The Heather|NC|One Direction y más|

Mi rostro estaba ocultó en medio de las dos almohadas, se sentía cansada, porque realmente trabajar de vez en cuando con mi mamá no era bueno, sentí la luz del sol golpear en mis ojos, más bien, en mis parpados, no pude distinguir si en serio esa ere tipo de luz o solo el artificial de la bombilla de mi habitación, quizá a mi madre, se le ocurrió de nuevo despertarme temprano, pero cuando mis ojos se abrieron poco a poco, noté que si era la luz del sol, la cual impactó en mis ojos y logró que los cerrase de nuevo, me di media vuelta el sol solamente logró impactar mi espalda, lo cual no era para nada doloroso o fastidioso, de esta forma pude abrir mis ojos sin necesidad de cerrarlos otra vez, una maña tonta que tenía desde hace tiempo. Salgó de la habitación y entró de inmediato al baño, el piso está un poco mojado, señal de que mi madre ya se ha bañado, también. Abrí la llave el agua cayó de inmediato sobre mi cuerpo, no duré ni diez minutos adentro, lo cual era muy, muy común en mí, tardar en la ducha sí era lo mío. Pero esta vez no, enredé una toalla en mi cuerpo y otra en mi cabello, y salí del baño.

Abrí mi pequeño pero repleto armario y comencé a tirar ropa por una lado y por el otro, hoy no pasó nada malo por mi cabeza al menos, seguí tirando ropa por todos lados, no me decidí por nada, al final tuve que ponerme un jean y una blusa semi-holgada, realmente no me sentí a gusto con esa ropa, pero no tenía nada más que ponerme, absolutamente nada. Me miré en el espejo alrededor de cinco veces cuando asentí a mi reflejo y decidí salir, me devolví para verme una vez más en el espejo, esa inseguridad que detesté desde que comenzó, esa inseguridad, que nadie, pero nadie, nunca notó.

Cuando estaba en el primer piso entre a la cocina, mi casa en realidad, no era una mansión, para nada, de hecho era pequeña, pero acogedora, y bonita, abrí la nevera, dejando a un lado los estúpidos pensamientos sobre la casa, y agarré una manzana, le di un mordisco, ese era mi desayuno, escuché la televisión, me aproximé a la sala y vi a mi madre, estaba dormida, no apegué la televisión, porque seguramente, se despertaría dentro de un rato sonreí y la arropé, agarré un pedazo de papel y anoté algo para que cuando despertará no se preocupará “Saldré, regresaré a las cinco, te quiero”, como siempre no pude escribir algo más que eso, comencé a caminar, los tacones eran realmente molesto, Katherine y Jey, mis mejor amigas, siempre decían algo como: “no los uses, no valen la pena, ya eres alta”, mentira, no era demasiado alto, pero hacía un intento cuando no los tenía puestos, los tacones era mis mejores amigos así de fácil.

Continué perdida en mis pensamientos, está vez se me vino a la mente lo peor, mi madre cada vez estaba más enferma, y no tenía idea alguna de que rayos tenía, es decir muchas veces se veía tan pálida, se veía tan agotada, eso me frustraba, era frustrante que yo no pudiera hacer nada para ayudarla, de todas formas no quiso decir nunca que tenía exactamente, ni tampoco paraba de trabajar. Paré de pensar cuando voltee a ver al chico oji-verde, no quería ni tenía ánimos de ir a hablar con él, como solía hacerlo antes, cuando era solo un poco más atrevida, solo un poco. Pero no eran tiempos correctos para hacerlo, primero tenía novia, o algo así él, era mi trabajo, no sé porque rayos acepté de nuevo la maldita oferta de The Heather, pero era una buena oferta y eso era lo que necesitaba, no, no un novio, sino más bien, dinero, las condiciones de mi madre no eran buenas, y de cierta forma yo lo necesitaba para mí, para mis cosas.

