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Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 5 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
dianajb escribió:hola
nueva lectora
creo que ya me conoces ¿no?
al parecer el mundo si es muy pequeño :P :P
jajaj la nove me encanta seguila pronto :D
Siii, claro que te conozco.
Dianaaaaaa Bienvenidaaaaaaaaaaaaaaaa :3
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
Capítulo 8
El lugar era grande, con muchas mesas elegantes, candelabros de cristal que colgaban del techo, ventanas grandes y cuadriculadas con cortinas rojas. Todo era una muestra de elegancia y… estaba vacío. ¿Cómo era posible que un lugar tan concurrido y exclusivo de la ciudad no tuviera gente? Y sobre todo a esta hora del almuerzo.
—¿Por qué no hay nadie? —le pregunté, intrigada.
—Porque quería privacidad y pedí que lo cerraran para nosotros.
Jadeé boquiabierta por aquella confesión. ¡¿Había mandado a cerrar el lugar?! ¿Quién demonios hacia eso?
—¿Tú mandaste a cerrar el lugar? —balbuceé—. ¿Sólo para nosotros?
Giró su rostro hacia mí, asintió y me guiñó el ojo aun dejándome como boba impresionada por semejante acto.
—Quería privacidad contigo —confesó—. Demándame por eso.
—Créeme, no estoy planeando hacerlo.
No era que me impresionara esto… Ay, demonios, ¿A quien quería engañar? ¡Obvio que me impresionaba! O sea, ¿mandar a cerrar un restaurante solo para cenar conmigo? Sip. Sin duda me estaba sorprendiendo con todo; aunque la puntuación era 1-4 a favor de él y sus tonterías.
Un maître de inmediato nos indicó el camino hacia el centro del lujoso restaurante; todos parecían demasiado ocupados complaciéndole que se notaba en sus rostros cierta tensión por que todo saliera bien.
—Veo que todos hacen lo que dices —comenté mientras me ayudaba a sentarme.
—Solo quieren verme feliz —respondió sonriendo, como un niño complacido por todo lo que le ofrecían, y no pude evitar reír.
—Eres tal vez el ser más egocéntrico que he conocido.
Le miré sonriendo y él sonrió de vuelta, destellando esa dentadura blanca que poseía.
—Lo sé. Soy prefecto.
—Si, perfectamente egocéntrico.
—Ya te darás cuenta de que no soy tan malo como parezco.
Un mesero vestido de pingüino se acercó hasta nosotros y nos dio los menús forrados de piel color vino y con el logotipo del restaurante impreso en letras doradas; algo realmente elegante. Existían tantas cosas en el menú que había palabras que estaban en francés y no entendía, a duras penas y sabía un poco de español, italiano y portugués. Así que opté por un filete mignon en salsa de vino tinto mientras que Nicholas ordenó langosta y caviar.
—¿De verdad te gusta el caviar? —pregunté, arrugando la nariz.
—Si, ¿a ti no?
Negué y sentí mi estómago voltearse al recordar la primera y única que vez en que había probado el caviar. Esa fue una experiencia realmente asquerosa.
—Es algo asqueroso.
—¡Claro que no! —replicó—. Es realmente delicioso.
—Si, claro —respondí sarcástica.
—Bien, aunque es obvio que no tenemos gustos similares en la comida, me interesaría saber más de ti.
Se inclinó sobre la mesa, prestándome toda la atención que requería.
Entorné mis ojos y le miré igual que fijo que él lo hacia conmigo.
—Pensé que ya sabias todo acerca de mí.
Sonrió de medio lado y respondió:
—A decir verdad así es, pero me agradaría poder escucharlo de tu boca.
—No tiene sentido que quieras escucharlo de mis labios cuando ya sabes todo, algo que por cierto me hace preguntarme ¿Cómo es que pudiste investigar mi dirección y mi número telefónico? ¿Acaso tu empresa se dedica al trabajo de espía? O ¿Acaso ser acosador es tu trabajo de medio tiempo?
Nicholas rió y negó de inmediato.
—Claro que no, _____. Mi empresa está orientada a otra clase de negocios. Y créeme, no es difícil saber cosas de alguien.
—Si, pero ¿Por qué pierdes tu tiempo en alguien como yo? ¿Por qué espías a una simple chica como yo?
Negó con su cabeza y frunció su ceño, estando en desacuerdo con mis palabras.
—No. Tú no tienes nada de simple.
—Claro —resoplé y no pude evitar sonreír.
—Es verdad, además ya te lo dije… Me gustas.
—Pensé que habíamos quedado en que no podías hacer comentario de ese tipo —le recordé, evitando su mirada.
—Lo sé.
—¿Entonces, porque lo repites?
—Porque es la verdad.
—Nicholas…
—De acuerdo, de acuerdo. No diré nada más.
—Gracias.
—Pero ahora me contarás sobre ti, ¿vale?
No necesité levantar la mirada para saber que me estaba viendo. Podía sentir esos ojos pardos clavados sobre mí.
