The Heather|NC|One Direction y más|

– Tranquila cariño, Dereck no sería capaz de hacerte daño – sonrío cínicamente como venía haciendo los últimos meses. Él sólo acaricio mi rodilla, la cuál se encontraba al aire por el vestido floreado que traía puesto. Sentía mis manos temblar, así como el fuerte palpitar de mi corazón; los nervios me carcomían, él lo pudo notar de inmediato, por lo que volvió a sonreír – ¿Sabías que una niña de ocho años no puede usar esta clase de vestidos cierto? – dijo con un toque de enojo, pero a la vez con… ¿Picardía? Aunque su mirada sólo daba asco. Me miraba con cierto deseo, o al menos eso podía ver. Miedo, más miedo. La noticia de Sarita Park llego a mi cabeza. Una niña que había sido, violada y asesinada.
Pero, a mí no me pasará nada. Estoy segura. Creo.

– ¿Sabes que en el mundo hay muchos degenerados? – Yo asentí con miedo a lo próximo que diría, mis pequeños pies comenzaban a temblar – ¿Sabes de quién es la culpa? – negué, y sentí como las lágrimas se acumulaban. Dereck llegaría más lejos hoy – ¡De las malditas niñas, que se visten con provocación! – el vaso de agua que se encontraba sobre la mesa, fue derrumbado con violencia y furia al piso, haciéndolo pedazos, y vi como todo el agua de aquel vaso recorría todo el piso de mármol. Temblé ante dicha acción, me asuste ante su rostro furioso, y con una cruel sonrisa subió mi vestido, tocando mis muslos de a poco, mientras cada vez una sonrisa se curvaba en sus labios.

– ¿Qué haces? – susurré, podía sentir las saladas lágrimas recorrer mis mejillas. Él sólo siguió acariciando mis muslos, para luego…

Desperté. Estaba más que sudada, y con los nervios recorriendo mi ser. Mis manos temblaban más que nunca, y sentía lo nerviosa que estaba. Otra pesadilla.

He tenido otro sueño con Dereck Filper, el maldito padrastro que abuso – tanto sexualmente, como maltrato – de mí, a la edad de los ocho años, durante tres meses. Las pesadillas jamás se irían, pero… aún así he podido salir adelante. Admito que cuando despierto de estos horripilantes pesadillas me siento sucia, y usada. Me da asco. Me doy asco. Entonces sólo necesito pegarme una relajante ducha.

He ido a terapia más veces de las que crees, y créeme Nora siempre me ayudo. ¡Nora! Ella es mi segundo madre, mi psicóloga a la cual adopte como madre, así como ella me adopto como hija. No literalmente. Desde que recurrí su ayuda por mi grave abuso, la he tenido como madre, y como principal consejera. Pero sobre todo como mi guardiana. Como mi ángel protector.

Enciendo la radio luego de la refrescante ducha, me desplomo sobre mi cama, mientras muevo mis pies al compás de la movida melodía. Call me maybe, una canción que estuvo de moda hace unos meses, pero que sin embargo no me canso de escuchar nunca. Y ahora, a comenzar un nuevo día.

Hoy tenía un día ocupado. Había prometido visitar a Nora, para cotarle como van mis días, y de paso, hablar un buen rato con ella. Debía alimentar a Spink, mi bola de pelos, mi gato de color anaranjado, con manchas blancas, y castañas. También tengo que visitar a George algún día, él y Nora son las personas que más aprecio en este mundo. Mis segundos padres. Ambos se conocen, y se llevan estupendo, siempre viven elogiándome, y la verdad me da un poco de vergüenza. Sí losé, me da vergüenza esa idiotez y no tirar mis melodiosos eructos. Oh sí, porque no soy para nada fina.

¡Ir a ver al solitario de Tomlinson! Rayos, se me había olvidado por completo esa parte de mi día, ¿Dónde debíamos juntarnos? ¡Cierto! En el bar de Sam, una de mis mejores amigas, la rubia es una alcohólica pero es buena. Pobrecito, se espantara al ver el lugar en el lo cité. Se las tendrá que aguantar.

– Ya te conseguiré algo de comida, feo – murmuré con una sonrisa al ver a Spink, quién acababa de despertar. Acaricie su lomo, y pude escuchar como ronroneaba con pereza. Acaricié ambas orejas del minino con dulzura, y armonía.
Eran las 1 a.m, había quedado con ese muchacho a las 2: 30, bueno deberá saber que Isabella Collins siempre llega tarde a todos lados. Es la actriz que le toco.

