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Mensaje por MeliHoran Vie 04 Oct 2013, 5:55 pm

Loaaa, este finde me voy de campamento, asique te propongo algo:
-o termino hoy
-o pongo todos los capitulos que faltan y el domingo a la noche subo el prologo
-o como tu quieras:)


Solo dime si quieres que suba todo hoy serian el cap 53-54-55-56 +el prologo :D
MeliHoran
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Mensaje por MeliHoran Vie 04 Oct 2013, 6:19 pm

Capitulo Cincuenta y tres

   Después de las malas noticias, esperaba que Helen se vengase haciendo mal su trabajo, pero no. Una semana después estaba sentado en su despacho esperando a Nicole para solucionar de una vez por todas la situación en el bufete.
   Pero, si bien ese tema era importante, tenía otra preocupación que le robaba el sueño. Había hablado con el señor López y, en vez de salir de dudas, ahora estaba mucho más preocupado. ¿Dónde narices estaban metidas esas dos insensatas?
   Julia tenía que estar a punto de empezar las clases y sabía que a responsable no la ganaba nadie, así que no le venía a la cabeza ninguna razón por la que no estuviera en casa.
   Y ____... Bueno, ésa era otra historia. Por lo poco que le había sacado al abogado, había pedido unos días de vacaciones a su jefa y desde hacía una semana se habían ido del pueblo sin decir adónde.
   En un principio pensó que quizá habían decidido visitar a los padres de ____, pero, para dejar a un lado sus dudas, había levantado el teléfono, llamado a Martina y averiguado el teléfono. Así que, como un gilipollas, terminó por hablar con los abuelos de su hermana. En un principio pensó en ocultar su identidad, pero después llegó a la conclusión de que no merecía la pena.
   Descuido que pagó bien caro, pues la mujer no paró de preguntarle, de interrogarlo más bien para luego insistir una y otra vez que tenía que ir a visitarlos, que eran familia y que se alegraban muchísimo de que por fin los dos hermanos estuvieran juntos.
   Mientras contemplaba el teléfono, no se podía creer que hubiera llegado a tanto.
   ¿Desde cuándo se preocupaba por algo que no lo concernía?
   ¿A él qué más le daba lo que hicieran esas dos?
—Toc, toc... ¿Se puede?
   Niall dejó de repiquetear con su estilográfica y miró la puerta.
—Adelante —murmuró, sin mucha convicción. Había esperado ese encuentro y ahora no estaba de ánimo para ello. Su cabeza viajaba constantemente a otro lugar y daba vueltas a otras preocupaciones.
—Para insistir tanto en que nos reunamos no te veo muy entusiasmado. Helen repitió la palabra «urgente» como unas diez veces en cinco minutos.
—Ya la conoces, es demasiado eficiente.
—Pues sí.
   Niall observó a la que hasta hacía poco era su prometida y que, de seguir así las cosas, sería su ex socia en breve.
   Nadie cambia de un día para otro. Ella seguía mostrándose altiva, conocedora de su posición, pero quizá sí se apreciaba ligeramente que ahora vivía más relajada.
—Imagino de qué quieres hablar —dijo Nicole, interrumpiendo susdivagaciones—. Y lo entiendo, siento no haber podido venir antes.
—No lo sientes ni lo más mínimo —la corrigió él y ella sonrió de forma enigmática.
   Niall se recostó en su sillón. No merecía la pena andarse con formalismos, los dos se conocían bien.
   Ella se encogió de hombros.
—Bien, pues entonces dime qué has planeado. Porque, me apuesto lo que quieras, que ya tienes todo bien organizado y que esto sólo es una especie de deferencia hacia mí. Seguro que incluso habrás hablado con mi padre para no dejar ningún cabo suelto.
   Esa valoración era de esperar por parte de ella, teniendo en cuenta los antecedentes.
   Quiso decirle que sí, que tenía la razón y plantarle ante sus ojos una propuesta bien redactada y escrupulosamente legal.
—La duda ofende. —Fue una respuesta para darle más emoción al asunto y no estropear sus expectativas. Niall dejó su posición acomodada en el sillón y se puso en pie—. Voy a tener que decepcionarte. —Se deshizo de la chaqueta del traje y se aflojó la corbata.
—Entonces, ¿para qué querías reunirte conmigo?
—Me gustaría conocer tus planes, saber qué quieres hacer con el bufete. Al fin y al cabo, tu padre lo fundó.
    Ella arqueó una ceja ante tal comentario.
   «Ella desconfía», pensó él.
—Pero para ti este despacho es como tu vida. No sé adónde quieres llegar a parar.
—Muy simple. —Se pasó la mano por su pelo, inquieto. Quería resolver ese asunto para ocuparse del que verdaderamente lo traía por el camino de la amargura—. Quiero saber si vas a volver a tu puesto o si, por el contrario, prefieres que sea yo quien tome las decisiones.
