Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]

por **nickelen** Jue 06 Jun 2013, 6:48 pm

mii vihhhdaaa gracias siii ya la puedo leer!ahora la leo!;)

por **nickelen** Jue 06 Jun 2013, 7:06 pm

jajjajja nicho alergico a las relaciones!mori con eso!jajja siguelaaaa ninha esta super la novee!;)

por **NicoleJB497** Jue 06 Jun 2013, 7:42 pm

AMO COMO ESCRIBEEESS dhfuhfuydfs

por **Lucy1Directionprincess** Vie 07 Jun 2013, 6:10 pm

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **Lucia.sister.jonas** Vie 07 Jun 2013, 6:23 pm

Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu] - Página 2 GIF081

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **Mire** Vie 07 Jun 2013, 7:23 pm

Oh, I love it (:
Rayis tiene su pasado, que habrá pasado esa tarde de primavera?
Nicholas “Mr. Hot”, no hay un apodo que le caiga mejor :B
Me encanta Jenni, es tan gdashg xd no es la única que quiere darle una mordida al trasero de Nick
Síguela pronto (:

por **.Lu' Anne Lovegood.** Lun 10 Jun 2013, 7:24 am

nickelen escribió:jajjajja nicho alergico a las relaciones!mori con eso!jajja siguelaaaa ninha esta super la novee!;)

Gracias (:

por **.Lu' Anne Lovegood.** Lun 10 Jun 2013, 7:25 am

NicoleJB497 escribió:AMO COMO ESCRIBEEESS dhfuhfuydfs

Gracias ^^!

por **.Lu' Anne Lovegood.** Lun 10 Jun 2013, 7:26 am

Lucy1Directionprincess escribió:Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Eres nueva lectora, verdad?
Biienvenida & gracias por leer (:

por **.Lu' Anne Lovegood.** Lun 10 Jun 2013, 7:27 am

Lucia.sister.jonas escribió:

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Holaaaa!!!
Eres nueva lectora, verdad Lucia?
Bienvenidaa & Gracias por leer (:

por **.Lu' Anne Lovegood.** Lun 10 Jun 2013, 7:30 am

Mire escribió:Oh, I love it (:
Rayis tiene su pasado, que habrá pasado esa tarde de primavera?
Nicholas “Mr. Hot”, no hay un apodo que le caiga mejor :B
Me encanta Jenni, es tan gdashg xd no es la única que quiere darle una mordida al trasero de Nick
Síguela pronto (:

Haha shiip, si tormentoso pasado ^^!
JAJAJAJAJAA xD

por **.Lu' Anne Lovegood.** Lun 10 Jun 2013, 7:35 am

Mis niñas, vengo a darles una... pues una no tan buena noticia el día de hoy... Resulta que hoy & mañana tengo exámenes así que no creo poder publicar capítulo nuevo hasta el mañana en la tarde-noche... PleaseDon'tKillMe... Peroooooooooooooo prometo que en cuanto este libre; en el primer minuto que esté libre, publico caps ;)
Que tengan un hermoso & genialoso inicio de semana
Cuídense mucho & suerte en sus exámenes
XOXO

por **nickelen** Lun 10 Jun 2013, 8:16 am

no te preocupees linda aqui esperaremos mucha suerte para vos tambien!;)

