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Mensaje por hange. Lun 31 Dic 2018, 2:33 pm

¡feliz año nuevo!:


Capítulo 25

Olivia Steinfield


Estoy caminando por el campus cuando alguien se me tira encima y me pasa los brazos por la espalda. Me toma unos segundos darme cuenta de que es Daniel. El cabello oscuro por siempre despeinado de Dan me roza el cuello cuando me abraza. Comienza a moverme de un lado a otro y me asusto cuando veo que sostiene su cámara con una mano, y aun así no me suelta.

—¡Ey, loco! ¿Qué te sucede?
—¡Eres la sensación! ¿No lo sabes? —finalmente, me dejó en el suelo y me miró con sus ojos oscuros brillando.

Miro a Dan con el ceño fruncido, mientras ajusto mi peinado y mi bolso, que se removieron cuando me cayó encima. Su sonrisa torcida disminuye un poco y comienza a sacar el celular de su bolsillo.

—¿Sensación de qué?
—Se me olvidaba que vives en otro mundo —Dan chasqueó la lengua, mientras buscaba algo en su celular—Edward, tu querido esposito, subió esta foto de ustedes dos en la fiesta de Halloween.

Mi primera reacción es casi como chocar contra una pared de cristal que no habías visto. Y luego enfoco la vista en el celular que Dan casi me pega en el rostro, arrebatándolo al instante. Sí, es una foto de los dos. Nuestras versiones de Olivia y Popeye, de pie junto al desayunador de la enorme casa. Edward estaba sacando músculo falso con los brazos mientras yo lo estaba mirando con una cara de irritación a mil. Se veían mas personas recortadas alrededor, y en la descripción de la foto decía: “La Olivia de mi Popeye” con emojis de guiño y un feliz Halloween.

Se me calienta una parte del cuello y carraspeé. La foto tiene unos cientos de likes y eso me hizo alzar las cejas. ¿Cuánta gente es que tiene este muchacho en las redes?

—“La Olivia de mi Popeye”, wow, es tan romántico —Dan ladea la cabeza y me quita el celular, volviendo a guardarlo—. Deberías leer los comentarios, hay tipas que si creen que son novios.
—¿Qué creen que? Solo estamos ahí por el estúpido proyecto —suelto un bufido y sujeto la cuerda de mi mochila con fuerza—. Por cierto, ¿cómo vas con tu pareja?
—Me alegra que preguntaras, porque estoy harto de Stella y Marcie —resopla y se despeina aun más los rizos negros—. Estoy casi seguro de que tienen esta especie de fetiche de “parejas biraciales” y por eso nos pusieron juntos.
—¿Cómo lo sabes? —tuerzo los labios, tratando de no pensar en eso más de lo debido.
—Con esta mierda del portafolio final del matrimonio han hecho mucho énfasis en mi cultura africana y en la cultura celta de ella, ¿sabes? —Dan enciende su cámara y se pone a ajustarla mientras se mueve por el área verde— Lo mencionan a cada rato, como diciendo que la unión de dos culturas es hermosa y que debemos aprovecharlo. Es incómodo.

Al escuchar eso, me cruzo de brazos y dejo de pensar en la foto. Me paro derecha frente al lente de Dan.

—¿Se lo han dicho? —me inclino hacia delante— No pueden estar insinuando esa clase de cosas.

Dan me saca una foto antes de bajar la cámara y moderse el labio. Mira hacia un punto por encima de mi cabeza y mueve sus dedos por la cámara con suavidad.

—Pues, no, porque Vennie aun no quiere crear conflictos —suspira y sacude la cabeza—y yo no quiero quedar como el único malo.
—Bueno pero tienes que hacerla entrar en razón —coloco ambas manos en mis caderas—, esa clase de insinuaciones no son para nada profesionales.
—Sí, hablaré con ella…

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Llegando fin de año, “Blue Tools”, el taller slash tienda de respuestos slash cars wash de Henry, es mucho menos concurrido. Tal vez por las lluvias o el frío, la gente no va a lavar su auto con tanta concurrencia, si sabe que va a ensuciarse otra vez al los dos días.

Por eso, con los empleados nos reunimos en el área principal de la tienda a hablar de todo un poco. Un poco de la vida de los adultos, pero Kay y Mike se la pasan haciendo preguntas de la universidad más que otra cosa. Nene no ha vuelto a trabajr los mismos días que yo desde el “accidente”—aunque Edward le había dicho a Henry que lo despediera. La verdad, no quise meterme en eso.

En un momento de la tarde Kay comienza a chusmear el celular de Edward porque le preguntó por la “tan famosa fiesta de Halloween”. Cuando comenzó a chillar, quise meterme al baño hasta la hora de cerrar.

—¡No puedo creer lo tiernos que se veían en Halloween! —exclama Kay una y otra vez, mirando las fotos en el celular de Edward.

Últimamente, se encuentran todo lo relacionado con Edward y yo "tierno" o versiones similares. Desde que Stella nos ha hecho grabar y tomarnos fotos para el proyecto del portafolio y la presentación, Edward ha tomado la costumbre de tomarnos fotos en cada ocasión posible. Como las de Halloween, solo que, gracias los astros, no las publicaba en las redes.

—Si, Kay, lo has dicho unas mil veces —Edward rueda los ojos, y sonríe— ¿Me puedes devolver mi celular ya?
—Ay, pero que aguafiestas —le entregó el celular y se fue al otro lado del mostrador, cerca de mí— ¿Tienes mas fotos de las dos que me diviertan?

Solo pude parpadear y moví mi trenza hacia un lado de mi hombro. Kay me mira con sus ojos saltones y sonrisa amigable, tiene tanta energía que me agota.

—No. No me gustan las fotos —desvío la mirada y observo a Edward hacerme muecas—. Y esas fotos son solo para el proyecto de la Universidad, no son la gran cosa —me encojo de hombros.
—Awwwww —Kay junta sus labios rosados en un puchero.
—¿Ves con la insensibilidad que tengo que vivir? —se queja Edward, apoyando sus codos en el mostrador— Nunca le gusta nada.
—Eso es mentira —entrecierro los ojos—, lo que pasa es que quieres que me gusten todas tus rarezas.
—¡Salir a beber no es una rareza! —mueve las manos como si yo hablara puras mierdas.
—Con la clase de amigos que tienes, ¡claro que sí! —cruzo los tobillos y aprieto los labios.

Kay suelta una carcajada que distrae a Mike y a Will de su juego en el celular, provocando que levanten la cabeza y nos miren raro. Edward abre la boca y se pone una mano en el pecho, retrocediendo.

—¿Acabas de decir...?
—Sí.
—Ed, tranquilo, no puedes cambiar a las personas —Kay le pasa una mano por el hombro—. Pero cariño, deberías tratar de salir mas a menudo y gozar un poco —Kay me sonríe como si fuera su hermana menor—, después no vas a poder.
—Es lo que yo le digo siempre —Edward suspira teatralmente y sacude la cabeza—, pero es peor que un viejo de cabeza dura.

Aprieto los labios mientras Kay y él empiezan a hablar de mi personalidad “cascarrabias”. ¡Claro que no! Que no me guste salir a fiestar a cada rato no quiere decir nada, prefiero quedar con Dan en lugares menos ruidosos.

Al final del día, Henry y Kay anuncian las vacaciones colectivas a partir del 18 de diciembre hasta el 5 de enero. Realmente, eso me toma por sorpresa —no esperé tantas vacaciones. De camino al campus Edward me cuenta que por eso le gusta ese lugar, Henry es un viejo amigo de su padre y su mentalidad laboral siempre ha sido muy flexible.

—Así hay más productividad, realmente, no hay que ser tan estrictos y matarse —explica Edward mientras nos parqueamos en el edificio de dormitorios—, como una persona que conozco.

Me estoy desabrochando cuando me percato que me está mirando puntualmente, de pies a cabeza. Entrecierro los ojos y suelto el cinturón de golpe.

—¡Ey! ¿Estás insinuando que soy una loca adicta al trabajo?
—No lo estoy insinuando, lo eres —Edward apaga la camioneta sin quitarme la mirada de encima—. Te lo he dicho antes, a veces es preocupante.

Esperé su pequeña sonrisa o incluso el brillo peculiar que le daba un toque a sus ojos verdes, cuando bromea con algo. Pero ninguna de esas dos cosas pasaron. Se quedó mirándome con las cejas un poco juntas y expresión como de disgusto. Traté de no ofenderme. Tratar…lo que no significa que haya obtenido resultados. Desvío la mirada hacia fuera, fijándome en los arbustos que rodean el parqueo.

—Estás mal, Edward —sacudo la cabeza y vuelvo a mirarlo—. Sí soy muy dedicada a mis estudios pero tampoco es como si estuviera perjudicando mi salud con eso.

Su mirada se intensifica por un momento y se inclina hacia delante, con los labios separados y las cejas arqueadas. Sin embargo, al último momento suelta un suspiro y tensa la quijada.

—Olvídalo. Mejor vámonos, hoy empiezan los entrenamientos para los tryouts.

Mientras salimos del auto, junto las cejas, preguntándome qué iba a decir en ese momento. Pero es tan terco como una muralla antigua. Avanzamos entre las filas de autos hasta el edificio de cinco plantas donde residen la mayoría de los estudiantes de primer y segundo semestre.

—¿Tryouts de qué?
—El equipo de soccer, te lo dije la semana pasada —me da un pellizco en la nariz—, quiero entrar para enero.
—Ah…es que estabas escuchando tu música rara así que bloqueé lo que dijiste —manoteo su mano y me rio de su cara de ofendido—. ¡No me culpes! Te he dicho que la detesto.
—Tus gustos son una de las razones por las cuales la buena música está muriendo, ¿lo sabes?
—Exagerado.
—Tú eres la exagerada.

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Días después, nos encontramos en terapia de pareja. La sonrisa dulce y simpática de Stella dejó de provocarme calma desde hace mucho. Realmente, creo que nunca estoy calmada cuando vengo a estas sesiones de terapia. El hecho de que consideren correcto hacernos pasar por esta clase de proyectos es sumamente cuestionable, pero no hay nada que yo pueda hacer que no sea pasar la materia y olvidarme de todo esto en un futuro. Su cabello esta prolijo en un moño casi perfecto, como siempre; al igual que todo lo que hace. Es intimidante.

Edward y yo nos sentamos en los sillones individuales frente a la oficina, esperando a que empiece con su monólogo inicial de cada sesión. La semana pasada entregamos los ensayos sobre nuestra versión de la visita con la familia de los esposos y aún no nos la devolvía. Me crucé de piernas y comencé a mover el pie derecho de un lado a otro, constantemente, mientras miraba los detalles del escritorio de madera oscura de Stella.

—Hoy vamos a empezar con una dinámica diferente —Stella junta las manos por encima del escritorio y se toma su tiempo mirándonos—, ¿de acuerdo? Quiero que primero giren los asientos hasta que queden frente al otro.
—¿Cómo? —Edward ladea la cabeza y yo descruzo las piernas.
—Vamos, vamos.

Cuando giramos los asientos, no sé por qué, no presiento nada bueno. Mi pie choca con el suelo a un ritmo rápido mientras miro a Stella, esperando que ordene el próximo paso. Estar sentados así va a provocar que me dé dolor de cuello. Edward está apoyado en el espaldar el sillón, con los brazos descansando y sus hombros totalmente relajados.

—Ahora quiero que se miren a los ojos. Vamos a ver qué tanto se ha desarrollado su relación con el paso del tiempo —Stella se puso de pie y comenzó a caminar alrededor de nosotros, sus tacones chocando suavemente con el piso alfombrado—. Vamos, no me miren a mí.

Rechino los dientes y me siento derecha, encontrando que Edward ya está mirándome. Me guiña un ojo y yo ruedo los míos, entrecruzando los dedos y tratando de no mirar hacia Stella.

—Como saben, lo ideal es que mientras estén en este proyecto, vayan desarrollando una idea del esfuerzo que conlleva un matrimonio o cualquier tipo de relación seria —la voz de Stella tiene un tono dulce, pero no me calma en lo absoluto. Tal vez el problema soy yo—. Por eso, es imperativo que traten de llevar las cosas con calma o les irá mal en muchos aspectos, no solo entre ustedes. Claro está, no vivimos en cuentos de hadas y sabemos que hay parejas muy disparejas que tienen que trabajar un poco más la tolerancia que otras.

Varios recuerdos fugaces de Edward colmando mi paciencia me cruzan por la cabeza. Miro sus grandes ojos y recuerdo: El desastre en Halloween, el desastre con su exnovia loca, el desastre con su mejor amiga que cree que me lo quiero robar, el desastre del closet de la habitación…

—…Así que empezaremos con un ejercicio simple. Quiero que se miren a los ojos y cuando cuente hasta tres, digan lo primero malo y lo primero bueno del otro que les llega a la mente. En voz alta.

Disparo mi cabeza hacia Stella como un latigazo. ¿Qué? ¿Qué clase de ejercicio es ese? Mis dedos aprietan con fuerza mis manos y me siento más derecha que antes.

—¿Qué…?
—Vamos, Olivia. Mira a tu pareja.

Me muerdo el labio pero hago lo que me dice. Edward adopta una posición diferente. Se cruza de brazos, cruza un tobillo por encima de su rodilla, en forma de 4, y entrecierra los ojos con una pequeña sonrisa en su rostro. Claro que le iba a gustar esto.

—¿Por qué tenemos que hacer esto?
—Para elevar el nivel de confianza y vulnerabilidad entre ustedes —de reojo, observo que se detiene de pie detrás de su silla—. Es para darles un empujoncito, que se conozcan más a partir de esto. ¿Estamos listos?

No. Pero de todos modos, lentamente, asiento con la cabeza. Edward dice que sí sin reparos. Tomo aire con profundidad y aprieto más mis dedos. Esto sería mucho mejor si fuera por escrito.

—Bien, empecemos con la primera cualidad mala que les venga a la cabeza —comienzo a mover la pierna otra vez—. Uno, dos, tres.
—Neurótica.
—Imprudente.

Hay una pausa en el ambiente. Edward sonríe un poco, porque no se lo toma como una ofensa. Que es otra de sus malas cualidades, esa arrogancia. Yo en cambio, desvío la mirada a mis nudillos y observo mis dedos soltarse y comenzar a acariciar mis nudillos una y otra vez. Miré el reloj y observé que todavía nos quedaban más de veinte minutos.

—Está bien. Ahora vamos con lo bueno, ¿bien? —vuelvo a mirar los ojos de Edward, que ha dejado de sonreír—. Uno, dos, tres.
—Considerado.
—Trabajadora.

Vuelvo a mirar mis nudillos, esta vez recordando la vez que me ayudó a salir del ataque de pánico. Miro a Stella, que se encuentra mirándonos con una pequeña sonrisa y deja de hablar hasta que termina de anotar algo en su pequeña libreta.

—Muy bien. Ahora vamos a la fase dos de-
—¿Hay más? —me dejo caer hacia atrás, derrotada.

Edward suelta una risita y Stella me mira un poco desconcertada. Evito su mirada y me encojo de hombros. Nunca le he llevado la contraria tan abiertamente, porque sé cuando tengo que cumplir las reglas. Pero esto…

—Olivia odia las confrontaciones directas —le explica Edward. Lo miro con la boca semiabierta—, así que es probable que todo esto le parezca demasiado incómodo, aunque lo haga.
—Oh, ya veo —Stella asintió varias veces, aunque no se veía sorprendida para nada—. ¿Y tú que tienes que decir al respecto?
—¿De…? —me senté derecha otra vez.
—De Edward y las “confrontaciones directas”.
—Oh. Um…—miro todo su rostro, desde coronilla hasta la punta de su pelo marrón— No le importan, dice lo que tiene que decirte. Eh, rayando a lo imprudente —desvío la mirada hacia el reloj otra vez.
—De acuerdo. Veo que no están tan perdidos como pensaba —Stella sonrió de oreja a oreja y un brillo cruzó por sus ojos claros—. Ya con eso completaron una parte de lo que seguía, que era dar un ejemplo de por qué el otro es la cualidad que mencionaron. Ahora quiero que se digan por qué lo bueno, qué es considerado de Edward y que significa trabajadora Olivia.

Tengo ganas de hundirme en el sillón. Transformarme en la espalda amueblada y fingir que no sé nada, como en una película. O transportarme fuera y que la lección se acabe para siempre.

—¿…de verdad? —la miro de soslayo, con la voz baja.
—Sí, de verdad.

Ugh, qué tortura. Trago saliva audiblemente y enredo mis dedos. Edward y yo volvemos a mirarnos, y tengo la ligera sospecha de que todo esto le parece divertidísimo. Lo que hace todo mucho peor. Resoplo y espero al estúpido conteo de Stella.

—Tres.

Aprieto los dientes y dejo que Edward hable primero. De ninguna forma voy a exponerme primero.

—Olivia trabaja demasiado en todo lo que hace, incluso cuando no le corresponde —Edward me mira con atención, como si buscara algo en mi cara—. En lo académico, en el trabajo, siempre da más del cien por ciento…aunque le cueste —carraspea y se cruza de brazos, inclinando la cabeza para indicar que es mi turno.

Por un momento me quedo algo frizada por sus palabras. Casi enternecida. Sacudo la cabeza y comienzo a darle vueltas a un pie al mismo tiempo que abro la boca.

—Edward es considerado porque siempre trata bien a todo el mundo en primera instancia —me remuevo en el asiento—. No juzga a las personas y fue lo suficientemente atento conmigo en varias ocasiones.

Edward me sonríe. No como siempre, como si le diera risa algo que dije o hice. Sino diferente, más real, y termina desviando la mirada y apretando más su cruce de brazos. Miro a Stella, deseando que ese sea la última “fase” y encuentro que nos está observando con una corta sonrisa rosada.

—Muy bien, eso es todo por ahora. Pueden volver los asientos a su posición original.

Suelto un suspiro largo y nos ponemos de pie de inmediato. Cuando tomamos asiento otra vez, Stella asume su posición en la silla negra de cuero y deja su pequeña libreta de lado.

—Antes de que se vayan, tengo un anuncio que hacerles.

Demasiado bueno para ser verdad. Me quedo estática y me sujeto de los brazos del mueble. ¿Ahora qué?

—Los días libres que tienen antes de que empiecen los exámenes finales, tienen una asignación de pareja —voltea el pequeño calendario en su escritorio y marca unos cuatro días en la segunda semana de diciembre—. Esto es, prosigue la segunda parte de la visita a los suegros.

Casi me paro del asiento y salgo de la oficina, pero al final me gana el sentido común. En cambio, aprieto los dedos en los brazos del sillón y me inclino hacia delante. Escucho a Edward preguntarle a qué se refiere. No dejo de mirar a Stella con los ojos entrecerrados. Al menos, eso creo; tal vez estén temblando sin parar. Me estoy imaginando la cara de la bruja-mamá de Edward y la horrible voz de su hermana…

—Esta vez, la visita es hacia la familia de la esposa, claro está —sentencia Stella.

Stella me mira, Edward me mira. Y yo solo soy capaz de mirar hacia la pared detrás de Stella con la boca abierta, parpadeando con torpeza. La pesadilla de los familiares de Edward es reemplazada por mi casa, mis sonrientes y sobreprotectores padres, mis hermanos locos y…

—¿Habría algún inconveniente? Lo digo ahora para que tengan tiempo de avisar a sus padres y planear cómo sería todo —Stella me mira como si temiera algo—. Cualquier cosa…

Cierro la boca de golpe y sacudo la cabeza con velocidad.

—No, no, está bien —me obligo a soltar los brazos del asiento—. Hablaré con ellos esta noche a ver qué dicen.
—De acuerdo. Pueden irse, nos veremos en unos días.

Salimos de la oficina y avanzamos por el edificio administrativo para salir al campus principal. Una brisa fría nos da la bienvenida. Con noviembre, el clima va cambiando mucho más rápido a invierno y ahora el aire se torna cada vez más gélido. Ajusto el beanie en mi cabeza y meto las manos en los bolsillos de mi abrigo, mientras miro el suelo con las cejas juntas. ¿Ir a mi casa con Edward, por cuatro días?

Edward camina a mi lado, rebuscando un abrigo en su mochila. Se lo quita cada vez que entramos a un salón, lo cual encuentro bastante tedioso.

—¿No quieres que vaya a tu casa? —cuestiona, de repente, provocando que yo pare de caminar.
—No es eso —ruedo los ojos—, el problema es que solo mis padres saben lo del “matrimonio”. Todavía no sé como decírselo a mis hermanos para que no me fastidien.

Tuerzo el cuello y levanto la mirada al cielo gris claro. De solo pensar en eso me empieza a doler la cabeza. Edward termina de ponerse el abrigo de la NASA negro y continuamos caminando. Nos metemos por un camino techado que hay entre cada edificio de la Universidad, y pasamos por una pequeña área verde donde hay varias personas sentadas tonteando o haciendo tareas.

—Solo me has hablado de las gemelas. ¿Cuántos hermanos tienes?
—Tengo una hermana y un hermano mayor además —suspiro, rascándome por encima del beanie—. Joder. Supongo que te quedarías en la habitación de mi hermano.
—¿Y por qué no puedo dormir contigo? —Edward se me adelanta, para caminar de espaldas frente a mí, haciendo un puchero exagerado.
—¿Estás loco o qué? —echo la cabeza hacia atrás— Ni mi padre ni mi hermano tienen mucho juicio, te lo advierto desde ahora —chasqueo la lengua—. ¡Deja de caminar así, te puedes caer!
—O sea, que si no fueran a matarme, ¿si podría dormir contigo? —Edward se detiene abruptamente, y yo hago lo mismo.

Me mira con una sonrisa entre traviesa y otra cosa que no entiendo bien. Pero de todos modos, se me atrabancan las palabras en la garganta.

—Argh, No-me-jodas.

Edward comenzó a reírse y yo lo rodeo, tomando el camino hacia el comité estudiantil.

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Cada primer o segundo miércoles de cada mes, hay una reunión mandatoria del comité estudiantil de la Universidad. El comité suele dividirse por dos años, si están en el primero y segundo; tercero y cuarto. Para algunas carreras, aplican el quinto y el sexto. En el momento nos encontramos en un salón audiovisual pequeño, con una mesa rectangular donde hay sentados los ocho miembros principales del comité.

—El motivo principal de la reunión de hoy es planear un evento navideño para los de primero y segundo año Universitario —comienzo a explicar, luego de dar la bienvenida—. La idea salió del equipo de eventos y decoración —les sonrío—, y viene a raíz de que casi todos (por no decir todos) los estudiantes están demasiado enojados por el proyecto matrimonial que nos han impuesto.
—La idea es pedirles prestado uno de los salones de eventos, y costear entre los estudiantes lo demás —una chica alta, morena y llena de curvas toma la palabra. La vicepresidenta Iris—. Por ejemplo, un grupo del área de culinaria se encarga de los bocadillos, buscamos presupuesto para decoración y contratar un DJ entre los estudiantes de música —enumeró todas esas cosas con sus dedos—. Es cuestión de armar un presupuesto lo más específico posible para presentarlo a los docentes.
—Sí. Y como hay mucho descontento general —agrego, metiendo las manos en los bolsillos—, estamos muy seguras que no van a poner muchos peros en ayudarnos.
—¿Entonces por dónde comenzamos? —cuestionó Terry, el tesorero.
—Primero hay que hacer una lista de todo lo necesario —Naomi, una de las de eventos, se puso de pie y fue a la pizarra de marcador—. Luego lo organizamos y vamos colocando precios reales.
—Eso lo podemos cubrir Terry y yo —levanto la mano, mientras comienzo a sacar la laptop de la mochila.
—Iris y yo nos encargamos de hacer la presentación para llevarla a los docentes —dice Jasmine, la secretaria.
—Muy bien, pues tenemos cuarenta minutos para agotar el tiempo de reservación. Luego coordinamos por whatsapp lo que quede, ¡empecemos!

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Cuando llego a la mesa de la cafetería, solo están Edward, Louis y Helvia con sus bandejas en mano. Louis se atraganta una hamburguesa mientras Edward se llena de papas fritas, y Helvia tiene la mano derecha levantada solemnemente.  

—Nunca voy a volver a tomar otra vez, palabra de honor —recita con voz fuerte cuando estoy poniendo la bandeja en la mesa—. ¡No me miren así!

Louis y Edward han dejado de comer a medio bocado, y yo me quedé de pie a medio sentar. Los tres la miramos en silencio, como si acabara de decir la mentira más grande del mundo.

—Ajá, y tampoco vas a volver a leer nunca en la vida —ruedo los ojos y me siento frente a Edward.
—Exacto —dice Louis con la boca llena—, no te mientas a ti misma.

Helvia fulmina a Louis con la mirada, como si su mera existencia le provocara irritación. Perfectamente entendible después de todos los líos que han ocurrido. Se vuelve hacia Edward y a mí, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—Qué clase de compañeros me gasto.
—Somos sinceros —Edward le hace un guiño y choca su hombro con el suyo.
—¿Y tú, cuando vas a beber un poco y alocarte con nosotros, señorita correcta? —Louis se voltea un poco para mirarme con una sonrisa traviesa— Estoy seguro de que tienes un lado loco como Carter la demoledora.

Por un momento, me quedo tiesa. No por lo que dice en sí, sino porque me lo está diciendo con un tono amistoso. Louis nunca me trató mal, pero ya esto es otra cosa. Giro el sorbete de mi refresco continuamente, concentrándome en el sonido del hielo dando vueltas.

—Ehm, si depende de mí, nunca —arrugo la frente—. No soy muy bebedora que digamos.
—Todos dicen eso al principio —resopla Helvia, atacando sus tacos—, ¡y mírame ahora!
—¡Vamos! ¿Qué tiene de malo tomar un poco? —Louis alza y baja las cejas.

Muchas cosas. Pero comienzo a tomar del refresco para evitar contestar.

—Creo que nunca la he visto tomarse más de tres pequeñas —comenta Edward, rascando su barbilla.
—¡Hola!

Ciara y Savah llegan en ese momento, Savah sentándose junto a Edward y Ciara frente a ella —es decir, lamentablemente, junto a mí. A veces pienso que lo hacen a propósito. Me quedo tensa por un momento y trato de concentrarme en la comida. Aunque últimamente no hayan tratado de matarme, es obvio que no significa nada. Qué difícil es todo.

—¿De qué estaban hablando? —cuestiona Ciara, destapando su jugo sin azúcar.
—De que Via va a renunciar al alcohol en un mundo paralelo —dice Edward, sonriendo.
—Y de que Olivia debería alocarse como Carter la demoledora —agrega Louis, dedicado a su comida.

Suspiro y comienzo a comer de mi wrap de pollo, ignorando las risotadas de las chicas. Comienzan a conversar sobre el último desmadre de “Carty” y lo épico que fue que mandara a Harry a la mierda. Aunque no lo digo, estoy muy de acuerdo con ellas. Harry siempre se pasa de la raya con ella.

Carter llega con Liam un momento después, e ignora todas las preguntas slash fastidiosos comentarios que le lanza Ciara de vez en cuando. No sé por qué no pueden llevar la fiesta en paz. Ni ellas ni Niall, que se dedica a joder con sus comentarios irritantes a cada rato. Lo peor del proyecto es esto, ni siquiera es la terapia con las chicas.

Todos se van de la cafetería después de comer para asistir a clases. Yo, que tengo todavía una hora libre, me quedo y empiezo a sacar mis libros para realizar pendientes. Voy en la primera parte de la tarea de cálculo cuando una sombra se posa delante de la mesa. Levanto la mirada y me encuentro con Savah y Ciara, con las brazos en la cintura y toda un aura de problemas.

—¿Qué es esto? —el codo de Savah choca con brusquedad con la mesa de plástico.

Tardo un momento en comprender lo que sucede. Cierro mi cuaderno de pre-cálculo y me fijo en el celular frente a mí. En él se encuentra la foto que Dan me enseñó hace unos días, de Edward y  yo en Halloween. Con el ceño fruncido, miro del celular a Savah y a Ciara, y otra vez al celular.