—Si te digo la verdad, en este momento prefiero no trabajar aquí.
—De acuerdo. Mi primera decisión es despedir a Helen.
—¿Perdón?
—He hablado con ella. No lo entiende, pero como siempre acepta mis resoluciones... Ya le he hablado a un colega de lo eficiente que es.
—Espera, espera. ¿Hablamos de Helen, tu fiel servidora? ¿Tu defensora incondicional? ¿Mi más conocida detractora? —Su voz destilaba sarcasmo y realismo a partes iguales.
—Sé perfectamente cuáles son sus sentimientos y he sido claro con ella.
—¿Y vas a prescindir de ella? No lo entiendo. ¿Qué está pasando aquí? Me voy unos meses y cuando vuelvo resulta que ahora hasta intentas compartir tus opiniones conmigo.
—Haz un esfuerzo. De vez en cuando hasta puedo ser buena persona.
—¡No me jodas!
   La antigua Nicole jamás hubiera empleado esa expresión, pero, por lo visto, dos que duermen en el mismo colchón...
—Seré franco. Mi intención es bajar el ritmo de trabajo, tengo que ocuparme de unos asuntos familiares y...
—¿Familiares? Hum, qué raro. ¿Antepones tu vida personal a la profesional?
—Yo no veo nada raro en ello.
—Pues yo sí. ¿Estás enfermo? ¿Cuánto te queda de vida?
—Ahórrate las tonterías.
—Un momento... ahora que me acuerdo... el mes pasado me acerqué para recoger unos papeles y Helen, en uno de esos escasos momentos de amabilidad, me comentó que estabas de viaje... En España, para ser exactos. ¿Qué se te ha perdido a ti allí?
—Ya te lo he dicho, asuntos personales.
—No me lo creo —apuntó ella rápidamente—. Te conozco y tú no dejas el despacho vacío durante tantos días.
—Vaya, sí que me conoces...
—Que yo sepa, no tienes familia, o, como mínimo, eso es lo que siempre me has dicho. ¿Qué ha pasado para hacerte cambiar de opinión?
   Niall pensó que no tenía nada de malo contárselo, así que empezó por el principio, es decir, por la visita de Manuel López. Ella fue abriendo cada vez más la boca a medida que él le iba dando más detalles. Evidentemente, se centró en Julia.
—¡Vaya papeleta! —exclamó Nicole—. Aunque hay cosas que no me cuadran...
   Joder, debería haberlo imaginado, su socia tenía un coeficiente intelectual envidiable y quizá él se había dejado llevar, revelando más de lo necesario.
   Y, claro, atando cabos, ella era incluso más perspicaz que él.
—Simplemente pretendo supervisar las cosas, nada más.
—Ya, ya. Supervisar, sí claro, demasiada supervisión creo yo.
—No hace falta que pongas esa cara, es lo que hay.
—Mientes —lo acusó ella, sin ningún remordimiento—. Eres demasiado listo, demasiado precavido. Me has contado lo que te conviene, das la información muy filtrada. Pero estoy segura de que te guardas algo, lo más importante.
—Y, según tu instinto, ¿qué crees que me puedo estar guardando?
—Hay dos opciones: o de repente has tenido una crisis existencial, lo cual sería lógico ya que estás muy cerca de los cuarenta; o has conocido a alguien que te importa más de lo que tu encorsetada cabeza está dispuesta a admitir.
—¿Eso ha sido un insulto? —preguntó para nada molesto.
—No lo sé. ¿Lo es?
—Tú sabrás.
—¡Oh, por favor! ¡Deja de marear la perdiz! —exclamó Nicole que veía la maniobra clara de despiste—. Si te digo que te noto raro, ¿también lo interpretas como un insulto?
—Desarrolla esa idea, si eres tan amable.
—Hum. Analicemos los hechos. De repente desapareces, cosa impensable en ti.
—Fue una emergencia, tenía que solucionar unos trámites.
—Bueno sí, pero... ¿por qué te quedaste allí? ¿Por qué no esperar aquí y volver cuando el notario estuviera disponible? ¿Por qué...? —se calló de repente y tras unos segundos chasqueó los dedos—. No digas más, hay una mujer.
—Ya te lo he dicho, mi hermana...
—A otro perro con ese hueso. Podías habértela traído, ¿no? Eres su tutor. No. Cuando digo una mujer me refiero a otra cosa, y tú lo sabes.
   Niall quería evitar ese tema. No se habla de un rollo de verano con tu ex prometida.
   Aunque, de hecho, «rollo de verano» era un término poco apropiado para lo que había sido en realidad.
—¡No me lo puedo creer! —chilló Nicole sobresaltándolo—. ¡Te has colgado de una tía!
—Vaya lenguaje... que estás aprendiendo.
—Déjate de tonterías y responde. ¿Hay una mujer o no?
—Puede ser.
   Nicole se levantó de su sillón y caminó hasta él. Cuando estuvo frente a él abandonó su expresión de diversión y le dijo:
—Pues esta vez no la jodas.
   Nicole fue tan rotunda que no le quedó más remedio que cerrar el pico y terminar de aclarar los asuntos referentes al despacho.
MeliHoran
MeliHoran


