The Olympic Gods Errors-Larry Stylinson (LINK)

Los doce dioses se reunieron en el Olimpo, sin Eros. El llamado de Zeus se expandió rápido. Todos estaban sentados en sus respectivos tronos: Zeus y Hera en los dos tronos dorados; Poseidón, Dioniso, Apolo, Artemisa, Hermes, Atenea, Ares, Afrodita y Hades en los diez tronos plateados, sólo uno estaba vacío. Afrodita miraba con tristeza a aquel trono, inspeccionando cada detalle. Ares, en cambio, permanecía firme. No podía parecer débil ante los demás dioses, aunque la situación lo esté destrozando por dentro.

-Hay que reemplazarlo-mencionó Hades-Eros es un peligro, hiciste bien en desterrarlo, no tenía control de sí mismo, pronto causaría una calamidad.

Ares cerró los puños con fuerza. No le agradaba la idea de que su hijo fuera reemplazado y tachado cómo un peligro, el no era así. Afrodita lo miró con tristeza, ella sabía que Ares estaba sufriendo por dentro y quería apoyarlo, consolarlo. No podía, no ahora.

-No creo que sea un peligro-dijo Hera
-Pero claro que lo es-dijo Hades-ya nos ha causado muchos problemas con sus errores-miró a Afrodita-Y más a ti, Afrodita. No crees que tu hijo merezca un castigo.

Afrodita miró a Hades. Él tenía una mirada fría, cruel, pero no se podía esperar más del rey del inframundo. La mirada de Hera se posó en Afrodita, una mirada compasiva y tranquilizadora que trataba de borrar la de Hades.

-No estoy segura-susurró Afrodita
-¿No estás segura?-dijo Hades-¡Él ha tenido muchos errores y tú has tenido que limpiar su desastre ¿Y no estás segura?!
-Es mi hijo-dijo Afrodita
-Claro-dijo Hades-tú hijo. ¡Crees que si estuviera permitido salvar a nuestros hijos habría tantos semidioses en la Tierra!
-¡Basta!-gritó Zeus haciendo qué su voz resuene cómo eco en toda la habitación.

Todos se sorprendieron, incluso Hades. Zeus se había enfurecido demasiado por su discusión. No era nada bueno.

-Basta, hermano-dijo Zeus mirando a Hades-yo arreglaré esto. No debí haberlos llamado.
-Claro qué debiste habernos llamado-dijo Hades-tenemos el mismo derecho qué tu a...
-He dicho, Hades-interrumpió Zeus-yo lo arreglaré.

Zeus retiró a los dioses y se quedó sólo con Hera. Hades salió de mala gana, su hermano nunca lo tomaba en cuenta, cómo se arrepentía de no haber luchado por el trono. Ahora él tenía que estar el inframundo, ese horrible lugar donde las almas son torturadas. No tenía otra opción. Poseidón se había quedado con los mares, Zeus con el cielo y el Olimpo y él con el inframundo. La Tierra le pertenecía a los mortales y ellos la desaprovechaban, Zeus nunca quiso hacer nada al respecto, decía que eran sus tierras no las de ellos y no tenían derecho a tomar las decisiones de ellos. A Hades no le parecía que eso fuera verdad.


-Yo lo arreglaré-imitó Hades a su hermano-Si el idiota de mi hermano cree que me quedaré con los brazos cruzados-dijo Hades-está muy, muy equivocado.

Hades tenía una túnica negra como la noche, sus ojos rojos resaltaban ante todo, su cabello negro parecía carbón. Al contrario de Zeus, él no parecía tan viejo.

Hades se dirigió a un lugar despejado, donde solo había pasto, alzó una mano y rápidamente fuego negro salió de ella. Bajó su mano, haciendo que la llama cayera al piso y un portal negro se creó una vez la llama tocó el suelo. Hades sonrió con satisfacción y se aventó en aquel agujero.


(…)


-¡¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?!-dijo Harry-¡Que oprimas el botón varias veces no hace que el elevador vaya más rápido!

Harry y Eros estaban en el elevador. Después de que Harry saliera del baño, conversó con Eros un tiempo sobre como llevarían a cabo el plan B, pero, como todas las mañanas después de despertarse, rápidamente su estomago rugió pidiendo alimento. Harry no sabía cocinar, Louis se encargaba de eso, y Harry sabía que Louis podría tardar en llegar e incluso no llegar hoy. No se arriesgaría.