—No hay mucho que contar… —me encogí de hombros y continué distraída jugando con la servilleta—. Me mudé a San Diego hace un par de años y trabajo como fotógrafa independiente.
—Si, he visto tu trabajo en un par de revistas.
—¿Lees revistas de moda para ver modelos en trajes de baño? —respondí burlona, levantando la mirada y concentrándome en él.
—No —blanqueó sus ojos—. Leí un artículo que hiciste para ArtNY y debo decirte que me impresionaste. Tienes talento.
—Gracias.
—Y dime, ¿Por qué te mudaste de Florida?
Su curiosidad parecía ser demasiada, pero había tocado un tema sensible y del cual no deseaba hablar para nada.
—Preferiría que no habláramos de ese tema, aunque creo que tú ya pareces saberlo todo de mí.
—Te dije que tenía curiosidad…
—Si, lo dijiste —murmuré y comencé a comer ya que acababan de servir el almuerzo y yo moría de hambre.
—De acuerdo, entonces, ¿me dirás porque no te casaste?
Otro tema espinoso. Pensé.
—Tienes demasiada información sobre mi vida.
—Era la única manera de saber como localizarte. De saber quien eras.
Asentí y llevé un bocado de salmón a la boca; mastiqué lo más lento que pude y después lo tragué, sintiendo como pasaba por mi esófago. Limpié las comisuras de mis labios con la servilleta y le miré, hasta que por fin me digné a hablar.
—Bien, parece ser que sabes todo de mí así que no veo que diferencia haya en que te lo diga si ya lo sabes. —Nicholas dejó de comer y me prestó atención, como si no quisiera perderse de ningún momento de mis palabras—. Me mudé de Florida porque quise comenzar de cero con mi vida. Un nuevo aire en mi destino —me encogí de hombros, restándole importancia y viendo en sus ojos si sabía sobre mi verdadero motivo para mudarme pero no dijo nada, solo se limitó a escucharme atentamente—. Y lo de mi boda fue algo… inesperado. El día de la boda él me dijo que no podía seguir conmigo y que no podíamos casarnos. Salí corriendo de la iglesia llorando y terminé empapada gracias a la lluvia de ese día. Fin de la historia.
—Lo lamento.
—Créeme, yo no —me miró con más atención a la espera de que me explicara—. Me di cuenta de que no estaba lista para el matrimonio y que fue un gran acierto que terminara conmigo. —Por un solo segundo me olvidé de donde estaba y con quien estaba; estaba a punto de echarme a llorar por Kevin frente a Nicholas Reston en un lujosísimo restaurante y, eso era algo que no podía permitirme. Así que sonreí y dije—: Ahora ya sabes un poco más de mí.
—Ha de ver sido difícil.
—Algo, aunque me hizo darme cuenta de muchas cosas.
—¿Cómo cuales?
—Primero, como ya te dije, que no estaba lista para el matrimonio y, segundo, que no me amaba como él juraba… Creo que hubiera sido algo estúpido casarse si después nos íbamos a divorciar. Estuvo bien que lo hiciera tres minutos antes de salir al altar.
Mierda, aun recordaba su rostro diciéndome que todo terminaba en ese momento y que no quería saber nada de mí. Y aún lograba hacerme sentir dolor el recordarlo.
—Bueno, si quieres saber mi opinión, él fue un imbécil.
Sonreí y le pregunté la razón de porque lo decía, a lo que me respondió:
—Porque no creo que exista una mujer más hermosa para casarse que no seas tú. Eres perfecta… Y, ¡demonios! ¡Te ves increíble desnuda! No puede haber nada mejor que esa combinación… Perfecta con ropa y sin ropa.
Sentí que la vergüenza se apoderaba de mí por completo y quise desaparecer.
—Por favor, deja de decir esas cosas —musité, avergonzada.
—_____, tienes un verdadero problema con que la gente diga la verdad.
—No es eso, es que… A nadie le interesa saber cómo me veo desnuda.
—Créeme, a mí si —aseguró sonriendo ampliamente. Parecía un niño a punto de cometer una travesura.
Sin poder evitarlo, sonreí y preferí ignorarle para continuar almorzando.
El resto del almuerzo fue tranquilo, aunque quería saber todo sobre mí de propia mano a pesar de que ya había investigado mis historial en el mundo. Algo que me hacia preguntarme… ¿Sabría de la existencia de mi secretito y de mi madre internada? ¿Estaría consciente de que si salía conmigo se exponía demasiado al peligro? Si lo sabia, entonces eso lo convertía en un estúpido y si no, entonces también lo hacía estúpido por no investigar bien… Espera, ¿Por qué querría que supiera mi vida privada? Todas mis complicaciones, problemas, anhelos, deseos y sufrimientos eran problema mío y no era necesario que alguien supiera acerca de nada.
—Gracias por traerme —agradecí sonriendo—, aunque las gracias se las lleva Paxton por conducir tan amablemente.
Observé que en los labios de Paxton se dibujaba una sonrisa y asentía.
—Bueno, espero que el almuerzo también me lo agradezcas.
—Por supuesto.