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Mensaje por MeliHoran Vie 04 Oct 2013, 6:32 pm

Capitulo Cincuenta y cuatro
—¿Dónde se habrán metido ese par de insensatas? —murmuró mientras conducía por la jodida y estrecha carretera de acceso al pueblo.
   Y no era la primera vez que ese pensamiento le rondaba la cabeza. Empezaba a obsesionarse, e incluso comenzaba a plantearse distintas hipótesis sobre lo que podía haberles ocurrido.
   Y es que, desde hacía cuatro días, estaba que se subía por las paredes. Tras su conversación con el señor López, averiguó que su querida pero irresponsable hermana, junto con la no menos imprudente tía ____ habían estado de viaje.
   Él, desesperado por localizarlas, y ellas, tan panchas por ahí, sin ninguna preocupación.
   Entendía que necesitaran un respiro y salir de ese pueblucho. Pero eso de no decir a nadie adónde iban no era de recibo. Además se supone que las clases estaban a punto de comenzar.
   Sin embargo, dejando a un lado todo tipo de argumentos por los cuales esas dos debían estar localizables, el principal y el que más miedo le daba admitir era su propia preocupación. Porque, y luego ya vería si necesitaba psicólogo, estaba preocupado por ellas.
   Otra mentira, y de las grandes.
   Puede que sí, que se preocupase por ella, su hermana, pero preocupación no era precisamente lo que sentía por ____.
   Nada más aterrizar había llamado a la casa, pero de nuevo no obtuvo respuesta.
   Esperaba encontrarlas allí. De no ser así, como aún conservaba un juego de llaves, entraría en casa y montaría guardia hasta que regresaran.
   Aparcó el coche, que esta vez era mucho más discreto que el BMW. Había optado por un discreto pero confortable Mercedes.
   Cuando se bajó de él y observó la casa, empezó a sacar conclusiones. O bien habían empleado todo el dinero para reparar el interior o bien ni se habían molestado en empezar.
   Aquello tenía la misma pinta desolada y cutre de siempre.
—Ya me encargaré de eso más tarde —se dijo a sí mismo. Tenía que priorizar y, por lo tanto, ocuparse de hablar con ____ era la primera de las tareas de su lista.
   Hablar y convencerla para algo más.
   Convencerla y llevársela a su terreno.
   Llevársela a su terreno y salirse con la suya.
   Salirse con la suya implicaba, como muy bien le indicó Nicole, no joderla.
   Y no joderla significaba asumir sus defectos.
   Y asumir sus defectos incluía pedirle perdón.
   Para, después de pedirle perdón, confesar que estaba loco por ella.
   Sí, en teoría todo estaba bien calculado, pero el factor ____, es decir, el factor imprevisto podía jugarle una mala pasada.
   Así que debía estar preparado para jugar a su juego favorito, la improvisación.
   Demostrarle que él podía hacerlo. Sin duda, influenciado por ella.
   Jugando con las llaves en su bolsillo llamó a la puerta, iba a darle el beneficio de la duda. Esperaba no ser testigo de algo desagradable.
   Estaba a punto de sacar las llaves cuando la puerta se abrió.
—¿Qué coño haces aquí?
—Modera tu lenguaje. Y déjame pasar.
—Ni lo sueñes. Esta casa ya no es tuya. Adiós.
   Niall resopló. Había dejado buen recuerdo, estaba claro.
   Decidido a no soportar tonterías empujó la puerta y se coló dentro.
—¿Dónde está ____?
—Donde a ti no te importa.
—¿Sabes? Quizá me plantee lo de ser tu tutor legal. Necesitas mano dura.
—Vete a freír espárragos.
   Comprobó por sí mismo que ____ no estaba en casa y después volvió a
preguntar a su hermana:
—¿Está trabajando, o aún estáis de vacaciones? —inquirió con sarcasmo.
   Julia pensó la mejor respuesta para deshacerse de él. Ni loca iba a permitir que se acercara de nuevo a su tía.
—Está con Juanjo. Mirando casas.
—¿Con el Pichurri? —Puso cara de incredulidad, pero en seguida se dio cuenta de la maniobra de su hermana—. Voy a buscarla, estoy seguro de que la encontraré trabajando. Cuando vuelva, vamos a tener una conversación seria tú y yo sobre comportamiento y modales.
—¿Tomaremos té mientras tanto? —se guaseó ella.
—Excelente idea. Me voy.
—¡Un momento! Espera, no quería decírtelo pero, bueno, sí, está trabajando, aunque... —Interpretó a la perfección su papel de adolescente arrepentida—. Ha ido a casa de una clienta. No está en el salón de belleza.
   «Ésta se cree que soy tonto», pensó Niall.
—¿Tienes la dirección?
—Sí, espera un segundo.
   Cuando Julia bajó de su habitación con la dirección inventada en un papel,
   Niall ya se había marchado. Así que agarró el teléfono y llamó a su tía.
—Mierda —murmuró al oír la mecánica voz del operador informando de que estaba apagado.
   Dudó unos instantes si llamar a Martina, pero era como llamar a los bomberos, revolucionaría a todo el pueblo.
   Por otro lado, ¿qué forma tenía de hablar con su tía y avisarla?
—¡Juanjo! —exclamó de repente como si fuera su salvador.
   Sin perder un segundo lo llamó y éste se mostró dispuesto a ayudarla. Entre los dos evitarían que Niall consiguiera acercarse a ella.
   Nada más oír el sonido de la campanilla, Martina se volvió para saludar a la nueva clienta, aunque dudaba mucho que viniera a hacerse unas mechas o una permanente.
—Buenos días. ¿En qué puedo ayudarte?
—Buenos días. He venido a buscar a ____, si eres tan amable de llamarla.
—Acaba de salir, tenía que ir a hacer unos recados. No creo que tarde mucho —
apuntó la siempre servicial futura mujer de Pichurri.
   La impaciencia empezaba a consumirlo ¿Es que nada podía salir bien? ¿Todo tenían que ser obstáculos?
    No, si al final esa metomentodo que tenía por hermana iba a tener razón.
   Tenía dos opciones: una, esperar sentado en una cafetería hasta que ____
apareciera, sin saber exactamente el tiempo que eso supondría; o dos, coger el toro por los cuernos.
    Ya que iba a esperar, por lo menos se aseguraría de que ella no pudiera escapar.
—Resérvame hora con ella —pidió mirando a la jefa.
   Martina lo miró con desconfianza.
—¿Hora?
—Sí, en cuanto llegue... —Una señora que esperaba debajo de uno de esos secadores infernales lo miró y le hizo darse cuenta de que debía ser más discreto.
   Así que hizo un gesto a Martina para que se acercara y así no dejar testigos—. Ella se encarga de las limpiezas de cutis y de los masajes, ¿no?
—Sí, claro, pero... —titubeó Martina.
—Hagamos un trato. Yo no le hablo a ____ de sus derechos labores ni le informo sobre pasos que dar para obtener mejor remuneración, y tú me pones el primero de la lista de clientes.
—¿Te viene bien ahora mismo? —preguntó Martina sin ni siquiera mirar el libro de visitas.
—Perfecto.
—Acompáñame. —Le hizo un gesto y se encaminó hacia una de las puertas del fondo—. En cuanto vuelva, le digo que te atienda.
   Entró en el cuarto acondicionado para tratamientos faciales, depilaciones y masajes.
   Se apreciaba el toque de ella, con las toallas en colores fuertes como naranja o fucsia. La colección de CD New Age o la selección de varitas de incienso dispuestas en abanico dentro de un enorme vaso de cristal.
—Estoy seguro de que procurarás por todos los medios que nadie sepa que estoy aquí.
   Martina, que no era tonta, pilló al instante la insinuación.
—¿Nadie? —preguntó en tono cómplice. Al fin y al cabo, si el inglés había vuelto, es que había algo. Y si había algo, ella no era quién para interrumpir.
—Exactamente.
—Te dejo. Ahí puedes colgar tu ropa. —Señaló un banco de madera y bajó la intensidad de la luz—. Espero que no tengas que esperar mucho.
   Cuando oyó el clic de la cerradura se permitió el lujo de respirar profundamente.
   Todo su plan, tan bueno y organizado, estaba haciendo agua por todos lados. Y eso de la improvisación tenía un componente peligroso para su paz mental y su concentración, pues le exigía estar en constante estado de alerta.
   Fue despojándose de su ropa, preocupándose de ir colocando cada cosa correctamente para evitar arrugas posteriores.
   Un minuto después, agarró su traje de malas maneras dejándolo hecho un gurruño. Si hay que improvisar, se improvisa bien.
MeliHoran
MeliHoran


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Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Vie 04 Oct 2013, 6:43 pm

