿Quién quiere atrapar? —Pregunta Alex
— ¿Puede jugar el que estaba eliminado antes?
—Claro. Este es otro juego.
— ¡Entonces yo!
—Adelanta a Rex. Ya lanzaré —Lanza. Matías la atrapa. Luego pasa Paula. Se adelanta y espera por la pelota. No la ve.
— ¿Dónde está la pelota?
— ¡Apártate! —Avisa Marc.
— ¿¡Qué!?
— ¡Que te apartes ya!
— ¿Ah? —No lo escucha bien. Igual voltea y resulta que Rex corría velozmente hacia ella— ¡Rex! —Grita y justo después es chocada por él. Rex sigue de largo mientras ella cae al suelo.
—Mis avisos no están funcionando hoy. ¿Estás bien? —Se dirige a ella y la ayuda a levantarse.
—Sí. Sólo me tumbó Rex.
—Tu cara cuando viste a Rex fue muy cómica —Daisy ríe.
—Espera a que te pase algo a ver si te ríes.
—Vamos, lo único que te pasó fue que Rex te tropezó y te caíste.
— ¿Y crees que eso es poco? ¡Me tropezó duro!
—Bueno, así sabes más o menos qué se siente caerse de repente sin saber que lo ibas a hacer —Se burla el de ojos verdes.
—Pero esto no se compara a lo tuyo —Le devuelve la burla.
—Pero igual te caíste. Ahora voy a lanzar.
—Yo correré. Veamos si Rex puede ganarle a su dueño —Sebastián lanza, la pelota no cae.
—La pelota quedó atrapada en un árbol —Nota Marc.
—Pues trepa.
—Pero…
— ¡Que trepes! —Ordena Sebastián.
—Bueno, está bien. ¡No me vayan a tumbar luego!
—No lo piensan tumbar, ¿o sí? —Pregunta Paula mientras tanto.
—No, pero Rex es capaz.
—Tendré que agarrar a ese perro —Paula corre a él.
—La pelota no está tan alta y la caída no sería fuerte. Me he caído muchas veces de árboles desde alturas más grandes y no me ha pasado nada de nada y Paula lo sabe.
—Pero ya sabes lo que hace la preocupación entre novios, ¿no?
—Sí, lo sé perfectamente.
— ¿Ahora cómo se supone que me voy a bajar? —Escuchan a Marc reclamar.
—No lo sé, pero… ¡No te caigas!
— ¿Por qué sostienes a Rex?
—Por si se le ocurre halarte del pantalón.
—Ah claro. Por si acaso no me tumbe.
—Exacto.
— ¿Ahora cómo te piensas bajar?
—Ni idea.
—Tira la pelota aquí abajo —Ordena Daisy, eso hace Marc.
— ¿Ahora qué?
—Trata de bajar como subiste. Si no puedes… déjame pensar.
—Creo que no puedo.
—Tendrás que esperarte porque no se me ocurre nada.
—Espero que se te ocurra algo rápido.
— ¿No habías dicho que te has caído más de una vez de árboles desde más altura y no te ha pasado nada?
—Sí, pero…
—Espera, ¿¡quieres que me tire desde aquí!?
—Él fue el que lo dijo, no yo —Aclara Daisy.
—Podría tirarme desde aquí, no tengo tanto miedo pero… ¿Estás segura de que no me pasará nada?
—Si a mí no me ha pasado nada cayéndome de lugares más altos, no creo que a ti te pase algo malo…
—Bueno… No me preocupo porque sé que es verdad, pero sí un poco porque una de esas caídas que dice yo también la tuve y me doblé un pie.
— ¡Pero es que tú te caíste mal y eres más débil, yo no! Mira Marc, baja un poco y luego te tiras. Si sabes caer bien, no hay problema.
—Ok… Ya bajo —Baja un poco— Ya casi… —Rex se suelta— ¡Rex! ¡Alguien que lo agar…! —Rex le hala el pantalón y cae— Gracias por la ayuda —Sarcástico.
—Lo siento, una hormiga me picó y bueno, solté a Rex accidentalmente y… —Paula admite con pena.
— ¿¡Soltaste a Rex porque una hormiga te picó!?
—Es que era de las que pican duro. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien, sólo el golpe de la caída… o tumbada de Rex es lo que duele un poco.
—Estos juegos están causando muchas caídas. ¿De quién será la próxima?
—Sólo quedamos Daisy, tú y yo, si es que no contamos a los que ya cayeron o se golpearon —Responde Diana a Alex.
—Ahora lanzaré yo —Dice el último que cayó— ¿Qué tal si ahora corren dos personas?
— ¡Dale! ¡Nosotras dos!
—Ok. Lanzaré en tres, dos…
— ¡Pero dale con el otro brazo! —Exclama Daisy.
— ¿Acaso quieres que lance extremadamente suave?
—Al contra- Espera, ¿¡eres zurdo!?
— ¿Por qué todos reaccionan así al darse cuenta?
—Es que es raro conocer a un zurdo aquí.
—Como sea. Ahora sí, en tres, dos, uno… —Lanza. Daisy se adelanta bastante y Diana queda atrás.
— ¡Corres demasiado rápido!
—No te extrañes, ella es muy activa y deportista.
—Y yo… activa pero no para correr —Diana se detiene.
— ¿Vas a rendirte?
—Rex y Daisy ya me pasaron. Me quedaré aquí.
— ¿Por qué Rex se quedó ahí parado y ladrando?
—No lo sé, pero eso no siempre es bueno. Vayamos a revisar qué pasó.
Todos avanzan un poco hasta el lugar donde está Rex. No ven nada, Daisy no está cerca.
— ¡Ayuda! —De pronto, la escuchan al fondo.
— ¿¡Dónde estás!? —Pregunta Paula.
— ¡Cerca del lago!
— ¿¡Qué pasó!?
— ¡Un h…! —Y de pronto, ya no la escuchan al fondo.
— ¿¡Qué pasó!?... ¡Hey! ¿¡Estás ahí!?... Oh no.
—Eso no sonó bien. Creo que alguien la raptó.
— ¿Qué esperan? Tenemos que ir a ver.
Van al lago, pero no la ven. Rex se dirige a un costado, Diana lo sigue mientras todos se esparcen. Al parecer, Daisy fue raptada por un hombre en alguna parte del parque. Eran más o menos las 6:15 y a esa hora hay mucha gente, aunque en algunas partes más que otras. Lo único que ellos sabían era que debían apurarse. Diana, la cual estaba siguiendo a Rex, se encontraba en un lugar poco visitado del parque, así que era posible encontrarla cerca.
—Rex, no vayas tan rápido, me estás dejando muy atrás —Pocos segundos después, escucha algo— ¿¡Qué fue ese ruido!?... ¿Rex? —Se pone alerta. No ve a Rex.
— ¿Y tú qué haces por aquí sola? —Un hombre le agarra el brazo.
—Fuiste tú, ¿eh? —Intentando soltarse.
— ¿Qué hice yo, pequeñita?
— ¡No me digas “pequeñita”!
—No me respondiste.
— ¡Tú atrapaste a una amiga! —Tenía que ser él. ¿Quién más podría ser?
—No he atrapado a nadie. Si lo hubiera hecho, estaría aquí conmigo.
—De seguro la amarraste a un árbol o a un poste o la metiste en algún lado.
— ¿Qué te hace pensarlo?
— ¿Por qué no me dejas ir? ¡Al menos suéltame!
— ¿Por qué te quieres ir? ¿Te molesto? Yo sólo quiero estar en compañía —Vaya, este tipo sí que era fastidioso y altanero, pensaría Diana.
— ¿¡A dónde me llevas!? —Había comenzado a caminar con ella aun agarrada.
—A un lindo lugar de aquí que de seguro no conoces y quiero que lo conozcas.
—He venido a este parque toda mi vida.
— ¿Y qué? Puede que no conozcas algún lado.
— ¡Re…!
— ¡Ah, ah! —Le tapa la boca— No exclames nada. Me gusta el silencio —Susurra cerca de su oído, perturbándola.
Cerca de la entrada del parque, Matías y Paula seguían la búsqueda. Al no encontrar nada, deciden separarse e ir cada uno por su lado. Por su parte, Marc y Alex estaban en las mismas, sólo que en vez de separarse, decidieron cambiar de sitio. En el camino, se encontraron a Matías, extrañándose al verlo solo.
— ¿Qué haces aquí?
—Paula y yo decidimos separarnos porque no encontrábamos nada y si seguíamos así nos iríamos al lago. A lo mejor sigue buscando.
—Espero que no se pierda.
— ¿Alguien ha visto a Rex o a Diana?
—No.
—Ni yo. ¿Llamamos a alguien?
—Ok. Yo lo hago.
Al este del parque, Paula estaba a segundos de rendirse. Su celular suena.
—Cuando menos quiero que suene… —Se dice a sí misma. Lo saca y ve que es Marc. Está por atender.
— ¡No contestes! —Le agarra el brazo.
— ¿¡Y tú quién eres!?
—Sólo te estaba avisando que no contestaras —Era el mismo hombre que se llevó a Diana a quién sabrá dónde.
— ¿Y por qué?
—Es que aquí no hay mucha señal y la llamada se oirá muy mal.
—Si tú lo dices… ¿Dónde debería contestar?
—Ve para allá —Señala al lado contrario.
— ¿Por qué no sueltas mi brazo?
— ¿Por qué no dejas de hacer preguntas?
— ¡Fuiste tú! —Finalmente, se da cuenta. Demasiado tarde.
— ¿De qué hablas?
—Tú te llevaste a… Olvídalo —El celular repica de nuevo.
— ¡No respondas!
— ¡Sí lo haré!
— ¡Que no! —Hace que suelte el celular.
— ¡Déjame!
— ¡Tú te vendrás conmigo, rubia falsa!
— ¡Yo no soy rubia falsa!
— ¿Ah no? ¿Y ese pelo marrón qué?
— ¡Son mechas! ¡Mi pelo rubio es natural!
—Habiendo tantas chicas usando tinte rubio, tú que supuestamente eres rubia natural, ¿te lo pintas de marrón?
—Supuestamente no, ¡verdaderamente! Y no exactamente, no me lo pinto, ¡me hago mechas!
—Como sea, aun no te lo creo.
— ¡Suéltame!
— ¡No! —Llevándosela a cuestas.
Por el lago, Marc ya estaba preocupado. Paula no respondió. Algo debía estar andando mal. Los chicos buscan de nuevo. En eso, encuentran a Rex, sin Diana. Más adelante, encuentran un celular tirado en el suelo. Al verlo, Marc reconoce de inmediato que le pertenecía a Paula. Lo recogen.
— ¿¡Por qué lo dejaría aquí!? —Más que preocupado, estaba alarmado ahora.
—No tengo idea, pero… esto no puede ser bueno.
—Para ninguna de las chicas. Quizás Rex pueda llevarnos a donde están ellas.
—Llamaré a Diana —Matías marca. En donde el celular repica, las cosas no van bien.
— ¡No respondas! Bueno, igual no puedes, estás amarrada —Y no era la única, las mellizas igual.
— ¿Qué vas a hacern…?
— ¡No hagas ruido! —Interrumpe a la rubia— ¿Por qué crees que traigo estas cintas? Tengo que hacerlas callar.
— ¿¡Qué!? ¡No! ¡¡Estamos aquí!! —Daisy grita por ayuda.
—Shhhhh, no grites.
— ¡Y si quiero gritar, ¿qué?!
—Tus gritos ATURDEN. Ya verás.
— ¿Veré qu…? —No logra completar la oración. Su boca fue repentinamente cubierta con una cinta.
—Así me gusta, en silencio. Ya que no pueden hacerme nada… Empezaré con la pelirroja, te has portado muy mal —Daisy abre los ojos del todo por el temor. Él se acerca lentamente a ella— No hay que asustarse, no te voy a herir… —Ella queda en blanco, palidece.
De vuelta al grupo de chicos, Matías cuelga.
—No responde.
— ¿Qué habrá pasado?
—No lo sé, pero lo que sea, pareciera que las tres están juntas.
—Tendremos que buscar rápido. Oigan, ¿y Sebastián?
—Cierto. Él fue solo a buscar y no lo hemos encontrado. ¿Lo llamamos? —Llaman.
— ¿La encontraron? —Atiende.
—Tú tampoco, ¿eh? Pues ahora buscamos a todas las chicas —Explica Alex.
— ¿¡Qué!?
—Sí. Paula y Diana también se perdieron.
—Pero… ¿¡Cómo!?
—Diana de seguro perdió a Rex y Paula… Bueno, Matías y ella se separaron y no la volvieron a ver, pero conseguimos su celular en el piso.
— ¿¡Qué!? Algo pasó con ella. Buscaré donde no va mucha gente.
—Ok. Si ves algo, nos avisas —Cuelgan.
Al cabo de unos minutos, Sebastián las encuentra cerca de la orilla más lejana del lago, la parte más apartada y menos concurrida del parque. Llama a los chicos para que lo reforzaran.
— ¡No, no, no, no, no! —Exclama Marc apenas lo ve.
— ¡Hey, hey! Calma que la idea es que no nos vea.
— ¿Es que no ves? ¡Tenemos que actuar ya!
—Pero primero hay que planear algo.
— ¿Y qué se te ocurre?
— ¿Alguien trajo alguna cosa del trabajo?
—Creo que tengo algunas cosas en el auto.
—Apúrate y trae las cosas —Alex se va.
— ¿Y qué hacemos mientras tanto?