Sonrió torcidamente y me miró a la espera de que le besara o algo por el estilo, sin embargo solo palmeé su hombro y sonreí angélicamente.
—Gracias.
Dicho eso, abrí la puerta del auto e intenté bajar, solo que él cerró su mano sobre la mía, deteniéndome.
—¿Volveré a verte, _____?
Pestañeé inocente y sonreí.
—Si fueras inteligente, Nicholas, te alejarías de mí —le dije sin borrar la sonrisa que tenía sobre mis labios; sus ojos se cubrieron de intriga y no dejó de mirarme, así que aproveché para escabullirme del auto no sin antes darle las gracias. En cuando entré a casa y cerré la puerta me recargué sobre esta y suspiré profundamente para deshacerme de esa sensación de nerviosismo que Nicholas comenzaba a causar en mí. Era extraño que su intento de seducirme y deslumbrarme me estuviera comenzando a agradar pero no debía de volver a verlo. Todo había sido un almuerzo y nada más.
Suspiré de nuevo y subí las escaleras hacia mi habitación, diciéndome a mi misma que no debía de darle importancia a Nicholas Reston, a quien nunca volvería a ver después de ese almuerzo.
******
—¡Hoy es el gran día, Jenni! ¡Yey! —Grité, abriendo mis brazos y sonriendo en el aire justo en el umbral de la puerta.
—Si, hoy es tu gran día. —Ella rió y continuó desayunando, ya lista para irse a trabajar a la radiodifusora.
—Estoy feliz —sonreí de oreja a oreja y me acerqué al frigorífico, sacando las rebanadas de pizza que habían quedado de la noche anterior.
—Me imagino —comentó, sin borrar esa sonrisilla de su rostro—. Por cierto, ¿No has sabido nada de Nicholas Reston?
Puse las rebanadas en un plato y lo metí en el microondas; no me gustaba comer la pizza fría.
—Nop, y no me interesa saber nada de él. —Si bien no quería volver a verlo, en mi cabeza rondaba la imagen de su sonrisa angelical, tanto que comenzaba a atormentarme en sueños—. Solo acepté almorzar con él por ayudar a Kath a que no perdiera su empleo y fue todo.
—Oh, vamos. ¿Me dirás que no te deslumbró con el hecho de que cerrara el restaurante más lujoso de la ciudad para ustedes dos solos?
—Tal vez, pero no es mi tipo —expliqué, sentándome frente a ella con mi plato con tres rebanadas de pizza con pepperoni y extra queso—. Además, aunque fue amable, no me agrada que intentara meterse en mis pantalones.
Di una mordida enorme a mi rebanada de pizza mientras ella reía y me apuntaba con la cuchara que tenía en su mano.
—Te gusta.
—¡No! —Protesté, limpiando las comisuras de mis labios con una servilleta—. Obvio que no me gusta.
—Pero por lo que contaste, él si está interesado en ti. Incluso te dijo que le gustabas.
—Tal vez, pero no sucederá nada entre nosotros. —Di otra mordida grande a mi rebanada de pizza, saboreando la unión del queso y del pepperoni—. Además, no volví a verlo.
Tres días después de almorzar juntos y tal parecía que la tierra se lo había tragado. No había vuelto a saber nada más de Nicholas
Y no albergaba la esperanza de que sucediera.
—Oh, _____, estoy segura de que Nicholas te dará una sorpresa en el momento en que menos te lo esperes —guiñó el ojo y se levantó para lavar los platos que había ocupado.
—¿A que te refieres con eso?
—Nada —suspiró. Con aire inocente.
Intenté sacarle información para saber a que se refería porque estaba segura de que ella sabía algo que obvio yo no, pero de inmediato me dio evasivas y salió de la casa porque según tenia el tiempo contado para llegar al trabajo.
Intrigada por lo que había dicho, continué comiendo la pizza del plato hasta que la acabé.
Después de eso fui a la Galería para ver que todo estuviera listo y no regresé a casa hasta que estuve segura de que todo estaba correctamente ordenado y perfecto. Al regresar, me tomé mi tiempo dándome una ducha, relajándome y alistándome para la gran noche que me esperaba. Escogí un vestido blanco con escote en forma de corazón cuya falda llegaba hasta mis rodillas, y como no quería usar zapatos del mismo color, decidí utilizar en el outfit un par de zapatos rojos de un tacón de diez centímetros para —por lo menos esa noche—, verme más alta que otros días.
Para cuando estuve en la Galería por fin esa noche a punto de abrir las puertas para la inauguración, suspiré profundamente para controlar —o al menos intentar— calmar mis nervios.
—¿Lista? —Preguntó Sophie poniendo una mano sobre mi hombro.
Aspiré profundamente y me tomé un segundo antes de asentir y que por fin las puertas se abrieran. Cuanto más pasaban los minutos, los invitados y uno que otro curioso a ver la exposición llegaban mientras Sophie, la anfitriona y la artista, o sea yo, saludábamos a cuanta persona llegaba.
