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EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
pag 4 llegue me tarde por que tuve que ir a la escuela
tortugitastyles
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 1/7
Capitulo 1 Parte 4
Hacía que quisiera estirarse y tocar a la criatura que sabía la mataría si tenía oportunidad. Era hipnotizante y comprometedor.
De repente, se detuvo en seco e inclinó la cabeza en su dirección. Ella contuvo la respiración mientras la inquietud le perforaba el corazón. ¿La había oído? ¿Sentido? No debería de ser capaz, pero él era un dios... o al menos lo había sido una vez.
Quizá tenía ese poder.
Pero cuando vio la ligera sombra a su izquierda, se dio cuenta de que él no estaba enfocado en su forma de Sombra. Tenía su atención firmemente arraigada en los árboles en frente de ella. Y lo que quiera que estuviese allí murmuró en un lenguaje que nunca había oído antes. Era de tono bajo con un siniestro sonido que parecía una extraña combinación de atrofiados engranajes y el escalofriante chirrido de huesos.
─Erkutu ─susurró Harry en una voz que estaba cargada con poder. En un fluido movimiento, dejó caer el abrigo de los hombros para mostrar un cuerpo tan delineado con poder que realmente la hizo estremecer.
Llevaba una camiseta negra sin mangas y pantalones negros de cuero con botas de motorista con hebillas. Pero lo que se destacaba incluso más que las profundas y perfectamente identificables ondulaciones de sus músculos eran el conjunto de cuchillos atado a su bíceps y la antigua empuñadura de la daga en su bota izquierda. Tenía un brazalete de plata en cada antebrazo y cuando se acercó a las sombras, desenvolvió una larga cuerda de su muñeca derecha. En cada extremo de la cuerda estaba una bola de metal del tamaño aproximado de una pelota de golf. Las bolas destellaron en la luz e hicieron un leve tintineo en la noche mientras caminaba.
Era obvio que se preparaba para la batalla, pero no había Daimons en ningún lugar cercano a ellos. Si los hubiese, ella habría sido capaz de sentirlos.
Y aún así ese extraño cuchicheo continuaba.
Kat se arrastró a través de los árboles, intentando ver a donde se dirigía.
Sin advertencia, lanzaron algo a la cabeza de Harry. Él se agachó y levantó, girando la cuerda sobre la cabeza como un vaquero con un lazo mientras se movía. Las bolas silbaron en el aire un momento antes de que las liberara y volaran a través del follaje.
Un grito rasgó a través de la noche.
Kat se congeló cuando vio lo que lo había causado. Al principio, parecía una bonita mujer humana hasta que abrió la boca y mostró una fila doble de serrados colmillos. Pero peor que los colmillos era la sangre que goteaba de su mentón. Sangre humana que hacía juego con los rojizos ojos de la criatura.
Y no estaba sola. Eran tres en total ─la mujer y dos rollizos hombres. Ella nunca había visto nada parecido a ellos. Definitivamente no eran de la especie humana aunque tuvieran cuerpos humanos. Se comunicaban los unos con los otros en esa especie de lenguaje hurón conocido y Flipper propio.
Como una unidad, se lanzaron sobre Harry. Él se agachó y mandó volando al primero que se le acercó por la espalda. En un simple, fluido movimiento, sacó la daga de la bota y la deslizó hacia el segundo hombre. El demonio le cogió el brazo y hundió sus colmillos en su mano.
Maldiciendo, Harry le pegó un rodillazo a la criatura en el estómago y se giró para enfrentarse a la mujer. El demonio femenino se retiró de un tirón hacia atrás una fracción de segundo antes de que su puñal le hubiese abierto la garganta.
El primer hombre se levantó y se apresuró a su espalda. Harry se giró y golpeó el suelo para que el demonio cayese en los brazos del que le había mordido. Desenrolló otra cuerda del brazo izquierdo, entonces se levantó y la envolvió alrededor de la garganta de la mujer. Ella chilló un instante antes de que su cabeza cayese libre de su cuerpo.
Kat se giró apartándose y se encogió ante la horripilante visión mientras la bilis le subía a la garganta.
Los otros dos demonios gritaron, entonces huyeron. Cruzando los brazos sobre el pecho, Sin sacó de un tirón los cuchillos del bíceps y los lanzó directos a las espaldas de las bestias que huían. Los cuchillos aterrizaron en la base de su espina dorsal con una certeza infalible. Cayeron instantáneamente al suelo donde se retorcieron y gritaron en agonía.
Después de un último grito, cada uno de ellos murió.
Kat estaba horrorizada por lo que estaba presenciando. Era horripilante e intenso, y había algo en Harry que decía que gozaba mucho más de lo que debía. Era como si estuviera orgulloso de infringir tanto daño en ellos como podía.
Es un enfermo bastardo.
Harry observó a los hombres por unos pocos segundos más ante de ir a comprobar al humano del que se habían estado alimentando. Pero era demasiado tarde para ella. Incluso desde su distancia, podía asegurar que el humano estaba muerto cuando sus cristalinos ojos se quedaron mirando fijamente las estrellas que llenaban el cielo. Todo su cuerpo estaba destrozado por su asesinato.
La mujer indigente.
Su cara lúgubre, Sin cerró los ojos de la mujer y murmuró una antigua oración sumeria para que su alma descansara en paz a pesar de la violencia con la que le habían arrebatado la vida. Estaba sorprendida por sus acciones. Parecían completamente incongruentes con todo lo que acaba de presenciar de este hombre.
Al menos ese fue su pensamiento hasta que él recuperó un cuchillo de la espalda de uno de los demonios. Convocó una bola de fuego en su mano derecha para calentar la hoja, entonces una vez esta estuvo caliente, colocó la hoja sobre la herida de la mordedura de su mano. Ella se encogió en compasión al dolor incluso aunque él no se había quejado.
Simplemente se quedó allí apretando los dientes mientras el hedor de carne quemada la hacía marearse.
Pero eso no fue lo único. Una vez que su herida fue cauterizada, volvió a la mujer humana y entonces le cortó despiadadamente la cabeza del cuerpo.
Estaba loco...
No había otra explicación. ¿Por qué haría algo así a la pobre víctima? No tenía sentido.
Y aún no había acabado. Repitió la decapitación en los dos demonios antes de amontonar juntos todos los cuerpos y quemarlos hasta que no hubo quedado nada excepto las cenizas. Su cara completamente estoica, viendo como ardían. Las llamas iluminaron sus frías facciones carentes de emoción. Las sombras oscurecieron sus ojos, haciéndole parecer incluso más parecido a un demonio de los que había matado.
No dijo una sola palabra en todo el tiempo ni mostró siquiera una gota de compasión.
Una vez que estuvieron completamente calcinados, Harry esparció las cenizas con la punta de su bota hasta que no hubo rastro de ninguno de ellos. Nadie sabría jamás lo que le había acontecido a la pobre mujer.
Kat se sintió enferma. ¿Cómo era que se le había permitido vivir a este hombre dada su clase de salvajismo? ¿No sabía Joseph lo que él hacía por la noche? ¿Que profanaba los restos humanos? No podía imaginarse a Joseph perdonando algo tan horrendo. No estaba en su naturaleza, como tampoco estaba en la de ella.
Quizás, por una vez, Artemisa tenía razón. Un hombre como Harry no necesitaba ser dejado suelto en el mundo. Era demasiado peligroso.
Pero antes de que fuese enviada aquí para atacarle, necesitaba saber cuales eran sus poderes. Por lo que acaba de ver, él podía controlar el fuego y estaba bien versado en las armas y en las tácticas cuerpo a cuerpo.
Capturarlo sería complicado. Quizás el éxtasis sería la mejor parte de esto. Podría ponerlo a dormir donde no pudiese hacer daño a nadie ─sería igual que morir sólo que todavía estaría vivo. Sí, esa quizás fuese la mejor opción en vez simplemente asesinarlo.
Y mientras ella contemplaba su muerte, Harry se dirigió por su abrigo. Se lo puso con un movimiento y entonces se desvaneció en una reluciente niebla.
¡Maldición!
Kat cerró los ojos, intentando localizarle otra vez de modo que pudiese acabar su misión.
Pero no sentía nada. Ni rastro de él en ninguna parte.
Frunció el ceño. ¿Cómo podía ser? Tenía que tener una esencia, y esa esencia siempre dejaba una tarjeta de visita. Intentó localizarle otra vez, y de nuevo no había nada. Era como si ya no estuviese sobre la tierra. No tenía idea de a donde se había ido.
Eso nunca le había sucedido antes.
─¿Dónde estás, Harry?
Pero la verdadera pregunta no era donde estaba. Era que estaba haciendo...
Capitulo 1 Parte 4
Hacía que quisiera estirarse y tocar a la criatura que sabía la mataría si tenía oportunidad. Era hipnotizante y comprometedor.
De repente, se detuvo en seco e inclinó la cabeza en su dirección. Ella contuvo la respiración mientras la inquietud le perforaba el corazón. ¿La había oído? ¿Sentido? No debería de ser capaz, pero él era un dios... o al menos lo había sido una vez.
Quizá tenía ese poder.
Pero cuando vio la ligera sombra a su izquierda, se dio cuenta de que él no estaba enfocado en su forma de Sombra. Tenía su atención firmemente arraigada en los árboles en frente de ella. Y lo que quiera que estuviese allí murmuró en un lenguaje que nunca había oído antes. Era de tono bajo con un siniestro sonido que parecía una extraña combinación de atrofiados engranajes y el escalofriante chirrido de huesos.
─Erkutu ─susurró Harry en una voz que estaba cargada con poder. En un fluido movimiento, dejó caer el abrigo de los hombros para mostrar un cuerpo tan delineado con poder que realmente la hizo estremecer.
Llevaba una camiseta negra sin mangas y pantalones negros de cuero con botas de motorista con hebillas. Pero lo que se destacaba incluso más que las profundas y perfectamente identificables ondulaciones de sus músculos eran el conjunto de cuchillos atado a su bíceps y la antigua empuñadura de la daga en su bota izquierda. Tenía un brazalete de plata en cada antebrazo y cuando se acercó a las sombras, desenvolvió una larga cuerda de su muñeca derecha. En cada extremo de la cuerda estaba una bola de metal del tamaño aproximado de una pelota de golf. Las bolas destellaron en la luz e hicieron un leve tintineo en la noche mientras caminaba.
Era obvio que se preparaba para la batalla, pero no había Daimons en ningún lugar cercano a ellos. Si los hubiese, ella habría sido capaz de sentirlos.
Y aún así ese extraño cuchicheo continuaba.
Kat se arrastró a través de los árboles, intentando ver a donde se dirigía.
Sin advertencia, lanzaron algo a la cabeza de Harry. Él se agachó y levantó, girando la cuerda sobre la cabeza como un vaquero con un lazo mientras se movía. Las bolas silbaron en el aire un momento antes de que las liberara y volaran a través del follaje.
Un grito rasgó a través de la noche.
Kat se congeló cuando vio lo que lo había causado. Al principio, parecía una bonita mujer humana hasta que abrió la boca y mostró una fila doble de serrados colmillos. Pero peor que los colmillos era la sangre que goteaba de su mentón. Sangre humana que hacía juego con los rojizos ojos de la criatura.
Y no estaba sola. Eran tres en total ─la mujer y dos rollizos hombres. Ella nunca había visto nada parecido a ellos. Definitivamente no eran de la especie humana aunque tuvieran cuerpos humanos. Se comunicaban los unos con los otros en esa especie de lenguaje hurón conocido y Flipper propio.
Como una unidad, se lanzaron sobre Harry. Él se agachó y mandó volando al primero que se le acercó por la espalda. En un simple, fluido movimiento, sacó la daga de la bota y la deslizó hacia el segundo hombre. El demonio le cogió el brazo y hundió sus colmillos en su mano.
Maldiciendo, Harry le pegó un rodillazo a la criatura en el estómago y se giró para enfrentarse a la mujer. El demonio femenino se retiró de un tirón hacia atrás una fracción de segundo antes de que su puñal le hubiese abierto la garganta.
El primer hombre se levantó y se apresuró a su espalda. Harry se giró y golpeó el suelo para que el demonio cayese en los brazos del que le había mordido. Desenrolló otra cuerda del brazo izquierdo, entonces se levantó y la envolvió alrededor de la garganta de la mujer. Ella chilló un instante antes de que su cabeza cayese libre de su cuerpo.
Kat se giró apartándose y se encogió ante la horripilante visión mientras la bilis le subía a la garganta.
Los otros dos demonios gritaron, entonces huyeron. Cruzando los brazos sobre el pecho, Sin sacó de un tirón los cuchillos del bíceps y los lanzó directos a las espaldas de las bestias que huían. Los cuchillos aterrizaron en la base de su espina dorsal con una certeza infalible. Cayeron instantáneamente al suelo donde se retorcieron y gritaron en agonía.
Después de un último grito, cada uno de ellos murió.
Kat estaba horrorizada por lo que estaba presenciando. Era horripilante e intenso, y había algo en Harry que decía que gozaba mucho más de lo que debía. Era como si estuviera orgulloso de infringir tanto daño en ellos como podía.
Es un enfermo bastardo.
Harry observó a los hombres por unos pocos segundos más ante de ir a comprobar al humano del que se habían estado alimentando. Pero era demasiado tarde para ella. Incluso desde su distancia, podía asegurar que el humano estaba muerto cuando sus cristalinos ojos se quedaron mirando fijamente las estrellas que llenaban el cielo. Todo su cuerpo estaba destrozado por su asesinato.
La mujer indigente.
Su cara lúgubre, Sin cerró los ojos de la mujer y murmuró una antigua oración sumeria para que su alma descansara en paz a pesar de la violencia con la que le habían arrebatado la vida. Estaba sorprendida por sus acciones. Parecían completamente incongruentes con todo lo que acaba de presenciar de este hombre.
Al menos ese fue su pensamiento hasta que él recuperó un cuchillo de la espalda de uno de los demonios. Convocó una bola de fuego en su mano derecha para calentar la hoja, entonces una vez esta estuvo caliente, colocó la hoja sobre la herida de la mordedura de su mano. Ella se encogió en compasión al dolor incluso aunque él no se había quejado.
Simplemente se quedó allí apretando los dientes mientras el hedor de carne quemada la hacía marearse.
Pero eso no fue lo único. Una vez que su herida fue cauterizada, volvió a la mujer humana y entonces le cortó despiadadamente la cabeza del cuerpo.
Estaba loco...
No había otra explicación. ¿Por qué haría algo así a la pobre víctima? No tenía sentido.