—Um…¿una foto?
—Lo que quiero saber es por qué ahí se ven tan compinches —Savah rueda los ojos.
—¿Compinches? Yo ni siquiera quería que me tomaran una foto —bajé la mirada a mi tarea y suspiré—. Miren, ya les dije que entre Edward y yo solo hay una relación estricta de que estamos juntos en esta mierda y necesitamos pasar. Más nada.
—No es lo que parece y es irritante que cara de rata no me sepa decir las cosas de frente —Savah sonríe de lado y mueve la cabeza, con ellos sus abundantes rizos—. Eso es todo.

La miro con los ojos entrecerrados, apretando el lapiz mecánico y moviendo la rodilla de arriba-abajo. A veces no sé si hace las cosas solo por joder o porque realmente le interesa saber. Quien sabe, tal vez es la primera —pero yo no tengo la capacidad emocional para lidiar con eso.

—¿Y por qué no vas a hablar con Edward y me dejas hacer mi tarea en paz? —quiero ser firme, aunque en realidad me tiembla la voz al final.
—Eso planeo. Solo quería ver qué decías, ya que somos “compinches de terapia” y Stella dijo que debemos apoyarnos —se encoge de hombros, me mira con una sonrisa pícara y guarda su celular en su mochila—. ¡Nos vemos, Oliva!

Se da a vuelta y se va con zancadas largas y confidentes hacia las puertas de la cafetería. Ciara se queda de pie con las manos en las caderas, mirándome fijo, así que aprieto los labios hasta esperar a que se vaya.

—No me interesa si a Edward le caes mejor de lo que deberías, no te voy a tratar como mi comadre por eso —Ciara cambia de peso en su pierna y me mira ceñuda—. ¿Capisce?

Imito su mirada y tuerzo los labios.

—No me esperaba otra cosa —sacudo la cabeza y me alejo de ella.

Ciara parpadea lentamente y parece que se esperaba otra respuesta de mí. Pero nunca me ha gustado estar en discusiones —mucho menos con ella o con Savah.  Realmente, no me agrada ningún tipo de interacción con ellas, aunque últimamente haya estado todo más calmado.

Así que antes de que me diga algo más, recojo todas mis cosas, me pongo de pie y camino hacia otro lado. Le mando un mensaje a Dan preguntando si está pasando el rato en su Facultad de Arte, y cuando responde que sí, giro hacia al lado este del campus. Estoy harta de sentarme con el grupo de las sesiones psicológicas.

La Facultad de Arte siempre está llena de vida y cosas raras. Como personas pintando cuadros enormes al aire libre, armando cajas, bailando, gritando, tirados en el suelo esperando morir —aunque eso se ve en todas las Facultades—. Daniel estaba sentado en una mesa comiendo hamburguesas, con dos chicos más que había visto en pocas ocasiones.

—¡Así que la señorita ha decidido aparecer! —alza los brazos y se hace a un lado en el banco— ¿A qué se debe la visita?
—Sabes que, si fuera por mí, almorzaría todos los días contigo —ruedo los ojos y me siento—. Estoy a punto de cambiar mi horario de clases para no tener las mismas horas libres que ellos —me dejo caer con brusquedad.

Daniel se ríe de mí berrinche (como siempre) y me palmea el hombro.

—No te preocupes, sé cómo te sientes —lo miro con una ceja enarcada—. Al menos, parcialmente.
—Ajá. Hola, por cierto —levanto la mano y miro hacia los chicos—. Soy Olivia, amiga del maleducado.
—¡Oye! Ya iba a presentarte —Dan rueda los ojos y se limpia la boca con una servilleta—. Ellos son Hugo y Elliot, compañeros de acá; esta es Olivia, nos conocemos desde el colegio.

Hugo es de cabello negro y ojos grises, y Elliot es pelirrojo y lleno de pecas. Muy pronto me doy cuenta que son igual de simpáticos que Dan, o tal vez peor.

—Bueno, ¿cómo van sus proyectos?

Comienzo a comer de las papas fritas mientras los tres comienzan a hablarme sobre un proyecto fotográfico de la naturaleza que debe hacer para su examen final. Intento no perderme entre algunos términos raros como “profundidad de campo”.

—Mira, son alrededor de treinta fotos en diferentes locaciones —Dan le da un mordisco a su segunda hamburguesa—, pero todas las fotos deben formar un objeto antinatural —toma un segundo para tragar—. ¿Entiendes?
—Sí —asiento con la cabeza—, ¿y cómo diablos van a lograr eso?
—No tenemos la menor idea —sonríe Elliot—, pero ya veremos cómo. O reprobamos.
—Suerte con eso —inclino la cabeza—. Si necesitas ayuda, solo dime.
—¡Pero claro! Te vas a chupar esa conmigo, mi fiel amiga.
—¿Ni un por favor? —ruedo los ojos.
—No, ¿Quién le toma fotos de gratis a tus estrellas a cada rato? —sube ambas cejas y el mentón— Estaríamos casi a mano.

Entrecierro los ojos y no digo nada: él tiene razón.

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Es la tercera o cuarta clase de danza árabe, no tengo idea, he perdido la cuenta. Creo que es por la experiencia traumática que paso cuando asistimos. Esta vez, Liam es quien nos lleva hacia el local y quien promete recogernos. Mientras esperamos que Camille empiece la lección, miro a Carter ajustarse el brasier de lentejuelas moradas con plateado.

—Te queda perfecto, tranquila —manoteo en el aire—. La que tiene que hacer maniobras y rezar a la virgen María soy yo.
—Tu no te ves mal —sonríe sin mostrar los dientes—. Lo que me estresa es que de verdad tenemos que seguir viniendo a esta tortura.
—Sí —me paso las manos por la cara con fuerza—, es horrible. Tengo tarea que hacer, cosas con el comité, me toca lavar la ropa esta semana —enumero con los dedos, hablando con rapidez—. Encima, la loca de Stella avisó que nos toca ir donde nuestras familias ahora.
—Y que lo digas. Aun no sé como le voy a hacer —se cruzó de brazos, con las cejas juntas y miró hacia el suelo de madera.
—¡Muy bien, chicas! ¡Hora de comenzar con la lección de hoy!

Una hora y media de movimientos de cadera después, nos duchamos y salimos del edificio a toda prisa, como si quisiéramos escapar de él. Pero no podemos. Tendremos que volver aquí semanal. Siento el cansancio apoderarse de mi mientras esperamos a Liam en el parqueo. Sacudo la cabeza y tiemblo un poco, producto de la brisa invernal que cada vez es más irritante. Ajusto mi beanie en la cabeza y me dedico a mirar a los carros pasar, tambaleándome sobre mis talones.

El auto plateado de Liam no tarda más de diez minutos. Realmente no me importa esperar, mejor eso que tomar el bus sin calentador. Me deslizo en el asiento trasero y me tiro de lado, cansada mental y físicamente. Liam nos pregunta sobre las clases y empezamos a contarle sobre la bruja-mamá, aunque yo casi no participo en la conversación. Decido tomar una siesta en los quince minutos de viaje.

Pero cinco minutos (o eso creo), después, la voz de Carter me espanta.

—¡Olivia!
—¿Qué, qué? —me siento demasiado rápido, y me estrujo los ojos.
—Nos vamos a parar en Wendy’s —dice Liam, mirándome por el retrovisor—, ¿vas a pedir?
—Sí —ahogo un bostezo y me estiro como un gato—, no hay problema.
—¿Tan agotador es belly dance?
—Bueno, sí. Y tomando en cuenta que yo tengo mucho sin hacer ejercicio, y que casi no duermo por las tareas, pues mucho mas —le explico, recostándome del asiento—. Gracias por recogernos, por cierto.
—No hay problema.

Cuando nos detenemos en el drive thru de Wendy’s, le mando un mensaje a Edward para ver si quiere algo. Aunque ya sabía que iba a decir que sí, su respuesta de cinco gifs de memes llorando de felicidad valieron la pena. Al final, ordené tres hamburguesas de bacon con papas y dos refrescos. Cuando Carter me mira con las cejas alzadas, dudo un momento antes de explicarle. Aun no sé cómo mencionarle a Edward sin que se de cuenta de nada.

—Es para Edward —comento, moviendo mi celular—, pienso sobornarlo para que lave la ropa por mí.
—Hmm, yo debería hacer eso con Harry —Carter se acaricia la barbilla, pensativa—. A-aunque últimamente ha estado siendo muy..muy tranquilo…
—Luego de la humillación bien merecida, es lo que debería de ser —comenta Liam, sonriendo de lado.

Carter baja la cabeza y desvía la mirada hacia la ventana, pero de todos modos sonríe.

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No sé que es peor: Tener que ver a Stella dos veces por semana, o que una de esas veces sea el grupo con las chicas que me hacen sentir ansiosa con solo quedarse mirándome por más de 10 segundos seguidos. Al menos, Cater y Helvia están para hacerme compañía. Es una mejora de antes, que no hablaba con Carter y la otra chica se la pasaba en su onda.

La reunión de hoy es en uno de los salones multiusos con mesas redondas. Stella esta en un extremo, mientras las demás nos sentamos en los extremos, esperando por la “actividad” de hoy.

Mi humor cambia al otro espectro considerablemente cuando Stella anuncia que vamos a hacer el mismo ejercicio que hizo con Edward y conmigo. La miro boquiabierta, con las ganas de salir corriendo a millón. ¿Qué le pasa? ¿Acaso no ve la tensión que hay entre todas?

—¿Algo bueno y malo de todas, eh? —Savah se recuesta de la silla, se cruza de piernas y nos mira— Yo puedo empezar sin ningún problema.

Sonríe y mira a Ciara, que le devuelve la sonrisa. Parecen como dos chicas sacadas de mean girls, solo que mucho más inteligentes y locas. Muevo mis pulgares en círculos constantemente, con los pies plantados con fuerza en el suelo y me aseguro de mirar el reloj a cada tanto. Aunque no me ayude en nada.

—De acuerdo. Como somos muchos, vamos a ir por turno —Stella parece feliz de que Savah y Ciara se vean entusiasmadas por un ejercicio—. Savah, Ciara, Helvia, Carter y Olivia. Su compañera faltante presentaró excusas para no asistir hoy. Comencemos:

Es una completa tortura. Hubo partes divertidas, claro; pero al estar tan concentrada en qué cualidad mala voy a decir que no provoque mi futura muerte, no disfruté nada. Moví mi pie tanto que tuve que cambiar al izquierdo porque me cansé.

—…Helga aquí no es tan mala onda, tiene carácter —dice Savah, señalando a Helvia con el mentón—. No como la muda de antes.
—Es Helvia, ¿te lo tatúo en la frente? —Helvia se inclina hacia delante.
—¿Ve? Es un amor —Savah sonríe.
—No nos desviemos por favor.

Savah se encoge de hombros y ahora le dedica su oscura mirada a Carter. Intento concentrarme en que esto es solo un ejercicio de terapia. No tiene por qué crear más conflictos. En un intento por distraerme, saco el celular por debajo de la mesa y aprovecho que Stella tiene su atención puesta en la interacción entre Savah y Carter.

Olivia: Stella nos puso a hacer ese ejercicio de cualidad buena y mala con tus amigas. Por si no salgo viva de aquí, ya sabes dónde buscar mi cadáver.
Edward: AHAHAHAHA no seas exagerada, solo es un ejercicio lol
Olivia: Lo dices porque tu eres un ser humano retorcido y cruel  A Match Made In a University | 1D - Página 40 2333868493
Edward: deberías estar usando el cel en terapia?
Olivia: eh
Edward: eso pensé, hablamos luego  A Match Made In a University | 1D - Página 40 1719709284
Olivia: que no se te olvide no mezclar la ropa!
Edward: sisisi jefa, deja de huir y atiende a la terapia


Suelto un suspiro y bloqueo el celular. Cuando vuelvo a prestar atención, Stella me esta mirando, mientras Carter ha empezado a hablar entre tartamudeos lo que piensa de Ciara.

—Eh…
—Está en contra de las reglas distraerse de esa forma en la terapia. Lo sabes, querida.
—Si, es que tenía una emergencia…doméstica —crucé los tobillos y comencé a mover el pie izquierdo—. Pero ya todo esta bien, sigue Carter.
—S-si…—Carter mantiene la mirada fija en el centro de la mesa—. Ciara es, eh, e-es algo ma-manipuladora a veces…pero también es m-muy fiel a Savah…
—Tienes tanta razón, Carty —Ciara se lleva una mano al pecho, actuando falsamente conmocionada—. Mataría a cualquier idiota por mi marida.

Se abrazan y apoyan su cabeza en la otra, sonriendo y haciendo que lloran de la emoción. Carter les dedica una pequeña sonrisa y continúa con Helvia.

Al final de la sesión, el tiempo solo da para que Helvia empiece con Savah. Gracias a todo lo bueno. Stella nos dice que en la próxima reunión concluiremos con ese ejercicio y que la siguiente fase será hablar sobre nuestro progreso con nuestras “parejas”.

hange.
hange.


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Mensaje por hange. Lun 31 Dic 2018, 2:35 pm


Capítulo 25.2

Olivia Steinfield


Me encuentro encerrada en la habitación, protegida del frío y repasando las notas de Introducción a la Computación cuando me llegan como cinco mensajes de Edward al mismo tiempo. Ignoro el celular y lo giro, decidiendo responderle luego de acabar con la sesión de estudio. No tengo la capacidad de aprenderme las cosas a menos que me dedique extensivamente a aprenderme todo, sin ningún tipo de distracción.

Pongo las fichas en orden de importancia y dificultad y voy leyendo y releyendo en voz alta. La segunda evaluación de este examen es el sábado temprano, así que tengo dos días para aprenderme todo y recuperar notas.

—La computación en el ámbito astronómico es indispensable porque no puedes hacer experimentos de manera directa con los objetos que estudian los astrofísicos —recito, con las fichas dobladas en mis manos, caminando por toda la habitación—. Por lo que necesitas hacer un modelo que te permita simular, es decir, experimentar, a través de una computadora.

Paso a la siguiente ficha sin mirar nada más que el título y continúo con el siguiente término. Pero estoy a mitad de eso cuando la puerta se abre con brusquedad y Edward entra, con su bolso enorme de ejercicio y ropa deportiva. Los tryouts para el equipo van a concluir a fin de mes y ha estado practicando alrededor de tres noches por semana —lo cual me deja la habitación libre y silenciosa, para mi gusto.

—No dejes que te interrumpa, sigue con tu estudio —rueda los ojos, pasando por mi lado y tirando el bolso encima de su desastre de cama—. Ya veo por qué no me respondiste.
—¿Es urgente? —me giro hacia él, para observarlo sacar su ropa del armario y encaminarse al baño.
—No, pero si lo fuera de todos modos ya no importaría —sonríe y se mete al baño—. Te digo al rato.

Me encojo de hombros y continúo con el significado de programación. Edward se cambia rápido y sale del baño cuando estoy en los beneficios de la computación para los astrónomos. Se tira en la cama con los brazos cruzados por detrás de la cabeza y me observa recitar cuatro beneficios hasta que no puedo soportarlo más.

—Antes de que se me olvide: la próxima vez que vayas a subir una foto de mí, me lo dices, gracias.
—Te dije que te hicieras un instagram.
—Lo veo innecesario, las otras redes me dan lo que necesito. Solo haz lo que te digo —juego con el orden de mis fichas.
—¿Quieres que la borre? —pregunta, de súbito, con el rostro serio.
—No, no, está…bien —digo, poniendo las fichas encima de mi cama—. En fin, ¿qué es lo que quieres? —pongo los brazos en jarras, mirándolo desde arriba.
—Pues…queremos ir al bar el viernes —se sienta en el borde de la cama, apoyándose en sus brazos— ¿quieres venir con nosotros?

Dejo caerlos brazos como dos fideos y comienzo darme la vuelta, caminando hacia mi escritorio.

—No. No más fiestas —me siento en la silla giratoria azul y abro mi laptop—. Ni pensarlo.
—Pero Olivia-
—No. ¿Sabes lo estresante que ha sido todo esto…? —me giro bruscamente, alzando un poco la voz— No, no lo sabes. Ve y disfruta, yo me quedo.
—Pero ni siquiera sabes quiénes van —toma la silla de su escritorio y se sienta frente a mí, evitando que vuelva a mis estudios.
—¿Quiénes?
—Zayn, Louis, Harry…Savah, Ciara —se rasca la nuca.
—Ajá, no se diga más —intento girarme pero me sujeta la silla—, ¿qué?
—¿Pero por qué no quieres venir con nosotros?
—Ya te dije, Edward —me aseguro de mirarlo con fijeza— Estrés. ¿Quieres que lo repita?
—Lo que quiero es que me digas la verdad —musita, quedándose de pie frente a mi—, ¿te han vuelto a molestar...?

Suelto un suspiro y subo la mirada a su rostro, que está totalmente serio. Últimamente ha insistido mucho más de lo común para que lo acompañe cuando va a salir con sus amigos. Y en ocasiones, como ahora, se vuelve casi asfixiante.

—No me siento totalmente cómoda con ellos y lo sabes, ¿por qué te haces el loco?
—Pero han estado juntos en ocasiones y-
—Totalmente fuera de mi voluntad o ha sido coincidencia, Edward —chasqueo la lengua—. Mira, no sé qué se te ha ocurrido que quieres meterme a tu grupo de amigos de esa forma, pero no va a pasar así por así.
—No es que quiero-
—Sí, si quieres. Incluso Ciara lo mencionó cuando estábamos en la jodida fiesta de fraternidad esa —me aprieto la nariz con los dedos e intento canalizar la incomodidad de mi pecho—. No somos muy compatibles, así que no me pidas que vaya a todos lados con ustedes.
—Lo único que quiero es que salgas un poco más de tu zona de confort.

Frunzo el ceño. ¿Por qué está hablando como si yo nunca hiciera nada nuevo? Tampoco es que viva debajo de una roca.

—¿Con la gente que se divertía haciéndome bullying ocasional? No, gracias.

Edward hace una mueca, y por un momento siento una punzada dolorosa al ser tan directa. Pero es la verdad. Ambos lo sabemos.

—Carter y Via van a estar ahí...
—Wow, qué insistente eres —sonrío con amargura y trato de no mirarlo a los ojos—. Carter se vuelve un tifón cuando bebe y Helvia un terremoto, por muy bien que me caigan. Quiero paz, y tengo que estudiar para un examen este sábado.
—Nadie va a hacer un desastre esta vez.
—¿Cómo lo sabes?
—Eh, ¿porque sí…?
—No. Tengo que estudiar, punto final —me suelto de su agarre y vuelvo a mis estudios.
—A-bu-rri-da.
—Qué maduro eres.

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Me paso el resto de la semana preparando el examen y el presupuesto para la fiesta de Navidad. No sé que es más estresante. Encima, Edward aprovecha cada oportunidad que puede para fastidiar mi concentración y hacerme preguntas irrelevantes como si alguna vez practiqué algún deporte. A veces creo que es porque le dije que no voy a salir con sus locos.

—¿Volley? ¿Juegas volleyball? —me mira como si me acaba de salir una oreja en la frente— ¿De verdad?
—Jugaba en el colegio —contesto, mientras organizo los libros que me voy a llevar para las clases de la tarde—. Ya no.
—No es como si saliste del colegio hace mucho —se encoge de hombros—, ¿te vas a apuntar en el equipo universitario?
—No, tengo muchas cosas que hacer ya.
—Pero es bueno hacer deporte para no volverte loca —me pasa uno de los libros—. Aunque viéndote, creo que eso ya no tiene remedio.
—Ja, me muero de la risa. ¿No tienes nada que hacer?
—Nope. ¿A dónde vas tú, señorita ocupada? —mira su celular un segundo— Tus clases empiezan como en dos horas.
—Voy a comer con Iris y Terry —Edward me mira inexpresivo—, son del comité estudiantil. Tenemos un proyecto qué preparar, así que aprovechamos el tiempo libre.
—¿Proyecto de qué…?
—Todavía no sé si puedo decir.
—Pero tengo derecho a saber, como soy tu compañero de vida doméstica universitaria —sonríe de lado, cruzándose de brazos.

Me fijo en sus tatuajes, como tantas veces, antes de subir la cabeza para contestarle.

—No tienes nada, solo eres un metiche.

Meto el celular en mi mochila y me pongo los vans gris oscuro para salir de la habitación. En el último momento, Edward se pone los converse, agarra su mochila y me cae atrás. Lo miro con una ceja enarcada, mientras cierro la puerta de la habitación.

—¿Qué? Tienes razón, soy un metiche —me pincha la nariz y me empuja con suavidad hacia las escaleras— Vamos, tus amigos del comité nos esperan.
—No estás invitado.
—Pero voy de todos modos, estoy seguro de que voy a caerles bien.
—¿Te he dicho que eres muy egocéntrico a veces?
—Sí. No me importa, está en mi sangre.

Tengo la esperanza de que cuando Edward vea de qué es el proyecto del comité, prefiera irse a otro lado a matar el tiempo libre. Pero me equivoco rotundamente. Se pone a dar ideas y a ayudarnos a buscar los precios que nos faltan. Incluso ofrece pedir algo de patrocinio en nuestro trabajo, siempre y cuando hagamos que una parte de los estudiantes vaya a su car wash. Es tan increíble que no dejo de mirarlo como si fuera otra persona.

—¿Qué? Dijiste que era considerado, ¿o no? —se estira en el asiento la tercera vez que lo miro como si tuviera otro color de cabello— Deja de mirarme así.
—Sí, pero… —miro el archivo en la laptop, casi completo gracias a su colaboración—, nada. Gracias, eso iba a decir.
—Para qué están los esposos —se burla, guiñando un ojo.

Poco tiempo después se va a clases e Iris también. Terry y yo nos quedamos acoplando todo el presupuesto en una tabla de excel, para imprimirlo y entregarlo a los docentes.

—Hablé con Stella en mi terapia de pareja —comentó Terry, ajustando sus lentes rectangulares grises—, dijo que iba a tratar de convencer a los demás docentes de que nos ayuden.
—¿En serio? Ojalá…es lo menos que puede hacer después de hacernos pasar por esto —hago un movimiento de manos circular.
—Pero pensé que tú y Edward se llevaban bien —entrecierro sus ojos pardos en mi—. Al menos, las pocas veces que los he visto.
—No es tan mal…pero eso no significa que estoy de acuerdo con todo esto del matrimonio falso —continúo pasando números del cuaderno a la laptop—. ¿Tú te llevas bien con tu pareja?
—Es igual que tú, no está tan mal —se encoge de hombros—, pero me gustaría que fuera alguien más.
—La vida no es justa, Terry.

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A las tres y media de la mañana. A las jodidas tres y media de la mañana, mi celular suena hasta espantarme del sueño. Solo he dormido una hora y media. Me estrujo los ojos y contesto sin ver, esperando que no sea una emergencia. Aún sigo medio dormida, pero voy sentándome en la cama como puedo.

—¿Hola…? —carraspeo, tratando de aclarar mi voz adormilada.

Me fijo en la habitación y veo, entre la oscuridad, que Edward aún no ha llegado. Me muevo para encender la lámpara pequeña entre las dos camas.

—Hola, esssposita querida —la voz de Edward suena escurridiza y sonriente del otro lado.

Me despego el celular de la oreja un momento para ver el número. Sí, es Edward. Me estrujo más la cara y vuelvo a ponerme el celular al oído.

—¿Estás…borracho?
—Um, ¿…tal vez? —suelta una risita—. Por eso te llamo, ssupongo —las eses y las zetas se alargan cuando habla— Quiero manejar para irnos pero Savah no me quiere dar lass llavesss.

Suelto un suspiro y trato de respirar con calma. Me rasco el cabello y me siento más derecha en la cama.

—No puedes manejar intoxicado, idiota —me dan ganas de golpearlo a través del celular.
—Claro que puedo. Pero no me dan las llavesss —suelta una risotada—, ¿puedes venir?
—¿Cómo? ¿No hay nadie lúcido con ustedes? —de súbito, se me va la mitad del sueño.
—Eh…puess Savah y Ciara están riéndose de…no sé la verdad de qué —suelta una risita y escucho las carcajadas de las chicas al fondo—. Estuvimos jugando beer pong assí que…eso.
—¿Y no puedes llamar a alguien más?
—Bueeeeno —suspira exageradamente—. Intenté llamar a Harry pero sale el buzón, lo mismo con Via, que al final no vino. Yyyyy ahora te llamé a ti.

Casi las tres y cuarenta de la madrugada. En unas horas, antes de las nueve, tengo mi examen de Computación. Siento un camino eléctrico, incómodo y turbulento subirme por el pecho. “Nadie hará un desastre esta vez”, sí, claro. Por un momento lo dudo. Y luego se me mete a la cabeza un Edward bañado en vómito en el medio de la calle, con el cerebro frito. Me levanto de la cama y comienzo a buscar mis zapatos a toda prisa.

—¿Dónde están?
—Te voy a mandar la ubicación —grita en el celular—, ¡graciaaasss!

Agarro mi abrigo con capucha de la NASA, mis llaves y un paraguas por si las moscas. Cuando estoy avanzando por el pasillo con luces ténues, me percato de que la capucha no es mi gris clara, sino la oscura de Edward que me queda bastante grande. Da igual. Pido un taxi hasta el bar, que queda a más de quince minutos del campus.

En todo el camino, voy con los nervios de punta. Primero porque hace un frío de mierda y no salí bien abrigada por la prisa, segundo por el hecho de que voy de camino a buscar un grupete de borrachos solo porque son lo suficientemente idiotas como para tomar responsablemente. Muevo mis piernas sin parar y me cruzo de brazos, metiendo mis manos debajo de mis axilas, tratando de buscar calor.

Cuando llego al Bar, no tengo que buscar mucho ni llamar a Edward. Todos están desparramados en el parqueo, donde solo quedan cuatro vehículos. Alrededor de lo que supongo que es el Jeep de uno de ellos, están todos: Liam y Carter están hablando en una esquina, debajo de un poste de luz. Ciara y Savah están tomándose selfies frente al capó del jeep. Zayn, Edward y Louis están jugando algo con sus manos y una última botella de ron.

Se ven tan relajados que se me mete una ola de ira congelada en el cuerpo. Camino hasta ellos con las manos vueltas puños, metidas en los bolsillos del abrigo. Me pongo la capucha y avanzo directamente hacia Edward. Cuando me ve, deja a los chicos y se me tira encima.  

—¡Oliviaaaa, vinisste! —me pasa un brazo por encima.
—¿Viniste a jugar con nosotros? —grita Louis, pero lo ignoro.
—Y te pusiste mi abrigo —Edward se me pega más, sonriendo como el gato Cheshire—, te queda bieeeen.
—Ajá, aléjate un poco—arrugo la nariz al oler el ron en su aliento y lo empujo, ignorando el cambio de mi voz a un tono agudo—, ¿dónde están las llaves?
—No seass odiossa —me abraza de lado y avanzamos caminando hacia Savah y Ciara.
—Edward, no estoy de humor. Las llaves —aprieto los dientes y le paso un brazo por la cintura cuando noto que se tambalea. ¿Por qué yo?
—A eso voyy —se detiene y esta vez me abraza por detrás, apoyando su mentón en mi cabeza.

Me quedo estática y agradezco que hace todo el frío del mundo, que oculta mi sonrojo. No me muevo mientras Edward pone sus manos en mis hombros y silba para llamar a Savah. ¿Cuánto es que tomó?

—Savah, ya vinieron por nosotrosss —dice, sin moverse—, ya puedes soltar las llavess.
—Ya te dije que no…oh, Oliva —Savah deja de tomarse fotos y me mira con los ojos bien abiertos—. ¿No que ibas a llamar a Harry?
—No contestó. ¿Puedes darme la llave? —me remuevo incómoda y extiendo la mano— Si siguen aguantando este frío borrachos, se van a enfermar.
—¡Tú no me dass órdenes, cara de rata! —Ciara se bajó del capó y se tambaleó un poco— ¿Quién te crees que eres, eh?

Ruedo los ojos y me separo de Edward para ir a quitarle las llaves si es necesario. El frío, el sueño y el estrés de mi examen pueden conmigo y estoy alcanzando mi corto límite. Arrugo la frente y me planto con seguridad (o eso espero), en el suelo.

