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Mensaje por Jaeger. Miér 07 Mar 2018, 1:37 am


Capítulo 23

Carter White



El rostro de Harry no abandona la sorpresa después de tomarlo de la camisa y estamparle mis labios contra los suyos.

—Era una bromita —digo con la voz escurridiza y suelto una risita una vez que me separo.

Esto último es lo que parece liberarlo de su transe, enseguida menea la cabeza y levanta la mirada hacia a mí, frunciendo el ceño de inmediato, pero parece no poder decir nada más.

—¿Eso es una margarita? —le señalo el vaso a Kevin, uno de los amigos de Harry.

—Eh, si…

—¿Me la das? —y se la arrebato sin esperar respuestas —Graciaaaas.

Me voy canturreando la canción que suena en la fiesta, buscando con la mirada a Helvia, mi nueva compañera no solo en las clases, la tortura del matrimonio o la terapia en grupo, sino también mi compañera de botellas. Sera interesante este semestre con ella.

La encuentro a unos metros de mí, Helvia sigue comiéndose la boca con Louis mientras Edward no deja de mirarlos con la boca abierta. Suelto una enorme carcajada casi al mismo tiempo en que Olivia llega a mi lado.

—¡Carter! ¿Qué hiciste? ¡Mañana….!

—Nah —aleteo la mano para quitarle la preocupación—No te preocupes, amiga. Mañana no voy a acordarme de nada.

Le hago la señal de paz y amor y termino mi margarita. Ya quiero otra.

—Creo que sería mejor tomar a Helvia e irnos.

—No seas amargada —sacudo mi brazo para que lo suelte—Mírala, ¿no te parece que la está pasando bien?

—¡Carter!

Pongo mala cara, pero acepto el regaño. Creo que me pase con la apuesta, lo cierto es que quería un poco de travesuras esta noche, ni siquiera me imagine que Helvia aceptaría viéndose tan seria y recta. ¿Lo ven? Nos parecemos. El alcohol nos transforma.

Olivia me golpea de pronto el hombro con demasiada fuerza y me quejo del dolor. Volteo a verla, ella mueve los ojos al costado y los abre en grande, advirtiéndome de algo.

—¡Carter!

Me sobresalto al reconocer la voz de Harry y miro hacia atrás. Está caminando hacia nosotras con la cara reflejando su enojo y nadie se atreve a meterse en su camino.

Rio otra vez como la ebria que soy y le quito el trago a Olivia. De todas formas, ella no va a seguir bebiendo.

—¿Y ahora?

Le hago fondo al trago y tiro el vaso de plástico en el suelo, secando mis labios pasando mi mano como toda una dama.

—Es la hora de mi huida.

—¿Ah? ¿Te vas a escapar?

—¡Carter, ven aquí!

Levanto el dedo del medio en su dirección. La cara de Harry se pone roja de la furia.

Me echo a correr por la fraternidad riéndome como una desquiciada, las personas me abren paso cuando grito y salto para que se corran. Ni siquiera sé a dónde me dirijo, solo que mis piernas parecen ser dos izquierdas porque estoy medio tambaleándome en mi huida. Llego a la puerta y doy un gran salto, atravesando el pórtico sin más.

—¿Carter? —pregunta Liam con los ojos bien abiertos. Zayn está a su lado con la boca abierta y se le cae el cigarrillo al suelo.

—No, es la Demoledora —el moreno pronto me echa una sonrisa divertida en mi dirección. —¿Acaso vas a demoler a alguien?

—En verdad, voy a gastarme todo el dinero de mi esposo —levanto en alto la billetera que le robe a Harry de su pantalón sin que lo notara.

Liam y Zayn se miran entre ellos para empezar a reírse junto conmigo. No por nada pasaba veranos enteros en el campamento de entrenamiento (o mejor dicho, su casa) del abuelo White. Esas mañas son producto de la mala influencia del viejo, y presiento que sus genes de borracha explosiva también provienen de él.

—¡Joder, Carter! ¡Ven aquí!

—Esa es mi señal de despedida —me paro firme y hago el saludo militar

—Soldado White lista para retirarse, señor.

—Solo que no te maten, soldado—Liam me sigue el juego aun sonriendo

—¿Quieres ayuda con el idiota?

—Podríamos encerrarlo en alguna parte del sótano, ya sabes.

—No sería divertido así —inflo mis cachetes, ellos vuelven a reírse de mí y estoy empezando a preguntarme porque a todos les hace gracia verme de esta forma.

Los rulos de Harry aparecen en la entrada y no doy tiempo a nada más que empezar a correr en dirección a las habitaciones del campus.  Nadie puede negar que soy la más rápida corriendo en todo el campus, no por nada el abuelo me obligaba a correr junto con él a las cinco de la mañana cuatro millas completas. Tengo resistencia y elasticidad más que cualquiera, he sobrevivido incluso a los peores entrenamientos y es hora que lo ponga en práctica.

Salto nuevamente los escalones y caigo sobre mis pies como un gato. Harry se queda con la boca abierta cuando me ve, le saco la lengua y me lanzo a correr de nuevo antes de que me alcance.

—¡Estoy ya no es gracioso, Carter! ¡Ven aquí! —grita detrás de mí. Él también es rápido y dudo que se canse fácilmente, después de todo es el capitán de futbol americano de la universidad de Cambridge.

—¡Atrápame si puedes! —canturreo divertida y soltando más risitas tontas.

Me voy en dirección del césped aun escuchando sus pasos detrás de mí. Los rociadores de pronto se encienden y chillo de inmediato, empezando a empaparme con el agua. De por si el clima aquí no es cálido y esta noche está especialmente fría. Sin embargo, el frio no parece ser un problema en este momento, vuelvo a las corridas cuando Harry aprovecha mi distracción y viene hacia a mí. Es muy tarde cuando trato de huir, él ya me toma entre sus brazos y aunque me retuerza en ellos, no tarda en ponerme sobre su hombro.

—¡Harry, bájame! —grito entre divertida y congelada.

—Joder, Carter. ¡No vuelvas a beber!

—¿Por qué no? ¡Es geniaaaaaal!

Le doy unos golpes en la espalda, observando sus piernas desde cabeza caminar. Styles solo me ignora y sigue andando sin más. Me dejo vencer aun sintiendo los rociadores mojarnos y el frio en mis huesos, al mismo tiempo el aroma y la calidez del cuerpo de Harry. Mi corazón brinca un solo instante, pero trato de no darle mucha importancia. Es solo porque está siendo lindo conmigo, no significa que yo le guste.

Confundir este tipo de cosas no es bueno.

Y no debería permitirlo.

—¿Puedes bajarme? Prometo que no me escapare —digo más tranquila, tratando de recobrar la compostura.

No recibo respuesta nuevamente. Empiezo a moverme, tratando de zafarme de él.

—No me voy a escapar, Harry.

—No estás en condiciones para prometer nada, Carter —replica de malhumor—Lo que hiciste fue un papelón.

—Solo fue un besito. No es como si tu no me hubieses dado un beso sin mi consentimiento.

De un tirón a otro, Harry me baja bruscamente de su hombro, tardo en cobrar la compostura hasta que me sostiene del brazo. Levanto la mirada hacia él y me paralizo al ver sus ojos verdes tan enojados. ¿Y ahora?

—No es como si tú tampoco te hubieses negado cuando te bese.

—Tu tampoco te negaste en este.

—¡Pero porque estaba sorprendido!

—Yo también lo estaba —replico sintiéndome de pronto ofendida —¿Es que si vale contigo y conmigo no? ¿Qué es ese razonamiento tan retrograda?

—Espera, ¿Qué?

Sus ojos incrédulos no hacen más que molestarme aún más.

—¡Me tienes harta con esto de hacerme tu propiedad! Soy humano, por los dioses. ¿No crees que tengo derecho a hacer otras cosas?

—¿Emborracharte y acosar a mi hermano son parte de esos derechos?

—No estoy acosando a tu hermano, solo me gusta —recalco lo último, ignorando como sus orejas se van poniendo rojas del enojo—Y no es como si emborracharme te haya salvado el culo la última vez. ¿Te acuerdas? Esos tipos te iban a romper tu cara bonita.

—No me la puedo creer. ¿Es esta tu verdadera identidad y solo finges ser una rata? —soltó un bufido, observándome molesto—Pensé que, si al menos eras algo retraída y estúpida, eras sincera.

—Buuuu —pongo una mano sobre mi nariz y muevo la otra mano como si estuviera ventilando algo con mal olor—No me vengas con moralidad y sentimentalismos. Esta soy yo, Carter White, en vivo y en directo, diciente lo que todos esos idiotas no te dicen o que tus amigos de por si hacen obvio y saben que es perder tiempo contigo. No soy tuya ni de nadie. Nadie va a decidir mi futuro, ni tú, ni mi papa, ni mi abuelo ni nadie más que yo. ¡Hip!

Pongo una mano en mi boca para tratar de tragarme el hipo, pero creo que el hipo no se traga. El rostro serio de Harry pasa a contener la risa que quiere escapar de sus labios. Me quedo como tonta aun con hipo observando sus ojos, los hoyuelos que se forman en sus mejillas cuando sonríe y la sonrisa asomándose. No es como si no lo supiera, sé que Harry es tan atractivo y sexy como lo es Edward, y no es porque sean gemelos, sino que él tiene un encanto más fuerte que el de su hermano mayor.

—¿Qué vas a hacer mañana cuando recuerdes todo esto?

Meneo la cabeza de inmediato.

—No voy a recordar nada. Tome demasiado, me asegure de ello —levanto el dedo pulgar en alto mientras le sonrió como tonta.

Harry se acerca y baja su cara muy cerca de la mía. Me quedo quieta sin poder moverme, aunque realmente no quiera hacerlo. Sus ojos traviesos viajan de mis ojos hasta mis labios. Siento la ansiedad de que me bese y los nervios carcomiéndome el estómago.

—Bien, no recuerdes nada, White.

Sus labios chocan contra los míos por segunda vez en la noche, pero esta vez el ritmo lo lleva él. Me dejo ir entre las emociones y rodeo lentamente mis brazos alrededor de su cuello. Harry me estrecha de golpe, asustándome, pero no me permite irme de sus brazos. Enseguida me rodea con ellos y ejerce más presión en el beso, moviendo su lengua, incitando a la mía para seguirle.

Que va, mañana voy a olvidar todo. Es mejor si me dejo llevar solo por esta vez, solo esta.

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Desorientada y con dolor de cabeza, apenas me es posible abrir los ojos, solo para volver a cerrarlos cuando los rayos del sol que se filtran por la ventana y parecen quemar mis parpados. Intento sentarme en la cama con lentitud, tratando de recordar cómo diablos fue que llegue aquí anoche. Lo último que recuerdo fueron los chupitos que nos tomamos con Helvia y las risotadas tontas y sin sentidos que lanzábamos mientras Olivia nos miraba como si se nos hubiese zafado un tornillo.

Siento un peso sobre mí, lo que no sé si es la resaca o si hay alguien encima tratando de sofocarme. Me tardo unos segundos más antes de poder abrir bien los ojos y pensar con claridad, pero como si fuese un reflejo, su aroma característico me hace volver a mis sentidos. De par en par, volteo a mi costado para encontrarme con un adormilado Harry encima de mi pecho y sus brazos abrazándome como si fuese un peluche. Contengo mis ganas de lanzar un grito, me contengo diciéndome a mí misma que no es la primera vez que nos encontramos en esta situación. Desde que compartimos cama matrimonial, suele abrazarme en sus sueños y a mí me cuesta dormirme más de la cuenta, sobretodo porque soy la última en acostarme. Salirme de sus brazos es otro problema, porque si se despierta me grita con que deje de acosarlo y que va a denunciarme.

Levanto sus brazos para desenvolverlos sobre mí, pero su cabeza en mi pecho es otro problema. Si supiera que lo hace intencional, entonces enserio lo golpearía y olvidaría toda regla del Taekwondo de usar las artes marciales solo para defensa personal. El dormilón de Harry frunce el ceño y vuelve a envolverme entre sus brazos, mi respiración vuelve a ser irregular y por enésima vez trato de controlar mis nervios, casi imposible. Me escapo de nuevo y levanto entre mis manos lo más delicado posible su cabeza para recostarla en la cama. Me tiro prácticamente hacia el suelo cuando veo sus manos buscarme, y caigo con las manos hacia abajo, amortiguando mi caída.

Al fin libre, me incorporo sintiendo las consecuencias de haber bebido anoche, tanto que la cabeza parece estallarme y aún más después del brusco movimiento que realice. Voy al baño para darme un relajante baño, borrando todo sudor borracho, el sueño y aliviar un poco mis músculos. Estornudo un par de veces y recién allí noto que mis huesos empiezan a doler. Creo que voy a enfermarme muy feo.

Golpean la puerta del baño un par de veces en el momento en que me pongo la bata.

—Carter, ¿estas allí?

Me gustaría preguntarle quien más podría estar en nuestro baño a estas horas, pero hacerlo enojar desde temprano no es lo ideal.

—Si. Buenos días.

Un incómodo silencio y breve se manifiesta, es pequeño porque en dos segundos dice que ira a desayunar primero, eso es suficiente para darme cuenta que algo no va bien. A Harry nunca le importa decirme donde ira, él siempre se marcha sin más.

Con un mal presentimiento, prosigo a cambiarme para ir a desayunar también. Mi celular suena con el tono de llamada, lo alcanzo arriba de mi escritorio y observo la pantalla el nombre de mi madre, debatiéndome entre momentos sobre si contestar o no. Finalmente lo hago, casi sin remedio. Nunca llama sino es por algo importante, y creo saber qué es lo que vendrá: el cumpleaños de papá. Falta casi más de un mes, pero no es secreto para quienes conocen a mi madre que tener las cosas organizadas de antemano es su especialidad.

—Carter —dice simplemente con su voz tan escasa de emoción y cariño —¿Cómo te ha ido?

Sé que pregunta solo por cortesía, hace años comprendí que para Rachel solo puedo llegar a ser una decepción y un estorbo.

—Bien, mama. ¿Cómo has estado papa y tú? ¿Y Cody?

—Aquí va todo genial, como siempre —simple y cortante, típico de ella—Llamaba para recordarte sobre el cumpleaños de tu padre. Lo celebrara en el hotel de los Harrinton junto a sus socios y algunos empleados de la empresa. Nelly te estará esperando en dos semanas para que confeccione tu vestido y tu imagen. Cuida de comer carbohidratos y te recomendaría un corte de cabello, solo para variar el look de vez en cuando.

—Lo entiendo, pero...

—Estará todo pagado, solo tienes que presentarte.

—Creí que papa estaba todavía enojado conmigo. El año pasado no me dejo asistir...

—Y lo está, Carter, no es lo de menos cuando pierdes tu tiempo con esa carrera sin futuro—replica levemente subiendo el tono de voz—El abuelo también ira esta vez y te quiere allí. Agradécele cuando lo veas.

Solo asiento sin más, tragándome todas las palabras. El año pasado, papá festejo a todo lujo y dar su cumpleaños, no se me permitió asistir ni tampoco puedo ir demasiado tiempo a casa porque no le gusta, no desde que me rehusé por primera vez en mi vida y le dije que no seguiría el negocio familiar, sino literatura. Desde ese momento, fui expulsada de mi propia familia.