—Si quieren ir a ver por otro lado, que no sea justo atrás de donde está él o alguna de las chicas. Él revisa mucho a sus alrededores, sobretodo cuando hace ruido. Quizás, lo que podríamos hacer sería que cada uno se quede de un lado y cuando se distraiga, alguno de nosotros va y lo atrapa —Planea Sebastián.
— ¿Y si no funciona? —Marc está inseguro.
—Por eso pedí que Alex trajera las cosas.
Cuando Alex llega con las cosas, el plan corre. Cada uno iría a los costados, excepto por el frente. Alex decidió acompañar a Marc. Con Paula ahí, si lo dejaba solo, las cosas no irían bien. Pero tal parece que otra cosa sería la causante del problema.
—Esto no parece bueno… ¡Matías va a estornudar! —Nota Alex.
— ¿Crees que lo…? —Escuchan el estornudo— Oh no, si lo escuchamos aquí, él más.
— ¿¡Quién anda ahí!? —Ahora oyen al hombre— ¿Nadie? Sé que hay alguien ahí, escuché un estornudo. Vamos, ¡no te escondas!
— ¿Crees que sea capaz de salir?
—Él no, pero creo que sacará a Rex.
—Podría ser una buena idea para que nosotros podamos salir.
—Pendiente, ya va a soltarlo.
— ¿Este perro de dónde salió? De seguro es del que estornudó, iré a ver —Habla consigo mismo.
—Prepárate… —Marc hacía como de locutor.
—No veo a nadie, qué raro… Seguiré al perro.
Rex lo aleja del lugar lo suficiente para permitir el rescate de las chicas.
— ¡Ohh, gracias por encontrar a mi perro! —Matías distrae al hombre.
—Así que tú eres el dueño.
—Sí, así es. Es que él se escapa cada vez que ve una oportunidad. Es muy travieso.
—Ya me di cuenta… ¿Por qué me gruñe?
—Quizás huela a otro perro.
—No tengo perro.
— ¿Ninguna mascota?
—Ninguna.
—A veces hace eso con desconocidos…
—Es posible. Debo irme —Voltea.
— ¡Alto! —Marc aparece atrás.
— ¿Y quién es usted?
—Me llamo Marc, soy policía, como él y el perro, y venimos a arrestarlo por… —El hombre trata de huir.
—No vas a escaparte. Somos dos y vienen unos cuantos más —Matías agrega.
— ¡No van a arrestarme! —Tratando de soltarse.
— ¡Te tenemos! —Paula llega con el resto del grupo.
—Espera… ¡La rubia falsa!
— ¡Verdadera! —Marc y Paula exclaman juntos.
— ¿¡Ella y la otra son policías!?
—Sí, lo somos.
Con el hombre ahora impactado, lo arrestan y se lo llevan a la comisaría. ¿Quién pensaría que pasarían de tener la tarde libre a atrapar a un criminal?
—Me acaban de decir que el hombre que arrestamos es uno al que andaban buscando hace tiempo.
— ¡Qué bien!
—Yo no sé qué hago aquí, pero igual, ¡bien! —Celebra Daisy.
—Oí que a ti te trató no muy bien.
—Nah, pensé que iba a ser peor. Dejarnos ahí sin hacernos nada no es tan malo.
— ¡Pero si a ti te quitó los zapatos, chaqueta y te golpeó!
—Sí, pero no muy fuerte.
—Lo que pasa es que él es conocido por amarrar mujeres en grupo en noches frías y luego irles quitando la ropa para que les dé frío para luego… Bueno, “ropa” es casi una pista, para terminar matándolas —Explica Diana.
— ¿O sea que él es violador y asesino en serie?
—Exacto.
— ¿Alguien quiere comer?
—Oh sí, tengo hambre y no he comido —Contesta Matías.
—Mejor dicho, nadie ha cenado aquí.
— ¿Ordenamos una pizza?
— ¡Buena idea!
—Entonces, ¿qué esperamos? ¡Todos tenemos hambre!
Fin del Capítulo #11.
A partir de aquí fue cuando al fin logré crear los casos por mí sola, sin ayuda ni guiarme de programas, sólo unas muy pocas excepciones que resaltaré.
No les pasa que si en algún capítulo no aparece un personaje, lo extrañan? La persona que escribe también lo extraña *Nótese muy obviamente de cuál me estoy refiriendo*
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por sariss Mar 12 Nov 2013, 10:04 pm
HELLO
LLEGUE AL FIN YOOO
(ahg pero que bella estoy hoy)
¡ME GUSTO MUCHO COLOREANDO A LA MUERTE!
AL PRINCIPIÓ YO ANDABA COMO... "pero en verdad le queda mejor el nombre de coloreando algo lindo"
PERO LUEGO QUE VI LO DEL NIÑO YO ANDABA COMO:
(world bitch)
*SABÍAS QUE VARÍAS VECES LE HAN PREGUNTADO A HARRY CUAL ES SU COLOR FAVORITO Y EL LA MAYORÍA DE LAS VECES DICE SOLO "NARANJA" XD
¡HARRY ES UN SANGUINARIO!
:teespio:
QUE MEDICO TAN MALO :(
TIENEN RAZÓN LOS SEGUROS HOY EN DÍA SI SON MUUUY BUENO TE ASEGURAN... PERO LA MUERTE
Y
PARQUE DE ACCIDENTES
(como yo ya lo había mencionado anteriormente)
DAISY ME CAE SÚPER BIEN
Y
PAULA ME CAE TAMBIÉN SÚPER... MAL!
POR ESO ME GUSTO QUE EN ESTE Y EL OTRO LE HICIESEN BULLYING HASTA EL CANSANCIO XD
¡TODOS EN TU NOVELA SON COMO LA CANCIÓN QUE PASAN EN LA RADIO!
"¡WE ARE CRAZY PEOPLE!"
Y POR ÚLTIMO PARA LOS DOS ASESINOS DEL DÍA:
MUERAN CON MUCHO DOLOR PORFIS
:niña:
PD: ESTO ES PARA TODO EL MUNDO, SI LES CAE DE LA PATADA PAULA COMO LA "NOVIA DE MARC" PERO LES GUSTAN COSAS TAMBIÉN COMO LARRY STYLINSON (los que sepan que es) ENTONCES UNANSE A MI CAMPAÑA DE
LARC BOY
¿EN QUE CONSISTE?
MARC X LEO (hermano x hermano)
¡¡¡VAMOOOS SI ME APOYAN ESTO PUEDE HACERSE REALIDAD!!!!!
LES PROMETO QUE LES VA A GUSTAR Y TAMBIÉN VA A SER ESCRITO POR ANGELACPM (y con un poco de palanca pero igual es ella)
ASÍ QUE VOTEN POR
¡¡¡LARC BOY!!!
NO HAY OTRA OPCIÓN PERO IGUAL TIENEN QUE VOTAR...
BUENO AHORA SI ME VOY,
PAZ, AMOR Y ¡ED!
(el expresas todos mis sentimientos en estos momentos con esa imagen)
XD
BYE
:bye:
:(L):
sariss
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Miér 13 Nov 2013, 12:30 pm
sariss escribió:HELLOLLEGUE AL FIN YOOO(ahg pero que bella estoy hoy)¡ME GUSTO MUCHO COLOREANDO A LA MUERTE!AL PRINCIPIÓ YO ANDABA COMO... "pero en verdad le queda mejor el nombre de coloreando algo lindo"PERO LUEGO QUE VI LO DEL NIÑO YO ANDABA COMO:(world bitch)*SABÍAS QUE VARÍAS VECES LE HAN PREGUNTADO A HARRY CUAL ES SU COLOR FAVORITO Y EL LA MAYORÍA DE LAS VECES DICE SOLO "NARANJA" XD¡HARRY ES UN SANGUINARIO!:teespio:QUE MEDICO TAN MALO :(TIENEN RAZÓN LOS SEGUROS HOY EN DÍA SI SON MUUUY BUENO TE ASEGURAN... PERO LA MUERTEYPARQUE DE ACCIDENTES(como yo ya lo había mencionado anteriormente)DAISY ME CAE SÚPER BIENYPAULA ME CAE TAMBIÉN SÚPER... MAL!POR ESO ME GUSTO QUE EN ESTE Y EL OTRO LE HICIESEN BULLYING HASTA EL CANSANCIO XD¡TODOS EN TU NOVELA SON COMO LA CANCIÓN QUE PASAN EN LA RADIO!"¡WE ARE CRAZY PEOPLE!"Y POR ÚLTIMO PARA LOS DOS ASESINOS DEL DÍA:MUERAN CON MUCHO DOLOR PORFIS:niña:PD: ESTO ES PARA TODO EL MUNDO, SI LES CAE DE LA PATADA PAULA COMO LA "NOVIA DE MARC" PERO LES GUSTAN COSAS TAMBIÉN COMO LARRY STYLINSON (los que sepan que es) ENTONCES UNANSE A MI CAMPAÑA DELARC BOY¿EN QUE CONSISTE?MARC X LEO (hermano x hermano)¡¡¡VAMOOOS SI ME APOYAN ESTO PUEDE HACERSE REALIDAD!!!!!LES PROMETO QUE LES VA A GUSTAR Y TAMBIÉN VA A SER ESCRITO POR ANGELACPM (y con un poco de palanca pero igual es ella)ASÍ QUE VOTEN POR¡¡¡LARC BOY!!!NO HAY OTRA OPCIÓN PERO IGUAL TIENEN QUE VOTAR...BUENO AHORA SI ME VOY,PAZ, AMOR Y ¡ED!(el expresas todos mis sentimientos en estos momentos con esa imagen)XDBYE:bye::(L):
AL CUADRADO! ESTE ES MI TERCER INTENTO DE RESPONDER ESTO PORQUE PRIMERO CUANDO IBA POR LA POSDATA 2 SE DESCONECTÓ LA LAPTOP Y COMO NO LE SIRVE LA BATERÍA SE APAGÓ Y LA SEGUNDA, CUANDO LO IBA A ENVIAR DIJO QUE NO SE RECONOCIÓ LA PÁGINA!! Si esta vez no se publica, me iré a la computadora porque en definitiva, la laptop de mi mamá odia a su hija, después de todo lo que hice para que lograra meterse a internet, este es el trato que recibo :quemierda:Ahora a repetir por tercera vez lo que dije -.-
PINKY, HAS VUELTO
!!!Ahora sí, pasemos a la parte en la que contesto tu comentario.
Coloreando A La Muerte fue un capítulo que lo hice improvisando porque no recordaba mucho del episodio original de Comisario Rex. Recuerdo que el niño no era su hijo, y ya. La razón del asesinato no la recuerdo y no recuerdo a ningún ex... Pero sabes, como yo soy Cerebro, puedo hacer las cosas como se me pegue la gana hacerlas y de todos modos estarán bien hechas
SÍ, HARRY Y YO SOMOS SANGUINARIOS PORQUE NUESTRO COLOR FAVORITO ES EL NARANJA! Yo me sentí tan "Oh por Dios, mi color favorito es la muerte
" mientras lo escribí que hasta pensé en cambiarlo, pero no lo hice porque entonces de qué color irían los empleados? Sé que podría ser cualquiera, pero mira esta explicación: los recogedores de basura son o porque no consiguieron qué más hacer con sus vidas, o porque deben cumplir horas de trabajo comunitario para evitar ir a la cárcel o para disminuir su tiempo de condena (que ahora que lo pienso, Leo ha debido entrar en ese grupo porque por ser impredecible no ha debido ser encarcelado, pero nah, la prisión fue una buena etapa para escribir aquí y aunque ya esté libre, tengo algunas ideas reservadas para un flashback que incluso tiene título para relatar cosas que le sucedieron que no las hice en un principio por saltarme un montón de meses por el apuro de mi tranca), y como el uniforme de los presos de allá es naranja... Además, una parte que quedó entre las "escenas eliminadas" del capítulo original era una broma de Marc para Leo en la que él le decía que su uniforme era color muerte para dejarlo 
A veces siento que sé tanto de Miami (por lo de los uniformes). Ayer en Biología, Jimmy se puso a hablar de cocodrilos y caimanes y por consecuencia, Miami porque como es puro lago, hablaba de cuántos "cocodrilos" te puedes encontrar en la ciudad. Yo estaba por dentro "EN MIAMI NO HAY COCODRILOS, SON CAIMANES!!!!". Luego, Alfonso me preguntó cómo se llamaba el lago de Miami y yo adentro "bueno, en realidad son dos porque Miami está rodeada por lagos de cada lado, pero el más importante y de donde viene la mayoría de los caimanes son los Everglades", por supuesto, solo le dije Everglades. En mi cabeza "vaya, lo que sé por escribir una novela ambientada en Miami".
Volviendo al tema porque como soy yo siempre me voy por la tangente. Lo del seguro de vida lo aprendí viendo "Detectives Médicos" creo que era el nombre, un programa que pasaban en Universal que es tipo los de Investigation Discovery. Casos de la vida real que lograron ser resueltos sólo por la evidencia que fue recolectada de la escena del crimen. CASI TODOS LOS ASESINATOS ERAN POR LOS SEGUROS DE VIDA! Mi mamá creo que fue la que dijo la frase, me encantó tanto que la tuve que usar.
Insisto, nunca me habías dicho que Daisy te cae súper bien. De ella, tuviste la PRIMERA IMPRESIÓN (me gusta resaltar cuando pasa eso porque es tipo Paula y sería un insulto para ti y te haría bullying :jojojo:) de que te caía mal porque era su melliza, luego dijiste que te caía normal/bien y ya. Lo más de ella que habías dicho es tu invento de DaisyxSebastián (Saisy?? JAJAJAJAJAJAJAJAJA!) que no lo creo posible aunque ellos dos se pelean más o menos como buena pareja, lo he comprobado pasando los capítulos. Pero me encanta que te caiga súper bien porque ella es uno de mis personajes femeninos favoritos aunque no salga mucho por ser la paramédica neoyorquina.
