O W N
¡Conéctate y ven a divertirte con nosotr@s! :)
Si no estás registrado, hazlo y forma parte de nuestra gran comunidad.
¡La administración ha modificado otra vez el foro, y los Invitados ya pueden ver todas las secciones! Aún así, para comentar y crear temas debes tener una cuenta.

Cualquier duda, queja o sugerencia que quieras darle al staff, éste es nuestro facebook: https://www.facebook.com/onlywebnovels

¡IMPORTANTE!, los Mensajes Privados de los Invitados no serán respondidos por la administración. Te esperamos en nuestro facebook (:

Atte: Staff OnlyWns.

Unirse al foro, es rápido y fácil

O W N
¡Conéctate y ven a divertirte con nosotr@s! :)
Si no estás registrado, hazlo y forma parte de nuestra gran comunidad.
¡La administración ha modificado otra vez el foro, y los Invitados ya pueden ver todas las secciones! Aún así, para comentar y crear temas debes tener una cuenta.

Cualquier duda, queja o sugerencia que quieras darle al staff, éste es nuestro facebook: https://www.facebook.com/onlywebnovels

¡IMPORTANTE!, los Mensajes Privados de los Invitados no serán respondidos por la administración. Te esperamos en nuestro facebook (:

Atte: Staff OnlyWns.
O W N
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
Conectarse

Recuperar mi contraseña

Últimos temas
» witches of own
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyVie 14 Jun 2024, 5:02 am por indigo.

» becauseiloveyou
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyJue 13 Jun 2024, 8:29 am por MickyEche

» pink + white
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyMiér 12 Jun 2024, 5:09 am por indigo.

» air nation
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyLun 10 Jun 2024, 8:24 pm por hange.

» Live In Orange
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyLun 10 Jun 2024, 12:30 pm por ~Susie ∞Wallflower∞

» Our colors are grey and blue
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyLun 10 Jun 2024, 12:15 am por Jaeger.

» memories
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyDom 09 Jun 2024, 10:00 pm por hange.

» dancing in the moonlight
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptyDom 09 Jun 2024, 7:34 pm por Jaeger.

» trainwreck
Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 EmptySáb 08 Jun 2024, 5:25 pm por Jaeger.

novedades

00 . 01 Anuncios del mes febrero.
00 . 02 Actualización del PROTOCOLO, nueva medida obligatoria de avatares.
00 . 03 Remodelación del foro febrero del 2017.
00 . 00 Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit.
administradora
Rumplestiltskin. ϟ Jenn.
miembros del staff
Beta readers
ϟ hypatia.
aka Kate.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ dépayser
aka Lea.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ youngjae
aka .
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Stark.
aka Cande.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Baneo
ϟ Ariel.
aka Dani.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ ceonella.
aka Cami.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Ayuda
ϟ Ritza.
aka Ems.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Charlie.
aka idk.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Limpieza
ϟ Legendary.
aka Steph.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ chihiro
aka Zoe.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Kurisu
aka Teph.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Calore
aka idk.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Eventos
ϟ ego.
aka Kalgh/Charlie.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Asclepio.
aka Gina.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ mieczyslaw
aka Alec.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Tutoriales
ϟ Kida.
aka Ally.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ Spencer.
aka Angy.
MP ϟ Ver perfil.
Equipo de Diseño
ϟ bxmbshell.
aka Mile.
MP ϟ Ver perfil.
ϟ yoongi.
aka Valu.
MP ϟ Ver perfil.
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.

Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Página 2 de 7. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7  Siguiente

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Sáb 13 Jul 2013, 1:42 pm

tortugitastyles escribió:uhhh lo planes se le dañaron siguela pronto besos

 Y se seguiran dañando, pero como para un yin siempre hay un yang, esto malo va a tener una buena recompensa


loa escribió:


 sigelaaa
sigellaaaaaa
plisss
Loa

 Ya la sigoooooooo :D
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Sáb 13 Jul 2013, 1:51 pm

AVISO




 Chicaaaaaaaaaaas les quiero informar que no podre subir capitulo hasta el lunes o martes, porque me voy a lo de mi papa y no puedo llevar la compu. Pero ahora subire unos 3 capitulos y cuando vuelva hago maraton de 5 o 6 capitulos, que les parece?
Ahora abajo les dejo los 3 Capitulos, perdonen chicas, espero que sepan disculparme :)








Capitulo Ocho
 
—Ya te he dicho que no.
—Cariño... ¿es que no me vas a perdonar nunca?
—Estás perdonado. Pero ahora vete, estoy cansada y quiero darme una ducha.
—Sé que cometí un error, pero es que Celia... bueno ya sabes cómo es, yo había bebido y...
   Oh, ¡por Dios! Cómo detestaba la pobre excusa etílica para justificar el hecho de que la hubiese engañado. Por lo menos, podía ser sincero y asumir que se moría de ganas por llevarse a Celia al huerto desde que eran adolescentes.
   Puede que la tercera en discordia no fuera la amiga ideal, pero también era cierto que los hombres siempre echaban la culpa a alguien. Y, en ese caso, el hecho de que Celia lo ¿provocara? había que demostrarlo.
   De todas formas, el tema aburría y ____ sólo quería olvidarlo.
   Al oír el motor de un coche, ambos giraron la cabeza.
   Ella reconoció al instante a su visitante. Juanjo babeó al ver el deportivo, pero cambió su expresión al observar que un tipo aparcaba frente a la casa y se bajaba con total normalidad.
   Había oído rumores...
   Enfadado, cogió a ____ del brazo y preguntó:
— ¿Estás liada con él?
—Pero ¿qué tonterías dices? —resopló incrédula. Y no porque la acusase de tener un «lío» sino por con quién la estaba acusando de tenerlo—. ¡Por favor!
   El supuesto amante los miró sin quitarse las gafas de sol, pasó por delante de ellos y entró en casa sin decir buenas tardes.
—No me tomes por tonto. ¿Cómo explicas que viva con vosotras?
— ¡No vive con nosotras! —Pero se dio cuenta de un importante detalle—. Bueno, sí, pero es provisional. Juanjo, por favor, no me montes una escena. Tengo que preparar la cena y...
   Él no la soltaba, lo que tensaba aún más el ambiente.
— ¿Desde cuándo eres la jodida cocinera de nadie?
   Niall, desde la ventana, podía escuchar la absurda discusión. El tipo ese además de gilipollas era ridículo. ¿Cómo podía insinuar tan siquiera que iba a pretender quitarle la novia? Ni que fuera ciego.
   Quería mantenerse al margen pero no soportaba la forma en la que el tipejo la agarraba, le recordaba viejos y difíciles tiempos. Así que decidió intervenir.
   Con una cerveza en la mano salió al porche delantero.
— ¿Podéis dejar la pelea de tortolitos para otro día? Más que nada, se hace tarde y la cena está sin preparar.
— ¿Por qué no te callas? Esto es un asunto entre ____ y yo.
—Gilipollas —dijo ella.
— ¡____!
—No, no me refería a ti, sino a él —explicó señalando a Niall—. No te metas donde no te llaman, ¿vale?
   El aludido enarcó una ceja.
—Como quieras, pero luego no vengas lloriqueando porque tu novio te hace sufrir —dijo con voz burlona y se metió de nuevo en la casa.
—Me voy dentro. Ya hablaremos en otro momento —replicó enfadada a Juanjo.
   ¡Hombres! ¿Es que siempre tenían que hacer notar su presencia?
—Mañana iré a buscarte al trabajo.
   ____ no respondió a eso último. Ya vería la forma de escaquearse.
   Julia eligió ese momento para entrar en la cocina, había escuchado toda la escena 
   Podía quedarse al margen, pero con tal de fastidiar a su hermano...
— ¿Además de ocupar espacio pretendes arruinar la vida amorosa de mi tía? — le espetó sin saludar antes.
   Niall, que estaba ojeando un catálogo de supermercado, la miró.
—Pues sí. ¿Algún problema? —mintió. Total, dijera lo que dijese, ella ya se había formado una opinión, de modo que sacarla de su error sería misión imposible.
   Julia, que no esperaba esa respuesta, se calló y empezó a sacar cosas del frigorífico para preparar la cena.
—En seguida te ayudo —dijo ____ desde la puerta—, voy a darme un baño. Vengo molida.
—Podrías echar una mano, ¿no? —sugirió de forma agresiva a su hermano.
—Podría, sí. —Pasó una página del catálogo y dio un trago a su cerveza.
—Oye, ningún pobre necesita criado.
   Eso le hizo gracia. Sonrió de medio lado.
   Se puso en pie, se desabrochó los puños de la camisa y se acercó a la encimera.
—Dime qué quieres que haga.
—Lava la lechuga.
   Como parecía no entender la orden, Julia suspiró. Abrió un armario, sacó un bol de cristal y un escurridor de plástico. Lo puso junto a él, a ver si con un poco de suerte no tenía que explicárselo.
   Pues hubo suerte.
   El estirado de su hermano sabía preparar una ensalada.
   En silencio y en aparente calma, cada uno se ocupó de su trabajo.
   Niall dejó la ensaladera sobre la mesa y Julia estalló:
— ¿Por qué no tienes un poco de cuidado?
   Él la miró sin comprender. ¿A santo de qué venía ahora ese arrebato de hostilidad?
— ¿Qué cojones pasa?
—Que vas a dejar un cerco en la mesa de madera. Eso es lo que pasa.
   Niall levantó el bol y miró la ajada mesa. Vale, sí, había dejado marca, pero no era para tanto.
—Está hecha una mierda —aseveró mirando la mesa. Y en realidad se estaba quedando corto. ¡Por favor!, pero si parecía recién sacada de un mercadillo... La superficie estaba llena de marcas, la madera deslucida y, aunque no lo había comprobado, estaba seguro de que cojeaba.
— ¡Tú sí que eres una mierda! —exclamó ante la insensibilidad de su hermano.
—No entiendo por qué te pones así por una jodida mesa. ¡Si está hecha un asco!
— ¡Te odio! —gritó y salió de prisa de la cocina.
—No me lo puedo creer —murmuró para sí. ¿Estaba loco o acaso creía haber notado síntomas de que iba a llorar por un estúpido y viejo mueble?
—No tienes ni pizca de sensibilidad.
   Niall se dio la vuelta al oír la voz de la que faltaba. Inspiró profundamente, se había metido en una casa donde vivían dos piradas de manual, con un gusto pésimo para todo, incluyendo la decoración de interiores y la elección de vestuario.
   Y delante tenía un ejemplo muy elocuente de su teoría.
   Ella estaba vestida, como iba siendo habitual, con una ajustada camiseta de tirantes, esa vez roja, evidenciando la falta de sujetador. Y, para completar tan esperpéntico conjunto, llevaba una minifalda verde con estampado militar.
—Perdón por herir la sensibilidad de una adolescente por resaltar lo obvio. — Señaló la mesa de la discordia—. Pero has de reconocer que está hecha una puta mierda.
   ____ se adentró en la cocina y se dispuso a ocuparse de la cena. No quería entrar al trapo. Ese tipo era un verdadero dolor de muelas. Puede que vistiera estupendamente, pero seguía siendo un gilipollas de tomo y lomo.
—Genial. Ahora tú también vas a ponerme cara de perro. —Agarró su cerveza y se la acabó de un trago—. Y lo cojonudo de todo esto es que me montáis una escena por una jodida mesa. ¡Increíble!
   Ella se limpió las manos con un trapo. Se dio la vuelta y caminó hasta situarse frente a él, con una mano en la cadera y otra señalándolo en clara actitud combativa.
—Mira, chaval. He intentado tener paciencia contigo, pero ¿sabes qué? Eres un engreído, un estirado y un esnob. Esta jodida mesa, como tú dices, tiene un gran valor sentimental, ¿vale? —A medida que avanzaba su discurso el dedo acusador lo golpeaba en el pecho.
—Ya. Y ahora me vas a decir que los ridículos sofás del salón pertenecieron a tu abuela. No hace falta que lo jures.
—Imbécil. —Siguió intentando intimidarlo—. No sabes un pimiento de nada. Así que cierra la boca.
—Me importa un carajo vuestro pésimo gusto decorativo, pero ya que estamos te lo diré sin ambages: vuestro estilo es desquiciante, eso para empezar. —Esa vez cambiaron las tornas y fue él quien iba señalándola, a la par que haciéndola retroceder a medida que hablaba—. Tenéis un gusto deplorable.
— ¿Deplorable? Oh, oh, pero ¡qué palabras más rebuscadas usas, por Dios! —se burló ella.
—Sí, deplorable. Horrible, desfasado. Y me quedo corto.
— ¿Y? ¿Eso es todo? ¿No se te ocurre nada más? Venga, sácalo. —Movió las manos invitándolo a seguir en plan chulesco—. Estoy segura de que un estirado como tú necesita desfogar su frustración metiéndose con los demás. Venga, no te cortes.
—Pero ¿estás bien de la cabeza? ¿De qué hablas? Yo no necesito sacar nada de...
—Para empezar, el palo que tienes metido en el culo.
— ¡¿Perdón?!
—Sí, ese que hace que seas un estirado pomposo.
   Niall se pasó la mano por el pelo. Esto, si se lo contaba a alguien, no se lo creería. Se había armado la de Dios es Cristo por una miserable mesa.
—Mira, guapa. Porque tengas que vivir rodeada de objetos de tercera mano, en un pueblo de mala muerte y con un novio gilipollas no es necesario que te desquites conmigo. —Y parafraseándola añadió—: Quizá la que debe sacarse el palo del culo eres tú, bonita.
—Eres... eres... de lo que no hay. Vienes aquí, nos jodes la vida y encima te crees con derecho a criticar la casa.
—Llevo aquí poco más de veinticuatro horas y aún no he jodido nada, ¿de acuerdo?
   Ella captó la insinuación sexual que desprendían sus palabras y recogió el guante.
—No me extraña... —Miró de arriba abajo haciendo una mueca de disgusto.
   Pero tenía un contrincante de primera.
   Imitó su gesto y subió la apuesta:
—No todos vamos mostrando la mercancía de forma tan altruista.
— ¡¿Cómo?!
— ¡Dios me libre de criticar! —Se cruzó de brazos y se apoyó en la encimera. Se estaba divirtiendo de lo lindo. Por primera vez desde que llegó tenía ganas de reírse—. Pero tu atuendo de... mercadillo resulta demasiado elocuente.
   Por la cara que puso ella, estaba claro que había dado en el clavo. Pero aunque quisiera dar marcha atrás, que no era el caso, ya que ellas habían comenzado la pelea, ya no tenía sentido buscar la reconciliación.
   Como ella lo miraba hecha una furia decidió rematar la jugada y ganar el partido.
—Si quieres te explico lo que significa elocuente.
—Vete a tomar por el culo. —Se acercó hasta la puerta y gritó—: ¡Julia! ¡Baja a cenar!
   Estaba claro que la convivencia iba de mal en peor.
   Debería buscar un alojamiento para los cuatro días que aún tendría que esperar a que el ilustre notario apareciera, pero, ya fuera por comodidad o por amor propio, había decidido que resistiría hasta el final. Después tendría unas cuantas anécdotas que contar en su círculo de amistades sobre lo pintoresco de la situación.
 
