The Olympic Gods Errors-Larry Stylinson (LINK)

CAPÍTULO
6
“Sueño
Confuso”

(Lamento no contestar comentarios :()

(Me encanta hacer capítulos confusos (?))

Londres

era como un desierto, de día era caliente y de noche frío, o al menos en

Verano. Harry, nunca entendió como funcionaba el clima de Londres, sus cambios

inesperados no eran muy comunes en otras regiones. Ahora él estaba en su

habitación, y la de Louis, acostado en su cama, con la suave sábana blanca en

una sola pierna. La habitación estaba en penumbras. Sus ojos cerrados tratando

de encontrar el sueño sin ningún resultado favorable. El frío aire no le

importaba, no lo sentía, su cerebro estaba tan concentrado en los recuerdos con

Louis que no podía hacerlo. Harry se movía constantemente, intentando encontrar

una posición cómoda para dormir, aunque la comodidad no sea el problema. Abrió

los ojos y dirigió su mirada hacia aquel reloj colgado en la pared, un reloj

plateado, moderno, él lo había comprado en un supermercado de Londres cuando

recién se había mudado ahí junto a Louis. El reloj marcaba las ocho en punto.

Temprano, pensó Harry. Normalmente él tenía energía de sobra a estas horas. Se

la pasaba charlando con Louis y haciéndose bromas. Harry creía que esos tiempos

habían terminado. Para siempre.

El

ruido de la puerta abrirse llamó la atención de Harry. Éste levantó su cabeza y

entrecerró los ojos, la luz que se filtraba por la abertura de la puerta le

lastimaba los ojos. Eros estaba recargado en el marco de la puerta,

observándolo. Sus brazos estaban cruzados en su torso. Su cabello rubio parecía

dorado. Se veía más atractivo que antes, pensó Harry.

-Dime

lo que te sucede en realidad-dijo Eros

Harry

revoleó los ojos y se giró para quedar boca debajo de la cama. Hundió su cara

en la almohada y soltó un leve quejido. Harry sabía que Eros estaba enterado de

lo que le sucede, pero aún así quería oírlo de él. Eros se acercó a Harry y se

sentó en la cama al lado de éste. Dirigió su mano derecha hacía la cabeza de

Harry y acarició su suave y rizado cabello.

-Vamos,

dime lo que sucede-susurró

Harry

lanzó otro quejido, pero este un poco más fuerte que el anterior. Hundió un

poco más su rostro en la almohada, lo que provocó que tuviera un poco de

problema para respirar pero no le importó.

-Tú

ya lo sabes-dijo Harry

Eros

suspiró.

-Está

bien, si, sé lo que sucede-dijo Eros-pero quería oírlo de ti… Quiero ayudarte,

Harry.

Harry

alzó su mirada para mirar a Eros. Lágrimas habían empezado a fluir de sus ojos.

Su rostro adquirió una tristeza inimaginable para Eros, todo esto le rompía el

corazón. Como dios del amor, sabía que el amor significaba muchas cosas, entre

ellas felicidad y tristeza, dos sentimientos completamente distintos, pero

siempre venían junto al amor. Alzó una mano y empezó a acariciar la mejilla de

Harry y con un dedo limpió las lágrimas que seguían cayendo. Trató de sonreír,

para hacerlo sentir mejor. No pudo. Eros suspiro y abrazó a Harry, éste hundió

su cabeza en el cuello de Eros y continuó sollozando. Si seguía así, puede que

él también empiece a llorar. Fue tan impresionante para él, la rapidez con la

que le tomo cariño a Harry. No había pasado ni tres días y podría llorar si él

llora, reír si él ríe, frustrarse si él se frustra, era algo tan impresionante.

Y le asustaba.

-No

llores-susurró.

-No

puedo-sollozó Harry-temo perderlo para siempre.

Eros

suspiro.

-No

lo harás-dijo-yo me encargaré de que eso no pase.

Harry

alzó la cabeza y miró a Eros, lágrimas seguían corriendo por sus mejillas,

aunque no más que antes. Los ojos azules de Eros resaltaban en la obscuridad,

Harry no había visto unos ojos como esos pero, en su opinión, había otros ojos

azules que le encantaban más que esos.

-¿Y

cómo lo harás?-dijo Harry.

-No

lo sé-dijo Eros-pero te prometo que no lo permitiré.

-Gracias-susurró

y volvió a hundir su cabeza en el cuello de Eros.

