feelings -niall horan

Anastasia ''Ana'' Fernández

Abrí la boca y inspire todo el aire que pude, me sentía como si de nada me sirviera, me pondría nerviosa y me desmayaría. Lo veo venir.
Solté un suspiro y sonreí como pude.

- Are you ready to order? (Están listos para pedir? – pregunté pasando de Harry. Quería irme, ya.

Todos asintieron. Pude fijarme, no sé ni cómo, que estaban todos. No podían ser solo Harry y Lou, no, tenían que estar todos. Genial.

Comenzaron todos a pedir los platos y esas cosas, pero comenzaron a gritarse entre ellos porque no sabían que beber, yo solo apuntaba. Y ahora que me fijo, todo lo que he escrito hasta ahora parecen más jeroglíficos del antiguo Egipto que letra del siglo 21. Mierda, con lo que me tiembla el pulso, es normal, podría haber sido escritora en aquella época.

- ¿Pero qué narices estoy pensando? – me pregunté a mi misma en un susurró.

Al final, decidieron tomar vino, cerveza y agua para Lou.

- Okay…I'll back later with your orders. (Bueno…volveré más tarde con sus pedidos.) –me despedí para luego irme lo más rápido posible.

Cuando cerré la puerta di dos pasos hacia delante y apoyé mi cabeza en la pared, abrí mi boca y solté un gemido. De golpe, ahora entendía a Cam, porque ya estaba llorando. Me giré y suspiré.

Me marché hacia la cocina y le pase los pedidos a mi compañera, Miriam, graciosamente, ella iba una clase más adelante que nosotras. Cam y yo teníamos 17 años, íbamos a primero de bachillerato y Mir, la llamábamos así, iba a segundo de bachiller.

- ¿Has llorado? – me preguntó ella. Sonreí, si supiera quien estaba en aquel salón, le daba un ataque de epilepsia o de locura grave.

- Sí…pero da igual, ya sabes como soy, un poco tonta.

Ella se me quedo mirando y asintió sonriente, luego le paso esto al Chef y a mi padre, menos mal que él ultimo no me vio, porque si no le da un ataque de esos de preocupación por ‘su pequeña’.

Al girarme, vi a mi mejor amiga sentada en el mismo lugar que yo antes. Me dirigí a su lado y me senté.

- Por eso lloraba… - soltó ella.

Yo me tape las manos y la abracé. Ella me apretó fuerte, yo comencé a llorar.

- Solo me puede pasar a mí, mis ídolos me ven siendo una patética camarera…dios, esto no nos puede pasar a nosotras. – solté yo llorando, parecía que por mis ojos cayeran las cataratas del Niagara. – No los podíamos haber encontrado mañana, en el concierto, no…tiene que ser cuando somos camareras, joder… - susurré yo triste.

Escuché la risa de mi amiga.

- Pues si supieras lo que me ha pasado a mí allí dentro… - comenzó ella. Yo me separe y la miré. ¿Qué había hecho la loca?

- ¡Dime que no te has tirado sobre Louis, dímelo! – le pregunte o mejor dicho, afirme riendo. Ella negó.

- Cuando he entrado, se ve que Louis acababa de llegar del baño, y estaba parado delante de la puerta. Yo iba distraída y me he chocado con su espalda. – me explicó. Yo abrí mis ojos sorprendida. – As…su espalda…dios, esta cuadrado. Más que cuadrado. ¡Puta Eleanor, quien fuera ella para dormir abrazada a ese tío! – gritó en medio de la cocina mientras levantaba el puño izquierdo en el aire.

Yo la miré como si fuera la cosa más rara del mundo. Ella me miro y de golpe, comenzamos a reírnos.

- ¿Tengo bien el maquillaje? – le pregunté a mi amiga poniendo cara rara. Ella me quito los churretones y sonrió asintiendo.

- Los platos están listos, chicas. – nos avisó Mir. Nosotras dos la miramos. – Os ayudaré con ellos, son demasiados.

Asentimos y cada una cogió dos platos. Luego pusimos rumbo hacia aquella habitación.


Estábamos a nada, a unos centímetros de pasar por aquella puerta, pero yo no podía.

- Ana, tenemos que entrar ya. – me dijo Mir. Ella no sabía quien estaba allí dentro. Se notaba.

Yo asentí con la cabeza gacha y entramos.

Solo soy una estúpida fan, una estúpida camarera. Así me ve él. No soy una Top Model, no soy una famosa y exitosa cantante, ni le conozco desde que era un adolescente que acababa de entrar al instituto. No, solo soy una chica española, enamorada…de su ídolo.

- Para de martirizarte, Anastasia. – me susurró a mi lado, mi mejor amiga. Yo asentí sin mirarla. Escuché su resoplido, pero ya estábamos dentro y teníamos que servir los platos.

Me acordé que la paella era para Louis, así que se la serví. Observé el plato que me quedaba. ¿De quién era?

- ¿Pollo rustido? – pregunté mirando el plato. No quería mirar a nadie.

- Me.

Abrí mis ojos y giré mi mirada, hasta posarla en aquel rubio. Él me sonrió. Yo simplemente le serví el plato.

- Yo...pedí…esa plato. – dijo erróneamente en español. Se notaba su tonillo guiri a leguas.

Solté una risita y le serví el plato, ni siquiera me di cuenta de que le hablé como si fuera mi vecino o un amigo más, solo fui yo misma.

- Lo has dicho mal, es ‘‘Yo pedí ese plato’’. – le corregí en inglés de forma dulce.