   El calor nocturno resultaba asfixiante y, tanto si abría la ventana como si no, la temperatura no se alteraba en absoluto. No soplaba ni la más mínima corriente de aire.
Era evidente que le habían dado la peor habitación, parecía un horno, amén de la habitual y horrorosa decoración y el colchón rompeespaldas.
   Como no podía hacer nada interesante con su portátil, dado que un ordenador sin conexión a Internet es como un jardín sin flores, se acercó hasta el borde de la ventana y se apoyó contra el marco para ver si corría un poco de aire.
   No estaba acostumbrado a no hacer nada, pero enfadarse por tal motivo no venía al caso. Ya buscaría al día siguiente la forma de obtener una conexión a la red y adelantar trabajo.
   Oyó las voces de sus inigualables compañeras de casa. Estaban sentadas sobre una esterilla, en el suelo. La una junto a la otra, en plena conversación femenina.
   Podía retirarse y otorgarles la privacidad que ellas creían tener. Pero a falta de algo mejor...
   Su hermana parecía la más vehemente, por cómo movía las manos y por los gestos que hacía.
—Deberíamos echarlo de casa —sentenció Julia.
   ____ asintió. Inspiró profundamente.
—No podemos —aseveró, indignada por darse cuenta de ese hecho—. Está en su derecho de quedarse todo el tiempo que quiera.
— ¿Eso incluye hacernos la vida imposible?
   Niall no compartía esa opinión, al menos desde su punto de vista. En todo caso, quienes estaban comportándose inadecuadamente eran ellas. Y así había sido desde el primer minuto.
—Pues parece que sí —convino ____.
—Entonces no queda otra que ajo y agua —murmuró Julia—. Pero no pienso tolerar que me insulte, o se meta conmigo, ¿me entiendes? De ninguna manera.
   « ¿De qué está hablando ésta?», se preguntó él intentando recordar todas sus conversaciones, también llamadas encontronazos. Puede que sus comentarios fueran ácidos, pero en ningún momento pretendían herirla deliberadamente.
—Tendremos que intentar coincidir con él lo menos posible.
—Ya, eso intento, pero es capaz de provocarme con cualquier cosa —manifestó Julia—. Hoy, por ejemplo, podría haber sido más considerado, ¿no?
   ¿Considerado? Pero ¿de qué demonios hablaba?
—Lo sé —suspiró ____ dejándose caer hacia atrás y tapándose los ojos con un brazo. Estaba cansada después de pasarse todo el día de pie, en el centro de belleza, aguantando a clientas quisquillosas. Lo único que deseaba al volver a casa era un poco de tranquilidad. Y dos hombres, a falta de uno, se habían propuesto sacarla de quicio.
   Niall dio un paso atrás. Y no por sentirse violento al escucharlas, tampoco se sorprendía de la opinión que tenían de él, que además le daba igual. Lo que hizo que se sintiera repentinamente inquieto fue observar a ____ tumbada, con las piernas dobladas y no todo lo cerradas que debería. En una postura sumamente incitadora.
   «El puto calor me está afectando», pensó al sentir bajo sus bóxers cómo se empalmaba.
—Podría al menos no ofenderme y respetar las cosas que son importantes para mí.
—Creo que no puede —murmuró ____ moviéndose un poco, sin ser consciente de que alguien iba a tener otros problemas, aparte del calor, para conciliar el sueño—. Es un estirado, petulante y engreído.
—Vamos, el chulo de toda la vida.
—Ajá.
—Te lo dije. Puede que mi padre quisiera juntarnos y todo eso, pero ¿cómo lograrlo si ni siquiera respeta sus cosas?
   Niall, que estaba cada vez más perdido en lo que a la conversación se refería, se iba excitando cada vez más con la posturita de la tía. No podía alejarse y buscar una forma medianamente saludable de dormir, pues aun arriesgándose a pasar la noche en vela, no quería perderse nada.
—Sé que a veces mis padres tenían un gusto muy particular y compraban cosas viejas para restaurarlas. Yo hubiese preferido muebles nuevos, pero era su ilusión, su proyecto. Querían trabajar juntos, y construirlo todo de nuevo. —Se limpió una lágrima con el dorso de la mano—. Y él lo único que hace es insultarme criticando la decoración.
—Cariño...
   ____ se incorporó para abrazar a su sobrina. Para una chica de su edad que en menos de un año había perdido a una madre y a un padre, cualquier cosa referente a ellos tocaba una fibra muy sensible. Intentaba ser fuerte y se sorprendía de cómo su sobrina afrontaba la situación, pero era inevitable que de vez en cuando tuviera un momento de bajón.
   Si a eso se sumaba un abogado cabronazo e insensible...
   Estaba claro que la función había acabado. Por eso se retiró de la ventana y volvió a la cama. Se sentó, apoyándose contra el cabecero, y encendió su portátil, seguro que tenía algún documento lo suficientemente aburrido para dormirse leyéndolo.
 
 
 
 
 
 
 
Capitulo Nueve




 
   Una semana después, a Niall volvieron a cabrearlo pero bien, además.
   Dispuesto con todo lo necesario para acudir preparado a la cita prevista, con la maleta cargada en el coche para volverse a casa cuanto antes con la tarea hecha, se personó en la notaría para escuchar estupefacto cómo el ilustre notario había decidido prolongar sus vacaciones durante todo el mes de agosto. Con lo cual le quedaban, al menos, otras tres semanas de insufrible convivencia.
   En los últimos días había conseguido una tensa calma, una especie de pacto de no agresión mutua. Era uno contra dos y tenía las de perder si se consideraba la situación desde el punto de vista numérico, pero a persistente no lo ganaba nadie.
   Claro que también, aunque le jodiese reconocerlo, había momentos de un surrealismo indescriptible que por grotescos y absurdos resultaban hasta divertidos.
   Y luego, esos otros extraños y desconcertantes. Y hasta excitantes. Como por ejemplo, ver colgar la ropa interior, compuesta casi exclusivamente por tangas y sujetadores a juego, eso sí de todos los colores, estampados y dibujos inimaginables.
   Sabía a ciencia cierta a quién pertenecían, ya que por casualidad escuchó una conversación de esas a las que muy pocos hombres, sólo unos privilegiados, tienen acceso sobre qué es más cómodo para el día a día en lo que a ropa íntima se refiere.
   Según la solterona, un tanga es lo mejor porque no se marca ni con pantalones ni con faldas, por muy ajustados que sean, además de ser mucho más favorecedor, estéticamente hablando. Niall leyó entre líneas y extrajo otra conclusión: que eran mucho más excitantes. Pero, y era de agradecer la prudencia, a una adolescente a punto de sufrir una alteración hormonal no conviene darle demasiada información. Primero para no avivar la imaginación, y segundo para no estropear la sorpresa y la emoción que supone descubrir las cosas por uno mismo.
   Así que allí estaba, sentado en la terraza de una cafetería de Lerma de la que ya lo podían empezar a considerar un cliente habitual.
   Tras tomarse el café sacó el móvil para hablar con su secretaria y que organizara su regreso. Por muy divertido que fuera aquello, prefería cien veces estar en su casa, en su ambiente, con sus comodidades.
   Frunció el ceño, normalmente Helen contestaba, como mucho, al tercer tono.
   Comprobó la cobertura, por si acaso, antes de pulsar el botón de rellamada.
   Pero siguió sin obtener respuesta.
— ¡Joder!
   Tras descargar verbalmente su frustración con palabras malsonantes de variada inspiración, se acordó de que su secretaria estaba de vacaciones, tal y como le había informado hacía más de dos meses.
   Ahora tenía que ocuparse personalmente de buscar vuelo, hacer la reserva y organizarse, cosa que no hacía desde tiempos inmemoriales. Para eso estaban las secretarias, ¿no?
   Podía ser un poco más cabrón de lo habitual y llamar al teléfono personal de Helen; ella había insistido en que lo anotara, por si acaso. Pero lo cierto era que, si bien la idea resultaba atractiva, no quería que ella malinterpretara la situación.
   Conocía los sentimientos de esa mujer y, aunque ella no tardaría ni media hora en arreglar las cosas, prefería resolverlo por su cuenta. Traspasar la barrera de lo profesional no sería adecuado.
   Así que utilizó una de esas expresiones tan extrañas que había oído en casa de esas dos, «ajo y agua». Cuando comprobó el significado se rió entre dientes. Esas cosas no se enseñaban en clase. (Aclaración: por si no lo saben ajo y agua, es un juego de palabras que significa a joderse y aguantarse, como una abreviación divertida)
   Pero, a pesar de que recordar las tonterías de sus compañeras de convivencia le podía poner de buen humor, la larga lista de incompetencias desde que había puesto un pie en territorio español y, en concreto, la dificultad para encontrar una jodida plaza en un avión le estaba agriando el día.
   Le importaba un comino el importe.
   Así que, agradeciendo que esa cafetería dispusiera de wifi, siguió indagando en diferentes webs de compañías aéreas y agencias de viajes.
   Niall se encontraba enfrascado en sus cosas, y pidió otro café para que no lo mirasen mal en la cafetería. Sin embargo, hay conversaciones que, por mucho que uno lo intente evitar, llegan a sus oídos. Más que nada por la odiosa manía que tiene la gente de hablar en voz alta y en público de sus asuntos personales.
—No insistas, no puedo.
—Pichurri...

   Era imposible concentrarse con ese par de cursis detrás de él, pelando la pava.
   Hizo un serio esfuerzo por no escuchar.
— ¿Es por ella? —preguntó la mujer, ocultando con zalamería cuánto le disgustaba hablar de otra mujer.
—No —respondió él, tardando algunos segundos más de lo prudente y evidenciando con ello su falta de veracidad.
—Me han dicho que el otro día fuiste a su casa, pichurri.
—Pasaba por allí.
   Niall, más que acostumbrado a oír declaraciones, se percató de que el tipo mentía y que se avecinaban problemas.
— ¿Pasabas por allí? —La incredulidad marcaba la pregunta—. Vive a las afueras del pueblo.
—Tenía que ver unas fincas.
—Ya...
   Estaba claro que ella no se tragaba el cuento. Pero, por lo menos, parecía que no insistiría más y así no daría la tabarra.
   Claro que algunas mujeres saben molestar sin hablar. Oyó cómo empezaba a hacerle arrumacos.
—Yo te quiero mucho, pichurri.
   Niall iba a vomitar el desayuno, lo cual sería una pena, ya que estaba delicioso.
—Y yo a ti, cariño.
—Ella no se merece a un hombre como tú. Ella no puede darte lo que yo. Además... —La conversación se interrumpió porque al parecer necesitaba sobarlo un poco—. Me han dicho... —Más sonidos inconfundibles de besuqueo baboso—... Y quien me lo ha contado sabe muy bien de qué habla... —Otra pausa imprescindible—... Que se ha liado con ese inglés que vive en su casa.
   Niall perdió de repente todo su interés en la pantalla del portátil, en su viaje de regreso, en la disponibilidad de plaza en un avión y hasta de la economía global, llegado el caso.
   ¿De qué cojones hablaba la cursi esa?
— ¿De qué cojones hablas? —preguntó el Pichurri.

   Los hombres, cuando los sorprendes de una forma desagradable, suelen ser muy limitados a la hora de elegir vocabulario.
—Gloria, la del bar, oyó por casualidad una conversación de Julia sobre su tía.
—Gloria no es lo que se dice de fiar —replicó él intentando aclarar ese asunto, cosa que era difícil ya que no dejaba de distraerse con el besuqueo incómodo al que estaba siendo sometido.
—Pero eso no es lo peor.... —La aspirante a mujer oficial del Pichurri hizo un mohín. Si pretendía que fuera seductor, había fracasado.
—Deja los arrumacos para otro momento, dime qué te contaron.
—Bueno... pues que... no es la primera vez que...
— ¡Suéltalo de una puta vez!
   «Joder, sí», pensó Niall, uniéndose silenciosamente a la petición.
—Que no es la primera vez.
— ¿Ha estado más veces liada con él?
   Pero qué gilipollas es ese tío.
— ¡No! Según he oído en la peluquería, Claudia, la secretaria del notario, viene todas las semanas y me contó, así por encima, ya que había más clientas, que es la primera vez que viene por aquí, al parecer su padre lo nombró en el testamento.
—Me importa una mierda si el inglés le dejó algo. Si es la primera vez que viene, ¿cómo es posible que hayan estado «liados» más veces?
—No te enfades, pichurri... —Otro intento fallido de distraerlo.
—Al grano.
   Sí, por favor, pensó el inglés, deseando saber de una jodida vez el final de la historia.
—Según todo el mundo, Olivia es un poco ligera de cascos. No es la primera vez que te ha engañado. —La mujer tenía la máxima puntuación como víbora—. Le gusta... bueno... picar aquí y allá... y... —Otra dosis de veneno femenino para su víctima—. Además, como vive en esa casa tan apartada... —Otra vez el tono falso y casual, como si estuviera haciendo un gran favor al cincuenta por ciento de la humanidad, los hombres, al desvelar las aficiones de su compañera de trabajo—. Ya ves cómo viste...
—Joder... —Pichurri, también conocido como Juanjo, el hijo del alcalde, se pasó la mano por el pelo. Puede que en los pueblos se hablara de más y muchas veces por simple diversión, pero, de todas las acusaciones, estaba claro que, como dice el refrán, si el río suena... Y él no había sabido interpretar las palabras de ____ cuando le pedía algo diferente, algo nuevo, cuando ella alegaba cansancio para quedarse en casa, o cuando prefería dar un paseo sola, para reflexionar, decía ella—. ¡Me cago en todo lo que se menea!

   «Esa gente, en lo que a frases extrañas se refiere, tiene una imaginación portentosa», reflexionó Niall. Vaya, vaya, con la tía solterona, le iba la marcha...
—No te enfades cariño. No he querido decírtelo antes para no enfadarte — sugirió la víbora en estado puro.
—Vamos.
— ¿Adónde?
—A mi casa. Tienes razón, no voy a desperdiciar más tiempo. Esa zorra se va a enterar de lo que vale un peine. Va a llevar unos cuernos como una catedral, todo el pueblo va a enterarse. Así que andando, pienso pasar toda la mañana contigo en la cama.
   Una vez libre del interesante interludio protagonizado por un novio infiel, una arpía cachonda y un portátil inservible, Niall cerró su ordenador.
   El viaje de regreso a casa ya no representaba ningún asunto de vital importancia.
   El sainete que esos dos gilipollas habían escenificado en medio de una cafetería había despertado su curiosidad. La fuente de información parecía fiable, puede que un poco condicionada por las ansias de la mujer al querer cazar a toda costa al Pichurri, pero era información al fin y al cabo.
   Ya vería cómo hacer uso de ella...
   Una cosa estaba clara,____ era lo que aparentaba ser. Exponía la mercancía para que nadie tuviera dudas de si estaba disponible o no.
   Puede que le importara un pimiento, por lo menos hasta hacía poco, la vida de su hermana, pero... joder, vaya influencia.
   Amén de reconocer que le picaba la curiosidad.
 
 
 
 
 
Capitulo Diez




 
   Para reflexionar con calma toda la interesante información obtenida de forma tan particular, Niall decidió pasar todo el día alejado de la casa y demorar hasta la hora de la cena su aparición.
   Aparcó su coche a un lado de la verja y agarró el portátil con una mano y una bolsa de plástico con la otra. Unas cervezas de importación eran su insignificante aportación a la cesta de la compra.
   No le sorprendió encontrarse a su queridísima hermanita en la cocina con cara de perro, dedicada exclusivamente a lavar cacharros en la pila.
—Buenas noches —murmuró él, a la espera de no recibir contestación.
—Buenas.
— ¿Y tu tía?
—En el pueblo, con su novio.
—Me parece muy bien. —O sea, que el Pichurri seguía jugando con dos barajas. ¿O... no?—. ¿No habían roto?
—Y ¿a ti qué te importa? —preguntó Julia secándose las manos en un trapo.
—Nada, por supuesto... —Era una verdad a medias—. Sólo que no me parece del todo bien que estés sola en casa y ella por ahí...
— ¡No te metas donde no te llaman! Tiene derecho a salir con quien quiera.
—Faltaría más —murmuró, pero si algo sabía era cómo obtener información—. Aunque... no sé si es buena influencia para ti —dijo, sembrando la duda.
   Ella lo miró entrecerrando los ojos y preparada para la pelea.
—Una cosa te voy a decir, chaval, deja de meterte en la vida de los demás, ¿vale?
—Era un simple comentario... —Lo dejó caer de forma casual—. Como se oyen cosas por ahí...
—En los pueblos la gente es una cotilla de cuidado.
—No me cabe la menor duda.
— ¡Ya estoy en casa!
   ____ entró en la cocina, vestida para la ocasión con otra de esas minifaldas de infarto y su imprescindible camiseta ajustada de tirantes marca pezones que lo estaba trayendo por el camino de la amargura. Apartó la vista, porque hay cosas que un hombre no puede disimular y era mejor contemplar las odiosas cortinas, o, como mínimo, era más seguro.
—Pensé que no vendrías.
—No me apetecía escuchar las mismas tonterías de siempre en la taberna, la gente bebe y luego se pone insoportable. —Dicho esto miró a Niall y lo saludó por educación—: ¡Ah!, hola, no te había visto.
—Tengo ese don, me mimetizo con el ambiente —respondió con sarcasmo—. Por cierto, necesito comprar algunas cosas. ¿Dónde hay un centro comercial por aquí cerca?
— ¡Un centro comercial, dice! Nunca entenderé el humor británico —exclamó Julia.
—No es un chiste, y sí, es lo que he preguntado.
—Mañana es sábado, hay mercadillo. Estoy segura de que allí puedes comprar todo lo que necesites.
— ¿Mercadillo? ¿Estás de broma? —Niall no había pisado un sitio de esos en más de quince años. No se había labrado una carrera y un prestigio para volver a regatear en puestos ambulantes.
—Pues sí. —____ puso los platos sobre la mesa—. Mañana es sábado, siempre que puedo voy, así que si quieres... —Se encogió de hombros—. Puedes venir con nosotras.
—Yo he quedado con Mónica —se apresuró a decir Julia, por si acaso.
   No se lo podía creer, eso era una pesadilla en toda regla. ¿Cómo iba a encontrar ropa adecuada en un mercadillo? Y peor todavía, ¿cómo iba a ir con ella al lado, que destacaba como un neón?
 