Y aún no había acabado. Repitió la decapitación en los dos demonios antes de amontonar juntos todos los cuerpos y quemarlos hasta que no hubo quedado nada excepto las cenizas. Su cara completamente estoica, viendo como ardían. Las llamas iluminaron sus frías facciones carentes de emoción. Las sombras oscurecieron sus ojos, haciéndole parecer incluso más parecido a un demonio de los que había matado.
No dijo una sola palabra en todo el tiempo ni mostró siquiera una gota de compasión.
Una vez que estuvieron completamente calcinados, Harry esparció las cenizas con la punta de su bota hasta que no hubo rastro de ninguno de ellos. Nadie sabría jamás lo que le había acontecido a la pobre mujer.
Kat se sintió enferma. ¿Cómo era que se le había permitido vivir a este hombre dada su clase de salvajismo? ¿No sabía Joseph lo que él hacía por la noche? ¿Que profanaba los restos humanos? No podía imaginarse a Joseph perdonando algo tan horrendo. No estaba en su naturaleza, como tampoco estaba en la de ella.
Quizás, por una vez, Artemisa tenía razón. Un hombre como Harry no necesitaba ser dejado suelto en el mundo. Era demasiado peligroso.
Pero antes de que fuese enviada aquí para atacarle, necesitaba saber cuales eran sus poderes. Por lo que acaba de ver, él podía controlar el fuego y estaba bien versado en las armas y en las tácticas cuerpo a cuerpo.
Capturarlo sería complicado. Quizás el éxtasis sería la mejor parte de esto. Podría ponerlo a dormir donde no pudiese hacer daño a nadie ─sería igual que morir sólo que todavía estaría vivo. Sí, esa quizás fuese la mejor opción en vez simplemente asesinarlo.
Y mientras ella contemplaba su muerte, Harry se dirigió por su abrigo. Se lo puso con un movimiento y entonces se desvaneció en una reluciente niebla.
¡Maldición!
Kat cerró los ojos, intentando localizarle otra vez de modo que pudiese acabar su misión.
Pero no sentía nada. Ni rastro de él en ninguna parte.
Frunció el ceño. ¿Cómo podía ser? Tenía que tener una esencia, y esa esencia siempre dejaba una tarjeta de visita. Intentó localizarle otra vez, y de nuevo no había nada. Era como si ya no estuviese sobre la tierra. No tenía idea de a donde se había ido.
Eso nunca le había sucedido antes.
─¿Dónde estás, Harry?
Pero la verdadera pregunta no era donde estaba. Era que estaba haciendo...
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 2/7
Capitulo 2
Harry se emitió de regreso a su habitación de hotel, aún cuando podía haberse ido fácilmente a casa. Ahora mismo no quería a Kish o Damien molestándole. Necesitaba espacio para sí y tiempo a solas para prepararse mentalmente para lo que tenía que hacer.
Estaba cubierto de sangre y aunque había habido un tiempo en el que habría gozado con ello, esos días habían pasado. Ahora estaba cansado de batallas que nunca terminaban. Cansado de luchar en una guerra que sabía que realmente no podría ganar.
Sólo había una persona cuya sangre quería tener en sus manos. Una persona cuya sangre le alegraría sentir adherida cubriendo su piel.
Artemisa.
El mero pensamiento de cortarle la cabeza, trajo una sonrisa a su rostro mientras se dirigía hacia el baño para una larga ducha caliente.
Después de abrir el agua, tiró sus armas al suelo donde aterrizaron con un pesado golpe, y se desvistió mientras esperaba a que el agua se calentase. Tan pronto como estuvo hirviendo, dio un paso adentro y dejó que el agua lo limpiase. La pelea lo había dejado arenoso y cubierto de sudor y sangre ─suya y de ellos. Inclinando la cabeza hacia abajo, observó como se deslizaba de su piel hacia los azulejos y después bajaba por el desagüe.
El calor se sentía bien contra sus doloridos músculos. Pero aquello no hacía nada para aliviar sus conflictivos pensamientos.
El Kerir o El día del Ajuste de Cuentas como lo llamaban algunos, estaba cerca y todavía no había encontrado el Hayar Berd o La Luna Abandonada antes que los demonios gallu lo encontrasen y lo destruyesen a él. Sin la Luna, Harry no tenía ninguna posibilidad de devolverles el golpe.
No es que tuviese demasiada, incluso con la Luna, pero ese trocito era infinitamente mejor que ninguna esperanza en absoluto.
Harry apretó los dientes mientras imaginaba el Kerir en su mente. A medianoche de fin de año, mientras las personas se apresuraban a celebrarlo, los siete demonios Dimme que había creado Anu para vengar su destruido panteón, serían liberados. El único que podía luchar contra ellos era Harry y dado que ya no tenía sus poderes de dios, no había ni la más remota esperanza de devolverles el golpe.
Puede que los dioses, antiguos y nuevos, tuvieran misericordia de todos ellos.
─Maldita seas, Artemisa.─gruñó. La estúpida zorra. Por un acto de egoísmo, los había condenado a todos. Y ni siquiera le importaba. Ella pensaba que su propia divinidad podría protegerla de los demonios que vinieran.
Qué estúpida.
¿Por qué te molestas siquiera? La lucha lo único que haría sería prolongar su propia muerte. Pero no estaba en él quedarse simplemente a un lado y no hacer nada mientras gente inocente era asesinada. No hacer nada mientras la tierra era invadida y destruida. No había luchado con los demonios gallu por muchos siglos, sólo para simplemente cederles la tierra sin llevarse por delante tantos de ellos como pudiese.
Eran difíciles de matar, pero los Dimme...
Esos podrían destrozarle y reírse mientras lo hacían. Suspirando, cerró el agua y alcanzó una toalla. Se detuvo cuando vio la última cicatriz en su mano. Malditos ellos por esto. A diferencia de los Daimons que el Dios griego Apolo había maldecido, que vivían robando almas humanas, los gallu podían convertir a los humanos en uno de ellos. El veneno en su mordida podía infectarle, incluso a él, y hacerle también un demonio. Esa era la razón por la que quemaba el veneno cada vez que invadía su cuerpo. El por qué tenía que asegurarse de decapitar a las criaturas y quemar sus cuerpos. Era la única manera de destruir completamente el veneno y evitar que se regeneraran.
Eran prolíficos criadores. Un mordisco, un intercambio de sangre... eso era todo lo que necesitaban. No tenían que matar humanos para convertirlos en demonios. Pero disfrutaban tanto asesinando que generalmente lo hacían sólo por la mierda y las risas. Una vez que era infectado, el humano difunto perdía rápidamente el control de su identidad para que el gallu pudiera dominar el cuerpo humano para hacer cualquier cosa que ellos quisieran. Los humanos se convertían entonces en esclavos de sangre sin inteligencia.
O peor.
Once mil años antes, habían sido designados guerreros aprobados por los Dioses Sumerios, los cuales fueron entrenados para luchar contra los gallu. Cuándo el número de esos guerreros decayó y se extinguieron por completo, Harry, su hija y su hermano, habían atrapado a los gallu para evitar que hicieran presa de la humanidad. Pero con el tiempo, y después de la muerte del panteón sumerio, los gallu habían empezado a preparar la manera de escapar de su prisión. Haciéndose también más listos y más organizados.
Ahora estaba intentando encontrar los artefactos que el hermano de Harry había ocultado para ayudar a despertar al Dimme, esperando que el Dimme los recompensara por su lealtad. Y probablemente lo haría.
Sí, en tres semanas, iba a apestar realmente si eras humano.
Harry se secó el pelo con la toalla. No tenía caso pensar en ello esta noche. Había encontrado la Tablilla del Destino. Mañana, buscaría la Luna. Hasta entonces necesitaba descansar algunas horas.
Completamente desnudo, se metió en la cama e intentó apartar la noche de su mente. Pero era inútil. Podía imaginarse a los gallu reuniendo sus fuerzas. Viéndolos convertir a los humanos en criaturas como ellos. No les llevaría mucho tiempo invadir todo el mundo. La madre convertiría al hijo, el hermano al hermano. Tenían un hambre de sangre que no conocía satisfacción. El arma definitiva, originalmente habían sido creados para combatir a los enemigos del panteón Sumerio.
Específicamente, habían sido creados para combatir contra los demonios Caronte, el padre de Sin había estado convencido de que un día los destruirían a todos. Lo que su panteón nunca había imaginado fue el día en que la Atlántida fue destruida y los Carontes con ella. Sin otros demonios para mantenerlos controlados, los gallu volvieron su atención y hambre sobre los humanos.
Asolaron ciudades enteras antes de que Harry, Zakar e Ishtar los hubiesen acorralado. Todavía podía ver los cuerpos de los humanos muertos levantándose como demonios sin inteligencia para luchar con ellos.
Pero más que eso, podía ver a sus propios hijos volviéndose contra él...
Harry gruñó mientras desterraba esos recuerdos. No hacían nada más que lacerarle más profundamente. Y ya había sido lacerado lo suficiente. El pasado se había ido. Tenía un futuro por el que luchar y necesitaba de toda su fuerza para ello. Cerrando los ojos, se obligó a no pensar en nada. En no sentir nada. No podía permitir que algo tan insignificante como la venganza o el odio lo agotaran. Tenía demasiado que hacer.
Kat vagó por las calles de Nueva York, tratando de encontrar una pista sobre Harry. Quizás ya no estuviese en la ciudad, pero puesto que había estado allí la noche anterior, era el lugar más que probable para buscarlo. La atravesó un cortante viento helado, mientras caminaba a través de la gente que estaba de vacaciones.
Honestamente, le encantaba visitar Nueva York en Navidad. Podía entender perfectamente que su padre necesitara estar en la ciudad en esta época del año. Cierto que hacía frío, pero había una calidez aquí cuando la gente se apresuraba por las calles, comprando, trabajando y viviendo.
Lo que más le gustaba era la decoración de los escaparates de las tiendas y los divertidos temas que escogían los decoradores. Eran exquisitos y hacían que la niña oculta en ella se sintiese frívola, especialmente cuando veía otros niños chillando de placer cuando los señalaban y corrían entonces al siguiente, empujando para pasar a los molestos adultos.
Kat nunca había sido tan despreocupada. Aún cuando había estado resguardada, su infancia nunca había sido inocente. Había visto cosas que un niño no debía ver y aunque intentaba no estar harta, era difícil no estarlo.
Pero esos niños que eran risueños y frívolos... los que no tenían la menor idea de cuán horrendo podía ser el mundo... eran los únicos por los que lucharía. Y esos niños eran el motivo de que tuviera que encontrar a Harry y detenerlo. No podía permitírsele que hiciera presa de ellos.
No después de lo que le había hecho anoche a esa pobre mujer. ¿Por qué profanaría un cuerpo humano? Todavía no podía entenderlo. La golpeó en un nivel tan crudo que no podía hacer nada excepto dolerse por la mujer y su familia quien jamás sabría lo que le había sucedido.
Estaba mal y era espantoso. Más que eso, era injusto.
Cuando Kat se detuvo para dejar que una niña pequeña cruzase por delante, un hombre enorme la empujó desde atrás. Kat le frunció el ceño cuando pasó ante ella, murmurando para si mismo. Le echó un vistazo a la niña y siseó igual que un gato. Entonces se quedó mirando a la niña especulativamente... igual que una bestia salvaje que contempla su próximo bocado.
Pero cuando se estiró por la niña, su madre la recuperó y la castigó por escapar.
El hombre posó una hambrienta mirada sobre la pareja que hizo que la sangre de Kat se helara. Eso no era normal. Más que eso, había un destello rojizo en sus ojos que no era humano.
Capitulo 2
Harry se emitió de regreso a su habitación de hotel, aún cuando podía haberse ido fácilmente a casa. Ahora mismo no quería a Kish o Damien molestándole. Necesitaba espacio para sí y tiempo a solas para prepararse mentalmente para lo que tenía que hacer.
Estaba cubierto de sangre y aunque había habido un tiempo en el que habría gozado con ello, esos días habían pasado. Ahora estaba cansado de batallas que nunca terminaban. Cansado de luchar en una guerra que sabía que realmente no podría ganar.
Sólo había una persona cuya sangre quería tener en sus manos. Una persona cuya sangre le alegraría sentir adherida cubriendo su piel.
Artemisa.
El mero pensamiento de cortarle la cabeza, trajo una sonrisa a su rostro mientras se dirigía hacia el baño para una larga ducha caliente.
Después de abrir el agua, tiró sus armas al suelo donde aterrizaron con un pesado golpe, y se desvistió mientras esperaba a que el agua se calentase. Tan pronto como estuvo hirviendo, dio un paso adentro y dejó que el agua lo limpiase. La pelea lo había dejado arenoso y cubierto de sudor y sangre ─suya y de ellos. Inclinando la cabeza hacia abajo, observó como se deslizaba de su piel hacia los azulejos y después bajaba por el desagüe.
El calor se sentía bien contra sus doloridos músculos. Pero aquello no hacía nada para aliviar sus conflictivos pensamientos.
El Kerir o El día del Ajuste de Cuentas como lo llamaban algunos, estaba cerca y todavía no había encontrado el Hayar Berd o La Luna Abandonada antes que los demonios gallu lo encontrasen y lo destruyesen a él. Sin la Luna, Harry no tenía ninguna posibilidad de devolverles el golpe.
No es que tuviese demasiada, incluso con la Luna, pero ese trocito era infinitamente mejor que ninguna esperanza en absoluto.
Harry apretó los dientes mientras imaginaba el Kerir en su mente. A medianoche de fin de año, mientras las personas se apresuraban a celebrarlo, los siete demonios Dimme que había creado Anu para vengar su destruido panteón, serían liberados. El único que podía luchar contra ellos era Harry y dado que ya no tenía sus poderes de dios, no había ni la más remota esperanza de devolverles el golpe.
Puede que los dioses, antiguos y nuevos, tuvieran misericordia de todos ellos.
─Maldita seas, Artemisa.─gruñó. La estúpida zorra. Por un acto de egoísmo, los había condenado a todos. Y ni siquiera le importaba. Ella pensaba que su propia divinidad podría protegerla de los demonios que vinieran.
Qué estúpida.
¿Por qué te molestas siquiera? La lucha lo único que haría sería prolongar su propia muerte. Pero no estaba en él quedarse simplemente a un lado y no hacer nada mientras gente inocente era asesinada. No hacer nada mientras la tierra era invadida y destruida. No había luchado con los demonios gallu por muchos siglos, sólo para simplemente cederles la tierra sin llevarse por delante tantos de ellos como pudiese.
