The Olympic Gods Errors-Larry Stylinson (LINK)

lizethstylinson escribió:Hola!
Me gusta mucho mucho tu novela, me encanta la temática de los dioses griegos!
Eros es todo un loquillo con su plan b!
Gracias por la novela es genial!:)
esperare el prox. capitulo
Saludoss!

ABeautifulLie escribió:JAJAJAJA -¡¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?!-dijo Harry-¡Que oprimas el botón varias veces no hace que el elevador vaya más rápido! fjtngoefg adoro "leer" a estos dos xD

Otra vez lo digo, amo a Eros. Ya mismo me voy a Los Angeles a buscarlo (?
Fue tan slkgmjkofdglks Lou los estaba viendo y se besaron y jsgnjfaksdlgnklsd *-*
Seguila cuando puedas c:

Laaau14Larry escribió:Hi, nueva lectora. Soy Lau.
Me gusta bastante la trama, muero por saber como reaccionará Louis.
En fin, síguela cuando puedas. :)

Dimples'sHarold escribió:

Laaau14Larry escribió:Hi, nueva lectora. Soy Lau.
Me gusta bastante la trama, muero por saber como reaccionará Louis.
En fin, síguela cuando puedas. :)

Una cosa, las frases de debajo la foto es ¿lago?

Hola! lamento no subir en mucho tiempo pero ya explique el por que, el capitulo es un poco corto, lamento eso y no tiene imagen porque no tenngo mucho tiempo para estar aqui, espero y comprendan, tambien lamento no contestar comentarios pero es por la misma razón del porque no hay imagen. Gracias por su comprensión y por la espera, bye.

CAPÍTULO
5

"El Error de
Hera"

Silencio,
es lo único que había en la habitación. La sala Cronos, así se llamaba el lugar
donde Hera y Zeus estaban ahora, donde los doce dioses hacían sus reuniones,
donde se tomaban las decisiones. El padre de Zeus, aquel titán que tenía el
mismo nombre de aquella habitación, la construyó para ahí refugiarse antes de
ser destruido por su propio hijo. Suena cruel, pero más lo era comerse a sus
propios hijos.

Hera
estaba en su trono dorado, grande y resplandeciente. Zeus estaba en el suyo,
con la mirada perdida a un mundo invisible donde sólo podía entrar él. Hera
sabía que le recordaría ese error que tuvo una vez, que estaba buscando la
forma de decirlo lo más amablemente posible. Más no lo encontraba. Un sermón
era más posible y directo, pero Zeus no se lo daba. Hera estaba totalmente
arrepentida, se lo había dicho a Zeus un sin fin de veces, pero él siempre
decía que a él no le tenía que pedir disculpas. Él tenía razón. Pero por más que
quisiera no podía hacer aquello. ¿Con que cara lo miraría?. Ella no lo sabía y,
por ahora, no lo quería averiguar.

-Yo...-empezó
Hera.

Zeus
la cayó. Su mirada seguía perdida en aquel punto invisible, con una mano
acariciando su larga barba blanca, pensando. Hera se mordió el labio inferior.
No aguantaba más la situación, preferiría un sermón de Zeus y listo. La culpa
empezó a asfixiarla.

-Creo
que deberías hablar con él-dijo Zeus.

Hera
lo miró, pero el a ella no. Zeus sabía perfectamente que ella no podía hacer
eso. Simplemente no podía, no quería. Aunque la culpa la atormente ella no
podía hacer eso. Maldita sea la hora en la que se convirtió en la diosa de la
familia, se decía Hera.

-No
puedo-dijo Hera.

Zeus
volteo a verla. Era la primera vez que lo hacía desde que se habían quedado
solos después de, cómo le gustaba decirle Zeus, la Convocatoria Olímpica. Zeus
se levantó de su trono y, a paso lento, se dirigió a la gran puerta dorada de
la salida, para a último decir:

-Tienes
tres días.

Hera
se quedó observando la salida. Zeus ya no estaba ahí. Hera se levantó de su
trono y rápidamente se acercó a el lugar donde colgaba un pequeño y viejo
espejo. Susurró unas palabras en griego antiguo y enseguida un nombre. El
cristal del espejo empezó a parecer agua y ondas se formaron en el. Las ondas,
después de un coto tiempo, desparecieron y una imagen quedó a la vista en el
espejo. Un chico, sentado en una silla de un restaurante, riendo. Hera sonrió,
se parecía tanto a su madre, aunque ella no la haya podido conocer bien. Cuanto
se arrepentía de haber hecho tal desastre. Esto no estaría pasando si no fuera
por ello.