 
   Pues por lo visto todos sus temores, se hicieron realidad al día siguiente cuando desbloqueaba con el mando las puertas del coche para que una adolescente respondona y una mujer con vestido estampado años sesenta, extracorto y gafas de sol tipo soldador se subieran junto a él.
—Este coche es un bajabragas. ¿Por eso lo has comprado? —preguntó ____ encantada al sentir la tapicería de cuero bajo sus piernas.
— ¿Bajabragas? —preguntó Julia, adelantándose a los deseos de su hermano por conocer el significado de la expresión.
—Exacto. —____ se giró en su asiento y miró hacia atrás para responder—: Muchos tipos, incapaces de ligar por sus propios medios recurren a cacharros como éste para impresionar a las chicas.
— ¡Ah!
—Por eso, si un tipo te invita a salir y tiene un coche impresionante, desconfía.
— ¿No es un poco joven para ese tipo de consejos? —preguntó él, mientras maniobraba para salir.
—No, cuanto antes aprenda las verdades universales, mejor —dijo Julia—. Sigue, ¿qué más?
—De momento por hoy vale —respondió ____, riéndose—. Estoy segura de que no le hace gracia escuchar estas cosas. —Señaló con un gesto al conductor.
    Niall podía estar tentado de corregir los enormes fallos de esa teoría totalmente carente de base, pero eso supondría dar demasiados detalles no aptos para menores de edad.
—Sigue por la carretera hasta el cruce, luego coge el desvío de la derecha.
   Él hizo caso a la indicación, más que nada porque ella conocía el terreno.
   Cinco minutos más tarde...
— ¡Esto es un puto camino de cabras!
—Lo sé, pero nos ahorramos dar toda la vuelta y conseguiremos aparcar antes.
   En el asiento trasero, Julia se rió disimuladamente, lo cual hizo que se crispara aún más.
—Joder, los bajos se van a quedar hechos una mierda.
— ¿Ves? —____ se giró de nuevo para dirigirse a su sobrina—. Te lo dije, se preocupa más por sus cuatro ruedas que por sí mismo, eso evidencia mi teoría.
   Él gruñó en respuesta, poca cosa más podía hacer. Eso sí, la lección quedaba aprendida: no fiarse del GPS femenino.
   Unos minutos más tarde aparcó en una chopera, no muy convencido, aunque, por lo menos, había sombra.
   Ése iba a ser un día memorable, pero en el mal sentido de la palabra, claro está.
   Aún dudaba de sí mismo por haber aceptado acompañarlas al mercadillo.
   No entendía la obsesión de la gente por comprar a precios reducidos y de mala calidad, salvo cuando era un caso de necesidad.
   Aunque, siendo realista, si uno compara clases sociales... todo el mundo quería ahorrar. Los de clase media-baja con vales descuento y la clase alta evadiendo impuestos.
—Que te sea leve —susurró a su tía alejándose después para ir al encuentro de su amiga Mónica. Bueno, y para ver a Pablo, pero eso no iba a decirlo en voz alta delante de los mayores.
—Tú dirás —dijo Niall con sorna cuando se quedaron a solas. Había perdido completamente la esperanza de que cayera un diluvio y evitar así la tortura. Unir mercadillo con mujer en modo compras era un error de principiante.
   Ella se puso las gafas de soldador que tapaban sus ojos, y mucho más, y comenzó a andar por el camino que conducía al centro de la villa. Con cada paso, su ya de por sí corto vestido se meneaba lo suficiente para desvelar más de lo necesario; claro que las zapatillas de tacón en forma de cuña también ayudaban al contoneo de caderas y estilizaban sus piernas.
   Momentáneamente privado de la capacidad de raciocinio, la siguió.
   No tardaron nada en alcanzar su objetivo.
   Bajo un sol de justicia, rodeados por un montón de gente andando de aquí para allá y guiado por una hippy tardía, se rindió a lo inevitable.
— ¡Tres por cinco! ¡Tres por cinco!
   Niall se giró al oír la voz gritona de una mujer. ¿Qué demonios era eso de « tres por cinco»?
—Hola, guapa, mira cómo lo tengo hoy.
   Él arqueó la ceja ante la sugerencia de la mujer que atendía el puesto donde se había detenido ____.
—Perdón —murmuró tras empujarla sin querer ser objeto a su vez de otro empujón.
   Ella ni le prestó atención. Continuaba a lo suyo.
—Éstas son sin costuras.
   La vendedora metió las manos en un minúsculo tanga y abrió los brazos para demostrar las propiedades elásticas de la prenda.
—Y ¿al mismo precio? —preguntó ____ mirando entre la mercancía.
—Sí, bonita, tres por cinco.
   Sin dejar su estado de horror permanente, comprendió a qué se refería la mujer con sus gritos. Sin embargo, la verdadera atracción estaba en su acompañante, que revisaba una fila de tangas a cuál más extraño.
—Hum, no sé, creo que ya tengo uno como éste —reflexionó en voz alta dejando a un lado uno con estampado a cuadros escoceses.
— ¡No seas desaborido y ayuda a tu novia a elegir!
   El aludido miró por encima de las gafas de sol a la mujer y sonrió de medio lado. Ni muerto.
— ¿Puedo mezclar? —preguntó ___, señalando el resto de la mercancía.
—Claro, chiquilla, puedes coger alguno de esos para el simpático de tu novio — dijo la mujer con recochineo.
—Nos llevamos estos. —Niall, cansado de no entender muy bien qué le decía la vendedora y por supuesto de esperar a que se decidiera, agarró un puñado de tangas y se los tendió junto con dos billetes de cinco.
— ¡Qué «resalao»!
— ¡Espera un minuto! Tengo que elegir bien.
   Para su desesperación separó los tangas y después lo miró; él no supo interpretar esa expresión.
— ¿Qué más da uno que otro? —Se mostraba abiertamente impaciente.
   Y, sin poder remediarlo, ella se fue a la fila donde estaban expuestos los bóxers, y eligió tres, a cada cual más hortera. Uno rojo chillón con el dibujo de un interruptor impreso en la parte delantera y con la leyenda «on/off». El segundo, uno negro con topos rosas, y el tercero (para morirse), un bóxer con la bandera a cuadros blancos y negros de la fórmula uno.
—Hala, ya está —dijo toda campechana y reemprendió la marcha.
   Las cosas, a partir de ahí fueron de mal en peor. Lo hizo detenerse en un puesto de pantalones vaqueros de imitación.
   Iba lista si pensaba que se pondría unos tejanos «Lewis».
—No seas desaborido, tienen un precio increíble y son de buena calidad. ¿No necesitabas comprarte ropa?
—Mira, pase lo de la ropa interior. —Se inclinó sobre ella para que nadie oyese la conversación—. Pero por esto —agarró de malos modos la prenda—, por esto sí que no paso.
—Eres un estirado de tomo y lomo. ¿Qué más da? Son unos pantalones. Y son monos...
—Hay que joderse...
   Como estaban siendo el foco de atención, y ya que eran irrisoriamente baratos, decidió que no merecía la pena discutir.
   Pero claudicar una vez implicaba perder autoridad, así que hora y media más tarde, vete a saber cuántos tenderetes después, había conseguido un guardarropa casi completo.
— ¡Espera un segundo!
   Mosqueado y cargado con las malditas bolsas, hizo la obligatoria parada.
— ¿Qué habrá visto esta mujer ahora? —masculló entre dientes.
   Pero podía respirar aliviado, en ese puesto no había nada que pudiera endosarle.
— ¿Cuánto? —preguntó ella señalando un vestido azul intenso.
   Niall miró por encima de las gafas el objeto de su interés.
—Treinta —respondió el vendedor.
—Me gusta pero... no sé, lo pensaré —dijo sin dejar de tocarlo, era precioso, pero... este mes iba un poco justa de dinero—. Te doy veinte.
   ¿Esa mujer estaba loca? Treinta euros ya era poco menos que ridículo, pero veinte...
—Hija mía, ¡contigo siempre pierdo dinero!
—No exageres.
   Cansado de la tontería sacó la cartera, buscó el dinero y se lo tendió al comerciante.
—Tu novio es más generoso.
—Pero ¿a ti quién te ha dado vela en este entierro? —le espetó ella. Acto seguido cogió los billetes y se los devolvió. Después volvió a prestar atención al tendero—. Te doy veinte.
—No puedo, de verdad que no.
—Pues otra vez será —dijo ella y, sin dar más explicaciones, abandonó el puesto ambulante.
   Distinguir a una mujer que mostraba unas buenas piernas y vestida como si hubiese escapado de una fiesta psicodélica era fácil, pero, por si acaso, prefirió no quedarse solo.
   Por algún impulso estúpido y como tenía treinta euros en la mano, agarró el vestido de la discordia, lo guardó junto con sus compras y, sintiéndose el lacayo que sigue a su señora cargado de paquetes, empezó a andar hasta ponerse a su altura.
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por loa Dom 14 Jul 2013, 11:10 pm




 aaaaahhhh 
me encantaronn los capss
que pueblo mas chismoso ajajjaa
nena no te preocupes esperare para que sigsa subiendo .... amo esta novee.. cuando puedas sigela
Loa
loa
loa


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por tortugitastyles Lun 15 Jul 2013, 11:59 pm

jajajjaja niall que do de sirviente real xD siguela
tortugitastyles
tortugitastyles


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 9:25 am

Gracias por entenderme :D, aqui van algunos caps



MARATON (1/?)



Capitulo Once
 




   Por una vez, y sin que sirviera de precedente, ella aceptó la sugerencia de ir a una cafetería, en concreto, a la misma en la que últimamente pasaba casi tantas horas como en la casa.
   Él dejó las bolsas de cualquier manera en una silla libre y acto seguido apareció la camarera preguntándole si quería lo mismo de todos los días.
   ____ arqueó una ceja pero se cuidó de expresar su opinión e indicó a la chica qué quería tomar.
   Una vez servidos y, como tampoco tenían nada de que hablar, se dedicaron a observar a la gente que pasaba.
   Algunos la saludaban y la miraban con cara de curiosidad al verla sentada con él. El rumor que corría por el pueblo hacía que muchos sacaran conclusiones erróneas por el simple hecho de estar juntos en una terraza.
   Pero no todos iban a conformarse con mirar y especular.
—Vaya, vaya, la parejita feliz.
   ____, que lo había visto venir, ni se inmutó ante la aparición de su ex.
—Buenos días, Juanjo. ¿Te apetece tomar algo? —Le indicó la silla libre, sabiendo de antemano que no era tan tonto como para aceptar. ¿O sí?
—Lo que dicen de ti es cierto, ¿verdad? Estás con él. —Señaló a su acompañante como si fuera un escarabajo pelotero destrozando un patatal.
—Eso es evidente —replicó ella—. ¿De verdad que con este calor no te apetece nada? —le preguntó ella de nuevo mientras bebía su granizado de limón presionando la pajita con los labios de una forma poco convencional.
   Tan poco convencional que cierto inglés que hasta ahora no había abierto la boca se removió en su asiento.
—Qué poco has tardado en liarte con éste.
   El aludido se limpió tranquilamente con una servilleta y cogió la carta de helados, no tenía intención de pedir ninguno, pero así tenía algo entre las manos para distraerse.
— ¿Y?
   Niall tosió. ¿De qué iba ésta ahora?
—Debería haberlo adivinado y no perder el tiempo contigo. —Juanjo utilizó un tono claramente recriminatorio—. Según dicen... no es el único.
— ¿Y?
— ¿No lo niegas?
— ¿El qué?
—Hacía tiempo que no escuchaba una conversación tan aburrida. Si queréis os dejo solos —interrumpió Niall molesto.
—Tú te callas. Esto es entre ella y yo, ¿entendido?
—El que te vas a callar eres tú. Además deberías prestar más atención a Celia, se está poniendo nerviosa, se nota desde aquí. No la hagas esperar. —____ señaló a la chica, que esperaba impaciente y muy atenta desde la puerta de la cafetería.
—No te metas con ella. Por lo menos no me la lía en cuanto le doy la espalda, como has hecho tú. No me extraña que tantos clientes pidan hora contigo en el salón.
—Soy una buena profesional —se defendió ella, manteniendo la calma—. Y no voy contando las intimidades de la gente al primero que pasa. —No estaba de más devolver la pelota. Aunque, bien pensado, era hombre, así que seguramente no pillaría el reproche que escondían sus palabras.
—No lo dudo—aseveró con segundas—. Sé lo buena que puedes llegar a ser con las manos.
   Niall sacó la cartera, pagó la cuenta y se levantó.
—Me voy. Tú verás cómo quieres volver a casa —dijo a ____ como si le importara un carajo.
—No, tranquilo, inglés, el que se marcha soy yo. Toda para ti.
—Gilipollas —murmuró ella cuando su ex se dio la vuelta y se encaminó hacia Celia.
—No podría estar más de acuerdo —aseveró, sentándose de nuevo.
—Me refería a ti —mintió ella. Pero es que estaba molesta, al menos podía haberse mostrado un poco más colaborador, ¿no?
—No entiendo cómo has estado con él. No te respeta, te pone los cuernos con tu mejor amiga y encima te llama poco menos que guarra.
—No es asunto tuyo —espetó mosqueada.
—Pues no, la verdad, pero es que tu ex, el Pichurri, tiene un morro que se lo pisa.
—Y ¿tú cómo sabes...?
—Es uno de esos imbéciles a los que les gusta pavonearse delante de todo el gallinero para que lo vean. Hay que ser tonto de remate... Si le pones los cuernos a una mujer, cállate y así, aparte de conservar a las dos, podrás evitar que te abran la cabeza en un ataque de celos.
—Interesante teoría —murmuró todavía enfurruñada.
—Igual que la tuya.
— ¿La mía?
—Sí, esa del coche bajabragas.
—Para que lo sepas, es cien por cien fiable. Te lo digo yo.
— ¿Con cuántos tipos has tenido que salir para establecer tu teoría? —preguntó él.     Utilizar el verbo «salir» era una forma de camuflar la verdadera cuestión: « ¿Con cuántos has follado?».
—Los suficientes —respondió rápidamente picada en su orgullo. ¿Qué estaba insinuando? ¿Que era poco menos que una cateta que sólo había tenido un novio?
   Aunque fuera cierto él no podía saberlo, además, ¿importaba acaso?
—Me alegro por ti —replicó él importándole bien poco con cuántos se había acostado la tía ligerita de cascos. Lo que lo jodía era que lo metiese a él en esa categoría de los bajabragas.
   Ella acabó su bebida y preguntó:
— ¿Te soportas a ti mismo?
— ¿Perdón?
—Eres lo más pedante que he conocido, estirado e insoportable. Te comportas con un aire de superioridad insufrible y, además, eres un esnob de manual.
—Vamos a llevarnos bien, ¿de acuerdo? Yo no opino sobre tu curiosa forma de vestir, ni sobre lo que haces para ganarte la vida, y tú te abstienes de expresar en voz alta tus comentarios sobre mi persona. Y, en todo caso, viniendo de ti, los consideraré un elogio.
—Oye, pedante presumido y relamido, me gano la vida honradamente en un salón de belleza y visto como quiero. Estoy segura de que eres tan estirado que tienes una chacha que te plancha y almidona los calzoncillos para ir bien tieso por el mundo, pero olvídate de mí, ¿me entiendes?
— ¿En un salón de belleza? —preguntó él, pasando por alto la sarta de estupideces que acababa de escuchar.
—Pues sí.
—Pero si en el pueblo no hay ninguno. Por no haber, no hay ni un bar decente.
— ¿Me lo dices o me lo cuentas? —le espetó con chulería.
— ¿Entonces...?
—Aquí, trabajo aquí, en Lerma —le respondió en tono de burla.
— ¿Y cómo...? Quiero decir, no tienes coche, ¿vienen a buscarte todos los días?
—Pero ¿qué bobadas dices? Anda, levanta, que el sol te está destrozando la neurona que te queda. —Negó con la cabeza. ¡Qué tío más tonto!—. ¿Para qué te crees que es la bici que hay en casa? ¿Para preparar el Tour o qué?
— ¿Vas todos los días a trabajar... en bici?
—Sí, ¿y?
—Joder, no me extraña que... —«... tengas esas piernas tan impresionantes.»
   Tuvo la sensatez de callarse a tiempo.
—No te extraña, ¿qué? —le preguntó molesta.
—Que algunos días llegues cansada.
    Ella arqueó una ceja ante el repentino cambio de tono. Aquel hombre era, además de lo expuesto anteriormente, bastante desconcertante.
   Prefirió no pensar más en el asunto, miró la hora y dijo:
—Espero que Julia aparezca pronto. Es tarde y tengo que hacer la comida.
—Ya sabes cómo son las adolescentes, estarán contándose secretitos y esas cosas.
—O intentando que el chico que le gusta hable con ella y la invite a salir. ¿Secretitos? Eres un cursi de cuidado —lo acusó y era evidente que se reía de él—. Nadie habla así, ¡por favor! ¿Cuántos años dices que tienes?
   Niall, que no iba a dejar pasar por alto más críticas, se puso las gafas de sol, más que nada para observarla tranquilamente sin ser a su vez observado, se cruzó de brazos y dijo:
—Entonces, si no están con secretitos... —utilizó ese tonito de abogado profesional que tantos éxitos le había dado—. ¿Qué está haciendo? —Y antes de que ella respondiera remató—: ¿Recoger el testigo?
   Ella sonrió de forma provocadora desluciendo un poco su fugaz victoria verbal, se inclinó hacia adelante y lo dejó a cuadros.
—Por supuesto.
   Él, que esperaba una defensa a ultranza, o que se mostrara ofendida por lo que había insinuado, no tuvo más remedio que cerrar el pico.
   Le gustase o no, su hermana vivía con ella y, si quería resolver sus asuntos y no saber nada más de la vida de ambas, mejor no preguntar más sobre sus costumbres.