—Hoy cuidare a Sam —le comento retorciendo mis dedos con nerviosismo.

—¿La hija de los Harrinton?

—Sí, eh, verás, me preguntaba si más tardar en la noche, Cody y yo podríamos...

—Tu hermano está muy ocupado con los estudios, Carter. No tiene tanto tiempo libre como tú, así que no lo molestes.

Muerdo con fuerza mi labio intentando respirar normalmente, pero es difícil cuando han hecho hasta lo imposible por distanciarnos. Cody ni siquiera tiene celular, el internet pocas veces lo dejan usar si no es para la escuela y es donde aprovechamos a mandarnos mail, de lo contrario es difícil mantener el contacto. Otra consecuencia de haber dejado el seno familiar es que debo mantener distancia de una de las personas que más amo en mi vida, mi hermano.

Mamá da una vaga despedida y corta antes que siquiera me deje contestarle. Largo un profundo suspiro, abro la gaveta de mi escritorio y saco de adentro un portarretratos. Allí está la fotografía que nos sacamos la última vez que nos vimos, antes que el verano terminase: Cody se mantiene serio con su cabello rubio ceniza y sus ojos cafés profundos, pero hay un cierto brillo en sus pupilas. Yo lo abrazo por detrás con una de mis mejores sonrisas, por más que en ese momento solo quería llorar porque no sabía cuándo volvería a verlo. Mi hermano y yo siempre fuimos muy unidos desde niños, nos complementábamos bien y nos cuidamos mutuamente. No hacía falta hacer absolutamente nada para sentirme feliz, solo tenía que estar con Cody echados en el sillón mirando una de nuestras series o una película. Es injusto que Rachel y Adam nos separen de esta manera, no cuando fuimos el refugio del otro al sentirnos tan solos.

Observo con detenimiento el retrato y borro las pequeñas lágrimas de impotencia que escapan. Voy a terminar la carrera con las mejores notas, trabajare en una importante editorial y próximamente escribiré mis propios libros. No importa cuanta mierda estén echándome encima, una vez que Cody deje de estar en su poder vamos a estar tanto tiempo juntos como siempre quisimos, incluso comprare una casa al lado de él solo para cocinarle todo lo que quiera.

Pronto, muy pronto.

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De camino al comedor, las miradas de las demás personas y los cotilleos no faltaron. Mis nervios no se hicieron esperar y trate de ignorarlos con la vista hacia abajo. No es como si siempre fuese el centro de atención, pero estaba acostumbrada a que las personas hablasen a mis espaldas o incluso frente a mí, como si yo no existiera o no estuviese presente. Sin embargo, los saludos hacia a mi fueron lo más extraño del día.

—¡Ey, White!

Tyler Evans forma parte del equipo de fútbol, ha salido con la mayoría de las chicas de aquí, y aunque todas ellas dicen que es un completo idiota, también dicen que es de los idiotas que no puedes odiar porque es demasiado sexy y caballero. Rubio y de ojos cafés, contextura alta y delgada. Es lindo, no lo niego. Se acerca a mí con dos amigos suyos, también del equipo de fútbol.

Nerviosa, juego con mis dedos en el intento de calmarme sin ningún resultado positivo.

—El próximo fin de semana haremos una fiesta en la fraternidad por Halloween—uno de sus amigos moreno y alto le pasa un sobre negro, Tyler lo toma para extenderlo hacia a mí. Lo miro sin comprender.

—¿Quieres que se la dé a Harry?

—No, no. Es para ti.

Tardo en aceptarla, pero sigue insistiendo con sus ojos divertidos y traviesos. Agarro la invitación sin siquiera abrirla, esperando a que diga algo así que es una broma o buscando un apiste de maldad en sus iris. No sería la primera vez que me invitan a una fiesta para que me hagan el conejillo de india de todos.

—Ayer en la fiesta supiste como animarnos a todos. Deberías ir a esta también.

—Llévate un disfraz y lleva algunas amigas sexys —dice el otro chico guiñándome un ojo y me alcanza dos tarjetas más.

—D-de acuerdo.

Se despiden de mi de manera simpática. Observo las invitaciones sin comprender realmente que es lo que paso ayer como para ser invitada a una fiesta privada de fraternidad. Generalmente nadie entra sino es por invitación especial, aun mas si es la fraternidad de las Panteras Doradas.

Vuelvo a mi camino a la cafetería, tratando una y otra vez de recordar que diablos hice anoche. Ósea, bebí como loca con Helvia y Olivia nos regañó un poco, bailamos las tres un poco antes de volver a aplastar el trasero en las sillas para seguir bebiendo, pero de allí no puedo recordar nada más, ni siquiera recuerdo cómo fue que llegue ayer por la noche. Me siento frustrada y desorientada, con miedo de haber hecho el ridículo.

Más personas en el proceso de mi caminata me saludan amigables y solo puedo devolver el saludo con timidez, desesperándome. Particularmente hoy, nuestra mesa en la cafetería está más alejada de lo que siempre pensé. Si creía que atravesar las puertas me libraría de la incomodidad, no me di cuenta que allí seria tres veces peor. No hay demasiadas personas, el sábado generalmente aprovechan para volver a sus casas, la mayoría se ha marchado. Pero aún queda un tercio de la población universitaria, todos saludándome y chocando los cinco conmigo, incluso me dejaron pasar antes en la fila para tomar mi desayuno. Diviso la mesa de siempre donde esta Olivia, Helvia, Zayn y Liam, las dos primeras cotilleando de manera secreta mientras los otros dos parecen atragantarse con la comida.

Finalmente llego a la dichosa mesa y me dejo caer al lado de Zayn con la bandeja sobre la mesa.

—Buenos días, chicos.

—Buenos días, demoledora —Zayn se voltea hacia mi lado y me sonríe socarrón, como si supiese algo que yo no—¿Qué tal va esa resaca?

—Tome una pastilla antes de venir aquí —murmure mirando de reojo a las personas hablar entre ellas y viendo hacia nuestra dirección—¿Soy yo o algo extraño está pasando hoy?

—Con el espectáculo que diste anoche, no me extrañaría que no estuvieses en el ojo de la tormenta —comenta Liam juguetón.

Mi mirada de inmediato busca a Olivia y hacia una Helvia con su cara de perro.

—¿Paso algo anoche?

—Sí, lo que paso es que nos mandamos la peor cagada del mundo, Carter —contesta Helvia poniendo una mano sobre su cabez, suspirando de frustración.

—¿Ah?

—¿No te acuerdas lo que paso?

—No, ¿qué paso?

—Que no paso.

—Zayn —le suplico, enserio no estoy para sus adivinanzas—Solo dime que paso.

—¿Estas fingiendo o no te acuerdas?

—Creo que no se acuerda —acoto Liam tratando de oprimir una sonrisita en su rostro.

—Por favor —les echo una mirada a todos, rogando para que dejen tanto misterio o mis nervios van a quebrarse sin más.

—Helvia y tu hicieron un estúpido reto sobre quien se atrevía a besar a sus respectivos "esposos" —explico Olivia haciendo comillas al final. Mi boca se abre de golpe al igual que mis ojos. No, por Dios, no—Y si, besaste a Harry.

¡¿Qué?!

—Debo añadir que escuche que empujaste a todas sus perras para estamparle un besote —acota Zayn, recibiendo un golpe de Liam —¿Qué? Eso es lo que se anda comentando.

Sujeto mi cabeza con mis manos, sintiéndome desesperada. No, no puede ser.

—Luego te fuiste corriendo y Harry te siguió. Desaparecieron como veinte minutos, y cuando volviste estabas empapada y completamente loca—prosigue Olivia. Yo meneo la cabeza esperando a que no siga —Tienes que escuchar hasta el final. Retaste a los jugadores de futbol, los de básquet y los de soccer a beber de la manguera, y les ganaste a todos. Encima de eso, les sacaste todo el dinero que llevaban en sus bolsillos y le hiciste una llave a Rob Stewart.

—¿Rob Stewart? —trago saliva sintiendo mi labio inferior temblar— ¿Ese Rob Stewart?

—Sí, ese justamente.

Volteo a mirar hacia la mesa donde se sienta el chico, un muchacho alto, corpulento y de piel morena. Todos saben que es el bravucón de la universidad y la defensa más grande en el campo de fútbol. Ahogo una exclamación al ver su ojo levemente morado y su nariz con gasas. En cuanto cruzamos miradas, se muestra inquieto y asustado, tanto que deja su hamburguesa a medio comer y se va casi corriendo.

—No me digas que yo...

—Pues a él no le gusto nadita que te le impusieras porque no quiso pagarte. Tratamos de meternos en la pelea con Liam y Louis, incluso Ed y Harry ayudaron

¿Ed también vio todo ese espectáculo?

—Pero cuando pateaste el culo, literal, a Edward al querer defenderte, ahí nos quedó claro que no teníamos que intervenir.

¡¿Le pegue a Edward?!

—Hiciste llorar a Rob Stewart, Carter —enfatiza Olivia con las cejas en alta —El tipo se largó a llorar porque estabas por quebrarle el brazo.

—Oh por Dios, Olivia, ¿por qué no me detuviste?

—¿Crees que no lo intente? Pero tenía que ocuparme de otra ebria que se había ido corriendo, se tropezó y quedo noqueada mientras toda la pelea transcurría —le echa una mirada significativa a Helvia, quien resopla con frustración.

—No puedo creer que bese a ese idiota de Louis.

Y yo no puedo creer que haya besado a Harry, retara a todos los tipos a beber y que encima le pateara el culo al pobre de Rob Stewart.

—¿Paso algo más?

—No, te dormiste como un bebe arriba de Helvia, literal. Las dos estaban tiradas en el suelo—le echo una mirada a la castaña, quien parece tan horrorizada como yo. Creo que eso no lo sabía— Harry te cargo en su espalda y te llevo a la habitación —responde Zayn, dándome un golpe en el hombro —No sabias que eras tan poderosa siendo tan pequeña, eh, demoledora. Eso sí, hay un video de tu lucha. ¿Quieres verlo? —y me tiende su celular.

Meneo la cabeza. No, no quiero verlo ni hoy ni nunca. Escondo mi cara sobre mis manos aun pensando una y otra vez como pude descontrolarme tanto. Es definitivo que no volveré a beber en lo que queda de mi vida estudiantil. Hice una escena y no es de extrañar que todo el mundo mire en mi dirección y hablen a mis espaldas.

—Ahora la universidad entera piensa que sales con Harry.

Suspiro con frustración mientras intento pestañar con rapidez antes que los ojos se me llenen de lágrimas. ¿Qué demonios estaba pensando? Obviamente, no estaba pensando porque de lo contrario no me hubiese metido en un lio así.

—Y hablando del burro, ahí se acerca con el novio de Helvia —suelta Zayn burlándose de nosotras.

Giro tan rápido la cabeza que creo que me va a dar torticolis. Harry camina con su bandeja en compañía de Louis hacia nuestra mesa. Apenas hacemos contacto visual, siento las mejillas sonrojarse con fuerza y decido olvidarme del desayuno por hoy. Helvia parece pensar lo mismo, porque enseguida se levanta de golpe dando una pobre excusa de ir a la biblioteca y yo no tardo en correr detrás de ella sintiendo la mirada del castaño sobre mi espalda.

—Apenas tengo una semana aquí —murmura Helvia apenas llego a su lado, ambas caminando a todo dar en nuestras piernas, sin quiera importarnos disimular—Y mira en el lio que me metí.

—Lo siento, seguro es mi culpa.

—Claro que es tu culpa porque tú lo propusiste —Santa mierda, ¿Qué hice? —Pero más es mi culpa por haber aceptado. Estamos jodidas, Carter, muy jodidas.

No tiene que decirlo para que lo sepa.  No sé qué será hoy en la noche cuando tenga que ver a Harry, lo peor es que evitarlo no es una opción porque tenemos que cuidar a Sam en la noche.

¿En qué te has metido, Carter White?

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El resto del día me la pase escondida en la biblioteca adelantando tareas y haciendo resúmenes de las materias para mantenerme preparada en las épocas de exámenes y no quemarme la cabeza preparándolos con las entregas y proyectos próximos. Estaba tan concentrada en ello que la hora paso casi volando y cuando quise darme cuenta, ya era hora que me preparara para cuidar hoy a la noche a Sam. Sus padres solían viajar los segundos y cuartos fines de semana, tanto juntos como separados, a cualquier lugar donde tuviesen una casa de vacaciones. Sam por las tardes se quedaba donde su abuela, en las noches yo la cuido porque la abuela va al bingo con sus amigas y Sam se muere de aburrimiento. Son solo dos fines de semana y a veces tres en las que tenemos que asistir. No es un trabajo pesado, la paga es buenísima y hay bastante libertad para hacer lo que queramos. El problema ahora es ir con Harry cuando todavía no sé cómo darle la cara después de lo que hice.

Primero voy hacia mi casillero a dejar mis libros y los cuadernos, algunos que tienen clases los sábados me saludan con grandes sonrisas y chocando los cinco justos como en la mañana, solo que ahora soy consciente de lo que sucedió.

—¡Es Carter la demoledora! —chilla uno.

¿De dónde saben mi apodo?

—¡Buena llave, White! —grita un chico pasando a mi lado.

—Gracias —le sonrió brevemente y sigo de largo, tratando de caminar más de prisa.

A duras penas llego al cuarto con la cara roja de la vergüenza. No sé cómo hay personas que soportan ser el centro de atención. Ojala esto pase de prisa antes que se vuelva una costumbre para todos.
Para mi gran suerte, Harry no se encuentra dentro. Debería preocuparme que no estuviese para llevarme y tomando en cuenta que debo estar retrasada, pero ni siquiera me importa. Marco el numero de un taxi para que pase a buscarme a la vez que saco unos billetes de mis ahorros escondidos en mi lado del ropero.

—Hola, buenas noches, ¿tendría un taxi disponible?

—Buenas noches, señorita. Si, lo hay. ¿Podría decirme su dirección?

—Sí, claro, es en la universidad de...—

El celular se me es arrebatado de las manos de un momento a otro. Volteo de inmediato encontrándome con los ojos verdes de Harry mirándome, muy cerca de mí. Trago saliva con el corazón paralizado y los nervios picando cada parte de mi piel. Corta la llamada sin decir nada más y me extiende el celular. Tardo en tomarlo unos segundos y me sobresalto cuando rozo mis dedos con los míos.

Santa mierda. ¿Porque tuve que besarlo? Ahora es como si hubiese puesto más leña al fuego para que sea aún más idiota de lo que ya es conmigo.

—¿Por qué llamas a un taxi? —pregunta interrumpiendo el incómodo silencio, sin embargo, no toma distancia.

—V-voy a... —aclaro mi garganta, gritándome a mí misma que deje de tartamudear, lo que parece imposible —C-cuidar a Sam.

—Se supone que tenemos que ir los dos. Te he estado esperando hace horas.

Mi cara se pone roja de golpe de solo pensarlo. Trato de tragar saliva, pero el nudo en la garganta y mi estómago contraerse una y otra vez me impiden hacer algo más que seguir mirando sus ojos. Harry parece tan o más incómodo que yo, con sus ojos titubeando una pregunta que sus labios no se atreven a pronunciar, o es porque estos se desvían desde mis ojos hasta mis labios, dándome un sentimiento de deja vu.

