"Pide un deseo" (Nick)

— Katherine—dijo con firmeza y un tono un poco enojado. Ella solo siguió caminando y cerrando un ojo esperando no escuchar a Nick de nuevo—. Katherine Peters—entonces sintió una mano que la agarraba por el antebrazo y cerró los ojos con fuerza. Al abrirlos vio a Nick mirándola fijamente—. ¿Qué hacías en la casa de Rachel?
— Me estas confundiendo con alguien más.
— Oh lo siento—soltó el brazo de Rachel y cuando ella se dio la vuelta para seguir su camino el rió. Ella solo continuó hasta que escuchó—. Siento haberte hecho creer que podía ser tan idiota como para creer que te confundí con alguien.
— ¿sabes qué?—volteó enojada y puso su dedo índice sobre el pecho de Nick—. Si eres un idiota. El peor de todos.
— Me confundes con alguien más.
— ¿lo ves? Eres un idiota.
— Me tienes harto.
— Y yo igual te amo—se puso totalmente pálida y volvió a darse la vuelta mientras esperaba que el ya no le siguiera pero el volvió a agarrarle por el brazo, aunque esta vez notó que el agarre era más suave.
— ¿Qué dijiste?—la hizo que se volteara y ambos terminaran de frente, pero ella solo miraba al suelo. El puso sus dedos en la barbilla de ella y le levantó la mirada.
— Dije que yo y Rachel cacareamos.
— Vamos Kate, esa es el peor cambio de oración que he escuchado en mi vida.
— Tienes razón—dijo riendo y poniendo una mano en su frente—. Por favor ignórame—frunció el rostro y bajó su mano de la frente. Estaba mirando sus manos con las cuales jugaba cuando Nick volvió a levantarle la barbilla con sus dedos fríos. El sol iba cayendo de a poco y se estaba haciendo de noche, el viento estaba haciendo que Rachel tuviera frío y luego de pronto no sintió más frio. Unos brazos la estaban rodeando con fuerza y ella aun seguía sorprendida.
— No puedo ignorarte cuando eres tan adorable—una sensación de amor le recorrió las venas a ambos. No se querían separar ni por un momento. Rachel sintió como Nick bajó sus manos lentamente y luego las unió con las suyas, entrelazó los dedos y luego se separó levemente para mirarla—. Siento decirte que aun me sigo preguntando que hacías en la casa de Rachel.
— ¿es por eso que estas siendo tan dulce conmigo?—cerró sus ojos y suspiró con una sonrisa aun impregnada en su rostro a pesar de que sabía lo que Nick estaba haciendo—. Quieres sacarme la información ¿no?
— Pues, entre nos, también lo estoy disfrutando—Nick se acercó con lentitud a los labios de Rachel y los unió levemente, haciendo solo un poco de contacto y luego dijo—: me dirás.
— No—se apartó de Nick y ambos se miraron—. Porque no eres nada mío y no tengo porqué decírtelo.
— Si esto es nada—se acercó a ella y Rachel solo fingió estar aburrida—…, tienes razón, no es nada.
— ¿Lo ves?
— Veo que siempre estuviste mintiendo.
— ¿Qué?
— Nunca me tuviste ni un poco de cariño.
— Nick, no sabes nada de lo que dices así que a ignorancia mejor la boca cerrada ¿de acuerdo?
— Debía haber sabido que los mitos sobre ti eran verdad. Nunca te enamoras y siempre juegas con la gente.
— Me voy a ir.
— Supongo que esta fue tu mejor jugada.
— Me estoy yendo—dijo una vez que le dio la espalda para no volverlo a escuchar.
— Wow, debes enseñarle tus trucos a las demás zorras, seguro estarán encantadas.
— ¿Qué me dijiste?
— ¿Qué te pasa?, ¿Ya no escuchas bien?
— ¿sabes qué? Nunca más vuelvas a hablarme. No permitiré que nunca me falten el respeto de esa forma. Mi familia ya no puede llenarse con amigos idiotas como tú.
— ¿Qué familia?—dijo apretando sus dientes desafiantemente y mirándola a los ojos.
— La que tiene a la pequeña niña que se hizo tu amiga cuando te encontró robando comida del cumpleaños de su padre—él, la miró extrañado y se apartó un poco mientras veía como ella lloraba desconsoladamente pero con enojo.
— ¿Qué hiciste?, ¿leíste el diario de Rachel o algo así?
— Me voy a de aquí y no quiero que vuelvas a atreverte a si quiera mirarme. Eres lo peor que me ha pasado en mi vida. Ahora solo siento que todos los años de mi vida contigo fueron desperdiciados.
— Tú sí que estás loca. Nos conocimos hace 4 meses.
— Según tu—ella se volteó y luego se asustó al escuchar un trueno fuertísimo.