-No hace mal intentar-dijo Eros-¿no?

Eros era tan insistente. Siempre hacía lo que quería sea ilógico o no y, por alguna razón, todo le salía bien. Debe ser porque es un dios, pensó Harry.

-Lo descompondrás-dijo Harry

Las puertas del elevador se abrieron. Eros sonrió satisfecho y miró a Harry con una ceja levantada. Todo le salía bien.

-Coincidencia-dijo Harry

Salieron del elevador y salieron del edificio. Una vez fuera, el horripilante calor le erizó la piel a Harry. Eros no parecía estar incomodo ante el clima, parecía estar fresco y radiante como siempre.

-¿Cómo es que no sientes calor?-preguntó Harry
Eros lo miró con una ceja arqueada.
-¿Hace calor?
Harry se sorprendió.
-¿No sientes el calor?
Eros se encogió de hombros
-Estoy acostumbrado-dijo Eros-Apolo es un buen amigo
Harry arqueó una ceja y Eros rió ante esa acción.

Caminaron en silencio por las calles infestadas de gente. Muchas chicas se detuvieron a admirar a Eros, eso no le sorprendió a Harry, Eros era muy apuesto, lo que lo sorprendió fue que él no le haya hecho caso a ninguna de esas chicas. No le sonreía con esa sonrisa que le mostraba a él, pero aún así, el número de chicas aumentaba cada vez más. Eran tan molestas como moscas. Harry se empezó a frustrar.

Llegaron a un restaurant de comida china, con un letrero con letras resplandecientes que decía el nombre del establecimiento:”DRAGON´S LAIR”. Eros hizo una mueca. No creía que un lugar tan pequeño como ese sea el hogar de un gran y feroz dragón.

Se adentraron en él. Las paredes rojas combinaban bien con los adornos dorados que había en ellas. Un típico y clásico restaurante de comida china. Todas las mesas estaban ocupadas excepto una. Una camarera rápidamente fue a atenderlos y llevarlos a su mesa y, como Harry lo sospechaba, ella no se quedo atrás en el club de admiradoras de Eros. La camarera tenía su pelo negro peinado como una coleta de caballo, tenía el uniforme del restaurant, que era una combinación de una camisa y una falda roja, con un mantel blanco adornando su atuendo. Por los rasgos de su rostro, Harry supo que ella tenía descendencia asiática. La camarera se retiró por un momento, rápidamente regresó con dos menús del restaurant y los puso sobre la mesa. Se dio la vuelta y volvió a retirarse.

Harry observó el menú. Todo ahí sonaba y se veía delicioso, pues el menú contaba con imágenes de cada platillo en él. Harry se lamió los labios. Tenía tanta hambre, se podría comer un bisonte entero.

La camarera llegó de nuevo, interrumpiendo la fantasía de Harry con la comida, el hambre lo estaba volviendo loco.

-¿Desean ordenar?-dijo la camarera sonriente. Harry notó que debes en cuando la camarera miraba de reojo a Eros.
-¿Qué son fideos?-preguntó Eros viendo el menú
Harry rió.
-Yo quiero fideos-dijo Harry-y él también.
Eros arqueó una ceja pero no dijo nada.

La camarera asintió, escribió algo en una pequeña libreta y se retiró. Al irse, caminó moviendo las caderas de una manera seductora, Harry supuso que para llamar la atención de Eros, pero Eros no le hizo caso, estaba mirando por la ventana que había junto a la mesa.

-A la mesera-empezó Harry-le agradaste-sonrió
Eros pasó su mirada de la ventana a Harry
-¿Qué?
-No lo niegues-dijo Harry- varias chicas en el camino babearon al verte, y la camarera no se quedo fuera.
Eros sonrió.
-¿Celoso?-dijo Eros
Harry se ruborizó.
-claro que no-dijo y dio por terminado el tema.

La camarera llegó y depositó unos tazones llenos de fideos en la mesa. Ella le sonrió a Eros y él devolvió la sonrisa. Eros miró a Harry.

-No crees que somos una bonita pareja-le dijo a la camarera sin despegar su vista de Harry-recientemente empezamos a salir-sonrió.
La camarera miró asombrada a Harry, quien estaba ruborizado.
-Yo...-empezó Harry
-Cállate-dijo Eros