Camp Half Blood || novela colectiva.

Capítulo doce.

El frío de la noche calaba los huesos, pero de todos modos salió afuera con un buzo y una camiseta holgada. Hace unos días que estaba entrenando para la gran batalla que se les vendría encima, por lo que no descansaría hasta ser una de las mejores guerreras que el campamento haya tenido, iba a ser un camino duro, pero no imposible.
Tomó una de las espadas que había cerca y cerró los ojos, sintiendo los sonidos de la naturaleza y el entorno, caminó con analíticos movimientos, pausados y tranquilos, evitando hacer el mayor ruido posible.
— ¿No tienes frío, Nicole?
La voz la asustó, por lo que en un rápido movimiento saltó sobre la persona que le había hablado, amenazándola con la espada.
Edward había aguantado la respiración y levantado las manos cuando sintió el cuerpo de la castaña sobre él. Internamente no le molestaba para nada esa posición.
— Mierda, casi me matas de un susto —Le dijo la chica ahora un poco más calmada, al ver que solo era Starckson, quien la venía a interrumpir, como siempre.
— Hey, no hay que ponerse tan violentas, nena —Dijo el ojiverde con una sonrisa pícara— Tan solo venía a ver que no te congelaras, nadie en su sano juicio sale así con este frío.
La chica se levantó y sacudió un poco su ropa, la cual estaba con algo de tierra.
— Pues entonces no estoy en mi sano juicio —Le respondió a la defensiva— No es para tanto.
— Te puedes resfriar si entrenas con este frío, el sudor se te seca en el cuerpo —Dijo Edward algo preocupado.
— Sé las consecuencias, Starckson —Dijo la chica cruzándose de brazos— Poco me importa un tonto resfriado. Ahora mueve tu trasero lejos de aquí, estoy entrenando.
— Creo que alguien se levantó de malas hoy —Canturreó Edward, ganándose una mirada fulminadora de Nicole— Solo digo que te estás esforzando mucho, te vas a terminar enfermando.
— ¡No me importa tu estúpida preocupación! —Dijo la chica un tanto alterada, tan solo quería estar sola y botar el estrés acumulado— ¡Vete!
— ¿Te encuentras bien? —Le preguntó el castaño acercándose a la chica.
— Tan solo déjame —Dijo la castaña cansada y con los ojos vidriosos.
— Nicole —Susurró el chico a unos centímetros de ella y sin previo aviso la abrazó.
La castaña se sorprendió, pero no se separó, tan solo relajó los brazos y los puso a su costado, sintiendo la respiración de Edward en el espacio entre el hombro y su cuello, sentía las cosquillas por el toque suave de sus pestañas y de a poco cerró los ojos, disfrutando del momento.
— Tranquilos, no le diré a nadie que los vi coqueteando en medio de la noche —Dijo una voz a sus espaldas, lo que hizo a ambos sobresaltarse y separarse rápidamente, lo que hizo reír a Niall.
— Mierda, Niall —Dijo Edward llevando su mano al pecho— Casi me matas del susto.
— ¿No tienes mejores cosas que hacer que espiar? —Dijo la castaña con una ceja levantada.
El rubio tan solo se dio media vuelta y tomó a su amigo del brazo, llevándoselo de ahí y no dándole tiempo ni de despedirse.
Algo había pasado para que hiciera eso.
De a poco el salón se comenzaba a llenar, dejando ver algunas caras perezosas y algo soñolientas. ¿Razón? Los habían despertado cerca de las cuatro de la mañana para darles un aviso urgente.
— Chicos, debemos decirles algo sumamente importante —Dijo Tirón al verlos a todos ya ubicados— Los dioses quieren verlos.
Los sonidos de exclamación y sorpresa no se hicieron esperar entre el alumnado, y es que, los dioses tenían sumamente prohibido ver a sus hijos, algo muy preocupante había sucedido.
— ¿Qué es lo que quieren? —Preguntó Michelle, quien se encontraba al fondo.
— Quieren hablar con ustedes sobre la batalla, Hades dio aviso a las tropas y ya se están preparando. En menos de un mes nos atacarán y debemos prepararnos.
La exaltación de todos obligó a los maestros a calmar la situación, aunque era en vano, ya que todos estaban realmente asustados, diciendo que no estaban preparados y cosas así. El bullicio era bastante fuerte y muchos gritaban sus quejas al cíclope. Un fuerte silbido hizo que todos cerraran la boca por un momento.
— Cierren los picos por un momento, compañeros —Dijo Percy sobre una silla para que todos lo vieran— Piensen que esta es nuestra oportunidad para demostrarle a nuestros padres que somos lo bastante fuertes e inteligentes para vencer. ¡Demostremos que somos mitad dioses!
Todos se miraron incómodos, la duda persistía. ¿Realmente podían acabar con Hades y su ejército? ¿Lograrían ganar la batalla que se avecinaba en menos de un mes?
— Yo estoy contigo, Percy —Dijo Edward dando un paso al frente y ubicándose junto a su amigo, quien le dio una sonrisa de aprobación.