—Están todos borrachos y ya que me hicieron levantarme y venir hasta acá, no voy a joder con inconscientes acerca de si voy a conducir o no —estiro el brazo hacia la mano de Savah que tiene la llave—. Así que por favor, cooperen.
—Aish, qué aguafiestass eress —Savah rueda los ojos y le da vueltas a la llave en sus manos—. Podrías haberte quedado dormida, nadie te obligó.
—Llaves, por favor —suspiro, apretando la tela del abrigo con mi otra mano—. Son las cuatro am, Savahtine.

Al final, por el frío o por la borrachera, me entrega las llaves de mala gana. O porque ve que Ciara se está quedando dormida abrazada a ella. Sin decir nada, se suben al Jeep, en la última fila. Zayn se monta detrás con ellas. En la fila del medio suben Carter, Louis y Liam. Cuando me ve, Carter me sonríe y me abraza.

—Wiiiiii, vinissteee a festejar —da varios saltitos—, ¿verdad?
—Sube al jeep, demoledora —Liam le da empujoncitos, riéndose de ella.

La miro temiendo que se caiga, pero Liam parece estar lo suficientemente consciente para ayudarla. Louis ya estaba encima y con los ojos cerrados, la boca abierta y la cabeza hacia atrás. Cuando cierran la puerta, me giro a esperar a que Edward entre al asiento copiloto. Sin embargo, se queda de pie con la mano en la puerta. Sus ojos están brillando por el alcohol y la punta de su nariz enrojecida por el frío, pero aún así no se mueve.

—¿Qué esperas para entrar? —lo empujo por las costillas hacia la puerta.
—Nada, nada; es que…—me agarra la mano y la envuelve con la suya, que sorprendentemente, está medio tibia—…no pensé que ibas a venir en serio.

Habla con lentitud, como si le costara no escurrir las palabras. Me suelto de su agarre y desvío la mirada hacia el Jeep, donde Liam y Carter también están durmiéndose. Por una razón indescriptible, sus palabras hacen que mi enojo disminuya un poco.

—Sí, bueno, no te acostumbres —murmuro, dando toques al suelo con mis zapatos—. Sube o te vas a enfermar.

Cuando llegamos al campus, el sueño se mezcló con el enojo y le ganó. Liam y Ciara, Zayn y Savahtine se fueron a sus habitaciones. Louis prometió dejar a Carter sana y salva y luego caerse a morir en la suya. Yo me quedo caminando con un tambaleante Edward, con su brazo por encima de mis hombros y el mío por su cintura.

—No puedo creer que seas tan poco pensante —no puedo evitar decirlo mientras avanzamos por el pasillo.
—¿Eh?
—Nada. Déjalo —sacudo la cabeza—. Si tienes ganas de vomitar, avísame de inmediato.
—Si capitanna —murmura, con los ojos semicerrados.

Entramos a la habitación y solo con la luz de la lámpara encendida, lo llevo a su cama. Lo único que hago es ayudarle a quitarse los zapatos, después, ni soñando voy a quitarle los pantalones. Dejo las llaves en la mesa y voy a tirarme a la cama para dormir por fin, cuando las manos de Edward me sujetan y me halan con suavidad.

Se queda sentado mientras me acerca hacia él, y yo me dejo llevar, ladeando la cabeza, preguntándole qué está haciendo. La suave luz amarilla ilumina una parte de su rostro. Tan apuesto como el de su hermano pero a la vez tan diferente. Una de las pocas veces en mi vida en la cual admitiré esto —y la culpa se la arrojo al sueño. Abro la boca para preguntarle otra vez qué le pasa pero luego, Edward me abraza por la cintura y descansa su frente en mi estómago.

—Gracias, Olivia —dice sin levantar la cabeza.

¿Por qué tiene que ponerse tan cariñoso? Es angustiante. No le respondo, pero una de mis manos pasa con lentitud por sus rizos. Edward se acurruca más en mi estómago y yo me quedo de pie, convirtiéndome en una columna de emociones. Tan tiesa como el hierro por fuera pero por dentro pareciendo más chocolate derretido. Se me calienta todo el rostro. Tanto, que el sueño se me quita otra vez.

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Pocas horas después, estoy corriendo como una loca por la Universidad. Con un café en una mano y las carpetas en la otra, con los ojos medio abiertos y repitiendo todas las maldiciones del diccionario en mi cabeza. No cruzo palabra con nadie todo el día. Supongo que mi rostro lo denota todo, porque cuando me miré en el espejo en un periodo libre, me percaté de que parezco una versión de mí con ojeras infernales y un peinado de la muerte.

Cuando llego a la habitación a las cinco, Edward está allí, sentado en el escritorio haciendo no sé qué. Cojo mi toalla y mi ropa y sigo de largo al baño sin decir nada. Lo peor es que tengo que sentarme en el escritorio, que está junto al suyo porque cambiamos la ubicación hace unos días.

Para tener "más espacio", antepusimos los escritorios en una sola pared, uno al lado del otro, contrario a la pared de las camas. Ahora, en medio de la habitación hay un espacio lo suficientemente grande para un sofa cama, una mesita pequeña y Edward piensa traer su TV plasma para colocarla en la pared encima de nuestros escritorios.

Salgo del baño después de hacer un ritual mental en todo el tiempo en que tardo duchándome y cambiándome. Con una resolución frágil y mis audífonos como defensa final, me siento en el escritorio. Pero no hago conectarlos bien y encender la laptop cuando se gira para hablarme.

—No contestaste ninguno de mis mensajes —anuncia, dejando un lapiz de lado y pausando un video.
—No.
—¿Sigues enojada?

Intentó pedirme disculpas en la mañana, cuando yo estaba alistándome a la velocidad de la luz para ir a mi examen. No tengo que explicar que me fui corriendo sin decirle nada más que un portazo. Luego a la hora de almorzar, donde me dediqué a responderle monosílabos. Y ahora…

No miro a Edward. Ni siquiera por un segundo. Hasta que siga sintiendo que estoy muerta en vida por el poco sueño que obtuve, va a pagarlas. Llegué tarde a la reunión con los docentes y la pospusieron; llegué tarde a la clase y se me atrasaron varios proyectos. No sé que tan bien me fue en el examen porque sentía mi cerebro apagado. Hasta que encuentre un mejor castigo, será el tratamiento del silencio.

Primero porque por su culpa he tenido un día de mierda fuera de horario. Y segundo porque todavía no sé qué pensar de todos su cariños repentinos. ¿Es esa la confianza de la que hablaba Stella?

—¿Estás ignorándome? —escucho y de reojo, veo que apoya la cabeza en mi lado del escritorio, buscando que lo mire.

Aprieto los labios y mantengo los ojos fijos en la pantalla de mi laptop. Debo aprenderme cinco fórmulas básicas para el examen oral de Física del lunes, que vale más que el escrito. Y a penas me sé una y la mitad de otra.

—Olivia, ¡vamos! No me digas que aun estás enojada —uno de sus dedos me pincha el costado.

Aunque es con suavidad, las ganas de reír casi me vencen. Aprieto mas los labios y fijo los ojos en la descripción de la fórmula, como si mirarlo más haría desaparecer a Edward. Frunzo el ceño cuando me pincha otra vez.

Arrugo la nariz y me pregunto, por segunda vez, por qué le hice caso a Edward. No sé para qué acepté que moviésemos los muebles de la habitación. Al principio, me pareció buena idea. Podría conectar mi laptop y proyectar netflix en paz por todo un fin de semana. Encima, nadie tendría que sentarse en mi cama si viene de visita. Sin embargo, ahora que Edward invade mi espacio personal, me pregunto si en realidad vale la pena.

—Vamos, Oliviaa —se queja, con el tono de un bebé al que le quitaron su juguete favorito—, no seas mala.

Ruedo los ojos y me trago las ganas de decirle que el malo es él. Comienzo a pasar un ejercicio básico al cuaderno, para verificar si puedo descifrar cómo se empleó la fórmula. Voy en la mitad del desarrollo cuando los dedos de Edward me acarician la espalda.

Me retuerzo en la silla y casi se me escapa un gritito ahogado, pero me detengo. Tan quieta como una estatua. Siento la saliva quedarse atascada en mi garganta, así como mi corazón. Inevitablemente, los números me salen torcidos así que comienzo a borrarlos.

—¿Vas a dejar que te haga cosquillas sin decir nada? —musita Edward— Vamos, me disculpé como 30 veces. De verdad.

No mueve sus dedos, pero tampoco los retira. Intento respirar con normalidad mientras vuelvo a copiar el ejercicio. Pero mi corazón late con la fuerza de un terremoto. La espalda y el cuello son mis puntos débiles, me hacen llorar de las carcajadas. Y desde que lo descubrió, no deja de usarlo para fastidiarme.

Me muerdo los labios y continúo escribiendo. Paso al otro ejercicio, concentrándome en el trazo de mis dedos, en los números y las letras. Si no me enfoco en Edward, no sentiré nada. Pero luego sus dedos pasan de mi espalda, con suavidad, a mi cintura —creo que me voy a morir. No me da risa, sino otro tipo de cosquillas que me dificultan pensar correctamente.

Mis dedos aprietan el lápiz mecánico con tanta fuerza que estoy segura de que lo voy a romper. Lo peor es, que no se siente tan mal...

Los dedos de Edward se detienen en el principio de mis caderas. De súbito, su mano da un apretón en esa área y ahora estoy segura de que me voy a morir. Doy un corto salto e inspiro en silencio. Se me calienta el pecho y la cara y todo. Su aliento choca con mi oreja y el lápiz mecánico entre mis dedos emite un leve crujido.

—No me ignores, por favor —susurra, sus labios rozando mi oreja.

Ya estuvo. Me giro hacia él, con velocidad y soltando el lápiz. Con todas las ganas de mandarlo al diablo. ¿Qué le da el derecho?

—¿Cuál es tu problema...?

Ganas que se esfuman cuando veo que su cara esta tan pegada a la mía que nuestras narices casi chocan. Los insultos se quedan atascados en mi mente, como si mi cerebro hubiera sido momentáneamente atropellado. Está tan cerca que hago cortocircuito. Miro sus ojos: verdes, brillantes, que parecen buscar algo en mi cara...

Edward sonríe lentamente y sus dedos resumen las caricias. No se mueve más de ahí. En mi pecho siento cosas que no creía posibles —como si cientos de caballos galoparan a toda velocidad, fuera de control.

—¿Ibas a decir…? —ladea la cabeza.

Entrecierro los ojos y abro la boca otra vez.

TUM TUM TUM

Me espanto en la silla y Edward retira su mano cuando me volteo de frente a mi laptop. Los puños de alguien golpean la puerta con fuerza, sin parar. Cuando Edward se levanta a abrir la puerta, aprovecho que no me mira para pasarme las manos por el rostro, que siento como si estuviera hirviendo. ¿Qué demonios acaba de pasar?

—¡Ed! Si no abres, voy a tumbar-
—Hola, Via —la interrumpe, abriendo la puerta.

De reojo, la veo cruzarse de brazos. La puerta al abrir da un vistazo del area de en medio, donde irán la mesa y el sillón, y al fondo, la puerta del baño. Desde la puerta de entrada, a la izquierda se ven los escritorios y donde irá la TV. Al fondo a la derecha, se encuentra cada cama en su respectiva esquina, con los armarios y mesas de noche. Como la puerta tapa mi cama, desearía estar en esa esquina en ese momento. Tal vez así podría ayudarme a mí misma a entrar en razón.

—¿Podemos hablar? —cuestiona Helvia, como si algo le molestara— ...afuera.
—Claro.

Tomo el lápiz y comienzo a garabatear con paso lento en la esquina de mi cuaderno, mirando a la pantalla ocasionalmente. Aunque realmente no veo nada ni pienso qué es lo que estoy garabateando. No puedo sacarme la escena de la cabeza.

Cuando escucho la puerta cerrarse, suelto el lápiz y dejo caer la cabeza con fuerza en el escritorio.

¿Qué diablos acaba de pasar?
hange.
hange.


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Mensaje por indigo. Vie 11 Ene 2019, 12:04 pm

How about we leave this party?:

Dani A Match Made In a University | 1D - Página 40 1477071114:

Muerta, morida, mata':

indigo.
indigo.


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Mensaje por Ariel. Miér 06 Feb 2019, 3:20 pm

Bueno, leere!!
Y Kate, ame tu comentario nena, muchas gracias!!
Me contenta que te gusten mis caps locos xD
Ariel.
Ariel.


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Mensaje por Bart Simpson Jue 07 Feb 2019, 10:36 pm

Dejaré los posts que debo en estos días A Match Made In a University | 1D - Página 40 481143288

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Mensaje por Jaeger. Lun 08 Abr 2019, 9:55 pm

Emilia, mi corazón, te voy a comentar; lo juro.

Pero quien le sigue aquí? :O
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Bart Simpson Vie 03 Mayo 2019, 2:45 am


Marida A Match Made In a University | 1D - Página 40 1477071114 :

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Mensaje por Bart Simpson Vie 03 Mayo 2019, 2:47 am

Emilyanuuh A Match Made In a University | 1D - Página 40 3292025920 :


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Mensaje por Bart Simpson Vie 17 Mayo 2019, 12:50 am

Hola, chicas A Match Made In a University | 1D - Página 40 4098373783
Aquí está mi capítulo, espero les guste y no las aburra debido a su longitud A Match Made In a University | 1D - Página 40 2278276204 si no les pego A Match Made In a University | 1D - Página 40 2278276204

Hasta luego A Match Made In a University | 1D - Página 40 1857533193

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Mensaje por Bart Simpson Vie 17 Mayo 2019, 12:51 am


Capítulo 26
Ciara Evans & Liam Payne || by: Bart Simpson.




El ligero tic-toc del reloj resuena dentro de mis oídos desde hace rato ya.

Rebusco en mi cabeza alguna explicación lógica para mi repentino madrugar, pero en realidad no encuentro nada que aclare del todo mis dudas. Sus ojos continúan cerrados permitiéndome una vista panorámica de sus largas pestañas. ¿Cómo puede alguien parecer un idiota y verse jodidamente atractivo a la vez?
Es definitivo; estoy comenzando a delirar. Suspiro profundamente sin quitarle la vista de encima, no falta demasiado para que su celular comience a sonar…

¡Carajo!

Cierro los ojos al instante y escucho su alarma sonar a todo volumen. Me quejo por el estruendoso sonido y me muevo debajo de las cobijas simulando el estar despertando.

- Buenos días – saluda.
- No me molestes.

Me giro dándole la espalda, lo escucho soltar una risita detrás de mí y sus pisadas una vez que se ha levantado de la cama.

- Me ducharé.
- No es necesario que me informes cada aspecto de tu vida.

Cubro mi cabeza con una de las almohadas sobre mi cama y espero a que desaparezca de la habitación antes de levantarme, alistar mi ropa para la ducha y maldecir infinitamente contra mi persona. Antes de que pueda seguir enmarañando mis pensamientos dentro de mi cráneo, mi celular vibra sobre el buró a mi izquierda captando por completo mi atención.
Observo la pantalla e instintivamente mi entrecejo se frunce antes de responder.

- ¿Papi?
- Hola, amor – aunque no puedo verlo, sé que su sonrisa es muy larga – ¿Cómo has estado?
- ¿Por qué no me has llamado?
- Oh, cielo. Mentiría si te dijera que tengo una buena explicación…
- Tu mujer me regañó por llamar – blanqueo los ojos.
- Supe sobre eso, también fui regañado – suelta una risita – Tu madre está muy estresada, Dylan y Cole no han hecho más que portarse bien por temor a ser regañados. En realidad me agrada esta faceta de tu madre, con excepción de cuando la usa conmigo.
- Sí, bueno, es la única faceta que he visto.
- Amor, ella es alemana. Los alemanes están locos… son condenadamente sexys como tu madre, pero están locos.
- Asco – carcajea ligeramente.
- Lamento lo ocurrido, te recompensaré con Bumblebee – mi carro se me viene a la cabeza.
- Creo que ni siquiera recuerdo cómo conducir a Bee.
- Que Savah te lo recuerde. Por cierto, ¿cómo está Savathine?
- Está bien – escucho el cesar del agua de la regadera.
- ¿Estás molesta?
- ¿Es necesario preguntar ante lo obvio?
- Amor – su tono infantil provoca una risa en mí, la cual reprimo – Tu madre terminó y preparó la colección para el próximo desfile de Milán, regresaremos a casa en estos días.
- Tengo que irme.
- Ciara…
- Hasta luego.

Observo un instante la pantalla de mi celular y a continuación tranco la llamada sin quitarle la vista de encima, hasta hace unos días todo estaba decomisado para mí y ahora mi padre vuelve a ser el mismo de antes. Tengo tanto tiempo sin ver a mamá que apenas recuerdo sus expresiones.

- ¿Está todo bien?

Dirijo la mirada hacia el frente encontrándome con Liam, sostiene una toalla en sus hombros y con uno de los extremos seca su mojado cabello. Viste tan sólo un pantalón deportivo; mis ojos siguen las pequeñas gotas que se resbalan por la piel de su pecho hasta su abdomen y debo tragar la saliva en mi boca antes de que pueda salir y resbalarse por mi barbilla.

- ¿Qué no tienes ropa? – bajo la mirada al instante.
- Lo siento – se cubre con la toalla – ¿Sigues molesta por lo de la fiesta?
- No estoy molesta.
- Actúas raro… no me digas que…  – su mirada se vuelve egocéntrica – ¿Estás celosa?
- ¿Por qué lo estaría? – levanto la ceja – Ni que estuvieras tan bueno.

Me levanto rápido de ahí dirigiéndome hacia mi guardarropa, tomo lo primero que puedo y me dirijo al baño, coloco mis manos sobre el lavabo para no tambalear y a continuación dirijo la mirada hacia mi reflejo en el espejo… ¡Cielos! Mis mejillas están demasiado rojas. Cierro mis ojos con fuerza un momento, a continuación niego y giro la llave del agua fría.




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Golpeo la puerta tres veces y espero a que atiendan, guardo ambas manos en los bolsillos de mi pantalón deportivo y golpeteo la punta de mi pie derecho contra el piso.
Escucho los pasos provenientes de adentro de la habitación y a continuación Malik abre la puerta, me observa unos segundos antes de revolear los ojos y hacerse hacia un lado para permitirme entrar. Acorto la distancia entre Savah y yo con zancadas demasiado grandes, me acuesto a su lado y la abrazo un instante.

- ¿Qué sucede? – me abraza también.
- Nada – miento – Te extraño demasiado. Necesito practicar, de otro modo me volveré loca.
- Cia… –suspira – No sabes cómo agradezco que esas mierdas se hayan suspendido, tan sólo mírame – le echo un vistazo, sus mejillas ya no están tan inflamadas.
- ¡Voy a morir! – niego dramáticamente.

Recuesto mi cabeza sobre sus piernas, la morena ríe ante mi expresión y toma una parte de mi cabello para comenzar a trenzarla.

- ¿Qué hay, amigo?

Ni siquiera debo mirar hacia la puerta para saber que Zayn está saludando efusivamente a Liam; no puedo evitar sentir una repentina molestia.

- Hola… ¿Cómo estás, Savah? – saluda a mi chica, ella me mira antes de responder.
- Estoy bien – se encoje de hombros y del buró toma un bote de su preciado helado de ron.
- Me alegro…

Se gira hacia Zayn y empiezan una conversación de quién sabe qué. Observo a Savah con expresión de pocos amigos,  ella me da dos palmaditas en el hombro y después me señala que tome lugar a su lado en la cabecera de la cama. Toma una porción de helado con la cuchara y la dirige hacia mis labios los cuales cierro con fuerza formando una línea. Niego, pero la chica insiste empujando con fuerza la cuchara dentro de mi boca, termino comiendo el contenido sin poder evitar hacer gestos ante el sabor.

- ¡Esto sólo es alcohol, Savahtine!
- ¡Shhh! – cubre mi boca y le echamos un vistazo a los chicos quienes continúan con su charla – Estoy tan jodida, no reveles mi secreto de la poca felicidad que puedo tener en esta habitación de mierda que más bien parece el infierno.
- Estás loca – revoleo los ojos – Pero pensándolo bien, necesito más de eso.

Asiente con complicidad, me siento tan rara que debo apagar todo rastro de eso en mí.

- Y si necesitas algo más fuerte, mi botellón de agua está lleno con líquido de la eterna juventud.

Relame sus labios y acerca el traste a mí, observo a Liam quien me echa un vistazo y sonríe como comúnmente y no dudo en dar un largo sorbo; el contenido es ron, no cabe duda, el sabor lo delata y es la bebida alcohólica favorita de Savah.

- Ciara, debemos irnos ya – observa el reloj en su muñeca.
- ¡Aguafiestas! – se queja mi amiga.
- Vendré regresando del trabajo, lo prometo – doy otro sorbo del vaso hasta terminarme el contenido.
- ¡Rompe muchos corazones!

Cuando estoy por levantarme de la cama la loca me da una nalgada, la observo divertida y me inclino para besar su mejilla y caminar hacia la salida.

- ¿En qué momento todo esto se volvió un show lésbico? – comenta sarcástico el moreno.
- Ya quisieras ver algo así, puro hueso – cruzo la puerta – ¡Hasta luego!

Me adelanto por el pasillo y Liam no tarda mucho en caminar a mi lado.

- ¿Lista para hoy?

Asiento. La verdad es que ni siquiera quería levantarme de la cama el día de hoy. Caminamos hasta el estacionamiento y voy directo al asiento del copiloto del auto de Liam, mientras más rápido haga las cosas, supongo que más rápido pasará el tiempo.



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El trabajo fue inesperadamente no tan malo, los mocosos estuvieron más atentos de lo que creí, además pude sacarme el tema “Liam” de la cabeza durante todo ese periodo de tiempo.
Una vez dentro del auto me concentro en ver el camino y sentir el aire golpear mi rostro, asomo mi brazo por la ventana y muevo mi mano en ola dejando que el viento la guíe.

- Tu celular está sonando – de inmediato detengo mi acción, giro el rostro sin verlo y dirijo la vista hacia la pantalla de mi celular en el portavasos entre los asientos. Lo ignoro y continúo con lo que estaba haciendo – Deberías contestar, Ciara.
- Cállate.

En serio, Liam, tu voz en este momento no ayuda a mi paz mental. Observo mi reflejo en el espejo, me concentro en la mezcla verde y azul de mi iris un instante, a continuación miro a Liam por el espejo retrovisor; su cabello ha crecido nuevamente, un mechón está sobre su frente y unas ansias terribles por apartarlo me empieza a consumir. Luego mi vista viaja hacia sus ojos cafés, son ordinarios… ordinariamente hermosos.
Por el rabillo del ojo observo la manera en la que su rostro voltea en mi dirección y volteo a verlo.

- Tu teléfono no deja de sonar, debe ser importante.

Omite el hecho de que ha visto quién es la persona que llama. Suspiro profundamente y revoleo los ojos antes de tomar el teléfono a regañadientes y responder la llamada.

- Hola – saludo de manera plana.
- ¿Por qué no respondías? – la voz gruesa de mi padre suena tranquila, contrario de lo que creí.
- Estaba conduciendo – miento. Al instante siento la mirada de Liam sobre mí, no necesito verlo para saber que frunce el ceño.
- ¿Ah?
- El auto de Liam – lo observo negar.
- ¡Cierto! Tu marido, ¿verdad? – suelta una risita – ¿Cómo vas con eso? ¿El pelado te trata bien?
- Papi, no puedo hablar ahora, estoy por entrar a clase – a lo lejos diviso la entrada del estacionamiento del campus.
- No te iba quitar mucho tiempo de cualquier modo – se aclara la garganta – Llamaba para avisarte que ya puedes usar a Bee, ¿por qué no vas de compras con Savah?
- Savah apenas y puede levantarse de la cama.
- ¿Por qué? Me dijiste que estaba bien.
- Debo irme… te hablo después.

Tranco la llamada a la vez que Liam se detiene en un lugar del estacionamiento, apaga el auto y levanta la palanca del freno de mano. Lo observo de reojo esperando que quite los seguros de las puertas.

- ¿Por qué le mentiste a tu padre? – blanqueo los ojos.
- ¿Qué te importa? – lo observo con fastidio, el castaño levanta ambas manos en son de paz.
- Está bien, no me meto – desactiva los seguros – Te veré en la cafetería.
- Sí, como sea.

Salgo de ahí, cierro fuerte la puerta esperando oír quejas sobre su adorado auto detrás de mí, sin embargo, no fue así. Me encamino hacia los dormitorios sintiendo fastidio incluso por el día nublado, no entiendo qué me pasa.
Introduzco la llave a la puerta y me adentro a la habitación, tomo ropa limpia y me ducho rápidamente, salgo con una toalla enredada en mi cuerpo y me encamino hasta el clóset, jalo ambas puertas en busca de algo que no me haga ver como una perdedora; echo un vistazo a mi uniforme y me siento patética por no poder usarlo en quién sabe cuánto tiempo. Tomo unos jeans en tubo claros, una blusa de manga larga y cuello alto y unos botines negros sin tacón.
Antes de salir tomo mi mochila y una chaqueta de cuero, camino entre los pasillos buscando rastro de alguien conocido.

- Hola, cariño – el rubio pasa un brazo por sobre mis hombros.
- Hola, Niall – lo abrazo por la cintura y le planto un beso en la mejilla.
- Extrañaré tu uniforme – hace un puchero.
- Marrano, ¿también me mirabas las piernas? – lo veo de mala gana, sin embargo su comentario estúpido me saca una sonrisa.
- Ciara – detiene nuestro paso antes de entrar al aula y me toma por los hombros – Soy un hombre, el hecho de que seamos amigos no disminuye ese pequeño gran detalle.
- Asqueroso – lo empujo y me adentro al aula.  

Esta clase es la única que comparto con el rubio, en qué estaba pensando cuando la elegí, si no fuera por Niall, probablemente moriría del aburrimiento.

- Por lo pronto armen los equipos, serán con los que van a trabajar todo el siguiente semestre.
- ¿Por qué no podemos armarlos entrando de clase? – pregunta una chica de lentes enormes.
- Porque necesito rellenar el tiempo que sobra antes de dejarte salir – la honestidad del profesor me causa gracia, la chica lo observa de mala gana y a continuación se gira para hablar con la chica detrás de ella – ¡Háganlo!

Este sería el momento perfecto para compartir clase con Carty, Cara de rata o Helga. Sé cómo desesperar a los demás a tal punto que hagan todo el trabajo por mí.

- ¡Ciara! – la estruendosa voz del rubio suena por todo el salón, me giro y me hace señas para que me acerque – ¡Aquí!

Le echo un vistazo, hay un pequeño grupo reunido, de sólo ver a Scott y Zaara en el equipo me dan ganas de hacer todo por mi cuenta. Mi expresión de repudio se hace presente en mi rostro, por lo tanto me giro en mi butaca y hago una lista mental sobre posibles personas que puedan estar en mi equipo, sin embargo, no tengo idea de qué personas estén aquí aparte de Niall; ni siquiera me había percatado de la presencia del idiota de Scott o la idiota de Zaara.
Resoplo de frustración y después observo al profesor quien se maravilla de ver el lío que se arma en el aula a causa de la división entre estudiantes. Trago saliva y estoy a punto de levantarme cuando Niall se coloca frente a mi butaca.

- Ven, eres con nosotros – toma mi brazo y me levanta, quién creería que tiene tanta fuerza si está demasiado flacucho.
- ¡No! – pongo resistencia – No quiero estar con ellos.
- ¡Oh, vamos! – continua llevándome a rastras por entre las sillas – No creo que quieras codearte con los nerds, mucho menos con los freaks.

Mierda, él sabe perfectamente qué decir para salirse con la suya. Observo a uno de los raros, su cabello es rosa y en su muñeca tiene una pulsera de tela con un símbolo raro. Él se percata de mí y me mira extraño, como si estuviese invadiendo su privacidad de alguna manera.