Actriz. Que orgullo me da decir que soy una actriz. Sé que mi trabajo no es el mejor, pero al menos cumplo mi sueño, o al menos una parte de el. Ser actriz. Mi trabajo, y lo mejor es que me pagan por lo que amo hacer; si es por mí que no me paguen… bueno no, no tan así, debo cuidar a Spink, pagar el departamento, comprar alimentos, etc etc.
Elegí un conjunto adecuado para ocasión, no era ni tan elegante, ni tan… normal, por así decirlo. Un conjunto adecuado , sonreí al ver mi silueta en el gran espejo de mi habitación, me gusta, me gusta. Creo que hoy no llegaría tarde.

***

Pagué al hombre canoso que conducía el taxi. Di un billete de veinte, y luego pronuncié:
– Quédese con el vuelto – por fin había logrado pronunciarlo, siempre quise decir tales frases como esas. Sonreí, y bajé. Observé el gran bar de mi amiga, cada vez estaba con más decoraciones extravagantes, y exóticas. Y eso no me agradaba. Aunque mientras ofrezca unos buenos tragos todo estará perfecto. Acomodé mi gorro antes de entrar.
– Sam – saludé con un beso en la mejilla a la rubia, ella sólo bufo. ¿Qué le sucede? Espero que no haya peleado otra vez con Ryan, porque soy capaz de matar a ese tipo. ¿Cuántas veces la ha engañado? Millones. Aunque Samantha no se queda atrás, ambos son unos completos infieles, pero sin embargo son felices. Supongo.
– ¿Qué ha hecho Ryan esta vez? ¡Te juro que le sacaré diente por diete! ¡Es más, cortaré sus pelotas! ¡Lo castraré! – dije con un tono divertido, pero a la vez enojado. Ella sólo río, borrando por completo su rostro enojón. Es un momento hizo una seña con su cabeza hacia un costado del bar. Con curiosidad miré.
Y me lo encontré.
Un rostro enojado, y leyendo un periódico, que se podía notar que era un diario de hace días. Louis Tomlinson bufaba sin parar, moviendo sus azulinos ojos de un lado hacía otro, pero no encontraba a su actriz. Camine de una manera extraña en mí, ya que caminaba derecha, con la cabeza en alto, moviendo mis caderas. Tal vez sea una manera de marcar territorio, por así llamarlo.

– ¿Me buscabas? – hablé divertida. Él sólo me fulmino con la mirada e hizo una señal para que me siente en la otra silla que rodeaba la pequeña, y redonda mesa. Sin más acomodé mi trasero en ella. Dejo el periódico sobre la pequeña mesa – Escúchame bien. Este es el momento en el que aclararé todo. Puedes hacerme las preguntas que quieras luego te lo que diré ¿De acuerdo? – Él asintió – ¿Quién te conoce más en este mundo? – estaba apunto de contestar, cuándo proseguí – No importa quién sea, desde ahora seré yo. De a poco iré conociéndote, y con el tiempo sabré tus debilidades, y tu poco interesante personalidad – reí. – Aquí harás lo que yo diga, siempre diré todo en afirmativo, y si te pregunto algo será sólo para más datos sobre ti. Eso es todo – sonreí.
– Veo que tienes un carácter bastante complicado – dijo, soltando una risa. ¿Él me estaba desafiando? – Tú aquí estás para ayudarme a recuperar a Eleanor – imbécil.
– Eleanor es el nombre de la poco afortunada que tubo que ser tu novia. Mira yo sé como actuar, y que decir a la hora precisa, no te recomiendo que me desafíes. Porque puedo salir de aquí e ir, y convertirme en tu peor pesadilla muchacho – él presto aún más atención a mi discurso – Y créeme se cómo actuar cariño. También créeme, se manipular, no juegues conmigo Tomlinson, puedo parecer un ángel, y de hecho no te culpo de que lo parezca, ya que mi belleza es inigualable como un bello ángel, el río negando – pero no me comporto como tal. Puedo hacerte pedir perdón en unos segundos – clavé mi miranda en su par de ojos color azules, quería dar miedo. Sí el me tiene miedo, él me tendrá respeto – Puedo tenerte rogando disculpas.
– ¿Haz terminado? – Asiento – No me haz dado ni una pizca de terror. Yo pagué a Lurich para que tú me ayudes, y no creo que gustes que demande a la empresa The Heather ¿Cierto? Entonces deja de juegos chiquilla inmadura – murmuro.
– Oh Tomlinson, ¿Así que quieres jugar? – dije con una mirada desafiante.
–Habías dicho que no me harías preguntas nunca, todas afirmativas ¿o me equivoco? – bien este imbécil colmara mi paciencia.
– Estoy aquí para hablar sobre mi trabajo, creo que el niño eres tú – dije – Ahora bien. Necesito tres copias de las llaves de tu departamento – dije con un tono serio.
– Veo que tu actitud de mala ha terminado – susurra y es obvio que quiere que lo escuché, sólo río con sarcasmo.
– Es evidente porque Eleanor termino contigo – susurré, y luego le sonreí con falsedad. Estoy segura que se me hará costumbre pelearlo con este tema.
– ¿Para qué tres copias? – hizo caso omiso a lo que había dicho segundos atrás.
– Porque tal vez las pierda – dije con obviedad.
– ¿Por qué no sólo dos? – dijo confuso.
– Tú sólo dame tres copias Tomlinson – guiñé un ojo, y luego me fui retirando del lugar, antes de salir salude a Sam, y me fui sin más.