—_____ —la sonrisa enorme y radiante de Jenni y de Kath vino acompañada de un fuerte abrazo.
—Me alegra que estén aquí.
—Y a nosotras también.
—Esto ha quedado maravilloso.
—Es tal cual lo soñé —sonreí y las abracé fuertemente.
—Hum… ¿_____?
—¿Si?
—Hay algo que tengo que decirte.
Me separé de ellas después de que un fotógrafo nos tomó la foto del recuerdo y le miré con cierta atención, aunque no tanta porque Sophie me llamaba para que saludara a alguien.
—¿Podría ser después?
—En realidad debe de ser ahora porque yo… Bueno es que…
—Kath, de verdad, dímelo más tarde.
—Es que hay alguien que vendrá y no creo que te agrade mucho…
—Creo que no hará falta que le digas porque ya llegó —musitó Jenni mirando por encima de mi hombro.
—¿Qué? ¿Quién llegó?
No lograba entender muy bien lo que intentaban decirme así que volteé para ver a quien se referían; al hacerlo, lo vi entrar con toda la majestuosidad que él poseía. En realidad era él.
Y había venido a verme a mí en especial.
Continuará...
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
LO AMEEE!! AAAHH!! siguelaa!! amo esta novee
NicoleJB497
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
hola
este chico si que sorprende :)
jajaja ya creo saber quien llego
seguila pronto
que sera lo que ira a pasar :)
saludos
por cierto gracias por la bienvenida
me tienes bien enganchada a la nove :P
este chico si que sorprende :)
jajaja ya creo saber quien llego
seguila pronto
que sera lo que ira a pasar :)
saludos
por cierto gracias por la bienvenida
me tienes bien enganchada a la nove :P
dianajb
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
CAPÍTULO 9
Guiñé mis ojos para ver si mi mente no estaba gastándome una broma, sin embargo cuando se acercó a mí y puso aquel ramo de rosas frente a mí algo dentro de mi cabecita atormentada me decía que en verdad estaba allí.
—Hola. —Inclusive el suave sonido de su voz era real.
¡Obvio que es real, idiota! Gritó una voz en mi interior.
—Hola —balbuceé.
Genial, a estas alturas de mi vida, balbuceaba.
¡Que tonta!
Nicholas sonrió y alargó las rosas hacia mí—. Para ti.
Le agradecí el gesto y tomé las flores entre mis manos. Tan rojas que el color parecía irreal.
—¿Qué haces aquí? —Fue lo único que pude decir. Sin duda era sorpresivo tenerlo allí de pie frente a mí con un enorme ramo de rosas pero lo más raro era que yo no le había dicho nada acerca de esta noche.
—Katherina me comentó acerca de hoy y… —se encogió de hombros mientras sonreía— Pensé que sería un buen gesto venir. —Su sonrisa amable se transformó a una pícara en tan solo un santiamén—. Además, debo decir que ha sido una descortesía no invitarme. Tenía entendido que la amistad implicaba ciertas invitaciones a actividades sociales.
Sonreí. Por primera vez desde que nos habíamos conocido, yo sonreía de una forma sincera, sin embargo, su actitud de No-Puedo-Estresarme-Ni-Aunque-Esté-En-Medio-De-Un-Sismo me causaba gracia.
Comenzaba a divertirme su presencia.
—Y yo tenía entendido que te había dicho que no éramos amigos —Le recordé manteniendo mi sonrisa sobre mis labios.
—¿Aún continuamos en esta etapa de negación de la amistad?
—Yo no niego nada —protesté—. Simplemente que tú pareces no querer aceptar que no tengo intenciones de ser tu amiga.
—Créeme, quiero que seas la primera amiga mujer que tenga.
—Mira, ¿Por qué no ves la exposición mientras yo voy a dejar estas flores y continúo saludando invitados?
—Esperaba que mientras veía las obras me explicaras cada cuadro.
—No tendré preferencias contigo cuando hay más invitados que esperan que les salude.
—De acuerdo —asintió—. Pero después de esto insisto en invitarte a cenar.
—Lo siento pero esta noche no puedo. Tengo… otra invitación —sonreí divertida y a él parecieron no agradarle mis palabras.
—¿Prefieres otra compañía antes que la mía?
Asentí y sonreí, percatándome de la chispa de celos que miré en sus ojos; misma que supo disimular muy bien.
—Compromisos son compromisos, Nicholas —Le guiñé un ojo y di media vuelta para encaminarme hacia la oficina donde puse las flores en un jarrón que había allí vacío. Al salir, con lo primero que me encontré fue con Kath y con Jenni quienes parecían preocupadas en cierta manera por mí.
—¿No estás molesta? —Preguntó Kath, mirándome obviamente preocupada.
—No. ¿Por qué habría de estarlo?
—Por haberle dicho a Nicholas Reston que esta noche sería la exposición.
Sonreí y negué de inmediato.
—No me molesta. Puedo lidiar con el tipo, no te preocupes.
—Pareces feliz de que este aquí —comentó Jenni, dándome esa mirada perspicaz muy típica de ella —; ¿Segura que no sientes nada de atracción por él?