Eros

acercó lentamente una mano y acaricio el suave cabello de Harry. Eros no sabía

cómo lidiar con esto. Aún siendo el dios del amor no lo comprendía del todo,

era un sentimiento impredecible, cambiante y siempre acompañado de sentimientos

que se supone que deberían ser ajenos a él. Ni él y ni siquiera Afrodita,

podrían comprenderlo cómo los mortales lo hacían, pues ellos lo vivían en cada

momento de sus vidas y, en cambio, ellos tenían suerte si lo hacían. El que un

dios se enamore, cómo los mortales lo hacían, no era muy común, una simple

calentura era más frecuente, pero no era lo mismo.

Un

ruido raro lo saco de sus pensamientos. Eros busco la fuente y descubrió que

era Harry. Se había dormido y estaba haciendo leves ronquidos. Eros rió. Cada

día se aprendía algo nuevo de el.

 (...)

Corrió,

corrió y corrió por aquella pradera. No sabía exactamente porque lo hacía, pero

sentía la necesidad de hacerlo, seguir corriendo y no parar. Las flores le

hacían cosquillas al pasar junto a ellas, él rápidamente se embriago con el

olor de aquellas flores, era dulce y adictivo. Le daba tentación quedarse y

seguir oliendo aquel aroma tan maravilloso, pero una voz le decía “corre, sigue

corriendo y no pares o te arrepentirás”. Obedeció a aquella voz y siguió

corriendo.

La

pradera se había ido y un bosque fue su reemplazo. Pasó por aquellos arboles

inmensos con hojas increíblemente verdes. Rayos de sol se filtraban por las

aberturas de las ramas. Pájaros cantaban y se movían de una rama a otra,

persiguiéndolo. Se oía movimiento en los pequeños arbustos por los que él

pasaba, incitándolo a seguir corriendo. Un grito se oyó, era muy familiar a sus

oídos y la imagen vino a su mente.

-Louis-susurró

Quería

correr hacia donde el grito provenía pero sus pies parecían no hacerle caso,

siguieron corriendo y corriendo y la voz volvió a hablarle diciendo “tranquilo,

no es él, sigue corriendo y no pares”. No tuvo otra opción más que obedecer.

Cada vez esto era más extraño.

La

luz lo cegó al final de aquel bosque. El paisaje cambió completamente. Ahora

estaba en un desierto, grande y sin fin, el sol ahí estaba más grande de lo que

estaba normalmente, lo que provocaba un calor inmenso. Siguió corriendo, o lo

intento, la arena le estaba impidiendo correr libremente. Sus zapatos se

llenaron de tierra y el inmenso sol hizo que se agotara más rápido de lo

normal. Cayó al suelo e intento descansar. Cuando estaba a punto de rendirse, un

hombre apareció, era rubio y no podía ver su cara. Él solo le tendió la mano y

le dijo “no te rindas, estas a punto de llegar”. Harry tomo su mano y, con

dificultad, se puso en pie. Siguió corriendo y miró hacia atrás para ver a

aquel hombre pero ya no estaba.

El

camino fue largo pero al fin pudo llegar al final de aquel desierto. El clima

caluroso se convirtió en frío y luego descubrió que se encontraba en una

montaña. El pasto verde de aquella era más reluciente que cualquiera que él

haya visto antes. El sol había vuelto a su tamaño normal. Harry posó su mirada

en la vista que aquella montaña ofrecía. Todos los lugares por los que él había

pasado se encontraban ahí; la pradera, el bosque y el desierto juntos.

-Al

fin llegas

Harry

volteo y vio a Eros sentado en el césped con sus alas extendidas, mirando hacia

la pradera. Harry frunció el ceño y se acercó a Eros y se sentó a su lado.

-¿Que

sucede aquí?-dijo Harry

Eros

rio y se encogió de hombros

-

Es un sueño-dijo-alguien quiere comunicarse contigo.

-¿Quién?-dijo

Harry-¿y porque estas tu aquí?

-Estoy

aquí-empezó Eros- porque tu lo has querido, este tipo de mensajes siempre son

escalofriantes-rio-y las personas siempre quieren que alguien este con ellos en

este momento-sonrió-y tú me elegiste a mi… y, sobre quién te trata de enviar un

mensaje, no te lo puedo decir.

-¿Por

qué no?

-Porque

tú debes averiguarlo-dijo-son las reglas.

Eros

volvió a dirigir su mirada hacia aquella pradera. Había un brillo de dulzura en

sus ojos, pero también de nostalgia.