Cuando estuve en frente del gran edificio mire al último piso, allí vivían esas dos chicas, distintas, sí, pero eran mis amigas. Entré y saludé al vigilante, ya me conocía lo suficiente bien, solía ir todos los días, pero desde que mi madre comenzó a enfermarse deje de hacerlo, pero aún nos veíamos, poco, pero lo hacíamos. Entré al ascensor y me pareció una oportunidad perfecta para quitarme los tacones que estaba siendo muy incomodos. Quizá el edificio era un lugar de personas de estrato alto ¿pero qué importaba? No conocía nadie allí, y según lo que sabía de Logan, es que él no vivía por esto lares, vivía en uno más alto y superior. Las puestas se abrieron piso 15, era el último, de todas formas el edificio era demasiado alto, aunque no parecía. Toqué el timbre de la casa, una, dos, tres veces, y sí, abrieron a la tercera vez, ¿estaban sordas? Miré el reloj de mi muñeca no eran más de las doce de la mañana y yo esperaba con dos pares de tacones en mis manos a que esas dos chicas abrieran, miré la decoración del pasillo, colores cálidos, brillante, ugh.

— ¡Harriet! ¡Estás acá! — Exclamo Jey con emoción, Kathe también se asomó con sus particulares botas, su jean desgastado, pero bota en tubo, y su camiseta a cuadros con una musculosa blanca.

— Sí. — Sonreí de medio lado y me adentré sin que ellas me dejaran pasar, siempre hacíamos eso actuábamos como si todas viviéramos en la misma casa. Las dos parecían emocionadas por verme. Las dos sabían que había regresado al programa, pero no sabían con qué chico, ni cuando fui, no sabían nada. Como siempre me lancé sobre el sofá juntó a la ventana, y comencé a mirar el bonito paisaje que se apreciaba desde allí, desde siempre quise darle algo así a mi madre, pero por desgracia nunca logré hacerlo, me sentía tan perdedora, lo bueno de Jey y Kathe eran sus padres, aunque en realidad ni tanto, ellas pagaba todo en ese apartamento, pero sus padre ayudaron cuando lo compraron, aportaron dinero, en cambio yo preferí quedarme a vivir juntó a mi madre, porque el apartamento tenía exactamente tres habitaciones, con sus respectivos baños, y el estudio, y yo, yo no pensaba compartir habitación con mi madre, sería una invasión a la privacidad de amabas. Suspiré a miré a Jessica, la cual dejaba un vaso de jugo.
— Bien, Harriet, cuéntanos como te fue en el reality. — Suspiré.

— Supongo que bien. Sí, la verdad el chico es guapo, y bueno ya saben, las chicas son agradables, bueno solo con nosotras mismas, aunque es para llevar las cosas un poco más fáciles, pero saben que The Heather no es lo mío, saben que solo lo hice por el dinero, era una buena oferta, de hecho, creo que todas lo hicimos por el dinero, o bueno al menos eso parece.

— Supongo que sí, seguramente las siete no pasan por un buen momento, además, puede que hagan eso porque están haciendo, quizá, lo que le gusta, ¿no?, actuar. — Opino un sonriente

Jessica, quien me miró con atención. Esperando mi respuesta.

— Supongo.

— ¿Y cuándo te verás con él? Por cierto, ¿cómo se llama? — Preguntó Katherine.

— Mañana y se llama Logan, es un poco apartado y raro, bueno cuando lo vi por primera vez y hable un poco con él me dio esa impresión. Pero parece que sí se sabe llevar es bastante agradable. Y no lo sé, no sé qué decir sobre él, sé que vive en un edificio demasiado lujoso, que tiene veintidós años, y al parecer canta, pero nada serio, creo.

— ¿Y cómo es? — Inquirió esta vez Jessica, reí porque parecía una ataque de preguntas sobre Logan.

— Es peli-negro, tiene ojos oscuros también. Piel blanca, es alto, uhm no lo sé, es guapo.

Reí mientras negaba con la cabeza, y me sonrojaba, interesante. Logan era interesante, parecía ser alguien quien te llama la atención y te interesa conocer, o bueno yo lo veía así.

— ¿Y cuándo se verán? ¿Cómo iras vestida? — Atacaron las dos con sus preguntas. — Suspiré y negué con la cabeza no tenía ni idea de cómo ir.

— Quizá con un vestido blanco, pero no es muy acorde a la ocasión, en realidad no sé.

Las dos asintieron y así duramos hablando casi hasta las cinco y media de la tarde, las dos chicas me acompañaron al primer piso, donde me ayudaron a coger un taxi de vuelta a casa, el camino se me hacía extremadamente largo y aburrido realmente añoraba llegar a mi casa ya, el taxi frenó, miré para la otra ventana, solamente frenó por el semáforo en rojo. En menos de cinco minutos estaba cerca de mi casa.

— Aquí.

Dije y le pagué lo que me había mencionado, agradecí por llegar temprano, porque si no, mañana duraría horas y horas intentado escoger un vestido para verme mañana con Logan, y bueno, realmente mi inseguridad salía a flote últimamente, lo cual era muy raro, porque yo no era de esas que se sentía insegura por cualquier cosa, rogué porque mi mamá estuviera descansando como le había advertido, pero no, desgraciadamente estaba en lo cocina, ella y su maña de cocinar todo. La saludé y subí corriendo escaleras, para luego entrar a mi habitación, abrí el armario y saqué todos los vestido que me pertenecían, colores neón, fuera, colores cálidos, fuera, colores azules fuera, morados, fuera, aunque el rojo, no, la verdad no me parecía demasiado para un restaurante de tal porte. Sentí que mi madre entró a la habitación.

— ¿Buscas el vestido para mañana?

— Sí, pero ninguno concuerda con la ocasión de mañana. — Respondí un poco agobiada.

— Ven conmigo.

Mi madre me arrastró por todo el pasillo, hasta que este finalizó y nos llevó a su habitación, como siempre ordenada y los colores azules resaltaban dándole un toque bastante pacifico. Abrió su armario y sacó una caja que estaba el piso, la abrió y dio a la vista un hermoso vestido negro con encaje, que llegaba mucho más arriba de la rodilla, eso se notaba, era perfecto. Lo agarré y lo miré.

— Quizá ese pueda servirte. — Mencionó.

— Es perfecto. — Abracé a mi mamá y me fui de vuelta a mi habitación.


El vestido negro se ajustaba a la perfección en mi cuerpo, los zapatos negros me hacía ver más alta, obviamente, el abrigo color oliva pálido quitaba el toque dark en mí, la cartera negra caía por muslo, el maquillaje no era demasiado oscuro, pero tampoco demasiado claro, perfecto. Pero faltó algo, me acerqué a mi tocador y me apliqué en los labios un labial de color carmesí. Cuando estaba a punto de salir, solo me devolví una vez más para verme en el espejo, sí, perfecta. Me despedí de mi madre y tomé un taxi de nuevo, el taxi me dejo en frente del restaurante, entré, pero hubo un poco de demora, porque “no lograban contactar a Logan”, hasta que por fin me dejaron pasar.
Busqué hasta que me topé con que Logan estaba en las mesas del centro del restaurante. Comencé a caminar donde él estaba, lo saludé y el me ayudo a sentar, esos malditos modales. Gracias al cielo, el comenzó con la conversación.

— Así que, Harriet. — Mencionó desinteresado mirando el menú, me golpeé veinte mil veces mentalmente por haberme arreglado como tal si él ni siquiera comento algo al respecto.

— Ajá, Logan.

— ¿Qué edad tienes?

— Diecinueve. Y usted veintidós, ¿o me equivoco?

Abrió sus ojos sorprendido, no porque supiera su edad, sino porque yo no aparentaba tener diecinueve años, todos decían que parecía de más.

— ¿Y por qué terminó con su novia? — Pregunté de la manera más decente que pude.

— Bueno al parecer no era lo suficiente bueno para ella, quizá divertido, agradable, sociable, o rico, no lo sé, pero me dejo por un ordinario motociclista. — Hablo mientras agarraba su copa de vino y extendía su meñique, reí al ver ese acto, bueno reí en mi interior.

— ¿Y cómo no? — Escupí imprudentemente el me miró confundido. — Vamos, Logan, sí la traías todo el tiempo a restaurantes como este, obviamente te iba a dejar, yo también lo haría, debes vivir un poco más la vida, ¿no crees?, correr más riesgos, divertirte más, y de vez en cuando dejar de ser un empresario millonario. Definitivamente, conmigo como “novia”, tendrás de vuelta a Megan.

Él me sonrió y luego dijo algo sobre vivir juntos.

— No. — Le dije. Me miró extrañado. — Vivo con mi madre, soy su única hija y como tal su único apoyó.

— Bien, pero tendrás que pasar, mucho, mucho tiempo conmigo.

Asentí y rodeé mis ojos, narcisista ¿en dónde?