Camp Half Blood || novela colectiva.

Le resultaba irónico el saber que podía controlar el clima, luego de diecisiete años se había enterado. ¡Cuánto tiempo desperdiciado! Podría no haber ido a la escuela tantas veces. Recordaba las tantas veces que su madre la había llamado para otro día mas en el infierno, que ahora, existía. Su madre, sus abuelos... su vida, la extrañaba. Extrañaba ser la adolescente rebelde que era, deseaba por escapar de su casa, pelear con su mamá. Tener la vida que un chica normal de New York tenía, y no ser la hija de Zeus. Aun le costaba decirlo. Era un semidiosa, y entre otras cosas, podía manejar el clima. Que dependía, variablemente, de sus estados de ánimo. Miró el cielo, estable. No había sol, pero era un día estable, como su humor. Sonrió al recordar el sermón de Quirón, quizá se habían equivocado y habían estada tentando a su suerte yendo a aquella fiesta. Pero había sido divertido. Bailó con aquellos chicos que apenas conocía, pero que eran lo suficientemente soportables para ella.

Caminó hasta su cabaña, solo ella residía allí en esos momentos. Y eso la alegraba, no le gustaba la idea de un medio hermano y/o hermana, es mas, le desagradaba pensar en eso. Estaba cómoda así, sola. Esperaba que fuera así por el tiempo que tendría que pasar en el campamento. Antes de que pudiera tirarse en la confortable cama, sintió una presencia en la puerta, incluso antes de que alguien diera suaves golpes. Suspiró, fastidiada, y caminó perezosamente para abrirle a quien estuviera del otro lado.

— Uhm, hola— dijo Percy, sonriendo levemente—. ¿Toda va bien?
— Si, ¿por qué no habría de estarlo?— encarnó la ceja izquierda, interesada por saber que diría Jackson.
— Nada— suspiró y se pasó una mano por su cabello castaño—, quieren que vayas a entrenar, Daphne. Lo necesitas.
— ¿Qué quieres decir? ¿Qué no soy lo suficientemente fuerte acaso?— preguntó bruscamente, el ojiazul retrocedió con las manos en alto.— Eres un idiota, ¿sabes?
— Estoy acostumbrado— se limitó a decir—. No dudo sobre ti, Nicholson, no yo. Quizá los demás. Vine en son de paz a buscarte. Y te recomendaría que vayas, Quirón no esta muy contento, con lo que paso en la fiesta... ya sabes.
— Espera.— anunció volviendo a entrar en la cabaña para ponerse una sudadera negra. Salió dando un portazo y tomando a Percy del brazo. El castaño sonrió ante el enojo de la castaña, miró el cielo que oscurecía cada vez mas.
— Daphne— llamó su atención, la chica lo soltó y se plantó delante de él. Hizo un ademán con la mano, dándole a entender que quería que prosiguiera—. No tengo ganas de entrenar con lluvia, Quirón lo hará de todos modos, sabe lo que puedes hacer. Cálmate, respira, ¿si?

No respondió, no le veía el caso. Hizo lo que Jackson le dijo, se calmó. Y el cielo aclareció. Miró de reojo a el castaño sonriendo de lado, era lindo, no tenía dudas de aquello y sin quererlo, también sonrió.

Caminaron juntos hasta el centro del campamento, donde Quirón y varios de sus compañeros parecían esperarla. Definitivamente hoy no era su día, no tenía ganas de escuchar hablar a nadie, mucho menos a un... ''profesor'', y mucho menos que le ordenaran y a juzgar por la cara del centauro, hoy era ese día, pero no su día. La profunda voz del hombre... mitad caballo resonó en sus oídos, pero realmente no estaba escuchando. Su vista estaba mirando a sus compañeros, desde Percy y Edward a sus lados, hasta Javadd frente a ella. Recordó la fiesta, el había estado a su lado en todo momento. No entendía el por qué, pero él nunca se fue.

— ¿Entendido?— ¿Qué? Mierda. Miró desesperadamente a Percy, tocando su mano, este sonrió, mas no habló.— ¿Daphne? ¿Algún problema?— llamó su atención Quirón, el ojiazul quiso reír a su lado, pero resistió la tentación. La semicastaña se debatía internamente qué hacer. ¿Podría contar con la ayuda de Jackson? ¿O tendría que contarle la verdad a Quirón? No había escuchado una sola palabra del largo sermón.
— Yo... uhm, no. Todo en orden.— contestó tratando de sonar segura, con una gran sonrisa falsa en su cara. El hombre asintió y siguió explicando algunas cosas más, esta vez, Nicholson trató de prestar atención, pero ya no tenía caso, no entendía mucho, por no decir nada.