Capitulo Cincuenta y cinco

   El café con leche y el bollo seguían en su sitio. Había conseguido mantenerlo en su estómago y no echarlo. No entendía cómo algunas engordaban durante el embarazo, ella, desde luego, lo vomitaba todo.
   Era una suerte que aún pudiera ocultarlo, especialmente a Martina. Aunque ésta, con ese sexto sentido que tenía para los cotilleos, no iba a tardar mucho en darse cuenta.
   Pero, de momento, ella se limitaría a hacer lo de siempre, hasta que fuera inevitable admitir la evidencia.
—Tienes un cliente esperando —anunció Martina nada más cruzar la puerta.
—¿Ahora? —preguntó intentando hacer memoria. Por si acaso revisó el libro de citas. Que, por cierto, era un galimatías.
—Pues sí. —Apartó el libro sin ninguna clase de sutileza—. No pierdas el tiempo. —La apremió empujándola hacia la puerta.
—Vale, vale. Ya voy. ¡Qué impaciente!
—Y trátalo bien —gritó su jefa a su espalda.
   ____, que siempre trataba bien a sus clientes, no hizo menor caso del consejo y entró en el cuarto.
—Buenos días —dijo ella al entrar con su amabilidad característica.
   Y el cliente la observó de reojo, disimulando como pudo las ganas que tenía de dejarse de esa charada. Murmuró una respuesta, confiando en que ella no se diera cuenta.
   Ella encendió una varita de incienso y después destapó un par de frascos hasta decidirse por el aceite de lavanda.
—En seguida empezamos —murmuró ella distraída mientras se abotonaba la bata blanca.
   Con las manos bien impregnadas de aceite se acercó y comenzó por los hombros, presionando de dentro hacia afuera y extendiendo bien el producto.
   Hizo una pausa, qué cliente más callado. Normalmente todos, nada más comenzar, murmuraban o decían algo como qué bueno, o qué bien.
   Pero no iba a detenerse por eso. Continuó el masaje bajando las manos y concentrándose en los omóplatos y en la zona lumbar.
   Él se movió y tuvo que preguntar.
—¿Le he hecho daño? —Era una profesional, pero nunca se sabe.
   Él negó con la cabeza y ella se metió de nuevo en faena.
   Cuando llegó al límite que marcaba la toalla la movió un poco hacia abajo, ya que, seguramente, él se la habría colocado sin saber muy bien cuál era la posición adecuada.
   Frunció el ceño, había algo que...
   «No, no puede ser, estoy más tonta de lo habitual», pensó desterrando sus absurdas ideas.
   De nuevo puso las manos a trabajar y al minuto se detuvo. Iba a hacer algo que seguramente le costaría caro. Si el cliente se quejaba a Martina, ésta le montaría una buena bronca. Pero...
   Apartó la toalla más allá de lo prudente y...
—No puede ser... —murmuró intentando convencerse de que lo más probable es que más de un hombre tuviera unos bóxers negros con topos rosas.
   Él se giró un instante para ver qué pasaba, ya que había abandonado de repente el masaje, y cayó en la cuenta.
—Joder... —dijo entre dientes.
—¡Serás cabrón! —le espetó ella a pleno pulmón.
   Pero no iba a quedarse para escuchar lo que fuera que iba a decir, se movió con rapidez hasta la puerta para escapar de allí.
—Espera un jodido minuto. —Él, que se había levantado de la camilla, la detuvo justo a tiempo, colocando una mano contra la puerta por encima de su cabeza.
—Aparta o te doy una patada en los huevos —lo amenazó ella.
—Deja de decir estupideces y escucha, ¡joder!
—¡Encima no me levantes la voz!
—Pues compórtate como Dios manda y deja de revolverte.
—Vale. Habla chucho que no te escucho —espetó tapándose las orejas con las manos.
—¡Será posible! —exclamó él, mirando hacia arriba como si pidiera paciencia.
   Qué difícil era esto de declararse.
   La agarró de las muñecas para que lo escuchara. Para una vez que iba a hacerlo quería hacerlo bien. De haber podido, él estaría vestido y ella más receptiva, pero le tocaba lidiar con todo en su contra. No imaginaba nada más ridículo que pedirle a una mujer matrimonio vestido, o mejor dicho, desvestido de esa guisa.
—Hagamos una cosa. Me visto y nos vamos fuera de aquí.
—Yo contigo no voy ni a la esquina.
—____, por favor. No he venido para discutir. —La rodeó con los brazos y la atrajo hacia sí. Menos mal, algo agradable. Por lo menos la había podido tocar de nuevo.
—Ni por favor ni nada.
—Escucha y no me interrumpas —exigió él—. No he vuelto para discutir contigo, ni para pelearme, ni para...
—¿Follar conmigo? Vas listo si lo has pensado.
—... he dicho que no me interrumpas. He venido porque te echo de menos...
—¡Ja! ¡Qué chiste más bueno!
—... Y porque quiero estar contigo.
—¡No me hagas reír!
—Cariño, pretendo hacerte muchas cosas.
   Ella entrecerró los ojos, ese tono zalamero...
—¡Ja y ja! Mira cómo me río. Y aparta de una jodida vez. —Maldita sea su estampa. Tenía que aparecer y machacarla de nuevo y ahora, encima, se comportaba como si de verdad le importara algo.
—Vamos a dejarnos de tonterías. He vuelvo por una sola razón. Y tan lista que eres ya deberías saber cuál.
—Tu razón te la metes por donde te quepa. ¿Estamos?
—Mira que eres testaruda. He vuelvo por ti. Sólo por ti.
—Permíteme que me ría. Ja, ja, ja. Qué gracioso eres. Me parto y me mondo.
—Así no hay manera —se quejó él.
   Como por las buenas no entraba en razón, cambió de estrategia. No quería dominarla por la fuerza, pero no le quedó más remedio que ponerla bruscamente
frente a él para poder mirarla a la cara y para poder acercarse y besarla, con un poco de suerte ella se relajaría y...
   Unos golpes en la puerta frustraron sus avances.
—¿Quién coño llama? —vociferó enfadado.
—Abre la maldita puerta. —Las palabras en voz alta fueron acompañadas de más golpes.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó a la metomentodo de su hermana.
—Velar por mi tía, gilipollas. ¡Abre!
—No me da la gana —respondió a gritos para hacerse oír.
—Oye, imbécil, abre inmediatamente o la tiro abajo.
   Niall reconoció esa voz. Al igual que ____.
—¿Juanjo? —preguntó ella.
—¿Estás bien, cariño? —gritó su ex al otro lado.
—Marchaos de una puta vez —insistió Niall.
—¡Ni hartos de vino! —señaló su querida hermana.
   Y para que no le quedara más remedio, golpearon la puerta insistentemente.
   Era abrir o un dolor de cabeza.
   Decidido a mandar a paseo a todos, entornó la puerta.
—¿Esto es lo que tú llamas privacidad? —le espetó a Martina, que también se había unido al coro.
—He intentado convencerlos... —Se encogió de hombros— ... pero no ha habido manera.
—¿____? Sal, venga nos vamos a casa —dijo Julia preocupada.
—Ella se queda aquí conmigo —aseveró Niall vehementemente, impidiendo que saliera.
—Todavía termino por partirte la cara —espetó Juanjo, dando un paso adelante—. Siempre me has parecido un gilipollas.
—Mira, Pichurri, tengamos la fiesta en paz —le replicó—. Vete a tomar viento.
—¡Oye, tú no hablas así a mi novio!
—La que faltaba... —murmuró entre dientes —. Mira, bonita, haz el favor de agarrar a tu Pichurri y llevártelo.
—¿Sabes? Una bandada de hostias está sobrevolando tu cabeza y tienes nombre de aeropuerto —saltó Juanjo.
—¡Vale ya! —pidió ____, pero, en medio del griterío, nadie le hizo caso.
—Deja salir a mi tía —insistió Julia—. No quiero que te acerques a ella.
—Quizá debería empezar por buscarte un internado donde enviarte el próximo curso para que aprendas a no meterte en las conversaciones de los mayores, entre otras cosas.
—Y quizá debería darte una patada en los huevos, para que nos dejes tranquilas.
—Mira, id todos a tomar por el culo.
—Me la llevo a casa, te pongas como te pongas. —Julia le plantó cara.
—Vaya numerito que estás montando —dijo a su hermana acusándola de ser la instigadora.
—Numerito el tuyo, guapo. Que nadie te quiere por aquí. Y suéltala ya, que ella se viene conmigo. No sé para qué has venido pero ya puedes ir dando la vuelta.
—He venido para pedirle que se case conmigo, pero sois todos unos entrometidos.
—¡No! —exclamó Julia, sorprendida.
—¿Casarse? —murmuró Celia, molesta.
—¡Sí! —aplaudió Martina, contenta.
—Por encima de mi cadáver —arguyó Juanjo.
—Así que, si sois tan amables, marchaos de aquí, dejadme en paz y volved dentro de una hora. —Tardó medio segundo en darse cuenta de su error—. No, mejor no volváis. Que dais bastante por el culo.
   Dicho esto les dio con la puerta en las narices y se giró hacia ____, que había permanecido inusualmente callada.
   Ahora le tocaba lidiar con lo más difícil. Y encima, por culpa de esos imbéciles, había descubierto su juego.
MeliHoran
MeliHoran