Detengo el paso del rubio a un metro antes de llegar.

- No quiero ser la que haga todo el trabajo – digo entre dientes pero aun así es entendible.
- Descuida, Edder también está en el equipo, no trabajarás sola – enveneno la mirada y la clavo en él, a continuación me giro, aunque no puedo dar un solo paso porque me abraza por la cintura – ¡¡¡Por favor, mi amiga, mi hermana!!!
- ¡Aleja tus manos pervertidas de mí, rubio! – lo tomo por las muñecas – Precisamente por esto no quiero pertenecer a tu equipo, no haré el trabajo de nadie aparte del mío.
- Nosotros trabajaremos, hermosa – anuncia Scott con esa sonrisa socarrona que lo define a la perfección. Levanto una ceja en su dirección creyendo nada de lo que acaba de decir.
- Me voy – anuncio alejándome de ahí.
- ¡No te vayas! – el rubio toma mi brazo y me detiene en seco, tanta desesperación me hace afirmar que seré la encargada de hacer todo.
- No quiero un equipo que no trabaje en lo absoluto – me cruzo de brazos.
- ¡Ya te dije que tenemos a Der! – comenta exasperado, como si eso fuera lo único que estuviese diciendo desde hace años y aún no pudiera captarlo.
- ¿Y quién mierda es “Der”? – pregunto obvia reprimiendo ese impulso de darle un zape tan fuerte como para ocasionarle una contusión grave en el cráneo.

El fuerte carraspeo de un rubio me hace voltear a verlo, el chico levanta el dedo índice de manera incómoda.

- Ya quédate aquí, Cia bebé – observo a Scott de mala gana puesto que el chico es demasiado igualado y eso me molesta.
- Con los que estamos es más que suficiente – Zaara menea su cabellera rubia platinada, frunzo el entrecejo y noto que es la única integrante mujer del equipo.
- Está bien, me integraré con ustedes – sonrío de manera petulante sin dejar de observar a la chica quien de inmediato arruga la nariz con desagrado.

Tomo lugar entre Scott y Niall, el primero pasa un brazo por encima de mis hombros, lo cual pone de genio a la chica por tratarse de su ex novio. Festejo en mis adentros y me concentro en ser más coqueta, pero no permisiva.

- Bien – la voz gruesa del chico que hará todo el trabajo llama mi atención – Deberíamos comenzar por definir algún tema en específico.
- O podríamos concentrarnos en algo más interesante – el castaño a mi lado acerca su rostro peligrosamente hacia el mío, lo detengo colocando mi mano en su cara – ¿Qué?
- Basta, amigo – advierte Niall – No la molestes.
- Deberías escucharlo – susurro con sorna.
- Eres muy bella – parece no haber escuchado absolutamente.

Lo miro de mala gana y me levanto del asiento, camino hasta quedar frente a un pelinegro.

- Cambiemos de silla – pido con ternura en la voz.
- Claro – se levanta como si nada y toma lugar en la silla donde estaba hace menos de un minuto. El rubio a mi izquierda me observa confundido y con un deje de fastidio, sin embargo, le dedico una de las sonrisas más bellas que puedo esbozar, escanea mi rostro un instante y a continuación regresa la vista a su cuaderno sobre la butaca, se aclara la garganta y se prepara para hablar.
- Podríamos hacer algo relacionado a la tabla alimenticia – mis compañeros de equipo ni siquiera le prestan atención, tan sólo Niall lo observa pero es más que obvio que en su mente está en un mundo lleno de comida.
- Probablemente dirigido a poblaciones vulnerables – la vista de todos los presentes se concentran en mí cuando alzo la voz para que paren de hacer sus idioteces; definitivamente no reprobaré por su culpa.

Es hasta ahora que me doy cuenta de la vestimenta similar de los chicos, si bien las actividades están suspendidas para el equipo de fútbol americano y la escuadra de animadoras, llevan puesta la chaqueta que los identifica como deportistas. Doy un vistazo hacia los demás grupos, Niall ha formado un equipo de sólo atletas; clasista de mierda, aunque debo admitir que ni de coña me integraría a otro grupo, son demasiado raros.

- ¿Por ejemplo? – cuestiona el rubio a mi lado entornando sus profundos ojos azules.
- Régimen alimenticio – respondo sin pizca de duda – Podríamos elegir infantes y adultos mayores, y crear un presupuesto específico para una dieta balanceada y saludable.
- Eso me suena a usar demasiadas fórmulas – se queja con pereza Max, el pelirrojo con lindas pecas en el puente de su nariz.
- De sólo pensar en eso, ya me dio hambre – Niall frota su barriga, la cual parece responderle  con un rugido; sin duda alguna es un muerto de hambre.

El timbre suena anunciando el término de las dos horas de clase, todos se levantan de inmediato y sin siquiera poner en su lugar las butacas, comienzan a salir del aula. Me levanto y me encamino hacia mi butaca por mi mochila.

- Tu idea es grandiosa – me giro encontrándome nuevamente con el rubio, sonrío con orgullo mientras ambos nos encaminamos hacia la salida.
- Gracias – me giro hacia el escritorio – Hasta luego, profesor Wilkins.
- Adiós, Cia – el hombre se despide tomando su portafolio – Hasta luego, Ravenclaw.

El chico se despide agitando la mano.

- Soy Edder, por cierto.
- Ciara.

Sonrío ligeramente y me alejo de ahí en dirección a la cafetería; es satisfactorio ser reconocida por algo tan simple como una propuesta de trabajo.

- Ciara, amor – la fastidiosa voz de Scott Badgley se hace presente a la vez que siento su brazo derecho posarse sobre mis hombros.
- ¿Qué quieres? – lo miro de mala gana.
- ¿Hablaste con Savah? – entorno los ojos.
- Hablar con Savah sobre qué – alejo su brazo de mí.
- Sobre el trío – levanta las cejas con insinuación.
- ¿Trío? – mis facciones se arrugan.
- Sí, le dije que te lo comentara – sonríe petulante – Tú, ella y yo.
- Eres asqueroso.
- ¡Vamos! Sería sexy – levanto la ceja.
- Deja de molestarla, Badgley – interviene Payne colocándose entre ambos, a continuación toma mi hombro y me encamina hacia la sección de bandejas – Vaya tremendo idiota.
- No comeré, debo estudiar – me mira burlón.
- ¿Estudiar? – asiento ofendida – ¿Desde cuándo lo haces?
- Púdrete – me suelto de su agarre y toma mi brazo antes de que pueda irme.
- Lo siento, no quise ofenderte, sé que eres una chica inteligente que se esfuerza por mantener buenas notas – blanqueo los ojos – Pero debes alimentarte bien para poder retener toda la información.

A regañadientes camino guiada por el castaño, toma dos bandejas, una para mí y otra para él. Mientras avanzamos, Liam coloca toda clase de alimentos sobre mi bandeja, sin embargo, soy tan rápida para quitar de encima cada uno de ellos.

- ¡Es demasiado! – me quejo cuando coloca dos hamburguesas encima de la charola.
- ¡Ya pues! – ríe – Sólo estaba bromeando, ¿qué quieres?

Frunzo el entrecejo y a continuación dirijo la mirada hacia la variedad de comida frente a mí; diviso las ensaladas, tomo una y la coloco sobre la bandeja, Liam carraspea sacándome por completo de mis casillas, cierro los ojos un segundo intentando controlar mi enojo y después tomo un sándwich, lo observo de mala gana un instante en espera de su aprobación, el castaño asiente y es por fin que puedo seguir mi camino para pagar.

- Por favor cobre todo junto – pide con amabilidad a la mujer frente a nosotros.

Tomo el dinero exacto de mi cartera y lo dejo sobre la mesa, luego sostengo la bandeja con ambas manos y camino a grandes zancadas hasta la mesa que ahora compartimos con la pandilla nerd.

- ¡Idiota! – exclama Savah seguido de una larga y estruendosa carcajada.
- ¡Eres malvada! – el rubio coloca un montón de servilletas sobre su nariz.
- Eres demasiado tonto, amigo – se burla Louis distraído por completo del libro entre sus manos.
- ¿Qué es todo este desastre? – pregunto observando la soda derramada sobre la mesa y el piso.
- Savah le dio una lata de refresco a Niall – explica Harry entre risas – Pero colocó un mento, de tal manera que cuando el rubio diese el trago, el mento entrara en su boca primero. Fue como un volcán – continua riéndose.
- Un asqueroso volcán – la morena no puede parar de reír, incluso nos contagia a los demás con su ruidosa risa.
- ¡No deja de salirme por la nariz! – lloriquea el rubio.

Ese fue el quiebre para todos, incluso Olga desvía la vista de su libro y se burla del chico silenciosamente, en cambio los demás, estallamos en risas.

- ¡Siéntense aquí!

Edward guía a Carty y Cara de rata hasta sentarlas frente a mí y Savah, Zayn toma lugar a un lado de la morena y Liam se sienta a mi lado; justo como lo hace un padre para asegurarse de que su pequeña hija traviesa termine toda su comida. No es hasta que noto la manera en que Ed se sienta a un lado de Espagueti y le cuenta la historia que mi sonrisa se borra del todo, le echo un vistazo a Savah y ella capta el mensaje de inmediato.

- ¿Qué harán esta tarde? – pregunta uno de los rulosos; el más cuerdo.
- Leer – responde Louis con la mirada fija en las páginas de su libro.
- ¡Vaya sorpresa! – dice con sarcasmo Niall antes de probar un bocado de su sándwich.

Louis hace bolita una servilleta y se la lanza al rubio, pero éste la esquiva con facilidad.

- ¿Vamos de compras? – pregunto a Savah quien tan sólo bebe agua natural embotellada.
- ¡Sí! – su respuesta me sorprende por completo, supongo que el encierro obligatorio ya la tiene más que aburrida.
- ¡Genial! Olivia, Carter y Helvia podrían acompañarlas – interviene Edward.

Todo rastro de emoción desaparece de mi rostro y del de la morena. También las facciones de las raras frente a nosotras se deforman, con excepción de Helga, se limita a revolear los ojos y continuar con su lectura.
Clavo la mirada en Carty, ella está incómoda, pero no tanto como lo está nuestra querida Espagueti, a continuación observo con expresión de pocos amigos a Edward.

- Podríamos encontrarlas en los bolos que están cerca de Grand Arcade – se encoge de hombros.
- Esa es una terrible y pésima idea – anuncia Harold.
- En realidad no soy muy bueno jugando bolos – comenta Zayn con fastidio.
- Los bolos son divertidos – dice Liam a mi lado ganándose una mirada envenenada de mi parte.
- Podría intentarlo – ahora habla Carty, luego observa con una sonrisa al castaño a mi lado, lo miro y él devuelve la sonrisa, ¿qué carajo es esto?
- Los bolos son asquerosos – digo con desprecio en mi tono de voz.
- Concuerdo – Savah se cruza de brazos.
- ¿Por qué? – pregunta Edward con genuina confusión.
- No sabes quién rayos usó los zapatos, es anti higiénico – arrugo la nariz con asco.
- ¡Pero podría ser divertido! – anima el castaño, le doy un vistazo a Harold quien revolea los ojos ante el entusiasmo de su hermano.

La tensión en la mesa es tanta que podría cortarse con un cuchillo, me limito a comer en silencio.

- Tal vez…  – la voz de Savah llama mi atención – Podríamos intentarlo.

La observo como si estuviese completamente loca, ella asiente y levanta las cejas con aquella malicia que la caracteriza.

- Sí… – dudo antes de que mi cerebro piense en una idea para hacerlo divertido – ¡Sí! Podríamos intentarlo, ¿las vemos allá?

Carty y Espagueti se miran confundidas, Olga nos echa un vistazo de incredulidad y después observa a las nerdas.

- ¡Perfecto!  Yo las llevo y nos comunicamos para vernos en los bolos, o pasamos por ustedes y de ahí nos vamos todos juntos – Edward celebra con un aplauso.
- Okay.

Me levanto de la silla seguida de Savahtine.

- No has terminado de comer – anuncia Liam deteniendo nuestro paso.
- ¿A ti qué te importa si come o no? – cuestiona Harry con fastidio, Liam se limita a revolear los ojos y dejarme tranquila.

Tomo la bandeja y la coloco en su respectivo lugar antes de caminar a grandes zancadas junto a Savah.

- ¿Qué le sucede a ese ruloso? – pregunta exasperada – Quiere que hagamos todo juntas, ¿acaso también quiere que nos duchemos en grupo?
- No lo sé, pero hagamos esta salida divertida – introduzco la llave en el cerrojo de la puerta de mi habitación.
- ¡Mierda! En serio necesito diversión, de otro modo moriré si continúo en ese maldito cuarto con Malik – se deja caer sobre la cama con cansancio.

Me dirijo hacia mi clóset donde tiro mi mochila, luego tomo un bolso y dentro dejo las llaves de mi auto y todas las tarjetas de crédito que habían sido canceladas tiempo atrás, papi dijo que estaban activas y sugirió que fuera de compras; le tomaré la palabra.

- Vamos.

Estiro la mano de la morena y la encamino por el pasillo hasta llegar al estacionamiento, busco unos segundos con la mirada.

- ¿Qué hace Bee ahí? – señala con extrañeza.
- Papi lo devolvió – sonrío con malicia y ella devuelve la sonrisa de la misma manera.

Nos encaminamos hacia dentro del auto, coloco el cinturón de seguridad e introduzco la llave en el contacto para encender el motor y me aferro al volante un instante antes de arrancar en dirección del centro  comercial en la ciudad.

- Edward está llamando – anuncia Savah antes de responder la llamada – Sí, ya vamos para allá – espera un momento para que Ed hable – En Grand Arcade, la boutique de Chanel… Sí – revolea los ojos – Okay, adiós.




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Antes de encontrarnos con el trío de bobas, nos tomamos nuestro tiempo en Starbucks para beber un café y probar uno que otro aperitivo.

- ¿Cómo van las cosas con Malik? – Savah se atraganta con su bebida y me ofrece una mirada amarga, entiendo que no es el momento para preguntar sobre eso – Bien… La cena con tu familia, ¿cómo te fue?
- Te odio – blanquea los ojos – Gracias por abandonarme.
- Lo siento – la miro suplicando que me disculpe.
- Olvídalo, fue tan estirada como esa familia puede serlo – muerde una galleta de almendra y parece tener un orgasmo mientras la mastica – La cena… ¡Ugh! Horrorosa, fue la peor mierda que alguna vez probé en la vida. ¿Recuerdas que te mencioné lo de mi tía Savanna? – asiento – Bueno, ahora puedo comunicarme cuando quiera con ella pero, sigo buscando el momento correcto – sonríe con ganas haciendo que todo rastro de amargura se vaya por completo.
- Adoro verte feliz – sonrío y después doy un sorbo de mi cappuccino cereza, lo observo un instante y coloco ambas manos en la taza para que puedan calentarse un poco.
- Rubia cursi – saca la lengua y a continuación se abraza a sí misma con sus brazos – ¿Por qué mierda hace tanto frío? Aún no entra el invierno.
- No falta mucho para eso – doy otro sorbo sintiendo la mezcla de café con cereza en mi lengua.
- ¿Crees que ya estén desesperadas? – pregunta la morena recargándose en el respaldo de su asiento.
- Puedo asegurarlo – sonrío en complicidad con ella.

Llevamos aproximadamente una hora de retraso, la pantalla de mi celular anuncia que esta es la décima llamada de Edward, la ignoro por supuesto y prosigo a terminar mi café.

- ¡Oh vamos, Edward! – observa su celular con una sonrisa – No seas tan amargado.
- No respondas – suelto una risa.
- No lo haré, pero es hora de que terminemos y nos vayamos, de otro modo el rizado vendrá a buscarnos.
- Cierto – dejo la taza sobre la mesa y me levanto a la par de mi amiga – Deberíamos llevarles un café caliente.
- ¿Para qué? – pregunta confundida.
- Como excusa – muerdo mi lengua para no carcajear.
- Me gusta esa idea – nos detenemos en el mostrador – Tres cafés moka de tamaño grande para llevar, por favor.
- Yo pago.
- Descuida, yo invito – dice socarrona.
- Deja que papi pague – deslizo la tarjeta de crédito.
- ¿A qué nombre? – pregunta el castaño sensual frente a nosotras.
- El primero a nombre de Espagueti cara de rata – me mira con diversión y confusión, aun así escribe en el vaso.
- Los otros son para Carty y Gelga – Savah tiene que morder su labio inferior para no reír como hiena.

Esperamos menos de cinco minutos para que nos entreguen los cafés, tomo dos y mi mujer uno antes de empezar a caminar. Nos encaminamos hacia las escaleras eléctricas y una vez que vamos subiendo diviso a las tres chicas fuera de la boutique. Galgo patalea una y otra vez el pie contra el piso mientras se abraza a sí misma, las otras dos flacuchas imitan la última acción de la otra.
Nos acercamos con una sonrisa inocente en la cara.

- ¡Les trajimos café! – anuncio dramáticamente emocionada y les entrego los vasos a Carty y Espagueti. La primera observa con ternura y sonríe como si ya estuviese acostumbrada al apodo, la segunda resopla con fastidio, se le nota muy incómoda.
- Gracias pero no soy Gelga – nos mira de mala gana y después pasa saliva desesperadamente.
- ¿No? – pregunta con fingida sorpresa Savah y la castaña revolea los ojos.
- Hay un número de teléfono en el mío – anuncia Carty con tono divertido.
- En el mío también – ahora Cara de rata, le echo un vistazo y efectivamente.
- También aquí – Olga nos muestra el vaso.
- Ha de ser del vendedor – respondo obvia.
- Era atractivo, podrían llamarlo.
- ¡No! Gracias – la molestia en su voz es evidente. Después de una mirada envenenada se dirige a una banca frente al local, toma asiento y se dispone a beber del contenido del vaso con tanta desesperación que pareciese una adicta total.
- Estaremos adentro – anuncia Savah.
- ¿Quieren que las esperemos? – las observo.
- No, está bien – Espagueti se mueve incómoda – Las alcanzamos en un instante.
- Bien.

Nos adentramos al local.

- Eso fue gracioso – ríe la morena acercándose a un par de blusas que cuelgan de unos ganchos.
- Al diablo con ellas – me encojo de hombros – ¿Te gusta?
- No demasiado – arruga la nariz – Quiero un par de botas.
- ¿Deberíamos comprar algo en conjunto? – pregunto observando una chaqueta.
- ¡Qué diablos! Hagámoslo – se encoje de hombros, Savah no es de las que hace este tipo de cosas pero lo está haciendo por mí.

Lanzo un vistazo hacia las chicas afuera, platican amenamente mientras beben café, me pregunto cómo pudo el enojo pasárseles tan rápido. Regreso la vista hacia las sudaderas frente a mí. Las observo una vez más y luego me encamino hasta llegar con Savah.

- ¿Encontraste algo lindo? – pregunto recargando mi mandíbula sobre su hombro.
- Un par de chaquetas – las observo, son muy al estilo Savah, con estoperoles lindos dándoles un toque rockero – ¿Nos las probamos?
- Nada de pieles, ¿cierto? – ella asiente – Me encantan.

Nos encaminamos hacia los probadores y bastan treinta segundos para decidir que las llevaremos.

- No me gusta nada más – se queja aun mirando la ropa.
- Vayamos a buscar algo en Gucci, o en cualquier tienda, hay mucho para escoger.
- Okay – coloco las prendas en el mostrador, mientras la señorita en la caja registra el cobro, tomo una tarjeta de crédito.
- Yo pago – interviene Savah.
- No, yo lo hago.

Nos enfrascamos en una pequeña discusión de “Yo pago” por aproximadamente cinco minutos, al final yo pagué, Savah dijo que compraría las blusas y los zapatos, y si me atrevía a hacerlo yo, terminaría rayando mi coche, por lo tanto accedí a sólo comprar ambos jeans aparte de las chaquetas.

- Hasta que por fin – el tono amargo de Helga provoca cierto atisbo de amargura en mí.
- No hemos terminado, vamos.

Caminamos en dirección de la siguiente boutique, una vez dentro, Savah y yo nos separamos. Tomo algunos cambios de ropa y después avanzo lentamente observando los jeans, busco la talla de Savah y la mía en jeans negros en tubo y luego camino hacia la caja para pagarlos pero me detengo en seco cuando veo al trío de bobas observando en la sección de accesorios.

- Esto es muy lindo – dice Carty observando un reloj entre sus manos.
- Es demasiado costoso – se queja Gelga – No gastaría tanto dinero en esto.
- ¿Creen en la posibilidad de que esta tienda patrocine algo para la decoración del evento de navidad? – pregunta Espagueti con la mirada perdida en los productos.
- Ni de chiste – responde Helga de tajo. La expresión depresiva de la flacucha se vuelve más intensa, a tal punto que comienzo a sentir pena por ella.
- ¿Terminaron sus compras? – aparezco con la intención de provocarlas.
- ¿Acaso tenemos la frase “Soy rica” tatuada en la frente? – Hilda se cruza de brazos. Regreso la vista hacia Carty quien parece hipnotizada con el reloj.
- Si lo quieres, tómalo – la chica me mira apenada.
- No traje suficiente dinero – sus mejillas comienzan a volverse rosadas.
- Está bien, yo lo pago – su boca se abre con sorpresa, escucho a Hilda resoplar, en cambio, Espagueti observa a Carty como si estuviese a punto de hacer un trato con el diablo.
- Yo… – me mira dubitativa, como si esperase a que me retractara y dijese que es una especie de broma – No… está bien. Te agradezco.
- ¿Segura? – observo el precio – No es costoso.
- ¡Ja! – Galgo toma su cabeza y niega, parece haber construido algo gracioso en su cabeza, ¡bravo por ella! Espagueti traga en seco y Carty sonríe tiernamente.
- Gracias – niega y coloca el reloj donde se encontraba.
- Bien.

Echo un vistazo en busca de algo lindo que pueda combinar con el outfit en conjunto con Savah, basta con un par de aretes para cada una y un brazalete. Antes de girar visualizo algunos pendientes, observo a las bobas y mi vista cae en el gorro de las sudaderas de Carty y Cara de rata, busco dónde pueda jugarle una bromita a Helga pero es difícil; de cualquier modo tomo tres pares pequeños de pendientes. Dejo un par dentro del gorro de Carty, otro dentro del gorro de Espagueti y con el último me las ingenio para esconderlo en el cabello de Olga sin que se dé cuenta.

Me acerco a la caja y pago mis compras sin quitarles la vista de encima, diviso a Savah en la entrada, llego con ella casi corriendo.

- ¿Qué sucede? – su sonrisa se agranda, supongo que ha leído mi expresión.
- Escondí pendientes en su ropa – cubro mi boca y preparo mi garganta para las carcajadas.
- ¡Qué mierda! Yo también – la observo sorprendida y ambas festejamos esa telepatía malvada.

Observamos a las tres chicas caminar lentamente hacia la salida.

- ¡Las encontramos! – giramos la vista encontrándonos con Edward y Harry, detrás de ellos se acercan Louis, Zayn y Liam.

Justo cuando su voz dejó de oírse, las alarmas del local comenzaron a sonar como locas llamando por completo la atención de todos. Reprimo la sonrisa que está por formarse en mis labios.

- ¿Qué sucede? – pregunta bastante ansiosa nuestra flacucha observando a las otras dos sin saber qué hacer.
- Señoritas, deténganse ahí – advierte el guardia de seguridad.
- ¿Qué sucede? – Ed está bastante confundido.
- ¿Qué pasó? – Liam y Zayn llegan ligeramente agitados, seguramente corrieron hasta llegar con nosotras
- Nosotras no hicimos nada – la pequeña Carty levanta las manos.
- Tendré que revisar sus bolsos – las chicas se miran entre sí.
- No llevamos bolso – Hilda observa al hombre con el fastidio plasmado en su rostro.
- Tendré que revisar sus bolsillos.
- ¿Nos acusa de ladronas? – la chica sube el tono de su voz.
- Creo que hay un malentendido – Edward se acerca de inmediato seguido de Liam y Zayn.
- No lo creo, amigo. La alarma sonó.
- Quizás haya sido por ellas – Zayn nos señala a Savah y a mí, me siento ligeramente ofendida.

El hombre nos observa, mi boca se abre de la sorpresa, bien jugado, Zayn puro hueso Malik. Blanqueo los ojos y a continuación le entregamos las bolsas, el hombre las pasa una y otra vez por los detectores, ningún sonido proviene de éstas.
El guardia las observa nuevamente.

- Por favor permítanme revisar sus bolsillos.
- ¿No hay una mujer que lo haga? – pregunta Gelgo con incomodidad.
- Está bien, sólo serán los bolsillos.

Cara de rara se quita de encima la chaqueta, el hombre la revisa y pide su sudadera, la chica obedece y la entrega, Carty hace lo mismo.

- Tan sólo tengo un abrigo – comienza a quitárselo – No tengo nada…

El par de pendientes cae al piso cuando su abrigo mueve su cabello, muerdo mis labios para no reír. La chica abre la boca sorprendida, pareciera que su mandíbula va a dislocarse. El guardia busca en ambas sudaderas y encuentra los pendientes en ambos gorros de las mismas. Observo la manera en que Edward cierra los ojos con frustración.

- Vaya – exclama Harry soltando una risita.
- No es momento para reírte, deja de ser un idiota por una vez en tu vida – levanta ambos brazos en son de paz hacia su hermano.
- Fueron ustedes, ¿no es así? – pregunta Olga demasiado enojada, en serio, su rostro está tan rojo que parece el mismísimo Elmo.
- ¿Disculpa? – pregunto “ofendida”.
- Basta – se entromete Louis – ¿Qué procede? – pregunta al guardia.
- Síganme.




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Termino de colgar la ropa nueva dentro del clóset echando vistazos hacia Liam quien no me ha dirigido la palabra desde que salimos del centro comercial.

Camino hacia mi cama y tomo asiento sin dejar de observarlo.

- Me gustaría saber por cuánto tiempo me aplicarás la ley del hielo – su mandíbula se tensa y deja de leer pero no me mira – ¡Qué aburrido!
- ¿Esa es tu clase de diversión? – cuestiona con la mirada fija en su lectura. Blanqueo los ojos.
- Lo es – respondo sin una pizca de duda.
- Estás loca – ahora me observa – Jamás conocí a alguien tan despreciable como tú – cierra el libro y lo coloca en su buró, a continuación se levanta y se encamina hacia la puerta – No te atrevas a hacer un festejo de esto.

Cierra con un portazo.

Me tiro sobre la cama con tremenda frustración, ¿ahora qué? Mi celular vibra sobre el buró y lo tomo; tengo un mensaje de Savah.


¿Vamos a ver a los chicos de básquetbol? No soporto a Malik… en serio.


Sonrío y me dispongo a responder.


Papá Liam se fue no sin antes darme un pequeño sermón, vayamos.


Literalmente no pasan ni treinta segundos cuando tocan la puerta, me levanto con un sentimiento de extrañeza y con el celular en mano me encamino para abrirla.

- ¡Vamos! – el tono despreocupado en la voz de Savah me relaja de alguna manera.
- ¿Estabas aquí cuando me enviaste el mensaje?

La chica guiña un ojo y yo suelto una carcajada. Después paso mi brazo por sus hombros y ella por la cintura para comenzar a caminar en dirección del gimnasio de básquetbol.

- ¿Crees que tal vez exageramos? – pregunta de repente haciéndome mirarla al instante.
- No pasó a mayores –me encojo de hombros – Pero Edward seguramente nos odia en este momento.
- Está demasiado raro – inclina la cabeza – Creo que hay algo más ahí.
- Sí, bueno, es demasiado evidente que el imbécil se ha enamorado de una perdedora.
- A cuántas chicas no ha rechazado nuestro Edward… ¿Qué tiene Cara de rata que lo ha hechizado?
- Quizás una vagina mágica – suelto sin pensar ocasionando fuertes carcajadas en ambas.
- Debe tener el castillo de Hogwarts ahí dentro porque el ruloso está demasiado idiota.