De pronto, como si fuese un flash, empiezo a recordar como corrí entre el césped con los rociadores encendidos y Harry llevándome en su hombro, la breve discusión y finalmente los besos que compartimos anoche. Si creía que no podía tener la cara más caliente, pues no me imaginaba que podía equivocarme. Ahora lo único que queda hacer es esperar a que el infierno me lleve y voy con mucho gusto.

El titubeo se acaba cuando los ojos determinados del castaño aparecen. En ese momento, me doy cuenta que tengo que hablar antes que él.

—Carter, yo...

—Lo siento, fue un error —digo toda atropellada, jugando con mis dedos y mordiendo mi labio inferior —Estaba ebria y no estaba en mis cabales. Lo siento tanto, ayer hice todo un lío.

—¿Un error? —susurra confundido, entrecerrando los ojos.

—Sí, lo siento muchísimo, Harry. Sabes que yo nunca haría algo así estando sobria.

—¿No?

—No, no estoy loca. Lo siento mucho.

Quizá esperaba a que se burlara de mi o que me insultara por haberlo acosado (porque creo que realmente lo hice), pero, siendo sincera, no esperaba que Harry me mire como si lo hubiese lastimado, con sus ojos tristes y el rostro contraído. Me inquieto ante su reacción, sin entender porque pienso en el momento que hice algo mal.

—Bien, te espero afuera —dice sin más y se da media vuelta para caminar hacia la salida.

Da un portazo, sobresaltándome. Observo la puerta de la habitación por donde se fue, preguntándome que diablos sucede entre nosotros ahora.

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Fue el viaje más incómodo que tuve en mi vida y no exagero. Styles se mantuvo todo el camino callado y con la vista hacia delante, ni siquiera me dejo prender la radio porque a cada vez que lo intentaba, la apagaba de inmediato. Tuve la suerte de traer mi viejo iPod y me entretuve con The Pixies en el camino.

Me acomodo en el sillón observando a Harry de reojo, mantiene su cabeza apoyada en su mano sentando en el sillón individual hacia nuestro costado izquierdo mientras Sam y yo estamos en el sillón largo con el último capítulo de la primera temporada de Stranger Things reproduciéndose. Yo ya vi las dos temporadas hace semanas desde mi laptop las veces en que hacía tiempo para no ir temprano al cuarto y tener que cruzarme con Harry. Creo que debería buscarme otra serie para pasar las tardes, leer o estudiar más. El problema es que estoy segura que no tendré cabeza para pensar en otra cosa que en los últimos acontecimientos. No sé por qué, creo que he cruzado una línea que no esperaba que existiera y ahora me encuentro entre ignorar lo que está pasando o hacer algo al respecto. Pero soy una completa cobarde, jamás podría encarar a Harry y preguntarle qué es lo que sucede entre nosotros y por qué esos besos entre ambos.

Siento la cara roja y dejo caer mi cabello hacia adelante para cubrirla, misión imposible cuando Sam se voltea a mirarme.

—Carter, ¿no estas enferma?

Le doy una corta sonrisa.

—No te preocupes. Estoy bien.

Apenas termino de decirlo, estornudo tres veces seguidas. Sam me pasa enseguida un pañuelo descartable de la caja que está arriba de la mesita ratona y me sueno los mocos.

—Bueno, creo que sí.

—Deberías abrigarte más. El invierno no tarda en llegar y Londres es jodidamente fresco.

—Sam, la boca.

—¿Que? Todos en mi aula lo dicen, joder.

—¡Sam!

—Vale, me comporto —la preadolescente levanta las manos arriba en señal de rendición—Pero si me convierto en una marginada social por no poder decir palabrotas, tendrás que volver al secundario conmigo, Carter.

Le dedico otra sonrisa antes de darle un pequeño revoleo a su cabello. Solo en ese entonces noto la mirada de Harry sobre mí, nuestros ojos conectan un segundo antes que desvié mi mirada hacia la televisión, concentrándome plenamente en Eleven derrotando al demogorgon para ayudar a Mike y los demás a escapar.
Sam maldice de nuevo ahora que se termina la primera temporada y farfulla de que ya debemos mirar la segunda temporada. Decidimos una pausa para hacer más palomitas.

—¿Y a ti que te pasa, cabeza de arbusto? —le pregunta en dirección de Harry, quien es el único ser humano que parece aburrirse con semejante serie.

—¿Tenemos que seguir mirando esa estupidez?

Sam lo observa con la boca abierta.

—Tu vida es un asco si crees que la serie es mala, feo.

—Sam —le echo una mirada de advertencia.

—No estoy entendiendo nada, ni siquiera vi el primer capítulo —replico devuelta Harry con el ceño fruncido.

—¡Lo hubieses dicho al principio! Pensé que la habías visto con Carter.

Mis mejillas se vuelven rojas de golpe una vez más e intento no volver a mirar a Harry otra vez en la noche. Lo escucho resoplar.

—A Carter no le gusta compartir tiempo conmigo, por si no lo sabes.

—¿Y a quien le gustaría si eres todo un amargado?

—Y tu una niña fea. Con razón no tienes novio.

—No tengo novio porque los chicos son así de estúpidos como tú.

—Creo que ya es hora de las palomitas —intervengo de inmediato y le tomo de la muñeca a Sam, tirando de ella hacia la cocina.

Saco una bolsa de palomitas instantáneas y la pongo de inmediato en el microondas, soltando un suspiro de puro alivio. Sam me observa con los ojos entrecerrados.

—¿Qué pasa?

—Deberías decírmelo tú, Carter.

—¿Con respecto a qué?

—No te hagas la tonta —se recuesta en el desayunador, analizándome.

Los nervios me hacen una mala jugada. Soy mala para disimular cuando algo va mal y Sam me conoce mejor que nadie al igual que Cody.

—Está pasando algo con el cabeza de arbusto, ¿verdad?

—¡Claro que no! —chillo de inmediato.

Aprieto con fuerza mis labios. No tuve que haberle gritado, no si quería seguir fingiendo.

—Ya veo —Sam sonríe como el gato del país de las maravillas —Ahora que lo pienso, creo que es un poco injusto que sigamos viendo la serie si él no la ha visto.

—Bueno… es cierto…

—Olvida las palomitas, vamos afuera.

—¿Ah?

—La noche esta preciosa, no vamos a desperdiciarla. ¡Apúrate, Carter, vamos! —la risita de Sam resuena en la cocina y se va corriendo hacia la sala. Casi al segundo, escucho a Harry quejarse porque se ha lanzado encima de él y le insiste con ir a jugar al parque más cercano.

El microondas suena con las palomitas echas y las retiro dejándolas en un recipiente para cuando volvamos. Hubiese preferido quedarme encerrada antes que salir.

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Uno, dos, tres rebotes con la pelota y Harry la lanza al aro, encestándola. Sam refunfuña porque vamos perdiendo por mi culpa y quizá también porque Harry es bueno en todos los deportes, incluso el básquet.

—¡No se vale, no se vale! —chilla Sam molesta—¡Eres más alto que nosotras, es obvio que vas a ganarnos!

—No es mi culpa que seas una enana—la sonrisa socarrona marca Styles no tarda en formarse en el rostro del chico, rebotando una y otra vez la pelota.

Por mi parte, me siento cansada. No es como si realmente hubiese hecho demasiado, enceste un par de veces y le arrebate la pelota a Harry, pero fue más un enfrentamiento entre ellos. Mis músculos empezaron a dolerme a penas comenzamos a jugar y ahora duelen aun peor, sin tomar en cuenta que siento más frio del que debería.

—Carter, ¿puedo ir a buscar a Sean a su casa?

—Es tarde, Sam, no creo que lo dejen.

Sean es un niño de la misma edad que Sam. Han sido amigos desde siempre y como no si viven al lado del otro.

—Los papas de Sean nunca están en casa y su nana lo deja siempre y cuando este la abuela o tú.

Le doy permiso antes que la pequeña terca vuelve a insistir y se va corriendo en busca de su amigo, en dirección hacia su casa. La cancha de básquet queda lo bastante cerca para que pueda obsérvala llegar desde lejos, además el barrio es privado y demasiado tranquilo, hay seguridad de que nada le sucederá.

—Creo que ahora somos tu y yo, Carter.

Santa mierda, había olvidado que me quedaría a solas con Harry.

—Deberíamos tomar un descanso—digo nerviosa, ansiando un poco de espacio.

—Nop, vamos a seguir —Harry se mueve delante de mi rebotando con la pelota.

Levanto la mirada y al segundo me arrepiento, aun no puedo enfrentar sus ojos.

—No me gustan que me lo hagan fácil, Carter.

Pasa a mi lado chocando mi hombro con el suyo y salta para encestar de nuevo. Mi equilibrio se pierde por un momento, me recompongo a tiempo cuando me pasa la pelota. Siento la cara roja cuando volteo a mirarlo con su sonrisa arrogante y mi corazón empieza a latir fuerte.

—Vamos, Carter. Gáname un solo punto y mantendré limpio mi espacio.

Titubeo por unos segundos, es una oferta jugosa que no puedo rechazar. Pico la pelota contra el suelo y me concentro en cómo diablos pasar sin que Harry me robe la pelota y encestarla. Paso de él esquivando sus manotazos para robarme la pelota y salto para encestarla, la puntada que llega a mi cabeza me hace errar en el tiro.

—Pensé que eras mejor que eso, demoledora —se burla, de inmediato toma la pelota en su poder y la rebota contra el suelo.

Trato de ignorar las punzadas más fuertes que vienen a continuación, el constante frio y el mareo. Creo que enserio voy a enfermarme.

Harry intenta pasar, de un movimiento rápido le saco la pelota y trato de encestarla de nuevo. Tan rápido se mueve que se sobrepone delante de mí. Rechisto y trato de hallar un espacio por donde pasar, y no lo hay. En mi distracción, me arrebata la pelota y suma otro punto. Para este entonces, yo ya estoy lo suficiente cansada y sintiéndome abrumada. Demasiada cercanía entre nuestros cuerpos. Demasiada.

—Si no logras encestar, tendrás que limpiar mi parte por el resto del año.

—Eso es injusto —replico molesta, aunque mi voz sale tan débil que no lo demuestra.

El castaño solo se encoge de hombros aun con soberbia.

—Entonces, encesta un punto, White.

La pelota llega a mí y no dudo en lanzarla desde la posición en la que estoy. Harry se da cuenta tarde, salta para evitar la encestada. Aterriza demasiado cerca de mí, tanto que me hago hacia atrás de manera involuntaria y mis pies se enredan, no sé si por el mareo o por los nervios, aun así, caigo hacia atrás y Harry conmigo. Antes de caer en el suelo, pone una mano detrás de mi cabeza, omitiendo el fuerte impacto. De todas formas, no es como si el resto de mi cuerpo no sufriera las consecuencias.

—Ugh—gimo de dolor, sintiendo el peso de Styles sobre mí.

El solo pensamiento me vuelve a la realidad con las mejillas aún más rojas. Harry aun no parece haberse dado cuenta, se queja de la caída y se apoya entre sus manos, mirándome.

—Debiste haber tenido más cuidado.

—Lo... siento —murmuro, casi sin aire.

La conexión es de inmediata. Sus perlas esmeraldas me reflejan y transmiten tanto que no sé cómo explicarlo con palabras. Se mueven de mis ojos hacia mis labios, haciéndolo tragar fuerte. Mi respiración irregular no se normaliza por más de que pienso una y otra vez que nos estamos confundiendo, que este juego de estar casados nos está lavando el cerebro, pero parte mía grita que no es así, que no es para nada mentira lo que sucede.

¿Pero qué sucede?

—¡Harry, Carter! ¡Ya volvimos!

Empujo de golpe a Harry arriba de mí y me incorporo lo más rápido que puedo. El mareo me vuelve a enredar los pies, Harry me sostiene, como si adivinara que volvería a caer. Ni siquiera lo miro, ni siquiera agradezco. Estoy más ocupada en los latidos frenéticos de mi corazón y de disimular que aquí nada paso.
Porque nada paso, ¿verdad?

—Cabeza de arbusto, él es Sean. Sean, él es cabeza de arbusto.

—Sam, por favor, no le digas así —replica Sean. Pese a que solo tiene trece años, es casi tan alto como Harry, de cabello negro y ojos azulados—Hola. Hola a ti también Carter.

—Ho-hola.

—Sí, hola —dice Harry sin más. —Creo que deberíamos irnos a casa, enana.

—¿Que? ¡No! ¿Sabes lo que me costó convencerle?

—Carter está enferma. ¿No la ves?

Modulo para replicar, la mirada de Harry me calla al instante y no soy lo suficientemente fuerte para sostenerla.

—Estas muy roja —comenta Sam y se acerca, poniendo una mano sobre mi frente —¡Estas ardiendo, mujer! ¡Hay que llevarte adentro de prisa!

—No exageres —me zafo del agarre de Harry de manera sutil—Vamos a...

Las palabras se me quedan atragantadas en la garganta cuando el mareo me viene golpe. El castaño vuelve a sostenerme de inmediato, pasando una mano por mi espalda y sosteniéndome desde la cintura. Si antes mi corazón se había calmado, ahora parece imposible. Su mano va hacia mi frente y en sus facciones se refleja la preocupación.

—Será mejor que nos vayamos.

—Tengo medicina en casa, voy a buscarla —dice Sean y se echa a correr.

—¡Entra por la puerta detrás! ¡Apúrate! —le grita de regreso Sam y se posiciona a mi otro lado, sujetándome del brazo libre—Lo siento tanto, Carter. No sabía que estabas enferma.

—Yo tampoco lo sabía.

—Aun así, debiste decir algo si te sentías mal —espeta Harry molesto y tira de mi con brusquedad, haciéndome dar pasos a lo tonto.

—¡Sé suave, idiota! ¡Se siente mal!

—Tuviste que haberlo dicho antes, Carter —ignora a Sam y no me da otra mirada.

Lo veo de reojo en camino a la casa y noto que aprieta con fuerza la mandíbula, como si estuviera reteniéndose a gritarme. Parece enojado, demasiado, y una parte de mí se pregunta si es saludable sentirme bien verlo así por mí.

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A la mañana siguiente, Harry me quita el termómetro de la boca. Antes de dar el veredicto me echa una mirada regañona.

—38, 9º.

Estornudo tres veces. Me pasa una caja de pañuelos y saco tres aun cubriendo mi nariz y boca con la palma de mi mano. Trueno dos veces hasta que salgan todos los mocos y suspiro, completamente derrotada ante la gripe. Ayer por la noche, Sam se puso como loca correteando de aquí para allá y volviendo loco a Harry y Sean. Afortunadamente, la abuela Violette llego antes de lo esperado porque juraba y juraba que el bingo estaba comprado por la señora Sparks, quien siempre ganaba y se llevaba todos los premios. Harry aprovecho el momento y me subió arriba del auto, apenas y me dejo despedirme de Sam.

—¡Recuerda que el viernes iras conmigo a pedir dulces, Carter! —chillo Sam antes de que el auto arrancara.