AVISO: SE ACERCA LO HOT :D
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 9:27 am

SE ACERCA SE ACERCA
 

MARATON (2/?)




Capitulo Doce




 
   Los sábados por la noche en un pueblo que contaba tan sólo con una cantina mediocre no resultaban lo que se dice un planazo. Como tampoco tenía ganas de moverse o de quedar con alguna amiga para repasar los chismorreos semanales (ya tenía suficiente día a día en su trabajo), ____ decidió que, después de cenar, saldría con Julia a la fresca en el jardín trasero, para charlar de sus cosas. A veces se sorprendía gratamente de la madurez de su sobrina para algunos temas. Y, de paso, de ese modo no tenía que conversar de forma forzada con el esnob que por desgracia vivía con ellas.
   Cuando estaba fregando los platos de la cena mientras Julia recogía la cocina, sonó el teléfono. Se imaginaba quién podía ser.
—Cógelo, seguro que es él. Ha dejado a esa guarra de Celia porque sabe que tú vales cien veces más.
   Nada mejor que el amor incondicional de la familia para subir los ánimos.
— ¿Sí?
—Hola, ____, soy Mónica, ¿está Julia?
—Te la paso.
   Terminó de fregar mientras se esforzaba por escucharla hablar por teléfono, intentando unir, sin éxito, los retazos de la conversación. Por lo visto su amiga llamaba porque varios chicos y chicas habían quedado en la plaza para pasar el rato juntos y, lo más importante, Pablo iba a estar. Y, si no quería que se fijase en otra, tenía que estar allí, sí o sí, porque el Romeo de Pozoseco tenía, por lo visto, más de una lagarta a su alrededor, y si Julia no se andaba con cuidado...
—Voy a preguntar —dijo al auricular y luego miró a su tía—. ¿Puedo ir? Luego me quedaré en casa de Moni.
—No sé... —murmuró para picarla un poquito.
—Porfa...
—Vaaaale. Pero no hagas mucho el tonto con ese chico.
— ¡Lo intentaré! —respondió saliendo de la cocina a la carrera para subir a cambiarse y salir escopetada.
—Dando consejos eres de lo mejorcito —dijo una voz irritante que, por desgracia, empezaba a ser habitual en la casa.
—Se dice: consejos vendo, pero para mí no tengo —le replicó agarrando el trapo de cocina para limpiar la encimera. Y tras dejarla como los chorros del oro, lo dejó plantado.
   Niall se quedó solo en la cocina sin nada que hacer. Otra vez. Había comprobado un par de días atrás lo emocionante que era ir a la taberna del pueblo y tomarse una cerveza. Jodidamente emocionante, para ser exactos. Aparte de aguantar a todos los parroquianos preguntándole por todo sin ningún tipo de vergüenza, tenía que aguantar también a algunas que decían ser amigas de ____ narrándole, en vivo y en directo, las cosas buenas y poniendo, faltaría más, énfasis en las malas. Pero, no contentos con eso, intentaban, cuando consideraban que ya sabían todo lo que había que saber sobre el hijo del inglés, congraciarse con él, hablándole de lo buena persona que fue su padre, de lo que se lo echaba de menos, del buen padre, marido y vecino que era...
   Así que, tras su primera y última excursión a la cantina rural, y para evitar posibles consecuencias estomacales, conocidas comúnmente como úlceras, compró unas cervezas para tomárselas en casa tranquilamente, sin nadie que le tocara la moral. Bueno, sí había posibilidades de que se la tocaran, pero sabía capear el temporal y hasta podía divertirse.
   Abrió el frigorífico y sacó la bebida. Después se acercó al cajón para buscar el abridor, dio el primer trago y miró por la ventana de la cocina que daba al patio trasero.
   Esperaba ver el cielo estrellado de agosto, pero no fue eso lo que le llamó poderosamente la atención.
—Pero ¿qué coño...?
   ____ estaba tumbada boca arriba, en una esterilla, sobre el césped, aún húmedo, con las rodillas dobladas, las manos cruzadas en el regazo y los ojos cerrados. Mantenía una expresión relajada, como si estuviera en su mundo, ajena a cuanto la rodeaba.
   Intrigado, decidió salir y averiguar qué demonios hacía esa pirada.
   Con el botellín en la mano salió por la puerta trasera y caminó hasta ella.
   Joder, se estaba infinitamente mejor allí, a la fresca, que en casa.
   Sin pedir permiso, se sentó a un lado, ocupando una pequeña porción de esterilla.
—Estás molestando —dijo ella sin abrir los ojos.
— ¿Puedo preguntar?
—Sí.
— ¿Qué estás...?
—Pero no tengo por qué responderte —lo interrumpió—. Podrías, al menos,tener el detalle de haberme traído una. —Señaló la cerveza.
   Como le daba lo mismo, se la pasó. Por un instante pensó que la rechazaría, pero no, bebió a morro, como él, y se la devolvió.
—Qué fresquita.
—Se dice gracias.
—De nada.
   Durante unos minutos no dijeron ni una sola palabra. Claro que él tampoco compartió de nuevo la bebida con ella. Si quería refrescarse, debería darle información.
—Me estás tapando —murmuró ella.
   Niall se giró para mirarla y tratar de comprender qué cojones estaba diciendo. Al ver la cara que puso, ella decidió explicárselo.
—La luna, me estás tapando los rayos de luna.
   Si eso era una explicación, él seguía en la inopia.
— ¿Qué coño dices?
—Estoy tomando baños de luna —dijo como si él fuera la única persona del planeta que no lo hacía.
— ¿Me estás vacilando?
—Pásame la cerveza.
—No queda —informó él bebiéndose rápidamente lo que quedaba.
—Sé útil. Ve a por otra —pidió ella dándole toquecitos con el pie.
   Podía haberse negado, pero le suponía más esfuerzo hacerlo, que dar un corto paseo hasta la nevera.
   También podía haber llevado dos, pero la idea de beber los dos de la misma botella tenía su morbo, y, puesto que era lo más emocionante que iba a hacer durante todo el mes (el mercadillo no contaba como emocionante, ya que aún tenía que analizarlo desde todos los puntos de vista)...
   Volviendo a su posición, le entregó la botella fría y ella, antes de dar un sorbo, recogió con la mano las gotas propias de la condensación, humedeciéndose la palma de la mano para frotarse la frente y el cuello, sin la más mínima consideración.
Y también en silencio le devolvió el botellín.
   Él observó cómo se colocaba de nuevo en posición para su... ¿cómo había dicho? Ah, sí, baños de luna, o lo que carajo hiciera.
   La curiosidad por saber si le estaba tomando el pelo o era cierto lo empujó a preguntar, no sin antes dar cuenta de la cerveza:
—Esto... lo que has dicho sobre... —Levantó su bebida señalando la luna, más que nada porque se sentía ridículo a no poder más, pero no había otra forma de plantearlo—. Los baños esos de luz de luna, ¿es alguna tradición de por aquí?
   Ella abrió un ojo antes de contestar, pero no la estaba mirando, permanecía sentado en una esquina de la esterilla (claro, el señor pedorro no se iba a manchar de verdín sus carísimos pantalones). Le estaba dando la espalda y, la verdad, aunque su pregunta tenía cierto retintín podía, por una vez, explicarle las cosas sin pagarle con la misma moneda.
—Es buenísimo para relajarse. Mucha gente no lo sabe, pero la luna influye en nuestros estados de ánimo.
—No veo la conexión por ningún lado —murmuró en ese tono de «si me dices que los cerdos vuelan, respondo lo mismo».
   «Tú qué vas a ver, pedazo de burro.»
—El simple hecho de estar aquí, sin pensar, sin hacer nada, de perder el tiempo porque puedes... de no hacer ni siquiera planes para mañana —suspiró—, hace que eches fuera de tu cuerpo las malas vibraciones.
—Pues vale.
   A ella no le sorprendió esa indiferencia que implicaba, además de lo obvio, que no la creía y que la consideraba poco menos que una lunática, nunca mejor dicho.
   Podía dejarlo pasar, es más, debía dejarlo pasar, pero, por alguna extraña razón (ya pensaría después si había sido cosa de la influencia de la luna), le contestó:
—Estoy segura de que no sabes relajarte.
   Él la miró por encima del hombro, manteniendo una expresión neutra, como si nada.
—También creo —continuó ella—, que eres uno de esos tipos taaaan organizados y taaaan maniáticos que no dejas nada al azar. Que organizas hasta el último detalle, que no haces nada impulsivamente.
— ¿Y? ¿Qué tiene eso de malo? —preguntó a la defensiva.
—Que es aburrido, estresante... decepcionante. Todo el día pensando, organizando... ¡Uf, qué agotador! Ya hay demasiadas normas de obligado cumplimiento. Por eso, cuando puedo, hago lo que se me pasa por la cabeza, sin pensarlo.
   «Así te va», reflexionó él.
   Como sólo tenían una cerveza, continuaron compartiéndola en silencio. A él no le interesaba lo más mínimo escuchar tonterías y ella quería relajarse.
   Pero no podía. No con él ahí, ocupando espacio, cosa que podía soportar. Lo que no aguantaba era esa pose de superioridad, como si ella estuviera mal de la azotea.
— ¿Alguna vez has hecho algo sin planificarlo antes cuidadosamente? — preguntó ella.
   Niall, que no estaba por la labor de entablar una conversación sobre temas personales, se limitó a encogerse de hombros.
   Así que ella se respondió:
—No, claro que no. Tienes que organizar minuto a minuto tus cosas, no dejas nada al azar. —Suspiró desdeñosamente—. No me extraña que seas un estirado de cuidado. Yo acabaría con dolor de cabeza si tuviera que estar todo el santo el día así.
   Él mantenía su actitud silenciosa. Y eso a ____ no le gustaba, ya que se supone que podían mantener una conversación mínimamente educada. Aunque siendo honesta, ella lo estaba aguijoneando un poco.
—Por ejemplo... ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo sin pensar?
   Esta vez sí debió de llamar su atención, pues al menos se giró para mirarla por encima del hombro. Pero volvió a recuperar su postura y a seguir con su mutismo.
   Ella, que empezaba a parlotear sin mucha consideración, puede que influenciada mínimamente por la ingesta de alcohol, no quería dejar pasar el tema.
   Así que volvió a la carga.
—Apuesto a que nunca has hecho nada llevado por un impulso, movido por...
  De repente no pudo seguir hablando pues algo, o mejor dicho alguien, se ocupó de cerrarle la boca.
   Y no como ella hubiese esperado, con un «Cállate y deja de joder» de toda la vida, sino besándola de forma brusca, pillándola por sorpresa y dejándola clavada en el sitio.
   «No debería estar disfrutando esto», pensó enfadada consigo misma, sorprendida no sólo por cómo besaba el estirado, sino por su reacción... ¡Maldita sea!, besaba jodidamente bien, y ella lo correspondía.
   No hubo ningún contacto más, sólo unieron sus labios.
   Tan de repente como vino se fue y se encontró de nuevo libre. Con temor a abrir los ojos y verle la cara de estúpido que seguramente tendría.
   «Esto no puede quedar así», se dijo. Ni hablar.
   Contó hasta diez y habló:
—Estoy segura de que llevas un buen rato pensando en ello —espetó con desdén, como si no estuviera afectada—. Que te has tirado tus buenos cinco minutos pensando en los pros y los contras. Que has sopesado detenidamente si te convenía o no. —Se movió disimulando su inquietud—. Así que te informo de que no me va... 
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 9:50 am

MARATON (3/?)
 Capitulo Trece
 

   Otra vez.

   La había pillado fuera de juego y no podía hacer otra cosa que apartarlo de un empujón y decirle cuatro cositas bien dichas a ese estúpido arrogante pero... la carne es débil, y en su caso muy débil.

   Hacía tanto tiempo que no se sentía así (dejando a un lado lo disgustada que debería estar en realidad por semejante atropello)... Pero si era sincera y se dejaba de absurdos atropellos, ahora mismo estaba disfrutando; no sólo la estaba besando, bastante bien, por cierto, sino que además se había movido para colocarse parcialmente encima de ella y, claro, su subconsciente hizo el resto, es decir, le facilitó la tarea.

   Niall, que había esperado como mínimo un bofetón en el primer acercamiento, no se podía creer que ella le devolviera el beso y, menos aún, con tanto ímpetu. Nada de tímidos contactos, no señor, ella besaba estupendamente.

   Lo dejaba actuar al mismo tiempo que pedía la misma consideración.

   Debería apartarse, ya que la fase de magreo aparentemente inocua podía tornarse seriamente interesante a la par que peligrosa. Sin olvidar que, en cualquier instante, ella podía poner fin a tales atenciones y dejarlo con un palmo de narices.

   Pero por lo visto se estaba equivocando, puesto que, al abandonar su boca para recorrer la piel sensible de su cuello, ella se agarró a sus hombros, evidenciando que no estaba a disgusto.

   De todas formas, la noche había empezado sin ninguna expectativa, de modo que, aun pensando en que todo aquello se quedara en un mero toqueteo, ya era más de lo que imaginaba.

   Así que lo mejor era dejarse de hipótesis y seguir con la acción. Empezando por bajarle el tirante de la camiseta y... luego ya veremos.

   «Debo de estar muy mal de la cabeza para disfrutar de las caricias de un tipo al que no soporto» fue el pensamiento de ____, al sentir cómo él maniobraba sobre su hombro para dejar al descubierto uno de sus pechos. Dado que no llevaba sujetador, era cuestión de segundos que aquello ocurriera.

   Pero lo más desquiciante de todo es que, dejando a un lado la conveniencia o no de seguir adelante, Niall se movía de forma segura y, no sólo eso, sino que además lo hacía condenadamente bien: la mezcla exacta entre técnica y excitación, para que no se convirtiera, como ella tantas veces había tenido que sufrir, en gestos mecánicos carentes de emoción.

   No iba a seguir pensándolo más. Era del género idiota si lo hacía. Permanecer inactiva bajo él no era una buena señal. Se movió de tal forma que de nuevo pudiera besarla y comprobar si lo de antes era producto de su imaginación o verdaderamente el abogado sabía besar.

   Él gimió al entrar de nuevo en contacto y ella hizo lo mismo. Y no sólo eso, sino que, además, maniobró con efectividad hasta poder colocarse encima de él y así controlar mejor la situación. Era su oportunidad, con Juanjo tenía que reprimir bastante ese lado dominante para que él no se sintiera mal, pero con Niall importaba un pimiento si le gustaba o no, lo único que contaba eran sus necesidades.