Nuestro camino hacia el gimnasio va repleto de risas, probablemente los oídos de Espagueti y Ed estén zumbando a causa de la presencia de sus nombres en nuestra conversación.
Apenas entramos al gimnasio, los integrantes del equipo comienzan a tropezarse entre sí como un montón de idiotas, los hombres son tan simples que se vuelven estúpidos con una simple mirada.

- ¿Ese es Louis? – pregunta la morena. Enfoco la vista hacia la persona que se encuentra en el último escalón de las gradas del lugar, Savah me estira hacia él – ¿Louis?

El chico se toma su tiempo para voltear a vernos, pareciera que su celular tiene pegamento.

- Hola, bellezas – nos acercamos para saludarlo con un beso en la mejilla –Estaba jugando – responde llevando la vista hacia el entrenamiento – Me aburro con facilidad.
- Necesito ejercicio – me quejo.
- Yo estoy más que a gusto – la morena lleva las manos detrás de la cabeza y se recarga sobre la pared.
- Floja de mierda – el castaño la mira mal y ella le da un zape – ¡Ah!
- Boca floja de mierda – lo regaña – Deberíamos disfrutar un momento, una vez que se reanude la mierda no podremos descansar en lo absoluto.
- Tengo demasiada energía – hago un puchero – No tengo en qué gastarla.
- La broma de hoy fue genial – se ríe por lo bajo el ojiazul – Invertiste bien tu energía en eso.
- ¡¿Verdad que sí?! – decimos Savah y yo al unísono.
- Lo fue – suspira sin dejar de sonreír.
- ¿Entonces por qué te mirabas todo serio? – Savah pellizca su brazo.
- ¡¡Ay!! Deja de lastimarme – se lleva la mano a su brazo izquierdo y frota con desesperación el área donde Savah pellizcó.
- Es que estás todo tierno – tomo sus mejillas entre mis manos.
- No te atrevas a pellizcarme, también tienes manos de pinzas – se queja frunciendo el ceño.
- No lo haré, bebé – le doy unas palmaditas.
- ¡Ya dinos! ¿Por qué actuaste de esa manera? – inquiere Savah con desesperación.
- Bueno, Edward estaba en blanco, Liam parecía a punto de llorar, Zayn estaba por infartarse del enojo y Harry no paraba de reírse – se encoje de hombros – Alguien tenía que ser maduro.
- Qué raro que fueras tú – la morena entorna los ojos hacia Louis, es una novedad que el chico actúe de esa forma.
- Parecías un anciano – lo miro burlona – Un anciano que quería solucionar el problema para llegar a casa y dormir con el televisor encendido.

Savah estalla en carcajadas, en cambio el chico me mira con la boca entre abierta y los ojos entornados, como si estuviese completamente ofendido.

- ¡Cuidado con el balón! – gritan advirtiendo, tan sólo atino a cubrirme la cabeza con ambos brazos al igual que la morena, en cambio el castaño, se levanta al instante y toma el balón antes de que pueda siquiera tocarnos.
- ¡Aquí tienes, amigo! – lo lanza.
- ¡Gracias! – Louis asiente y toma asiento nuevamente.
- ¡Oh! ¡Nuestro héroe! – Savah toma su pecho.
- ¡Creí que moriría! – le sigo el juego. Ambas carcajeamos provocando en él una risa que intenta apagar al instante sin éxito.
- Par de mal agradecidas – saca la lengua.
- No niegues que así nos quieres – coloco ambas manos en mis mejillas fingiendo ternura. El chico me observa y a continuación ríe nuevamente.
- Dios no me dio opción.
- Idiota – Savah le da un zape.
- ¡Deja de golpearme, mujer! – se lleva la mano a la nuca – Tienes la mano pesada.
- Ya me aburrí – se encoje de hombros – Deberíamos ir por algo para cenar.
- Vamos.

Nos levantamos y despedimos de Louis.

Una vez en los pasillos camino a la cafetería me pregunto si hay algo ligero para cenar, he consumido demasiada azúcar y carbohidratos por el día de hoy.

- Espero que tengan pizza.
- La pizza tiene demasiadas calorías – me quejo doblando el pasillo.
- Sólo piensas en calorías – me mira con un gesto – Deberías aprovechar que no entrenamos y darte el gusto de comerte una pizza completa – lame sus labios de forma dramática – Es como estar de vacaciones.
- En serio, Savah, me estoy volviendo loca – niego, luego doy un vistazo a la máquina de bebidas en la esquina del pasillo – Tengo tanta energía que empiezo a morderme las uñas.
- Ya quisiera yo tu hiperactividad – se queja – Lo que me falta es energía para lidiar con el diablo.
- Ni lo menciones, de otro modo lo harás aparecer…

Justo cuando damos vuelta en la esquina, Savah choca ligeramente con el cuerpo de un chico quedándose completamente petrificada. Visualizo al moreno y caigo en cuenta de que se trata de Zayn, ¡mierda! ¿Acaso somos brujas o algo por el estilo?

- ¿No tienes ojos para ver? – se queja de mala gana. Lo observo con desprecio y antes de que pueda decir algo, la morena deja de parecer estatua y le clava una mirada envenenada.
- Es lo mismo que me pregunto.

Mi vista viaja entre Savah y Malik, prefiero no meterme en la pelea que están comenzando, sin embargo, no puedo evitar ver mal al moreno, la forma en que le habla a Savahtine no me agrada para nada, aunque mi amiga lo deja tan callado a tal punto que pareciera que sus palabras cosieran los labios del chico porque suele quedarse con los labios completamente cerrados.

Me alejo dos pasos de ellos y me percato de la persona frente a mí; el rubio los mira confundido, quizás tratando de explicarse cómo algo tan bobo llegó a algo tan fuerte. Traga saliva y después nota mi mirada, frunce los labios y después forma una ligera sonrisa.

- Hola – introduce ambas manos en sus bolsillos.
- ¿Te conozco? – pregunto con desdén, en cambio el rubio hace una mueca, como ofendido.
- ¡Zayn, Der! – la voz de Liam llama la atención de todos, se acerca acompañado de otros dos chicos.
- ¿Acaso llevan esas sudaderas tatuadas en la piel? – cuestiono observándolo con desagrado, ya es demasiado no poder portar mi uniforme, ¿por qué ellos si lo traen puesto?
- ¿Tienes algún problema con eso? – contrataca recordándome al Liam antes del viaje a casa de sus padres.
- En realidad tengo un problema con tu cara – me cruzo de brazos – Lastima mi vista.

Escucho a Savah reprimir una risa.

- Eso no fue gracioso – lo defiende el moreno.
- ¡Ten por seguro que lo fue! – interviene mi amiga.

Echo un vistazo a los acompañantes del dúo de idiotas, sus expresiones tienen una mezcla de confusión e incomodidad al mismo tiempo, ¿por qué hay tantos perdedores en el equipo de fútbol?
Hay un silencio incómodo, sin embargo, me permite reconocer las agudas voces de Carty y Cara de rata, no puedo adivinar qué tan lejos están hasta que distingo a ambas detrás de Liam. En el momento en que notan nuestra presencia no puedo hacer otra cosa que sonreír de lado de manera maliciosa, la vista de ambas cae directamente al piso en el instante preciso en que nuestras miradas se encuentran, echo un vistazo a Savah y tiene una expresión burlona, sé que lucha internamente para no soltar una carcajada.
Me quedo un segundo ahí observándolas, esperando a que ambas digan algo con la cual pueda iniciar algún tipo de discusión, pero parecen ser del tipo pacíficas y evasivas, al menos cuando están sobrias. Por lo tanto sigo mi camino, no sin antes chocar fuerte mi hombro contra Liam, antes de continuar me detengo a un lado de Carty y la observo con sorna, de reojo distingo la manera en que Espagueti se tensa más que una barra de metal.

- Hola, Carty – mi tono de voz suena burlón. La chica está más que incómoda y se remueve en su lugar sin mirarme. Traga saliva antes de responder.
- Buenas – tartamudea – Noches, Ci… Ciara – me mira de tanto en tanto, es tan graciosa y tierna a la vez, si no quisiera joder a Liam, probablemente apretaría su hombro para que se relaje y tome esto como broma.
- ¿Qué hay, Espagueti? – la chica frunce el entrecejo de inmediato y me observa, pero cuando encuentra mi mirada al instante baja la suya.
- Hola – responde sin ganas.
- Ya estuvo bueno, Ciara – interviene Liam con tono molesto. Giro el rostro por encima del hombro sin mirarlo, mi vista está en Carty quien parpadea tan rápido como el aleteo de un colibrí. Levanto ambas manos en son de paz.
- Sólo saludé – camino lentamente – Adiós, perdedores y perdedoras.
- Tan sólo concéntrense en irse – ahora es Zayn quien habla, mi mujer responde levantando el dedo medio por encima de su hombro.
- Su mirada es demasiado fuerte – dice uno.
- ¡Por favor! – se queja el moreno a nuestras espaldas.
- Tu chica me da miedo, Liam – ahora otro.
- ¡No es mi chica!

No necesito voltear a verlo para saber que se llevó a su grupo de idiotas a rastras, es gracioso cuando están en grupo porque pareciera que andan solos; sus amigos simplemente se quedan como idiotas observando sin saber qué hacer o decir.

- Insisto – comienza a decir Savah – Admiro las pelotas que tiene Carty.
- Yo también – suelto una risita.
- ¡Secreto! – se para frente a mí.
- Hasta la tumba.




Última edición por Bart Simpson el Jue 25 Jul 2019, 9:50 pm, editado 3 veces

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Mensaje por Bart Simpson Vie 17 Mayo 2019, 12:52 am


Capítulo 26.2
Ciara Evans & Liam Payne || by: Bart Simpson.




Tomo mis cuadernos y los guardo dentro de mi mochila una vez que ha sonado el timbre. Me dirijo hacia la puerta de salida y soy interceptada por uno de los prefectos de la facultad.

- La directora te necesita en su oficina.
- ¿Para qué? – empiezo a caminar.
- No tengo idea, Wells ya se encuentra ahí.

Cuando pronuncia el apellido de Savah, mi estómago se revuelve, ¿qué carajo habrá pasado?
Lo observo extrañada y a continuación me encamino hacia la oficina de Marcie. Me quedo de pie un instante frente a su puerta antes de tocar.

- ¡Adelante! – anuncia Marcie Stevenson del otro lado de la puerta. Giro el pomo y me adentro a la oficina – Me da gusto verte, Ciara, toma asiento.
- Gracias.

Camino hasta llegar a la silla situada a un lado de Savah, frente al escritorio, la arrastro hacia atrás y tomo asiento. Observo a Savah quien se encuentra tan desconcertada como yo, le pregunto qué sucede levantando la cabeza y las cejas, ella simplemente levanta los hombros indicándome que no sabe nada.

- ¿Qué sucedió ayer? – frunzo el entrecejo ante tan ambigua pregunta – Con Steinfield y White.
- Sea más específica – pide la morena.
- Bien – se recarga sobre el escritorio antes de tomar asiento – Específicamente lo que sucedió antes de la cafetería a la hora de la cena – hago memoria para recordar qué se supone que hice mal. Mantiene la vista fija en nosotras un instante esperando respuesta y levanta las cejas animándonos a hablar.
- No entiendo a qué se refiere – digo con tono despreocupado. Recarga los codos sobre el escritorio y su mandíbula sobre sus manos.
- El altercado entre las dos señoritas antes mencionadas y ustedes dos.
- ¿Altercado? – pregunta con sorpresa Savah, la observó y soltamos un risa pequeña.
- ¿Qué fue lo que hicimos? – me recargo en el respaldo silla y me cruzo de brazos.
- Uno de los chicos del equipo de Fútbol…
- ¿Liam? – interrumpo.
- No…
- ¿Zayn? – ahora cuestiona Savah.
- No – carraspea – Uno de los integrantes del equipo de Fútbol Americano me contó lo sucedido.
- No sucedió nada, Marcie – levanto los hombros restándole importancia.
- ¿Acaso siquiera las tocamos? – inquiere Savah.
- No, pero…
- ¿Las insultamos?
- Tampoco…
- ¡Ahí está! – exclama la morena – No pasó nada, simplemente fue un mal entendido.

La mujer entorna los ojos en nuestra dirección, sabe que no puede ni debe hacer nada con información tan escasa en nuestra contra. Observa su placa sobre el escritorio y a continuación asiente.

- ¿Cómo les está yendo con el proyecto? – sonríe.
- Bah.
- Bien.

Respondimos al unísono, la mujer sonríe ansiosa de algún modo. Traga saliva y vuelve a asentir.

- Me alegro, pueden volver a sus clases, señoritas – al instante nos levantamos de las sillas.
- ¡Gracias, Marcie!

Nuevamente hablamos al mismo tiempo, después tomamos el justificante para entrar a clase y salimos de ahí lo más pronto posible.

- ¿Te veo en el almuerzo? – pregunta una vez afuera.
- Claro.

Sonrío, la morena se adelanta. Camino a grandes zancadas, no precisamente porque llegue tarde a clase y tenga examen, siento tanta energía que podría dar treinta vueltas corriendo a todo el campo de fútbol ahora mismo.

Cruzo el marco de la puerta hasta llegar con el profesor, coloco el oficio sobre el escritorio y espero a que me entregue mi examen, a continuación me dirijo hacia mi respectiva butaca.

- ¡Cia, cariño! – dirijo la vista hacia Niall.

El rubio sacude en su mano el examen, a continuación me lanza un beso. Me limito a saludarlo con la mano y después ignorarlo para concentrarme en mi examen. Tomo asiento y de mi mochila saco los útiles necesarios para responder la prueba.

Leo cada pregunta lentamente, cada pregunta  del examen venía en la guía que estudié el día de ayer así que me es demasiado fácil responderlo. Echo un vistazo a la clase, nadie ha terminado de contestar el examen aún, a continuación observo el reloj en mi muñeca.

- ¿Apurada? – pregunta el profesor.
- Ya lo terminé – me encojo de hombros y me levanto para entregarlo.
- Puedes esperar un poco más y salir diez minutos antes de que termine la clase – sonríe, toma el examen y vuelve a sentarse.
- Está bien.

¡Estoy tan aburrida! Suspiro una y otra vez con la esperanza de que el reloj avance más rápido hasta el preciso momento en el que recuerdo la cita con Stella, en ese momento deseo que el tiempo no avance en lo absoluto; después de esta clase estoy obligada a ir con Stella a “Terapia de pareja”.

Tamborileo los dedos de ambas manos sobre la butaca al mismo tiempo que golpeteo la planta del pie sobre el piso.

- Evans, Ravenclaw – levanto la mirada hacia el profesor – Pueden salir. ¿Alguien más ya terminó?
- ¡Yo, profe!

Me levanto del asiento, tomo  la mochila y me la cuelgo sobre un hombro, luego camino hacia la puerta; justo antes de cruzar el marco me detengo sintiéndome estúpida por querer atravesarla a la par de otra persona. Lo observo fastidiada. El chico se aclara la garganta y hace un ademán con la mano dándome el paso.

- Adelante – sus labios se tensan formando una línea horizontal.
- Gracias – respondo con tono amargo.

Suspiro con pesadez una y otra vez, inesperadamente una carga exageradamente pesada se ha asentado sobre mis hombros; no necesariamente por el hecho de que Liam ha estado ignorándome desde ayer y estoy a punto de verlo, algo extraño está sucediendo conmigo, en serio necesito practicar para sacar de mi mente todo pensamiento estúpido con ejercicio extenuante.

Camino arrastrando los pies, sintiéndome como un condenado a la horca. La puerta de la oficina de Stella está abierta, ni siquiera me detengo en el marco de ésta, simplemente camino hasta sentarme en una de las sillas; Liam ya se encuentra ahí.
Coloco mi mochila sobre mis piernas sin dejar de observar a Stella, la mujer se acerca hacia la puerta de la entrada y la cierra con suavidad.

- Me alegra verlos a ambos esta ocasión – sonríe genuinamente, sin ninguna pizca de hipocresía – ¿Cómo han estado?
- Yo me encuentro bien – comienza Liam – He tenido un poco de presión por los trabajos finales antes de los exámenes pero no es nada que no pueda controlar.

Blanqueo los ojos en mis adentros.

- ¿Ciara?
- Bien – me encojo de hombros.
- ¿Sólo bien?
- Sólo bien.

La sonrisa de Stella se desvanece un poco, a continuación se aclara la garganta y dirige la vista hacia algunos papeles encima del escritorio.

- ¿Cómo ha estado funcionando la interacción en el almuerzo? Después de todo desayunan en grupo.
- En lo personal me tomó un poco por sorpresa y debo admitir que no ha funcionado tan bien como debería, pero culpo al poco tiempo que hemos estado conviviendo.

Ahora en serio revoleo los ojos, ¿cómo es posible que siempre tenga las palabras correctas para hablar?

- Es un completo desastre – intervengo provocando que Stella frunza el ceño – No nos llevamos bien, y no importa si ha pasado mucho o poco tiempo – observo a Liam, se limita a mirarme sin expresión alguna.
- ¿Crees que eso pueda cambiar con la convivencia entre todos? Recordemos que próximamente se acerca la temporada navideña y antes de vacaciones pasarán mucho tiempo juntos.
- Es época navideña, la navidad no hace milagros.

Me acomodo en mi asiento sin dejar de observar a la mujer frente a mí, junta las manos por encima del escritorio y después asiente lentamente.

- Edward y Olivia les avisaron de la visita con la familia de las esposas, ¿cierto?
- Creo que olvidaron ese muy pequeñísimo detalle – añado todo el sarcasmo del mundo a mis palabras.
- Los días libres antes de los exámenes finales, precisamente esos días convivirán con tu familia, Ciara.
- Mis padres están en Italia justo ahora – omito el hecho de que vienen a Inglaterra en menos de una semana esperando que ella no lo sepa.
- Es reconfortante saber que para la siguiente semana ellos ya estarán en Londres – mierda, Stella, no me agradas en lo absoluto. Suspiro pesadamente – ¿Liam?

Giro el rostro hacia el castaño, asiente sin dejar de clavar la mirada sobre el escritorio, además su piel está muy pálida y sus labios han perdido de repente su tono rosado; créeme, Liam, siento lo mismo que tú.

- Comprendo – me echa un vistazo y después regresa la mirada a Stella.
- ¡Bien! Aclarado ese punto, comencemos con la primera actividad. Necesito que por favor giren sus asientos de tal modo que queden frente a frente – algo me dice que Stella disfruta viendo cómo los estudiantes, yo por ejemplo, se quedan como idiotas sin saber qué hacer. Escucho que Liam acomoda su sillón y me limito a hacer lo mismo – A continuación, ambos mirarán los ojos de la persona frente a ustedes y una vez que cuente hasta tres, mencionaran algo bueno y algo malo sobre la otra persona en voz alta.
- ¿En qué se supone nos ayudará esto? – despego la vista de Liam y la clavo en Stella.
- Será clave para un mejor entendimiento entre ambos, así como para el nivel de confianza entre los dos, a tal punto que puedan hablar sobre lo que les molesta del otro sin necesidad de ofender.
- Entendido – Liam aclara su garganta.
- ¿Se entendió, Ciara?
- Sí.
- Okay, empiezas tú, una cualidad negativa – frunzo el entrecejo en su dirección – Observa a Liam, anda – la maldigo en mis adentros antes de observar al castaño – uno, dos…tres.
- Asfixiante – el castaño entorna los ojos.
- ¿Podrías explicarnos a qué te refieres? – pide Stella con tono dulce.
- No sé cómo podría explicarlo – me encojo de hombros – Liam me asfixia cuando intenta comportarse como mi padre.
- Liam, ¿tienes algo qué responder a eso?
- No – su expresión refleja una mezcla de confusión y decepción.
- Es tu turno; uno, dos y… tres.
- Labia… manipuladora, caprichosa, inmadura…
- Está bien – lo detiene – Con una es más que suficiente. ¿Tienes algo qué decir, Ciara?

No diría que me sorprenden sus palabras, creo que la manera en que las expresó un poco.

- No.
- Ahora expresemos lo positivo – sonríe grandemente – Ciara…
- Bueno – suspiro – Liam es bueno con sus amigos, se preocupa por ellos.
- ¿Liam?
- No sé – se encoje de hombros – No podría decir una frase que exprese una cualidad positiva que no sea física sobre Ciara. Desde que la conozco no la he visto hacer otra cosa que manipular a todos a su conveniencia y tratar mal a las personas.
- Si no tienes nada para responder sólo lo que te han preguntado, deberías guardarte tus comentarios – opino con molestia en mi voz.
- Aún hay cierta tensión entre ambos…
- No puedo con ella – suelta de repente el castaño – Hago lo mejor que puedo por ser comprensible y bueno, me preocupo por su bienestar pero es algo que Ciara no quiere que hagan, no sé si siquiera note lo que hago pero jamás agradece.
- No puedes esperar obtener un premio por cada cosa que haces por los demás – entorno la vista y la clavo sobre sus ojos – Además jamás te pedí que hicieras algo por mí.
- No necesito que me pidan que haga las cosas por los demás, lo que hice por ti, por más insignificante que fuera, lo hice de buena voluntad.
- Pues gracias – respondo forzosamente.
- No es necesario que agradezcas, menos con ese tono.
- Chicos – interviene Stella – Por favor, no hay necesidad de hablarnos de esa manera. Hay que tener en cuenta los buenos actos de los demás siempre – me mira – Y también que no siempre agradecerán cada cosa que hagamos por los otros – ahora mira a Liam – Las siguientes sesiones trabajaremos eso, por lo pronto – coloca una hoja en las manos de Liam y otra en las mías – Estos son los ensayos que entregaron después de la visita con los padres de Liam. Obsérvenlos un instante y después cada uno léalo a la persona que tienen en frente.


“Fue la experiencia más aburrida que he tenido que soportar en mucho tiempo.”


Me siento estúpida de ver lo que escribí, y me siento aún más boba de saber qué fue lo que entregué a Stella.
Sin alejar la hoja de mi rostro, levanto la mirada y la clavo en Liam, sus ojos se mueven lentamente de izquierda a derecha, leyendo las líneas escritas sobre el papel. En verdad me siento curiosa por saber qué es lo que ha escrito.

- ¿Puedo empezar? – pregunta a Stella, de inmediato redirijo la vista hacia la hoja en mis manos.
- Claro que sí.
- Okay… Estadía corta en casa – comienza con el título – Para comenzar, debo admitir que creí que el viaje sería un completo desastre; comenzó con Ciara haciendo un show enorme ya que iríamos al aeropuerto en mi auto, sin embargo, la comprendo a la perfección, estoy demasiado acostumbrado a ir en mi auto que el hecho de viajar en otro coche que no sea al mío me hace sentir un tanto extraño.
Hay algo que debo mencionar de lo que estoy demasiado apenado y nada orgulloso; quise jugarle una broma a Ciara, quién diría que estaría tan distraída que ni siquiera estaría mirándome en el momento en que lancé la maleta en su dirección y rebotó en su rostro, en ese momento me sentí idiota y toda la sangre en mi cuerpo se fue directamente a mis pies. Me asusté mucho, creí que había fracturado su nariz, aun así tuvo la fuerza y la voluntad para viajar. Dentro del avión, su asiento estaba junto al mío y una vez que el avión despegó, no pasaron ni cinco minutos antes de que ella se quedara completamente dormida. Hubo un momento gracioso, su cabeza chocó contra la ventana y se despertó sobresaltando, su expresión de miedo me hizo reír un instante, pero luego volvió a quedarse dormida. Tomé su cabeza y la recargué sobre mi hombro, pensé en la posibilidad de que sucediera lo mismo y que esta vez lastimara más su nariz que ya estaba morada por el golpe, no puedo mentir, ella se veía… – observa a Stella y puedo jurar que sus mejillas se tornaron rosadas.
- Está bien, puedes omitir esa parte – el castaño asintió.
- Pero aun así dejó baba sobre mi camisa. – me mira un tanto apenado y no puedo evitar esbozar una sonrisa que seguramente me hace ver como idiota – La primera impresión con mis padres fue un tanto extraña, debido a que ella se sentía mal. Mi madre llamó un médico para que fuera a revisarla y me preguntaba cada cinco minutos sobre su estado de salud, tal y como si padeciese una enfermedad terminal; qué puedo decir, mi madre se preocupa por sus invitados tal y como lo hace con nosotros. La segunda impresión, ellos quedaron maravillados. Después de todo Ciara es del tipo de personas que impresiona al mundo hasta el momento en que te trata como la mierda, pero estoy agradecido porque fue amable con mi familia en todo momento. Hubo un instante en el que hablé con mamá y mis hermanas se entrometieron, sacaron a colación cosas del pasado, pero mi madre me hizo ver las cosas claras; es mejor dejar algunas cosas atrás, es inútil cargar con aquello que te lastima.
Recorrimos algunos lugares sobresalientes de la ciudad y tuvimos una cena divertida en Nando’s, por un momento sentí a Ciara como parte de mi familia y quién diría que cuando se relaja y se olvida del sarcasmo puede ser graciosa.
Este viaje abrió mucho mi mente, me hizo liberar de sentimientos innecesarios y me hizo crear buenos recuerdos – carraspea y a continuación observa a Stella – Eso es todo.

Mi mirada está fija en él, ni siquiera me obligo a dejar de verlo cuando se percata de que lo observo, su amabilidad me exaspera en ocasiones aunque en realidad no extraño al Liam pre viaje.

- Muy bien, Liam. Gracias por compartirnos tu ensayo, fue corto, conciso y muy bello… Es tu turno, Ciara.

Trago saliva y observo mi pseudoensayo, y me siento tonta de preocuparme por saber que si lo leo de esta manera, lo lastimará de alguna forma. Me aclaro la garganta antes de colocar el papel frente a mí.

- Hay… – suspiro y a continuación trago saliva – Hay una frase de un filósofo español llamado George Santayana, la cual dice lo siguiente: “La familia es una de las obras maestras de la naturaleza”. Para ser honesta, siempre creí que no se trataba más que de basura estúpida, mi vida siempre estuvo rodeada de familias que parecían odiarse entre sí, de familias rotas y de aquellas que pretendían que todo estaba bien cuando en realidad todo se estaba desmoronando, incluso con las familias de mis amigos y conocidos, hasta que conocí la familia de Liam – lo observo un instante, su entrecejo se frunce y ladea el rostro prestándome más atención, sin esa expresión de fastidio que cargaba hace un instante – Comenzaré con sus hermanas; es sorprendente el parecido físico, después de todo son familia. Pero el carácter de los tres, sin duda alguna es completamente diferente, primero Nicola, suele ser más protectora que Ruth, y la relación que lleva con Liam parece ser más de amistad, supongo que debe ser porque su edad es más cercana a la de él. En cambio Ruth, suele hablar con más madurez, hasta el momento en el que la exasperan – escucho una risita proveniente de Payne – Luego su padre Geoff, tiene tanto carisma que en más de una ocasión casi lo llamo “padre” y no por su nombre – ahora Stella también suelta una risa junto a Liam – Me recuerda a mi padre en cierto modo, no sólo por su voz gruesa y por hablarle al mundo de su suéter favorito, es de las personas que te brindan confianza simplemente con su presencia.
Por último, Karen, creo que Karen Payne es oro puro, una madre considerada y cariñosa. Sentí envidia de Liam en muchas ocasiones por su cercanía y confianza con su madre. Me divertí demasiado durante mi estadía en la casa de los padres de Liam, y cómo olvidar aquella cena en Nando’s, quién diría que la comida económica también es deliciosa. Quiero agradecer a Liam por hacerme sentir parte de su familia aunque sea por algunos días, y me gustaría agradecer también a su familia por su paciencia y cuidados hacia mí…

Hay un pequeño silencio, sin embargo, no es incómodo; todo lo contrario.