De Paula, bueno, Paula es Paula, la odiada por todos tipo :oseabitch: (me encanta este muñeco aunque no pueda usarlo mucho, es más, lo estoy estrenando), por eso siempre habrá momentos TODOS CONTRA PAULA! en los que Marc se queda :pokerface: porque no puede decir nada. Es más, creo que Daisy te cae bien porque a pesar de ser su melliza, siempre le lleva la contraria a su hermana mayor por ocho minutos
Oye, pero... Para los asesinos del día te convertirás en otra asesina del día :KQ:? (Este tipo se me parece idéntico a uno de Vine, capaz y es él y no lo reconozco por lo chiquito)
No recuerdo qué canción es esa
pero sí, son todos unos locos de primera.Tu campaña Larc boy ha empezado oficialmente y sólo tienes a un partidario que no tiene ni idea de que conoce a la escritora de eso :xd:
PD1: QUÉ PASÓ CON MI PISTOLA?? LA QUIEROOOO
Sé que estás ocupada con TTLHNL, pero qué tan largo puede ser :sad:?PD2: Ahora entiendes cuánto sufrí? Por aquí iba cuando se desconectó la laptop.
PD3: Esto es algo que siempre te he querido decir pero se me olvida y esta es mi oportunidad de oro para hacerlo. ELEGISTE EL NOMBRE QUE TE DIJE!! Por eso fue que en las vacaciones por duelo me preguntaste urgente qué era mejor entre Simply, I Love You y The True Love Has No Limits!! Incluso, yo debería tener cierta mención porque como típico te hice la corrección gramatical inglesa para que eso estuviera bien escrito
Y MENOS MAL QUE ELEGISTE ESE! Simply, I Love You suena muy simple (casualidad?) y TTLHNL QUEDA PER-FECT CON LA HISTORIA!PD4: VES LA CANTIDAD DE VECES QUE HE USADO MAYÚSCULAS Y EN NINGÚN LADO HE HABLADO DE ALGO QUE TENGA QUE VER CON- Oh wait, si lo digo entonces me contradigo, pero sabes a lo que me refiero
PD5: Vaya, cada vez queda más largo y en realidad mejor porque agrego comentarios que lo hacen más divertido, pero de pana que ya me cansé de escribir esto tres veces.
PD6: LISTO! :bye: Más vale que se publique.
PD7: Escrito a laptop, publicado a computadora :wut:. Por cierto, cuando me senté en la computadora me quedé :OWO: porque ahora veo las letras TAN ENORMES EN EL TECLADO! Siento que las aumentaron, no pueden ser tan grandes!!!
PD8: CÓMO OLVIDÉ HABLAR DE ED!? Él es tan... no sé... expresivo, esa cara es PER-FECT para todo el mundo.
PD9: AHORA SÍ, PUBLÍCATE!
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Sáb 16 Nov 2013, 5:41 pm
Y aquí aparezco yo tomando el riesgo de publicar desde la laptop de mi mamá. Riesgo no porque me pueda regañar, a ella poco le importa lo que hago en su laptop y menos por internet, sino porque esto me odia y cada vez que envío algo aquí, se niega y termino publicando desde la computadora. Este capítulo es algo largo, así que creo que lo tendré que cortar a la mitad y subirlo en dos partes.
Capítulo #12: “Cantar, Pelear y Presentar”.
El día siguiente, el grupo seguía libre y Daisy los seguía acompañando.
— ¿Ustedes han hablado con Daniela? —Empieza ella la conversación.
—No mucho desde que se fue —Responde Diana.
—No han hablado bien con ella desde que se fue.
—Sí, eso es cierto.
—Pues… Creo que es momento de que se comuniquen con ella.
—Pero nadie aquí tiene su teléfono.
—Yo lo tengo, llámenla.
— ¿Nos prestarás tu celular?
—Por supuesto. No hay problema —Dice al pasarle su móvil a Diana.
— ¿Hola? —Atiende la amiga.
— ¡Hola! —Responde emocionada.
— ¿Diana?
— ¡Sí!
— ¡Hola! ¿Cómo estás?
—Muy bien. Me han dicho que vas muy bien en Cardiología.
— ¿Ah sí? ¿Quién te lo dijo?
—Daisy.
— ¿La conoces?
—La tengo al lado.
—Ah, verdad que ella está allá.
— ¿Dónde estás tú?
—Visitando a unos amigos. Tengo la semana libre.
En ese momento, sienten que tocan la puerta de la oficina.
—Yo abro —Marc avisa. Cuando abre, resulta que la persona del otro lado de la puerta, una chica de buena estatura, cabello rizado largo y negro, piel clara y ojos avellana, es Daniela. Exclama con sorpresa— ¡Dani!
— ¡Nos visitas a nosotros! —Diana cuelga el celular al verla.
— ¿Qué tal todos?
—Excelente. ¿Cómo te va a ti? —Marc era otro emocionado por la visita de Daniela. Ellos fueron muy cercanos desde sus primeros años de escuela hasta el día en que ella tuvo que partir a Nueva York unos pocos años atrás.
—Igual —Dirigiéndose a Paula— En este caso, no hace falta que me presentes a tu novio. Lo conozco desde hace muchos años.
— ¿En este caso? Eso sería si fuera Daisy.
—Tú me entendiste.
—Y tampoco hace falta que yo lo haga porque ella es tu prima.
—Exacto.
— ¿Sabes algo de Cristian? —Pregunta Marc. Éste también es otro amigo de la infancia que partió a otro lugar cuando se graduaron.
—Creo que está por graduarse de Leyes. En dónde, no sé, pero creo que aquí… ¿Y Leo? ¡Verdad que ayer fue su cumpleaños! —Daniela y Leonardo fueron los únicos en seguir constantemente en contacto cuando ella se fue al otro lado del país. Ellos de verdad eran los mejores amigos, y siguen siéndolo, aunque ya pasaron unos meses desde la última vez que se hablaron.
—Ese muchacho… —Susurra Paula.
— ¿Qué te pasa con él? Sólo entiendo que no te cae bien —Se extraña.
—Ni lo conoce, pero le cae mal —Matías le hace saber.
— ¡Oh vamos! Él es un chico agradable.
— ¿Entonces cómo me explicas que ahora esté preso?
— ¿¡QUÉ!? —Casi llegó a gritarlo— Espera, ¿¡cómo!? ¡Tienes que estar bromeando!
—No lo hace. Es verdad —Confirma Marc.
— ¿¡Qué hizo!?
—Secuestró a Pauline y casi lo acusan de matar a Marc.
— ¿¡Y por qué lo hizo!? ¡No parecen cosas suyas!
— ¿Sabes qué es la impredecibilidad?
—Ah, ahora ya me cuadra todo —Marc le calmó casi todas las preguntas que surgieron en su cabeza— ¿Y cómo es eso de que casi lo acusan?
—Cuando lo arrestamos, un poco antes, él disparó y me dio en el brazo, pero todos me dieron por muerto. Luego de eso, como tenía un brote de tristeza, pidió ser ejecutado en la silla eléctrica y por poco muere ahí —Explica Marc.
—Vaya, otra cosa rara más para Leo. ¿Cuánto tiempo estará ahí?
—Estará hasta julio. Lleva tres meses ahí.
—Su padre debe estar…
—MUY molesto, ni lo dudes —Marc ni la dejó terminar la frase.
—Oye, aun no conozco a tu padre… —Resalta Paula.
— ¿¡Quieres conocerlo!?
—Claro.
—Va a costar. Él trabaja mucho, es raro que esté libre.
— ¡Oh vamos! Debe tener un momento libre —El celular de Marc suena.
—No puede ser, ¡está llamando! —Marc atiende y habla con su padre. Cuelga con algo de sorpresa— Adivina, dijo que está libre esta noche.
— ¡Bien! ¿Y Daisy dónde está? —Paula nota que su melliza no estaba, pero no era del momento. Hacía rato que se fue de la oficina.
—Fue a buscar a Rex, ya volverá.
—Quiero visitar a Leo…
—Si quieres, yo te acompaño —Diana ofrece.
—Ok, ¿no queda lejos de aquí?
—No. Queda cerca del hospital.
—Ah ya. Bueno, vayamos.
Las dos chicas de cabello negro salieron.
— ¡Hola! —Saluda Diana.
— ¿Y eso que vienes por aquí? —Para Leo, era raro que ella se apareciera sola.
—Tengo una sorpresa —Le indica a Daniela que se asome y entre.
— ¡Dani! Tanto tiempo sin verte —La recibe con un corto abrazo, emocionado.
—Y yo a ti. Tengo la semana libre, por eso vine, y hoy me enteré de que estabas aquí.
—Espero que no…
—No te preocupes —Interrumpe— Ya sé que no fue por tu cuenta. De no ser impredecible, no lo habrías hecho.
—Eso es cierto. Ojala no tuviera nada. Me costará un poco adaptarme cuando salga de aquí. No creo que me acepten en algún lado…
— ¡Vamos! Claro que sí. Lo más probable es que en unos cuantos años ya tengas trabajo e incluso una pareja.
—Unos cuantos años… —Piensa en voz baja.
— ¿Qué pasa?
—Nada, sólo pensaba. Y todos me dicen lo mismo, pero yo creyendo lo mismo.
—Eso es algo que no me gusta de ti. Puedes ser muy alegre y divertido, pero cuando te pones pesimista, en serio que es difícil que cambies de opinión.
—Así he sido siempre.
—Ohh, feliz cumpleaños… atrasado.
—No te preocupes por lo atrasado. Igual, tú llegaste aquí hoy, así que no habrías podido ayer.
—Este es el Leo que me gusta.
—El mismo de siempre.
—No. El que anima y no lo contrario.
—El de siempre… —Leo insiste.
—Ah, ah. Hace un rato eras lo contrario.
—Pero sigo siendo el mismo. Querrás decir “el que es…”. Para no enredarte, “cuando…” —Leo no es muy bueno explicando.
—Ok, hace tiempo que no me pasaba que me confundieras con una de tus explicaciones.
—Volviendo unos pocos años atrás…
En la comisaría, todo da a ver que éste será otro día libre más para las Unidades de Secuestros y Homicidios.
— ¿Ustedes creen que nos vayan a dar descanso en Navidad? —Pregunta Paula.
—No lo sé, pero creo que dependerá de los casos —Responde Alex.
—Esperemos no tener casos en Navidad y demás. Sería genial celebrar juntos sin casos. ¿Qué tal si planeamos una fiesta?
— ¿Cuándo sería?
—Recuerden que mi cumpleaños es dentro de poco —Remarca Paula.
—También es el mío, recuérdenlo —Resalta Daisy.
—Pero ellos me conocen mejor a mí.
—Eso no me quita el cumpleaños.
—Sí, pero… Nah, olvídalo.
—Peleas de hermanos, muchas no tienen sentido —Dice Alex.
—Pero son divertidas.
—Aunque… A veces puedes llegar a arrepentirte de algo que dijiste en una de esas peleas —Marc le da seriedad al asunto.
—Suena como si te hubiera pasado —Nota Daisy.
—Es que me pasó y te digo que ha sido de lo peor para mí.
—No creo que una simple pelea sea para tanto…
—No te creas, sí fue un poco… Bueno, sí fue algo grave —Confirma Alex.
—Déjame adivinar. Otra historia más en la que a tu hermano le sucede algo grave —Adivina Paula.
—Adivinaste.
—Creo que puedo imaginarme un poco lo que pasó. ¿Cuánto creen que duren Diana y Dani afuera?
—Por lo que me han contado, no creo que duren poco ahí, aunque en no más de una hora deberían estar aquí.
—Paula… —Su hermana ve al pastor alemán comerse unas galletas— ¿Esas galletas no eran tuyas?
—No me digas… ¡Rex tenía tiempo sin hacerme esto! —Exclama— ¿Por qué no le enseñas a no comer lo de los demás?
—Lo he intentado, pero no sé entrenar perros.
—Entonces llévalo a un adiestrador.
—No, no lo haré.
—Hazle caso a Marc. Así, Rex será más divertido —Daisy se burla.
—Cuando coma algo tuyo, ya verás.
— ¿Y cuándo se supone que será eso?
—No lo sé, pero pasará.
— ¿Cómo? No trabajo aquí.
—Pero visitas. Puedes traer algo.
—Nah, no lo creo.
En la prisión, Diana, Leo y Daniela siguen conversando.
— ¿Qué les gustaría hacer? Quiero decir, en unos cuantos años y cuando estés libre —Lo primero fue para Daniela y lo segundo, para Leonardo.
—Yo sigo insistiendo que ni idea.
—Bueno, a mí me gustaría encontrar la cura de alguna enfermedad.
—Interesante, ¿como cuál?
—Siendo de Cardiología, me gustaría alguna que tenga que ver. Hace poco, una compañera tuvo un caso de esa enfermedad que hace que den muchos paros y en uno se forma un tumor. ¿Saben cuál es? —Leo se pone atento. Esa descripción era idéntica a la del cardioma. ¿Estaría refiriéndose a la misma enfermedad? Era lo más seguro, mas sólo se limitó a escuchar sin comentar.
—Creo que sí.
—Bueno, ella me contó que nadie ha logrado vivir a eso porque o no soportan tantos paros o porque como el tumor crece muy rápido una vez formado, o no se puede sacar o se infecta la sangre, y si se saca, el paciente se desangra. Bueno, me gustaría encontrar la cura de eso.
—Ahora que dices eso, ya sé cuál es. ¡Esa enfermedad es horrible! Me han dicho que de paso el tumor aparece ajuro entre un mes y cinco años después del primer paro.