—¡No! —reí—. Obviamente no soy el tipo de chica que moriría por él. Además tengo más problemas en mi vida como para complicarla más.
—Pues él si parece interesado en ti, _____.
—¿Por qué lo dices, Kathie Kath?
—No le dije lo de este evento a propósito, si no que hoy tuve que ir a su oficina a notificarle un par de asuntos de la empresa y le dije que saldría temprano, así que comenzó a cuestionarme hasta que tuve que decirle que vendría a un evento que presentarías en la Galería.
—Kath, te dije que no importaba. Además… Creo que Nicholas comienza a agradarme un poco —sonreí.
Las chicas no dijeron nada pero aunque ellas pensaran que Nicholas Reston me gustaba, no era así. Me divertían sus acciones, que era completamente diferente a querer arrojarme a sus brazos como una de sus miles de novias.
Él solo era una clase de nuevo amigo, aunque él quisiera algo más que eso.
—_____, querida, esto es perfecto —me elogió William Heidemann. Si, el mismo William de San Francisco que conocí dos semanas atrás—. Me he enamorado de ese cuadro de Central Park.
Le dediqué una sonrisa mientras él no dejaba de admirar al cuadro y casi juraba que estaba a punto de derramar lágrimas. Se veía emocionado por algún motivo en especial.
—Queremos este cuadro, _____ —dijo su esposo, Jean Philippe mirándome con detenimiento—. Central Park es muy especial para nosotros —comentó sonriendo y comenzó a explicarse—: Allí fue donde conocí a William hace un par de años; él estaba trabajando en una sesión de moda minimalista junto con Verónica James y yo era el diseñador de al colección al que Verónica había invitado a la sesión para que diera su punto de vista… —Giró su rostro hacia William y le tomó su mano con mucho afecto— Entonces lo vi.… —Uno y otro sonrieron y yo más incómoda no pude estar en aquel momento. Se veían tan enamorados que sentí una sensación de celos al no poder tener a nadie que me quisiera de esa manera.
Quiero decir, pensé tener emociones de esa magnitud. Pero no fue así.
—Fue amor a primera vista —completó la frase, William—. Un amor enfundado en un traje Armani.
Ambos estaban dentro de una burbuja de romanticismo de la cual no quería ser parte. Me sentía incómoda ante cualquier pareja del mundo, incluso las de las películas o telenovelas. Aún no superaba lo de Emmett y eso me irritaba.
—El cuadro es suyo —aseguré y, solo así volvieron a su realidad.
Imaginaba lo agradable que les provocaba el recuerdo de Central Park. Si podía hacer algo para que la gente fuera un poquito más feliz de lo que ya eran, ¿Por qué no darles el cuadro?
Además, así pude sacarlos de su burbuja de amor.
—¿Qué?
Ambos parpadearon pero de inmediato comenzaron a rechazar mi oferta.
—No podríamos…
—Dime cuanto vale el cuadro y con gusto te extiendo un cheque.
Esta vez fui yo quien me negué.
—Hablo enserio. El cuadro es suyo —Sonreí—; Considérenlo como un regalo de aniversario adelantado.
Comenzaron a agradecerme semejante gesto de amabilidad y continuamos conversando hasta que sentí que alguien puso su mano sobre mi espalda baja.
—Buenas noches —saludó el recién llegado, con ese tono de voz tan cortés y educado—; ¿Les importaría si les robo a la artista por un momento?
No necesité levantar la vista para saber a quien pertenecía esa voz.
—Por supuesto —dijeron William y Jean Philippe sonriendo divertidos. Quise hacerles señas para que no me dejaran ir pero no logré mi cometido y fui arrastrada —literalmente— de donde estaba; volteé mi rostro hacia ellos mientras caminaba al lado de mi raptor y noté que ambos le miraban el trasero. Desviaron la mirada hacia mí y levantaron sus pulgares en señal de aprobación.
Regresé mi vista al frente y continué caminando, siendo guiada por Nicholas hacia la zona más alejada de la Galería, donde no había tanta gente.
—¿Para que me has traído aquí? —Alcancé a preguntar, dándole una mirada más que confusa.
—Quiero pasar un rato con la artista.
Blanqueé mis ojos y suspiré.
Y cuando pensé que comenzaba a agradarme, él llega y lo arruina con su comportamiento.
—¿Siempre tienes que ser tan dictatorial?
—Es la única manera de obtener lo que quiero.
—O sea, yo no soy un objeto que puedes manejar a tu antojo —le apunté con mi dedo índice y entorné mis ojos pero él continuaba impasible. A juzgar por su expresión, todo esto le causaba diversión—; Ni yo, ni nadie que está a tu alrededor tiene la obligación de complacerte.
—Deben de hacer lo que les digo porque por eso les pago.
Una de las comisuras de mi boca se elevó al igual que mi barbilla.