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Mensaje por loa Vie 04 Oct 2013, 7:36 pm

Ohh
Nooo
Que decicion me dejaste nena. En emmm ..? Emmm
Mia me encata y estoy re enganchada. Si fuera por mi. Te pido que la termines tyaaaaaa
Pero no depende de mi asique
As como quierassss solo sigelaa
La amoooo
Ojala acepte y le diga que esta embarazada
Plisss sigelaaa
Loa
loa
loa


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Mensaje por MeliHoran Vie 04 Oct 2013, 7:47 pm

JAJAJAJAJAJ okis, falta el ultimo capitulo y el final, cuando mi mama termine de usar la compu las subo. No sere mala, no vas a tener que esperar todo el fin de semana para saber como termina, te la debo por haber seguido leyendo la nove :D


pd: Capaz la subire dentro de dos o tres horas, nose cuanto tiempo usa la compu
MeliHoran
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Mensaje por MeliHoran Vie 04 Oct 2013, 10:19 pm

CAPITULO FINAL




Capitulo Cincuenta y seis
—Siento todo esto —dijo él—. Mi intención era pedírtelo de forma más íntima, sin tantos testigos y en un ambiente más apropiado.
—Yo no quiero casarme contigo. ¿Estás loco? Si no te soporto, si eres lo más relamido que existe, hay días que ni te aguantas tú mismo, si...
—¿____? —interrumpió él.
—¿Sí? —le preguntó con su chulería innata.
—Calla un poco y ven aquí —sugirió él extendiendo la mano y moviendo el dedo para indicar que se acercara.
—Vamos a ver si te vas enterando de una cosa, guapo, yo no soy un chucho al que puedas mangonear, ¿vale?
—Deja de hacerte la dura, querida. Al final vas a ceder.
—Un consejo: esa prepotencia no ayuda.
   Como conversación estúpida ya había tenido bastante, así que avanzó hasta ella, la agarró de la cintura en un acto de los tópicos dentro del catálogo de dominación masculina y la pegó a su cuerpo.
   Después, sin abandonar su papel de macho dominante, la besó, eso sí, cuidándose en todo momento de proteger su entrepierna de posibles daños colaterales.
—Ésas no son formas... —protestó ella mientras intentaba coger aire, ya que él se empeñaba en no dejarla ni respirar...
—¿Crees que esa camilla podría aguantar el peso de los dos? —murmuró junto a su oreja a la par que mordisqueaba el lóbulo.
—¡Un momento! No he dicho todavía que sí.
—Vamos, te mueres por aceptar la realidad, pero eres tan sumamente cabezota que me vas a tener sufriendo hasta que me ponga de rodillas.
—¿Ni en un momento así vas a dejar de ser tan arrogante?
   Él tenía razón, estaba a punto, no de rendirse, sino de derretirse por completo.
   ¿Qué sentido tenía ya ocultar la realidad?
   «Al fin y al cabo, ha venido, eso es lo que importa», dijo su angelical vocecilla interior.
   «Sí, claro, después de dos meses de sufrimiento», alegó la vocecilla diabólica.
   «Pero reconoce sus errores.»
   «Porque le conviene.»
   «Así no voy a aclararme», pensó ella.
—Negociemos.
—¿Perdón?
—Tú quieres casarte conmigo. ¡Vale! Pero te conozco, y por eso quiero dejar las cosas bien atadas.
—¿Me vas a poner condiciones? —preguntó incrédulo.
—Ajá.
   Niall se cruzó de brazos, estaba claro que o pasaba por el aro o se quedaba compuesto y sin novia. Aunque a saber qué se le ocurría a esa loca.
—Te escucho —dijo agarrándola de nuevo.
—Oye, quítame las manos de encima. Hasta que no hayamos discutido ciertos puntos no voy a dejar que me toques.
—Mujer cruel...
—Primero, quiero un abogado. —Él enarcó una ceja—. Sí, no me pongas esa cara. Quiero una de esas cosas que hacen los ricos antes de casarse.
—¿Un acuerdo prematrimonial? —preguntó algo confundido.
—Sí, exactamente.
—De acuerdo. Redactaré...
—No, ni hablar. No puedes ser juez y parte a la vez —lo interrumpió rápidamente ella.
—Vale, te conseguiré un abogado —aceptó tragándose la maldición. Esa insensata tenía cada cosa... claro que por eso estaba loquito por ella...
—No, ya me encargaré yo —lo corrigió—. No quiero influencias de ningún tipo.
—Qué desconfiada —murmuró desabrochando el botón superior de su bata—. ¿Algo más?
—Tu hermana.
—¿Qué pasa con ella?
—No voy a permitir que la mandes a un internado de ésos, quiero que viva con nosotros.
   Niall no la contradijo.
—Como quieras —accedió fingiendo ceder ante su insistencia—. ¿Hemos acabado ya?
—No.
—Me lo temía.
—No voy a dejar de trabajar. Quiero seguir con lo que me gusta. Y quiero montar mi propio salón de belleza.
—De acuerdo. Te montaré un jodido centro de estética. Pero vamos al meollo de la cuestión —dijo, impaciente por deshacerse de esa ridícula bata. Ya quedaban sólo dos botones.
—¡No quiero que me montes nada! ¿Dónde estaría entonces mi independencia?
—¿En qué quedamos?
—Si tú pones el dinero, entonces siempre serás quien tiene la sartén por el mago. Lo montaré cuando ahorre lo suficiente.
—Pues con lo que ganas... —Ella lo miró con una cara que parecía decirle «Chaval, lo llevas muy chungo». Así que añadió—: Haremos una cosa. Vamos al banco y pides un préstamo.
—Sí, claro, con lo generosos que son...
—Yo te avalaré.
—¿De verdad? —preguntó, contenta ante tal perspectiva.