Meto la medicina en mi boca y la trago acompañándola con un vaso de agua. Me recuesto nuevamente sobre la cama sintiendo en cada partícula de mi cuerpo el dolor y el desahucie. Según Harry, estuve corriendo como loca por los regadores en pleno otoño con el invierno pisándole los talones. Definitivamente, no iba a volver a embriagarme de vuelta en la vida. Que un rayo me partiera si eso volvía a suceder.

—¿Qué te duele? —inquiere de pronto al notar mi mueca—¿Quieres que te traiga algo para comer?

Meneo la cabeza. El apetito es lo que menos me preocupa

—Tienes que comer algo, Carter.

—Solo quiero dormir —suspiro otra vez y me acomodo entre las sabanas.

—Está bien. Le diré a Stella que no podrás asistir a la terapia de grupo.

Lo veo de reojo darse media vuelta y caminar hacia la puerta. Mi corazón se siente en cierta forma reconfortado y cuidado, protegido con dedicación. Nadie había sido así conmigo en mucho tiempo, y hablo del tiempo en que Cody vivía conmigo.

—Harry —lo llamo débilmente.

Se da la vuelta de golpe, como si estuviese alerta. Le regalo una sonrisa, sus ojos se abren. Creo que lo he tomado por sorpresa.

—Gracias.

Me mira por unos segundos más que parecen interminables. Enferma y desgastada, aun así, me tomo el tiempo de admirar el brillo en su mirada. Se aclara la garganta antes de proseguir.

—Me echaran la culpa a mi si no soy bueno con mi esposa.

Lo último me hace sonrojar como tonta. Él finge no notarlo y sale con pasos apresurados por la puerta. Sonrió sin evitarlo. No sé qué es lo que está sucediendo entre nosotros, pero sin dudas él es lindo cuando es atento y se preocupa. ¿Estaría bien pedir estar enferma siempre?

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Apenas empiezo a sentir una mano sacudir suavemente mi hombro, el sueño va abandonándome a la vez que el agotamiento me golpea fuerte. Pareciera que me siento aun peor de la siesta. Me cuesta a abrir los ojos, logro enfocar con éxito a Olivia con una sonrisa y un gesto preocupado en el rostro. Helvia está detrás de ella con los brazos cruzados y echándome una corta sonrisa.

—Estas hecha un asco —dice Helvia y se acera a mi escritorio, coge una botella de agua y me la pasa, quitándole la tapa en el camino —No soy doctora, pero deberías beber para no deshidratarte.

Tomo la botella aun sintiendo dolor incluso en mis dedos. Olivia me ayuda a sentarme despacio sobre la cama.

—¿Qué hacen aquí? —inquiero luego de darle dos sorbos.

—Bebe más —insiste Olivia.

Le hago caso sin fuerzas para rechazarla.

—Vinimos a ver como estabas. Harry nos dijo que estabas enferma.

—Pero el idiota no dijo que tanto. ¿Cómo va esa gripe?

—Una mierda.

—Y eso que dormiste bastante.

Le hecho una mirada al despertador de la mesa de luz. Es mediodía. Dormí toda la mañana.

—Casi se me pasa la hora del remedio.

—Antes de remedios, deberías comer algo.

Helvia esta vez trae una bandeja con un tazón. Lo deja arriba de mí y veo una sopa de pollo.

—La cocinera nos hizo el favor de cocinarte cuando le dijimos que no podías ni moverte.

Les doy una sonrisa de agradecimiento, demasiado cansada para hablar. Tomo unos sorbos con la cuchara, pero no siento sabor absoluto.

—¿Cómo esta, eh?

—Rico —digo con desgano. —Lo cierto es que no tengo apetito.

—Aun así, tienes que comer y beber mucha agua, así se te pasara rápido.

—También Harry debería limpiar este chiquero —Helvia señala la habitación completamente hecha un desastre —Pareciera que viviera un puerco.

—No pude limpiarla. Lo siento.

—No deberías sentirlo, él debería hacerlo y ayudarte —replica Olivia frunciendo el ceño, molesta—Ese idiota al menos debió limpiar el cuarto. Esto está lleno de bacterias. Así no vas a recuperarte.

—Eso es cierto. También deberías darte un baño.

Asiento sin más y sigo tomando mi sopa de pollo. Ellas dicen de un baño y ni siquiera creo poder mantenerme en pie. Tengo tanto dolor y sueño, que lo único que quiero es dormir hasta navidad.

—¿Qué paso con la sesión en grupo?

—Un fiasco. No sabía que podía ser tan exasperante —comenta Helvia.

Olivia se encoge de hombros.

—Lo normal.

—¿Llego la chica nueva?

—Se le atrasaron los planes, según Stella.

—Oh…

Olivia parece querer decir algo más, es interrumpida cuando la puerta de la habitación se abre sin más y entra Harry con una caja de pizza en la mano y una sonrisa triunfante en el rostro, una que se va desvaneciendo cuando ve a las chicas y enseguida cambia a su modo gruñón.

—¿Y ustedes que hacen aquí? —pregunta de mala gana

—Vinimos a ver a Carter, ¿y? —espeta Helvia entrecerrando los ojos.

—Ella está enferma, no es el momento para que vengan con sus cotilleos.

—No vinimos a cotillear, tarado. ¿Qué te molesta?
Harry mira el tazón de sopa y su ceño se frunce más.

—¡Que yo tenía el almuerzo para ella y ustedes lo arruinaron!

—Darle pizza no es lo que necesita ahora, genio —replica Via y señala su lado de la habitación —Y mira todo ese chiquero. ¿No deberías ser un poco más limpio ahora que está enferma? No esta saludable para que la tengas de esclava.

Las orejas de Harry se ponen rojas, no sé si por vergüenza o por enojo.

—¡Carter no es mi esclava!

—Claro que sí, la tratas como si fuera tu perro faldero —Olivia no se queda callada—Madurar te haría bien, abusivo.

—Sí, eso, eres un abusivo —ambas se cruzan los brazos por igual —Seguramente por eso Carter también se enfermó, porque la explotas.

—Chicas… —intento detenerlas, pero ambas me mandan una mala mirada para que me calle.

—No, Carter. Es un idiota que debería aprender de una buena vez.

—¡Ya dejen de criticarme y largo!

—Oblígame.

Aunque Helvia lo reta, Harry no lo hace. No sé qué habrá pasado con ellos en el pasado, pero supe que son amigos de la infancia al igual que con Edward.

—No peleen —ruego con vagancia.

Ninguno de los tres me hecha atención, como siempre. Los ignoro en su discusión aun tomando mi sopa de pollo para poder descansar. No sigo demasiado la pelea, solo sé que Harry está perdiendo contra las chicas al verse en desventaja. Helvia tiene carácter y Olivia también cuando la hacen enojar.

Llego a la mitad de mi plato, pero ya me siento demasiado llena. Me recuesto en la cama con más sueño y cierro los ojos, dejándome desfallecer.

—¡Ella es mi esposa, no me digas como cuidarla! —escucho gritar a Harry.

No sé si lo sueño o qué, se siente tan real que mi corazón latió fuerte y lucho con tratar de mantenerse despierta solo para saber si lo que dijo fue cierto. Mis parpados me pesan más, y me dejo vencer después de escuchar a Helvia burlarse de Harry.

La esposa de Harry Styles, Carter White.

Bueno, al menos no suela tan mal como el mes pasado.


Jaeger.
Jaeger.


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A Match Made In a University | 1D - Página 39 Empty Re: A Match Made In a University | 1D

Mensaje por Jaeger. Miér 07 Mar 2018, 1:54 am


Capitulo 23.2


Por segunda vez en el día, alguien mueve mi brazo ligeramente para despertarme. Esta vez me cuesta menos abrir los ojos y salir del sueño, los huesos no me duelen tanto y no tengo la nariz tapada de mocos. Zayn me sonríe con una caja de pizza en la mano y la asoma hacia a mí.

Lo último que recuerdo es que Olivia me dio el medicamento antes de marcharse. No sé bien en que termino la pelea, solo que Helvia se enojó con Harry y creo que le pateo el culo.

—Mira lo que te traje, mi pequeña demoledora.

—¿Peperoni? —pregunto tras apenas y sentir el olor desprender.

—Tu preferida —me guiña el ojo.

Le regalo una sonrisa y solo cuando se levanta puedo notar la presencia de Liam, lleva una caja de jugo de naranja en la mano y lo vierte sobre un vaso antes de pasármelo.

—La vitamina C te hará bien al resfrió.

—Gracias, chicos. Es lindo de su parte.

Zayn me ayuda a sentarme sobre la cama mientras Liam corre la silla de mi escritorio para dejarla al lado de esta y tomar asiento.

—Supimos por Helvia y Olivia que estabas enferma. ¿Qué tan mal te sientes?

—¿Del uno al diez?

—Si así lo quieres.

—Un seis.

—¿Significa que estas un poco mejor? —Zayn se queda parado al lado de Liam y saca una porción de pizza para llevárselo a la boca.

—Sí, no te preocupes.

—Pareces masacrada, como si te hubiesen golpeado veinte tipos al mismo tiempo.

—Zayn... —le regaña el castaño.

—¿Que? Es verdad, esta echa una mierda.

—Gracias, tu sí que sabes hacer sentir bien a la gente—suelto con sarcasmo y saco una porción para darle un mordisco. Apenas puedo sentirle el gusto, pero sabe mucho mejor que la sopa, de eso es seguro. —¿Alguna novedad?

—No, pero ¿eres amiga de Steve Peterson?

—¿El encargado de la biblioteca? —el moreno asiente—No, no sé si amigos. Hemos hecho proyectos juntos y lo ayude a acomodar los libros en los estantes un par de veces. ¿Por qué?

—Le dijo a Rob Stewart que era tu amigo y el tipo le devolvió el dinero —comenta Liam divertido.

Yo suelto una carcajada junto con Zayn, quien se encarga de contarme todo el proceso porque él estuvo en la biblioteca a esa hora. Steve es un buen chico, suele usar pantalones grises de vestir junto con una camisa blanca por dentro de la ropa y gafas de culo de botella. No es un mal chico, pero las personas en la universidad suelen aprovecharse de él al no tener un carácter fuerte. No me parece mal que esté tratando de usarme como protección. Vaya a saber cuánto dinero Rob le ha robado todos estos años.

—Por cierto, Edward está molesto contigo, Carter.

La sola mención de su nombre me descoloca momentáneamente. Olvide a Edward y que lo golpee en la fiesta. Aunque si voy a ser sincera, hacía tiempo que su imagen no invade mi mente, ni siquiera cuando veo a Harry me recuerda a su hermano, y eso que son idénticos. Pero saber que está molesto conmigo no hace más que ponerme nerviosa, ansiosa y culpable. Ni siquiera sé si realmente le hice daño o que, no pude preguntarle a Olivia tampoco.

—Debe odiarme.

—Le dejaste el ojo morado, nena. Si no lo hiciera no sería normal.

—Joder Zayn —murmuro casi histérica golpeando mi frente con ambas palmas. No, no, no, no. ¿Qué mierda hice? —¿Por qué carajos no me dijiste antes?

—No preguntaste —se encoge de hombros.

—¡Zayn!

—No quisimos seguir incomodándote, Carter —interviene Liam, pasándome nuevamente mi vaso de jugo. Por poco y lo bebo de golpe—Es que era demasiada información. Ed no te odia, si está molesto porque te emborrachaste y te enfrentaste contra Rob. Lo cierto es que nosotros también nos molestamos.

Me apena ver las expresiones serias de Zayn y Liam. Puede que no recuerde, eso no significa que no haya causado problemas a mis amigos.

—L-lo siento.

—Sabemos que lo sientes, es obvio cuando hay un video tuyo pateándole el culo al bravucón de Cambridge circulando por toda la universidad —contesta Zayn con ironía —Pero, joder Carter, deberías controlarte solo un poco. Casi nos matas del susto cuando te enfrentaste a Rob. Pensamos que iba a matarte o algo por el estilo.

—Además, ¿de dónde diablos aprendiste a pelear? —inquiere Liam

—Sí, porque te juro que había movimientos que no conocía.

—Mi abuelo era Sargento Coronel en la milicia. Nos entrenó a mi hermano y a mí como sus soldados. Además, soy cinta negra en taekwondo y jiujitsu —explico llevándome un silbido por parte de ambos.

—¿Ósea, que puedes patearnos el culo cuando quieras?

—Deberíamos empezar a tratarla mejor, puede que nos mate la pequeña Demoledora.

Liam me revuelve el cabello y me pasa otra porción.

—Solo si me hacen enojar —finjo mirarlos mal y le doy una mordida a mi pizza.

Ninguno de los dos se lo cree porque enseguida se ríen de mí.

—Que tierna —Zayn me toma del cachete y lo mueve de un lado a otro, haciéndome sonrojar—Incluso podría salir contigo.

—No bromees con eso —replico avergonzada.

—Aunque eres demasiado blandita. Me gustan con más carácter.

—¿Así como Savahtine?

Zayn le hecha una mala mirada a Liam, obviamente no queriendo indagar en el tema.

—De todas formas, no es como si tu fueras mi tipo —le digo encogiéndome de hombros —Demasiados tatuajes para mi gusto.

—¿Y qué hay de Edward entonces?

La masa se me queda atragantada en la garganta y empiezo a toser sin parar. Liam me palmea la espalda mientras Zayn me pasa más jugo. Lo bebo a las apuradas aguantándome los atracones, asustada. ¿Tan obvia soy? ¿Edward lo sabe? ¿Y si lo sabe y por eso también está molesto? ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo voy a darle la cara? ¿Y a Olivia? ¿Ella se dio cuenta? Si, debió haberse dado cuenta. Si lo hicieron los chicos, es obvio que sí.

—¿Estas bien?

—Sí, Liam, gracias —balbuceo con torpeza y aprieto fuerte el acolchado sintiendo mi rostro más rojo de lo normal. —¿Soy tan obvia?

—No…

—Yo si me di cuenta —interrumpe Zayn. El castaño le hecha una mala mirada y yo solo suspiro frustrada y odiándome por ser tan tonta—¿Qué? Soy observador, aunque no se note. Yo si me di cuenta y le dije a Liam, él es más lento…

—Solo estaba siendo educado.

—Sí, lo que sea. Pero, Carter, ¿Qué vas a hacer?

La pregunta me descoloca momentáneamente, todavía mis mejillas están sonrojadas y no dejo de apretar el acolchado. ¿Cómo que qué voy a hacer? ¡Nada! Es lo lógico. A Edward le gusta Olivia y no hacen mala pareja. Es más, se ven lindos juntos.  A mi lado, Edward no se ve para nada bien. Yo no me veo bien al lado de nadie.

Las miradas curiosas de los chicos me arrebatan el aire sin encontrar una respuesta adecuada. Abro la boca sin saber que decir, y como si fuera el momento oportuno, Harry abre la puerta de la habitación con una bandeja en la mano. Su desagrado no pasa por desapercibido. Enseguida frunce el ceño y fulmina con la mirada a los chicos.

—¿Y ustedes qué diablos hacen aquí?

El suspiro que se escapó de mis labios no llamo la atención de ninguno. Nunca me había alegrado de ver a Harry tanto como ahora.

—Vinimos a ver a Carter, ¿acaso no te fijas?

—Si me fijo, y veo que le trajeron pizza, Malik —Harry entrecierra los ojos y coloca una sonrisa socarrona en el rostro—¿No saben que lo mejor para el resfrió es sopa de pollo?

—Sí, pero Carter odia el pollo —replico Liam devolviéndole la sonrisa y arrebatándole la suya del rostro—¿O no te lo dijo?

—Li…—tiro de la punta de la camisa y meneo con la cabeza —No peleen, me duele la cabeza.

No me duele tanto, si me dolerá si se ponen a discutir.

—Será mejor irnos —Zayn se levanta no sin antes llevarse la caja con él. Me revuelve el cabello antes de sonreírme —No te preocupes. Somos tus amigos y sabemos guardar secretos.

Me guiña el ojo antes de irse, ignorando por completo a Harry cuando le pregunta cuál es el secreto. Liam se marcha riéndose, como si quisiera realmente molestarlo.
Styles se gira hacia a mi apenas la puerta se cierra con los ojos entrecerrados, observándome tal cual traidora.

—¿Qué hacían ellos aquí?

—Me trajeron pizza y jugo de naranja—respondo apachuchandome en la cama.

—¡No puedes traer tipos aquí! —protesta acercándose a mi lado de la cama, dejando bruscamente la bandeja con el plato de sopa—¿Y cómo es eso que no te gusta el pollo? ¿Por qué nunca me dijiste?

—No son tipos, son mis amigos. Además, nunca preguntaste que me gusta comer o que no.

—¡Pero hoy comiste pollo!

—Porque las chicas se esforzaron en traérmelo. No podía decirles que no.

—¿Y yo que, entonces? —replica ofendido, casi suena lastimado—¿No vas a tomar la sopa que te traje?

Abro la boca para decirle que realmente no tengo apetito, apenas y comí dos porciones y sin muchas ganas. Son sus ojos tristes los que me hacen cerrar el pico y asentir.

—Si voy a tomarla. Quiero sentirme mejor para mañana —le regalo una sonrisa, despejando al menos su ceño fruncido—Gracias. Estoy segura que no fue sencillo pedírselo a la cocinera por segunda vez.

—Ni que lo menciones. Tuve que prometer una cita con su nieta el viernes.

Esta vez soy yo quien frunce el ceño, sintiendo hervir mi garganta desde mi estómago hasta la punta de mi lengua.

—¿Por qué hiciste eso?

—¿Qué cosa?

—Eso, prometer una cita a la cual no iras.

El castaño me mira entre sorprendido e incrédulo. No tarda un segundo en ponerse en su fase de idiota, con su sonrisa de que todo lo puede y las manos sobre la cintura.

—Claro que iré. Me mostro una imagen y es caliente. ¿Por qué no?

Aprieto otra vez el acolchado, sintiéndome cada vez más molesta.

—Tenemos que ir con Sam a pedir dulces. ¿Lo recuerdas?

—¿Cuándo prometí eso? —se cruza de brazos—No voy a desperdiciar mi viernes cuidando a esa enana. Además, llevare a mi nueva chica a la fiesta de las Panteras Doradas.

—¿Qué? —mascullo casi sin voz.

—Lo que escuchaste. ¿O acaso pensabas que te llevaría a ti?

El breve silencio confirmo mi respuesta. Harry se ríe con cinismo.

—Por favor, no creo que te hayan invitado y sabes que es exclusivo, aunque puedo hacer algo por ti para que vayas con tus amigas. Estoy seguro…

—Muchas gracias, pero no lo necesito, ya me invitaron —le interrumpo mirándolo con fijes, intentando con fuerza no ponerme a gritar allí sin más. Harry se sorprende nuevamente.

—¿Estas enojada?

¿Por qué saldrás con otra chica? ¿Por qué la llevaras a la fiesta de Halloween? ¿Por qué te comportas bien conmigo y luego como un imbécil?

—No, ¿por qué debería estarlo?

—No lo sé, tal vez estas confundiéndote.

Su tono despectivo me hiere, realmente lo hace. Puede que nunca muestre cuando algo me afecta, eso no significa que no pase, que no me duela. Estos días había pensado que ese beso cambio algo en nuestra relación, que estos gestos que tenía conmigo era porque yo le importa.

Pero vamos, Carter, tu nunca le importas demasiado a nadie. Solo es pena. Obra de caridad. Llámalo como quieras. Solo no te confundas.

—No te preocupes —le dedico una sonrisa corta. Por lo tenso que se pone, sé que está molesto. He aprendido a leerlo bien en poco tiempo—Edward es quien me gusta. Es atento, amable, profundo y…

—No tienes oportunidad con él —duro y frio, la mirada de Harry acompaña al tono de su voz. Yo trago saliva con fuerza, más que sintiéndome intimidada, me siento dolida—Edward no se fija en chicas como tú.

—¿Chicas como yo?

—Si. Chicas como tú no salen con chicos como nosotros.

—¿Y cómo son las chicas como yo?

Duda un momento en decirlo, realmente lo hace, y le ruego mentalmente que piense bien antes de hablar.

—Ya sabes, perdedoras.

El silencio que se forma entre nosotros termina de romper las ilusiones que había creado y apenas era conscientes. Si me confundí. No es como si él no tuviera razón. Chicas como yo, cobardes y perdedoras, no salían con chicos como él. Estaban en otra liga por más que fueran imbéciles como Harry.

—Comprendo —murmuro sintiéndome aun peor. Me recuesto con la frazada tapándome casi por completo la cabeza.

—¿No vas a comer? —pregunta de nuevo, y siento la clara intención de no importarle si ceno o no.

—No, gracias.

—Bien.

Da largos pasos hacia la puerta, apagando la luz en el proceso y la cierra de golpe y fuerte, dejándome en la oscuridad. Mis ojos se llenan de lágrimas y me termino de tapar la cabeza, intentando reprimir el llanto.

No puedo. Duele demasiado para hacerlo.

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La gripe persistió por unos días más, aun así, fui a todas mis clases y me salteé el almuerzo toda la semana, esperando tener que ver lo menos posible a Harry. Por su parte, él también parecía evitarme. No volvía a la habitación hasta muy tarde. Yo me levantaba demasiado temprano y huía, esperando no cruzar una sola palabra entre nosotros.

Fueron tres días de mucha tensión. Para ayer en la noche, las cosas se habían aflojado, o al menos ya no tratábamos de evitarnos. Yo no lo hacía, poco después comprendí que es imposible: nos quedan más de medio año juntos compartiendo habitación. Supongo que él pensó lo mismo.

Ayer, Harry volvió de su entrenamiento apenas termino. Lo observe leyendo mi libro desde la cama y sonándome la nariz. La incomodidad y densidad no se hizo esperar. Ni siquiera podía mirarlo a los ojos, aún estaba molesta y dolida con él.

—¿Va bien esa gripe? —pregunto de pronto.

No levante la mirada hacia él.

—Sí, gracias.

—Bien.

Y se marchó hacia las duchas sin darme una segunda mirada. Ya habíamos superado el encuentro fatal después de tres días sin vernos y había sobrevivido hasta entonces.

Antes que nos fuésemos a dormir, Anne llamo a Harry. Él no se veía para nada contento y escuche sus gritos desde el baño cuando me estaba poniendo el piyama y cepillándome los dientes. Una vez que salí, echo un vistazo hacia a mí con el ceño fruncido y los ojos preocupados.

—¿Qué sucede?

No contesto, solo meneo la cabeza.

—Sí, si es Carter, mama—contesto bruscamente antes de tomar una profunda respiración. —¡No! Es ridículo. No hablaras con ella. No puedes... No, ya lo sé. Mamá, por favor, tiene clases y... Joder —separo el celular de su oreja por unos segundos haciendo una mueca de dolor—Bien, bien. Ya te paso.

Se acercó pocos pasos hacia a mí y me tendió el celular.

—Solo dile que no —susurro y paso de mí, yendo directo hacia el baño.

Muy confundida, lleve el teléfono a mi oído.

—¿Hola?

—¿Carter?

—Eh, si —asentí sintiéndome tímida y preocupada. Si llamaba esas horas es que había algo mal—¿Cómo ha estado, Anne?

—No mejor que tú, supongo —replico brusca, sorprendiéndome —¿Es que ya engatusaste a mi hijo?

Me quede sin habla por unos momentos, no sabía si seguir en la llamada o cortarla, pero preferí no hacer nada que nos terminara perjudicando.

—Yo...

—Tengo suerte que será solo este mísero año —chasquea la lengua y aclara su garganta—He decidido que la flacucha y tú no pueden estar sin hacer nada. Deberían aprender algo bueno para variar, así que las inscribí en clases de danzas árabes —mis ojos casi se salen de orbita cuando la escuché decir aquello. ¿Danzas árabes? ¿Qué diablos con eso? —Traten de faltar una sola vez y les prometo un informe muy feo en su segunda visita.
Anne solo corto la llamada y cuando Harry escucho sobre vernos bailar a Olivia y a mi danza árabe, el muy desgraciado solo se hecho a carcajadas.

—Por eso amo a mi mama, siempre con sus ocurrencias —suspiro divertido y meneo la cabeza, sentado desde el borde de la cama con los brazos cruzados —No te preocupes, seguramente solo quiere molestarlas. No es necesario que asistas.

—Dijo que daría una mala calificación...

—Nah, mama nunca nos haría eso a Edward y a mí —se encogió de hombros—No vayas sino quieres, tampoco es como si ella pudiera obligarte a hacer algo.

Y tiene razón. Anne no puede obligarme, aun así, aquí estoy, sentada en el fondo del autobús yendo a las clases de árabe junto con Olivia, quien no deja de moverse de los nervios. Ella si pego un grito al cielo y se quejó en grande por el abuso de nuestra "suegra". Edward le dijo lo mismo, que no asistiera. Es fácil para ellos decirlo, no para nosotras el no hacerlo. Tendríamos a Anne aún más en contra nuestra y lo que menos queremos es que perdiéramos el año solo por no ir a mover las caderas.

—Ahora entiendo porque el 30% de los matrimonios fallan a causa de las suegras. ¡Son como un monstruo come almas!

—Y a nosotras no nos tocó una fácil —hago una mueca—En mi vida baile algo más que tango, ¿será difícil?

—Al menos tu puedes bailar, Carter, yo tengo dos pies izquierdos.

—Supe por internet que se usan las caderas.

—A ver.

Olivia busca videos en YouTube de muchachas bailando, se me ruborizan las mejillas de solo pensar en usar un traje tan descotado y descubierto, sobre todo con sus movimientos de cadera y pecho.

—Apenas puedo usar brasier, ¿qué le pasa? Es una bruja.

Coincido en su totalidad. Anne es de lo peor.

Nos bajamos en la parada que indica el GPS y nos guiamos por el google map del celular de Olivia. Llegamos a una academia de baile a una cuadra que tiene siluetas de bailarinas dibujadas en las paredes color hueso. Nos adentramos por la puerta negra de acero y entramos en la recepción. Una señora de cabello pelirrojo nos sonríe de par en par.

—¡Bienvenidas!

—Hola, buenas tardes —dice Olivia y yo asiento en modo de saludo, manteniéndome al lado de la castaña—Estamos aquí por las clases de árabe.

—¿A nombre de quién?

—De Anne Cox.

—Esperen un momento—Betty, según su etiqueta, busca en la computadora y teclea dos veces antes de volver a dirigirse a nosotras aun sonriendo—Olivia y Carter, ¿verdad? Pasen por el pasillo, la tercera puerta del lado izquierdo, corazones.

Dando las gracias y despidiéndonos, caminamos hacia el pasillo largo donde están todas las clases. Increíblemente las paredes no existen, sino unos vidrios gigantescos que nos permiten observar las demás clases. Desde ballet a hip hop, llegamos a la clase de árabe. Solo hay tres chicas más que nosotras, y son unos años más grandes.

Quien parece ser la profesora, se acerca a nosotras con una media sonrisa puesta en el rostro. Casi tengo que recordarme a mí misma cerrar la boca ante la maravilla de mujer delante de mí. Oliva y yo intercambiamos miradas que todo lo dicen: definitivamente, esto no es para nosotras.

—¿Olivia y Carter? —ambas asentimos con timidez. La profesora extiende la sonrisa de su rostro—¡Bienvenidas! Mi nombre es Camille, y es un placer para mi tenerlas hoy aquí y en las próximas clases. Ahora, a presentarse con las demás. —hace tres aplausos para llamar la atención de las chicas.

La presentación corta e incómoda no se hace esperar. Yo no soy buena para relacionarme con la gente, creo que Olivia tampoco lo es porque se ve más incómoda que yo. Camille nos hace cambiarnos con trajes que hay en la academia, despreocupándonos de comprar uno o al menos hasta la presentación anual.

En menos de diez minutos, tengo puesto un traje color violeta en la parte inferior con monedas redondas que cuelgan de hilos de la prenda de mi cadera. Tengo puesto el corpiño del traje con monedas danzantes y ruidosas, exponiendo mis pechos aún más. Olivia sale del vestidor con uno celeste, también avergonzada tanto o más que yo.

—¡Les quedan geniales! —felicita la profesora. Todas le siguen el aplauso, aunque hay algunas que les da lo mismo.

—Creo que esto es un poco revelador —opino por debajo tratando de cubrir mi pecho.

—Claro que no, te ves preciosa así, Olivia.

—Yo soy Olivia —esta levanta la mano.

—Sí, si —Camille aletea la mano para quitarle importancia al asunto—Ahora que están integradas al grupo, les enseñare una coreografía que hemos estado practicando hace una semana y en el transcurso les enseñare las técnicas del baile y poco de historia sobre las danzas árabes.

Sin más remedio, asentimos y nos colocamos al fondo del todo. Camille nos observa desde el espejo y menea la cabeza antes de dirigirse de nuevo a nosotras.

—No, chicas, ustedes van delante de todo. La señora Cox me pidió que pusiera completa atención sobre ustedes.

—Aprendemos rápido —miente Olivia de inmediato, nerviosa.

—Por favor —La sonrisa cordial de Camille no nos deja ningún otro escape. Nos movemos delante de las demás recibiendo malas miradas y no es lo de menos cuando la profesora parece opacar su esfuerzo—Empecemos. Chicas, ustedes sean pacientes con las nuevas, ¿sí?

Ninguna me parece sincera e intento hacer lo mejor posible cuando la música empieza a sonar y Camille nos va enseñando los pasos. Yo trato de seguirle el ritmo, aunque fallo miserablemente. Olivia es quien parece tener más problemas que yo, pues va toda descoordinada.

—No, no, así no —replica Camille y vuelve a enseñarlos el movimiento de la cadera —No muevas los pies, solo la cadera de un lado a otro.

La castaña me echa una mirada de súplica, pero no podemos marcharnos, no si no queremos ser reprobadas.

—Esto lo hizo apropósito. Le pago para torturarnos —murmulla Olivia cuando la profesora vuelve al frente y empieza a bailar.

Yo solo asiento porque también lo creo, y viniendo de Anne Cox, nada es imposible.