—Es el cardioma, ¿no? —Leonardo comenta más por no lucir raro sin decir nada que por no saber y querer confirmar una creencia, porque si algo sabía con seguridad, era que estaban hablando del cardioma, ya era demasiado obvio.
—Esa misma. ¿Es que tú te imaginas? Pasar hasta cinco años soportando el montón de paros, porque te digo que los pacientes dicen que los síntomas antes de un paro son horribles y que llegan de repente, y que luego de sufrir todo eso, morir sin ningún otro remedio debe ser espantoso.
—No me lo imagino —Leonardo disimula— ¿Al menos sabes cómo se transmite eso?
—Aun no se sabe muy bien. Se cree que les da si los padres o los abuelos padecieron algún cáncer y una enfermedad cardíaca. Quiero decir, uno tuvo alguna y el otro, la otra, no las dos uno solo.
— ¿O sea que es hereditaria?
—Algo así es lo que se cree, pero aun no está muy asegurado.
—Pero no les da a todos, ¿no? —Duda Diana.
—Si te refieres a todos los que tengan esas características, no, no a todos, pero la mayoría de los que tienen esa enfermedad tienen eso en común.
—Sería muy bueno que descubrieras una cura. Salvarías a mucha gente —Incluyéndome a mí mismo en “mucha gente”, lo que le faltó decir.
—Por eso es que quiero. Esa enfermedad es un poco rara, pero últimamente se ven más casos. Apenas me asciendan a cirujana, empezaré a investigar más. Espero que a ninguno le dé eso antes de que descubran la cura, no quiero perderlos —Pasa sus brazos por sobre los hombros de ambos. Leo queda algo afectado.
—Ni después —Agrega Diana.
— ¡Claro! Ese sufrimiento no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
— ¿Así de horrible es? —Participa el que ya lo sabe.
—Sí. Los pacientes sufren demasiado y todo en vano. Sufrir tanto en los últimos años de vida, no me lo imagino.
—Creo que te dolería mucho que a un amigo le diera eso.
—Ni te imaginas cuánto. Ver a alguno de ustedes sufrir tanto me partiría en mil pedazos. Y con cualquier otra enfermedad grave, igual. Ver cómo se desvanece alguien a quien quieres demasiado sin poder hacer nada para evitarlo es muy duro.
—Eso es muy cierto, es de lo peor, sobretodo si un poco antes todo estaba perfectamente bien —Leo ya no puede ocultar la tristeza.
—Lo dices por lo de tu madre, ¿no?
—Sí, por eso. Ella de una semana a la otra enfermó y de repente ya se había ido.
Aquí, las cosas se pusieron serias, pero en la comisaría, parecían estar divirtiéndose.
—Entonces, ¿existe un rumor que dice que si un hombre y una mujer se quedan atrapados en uno de los ascensores de aquí, se vuelven pareja?
—Así es.
—Es más, cuando se quedaron encerrados, todos pensamos que serían pareja.
—Y Matías andaba malpensando.
—Así que confirmaron un poco que es verdad.
—Exacto. Y también confirmamos lo malpensado que puede ser Matías.
—Y fastidioso —Completa Paula.
— ¡Oye!
—Al parecer, se divierten mucho aquí.
—Sí… Como el día que probamos la práctica de tiro y Matías no pegó ni una.
— ¡Sí pegué algunas!
—Pero casi nada.
—No estuve ahí, no opinaré —Dice Marc.
—Así que eres malo en puntería.
— ¡No! Sólo que ese día había perdido la práctica.
—Entonces, ¿cómo explicas que en las tres rondas que hiciste, sólo acertaste unos cinco tiros?
— ¡Uhh! ¿Ahora cómo te defiendes?
— ¿Y si volvemos a practicar?
— ¡Vayamos!
— ¿Yo puedo ver desde afuera?
—Sí, sí puedes.
El grupo se dirige a la galería de tiro. Las mellizas se quedaron afuera, Daisy porque no puede entrar y Paula para acompañarla. Como Matías fue el que ofreció volver a practicar, fue el primero en pasar, haciéndolo mal de nuevo.
—Como que sí es verdad —Comenta Daisy.
—Sabía que eras malo, pero no tanto —Agrega Marc.
— ¡Cállense! ¿Quién quiere pasar?
—Déjame esto a mí. Te mostraré cómo se hace para pegar más de un tiro.
— ¡Presumido!
—Marc es muy bueno, fíjate —Le susurra Paula a su hermana.
—Lo dices porque es Marc, seguro.
—No, lo digo porque es verdad, sólo mira.
Observan. Marc ejecuta una ronda perfecta.
—Te lo dije.
— ¿Sorprendida?
—… ¿¡Es que cómo es posible!? ¡Puntería perfecta! —Daisy tarda en contestarle a Marc, quedó totalmente impactada.
—Y eso que tenía tiempo sin practicar.
— ¿¡QUÉ!? Vaya.
—Ok, tú ganas —Matías se resigna.
— ¡Para nada! Tú me diste una paliza extranormal.
—Te faltó hacer algo —Le recuerda Sebastián.
— ¿Qué cosa?... Ahh, mira esto —Al recordarlo, Marc carga un arma y dispara con cierto orden, formando una figura como si fuera un dibujo hecho con perforaciones de bala.
— ¡Genial! ¿Cómo haces eso?
—Un día, estaba aburrido y lo intenté. Me salió y bueno, creo que es un talento que tengo.
—Ay sí, soy Marc y soy el amo de la puntería de dibujos por perforaciones de balas.
—Matías se picó.
—Mueres de envidia, admítelo —Tienta Paula.
—Al parecer, los dibujos a lápiz y papel no son los únicos que haces de maravilla.
—Sí, parece que se me dan muy bien los dibujos de cualquier tipo.
—Y eso no es lo único que se le da bien.
— ¡Oh vamos! ¿Otro talento más? No puede ser —Daisy permanece incrédula.
—Pues sí, otro más.
— ¿Qué puede ser?
—Músico.
— ¿Qué tocas?
—De todo un poco, pero los que toco mejor son el piano, el violín y la flauta.
— ¿De dónde aprendiste?
—La flauta era mi instrumento en el colegio, el de mi hermano era el piano y él me enseñó y el violín fue por mi madrina que tenía uno que nunca usó y me lo regaló, entonces aprendí por mi propia cuenta y ese es mi mejor instrumento.
— ¿Y dices que tocas más?
—Sí, pero esos tres son mis mejores.
—Y bueno, su hermano fue el que le enseñó piano y Marc lo toca mucho, pero mucho mejor que él.
—Eso suele suceder. Yo sólo sé cantar.
—El que canta es mi hermano, yo soy el músico. No canto mal, pero tampoco es que sea muy bueno.
—Ya iba a decir yo. No tienes otro talento más por ahí, ¿no? —Ya eran demasiados para Daisy.
—Sólo esos.
—Debiste ver los números que hacían ellos en los concursos de talento del colegio. ¡Eran geniales! Siempre ganaban —Comenta Sebastián.
—No le daban oportunidad a nadie —Completa Alex.
—En su colegio había de todo. En el que Paula y yo estábamos, no había nada, y era el de al lado.
—Eso es verdad, hacen de todo. Concursos de talento, banda, concursos deportivos, de intelecto, de baile… ¡hasta teatro! En esos, juntaban a varios estudiantes de varios salones.
—Y así fue como nos conocimos la mayoría, porque Sebastián, Alex y yo íbamos más adelante que Marc y Diana.
—En el nuestro no hacían nada de eso. Me habría gustado mucho uno de baile.
—Y a mí uno de canto.
— ¿Ahora quién quiere seguir? —Matías acaba la conversación colegial para volver a la práctica.
—Creo que después de lo de Marc, se nos han quitado todas las ganas.
—A la próxima vez, pasaré de último.
En la cárcel, Diana y Daniela se despiden de Leo, el tiempo de visita acabó porque en pocos minutos empezaría la hora del almuerzo. Ellas estaban cerca de su auto cuando oyen algo raro.
— ¿Qué es eso?
— ¿Te refieres a la alarma? —Diana pregunta—Realmente no lo sé, pero creo que esa es la de pelea o algo así.
—Vayamos a ver.
La idea de ir a ver ya era una locura, pero de todos modos, una de ellas es policía, ¿qué saldría mal? Sería un simple vistazo y se irían. Al entrar, encontraron que cerca del área de comida había una gran pelea entre varios presos.
—Okay, hace un minuto esto estaba tranquilo —A la doctora le pareció increíble.
—Aquí todo puede pasar.
—Se solicitan oficiales… —Oyen al fondo una voz en la bocina. Daniela ve directo a Diana.
— ¿Será que podrías…?
— ¡No! ¡Yo sola no podré con todos!
— ¿¡Aun siguen aquí!? —Leo las encuentra.
—Hey, ¿qué pasó aquí?
—No lo sé. Estaba caminando y de repente vi esto.
— ¿Normalmente, los oficiales llegan rápido?
—Sí, pero creo que están tardando mucho. Espera, ¿no estarás pensando en…?
—Ella, no yo —Recalca Diana.
—Pues, creo que tienes que avisar que eres policía para que no te saquen, pero tardarías mucho.
—Diana —El vigilante se une a ellos— ¿Qué haces aquí?
—Visitaba a Leo. Ahora veo esto y-
— ¡Interviene! Yo te ayudaré.
—No creo que paremos esto, pero intentémoslo —Diana al final es convencida. Leo decide que es mejor alejarse del sitio antes de ser atacado.
—Ok, ustedes ayuden. Yo- ¡Whoa! —No logra terminar lo que iba a decir. Alguien se lo lleva empujado de sorpresa y nadie se dio cuenta.
—Creo que no hago falta aquí, veré desde arriba. Cuando termine la pelea, bajaré.
El vigilante y Diana decidieron intentar parar la pelea. Daniela subió y se quedó a mirar desde arriba.
Capítulo #12: “Cantar, Pelear y Presentar”.
El día siguiente, el grupo seguía libre y Daisy los seguía acompañando.
— ¿Ustedes han hablado con Daniela? —Empieza ella la conversación.
—No mucho desde que se fue —Responde Diana.
—No han hablado bien con ella desde que se fue.
—Sí, eso es cierto.
—Pues… Creo que es momento de que se comuniquen con ella.
—Pero nadie aquí tiene su teléfono.
—Yo lo tengo, llámenla.
— ¿Nos prestarás tu celular?
—Por supuesto. No hay problema —Dice al pasarle su móvil a Diana.
— ¿Hola? —Atiende la amiga.
— ¡Hola! —Responde emocionada.
— ¿Diana?
— ¡Sí!
— ¡Hola! ¿Cómo estás?
—Muy bien. Me han dicho que vas muy bien en Cardiología.
— ¿Ah sí? ¿Quién te lo dijo?
—Daisy.
— ¿La conoces?
—La tengo al lado.
—Ah, verdad que ella está allá.
— ¿Dónde estás tú?
—Visitando a unos amigos. Tengo la semana libre.
En ese momento, sienten que tocan la puerta de la oficina.
—Yo abro —Marc avisa. Cuando abre, resulta que la persona del otro lado de la puerta, una chica de buena estatura, cabello rizado largo y negro, piel clara y ojos avellana, es Daniela. Exclama con sorpresa— ¡Dani!
— ¡Nos visitas a nosotros! —Diana cuelga el celular al verla.
— ¿Qué tal todos?
—Excelente. ¿Cómo te va a ti? —Marc era otro emocionado por la visita de Daniela. Ellos fueron muy cercanos desde sus primeros años de escuela hasta el día en que ella tuvo que partir a Nueva York unos pocos años atrás.
—Igual —Dirigiéndose a Paula— En este caso, no hace falta que me presentes a tu novio. Lo conozco desde hace muchos años.
— ¿En este caso? Eso sería si fuera Daisy.
—Tú me entendiste.
—Y tampoco hace falta que yo lo haga porque ella es tu prima.
—Exacto.
— ¿Sabes algo de Cristian? —Pregunta Marc. Éste también es otro amigo de la infancia que partió a otro lugar cuando se graduaron.
—Creo que está por graduarse de Leyes. En dónde, no sé, pero creo que aquí… ¿Y Leo? ¡Verdad que ayer fue su cumpleaños! —Daniela y Leonardo fueron los únicos en seguir constantemente en contacto cuando ella se fue al otro lado del país. Ellos de verdad eran los mejores amigos, y siguen siéndolo, aunque ya pasaron unos meses desde la última vez que se hablaron.
—Ese muchacho… —Susurra Paula.
— ¿Qué te pasa con él? Sólo entiendo que no te cae bien —Se extraña.
—Ni lo conoce, pero le cae mal —Matías le hace saber.
— ¡Oh vamos! Él es un chico agradable.
— ¿Entonces cómo me explicas que ahora esté preso?
— ¿¡QUÉ!? —Casi llegó a gritarlo— Espera, ¿¡cómo!? ¡Tienes que estar bromeando!
—No lo hace. Es verdad —Confirma Marc.
— ¿¡Qué hizo!?
—Secuestró a Pauline y casi lo acusan de matar a Marc.
— ¿¡Y por qué lo hizo!? ¡No parecen cosas suyas!
— ¿Sabes qué es la impredecibilidad?
—Ah, ahora ya me cuadra todo —Marc le calmó casi todas las preguntas que surgieron en su cabeza— ¿Y cómo es eso de que casi lo acusan?
—Cuando lo arrestamos, un poco antes, él disparó y me dio en el brazo, pero todos me dieron por muerto. Luego de eso, como tenía un brote de tristeza, pidió ser ejecutado en la silla eléctrica y por poco muere ahí —Explica Marc.