Hera
alzó una mono y está brilló, haciendo que la imagen de aquel chico sea
reemplaza por la de ella misma. La diosa hizo una mueca. Todo esto se le hacía
tan difícil pero era más que necesario.

-Mi
señora

Hermes
había entrado. Hera rápidamente se alejo de aquel espejo y se acercó a Hermes.

-¿Qué
sucede, Hermes? Te noto agitado.

Hermes
no contestó. Le hizo una seña a Hera para que lo siguiera y ésta así lo hizo.
Salieron de la Sala Cronos y se dirigieron al otro lado del Olimpo. Hermes iba
deprisa, pero Hera no podía alcanzar aquella velocidad. Corrieron por pasillos
y jardines hasta encontrar su destino.

Hera
no visualizó nada al principio. Pero, de repente, una sombra pasó por encima de
ellos. Casi tomándolos con sus garras.

-Arpías-dijo
Hera

Una
segunda Arpía amenazó con tomarlos, pero ellos fueron más rápidos. No sabían
cómo reaccionar, una Arpía nunca había molestado en el Olimpo, normalmente los
dioses eran los que tenían control sobre ellas. Esto era como ver al agua
combinarse con el aceite. Totalmente imposible.

-¿Cómo
es que llegaron aquí?-dijo Hera

-No
tengo la menor idea-respondió Hermes.

La
tercera Arpía iba directo a ellos. Sus garras extendidas listas para tomarlos
entre ellas. Una sombra se abalanzó sobre ella antes de que pudiera tomarlos.
Ares.

Ares,
con su espada en mano, lanzó a la Arpía lejos de ahí. Su mano brilló y su
escudo se materializo en ella, dorado y resplandeciente. La primera Arpía bajó
y asecho a Ares, éste contraatacó y la mando lejos. La segunda Arpía no se
molestó en atacar, solo se fue, huyendo de Ares. Ares sonrió satisfecho. La
adrenalina se le había subido al máximo, no fue una batalla difícil, pero si divertida.

-¿Están
bien?-preguntó Ares

Hermes
y Hera asintieron

-¿Cómo
es que llegaron aquí?-dijo Ares

-No
lo sabemos-dijo Hermes-yo llegue y ellas estaban ahí y de inmediato fui a traer
a Hera.

Hera
buscaba quien podría ser el causante de esto, pero no lo encontraba. Hasta que
solo una persona pudo agregar a la lista de culpables. Hades.

(…)

Sus
labios se movían por igual. Besaba bien, debía admitirlo. Era un beso suave,
pero aún así, le hizo sentir muchas cosas a Harry. Una de ellas, confusión.

Se
separaron por la falta de aire. Eros rió levemente cuando lo hicieron. Harry
visualizó la entrada, esperaba ver a Louis ahí parado. No era así. Sólo había
gente pasando de un lado a otro, con tanta rapidez como podían para llegar a
sus destinos lo más antes posible. Harry no sabía si estaba desilusionado o
completamente alegre.

La
camarera seguía ahí. Eros le hizo una seña para que se retirara, y así lo hizo,
pero nunca quitó su expresión de sorpresa de su cara. Eros amplió su sonrisa y
dirigió su mirada al tazón que tenía en frente.

-¿Cómo
es que se como esto?-dijo tomando un palillo chino y empezó a sacar pedazos de
fideos, pero, claro, todos se caían.

Harry
rió, Eros siempre lo ponía de buen humor.

-Así
no se hace-dijo Harry

Harry
tomó sus dos palillos y los acomodó en sus dedos para que quedaran bien y
empezó a comer los fideos. Eros lo miraba con el ceño fruncido. Al parecer aún
no entendía nada. Eros tomo el otro palillo he intento imitar a Harry, pero no
obtuvo buenos resultados. Los fideos no entraron en su boca si no que cayeron
en su regazo. Harry rió a carcajadas. Eros sonrió. Cuando Harry se dio cuenta,
él ya tenía los fideos en su cara, no estaban muy calientes.