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Fueron los cincuenta minutos más largos y torturosos de mi existencia. Camille es una profesora exigente, no quiere cosas a medias, las quiere completas y perfectas. Nos hizo repetir el movimiento de cadera en una esquina por veinte minutos mientras terminaba de repasar la coreografía con las demás, a quienes por cierto no les hemos caído en gracia para nada porque tienen que repasar la lección con nosotras, y ni hemos llegado la mitad de la coreografía.

Nunca he sido una bailarina excelente. El abuelo White me enseñó a bailar tango desde que era niña porque el viejo es completamente apasionado y porque si no eran correr dos millas y unas doscientas lagartijas de más. Además, según él, me veía preciosa cada vez que bailaba y le recordaba al momento exacto en el que se enamoró de la abuela. Mis dos pies izquierdos saben manejarse en el área del baile, pero eso de aprender árabe era otra cosa paralela. Y los trajes. Por los cielos, los trajes. Me daban vergüenza de solo pensarlo en usarlos delante de más personas.

—No voy a volver. Nunca, nunca —mascullaba Olivia molesta —Golpéame si llego a entrar una vez más allí.

—No fue tan malo...

—¿Que no lo fue? —me manda una mirada incrédula.

—Bien, si lo fue, pero no es como si tuviéramos otra opción...

Salimos por la puerta principal con Olivia aun maldiciendo y dándome la razón a regaña dientes. Y pensar que tendremos que venir todos los jueves y martes si o si a mover las caderas, no los pies.

—¡Olivia! ¡Carter!

La voz masculina de Des nos sorprende, y al voltear al costado, sale de su auto con una sonrisa en el rostro y cierra la puerta, acercándose a nosotras. Por detrás de él, observo que no ha venido solo, pues Edward y Harry lo acompañan, este primero en el asiento delantero. Aun así, es el Styles menor el que llama más mi atención, sonrojándome. ¿Se cortó el cabello?

—¡Las he extrañado, chicas!

El fuerte abrazo de oso que Des nos da a ambas por poco me quita la respiración. Nos suelta al cabo de unos segundos, tan contento de vernos que enseguida nos pasa a las dos un brazo por el hombro y nos dirige hacia el auto.

—¿Cómo han estado mis muchachas?

—Sobreviviendo —Olivia se encoge de hombros y yo solo contesto con una sonrisa tímida.

—Supe por los chicos de las clases de árabe —comenta con pena—Lo siento, Anne está loca.

—Está bien, estamos acostumbrándonos a su manera de expresar amor.

—Olivia...

—¿Que? No he dicho nada malo, Carter.

—Está bien, no se preocupen —Des se ríe en voz alta y menea la cabeza con diversión—Es una bruja, ¿cierto?

Ninguna contesta, aunque supongo que los tres estamos de acuerdo en ello.

—No digan nada delante de los chicos, ellos son muy sensibles con respecto a su mama —nos guiña el ojo.

Abre la puerta de atrás del auto. Advierto que Olivia esta por darme el paso a mí, la sujeto del brazo y por poco no la obligo a que se meta a dentro. Con un intercambio de miradas, ella parece comprender que no quiero a Harry sentado a mi lado. Por más que estemos tratando de llevar las cosas en paz, no quiero soportarlo a mi lado sino es para dormir. Se desliza hacia dentro y me subo en instantes, cerrando la puerta.

—¿Qué tal la lección de árabe, chicas? —Edward se voltea desde el asiento y nos echa una sonrisa divertida.

—No me jodas ahora, Edward. No estoy de humor.

—No pudo ser tan malo. ¿Cierto, Carter?

Mis mejillas se sonrojan de golpe y como tonta me quedo unos segundos sin contestar. La sonrisa tímida en mi rostro parece ser suficiente para contestarle. Se vuelve a Olivia, observándola como si solo existiera ella, aunque esta no parece notarlo de inmediato. No es necesario ser un genio para darse cuenta que Edward gusta de Olivia. Lo he notado desde el principio. Se siente atraído y no es lo de menos, Olivia es increíble y se ha vuelto una amiga importante para mí. Ha sido mi única amiga desde que Jenna se fue y me quede sola en esta universidad de locos. Además, no tengo que soportar a una suegra maniática por sus hijos sola.

—Por cierto, Carter, buen golpe —Ed señala su ojo. Ya se le ha ido lo violeta, aunque todavía le queda un poco oscuro.

—Lo siento tanto…

—No te preocupes, no fue nada.

Harry se ríe de golpe.

—Lloriqueaste cuando te golpeo.

—Claro que no, no lloriquee.

—Si lo hiciste —interviene Olivia.

Y eso no me da gracia, me da más vergüenza y odio a mí misma por haberlo golpeado. ¿Quién golpea el chico que le gusta? ¿Quién?

Des sube al auto luego de haber ido a buscar una lata de Coca-Cola para nosotras en la máquina de gaseosas. Le agradezco internamente su aparición, de lo contrario me moriría de vergüenza allí sin más.

—Se lo merecen.

—Gracias, Des. No era necesario.

—Claro que sí, Olivia. No es fácil ir a mover los pies.

—Las caderas —le corrige Edward, aun burlándose —¿Y a ti que te pasa? Estas con cara de perro.

Un Harry con el ceño fruncido quita su vista de la ventana antes de dirigirse a su hermano.

—Déjame en paz.

Ed parece querer decirle algo, sin embargo, creo que se lo piensa mejor y solo se calla, echándome una mirada hacia en mi dirección, como si fuésemos cómplices. No evito ponerme nerviosa, pero no esquivo su mirada. No sé si es por qué ha pasado muchas veces que he tenido que verlo a los ojos, ya no es tan difícil como antes.

Se gira hacia adelante y comienza a hablar con Des sobre algo que no presto atención. Me vuelvo hacia la ventanilla del auto, tratando de ignorar la presencia de todos y rezo porque el viaje a la universidad sea lo más rápido.

De pronto y sin darme cuenta, apenas unas calles de la academia de danzas, Des estaciona el auto.

—Bajen, bajen, que no tenemos todo el día —dice divertido y es el primero en poner un pie afuera del auto.

Salgo y le echó un vistazo a la tienda de disfraces.

—¿Y esto que es, papá?

—Una tienda de disfraces, Harry.

Revolea los ojos y suspira con frustración.

—Ya lo sé, ¿qué hacemos aquí?

—Mañana es Halloween. Supongo que tendrán una fiesta, ¿cierto?

—¿Y tú como sabes eso? —cuestiona esta vez Ed con los ojos entrecerrados.

—Soy su padre. Es obvio que sepa todas sus mañas —se ríe entre dientes y camina hacia la entrada de la tienda—Andando antes que se lleven los mejores disfraces.

Los chicos se adelantan siguiéndole el paso a su progenitor. Olivia se pega a mi lado, no muy contenta con la idea.

—¿Es sobre esa fiesta que nos invitaste a Helvia y a mí?

—Justamente esa.

La castaña me envía una mirada de advertencia.

—No quiero verte ebria.

—No iré.

—¿Y para que nos diste la invitación, entonces?

—Chicas—Edward interrumpe nuestra conversación, observándonos con curiosidad—¿Sucede algo?

—No.

—Okey. Solo apúrense antes que Des venga por ustedes —nos sonríe antes de volver a entrar.

Lo seguimos dejando de lado la conversación, solo por el momento porque no creo que Olivia lo olvide tan rápido. La casa de disfraces no por nada se llama así: prenda por doquier y de todo tipo, desde personajes de súper héroes hasta los disfraces más raro que he visto, como el de una empanada o de un pedazo de caca. En fin, completamente raro.

Des nos suma a nuestros brazos posibles trajes que le gustaría que lleváramos para nosotras —y todo por su cuenta y ay de nosotras si nos negamos. Sanción asegurada en el informe. Por otro lado, los chicos están del otro extremo donde están los disfraces para hombres. Los escucho discutir a lo lejos y no evito mirarlos con cierto cariño. Creo que una de las cosas que más voy a extrañar luego que todo esto termine va a ser ver a Harry y Edward pelear como dos críos.

—¿Qué tal si vamos a ayudarlos?

Solo seguimos a Des hasta el otro extremo de la tienda, los gemelos se entregan bruscamente un disfraz que alcanzo a reconocer al instante.

—A mí me tocó ser Robín más veces que tú, Edward.

—Pero la última vez, yo fui Robín.

—¿Y qué? Te queda el papel de maricon.

—Robín no era maricon, idiota. Tu si lo eres.

—¡Yo no soy ningún maricon, gillimpollas!

—No serás Batman esta vez, Harry —Ed entrecierra los ojos, completamente serio. Su hermano se pone igual o peor manera, como si se tratara de una guerra entre dos bandos.

—Yo le quepo mejor al traje, hermano. A ti te queda uno como este —señala despectivamente al traje de Robín, burlándose.

—Ya, ya —Des interviene en la pelea con diversión y colocándose en medio de ambos—¿Por qué no se lo prueban ambos para ver a quien le queda mejor?

La incredibilidad pasa por el rostro de Olivia y de mí, pero no para el de los gemelos porque enseguida se van correteando hacia los cambiadores, peleando otra vez por quien se pone el traje que sostienen.

Resoplo, agotada, aunque ciertamente divertida.

—Son insoportables, ¿cierto? —ríe Des.

—Claro que si—coincide Olivia sonriendo, también divertida por la situación.

Mientras tanto, Olivia y yo nos ponemos a fijarnos trajes para nosotras. Alquilare uno para ir a pedir caramelos con Sam. El año anterior se molestó conmigo porque no estaba acompañando al espíritu de Halloween sin ningún disfraz y casi me decapita. Lo cierto es que no tengo idea de que disfrazarme, nunca fui de ir casa por casa a pedir dulces, Adam y Rachel no nos permitían hacerlo. Solo cuando ellos estaban de vacaciones, las nanas nos sacaban, sino era el abuelo, consciente que mis padres no pueden decirle que no; nos disfrazaba de soldados y nos daba sus armas sin balas, pero armas, al fin y al cabo.

—¿Realmente no vas a ir a la fiesta? —pregunto Olivia una vez que nos quedamos solas, pues Des fue a buscar el suyo para un evento de mañana.

—Tengo que llevar a Sam a pedir dulces.

—¿Sam?

—La niña que Harry y yo cuidamos.

—Ya veo… ¿estaría bien ir a la fiesta sin ti, entonces? Nos invitaron porque a ti te invitaron…

—Claro que sí, pero pensé que no te gustaban las fiestas.

—No me gustan, pero vaya a saber cuándo me invitaran de nuevo a una fiesta de las Panteras Doradas. Dicen que te dan cupones gratis para el almuerzo. Además, Helvia ya tiene su disfraz y va a matarme si le digo que no voy.

—¿De qué?

—Dijo que era sorpresa —se encoge de hombros —¿Tienes algo pensado, Carter? —inquiere sacando los trajes que le gusta y dejándolos sobre su brazo.

—No, no sé. ¿Tu?

—Estaba pensando en uno simple, como vampiresa o algo así.

—Convencional.

—Solo voy por los cupones. Cupones gratis, Carter.

Me rio por la seriedad en que lo dice. Des nos llama desde el lado de los vestidores y nos indica que vayamos.

—¡Me queda mejor a mí!

—¡Claro que no, quítatelo!

No me sorprende para nada llegar y que los gemelos nuevamente estén peleando. Los ves en la uni y piensas que no hay hermanos más unidos que ellos. Siempre fue raro verlos en desacuerdo. Mientras más los conozco, más me doy cuenta que no se parecen en nada, salvo a que ambos son engreídos, tercos y considerados, aunque a su manera. También son infantiles, admito que me da un poco de gracia verlos a los dos disfrazados de Batman, discutiendo por ver a quien le queda mejor cuando son gemelos.

—¡Yo quiero ser Batman, joder!

—¿Y por qué no llevan los dos el mismo?

—¡No! —exclaman ambos en dirección a su padre.

—Todos los Halloween hace lo mismo: se disfraza de mí. Suficiente es compartir este hermoso rostro.

—Por favor, el copión eres tú.

—Yo nací primero.

—Eso no dice el registro familiar.

—Papa —miran ambos a su padre, este se encoge de hombros.

—Chicos, yo aprendí a distinguirlos a los seis años, no me metan.

No aguanto más y suelto una carcajada junto con Olivia. Ni siquiera me importan las miradas asesinas a nuestra dirección, no cuando vengo soportándolo desde que los vi a los dos peleando por defender la ciudad Gótica.

—¿Y ustedes de que se ríen?

—Sí, ¿creen que es gracioso?

—Insisto que vayan ambos con el mismo disfraz —dice Des entre divertido y cansado.

—Olvídalo. De por si es difícil que nos distingan.

—Peor será si vamos los dos con el mismo disfraz.

—Vamos, distinguirlos no es tanto problema —Olivia pone los ojos en blanco y se cruza de brazos —Solo decídanse. Hay que volver a la universidad antes de la cena.

—Claro que lo es.

—Apuesto que ni sabes cuál es cual.

—Por favor, Carter y yo podríamos distinguirlos en un abrir y cerrar de ojos —replica con seguridad.

La mirada de los tres va hacia a mí. Yo solo sonrió tímida.

—¿Enserio?

—Claro si, Des. ¿Haces los honores, Carter?

Asiento con la cabeza y de inmediato mis pies van hacia el Batman de la izquierda y le quito la máscara. Los ojos de Harry se abren en grande al mismo tiempo en que conectamos nuestras miradas.

—¿Cómo supiste?

Me encojo de hombros.

—No lo sé.

Y realmente no lo sé. Apenas los vi a ambos enfrentados con el mismo disfraz, a quien primero busque fue a Harry y lo distinguí al instante. La mueca que hace con los labios cuando está enojado es evidente para mí, la manera en que sus hombros se ponen tensos y la mirada de sus ojos verdes enojados. Sería raro no poder distinguirlo de Edward, no es porque Edward resalte más que él, eso era antes. Ahora pareciera que Harry resalta mucho más que su hermano mayor, o al menos para mí.

Me alejo de inmediato de él cuando noto que esos pensamientos me están inundando por completo. Doy la pobre excusa de buscar un disfraz para mí y me voy al fondo de la tienda, esperando que la distancia y la soledad pongan en orden mi cabeza y sobre todo mi corazón.

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Piedra, papel o tijeras decidió quien sería Batman y el ganador fue Edward. Harry al final termino optando por ser Superman cuando Des dijo que sería divertido verlos a ambos interpretando SupermanVSBatman. Olivia se decidió por el traje de vampiresa mientras que yo elegí uno de prisionero porque era el más económico. Desde que comparto mi sueldo con Harry, cada vez tengo menos dinero para mí, ya casi no puedo darme ningún lujo, y de por sí ya no lo hacía.

Harry se marchó con su traje en una bolsa sin siquiera decirme nada, lo cual agradezco. Últimamente, he estado confundiendo todo, y tanto que lo único que hago es hacerme mal a mí misma. Basta de tantas ilusiones y pensar estupideces. Debería madurar de una buena vez y solo centrarme en la universidad, buscar un buen trabajo y conseguir una casa para que nadie pueda tener control sobre mi vida y mis decisiones de nuevo.