   Además, según las habladurías, tenía una reputación que mantener, ¿no?

   Niall no puso ninguna objeción al cambio de postura, es más, estaba agradecido, así podía maniobrar con más libertad al no tener que aguantar su propio peso para no aplastarla y arruinar el momento.

   Al tenerla encima, presionando su entrepierna, el siguiente paso estaba claro: levantarle la camiseta y pasar de la suposición a la certeza.

   Había supuesto bien, no llevaba sujetador, por lo que tuvo ante sus ojos, por un breve instante, dos preciosas tetas de las que ocuparse.

—Increíbles —murmuró y ella ante tal cumplido se contoneó en señal de agradecimiento.

   Ella, por su parte, también mantenía las manos ocupadas, desabrochándole la camisa para ir avanzando en su exploración táctil. Dudó cinco segundos, ya que el algodón iba a quedar arrugado y, conociendo lo pijoteras que era con sus cosas...

   Afortunadamente no dijo nada y pudo avanzar tranquila.

   Puede que fuera un estirado pero olía de maravilla. Probablemente usaría una de esas colonias carísimas que nadie en Pozoseco conocía. Desde luego era un perfume de lo más picante y excitante...

— ¿Me estás olisqueando? —preguntó él divertido al notar cómo ella no dejaba de rozarlo con la nariz.

—Ajá —admitió y lo escuchó reír.

   ____, en su trabajo, tenía acceso a infinidad de muestras de todo tipo de perfumes, pero la sensación entre olerlo en una cartulina o sobre la piel de un hombre era bien diferente.

   Notó cómo su falda se elevaba por sus caderas.

   Niall no perdía el tiempo.

   Y ella tampoco. Lo tenía debajo, así que, moviéndose adecuadamente, podía rozarle la erección que presionaba entre sus piernas o bien pasar la mano y observar la reacción. Como no se decidía hizo ambas cosas.

—Joder...

— ¿Algún problema? —preguntó ella ante tal expresión.

—No.

   Así que quería jugar. Muy bien. Puede que ella creyera tener la sartén por el mango, en este caso su mango, pero Niall no estaba con una de esas mujeres con las que se tenía que mostrar educado y ante las cuales ciertas cosas no se hacen.

   Estaba con una tía que a saber cuántos rollos había tenido, que por lo visto no se cortaba un pelo y que además iba pidiendo guerra.

   Invirtió la posición. De nuevo la tenía bajo él y agradeció que ella abriera las piernas para poder colocarse adecuadamente. Unas manos hurgaban en su bragueta y él sabía que, si seguían así, el tema iba a durar más bien poco. ¡Joder!, que llevaba tiempo en el dique seco.

   Pero ella eso no lo sabía y se abrió paso entre su ropa interior.

—A ver qué tenemos por aquí... —dijo con voz juguetona—. ¡Uy! ¡Pero qué cosita tan mona!

— ¿Cosita? ¿Mona? —No se lo podía creer, llamar así a su polla era lo último que necesitaba.

   Sin dejar de acariciarle el pene, bastante acertadamente teniendo en cuenta las restricciones de la ropa, ella dijo:

— ¿Te molesta?

—Yo hubiera elegido otros términos, desde luego.

—Qué pedante eres —le espetó a la par que lo obsequiaba con un tironcito.

   Él se tensó, por supuesto y, como toda acción tiene su reacción, no lo pensó dos veces y tras acariciar su monte de Venus por encima de la escueta tela del tanga (ya se preocuparía en otro momento de averiguar de qué color era) lo apartó para acariciar su vello púbico y sonreír al notar que lo llevaba pulcramente recortado.

—Hum, esto tengo que verlo. —Se echó hacia atrás, privándola momentáneamente de su polla, o, en aquel momento, punto de amarre, para contemplarla.

   Ella, sin ningún innecesario pudor, posó para él mostrándole su coño elegantemente rasurado, con el pelo justo.

   Como él no quitaba ojo, ella le susurró:

— ¿Alguna objeción?

—No, ninguna. ¿Por qué iba a haberla?

—No sé, pensé que eras uno de esos retrosexuales que abogan por hombres de pelo en pecho y mujeres barbudas.

   Niall, sin poder evitarlo, se echó a reír.

— ¿Retrosexuales? Joder, ésa ha sido muy buena.

   Pero la noche no estaba pensada para detenerse a hablar sobre usos y costumbres respecto a lo que la depilación se refiere. Así que él se colocó encima y buscó de nuevo su boca, moviéndose como si estuviera penetrándola con su polla, tal y como esperaba hacer en breve, en vez de tantearla con los dedos.

   ____ está muy húmeda, deliciosamente empapada y dispuesta, y él no podía mostrarse más encantado, dado que hacía mucho tiempo que las cosas no se ponían tan interesantes.

   Últimamente, sólo había tenido una serie de desastrosas citas con mujeres de su entorno que sólo se preocupaban de hablar de sí mismas, de cazar a un marido dispuesto a mantenerlas y que se empeñaban en emperifollarse de tal forma que uno no podía evitar dudar de a quién pagaba la cena. Porque lo de acostarse con ellas ni se le pasaba por la cabeza insinuarlo, más que nada porque ya conocía la respuesta.

   Si a eso se añadía una larga e infructuosa relación con una mujer fría y distante, experta en el arte de esquivarlo e igualmente hábil a la hora de fingir cuando no quedaba más remedio... El hecho de estar con una que no sólo se mostraba natural, sino que además parecía disfrutar con las caricias, que no se mostraba indiferente y que parecía dispuesta a corresponderlo, suponía un cambio, un soplo de aire fresco en su vida sexual.

—Joder, no sé si voy a poder aguantar mucho...

   Ésa era la frase que ninguna mujer quiere escuchar cuando está sin bragas y excitada, y menos aún ella, que ya ni recordaba lo que era un buen polvo. En realidad, lo más probable era que ni siquiera supiera con exactitud si jamás había tenido alguno. Al principio, llevada por la ignorancia y la inexperiencia, había creído que Juanjo era un experto, pero luego confirmó su teoría: era un experto en dejarla insatisfecha. En su afán por averiguar otras prácticas sexuales había leído lo suficiente para convencerse de que había muchas más posibilidades.

   Y ahora tenía encima de ella una de esas posibilidades.

   Puede que fuera el morbo, la novedad o que simplemente estaba algo desesperada por sentir lo que otras mujeres describían. Al fin y al cabo, era humana y, si tenía que darse un revolcón, que prometía de lo más intenso, con un abogado inglés, pedorro, inaguantable y egocéntrico, pues que así fuera.

   Sólo había un pequeño problema logístico.

— ¡Espera! —jadeó ella interrumpiéndolo.

— ¿Qué coño pasa? —preguntó visiblemente molesto. Se estaba bajando los pantalones para poder penetrarla y ella lo apartaba. Maldita sea, todavía podía joderse la noche.

—Aquí no —dijo ella señalando el patio trasero.

— ¿Cómo que no? Aquí no nos ve nadie. ¡Vamos, hombre! No me digas que eres una de esas calientabraguetas.

— ¡Oye! Cuidadito con lo que dices —replicó ella—. Lo que me faltaba por escuchar.

— ¿Entonces?

—Menos mal que pienso yo por los dos. No me apetece follar aquí, en el suelo, teniendo una cómoda cama en casa.

—Cómoda, lo que se dice cómoda... —insinuó él recordando dónde dormía todas las noches. Aunque a lo mejor le habían dado el peor cuarto.

—Y condones. No pretenderás que lo hagamos sin protección, ¿verdad?

—Joder... —Tenía razón, maldita sea. Por desgracia él no había incluido ningún profiláctico en su maleta. Había ido a solucionar un tema familiar, no a echar polvos a la luz de la luna.

—Sígueme. —Ella se puso en pie y empezó a caminar hasta la puerta, bajándose la falda un poco a la par que movía su culo de tal forma que hasta un ciego podría seguir sus indicaciones.

   Como pudo, sin hacerse daño, se sujetó los pantalones y, como Pulgarcito siguiendo las miguitas de pan, entró en la casa tras ella.

   No habían llegado a la alcoba cuando, en medio de la escalera, se abalanzó sobre ella para toquetearla un poco más.

   Quizá se estaba mostrando demasiado ansioso, demasiado impaciente, pero ella no parecía molesta, todo lo contrario. Se colgó de él, jadeando y metiéndole mano a partes iguales, llevándolo a un estado en el que resultaba altamente improbable que un hombre diera marcha atrás.

   Él desabrochó su minifalda y ésta cayó al suelo dejándola cubierta con tan sólo un picante tanga verde a juego con su camiseta.

   Motivado como nunca, desnudo de cintura para arriba y en pos de un polvo memorable, aunque eso sí, breve, hizo un esfuerzo por no tumbarla en el penúltimo escalón.
 



Y AUN HAY MAS...
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 9:53 am

MARATON (4/?)

 Capitulo Catorce
 

   De haber habido alfombras, sin duda habrían tropezado con ellas. Sin querer soltarse, anduvieron a trompicones hasta el dormitorio, donde él chocó con la puerta, que estaba cerrada. ____ soltó parcialmente su cuello, alargó la mano y bajó la manilla.

   Ya sólo quedaba apenas un metro para llegar a la cama. Como era de esperar, cayeron en la misma de forma poco elegante. Pero ¿quién se preocupa por ese tipo de cosas en tales momentos?

   Ambos se mostraban impacientes y empezaron a desprenderse de la ropa que aún llevaban. Ella había perdido la falda en mitad de los escalones y él, la camisa.

   Así que deshacerse de lo que quedaba era fácil.

—Déjame a mí —pidió él cuando ella hizo amago de quitarse la poca tela que la cubría—. Tú encárgate de buscar los condones.

   Ella se estiró en la cama hasta llegar a la mesilla de noche y sacó un paquete de seis. Él alargó sus brazos para deshacerse del inoportuno tanga. Ella le facilitó la maniobra y le entregó con un golpecito en el pecho los preservativos.

—Tú ocúpate de lo tuyo —dijo.

—De acuerdo —aceptó de buen grado. ¿Es que ella no quería que pusiera en práctica ciertas atenciones galantes? Perfecto, iría al grano.

   Rompió con los dientes el envoltorio y no dijo nada al ver asomar algo color verde. No podía decir que fueran sus favoritos, ni tampoco recordaba haber perdido el tiempo en comprar condones de colores, pero llegado el caso servían igual que los otros, ¿no?

   Se desnudó completamente, siendo en todo momento consciente de la mirada de ____, que esperaba en la cama provocándolo de forma extraña, ya que no hacía nada en realidad. Seguramente estaba siendo un poco paranoico, o simplemente llevaba bastante tiempo sin follar y eso siempre puede alterar la percepción en un hombre.

— ¿Preparada? —preguntó tras enfundarse el condón a la primera e inclinarse sobre ella.

— ¿No pretenderás que nos limitemos a un misionero mediocre? —replicó ella a su vez poniendo una mano en su pecho para detenerlo.

   Niall entrecerró los ojos, joder, que no estaba para virguerías, su excitación se encontraba en un punto de no retorno, ya no quedaba margen para maniobras seductoras.

   Sabían a lo que iban.

—Túmbate, abre las piernas y déjame a mí estas cosas. No hables por adelantado sin tener los suficientes datos como para formarte una opinión medianamente razonable.

— ¿Tienes que ser siempre así de pedante? ¿Hasta en estos momentos?

—Oye, eres tú quien ha empezado poniendo pegas. —Por si acaso, aprovechando que ella estaba más concentrada en replicarle que en mantener su postura, se tumbó encima y separó sus piernas con su propia rodilla, quedándose en una posición muy ventajosa para sus planes más inmediatos—. ¿He dicho yo algo respecto a tus gustos a la hora de elegir condones?

   ____ quiso responderle como se merecía, por criticón y aguafiestas, pero él fue más rápido y la volvió a dejar fuera de combate verbal besándola como lo había hecho antes, de esa forma tan suya, y consiguiendo que olvidara sus diferencias, sus tonterías, y que simplemente pensara en lo que podía conseguir. Al fin y al cabo, si besando era así...

   Ella decidió darle el beneficio de la duda. No le apetecía otra decepción, pero mientras respondía a su beso, mientras se retorcía debajo de él, mientras se frotaba contra su cuerpo. Volvió a sentir todo ese calor interior, toda esa excitación, ese hormigueo que la hacía temblar de anticipación, que sólo le marcaba un camino a seguir.

   Estaba en la cama con una fiera, con una mujer sin complejos. Joder, por fin podía aparcar la moderación. Ya ni se acordaba de lo que era sentirse así, libre, sin tener que controlarse, sin frenar sus impulsos.

   Tanteó de nuevo su coño con la punta de su pene verde, impregnándose de sus fluidos. Ya sabía lo excitada y preparada que estaba, pero nunca está de más una última comprobación.

   Podía ser delicado pero, aun arriesgándose, algo le decía que ella prefería un buen empujón, una embestida profunda para encajar a la primera, dilatándola al máximo y como anticipo de lo bueno y breve que iba a ser aquel polvo.

   Ella contuvo el aliento al sentir cómo su cuerpo lo aceptaba, sin tanteos previos, sin aproximaciones, de una sola vez, con fuerza, sin titubear.

   Por supuesto, le encantó.

—Joder, ¿estás bien? —preguntó levantándose sobre sus brazos para mirarla.

— ¿Por qué no iba a estarlo? Muévete, ¿quieres? —Ella le palmeó el trasero e hizo una demostración arqueándose bajo él—. Si no, esto no tiene gracia.

—Faltaría más.

   Además de ser una fiera, era graciosilla, la jodida. El azote en el culo, lejos de molestarlo, le proporcionó combustible extra, además de una información de primer orden, en caso de repetir, claro está.

   El movimiento se demuestra andando y Niall se olvidó de casi todo para funcionar a pleno rendimiento, entrando y saliendo, disfrutando, no sólo de la estimulación física, que era increíble, sino también del incentivo que supone ver a una mujer gozar sin cortapisas, saber que vas por buen camino.

   ____ no podía creérselo. Normalmente, ésa era la postura habitual de los sábados por la noche con Juanjo; postura, que, por otro lado, nunca resultaba satisfactoria. La penetración por sí sola no le bastaba para alcanzar el orgasmo, pero, por difícil que resultara de explicar, Niall estaba haciendo algo increíblemente efectivo, creando la fricción necesaria al penetrarla.

   Y no sólo eso. La besaba continuamente, en cada trozo de su piel que pudiera alcanzar con sus labios sin salirse del cuerpo. Emitía unos sonidos, a veces gruñidos, muy sexies; sudaba como un pollo en un horno, al igual que ella, y a veces cruzaba su mirada con ella, dejándola totalmente desconcertada.

   Ese hombre tenía dos caras.

   Niall estaba llegando a la meta, lo sentía, era cuestión de segundos. Ella estaba haciendo algo jodidamente perverso con sus músculos vaginales que lo exprimían sin dar tregua. Tenía que conseguir que se corriera ya.

—Estás a punto, lo noto —jadeó. No se le ocurrió nada diferente, pero a veces los tópicos pueden resultar efectivos, incluso aunque sean frases de peli porno de tercera categoría—. Noto cómo me aprietas la polla, lo deliciosamente estrecha que estás.

   Ella, que en otras circunstancias se hubiera reído ante tales tonterías, no pudo por menos que asentir. Ciertas cosas dichas en el momento preciso podían ser de lo más estimulantes.

—Lo sé —gimió—. Lo sé.

   Pese a estar follando con Niall no dejaba de comparar sus pasadas experiencias con su ex. Total, nadie iba a darse cuenta y, en caso de hacerlo, le importaba un pimiento. Con él no abría la boca, siempre decía que se desconcentraba. ¿Cómo narices iba a saber lo que ocurría si ella no se lo decía?

   Niall cambió de postura, sosteniéndose sobre sus brazos. Aparte de ser más agotador, no le permitía la libertad de maniobra que precisaba.

   Se incorporó sobre sus rodillas, dejándola a ella tumbada, así podía tocar donde considerase oportuno.

   Dado su estado sólo podía ser uno.

   Así que, sin dejar de penetrarla, buscó su clítoris con el pulgar y presionó.

—Es increíble —murmuró él sin dejar de mirar la única parte de su cuerpo verde entrando y saliendo de ella.

   Ella arqueó las caderas para no perder ni un milímetro de contacto, que no se escapara ni una sola caricia, que no se desperdiciara ni la más mínima fricción.