-Es

hermoso, ¿cierto?-dijo Eros.

-Si-contestó

Harry-mucho.

Eros

rió.

-Representa

a mi madre-dijo Eros.

Harry

frunció el ceño.

-¿Qué?

-Representa

a mi madre-dijo- Afrodita. Cada uno de estos paisajes representan a una persona

a la que estas destinado a encontrarte, con los que tienes una conexión-rió-

claro hay más pero estos son los principales.

-¿Y

los demás?

-No

te lo puedo decir-dijo Eros-Uno, porque arruinaría la sorpresa. Y dos, porque

ni yo mismo lo sé, solo estoy aquí para acompañarte, pero reconocí la pradera,

por eso sé que se trata de mi madre-sonrió.

Eros

hecho un último vistazo hacia aquella pradera y, lentamente, se levantó del

suelo y caminó sin ningún rumbo.

-¿A

dónde vas?-dijo Harry.

-Ya

no me necesitas aquí-dijo Eros.

-¿No

tenías que acompañarme en este sueño?

Eros

rió

-El

sueño acabó…

Harry

despertó sobresaltado. Sudor corría por su frente. Estaba aún en su habitación,

estaba casi en penumbras, la luna era lo único que iluminaba la habitación con

su tenue luz. Eros estaba acostado a un lado de él, dormido. Nunca lo había

visto dormir, normalmente él era el que caía rendido primero. Su rostro pasivo

era simplemente bello, la luz de la luna daba la impresión de que la piel de

Eros brillaba. Harry se levantó y se dirigió al baño, se lavo la cara y se miró

al espejo. Tenía el cabello desalineado, no era para tanto, tampoco se peinaba

muy seguido de todos modos. Aquel sueño fue tan raro, pero, lo que más lo

sobresaltaba era ¿quién se lo había mandado?

 (…)

Hera

entro en la habitación. Era cálida y brillante, con muchas decoraciones doradas

como los rayos del sol. Un toque típico de Apolo. Se adentro más en aquella

habitación. No había rastros de Apolo, era algo raro, Hermes le había dicho que

ya había finalizado su viaje y ahora se encontraba ahí. Hera observó aquellos

muebles dorados, decorando perfectamente la sala. Casi todo era dorado ahí,

representando los rayos solares de cada día. Hera vagó por aquella sala,

observando las decoraciones que ahí se encontraban.

 -¿Hera?

Hera

volteó rápidamente para ver a Apolo parado en la entrada. Tenía puesta su

típica armadura dorada que usaba cada vez que iniciaba su viaje por el mundo

mortal, para llevar el sol alrededor del mundo. Su cabello dorado estaba

cubierto por un casco y llevaba botas que parecían pesar demasiado. Si hablabas

de Apolo, casi todo en él era dorado. Su cabello, sus ojos, su vestimenta

(aunque a veces se vestía de blanco) y sus pertenencias. Se tomaba muy en serio

su posición.

-Ah,

Apolo-dijo Hera-yo solo… yo solo estaba-suspiro- yo solo quería hablar contigo.

Apolo

enarco una ceja

-Bien

¿Y que querías decirme?-preguntó Apolo

-Primero,

lamento si revivo recuerdos que puede que tu no quieras volver a vivir pero-

Hera se mordió el labio inferior-¿recuerdas a tu hijo? Hareos

La

mirada de Apolo se entristeció. Una llama de dolor y pena se encendió en sus

ojos. Claro que lo recordaba, fue el único hijo que tuvo al que pudo ver de

frente, cargarlo, hacerlo reír... Hasta que se lo arrebataron. Hasta que ella

se lo arrebató.

-Pero

claro que lo recuerdo-dijo Apolo con un tono frió y distante-lo recuerdo muy

bien, ¡así cómo recuerdo que tu me lo arrebataste!-gritó.

-¡Lo

sé, lo lamento tanto!-dijo Hera-fui cruel contigo, pero ahora quiero

remediarlo.

Apolo

rió cínicamente.

-Y

dime, Hera-dijo Apolo-¿Cómo planeas hacerlo?

-Sé

donde está-dijo Hera-pero primero necesito tu perdón.

-Está

bien, disculpa aceptada-dijo Apolo, decidido-Ahora, dime ¿dónde está mi hijo?

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Apolo:Dios de la luz, el sol, la música y la profecía.

Hera:Diosa de la familia y reina de los dioses.