- Oh, perdón. – se disculpó él por el fallo. Yo negué sonrojada y miré a otro lado.

Salí de ahí rápidamente, siguiendo a Mir. Cuando estábamos fuera de la sala, ella me abrazó como una loca. Sabía que le pasaría algo así. Luego apareció Cami, saltando como una niña pequeña.

- Louis me ha guiñado un ojo. – canturreo haciendo un paso raro de baile. Yo solté una risita y negué. - ¿No me crees? Creo que ha sido por que le he indicado como se comía una autentica paella española.

Las tres volvimos a la cocina, después de todo, el segundo plato no lo serviríamos hasta que ellos lo pidieran.


- ¡Tengo pis, enserio! – medio grité yo. - ¿Mir, donde está el baño?

Cam y ella estaban sentadas hablando sobre el concierto. Yo estaba de pie, pegando saltitos, ya que sentía que me lo haría encima. Las dos me miraron y ella me lo indicó.

- Por el pasillo que hemos venido, gira a la derecha y ahí están.

- ¿Pero son solo para los clientes o también para los empleados? – pregunté intentando aguantar.

- Solo para clientes, pero si corres y no te pilla la jefa, puedes ir. – me soltó guiñándome un ojo.

Me mordí el labio y salí corriendo. El pasillo estaba totalmente desierto, seguí sus indicaciones y ahí lo encontré, las puertas hacia el cielo. Vigilé que no hubiera nadie y sonreí, entré corriendo.


Salí soltando un suspiro. Me había quedado a gusto, creía que mi vejiga no aguantaría y explotaría, pero por suerte mía, no había sido así. Me estaba secando las manos con el delantal que nos habían obligado a poner, cuando choqué de golpe con alguien.

Cerré los ojos esperando darme de culo contra el suelo, pero aquel ‘‘golpe’’ nunca llegó. Abrí los ojos y me encontré con un pecho en el cual había un poco de cabello, la camisa blanca me permitía ver esto. Giré mi cabeza y miré el suelo, estaba muy cerca del, pero a la vez no lo tocaba. Sentí una mano en mi espalda, unos ojos mirándome fijamente y alguien acariciándome con su pulgar mi nuca. Levanté mi vista y abrí los ojos sorprendida.

- ¿Estas bien?

Esto era de película. Es como cuando el chico invita a bailar a la chica, posa su mano en la nuca de ella y sujeta con la otra mano la espalda de esta. La gira, dejándola flotando y casi tocando el suelo, pero en verdad, no está muy cerca de las baldosas colocadas en la gran pista de baile. Un pie puesto en el suelo y otro levantado. La mira a los ojos, mientras ella se queda anonadada por este gesto tan romántico. El pelo de ella cae hacia abajo y él la mira como si fuera la cosa más bonita del mundo. Así estaba yo, obviando el que él me mirara de aquella forma.

Tragó un poco de mi saliva, estoy montándome una puñetera película mientras estoy en el lugar que siempre he deseado, en los brazos de este hombre, de Niall Horan.

- Sí…perdón, yo no te había visto y… - solté yo balbuceando, sentía mis mejillas arder. Mierda, parecería estúpida.

- Eh, ahora me hablas así, como si fuera algo malo hablar conmigo por ser quien soy, y antes me has corregido como si nada. ¿Dónde está esa chica? – me preguntó con el ceño fruncido.

Abrí mis ojos sorprendida. Note como volvía a estar recta con los pies en suelo, pero seguía en sus brazos.

- Sigo siendo la misma…señor. – hablé educadamente, mierda, seguía siendo una camarera y él era un cliente.

- ¿Señor? ¿Acaso soy viejo o algo? – me preguntó cruzándose de brazos. Yo abrí mis ojos. Mierda, le había molestado.

- Eh, tengo prisa. – solté de golpe. Me intenté apartar de él, pero nada, no podía. – Señor, tengo que trabajar y…

- ¿Otra vez con lo de señor? ¡Niall, me llamo Niall! – me respondió él como si fuera idiota o alguna cosa así.

Fruncí el ceño, no me había gustado nada como me había hablado.

- ¡No soy idiota, se quién eres, que no me chupo el dedito, guapo! – dije yo con burla. Luego al darme cuenta, me sonrojo y me tapé la boca.

Él sonrió.

- Vaya. Acabo de ver otra vez a aquella chica de antes, encantado.

Le empuje sonrojada, liberándome de la prisión que eran sus brazos, para irme corriendo de allí.


Nos tocaba servir el segundo plato, pero no llegamos ni a acercarnos a ellos, cuando papa hablo.

- ¡Chicas! – nos llamó. Nosotros le miramos. – Iros a casa ya, es tarde y mañana tenéis concierto. Gracias por haber ayudado en lo posible.

- Pero tenemos que servir los platos...y… - comenzó Cam. Yo asentí.

- Son las diez menos cuarto, habéis ayudado suficiente, venga iros ya.

- ¿Y yo, señor? – preguntó Mir.

- Tú también, que me he enterado que también tienes algo que hacer mañana. ¡Vamos, antes de que me arrepienta! – nos metió prisa él.

Nosotras sonreímos y salimos concierto, por una parte, mejor. Le había hablado mal a Niall, como siempre, yo cagando-la desde tiempos inmemorables.

Y en el momento en que cruce la puerta del hotel, esperando un taxi junto con aquellas dos, intente contener las emociones que surcaban mi cuerpo. En este momento, me sentía estúpida por haberla cagado hace unos minutos. Había tenido la oportunidad de entablar una conversación, pero no, la había cagando quedando como una estúpida.