por **.Lu' Anne Lovegood.** Vie 14 Jun 2013, 2:21 pm

CAPÍTULO 2

Un mes después…

—¡Jenni, ya me voy! —grité desde el umbral de la puerta.
La rubia vino trotando hacia mí, con una sonrisa y esos ojos color miel chisporroteando de alegría.
—¿Vendrás a cenar? —Preguntó mientras se ponía el RunKeeper en su móvil.
—Tal vez… La verdad es que no lo se porque Verónica James quiere hacer su sesión de fotos cerca del Golden Gate y solo Dios sabe como se ponen las modelos cuando les da mucho la luz del sol —suspiré cansadamente—. Lo comprobé el año pasado cuando hice la sesión en Santa Mónica.
—Podrás con ellas, tigresa. —Jenni como siempre confiando demasiado en mí.
—Espero. No quisiera tener que aventarlas a agua.
—No creo… Además, Verónica es fan de tu trabajo, así que no tienes ningún problema.
—Eso espero.
—Bueno, me voy porque si no, no alcanzo el vuelo y tengo que estar en la oficina de Verónica dentro de cuatro horas a más tardar.
—Suerte. —Se acercó a mí y me dio un cálido abrazo de despedida—. Llama en cuanto llegues, ¿Vale?
—Claro, mamá.
Blanqueó sus ojos mientras tomaba mi pequeña maleta, el maletín de mi cámara y el bolso de mi Mac, además de mi bolso de mano, todo diseño de Louis Vuitton.
Abrí la portezuela de mi preciado Beetle verde. Lo hubiera pintado de un color rosa como el de la Barbie pero sería demasiado rápido encontrarme y eso era lo que no quería. Yo siempre intentaba pasar desapercibida.
Entré en el vehículo y dejé las cosas en el asiento de copiloto y me puse mi cinturón de seguridad. Después de eso introduje la llave dentro del contacto y un segundo después el motor rugió suavemente.
Vi a Jenni despedirse de mí y le devolví el saludo mientras con la otra mano comenzaba a avanzar hacia donde estaba el hangar privado, mismo en el que tenía que estar dentro de media hora si quería salir a tiempo a San Francisco.
Aún no me creía el que Verónica James, la famosa editora en jefe de Cosmopolitan Magazine me hubiera llamado a mí para que dirigiera una de sus sesiones de fotos. ¡Era de ensueño!
Ella era una de las mujeres más estrictas de la moda; si no quedaba como a ella le gustaba simplemente desechaba todo el trabajo sin importar cuanto hubiera costado lograrlo. No por nada se había ganado el sobrenombre de «La Nazi».
Apreté mis manos al volante y di vuelta en la intersección que me llevaría hacia aquel lugar privado; mientras en mi mente repasaba lo que tendría que hacer al llegar:
1.- Llegar a mi habitación reservada por Cosmopolitan en el famosísimo hotel Ritz-Carlton.
2.- Ir al lugar de la sesión exactamente a las doce en punto del medio día.
3.-…
Bueno el punto número tres en mi lista no estaba bien definido porque no tenía la más remota idea de cuanto demoraría la sesión, así que no me quedaba de otra más que reservar mis planes turísticos para el primer minuto en que estuviera con un pie fuera del trabajo.
Divisé a un par de metros —al lado de la carretera— de donde transitaba un letrero blanco con letras azules que indicaba la salida hacia el hangar que buscaba; sin pensarlo, tome la desviación que me llevó a aquel enorme y espacioso lugar pavimentado con concreto hidráulico. Aparqué en la zona correspondiente y bajé del vehículo y me percaté de que un señor con unas cuantas canas en sus cabellos negros se acercaba a mí con una sonrisa alegre que llegaba hasta sus ojos marrones.
—¿Usted es _____ Alexander? —Preguntó, estudiándome detenidamente.
—Si. Soy yo —sonreí tímida.
—Un gusto, yo soy Erick Valenzuela.
—¿Latino? —Me atreví a preguntarle en español.
No era que supiera mucho sobre esa lengua pero los pocos conocimientos que tenía se los debía a mi abuela, quien se había empeñado en que sus nietos aprendieran su idioma natal.
—Así es, señorita…
—Por favor, dígame _____ —sonreí.
—_____ —asintió—. La señora James me ha mandado a buscarla desde San Francisco —se explicó—. Yo seré quien pilotearé el jet.
—Excelente.
—¿Usted también es latina? —quiso saber; se notaba la curiosidad en su rostro.
—No. Nací en USA pero mi abuela era mexicana.
—Paisana mía —sonrió y en las comisuras de sus ojos se formaron unas pequeñas arruguitas.
—¿Mexicano?
—No. Mis padres —sonrió, contagiándome la sonrisa—. ¿Ya está lista?
—Si, solo sacaré mi equipaje del auto.