—¿A sí? Pues yo no estoy a tu servicio ni mucho menos pienso estarlo; y para ser honesta, me pone de mal humor estar tratando con un ser tan dictatorial, inmaduro, ególatra, prepotente y egocéntrico. Así que ¿Porque mejor no vas y pones de mal humor a alguien que no sea yo? Ya que a mí no me agrada.
Su rostro se cubrió de una expresión de incredulidad, algo que atribuí a que nadie la había dicho jamás lo que pensaban de él (o al menos no en su cara); cierta chispa de irritación llameó en sus pupilas.
Y para finalizar mi acto de “brutal honestidad” como él le decía, di media vuelta y regresé con las personas que no me provocaban más que alegrías en la vida, las mismas que me esperaban para continuar festejando mi regreso del agujero negro de olvido en el que me había metido desde que Emmett me había dejado plantada en el altar.
******
—Gracias por hacer esto por mí —Me agradeció Jenni por quinta vez el viernes al medio día, después de que tuve que ser su asistente en el convivio que se organizó para la venta de pasteles del Kínder Garden para el cual ella trabajaba medio tiempo.
Si. Jenni era del tipo de mujer que podía combinar dos carreras. Maestra de preescolar por las mañanas y locutora de radio por las tardes y noches. Solo ella podía soportar a niños de tres a cinco años y a un niño de cuarenta años en la radiodifusora.
—Solo tú pudiste convencerme de ayudarte con esto.
—No ha sido tan malo… Además, los niños se han divertido mucho.
—Si, tengo que admitir que yo también —comenté, mirando por el espejo retrovisor las dos Tartas de Limón que había comprado esa mañana.
—Me imagino por la manera en que miras las Tartas.
Sonreí y di vuelta en la intersección para ir casa.
—Sabes que tengo debilidad por las Tartas.
La rubia rió y el sonido vino acompañado por el timbre de mi móvil, mismo que le pedí que respondiera y que pusiera en altavoz para poder atender la llamada.
—¿Aló?
—¡_____! —Era Sophie—. ¡Tengo una gran noticia! —Chilló alegremente.
—Dime. ¿Qué es tan alegre como para que utilices ese tono de voz?
—Alguien se ha llevado tus obras.
—¡Qué! ¿Cómo que “llevado”? ¿Las han robado…?
—No, no, no. Me refiero a que alguien ha comprado tus obras.
—¡Oh! ¡¿De verdad?! —Grité, alegre. Obviamente—. Pero… ¿Quién? ¿Cómo…?
Sophie soltó una risita y comenzó a explicarse:
—En realidad dijeron que era una compra anónima. Esta mañana a primera hora ha venido una señorita toda vestida de negro, así como “Hombres de Negro” pero en versión femenina… En fin, vino directamente a mi oficina y me dijo que quería comprar toda la colección. Obvio yo le dije que tenía que consultar a la artista para fijar precios pero ella puso una cifra y comenzó a subir de precio cuando comencé a insistirle en que consultáramos a la artista… Jamás había vivido algo así.
—¿Y en cuanto has venido la obra? —Preguntó Jenni, mientras yo continuaba conduciendo.
—Prepárate para escuchar la cifra…
—Dinos.
—No lo vas a creer.
—Sophie, por favor —rogué. Odiaba la incertidumbre, por ese motivo no veía los finales de ningún programa de concursos; esos donde el presentador te hace esperar para darte a conocer al ganador.
—¡Un millón de dólares!
Por un par de segundos me olvidé de que iba conduciendo y la sorpresa me pilló con la guardia baja.
—¡_____, mira al frente! ¡Mira al frente! —Gritó Jenni y de inmediato giré el volante antes de que nos estrelláramos contra un viejo Lexus.
—¿Qué pasó? ¿Están bien?
—Eh, si… Si. Es que de la impresión casi me estampo contra un Lexus.
—¡_____, ten más cuidado!
—Ha sido tu culpa por decirme en cuanto se vendió la obra.
—Y lo más sorpresivo…
—¿Además del millón de dólares?
—Es que han pagado en efectivo.
—¿Efectivo?
—Si. Así que si quieres tu dinero puedes venir por él a la hora que quieras.
—Iremos de inmediato —aseguró Jenni.
—Aquí las espero —finalizó Sophie.
—Anda, da la vuelta en la siguiente calle para ir a la Galería —me animó Jenni pero yo continuaba sorprendida—. ¿Qué te pasa?
—Es que…
—¿No te alegra que tu obra se haya vendido?
—Si, si. Pero ¿Quién podría pagar un millón de dólares por una colección como la mía?
—Eres una excelente fotógrafa.
—Te agradezco el cumplido pero se que mi obra no vale esa cantidad.
—Tal vez y tienes un gran admirador de tu trabajo.
Dudaba que fuera lo que Jenni suponía, sin embargo, no existía alguna otra explicación que tuviera lógica para pagar semejante cantidad de dinero por una obra mía. ¿Por qué hacerlo si no era tan famosa? O tal vez, y solo tal vez, no era tan famosa como yo pensaba.
O… No. Ya no tenia idea de que sucedía.