Luego de que Percy le resumiera la charla de Quirón en cinco minutos, el entrenamiento empezó. No era buena, tampoco era tan mala como esperaba. Tenía que controlar sus emociones para poder lograr tener un poder absoluto sobre el cielo, sin que depende de su ánimo. Eso sería un alivio para muchos. Manejaba la espada con habilidad, una que ni siquiera sabía que tenia, esta orgullosa de ella misma y satisfecha con su trabajo. Horas, parecieron pasar hasta que, por fin, terminaron. Estaba agotada, tenía hambre y sueño, pero por sobre todas las cosas, necesitaba un baño. Cuando fueron librados, prácticamente, corrió a su cabaña e hizo lo que tanto quería. Mientras el agua tibia mojaba su cuerpo, pensaba en aquel moreno culpable de que este tan desorientada. Aquello no le gustaba nada, pensar en Javadd no era bueno. No para ella. Entonces fue cuando tomo una decisión peor, pensar en su familia. Su madre y sus abuelos. Las lágrimas comenzaron a mezclarse con las gotas de agua que caían de la ducha. Y una leve llovizna caía en el campamento. Se maldicio internamente y recordó las palabras del castaño: ''cálmate, respira.'' Y por segunda vez en el día, siguió sus palabras. Y para su suerte, logró calmarse. Salió de la ducha, sus ojos estaban algo rojos e hinchados, pero nada fuera de lo común. Se vistió y salió, el cansancio había desaparecido en el baño. Caminó sin rumbo, el barro manchaba sus viejas converse, la capucha ocultaba su cabello y su rostro al caminar cabizbaja. Escuchó unas risas provenientes de Nicole y Beezus, lo cual le pareció raro, de la última nombrada. Nunca la había visto sonreír, y verla reír era algo nuevo. Por su mente paso la fugaz idea de ir con ellas, pero se arrepintió al instante y siguió su camino.

Mientras tanto, Javadd hablaba con Liam sobre cosas sin sentidos, ambos reían y bromeaban. Se habían vuelto mejores amigos muy rápido y ahora se confiaban absolutamente todo, sabiendo que no iban a juzgarse. Ser hijos de dioses los había shokeado en su momento, pero ahora lo habían aceptado. Y solo querían ser lo que eran y no habían podido disfrutar: adolescentes. Se separaron en cuanto pasaron por la cabaña del castaño, mientras Jav se dirigía a la suya su cuerpo choco con algo mucho mas pequeño que él. Agarró a la chica antes de que pudiese tocar el suelo, una sonrisa apreció en su rostro cuando se dio cuenta de quien era.

— Es la segunda vez— dijo sin soltarla. La castaña se removió incómoda, y encarnó una ceja, sin entender—. Que te atrapo— explicó—, la primera vez fue cuando te desmayaste.
— Así que fuiste tú...— se limitó a decir.— ¿Gracias?
— De nada.— sonrió, ¿cómo alguien podía ser tan perfecto sin siquiera intentarlo?, pensó la castaña.
— Javadd...
— Uhm, lo siento.— se disculpó soltándola. Daphne asintió en respuesta, y observó al moreno alejarse de ella lentamente. Tenía un andar tan tranquilo, lo envidiaba. Suspiró girando sobre sus talones y volvió a ponerse la capucha.

Caminó sin rumbo por varios minutos, encontrando gente ''conocida'' y otras que nunca había visto antes. Y de un momento a otro, se dio cuenta que estaba perdida, ¿era en serio? Quería gritar, patear, llorar. Todo a la vez. ¿Cómo podía ser tan estúpida? Había logrado sobrevivir porque... agh, ni siquiera encontraba un por qué. Era estúpida, ¿qué diablos hacia allí? No era que le importase, pero Zeus debía estar avergonzado de ella. Había visto a los demás, ella ni siquiera lograba llegarles a los pies. El cielo empezó a oscurecer como los ojos de la chica. Se sentía tan impotente. Se llevó sus manos a la cara y lo hizo, gritó como lo había querido hacer desde toda su vida se dio vuelta. Un trueno resonó en el campamento sobresaltando a todos los campistas, otro y otro más. Y de pronto, cesaron.