Viernes a la noche siendo 31 de octubre, me encuentro sola en la habitación con el disfraz ya listo y esperando a que Sam me mande un mensaje para cuando este afuera con el chofer de su familia. Sin embargo, han pasado más de veinte minutos de la hora acordada, y si hay algo que Sam odia es la impuntualidad.

Mi celular resuena con Friday, Im in love y contesto de inmediato al reconocer el número.

—¿Violette?

—¡Carter, cielo! —exclama la abuela de Sam desde el otro lado de la línea—No quería interrumpirlos, solo llamaba para recordarte que Christopher estará en el estacionamiento para que Sam vuelva a la hora que ella que lo desee.

—¿Estacionamiento?

—Sí, cariño. El estacionamiento de la universidad.

Pongo una mano en mi frente mientras la ansiedad me empieza a carcomer por dentro. No, no, no. ¿Qué se supone que significa eso?

—Violette, yo…

—No te preocupes, Carter, no le diré nada a sus padres. Es genial que Harry y tú la hayan invitado a una fiesta que hacen en la universidad para los adolescentes. ¿Cómo no lo mencionaste antes?

Y como de pronto la ansiedad se fuera y diera paso al enojo, de solo pensar en ver a Styles en este momento hace que quiera arrancarle la yugular.

—Harry le dijo…

—Sí, vino a buscar a Sam y Sean hace como una hora.

La descabellada idea de Harry llevando a dos adolescentes de 13 años a una fiesta de fraternidad y sobre todo la de las Panteras Doradas me revuelve el estómago. Corto la llama de inmediato luego de despedirme y corro en dirección a la fraternidad. Todavía no estoy cien por ciento recuperada del resfrió, por lo que me cuesta un poco más llegar hasta allí y con la respiración agitada.

A duras penas llego a la enorme mansión de las Panteras y me adentro evitando a los chicos que se encuentran bebiendo arriba en el patio delantero y del pórtico. Un chico corpulento se pone enfrente de la puerta con los brazos cruzado, lleva una chaqueta de seguridad.

—¿La invitación?

—No la traje —maldigo mentalmente mi suerte —Solo será un momento, necesito…

—Sin invitación no se entra.

—Es que yo…

—Charles, no molestes —Tyler Evans aparece en la entrada con un vaso rojo y su sonrisa coqueta. Esta disfrazado del tipo de la Naranja Mecánica—Es Carter White, la que le pateo el culo a Stewart. ¿Quieres que patee el tuyo?

El tal Charles levanta las cejas en alto y me da un vistazo de arriba a abajo, como si no lo creyera. Finalmente, se hace a un lado para dejarme pasar.

—Gracias —le digo a Tyler una vez que nos adentramos.

—No hay de que, aunque podrías pegarme el favor con un trago —me guiña el ojo y acerca peligrosamente su rostro al mío.

Mis mejillas se vuelven rojas de golpe y trato de inspirar profundamente para ignorar su coqueteo.

—Estoy buscando a Harry.

La decepción lo deja entrever a la vista.

—Creo que estaba con una chica arriba.

—Ah.

Decir que no me afecto seria mentir, tampoco puedo darme el lujo de pensar en eso ahora. Necesito encontrar a Sam y Sean a como dé lugar antes que me despidan y me demanden.

—¿Has visto si vino con dos chicos de unos 13 años?

—¿Hay chicos de 13 años aquí? —Tyler frunce el ceño de inmediato, al parecer eso no le gusto para nada. —¡Chop! —un muchacho moreno y calvo aparece casi al instante a su lado—Busca a dos niños de 13. Si viene alguien y los ve, vamos a meternos en problemas. Sácalos a patadas si los ves.

Creo que no fue la mejor idea.

—Escucha, no quiero armar líos —ambos me miran, esta vez para nada amigables—Solo quiero llevarlos a su casa y evitar algún desastre.

—Ya hay un desastre y es que están ellos dos aquí —resopla frustrado y le vuelve a mirar a Chop—Solo tráelos con Carter si los ves, ¿de acuerdo?

Chop asiente antes irse.

—Gracias, y enserio lo siento tanto…

—Escucha, no es nada personal, pero soy el presidente de esta fraternidad y esto no puede volver a ocurrir. Tampoco le digas a nadie.

Tyler bebe de golpe su vaso y lo tira hacia un costado.

—¿Tienes idea de quien los trajo aquí?

—Eh… no…

—¿Segura? —me mira con los ojos entrecerrados, sospechando —¿Cómo supiste que estaban aquí?

—Es que… eh… le dije a Sam que yo iba a venir a esta fiesta y, eh, se molestó. Agarro las entradas que tenía demás.

Perdón y mil perdones a Sam por mentir de esta manera tan descarada, con suerte no vera a Tyler en su vida y si tiene aún más suerte, podrá entrar a Harvard como sus padres quieren y no venir a Cambridge con este programa matrimonial.

—Bien, si tú lo dices…

—¡Oye, Tyler!

Batman de pronto aparece en nuestra vista, dejándome sorprendida. ¿Qué se supone que es esto?

—¿Edward? ¿Qué paso?

—Una chica vomito en tu habitación —señala las escaleras hacia arriba—Deberías echar un vistazo, esta echa un asco.

Tyler desaparece en un santiamén subiendo en dos las escaleras, dejándome sola con el tal Edward.

—¿Qué haces aquí, Carter? Harry dijo que no vendrías a la fiesta.

—Qué raro. Pensé que Harry nunca hablaba de mi —replico molesta y con los brazos cruzados. Ni siquiera necesito un poco de alcohol para decir lo que pienso. Las emociones me ganan más.

—¿Sucede algo?

—Claro que sí, sucede que Harry trajo a dos niños a la fiesta…

—Eso te enojo, ¿cierto?

—No, no me enojó. ¡Me enfureció! —chillo dándole una mirada asesina. Batman da unos pasos hacia atrás, sorprendido—Dile a Harry si ve a los chicos que me busque. Y si viene sin ellos, dile que va a conocer a la Demoledora, pero sobria y más enojada que nunca.

Me marcho sin siquiera dirigirle una segunda mirada para buscar a los niños. El problema es que es una maldita fiesta de disfraces y descifrar quien es quien es un lio tremendo. Me cruzo por casualidad a Savah con un traje de vampiresa sexy y a Ciara con uno de ángel demasiado revelador. Ambas están bebiendo unos chupitos de más y cuando me ven prácticamente me abren los brazos, más amigables que nunca.

—¡Es nuestra Carty! —Savah me pasa un brazo por los hombros, atrayéndome de manera brusca hacia ella—Todavía no te agradecí por ayudarme en el evento de caridad.

—Aunque la muy tonta se quemó con aceite —añade Ciara, un poco borracha.

—No te pongas celosa —Savah me empuja y por poco no caigo en la mesa de los aperitivos —Sabes que eres mi marida, no te cambiaría por nada y menos por la Carty.

—Sería el colmo si lo hicieras.

Decido marcharme ignorando a ambas, aun sin entender bien de qué va la relación entre ellas dos. Me adentro a otra parte de la fiesta donde las luces de neón por poco y me dejan ciega. No puedo ver casi nada, aun así, trato de buscar a Sam o Sean con la mirada, sin ningún resultado.

Diviso a Zayn y a Liam, o mejor dicho a un Faraon momificado y Darth Vader

—¡Demoledora! —exclama Zayn apenas me ve, regalándome una sonrisa al igual que Liam.

—Creí que no ibas a venir.

—No iba a hacerlo. ¿Vieron a Harry con dos niños?

—No, ¿se disfrazó de secuestrador de niños o algo así?

—Por favor, Zayn…

Este solo se echa a reír.

—No lo he visto, pero si vi a Edward.

—Está bien, no importa.

—¡Espera, Carter!

Ni siquiera me detengo a voltear a mirarlo. Realmente ahora no es Edward la prioridad. Estoy tan molesta y enojada que creo que voy a ponerme a gritar en medio de la fiesta. Si no los encuentro estoy frita, muerta, degollada y voy a estar sin empleo por el resto de mi vida. ¿Cómo diablos se le ocurrió traerlos aquí?

Batman aparece de nuevo delante de mí. Esta vez no disimulo la cara de culo que tengo.

—¿Y ahora qué quieres? ¿Le dijiste a Harry que lo mataría sino los traía?

Nervioso, Batman se rasca la parte de tras de la máscara, seguramente esperar a llegar al cabello.

—Dijo que era una broma, que la verdad era que Sam confabulo con él para que vengas a la fiesta y… ya sabes.

—¡No, no lo sé! —grito enojada, ni siquiera me importan las miradas curiosas sobre nosotros —¡¿Sam está aquí en la fiesta o no?!

—¡No! —chilla, asustado —¡Fue con su amigo a buscar dulces! ¡Todo fue una treta!

No me contengo y le doy una patada en la pierna, Batman exclama de dolor y me marcho ignorando su llamado. No necesito estar en esta fiesta, necesito ir por mi celular, llamar a Sam, gritarle que es una inconsciente por ponerse de lado de Harry.

De camino a la salida, Olivia y Helvia se cruzan en mi camino, ambas sostienen un vaso rojo con alguna bebida dentro, pero ninguna esta ebria como todos los de aquí.

—¿Carter? ¿Qué haces aquí? —pregunta Helvia. Tardo en contestarle al verla disfrazada de Edward manos de tijeras. Y vaya que sus manos de tijera parecen reales. ¿Estaría bien pedírselas para matar a Harry?

Resoplo con frustración.

—Una larga historia.

Observo en detalle a Olivia y noto la diferencia.

—¿Estas disfrazada de… Olivia de Popeye?

—Sí, ni lo menciones —aprieta fuerte los dientes y dirige una mirada hacia una parte de la sala —El idiota de Edward cambio mi disfraz, no me quedo otra que traer este.

—Y no adivinas de que se disfrazó él —se ríe Helvia con gracia.

Lo busco con la mirada y allí lo veo a un costado con Louis disfrazado de zombie y Edward viste de… ¿Popeye?

—Oh.

Ignoro por completo la mirada inquietante de Olivia. Es obvio que ella también se ha dado cuenta. Me voy de golpe, casi corriendo, sintiéndome avergonzada y tonta. No presto atención al llamado de ninguna de las dos. Necesito aire y para ello tengo que largarme de aquí.

Charles se mete de nuevo en la puerta, evitando mi salida.

—Tengo que irme.

—Tyler dijo que no debías salir hasta encontrar a los niños.

—Era una mentira. Estaban haciendo una broma —trato de pasar de nuevo, pero otra vez no me deja. —Charles, por favor.

—Todavía no me creo que una cucaracha como tu golpeo a Stewart —me empuja desde el hombro, haciéndome hacia atrás. —Y no sé porque Tyler parece estar interesado en ti.

—Pregúntaselo a él. Me tengo que ir.

Otra vez me impide irme. Respiro profundo y me digo a mi misma que no está bien perder el control. No, no. Tengo que respirar, tranquilizarme, alegrarme porque al menos no seré despedida y Sam está a salvo. Y mientras más pienso en que todo fue una mentira, más ganas me dan de destrozar algo.

—Por favor.

—Ya te dije que no, ¿por qué no entiendes?

Estira su mano para empujarme otra vez, solo que en esta oportunidad no se lo permito. Lo tomo del brazo y lo impulso desde mi hombro para darlo vuelta. Charles cae en el piso con un golpe seco y los ojos abiertos, mirándome en shock. La gente se queda inmóvil, mirándome sorprendida. Entre ellos esta Olivia, Helvia, Edward, Savahtine, Ciara y Louis.
Las chicas intentan acercarse, solo meneo la cabeza y me voy corriendo, ignorando a todo el mundo. Salto el pórtico y corro unas dos calles completas sin detenerme. Comienzo a caminar cuando no logro retener las lágrimas, y lo cierto es que no sé porque estoy llorando; no sé si es por alivio de que Sam no está metida en una fiesta de universitarios ebrios y seguramente drogados, o porque estoy muy enojada con Harry, o porque Olivia se dio cuenta que siento algo por Edward, o porque Edward cada vez hace más evidente que Olivia le gusta.

Me tiro en el suelo cansada de toda situación y suspiro, quitando las lágrimas de mis mejillas. Soy tan tonta por llorar por cosas así, y lo peor es que no hago ningún esfuerzo para dejar de lloriquear por ello.

—¡Carter! ¡Espera!

Batman nuevamente se presenta, viene corriendo desde la mansión. Frustrada, me levanto y comienzo a caminar. No pasa demasiado tiempo antes que él me alcance y se ponga delante de mí.

—Oye, sé que estas furiosa, pero Harry quería que vinieras y…

—Pensé que iba a traer a una chica con él.

—No, eso solo lo dijo para ponerte celosa. Él…

—¿Por qué debería? Se supone que a él no le interesan chicas como yo…

—¿Chicas como tú?

—Sí, ya sabes —me encojo de hombros. Noto la inquietud en sus ojos, pero no me importa—Perdedoras.

—Carter…

Le quito la máscara con brusquedad. Sus ojos verdes me evitan, avergonzados.

—No soy tan estúpida, Harry. Supe desde el primer momento que te hiciste pasar por Edward, lo cual es bajo —tiro la máscara al suelo. —¿Realmente no creíste que sabría que eres tú?

—Pensé que en la tienda lo adivinaste por suerte.

—Sé mas de ti de lo que crees. En cambio, no pareces conocerme en lo absoluto.

—No lo necesito —ahí está de nuevo su lado arrogante, siempre que aparece es para ocultar su vergüenza o sus errores. En este caso, ambos—No creas que me hice pasar por Edward por ti, solo lo hice para molestarte. Además, el traje lo elegí primero, yo debería ser quien…

—No me importa, lo único que me importa es que me mentiste. Me diste un susto de muerte, Harry. No puedes bromear con eso. No si se trata de Sam.

—¿Qué tendría de malo si viene? ¡Es solo una fiesta!

—¡Tiene trece años, joder! ¿Puedes dejar de ser inmaduro e inconsciente de las consecuencias por una vez?

Paso de él y camino lo más rápido que puedo para dejarlo atrás. Harry me sujeta fuerte del brazo y tira de mí, sostiene mi cabeza entre sus manos y trata de besarme. Antes de que pueda hacerlo, lo empujo y por impulso le doy una cachetada que resuena con fuerza. Mi corazón late a toda prisa y con cierto remordimiento por haberlo abofeteado, pero ciertamente una parte de mi cree que se merece mucho más. No me afecta la mirada dolida de sus ojos ni como sus rasgos se tensan, pasando del dolor al enojo.

—¡¿Qué diablos…?!

—¡No vuelvas a besarme! —grito sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas. Harry se calla, observándome plasmado—¡No soy tu juguete, no me beses para después maltratarme!

—¡Yo no te maltrato!

—¡Claro que lo haces! ¡Y es todo el tiempo! —quito las lágrimas con brusquedad, tratando de no seguir llorando, aunque no está funcionando—Puede que no vaya a heredar una compañía como tú, puede que no tenga unos padres que te amen o popularidad para que todos quieran ser mis amigos, pero es suficiente con hacerme esto.

—¿Hacerte qué? ¡¿Qué te hice?!

—¡Me confundes! ¡Y no me gusta!

Harry amaga a hablar, las palabras no parecen salir de su boca. Yo me recrimino mentalmente por haber sido tan estúpida y decirlo en voz alta. Él no tendría que saberlo nunca, y ahora lo sabe y toda por mi tonta boca.