— ¿El qué?

—Ver cómo desaparece mi polla para después aparecer brillante y...

— ¿Verde? —añadió ella bromeando.

—Concéntrate —exigió él.

—De acuerdo —aceptó suspirando y para dar más credibilidad a sus palabras echó las manos hacia atrás, se agarró al cabecero y clavó los talones en la cama, impulsándose hacia arriba, sorprendiéndolo agradablemente.

— ¡La hostia puta! ¡Qué bueno! —gruñó saliendo al encuentro de cada uno de sus movimientos.

—No... No...

—No ¿qué? ¿Que no te toque aquí? —Con el dedo índice recorrió la línea invisible desde el ombligo, pasando por su vello púbico hasta detenerse en sus hinchados y sensibles labios vaginales y buscar su clítoris, tan necesitado de atención.

—No digas palabrotas —lo contradijo ____.

—Pues te aguantas. ¿Sabes por qué? —Ella negó con la cabeza sin perder el ritmo que estaba llevándolos a algo realmente bueno—. Porque te pone cachonda. No lo niegues. Cada vez que te la meto así, con fuerza. —Llevó la teoría a la práctica—. Y si añado algo como: tienes un coño de lo más apetecible.... —Ella cerró los ojos, estaba a un paso—... Gimes con más fuerza. Te gusta que te follen de forma gráfica y explícita, ¿me equivoco?

   Maldito sabelotodo.

—No me conoces. —Hizo una pausa para inspirar profundamente—. Así que limítate a hacer tu trabajo y no me distraigas.

   Él sonrió de medio lado, estaba cantado que una mujer así no se conformaría con un polvo simple, exigía más. Y él estaba encantado, no le importaba que sus compañeras de cama fueran exigentes. Es más, lo agradecía. Otra cosa muy distinta era encontrar una de tal calibre.

   Y como la suerte le había sonreído de forma totalmente inesperada, no quiso arruinar el momento increíble que estaba viviendo.

   ____ se mordió el labio, apretó las piernas alrededor de sus caderas al sentir la primera descarga, la primera explosión. Él debió de percatarse porque frotó su clítoris sin piedad consiguiendo que un orgasmo decente se convirtiera en uno sobresaliente.

   Se soltó del cabecero y aflojó sus piernas. Cinco segundos después sintió cómo él clavaba las manos en sus caderas, al tiempo que emitía un sonido ronco y bajo.

   Lo observó con los ojos entrecerrados. Cómo dejaba caer la cabeza hacia atrás, maldita sea, era una imagen de lo más erótica, iba a quedarse grabada en su memoria y no quería que fuera así.

   Ya puestos, no quería reconocer lo que acababa de pasar, ya que suponía aceptar que cierto pedante era jodidamente bueno en la cama y que entendía sus necesidades sin tener que hacerle un gráfico.

   Esto no podía quedar así.

—Apaga la luz cuando salgas —espetó, girándose de lado para no verlo y fingir que tenía sueño.
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 9:55 am




MARATON (5/6)



 Capitulo Quince
 

   Puede que fuera domingo y que, en un día así, una tenga la oportunidad de dormir hasta tarde, pero el despertador interno no se detiene. Se sentía algo cansada, pero no de esa forma tan agotadora; muy al contrario, era un cansancio agradable, porque sabía el motivo. Y extrañamente, deseaba más.

   Estiró las piernas y escuchó un pequeño quejido. Era evidente que el colchón estaba en las últimas. Ya lo sabía, en cuanto ahorrara un poco, compraría uno de esos viscoelásticos.

   Repitió sus movimientos, ahora moviendo también los brazos, y de nuevo ese quejido. Sólo que un colchón, por muy viejo que estuviera, no emitía tales sonidos.

   Su mano tanteó a un lado y se impuso la realidad.

— ¿Qué haces tú aquí? —le preguntó casi chillando, totalmente molesta. Se supone que había abandonado la habitación... y allí estaba, tumbado boca arriba, con una mano sobre el regazo y la otra agarrando la almohada—. ¿Qué coño haces aquí? —repitió ella tapándose con la sábana arrugada, en un tardío arranque de pudor.

—Dormir no, desde luego —gruñó él y se dio la vuelta.

— ¡Eh! —No sabía si estaba más molesta por haber compartido cama o porque la obviaba. Por si acaso, lo empujó de un modo más bien poco considerado.

—Joder, ¿qué quieres? —Se aferró a la almohada y se tapó con ella.

—Que te largues de aquí —espetó bruscamente. No iba a permitirle quedarse ni un segundo más. Ahora que había probado eso de los rollos de una noche, no iba a compartir cama con nadie, se duerme mejor sola.

— ¿Estás loca? —Él seguía sin levantarse.

—Ésta es mi cama, mi habitación, mi sábana... —Tiró de ella con furia para destaparlo—. Así que te largas.

—Pero ¿a ti qué mosca te ha picado? —preguntó, resignado a perder la oportunidad de dormir hasta tarde. Se incorporó y la miró. Sí que estaba enfadada, sí. Pero le traía sin cuidado—. Oye, después de exprimirme como lo hiciste anoche lo mínimo que podrías hacer es dejarme dormir tranquilo y, si te aburres, baja a la cocina y hazme un desayuno decente, ¿vale?

— ¡Será posible! —Se ajustó aún mejor la sábana bajo las axilas—. Ni harta de vino voy a prepararte ni una maldita taza de café, ¿vaaaaale?

   Él se pasó una mano por el pelo. Joder, puede que lo de la noche anterior fuera increíble pero empezaba a dudar muy seriamente si compensaba el inexplicable arrebato mañanero tocapelotas de ____.

   Ella, por su parte, no sabía qué más decirle para echarlo. Se sentía fuera de lugar al verlo allí, tan provocadoramente desnudo. La culpa era suya por quitarle la sábana. Así que buscó munición para pincharlo.

—Y otra cosita, guapo, yo no exprimo a nadie.

—Ah, ¿no? —replicó él dejando a un lado su cabreo. ____ lo miraba altivamente pero sospechaba que estaba ocultando algo. Démosle cuerda para que se ahorque ella sola, pensó con malicia—. Follar cinco veces, según tú, es lo más normal del mundo, por lo que veo.

   Ella parpadeó, vaya, sí que se acordaba. No debía sonrojarse, se suponía que ella era una mujer experimentada, acostumbrada a lidiar con hombres problemáticos el día después, ¿no?

—No fue para tanto, ¡por favor! Ahora los hombres sois de mantequilla —dijo ella con desdén disimulando su creciente excitación. Al menos se podría tapar un poco, ¿no? «Eres una femme fatale, acostúmbrate», se recordó.

—Perdona, bonita, puede que tú te dediques a follar todas las noches de esta forma, pero no es lo normal.

   Pues claro que no, ella bien lo sabía. Aunque jamás lo admitiría.

—Si tuvimos que hacerlo cinco veces fue por tu culpa.

— ¡¿Cómo?!

—Pues sí, lo que oyes.

   Niall parpadeó, algo se le estaba escapando.

—Argumenta esa afirmación, si eres tan amable. —No iba a desayunar, eso estaba claro, pero se moría de ganas por escuchar esa explicación. Si de algo podía presumir es de saber escuchar las historias que la gente cuenta con tal de justificarse y de ser un experto en analizar el lenguaje corporal.

—No hiciste las cosas bien.

— ¿Que no hice bien las cosas? —Casi se atraganta al aguantarse la risa. Oh, sí, iba a ser tremendamente divertido.

—El primero fue...

—Jodidamente bueno —él concluyó la frase, poniéndose de lado en la cama para no perderse detalle. En una postura relajada.

—Breve —lo contradijo y añadió con regocijo—: Muy breve. Ya sabes... —Se encogió de hombros como si estuviera acostumbrada a esa rutina—. Las prisas, aquí te pillo, aquí te mato... Ibas bien, no lo niego. —Una de cal y otra de arena, por chulo—. Pero yo me quedé a las puertas.

—Ya veo —murmuró, conteniendo las ganas de un comentario mordaz.

—Así que era casi una obligación que, tras recuperarte, volviéramos a intentarlo. —Se examinó las uñas, manteniendo su pose de indiferencia.

— ¿Y? —Hizo un gesto animándola a seguir con su estrafalaria explicación.

—Pues que tampoco hubo suerte.

   Hizo una mueca y él supo inmediatamente que le estaba tomando el pelo. Pero aún faltaban tres polvos más y por nada del mundo quería perderse tan interesante descripción.

—No sé qué decir.

—Por eso nos pusimos otra vez a ello. Yo pensé que no ibas a poder, ya me entiendes, tienes una edad.

   Él se limitó a arquear una ceja ante la crítica, para nada constructiva, sobre sus habilidades sexuales y sobre su capacidad para satisfacerla, amén de su supuesta edad.

—Así que... —continuó ella—, repetimos. Y como se dice en estos casos, a la tercera va la vencida.

—Sinceramente, me alegro —dijo con sarcasmo.

—Y yo. Es frustrante estar ahí sudando, jadeando para nada, ¿no crees?

—Desde luego. Pero... ¿cuál fue el factor determinante? Es decir, ¿por qué esa vez sí y las dos anteriores no? —demandó él, en tono prosaico.

—Hum... pues supongo que estaba muy excitada y quizá otra decepción... pues como que no —respondió ella en el mismo tono, como si analizaran los índices bursátiles.

—De acuerdo, entonces, ¿puedes explicarme qué nos llevó al cuarto? —

   Utilizando el tono habitual de un interrogatorio podía controlar mejor sus ganas de reírse. A la par que le daba a toda esa historia tan surrealista un matiz de seriedad.

—Por igualar un poco el marcador, ¿no te parece? Es injusto que yo, esforzándome al máximo, salga en desventaja. Además tu capacidad de recarga va disminuyendo, por lo que se alarga el proceso. Las mujeres no somos coches de carreras, ¿sabes? No pasamos de cero a cien en tres segundos: somos grandes berlinas, cogemos la misma velocidad pero tardamos un poco más.

—Una original comparación —murmuró él y, como las cosas se estaban poniendo interesantes, a pesar del tono con el que ambos impregnaban sus palabras, echó un vistazo a la mesilla de noche y comprobó que quedaba un último condón. También quedaba una última apreciación sobre sus técnicas amatorias—. De acuerdo, estábamos igualando el marcador, tú estás satisfecha... Sin embargo te animas y nos metemos de lleno en el quinto, ¿por alguna razón en particular?

—Lo reconozco. —Sonrió de forma traviesa y él sufrió una repentina revolución interna—. Fue por vicio.

— ¿Perdón?

—No te hagas el tonto. Podíamos haberlo dejado ahí, pero ya que estábamos... pues como que nos perdió el ansia. Ya sabes, es como comer pipas y rascar, todo es empezar.

—Pero... ¿te corriste? Lo pregunto más que nada por amor propio, ya me entiendes. —Llegado el caso como que le importaba ya más bien poco. ____ estaba siendo un soplo de aire fresco, un entretenimiento agradable, no sólo por el sexo, sino por la conversación, imposible de analizar, pues era surrealista de principio a fin.

—Pues sí —admitió.

   Y a él le encantó la forma de sus labios, la forma en la que intentaba cubrirse y no dejaba de pensar en cómo, utilizando los menos movimientos posibles, tumbarla, desnudarla, abrirle las piernas, ponerse el condón y darle un poco de acción a aquella mañana tan extraña.

—Me alegro.

   Como es mejor pedir perdón que pedir permiso, sin darle tiempo a reaccionar hizo lo que tiene que hacer un hombre a primera hora de la mañana de un domingo cualquiera con una provocadora a su lado. Se acercó ladinamente hacia ella y tiró de la maldita sábana para encontrarse con un cuerpo desnudo que, si bien no era la primera vez que lo veía, sí era la primera ocasión que lo contemplaba con luz natural, para después inmovilizarla bajo su peso y, sin perder la posición, estirarse para coger el último preservativo disponible.

   Como la noche anterior se había enfundado en varios colores ahora hasta se mostraba interesado en saber qué le depararía el destino de los profilácticos.

—Fresa... mi favorito.

—Aparta, ni se te ocurra intentarlo, ¿me oyes? No vamos a hacerlo de nuevo. ¡Ni hablar! Quítate de encima.

—Después de tu... interesante explicación, me siento en deuda contigo, no sé, no puedo dejarte así, sabiendo que estás en desventaja. —De vez en cuando utilizar un tono falsamente comprensivo tenía sus ventajas.

—Tienes una edad, no cometas excesos. El centro de salud abierto más próximo está a más de media hora.

—Muy graciosa y muy amable por preocuparte, pero, a pesar de mi edad, puedo follarte sin problemas. Y eso a pesar de que, si hubiera dormido razonablemente bien, estaría en mejor forma. Te mueves, das patadas y roncas.

— ¿Yo? —Se señaló incrédula ante sus acusaciones—. ¡Gilipollas! Si no has dormido bien a mí no me eches la culpa, haberte ido a tu habitación.

—Dejando a un lado que la cama, en general, y el colchón, en particular, son una mierda, contigo, que te mueves como si te estuvieras peleando con alguien y das patadas —insistió él—, es imposible pegar ojo. Además, ¿cómo iba a saber yo que de vez en cuando ibas a despertarme para montarme como una amazona? — bromeó, aunque lo cierto es que no le había disgustado para nada.

—Eso fue en el tercero y gracias a eso no me quedé otra vez a medias. —Se defendió ella—. Y si no querías, ¡haberlo dicho!

—No me estoy quejando, sólo exponiendo los hechos. Y ahora, dejémonos de cháchara.

   No sin cierta dificultad, pues ella hizo todo lo posible para desanimarlo, se puso el condón y, para que no le criticara también la postura elegida, se tumbó sobre ella, le separó las piernas y cuando acarició sus labios vaginales antes de penetrarla comprobó satisfecho que estaba húmeda.

   Por supuesto, para evitar más demoras, se guardó el ácido comentario sobre si quería o no, y se entretuvo un par de minutos antes de entrar en ella.

 
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 10:04 am




MARATON (6/6)





 Capitulo Dieciséis

 

   A pesar de la evidencia, ella dificultaba todo el proceso moviéndose y apartándose, y a él no le quedó más remedio que dejarse de tonterías. Se subió encima; puede que repitiera repertorio, pero se aseguraba el éxito.

—Eres un petardo —jadeó ella.

—Pero por lo visto eso también te pone, ¿me equivoco?

   Para no perder más el tiempo la penetró y cerró los ojos ante las sensaciones que lo invadieron. Resultaba cuando menos curioso experimentar tales sensaciones. Al fin y al cabo, estaba en la cama con el tipo de mujer que jamás le había atraído, pero... ¡sorpresas te da la vida! Aunque en el día a día fueran lo más opuesto que dos personas pueden ser, en las distancias cortas parecía que sus diferencias marcaban el punto exacto de excitación.

   Puede que ____ no fuera la pareja ideal para acompañarlo a una elegante cena de negocios o a algún acto público, pero para disfrutar entre las sábanas no tenía rival.

   Ella, a pesar de su negativa inicial, se fue amoldando y sincronizando con los movimientos de él. Podía gritar que no quería, pero sólo sería la farsante más grande de la historia.

   Maldita sea, tiene que ser él. Era el pensamiento que no abandonaba su cabeza.

   Toda la cháchara de hacía unos minutos para intentar minar su insufrible autosuficiencia no había sido más que un pobre escudo. Quería ocultar su debilidad, o, mejor dicho, la debilidad de su cuerpo.

—Deja de arrugar el morro y disfruta —dijo él entre empuje y empuje, sacándola de sus divagaciones.

—Yo no arrugo nada y, ya que lo mencionas, no sé para qué te arriesgas en repetir postura cuando sabes perfectamente que estás abocado al fracaso.

—En todo caso quien fracasa eres tú —replicó él sin dejar de moverse—. Si no te concentras yo no puedo hacer nada.

—Pues... yo... no... estoy... tan... segura... de... eso...

—Concéntrate de una puta... vez... —gruñó —. Luego no me vengas con tonterías.

—Dejar a una mujer insatisfecha no es una tontería, te pongas como te pongas.

—Quizá estaba pagando con él toda su frustración sexual acumulada, pero él se mostraba tan arrogante que no tenía otra alternativa, amén de seguir disgustada consigo misma.

—Yo no he dejado a ninguna insatisfecha en toda mi vida —se defendió.

—Eso dicen todos —le contestó con toda la razón del mundo.