—Sí. Te avalo, te ayudo a lavar cabezas, lo que sea, pero desnúdate, que te he echado mucho de menos.
—¡Ay, qué bonito!
—Mucho.
—Y tú, ¿no tienes ninguna petición?
   Iba a negar y dejarse ya de negociaciones cuando se dio cuenta de la oportunidad que ella le daba. No había regresado con esa idea en mente, pero ya se sabe, con ____ la improvisación lo es casi todo, así que...
—Sí, tengo una condición.
—Te escucho —murmuró ella, ya tenía lo que quería, así que ya podía jugar con él. Por lo que empezó a toquetearle de esa forma que a los hombres los pone cardíacos, apenas un roce, pero muy certero.
—Ahora que lo pienso... me gustaría ser padre antes de cumplir los cuarenta. — Ella casi se atraganta y él sonrió—. Sí, no me pongas esa cara, por mucho que insistas tengo treinta y ocho.
   Ella, que ya lo sabía, se obligó a sonreír. El nudo en el estómago iba creciendo.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —consiguió preguntar.
—En junio, el día dos, ¿por qué?
   ____ hizo una mueca. Ahora venía la parte complicada.
   Cerró los ojos y lo soltó a bocajarro.
—Me temo que vas a ser padre antes de cumplir los treinta y nueve.
   Niall sonrió, esa mujer tenía cada cosa... Pero, tras un rápido cálculo, borró su expresión de la cara.
—¿Cómo dices?
—No te enfades, ¿vale?
   Sorprendido, molesto y conteniéndose para no soltar la retahíla de tacos más creativos de la historia, se separó de ella, llegó hasta su ropa y empezó a vestirse, murmurando entre dientes acerca de la insensatez, inmadurez e irresponsabilidad de cierta mujer con la que acababa de comprometerse.
—¿Que no me enfade? ¿Que no me enfade? ¡Joder! ¿Y cuándo pensabas decírmelo? —Ella fingió inocencia—. ¡No pensabas contármelo! —exclamó a punto de perder los nervios.
—Tú no querías saber nada de mí, así que...
—¡Encima tendré yo la culpa! —Se pasó una mano por el pelo y después se guardó la corbata en el bolsillo.
—¡No me chilles!
—Está bien. —Inspiró para relajarse. Estaba claro que con ella no iba a aburrirse—. Vámonos a casa. Hablaremos allí.
   ____ hizo un puchero. Qué conmovedor... el pedante, preocupado por ella. Eso es ternura y lo demás son tonterías.
   Dio unas palmaditas en la camilla e hizo un gesto invitándolo a que abandonara su mal humor.
—Sí.
—Sí ¿qué?
—Que sí que aguanta —confirmó ella con una sonrisa pícara.
   Niall la miró, primero a ella, después a la camilla y de nuevo a ella.
—¿Segura?
—Ajá.
   Se fijó en la puerta y, como no tenía pestillo, colocó el perchero contra la misma para impedir que alguien interrumpiera.
—No quiero interrupciones de ningún tipo —anunció él empezando a desnudarse, otra vez.
—Yo tampoco.
—Eso de que te muestres conforme es toda una novedad. —Niall lo dijo como si fuera el mayor cumplido. Mientras, observaba cómo se iba abriendo la bata blanca para su deleite y su excitación.
—No te acostumbres. Hoy me pillas sentimental. Mañana de nuevo seré la misma de siempre —aseveró ella casi desnuda ante él y levantando orgullosa la cara.
—Dejémonos de cháchara y quítate ese tanga antes de que te lo rompa.
—Qué agresivo —se guaseó ella mientras lo deslizaba por sus caderas.
—Es lo que tienen los largos períodos de abstinencia, querida. —Miró de nuevo la camilla y le entraron dudas sobre la estabilidad de la misma, así que tiró de ____, la puso de espaldas a él y se situó tras ella, empujándola suavemente para que apoyara los brazos sobre el cuero sintético.
   Ella no discutió y separó las piernas al notar cómo la mano de él bajaba desde el estómago hasta su pubis y sin perder el tiempo presionaba su clítoris, ahora más hinchado y más necesitado que nunca.
   Se giró para mirarlo, porque no se podía creer que estuviera allí, con ella. Él le dedicó una sonrisa cómplice, podía decirse que el mismo pensamiento cruzaba su cabeza.
—Por cierto, antes de que se me olvide. —Él rompió el silencio—. Creo que debería decírtelo, es algo que no puedo ocultar y que acabarás por enterarte.
   Ella se inquietó, por la forma en que lo decía no podía presagiar nada bueno. Lo miró en silencio, esperando que, fuera lo que fuese, no cambiara las cosas.
   Pero él parecía más ocupado en excitarla y no podía concentrarse si estaba pensando en lo que tenía que decir. Pero es que sus manos... sus manos estaban por todas partes, presionando un pezón, acariciando sus labios vaginales... Por no hablar de su boca, que la besaba en el cuello, en el hombro... Oh, qué delicia.
   Pero esa inquietud hacía que no pudiera disfrutar al cien por cien. Colocó la mano sobre la de él para detenerlo.
—¿Qué eso tan importante que tienes que decirme?
—Bah, nada, poca cosa. —Él intentó de nuevo meter la mano entre sus piernas.
—¡Habla!
—Pues nada, que te quiero —dijo él con ese tono pedante, como si dijera la hora.
   Ella se quedó inmóvil al escucharlo. ¿Cómo podía ser tan retorcido? Aunque... era «su retorcido» y lo quería por eso; así que sonrió, le dio acceso y buscó una réplica contundente.
—Sólo tú puedes decir algo importante de forma tan enrevesada —le respondió alegre.