—Carter…

—Olvídalo, Harry, solo olvídalo —meneo con la cabeza y me abrazo a mí misma, sintiendo frio al solo traer el disfraz —Solo pasemos este año en paz. Sinceramente, estoy harta de ti.

Esta vez no me sigue cuando me marcho, tampoco me importa demasiado. Solo quiero llegar a la habitación, ducharme y dormir. Basta de tontos sentimientos, ya sea por Edward o Harry, cualquiera de los dos terminara por herirme y lo que menos necesito ahora es dejar que sigan lastimándome. Tengo que cambiar de una buena vez, tengo que dejar de ser la tonta de Carter que deja que le hagan lo que quieran. No quiero volver a sentirme menos que nadie, no quiero que sigan pasándome por encima.

Me quito las lágrimas y, esta vez, soy exitosa al no derramar ninguna más. Está decidido. No voy a dejar que jueguen conmigo. No voy a dejar que me lastimen. Y, sobre todo, no voy a sucumbir de nuevo ante los gemelos Styles nunca más.

Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Jaeger. Miér 07 Mar 2018, 2:01 am


Extra




El fin de semana paso volando. Estuve encerrada en la biblioteca desde que abría hasta que cerraba. Abandone la habitación por un tiempo, con el fin de no tener que verle la cara a Styles. Nuevamente, la suerte pareció estar de mi lado porque Steve Peterson me dio la llave de la sala de descanso de la biblioteca y dormí como hace tiempo no dormía, sin tener que levantarme con cuidado de no despertar a Harry y no hacerlo molestar. De solo pensarlo me enfurece más. Él es quien me abraza e invade mi espacio personal, y cuando despierta y me ve allí envuelta en sus brazos, lo único que hace es gritarme y empujarme fuera de la cama.

No me presente a la terapia en grupo ni tampoco a la terapia de pareja. Estoy enojada, muy enojada con Harry por su estúpida broma y también con Sam por prenderse al juego de Styles. Realmente prefiero evitarlos hasta que se me pase el enojo, han pasado tres días y ni un poquito alivio mi furia con ninguno de los dos. Gracias y gracias al cielo y a la universidad que el wifi de la biblioteca es veloz, el fin de semana nadie es fan de la biblioteca. Aproveche a mirar películas y series en Netflix desde la Tablet, a falta de tareas y trabajos, y las dos temporadas de Orange is the new black fue mi entretenimiento, y quedan tres temporadas más.

El lunes llega y con ello mis clases, y, extrañamente, no me presento a las clases tampoco. En vez de eso, hago algo que nunca había hecho antes: holgazanear. Duermo hasta tarde, desayuno las papas fritas que Steve me trae  y ni siquiera me preocupo por no poder bañarme hace más de tres días. Lo loco es que me siento libre, relajada, sin temor a nada. Nunca he podido decir que no, la primera  y última vez que lo hice fue cuando Adam quiso que estudiara Ingeniería como él para hacerme responsable de la compañía, y me echaron, incluso eso ahora no me preocupa. No es como si ellos tuvieran el control sobre mi vida. No pagan mi matricula, mi alimento o mis libros. No hacen absolutamente nada por mí, ¿por qué sigo sintiéndome mal porque no pueden aceptarme tal cual soy? Lo único que me duele es Cody, tener que estar tanto tiempo separados.

A la tarde, decido que es hora de volver a mi habitación y darme una ducha, consciente que no es para nada higiénico seguir sin bañarme. Pese a que las miradas y los murmullos me persiguen, esta vez no me molestan ni trato de desaparecer. Pueden hablar lo que quieran de mí, no les debo nada.

—¡White! —Tyler se acerca hacia a mí con su sonrisa coqueta en el rostro—Supe que te fuiste temprano de la fiesta y tiraste a Charles al piso. ¿Paso algo?

—Tu amigo tiene problemas temperamentales —contesto, sorprendiéndome a mí misma por sonar tan segura.

—Ya veo. Me dijeron que era mentira sobre los niños en la fiesta...

—Sí, lo siento. Como tonta caí en la broma —le regalo una corta sonrisa tímida.

—No sé si debería perdonarte —finge pensárselo con la mano sobre su mentón. Termino por sonreír, él es lindo —Tal vez si sales conmigo este fin de semana...

—Trabajo —le interrumpo. La desilusión atraviesa su mirada—Pero el sábado a la tarde no tengo planes. ¿Vamos a tomar una cerveza?

Tyler parece sorprendido ante la invitación, aun así, sonríe. Intenta acercarse, doy tres pasos hacia atrás, tomándolo por sorpresa de nuevo.

—¿Qué haces?

—Iba a darte un beso en la mejilla. ¿No puedo? —inquiere divertido.

—Si puedes beber más cerveza que yo, puede que llegues más lejos —me encojo de hombros y paso de él, marchándome.

Escucho su risa a mis espaldas. Toda seguridad me abandona y deja paso a la vergüenza y mis mejillas completamente rojas a medida que me alejo. ¡Por Santos Beatles! ¿Esa realmente fui yo? Creí que mi corazón iba a explotar allí sin más. Lo cierto es que lo evite porque siento que estoy olorosa sin una ducha en días, lo siguiente fue todo improvisado y, joder, no me trabe en ningún momento.

¡Voy a tener una cita el sábado! ¡Y con Tyler Evans, el líder de las Panteras Doradas!

Llego a la habitación casi corriendo de la emoción, pensando una y otra vez que podría usar para el sábado. No es que tenga demasiada ropa para salir, tal vez debería pedirle algo prestado a Olivia o Helvia, si es que ellas querrán prestarme algo después de cómo me fui el viernes por la noche. Abro la puerta y me adentro dejando mi bolso sobre el suelo.

—¿Y esa quién es?

Levanto mi vista, congelándome en el instante. Harry esta como dios lo trajo al mundo arriba de una tipa que no logro reconocer. Ambos están desnudos, sudados y la habitación... ¿qué es ese olor asqueroso?
Hago una mueca de asco. Es obvio. Es olor a sexo.

Aprieto con fuerza mis dientes al igual que los puños tratando de no ponerme a gritar allí sin más. Ni siquiera me preocupa que Harry este desnudo o que poco le importe que lo haya cachado, esa sonrisa maliciosa en su rostro lo dice todo: lo hizo para que yo lo encuentre, como si estuviera castigándome.

—Ah, solo es mi esposa —dice volviéndose a ella —Ignórala. ¿Puedes largarte, Carter? Estamos ocupados.

Mi primer impulso es ir hacia la puerta y correr, pero en camino a abrirla e irme, me doy cuenta que es en este tipo de situación en que tengo que cambiar, que no tengo que ser la Carter tonta y cobarde que siempre fui. Canalizo la bronca y el enojo, no me marcho, en cambio voy hacia donde esta Harry y lo tomo de los pelos, ignorando su grito y lo tiro hacia un costado. Me volteo hacia la chica rubia, quien se tapa con las sabanas, asustada.

—¡¿Que mierda te pasa?! —me grita y amaga a golpearme, le sujeto de la muñeca y tiro de ella, incorporándola de golpe en el suelo —¡Suéltame, me estas lastimando!

—Te doy cinco minutos para cambiarte en el baño, y agradece que estoy siendo considerada.

La suelto de golpe, empujándola en el proceso. La chica se queda asustada, mirándome de donde está.

—¡Que te cambies ahora!

Ni tonta ni perezosa, busca su vestido y su ropa interior con desesperación sobre el piso, completamente desparramados. Se encierra en el baño, y si es lista, no tardara demasiado.

—¡¿Qué demonios contigo, White?! —exclama Harry rojo de la furia, levantándose.

Tomo lo primero que encuentro y se lo tiro por la cabeza. Para mi desgracia, el maldito lo esquiva. La lámpara se impacta contra la pared, rompiéndose por completo. Styles mira los pedazos de vidrio desparramados en el suelo antes de mirarme.

—Estás loca.

—¡Si, si estoy loca! —exclamo furiosa, casi desconociéndome, pero Dios sabe que he aguantado demasiado—¡Mira lo que es esto! —señalo todo el chiquero de la habitación—¡No solo esta desordenado tu parte, sino también mi parte! ¡Y por lo que veo también estuviste husmeando mis cosas!

Observo mi escritorio revuelto y mis libros desordenados, seguramente lo hizo para molestarme, pensando que no le diría nada. Agarro otra cosa y vuelvo a revoleárselo, esta vez no tiene tanta suerte porque el pote de crema se la doy en la frente.

—¡Deja de tirarme cosas, Carter!

—¡Tapate desvergonzado! —le lanzo un peine.

Harry se pone el bóxer aun esquivando todo lo que le lanzo, y es todo lo que proviene de su escritorio. Por más enojada que este, ni loca rompería mis cosas. Mejor si rompo las suyas.

—¡Ya basta, Carter! ¡Ya está bien!

—¡Y una mierda!

La rubia sale del baño y corre hasta la salida. Ni siquiera le presto demasiada atención, Harry tampoco. Una vez que la puerta se cierra, dejo de tirarle cosas y suspiro frustrada.

—¿Cómo pudiste hacerme esto?

—Carter, aunque no lo creas —pone una mano adelante, como si temiera que siguiera tirándole cosas—Esto no es un matrimonio enserio. Sé que tal vez te gusto, pero los celos son demasiado...

Suelto una risa cargada de ironía.

—Por favor, Harry, no me gustas. No soy estúpida —remarco completamente el hecho de que NO me gusta—¡Lo que me molesta es que la hayas traído a nuestra habitación, que te acostaras en nuestra cama! ¡La cama donde también duermo!

—¡No viniste en todo el fin de semana! ¡Tenía que aprovechar!

—¿Es que no tienes un auto para llevar a tus chicas? ¡Eres un irrespetuoso!

—¡No es para tanto, Carter! Además, esta también es mi habitación. Yo puedo hacer lo que quiera. No es como si pudieras echarme de aquí.

Le sonrió nuevamente. Harry se muestra cauteloso, temiendo.

—Buena idea. Debería echarte.

—¿Que?

—Hasta que aprendas a ser ordenado y respetuoso, entonces no dormirás aquí.

—¡No puedes hacer eso!

—¿Crees que no puedo?

Voy hacia él con pasos largos y rápidos, Harry intenta escabullirse subiéndose a la cama, pero lo agarro de los pelos de nuevo y lo tiro al suelo, ignorando sus quejidos de dolor. Lo incorporo levantándolo desde las axilas, y casi me dan atrancadas el olor que destila de su cuerpo. Le llevo el brazo hacia la espalda y le agacho la cabeza desde la nuca, apretando con fuerza el agarre.

—¡Me estás haciendo doler, Carter! ¡Basta, basta! ¡Lo siento!

Ni siquiera su patética disculpa evita que lo lance hacia afuera con una patada.

—¡Joder, Carter! —se queda en el suelo sobándose la cabeza después del golpe que se da.

Voy hacia su armario y tomo un poco de su ropa entre mis brazos y se lo lanzo encima.

—¡¿Que estás haciendo?!

Lo ignoro y agarro los libros y la mochila que están arriba de su escritorio y se los lanzo. Harry se tapa con los brazos, aun así, le duele el impacto.

—¿Carty?

Volteo a mirar hacia el costado, allí están Savah y Edward con la boca abierta. Ni siquiera me avergüenzo o me escondo, estoy lo bastante furiosa como para que me importe un pepino. Me dirijo de nuevo a Harry, viendo cómo se estremece ante mi mirada.

—No te quiero ver en la habitación hasta que aprendas a comportarte y a respetarme.

—¡Solo me la cogí una vez, no exageres! —se levanta y les echa una mirada a los otros dos, quienes siguen impresionados. Se acerca a mí y susurra—No puedes hacerme esto delante de la gente, menos de Savah y Edward, ¿qué diablos te pasa?

Le pateo ambas rodillas y cae de golpe en el suelo, para su suerte, justo arriba de la ropa.

—Si vuelves aquí, te mato. Y no estoy bromeando.

Me voy adentro y cierro con seguro la puerta. Casi al instante, escucho las carcajadas desaforadas de Savah y Edward, burlándose de Harry. Se lo merece, ojalá hagan que no lo olvide nunca en su vida.



Última edición por Stark. el Lun 22 Abr 2019, 10:57 pm, editado 1 vez
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Mensaje por indigo. Mar 13 Mar 2018, 7:55 am

KANDE, AMÉ TU COMENTARIO A Match Made In a University | 1D - Página 39 1477071114 Muchísimas gracias, bebé. Encima justo después está tu capítulo A Match Made In a University | 1D - Página 39 1054092304 A Match Made In a University | 1D - Página 39 1054092304 Pronto dejo un comentario vomitando todos mis feels A Match Made In a University | 1D - Página 39 1313521601
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Mensaje por Ariel. Miér 02 Mayo 2018, 12:15 pm

Lo bueno de estar tantos Dias sin inter es que ya casi termino la segunda parte del CAP y corregir la primera. Para cuando se digne a volver el Internet comentare y ppsteare. Las quiero
Ariel.
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Mensaje por hange. Lun 14 Mayo 2018, 7:05 pm

tengo que comentar aqui A Match Made In a University | 1D - Página 39 1054092304
hange.
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http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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Mensaje por Jaeger. Jue 17 Mayo 2018, 4:57 am

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Mensaje por Ariel. Sáb 19 Mayo 2018, 12:11 am

kandelin (L):
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Mensaje por Bart Simpson Lun 16 Jul 2018, 12:36 am

Ritza. escribió:tengo que comentar aqui A Match Made In a University | 1D - Página 39 1054092304


Sí, pinche irresponsable(?) A Match Made In a University | 1D - Página 39 779623427 A Match Made In a University | 1D - Página 39 779623427 A Match Made In a University | 1D - Página 39 779623427

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Mensaje por Bart Simpson Lun 16 Jul 2018, 12:39 am


Kate A Match Made In a University | 1D - Página 39 77880782:



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Mensaje por Bart Simpson Lun 16 Jul 2018, 12:54 am



Cande  A Match Made In a University | 1D - Página 39 1608199403 :


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Mensaje por indigo. Mar 17 Jul 2018, 2:35 pm

Jenn, amé tu comentario sldkjdlgf A Match Made In a University | 1D - Página 39 2841648573 No sabes lo que me he reído y lo que he disfrutado leyéndolo, gracias A Match Made In a University | 1D - Página 39 1477071114
pd: tenemos que hacer tramas :posmecallo:
pd2: Cande, en cuanto pueda dejo tu comentario.
indigo.
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Mensaje por Ariel. Jue 20 Sep 2018, 5:08 pm


Capítulo 24

Savahtine Wells

i have my moments:
Ariel.
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Mensaje por Ariel. Jue 20 Sep 2018, 5:42 pm


Capítulo 24

Savahtine Wells

my favorite entertainer:
Ariel.
Ariel.


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Mensaje por Jaeger. Vie 21 Sep 2018, 1:45 pm

AY CAPITULOOOOOO A Match Made In a University | 1D - Página 39 3275125450 A Match Made In a University | 1D - Página 39 3275125450 A Match Made In a University | 1D - Página 39 3275125450
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