Eran difíciles de matar, pero los Dimme...
Esos podrían destrozarle y reírse mientras lo hacían. Suspirando, cerró el agua y alcanzó una toalla. Se detuvo cuando vio la última cicatriz en su mano. Malditos ellos por esto. A diferencia de los Daimons que el Dios griego Apolo había maldecido, que vivían robando almas humanas, los gallu podían convertir a los humanos en uno de ellos. El veneno en su mordida podía infectarle, incluso a él, y hacerle también un demonio. Esa era la razón por la que quemaba el veneno cada vez que invadía su cuerpo. El por qué tenía que asegurarse de decapitar a las criaturas y quemar sus cuerpos. Era la única manera de destruir completamente el veneno y evitar que se regeneraran.
Eran prolíficos criadores. Un mordisco, un intercambio de sangre... eso era todo lo que necesitaban. No tenían que matar humanos para convertirlos en demonios. Pero disfrutaban tanto asesinando que generalmente lo hacían sólo por la mierda y las risas. Una vez que era infectado, el humano difunto perdía rápidamente el control de su identidad para que el gallu pudiera dominar el cuerpo humano para hacer cualquier cosa que ellos quisieran. Los humanos se convertían entonces en esclavos de sangre sin inteligencia.
O peor.
Once mil años antes, habían sido designados guerreros aprobados por los Dioses Sumerios, los cuales fueron entrenados para luchar contra los gallu. Cuándo el número de esos guerreros decayó y se extinguieron por completo, Harry, su hija y su hermano, habían atrapado a los gallu para evitar que hicieran presa de la humanidad. Pero con el tiempo, y después de la muerte del panteón sumerio, los gallu habían empezado a preparar la manera de escapar de su prisión. Haciéndose también más listos y más organizados.
Ahora estaba intentando encontrar los artefactos que el hermano de Harry había ocultado para ayudar a despertar al Dimme, esperando que el Dimme los recompensara por su lealtad. Y probablemente lo haría.
Sí, en tres semanas, iba a apestar realmente si eras humano.
Harry se secó el pelo con la toalla. No tenía caso pensar en ello esta noche. Había encontrado la Tablilla del Destino. Mañana, buscaría la Luna. Hasta entonces necesitaba descansar algunas horas.
Completamente desnudo, se metió en la cama e intentó apartar la noche de su mente. Pero era inútil. Podía imaginarse a los gallu reuniendo sus fuerzas. Viéndolos convertir a los humanos en criaturas como ellos. No les llevaría mucho tiempo invadir todo el mundo. La madre convertiría al hijo, el hermano al hermano. Tenían un hambre de sangre que no conocía satisfacción. El arma definitiva, originalmente habían sido creados para combatir a los enemigos del panteón Sumerio.
Específicamente, habían sido creados para combatir contra los demonios Caronte, el padre de Sin había estado convencido de que un día los destruirían a todos. Lo que su panteón nunca había imaginado fue el día en que la Atlántida fue destruida y los Carontes con ella. Sin otros demonios para mantenerlos controlados, los gallu volvieron su atención y hambre sobre los humanos.
Asolaron ciudades enteras antes de que Harry, Zakar e Ishtar los hubiesen acorralado. Todavía podía ver los cuerpos de los humanos muertos levantándose como demonios sin inteligencia para luchar con ellos.
Pero más que eso, podía ver a sus propios hijos volviéndose contra él...
Harry gruñó mientras desterraba esos recuerdos. No hacían nada más que lacerarle más profundamente. Y ya había sido lacerado lo suficiente. El pasado se había ido. Tenía un futuro por el que luchar y necesitaba de toda su fuerza para ello. Cerrando los ojos, se obligó a no pensar en nada. En no sentir nada. No podía permitir que algo tan insignificante como la venganza o el odio lo agotaran. Tenía demasiado que hacer.
Kat vagó por las calles de Nueva York, tratando de encontrar una pista sobre Harry. Quizás ya no estuviese en la ciudad, pero puesto que había estado allí la noche anterior, era el lugar más que probable para buscarlo. La atravesó un cortante viento helado, mientras caminaba a través de la gente que estaba de vacaciones.
Honestamente, le encantaba visitar Nueva York en Navidad. Podía entender perfectamente que su padre necesitara estar en la ciudad en esta época del año. Cierto que hacía frío, pero había una calidez aquí cuando la gente se apresuraba por las calles, comprando, trabajando y viviendo.
Lo que más le gustaba era la decoración de los escaparates de las tiendas y los divertidos temas que escogían los decoradores. Eran exquisitos y hacían que la niña oculta en ella se sintiese frívola, especialmente cuando veía otros niños chillando de placer cuando los señalaban y corrían entonces al siguiente, empujando para pasar a los molestos adultos.
Kat nunca había sido tan despreocupada. Aún cuando había estado resguardada, su infancia nunca había sido inocente. Había visto cosas que un niño no debía ver y aunque intentaba no estar harta, era difícil no estarlo.
Pero esos niños que eran risueños y frívolos... los que no tenían la menor idea de cuán horrendo podía ser el mundo... eran los únicos por los que lucharía. Y esos niños eran el motivo de que tuviera que encontrar a Harry y detenerlo. No podía permitírsele que hiciera presa de ellos.
No después de lo que le había hecho anoche a esa pobre mujer. ¿Por qué profanaría un cuerpo humano? Todavía no podía entenderlo. La golpeó en un nivel tan crudo que no podía hacer nada excepto dolerse por la mujer y su familia quien jamás sabría lo que le había sucedido.
Estaba mal y era espantoso. Más que eso, era injusto.
Cuando Kat se detuvo para dejar que una niña pequeña cruzase por delante, un hombre enorme la empujó desde atrás. Kat le frunció el ceño cuando pasó ante ella, murmurando para si mismo. Le echó un vistazo a la niña y siseó igual que un gato. Entonces se quedó mirando a la niña especulativamente... igual que una bestia salvaje que contempla su próximo bocado.
Pero cuando se estiró por la niña, su madre la recuperó y la castigó por escapar.
El hombre posó una hambrienta mirada sobre la pareja que hizo que la sangre de Kat se helara. Eso no era normal. Más que eso, había un destello rojizo en sus ojos que no era humano.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 3/7
Capitulo 2 Parte 3
Nunca había visto nada así.
Con una última mueca desdeñosa, pareció pensarse mejor lo de atacarles antes de continuar su camino.
Con curiosidad acerca de él y sus intenciones, Kat le siguió discretamente. Si no fuese por que la luz del día brillaba con tanta luminosidad, pensaría que era un Daimon tratando de encontrar un alma humana que robar para alargar su vida. Pero eso no era posible. A causa de la maldición de Apolo sobre su raza, ninguno de los Daimons podría salir mientras el sol estuviese brillando. Si lo hacían, estallaban en llamas.
¿Qué era él entonces?
Más concretamente, ¿A qué panteón pertenecía? Si no era humano y no era Daimon, algún Dios lo había creado. La pregunta era ¿Para qué propósito?
Kat se extendió con sus poderes, pero todo lo que pudo sentir fue su espíritu humano y su enfado cuando tropezó con él.
Quizá simplemente estaba loco...
Él se precipitó a un lado de la calle donde no había personas. Algo en ella la obligaba a ignorarlo y continuar su búsqueda de Harry.
Kat no lo hizo. No estaba en ella el dejar que tal cosa se marchara. Si estaba aquí para nada bueno, ella era una de las pocas personas que podría detenerlo. Nunca sería como su madre e ignoraría el dolor de las personas. No cuando podía detenerlo.
Así que en vez de seguir su camino, siguió al hombre por la vacía calle.
No había ido muy lejos antes de que se volviese hacia ella con un fiero gruñido.
Esta vez sus ojos eran de un llameante rojo que se arremolinaba alrededor de sus pupilas negras. Abrió la boca, mostrando una doble fila de colmillos antes de agarrarla por los hombros y lanzarla contra la pared.
Aturdida por su ataque y apariencia, se balanceó para golpearlo.
Él le agarró la mano, después asió su garganta y la lanzó contra la pared con tanta fuerza, que le resonó hasta la médula de los huesos. Si hubiese sido humana, la habría dejado inconsciente o muerta.
Como fuese, dolió una barbaridad y la molestó de veras.
─¿Qué eres? ─preguntó ella.
No contestó cuando la recogió ─algo que no era pequeña proeza dado el hecho de que ella medía seis pies y algo, y era de constitución sólida─ y la lanzó con tanta fuerza contra un coche aparcado que dobló el capo y soltó los goznes de este. El parabrisas se destrozó debajo de ella mientras la alarma del coche empezaba a gemir. Apenas podía respirar mientras notaba sangre en la boca. El dolor la perforó.
Intentó moverse, pero tenía el brazo roto y parecía estar atascada en el destrozado parabrisas. Sus ojos de un ardiente rojo, el hombre caminó hacia ella.
Justo cuando la alcanzó, vio que algo caía desde arriba del edificio en frente de ella. No era más que una mancha negra, que impactó tan fuerte contra el suelo, que resquebrajó el cemento.
Le llevó un segundo darse cuenta de lo que era y la dejó incluso más atónita que la criatura que la había atacado.
Era Harry, vestido todo de cuero negro. Acuclillado, se puso lentamente en pie, preparado para la batalla. Sus ojos estaban clavados en el hombre delante de ella.
─Gallu ─dijo él en un tono bajo y siniestro─. Prueba a escoger alguien que pueda defenderse.
El hombre la dejó para atacarlo. Se giró hacia Harry quien levantó un brazo para parar el golpe en su antebrazo de plata antes de darle un asombroso golpe al mentón del hombre. El hombre se tambaleó hacia atrás. Harry lo golpeó con fuerza en el pecho, haciéndole retroceder otro paso.
Mientras el hombre se tambaleaba por los golpes, Harry echó hacia atrás su largo abrigo para enseñar una enorme daga. El hombre se abalanzó hacia él con la boca abierta, tratando de morderlo. Sin se dejó caer al suelo y barrió los pies de hombre desde abajo. El hombre golpeó fuertemente el cemento. Harry giró y dirigió el cuchillo profundamente entre los ojos de hombre.
El hombre gritó, retorciéndose sobre la acera mientras se agitaba y pataleaba.
─Oh cierra el jodido pico ─gruñó Harry antes de sacar el puñal y herir otra vez al hombre.
Kat se deslizó lejos del coche, sosteniendo su brazo roto y antes de que pudiera detenerlo, Harry decapitó al muerto y lo quemó allí mismo en la acera.
Ella reculó ante aquel horror. Estaban a plena luz del día y ni siquiera parecía importarle.
Cualquiera podría verlo.
Antes de que pudiera moverse, Harry estaba frente a ella, agarrándola.
─¿Te mordió?
Ni siquiera la miró a la cara antes de empezar a cachearla. Ella siseó cuando tocó su brazo roto, pero él no detuvo su inspección.
Cuando le agarró la camiseta para mirarle el estómago, le pegó para alejar su contacto.
─Quítame las manos de encima.
─¿Te ha mordido? ─gruñó él, haciendo hincapié con dureza en cada palabra. Fue entonces cuando la miró a la cara y se congeló.
Un latido más tarde, aferró su garganta y empezó a estrangularla.
Capitulo 2 Parte 3
Nunca había visto nada así.
Con una última mueca desdeñosa, pareció pensarse mejor lo de atacarles antes de continuar su camino.
Con curiosidad acerca de él y sus intenciones, Kat le siguió discretamente. Si no fuese por que la luz del día brillaba con tanta luminosidad, pensaría que era un Daimon tratando de encontrar un alma humana que robar para alargar su vida. Pero eso no era posible. A causa de la maldición de Apolo sobre su raza, ninguno de los Daimons podría salir mientras el sol estuviese brillando. Si lo hacían, estallaban en llamas.
¿Qué era él entonces?
Más concretamente, ¿A qué panteón pertenecía? Si no era humano y no era Daimon, algún Dios lo había creado. La pregunta era ¿Para qué propósito?
Kat se extendió con sus poderes, pero todo lo que pudo sentir fue su espíritu humano y su enfado cuando tropezó con él.
Quizá simplemente estaba loco...
Él se precipitó a un lado de la calle donde no había personas. Algo en ella la obligaba a ignorarlo y continuar su búsqueda de Harry.
Kat no lo hizo. No estaba en ella el dejar que tal cosa se marchara. Si estaba aquí para nada bueno, ella era una de las pocas personas que podría detenerlo. Nunca sería como su madre e ignoraría el dolor de las personas. No cuando podía detenerlo.
Así que en vez de seguir su camino, siguió al hombre por la vacía calle.
No había ido muy lejos antes de que se volviese hacia ella con un fiero gruñido.
Esta vez sus ojos eran de un llameante rojo que se arremolinaba alrededor de sus pupilas negras. Abrió la boca, mostrando una doble fila de colmillos antes de agarrarla por los hombros y lanzarla contra la pared.
Aturdida por su ataque y apariencia, se balanceó para golpearlo.
Él le agarró la mano, después asió su garganta y la lanzó contra la pared con tanta fuerza, que le resonó hasta la médula de los huesos. Si hubiese sido humana, la habría dejado inconsciente o muerta.
Como fuese, dolió una barbaridad y la molestó de veras.
─¿Qué eres? ─preguntó ella.
No contestó cuando la recogió ─algo que no era pequeña proeza dado el hecho de que ella medía seis pies y algo, y era de constitución sólida─ y la lanzó con tanta fuerza contra un coche aparcado que dobló el capo y soltó los goznes de este. El parabrisas se destrozó debajo de ella mientras la alarma del coche empezaba a gemir. Apenas podía respirar mientras notaba sangre en la boca. El dolor la perforó.
Intentó moverse, pero tenía el brazo roto y parecía estar atascada en el destrozado parabrisas. Sus ojos de un ardiente rojo, el hombre caminó hacia ella.
Justo cuando la alcanzó, vio que algo caía desde arriba del edificio en frente de ella. No era más que una mancha negra, que impactó tan fuerte contra el suelo, que resquebrajó el cemento.
Le llevó un segundo darse cuenta de lo que era y la dejó incluso más atónita que la criatura que la había atacado.
Era Harry, vestido todo de cuero negro. Acuclillado, se puso lentamente en pie, preparado para la batalla. Sus ojos estaban clavados en el hombre delante de ella.
─Gallu ─dijo él en un tono bajo y siniestro─. Prueba a escoger alguien que pueda defenderse.