Caminó y caminó llorando sin parar. Estaba simplemente pensando en que su corazón estaba roto completamente esta vez. Estuvo por decirle la verdad, QUERIA decirle la verdad, pero no valía la pena porque todo lo que le había dicho ya le había dejado una profunda cicatriz y arruinar aun más las cosas estando lastimada no es bueno.
Se sentó en las escaleras del negocio donde había comprado un sándwich hace mucho tiempo y vio la lluvia caer con fuerza contra el suelo y los autos. Se abrazó las piernas y miró como la gente pasaba corriendo sin percatarse de su presencia, o fingiendo no haberla visto. Desde la lluvia escuchó a alguien que estaba gritando y levantó la cabeza.
— ¡Chica! ¿Qué haces allí?—entrecerró los ojos para tratar de verlo mejor y vio como se acercaba. La cara del muchacho le parecía conocida, pero no hizo mucho caso—. ¿Qué te sucede?
— Nada. Ya voy a irme.
— No puedo dejar que te quedes afuera cuando va a haber una tormenta. Anda. Entra—dijo cerrando su sombrilla y poniendo su llave en la cerradura de la puerta. Se levantó y siguió al chico que le había hablado. Él le permitió saber que me podía sentarse donde quisiera y eligió sentarse en el lugar donde se sentó la primera vez que vinó. El chico se fue a la parte trasera del pequeño negocio, que Rachel supuso era donde estaba la cocina. Cuando salió vio que tenía un plato con unas empanadas y se dirigió hacia la máquina de bebidas. Cuando Rachel vio la comida, sus tripas rugieron y puso sus ojos como platos. Abrazó su vientre y esperó que él no lo hubiera escuLogano—. Veo que tienes hambre—puso el plato frente a Rachel y luego vio que era exactamente el mismo sándwich que había pedido cuando vino la primera vez y las empanadas eran para él. Puso un vaso de jugo de naranja frente a Rachel y el tomó un sorbo de su botella de agua—. Cómelo. Es para ti.
— Pero. No tengo el dinero para pagarlo.
— ¿Quién dijo que te cobraría?—el sonrió y Rachel le devolvió la sonrisa—. Pero no se lo cuentes a nadie, porque o si no me pedirán comida gratis también.
— ¿y por qué me la das a mí?
— Pues, no es que te espiara ni nada, pero te vi triste.
— Muchas gracias—se quedó mirándolo un momento y luego recordó su nombre—. Logan ¿no?
— Exacto. Rachel ¿no?
— Si—soltó algunas risas amargas al darse cuenta de que había pasado bastante tiempo desde que la llamaban así—. Y, ¿Cómo has estado?
— Las cosas han estado algo locas…
— Dímelo a mí—interrumpió Rachel.
— ¿perdón?—la miró frunciendo su ceño levemente.
— Te puedo hacer una pregunta que no le he hecho a nadie y que tal vez haga que parezca loca, pero te juro que no lo estoy.
— Claro. Supongo…—Rachel acercó hacia Logan la foto de ella y su abuelo que había logrado retener en una visita a su casa—. ¿Quiénes son?
— ¿Me creerías si te digo que esa soy yo?—puso un dedo en la zona de la foto donde se encontraba ella.
— Claro—Rachel alejó la fotografía un tanto sorprendida—. Eras tú de pequeña ¿verdad?
— Soy yo—se acercó a él para decirle el resto—, en este momento.
— Me perdí—replicó el riendo por su confusión.
— Cambie de cuerpo con otra persona.
— Ah, ¿ves? Eso suena mucho más lógico—el empezó a soltar leves risas y Rachel se preparó para irse.
— Muchas gracias por la comida, pero ya no quiero ser una molestia—se levantó y cuando estaba en la puerta sintió una mano agarrándola con firmeza por el codo.
— Me encantaría escuchar el resto. Perdóname por reír, pero estoy un poco confundido.
— Eso suena más lógico—repitió y volteó con una leve sonrisa.

Ambos se sentaron en las sillas con bebidas a su alcance y Rachel solo se dedicó a hablar y contarle todo a Logan. El la miraba directo a los ojos, concentrado en cada detalle que ella hablaba. De pronto, de un momento al otro, Logan se encontraba bailando como un tonto y Rachel aplaudía mientras soltaba fuertes risotadas. La tormenta había pasado totalmente desapercibida para ambos porque se habían divertido tanto luego de haber podido actuar como tontos.
— Oye, mírame—dijo Logan haciendo unos movimientos con sus dedos y dando varios pasos un poco torpes como bailando de forma extraña.
— ¿Qué diablos es eso?—preguntó Rachel riendo mientras ponía una mano en el hombro de él para sostenerse.
— Es mi mejor paso de baile—ambos se miraron atajando risas y él le guiño el ojo. Entonces ambos explotaron en risa.