- Eso fue hermoso, Ciara – Stella rompe el silencio – Liam, ¿hay algo que quieras comentar sobre el ensayo de Ciara?
- Por nada – cruza los dedos de sus manos entre sí – Mis padres terminaron fascinados, eres bienvenida cuando quieras.
- Gracias – sonrío boba, creo que incluso mis mejillas se han sonrojado.
- Lamento si lo que dije con la otra actividad te incomodó o te ofendió – trago saliva nerviosa.
- Descuida – me encojo de hombros – No quise ser grosera tampoco.
- No hay problema – sonríe de lado.
- Me encanta cuando las cosas funcionan – interviene Stella matando el momento de golpe – La sesión ha terminado por el día de hoy así que pueden continuar con sus actividades escolares, y gracias por compartir y participar en ambas actividades. Que tengan un hermoso día.
- Gracias, Stella – el castaño se levanta del sillón y lo devuelve a la posición que se encontraba, imito su acción.
- Adiós, Stella.

Caminamos hacia la salida, Liam se coloca detrás de mí y me cede el paso para salir primero.

- Ciara – la voz de Stella nos hace girar a verla – ¿Puedes quedarte un momento, por favor?
- Claro – respondo extrañada.
- ¿Te espero? – ofrece el castaño, pero niego.
- Está bien, te veo luego.

El chico asiente y continúa su camino.

- Cierra la puerta – obedezco y me acerco hasta tomar lugar en uno de los sillones – Lo que dijiste sobre el ensayo, no es lo que estaba escrito en tu hoja.
- No.
- ¿Por qué?
- No quería dañarlo con palabras tan vacías que escribí en un lapso de idiotez.
- Entiendo – asiente y se toma un instante antes de continuar hablando – Quiero hablarte sobre otro asunto.
- Dime.
- Carter, Olivia y Helvia – blanqueo los ojos instintivamente – Sé de lo ocurrido en Grand Arcade.
- Lo sucedido fuera de la institución no te compete.
- Eso no me interesa – mi ceño se frunce – Quiero que arregles las cosas con las tres antes de la próxima sesión en grupo.
- ¿Por qué debería hacerlo? – me cruzo de brazos – No deberías entrometerte si no te compete.
- Si no lo haces hablaré con Marcie para removerte de tu puesto en la escuadra de animadoras – mis ojos se abren de más.
- ¡¿Qué?! ¡No puedes hacer eso!
- Estoy al tanto de todo, y he dejado pasar muchas cosas.
- No quiero hacerlo.
- Debes respetar a tus compañeras de equipo – me limito a observarla – Si no lo haces, Savah también perderá su puesto en la escuadra, después de todo ha sido partícipe.

Ahora mi boca se abre de la sorpresa, quién pensaría que ella la mojigata es una perra que juega sucio.

Revoleo los ojos, Savah se queja siempre de que está en la escuadra porque la entrenadora la obliga, pero la conozco y sé que le gusta aunque sea un poco, de otro modo ni porque la obligara el diablo estaría dentro.

- No sé qué podría hacer al respecto.
- Comienza con una ofrenda de paz.
- ¿Ofrenda de paz? Ni siquiera sé qué podría gustarles.
- Entonces investiga.

Perra malparida.

- ¡Está bien, lo haré! – me encojo de hombros resignada – Pero debes olvidar esa idea estúpida.
- Lo haré – sonríe complacida, sin embargo, para nada es una sonrisa burlona.
- Y debes remover los reportes que has puesto por mis faltas, sabes que estuve practicando.
- Consideraré eso, pero dependerá de los buenos o malos comentarios.
- ¿Buenos o malos comentarios de quién?
- Olivia, Carter y Helvia.
- ¡Bien!… ¿Ya puedo retirarme? – me levanto del sillón exasperada.
- No – blanqueo los ojos y vuelvo a tomar asiento con un sentón – Se acerca la temporada navideña.
- ¿Y?
- Te dejaré una tarea especial.
- ¿Ahora qué? – pregunto molesta ante tanto misterio y chantaje de esta tipa.
- El santa secreto – levanto una ceja curiosa, esta tipa tiene ideas raras – Serás la encargada de organizarlo en tu grupo.
- ¿Por qué tengo que hacerlo yo? – alargo las palabras con fastidio.
- Sabes que los reportes influyen en tus notas y aun así sean perfectas pueden bajar, ¿cierto?
- ¡Lo que estás haciendo es chantaje!
- No es una tarea complicada.
- No quiero, que alguien más lo haga – me cruzo de brazos.
- Entonces hablaré con Marcie…

Su sonrisa y el tono dulce de su voz son de lo peor.

- Llámame “Señorita Claus”.
- ¡Ese es el espíritu navideño que quiero ver en las personas! – aplaude algunas veces.
- Sí, sí, como sea – revoleo los ojos levantándome de mi lugar – Me largo. Hasta luego.

La mujer asiente y salgo rápido de ahí. Definitivamente odio a Stella, es una metiche de primera.
Soy consciente de que arrastro los pies mientras camino, ¿cómo carajo se supone que haré todo esto? Tengo que ingeniar algo bueno.

- ¿Estás bien? – Payne me detiene colocando su mano sobre mi hombro. Asiento – Te ves más pálida que de costumbre.

Entrecierro los ojos en su dirección, probablemente está en lo cierto, sin embargo, jamás le daré la razón de algo frente a otras personas. Dirijo la vista hacia los tres chicos detrás de él omitiendo al flacucho de Malik, dos de ellos esquivan la mirada justo en el momento en que se conecta con la mía, deduzco que uno de estos dos fue con el chisme a Marcie e inclusive a Stella; quizás el rubio, pero se ve demasiado confiado y nada metiche como para hacerlo. Se percata de mi vista y me sostiene la mirada, su expresión es de enfado hacia mí, vaya sorpresa.

- ¿Qué tanto ves? – interviene Malik, al instante lo observo.
- ¿Qué te importa?

El chico entrecierra los ojos y se alista para responder, sin embargo, la aparición de Cara de rata toma su atención por completo; la chica tiene expresión de muerte, su vista está perdida y sus dientes mordisquean con rapidez la uña de uno de sus dedos.

- ¿Olivia? – pregunta el rubio – ¿Te encuentras bien?
No es algo que me interese, me preparo para seguir mi camino hacia la cafetería.
- No exactamente, no sé qué haré.

Sus palabras activan mi alerta de “metiche”, algo me dice que de aquí podré agarrar algo para la estúpida orden de Stella. Apenas y había movido un pie, lo regreso y tomo una posición que me permita escuchar mejor.

- ¿Con qué? – pregunta Zayn acercándose a ella.
- Descuiden, es algo del comité escolar, no quiero preocupar a más gente – su tono gentil me provoca náuseas.
- No te preocupes por eso, somos amigos y para eso estamos, Olivia – blanqueo los ojos ante las palabras de Liam – ¿Hay algo en lo que podemos ayudarte?
- Descuiden, resolveré esto.

Qué aburrido, debería ser más específica. Me alejo de ahí, nada de lo que dijeron me es útil. Me adentro a la cafetería y antes de ir hacia la mesa me dirijo a la comida por una deliciosa y nutritiva ensalada de pollo y una botella de un litro de agua natural, a continuación voy hacia la mesa.

- ¡Oh, vamos! No fue para tanto – exclama Savah, después da un largo sorbo a su agua - ¿Qué es eso?
- Ravioles – responde el rubio.
- Dame.
- ¡No! – aleja su bandeja lejos de Savah pero cerca de mí, tomo el plato y lo coloco frente a mi amiga – ¡Oye! ¿Qué te pasa?
- No seas envidioso, rubio – tomo asiento.
- ¡Me quitaste mis sagrados alimentos! – toma su pecho, en verdad se le nota ofendido.
- Savah no puede comer de todo, además no se lo va a terminar, deja que pruebe un bocado – me encojo de hombros.
- No entiendo por qué eres así conmigo – niega ofendido.
- ¡Deja de ser un ridículo! – interviene Savah.
- ¿Quién es ridículo? – pregunta Harry colocando su bandeja sobre la mesa.
- Niall – respondemos al unísono.
- ¿Ahora qué hizo el rubio? – ahora es Louis el curioso.
- Se enojó porque lo obligue a compartir su almuerzo con Savah.
- Ayer te tragaste la mitad de mis papas fritas – recrimina Louis.
- Y toda mi hamburguesa – ahora Harry.
- ¿Qué hay de esa frase que dice que entre hombres nos cuidamos? – levanta ambos brazos.
- Para el drama – Savah devuelve el plato – Aún no puedo comer, me duele mi boquita.

El rubio, quien segundos antes se encontraba molesto, ahora está consolando a Savahtine por el dolor que ocasionó la cirugía en sus muelas y sigue pasándole factura. La silla a mi lado rechina y volteo a ver al instante, Liam es quien toma asiento a mi lado y a su izquierda se sienta Espagueti seguido de Edward, Helvia, Zayn y Carty; al instante el ambiente se vuelve tenso y el único sonido es el que proviene de las latas de soda siendo levantadas y colocadas una vez más sobre la mesa.

- ¿Hay noticias nuevas sobre más patrocinios? – observo disimuladamente a Ed y Cara de rata, la chica detiene el sándwich a milímetros de su boca, luego lo deja sobre el plato y suspira con pesadez.
- No – susurra al igual que Ed – Estoy frustrada.
- No te preocupes, resolveremos eso.
¿Presupuesto? ¿Cuál presupuesto?
- Escuché lo que sucedió ayer el Grand Arcade – la voz burlona de Niall rompe por completo el silencio – ¿Por qué no fui invitado?
- Concéntrate en encontrar a tu mujer, ha sido perfecta en esconderse de ti desde que llegó a la escuela, luego puedes volver a ser el metiche de siempre – ataca Savah, las risas de Harold suenan escandalosamente llamando la atención de casi todos dentro de la cafetería hasta el momento en que Carty le echa una mirada de pocos amigos; al instante se calla.
- Sí, rubio – se aclara la garganta – No fue gracioso, deja de ser un metiche y dedícate a comer – coloca frente a él lo que segundos antes era su almuerzo.

Nuevamente todos guardan silencio y en serio es incómodo.

- Muero por un café de verdad – dice en voz baja Helga sin quitar la vista de su libro.
- Hay una máquina expendedora en el pasillo, vamos por uno si quieres – propone Carty.
- No de ese, es mierda pura. Yo quiero café de verdad – suspira con pesadez y ladea la cabeza mirando hacia algún punto fijo de la mesa con resignación.

Las ideas en mi cabeza empiezan a surgir una tras otra; ser metiche y escuchar conversaciones ajenas sí funciona.

Observo a Espagueti levantarse de la mesa seguida de Ed, espero unos segundos hasta que van atravesando el umbral de la entrada para levantarme también.

- Debo irme – me justifico y a continuación me despido de todos ahí.

Coloco la bandeja en su lugar y camino a zancadas largas, sin verme urgida por salir de ahí o sospechosa. Alcanzo a divisar a Ed y Olivia platicando con un chico  y me pego a la pared observándolos disimuladamente.

- ¿Qué se supone que estás haciendo? – la voz gruesa de un rubio me hace sobresaltar, estaba tan concentrada en vigilar a Espagueti y Edward. Me llevo la mano al pecho.
- ¡Me asustaste! – lo ojeo de arriba abajo – Eres el amigo de Liam y Zayn, ¿me sigues o algo así? Últimamente me topo demasiado contigo.
- ¿Por qué haría algo tan estúpido como seguirte? – el tono despreocupado en su voz me ofende.
- ¿Cuál es tu nombre?
- ¿Lo olvidaste? – levanta una ceja con deje de diversión.
- Creo que eso es obvio.
- Bien – levanta ambos hombros sin interés.

Giro el rostro nuevamente, Ed sonríe hacia el chico y Espagueti parece luchar con los músculos de su rostro, esboza una mueca que en nada parece una sonrisa. El chico frente a mí carraspea llamando mi atención.

- ¿Qué? – pregunto con fastidio.
- ¿Puedes moverte? – señala el bote de reciclaje de botellas en el que me encuentro recargada – Necesito tirar esto – ahora señala la botella vacía en su mano.
- Ahí está – me muevo de ahí sin dejar de observarlo de mala gana.

El chico sonríe burlón, como si toda mi existencia le causara gracia. Blanqueo los ojos y me concentro en ignorar su existencia, justo como lo había hecho hasta percatarme de él a la hora de formar los equipos para la clase de nutrición.

Ed y Cara de rata empiezan a caminar y el chico con el que hablaban toma un rumbo distinto, me preparo para seguirlo a él, por supuesto.

- ¡Ciara, mi amor! – pasa su brazo por sobre mis hombros impidiéndome caminar.
- Déjame en paz, Badgley – tomo su brazo para alejarlo de mí.
- ¿Lo pensaron Savah y tú? – otra vez con sus estupideces.
- Savah ni loca haría un trío contigo, ni siquiera sería capaz de besarte o estar cerca de ti por más de cinco minutos sin tirarte los dientes – explico lentamente para que su pequeño cerebro del tamaño de una nuez pueda comprenderlo.
- Si la convences tú, lo hará – asiente engreído.
- Tampoco yo lo haría – revoleo los ojos.
- ¿Por qué? – su ceño se frunce – ¿Aún sigues con el idiota de Styles?
- Estoy cansada de explicarte que Styles es un buen amigo, ambos Styles.
- ¿Entonces es por el marica de Payne? – revoleo los ojos con exasperación.
- ¡Hey! Debemos terminar el proyecto para la clase – el castaño y yo volteamos a ver con confusión al rubio, creí que ya se había marchado.
- ¿Proyecto? – levanta las cejas obvio, al parecer ayuda a zafarme de Scott – ¡Cierto!
- Vamos – me zafo del castaño quien se encuentra perplejo, probablemente pensando de qué proyecto está hablando.
- Adiós, Badgley – antes de que pueda responder, me alejo de ahí con el rubio caminando a mi lado.
- Gracias por eso – me obligo a decir.
- No lo menciones… – lo observo con el ceño fruncido – Jamás.

Dicho esto se aleja de ahí a grandes zancadas, tipo raro, de algún modo me recuerda al idiota de Liam, sólo que aún más raro.
Camino también a paso veloz con la esperanza de no haber perdido del todo al chico y, ¡bingo!, ahí se encuentra, revisando quién sabe que en su casillero. Me dirijo disimuladamente hacia él, esperando que nadie me vea.

- Hola – sonrío en su dirección, el chico se sobre salta antes de mirarme, acto seguido voltea hacia atrás y se señala a sí mismo.
- ¿Me hablas a mí? – cielos, al parecer es retrasado.
- Sí, te hablo a ti – la expresión de sorpresa se hace más evidente en su rostro,
- ¿Puedo ayudarte en algo? – sus palabras se tropiezan en sus labios.
- Yo espero que sí puedas – sonrío lo más tierna que puedo. Él se aclara la garganta.
- Dime.
- Es sobre mi amiga… – me pierdo un segundo en mis pensamientos buscando su verdadero nombre – La presidenta del comité estudiantil…
- ¿Olivia? – bendito seas.
- ¡Sí! – aclaro mi garganta antes de seguir hablando – Hemos estado preocupados por ella, últimamente está muy perdida en sus propios pensamientos, mencionó algo sobre el comité y bueno, no dijo nada más – el chico asiente escuchando cada palabra con atención – Tú perteneces al comité, ¿cierto? – afirma con un asentimiento – ¿Sabes qué le sucede?
- No estoy seguro si pueda mencionarlo ahora – chasquea la lengua.
- Descuida, seré una tumba – tomo su brazo, el chico se sobresalta suavemente, como si jamás lo hubiesen tocado de esta forma.
- Estamos planeando un evento para navidad – asiento, no puedo evitar sentir un tanto de emoción, la navidad es mi época favorita del año – Y falta presupuesto para cubrir todos los gastos en tan poco tiempo. Se viene la pausa de labores antes de los exámenes finales – esboza un gesto de desagrado – Luego vienen los exámenes finales y el tiempo es relativamente corto.

Asiento, entonces nuestra querida Cara de rata está estresada por el dinero; creo que yo puedo ayudar con eso.

- Comprendo, ¿es mucho el dinero que falta?
- No es exactamente una fortuna, pero sí es demasiado – asiente.
- Oh.
- Hacemos lo que podemos para buscar patrocinios.
- Estoy segura que lo resolverán – sonrío nuevamente.
- Eso espero.
- Gracias por la información.
- De nada.

Me despido agitando la mano y después corro en dirección de mi siguiente clase.




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Las clases terminaron hace quince minutos y ahora me encuentro manejando en busca de la mejor cafetería que pueda encontrar en Cambridge; descifrar a Hilda fue demasiado fácil, encontrar una cafetería decente, que no sea Starbucks, no lo es.
Estaciono a Bee frente a un local lujoso de café.


LA VITA È BELLA
CAFÉ GOURMET


Espero que de verdad sea bueno, me adentro al lugar y camino hasta el mostrador para pedir mi orden. Observo el tablero con los distintos tipos de café.

- Buenas tardes, ¿qué va a ordenar?
- ¿Cuál café es el más rico? – pregunto sin dejar de observar el tablero.
- Uhh – observo a la chica – Creo que eso es depende de los gustos de la persona.
- Imagino que debe haber uno que le guste más a la gente, ¿no?
- Piden mucho el espresso – señala el tablero – Es lo típico en Italia.
- Quiero uno – le entrego mi tarjeta de crédito, la chica cobra el café.
- ¿Algún postre para acompañar tu café? – niego – En un momento estará listo.

Me regresa la tarjeta y el ticket de compra, a continuación camina hacia atrás, toma una pequeña taza color dorada y comienza con la preparación.

- ¿Venden café para preparar café en casa? – la chica voltea a verme, luego sigue con lo suyo.
- Así es, se vende el café ya molido – asiento.
- ¿Lleva la misma preparación que un café instantáneo? – se gira hacia mí con mi café entre sus manos.
- No, pero hay cafeteras especiales para eso. Algunas son tan grandes como estas – señala la máquina de atrás – Y otras son pequeñas, para uso personal e individual como las que están allá – señala hacia mi derecha, sigo con la mirada hasta dar con un mueble de madera, en él hay bolsas con café de distintos tamaños, tazas de varios colores, termos y dos cajas pequeñas con lo que parecen ser las cafeteras, además un pequeño letrero con la frase “Regala felicidad esta temporada, regala café”.

¡Bingo! Bendita seas, chica del café.

- Imagino que esas cafeteras están a la venta – la chica sonríe sin mostrar los dientes mientras asiente – ¿Envuelven para regalo?
- Sí lo hacemos, sin embargo, por ahora no hay papel navideño – se encoje de hombros – posiblemente llegará en una o dos semanas.
- ¡Oh, está bien! – me apresuro a hablar – Cualquier papel que tenga está bien, de preferencia si es color negro, lo quiero para alguien con tendencias emo.

La chica me mira extrañada.

- Siéntete libre de tomar por tu cuenta los productos que quieras llevar, una vez que los selecciones los traes.
- Gracias.

Camino hacia el mueble sintiéndome insegura si no hago las compras ahora mismo, quién sabe, quizás alguien más pueda venir mientras tomo mi café y compre ambas cafeteras antes de que lo haga yo.
Una cafetera es color plata y la otra es color negro mate, ni siquiera dudo un segundo antes de tomar la segunda; Helga parece ser un tanto emo, seguro le gustará esta. Luego el café, creo que con dos bolsas de cuatrocientos cincuenta gramos cada una tendrá suficiente para un buen rato. ¡Mierda! También necesitará al menos una taza que sea especial para tomar esto. Doy unos pasos hacia las pequeñas tazas, me hacen recordar cuando jugaba al té con mi padre puesto que son muy pequeñas.
Elijo una taza color negro mate, como la pequeña cafetera y otra color vino tinto, Olga parece ser fan del rojo y sus tonalidades.

Las llevo hacia el mostrador y entrego mi tarjeta de crédito una vez más a la chica.

- Y uno doble de esos – señalo ahora mi café – Para llevar.
- Claro – sonríe. A continuación me entrega la tarjeta y toma los productos sobre la mesa del mostrador.

Sostengo la taza y la llevo hacia una de las mesas con vista a la ventana. Froto mis manos antes de tomar la pequeña taza y llevarla a mis labios, el primer sorbo me provoca hacer un gesto, es un tanto amargo para mi gusto, pero a pesar de eso, es delicioso; seguro le gustará a Gelga.
Ahora a pensar en las otras dos perdedoras; creo que sé qué hacer con Espagueti. Llevo la mano hacia la bolsa de mi abrigo y de ahí tomo mi celular, lo desbloqueo y en la agenda busco el contacto de mi papi. Marco el número y coloco el celular en mi oído, marca una vez, dos veces…

- ¡Hola, amor! – saluda del otro lado de la línea.
- Hola, papi. ¿Cómo estás? – pregunto observando a la gente caminar rápido afuera.
- Estoy bien, justo ahora estaba preparando la maleta de los gemelos – suspira – No sé por qué trajeron tantas cosas.
- Deberías dejarlos allá – bromeo.
- Quisiera hacerlo, pero tu madre me mataría – suelta una risita.
- Hace algunas horas le marqué para saludarla y no me respondió – me encojo de hombros.
- Cariño, tu madre olvidó su celular aquí – presiento que ha blanqueado los ojos.
- Entiendo – doy un sorbo al café – Oye, papi. Quiero pedirte un favor.
- Dime.
- Necesito tu ayuda con dinero.
- ¿Dinero?
- Sí, papi.
- ¿Para qué?
- Bueno, en la universidad están planeando una actividad para antes de vacaciones de navidad.
- Ajá.
- Y como la fecha se viene enseguida, luego el periodo de receso y exámenes finales, pues… no hay demasiado tiempo para pedir patrocinadores.
- ¿Qué hay de Marcie? La escuela debe poner una parte.
- Aún con esa parte falta. Sabes que me encanta la navidad – omito el hecho de que Stella me obliga a dar una “ofrenda de paz” y Cara de rata no podrá negarse con esto.
- Sí, lo sé – se queda en silencio un momento – ¿Es mucho dinero?
- No es exactamente una fortuna – robo las palabras del chico del comité – Pero sí puede llegar a ser mucho.

Papá se toma un momento para pensar las cosas.

- Está bien.
- ¿En serio? – pregunto con emoción.
- Sí, toma lo que necesites.
- ¡Gracias, papi! – me giro para asegurarme de que la chica no se sorprendió con mi gritito.
- No agradezcas, amor. Creo que en realidad no tengo otra forma para compensar mi ausencia.
- Descuida, el dinero te reemplaza muy bien.
- ¡Oye! – suelto una risa.
- Sólo bromeo, te extraño en cada momento. Pero ya vendrás y podré pasar tiempo contigo.
- Y con tu madre.
- Sí, también.
- Y con los gemelos.
- Ah sí.
- Me conmueve tu entusiasmo hacia tu madre y tus hermanos – dice sarcástico.
- Tú eres mi favorito, papi.
- Lo sé, es porque soy el más atractivo y genial de la familia.
- Sí que lo eres, papi – suelta una risa.
- Te amo, amor. Debo colgar, hablamos luego.
- Claro – mando un beso – Dile a mamá que atienda el teléfono la próxima ocasión que le marque.
- Lo haré, hasta pronto.
- Adiós, te quiero.
- Te quiero.

Tranca la llamada y me siento aliviada de saber que sólo queda Carty. Doy el último sorbo a mi café y me dirijo hacia el mostrador por lo que compré hace rato.

- Lo puse en una bolsa para que puedas cargarlo – me la entrega – Y aquí está el café, acabo de prepararlo.
- Gracias.

Una vez dentro del auto coloco el café en el portavasos entre el asiento del piloto y copiloto, y la bolsa sobre el asiento del copiloto. Enciendo el auto y me coloco el cinturón de seguridad. Suelto un suspiro y volteo a ver los productos que acabo de comprar.

- Espero que sirvan de algo.

Doy reversa para salir del pequeño estacionamiento y después pongo en marcha el auto hacia el campus universitario.
Una vez que estaciono el auto, tomo el café y la bolsa para salir de ahí, cierro la puerta y pongo la alarma antes de dirigirme hacia el dormitorio de Louis. Toco la puerta tres veces antes de que el castaño la abra.

- ¡Hola! – al instante esboza una sonrisa.
- Hola, Lou – devuelvo la sonrisa – ¿Se encuentra Helga?
- ¿Helga? – suelta una risa y yo asiento, acto seguido abre por completo la puerta permitiéndome observar la guarida hecha por libros alrededor de la cama de la castaña – ¡Helga! Te buscan.

La chica revolea los ojos antes de mirarlo de mala gana, luego me observa y se nota dubitativa antes de por fin levantarse de la cama, colocar el libro que leía sobre ésta y caminar hacia la puerta.

Louis nos observa a ambas siendo un cotilla de primera.

- ¿Podríamos conversar a solas? – le pido con amabilidad.
- Bueno – levanta los hombros con desinterés, cierra la puerta detrás de él y se va a quién sabe dónde. Me aclaro la garganta antes hablar.
- Traje una ofrenda de paz – mis palabras suenan raras debido a la incomodidad y lo mucho que me cuesta decirlas, la castaña se recarga sobre la puerta prestándome atención – Por lo de ayer.
- En realidad dejé de tomarle importancia – se encoje de hombros – Fue algo muy estúpido.
- Exacto – la chica mira hacia otro lado.
- Sólo olvídalo, no me interesa – se gira.
- ¡Espera! – la detengo, regresa a su posición y me mira nuevamente – Tengo esta pequeña ofrenda de paz – coloco frente a ella el vaso desechable con café – Es delicioso, lo probé.

La mirada de la chica se clava en el vaso con genuino deseo, luego pasa saliva.

- ¿Por qué debería tomarlo?
- Porque amas el café – levanto los hombros siendo obvia.
- ¡Bien! – exclama con fastidio y toma el café, lo destapa y éste humea haciéndolo completamente apetitoso, acto seguido huele el contenido con desesperación – ¡Mierda! Esto huele delicioso.

Creo que lo dijo más para ella que para mí porque cuando me mira traga saliva y recupera la compostura rígida de siempre.

- Y… tengo otra ofrenda de paz muy grande – me observa confundida – Pero tendrás que olvidar por completo lo que sucedió ayer e ignorar cualquier cosa que suceda por lo menos en los dos meses próximos.
- ¿Qué? – entrecierra los ojos.
- Es algo mejor que el café entre tus manos.
- Te dije que dejé de tomarle importancia al asunto.
- Espero que así sea, toma – le entrego la bolsa y la toma con desconfianza – Esta bien, no es ningún tipo de broma. En serio espero que te guste.
- Gracias… – suena más como a pregunta.

Observo la bolsa y luego a ella antes de retirarme de ahí. Ahora voy en busca de Espagueti.

Llevo aproximadamente veinte minutos buscándola, la flacucha está perdida. Me recargo en uno de los árboles cerca del campo de fútbol, dónde se habrá metido esa chica.
A lo lejos diviso una figura tan delgada como puro hueso Malik, entrecierro los ojos enfocando la vista hasta que el rostro de Espagueti se hace más notable. ¡Bingo!
Espero a que pase cerca, se encuentra distraída pero parece no preocuparle el dinero para el evento navideño por ahora.

- ¿Por qué tan feliz, popotitos? – la chica pega un salto del susto y me observa con los ojos muy abiertos, no puedo evitar reírme de su expresión.
- Yo… yo… – observa el lugar de donde venía – Uhmm…
- ¿Venías de encontrarte con tu amante? – pregunto burlona, la castaña niega al momento en que sus mejillas se vuelven rosadas – Sólo bromeo, tranquilízate. Necesito hablar contigo – baja la mirada y carraspea con incomodidad. Blanqueo los ojos ante su reacción – Esto te beneficia, créeme.

Sigue sin mirarme y su ceño se frunce.

- Te escucho – su mirada viaja de mí al piso.
- Necesito que no jodas con Stella por lo de ayer nuevamente, y probablemente sucederán cosas similares en un futuro próximo y lejano, así que he decidido comprar tu silencio por así decirlo – me observa confundida – Hay algo que necesitas desesperada en estos momentos – la chica abre la boca con sorpresa – Sabes a qué me refiero, ¿cierto?
- ¿Cómo lo supiste?
- Sé investigar – levanto los hombros con desdén – Yo te proporcionaré el dinero, así que no te preocupes y concéntrate en que ese evento levante el ánimo de todos por aquí.
- ¡¿Es en serio?! – su expresión cambia por completo. Asiento – ¡Cielos! – toma su cabeza, justo como si ésta fuera a caerse – ¡¡¡Cielos!!! – ahora empieza a saltar – ¡Gracias, gracias, gracias!