Y ahora el epilogo( siempre dije que faltaba el prologo, pero eso va al comienzo, me equivoque :)
MeliHoran
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Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Vie 04 Oct 2013, 10:31 pm

Epilogo

   Niall jugueteaba impaciente con su estilográfica sobre su escritorio esperando que la loca con la que iba a casarse apareciera de un momento a otro con su abogada.
   Su abogada, ésa era otra. Entendía que buscara a alguien ajeno a los dos. Al principio, creyó que solicitaría los servicios de Manuel López, ya que éste miraría por sus intereses. Pero no, ____ le había dicho que no se preocupara, que había encontrado a una abogada dispuesta a arreglar los papeles.
   Lo que lo tenía con la mosca detrás de la oreja.
   Habían viajado porque ella insistía en conocer su entorno, su casa y su lugar de trabajo. Al fin y al cabo, tendrían que compaginar sus respectivas ocupaciones y era bueno que ella juzgara por sí misma.
—¿Se puede? —preguntó ____, asomándose en el despacho.
—¿No está mi secretaria? —preguntó él a su vez, levantándose para recibirla.
—No seas pedorro, está trabajando. No voy a molestarla para que me haga pasar —le explicó como si fuera tonto.
—Le pago para eso —replicó él.
—¡Bobadas!
   Era inútil insistir, ella tenía su propia forma de ver las cosas y no iba a cambiar.
   Ni él quería que lo hiciese.
   La abrazó y la besó mientras acariciaba su tripa, que ya se le notaba. Dentro de una semana sabrían el sexo del bebé, aunque ella insistía en que no hacía falta y en que era una niña.
   Unos golpecitos en la puerta interrumpieron sus arrumacos.
—Ésa debe de ser mi abogada —comentó ella contenta y se dirigió a la puerta para abrirla.
—Buenos días. ¿Interrumpo algo? —saludó la abogada.
—Joder... —murmuró entre dientes Niall—. No me lo puedo creer.
—¿Has venido sola? —preguntó ____, saludándola con dos besos.
—No, Max está abajo renegando y aparcando.
—Oh, ¿de verdad? ¿Y va a subir? Lo digo porque me encantaría conocerlo y que me firmara un autógrafo y que...
—Creo que alguien se está poniendo celoso...
—Pongámonos a trabajar —dijo el novio celoso.
—No te pongas así, pichurri —canturreó ____ para molestarlo.
—Empecemos, por favor —insistió Niall señalando los asientos.
—Muy bien. —Nicole adoptó su postura más profesional y sacó unos documentos que le entregó.
   Niall los cogió de mal humor y se concentró en su lectura, quería acabar con esa farsa del contrato prematrimonial cuanto antes.
   A medida que iba leyendo, iba murmurando juramentos por lo que veía.
   Definitivamente, o le estaba tomando el pelo o es que estaba loca de remate.
   Él se esperaba las típicas especificaciones que se incluían en ese tipo de documentos y no una sarta de sandeces a cada cual más estrafalaria.
   Cuando finalizó su lectura, levantó la vista y las miró a las dos. A su ex, que se había prestado a esa charada y que parecía tan feliz por ello, y a su prometida, que se lo estaba pasando en grande con aquello.
—No pienso firmar esta lista de despropósitos. Por ejemplo, lo referente a los aniversarios de boda. —Buscó el párrafo al que se refería—. Eso de que ella tendrá libre disposición para elegir mi vestuario ese día.
—No veo el problema —dijo Nicole.
—Pues yo sí —replicó mirando a ____—. Es capaz de vestirme de... de... yo qué sé, de vaquero, o de Elvis.
—¡Qué buena idea! ¿Lo ves, cariño? Nos compenetramos perfectamente —se guaseó ____, haciendo reír a su abogada.
—Y la cláusula sobre los nombres de nuestros hijos... por ésta sí que no paso, será una decisión de los dos. Punto. No voy a dejar que elija el nombre ella sola. — Miedo le daba de sólo pensarlo.
—Pues no me caso. Tendré a mi hija yo sola y ya veremos si te dirijo la palabra.
—Sencillamente, no puedo creer que hayamos llegado a esto —se lamentó en voz alta.
   La observó, estaba decidida a seguir adelante con semejante tontería, ella era así, y la quería por ello.
—Firma, es lo mejor —le recomendó Nicole.
—Te lo estás pasando en grande, ¿no es cierto?
—No lo dudes. Firma —insistió con su voz de abogada.
—Joder, no me puedo creer que vaya a hacerlo. —Estampó su rúbrica de forma brusca y le devolvió los papeles.
—Ya está todo entonces —dijo la abogada cuando su cliente firmó.
   ____ sonrió ampliamente al mustio de su futuro marido. Qué poco sentido del humor tenía ese hombre.
—¿Se puede saber por qué cojones tardáis tanto? —interrumpió una voz.
   Niall no se sorprendió al verlo entrar, pero lo que le sentó como una patada en los huevos fue ver a ____ empezar a babear.
—¡Ay, Dios mío! ¡No me lo puedo creer! ¡Ay, que me da algo!
—Tranquila mujer —murmuró Nicole a su lado.
—¡No sabes la ilusión que me hace conocerte!
—Me parece muy bien —dijo Max sorprendido ante su efusividad.
   ____, ni corta ni perezosa, le plantó un par de besos. Y después, para sufrimiento del abogado, se acercó, no para situarse junto a él, no, para pedirle con todo el descaro del mundo su móvil ultramoderno y sacarse fotos.
—Es una oportunidad única —se justificó sonriente, mientras Nicole hacía las fotos—. Si no es mucho molestar, ¿me puedes firmar un autógrafo?
—Joder, ver para creer —masculló Niall, cada vez más molesto.
—Por supuesto —accedió Max, que parecía más que acostumbrado a esas cosas.
—Aquí. —Apartó el cuello de su camiseta, dejando libre una considerable porción de piel sobre su pecho izquierdo—. Una firmita aquí, ya verás cuando lo cuente. —Y para mayor enfado de Niall agarró un rotulador indeleble y se lo dio.
—Como quieras.
   Una vez que acabó el numerito de fan quinceañera, se despidió efusivamente de ellos, aunque más efusivamente de Max, por supuesto, y dio las gracias a Nicole por todo.
—¿Te has divertido? —preguntó con sorna Niall cuando se quedaron a solas.
—¡Muchísimo!
—Ya veo...
—No te pongas celosón, tonto. Ven aquí.
   ____ se subió al escritorio y le hizo un gesto para que él se situara entre sus piernas y poderlo achuchar debidamente.
   Escucharon unos grititos procedentes de la entrada y ambos llegaron a la misma conclusión, Julia había coincidido con Max Scavolini y estaba montando otro show.
   ____, para compensar su descaro, apartó aún más la camiseta y le mostró un precioso sujetador negro.
—¿Ves como no tiene sentido que te enfurruñes? Hay cosas que sólo son para ti, tontorrón.
—Menos mal... —Y él se lanzó en picado para juguetear un poco con ella, así su enfado se disiparía— ... que te acuerdas un poco de que existo —murmuró contra su piel.
   Lo que ella no dijo es que algunas veces (todas) disfrutaba pinchándolo un poquito y que además venía bien para no aburrirse.
   Era un buen condimento para su relación, pues, conociéndolo, él siempre se mostraría demasiado serio y reservado.
   Cuando la tenía a punto de caramelo, cuando se estaba desabrochando los pantalones para echar uno de esos polvos rápidos que alegran el día, cuando ella estaba enredando a gusto dentro de sus bóxers se abrió la puerta.
—¿A que no sabéis con quién acabo de encont... trarme? —Julia se quedó inmóvil y puso los ojos en blanco—. Oh, joder, no. Otra vez no. ¡Por favor!
—¿Se puede saber qué tienes en contra de llamar a las puertas antes de entrar? —preguntó su hermano, sabiendo lo inútil que resultaba recordarle una vez más ese gesto.
—¡Estoy harta! ¿Sabes? Cada vez que me doy la vuelta os encuentro enredados, parecéis monos.
—Ya lo entenderás —dijo ____, riéndose.
—Pues no, y he tomado una decisión. No voy a poder vivir con vosotros si os dedicáis a meteros manos. Puaj, qué asco. Quita, quita.
—Pero ¿qué dices?
—He decidido que ahora, yo, de forma voluntaria, me voy a un internado de ésos. Con tal de no veros más...
   Dicho lo cual salió por la puerta y la cerró tras ella.
—Al final me da la razón —arguyó Niall, contento.
—No te fíes. Desde que hemos llegado está emocionada con todo lo que está viendo aquí: las calles, las tiendas... cualquiera diría que se ha criado en esta ciudad toda la vida.
—Bueno, vale, volvamos a lo nuestro.
—Hum.
   Retomaron las posiciones antes de la interrupción y esta vez no se entretuvieron apenas unos segundos en quitarse lo imprescindible.
   Apenas dos minutos más tarde la penetraba, gimiendo al unísono y abrazándola para no apoyar todo el peso sobre ella.
   Cuando estaba en lo mejor, cuando el ritmo era perfecto, cuando sabía que los dos iban a alcanzar un clímax de esos increíbles, oyó cómo se rasgaban unos papeles. El sonido provino de sus espaldas, lo cual lo desconcertó y tuvo que mirar para ver qué era exactamente.
—¿Qué has hecho? —preguntó al ver cómo ella tiraba los documentos de su acuerdo partidos por la mitad al suelo.
—Parece mentira que no me conozcas. Yo improviso, querido, jamás se me ocurriría avisarte por adelantado de qué va a pasar el día de tu cumpleaños o de cómo vas a tener que vestirte el día de nuestro aniversario.
   Él sonrió; joder, debería habérselo imaginado.