   Él, molesto por la dirección que estaba tomando aquella absurda conversación, lo más antierótico del mundo, se detuvo unos instantes y, apoyándose en los brazos, la miró intensamente antes de decir:

—Oye, no sé con cuántos tipos has follado, pero desde luego si vas menospreciando sus capacidades no me extraña que te dejen plantada e insatisfecha. —Era lo que no tenía que decir si quería echar un simple polvo.

—Por esa misma razón sé de lo que hablo. —En su caso no era la experiencia con múltiples sujetos sino las múltiples malas experiencias con un único sujeto.

   Por cómo había respondido, él no dudó de sus palabras. Estaba claro que había topado con los más ineptos y torpes, pero, joder, ¿tenía acaso él la culpa?

— ¿Por qué te paras? Luego me va a costar un triunfo ponerme de nuevo.

—Hagamos un trato.

—Ni loca.

   Él puso los ojos en blanco, qué mujer más complicada. Pero, oye, estaban en medio de un revolcón que podía ser interesante, intenso y satisfactorio para ambos, así que bien podía hacer un último intento por salirse con la suya.

—Tú te estás callada digamos... durante los próximos quince minutos...

—Ya sabía yo que no ibas a durar mucho más.

   Niall pasó por alto el insidioso comentario destinado, obviamente, a minar su autoestima.

—... Y a cambio te garantizo un buen orgasmo.

   Ella resopló.

—En esta postura... no sé yo.

—Cierra los ojos, concéntrate y déjame a mí, ¿de acuerdo?

— ¿Sin hablar?

—Como única opción te dejo que me digas cosas como «Más, oh sí, eres un machote y vas a acabar conmigo».

   Ella se echó a reír contagiándolo.

—Hum, si además incluyes «Eres un semental», trato hecho —le sugirió con sarcasmo.

—Joder, por supuesto, ésa me gusta. ¿Empezamos? —preguntó ofreciéndole la mano, gesto bastante difícil de ejecutar dada su postura, pero, ya puestos... con ella nada salía como preveía.

   Ella podía hacer trampas y él esforzarse hasta la extenuación.

   Ella podía elaborar mentalmente la lista de la compra y él arriesgarse a morir deshidratado.

   Pero... ¿para qué? ¿Para demostrar que ella tenía razón? Y, en caso afirmativo... ¿qué ganaba con ello?

   Pues poco o nada, ya que, al fin y al cabo, ese abogado presuntuoso, al parecer, sabía proporcionarle orgasmos sin leer el manual de instrucciones o sin tener el mapa del tesoro como referencia.

—Hum, vale, pero si no lo consigues... lavas los platos durante una semana.

—Eso no es justo, pero vale. —Y al ver la cara de ella de «Te tengo pillado por los huevos», Niall añadió—: Si haces trampas lo sabré, así que descarta la idea.

— ¿Cómo?

   Él no respondió con palabras sino con un pequeño empujoncito advirtiéndole de que estaban en medio de un encuentro sexual y que la cháchara, exceptuando lo pactado, no tenía cabida.

   Ella se percató de que, a pesar de haberle saboteado a base de bien, aún estaba erecto y su polla pedía acción.

   Muy curioso. Aun arriesgándose a romper el trato le preguntó:

—Tengo una duda. —Él entrecerró los ojos avisándola de que su paciencia tenía un límite—. Y con esto acabo, palabra.

—Dispara.

— ¿Te metes algo para permanecer así? —preguntó moviéndose—. Algo para... ya sabes.

— ¿Estar empalmado a pesar de tu empeño en joderme el polvo mañanero?

—Sí.

   Niall tardó un poco en contestar. La cabrona seguía jugando sucio, pero tenía razón. En otras circunstancias no hubiese aguantado tanto, y menos aún después del desfogue nocturno, ni tampoco estaría dispuesto a seguir, su polla le hubiese abandonado hacía tiempo y lo habría dejado solo ante el peligro.

   Interesante cuestión, pero para más tarde.

—No, no me meto nada, además aquí el que mete soy yo —afirmó con rotundidad y tardó bien poco en perder su fingida seriedad al ver las risas de ella—. ¿Más preguntas?

—No. —Puso cara de concentración—. Puedes proceder.

   Y procedió a ello.

   Para castigarla, empezó de forma perezosa, entrando y saliendo lentamente, creando una cierta fricción, aunque insuficiente, rozándola, pero como un susurro; hay que prestar toda la atención si quieres enterarte.

   ____ se percató inmediatamente de su juego, iba a dárselo, pero en pequeñas dosis, para ir creando la adicción hasta que fuera ella misma quien pidiera a gritos más. Y como esa palabra entraba dentro del catálogo de las autorizadas, no tendría reparos en utilizarla en caso de ser necesario.

   Lo que sí seguía inquietándola era la reacción de su cuerpo. Nadie mejor que una misma para conocerse, así que, cómo explicar que Niall, en una postura tan poco adecuada y con unos movimientos tan lentos y casi descuidados, estuviera consiguiendo que ella reaccionara positivamente. Le había visto la polla, nada para llevarse las manos a la cabeza ni para cerrar las piernas, una cosa de lo más estándar. Y sin embargo sabía muy bien cómo conducirla a ese estado de no retorno y conseguir que pidiera más.

   La opción de verlo con las manos en el fregadero durante toda la semana se fue desvaneciendo a medida que él dosificaba sus impulsos, pasando de acometidas suaves a otras mucho más profundas, friccionando y estimulando todas sus terminaciones nerviosas internas.

   Y sus manos...

   ¡Qué hombre! No era de esos que se conforman con tocarte un poco para arrancar, sino que no dejaba de acariciarla, en el cuello, con lentas pero certeras caricias, en sus pezones... Primero con las yemas de sus dedos, preparándolos para algo más intenso, pequeños tirones que la encendían tanto o más que las penetraciones.

   Y su boca...

   Ésa era otra baza muy bien aprovechada. Podría tildarlo de besucón, de acuerdo, pero había que reconocérselo, sabía dónde posar sus labios y en qué momento. Su cuello parecía el lugar preferido.

   No podía permanecer por más tiempo pasiva. ¿Qué iba a pensar de ella?

   Bajó la mano por su espalda hasta llegar a su trasero, él se sobresaltó un instante, pero no la apartó, clavó sus dedos, hum, firme, muy firme. Después quiso aventurarse un poco más, y movió sus curiosos dedos hasta la separación de sus nalgas.

   Recordaba haber leído en algún sitio que los hombres eran muy sensibles en esa parte, aunque pocos se atrevían a reconocerlo o a explorarlo. Ella iba a salir de dudas en medio minuto.

— ¿Qué haces? —preguntó él en medio de un gruñido. Nadie le había tocado allí. Y quería que siguiera siendo así.

—Participar —murmuró ella.

—Pues participa en otro sitio... ¡Oh, joder...! —Su queja inicial perdió fuelle cuando ella presionó delicadamente su ano.

— ¿Decías?

   Niall, reconoció que no estaba preparado para admitir tal intrusión, pero ¡la hostia!

   Era como un chute de adrenalina.

   Ella le sonrió, complacida principalmente por dos motivos: había comprobado su teoría, él se había dejado y encima recibía los beneficios colaterales, ya que, a partir de aquel momento, él cogió más brío, más fuelle, perdiendo definitivamente la apuesta.

   Y ella preocupada...
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 10:41 am

MARATON (6/5) BONUS :D




  
Capitulo Diecisiete
 
   Niall cayó como un peso muerto, aplastándola y jadeando junto a su oreja. El hombre se había esforzado de lo lindo, eso estaba claro. Así que, dejando a un lado que pedirle que se apartara era una grosería, tampoco le importaba el hecho de sentirlo encima.

   Ambos, empapados en sudor, estaban demasiado impactados por cómo transcurrían las cosas como para ponerse a hablar. Decir en voz alta lo que ninguno quería admitir: demasiado bueno e intenso para ser verdad era comprometerse.

   Al final fue él quien se movió. Le hubiera gustado quedarse más tiempo en aquella postura, pero la seguridad manda y no podía arriesgarse a que se escapara nada del condón así que se deshizo de él y lo dejó junto con las demás pruebas fehacientes de lo ocurrido la noche anterior.

   Si unas horas antes alguien le hubiera mencionado que iba a tener un maratón sexual de esa índole se hubiera muerto de la risa. Joder, ya ni se acordaba de lo que era follar así.

   La miró de reojo. Ahora vendrían las mentiras, en forma de críticas, pero le daba exactamente igual. Más que nada porque nadie consigue falsificar un orgasmo de forma tan realista. Aunque seguía preocupado por la intrusión de un dedo donde nadie lo había tocado antes. No sabía si sentirse molesto por su atrevimiento, aunque, en realidad, lo más sorprendente del caso había sido su reacción, otra sorpresa más para su lista. Desde luego confirmaba que ____ tenía un buen bagaje a sus espaldas.

   La puerta se abrió sin darles tiempo a nada.

— ¿Se puede saber qué ha pasado para que dejes toda la ropa tirada en...? —La voz de Julia se desvaneció, abrió los ojos como platos y se aferró a la manilla de la puerta como si quisiera tener un punto de apoyo para no caerse redonda ante lo que estaba viendo.

   Pillados in fraganti, cada uno intentó salvar la situación como pudo, sin preocuparse por el otro.

   Niall agarró rápidamente una almohada, se sentó y se cubrió con ella.

   ____, por su parte, saltó de la cama y consiguió taparse de mala manera con la sábana.

   Ambos miraron a la inesperada visita, que sostenía en su mano la ropa que ambos habían dejado esparcida en la escalera en su afán mutuo por desnudarse y llegar al dormitorio.

— ¡¿Cómo has podido?! —estalló Julia mirando a su tía.

—Cariño... verás...

— ¡Con este... gilipollas! —Señaló al interfecto sin mirarlo.

— ¡Oye!

—Yo no... quería... bueno... esto...

— ¡No me lo puedo creer! —La rabia de la adolescente iba en aumento a la par que su voz—. ¡¿Tienes al mejor hombre posible a tus pies y vas y te acuestas con este... idiota?!

—Un momento... —El idiota intentó meter baza.

—Julia, es complicado, a veces... ocurren cosas que...

—Podría entender que hubieras buscado otro, pero este... este...

—Cuidado con lo que vas a llamarme.

—... Estirado de mierda. —Eso era diplomacia, sí señor—. Es algo incomprensible. ¡Por favor!

—Ya vale.

—Tú, arrogante de mierda, cállate —le espetó a su hermano y miró de nuevo a su tía—. Habíamos quedado en que era un presumido, un relamido, un chulo... ¿Cómo has acabado cayendo tan bajo?

—Se acabó. —A pesar de su desnudez se puso en pie, eso sí, tapado convenientemente con la almohada, dejando la visión de su culo a ____. Estaba seguro de que en esos instantes no prestaba atención a esa parte de su cuerpo ni a ninguna otra—. Ahora mismo vas a cerrar esa jodida puerta, la cual, por cierto, podrías haberte molestado en golpear antes de entrar. Claro que es evidente que tu educación hace aguas por todos los lados —dijo Niall serio.

— ¡Imbécil! —le gritó su hermana, colérica.

—Lo que tú digas —respondió con marcada indiferencia—. Vas a dejar que tu tía y yo nos vistamos y después puedes decir todas las estupideces del mundo que quieras, pero a mí me dejas al margen, ¿de acuerdo?

— ¡Cretino! ¡Amargapepinos!

—Julia, por favor... —intervino ____.

— ¡Como quieras! —Arrojó con rabia la ropa intentando dar en la cara de su hermano, pero su ofuscación era tal que no acertó. Después cerró de un portazo, haciendo vibrar el marco.

— ¡Todo es culpa tuya! —le recriminó ____ inmediatamente, mientras se agachaba a recoger su ropa y vestirse para salir pitando de allí.

— ¿Cuántos años tienes? Joder, que somos adultos. Por mucho que insistas, ni pienso sentirme culpable ni mucho menos pienso aguantar los insultos de una niñata maleducada y malhablada.

—Mira quién fue a hablar —murmuró sin mirarlo, vistiéndose a toda prisa.

   Niall, también hacía lo propio, pero se negaba a dejar pasar ese desagradable asunto por alto.

—Y vas lista si piensas que voy a pedirle perdón o algo semejante. —Con su camisa en la mano abrió la puerta y añadió—: Voy a darme una ducha, espero que al menos una de las dos tenga la decencia de hacer café —dicho lo cual cerró tranquilamente.

   ____ se apresuró y bajó a la cocina, donde su sobrina daba vueltas a un vaso de leche con cacao de forma ruidosa.

   Nada más entrar, Julia volvió a la carga.

—Dime que habías bebido, o que te engañó, o que te drogó...

—Cálmate, por favor. —Se sirvió una taza de café sin molestarse en comprobar si quedaba suficiente para ese majadero. Tras dar el primer sorbo continuó—: No hagas un drama de todo esto. Ha pasado y punto.

— ¿Cómo puedes decirme eso? Estamos hablando de mi hermano, el hombre más desagradable del mundo, al que habíamos acordado hacer el vacío, el que pretende dejarnos en la calle...

—Escucha, hay veces que ocurren las cosas sin explicación.

—No me vengas con ésas. He visto cómo muchos del pueblo te invitaban a salir y siempre les decías que no. He visto cómo Juanjo intentaba arreglar las cosas contigo... ¡Cuando se entere! ¡Ay, Dios mío, ahora ya no querrá volver contigo!

   ____ sopesó esa idea, algo positivo de todo ese lío. Pero no podía compartirlo con su sobrina, jamás lo entendería, así que intentó suavizar la situación.

—Yo soy la que no quiero volver con él.

— ¿Por qué? Él te quiere, me lo ha dicho.

   Maldito Juanjo, sobornando a su sobrina para congraciarse. ¡Otro gilipollas!

—Ésa no es la cuestión. Él y yo... bueno... no nos sentimos bien juntos, cada uno quiere cosas diferentes.

—Ya veo. Y tú has decidido liarte con uno muy distinto, ¿no? Con el más presuntuoso, el más estúpido y el más insoportable. ¡No lo entiendo, de verdad que no!

—Yo tampoco —dijo en voz baja—. Olvidemos este desagradable asunto, por favor.

— ¿Cómo voy a olvidarlo? Llego a casa un domingo por la mañana y me tropiezo con tu ropa tirada en la escalera, lo cual es muy extraño, y cuando llego a tu habitación... ¡Vaya panorama que me encuentro! Los dos desnudos. Y no soy tan tonta para no saber qué ha pasado. No lo entiendo, de verdad que no. Se supone que para hacer «eso» tienes que estar enamorada— aseveró Julia.

   ____ sonrió ante la ingenuidad de la chica. Ahora no era el momento de desmontar sus teorías románticas, seguramente la vida, dentro de no mucho, se encargaría de ello.

—No siempre, a veces...

— ¿Queda café? —interrumpió Niall.

   El destinatario de tales calificativos entró en la cocina, recién duchado, fresco como una lechuga y sin rastro de arrepentimiento, cosa que en la cara de ____ se reflejaba perfectamente.

—No —respondió su hermana—. Creo recordar haberte dicho que ningún pobre necesita criado.

—No me toques los cojones, bonita. Todavía puedo ejercer mi papel como tutor legal y mandarte interna a un colegio para que te enseñen a ampliar tu singular vocabulario y te metan en vereda.

—¡¡Eres un cabronazo!! —le respondió su hermana a gritos.

—Tú sigue así y verás —replicó él, indiferente. Se dispuso a hacer café.

   En la cocina reinaba el silencio, la tensión en el ambiente se podía cortar con un cuchillo jamonero. Cada uno de los presentes estaba sumido en sus pensamientos.

   Julia miraba alternativamente a los dos, intentando comprender qué pudo pasar para que ambos acabaran juntos.

   ____ removía su café, nerviosa y sobre todo molesta por la actitud de él. Al menos podía mostrarse un poco más dialogante y no avasallar.

   Niall, pasando olímpicamente de ambas, se preparó su desayuno y se sentó a un lado de la mesa, cogió una revista y se dispuso a leerla.

   Julia no podía aguantar por más tiempo.

— ¿Qué pasa, que ese paquete de magdalenas lleva tu nombre? —De esa forma tan abrupta interpeló a su hermano. Buscaba guerra, evidentemente.

   Él, sin entrar al trapo, cogió la bolsa y se la pasó educadamente, consiguiendo con ello irritarla aún más.

—Métetelas donde te quepan —respondió rechazando su ofrecimiento.