La emoción se ha esparcido hacia todo su cuerpo, brinca de la emoción como un pequeño canguro.

- Sí, sí, sí – le resto importancia al asunto y me aseguro de que nadie ve esta boba escena.
- ¡No sabes lo agradecida que estoy! – aplaude unas cuantas veces recordándome a las focas en los espectáculos marinos, luego de repente me abraza como si nada, la observo sorprendida y completamente incómoda, la chica me observa y cuando lo nota su piel palidece un poco – Lo siento, yo… es sólo que… yo estoy muy feliz. Muchas gracias.
- Tan sólo mantén el pico cerrado – me encojo de hombros.
- Seré una tumba – levanta la mano derecha cerrando el trato – Lo prometo.
- Bien… y arregla las cosas con Edward – la chica frunce el ceño – Se ha vuelto una mariquita desde que se la pasa pegado a ti.
- Yo… – pareciera buscar las palabras correctas – Lo haré – asiente – En verdad te agradezco.
- Okay – observo mis uñas. Por el rabillo del ojo la veo esperar un momento, quizás para asegurarse de que me despediré o algo.
- Gracias – muerde su delgado labio inferior y empieza a caminar. La observo un instante y el otro pedido de Stella se me viene a la mente.
- ¡Espera! – la castaña se paraliza de inmediato y se queda inmóvil. Me encamino hacia ella, ésta me observa asustada – Quita esa expresión de espanto – pido de mala gana.
- Lo siento – intenta sonreír, sin éxito alguno.
- Stella me dejó a cargo de una tarea y quiero que me ayudes – ladea la cabeza confundida – Estoy a cargo del santa secreto.
- ¿En nuestro grupo? – asiento – Está bien, dime qué quieres que haga.
- Tan sólo que estés de acuerdo y que animes a los demás a participar.
- Claro, ten por seguro que lo haré – asiente – ¿Cuándo será eso?
- Tengo planeado hacerlo en el almuerzo de mañana – asiente.
- Claro.
- Gracias – digo forzosamente, ella asiente y esboza una pequeña sonrisa. Empieza a caminar y acto seguido se detiene, la veo jugar con sus manos antes de girarse hacia mí.
- ¿Cómo haremos para lo del evento?
- ¿El dinero? – asiente – Cuando lo necesites búscame.
- Está bien – frota sus manos – Que tengas una linda tarde.
- Igual.

Me alejo de ahí sintiéndome tonta, sin embargo, van dos de tres, creo que Carty será la menos complicada de todos. Me encamino hacia mi dormitorio, estoy cansada y fastidiada de todo por el día de hoy.




Última edición por Bart Simpson el Jue 25 Jul 2019, 9:59 pm, editado 2 veces

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Mensaje por Bart Simpson Vie 17 Mayo 2019, 12:54 am

Capítulo 26.3
Ciara Evans & Liam Payne || by: Bart Simpson.





Introduzco la llave y giro la perilla, abro la puerta y lo primero que me encuentro es con Carty sentada sobre mi cama platicando con Liam, él se encuentra sentado en su cama y su sonrisa hacia la pequeña tonta es enorme. Ni siquiera notan mi presencia hasta el momento en que carraspeo.

- Hola – saludo sin expresión alguna.
- ¿Dónde estabas? – pregunta Liam poniéndose de pie luego se gira hacia la castaña – Iré a bañarme, ¿me esperas? – Carty asiente.
- Claro.

El chico busca lo necesario para entrar en la ducha, mientras tanto escaneo a Carty quien se ha percatado de esto y mantiene la vista fija en el piso. Camino hasta quedar cerca de ella.

- Estás sobre mi cama.
- ¡Lo siento! – se para rápidamente sin dejar de disculparse.
- Ciara… – pide Liam con expresión de compasión. Alzo los brazos en señal de paz.
- Sólo decía.
- Iré a ducharme – comunica a la castaña y ésta asiente, ahora me mira a mí – Por favor.

Blanqueo los ojos y a continuación me tiro sobre mi cama y dirijo la mirada en Carty escaneándola de arriba abajo; es demasiado delgada y sin nada de curvas, pero su rostro es bonito, es del tipo de chicas que te provoca ternura al instante en que se encuentra cerca.

- No tenías que levantarte – comento con desdén.
- No quiero incomodar.
- Descuida, puedes sentarte aquí si quieres – palmeo el lugar donde se encontraba. Debo ser amable con Carty si quiero hacer que Stella deje de joder.
- ¿De verdad? – duda.
- Claro – a continuación da unos cuantos pasos y toma asiento – ¿Cómo van las cosas con Harry? – intento romper la tensión, la chica arruga la nariz.
- Nada bien – me sorprende que lo diga así nada más sin desconfiar después de todo lo sucedido.
- Harold puede llegar a ser un idiota de primera – la chica me observa – No dejes que sus momentos de idiotez arruinen tu paz mental.
- Gracias – sonríe genuinamente. Un atisbo de culpa se aloja en mi interior, en serio la ternura de esta boba podría ablandar hasta una barra de oro.
- Sabes, Carty – la chica esboza una sonrisa divertida – Lo que sucedió ayer fue muy tonto…
- Descuida – interrumpe – En cierto punto fue gracioso – se encoje de hombros y toda la paz que había perdido durante la charla con Stella de repente regresó a mí.
- ¿Te gusta la navidad? – cambio el tema.
- ¡¿Bromeas?! – me observa con confianza y se acomoda sobre la cama – ¡Me encanta!
- Mañana propondré hacer un santa secreto, ¿qué opinas? – la chica entre abre la boca.
- Estoy dentro – aplaude algunas veces y brinca sobre la cama con entusiasmo.
- ¿Sabes? – una idea atraviesa mi mente – Podríamos ir a los bolos mañana en la noche, para aprovechar que aún tenemos paz antes de los exámenes finales.
- ¡Sí, sí, sí! También me apunto a eso – muerde su labio inferior conteniendo la enorme felicidad que habita en su pequeño cuerpo – Y después de ahí… – repentinamente se pone tímida – Podríamos ir por algo de beber.

La observo divertida, creo que Carty es una caja de sorpresas. La puerta suena varias veces.

- ¡Adelante! – grito distrayéndome del todo. La puerta se abre y Savah se asoma. Entra por completo y se queda quieta observando la escena.
- ¿Qué está pasando aquí? – pregunta confundida y con el ceño fruncido.
- Carty y yo hablábamos acerca de ir a los bolos en grupo y después por algo de beber – levanto ambas cejas.
- ¿Algo de beber? – inquiere acercándose.
- Alcohol – dice finalmente Carty, luego se cubre la boca como si mencionar las bebidas alcohólicas fuera un delito o algo por el estilo.
- No me negaré al alcohol, estoy dentro.

Eso es cierto, Savah jamás dice no en cuanto a alcohol se trata, no importa si va a beber en compañía del papa o del mismísimo Lucifer; alcohol es alcohol.

- Entonces está hecho – comenta la castaña.

La puerta del baño sea abre dando paso a un castaño con vestimenta casual, su cabello está mojado y pequeñas gotas de agua escurren lentamente por su mejilla. Savah me da un codazo trayéndome de lleno a la realidad, debo tragar saliva antes de volver a levantar la mirada.

- Nos vemos al rato – hago mi mejor esfuerzo por ignorarlo.
- Adiós, chicas – se despide amablemente la pequeña perdedora tierna – Que tengan una linda noche.
- Hasta luego – nos despedimos la morena y yo al unísono. A continuación, Liam y Carty salen de la habitación.
- ¿Qué fue eso? – pregunta mi amiga entornando los ojos.
- Bueno, comienzan las épocas navideñas; es tiempo de compartir…
- No me refiero a eso – me interrumpe de golpe.
- ¿Entonces a qué te refieres? – levanto una ceja, la chica me observa inquisitiva.
- Literalmente estabas babeando por Payne – un escalofrío me recorre al instante.
- ¡No! – entorno la vista dubitativa – ¿Sí?
- Estaba a punto de llevarte a la piscina, seguro la llenabas con tu saliva – mi pecho empieza a subir y bajar hiperventilando, niego con fuerza.
- No, eso no puede ni va a suceder – la morena me observa confundida.
- Espero que puedas lograrlo – se encoje de hombros.
- ¡No! – me coloco frente a ella y la tomo por los hombros desconcertándola por completo – ¡No puedes dejar que suceda!
- ¿Qué puedo hacer yo? – se encoje aún más de hombros.
- ¡No lo sé! Pero no debe suceder… por favor – suplico. La chica baja la vista un instante y acto seguido me mira de nuevo.
- ¿Piensas seguido en él? – hago memoria de eso.
- No en realidad.
- Muy bien, ¿esperas encontrarte con Liam por cada rincón del campus?
- No.
- Entonces… dime la verdad, ¿te gusta? – dudo un segundo.
- No.
- ¡No te creo! Dudaste, una vez que dudas todo se fue a la mierda.
- No es eso…
- ¿Entonces qué es? – cruza los brazos.
- Simplemente… hay momentos en los que me parece atractivo – me encojo de hombros.
- No hay más qué decir… estás perdida – chasquea la lengua.
- No vas a negarme que él tiene un buen cuerpo – entorno los ojos, la morena se encoje de hombros.
- Pues sí, está bueno – toma su barbilla – Y quizás lo único malo de él es que es amigo de una cucaracha como Zayn.
- ¿Te gusta Zayn? – pregunto burlona, ella se sobre salta.
- ¡Claro que no!
- Cada que hablamos lo traes a colación – la chica soba sus sienes.
- Eso no es cierto.
- Eso es cierto, cariño – me recuesto a su lado.
- ¿En serio? – inquiere con voz temblorosa. Pienso un momento y efectivamente, Savah ha mencionado a Zayn en cada ocasión que hemos hablado.
- Sí.

Sin decir nada más, ambas miramos el techo perdiéndonos por completo en éste.



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La última clase antes del almuerzo ha terminado, termino de apuntar en mi cuaderno los temas que debo estudiar para el examen final, luego introduzco mis útiles escolares dentro de mi mochila y me encamino hacia la cafetería sintiéndome repentinamente con entusiasmo. Me dirijo hacia las charolas y de ahí a la comida, coloco sobre un plato dos ensaladas y dos rebanadas de pizza, luego sobre la bandeja, también tomo dos botellas de un litro de agua, pago y me dirijo hacia la mesa donde soy la única que falta, con excepción de la esposa de Niall quien se esconde bastante bien de él.

- ¡Extraño tu falda! – Niall le dice a Savah con expresión y tono melancólico. La morena tan sólo le da un zape.
- Buenos días – saludo con entusiasmo y tomo asiento entre Savah y Niall.
- ¿Qué te pasa? – pregunta el rubio extrañado.
- Quizás es por la navidad, pero estoy feliz – sonrío introduciendo el tema un poco.
- Odio la navidad – se queja Zayn del otro lado de la mesa.
- ¿Hay algo que no odies? – ataca inesperadamente Helga sin despegar la vista de su libro, acto seguido da un sorbo del vaso desechable, que puedo jurar, es el mismo que yo le regalé con café el día de ayer.
- ¡Yo amo la navidad! – comenta el rubio con una sonrisa grande – Hay regalos, mucha comida y vacaciones.
- ¡Me encanta la navidad! – Carty levanta la mano, me recuerda a los pequeños del jardín de niños que levantan la mano para poder opinar.
- Me gusta la navidad, odio las vacaciones – la morena a mi lado habla en voz baja.
- Puedes ir de vacaciones conmigo – la abrazo y coloco frente a ella una ensalada y una botella de agua.
- Gracias – regresa el abrazo.
- Por nada – me giro hacia el rubio y coloco una rebanada de pizza frente a él – Esto es para ti.
- ¡Te amo! – exclama dramáticamente, acto seguido empieza a comer desesperadamente.
- He estado pensando – me apresuro a decir – ¿Qué les parece si hacemos un santa secreto?

Savah levanta las cejas sorprendida, Harry y Zayn revolean los ojos, Olga ni siquiera despega la mirada de su libro, todos los demás sonríen.

- ¡Yo estoy dentro! – Carty se apresura al hablar.
- Yo también – dice Espagueti con una pequeña sonrisa.
- Inclúyanme también – Ed levanta el brazo sin dejar de ver a la flacucha.
- Tan sólo digan qué quiere cada uno y yo les traeré regalos a todos – comenta emocionado el rubio.
- A mí denme libros, por favor – ahora Louis – Estoy dentro.
- Igual yo – ahora Liam. Observo a Savah, la morena me observa y luego guiña el ojo.
- Estoy dentro – levanta la mano.
- Genial. Haré los papelitos para el sorteo de una vez.

Tomo una porción de ensañada y la meto en mi boca, a continuación, busco un cuaderno y un lapicero en mi mochila, elijo una hoja vacía y empiezo a escribir los nombres.

- Es Helvia, no Helvira – susurra Espagueti detrás de mí. ¿En qué momento llegó ahí?
- Cierto – rayoneo el nombre.
- Carter – dicta mientras escribo – Zayn, Liam, Olivia, Edward, Harry, Savah, Louis, Niall, Ciara… y la chica que se supone es esposa de Niall.
- ¡No! A ella no la incluyas – se apresura a decir el rubio – Si no está aquí, que no participe.
- Deben participar todos, rubio – sentencio.

Corto la hoja y Espagueti me ayuda a doblar los papelitos para que no se vean los nombres.

- Si eligen su propio nombre deben regresar el papel y elegir otro – advierto. Tomo los doce papelitos en un hueco que formo con mis manos, a continuación los agito para que se mezclen y Espagueti es la primera en tomar el suyo – No es tu nombre, ¿cierto?

La chica niega, a continuación Savah y Niall toman su papel y espero a que lo desdoblen.

- Es mi nombre – Savah muestra a todos su papel.
- Dóblalo y agarra otro.

La morena obedece, esta vez no selecciona su nombre. Camino lentamente y los demás van tomando sus papeles, tomo uno de los últimos dos restantes. Me dirijo hacia mi lugar y lo desdoblo lentamente.


Carter


Procedo a doblarlo nuevamente y lo guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón.

- No estoy conforme con la persona que me tocó – se queja Zayn.
- ¡Supéralo! – exclama Savahtine sin mirarlo, lo observo revolear los ojos.
- ¿Para cuándo empezaríamos con los obsequios? – pregunta Liam.
- Después del receso, a mitad de los exámenes finales – propongo – Sería como una bendición con tanto estrés.
- Por mí está bien.
- ¿Le darás su papel a tu esposa? – pregunto, el chico revolea los ojos.
- Ya qué.
- ¿A qué hora será lo de hoy? – inquiere Savah.
- ¿Qué cosa? – pregunta Edward hablando en voz alta por primera vez durante el almuerzo de hoy.
- Noche de chicas – responde Carty. Los chicos la observan confundidos.
- En ese caso hay que hacer una noche de chicos – interviene el rubio envidioso – Podríamos ir los del equipo de Fútbol… y Edward.

Mi vista viaja hacia el rubio, eso quiere decir que ahí estaría Scott el hincha pelotas… y el rubio de la clase de nutrición, además de los chicos chismosos de ayer.

- Eso no nos interesa – comenta Savah levantando los hombros con desdén.
- Podríamos empezar desde las siete – Ed observa sorprendido a Cara de rata, espero que no sepa que el dinero de mi papi tiene qué ver con el repentino interés de Espagueti en nuestras salidas, aunque la presencia y las súplicas de Carty probablemente tuvieron qué ver aún más.
- Me parece bien – me encojo de hombros.
- ¿A dónde irán? – cuestiona ahora Liam – Podríamos encontrarnos.
- ¡No! – exclamamos Savah, Carty, Espagueti y yo al mismo tiempo.
- Bien – alza las manos en son de paz.
- Las veo al rato, debo irme – me levanto de mi asiento y me dirijo hacia la salida.

Mis clases transcurren con normalidad, sin embargo, terminan después de las cinco de la tarde. Después de la última clase me dirijo directamente hacia mi dormitorio, tomo lo necesario y me adentro a la ducha. Probablemente me toma unos veinte minutos ducharme y vestirme con ropa cómoda, cuando salgo tiendo mi toalla en la puerta del clóset para que se seque, observo mi guardarropa y aún no decido qué ponerme, por lo pronto me voy hacia mi cama para cepillar mi cabello. Observo la hora en mi celular, son las seis con tres minutos y ni siquiera sé qué ponerme, afuera hace frío pero seguramente adentro hará calor por el aire acondicionado.

Me dejo caer sobre la cama, observo el techo un instante cuando de repente tres golpes resuenan en la puerta. Me levanto extrañada y camino hasta la entrada, abro la puerta y detrás de ésta se encuentra Carty; lleva un vestido corto y suelto color azul cielo, chaqueta de mezclilla y sandalias de tacón color magenta, su cabello está suelto y ondulado, además lleva un maquillaje ligero en los ojos, lo único cargado es el color magenta de sus labios que hacen juego con los detalles de su vestido.

- Creí que iríamos a los bolos, no a una fiesta – levanto la ceja.
- Iremos a los bolos y después por algo para tomar.
- ¿No crees que estás consumiendo demasiado alcohol últimamente? – pregunto con ironía.
- ¡Nah! – responde despreocupada – Creo que somos jóvenes y deberíamos de aprovechar y disfrutar los momentos de diversión.

Se encoje de hombros. Sus palabras están llenas de verdad después de todo.

- Pasa – abro la puerta por completo y la chica pasa, a continuación se sienta sobre la cama de Liam – Aún no decido qué me pondré.
- Puedo ayudarte con eso si quieres – la observo extrañada – En realidad soy pésima para elegir mi vestimenta de a diario, creo que lo has notado.
- Claro que sí – la chica sonríe sin mirarme.
- Pero, soy un poco buena para elegir ropa para salir – toma un vestido color rojo quemado de tirantes y escote pronunciado – Este es muy hermoso.

Lo observo un instante y asiento, ¿en qué momento compré eso?

- Está bien – lo acomodo en un perchero dentro clóset pero separado de la demás ropa.
- Y de calzado – me analiza un instante.
- En el último cajón, deslízalo – la chica obedece y toma un par de sandalias con tacón ancho y bajo color negras.
- Estas combinan bien.

Las coloca a un lado de mi cama y luego toma asiento nuevamente en la cama del castaño.

- Debería comenzar a alistarme – la castaña asiente.
- Puedo ayudarte con tu cabello también – propone con nerviosismo en su voz.
- Adelante.
- ¿Quieres alisarlo u ondularlo?
- Liso estaría bien, la plancha está dentro del espejo – señalo el clóset.

La chica se levanta y camina hasta el clóset, aprovecho para acercar mi maquillaje y empezar con lo mío. Primero empiezo con el hidratante y primer, a continuación, con la base.

- Me gusta tu cabello – dice de repente tomando un mechón – Es muy rubio.
- Pues… gracias – la observo confundida a través del espejo.
- Por nada – se encoje de hombros – No tardaré en alisarlo, ya lo tienes demasiado lacio.
- Bien… – delineo mis ojos con delineador negro y acomodo mi ceja – ¿Carty la demoledora es una de tus personalidades?

La castaña suelta una pequeña carcajada.

- No lo diría así – sonríe sin mostrar los dientes – Pero aquél chico me enfadó demasiado, lo único que hice fue defenderme.
- ¿Sabes artes marciales desde hace mucho?
- Sí… ¿Sabes algún tipo de artes marciales?
- No realmente, sé algo de boxeo. Sé mucho sobre gimnasia pero creo que si alguien se me acercase, no podría defenderme con un split.
- ¿En serio? – se inclina para verme – Es demasiad fácil, ven, te enseñaré algo.
- ¿Justo ahora? – la miro confundida.
- Será muy rápido – coloca la plancha sobre el buró y se levanta – Primero me quitaré estos – desabrocha las correas de sus zapatos y se los quita – Colócate aquí, te tomaré por debajo de tus brazos – me quedo inmóvil y la chica mete ambos brazos por debajo de los míos y a continuación intenta llevarlos por detrás de mi nuca – Espera, eres muy alta – suelto una carcajada, la chica se mueve y al final lo logra – Esta es una posición en la que la otra persona te va a inmovilizar, intenta hacer algún movimiento.

Justo como ella lo ha dicho, no puedo hacer mucho para zafarme.

- No puedo.
- Exacto, lo que harás será empujar tus caderas hacia atrás, eso lo tomará por sorpresa, hazlo – empujo la cadera suavemente hacia atrás – Muy bien, claro que en ese momento lo harás con mucha fuerza, entendido.
- Entiendo.
- En el momento en que lo tomes por sorpresa, jalarás tus brazos hacia adelante para que puedas soltarte de su agarra, golpe en la ingle, costillas y mandíbula, eso te dará tiempo para correr – la observo un tanto confundida – Te explicaré, tómame de la misma forma en que te tenía – obedezco – Aprieta un poco más – pongo más fuerza en mi agarre – Ahora…

La puerta se abre de repente, Liam entra tranquilo hasta el momento en que nos ve, sus facciones se deforman expresando lo que sigue del enojo. Se acerca a grandes zancadas hasta mí y me toma fuertemente por el brazo.

- ¡¿Qué mierda estás haciendo?!

Me jala con fuerza haciéndome caer sobre su cama, estoy tan sorprendida que ni siquiera puedo hacer o decir nada.

- ¡Liam! – interviene Carty pero es demasiado pequeña para lidiar con él.
- ¡Para ya esta mierda tonta! – sigue tomándome del brazo.
- ¡Es todo un malentendido, Liam! – la voz chillona de Carty suena alto en toda la habitación.
- Eres un imbécil – niego sin poder gesticular ninguna expresión.
- ¿Qué? – observa a la castaña.
- Le enseñaba una técnica de defensa personal – toma su brazo y lo aleja de mí – ¿Estás bien? – asiento.
- Parecía como si ella intentara hacerte daño – sus mejillas comienzan a volverse rosadas.
- No es así, lo mal interpretaste todo.
- Lo siento – me observa.

Lo miro de mala gana y después me dirijo al baño a cepillar mis dientes, y por fin sobar mi brazo que se ha puesto rojo; Liam parece un idiota debilucho, pero tiene bastante fuerza. Abro la puerta y antes de llegar a la habitación me detengo a observar a ambos castaños.

- Te ves muy bonita – no puedo evitar revolear los ojos.
- Gracias, te ves muy bien también – lo señala – ¿Siempre sí saldrán?
- Sí, vine por una chaqueta. Hace frío afuera – se acerca hacia su clóset y me escondo para que no pueda verme – Nos vemos, diviértanse.

Lo observo salir de ahí y me dirijo hacia mi cama.

- Liam ya se fue – anuncia Carty.
- Sí, lo escuché salir.
- ¿En serio estás bien? – se acerca, blanqueo los ojos y la observo.
- Estoy bien, en serio.
- Entonces hay que seguir.

Asiento. Termino de colocar el rímel en mis pestañas, acto seguido coloco el rubor y luego un labial rojo intenso.
Tocan la puerta y Carty se levanta para abrir, del otro lado se encuentran las tres chicas; Savah sonríe en grande, Espagueti se nota un poco más relajada y Helvira está sin expresión alguna como siempre. La primera viste un vestido corto color amarillo pegado al cuerpo haciendo lucir sus curvas, un abrigo largo hasta la mitad del chamorro y tacones de aguja negros, su cabello está completamente afro y su maquillaje es en colores neutros; ella es hermosa de la forma que sea. Espagueti viste una falda asimétrica de cuero, espero sintético, en color negro,  una blusa de tirante delgado de color lila, un abrigo morado oscuro y botines con tacón color negros. Helga lleva un pantalón de mezclilla en tubo color negro, una blusa de tirantes color esmeralda, abrigo negro hasta la cadera y sandalias en tacón a juego con su blusa.

- ¿Aún no estás vestida? – pregunta la morena entrando a la habitación – Carty, ese vestido te queda bien.
- Gracias – sonríe.
- Ya voy.

Mi estado de ánimo cayó demasiado, me saco la playera y el pantalón deportivo sin pena alguna, Savah ríe cuando Espagueti y Carty se voltean para no verme semi desnuda.
Tomo el vestido y me lo pongo, al instante Savah se acerca a subir el cierre. Me siento en la esquina del colchón de mi cama y me pongo los zapatos.

- ¿Nos iremos en Bee? – pregunta mi amiga.
- ¿Hay algún problema? – observo a las tres chicas ahí; niegan.

Tomo las llaves del cajón de mi buró, coloco mi cartera dentro de un bolso que haga juego con mi vestimenta, antes de salir me detengo en seco recordando lo que sucedió con Liam y regreso hacia uno de los cajones de mi clóset para tomar un brazalete para el brazo, después salgo de ahí poniendo seguro a la puerta y cerrándola detrás de mí.

Caminamos por el pasillo hasta el estacionamiento.

- Creí que haría más frío – comenta Savah pasando su brazo por encima de mis hombros – Estás muy seria, ¿pasa algo?

Me toma por sorpresa su comentario, la observo de inmediato y niego.

- Estaba pensando en los exámenes por un momento – miento.
- Por favor no me los recuerdes – suplica Espagueti.
- ¿Quieres conducir? – pregunto a Savah.
- Sí quieres – me mira extrañada.
- Gracias.

Le lanzo un beso y le entrego las llaves. Carty, Espagueti y Helga toman asiento en la parte de atrás, Savah en el asiento del piloto y yo en el del copiloto.

- Nadie olvidó su identificación, ¿verdad? – cuestiona Carty.

Negamos. Savah enciende el motor y segundos después arranca el auto, enciendo la música a un volumen alto para omitir la plática de ida.

- ¿Será apropiado usar esta ropa en los bolos? – inquiere Espagueti alzando la voz para que podamos escucharla por encima de la música.
- ¿Por qué no sería apropiado? – pregunto.
- Bueno, el movimiento será un tanto limitado – se encoje de hombros.
- Me gustan los retos – Savah la observa con una sonrisa de lado.

La castaña hace un intento de sonrisa y regresa a su lugar. No estoy segura del tiempo que tomó llegar hasta los bolos, Savah estaciona el auto y bajamos, me cierro la chaqueta para que no se note el escote de mi vestido, luego nos adentramos al lugar hasta la recepción.

- Buenas noches, bienvenidas – saluda un chico.
- Gracias – es Carty quien habla – Queremos una pista por favor, ¿venden alcohol? – vaya que es rápida.
- No, señorita. Sólo snacks y bebidas sin alcohol – la chica nos observa con un deje de decepción.
- Está bien, me llevaré una carta de menú para decidir lo que vamos a ordenar.
- ¿Su pago será en efectivo o tarjeta?
- Tarjeta – intervengo entregándosela. El chico la pasa por la caja registradora, presiona algunas teclas y nos mira nuevamente.
- ¿Por cuánto tiempo?
- Registre tres horas.
- ¿Tanto? – susurra Savah.
- Verás que se pasarán volando – el chico teclea sobre la computadora y después me entrega la tarjeta y el ticket.
- Acompáñenme por favor – lo seguimos hasta la mesa sitiada a metro y medio de la pista, el chico coloca un perchero al lado de la mesa, Carty y Espagueti cuelgan sus abrigos sin pena alguna, no estoy segura de quitarme mi chaqueta aún – ¿Podrían decirme su número de calzado?
- Cuatro y medio para mí – alzo la mano.
- Para mí igual – dicen al unísono Espagueti y Savah.
- Nosotras dos cinco – ahora Carty.
- ¿Traen calcetas?
- Sí – responde Espagueti, la observo extrañada, ni por la mente se me pasó ese pequeño detalle.
- En un momento regreso con su calzado.

Se aleja de ahí.

- ¿Qué ordenamos? – pregunta la pequeña castaña.
- Lo que sea – Savah mira a todos lados y se acerca – Tengo una botella pequeña de ron en mi bolso – susurra.
- ¿Les apetece unas limonadas? Así con el ron sabrán un poco a mojitos.