—Vaya, otra cosa rara más para Leo. ¿Cuánto tiempo estará ahí?
—Estará hasta julio. Lleva tres meses ahí.
—Su padre debe estar…
—MUY molesto, ni lo dudes —Marc ni la dejó terminar la frase.
—Oye, aun no conozco a tu padre… —Resalta Paula.
— ¿¡Quieres conocerlo!?
—Claro.
—Va a costar. Él trabaja mucho, es raro que esté libre.
— ¡Oh vamos! Debe tener un momento libre —El celular de Marc suena.
—No puede ser, ¡está llamando! —Marc atiende y habla con su padre. Cuelga con algo de sorpresa— Adivina, dijo que está libre esta noche.
— ¡Bien! ¿Y Daisy dónde está? —Paula nota que su melliza no estaba, pero no era del momento. Hacía rato que se fue de la oficina.
—Fue a buscar a Rex, ya volverá.
—Quiero visitar a Leo…
—Si quieres, yo te acompaño —Diana ofrece.
—Ok, ¿no queda lejos de aquí?
—No. Queda cerca del hospital.
—Ah ya. Bueno, vayamos.
Las dos chicas de cabello negro salieron.
— ¡Hola! —Saluda Diana.
— ¿Y eso que vienes por aquí? —Para Leo, era raro que ella se apareciera sola.
—Tengo una sorpresa —Le indica a Daniela que se asome y entre.
— ¡Dani! Tanto tiempo sin verte —La recibe con un corto abrazo, emocionado.
—Y yo a ti. Tengo la semana libre, por eso vine, y hoy me enteré de que estabas aquí.
—Espero que no…
—No te preocupes —Interrumpe— Ya sé que no fue por tu cuenta. De no ser impredecible, no lo habrías hecho.
—Eso es cierto. Ojala no tuviera nada. Me costará un poco adaptarme cuando salga de aquí. No creo que me acepten en algún lado…
— ¡Vamos! Claro que sí. Lo más probable es que en unos cuantos años ya tengas trabajo e incluso una pareja.
—Unos cuantos años… —Piensa en voz baja.
— ¿Qué pasa?
—Nada, sólo pensaba. Y todos me dicen lo mismo, pero yo creyendo lo mismo.
—Eso es algo que no me gusta de ti. Puedes ser muy alegre y divertido, pero cuando te pones pesimista, en serio que es difícil que cambies de opinión.
—Así he sido siempre.
—Ohh, feliz cumpleaños… atrasado.
—No te preocupes por lo atrasado. Igual, tú llegaste aquí hoy, así que no habrías podido ayer.
—Este es el Leo que me gusta.
—El mismo de siempre.
—No. El que anima y no lo contrario.
—El de siempre… —Leo insiste.
—Ah, ah. Hace un rato eras lo contrario.
—Pero sigo siendo el mismo. Querrás decir “el que es…”. Para no enredarte, “cuando…” —Leo no es muy bueno explicando.
—Ok, hace tiempo que no me pasaba que me confundieras con una de tus explicaciones.
—Volviendo unos pocos años atrás…
En la comisaría, todo da a ver que éste será otro día libre más para las Unidades de Secuestros y Homicidios.
— ¿Ustedes creen que nos vayan a dar descanso en Navidad? —Pregunta Paula.
—No lo sé, pero creo que dependerá de los casos —Responde Alex.
—Esperemos no tener casos en Navidad y demás. Sería genial celebrar juntos sin casos. ¿Qué tal si planeamos una fiesta?
— ¿Cuándo sería?
—Recuerden que mi cumpleaños es dentro de poco —Remarca Paula.
—También es el mío, recuérdenlo —Resalta Daisy.
—Pero ellos me conocen mejor a mí.
—Eso no me quita el cumpleaños.
—Sí, pero… Nah, olvídalo.
—Peleas de hermanos, muchas no tienen sentido —Dice Alex.
—Pero son divertidas.
—Aunque… A veces puedes llegar a arrepentirte de algo que dijiste en una de esas peleas —Marc le da seriedad al asunto.
—Suena como si te hubiera pasado —Nota Daisy.
—Es que me pasó y te digo que ha sido de lo peor para mí.
—No creo que una simple pelea sea para tanto…
—No te creas, sí fue un poco… Bueno, sí fue algo grave —Confirma Alex.
—Déjame adivinar. Otra historia más en la que a tu hermano le sucede algo grave —Adivina Paula.
—Adivinaste.
—Creo que puedo imaginarme un poco lo que pasó. ¿Cuánto creen que duren Diana y Dani afuera?
—Por lo que me han contado, no creo que duren poco ahí, aunque en no más de una hora deberían estar aquí.
—Paula… —Su hermana ve al pastor alemán comerse unas galletas— ¿Esas galletas no eran tuyas?
—No me digas… ¡Rex tenía tiempo sin hacerme esto! —Exclama— ¿Por qué no le enseñas a no comer lo de los demás?
—Lo he intentado, pero no sé entrenar perros.
—Entonces llévalo a un adiestrador.
—No, no lo haré.
—Hazle caso a Marc. Así, Rex será más divertido —Daisy se burla.
—Cuando coma algo tuyo, ya verás.
— ¿Y cuándo se supone que será eso?
—No lo sé, pero pasará.
— ¿Cómo? No trabajo aquí.
—Pero visitas. Puedes traer algo.
—Nah, no lo creo.
En la prisión, Diana, Leo y Daniela siguen conversando.
— ¿Qué les gustaría hacer? Quiero decir, en unos cuantos años y cuando estés libre —Lo primero fue para Daniela y lo segundo, para Leonardo.
—Yo sigo insistiendo que ni idea.
—Bueno, a mí me gustaría encontrar la cura de alguna enfermedad.
—Interesante, ¿como cuál?
—Siendo de Cardiología, me gustaría alguna que tenga que ver. Hace poco, una compañera tuvo un caso de esa enfermedad que hace que den muchos paros y en uno se forma un tumor. ¿Saben cuál es? —Leo se pone atento. Esa descripción era idéntica a la del cardioma. ¿Estaría refiriéndose a la misma enfermedad? Era lo más seguro, mas sólo se limitó a escuchar sin comentar.
—Creo que sí.
—Bueno, ella me contó que nadie ha logrado vivir a eso porque o no soportan tantos paros o porque como el tumor crece muy rápido una vez formado, o no se puede sacar o se infecta la sangre, y si se saca, el paciente se desangra. Bueno, me gustaría encontrar la cura de eso.
—Ahora que dices eso, ya sé cuál es. ¡Esa enfermedad es horrible! Me han dicho que de paso el tumor aparece ajuro entre un mes y cinco años después del primer paro.
—Es el cardioma, ¿no? —Leonardo comenta más por no lucir raro sin decir nada que por no saber y querer confirmar una creencia, porque si algo sabía con seguridad, era que estaban hablando del cardioma, ya era demasiado obvio.
—Esa misma. ¿Es que tú te imaginas? Pasar hasta cinco años soportando el montón de paros, porque te digo que los pacientes dicen que los síntomas antes de un paro son horribles y que llegan de repente, y que luego de sufrir todo eso, morir sin ningún otro remedio debe ser espantoso.
—No me lo imagino —Leonardo disimula— ¿Al menos sabes cómo se transmite eso?
—Aun no se sabe muy bien. Se cree que les da si los padres o los abuelos padecieron algún cáncer y una enfermedad cardíaca. Quiero decir, uno tuvo alguna y el otro, la otra, no las dos uno solo.
— ¿O sea que es hereditaria?
—Algo así es lo que se cree, pero aun no está muy asegurado.
—Pero no les da a todos, ¿no? —Duda Diana.
—Si te refieres a todos los que tengan esas características, no, no a todos, pero la mayoría de los que tienen esa enfermedad tienen eso en común.
—Sería muy bueno que descubrieras una cura. Salvarías a mucha gente —Incluyéndome a mí mismo en “mucha gente”, lo que le faltó decir.
—Por eso es que quiero. Esa enfermedad es un poco rara, pero últimamente se ven más casos. Apenas me asciendan a cirujana, empezaré a investigar más. Espero que a ninguno le dé eso antes de que descubran la cura, no quiero perderlos —Pasa sus brazos por sobre los hombros de ambos. Leo queda algo afectado.
—Ni después —Agrega Diana.
— ¡Claro! Ese sufrimiento no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
— ¿Así de horrible es? —Participa el que ya lo sabe.
—Sí. Los pacientes sufren demasiado y todo en vano. Sufrir tanto en los últimos años de vida, no me lo imagino.
—Creo que te dolería mucho que a un amigo le diera eso.
—Ni te imaginas cuánto. Ver a alguno de ustedes sufrir tanto me partiría en mil pedazos. Y con cualquier otra enfermedad grave, igual. Ver cómo se desvanece alguien a quien quieres demasiado sin poder hacer nada para evitarlo es muy duro.
—Eso es muy cierto, es de lo peor, sobretodo si un poco antes todo estaba perfectamente bien —Leo ya no puede ocultar la tristeza.
—Lo dices por lo de tu madre, ¿no?
—Sí, por eso. Ella de una semana a la otra enfermó y de repente ya se había ido.
Aquí, las cosas se pusieron serias, pero en la comisaría, parecían estar divirtiéndose.
—Entonces, ¿existe un rumor que dice que si un hombre y una mujer se quedan atrapados en uno de los ascensores de aquí, se vuelven pareja?
—Así es.
—Es más, cuando se quedaron encerrados, todos pensamos que serían pareja.
—Y Matías andaba malpensando.
—Así que confirmaron un poco que es verdad.
—Exacto. Y también confirmamos lo malpensado que puede ser Matías.
—Y fastidioso —Completa Paula.
— ¡Oye!
—Al parecer, se divierten mucho aquí.
—Sí… Como el día que probamos la práctica de tiro y Matías no pegó ni una.
— ¡Sí pegué algunas!
—Pero casi nada.
—No estuve ahí, no opinaré —Dice Marc.
—Así que eres malo en puntería.
— ¡No! Sólo que ese día había perdido la práctica.
—Entonces, ¿cómo explicas que en las tres rondas que hiciste, sólo acertaste unos cinco tiros?
— ¡Uhh! ¿Ahora cómo te defiendes?
— ¿Y si volvemos a practicar?
— ¡Vayamos!
— ¿Yo puedo ver desde afuera?
—Sí, sí puedes.
El grupo se dirige a la galería de tiro. Las mellizas se quedaron afuera, Daisy porque no puede entrar y Paula para acompañarla. Como Matías fue el que ofreció volver a practicar, fue el primero en pasar, haciéndolo mal de nuevo.
—Como que sí es verdad —Comenta Daisy.
—Sabía que eras malo, pero no tanto —Agrega Marc.
— ¡Cállense! ¿Quién quiere pasar?
—Déjame esto a mí. Te mostraré cómo se hace para pegar más de un tiro.
— ¡Presumido!
—Marc es muy bueno, fíjate —Le susurra Paula a su hermana.
—Lo dices porque es Marc, seguro.
—No, lo digo porque es verdad, sólo mira.
Observan. Marc ejecuta una ronda perfecta.
—Te lo dije.
— ¿Sorprendida?
—… ¿¡Es que cómo es posible!? ¡Puntería perfecta! —Daisy tarda en contestarle a Marc, quedó totalmente impactada.
—Y eso que tenía tiempo sin practicar.
— ¿¡QUÉ!? Vaya.
—Ok, tú ganas —Matías se resigna.
— ¡Para nada! Tú me diste una paliza extranormal.
—Te faltó hacer algo —Le recuerda Sebastián.
— ¿Qué cosa?... Ahh, mira esto —Al recordarlo, Marc carga un arma y dispara con cierto orden, formando una figura como si fuera un dibujo hecho con perforaciones de bala.
— ¡Genial! ¿Cómo haces eso?
—Un día, estaba aburrido y lo intenté. Me salió y bueno, creo que es un talento que tengo.
—Ay sí, soy Marc y soy el amo de la puntería de dibujos por perforaciones de balas.
—Matías se picó.
—Mueres de envidia, admítelo —Tienta Paula.
—Al parecer, los dibujos a lápiz y papel no son los únicos que haces de maravilla.
—Sí, parece que se me dan muy bien los dibujos de cualquier tipo.
—Y eso no es lo único que se le da bien.
— ¡Oh vamos! ¿Otro talento más? No puede ser —Daisy permanece incrédula.
—Pues sí, otro más.
— ¿Qué puede ser?
—Músico.
— ¿Qué tocas?
—De todo un poco, pero los que toco mejor son el piano, el violín y la flauta.
— ¿De dónde aprendiste?
—La flauta era mi instrumento en el colegio, el de mi hermano era el piano y él me enseñó y el violín fue por mi madrina que tenía uno que nunca usó y me lo regaló, entonces aprendí por mi propia cuenta y ese es mi mejor instrumento.
— ¿Y dices que tocas más?
—Sí, pero esos tres son mis mejores.
—Y bueno, su hermano fue el que le enseñó piano y Marc lo toca mucho, pero mucho mejor que él.
—Eso suele suceder. Yo sólo sé cantar.
—El que canta es mi hermano, yo soy el músico. No canto mal, pero tampoco es que sea muy bueno.
—Ya iba a decir yo. No tienes otro talento más por ahí, ¿no? —Ya eran demasiados para Daisy.
—Sólo esos.
—Debiste ver los números que hacían ellos en los concursos de talento del colegio. ¡Eran geniales! Siempre ganaban —Comenta Sebastián.
—No le daban oportunidad a nadie —Completa Alex.