— ¿Dónde estuviste toda mi vida?—preguntó Rachel mientras se dirigía a las sillas para sentarse de nuevo.
— Pues, la mayoría del tiempo me la paso de aquí para allá. Me asombra que nunca te haya visto.
— Es que estoy todo el día en mi mansión, ya sabes.
— Me refiero a tu cuerpo actual—soltó algunas risas—. ¿Qué será que hace Kate todo el día?
— Pues creo que trabaja. Nunca le pregunté. ¿sabes qué sería genial?
— ¿Qué?
— Que alguna vez me despierte y note que fue solo un sueño. No me mal entiendas. Vendría a conocerte de nuevo—sonrió mientras jugueteaba con la lata de soda dándole vueltas y vueltas.
— Oye, Rachel. ¿Qué sucede si este no es un sueño?, ¿Qué piensas hacer?
— Si no hay solución definitiva, le diré la verdad a Nick y luego iré a vivir a mi casa, pero ya no seré Rachel Evans.
— Oye, y…—me miró de reojo mientras limpiaba las mesas con una ceja levemente levantada y luego se detuvo para seguir lo que decía—: y, ¿Crees que si Nick pide un deseo a un diente de león, todo se solucione?
— Logan—susurró Rachel y se levantó—. Debo admitir que ya lo he pensado. Pero no creo que quiera saber nada más de mí. Y no creo que me escuché cuando quiera decírselo.
— ¿y si yo lo hago?
— No desperdicies tu deseo en mí. Además, algo me dice que solo él puede resolverlo.
— Tienes razón. Desperdiciar mi deseo en ti sería lamentable.
— ¿Qué diablos?—ambos empezaron a reír y ella le dio un golpecito en la espalda a Logan. Después de ello su cara se deformo poniéndose seria y luego se dirigió a sentarse de nuevo. Logan la miró por unos segundos y luego se sentó a su lado—. De todas maneras, sé que esto no tiene solución de alguna forma. Podemos hacer que todo “vuelva a la normalidad”—levantó sus dedos haciendo comillas en el aire y luego una torpe lagrima se escapó—, pero nunca será mi misma amistad con Nick. El nunca me verá de la misma manera.
— No le cuentes.
— NO ME ENTIENDES—respondió agarrándolo por los hombros con desesperación—. ¡No puedo ocultarlo para siempre! Y menos cuando creo que él es la solución a todo.
— Rachel—se escuchó una voz hacia la puerta y Logan y Rachel voltearon a ver. ¡¿Qué haces tú aquí?!—preguntó Rachel acercándose a Kate.
— Rachel, tus padres quieren hacer una promesa de compromiso entre Greyson y yo. ¡Esperan que me case con él en el futuro!
— ¡¿Qué?!—de pronto Rachel empezó a volver a la realidad. Todas esas cenas en casa de los Hoffman. Todas esas veces que los dejaban solos a ambos intencionalmente. Todas esas charlas sobre unir ambos negocios. Era obvio que ellos dos debían ser la unión de ambos—. No, no, no, no, no. No puede ser—se agarró por la cabeza y su visión se puso borrosa por las lagrimas cargadas en sus ojos—. Greyson es solo un amigo. No me quiero casar con él.
— YO, no me quiero casar con él. ¿Qué sucede si nunca cambiamos de cuerpo? ¡Terminare cargando con tus responsabilidades, Rachel Evans!

— Estoy algo confundido—comentó Logan y ambas voltearon para fulminarlo con la mirada.
— ¿él lo sabe?—preguntó Kate en un tono un poco autoritario. Ambas tenían un tono algo frustrado y enojado en sus voces.
— Si. Si lo sabe ¿algún problema?
— No. No hay ningún problema, ¡ADEMÁS DEL QUE AHORA TAL VEZ TENDREMOS REPUTACIÓN DE IDIOTAS POR TU CULPA!—Rachel cruzó los brazos y solo se calló mirando como Kate se calmaba en su gran desesperación—. Escúchame, Rachel. No puedo casarme con él.
— Debo decirle a Nick sobre mi deseo. Debo hacerlo—dijo Rachel por lo bajo y agarró su abrigo.
— ¿A dónde te vas?—exclamó Kate en un grito desesperado.
— A encontrar al imbécil de Nick—cerró la puerta en un azote y Logan y Kate se quedaron observando la puerta por unos segundos.
— ¿Por qué tiene que hacer todo con tanto drama?
— Déjala. Ella es así—respondió Kate y se sentó a tomar la taza de café que había en la mesada.
Rachel corría a través de la lluvia que aun caía pero de una forma más calma. Aun así, estaba mojada hasta los huesos. Miraba de izquierda a derecha pero no encontraba a nadie merodeando por ahí. Claro, debías estar loco para salir con la fuerte lluvia que había. No había auto que estuviera rondando por el barrio.