—Esa actitud tan agresiva no te llevará a ningún lado —murmuró él pasando página como si nada—. A no ser que pretendas ser la más marimacho de tu pandilla.

—Gilipollas...

—Ya está bien —intervino ____—. Es tu hermana, lo menos que podrías hacer es mostrarte un poco más comprensivo y menos arrogante. Tiene derecho a estar enfadada.

   El interpelado la miró y dijo:

—En general, me importa un pimiento su opinión, así que no veo por qué iba a ser diferente en este caso. Además, viviendo contigo no debería sorprenderse. Lo extraño es que aún no haya aprendido a llamar a las puertas.

— ¡Serás cabrón! —Exclamó ____, levantándose para dejar su taza en el fregadero—. No tienes derecho a hablarme así, ¿me entiendes?

—Pues madura, querida, parece que seas tú la adolescente.

—Aquí el único infantil eres tú. No entiendo cómo he podido ser tan estúpida.

—Reconocer los fallos es un comienzo.

   Julia, que contemplaba el rifirrafe verbal de ambos, cada vez entendía menos lo sucedido. Su tía no era así, tan agresiva; normalmente era cariñosa, dialogante y pacífica. Por lo que llegar a comprender cómo habían acabado juntos resultaba cada vez más intrigante.

   Normalmente, cuando los adultos quieren estar juntos se lanzan miraditas, se dedican cumplidos... esos dos también lo hacían, pero se lanzaban miradas que matan y adjetivos de lo más destructivos.

   ____ le recriminaba su actitud déspota e insufrible, y él respondía con los supuestos problemas mentales de ella.

   Niall la acusaba de ser una mujer sin juicio propio y ella le replicaba con un « ¡Que te jodan!».

   Eso no era lo que se esperaba de dos adultos que supuestamente se atraían hasta el punto de dormir juntos. Pintaba extraño, raro, pero que muy raro.

   Cuando él iba por la acusación de «Mira a ver si te buscas un buen psicólogo» y ella estaba en «Te lo buscas tú, don presumido», decidió intervenir.

—Prometedme una cosa —dijo Julia interrumpiéndolos.

—No —respondió rápidamente él.

   Miró a su tía y decidió darle una oportunidad.

—Prometedme que no os vais a volver a acostar juntos.

—Por supuesto. Es una excelente idea —aceptó ____.

   Niall las miró a ambas, confirmando su teoría: esas dos estaban locas de atar.

   Terminó su desayuno, recogió su taza, que fregó educadamente, guardó las magdalenas de la discordia y las dejó allí plantadas.






Espero que les haya gustado el maraton :D
Mañana subire nuevamente, y gracias por leer
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por loa Miér 17 Jul 2013, 3:06 pm


OH MY God!!!!!!!
estos caps fueron .. ay nose como expresarme .... fuero geniales y me quedo corta:P   ..... amoo la nove
Maldito insensible..okno me pase ok ajajaj
sigelaaaa pliss 
sigela
bueno esto no tine que ver mucho con la nove pero mañnana viene un tipo para arreglarme la compu y nose si con un dia basta o se la tiene que llevar  por eso quiero que sepas que si me pasoo no se si pueda comentar o nose  sole sigela y pensa que yo comento porque denserio amo la nove 
sigelaa pliss 
Loa
loa
loa


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Miér 17 Jul 2013, 4:05 pm

loa escribió:
OH MY God!!!!!!!
estos caps fueron .. ay nose como expresarme .... fuero geniales y me quedo corta:P   ..... amoo la nove
Maldito insensible..okno me pase ok ajajaj
sigelaaaa pliss 
sigela
bueno esto no tine que ver mucho con la nove pero mañnana viene un tipo para arreglarme la compu y nose si con un dia basta o se la tiene que llevar  por eso quiero que sepas que si me pasoo no se si pueda comentar o nose  sole sigela y pensa que yo comento porque denserio amo la nove 
sigelaa pliss 
Loa


JAJAJA y esto no es nada, a medida que va avanzando se pone mucho mas calenchu (?, 
gracias de verdad por comentar, gracias por avisar :D subo capitulo y cuando aparezcas subo otro mas como regalo, queres?
besosssssss :D
pd: hace un monton habia empezado a leer tu novela, y el otro dia la vi de nuevo, y te queria preguntar por que no la seguiste, era muy buena de verdad 
pd2: no comentaba porque siempre entraba desde la otra compu y no tenia la contra del usuario jaja
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por tortugitastyles Miér 17 Jul 2013, 9:50 pm

ohHHH por dios se acostaron y los descubrieron que loco siguela
tortugitastyles
tortugitastyles


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por MeliHoran Jue 18 Jul 2013, 2:48 pm

 Capitulo Dieciocho
 

   Había sido un día bastante aburrido en el salón de belleza y ____ estaba mirando el reloj ansiosa por marcharse de una vez. Sólo estaban la dueña, Celia y ella. Y la verdad era que no le apetecía para nada ponerse al día en cuanto a cotilleos se refiere, más que nada porque ella era el centro de los mismos.

   Como no había clientas a las que atender, la dueña no iba a permitir que estuvieran ociosas, así que mataba el tiempo limpiando los cristales del escaparate y aguantaba como podía los comentarios sobre lo bien que le iban las cosas a su compañera de trabajo con Juanjo. Como era de esperar, Celia los soltaba de forma distraída, como si la cosa no fuera con ella, contándoselo a su jefa pero de tal forma que todas las allí presentes se enterasen perfectamente del asunto.

   La susodicha jefa tampoco entraba mucho en la conversación, un «Ajá», un «Claro que sí», para disimular que se aburría soberanamente.

   Divisó al hombre ideal a través del cristal, aparcando su... entrecerró los ojos, el muy idiota con complejo de inferioridad se había comprado coche nuevo.

   ¡Hombres!

   Tampoco es que en esa familia tuvieran problemas económicos, pero, seguramente, el cambio de vehículo respondía a la absurda idea de competir con cierto inglés en igualdad de condiciones. Ahora sólo le faltaba un vestuario nuevo porque el resto... era de difícil modificación.

— ¡Ay, Dios mío! —chilló Celia, a sus espaldas, al parecer extasiada.

   ____ le dio más brío a la bayeta e ignoró a ambos.

   Cuando Juanjo golpeó el vidrio para que le abriese, sólo pudo decir:

—Acabo de limpiarlos, por favor no dejes marcas.

   Él la miró molesto, esperaba otro recibimiento.

   Pues parecía que lo llevaba claro.

—Hoy he acabado antes de lo previsto en el ayuntamiento y he venido a buscarte —dijo él dirigiéndose a Celia, mientras intentaba ser el centro de atención girando las llaves del descapotable constantemente.

   ____ movió la escalera para limpiar la parte superior y Martina sonrió. Celia, por supuesto, se acercó encantada a su chico.

—Estupendo. ¿Podemos ir a cenar fuera? —ronroneó.

   Incluso Juanjo sintió vergüenza ajena por tan exagerado comportamiento.

—Vete si quieres —intervino Martina.

—Genial. Me cambio en un minuto. —Celia desapareció en la trastienda.

   ____ dudaba que cumpliera su promesa, ponerse todo el maquillaje que siempre lucía requería mucho más tiempo.

—Bonito coche —dijo Martina. Más que nada para que aquello no pareciera un velatorio—. ¿A ti qué te parece, ____?

   La aludida se encogió de hombros.

—Si quieres podemos ir a probarlo —sugirió Juanjo—. Mientras te llevo a casa.

—No, gracias —«Éste es del género tonto o muy tonto.»

   El silencio se instaló de tal forma que todos se sentían bastante fuera de juego.

   Cada uno intentando disimular su incomodidad y esperando que Celia no tardase más de la cuenta en pintarse la cara para volver a respirar.

   Martina se disculpó diciéndoles que se iba a tomar un café.

   Genial. Simplemente genial.

   Ya no quedaban cristales por limpiar, pero quizá podría entretenerse con las estanterías, entre quitar todos los utensilios y volverlos a poner se pasaba un buen rato y así evitaba tener que hablar con Juanjo.

   Resultaba realmente muy extraño no saber qué decir al hombre con el que has estado saliendo durante casi cinco años. Y muy deprimente. Ella quería al menos llevarse bien, aunque la frase «como amigos» fuera ridícula.

—____... yo... bueno me gustaría hablar contigo, hay cosas que...

—Ahórratelas, por favor. Ya sabes quién nos escucha. Luego te pondrá la cabeza como un bombo y mañana tendré que aguantarla yo.

—Estás imposible. Y todo es por culpa de él.

— ¿De quién?

—Del jodido inglés. Estábamos a punto de arreglar las cosas y de repente te muestras mucho más reacia.

   «Pero qué iluso es este hombre, por Dios.»

—Mira, me parece absurdo que insistas. Sal con tu nueva novia, si te sirve de algo tenéis mi aprobación.

— ¿Ves? A eso me refiero. ¿Cómo es posible que digas algo así? ¡Otra cualquiera estaría subiéndose por las paredes!

—Conmigo has tenido suerte. —Le dedicó una sonrisa comprensiva—. Y deja de molestar. —Lo apartó para acceder a los estantes del fondo.

—Si fuera al revés, si hubiera dejado a Celia por ti, ella estaría sacándote los ojos.

—Yo no soy como ella —murmuró. Pero qué cretino, ¿qué esperaba? ¿Una lucha en el barro entre las dos y él como premio?

—No te conozco, ____, de verdad que no. Has cambiado de la noche a la mañana.

—Ya estamos otra vez...

   Y lo peor de todo el asunto era que él seguía sin comprender. Sin darse cuenta de que no era un repentino cambio lo que se había producido. Continuaba en su absurdo pensamiento de que él lo había hecho todo bien y que era ella quien estaba perdiendo los papeles. De esa forma es imposible cualquier entendimiento.

—Cuando ese tipo se marche, estoy seguro de que cambiarás de opinión.

—Puede... —Se encogió de hombros. Quizá debería darle la razón como a los tontos para que la dejase en paz. ¿No se daba cuenta de que su situación no tenía nada que ver con la aparición de ese presumido?

—Ya lo verás —aseveró él, convencido de su teoría.

   Por suerte, Celia apareció maquillada como para una boda de payasos y ambos la dejaron, por fin, a solas con su trapo y su multiusos de pistola.

   Acabó con las baldas de cristal, ordenó los expositores y al final se sentó en uno de los sillones destinados a las clientes con una revista de cotilleo en las manos.

   No era lo suyo, prefería otras lecturas, pero no tenía nada mejor que hacer y ésa era una forma como otra cualquiera de esperar a que regresara su jefa y poderse marchar a casa.

   Martina no la hizo esperar mucho, claro que su ilusión por salir pitando se fue al traste, pues venía con jugosos chismes y, cómo no, tenía que contárselos.

— ¡No te lo vas a creer!

—Dime —murmuró intentando disimular su desinterés.

—La hija del ferretero... ¡Se casa!

— ¿Y?

—Hija, qué apática estás —se quejó su jefa—. Hasta su padre había perdido la esperanza, porque es fea con avaricia.

—Me parece estupendo. Ahora si no te importa...

—Me importa, me importa. Porque... ¿qué pasa exactamente entre ese inglés y tú? Y no te andes por las ramas... Prefiero preguntártelo a ti ya que están circulando toda clase de rumores, y además tienes al pobre hijo del alcalde suspirando por ti...

   ____ iba a responder, pero Martina estaba emocionada y en modo locomotora, así que era imposible meter una palabra de canto.

—... Acabo de cruzarme con él en la cafetería... Hum, no me extraña que hayas plantado a Juanjo —dijo su jefa guiñando un ojo cómplice.

— ¿Te pasa algo en el ojo?

— ¡No digas bobadas! Y, cuéntame, ¿cómo es? Porque va hecho un pincel. La chica de la cafetería me ha dicho que es muy educado, deja propina y que siempre se comporta. ¡Qué suerte tienes, hija mía! ¡Si yo tuviera diez años menos!

   Veinte años menos, pensó ____, pero claro, no puedes morder la mano que te da de comer. Si Martina aún se creía la reina de las fiestas (cosa que debió de ocurrir a finales de los setenta), no iba ser ella quien la sacara de su error.

   Aunque...

—Si quieres le digo algo de tu parte —comentó maliciosa. Pero se atragantó con sus palabras. Al fin y al cabo, ella ya sabía cómo respondía ese relamido... eso de cumplir una promesa no se le daba muy bien.

— ¡Qué más quisiera yo! —Suspiró Martina—. Pero está claro quién le interesa o si no mira... —Señaló con un dedo y ____ se acercó al cristal.

    Maldita sea. ¿Qué carajo hacía Niall allí?

   Lo que faltaba para el duro. Si la gente ya se divertía especulando ahora tenía más munición para darle a la sin hueso.

   Aunque... ¡Joder!, había que reconocerlo, el tipejo tenía buen gusto, siempre iba impecable y eso siempre alegra la vista.

   Lástima que fuera un gilipollas, bueno en la cama, pero un gilipollas, al fin y al cabo.

   Cuando él se quitó las gafas de sol y llamó a la puerta, Martina casi se hace un esguince por correr y abrirle.

   Y ella tuvo que apretar los muslos para aguantar el cosquilleo interior que iba a torturarla. ¡Joder! ¿Por qué se presentaba en el local?

—Buenas tardes —saludó él educadamente.

   Hizo un gesto distraído a modo de saludo y Martina la reprendió.

—Por favor, qué modales. Señor Horan, supongo que ha venido a recoger a _____.

—No hace falta —interrumpió la aludida.

— ¡____...! —Advirtió su jefa poniendo los ojos en blanco—. Esta chiquilla...

—No, no he venido a buscarla. Simplemente a comentarle algo. ¿Podemos hablar en privado? —sugirió él con ese tono desagradable que ella conocía dejándolas fuera de juego.

   Martina los miró a ambos y se mordió el labio. ¿Qué estaba pasando? ¿Quizá la gente se estaba equivocando respecto a esos dos?

—Estoy trabajando —replicó ella con toda lógica—. Si es algo personal te esperas a que llegue a casa.

—Puedes irte si quieres, como ves hoy no hay mucho movimiento. Así compensamos las horas que te debo —dijo Martina.

—Muchas gracias —contestó a su jefa con sorna por la «ayuda».

    ____ cogió su mochila del armario y tras despedirse de ella, la meticona, salió a la calle sin esperarlo si quiera. Caminó hasta el callejón posterior donde tenía su bici atada con una cadena y tras abrir el candado se subió.

—Espera un momento, joder. Y baja de ahí —exclamó él a punto de perder la paciencia.

—No sé a santo de qué te ha dado por presentarte hoy aquí.

   Él agarró el manillar de tal forma que ella tuvo que poner ambos pies en el suelo.

—Tengo el coche ahí mismo, meteremos esto en el maletero y nos vamos para casa.

— ¡Eh, un momento! Has dicho que no venías a buscarme.

—No seas idiota, pues claro que no. —_____ se quedó muda—. Simplemente estaba por aquí y he decidido tener un detalle contigo —explicó de forma altiva, como si ella le debiera la vida por ello.

—Pues te metes los detalles donde te quepan, ¿está claro?

—No seas infantil. Creí que ya habíamos superado esa etapa.

—Pues no —le sacó la lengua al más puro estilo guardería—. Y, ahora, mi culo infantil y yo nos vamos a casa pedaleando.

—Joder, qué paciencia he de tener contigo. —Sin darle tiempo a más tonterías, la apartó de la bici y enfiló con ella hasta donde tenía el coche aparcado.

   Al levantar el capó del maletero, se dio cuenta de que tenía un grave problema logístico. Y ella, cómo no, sonriendo con malicia, aguardaba cruzada de brazos el momento oportuno para hacérselo saber.

   Pero él le sonrió socarronamente, cogió la bici de la discordia, la llevó hasta el salón de belleza y pidió amablemente a Martina que la guardara hasta el día siguiente.

—Sube al coche y calla la boca. —Fue lo que ella escuchó y que, por supuesto, la molestó.

— ¡Gilipollas!
MeliHoran
MeliHoran


Volver arriba Ir abajo

Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada - Página 2 Empty Re: Treinta noches con ____ (Niall Horan y tu )TERMINADA -Adaptada

Mensaje por Contenido patrocinado

Contenido patrocinado



Volver arriba Ir abajo

Página 2 de 7. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7  Siguiente

Ver el tema anterior Ver el tema siguiente Volver arriba

- Temas similares

Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.