✞ Guardian Angels ✞

A veces los humanos nos equivocamos en ciertas cosas pero no somos los únicos que cometemos errores, también están los ángeles que a pesar de todo tienen que seguir reglas del todo poderoso, ellos no pueden equivocarse en lo más mínimo puesto que reciben un terrible castigo.

Las personas no saben valorar lo que tienen hasta que lo pierden y es ahí cuando se dan cuenta de que realmente nada es para siempre.

¿Cómo es que fuiste elegido para que te protegieran? No lo sabemos, quizás fue tu corazón roto, tal vez esas discusiones que tenías con las personas o solo le llamaste la atención. Ellos están destinados a protegerte ante todo y lo mejor de todo esto es qué no pueden enamorarse de su elegido. Quizás las reglas son algo para el beneficio de los humanos, pero no siempre estamos de acuerdo.

A veces podrás ver a tu protector, quizás no sabrás que es el pero lo sentirás a tu lado aunque no esté ahí. Cuando veas unas alas es su espalda, sabrás que habrá cumplido con su misión pero si vas con él al cielo, tu destino no era vivir en la tierra.  

Ellos saben cuál es tu destino…

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«¿Qué está mal contigo?» Lo escucho repetir una y otra vez cada que estoy a solas con él, quizás no se da cuenta de lo absurdo que es seguir sus reglas, la mayoría de nosotros no quería ser un ángel, yo solo quería disfrutar del cielo como las otras personas que se encontraban en el ¡Pero no! Yo tengo que seguir reglas y vivir bajo lo que diga el todo poderoso, y eso no es lo que realmente quería cuando morí.
Lo veo moverse de un lado a otro, agitando las manos sobre su cabeza y dice palabras que realmente no me importan un carajo.

—¡Me estoy cansando de tus problemas!—su voz era autoritaria—Te elegí por un motivo, y realmente me gustaría que apreciaras la oportunidad que tienes.
—¿Oportunidad?¿Motivo? Patrañas, yo no quería esto desde un inicio.—me giro sobre mis talones para salir de ahí.
—Alto ahí muchacho—fue lo último que escuche antes de sentir su mano tocar mi hombro.


Me siento desesperado, me hace falta la respiración y corro sin cesar. Quiero llegar a ella y decirle que todo va estar bien, aunque sé que no es así. Puedo ver las luces de la calle, quiero parar pero no lo hago, ella está ahí, hay sangre a su alrededor.

—¡Qué demonios!—susurro antes de tirarme a un lado de ella.

Su rostro esta pálido pero ella aun respira, llamo al 911 para que no muera, antes de dejarla la tapo con mi chamarra.
Escucho las sirenas y corro en busca del culpable, Damon. Mis manos están llenas de su sangre y él tiene que pagar por ello. Su auto esta estacionado afuera de un restaurante. Guardo el arma detrás de mi pantalón, es el momento de que pague por todos sus crímenes, abro las puertas violentamente llevándome la atención de todas las personas, lo veo en su sitio habitual y me acerco.

—Pero que…—mi puño se impacta en su rostro

No lo dejo hablar y continuo golpeándolo, quiero matarlo pero sus guardaespaldas me detienen.

—¡Ella no tenía nada que ver en nuestro trato!—mi enojo es muy visible para todos—¡Si querías asesinarme lo hubieras hecho!

Un golpe se impacta en mi rostro, levanto la vista y él está enfrente de mí.

—No hubieras sufrido ¿verdad?—una sonrisa se coloca en su rostro—Me encanta ver que te duele tanto ver a tu hermana sufrir.

No lo dude más y saque mi arma, apuntaba justo en su frente, su rostro palideció inmediatamente.

—¿Ahora quien sufre?—solté del gatillo y su sangre me salpico la cara.

Sabía que también había llegado mi tiempo, mi cuerpo se llenó de dolor, mis piernas comenzaron a no responder y caí de rodillas, lagrimas caían de mis ojos; esto es a lo que estaba predestinado, tenía que aceptar mi final.


—¡No juegues con mi mente!—me aleje de su agarre
—Esta es tu decisión, aprendes a seguir las reglas o tendré que desterrarte del cielo.

No conteste, lo mire por un segundo y camine hacia la salida, estaba claro que no iba a seguir un montón de reglas y menos que jugara con mi mente, solamente yo sabía cuál era mi verdadera historia.
Un ruido infernal lleno mis oídos, el dolor era insoportable, mis alas estaban siendo arrancadas cruelmente de mi cuerpo, él había decidido desterrarme. Todo se volvió gris y las nubes comenzaron a abrirse, no podía concentrarme en lo que hacía, mi vista se nublo y perdí el conocimiento.  

Este ahora era mi destino, yo mismo lo había dictado como la primera vez. Quise ser yo mi propio dictador pero ahora no sé dónde me encuentro, mi cuerpo duele como el infierno y lo único que siento es el suelo frió.

Dulces de mi amor.: