"Un año de Lluvia" (Nick & Tú)

-“Nunca nadie está preparado para dar noticias como estas, mucho menos en una situación así, en la que todos, absolutamente todos teníamos las esperanza de que no sucediera. Aunque de igual modo supiéramos que en cualquier momento podría pasar. Uno no valora las cosas hasta que las pierde dicen, y hoy más que nunca creo que es verdad…”
La conductora del noticiero daba la primicia entre lágrimas.
Apagué el televisor.
Dejé la taza de café con leche sobre la mesada y me apoyé en ella sobre mis codos. Pensé en lo fácil que se podía, en tan solo un año, ganar y perder tanto.
Había llegado a ser feliz y tambien infeliz en el mismo año.
Me dolía sobre todo porque él me lo había dicho, con su vocesita ya débil, sus ojitos casi cerrados y tomando mis manos con las suyas débiles, frágiles, como todo su cuerpo en ese momento.
Me había advertido que esto sería así, el sabía desde el principio que sería...
UN AÑO DE LLUVIA.

-Espérate aquí… tengo que ir al baño.- Liam se alejó de mi y me dejó en el corredor de la sala, al pié de las escalera.
Me senté en el último escalón. Recorrí con la vista el lugar, ya la gente iba desapareciendo de apoco, Liam no llegaba más, tardaba más que una mujer en el baño. Miré mis piés, el izquierdo seguía embarrado, miré más detenidamente mis piernas y también me percaté de que la media en el pié derecho estaba corrida, listo ya estaba pareja. Pareja, una pareja bajó las escaleras, una parejita de adolescentes iban charlando y bajando sin percatarse de mi presencia, por eso me quedé mirándolos, la charla se convirtió en discusión y luego en pelea. La chica estaba colorada y el chico con lo ojos enormes.
-Eres insoportable, te odio, odio trabajar contigo, odio tener que verte todos los días, odio tener que besarte, odio tener que mirarte a los ojos, odio tener que compartir y desperdiciar tiempo de mi vida contigo.-Gritaba la mujercita a medida que avanzaba y apuntaba con el dedo al muchacho que al que al parecer los ratones le habían comido la lengua.
Me levanté de mi lugar, ninguno de los dos pensaba cambiar su rumbo, y no quería correr el peligro de que me chocasen o pero aún que al hacerlo cayeran escaleras abajo.
La muchachita seguía gritando y vociferando mientras él más avergonzado que otra cosa miraba el mármol de la escalera y sonreía por lo bajo.
-¡No te rías! Mírame y no te rías.-Levantó su rostro desde el mentón y le dio una flor de bofetada que lo dejó anonadado, shockeado, sin reacción. Ella salió corriendo y aún así me atropelló. No caí al suelo, y tampoco me quedé callada.
-Pará la moto mamita.-Le grité y como si hubiese sido una provocación retrocedió y bien adrede me chocó con el hombro.
-Lucyle.-Hablo al fin el mudo.
-Esta loca tu novia.-Reí mientras me sobaba el hombro donde el hombro huesudo de la mina había impactado.
-Lo sé.-Me miró, mejor dicho, hizo una radiografía de mi persona de pies a cabeza, se detuvo en mis pies, como no podía ser de otra manera, sonrió, pero no de la misma manera que lo había echo hoy cuando discutía con su parejita.
-¿Qué miras?-Le pregunté autosuficiente mientras hacía lo mismo con él.
-Nada…Lo siento.-Se disculpó y se sonrojó, o más bien se puso bordó.
-Que manía de los ingleses de decir “lo siento” por todo, si no “lo sientes” no es necesario decirlo ¿Qué tiene de malo de reírse de una mujer que acaba de embarrarse los pies y además haber corrido las medias finísimas que su amigo gay le ha regalado?-Pregunté mientras reía y si, él también lo hizo, pero seguía igual de rojo que antes, o más bien bordó.-Seguramente en alguna ocasión yo también lo eh echo. Como hoy me he reído de tu novia y las escenita que acaba de hacer y no he dicho “lo siento”, porque simplemente no lo siento. Si por cada vez que un inglés dice “lo siento” guardara un euro seguramente sería millonario.
Él seguía mirándome y riendo, pero no era esa risa que ha hecho más de una de mis parejas cuando comienzo a hablar ni tampoco me miraba de esa manera, sus ojos no parecían decir que estaba totalmente loca.
-Ehy divina…-Y si, como era de esperar apareció Liam.-Ups, llegué en mal momento.
-No, para nada, has llegado en el mejor momento.-Le dije y le guiñé un ojo al chico que dejó de reí para solo sonreír, y valla que sonreía muy lindo, demasiado, si no fuera porque odio a los hombres y porque sé que es más Don Juan que Romeo ya le hubiese invitado a tomar algo conmigo y mi amiga Liam, que seguramente estaría encantado-
-Bueno, vamos Liam.-Rodeé su brazo con el mío y tiré de él para que me siguiera otra vez a su auto.
-¿Estabas dándole tus felicitaciones al muchacho? –Preguntó con aire pícaro mi amigo.
-¿Felicitaciones?-Pregunté.
-Si mamita, por la obra, es el actor principal.-Me dijo entre carcajadas mientras ponía en marcha el auto.
-Oh….-Fue lo último que pude decir y miré por la ventana, efectivamente allí estaba. Seguía sonriendo, pasó una mano por su cabello alborotándolo y desarmando varios rulos a su paso. Ah no lo había mencionado, estaba muy bueno, metro setenta y pico, bastante robusto de espalda, cabello enrulado, ojitos achinaditos pero tremendamente preciosos de color café.
El vehículo avanzó y él quedó atrás.

Y así, pues, fue como lo conocí.
Las semanas siguientes yo seguí siendo la chica del penhause en el que entraban varios hombres pero ninguno se quedaba. Él seguramente siguió siendo el chico de la obra del teatro en la que entran cientos de mujeres y ninguna se queda.
Una mañana me desperté con unas ganas tremendas de volver a verlo, necesitaba ir al teatro, ver la obra, esperarlo en las escaleras, hacerlo reír.
Entonces a eso de las seis de la tarde, me bañé, me puse las mismas medias que ese día había roto, y los mismo zapatos que había embarrado-que ya no estaban embarrados

-Te odio.-Le dije al verlo bajar de la escalera, ahora no iba a acompañado por nadie, bajaba despacio mientras miraba su teléfono. Al escucharme elevó su vista, me reconoció, como no hacerlo. Elevó una ceja sin entender mucho y siguió bajando las escaleras tranquilamente, pero sin dejar de verme, junté mis labios y torcí la boca. Lo miré a los ojos.
-Es decir. Apareces un día aquí bajando las escaleras como si nada peleando con tu noviecita la loca, te ríes de mis aspecto, y resulta que un día me levanto con las ganas incontrolablemente sicópatas de verte.-Miré mi atuendo que no estaba en muy buen estado.- No conseguí ni taxi, ni bus, ni metro, vine caminando, en Londres siempre llueve pero jamás diluvia como hoy.- Recogí todo mi cabello con ambas manos y lo retorcí sobre uno de mis hombros haciendo que saliera una considerable cantidad de agua- No solo eso. Ni siquiera me gustó la obra y hoy tardaste una hora en bajar.-Paré para respirar y para ver su cara, innegablemente ahora si creía que estaba loca. Hubiese matado por poder haberle tomado una foto en ese momento.- Y dime ¿Quién eres?
Solo sonrió, largó una pequeña risita y miró el suelo, ahora no estaba colorado, ni bordó. Pero podría jurar que estaba mucho más bueno que la vez anterior.
-Soy, un simple actor.- Respondió cuando volvió a mirarme y encogió sus hombros.-Tu ¿Quién eres?-Preguntó y no dejó de sonreír, sonríe hermoso, y estoy segura de que eso ya lo dije.
-¿Yo? Yo soy una simple… loca y retorcida escritora sin talento.- Contesté y largué una carcajada.- ¿Y tu loca novia?-pregunté mientras miraba detrás de él y hacia la escalera esperando que pareciera corriendo para empujarme y tirarme al suelo y luego tratar de arrancarme los pelos, bueno, eso es lo que hubiese sucedido si esto fuera ficción.
-Se fue temprano.-Terminó de bajar los dos escalones que le quedaban.
-Si, no me equivoqué estás jodidamente bueno.-Ahora si se puso bordó y miró hacia otro lado.-¿Qué, hombre? No me digas que jamás te lo dijeron.-Su color se intensificó aún más, si eso era posible.-Bueno, ya qué, no importa.
Estuvimos un tiempo prolongado en un silencio que se hizo bastante incomodo, yo jamás me sentía incomoda en ningún lugar, bueno siempre hay una primera vez para todo.
-Entonces…Si.
-¿Si que?
-Si acepto tu invitación.
-¿Invitación?
-Si, me ibas invitar a salir, a tomar algo tal vez, no sé algo calentito, es invierno, estoy mojada.-Otra vez me miraba y sonreía, pero no sonreía de esa manera que había sonreído hasta el momento, ahora sus ojitos-de ahora en más los llamaré así- brillaban, o tal vez mi faceta de novelista, el sol y el reflejo en el mármol hacía que eso pareciera, además de mi estado de hipnosis.
-¿O no?-Inquirí mientras me acercaba más a él, ya que habíamos permanecido a una distancia de más de tres metros.
-Si.-Miró el suelo, comenzaba a distinguir cada uno de sus ademanes, sus risas y sus sonrisas, sus expresiones y en tan solo minutos de estar con él, aquello me afectaría y mucho, no me conformaba con que hallan roto mi corazón ya 17 veces, quería terminar por destruirlo - Lo iba a hacer.-Suspiré con un aire de gloria y satisfacción cuando escuché aquello.
-Entonces ¿Dónde me llevaras?
-Donde quieras.
-No, tú eres el caballero, tú invitaste tu eliges.-Le dije con aire suspicaz mientras le guiñaba un ojo.