Louis Tomlinson es un engreído, y bastante orgulloso, ya le quitaremos sus malos hábitos de ser el mejor. Él conocerá quién manda acá. Y yo soy la que manda. Porque soy la inteligente, y bueno sí, tal vez un poco engreída.

***

– ¡Espantaras al muchacho! – río Nora, mientras secaba sus manos, ya que acababa de lavar los platos, claro que yo la ayude, mientras teníamos nuestras largas conversaciones.
Lo primer que hice al salir de ese bar, fue llamar a Nora para decirle que iría de visita, y así fue, hace más de tres días que no la veía, y eso no es normal.
– Oh vamos, él es un estúpido, y un cretino – ella me miro replicante – Por algo pidió ayuda a The Heather – dije con obviedad, ella sólo río.
– Sí, y gracias a que él pidió ayuda, tú tienes trabajo Isabella – dijo. Y sí, era cierto.
– En realidad, gracias a su ex, la cuál no entiendo como lo soporto. Tal vez sea bueno en la cama – dije, aunque creo que no tendría que ver dicho lo último. Debo recodar que Nora, no es una amiga fiestera, o adolescente, es como mi madre, y no esta bien que le diga esas cosas, creo.
– Eres terrible Isabella – reímos. Al menos se lo toma bien. De repente su sonrisa se borra en unos segundos. Trata de articular palabras, pero no encuentra alguna para lo siguiente que dirá – Ella está muy enferma – su rostro expresa temor, y tristeza, trato de no llorar, pero inevitablemente siento las lágrimas picar mis ojos, miro hacía el frío suelo, y así no mostrar mis lágrimas que están apunto de salir. Me sostengo en la mesa rojiza del living, mientras sigo reprimiendo mis lágrimas. Sé que Nora me mira con tristeza en este momento, al igual que con preocupación.

– ¿Qué es lo que tiene? – atiné a decir, junto a un corto suspiro. Nora se acerca, y me abraza, yo respondo su cálido abrazo. Acaricia con ternura, y de forma protectora mi espalda, yo la imito. Siento mi hombro mojado por las lágrimas de mi protectora, sin más, yo también comienzo a llorar. Es inevitable.

– Es grave, mi cielo – susurra entre más y más lágrimas. Es increíble como de un momento para otro puedo estar feliz, y en otro llorando desconsoladamente, como ahora Y lo peor es que Nora también lo hace.

Verán Dina, es mi madre biológica, y con la que viví mayor parte de mi vida. Cuándo los médicos, junto a la policía, terapeutas, en fin varias personas le confirmaron que yo había sido abusada por su querido novio, cayo en una depresión, de la cuál aún no ha podido salir. Apenas cumplí la mayoría de edad, me mude, con la ayuda de George y Nora. Claro, también de mis amigos. Creo que la culpa se apodero de ella, y la volvió completamente depresiva, paranoica, y loca. Pero aún si, ella seguía siendo mi madre. La morena que me crío, y protegió… Tal vez no tan bien, pero aún así lo intento. La que tubo la oportunidad de darme en adopción a sus cortos quince años, pero no lo hizo. Porque mi madre no se dio por vencida. Y ella – desde que se entero de las crueles acciones de su novio – cree que lo mejor hubiera sido darme en adopción, pues yo no hubiera pasado por ninguna violación, golpes… ¡Pero, fue lo que me toco! No culpo a nadie, mi destino fue planeado de esa manera, y yo creo que, por algo me ocurrió eso. Yo soy fuerte, yo pude salir de eso. Un bastardo cambio mi vida, más no la arruinará.

– Escucha, Renato Rekkfor es un doctor especialista en lo que tiene Dina… – dice susurrando, mientras ahora acaricia mi cabellera con delicadeza y dulzura – Todo estará bien, ella esta internada – no esperaba que dijera eso, ¿Cómo es posible que de unos segundos a otros mi madre este más que mal por el maldito cáncer y qué este internada? Es difícil de procesar.

Es demasiada mierda junta para hacerlo.