Tal y como Jenni había dicho, di vuelta en la primera calle que hallé para regresar hacia la Galería; en cuanto llegué, tanto Jenni como yo fuimos de inmediato hacia la oficina de Sophie, quien nos esperaba con un maletín que contenía muchos billetes verdes.
—Nunca había visto tanto dinero junto —musitó Jenni mirando los fajos de billetes perfectamente ordenados dentro del maletín negro de piel sintética.
—Carambolas…
Siempre había creído que el ver tantos billetes juntos sería impresionante, tal y como se ve en la televisión, pero esto no tenia comparación. Estaba sin palabras contemplando los billetes. Ni siquiera el sonido del móvil de Jenni me sacó de concentración.
—Este es el precio justo por tu obra —aseguró Sophie, aunque sabía que le daba ese valor porque me estimaba—; disfrútalo.
—_____, era Kath. Al parecer su auto le jugó una mala pasada y no quiere encender —se explicó.
—Claro, vamos. —Regresé mi vista hacia Sophie rodeé el escritorio para agradecerle aquella magnífica venta—. Gracias, Sophie. Sin ti no hubiera logrado esto. —Saqué un fajo de billetes y los puse sobre sus manos; ella intentó negarse pero insistí como agradecimiento de permitirme exponer la obra en su Galería.
Salí de aquel lugar con las manos repletas —literalmente— y conduje hacia aquel edificio donde Katherina esperaba por nosotras.
—Creo que deberías de ir tú por ella y yo las espero a un par de calles —sugerí. Intentando sonar indiferente.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Es que… Preferiría no entrar a ese edificio.
—No me digas que temes encontrarte a Nicholas. —Jenni rió y yo blanqueé mis ojitos.
—No es eso… Es que… Bien, tienes razón. No me lo quiero topar.
La joven rubia dejó escapar una risilla de sus labios y dijo:
—¿Por qué huyes de él?
—No huyo de él, simplemente no quiero tener que experimentar otro desagradable encuentro entre nosotros.
—Creo que tienes miedo de que comience a suceder algo entre ustedes.
—No, no es así. Yo no quiero tener nada que ver con ningún hombre, o es que ¿se te olvida que me terminaron tres minutos antes de casarme?
Resopló y respondió de inmediato:
—No todos son como Emmett. Simplemente no puedes encasillar a todos los hombres en una misma categoría.
—Claro que puedo. Es fácil.
—No. Así no es como deben de ser las cosas —se tomó un suspiro antes de hablar—. ¿Recuerdas que yo tenía la misma opinión que tú antes de conocer a Adam?
—Oh, por favor. No compares a las escorias con el chico que devolvió una cartera con los mil dólares que llevaba dentro al dueño correspondiente.
—Intento hacerte entender que no todos son iguales.
—Jen, no quiero sonar irrespetuosa pero cállate.
—No necesitas ser tan cruel.
—Lo siento, pero no quiero tener que atravesar de nuevo por esa conversación que no llega a ningún punto.
—De acuerdo, de acuerdo. No volveré a decir nada.
—Te lo agradezco…
Me adentré en el estacionamiento subterráneo del enorme edificio gris oscuro de quince pisos de alto revestido con cristales que capturaban los rayos solares convirtiéndolos en luces multicolores. Seguí las indicaciones de Jenni, ya que ella sabía donde era el lugar correspondiente de aparcamiento de Kath. Para ser honesta, esta era la primera vez que le visitaba; nunca se había dado la oportunidad de entrar en aquel edificio.
—Ahí está —señaló mi acompañante con su dedo índice. Fue cuando la vi. Con la espalda recargada sobre su nuevo auto, con la expresión misma del descontento.
—¿Por qué demoraron tanto? —Refunfuñó de inmediato al vernos estacionar a su lado.
—Si, aprecio que me agradezcas el venir a tu rescate, damisela gruñona —respondí en tono sarcástico. ¿Acaso era demasiado trabajo agradecer los favores en estos días?
—_____, ahora no —bufó, jalando con violencia su maletín y su bolso, que se encontraban sobre el techo de su automóvil—. No estoy de humor para tus comentarios sarcásticos.
—Así o más agresiva. ¿Qué onda con tu actitud? —Le preguntó la rubia.
—Chicas, no he tenido un buen día. —Kath recargó su espalda contra mi auto y noté como sus hombros se hundían, su cabeza caía hacia atrás mirando hacia el techo del poco iluminado estacionamiento y suspiraba ruidosamente—. Creo que cambiaré de trabajo —anunció con pesar en su tono de voz.
—¿Qué? —preguntamos en unísono Jenni y yo.
Nos resultaba sorpresivo escuchar esas palabras de su parte cuando la chica amaba trabajar en Reston Inc.
—¿Por qué? Pensé que amabas ser la gerente de este lugar. Ya sabes, desempeñar un trabajo súper importante con un infantil multimillonario.
—Y así es…
—¿Pero?
Resopló y enderezó su postura, aun sosteniendo su bolso y maletín en cada una de sus manos.