El señor Valenzuela me ayudó a bajar mi equipaje y a subirlo a la enorme jet de color blanco con rayas azules que nos llevaría hacia aquella cuidad californiana. Al entrar en aquel aparato de lata, me di cuenta de que tenía una decoración sobria. Los colores de los asientos eran caoba, al igual que la mesa que había entre dos asientos; tal vez allí fuera donde «La Nazi» trabajaba durante sus horas de vuelo.
El piloto no demoró mucho en decirme que me abrochara mi cinturón de seguridad, algo que hice no sin antes alzar una oración al Cielo para que ese aparato de lata llegara seguro a su destino.
Cuando por fin despegamos, me dedique —todo el trayecto— a mirar por la ventanilla que tenia a mi lado. No era que nunca hubiera viajado en avión, sino que amaba profundamente los paisajes, por lo que saqué mi cámara digital color rosa de mi bolso y me tomé fotos. Tal vez y alguno de ellos me sirviera para hacer mi próxima exposición en la Galería Metropolitana de San Diego. O tal vez me quedara con ellas y las enmarcara para mi pared.
El viaje fue ameno y me distraje, tanto que el tiempo de vuelo se me hizo demasiado corto. Cuando me bajé del jet, un auto esperaba por mí para llevarme al hotel y de ahí al lugar de la sesión de fotos. Después de que me despedí de Erick Valenzuela y de pasé mis maletas al vehículo, me subí al lujoso Mercedes negro brillante que esperaba pacientemente por mí junto con el chofer, un señor de aspecto malhumorado. Pero imaginándome que trabajaba con Verónica James, era de suponer el carácter.
En cuanto el auto se puso a andar, me concentré de nuevo en el paisaje bello de la ciudad. Solo una vez —hacía como dos años—, había venido a San Francisco pero no recordaba mucho de ese viaje puesto que solo había venido con una fiesta con Jenni, con Kath y su familia a celebrar los dulces XVI de una de las sobrinas de ella. Y obviamente no tuve tiempo de recorrer la ciudad porque fue un viaje exprés.
Pero esta vez tenia que ser diferente. Sería diferente.
El auto estacionó en la entrada del hotel y de inmediato se acercó el joven de valet parking, seguido del botones, todos con sonrisas llenas de alegría y cortesía; en menos de dos minutos me atendieron en la recepción y en menos de diez estuve instalada en la siute que la revista me había alquilado para mi estancia.
—La Suite Presidencial, ma’am —indicó el botones, dándome el paso para que entrara a la majestuosa, espaciosa y excelentemente decorada habitación.
—Woah. —Fue lo único que pude articular.
—¿No es de su agrado, ma’am?
Parpadeé incrédula ante sus palabras. ¿Cómo podría no gustarme semejante habitación tan perfecta?
—Es perfecta —aseguré—. Es solo que nunca había estado en una habitación como esta.
—En el Ritz-Carlton deseamos que su estancia aquí sea de lo más placentera.
—Créeme, parece que lo será —sonreí, deposite una propina en el bolsillo de la chaqueta y le guiñé un ojo, haciendo que se sonrojara.
El chico salió y me dejó por fin sola en la habitación; lo primero que hice fue correr hacia la cama y aventarme en ella riendo como una loca. Era grandioso estar siendo contratada por alguien con tanto peso en la industria de la moda; ya había sido contratada por la anterior editora en jefe, pero a la última hora ella había decidido quitar mis fotos y poner unas de archivo porque las mías no le parecieron lo suficientemente buenas. Ni siquiera porque mi carpeta de currículum incluía editoriales como Vogue, People, InStyle, Seventeen, Glamour. Además de mis propias colecciones de paisajes que había tomado a las ciudades a las que había visitado; pero no, a ella no le había parecido… Y a pesar de todo, las editoriales y alguna que otra marca reconocida continuaban contratándome para sus sesiones de fotos.
Me apresuré a refrescarme un poco y a dejar mi equipaje a un lado de la habitación; estuve lista en menos de quince minutos y bajé de nuevo hacia la entrada, donde de nuevo aquel vehículo negro reluciente que me llevaría al lugar de trabajo.
Sip. Sin duda mi vida era perfecta tal y como estaba… aunque a pesar de que había intentado mantener mi vida privada y laboral separadas, en mi mente aún seguía recordando con melancolía a Kevin. Quien me había enviado —dos semanas atrás— por vía Ups, una caja donde contenía cosas que había olvidado en su departamento. ¡El estúpido ni siquiera pudo entregarlas personalmente!
Que cobarde.