—En su colegio había de todo. En el que Paula y yo estábamos, no había nada, y era el de al lado.
—Eso es verdad, hacen de todo. Concursos de talento, banda, concursos deportivos, de intelecto, de baile… ¡hasta teatro! En esos, juntaban a varios estudiantes de varios salones.
—Y así fue como nos conocimos la mayoría, porque Sebastián, Alex y yo íbamos más adelante que Marc y Diana.
—En el nuestro no hacían nada de eso. Me habría gustado mucho uno de baile.
—Y a mí uno de canto.
— ¿Ahora quién quiere seguir? —Matías acaba la conversación colegial para volver a la práctica.
—Creo que después de lo de Marc, se nos han quitado todas las ganas.
—A la próxima vez, pasaré de último.
En la cárcel, Diana y Daniela se despiden de Leo, el tiempo de visita acabó porque en pocos minutos empezaría la hora del almuerzo. Ellas estaban cerca de su auto cuando oyen algo raro.
— ¿Qué es eso?
— ¿Te refieres a la alarma? —Diana pregunta—Realmente no lo sé, pero creo que esa es la de pelea o algo así.
—Vayamos a ver.
La idea de ir a ver ya era una locura, pero de todos modos, una de ellas es policía, ¿qué saldría mal? Sería un simple vistazo y se irían. Al entrar, encontraron que cerca del área de comida había una gran pelea entre varios presos.
—Okay, hace un minuto esto estaba tranquilo —A la doctora le pareció increíble.
—Aquí todo puede pasar.
—Se solicitan oficiales… —Oyen al fondo una voz en la bocina. Daniela ve directo a Diana.
— ¿Será que podrías…?
— ¡No! ¡Yo sola no podré con todos!
— ¿¡Aun siguen aquí!? —Leo las encuentra.
—Hey, ¿qué pasó aquí?
—No lo sé. Estaba caminando y de repente vi esto.
— ¿Normalmente, los oficiales llegan rápido?
—Sí, pero creo que están tardando mucho. Espera, ¿no estarás pensando en…?
—Ella, no yo —Recalca Diana.
—Pues, creo que tienes que avisar que eres policía para que no te saquen, pero tardarías mucho.
—Diana —El vigilante se une a ellos— ¿Qué haces aquí?
—Visitaba a Leo. Ahora veo esto y-
— ¡Interviene! Yo te ayudaré.
—No creo que paremos esto, pero intentémoslo —Diana al final es convencida. Leo decide que es mejor alejarse del sitio antes de ser atacado.
—Ok, ustedes ayuden. Yo- ¡Whoa! —No logra terminar lo que iba a decir. Alguien se lo lleva empujado de sorpresa y nadie se dio cuenta.
—Creo que no hago falta aquí, veré desde arriba. Cuando termine la pelea, bajaré.
El vigilante y Diana decidieron intentar parar la pelea. Daniela subió y se quedó a mirar desde arriba.
Última edición por Angelacpm el Sáb 16 Nov 2013, 5:51 pm, editado 1 vez
Spencer
Re: Más Que Cosas De Policías
por Spencer Sáb 16 Nov 2013, 5:48 pm
— ¿Tienes alguna idea de por qué pelean?
—Ninguna, aunque aquí muchos pelean por diversión.
— ¿Tipo los que intentaron matar a Leo pero sin intención de matar?
—Algo así, aunque en estas peleas, por lo menos desde que yo estoy aquí, han matado de uno a tres en cada una accidentalmente.
—Oh vaya… Entonces paremos esto rápido. Nosotros solos no podemos con ellos.
— ¿Y si llamas a tus compañeros?
—Eso haré.
— ¿Qué es todo ese ruido? —Sebastián atiende.
—Los presos se pusieron a pelear de la nada y no hay oficiales. ¡Vengan todos!
—Ok, ya les diré —Cuelgan— Era Diana. Necesita que todos vayamos a ayudar a parar una pelea.
— ¿Ir a prisión a ayudar a unos presos? No, gracias. Que ellos se den solitos su merecido —Paula se niega.
—No me extraña.
—He oído que en esas peleas se han matado varios. ¿No crees que sería bueno pararla?
—No. Más bien, los criminales deberían estar todos muertos.
— ¡No pareces tú, hermana!
—Sí parezco, sólo que no me habías visto así.
—Digo al desear eso, no por tu desprecio.
—Es que hay que despreciarlos. ¿Acaso no le has deseado nada malo al que mató a…?
— ¡No lo menciones! —Daisy la detiene, no le gusta que le hablen del tema— De repente sí, pero no tan grave. Ellos no te han hecho nada a ti. Si no fuera por ellos, no tendrías trabajo.
—Al fin. Buena respuesta —Matías la apoya.
—Pues buscaría otro.
— ¿Será que podrían calmarse? Tenemos que ir ya —Marc interrumpe la discusión.
—Yo no iré.
—Paula, ese es tu trabajo, tienes que ayudar aunque no quieras.
—Bueno, iré —Acepta de mala gana.
—Iré por si hay heridos y para acompañar a Dani que de seguro no está haciendo nada.
Pocos minutos luego, Diana ya contaba con algo más de apoyo.
—Paula, ¡qué milagro!
—Vine obligada.
—Bien, supongo que saben qué hacer.
—Claro, hay que parar esto.
Arriba, Daisy acompaña a Daniela.
— ¿Y por qué te quedaste aquí?
—No soy policía, así que no puedo ayudar a parar la pelea. No me devolví porque además de que el carro es de Diana, puede que queden heridos y podría ayudar, ¿y tú?
—Yo me vine para no quedarme sola y para acompañarte, aunque puede ser que te ayude a ayudar.
—Gracias. Ya empezaron, esperemos que salga bien.
—Mira a Paula, se ve como otra persona peleando —Burlándose.
— ¡Es cierto! —Ríe— Están separando por partes, ¿eh?
—Eso parece. Supongo que los meterán en algún lugar mientras separan a los demás.
—O amarrarlos con esposas.
—Ah, cierto. Así se sabe quiénes pelearon y quiénes no.
—Creo que están esposando a los que pelean y devolviendo a sus celdas a los que no pelean pero están siendo golpeados.
—Sí, parece que es así.
Entre el grupo de los que no peleaban, pero que probablemente pronto sí lo estarían, se encontraban Jason, Joseph y Leonardo en alguna sala aparte.
— ¿¡Y ustedes no estaban aparte!?
—Estábamos, tú lo has dicho.
— ¿Saben que si los encuentran, van a alargarle la…?
—Sí, sí, soy el educado de este lugar —Joseph le hace mofas.
—Yo sólo quiero salir lo más pronto posible de aquí y meterme en problemas no me conviene.
—Pues nosotros haremos eso.
—Nos enteramos de que sobreviviste y nos delataste, así que nos engañaste.
—Te hiciste el muerto para que te dejáramos.
—Realmente, el timbre me salvó, porque ustedes siguieron ahorcándome.
—Como sea, nos delataste.
— ¿Qué querían, que dijera que me golpeé solo?
—No, que te quedaras ahí sin hacer ruido.
—Claro, ¿y dejarme matar? Nunca.
— ¿Acaso no pediste que te ejecutaran cuando…?
—Sí, pero era porque estaba bajo un brote.
Nadie dice nada. Leo comienza a cantar aleatoriamente.
—Cantas bien, ¿eh?
—Siempre.
—De seguro no quieres que a esa voz le pase algo, ¿cierto?
—Cierto… —Responde con confusión.
—Entonces no grites, eso te pondría afónico.
— ¿Y qué tiene que ver? Yo ya sé eso.
—Sólo te avisábamos para que no grites ahora.
—Oh no, no de nuevo… —Recibe un golpe— ¡Ah!
—Así se hace, ruidos bajos, sin alarme.
—Nos encontrarán, ya verán.
—No necesariamente. No hay oficiales.
—Eso es lo que creen. El grupo de USH completo está parando la pelea ahora.
— ¿Ah sí? Oye, ¿a ti no te da pena que tu hermano sea policía, tu papá abogado y que tú estés preso?
— ¿¡Cómo sabes de ellos!?
—Vi cuando te arrestaron y tu padre fue el abogado fiscal de nuestro juicio.
—Ya veo porqué me odian tanto. Ya que no le pueden hacer nada a él, se desquitan conmigo.
—Es posible.
— ¡Alguien que…!
— ¡Calla! —Jason le golpea la cara para callar el grito de ayuda.
— ¡Ah! ¿¡Cómo quieres que no grite si me golpeas!?
—Aguantándote.
— ¡¡¡Vengan!!!
— ¡Cállate! —Dándole otro golpe— ¿¡Qué parte no entiendes!?
—Yo creo que o es masoquista o es un tapado.
— ¡O tiene un brote del burro! —Ambos ríen.
— ¡No tengo nada! ¡Y ese brote es de confusión! ¡Lo único que tengo es dolor!
—Me alegro.
— ¡Y quiero gritar! —Mantiene la última palabra en modo de canto.
— ¿No habías dicho que no querías perder la voz?
—Gritar no me dejará mudo de por vida… ¡Y quiero gritar! —Repite.
Jason y Joseph se desesperan y comienzan a golpearlo. No tarda mucho hasta que Leonardo no aguanta más y contraataca sorpresivamente.
— ¿¡Desde cuándo golpeas así!?
—Toda la vida —Canta.
—Ya entendimos que tienes un humor musical hoy.
— ¿Ahora es que se enteran? Entonces los tapados son ustedes —Estas palabras enojan a Jason e intenta golpearlo. Leo se pone a la defensa y lanza una patada para alejarlo.
— ¿¡Qué te pasa hoy!?
—Estoy alerta. ¡Y a mí nadie me ha prohibido gritar! —Sigue cantando. Joseph lo ve raro y lo golpea aprovechando que está distraído—Ok, tú ganaste esa —Adolorido. Grita por ayuda.
Arriba era el lugar más tranquilo de todo el establecimiento, sólo eran Daisy y Daniela viendo todo.
—Van algo rápido para ser siete nada más —Opina la pelirroja.
—Si fueran más, ya habrían terminado.
—Hay que pedir más, más, más policías —Canta al ritmo de “Más”.
— ¿Quieres versionar?
—Quizás…
— ¡Desde aquí te oigo! —Exclama Paula.
—Creo que canté algo fuerte.
—Suerte que cantas bien.
— ¡Creo que es hora de que vayan ayudando!
Las chicas bajan y son avisadas de que deben ir a la enfermería a atender a quienes salieron heridos. Al llegar, una enfermera les indica que hay dos: uno necesita unas suturas y el otro, una radiografía.
— ¿Nombre? —Daniela se quedó con el de la radiografía.
—Soy Richard… ¿Usted? No la había visto aquí.
—Soy Daniela. Soy doctora en otra ciudad. Estaba de visita y me informaron de esto.
—Y vino a ayudar.
—Sí, algo así. Ahora tengo que tomarte unas radiografías para asegurar que estás bien.
—Ok, no hay problema —Este preso no era malo como Daniela esperaba. Más bien, era agradable, aunque sí un tanto preguntón. Ni la pinta de reo tenía— ¿Cómo te enteraste?
—Realmente… No me informaron, yo ya estaba aquí cuando oí la alarma y entré a ver.
—Espero no molestarte por la preguntadera, soy algo curioso. ¿Y qué hacías aquí?
—Estaba con una amiga visitando a un amigo que está aquí… ¿Conoces a Leonardo?
— ¿El que casi muere en la silla eléctrica? Sí lo conozco. Es de los pocos que me entiende. Los dos estamos aquí por la impredecibilidad.
—Sí, es él. Ya veo porqué eres tranquilo y no violento.
—Sí, la verdad es que la impredecibilidad nos arruina un poco.
—Lo bueno es que siguen siendo amigables.
Por otra parte, Daisy estaba teniendo problemas.
—Sólo necesitas unas suturas y…
—Sí, sí. No me hace faltan ninguna tonta sutura. Estoy bien.
—Pero si no cierro la herida, pueden infectarse y podrías enfermarte.
—No me importa, hay un hospital al lado.
— ¿Pero no quieres ahorrarte un viaje al hospital?
—No me importa nada, y con esto no me pasaría nada de nada.
—Mucha gente dice lo mismo y termina hospitalizada.
—Mucha gente, no toda.
—Lo lamento mucho por ti, pero debo cumplir mi trabajo suturándote.
— ¡No!
—Ok, no lo haré.
—Muchas gracias — ¿De verdad cambió de opinión tan fácilmente? Daisy salió a buscar a la enfermera.
—Oiga, ¿podría usar un calmante?
— ¿No quiere que lo sutures? —Daisy asiente— Ok, tenlo y dáselo —Le da una aguja con un tranquilizante ya adentro.
—Volví porque al menos debo anotar que no hice nada.
—Ok —Daisy se para detrás de él.
—Sólo debo buscar la carpeta y… —Le inyecta el tranquilizante en el brazo, rápido.
— ¿¡Qué fue eso!?
—Un pinchazo —El preso maldice— Muchas gracias —Y Daisy se retira.
Abajo, ya todo parecía estar bien, la pelea ya se había calmado, pero Marc siente que escucha a alguien gritando en alguna parte, así que cada grupo se separa y va por un lado de la cárcel a buscar. En uno de esos lados, Jason, Joseph y Leo seguían en lo mismo.
— ¿A dónde vamos a parar?
—En este mismo lugar.
—Creo que la pregunta era con “cuándo” y no “a dónde” —Reconsidera Leonardo.
—Cuando a ti te dé la gana.
—Entonces, ahora mismo.
—Me refería a él, no a ti.
—Explícate bien.
— ¿Se te pegó lo musical? —Joseph le pregunta a su hermano.