El hombre la dejó para atacarlo. Se giró hacia Harry quien levantó un brazo para parar el golpe en su antebrazo de plata antes de darle un asombroso golpe al mentón del hombre. El hombre se tambaleó hacia atrás. Harry lo golpeó con fuerza en el pecho, haciéndole retroceder otro paso.
Mientras el hombre se tambaleaba por los golpes, Harry echó hacia atrás su largo abrigo para enseñar una enorme daga. El hombre se abalanzó hacia él con la boca abierta, tratando de morderlo. Sin se dejó caer al suelo y barrió los pies de hombre desde abajo. El hombre golpeó fuertemente el cemento. Harry giró y dirigió el cuchillo profundamente entre los ojos de hombre.
El hombre gritó, retorciéndose sobre la acera mientras se agitaba y pataleaba.
─Oh cierra el jodido pico ─gruñó Harry antes de sacar el puñal y herir otra vez al hombre.
Kat se deslizó lejos del coche, sosteniendo su brazo roto y antes de que pudiera detenerlo, Harry decapitó al muerto y lo quemó allí mismo en la acera.
Ella reculó ante aquel horror. Estaban a plena luz del día y ni siquiera parecía importarle.
Cualquiera podría verlo.
Antes de que pudiera moverse, Harry estaba frente a ella, agarrándola.
─¿Te mordió?
Ni siquiera la miró a la cara antes de empezar a cachearla. Ella siseó cuando tocó su brazo roto, pero él no detuvo su inspección.
Cuando le agarró la camiseta para mirarle el estómago, le pegó para alejar su contacto.
─Quítame las manos de encima.
─¿Te ha mordido? ─gruñó él, haciendo hincapié con dureza en cada palabra. Fue entonces cuando la miró a la cara y se congeló.
Un latido más tarde, aferró su garganta y empezó a estrangularla.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 4/7
CAPÍTULO 3
Kat levantó las piernas y lo volvió a patear. Harry golpeó el suelo con un whoff antes de ponerse en pie e ir otra vez tras ella.
Ella se alejó del coche y se escurrió de sus manos, entonces jadeó con fuerza cuando se lastimó el brazo ─esto sólo consiguió enfadarla más.
─Confía en mí, gilipollas, no quieres ni un pedazo de mí.
Su nariz se dilató.
─Oh sí, lo quiero. He estado soñando con estrangularte durante siglos.
¿Qué diablos quería decir él con eso?
De repente, el aire se inundó con el sonido de las sirenas que se acercaban. Kat giró la cabeza para escuchar, pero en el instante en que lo hizo, él la agarró.
Esta vez cuando ella fue por él, se movió más rápido de lo que era humanamente posible. En un momento estaban en la calle y al siguiente todo era negro.
Harry sonrió con malicia cuando Artemisa se desplomó en sus brazos. Era verdad que carecía de la mayoría de su fuerza como Dios, pero su hermano se había asegurado después de que Artemisa lo hubiese drenado, de que tuviese todavía la suficiente para protegerse.
Incluso contra los dioses.
No podía creer que el destino hubiera sido tan amable de lanzar a esa puta directamente en su camino... Ahora era suya e iba a hacerla pagar por lo que le había hecho.
Sonriendo ante el sólo pensamiento, se trasladó a sí mismo a su penthouse en Las Vegas. Sin demasiada gentileza, arrojó a su prisionera sobre el sofá de cuero negro antes de ir a su habitación a tomar unas pocas cosas que necesitaba. Mantener una diosa de rehén era un asunto delicado. Una vez que se despertase estaría cabreada y queriendo sangre.
Su sangre.
Por lo tanto necesitaba unas pocas cosas para asegurarse que ella no usaba sus poderes para arrancarle la garganta. Abriendo su armario, se dirigió a la parte de atrás y apartó su ropa a un lado. Oculto detrás de ellas estaba la bóveda. La puerta estaba hecha de deslustrado bronce y contenía un escáner de mano y retina. Impresionantemente moderno dado el hecho de que él era un antiguo dios Sumerio. Pero uno tenía que adaptarse cuando estaba encerrado en el infierno que era el mundo mortal.
Abrió la puerta y entró donde guardaba los restos de su propio templo en Ur─las pocas cosas que Artemisa no había destruido después de que lo eliminara. No era mucho, una urna o dos de oro, y la bandeja del altar donde sus devotos una vez habían depositado sus ofrendas. También conservaba algunas estatuas, pero la mayoría de los contenidos de la bóveda pertenecía al templo de su hija en Ur. Después de su muerte, había intentado salvar todo aquello que representaba su imagen y estaban cuidadosamente preservados en urnas de cristal a su alrededor.
Pero eso no era lo que le había traído aquí. Los restos que buscaba estaban en una esquina lejana en la parte de atrás, en un baúl de cuero que chirrió espeluznantemente al abrirlo. Una sádica sonrisa curvó sus labios cuando encontró el único objeto que había mantenido a salvo todos esos siglos.
La Diktyon que Artemisa había usado para retenerle en el lugar mientras drenaba sus poderes. Algo en su composición mantenía a un inmortal impotente. Los mantenía atrapados e indefensos.
Todavía podía sentir la humillación de estar a su merced.
Y una vez que la perra lo había drenado, lo había arrojado en el desierto envuelto todavía en la red.
─Gracias por ser tan sumiso. Ahora volveré al resto de tu patético panteón unos contra otros hasta que todos ellos hayan desaparecido─su risa había resonado en sus oídos.
Igual que un bebé de pecho, se había visto forzado a pedir ayuda a su familia. Su padre se había reído y le había vuelto la espalda... como lo hicieron todos los demás. El único que le había mostrado pena había sido su hermano Zakar. Si no fuese por él, Harry estaría todavía tirado en el desierto.
Pudriéndose o peor.
Aunque sus risas habían muerto rápidamente. Artemisa había cumplido su promesa. Casi todos los miembros de su familia habían sido despachados por los dioses Griegos. Los griegos habían absorbido incluso sus poderes y los habían vuelto unos contra otros, hasta que no quedó ninguno. Eso había sucedido hacía trescientos años.
Ya era hora de ajustar el marcador.
Agarrando la red, se dirigió hacia el sofá donde había dejado a Artemisa ―durmiendo.
Ella estaba todavía en el mismo sitio, inconsciente. Bueno. Sabes, podrías asesinarla allí mismo. Ahora mismo...
La tentación era fuerte. ¿Pero entonces qué habría realmente de divertido en ello? Ella estaba inconsciente. No lo sentiría. No lo sabría. Además, era una diosa. Matarla mientras todavía tenía su divinidad causaría un desastre en el universo.
La única manera de destruir a un dios era dispersar o absorber sus poderes y entonces matarlos.
Sin mencionar, que quería verla sufrir. Quería ver su muerte en los ojos cuando absorbiera sus poderes y restableciera su propia divinidad─quería que ella conociese la miserable humillación y dolor de ser completamente vulnerable.
Y eso sólo podría hacerlo si estaba despierta y viva.
Maldición.
Con eso en mente, se tomó su tiempo para envolverla en la tela. Manteniéndola sujeta con su propia arma. Eso era lo más apropiado. Si tenía suerte, lloraría como un bebé y suplicaría por una piedad que él no tenía intención de darle.
Oh, si, ya podía oírla...
─Por favor Harry, por favor deja que me vaya, no haré nada.
─Ladra como un perro.
Lo haría también. Estaría llorosa e histérica. Y solo se reiría de ella. Él saboreó el mero pensamiento.
Harry hizo una pausa cuando aseguró sus pies y echó un vistazo a su cara. Para su profundo disgusto, realmente tenía que admitir que era hermosa─igual que una serpiente venenosa, una perra letal. En sus sueños homicidas, había olvidado exactamente cuan graciosa y atractiva era.
Pero aquí y ahora, recordó cosas que había enterrado hacía trescientos años. Había ido a su templo ese día por que ella lo había intrigado. La mayoría de las diosas eran hermosas, pero Artemisa había sido extremadamente atractiva incluso para sus altos estándares. Le había contado lo sola que estaba. Como deseaba a alguien que la entendiera. Él estúpidamente la había considerado su alma gemela.
Y al igual que todos los que había conocido, ella se volvió contra él. Alma gemela, nada. Se había reído en su cara y lo había reducido a un patético inmortal.
No veía nada hermoso en ella ahora. Pero había encontrado extraño que tuviera el pelo rubio en vez del vibrante rojo por el que era famosa. Quizás eso era por que había estado en el mundo de los humanos y por alguna razón estaba intentando pasarse por uno de ellos.
Aún así, su ─era el mismo. Alto, grácil y bien formado, se conservaba igual que la diosa que era. Cualquier hombre, inmortal o cualquier otro, mataría por tener acceso a una mujer así. Y él recordaba un tiempo en el que había estado tan atraído por ella que hubiese hecho cualquier cosa para hacerla feliz.
Ahora todo lo que quería era matarla.
─¿Hey, Harry?
Él se detuvo cuando vio a su sirviente Kish entrando en la habitación. Debajo de los seis pies de altura, Kish parecía estar a mediados de los veinte, pero en realidad el hombre tenía casi trescientos años. Al igual que Sin, tenía el pelo negro como el azabache y oscura piel olivácea, sólo que su cabello, contrario al de Harry, caía pasando sus hombros.
Kish se congeló en el lugar cuando vio la mujer sobre el sofá.
─Uh, jefe, ¿Qué está haciendo?
─¿Qué te parece que estoy haciendo?
Kish hizo una mueca mientras se rascaba el área justo por encima de su oreja derecha.
─Eso parece muy perverso. Y aquí es donde debería recordarle que secuestrar a una mujer en estos días, en ésta época, y en este país en particular, es un delito federal.
A Harry no le hizo gracia.
─Sí, y en la época en la que tú naciste, esto era una pena capital que acababa con cortarle los testículos al hombre antes de ser decapitado.
Kish se sacudió ante la mención de la castración y se cubrió a sí mismo. ─Si y ¿Por qué la estás secuestrando?
─¿Quién dice que la secuestré?
─El hecho de que esté inconsciente y atada... completamente vestida. Me imagino que si esto fuera realmente perverso y ella estuviese cooperando, habría estado despierta y desnuda.
Kish había conseguido anotarse un tanto.
Él se movió y la miró más de cerca antes de volver la mirada hacia Harry.
─Así que, ¿Quién es?
─Artemisa.
─¿Artemisa que?
Harry lo miró con dureza.
─Ya sabes. La puta diosa Griega que robó mis poderes.
Kish dejó escapar una nerviosa risa.
─¿Esa es la diosa atada, igual que un pavo sobre su sofá? ¿Está loco?
─No─dijo Harry cuando una justificada furia lo recorría─.Tuve una oportunidad y la tomé.
Su cara se volvió ceniza.
CAPÍTULO 3
Kat levantó las piernas y lo volvió a patear. Harry golpeó el suelo con un whoff antes de ponerse en pie e ir otra vez tras ella.
Ella se alejó del coche y se escurrió de sus manos, entonces jadeó con fuerza cuando se lastimó el brazo ─esto sólo consiguió enfadarla más.
─Confía en mí, gilipollas, no quieres ni un pedazo de mí.
Su nariz se dilató.
─Oh sí, lo quiero. He estado soñando con estrangularte durante siglos.
¿Qué diablos quería decir él con eso?
De repente, el aire se inundó con el sonido de las sirenas que se acercaban. Kat giró la cabeza para escuchar, pero en el instante en que lo hizo, él la agarró.
Esta vez cuando ella fue por él, se movió más rápido de lo que era humanamente posible. En un momento estaban en la calle y al siguiente todo era negro.
Harry sonrió con malicia cuando Artemisa se desplomó en sus brazos. Era verdad que carecía de la mayoría de su fuerza como Dios, pero su hermano se había asegurado después de que Artemisa lo hubiese drenado, de que tuviese todavía la suficiente para protegerse.
Incluso contra los dioses.
No podía creer que el destino hubiera sido tan amable de lanzar a esa puta directamente en su camino... Ahora era suya e iba a hacerla pagar por lo que le había hecho.
Sonriendo ante el sólo pensamiento, se trasladó a sí mismo a su penthouse en Las Vegas. Sin demasiada gentileza, arrojó a su prisionera sobre el sofá de cuero negro antes de ir a su habitación a tomar unas pocas cosas que necesitaba. Mantener una diosa de rehén era un asunto delicado. Una vez que se despertase estaría cabreada y queriendo sangre.
Su sangre.
Por lo tanto necesitaba unas pocas cosas para asegurarse que ella no usaba sus poderes para arrancarle la garganta. Abriendo su armario, se dirigió a la parte de atrás y apartó su ropa a un lado. Oculto detrás de ellas estaba la bóveda. La puerta estaba hecha de deslustrado bronce y contenía un escáner de mano y retina. Impresionantemente moderno dado el hecho de que él era un antiguo dios Sumerio. Pero uno tenía que adaptarse cuando estaba encerrado en el infierno que era el mundo mortal.
Abrió la puerta y entró donde guardaba los restos de su propio templo en Ur─las pocas cosas que Artemisa no había destruido después de que lo eliminara. No era mucho, una urna o dos de oro, y la bandeja del altar donde sus devotos una vez habían depositado sus ofrendas. También conservaba algunas estatuas, pero la mayoría de los contenidos de la bóveda pertenecía al templo de su hija en Ur. Después de su muerte, había intentado salvar todo aquello que representaba su imagen y estaban cuidadosamente preservados en urnas de cristal a su alrededor.
Pero eso no era lo que le había traído aquí. Los restos que buscaba estaban en una esquina lejana en la parte de atrás, en un baúl de cuero que chirrió espeluznantemente al abrirlo. Una sádica sonrisa curvó sus labios cuando encontró el único objeto que había mantenido a salvo todos esos siglos.
La Diktyon que Artemisa había usado para retenerle en el lugar mientras drenaba sus poderes. Algo en su composición mantenía a un inmortal impotente. Los mantenía atrapados e indefensos.
Todavía podía sentir la humillación de estar a su merced.
Y una vez que la perra lo había drenado, lo había arrojado en el desierto envuelto todavía en la red.
─Gracias por ser tan sumiso. Ahora volveré al resto de tu patético panteón unos contra otros hasta que todos ellos hayan desaparecido─su risa había resonado en sus oídos.
Igual que un bebé de pecho, se había visto forzado a pedir ayuda a su familia. Su padre se había reído y le había vuelto la espalda... como lo hicieron todos los demás. El único que le había mostrado pena había sido su hermano Zakar. Si no fuese por él, Harry estaría todavía tirado en el desierto.