RunKeeper: Es una aplicación para iPhone especial para corredores.

por **.Lu' Anne Lovegood.** Vie 14 Jun 2013, 2:32 pm

Pero una parte de mí —por mucho que estuviera enfadada por que actuara como un completo cobarde—, aún lo amaba. Extrañaba pasar mis días a su lado en aquel departamento de Coronado disfrutando de su compañía y de aquellas tardes románticas de películas.
Mierda. Lo extrañaba más de lo que pensaba y, desearía que las cosas fueran diferentes para poder —o al menos intentar— ser feliz a su lado. Me había acostumbrado tanto a él estos dos años de relación, que sentía que lo necesitaba a mi lado.
—Hemos llegado —indicó el chofer cortésmente, sacándome de mi ensoñación y volviéndome a lo que en ese momento me interesaba.
—Gracias —musité y en cuanto puse un pie fuera del vehículo, la brisa fresca de la bahía de San Francisco me golpeó suavemente, relajándome.
Tomé mi maletín donde llevaba a D3; mi preciosa cámara digital que había adquirido hacia un par de meses; misma que me había servido para ganarme la campaña de «Green World», misma que había sido impulsada por una famosa actriz californiana Kelly Wright, quien me había pedido a mí exclusivamente para dicho trabajo ya que había asistido a una de mis exposiciones en la Galería de la ciudad y había quedado encantada. Además de que había comprado un par de cuadros.
—¡______, querida! —La voz femenina captó mi atención mientras yo bajaba del vehículo—. Es bueno tenerte por aquí.
Siendo una de las personas más influyentes del mundo de la moda, Verónica James estaba despampanantemente enfundada en un vestido de Carolina Herrera color blanco con su cabello castaño oscuro ondulado hasta los hombros; su look era fresco y hacia relucir años más joven de los que la gente comentaba que tenía.
—Hola, Verónica.
—Me alegra tanto que decidieras aceptar este trabajo —comentó mientras caminábamos hacia donde estaban todos apresurados maquillando a las modelos e instalando el set.
—Me alegra más a mí que me hayas escogido para dirigir la sesión —comenté con una sonrisa.
—Tienes ese toque juvenil y fresco que deseo —dibujo una sonrisa en sus labios rojos.
Mientras caminábamos todos parecían demasiado apresurados; imaginaba que era porque no querían que nada saliera mal y que despertara la malhumorada Verónica.
—Te presento a William Heidemann —indicó con su mano a un hombre como de unos treinta, vestido elegantemente con pantalón de lino color negro y una camisa blanca de manga larga que le había juego perfectamente.
—Es un gusto por fin conocer a la famosísima _____ —aseguró y me dedicó una sonrisa alegre—. Déjame decirte que quedé encantado con el trabajo que hiciste para ArtNY.
Asentí, recordando mi pequeña participación en una de las revistas de Arte de Nueva York.
—Gracias a ti me di una idea para decorar la estancia de mi departamento.
Iba a responderle pero Verónica me interrumpió antes de que pudiera hacerlo.
—Por favor, William, no entretengas más a _____ y comencemos de una vez por todas con la sesión.
William asintió y Verónica y yo le seguimos para ir a la carpa donde tenían instalado el set de vestuario y de maquillaje para las modelos.
—Chicas —les habló solo una vez y ellas voltearon de inmediato, dejando a un lado sus cotilleos—, ella es ______ Alexander y será nuestra fotógrafa en esta sesión.
Ellas, altas como de un metro ochenta o un metro setenta cada una, sonrieron amablemente y saludaron; yo solo levante mi mano y sonreí tímida.