—Todo se ha vuelto complicado… La carga de trabajo parece aumentar cada día y… —su voz se desvaneció y sacudió su cabeza de un lado a otro.
—¿Y? —Quise saber—. ¿Qué es lo que ibas a decir?
—Nada.
—Dime.
—Kath, si hay algo que podamos hacer por ti —Intervino Jenni.
Suspiró profundamente, dándose valor para decirnos lo que aparentemente ocultaba.
—Ya no soy buena desempeñando mi trabajo. Hoy perdí una cuenta de dos millones y medio de dólares y Reston no estaba muy alegre con eso… Me llamó inútil.
—Kathie… —Jenni se acercó a ella y la abrazó, sin embargo, en mi interior una chispa de enojo comenzó a causar estragos en mí. ¿Cómo demonios se atrevía a ser tan estúpidamente grosero con una de sus empleadas que además de eso era mi amiga?
—No fue mi culpa, su estúpida secretaria-asistente-buldog, no permitió que le viera para que confirmara con él la compra-venta de esas acciones…
La realidad era que no tenia idea de que me hablaba pero por su expresión, debió de haber sido muy tensa esa situación.
—O sea que por culpa de una mujer insuficientemente inteligente como para pasar una simple llamada, ¿él se enoja y cree que tiene el poder para llamarte “inútil”?
—_____… —Jenni hizo una seña para que mirara hacia donde ella indicaba; al hacerlo, lo vi saliendo del ascensor que estaba ubicado al otro extremo de donde nos encontrábamos. El rostro de Nicholas estaba cubierto por una expresión de contrariedad, y no era para menos sabiendo que había perdido dos y medio millones de dólares en un momento. Sin embargo, eso no le daba derecho a comportarse como un troglodita
Sin detenerme a pensar y, siendo guiada por el enojo de saber que había tratado mal a Katherina, comencé a caminar hacia él; al mismo tiempo en que escuchaba a las chicas decirme que regresara con ellas pero obviamente no les hice caso. Este tipo necesitaba que alguien se atreviera a decirle como eran en realidad las cosas.
Llegué a su lado mientras abría la puerta de su auto, aunque este era diferente, no era el Maserati que había visto antes, ni siquiera Paxton estaba cerca. Era un bonito Ferrari pintado de un negro reluciente.
—Nicholas.
El interpelado giró su rostro hacia mí, y de inmediato su expresión se cubrió por la sorpresa de verme allí de pie a menos de un metro de él.
—¿_____?
—¿Quién te crees que eres para llamar “inútil” a mi amiga? —Gruñí, y la sorpresa de su rostro se convirtió en enfado y sus ojos se convirtieron en hielo.
—Me hizo perder una gran suma de dinero, ¿No te dijo eso?
—Eso no significa que tengas que ser tan grosero.
—Si, claro. Lo dice la mujer que me golpeo por decirle que quería dormir con ella.
—¿Y que querías que hiciera? ¿Que saltara a tus brazos y te rogara para qu lo hiciéramos ahí mismo sobre la silla? —Tomé una enorme bocanada de aire para continuar hablando, mientras él parecía cada vez más cabreado por la situación.
—Hoy no tengo humor para tus desplantes de buena educación y amabilidad.
—Te lo dije ese día en la Galería, Nicholas. No tienes porque tratar tan mal a las personas solo por el simple hecho de que trabajen para ti; no son objetos ni títeres que puedes manejar a tu antojo.
Me miró directamente a los ojos, traspasándome con esa mirada fría e inexpresiva. Asumí que ese era el Nicholas Reston al que solo le importaban los negocios y que todo marchara a la perfección; muy diferente del Nicholas Reston juguetón y pícaro que había conocido primero.
—Me gustas mucho, dulzura. Tanto que por las noches no puedo pensar en nada más que en ti y tú perfecto cuerpo —confesó—, pero no cambiaré lo que soy ni por ti ni por nadie.
Dicho eso, subió a su auto y salió del complejo sin dirigirme ni una sola mirada más, dejándome de pie mirando como se marchaba.
Continuará
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Hello Girls, aqui ando de regreso... SORRY por no publicar desde hace quien sabe cuantos lustros, pero he andado ocupada & me he concentrado tanto en escribir que me habia olvidado de publicar. En fin, Sorry de nuevo & pinky promise que andaré mas seguido publicando hasta que la novela se acabe... GRacias por comentar & leer :3
love u all♥
XXOXO
love u all♥
XXOXO
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
SIGUELO PORFAA POR EL TIMEPO PERDIDO HAZ UN MARATON!
NicoleJB497
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
Nicholas, eres tan intenso y directo!
Me encantó el capítulo
Sube pronto :)
Me encantó el capítulo
Sube pronto :)
Mire
Re: Dolor, Amor & Otras Pasiones... [Nick&tu]
hola
mmm "no cambiare ni por ti ni por nadie" esperemos a ver
jejejejee :twisted: seguila pronto me encanto el cap
mmm "no cambiare ni por ti ni por nadie" esperemos a ver
jejejejee :twisted: seguila pronto me encanto el cap
dianajb
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