Gracias, especialmente a Loa, por haber leido esta novela, que cuando la lei yo me encanto, me atrapo desde un comienzo, de verdad loa muchisimas gracias por leer y comentar :) me hizo bien saber que adaptaba la novela a alguien, si no parecia que adaptaba a un fantasma, muchisimas gracias :D
Y bueno eso es todo amigos:)
MeliHoran
MeliHoran


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Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por loa Lun 07 Oct 2013, 5:14 am

Ahhhhh
Perdon por comentar tarde pero el finde estuve en un acto del colegio y no puede comentata
Me encantoooo el finall ahhhh
Por diso enserio me me encataria que adaptes o escribas otra nove
P
Awwwww ya se casaron ahhhhhhhhhhh
Julia se va a ir a u internado paro o ver lo ue hacen eos 131ajjajajajajaj
Me E N C A N T O. Obio que nop estabas sola nunca abandonaria a una escritora. A mi eso ya me paso y no me gutara que le pase a nadie mas. Me encantoooo
Ojalas adapte o escribas otra nove
Ahhh ya termino. Noooooooooooo lloro lloror jajaj
Gracias por subir lanove ensero
Espero que hagas otra como a a dije
loa
loa


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Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por loa Lun 07 Oct 2013, 5:18 am

Ahhhhh
Perdon por comentar tarde pero el finde estuve en un acto del colegio y no puede comentata
Me encantoooo el finall ahhhh
Por diso enserio me me encataria que adaptes o escribas otra nove
P
Awwwww ya se casaron ahhhhhhhhhhh
Julia se va a ir a u internado paro o ver lo ue hacen eos 131ajjajajajajaj
Me E N C A N T O. Obio que nop estabas sola nunca abandonaria a una escritora. A mi eso ya me paso y no me gutara que le pase a nadie mas. Me encantoooo
Ojalas adapte o escribas otra nove
Ahhh ya termino. Noooooooooooo lloro lloror jajaj
Espero con ansia si es que pasa de subir otra nove
Loa
Gracias por subir lanove ensero
Espero que hagas otra como a a dije
loa
loa


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Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por tortugitastyles Lun 07 Abr 2014, 10:58 pm

llegue trde pero llegue grandiosa
tortugitastyles
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Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por Pepina Sáb 26 Abr 2014, 9:21 pm

Me encantó la historia >.<
Pepina
Pepina


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Mensaje por SamDHoran Miér 16 Jul 2014, 10:15 pm

[rand][/rand][wow][/wow]16.07.201423:44:50 Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 3590139688 Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 2592836091Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 7 289419250
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SamDHoran
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