Sentía nervios por tener a «La Nazi» a mi lado vigilando mis movimientos. Sería algo estresante pero tendría que dar el mil por ciento de lo que doy cuando trabajo.
—¡Comencemos! —expresó palmeando sus manos en el aire.
De inmediato ellas comenzaron a correr de un lado a otro junto con los chicos de vestuario y las maquillistas profesionales.
Yo por otro lado salí de ese lugar y llegué al lado de William quien estaba instalado en una silla parecida a la de los directores de cine detrás de un ordenador.
—Oh, por Dios… No tengo tiempo para tus ineptitudes, ¿Cómo pudiste olvidarlo? —Gritó furiosa y finalizó la llamada—. Mi incompetente asistente se le olvidó recordarme que François llegaba hoy de París —frunció sus labios hasta convertirlos en una mueca desagradable—. Aborrezco los errores —al mirarla a los ojos mientras checaba su Blackberry, noté que en sus ojos se encendía una chispa de furia. ¡Pobre de su asistente! —. William, te quedas a cargo de esto…
—Por supuesto.
—Tengo que irme porque François enloquecerá si no estoy presente para su llegada. —Verónica se acercó a mí mientras preparaba mi cámara—. ______, querida, me surgió un imprevisto y tengo que resolverlo —se explicó seriamente—; quisiera quedarme a ver tu trabajo pero tengo que atender asuntos en la oficina.
—No re preocupes, Verónica —sonreí.
—Fue un gusto conocerte. Esperaré ansiosa por ver como quedaron las tomas que realices —sonrió levemente y por ese brillo filoso que tenía en sus ojos, supe que su pobre asistente no pasaría de hoy en el puesto.
En cuanto se despidió y se fue, el ambiente se tornó un poco más tranquilo para todos; el cambio era muy notable porque cuando ella estaba presente todos se comportaban de una manera muy estresada y con prisas, pero en cuanto ella se hubo ido, todo regresó a su correcta tranquilidad.
—¿Un poco exigente, no? —comentó William mirándome con cierta diversión en la mirada.
Sonreí torcidamente y asentí.
—Un poco.
—Créeme, tu trabajo lo adora —aseguró sonriendo—; si no lo hiciera, nunca te habría enviado a llamar.
—Es bueno saberlo —sonreí y apunté a un lugar hacia la bahía para hacer una toma de prueba.
—¿Cuánto tiempo estarás en San Francisco?
—Solo el tiempo que dure la sesión —murmuré, checando que la cámara estuviera lista.
—Es una lástima, pensé que podríamos ir a tomarnos una copa.
Desvié mi vista de la cámara hacia él; incrédula por la situación. ¿Cómo podría haber decidido que en el trabajo alguien se me lanzaría?
—Lo siento pero yo no tengo interés en ninguna relación —expresé, lo más seria que pude.
—¡Oh, no! ¡No! —negó—. Eso no fue lo que quise decir.
El parecía horrorizado con la situación mientras yo le miraba con atención y cautela. Si intentaba pasarse de listo lo aventaría al agua.
—Entonces, explícate.
—No, no estaba invitándote a salir. Soy gay y estoy felizmente casado —explicó y mostró la alianza dorada que llevaba en su dedo—. Me refería a que podríamos salir de fiesta con las chicas. Te mereces una buena noche de aventura aquí. Además podría presentarte a algún chico…
Negué y sonreí tímida.
—No estoy interesada en ninguna relación —repetí.
—¿Tan malo ha sido?
«Aquí viene la parte incómoda y donde todos me demuestran su lástima.» Presté atención a la cámara y continué con las pruebas que hacía.
—Terminé mi relación el día de mi boda. —confesé—. Juzga por ti mismo —comenté sonriendo.
—Lo siento… No quise…
—No importa —sonreí, melancólica y jure que si continuábamos hablando sobre el mismo tema me echaría a llorar—. Mejor comencemos a trabajar. Me gustaría aprovechar la luz de esta hora.