Pudriéndose o peor.
Aunque sus risas habían muerto rápidamente. Artemisa había cumplido su promesa. Casi todos los miembros de su familia habían sido despachados por los dioses Griegos. Los griegos habían absorbido incluso sus poderes y los habían vuelto unos contra otros, hasta que no quedó ninguno. Eso había sucedido hacía trescientos años.
Ya era hora de ajustar el marcador.
Agarrando la red, se dirigió hacia el sofá donde había dejado a Artemisa ―durmiendo.
Ella estaba todavía en el mismo sitio, inconsciente. Bueno. Sabes, podrías asesinarla allí mismo. Ahora mismo...
La tentación era fuerte. ¿Pero entonces qué habría realmente de divertido en ello? Ella estaba inconsciente. No lo sentiría. No lo sabría. Además, era una diosa. Matarla mientras todavía tenía su divinidad causaría un desastre en el universo.
La única manera de destruir a un dios era dispersar o absorber sus poderes y entonces matarlos.
Sin mencionar, que quería verla sufrir. Quería ver su muerte en los ojos cuando absorbiera sus poderes y restableciera su propia divinidad─quería que ella conociese la miserable humillación y dolor de ser completamente vulnerable.
Y eso sólo podría hacerlo si estaba despierta y viva.
Maldición.
Con eso en mente, se tomó su tiempo para envolverla en la tela. Manteniéndola sujeta con su propia arma. Eso era lo más apropiado. Si tenía suerte, lloraría como un bebé y suplicaría por una piedad que él no tenía intención de darle.
Oh, si, ya podía oírla...
─Por favor Harry, por favor deja que me vaya, no haré nada.
─Ladra como un perro.
Lo haría también. Estaría llorosa e histérica. Y solo se reiría de ella. Él saboreó el mero pensamiento.
Harry hizo una pausa cuando aseguró sus pies y echó un vistazo a su cara. Para su profundo disgusto, realmente tenía que admitir que era hermosa─igual que una serpiente venenosa, una perra letal. En sus sueños homicidas, había olvidado exactamente cuan graciosa y atractiva era.
Pero aquí y ahora, recordó cosas que había enterrado hacía trescientos años. Había ido a su templo ese día por que ella lo había intrigado. La mayoría de las diosas eran hermosas, pero Artemisa había sido extremadamente atractiva incluso para sus altos estándares. Le había contado lo sola que estaba. Como deseaba a alguien que la entendiera. Él estúpidamente la había considerado su alma gemela.
Y al igual que todos los que había conocido, ella se volvió contra él. Alma gemela, nada. Se había reído en su cara y lo había reducido a un patético inmortal.
No veía nada hermoso en ella ahora. Pero había encontrado extraño que tuviera el pelo rubio en vez del vibrante rojo por el que era famosa. Quizás eso era por que había estado en el mundo de los humanos y por alguna razón estaba intentando pasarse por uno de ellos.
Aún así, su ─era el mismo. Alto, grácil y bien formado, se conservaba igual que la diosa que era. Cualquier hombre, inmortal o cualquier otro, mataría por tener acceso a una mujer así. Y él recordaba un tiempo en el que había estado tan atraído por ella que hubiese hecho cualquier cosa para hacerla feliz.
Ahora todo lo que quería era matarla.
─¿Hey, Harry?
Él se detuvo cuando vio a su sirviente Kish entrando en la habitación. Debajo de los seis pies de altura, Kish parecía estar a mediados de los veinte, pero en realidad el hombre tenía casi trescientos años. Al igual que Sin, tenía el pelo negro como el azabache y oscura piel olivácea, sólo que su cabello, contrario al de Harry, caía pasando sus hombros.
Kish se congeló en el lugar cuando vio la mujer sobre el sofá.
─Uh, jefe, ¿Qué está haciendo?
─¿Qué te parece que estoy haciendo?
Kish hizo una mueca mientras se rascaba el área justo por encima de su oreja derecha.
─Eso parece muy perverso. Y aquí es donde debería recordarle que secuestrar a una mujer en estos días, en ésta época, y en este país en particular, es un delito federal.
A Harry no le hizo gracia.
─Sí, y en la época en la que tú naciste, esto era una pena capital que acababa con cortarle los testículos al hombre antes de ser decapitado.
Kish se sacudió ante la mención de la castración y se cubrió a sí mismo. ─Si y ¿Por qué la estás secuestrando?
─¿Quién dice que la secuestré?
─El hecho de que esté inconsciente y atada... completamente vestida. Me imagino que si esto fuera realmente perverso y ella estuviese cooperando, habría estado despierta y desnuda.
Kish había conseguido anotarse un tanto.
Él se movió y la miró más de cerca antes de volver la mirada hacia Harry.
─Así que, ¿Quién es?
─Artemisa.
─¿Artemisa que?
Harry lo miró con dureza.
─Ya sabes. La puta diosa Griega que robó mis poderes.
Kish dejó escapar una nerviosa risa.
─¿Esa es la diosa atada, igual que un pavo sobre su sofá? ¿Está loco?
─No─dijo Harry cuando una justificada furia lo recorría─.Tuve una oportunidad y la tomé.
Su cara se volvió ceniza.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Ah dios mio ._. la mordio? Yo se tu intencion HArry D: Sho te amo :c sdfgñ siguelaaaaaaaaaaaaa
Feer :)x.
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 5/7
Capitulo 3 Parte 2
─Y cuando despierte, ambos seremos tostadas. Tostadas quemadas. Chamuscadas. Lo que demonios quiera que esté más allá de chamuscadas, eso seremos nosotros─movió su dedo índice de un lado a otro para enfatizar sus muertes venideras─.Va a patearnos el culo a ambos. Y no se ofenda, no quiero que mi culo sea pateado por una diosa... bueno, Angelina Jolie con un salto de cama negro y zapatos de tacón de aguja, es cosa a parte. Angie─bebé puede pasearse sobre todo yo con esos zapatos de tacón de aguja, pero eso...─él gesticuló hacia Artemisa─.Eso me dolería terriblemente y quiero evitarlo a toda costa.
Harry sacudió su cabeza ante la histeria del hombre.
─Cálmate antes de que mojes mi alfombra y tenga un nuevo papel para ti. Ella no va a patear nuestros culos. Esa red inhibe sus poderes. Así fue como drenó los míos y me dejó humillado.
Kish inclinó su cabeza como si quisiera creer eso, pero no estaba seguro de que debiera.
─¿Está seguro de eso, jefe?
─Completamente. La Diktyon fue diseñada como una trampa para dioses e inmortales. Mientras ella esté sujeta por eso, nosotros estaremos bien.
Él todavía se encogía.
─No creo que ―bien sea la palabra que yo usaría en esta situación. Más bien sería ―jodido o ―muerto incluso. Ella no va a estar feliz con esto.
Como si a Harry le importase una mierda que ella estuviese feliz o no.
─Una vez que recupere mis poderes, eso no importará. No estará en posición para herir a ninguno de nosotros.
─¿Y cómo lo va a hacer?
Harry no tenía idea. Honestamente no estaba seguro de cómo los había obtenido ella para empezar. Después de que le hubiese dado a beber néctar en su templo, las cosas se volvieron borrosas y no estaba completamente seguro de que le había hecho. Su creencia era que Artemisa le había succionado los poderes al beber su sangre. Personalmente, no quería beber su sangre─no había que decir que enfermedad pudiese llevar la muy zorra: rabia, moquillo, parvo... Pero si eso se los devolvía, lo haría.
Primero tendría que sonsacarle si un intercambio de sangre podría funcionar. Él le echó una mirada a su sirviente.
─¿No tienes algo que hacer?
─Si no fuese por el hecho de que me rompería todos los huesos del cuerpo y me haría llorar por mi mamá, habría llamado a algunos policías. Como no lo es, creo que mi cuello servirá mejor para intentar meter algo de sentido en usted.
Sin apretó los dientes.
─Kish, si valoras tu vida, sal de aquí y mantente alejado.
Pero en el instante que Kish dio un paso atrás, un sentimiento de temor consumió a Harry. Kish estaba demasiado aterrado y cuando las personas estaban asustadas siempre hacían cosas increíblemente estúpidas─como echar a la policía sobre un inmortal que no podía si quiera empezar a intentar explicar por qué estaba reteniendo una mujer envuelta en una red sobre su sofá.
O peor, llamaría a Joseph quien le daría un viaje a Harry si se enteraba siquiera de esto.
Así que Harry lo congeló en el lugar.
Se quedó mirando la estatua de Kish con satisfacción.
─Sí, congélate y deja que yo me preocupe de esto.
Eso era lo mejor y le evitaría el tener que asesinar a Kish después. Y mientras estuviera en esto, sellaría la puerta de modo que nadie pudiera molestarlo.
Kat se despertó con dolor en el brazo. Trató de cambiar su peso, sólo para descubrir que no podía. Una red ligera como una pluma la cubría. Desgraciadamente, era una red que conocía demasiado bien.
La Diktyon de Artemisa.
El disgusto consumió a Kat sobre una travesura que le habían tendido hacía siglos cuando otra doncella de Artemisa había pensado que atraparla de esta misma manera era divertido. ¿No había aprendido la mujer que Kat no lo encontraba divertido?
─De acuerdo, Satara, detén este estúpido juego y déjame salir─pero cuando Kat enfocó los ojos, se dio cuenta que no estaba en casa y que Satara no estaba allí, riéndose de ella.
En vez de eso, había un hombre, mirándola con odio. Otra vez. Ella dejó salir un sonido de profundo fastidio.
─¿Cuál es tu problema?
─Simple. Quiero mis poderes de regreso.
Pues bien, el infierno de Lucifer se congelaría sólidamente antes de que permitiese a un asesino tener si quiera un indicio de poder.
─Sí, bien, mala suerte.
Él curvó sus labios.
─No me jodas, Artemisa. No estoy de humor.
─Ni yo tampoco, asno estúpido. En caso de que no lo hayas advertido, yo no soy Artemisa.
Harry se detuvo ante sus palabras y la miró de cerca. Había pequeñas cosas acerca de ella que eran diferentes. Pero la mujer conservaba los mismos ojos verdes. Las mismas facciones. Era Artemisa. Podía sentir el poder emanando de ella.
─No mientas, zorra.
Ella le lanzó una patada, pero él la esquivó.
─No te atrevas a llamarme eso, estúpido. No lo acepto de nadie, menos aún de alguien como tú.
─Dame mis poderes y te liberaré─y haría eso mismo. Una vez que tuviera sus poderes de regreso, la mataría y entonces ella sería libre.
─Verás, muro de ladrillo, no puedo darte lo que no tengo. Yo. No. Soy. Artemisa─recalcó cada palabra mientras hablaba.
Él se inclinó sobre ella para que pudiese ver cuanto desprecio tenía por ella y su fingida convicción.
─Sí, claro. ¿Crees que podría olvidar la cara que me ha perseguido por tres mil años? ¿La cara de la mujer cuya garganta quiero cortar?
Ella le gruñó literalmente igual que una bestia salvaje. ─Métetelo en la cabeza. No soy Artemisa. ─¿Entonces quien eres?
─Mi nombre es Kat Agrotera.
Fue su turno de burlarse.
─Agrotera, ¿huh? ─ él agarró la red sobre su pecho y tiró de ella levantándola hasta estar ojo con ojo.
─Buen intento, Artemisa. Agrotera quiere decir ―cazadora. ¿Crees que olvidaría uno de los nombres que te aplicarían tus seguidoras?
Ella luchó contra su agarre.
─También es el epitafio que usan las Kori de Artemisa, que sería yo, imbécil.
Él se rió en su cara.
─¿Tú eres una sirviente de Artemisa? ¿Cuan estúpido me crees? Me tomaste por tonto una vez, pero no dos veces.
Kat dejó escapar un largo suspiro mientras la frustración la consumía. Realmente tenía el poder para salir de la red. Pero si lo hacía, le daría una pista realmente grande de cuanto poder tenía y quien era realmente. Ese era un conocimiento que una criatura como ésta no necesitaba tener.
No, era mejor hacerle creer que no tenía poder y tampoco consecuencia.
─Me creas o no, lo soy.
Él la soltó para que cayera de vuelta sobre el sofá antes de dedicarle una repugnante mirada.
─Uh... huh. Artemisa nunca permitiría que una Kori de tu altura estuviese cerca de ella. Ni tampoco que tuviese su color de ojos. Es demasiado vanidosa para eso. Eres demasiado vanidosa.
─Si quieres ser técnico, yo soy más alta que ella. ¿No recuerdas esa parte?
Sin vaciló. Honestamente, no podía recordar la altura exacta de Artemisa─hacía mucho tiempo desde la última vez que la había visto. Todo lo que él recordaba era que ella medía por encima del metro ochenta y dos.
─Mantengo lo que digo. Artemisa nunca permitiría una Kori en su templo que fuese tan alta como ella.
─Últimas noticias: Ella ha madurado con la edad.
Sí, claro.
─Seguro que lo has hecho... justo igual que yo.
La mujer echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un irritado gruñido.
─Mira, pareces tener asuntos de los que no quiero si quiera empezar a saber. Déjame ir y ambos olvidaremos que esto sucedió. Si no lo haces, vas a lamentarlo realmente.
Capitulo 3 Parte 2
─Y cuando despierte, ambos seremos tostadas. Tostadas quemadas. Chamuscadas. Lo que demonios quiera que esté más allá de chamuscadas, eso seremos nosotros─movió su dedo índice de un lado a otro para enfatizar sus muertes venideras─.Va a patearnos el culo a ambos. Y no se ofenda, no quiero que mi culo sea pateado por una diosa... bueno, Angelina Jolie con un salto de cama negro y zapatos de tacón de aguja, es cosa a parte. Angie─bebé puede pasearse sobre todo yo con esos zapatos de tacón de aguja, pero eso...─él gesticuló hacia Artemisa─.Eso me dolería terriblemente y quiero evitarlo a toda costa.
Harry sacudió su cabeza ante la histeria del hombre.
─Cálmate antes de que mojes mi alfombra y tenga un nuevo papel para ti. Ella no va a patear nuestros culos. Esa red inhibe sus poderes. Así fue como drenó los míos y me dejó humillado.
Kish inclinó su cabeza como si quisiera creer eso, pero no estaba seguro de que debiera.
─¿Está seguro de eso, jefe?