—Tú cantaste hace un rato por si no te acuerdas.
—Y espero que no lo vuelvas a hacer.
Jason comienza a cantar aleatoriamente para molestar a Leonardo, quien trata callarlo. Él se defiende y lo golpea, Joseph se une.
—Prefería el duelo musical que el duelo de dolor a golpes.
—Pues recibe otro duelo de dolor —Golpeándolo más fuerte.
— ¡Ayuda!
— ¿Volvemos con lo mismo?
—Pues… ¡Más duelo de golpes! —Lo tumban y patean un poco.
—Esos… esos no son… ¡No son golpes!
—No hace falta que lo digas.
—No soy… no soy… una pelota de fútbol.
—Pero queremos una pelota.
— ¡Búsquenla en el gimnasio! —Logra levantarse.
—Nah, una pelota no habla… Bueno, ya que no quieres, ahora serás un saco de boxeo.
— ¡Eso no! —Extiende sus brazos hacia los lados y los detiene a cada uno.
— ¡Eso sí! —Le dobla el brazo, haciéndolo soltarlos de inmediato.
— ¡Mi brazo! ¡Ya verán lo que haré! —Enojado.
— ¡Ay, qué miedo! Mira cómo tiemblo- ¡Oye! —Leo lo empuja contra la pared.
— ¿¡Cómo te atreves a reclamar por algo insignificante en comparación a lo que me han hecho!?
— ¡Pero no te enojes!
— ¿¡Cómo quieres que no lo haga!? —Hablaba con un tono de voz mucho más fuerte del acostumbrado, uno que podría hasta casi dar miedo.
—Creo que tiene un brote de enojo.
—Oh no…
Comienza una pelea que lidera Leo, aunque no duró mucho. De repente, la puerta se abre de golpe. Era Marc.
— ¡Policía! ¡Paren la…!
— ¡A-UCH! —Leonardo se escucha, mas no se ve.
— ¿Te aplasté?
— ¿¡Tú qué crees!? ¡Abre la puerta!
—Ok —Dice divertido. La abre.
— ¡NOOO! ¡Ahora me aplastas más!
—Dijiste que la abriera.
— ¡Me confundí! ¿¡OK!? ¡Ciérrala un poco!
—Ya lo hago —La cierra levemente.
— ¡No la cerraste!
— ¡Calma! ¡Dijiste un poco!
—No te tiro la puerta porque eres policía y me amonestarían.
— ¿Qué te pasa? —Lo nota más enojado que lo usual.
— ¡Nada! Sólo abre-
—Ok —Divertido, la abre.
— ¡AHHH NOOOO, CIERRA LA PUERTA! —Llega a su límite.
—Ustedes dos parecen niños —Comenta Matías.
—Son peleas de hermanos. Por más que crezcan, siempre las tendrán —Alex responde. Ahí, Marc al fin libera a Leonardo.
—Ya ibas a dejarme plano como una hoja.
—Imposible. Arresten a los-
—Ya.
— ¿Eh? Pero… ¿Cuándo lo hicieron?
—Mientras peleaban.
—Y no creo que se diga “arrestar”. Ya lo están —Corrige Leo.
— ¿Ustedes no estaban en las celdas de castigo?
—Sí, lo estaban.
—Entonces, lo más probable es que les alarguen el tiempo ahí.
El equipo vuelve a la comisaría, incluyendo a doctora y paramédica.
— ¿Qué tal les fue a ustedes? —Pregunta Daniela.
—Presenciamos una pelea de hermanos —Responde Matías.
—Cuando abrí la puerta, aplasté a Leonardo contra la pared y se enojó demasiado, creo que tenía un brote de enojo.
—Y para librarse, le decía que abriera la puerta.
—Y es al revés. Lo aplastaste —Completa Sebastián.
— ¿Y tú cómo lo sabes?
—He visto a Marc hacer eso muchas veces.
—Sí, la abrí y lo aplasté más, pero es que fue divertido. Él y que “¡no te tiro la puerta porque eres de la policía!”
—Esa broma también la hace Daisy. Hablando de ella, ¿dónde está? —Dice Paula.
—Creo que está buscando a Rex.
—Y aquí viene.
—Ya volví. A Dani le tocó un preso tranquilo y a mí uno que no quería que le suturara una herida. Tuve que darle un tranquilizante.
—El que me tocó más bien era amigable. Se puso a hablar conmigo y bueno… Otro más que tiene impredecibilidad.
—Yo no sé si tú oíste que alguien se puso a decir los mil y un insultos… Bueno, ese era el mío cuando le di el tranquilizante.
— ¿¡Ese!? —Se ríe.
—Y los que cantaban.
—Nosotras. De repente nos dio por cantar —Alguien toca la puerta.
— ¿Quién será?
—La verdad es que ni idea. Abriré —Marc va a abrir la puerta. Del otro lado, hay un hombre algo más bajo que él, de cabello marrón oscuro pero algo canoso que lo hace ver más claro, bien vestido, formal, de unos cuarenta y tantos años, parecido a Marc— ¡Pensé que vendrías más tarde!
—Pues te equivocaste. Terminé más rápido de lo que pensé y vine.
—Bueno, tienes suerte. Unos minutos antes y no nos encontrarías.
— ¿Tenían un caso?
—No exactamente. Tuvimos que parar una pelea en la cárcel porque no había muchos oficiales allá —Por su parte, dentro de la oficina, los demás conversan.
— ¡Es Carlos! —Daniela se da cuenta.
— ¿De verdad? —Diana voltea a ver.
— ¡Mira!
—Saludemos —Se acercan.
— ¡Hola! —Daniela saluda.
— ¡Daniela! Pensaba que estabas en Nueva York.
—Estaba. Me dieron unos días y aproveché para venir a visitar a todos. Si quiere, pase, ¿o va a quedarse ahí parado?
—Oh, gracias, pero no, voy a casa un momento —Se despide y se va.
— ¿Quién era? —Paula no sabía.
—Mi papá —Marc contesta.
—Ay no, no saludé. ¿Qué pensará de mí?
—No te preocupes. No sabías que era él y mi papá no es como tú con lo de la primera impresión.
—Menos mal.
— ¿Aun no conoces al papá de Marc? —Pregunta Daisy.
—Ni él a mí. Nos conoceremos hoy.
—Mucha suerte.
—No te preocupes. Él es amigable siempre y cuando no lo defraudes. Te caerá bien —Diana calma a Paula.
—Aun no conozco al primero que le caiga mal Carlos —Alega Daniela— Incluso puedes llamarlo así de lo más normal cuando ya lo conoces bien y le tienes confianza.
—Ahora, lo que tienen en común es que no quieren hablarle a mi hermano.
— ¡Al fin alguien que comparte opinión conmigo!
—Creo que es hora de irnos yendo, ¡hasta mañana!
—Cierto, ¡hasta mañana! —Marc y Paula se despiden.
Fin del Capítulo #12.
Bueno, comprobé que la laptop me odia, no por no publicar, sino porque el formato de su Word es muy distinto al de la computadora y tuve que modificar demasiado el formato. Este capítulo, aunque ya es largo, en realidad era MUCHO más largo, incluso, por lo que quité, tuve que cambiarle el título. Fue muy divertido de escribir porque me quedó como un musical, pero como la mayoría de las canciones no son conocidas, las eliminé, además, ¿qué gracia tiene un musical escrito? Por algunas canciones que creo que son reconocibles, pueden notar la época en la que escribí esto.
PD: Creo que no publicaré hasta diciembre, el próximo capítulo es muy, muy, muy largo así que tardaré bastante, y de paso lo he reescrito tres veces y aun no me convence, me encanta, pero hay una parte casi al final que no me gusta mucho y necesito cambiarla con urgencia. Sariss me dio una idea de cómo cambiarla, espero que eso acelere las cosas. La otra razón es que esta semana la tengo repleta de evaluaciones de todas las materias, y aunque la mayoría de las cosas son trabajos y soy buena estudiante y me aprendo las cosas muy rápido, eso me quitará mucho tiempo, sin contar que en la semana de arriba comienzan los exámenes de lapso (los más importantes, valen el 30%) :wut: Entre el tiempo que dure ayudando a los que no entienden y haciendo todo lo que nos mandarán, me quedará que si una hora y media para escribir al día como mucho.
PD2: Otra posible razón pero buena, es que logré entrar a teatro soy el ángel secretaria número dos :xd: y la obra es el 2/12.
:bye:
—Ninguna, aunque aquí muchos pelean por diversión.
— ¿Tipo los que intentaron matar a Leo pero sin intención de matar?
—Algo así, aunque en estas peleas, por lo menos desde que yo estoy aquí, han matado de uno a tres en cada una accidentalmente.
—Oh vaya… Entonces paremos esto rápido. Nosotros solos no podemos con ellos.
— ¿Y si llamas a tus compañeros?
—Eso haré.
— ¿Qué es todo ese ruido? —Sebastián atiende.
—Los presos se pusieron a pelear de la nada y no hay oficiales. ¡Vengan todos!
—Ok, ya les diré —Cuelgan— Era Diana. Necesita que todos vayamos a ayudar a parar una pelea.
— ¿Ir a prisión a ayudar a unos presos? No, gracias. Que ellos se den solitos su merecido —Paula se niega.
—No me extraña.
—He oído que en esas peleas se han matado varios. ¿No crees que sería bueno pararla?
—No. Más bien, los criminales deberían estar todos muertos.
— ¡No pareces tú, hermana!
—Sí parezco, sólo que no me habías visto así.
—Digo al desear eso, no por tu desprecio.
—Es que hay que despreciarlos. ¿Acaso no le has deseado nada malo al que mató a…?
— ¡No lo menciones! —Daisy la detiene, no le gusta que le hablen del tema— De repente sí, pero no tan grave. Ellos no te han hecho nada a ti. Si no fuera por ellos, no tendrías trabajo.
—Al fin. Buena respuesta —Matías la apoya.
—Pues buscaría otro.
— ¿Será que podrían calmarse? Tenemos que ir ya —Marc interrumpe la discusión.
—Yo no iré.
—Paula, ese es tu trabajo, tienes que ayudar aunque no quieras.
—Bueno, iré —Acepta de mala gana.
—Iré por si hay heridos y para acompañar a Dani que de seguro no está haciendo nada.
Pocos minutos luego, Diana ya contaba con algo más de apoyo.
—Paula, ¡qué milagro!
—Vine obligada.
—Bien, supongo que saben qué hacer.
—Claro, hay que parar esto.
Arriba, Daisy acompaña a Daniela.
— ¿Y por qué te quedaste aquí?
—No soy policía, así que no puedo ayudar a parar la pelea. No me devolví porque además de que el carro es de Diana, puede que queden heridos y podría ayudar, ¿y tú?
—Yo me vine para no quedarme sola y para acompañarte, aunque puede ser que te ayude a ayudar.
—Gracias. Ya empezaron, esperemos que salga bien.
—Mira a Paula, se ve como otra persona peleando —Burlándose.
— ¡Es cierto! —Ríe— Están separando por partes, ¿eh?
—Eso parece. Supongo que los meterán en algún lugar mientras separan a los demás.
—O amarrarlos con esposas.
—Ah, cierto. Así se sabe quiénes pelearon y quiénes no.
—Creo que están esposando a los que pelean y devolviendo a sus celdas a los que no pelean pero están siendo golpeados.
—Sí, parece que es así.
Entre el grupo de los que no peleaban, pero que probablemente pronto sí lo estarían, se encontraban Jason, Joseph y Leonardo en alguna sala aparte.
— ¿¡Y ustedes no estaban aparte!?
—Estábamos, tú lo has dicho.
— ¿Saben que si los encuentran, van a alargarle la…?
—Sí, sí, soy el educado de este lugar —Joseph le hace mofas.
—Yo sólo quiero salir lo más pronto posible de aquí y meterme en problemas no me conviene.
—Pues nosotros haremos eso.
—Nos enteramos de que sobreviviste y nos delataste, así que nos engañaste.
—Te hiciste el muerto para que te dejáramos.
—Realmente, el timbre me salvó, porque ustedes siguieron ahorcándome.
—Como sea, nos delataste.
— ¿Qué querían, que dijera que me golpeé solo?
—No, que te quedaras ahí sin hacer ruido.
—Claro, ¿y dejarme matar? Nunca.
— ¿Acaso no pediste que te ejecutaran cuando…?
—Sí, pero era porque estaba bajo un brote.
Nadie dice nada. Leo comienza a cantar aleatoriamente.
—Cantas bien, ¿eh?
—Siempre.
—De seguro no quieres que a esa voz le pase algo, ¿cierto?
—Cierto… —Responde con confusión.
—Entonces no grites, eso te pondría afónico.
— ¿Y qué tiene que ver? Yo ya sé eso.
—Sólo te avisábamos para que no grites ahora.
—Oh no, no de nuevo… —Recibe un golpe— ¡Ah!
—Así se hace, ruidos bajos, sin alarme.
—Nos encontrarán, ya verán.
—No necesariamente. No hay oficiales.
—Eso es lo que creen. El grupo de USH completo está parando la pelea ahora.
— ¿Ah sí? Oye, ¿a ti no te da pena que tu hermano sea policía, tu papá abogado y que tú estés preso?
— ¿¡Cómo sabes de ellos!?
—Vi cuando te arrestaron y tu padre fue el abogado fiscal de nuestro juicio.
—Ya veo porqué me odian tanto. Ya que no le pueden hacer nada a él, se desquitan conmigo.
—Es posible.
— ¡Alguien que…!
— ¡Calla! —Jason le golpea la cara para callar el grito de ayuda.
— ¡Ah! ¿¡Cómo quieres que no grite si me golpeas!?