— Y yo también —Dijo Nicole, colocándose junto a ellos.
— Necesitarás de mí, amigo —Dijo Beezus, poniéndose al otro lado.
— Y de mí —Dijo Niall con una socarrona sonrisa.
Así también lo hicieron Michelle, James, Dafne, Javaad, Denisse, Dylan, Vivian, pero de los demás estudiantes solo se veían rostros reprobatorios y dubitativos.
— No cavaremos nuestra propia tumba —Dijo un castaño que se encontraba del otro lado de la sala— No pueden obligarnos a luchar.
Los demás lo apoyaron, diciendo que era decisión de cada uno si quería pelear o no. Volvió a crearse barullo entre los valientes y los que aún dudaban. Esta vez, Tirión fue el que los calló a todos.
— ¡Fue suficiente! —Dijo con algo de cólera— El que no desea luchar y quiera marcharse, está en toda la libertad de hacerlo. No obligaré a nadie a quedarse.
Se sintió un pequeño murmullo y luego varios pies salieron del salón, todos dejando sus armas y dirigiéndose a sus cabañas para empacar. El cíclope miró quienes quedaban, y solo estaban los doce chicos que avanzaron al principio.
— Creo que solo seremos nosotros, chicos —Dijo el maestro suspirando.
— No te preocupes, Tirión —Dijo Nicole— Seremos los mejores guerreros que hayas visto.
— Así es —Dijo Edward— Los demás pueden irse, pero nosotros no te defraudaremos —Al decir esto miró a sus compañeros y, ahora quizás, amigos.
Todos asintieron y sonrieron al cíclope, quien los miraba orgulloso y dijo:
— Pues entonces, que empiece el entrenamiento.
Luego de casi tres horas entrenando, los chicos se fueron a desayunar, algunos por su lado y otros como grupo. Al no haber casi nadie, se sentía la soledad del lugar.
— Esto se siente raro —Dijo Edward sentándose junto a Nicole, quien se encontraba con Beezus, de a poco empezaron a llegar los demás. A pesar de no conocerse mucho, se sentaron todos juntos en una mesa.
— Es algo incómodo el silencio —Dijo Vivian tomando un poco de jugo.
— Pues creo que si trabajaremos todos juntos desde ahora deberíamos empezar a llevarnos mejor —Dijo Denisse, a lo que todos asintieron.
— Por favor —Dijo Nicole rodando los ojos— A nadie le importa conocer al otro, lo he leído en sus mentes.
— Pero haremos un esfuerzo —Dijo Michelle sonriéndole a Edward.
— Eso lo quiero ver —Dijo Nicole nuevamente, levantándose para salir de ahí.
— ¿Qué le sucede? —Preguntó Percy.
— Que lo descubra su enamorado —Dijo Niall mirando a Edward con gracia.
— Muy gracioso —Murmuró el ojiverde levantándose para salir detrás de la morena.
— Ni te molestes, Starckson —Dijo Beezus— Yo veré que le sucede —Adoraba romper los momentos románticos de esos dos y se felicitaba mentalmente por ello.
La morena se dirigía al lago que se encontraba cerca del bosque, se sentó en el suelo y comenzó a lanzar piedras.
— Poseidón se molestará si sigues golpeándolo —Dijo Beezus detrás de ella, lo que la hizo sobresaltar.
— Creo que tiene cosas más importantes que hacer —Dijo la chica sin voltearse.
— ¿Qué te sucede? —Dijo la castaña sentándose junto a ella.
— No lo sé
— Oh, vamos —Exclamó la chica— Tú lo sabes todo.
— Claro que no —Dijo Nicole, ahora mirándola.
— Claro que sí, eres la hija de Atenea
— ¿Y eso qué tiene que ver? No porque ella sepa todo yo lo tengo que hacer también.
— Pues creí que serías mejor que eso.
— Beezus, cierra la boca —Dijo la castaña, ahora algo molesta.
— ¿Por qué no asumes que te molestó que Michelle le sonriera a Edward? —Dijo Beezus, haciendo que Nicole se levantara.
— ¿Por qué me molestaría? Ese cerdo idiota no me importa —Dijo la chica respirando fuertemente.
— Por supuesto —Dijo la otra castaña con un tono irónico— ¿De qué tienes miedo, Nicole?
— De nada —Empezaba a perder los estribos y su cara comenzó a ponerse roja.
— Dímelo —Dijo Beezus insistiendo.
— ¡De que él no me quiera! —Gritó la chica con los ojos cristalizados. Al notar lo que había dicho se tapó la boca rápidamente con ambas manos.
Beezus quedó sorprendida, no por la confesión, ella ya lo sabía de hace mucho, no era tonta ni menos ciega, si no por el hecho de que la chica perdió los estribos antes de lo que esperaba. O era muy insistente o en verdad Nicole se sentía atormentada por cualquier tema referido a Edward.
— Y-yo n-no —Dijo Nicole justificándose.
— Tranquila, tu secreto está a salvo conmigo.
Y por primera vez en mucho tiempo Nicole suspiró con alivio, sabiendo que podía confiar aquello a Beezus.