—Claro.
Antes de que continuara preguntándome sobre mi vida amorosa o sobre mi fallido «casi» matrimonio, caminé hacia el yate anclado en la orilla; al subirme también lo hizo la prima modelo quien lucía un diminuto traje de baño en color rojo. Se tendió sobre la cubierta y tuve que ponerme en cuclillas para poder hacer la toma perfecta. Después de que tomé varias poses y las fotos que necesitaba, las modelos comenzaron a rotarse. Cada una enfundada en trajes de baño diferentes; de dos piezas, trajes completos, adornados con diferentes clases de accesorios.
Demoré cuatro horas en dicha sesión. Sin duda alguna se convirtió en uno de los trabajos más intensos de toda mi vida; si bien las modelos —algunas— eran demasiado apáticas y pedantes, lo habían convertido todo en un completo caos. Por suerte estaba William para controlarlas. Algo que le agradecí infinitamente. No solo porque fueran modelos significaba que tenían la razón en todo.
Al tomar la última toma de la última modelo de la lista, todos comenzamos a aplaudir por un grandioso trabajo.
—Déjame decirte que me has dejado impresionado el día de hoy —me dijo William cuando estaba desmontando la cámara para guardarla en su estuche—. Esta ha sido una de mis sesiones favoritas. Eres muy talentosa.
—Gracias —sonreí—. Y yo te agradezco por haber controlado a ese par de chicas.
—No te preocupes y no te lo tomes personal. Ellas suelen ser así cuando no ingieren su taza de café matutina. —Mientras yo continuaba guardando mis cosas, ya lista para regresar al hotel y de ahí ir a divertirme un poco antes de que el vuelo saliera, William continuaba rondando por ahí, hasta que después de un rato se me acercó y me dijo—: ¿Estás segura que no quieres salir un rato a divertirte? Parece que lo necesitas.
—No, gracias —sonreí, agradecida—. Mi vuelo sale hoy a las 4 y quisiera descansar un poco.
—De acuerdo. —De su bolsillo sacó una tarjetita blanca con letras negras y la puso en el bolso de mi chaqueta—. Solo llama si necesitas algo, ¿de acuerdo?
—Gracias. Lo tendré en cuenta.
Me despedí de todos y subí de nuevo a un coche que me esperaba, aunque este ya no era el personal de Verónica James, sino un BMW plateado, mismo que me llevó de vuelta al hotel.
En cuanto entré, todo parecía igual de normal; caminé hacia al ascensor y presioné el botón que me llevaría hacia la habitación. El aparato de lata no demoró más de medio minuto en subir. En cuanto salí, saqué mi tarjeta electrónica y la deslicé por el lector; la puerta cedió de inmediato y entré sin perder más tiempo.
Suspiré mientras cerraba la puerta y dejé a D3 sobre la cama; sin pensarlo me comencé a desvestir y me metí en la ducha; abrí la llave dejé que las diminutas gotitas de agua que caían incesantemente me relajaran los músculos tensos.
Me causaba estrés tener que trabajar con gente pedante pero así era cualquier industria del mundo. Yo no podía esperar a que todos fueran amables y que chisporrotearan alegría… Solo tenía que adaptarme a las circunstancias.
Cerré mis ojos e incliné mi cabeza a un lado, dejando que el agua cayera sobre mi hombro.
Se sentía tan genial la tranquilidad hasta que algo me perturbó de repente.
—Eres justo como lo ordené —susurró una voz masculina—. Perfecta.
Un par de manos calientes apresaron mi cintura de pronto y me pegaron contra un cuerpo caliente y duro. De inmediato, mis ojos se abrieron de golpe y solo fui capaz de gritar.

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