—Aguantándote.
— ¡¡¡Vengan!!!
— ¡Cállate! —Dándole otro golpe— ¿¡Qué parte no entiendes!?
—Yo creo que o es masoquista o es un tapado.
— ¡O tiene un brote del burro! —Ambos ríen.
— ¡No tengo nada! ¡Y ese brote es de confusión! ¡Lo único que tengo es dolor!
—Me alegro.
— ¡Y quiero gritar! —Mantiene la última palabra en modo de canto.
— ¿No habías dicho que no querías perder la voz?
—Gritar no me dejará mudo de por vida… ¡Y quiero gritar! —Repite.
Jason y Joseph se desesperan y comienzan a golpearlo. No tarda mucho hasta que Leonardo no aguanta más y contraataca sorpresivamente.
— ¿¡Desde cuándo golpeas así!?
—Toda la vida —Canta.
—Ya entendimos que tienes un humor musical hoy.
— ¿Ahora es que se enteran? Entonces los tapados son ustedes —Estas palabras enojan a Jason e intenta golpearlo. Leo se pone a la defensa y lanza una patada para alejarlo.
— ¿¡Qué te pasa hoy!?
—Estoy alerta. ¡Y a mí nadie me ha prohibido gritar! —Sigue cantando. Joseph lo ve raro y lo golpea aprovechando que está distraído—Ok, tú ganaste esa —Adolorido. Grita por ayuda.
Arriba era el lugar más tranquilo de todo el establecimiento, sólo eran Daisy y Daniela viendo todo.
—Van algo rápido para ser siete nada más —Opina la pelirroja.
—Si fueran más, ya habrían terminado.
—Hay que pedir más, más, más policías —Canta al ritmo de “Más”.
— ¿Quieres versionar?
—Quizás…
— ¡Desde aquí te oigo! —Exclama Paula.
—Creo que canté algo fuerte.
—Suerte que cantas bien.
— ¡Creo que es hora de que vayan ayudando!
Las chicas bajan y son avisadas de que deben ir a la enfermería a atender a quienes salieron heridos. Al llegar, una enfermera les indica que hay dos: uno necesita unas suturas y el otro, una radiografía.
— ¿Nombre? —Daniela se quedó con el de la radiografía.
—Soy Richard… ¿Usted? No la había visto aquí.
—Soy Daniela. Soy doctora en otra ciudad. Estaba de visita y me informaron de esto.
—Y vino a ayudar.
—Sí, algo así. Ahora tengo que tomarte unas radiografías para asegurar que estás bien.
—Ok, no hay problema —Este preso no era malo como Daniela esperaba. Más bien, era agradable, aunque sí un tanto preguntón. Ni la pinta de reo tenía— ¿Cómo te enteraste?
—Realmente… No me informaron, yo ya estaba aquí cuando oí la alarma y entré a ver.
—Espero no molestarte por la preguntadera, soy algo curioso. ¿Y qué hacías aquí?
—Estaba con una amiga visitando a un amigo que está aquí… ¿Conoces a Leonardo?
— ¿El que casi muere en la silla eléctrica? Sí lo conozco. Es de los pocos que me entiende. Los dos estamos aquí por la impredecibilidad.
—Sí, es él. Ya veo porqué eres tranquilo y no violento.
—Sí, la verdad es que la impredecibilidad nos arruina un poco.
—Lo bueno es que siguen siendo amigables.
Por otra parte, Daisy estaba teniendo problemas.
—Sólo necesitas unas suturas y…
—Sí, sí. No me hace faltan ninguna tonta sutura. Estoy bien.
—Pero si no cierro la herida, pueden infectarse y podrías enfermarte.
—No me importa, hay un hospital al lado.
— ¿Pero no quieres ahorrarte un viaje al hospital?
—No me importa nada, y con esto no me pasaría nada de nada.
—Mucha gente dice lo mismo y termina hospitalizada.
—Mucha gente, no toda.
—Lo lamento mucho por ti, pero debo cumplir mi trabajo suturándote.
— ¡No!
—Ok, no lo haré.
—Muchas gracias — ¿De verdad cambió de opinión tan fácilmente? Daisy salió a buscar a la enfermera.
—Oiga, ¿podría usar un calmante?
— ¿No quiere que lo sutures? —Daisy asiente— Ok, tenlo y dáselo —Le da una aguja con un tranquilizante ya adentro.
—Volví porque al menos debo anotar que no hice nada.
—Ok —Daisy se para detrás de él.
—Sólo debo buscar la carpeta y… —Le inyecta el tranquilizante en el brazo, rápido.
— ¿¡Qué fue eso!?
—Un pinchazo —El preso maldice— Muchas gracias —Y Daisy se retira.
Abajo, ya todo parecía estar bien, la pelea ya se había calmado, pero Marc siente que escucha a alguien gritando en alguna parte, así que cada grupo se separa y va por un lado de la cárcel a buscar. En uno de esos lados, Jason, Joseph y Leo seguían en lo mismo.
— ¿A dónde vamos a parar?
—En este mismo lugar.
—Creo que la pregunta era con “cuándo” y no “a dónde” —Reconsidera Leonardo.
—Cuando a ti te dé la gana.
—Entonces, ahora mismo.
—Me refería a él, no a ti.
—Explícate bien.
— ¿Se te pegó lo musical? —Joseph le pregunta a su hermano.
—Tú cantaste hace un rato por si no te acuerdas.
—Y espero que no lo vuelvas a hacer.
Jason comienza a cantar aleatoriamente para molestar a Leonardo, quien trata callarlo. Él se defiende y lo golpea, Joseph se une.
—Prefería el duelo musical que el duelo de dolor a golpes.
—Pues recibe otro duelo de dolor —Golpeándolo más fuerte.
— ¡Ayuda!
— ¿Volvemos con lo mismo?
—Pues… ¡Más duelo de golpes! —Lo tumban y patean un poco.
—Esos… esos no son… ¡No son golpes!
—No hace falta que lo digas.
—No soy… no soy… una pelota de fútbol.
—Pero queremos una pelota.
— ¡Búsquenla en el gimnasio! —Logra levantarse.
—Nah, una pelota no habla… Bueno, ya que no quieres, ahora serás un saco de boxeo.
— ¡Eso no! —Extiende sus brazos hacia los lados y los detiene a cada uno.
— ¡Eso sí! —Le dobla el brazo, haciéndolo soltarlos de inmediato.
— ¡Mi brazo! ¡Ya verán lo que haré! —Enojado.
— ¡Ay, qué miedo! Mira cómo tiemblo- ¡Oye! —Leo lo empuja contra la pared.
— ¿¡Cómo te atreves a reclamar por algo insignificante en comparación a lo que me han hecho!?
— ¡Pero no te enojes!
— ¿¡Cómo quieres que no lo haga!? —Hablaba con un tono de voz mucho más fuerte del acostumbrado, uno que podría hasta casi dar miedo.
—Creo que tiene un brote de enojo.
—Oh no…
Comienza una pelea que lidera Leo, aunque no duró mucho. De repente, la puerta se abre de golpe. Era Marc.
— ¡Policía! ¡Paren la…!
— ¡A-UCH! —Leonardo se escucha, mas no se ve.
— ¿Te aplasté?
— ¿¡Tú qué crees!? ¡Abre la puerta!
—Ok —Dice divertido. La abre.
— ¡NOOO! ¡Ahora me aplastas más!
—Dijiste que la abriera.
— ¡Me confundí! ¿¡OK!? ¡Ciérrala un poco!
—Ya lo hago —La cierra levemente.
— ¡No la cerraste!
— ¡Calma! ¡Dijiste un poco!
—No te tiro la puerta porque eres policía y me amonestarían.
— ¿Qué te pasa? —Lo nota más enojado que lo usual.
— ¡Nada! Sólo abre-
—Ok —Divertido, la abre.
— ¡AHHH NOOOO, CIERRA LA PUERTA! —Llega a su límite.
—Ustedes dos parecen niños —Comenta Matías.
—Son peleas de hermanos. Por más que crezcan, siempre las tendrán —Alex responde. Ahí, Marc al fin libera a Leonardo.
—Ya ibas a dejarme plano como una hoja.
—Imposible. Arresten a los-
—Ya.
— ¿Eh? Pero… ¿Cuándo lo hicieron?
—Mientras peleaban.
—Y no creo que se diga “arrestar”. Ya lo están —Corrige Leo.
— ¿Ustedes no estaban en las celdas de castigo?
—Sí, lo estaban.
—Entonces, lo más probable es que les alarguen el tiempo ahí.
El equipo vuelve a la comisaría, incluyendo a doctora y paramédica.
— ¿Qué tal les fue a ustedes? —Pregunta Daniela.
—Presenciamos una pelea de hermanos —Responde Matías.
—Cuando abrí la puerta, aplasté a Leonardo contra la pared y se enojó demasiado, creo que tenía un brote de enojo.
—Y para librarse, le decía que abriera la puerta.
—Y es al revés. Lo aplastaste —Completa Sebastián.
— ¿Y tú cómo lo sabes?
—He visto a Marc hacer eso muchas veces.
—Sí, la abrí y lo aplasté más, pero es que fue divertido. Él y que “¡no te tiro la puerta porque eres de la policía!”
—Esa broma también la hace Daisy. Hablando de ella, ¿dónde está? —Dice Paula.
—Creo que está buscando a Rex.
—Y aquí viene.
—Ya volví. A Dani le tocó un preso tranquilo y a mí uno que no quería que le suturara una herida. Tuve que darle un tranquilizante.
—El que me tocó más bien era amigable. Se puso a hablar conmigo y bueno… Otro más que tiene impredecibilidad.
—Yo no sé si tú oíste que alguien se puso a decir los mil y un insultos… Bueno, ese era el mío cuando le di el tranquilizante.
— ¿¡Ese!? —Se ríe.
—Y los que cantaban.
—Nosotras. De repente nos dio por cantar —Alguien toca la puerta.
— ¿Quién será?
—La verdad es que ni idea. Abriré —Marc va a abrir la puerta. Del otro lado, hay un hombre algo más bajo que él, de cabello marrón oscuro pero algo canoso que lo hace ver más claro, bien vestido, formal, de unos cuarenta y tantos años, parecido a Marc— ¡Pensé que vendrías más tarde!
—Pues te equivocaste. Terminé más rápido de lo que pensé y vine.
—Bueno, tienes suerte. Unos minutos antes y no nos encontrarías.
— ¿Tenían un caso?
—No exactamente. Tuvimos que parar una pelea en la cárcel porque no había muchos oficiales allá —Por su parte, dentro de la oficina, los demás conversan.
— ¡Es Carlos! —Daniela se da cuenta.
— ¿De verdad? —Diana voltea a ver.
— ¡Mira!
—Saludemos —Se acercan.
— ¡Hola! —Daniela saluda.
— ¡Daniela! Pensaba que estabas en Nueva York.
—Estaba. Me dieron unos días y aproveché para venir a visitar a todos. Si quiere, pase, ¿o va a quedarse ahí parado?
—Oh, gracias, pero no, voy a casa un momento —Se despide y se va.
— ¿Quién era? —Paula no sabía.
—Mi papá —Marc contesta.
—Ay no, no saludé. ¿Qué pensará de mí?
—No te preocupes. No sabías que era él y mi papá no es como tú con lo de la primera impresión.
—Menos mal.
— ¿Aun no conoces al papá de Marc? —Pregunta Daisy.
—Ni él a mí. Nos conoceremos hoy.
—Mucha suerte.
—No te preocupes. Él es amigable siempre y cuando no lo defraudes. Te caerá bien —Diana calma a Paula.
—Aun no conozco al primero que le caiga mal Carlos —Alega Daniela— Incluso puedes llamarlo así de lo más normal cuando ya lo conoces bien y le tienes confianza.
—Ahora, lo que tienen en común es que no quieren hablarle a mi hermano.
— ¡Al fin alguien que comparte opinión conmigo!
—Creo que es hora de irnos yendo, ¡hasta mañana!
—Cierto, ¡hasta mañana! —Marc y Paula se despiden.
Fin del Capítulo #12.
Bueno, comprobé que la laptop me odia, no por no publicar, sino porque el formato de su Word es muy distinto al de la computadora y tuve que modificar demasiado el formato. Este capítulo, aunque ya es largo, en realidad era MUCHO más largo, incluso, por lo que quité, tuve que cambiarle el título. Fue muy divertido de escribir porque me quedó como un musical, pero como la mayoría de las canciones no son conocidas, las eliminé, además, ¿qué gracia tiene un musical escrito? Por algunas canciones que creo que son reconocibles, pueden notar la época en la que escribí esto.
PD: Creo que no publicaré hasta diciembre, el próximo capítulo es muy, muy, muy largo así que tardaré bastante, y de paso lo he reescrito tres veces y aun no me convence, me encanta, pero hay una parte casi al final que no me gusta mucho y necesito cambiarla con urgencia. Sariss me dio una idea de cómo cambiarla, espero que eso acelere las cosas. La otra razón es que esta semana la tengo repleta de evaluaciones de todas las materias, y aunque la mayoría de las cosas son trabajos y soy buena estudiante y me aprendo las cosas muy rápido, eso me quitará mucho tiempo, sin contar que en la semana de arriba comienzan los exámenes de lapso (los más importantes, valen el 30%) :wut: Entre el tiempo que dure ayudando a los que no entienden y haciendo todo lo que nos mandarán, me quedará que si una hora y media para escribir al día como mucho.
PD2: Otra posible razón pero buena, es que logré entrar a teatro
soy el ángel secretaria número dos :xd: y la obra es el 2/12.:bye:
Spencer
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