─Completamente. La Diktyon fue diseñada como una trampa para dioses e inmortales. Mientras ella esté sujeta por eso, nosotros estaremos bien.
Él todavía se encogía.
─No creo que ―bien sea la palabra que yo usaría en esta situación. Más bien sería ―jodido o ―muerto incluso. Ella no va a estar feliz con esto.
Como si a Harry le importase una mierda que ella estuviese feliz o no.
─Una vez que recupere mis poderes, eso no importará. No estará en posición para herir a ninguno de nosotros.
─¿Y cómo lo va a hacer?
Harry no tenía idea. Honestamente no estaba seguro de cómo los había obtenido ella para empezar. Después de que le hubiese dado a beber néctar en su templo, las cosas se volvieron borrosas y no estaba completamente seguro de que le había hecho. Su creencia era que Artemisa le había succionado los poderes al beber su sangre. Personalmente, no quería beber su sangre─no había que decir que enfermedad pudiese llevar la muy zorra: rabia, moquillo, parvo... Pero si eso se los devolvía, lo haría.
Primero tendría que sonsacarle si un intercambio de sangre podría funcionar. Él le echó una mirada a su sirviente.
─¿No tienes algo que hacer?
─Si no fuese por el hecho de que me rompería todos los huesos del cuerpo y me haría llorar por mi mamá, habría llamado a algunos policías. Como no lo es, creo que mi cuello servirá mejor para intentar meter algo de sentido en usted.
Sin apretó los dientes.
─Kish, si valoras tu vida, sal de aquí y mantente alejado.
Pero en el instante que Kish dio un paso atrás, un sentimiento de temor consumió a Harry. Kish estaba demasiado aterrado y cuando las personas estaban asustadas siempre hacían cosas increíblemente estúpidas─como echar a la policía sobre un inmortal que no podía si quiera empezar a intentar explicar por qué estaba reteniendo una mujer envuelta en una red sobre su sofá.
O peor, llamaría a Joseph quien le daría un viaje a Harry si se enteraba siquiera de esto.
Así que Harry lo congeló en el lugar.
Se quedó mirando la estatua de Kish con satisfacción.
─Sí, congélate y deja que yo me preocupe de esto.
Eso era lo mejor y le evitaría el tener que asesinar a Kish después. Y mientras estuviera en esto, sellaría la puerta de modo que nadie pudiera molestarlo.
Kat se despertó con dolor en el brazo. Trató de cambiar su peso, sólo para descubrir que no podía. Una red ligera como una pluma la cubría. Desgraciadamente, era una red que conocía demasiado bien.
La Diktyon de Artemisa.
El disgusto consumió a Kat sobre una travesura que le habían tendido hacía siglos cuando otra doncella de Artemisa había pensado que atraparla de esta misma manera era divertido. ¿No había aprendido la mujer que Kat no lo encontraba divertido?
─De acuerdo, Satara, detén este estúpido juego y déjame salir─pero cuando Kat enfocó los ojos, se dio cuenta que no estaba en casa y que Satara no estaba allí, riéndose de ella.
En vez de eso, había un hombre, mirándola con odio. Otra vez. Ella dejó salir un sonido de profundo fastidio.
─¿Cuál es tu problema?
─Simple. Quiero mis poderes de regreso.
Pues bien, el infierno de Lucifer se congelaría sólidamente antes de que permitiese a un asesino tener si quiera un indicio de poder.
─Sí, bien, mala suerte.
Él curvó sus labios.
─No me jodas, Artemisa. No estoy de humor.
─Ni yo tampoco, asno estúpido. En caso de que no lo hayas advertido, yo no soy Artemisa.
Harry se detuvo ante sus palabras y la miró de cerca. Había pequeñas cosas acerca de ella que eran diferentes. Pero la mujer conservaba los mismos ojos verdes. Las mismas facciones. Era Artemisa. Podía sentir el poder emanando de ella.
─No mientas, zorra.
Ella le lanzó una patada, pero él la esquivó.
─No te atrevas a llamarme eso, estúpido. No lo acepto de nadie, menos aún de alguien como tú.
─Dame mis poderes y te liberaré─y haría eso mismo. Una vez que tuviera sus poderes de regreso, la mataría y entonces ella sería libre.
─Verás, muro de ladrillo, no puedo darte lo que no tengo. Yo. No. Soy. Artemisa─recalcó cada palabra mientras hablaba.
Él se inclinó sobre ella para que pudiese ver cuanto desprecio tenía por ella y su fingida convicción.
─Sí, claro. ¿Crees que podría olvidar la cara que me ha perseguido por tres mil años? ¿La cara de la mujer cuya garganta quiero cortar?
Ella le gruñó literalmente igual que una bestia salvaje. ─Métetelo en la cabeza. No soy Artemisa. ─¿Entonces quien eres?
─Mi nombre es Kat Agrotera.
Fue su turno de burlarse.
─Agrotera, ¿huh? ─ él agarró la red sobre su pecho y tiró de ella levantándola hasta estar ojo con ojo.
─Buen intento, Artemisa. Agrotera quiere decir ―cazadora. ¿Crees que olvidaría uno de los nombres que te aplicarían tus seguidoras?
Ella luchó contra su agarre.
─También es el epitafio que usan las Kori de Artemisa, que sería yo, imbécil.
Él se rió en su cara.
─¿Tú eres una sirviente de Artemisa? ¿Cuan estúpido me crees? Me tomaste por tonto una vez, pero no dos veces.
Kat dejó escapar un largo suspiro mientras la frustración la consumía. Realmente tenía el poder para salir de la red. Pero si lo hacía, le daría una pista realmente grande de cuanto poder tenía y quien era realmente. Ese era un conocimiento que una criatura como ésta no necesitaba tener.
No, era mejor hacerle creer que no tenía poder y tampoco consecuencia.
─Me creas o no, lo soy.
Él la soltó para que cayera de vuelta sobre el sofá antes de dedicarle una repugnante mirada.
─Uh... huh. Artemisa nunca permitiría que una Kori de tu altura estuviese cerca de ella. Ni tampoco que tuviese su color de ojos. Es demasiado vanidosa para eso. Eres demasiado vanidosa.
─Si quieres ser técnico, yo soy más alta que ella. ¿No recuerdas esa parte?
Sin vaciló. Honestamente, no podía recordar la altura exacta de Artemisa─hacía mucho tiempo desde la última vez que la había visto. Todo lo que él recordaba era que ella medía por encima del metro ochenta y dos.
─Mantengo lo que digo. Artemisa nunca permitiría una Kori en su templo que fuese tan alta como ella.
─Últimas noticias: Ella ha madurado con la edad.
Sí, claro.
─Seguro que lo has hecho... justo igual que yo.
La mujer echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un irritado gruñido.
─Mira, pareces tener asuntos de los que no quiero si quiera empezar a saber. Déjame ir y ambos olvidaremos que esto sucedió. Si no lo haces, vas a lamentarlo realmente.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 6/7
Capitulo 3 Parte 3
Él bufó.
─Esta vez no, Artemisa. Tú eres la única que se va a arrepentir de esto. Quiero que me devuelvas los poderes que me robaste. Me engañaste y entonces me quitaste todo excepto mi vida, y estuviste malditamente cerca de tomarla.
Kat se puso rígida cuando sus palabras tocaron un recuerdo profundamente enterrado en su memoria. Pero era borroso y fugaz, y no podía conseguir enfocarlo claramente así que se centró en lo ella recordaba del suceso.
─Ibas a matar a Artemisa. Ella dice que la odias... que irrumpiste en su templo e intentaste raptarla y... Las palabras se detuvieron cuando se dio cuenta de la mentira que había dicho Artemisa. ¿Cómo podía un dios de otro panteón entrar en el templo de Artemisa sin una invitación?
Eso era algo de lo que Kat no se había dado cuenta entonces. Había sido demasiado joven y había estado demasiado asustada de que él hiriese o matase a Artemisa. Volviendo a ese tiempo, muchos de los dioses habían estado en guerra unos con otros y los que los custodiaban habían estado en el hiato.
Había habido muchas amenazas contra Artemisa y varias llamadas cercanas.
Pero una cosa habría sido imposible. Un dios de fuera no habría podido entrar en el dominio de otro sin invitación.
Oh, dioses, esta era otra verdad a medias...
Él frunció el ceño.
─¿De qué estás hablando? ¿Has perdido el juicio?
─No─dijo Kat con una ola de culpabilidad consumiéndola─.Yo no soy Artemisa. Déjame ir.
─No hasta que me regreses mis poderes.
Eso estaba consiguiendo enojarla...
─Y por última vez, no puedo darte lo que no tengo.
─Entonces vas a quedarte en esa red hasta que la eternidad vuelva a pasar. Ella le gruño.
─Bueno, eso es realmente inteligente, ¿no? ¿Qué vas a hacer? ¿Me usarás de posavasos o solo me usarás como tema de conversación siempre que vengan tus amigos? Y no hemos pensado en que sucederá cuando necesite usar el baño, ¿verdad? Espero que tengas un pedido permanente de Sofá Express.
Harry no estuvo seguro de si debía estar divertido o horrorizado por su arrebato. Tenía que darle crédito, aunque, ella ciertamente tenía talento con la imaginación.
─Bueno, ¿No eres una riqueza en sarcasmo?
─Oh, sólo espera. Ni siquiera he empezado.
Ella hizo una mueca de dolor cuando empujó el brazo y el dolor debió dispararse a través del hombro.
Harry sintió un remordimiento de conciencia por ello y se odió a sí mismo. Déjala sufrir. ¿Qué era eso para él? Aún así la parte de sí mismo que más despreciaba─la parte que todavía era compasiva─rogaba que la ayudara.
Pero ella tenía razón. El que estuviera en esa red no iba a hacerles ningún bien a ninguno de ellos.
─Mira, Artemisa, o, asumiendo que esta no sea otra de tus mentiras y engaños, Kat, tengo que tener mis poderes de vuelta. Es imprescindible.
─Seguro que lo es. Sólo los quieres de vuelta para poder matar a Artemisa y vengarte de ella.
─No voy a mentirte y decirte que eso no es verdad. Lo es. La quiero muerta de una forma inimaginable. Pero ahora mismo tengo problemas más grandes. Y tú te encontraste justamente con uno en las calles de New York.
Kat hizo una pausa cuando volvió a pensar en la criatura con la que había estado peleando. Había sido aterrador por supuesto.
─Supongo que te refieres a esa... cosa que me atacó.
─Sí. Los demonios de gallu están corriendo ahora desenfrenados y los Dimme están a punto de ser liberados y soy la única persona viva que puede devolverles el golpe. Si no tengo mis poderes para luchar con ellos, el mundo terminará. ¿Recuerdas lo que le ocurrió a la Atlántida? Esto hará que aquello parezca un parque de atracciones.
─No te ofendas, anciano, la Atlántida fue destruida antes de que yo naciera, así que no recuerdo nada de eso.
Pero conocía las historias de cómo se hundió el continente.
Se sentó por un momento, todavía pensando. Ella sabía que Artemisa no era de fiar. Pero no sabía si lo mismo era aplicable a Sin. ¿Estaba echando leña al fuego o había verdad en lo que decía?
─¿Qué hay de aquella persona de la pasada noche? ¿Por qué lo decapitaste y lo quemaste después?
Ella se dio cuenta de que era la peor cosa que podía preguntarle cuando sus ojos llamearon con mortal rabia.
─¿Me espiaste?
─Artemisa me lo pidió, así que sí─su rabia era tan potente, que honestamente podía sentirla flotando en el aire entre ellos─.No me mires así. Puedo espiarte si quiero.
─¿Y por que me espiabas? ─ Kat se retorció un poco. Decirle que Artemisa había querido realmente "su muerte" lo más probable es que sólo lo fastidiara aún más. Así que optó por una explicación más delicada.
─Artemisa quería saber que estabas haciendo. Pensaba que estabas intentando matarla.
─Sí, y tanto como deseo muerta a esa ramera, ahora mismo tengo problemas más grandes─él se detuvo antes de hablar otra vez─.La razón por la que le corto la cabeza a los gallu y los quemo es que si no lo hago, volverán igual que si rebobinaras una mala película de terror.
Eso al menos explicaba parte de ello, pero no explicaba por que profanaba sus víctimas.
─¿Por qué haces eso a los humanos?
─¿Por qué crees? Un mordisco de los gallu y su víctima se convierte en un demonio sin inteligencia al que pueden controlar. Profanar está lejos de ser lo que le hacen a los humanos como ella. Siempre que un humano muere por sus manos, tiene que ser eliminado y quemado o también ellos regresarán.
Oh... no era de asombrar que estuviese investigándola tan frenéticamente en busca de una herida de mordisco antes de que la hubiese golpeado.
─¿Eso es por lo que te quemaste el brazo la pasada noche?
Él asintió.
─Si puedes cogerlo lo bastante pronto, puedes cauterizar la herida y evitar que el veneno se extienda a través de tu cuerpo.
Sí, pero eso tenía que doler y le hacía preguntarse cuantas veces lo había hecho en el pasado.
─Por curiosidad... ¿Artemisa sabe acerca de los gallu? ─No lo sé, Artemisa. ¿Lo sabes?
Ella suspiró ante su insistencia de que ella era su jefa. ─Pensé que habíamos dejado eso atrás.
─Hasta que vea pruebas definitivas, no. Me guío por lo que sé acerca de ti, zorra. Ahora devuélveme mis poderes.
La furia chasqueó por sus venas por su estupidez e insulto, ¿Qué le iba a llevar a este hombre darse cuenta que ella no era Artemisa?
Rompe la red y después rómpele la cabeza...
Esa urgencia era tan fuerte que aquello era todo lo que podía hacer para no rendirse a eso.
“¿Katra?”
Kat dio un salto ante el sonido de la voz de Artemisa en su cabeza.
“¿Qué está pasando? ¿Por qué estás tan enfadada? ¿Te está molestando Apollymi?”
Kat puso los ojos en blanco.
─Deja de espiarme.
Harry curvó sus labios.
─Es difícil no mirarte cuando estás tendida en mi sofá. Por no mencionar lo divertido que es viniendo de ti dado lo que hiciste la última noche.
Ella hizo una mueca cuando se dio cuenta de que había hablado en voz alta.
“¿Katra? Dime que está mal o iré a comprobarte. No me gusta que estés así de enfadada.”
¿Ahora ella se preocupa por mí? Kat no sabía que la molestaba más, Ser atada por un ex dios Sumerio o tratada como una niña por una Griega.