Levanto las cejas con sorpresa, Carty se ve demasiado inocente pero ahora me doy cuenta que es una borracha de lo peor.

- No quiero beber tanto – por fin habla Gegla.
- Descuida, sólo será poquito.

El “poquito” de mi mujer, en realidad quiere decir “sin límite alguno”.

- Tomen – Espagueti de su bolso toma cuatro pares de calcetas. La miro extrañada – Descuida, son nuevas.

Me encojo de hombros y procedo a quitarme el calzado para colocarme las calcetas. El chico regresa con cinco pares de zapatos especiales para el piso de la pista, nos entrega a cada quien los suyos, me los pongo sin hablar.

- Disculpa, ¿podrías traernos cinco mojitos? – se toma un segundo para reaccionar – ¡Cinco limonadas!
- Claro – el chico sonríe luciendo ligeramente tímido, ¿qué tiene esa Carty que atrae a cualquier idiota con facilidad?
- ¡Vagina mágica! – canturrea en mi oído Savah.
- Pensé lo mismo – ambas reímos.
- ¿Cómo se juega esto? – pregunta Olga quitándose el abrigo y colgándolo en el perchero.
- Es muy fácil, sígueme – Espagueti la guía a la pista.
- Estoy muy feliz – exclama Carty en su lugar.
- Se nota a kilómetros – el tono amargo de Savah provoca que la pequeña dirija la vista hacia el piso.
- Pero nosotras también lo estamos – animo devolviéndole la sonrisa.
- ¿Irán a jugar? – pregunta levantándose.
- En un momento vamos.
- Bien – se levanta y camina hacia las otras dos.
- No sé si esto sea una buena idea – comenta la morena.
- Espero que tu ron sea potente – me encojo de hombros.  
- Lo es…
- Esperaré a que haga estragos en mí – me recargo en el sillón.

No pasan ni cinco minutos cuando el chico llega con la orden, antes de que pueda siquiera dejar el último vaso encima de la mesa pido dos rondas más de limonadas. Savah hace de las suyas y vacía la misma cantidad de ron en cada uno de los tragos.
Doy un trago al mío.

- ¿Podrías servirme un poco más? – me observa juguetona, a continuación toma mi vaso y después de asegurarse de que nadie la observa, sirve más alcohol dentro – Gracias.

Lo bebo de golpe.

- ¡Espérame! – imita mi acción.

Las tres chicas llegan por sus tragos, Carty es la primera en terminarlo.

- ¡Qué rico! – lame sus labios provocándonos una risa – ¿Pidieron más?
- Así es – responde Savahtine.

La pequeña festeja cuando el chico se acerca con las limonadas.

- Parece que les gustó – coloca en la bandeja los tres vasos vacíos.
- Es refrescante – Carty sonríe provocando un leve sonrojo en las mejillas del muchacho nuevamente.
- Ya terminé – anuncia Olga colocando el vaso sobre la bandeja del chico y éste se aleja. Ella había dicho que no bebería demasiado, creo que mintió al respecto.
- Tengo calor – Savah se lanza aire con la mano.

Siento el mismo calor, observo a Savah quitarse el abrigo y caminar hacia el perchero, me acerco hacia éste y tomo mi bolso, de ahí saco mi brazalete y espero a que Savah se aleje para sacarme la chaqueta. Observo mi brazo, un hematoma se ha comenzado a formar y es ahí donde coloco el brazalete.

Luego regreso a la mesa, de un solo trago me bebo una limonada y me encamino hacia la pista a jugar junto a Espagueti y Gelga.
Para ser alguien que no está muy relacionada con los bolos, Helga es bastante buena. Me acerco hacia la mesa y observo los vasos llenos de líquido sobre esta.

- Una especial, por favor – pido a la morena quien se encuentra bebiendo el contenido de un vaso.
- A la orden – sonríe cómplice.

Vierte del líquido de la pequeña botella dentro del vaso, enfoco un tanto la vista y noto que hay menos de la mitad de ron dentro de la botella.

- Casi se acaba – anuncio.
- Pasan de las ocho – Carty observa su celular – A las diez en punto podemos irnos a algún bar.
- Quién sabría que eres una borracha, Carty – Savah la observa con extrañeza, la pequeña nerd nos observa con una sonrisa inocente, acto seguido da un sorbo de su bebida y luego se acerca hacia la pista otra vez.
- Esto es divertido – la sonrisa de Helvira me indica que ha comenzado a agarrar tono con el alcohol.
- Tomaremos otro – comenta Espagueti.
- Adelante.

Ofrezco mi mano a Savah y a regañadientes se levanta para seguirme a la pista y hacer algunos cuantos tiros.
Lanzo una bola y hago chuza, escucho los gritos de festejo de Carty y Savah, doy unos cuantos brinquitos y choco ambas palmas de las manos con las de la morena.

- ¡Qué hay, chicas! – la voz de un moreno llama la atención de todas ahí – ¿Les interesaría una competencia contra nosotros?

Junto a él hay otros seis chicos, todos agitan la mano a modo de saludo.

- No creo que sea buena idea – susurra Espagueti.
- ¿Por qué no? – pregunta curiosa Carty.
- Pues… son desconocidos – se encoje de hombros.
- ¡Oh vamos! Son sólo bolos – anima la chica.
- Podríamos sacar provecho del asunto – interviene Savah.
- ¿Provecho? – las facciones de Gelga se arrugan.
- Que paguen lo que hemos consumido – sugiero.
- ¡Sí! – anima Carty – Podemos contra ellos – se gira hacia los chicos sin siquiera esperar la respuesta de Espagueti – Está bien, juguemos una partida de diez juegos. El equipo que pierda paga las cuentas.

Los chicos se miran entre sí.

- Aceptamos el desafío – anuncia el que nos habló primero – ¿Prefieren en su pista o en la nuestra?
- La nuestra – se apresura a decir Helga.

Nos turnamos para que a cada una le toquen dos juegos de tal manera que los puntajes puedan equilibrarse y de este modo igualar con el puntaje de los chicos.
Sin embargo, los chicos son lo suficientemente buenos como para vencernos; cosa que no dejaremos que suceda…



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Terminamos venciendo a los chicos por un punto… en la primera partida, quizás hayan sido siete partidas las que jugamos contra ellos, los bolos son una mierda adictiva, pero es más adictivo el alcohol, una vez que se termina por completo el ron de Savah, nos vamos del lugar; sin pagar cuenta por haber ganado la mayoría de las partidas.

Nos adentramos a mi coche, está vez manejo yo.

- ¿Hacia dónde? – pregunto poniendo el auto en marcha.
- ¿Wendy’s? – pregunta sin mirarnos la flacucha de Espagueti.
- Hay un bar mucho mejor yendo hacia el sur – opina Savah – Lo buscaré en el GPS.

La voz proveniente del GPS en celular de Savah me guía y en menos de diez minutos estamos bajando del auto, el lugar se ve como un bar tradicional irlandés con un toque moderno.

- Ya está haciendo frío – Espagueti se abraza a sí misma.
- Tomemos calor entonces – propongo observando el lugar.

Tomo la iniciativa de entrar, seguida de Savah. Una vez adentro, el lugar parece no ser tan salvaje como creí, unas cuantas mesas están ocupadas y otras vacías.

- ¿Ese no es Harry?

Pregunta la morena cerca de mi oído mientras señala un lugar en el fondo del lugar, el ruloso está de pie con un tarro de cerveza alzado, quizás brindando por alguna idiotez, la mayoría de sus compañeros de equipo le hacen segunda a excepción de Liam, Zayn y su pandilla; parece que incluso en los deportistas hay nerds y perdedores.

- ¡Chicas! – la estruendosa voz de Niall resuena por todo el lugar, incluso por encima de la música. Antes de siquiera poder girarnos y salir por donde entramos, el rubio yace de pie frente a nosotras – ¡Qué sorpresa! Vengan, acompáñennos en la mesa.
- No venimos solas, rubio – Savah señala detrás de ella y el rubio observa confundido a las chicas.
- ¿Qué hacen juntas? – una de sus cejas se levanta.
- Larga historia – me encojo de hombros.
- ¡Vamos ya!

Nos toma a la morena y a mí de la mano y se abre paso entre las mesas para llegar hasta la mesa de los chicos, sus expresiones al vernos son la misma de un cavernícola hambriento observando algo para comer.

- Qué básicos – comenta Savah con fastidio.
- ¡Wow, wow, wow! Qué nos trajo el viento – el tono idiota del idiota de Scott me hace blanquear los ojos.
- Cierra el pico, Badgley – Ed lo observa de mala gana.

Dirijo la vista hacia ambos idiotas: Zayn y Liam, el primero parece debatirse entre explotar a causa del corto vestido de mi amiga y babear como cascada. El segundo me pasa de largo y clava una mirada confundida en la castaña detrás de mí; Carty. Esto comienza a fastidiarme más de lo que quisiera.

- Tomen asiento, chicas – uno de los chicos de penúltimo año se levanta ofreciendo su silla para nosotras.
- Tomaremos otra mesa, pero gracias por tu amabilidad – sonrío.
- ¡Oh no! – comienza a hablar Niall – Deben quedarse aquí, así nos aseguramos que ningún idiota quiera pasarse de listo con ustedes.

Observo a Edward caminar hacia Olivia, ésta se ve incómoda y ansiosa, como siempre.

- ¡Mesero! ¿Podrás juntarnos otra mesa? – pide Harry al chico que los atiende, éste asiente y se dirige rápido hacia nosotros.
- Siéntate a mi lado, Cia bebé – se le puede notar que lleva varios tragos encima.
- Deja de ser un idiota, Badgley – pide Liam con tono de fastidio – Siéntate acá, Carter – la castaña se dirige hacia él.
- No la molestes, amigo – Harold extiende su mano hacia mí y la tomo al instante.
- ¿Qué dices, Savahtine? – palmea la silla a su lado, mi amiga lo mira de mala gana.
- Ni lo sueñes – de un segundo a otro Malik ya se ha levantado y jalado a Savah hacia con él.
- ¿Qué hay de ti? – la última de pie es Helvira, la chica levanta una ceja.
- Claro que no – ahora Louis se acerca para salvarla.

Scott Badgley es un enfadoso de primera, así que seguramente todas estamos aliviada de que nos hayan librado de un tipo como él.


Pasan aproximadamente dos horas en las que no puedo siquiera hablar un poco, los chicos se han enfrascado en una conversación acerca de lo mal que juegan los de Oxford esta temporada, me limito a beber los tragos que dejan sobre la mesa. Le echo un vistazo a Savahtine, ella hace lo mismo, su expresión de aburrimiento sin duda es épica. Me observa y le hago señas para poder sentarnos juntas y al menos beber como se merece, la chica se levanta de su silla e imito su acción.

- ¿Podrían recorrerse, chicos? – al instante lo hacen.
- Estaba petrificándome del aburrimiento. Malik no dejaba de sermonearme acerca de las consecuencias de llevar un vestido corto y llamativo frente a tantos chicos; ¿qué mierda le pasa?
- ¿Al menos pudiste beber algo?
- ¿Crees que hubiera podido sobrevivir a eso sin alcohol? – largo una carcajada ante su expresión.
- Imagino que no.
- Claro que no – niega. El mesero pasa detrás nuestro y Savah clava la vista en él – ¡Amigo! ¿podrías traer algo de ron y vodka de frambuesa? Quizás tequila, lo que sirva para que la gente no muera del aburrimiento.
- ¿Dos tragos?
- Las botellas completas, por favor – lo observo suplicando.

La expresión del chico es confusa pero termina asintiendo. No tarda en llegar con ambas botellas.

- ¿Quisieran acompañarlo con algún jugo?
- No, en realidad me preguntaba si podría traernos dos vasos, hielo y dos caballitos para shot – el chico asiente y se marcha de ahí.
- Hablas como un borracho empedernido.
- Estoy muriendo, amiga – toma una botella y la destapa, a continuación huele el contenido y su expresión de placer me provoca una carcajada – Y esto… – señala la botella en su mano – Es vida.

El chico llega con el pedido de Savah, la chica se apresura a llenar los shots, acto seguido los tomamos al instante y sin siquiera hacer alguna clase de gestos. Luego coloca hielo en los vasos grandes.

- ¿Ron o vodka? – me observa.
- Vodka.

Asiente, toma la botella trasparente con detalles rosas, y vacía el contenido dentro del vaso hasta tres cuartas partes, tal como se prepara el whisky en las rocas, luego regresa la botella a la mesa y procede a llenar su vaso con la otra botella. Aproximadamente una media hora después, Carty se acerca con una silla hacia nosotras, sinceramente no estoy segura de si está borracha o simplemente le gusta que la traten mal.
Luego Olga, quien minutos atrás se encontraba escribiendo sobre algunas servilletas de papel con desesperación,  se acerca a nosotras, había dicho que no bebería, pero rompió su propio acuerdo. No la culpo, hasta yo lo haría en una situación así.

- No les diré quién me tocó – toma un segundo para hipar – Lo siento, no estoy ebria, por cierto – sus ojos entrecerrados nos dicen lo contrario – Pero necesito saber qué podría querer cada uno de nuestro equipo para el santa secreto, en realidad no conozco a nadie.
- Los chicos probablemente quieran algo relacionado con el fútbol, en especial Edward – comienzo a hablar – Aunque si se trata de Louis, un libro será la respuesta.
- Podrías comenzar con una botella de Whisky – interviene Savah – Todo el mundo ama el Whisky.
- O quizás vino.
- El vino es demasiado caro, un buen vino lo es – me encojo de hombros.
- Entonces Whisky – Carty asiente.
- O ron – Savah levanta el vaso como si fuera a brindar – Yo amo el ron.
- Espero no olvidarlo – dice entre dientes, pero es perfectamente entendible.
- ¿Qué hay de Espagueti? – pregunto antes de dar un sorbo a mi bebida.
- Está con Edward – responde Carty observando a ambos castaños.

Mi vista también se dirige hacia ellos, ambos platican amenamente, aunque no me explico cómo Espagueti no puede sacarse esa expresión de ansiedad de encima.

- ¡Hay que hacer una competencia de shots! – uno de los de último año se levanta seguido de casi todos en la mesa.

Separan una mesa de las demás y colocan dos sillas de manera que las personas que se sienten se miren de frente, observo a Cara de rata levantarse de su asiento y caminar hacia nosotras porque Edward ahora parece interesado en ver quién de los participantes es el ganador.

- Son tan primitivos – revoleo los ojos.
- La palabra no abarca la dimensión de idiotez que ellos manejan – Savah se dispone a llenar los vasos de todas.
- ¿Me das uno, por favor? – pide Espagueti con expresión amarga sin dejar de observar la escena.



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El show de shots terminó llamando la atención de los demás consumidores, lo que provocó distintas competencias de shots de tequila, ron, whisky y vodka entre todos los clientes. Terminó llevándose la victoria un hombre irlandés mayor de sesenta años, los demás quedaron tan decepcionados que lo único que han hecho es beber hasta la hora en que el local cierra.

No estoy segura de cuánto hemos bebido nosotras, pero Espagueti y Helvira se han quedado dormidas sobre la mesa.

- Lo siento pero es hora de cerrar – avisa el chico anunciando que es hora de irnos.

No tengo idea de quién haya pagado la cuenta, ayudo a Espagueti a levantarse, ella se recarga sobre mí como si estuviese dormida, sin embargo, camina hacia la salida.

- Estoy mareada – sus palabras se arrastran.
- Sí, bueno, bebiste demasiado – me aseguro de que su falda siga en su lugar y de que su suéter esté cerrado.
- Tú también bebiste mucho – responde casi babeando mi chaqueta aún con los ojos cerrados.

Observo la manera en que una muy ebria Savah sostiene a Helga, la castaña frunce el entrecejo con fastidio pero aun así permite ser ayudada por la morena. Carty extiende los brazos pretendiendo que es un avión y acto seguido empieza a dar vueltas como loca.

- Gracias por esto – Ed se acerca, observa divertido a Espagueti y acto seguido me abraza.
- Lo hago por ti, tonto – correspondo el abrazo sin dejar de sostener a la castaña.
- Lo sé – sonríe – La llevaré al auto.

Toma como puede a la chica.

- ¿Dónde está Harry? – Savah arrastra las palabras mucho más que de costumbre cuando ya se encuentra un tanto poseída por el alcohol.

La observo, ella trata de mantener por completo el equilibrio, sin embargo, los movimientos de su cuerpo hacen que se tambalee y pierda la postura de tanto en tanto.

- Se fue junto con Niall a quién sabe dónde – responde uno de los integrantes del equipo de fútbol.
- Deberíamos irnos, ya es demasiado tarde – opina otro de los chicos observando el reloj en su muñeca.

Mis ojos viajan hasta Liam y dentro de mí hay un pequeño atisbo de esperanza de que se ofrezca a llevarme…

- Llevaré a Carter – dice acercándose hacia la chica y tomándola por los hombros, quien hasta ahora no había dejado de dar vueltas como chiquilla del jardín de niños. Creo que ya ni siquiera me siento borracha en lo absoluto ante esto.
- Vamos, Savah – el moreno se acerca hasta mi amiga y toma su cintura para dirigirla hacia su coche. Me limito a observar la escena.
- ¡No! – se suelta de su agarre al instante – ¡No me iré contigo! ¡No! ¡No! ¡No! – su cabeza niega con violencia.
- Estás muy ebria como para conducir.
- ¡No conduciré yo, idiota! – por un instante señala a un lugar a la derecha de Malik hasta que puede enfocarlo por completo – Me iré con Ciara.
- Ciara tampoco puede conducir, alguien más la llevará – es justo ahora que inesperadamente me siento como una simple persona más del montón, y al parecer, una carga.
- Olivia ya está en mi auto – avisa Ed – Llevé a Helvia al auto de Louis.
- ¡¿Qué?! ¿Por qué a mi auto?
- Es tu esposa, tonto – comenta uno de sus compañeros de equipo.
- Llevaré a Ciara – se cruza de brazos, tal y como lo haría un niño durante un episodio de berrinche crónico.
- Está bien, yo puedo irme sola, no necesito que me uses de excusa para evitar a Helvira – revoleo los ojos e introduzco la mano a mi bolso en busca de las llaves de mi auto.

No escucho objeción alguna de su parte, probablemente di en el punto y su mejor respuesta fue el silencio.

- ¡Yo la llevaré! – su voz ronca y engreída me jode al instante – Puedes venir con nosotros, hermosa.

Observo de reojo al castaño y sus grises y extraños ojos clavados en Savah.

- ¡Qué asco! Prefiero ir con Malik – sus manos se mueven de manera exagerada – ¡Y no la llevarás tú! – la miro extrañada, no ha dicho que me llevará con ella junto con Malik, en mis adentros pasa el pensamiento de que quizás ella sí quiere ir con él.
- ¡Vamos! – pide Liam con clemencia – Hace frío.

El clima no hiela tanto como tu indiferencia, pedazo de imbécil.

- ¡Tú la llevarás! – señala al rubio que observa la escena a un lado de Liam.
- ¿Por qué yo? – su actitud despreocupada y sus manos en los bolsillos me fastidian – Ni siquiera la conozco.
- Edder, por favor – pide el moreno con poca paciencia.
- Él te llevará – se apresura a afirmar la morena, si no estuviese tan enojada, me reiría de su rostro de ebria.
- No, gracias – giro sobre mis talones, pero no doy ni un paso cuando vuelvo a girarme – Justo ahora me siento como ese trozo de pollo que nadie quiere comer e intentan que el otro lo coma para no tener que dejar algo sobre el plato, y definitivamente no lo soy; me largo.
- Yo sí quiero comerte – Scott me abraza por detrás con toda la confianza del mundo.
- ¡No me toques, imbécil! – lo empujo – Déjame en paz.

El chico se queda ahí mirándome como idiota, escucho una carcajada de Savah ante la reacción del imbécil. No necesito que nadie me lleve a ningún lado, de cualquier modo la borrachera se me pasó por culpa de Liam el idiota; pero después de todo Carty es una de sus mejores amigas, así que de antemano sabía que lo haría. Quito los seguros y la alarma del coche, abro la puerta, me arranco la chaqueta para lanzarla en algún lugar dentro del auto y me adentro  en Bee.
Introduzco la llave en el contacto y espero a que el motor se caliente un poco; a unos cuantos metros diviso a Louis siendo llevado a la fuerza por Edward, a Zayn forcejeando con Savah para llevársela, a Scott aún con esa expresión de idiota sorprendido, al otro rubio caminando a paso lento junto a Liam quien abraza a Carty, quizás evitando que el frío la congele, y a los demás dirigiéndose hacia su auto. Bola de idiotas.
Me coloco el cinturón de seguridad y bajo el freno de mano para poner el auto en marcha, observo el camino y bajo la mirada un segundo para observar la hora en la pantalla de mi celular. Justo cuando mi vista sube un idiota se atraviesa en mi camino, lo que me hace frenar de repente haciendo que mi cuerpo haga el efecto latigazo.

Presiono una y otra vez el claxon.

- ¡¡¿Estás ciego o qué carajo?!! – grito enfurecida con la ventana abajo – ¿Quieres morir? – el chico empieza a caminar hacia la ventana – Es más fácil colocarte frente al tren.
- No – se recarga en la ventana – No quiero morir. Sólo quiero hacer lo que un buen samaritano haría.
- Que te den un nobel por eso – mi voz reboza sarcasmo. Mete la mano por la ventana y destraba los seguros, a continuación abre la puerta – ¿Qué haces?

Extiende su mano derecha hacia mí. Lo observo confundida.

- Te ayudaré a salir.

Observo su mano un instante, sé que no dejará de joder así que simplemente blanqueo los ojos, levanto el freno de mano y salgo de ahí para rodear el auto y tomar asiento en el lugar del copiloto. Me dedico a recargarme sobre la puerta y observar el paisaje obscuro durante todo el camino, no puedo evitar sentirme estúpida por esperar algo de Payne cuando en realidad ni siquiera debería importarme, debería enfocarme en un buen plan para los días en que Liam esté en casa, mamá suele ser terrible con cualquier persona que pisa su hogar… Pero, ¿por qué no me llevó a mí?

- ¿Te quedarás ahí toda la noche?

La ronca voz del chico a mi lado me saca por completo de mis pensamientos. Lo observo un instante y su vista está clavada en mí con el ceño fruncido, lo escaneo durante un momento, ¿por qué alguien como él se juntaría con un perdedor como Payne? Eso lo convierte en un perdedor también…
Payne… ¿por qué mierda me ignoró por completo y no me trajo a mí?

- ¿Soy fea?

Su entrecejo se frunce aún más y su expresión de confusión es simplemente épica.
Me escanea un instante y después se recarga sobre el asiento con la mirada hacia el frente.

- Bueno… sí, un poco – asiente. Lo miro de mala gana cuando voltea a verme sin expresión alguna.
- Debí haberte atropellado cuando pude – resoplo frustrada.
- ¿Qué le pasó a tu brazo? – mi vista viaja hacia el moretón.
- Nada – me encojo de hombros – Producto de la práctica con la escuadra de porristas – el chico asiente y lleva la mirada hacia el frente una vez más.
- ¿Bajarás del auto?
- No, dormiré aquí – respondo con tono frío y cortante.
- Vamos, te llevaré a tu habitación – destraba los seguros de las puertas.
- Iré sola – me siento rígida – ¿Podrías darme las llaves de mi auto?
- No.

Mi mandíbula se abre de la sorpresa, el chico sale del auto y cierra la puerta detrás de él. Mi cuerpo tarda algunos segundos antes de reaccionar y salir detrás de él.
Una vez que cierro la puerta, el muchacho pone la alarma del auto. Lo sigo como tonta durante todo el pasillo.

- ¡Dame las malditas llaves! – rozo su mano y acto seguido el levanta el brazo – No estoy bromeando, tonto rubio.
- Eres rubia también, eso te convierte en una tonta – sonríe burlón.

Me estiro lo más que puedo para alcanzar las estúpidas llaves, pero mis intentos son inútiles, el chico es demasiado alto.

- Te arrepentirás de esto – le clavo una mirada envenenada.
- Okay, aquí tienes – toma mi mano y coloca las llaves en mi palma – Llegaste sana y salva – mi vista viaja hacia atrás de él visualizando la puerta de mi habitación – Bye.

Camina a grandes zancadas quién sabe hacia dónde. Es un tipo raro y demasiado pesado, no me agrada en lo absoluto.

Lo observo hasta que se pierde en el pasillo, a continuación, me adentro a mi cuarto. Lo primero que hago es llevar la vista hacia la cama de Payne; está vacía. Blanqueo los ojos y me maldigo mentalmente antes de llevar mi existencia hacia el cuarto de baño, me desmaquillo tan rápido como puedo, salgo y me pongo la pijama, me echo sobre la cama y a partir de ahí, no sé nada de mí.



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- ¡Despierta!

Los movimientos violentos en mi cama me hacen abrir los ojos de golpe, mi vista tarda algunos segundos en enfocar el cabello revuelto de mi amiga, sus ojos están aún hinchados y trae puesta la pijama con la que suele dormir.

- ¿Dónde está don Liam? – observo su cama vacía.
- No sé, no puedo saber para dónde va cada minuto del día – respondo con fastidio.
- ¡Ya levántate! Tengo hambre – sobra su vientre.
- Necesito dormir un poco más – me cubro con las cobijas – Hace frío.
- Hazme un campito entonces.

Me muevo hacia la pared y Savah entra en las cobijas. Un escalofrío me recorre por completo en el momento en que sus pies fríos tocan los míos.

- ¡Mierda, Savah! ¿Caminaste descalza por la nieve o qué? – la chica larga una carcajada.
- Tan sólo corrí descalza de mi dormitorio hasta acá – me abraza pegando su cuerpo frío a mí.
- Harás que me resfríe – me quejo.
- Claro que no, en un segundo igualaré tu temperatura.

La observo divertida un instante y después dirijo la vista hacia el techo pensando en lo que sucedió la noche pasada.

- ¿Alguna vez has tenido un amigo hombre que se preocupe por ti tanto como lo hace Payne con Carty y Espagueti?
- ¿Los Styles, Niall y Louis cuentan?
- No… algo más tierno y respetuoso – no encuentro las palabras correctas para explicarlo – Que no te mire el trasero o las tetas.
- No exactamente… aunque creo que Liam ha escaneado por completo a ambas flacuchas, el punto es que no ha encontrado mucho para ver.

Suelto una carcajada, luego la escena en que Liam abrazó a Carty se reproduce en mi cabeza.

- Savah…
- ¿Sí? – por el rabillo del ojo puedo ver que ha volteado a verme.
- Creo que me gusta Liam.

Mi amiga no dice nada. Mi vista está tan clavada en el techo de la habitación que ni de reojo alcanzo a observar sus expresiones.

Largo un suspiro sin poder evitar sentirme tonta a causa de la indiferencia del castaño hacia mí, ¿en qué momento comencé a ser idiota?



Última edición por Bart Simpson el Jue 25 Jul 2019, 10:10 pm, editado 1 vez

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Mensaje por Jaeger. Sáb 25 Mayo 2019, 8:30 pm

CAPITULO A Match Made In a University | 1D - Página 40 2841648573 comentaré pronto A Match Made In a University | 1D - Página 40 1477071114
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por indigo. Mar 30 Jul 2019, 6:06 am

Niñas, ya por fin me liberé de los otros capítulos y me pondré a escribir para esta nc A Match Made In a University | 1D - Página 40 1477071114 Espero estar subiendo pronto.

Jen la flash A Match Made In a University | 1D - Página 40 1857533193:
indigo.
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Mensaje por hange. Lun 12 Ago 2019, 7:04 pm

HOLAAAAA

No puedo creer que debo dos rondas en esta nc, péguenme un tiro A Match Made In a University | 1D - Página 40 2998878722 Voy a comentar los capítulos de la ronda pasada lo más corto posible (de verdad esta vez), y luego voy con los de esta como Dios manda. Espero sobrevivir en el intento (¿?)

RONDA 05
DANI:

JEEEN:

kateeeee:
hange.
hange.


http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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