-¿quieres
guerra, eh?-dijo Harry

Agarró
la comida con su mano y empezó a aventarla hacia Eros mientras éste hacía lo
mismo. Una guerra de comida se inició rápidamente en el restaurante. Los
gerentes intervinieron, Ahora Harry y Eros se encontraban fuera del
restaurante, llenos de comida y riendo a carcajadas.

-Eso
fue divertido-dijo Eros

-Sí,
pero ya no podremos entrar a ese restaurante-rió Harry y Eros lo imitó.

Se
encaminaron directo hacia su departamento. El sol aún seguía iluminando la
ciudad con sus rayos dorados. El aire estaba calmado y era húmedo y caliente.
Harry siguió caminando cuando se percató de que Eros ya no estaba con él. Giró
su vista hacia todos los lados posibles pero no lo pudo encontrar. Un ruido o
más bien un grito, se escucho aturdiendo a Harry. Desesperado, y asustado,
corrió en dirección a aquel grito. No era de Eros, estaba seguro, era una voz
muy femenina para que lo fuera, pero era una voz conocida.

Una
vez llegó al lugar, supo entonces que no estaba equivocado en que esa voz era
familiar. Eleanor estab siendo asaltada por un hombre, estaba mugriento y despeinado,
además de estar vestido con ropa rasgada. Aunque a Harry no le agradaba
Eleanor, sabía que era una emergencia, y ser asaltado por un vagabundo, no era
algo que le desearía a Eleanor.

Harry
corrió rápido en su dirección pero el ladrón ya se había llevado las
pertenencias de Eleanor, y ella lo estaba persiguiendo, a pesar de que hace
unos momentos estaba gritando de terror. El ladrón ahora cruzaba la calle,
había dejado un poco atrás a Eleanor. El ladrón llegó al otro lado, pero
Eleanor aún no. Y no se percató de que un camión se aproximaba. El conductor
intentó frenar pero, por alguna razón no lo hacía.

Una
sombra pasó rápidamente, apenas visible a los ojos de Harry. Se posó entre el
camión y Eleanor, Harry pudo ver entonces de quien se trataba. Eros estaba ahí
esperando recibir el impacto, pero no lo hizo. Un rayo cayó del cielo, con el
cielo totalmente despejado, haciendo que aquel camión se volteara. Eros, en un
movimiento veloz y apenas visible, sacó al conductor de ahí de alguna forma que
Harry no había visto. Eleanor se había desmallado, Eros la cargó y los llevó, a
ella y al conductor, a una orilla del camino. Eros observó que una multitud de
gente se acercaba para ver lo ocurrido, pero Eros se desintegró en un polvo
dorado.

¿Cómo
cayó un rayo sin que una tormenta interviniera? Harry no lo sabía, todo fue
completamente raro para él (y para cualquier otra persona normal).

Un
ruido llamó su atención. No era escandaloso, era más bien como un susurro, proveniente
de un callejón obscuro. El susurro pronunciaba una y otra vez su nombre. No
estaba seguro si ir, con lo que acababa de ocurrir, ya no sabía si confiar o
no. Dudoso, se acercó a aquel callejón, no pudo visualizar nada hasta que…

-¡Boo!

Eros
se había materializado en frente de él, dándole el peor susto de su vida. Harry
llevó una de sus manos a su pecho, casi le daba un infarto, pero pronto la
pagaría.

-¿Te
asusté?-dijo Eros sonriente

-Te
asuste-lo imito Harry- ¡Claro que lo hiciste!, por poco y me daba un infarto

Eros
rió. Al principio, Harry no lo hizo, pero debía admitir que si fue un poco
divertido.

-Estás
demente-dijo Harry

-Pero
aún así me amas-dijo Eros

“Pero
aún así me amas”. Esa era la frase que siempre le decía a Louis cada vez que
“lo insultaba”, como él lo había hecho con Eros. Harry bajó la mirada al piso.
Aunque ahora Harry se lleve bien con Eros, él quería que todo fuera como antes.
Los chistes que hacía con Louis, su amistad con él, ahora todo se había
perdido… y tal vez para siempre. Una lágrima se escapó de sus ojos y recorrió
toda su mejilla dejando un rastro húmedo.

-¿Estás
bien?-dijo Eros

Harry
rió y se limpió la mejilla con una mano.

-Si-dijo-
Si, solo estaba… recordando viejos tiempos.

Eros
alzó una ceja. No le creía, pero no dijo nada.

-Vamos,
hay que llegar al departamento antes de que anochezca-dijo.