Oh, espera, ser atada definitivamente ganaba. Un punto más a su favor. ―Todo está bien, Matisera Le dijo silenciosamente a Artemisa. ―Lo tengo─¿Y por qué lo encuentro tan difícil de creer?
Artemisa se apareció en la habitación justo enfrente de Kat, las manos sobre las caderas. Vestida con una larga túnica blanca, Artemisa llevaba su vibrante pelo rojo suelto para que fluyera alrededor de su cuerpo. Kat se encogió cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer la diosa. Harry giró. La mandíbula se aflojó cuando aceptó la presencia de Artemisa y se dio cuenta de que Kat no le había estado mintiendo. Obviamente, ella no era la diosa después de todo.
Capitulo 3 Parte 3
Él bufó.
─Esta vez no, Artemisa. Tú eres la única que se va a arrepentir de esto. Quiero que me devuelvas los poderes que me robaste. Me engañaste y entonces me quitaste todo excepto mi vida, y estuviste malditamente cerca de tomarla.
Kat se puso rígida cuando sus palabras tocaron un recuerdo profundamente enterrado en su memoria. Pero era borroso y fugaz, y no podía conseguir enfocarlo claramente así que se centró en lo ella recordaba del suceso.
─Ibas a matar a Artemisa. Ella dice que la odias... que irrumpiste en su templo e intentaste raptarla y... Las palabras se detuvieron cuando se dio cuenta de la mentira que había dicho Artemisa. ¿Cómo podía un dios de otro panteón entrar en el templo de Artemisa sin una invitación?
Eso era algo de lo que Kat no se había dado cuenta entonces. Había sido demasiado joven y había estado demasiado asustada de que él hiriese o matase a Artemisa. Volviendo a ese tiempo, muchos de los dioses habían estado en guerra unos con otros y los que los custodiaban habían estado en el hiato.
Había habido muchas amenazas contra Artemisa y varias llamadas cercanas.
Pero una cosa habría sido imposible. Un dios de fuera no habría podido entrar en el dominio de otro sin invitación.
Oh, dioses, esta era otra verdad a medias...
Él frunció el ceño.
─¿De qué estás hablando? ¿Has perdido el juicio?
─No─dijo Kat con una ola de culpabilidad consumiéndola─.Yo no soy Artemisa. Déjame ir.
─No hasta que me regreses mis poderes.
Eso estaba consiguiendo enojarla...
─Y por última vez, no puedo darte lo que no tengo.
─Entonces vas a quedarte en esa red hasta que la eternidad vuelva a pasar. Ella le gruño.
─Bueno, eso es realmente inteligente, ¿no? ¿Qué vas a hacer? ¿Me usarás de posavasos o solo me usarás como tema de conversación siempre que vengan tus amigos? Y no hemos pensado en que sucederá cuando necesite usar el baño, ¿verdad? Espero que tengas un pedido permanente de Sofá Express.
Harry no estuvo seguro de si debía estar divertido o horrorizado por su arrebato. Tenía que darle crédito, aunque, ella ciertamente tenía talento con la imaginación.
─Bueno, ¿No eres una riqueza en sarcasmo?
─Oh, sólo espera. Ni siquiera he empezado.
Ella hizo una mueca de dolor cuando empujó el brazo y el dolor debió dispararse a través del hombro.
Harry sintió un remordimiento de conciencia por ello y se odió a sí mismo. Déjala sufrir. ¿Qué era eso para él? Aún así la parte de sí mismo que más despreciaba─la parte que todavía era compasiva─rogaba que la ayudara.
Pero ella tenía razón. El que estuviera en esa red no iba a hacerles ningún bien a ninguno de ellos.
─Mira, Artemisa, o, asumiendo que esta no sea otra de tus mentiras y engaños, Kat, tengo que tener mis poderes de vuelta. Es imprescindible.
─Seguro que lo es. Sólo los quieres de vuelta para poder matar a Artemisa y vengarte de ella.
─No voy a mentirte y decirte que eso no es verdad. Lo es. La quiero muerta de una forma inimaginable. Pero ahora mismo tengo problemas más grandes. Y tú te encontraste justamente con uno en las calles de New York.
Kat hizo una pausa cuando volvió a pensar en la criatura con la que había estado peleando. Había sido aterrador por supuesto.
─Supongo que te refieres a esa... cosa que me atacó.
─Sí. Los demonios de gallu están corriendo ahora desenfrenados y los Dimme están a punto de ser liberados y soy la única persona viva que puede devolverles el golpe. Si no tengo mis poderes para luchar con ellos, el mundo terminará. ¿Recuerdas lo que le ocurrió a la Atlántida? Esto hará que aquello parezca un parque de atracciones.
─No te ofendas, anciano, la Atlántida fue destruida antes de que yo naciera, así que no recuerdo nada de eso.
Pero conocía las historias de cómo se hundió el continente.
Se sentó por un momento, todavía pensando. Ella sabía que Artemisa no era de fiar. Pero no sabía si lo mismo era aplicable a Sin. ¿Estaba echando leña al fuego o había verdad en lo que decía?
─¿Qué hay de aquella persona de la pasada noche? ¿Por qué lo decapitaste y lo quemaste después?
Ella se dio cuenta de que era la peor cosa que podía preguntarle cuando sus ojos llamearon con mortal rabia.
─¿Me espiaste?
─Artemisa me lo pidió, así que sí─su rabia era tan potente, que honestamente podía sentirla flotando en el aire entre ellos─.No me mires así. Puedo espiarte si quiero.
─¿Y por que me espiabas? ─ Kat se retorció un poco. Decirle que Artemisa había querido realmente "su muerte" lo más probable es que sólo lo fastidiara aún más. Así que optó por una explicación más delicada.
─Artemisa quería saber que estabas haciendo. Pensaba que estabas intentando matarla.
─Sí, y tanto como deseo muerta a esa ramera, ahora mismo tengo problemas más grandes─él se detuvo antes de hablar otra vez─.La razón por la que le corto la cabeza a los gallu y los quemo es que si no lo hago, volverán igual que si rebobinaras una mala película de terror.
Eso al menos explicaba parte de ello, pero no explicaba por que profanaba sus víctimas.
─¿Por qué haces eso a los humanos?
─¿Por qué crees? Un mordisco de los gallu y su víctima se convierte en un demonio sin inteligencia al que pueden controlar. Profanar está lejos de ser lo que le hacen a los humanos como ella. Siempre que un humano muere por sus manos, tiene que ser eliminado y quemado o también ellos regresarán.
Oh... no era de asombrar que estuviese investigándola tan frenéticamente en busca de una herida de mordisco antes de que la hubiese golpeado.
─¿Eso es por lo que te quemaste el brazo la pasada noche?
Él asintió.
─Si puedes cogerlo lo bastante pronto, puedes cauterizar la herida y evitar que el veneno se extienda a través de tu cuerpo.
Sí, pero eso tenía que doler y le hacía preguntarse cuantas veces lo había hecho en el pasado.
─Por curiosidad... ¿Artemisa sabe acerca de los gallu? ─No lo sé, Artemisa. ¿Lo sabes?
Ella suspiró ante su insistencia de que ella era su jefa. ─Pensé que habíamos dejado eso atrás.
─Hasta que vea pruebas definitivas, no. Me guío por lo que sé acerca de ti, zorra. Ahora devuélveme mis poderes.
La furia chasqueó por sus venas por su estupidez e insulto, ¿Qué le iba a llevar a este hombre darse cuenta que ella no era Artemisa?
Rompe la red y después rómpele la cabeza...
Esa urgencia era tan fuerte que aquello era todo lo que podía hacer para no rendirse a eso.
“¿Katra?”
Kat dio un salto ante el sonido de la voz de Artemisa en su cabeza.
“¿Qué está pasando? ¿Por qué estás tan enfadada? ¿Te está molestando Apollymi?”
Kat puso los ojos en blanco.
─Deja de espiarme.
Harry curvó sus labios.
─Es difícil no mirarte cuando estás tendida en mi sofá. Por no mencionar lo divertido que es viniendo de ti dado lo que hiciste la última noche.
Ella hizo una mueca cuando se dio cuenta de que había hablado en voz alta.
“¿Katra? Dime que está mal o iré a comprobarte. No me gusta que estés así de enfadada.”
¿Ahora ella se preocupa por mí? Kat no sabía que la molestaba más, Ser atada por un ex dios Sumerio o tratada como una niña por una Griega.
Oh, espera, ser atada definitivamente ganaba. Un punto más a su favor. ―Todo está bien, Matisera Le dijo silenciosamente a Artemisa. ―Lo tengo─¿Y por qué lo encuentro tan difícil de creer?
Artemisa se apareció en la habitación justo enfrente de Kat, las manos sobre las caderas. Vestida con una larga túnica blanca, Artemisa llevaba su vibrante pelo rojo suelto para que fluyera alrededor de su cuerpo. Kat se encogió cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer la diosa. Harry giró. La mandíbula se aflojó cuando aceptó la presencia de Artemisa y se dio cuenta de que Kat no le había estado mintiendo. Obviamente, ella no era la diosa después de todo.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 7/7
Capitulo 3 Parte 4
Para su sorpresa, Artemisa no estaba asustada. En cambio simplemente le miró como si fuese una suave molestia.
─Wow, mira que arrastró la vaca por los pelos─ella traspasó a Kat con la mirada─¿Por qué está aquí?
Harry maldijo cuando se dio cuenta de que ambas habían jugado con él. Olvidando a la doncella, fue por Artemisa, pero antes de que pudiera alcanzarla, la doncella apareció ante él.
¿Cómo diablos se había quitado la red? Él sabía de primera mano que no era tan fácil. Pero eso no estaba ni aquí ni allí.
Lo que importaba era ponerle las manos encima a Artemisa. ─Cálmate─dijo Kat, acunando su brazo.
Él sacudió la cabeza.
─Apártate de mi camino, niña. No me apartarán de lo que quiero. Artemisa puso los ojos en blanco.
─¿Y que quieres? ¿Tus gimoteantes poderes de regreso?
Él se lanzó hacia ella, pero Kat lo agarró por la cintura y lo arrojó al suelo con una fuerza que nunca se había imaginado que pudiese tener una mujer─especialmente considerando que tenía un brazo roto.
Ella aterrizó encima de él.
Empujándola a un lado, él gruñó.
─No quiero herirte, pero eso no quiere decir que no lo haga.
Kat se le quedó mirando.
─Lo mismo digo.
Intentó moverse para evadirla, pero la mujer era igual que el velcro. Kat se pegó a su cuerpo y lo mantuvo alejado de Artemisa.
Artemisa bufó ante su lucha.
─Quítate del medio, Katra, así podré cargármelo.
Harry se detuvo cuando finalmente se calmó lo bastante para darse cuenta de algo sumamente significativo. Se giró para volver su mirada entre Katra y Artemisa.
Y cuando lo hizo, supo exactamente cómo conseguir recuperar su ventaja.
Sacó la larga y ornamentada daga de la vaina en su bota antes de agarrar a Katra y llevar la hoja a su garganta. Cortando a Artemisa con la mirada.
─Regrésame mis poderes, Artemisa, o tomaré la vida de tu hija.
Capitulo 3 Parte 4
Para su sorpresa, Artemisa no estaba asustada. En cambio simplemente le miró como si fuese una suave molestia.
─Wow, mira que arrastró la vaca por los pelos─ella traspasó a Kat con la mirada─¿Por qué está aquí?
Harry maldijo cuando se dio cuenta de que ambas habían jugado con él. Olvidando a la doncella, fue por Artemisa, pero antes de que pudiera alcanzarla, la doncella apareció ante él.
¿Cómo diablos se había quitado la red? Él sabía de primera mano que no era tan fácil. Pero eso no estaba ni aquí ni allí.
Lo que importaba era ponerle las manos encima a Artemisa. ─Cálmate─dijo Kat, acunando su brazo.
Él sacudió la cabeza.
─Apártate de mi camino, niña. No me apartarán de lo que quiero. Artemisa puso los ojos en blanco.
─¿Y que quieres? ¿Tus gimoteantes poderes de regreso?
Él se lanzó hacia ella, pero Kat lo agarró por la cintura y lo arrojó al suelo con una fuerza que nunca se había imaginado que pudiese tener una mujer─especialmente considerando que tenía un brazo roto.
Ella aterrizó encima de él.
Empujándola a un lado, él gruñó.
─No quiero herirte, pero eso no quiere decir que no lo haga.
Kat se le quedó mirando.
─Lo mismo digo.
Intentó moverse para evadirla, pero la mujer era igual que el velcro. Kat se pegó a su cuerpo y lo mantuvo alejado de Artemisa.
Artemisa bufó ante su lucha.
─Quítate del medio, Katra, así podré cargármelo.
Harry se detuvo cuando finalmente se calmó lo bastante para darse cuenta de algo sumamente significativo. Se giró para volver su mirada entre Katra y Artemisa.
Y cuando lo hizo, supo exactamente cómo conseguir recuperar su ventaja.
Sacó la larga y ornamentada daga de la vaina en su bota antes de agarrar a Katra y llevar la hoja a su garganta. Cortando a Artemisa con la mirada.
─Regrésame mis poderes, Artemisa, o tomaré la vida de tu hija.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Extra
CAPÍTULO 4
Kat se avergonzó mientras Harry decía verdades que solamente la más valiente de las almas se atrevería aun a susurrar. Y nunca cerca del rango auditivo de Artemisa.
Kat se inclinó hacia atrás contra él, lejos del cuchillo.
─Maldito muchacho, tienes un don impío para enojar a la gente. ─Como era evidente por el chillido ultrajado de Artemisa─. ¿Por qué no le dices que el vestido la hace parecer gorda, ya que estás en eso?
Él respondió presionando la hoja más cerca de la garganta de Kat. ─No estoy jugando Artemisa.
La cara de Artemisa se convirtió en piedra
─Y tampoco yo.
Antes de que Kat parpadeara, la daga dejó su garganta. Fue arrancada de los brazos de Harry por una fuerza invisible un instante antes de que el cuchillo fuera arrancado de su mano y se hundiera tres veces en su pecho. La tercera vez, fue enterrado hasta la empuñadura donde lentamente giró en el pecho.
Sin maldijo obscenamente antes de sacarlo.
Kat extendió la mano hacia Artemisa tratando de apaciguar la situación ─Matisera.
─Mantente fuera de esto Katra. Vete a casa.
Por el tono de la voz de Artemisa, Katra sabía que debía obedecer, pero no podía permanecer quieta y dejar que Harry muriera si lo que él había dicho sobre el gallu era verdad. No se les podía abandonar sin alguien que supiera como luchar con ellos.
Artemisa se acercó acosándolo.
─Es tiempo de terminar lo que comenzamos.
Harry se levantó del suelo y corrió hacia Artemisa, pero no pudo acercarse antes de que fuera encerrado en un lejano muro, gruñó, entonces lanzó el brazo hacia afuera.
Artemisa voló.
Kat dio un paso hacia su madre para protegerla, pero antes de que Kat pudiera dar el segundo, la voz de Artemisa gritó:
─¡Deimos!
Kat se detuvo al mismo tiempo que un hombre grande y feroz apareció al lado de Artemisa. Vestido totalmente en negro, Deimos tenía el pelo corto negro azabache, destacado con amplias franjas blancas ─un peinado muy diferente al que había tenido la última vez que se habían encontrado. Él era aparentemente terrorífico, sobre todo por el tatuaje que comenzaba como un delineado ligero alrededor de sus ojos azul eléctrico y luego zigzagueaba por sus lagrimales hacia sus mejillas y cuello. Hermoso y mortal, de pie ante ellos con las piernas separadas, la cabeza inclinada como un depredador y sus brazos colgando a los lados, cerca de sus armas ─una espada y una pistola─listo para luchar.
─Succiónale sus poderes y mátalo ─gruñó Artemisa.
Kat se quedo boquiabierta ante la orden. Una vez emitida no podía retractarse. Deimos era uno de los más poderosos Dolophonni. Un hijo de las pavorosas Furias. Era uno de aquellos que los dioses llamaban cuando necesitaban un Exterminador implacable y no se detendría hasta que Sin muriera.
Deimos corrió hacia Harry y lo golpeó contra el suelo.
─¿Que has hecho Matisera?
─Lo que debí haber hecho desde el principio. ─Artemisa trató de destellar a Kat fuera del cuarto, pero desde que Artemisa había negociado el servicio de Kat con su abuela, ya no tenía ese poder.
La madre de Kat gruñó: ─Déjanos Katra. Ahora.
Pero fue incapaz. Ella era la causa de que Harry estuviera en este lío. Y a pesar de que le estaba dando a Deimos una buena pelea, al final sabía quién vencería.
Y no sería Harry.
Harry luchaba con una mano atada a su espalda y tres repugnantes heridas en el pecho mientras que Deimos podía arrastrar la energía entera del panteón griego para matarlo ─era una de muchas ventajas concedidas a las Furias y a sus niños. Y aunque Harry podía merecer morir, no merecía una muerte así.
No después de lo que ellos le habían hecho y no si lo que decía era verdad. Podrían necesitarlo para luchar contra los demonios de su propio panteón.
─Lo siento Matisera. ─Kat apenas registró la confusión en el rostro de Artemisa antes de correr hacia Harry. Él estaba contra el muro, luchando mientras Deimos sacaba su espada para terminar con él. Kat sujetó a Harry por el costado y los hizo destellar desde su apartamento a su propio hogar en Kalosis.
Aterrizaron sobre una pila de miembros retorcidos en el centro de su oscura sala. Harry silbó antes de empujarla alejándola. Kat no fue muy lejos. Él sangraba profusamente, pero en lo que a ella concernía la enorme herida de la daga se había ido. Si hubiera sido mortal, esa herida hubiera sido fatal para él, y era probable que le causara más dolor ahora de lo que hubiera deseado.
Ella se acercó hacia él. ─Necesitas acostarte.
Él la miró.
─¿Dónde estamos? ¿Qué has hecho? ─Te salvé de morir.
Él le empujo la mano lejos de la herida. ─Oh créeme, podía arreglármelas solo. Kat se dejó caer sobre sus piernas.
─Sí, estabas haciendo realmente un gran trabajo destrozándolo. Particularmente me gustó la forma en que amoratabas sus puños contra tu rostro. Algunos minutos más y estoy segura de que tu corazón habría tenido un ataque... después de que te lo hubieran arrancado del pecho.
Él le hizo una mueca.
─¿Tú que sabes?
─Más de lo que desearía la mayor parte de los días.
Harry frunció el ceño ante el tono en su voz mientras ella hablaba. Tenía la apariencia de estar cansada, no dudaba de Artemisa y sus maquinaciones. Habían tenido suficiente como para desgastar al más resistente de los inmortales.
Y por mucho que odiara admitirlo, probablemente ella tenía razón acerca de cómo consiguieron patearle el culo. Debería haber hecho algo mejor que subir para enfrentarse con Artemisa sin sus poderes al completo. Había sido entupido, y había tenido suerte de que el Dolophonos no le hubiera arrancado el corazón.
Pero deseaba su venganza, y nada más, especialmente algo tan trivial como el sentido común, tenía importancia.
Katra se adelantó y le rasgó la camisa abriéndola para exponer las heridas dentadas de la daga que Artemisa había plantado repetidamente ahí. Él comenzó a empujar a Kat, pero antes de pudiese, ella hizo aparecer un trapo húmedo en su mano con el que podría limpiar las heridas. Su amabilidad no tenía sentido para él dada su estructura genética. Por no mencionar que nunca nadie lo había ayudado por ninguna razón. Todos a los que alguna vez había conocido le habían vuelto la espalda y lo habían dejado sufrir.
La gente no era amable y él lo sabía. No a menos que el acto de amabilidad los pudiera beneficiar de alguna manera.
─¿Por qué me ayudas?
Ella le lanzó una mirada fulminante.
─¿Quién dijo que te estoy ayudando?
Él alzó una ceja ante ella y apuntó con la mirada a la mano que limpiaba su sangre. Ella se aclaró la garganta antes de responder.
─No me gusta ver que la gente se hace daño ¿de acuerdo?
─¿Y por qué no lo creo? Oh espera, ya sé. Porque eres la hija de la perra más grande que alguna vez haya vivido. Una quien ha hecho de su vida entera un acontecimiento para causar daño a todos los que tengan contacto con ella.
─¿Podrías dejar de decir eso? ─dijo Kat con los dientes apretados.
Como si eso pudiera detenerlo.
─Es una perra.
─No eso, la otra parte y de hecho mejor dejas de decir las dos cosas o voy a colocarle una cataplasma de sal a esa herida.
─¿Por qué? ¿No estás orgullosa de tu querida Mami?
Los ojos verdes de Kat se encontraron con los suyos y estos ardían.
─Quiero a mi madre con todo mi ser y moriría o mataría por protegerla. Eso es por lo que deberías dejar de hablar así de ella porque podría matarte.
CAPÍTULO 4
Kat se avergonzó mientras Harry decía verdades que solamente la más valiente de las almas se atrevería aun a susurrar. Y nunca cerca del rango auditivo de Artemisa.
Kat se inclinó hacia atrás contra él, lejos del cuchillo.
─Maldito muchacho, tienes un don impío para enojar a la gente. ─Como era evidente por el chillido ultrajado de Artemisa─. ¿Por qué no le dices que el vestido la hace parecer gorda, ya que estás en eso?
Él respondió presionando la hoja más cerca de la garganta de Kat. ─No estoy jugando Artemisa.
La cara de Artemisa se convirtió en piedra
─Y tampoco yo.
Antes de que Kat parpadeara, la daga dejó su garganta. Fue arrancada de los brazos de Harry por una fuerza invisible un instante antes de que el cuchillo fuera arrancado de su mano y se hundiera tres veces en su pecho. La tercera vez, fue enterrado hasta la empuñadura donde lentamente giró en el pecho.
Sin maldijo obscenamente antes de sacarlo.
Kat extendió la mano hacia Artemisa tratando de apaciguar la situación ─Matisera.
─Mantente fuera de esto Katra. Vete a casa.
Por el tono de la voz de Artemisa, Katra sabía que debía obedecer, pero no podía permanecer quieta y dejar que Harry muriera si lo que él había dicho sobre el gallu era verdad. No se les podía abandonar sin alguien que supiera como luchar con ellos.
Artemisa se acercó acosándolo.
─Es tiempo de terminar lo que comenzamos.
Harry se levantó del suelo y corrió hacia Artemisa, pero no pudo acercarse antes de que fuera encerrado en un lejano muro, gruñó, entonces lanzó el brazo hacia afuera.
Artemisa voló.
Kat dio un paso hacia su madre para protegerla, pero antes de que Kat pudiera dar el segundo, la voz de Artemisa gritó:
─¡Deimos!
Kat se detuvo al mismo tiempo que un hombre grande y feroz apareció al lado de Artemisa. Vestido totalmente en negro, Deimos tenía el pelo corto negro azabache, destacado con amplias franjas blancas ─un peinado muy diferente al que había tenido la última vez que se habían encontrado. Él era aparentemente terrorífico, sobre todo por el tatuaje que comenzaba como un delineado ligero alrededor de sus ojos azul eléctrico y luego zigzagueaba por sus lagrimales hacia sus mejillas y cuello. Hermoso y mortal, de pie ante ellos con las piernas separadas, la cabeza inclinada como un depredador y sus brazos colgando a los lados, cerca de sus armas ─una espada y una pistola─listo para luchar.
─Succiónale sus poderes y mátalo ─gruñó Artemisa.
Kat se quedo boquiabierta ante la orden. Una vez emitida no podía retractarse. Deimos era uno de los más poderosos Dolophonni. Un hijo de las pavorosas Furias. Era uno de aquellos que los dioses llamaban cuando necesitaban un Exterminador implacable y no se detendría hasta que Sin muriera.
Deimos corrió hacia Harry y lo golpeó contra el suelo.
─¿Que has hecho Matisera?
─Lo que debí haber hecho desde el principio. ─Artemisa trató de destellar a Kat fuera del cuarto, pero desde que Artemisa había negociado el servicio de Kat con su abuela, ya no tenía ese poder.
La madre de Kat gruñó: ─Déjanos Katra. Ahora.
Pero fue incapaz. Ella era la causa de que Harry estuviera en este lío. Y a pesar de que le estaba dando a Deimos una buena pelea, al final sabía quién vencería.
Y no sería Harry.
Harry luchaba con una mano atada a su espalda y tres repugnantes heridas en el pecho mientras que Deimos podía arrastrar la energía entera del panteón griego para matarlo ─era una de muchas ventajas concedidas a las Furias y a sus niños. Y aunque Harry podía merecer morir, no merecía una muerte así.
No después de lo que ellos le habían hecho y no si lo que decía era verdad. Podrían necesitarlo para luchar contra los demonios de su propio panteón.
─Lo siento Matisera. ─Kat apenas registró la confusión en el rostro de Artemisa antes de correr hacia Harry. Él estaba contra el muro, luchando mientras Deimos sacaba su espada para terminar con él. Kat sujetó a Harry por el costado y los hizo destellar desde su apartamento a su propio hogar en Kalosis.
Aterrizaron sobre una pila de miembros retorcidos en el centro de su oscura sala. Harry silbó antes de empujarla alejándola. Kat no fue muy lejos. Él sangraba profusamente, pero en lo que a ella concernía la enorme herida de la daga se había ido. Si hubiera sido mortal, esa herida hubiera sido fatal para él, y era probable que le causara más dolor ahora de lo que hubiera deseado.
Ella se acercó hacia él. ─Necesitas acostarte.
Él la miró.
─¿Dónde estamos? ¿Qué has hecho? ─Te salvé de morir.
Él le empujo la mano lejos de la herida. ─Oh créeme, podía arreglármelas solo. Kat se dejó caer sobre sus piernas.
─Sí, estabas haciendo realmente un gran trabajo destrozándolo. Particularmente me gustó la forma en que amoratabas sus puños contra tu rostro. Algunos minutos más y estoy segura de que tu corazón habría tenido un ataque... después de que te lo hubieran arrancado del pecho.
Él le hizo una mueca.
─¿Tú que sabes?
─Más de lo que desearía la mayor parte de los días.
Harry frunció el ceño ante el tono en su voz mientras ella hablaba. Tenía la apariencia de estar cansada, no dudaba de Artemisa y sus maquinaciones. Habían tenido suficiente como para desgastar al más resistente de los inmortales.
Y por mucho que odiara admitirlo, probablemente ella tenía razón acerca de cómo consiguieron patearle el culo. Debería haber hecho algo mejor que subir para enfrentarse con Artemisa sin sus poderes al completo. Había sido entupido, y había tenido suerte de que el Dolophonos no le hubiera arrancado el corazón.
Pero deseaba su venganza, y nada más, especialmente algo tan trivial como el sentido común, tenía importancia.
Katra se adelantó y le rasgó la camisa abriéndola para exponer las heridas dentadas de la daga que Artemisa había plantado repetidamente ahí. Él comenzó a empujar a Kat, pero antes de pudiese, ella hizo aparecer un trapo húmedo en su mano con el que podría limpiar las heridas. Su amabilidad no tenía sentido para él dada su estructura genética. Por no mencionar que nunca nadie lo había ayudado por ninguna razón. Todos a los que alguna vez había conocido le habían vuelto la espalda y lo habían dejado sufrir.
La gente no era amable y él lo sabía. No a menos que el acto de amabilidad los pudiera beneficiar de alguna manera.
─¿Por qué me ayudas?
Ella le lanzó una mirada fulminante.
─¿Quién dijo que te estoy ayudando?
Él alzó una ceja ante ella y apuntó con la mirada a la mano que limpiaba su sangre. Ella se aclaró la garganta antes de responder.
─No me gusta ver que la gente se hace daño ¿de acuerdo?
─¿Y por qué no lo creo? Oh espera, ya sé. Porque eres la hija de la perra más grande que alguna vez haya vivido. Una quien ha hecho de su vida entera un acontecimiento para causar daño a todos los que tengan contacto con ella.
─¿Podrías dejar de decir eso? ─dijo Kat con los dientes apretados.
Como si eso pudiera detenerlo.
─Es una perra.
─No eso, la otra parte y de hecho mejor dejas de decir las dos cosas o voy a colocarle una cataplasma de sal a esa herida.
─¿Por qué? ¿No estás orgullosa de tu querida Mami?
Los ojos verdes de Kat se encontraron con los suyos y estos ardían.
─Quiero a mi madre con todo mi ser y moriría o mataría por protegerla. Eso es por lo que deberías dejar de hablar así de ella porque podría matarte.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Bueno mis niñas espero les halla gustado el maratón así q espero q comenten muchooooo
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Oh por dios ._. sdfghjkñ eaeaea Katra y Harry 1313 eaeaea sdfgñ e-e' dfghjñ siguelaaaaaaaaaaaaaa<3
Feer :)x.
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