Decidió que iría a su casa porque tal vez lo encontraría allí. El dilema era: ¿a cuál de sus casas iría? Decidió que era mejor ir a su gran y superficial mansión, después de todo allí es donde ella y Nick se habían conocido. Caminó con sus manos en el bolsillo sin darle importancia a lo mucho que se mojara y entró por el escondite de Nick una vez que llegó. Cuando llegó al jardín de rosas de sus padres, vio una silueta de un hombre sentada en la fuente. Se dio cuenta por el cabello castaño y la camisa celeste que ella le había regalado alguna vez, que era Nick. Sus lágrimas se camuflaron con la lluvia y su corazón se aceleró. Era ese sentimiento de nuevo. Lo amaba tanto que dolía. Lo amaba al punto de que él era lo único que podía ver.
Caminó con lentos y cortos pasos hacia Nick. Pudo notar por unos leves sollozos que él estaba llorando. Su corazón se detuvo por un momento. Nunca en su vida lo había visto llorar. Se había dado cuenta de aquello. ¿Qué era lo que podía ser tan grave? Se acercó a él dando dos grandes zancadas y lo abrazó por detrás.
El hizo un rápido movimiento para separarse de ella y la miró con los ojos entornados. No entendía que era lo que hacía Kate allí. No entendía como después de todo lo que le había dicho, ella aun tenía la cortesía de abrazarlo cuando llorara. Ambos estaban empapados, llorando y mirándose a los ojos.
— ¿Qué diablos es lo que tanto ha cambiado en ti?—preguntó Nick siseando la cabeza levemente y soltando sus brazos que estaban alzados para que vuelvan a caer—. Eres tan diferente.
— Nunca te he visto llorar. ¿Qué te sucede?—preguntó ella casi maternalmente. Se mordió el labio inferior para sostener su llanto y Nick enarcó levemente una ceja.
— Es todo. Todo lo que sucede—se acercó un paso más a ella—. Perdóname, Kate. Te he dicho demasiadas cosas hirientes que en realidad no tenía intención de decir.
— Todo el mundo comete errores, Nick. Como yo. Los cometo, todos los días—pronunció antes de soltar un sollozo.
— ¿tú qué hiciste?—se sentó en la fuente y ella lo acompañó, haciendo lo mismo.
— Pues… ¿nunca le has mentido a alguien durante mucho tiempo?
— Si—murmuró él, recordando a Rachel.
— A alguien a quien amas mucho.
— Si—repitió.
— A alguien a quien tienes en frente todos los días y siempre sientes esa culpabilidad en tu pecho y escuchas esa voz en la cabeza que te repite: “No puedes mentirle por el resto de tu vida”
— Ja. Si—dijo soltando un suspiro y volteando la mirada hacia Rachel.
— ¿Alguna vez quisiste decirle a esa persona, pero no sabes cómo va a reaccionar?
— Si—ambos se lanzaban discretas miradas a los labios y estaban lo suficientemente cerca como para sentir el aliento del otro, por más de que la lluvia cayera entre ellos.
— Pues…, estamos en lo mismo—murmuró Rachel un poco nerviosa.

— Te extrañe—susurró y la abrazó con fuerza—. Me siento tan solo últimamente.
— Te sientes solo porque tú lo deseas. Nunca me he ido de tu lado, Nick—se separaron levemente y se miraron a los ojos—. Nunca he dejado de amarte, por más imbécil que hayas sido.
— Lo he sido ¿no?—torció el gesto y ella rió.
— Estoy algo acostumbrada—Nick rápidamente se acercó para besarla y ella no pudo hacer nada para evitarlo por más de que quisiera. Solo hizo que él se separara de ella y el la miró un poco asustado de que hubiera sido algo estúpido para hacer.
— No debería haber hecho eso.
— No. No deberías haberlo hecho.
— ¿CÓMO QUE NO PUDISTE DECIRLE?—preguntó Kate con voz histérica.
— No pude. NO PUDE—respondió ella aun más desesperada pero con una sonrisa enamorada en su rostro.
— Oh por Dios. Te beso ¿o no?
— ¿Quién mencionó algo de eso?—dijo esquivando su pregunta.
— ¡OH POR DIOS!—abrió sus ojos y boca con expresión de sorpresa y emoción—. ¡LOGAN!, ¡Escucha esto!—Logan salió del baño y Rachel lo miró un poco extrañada de que él se encontrara en la mansión... y en su habitación—. Rachel y Nick ¡SE BESARON!—se acercó, estiró su brazo y le mostró su palma de la mano extendida—. Mi dinero.
— ¿no pudiste aguantarte un ratito?—preguntó Logan fulminando a Rachel con la mirada.
— ¿apostaron sobre lo que yo haría?
— Si. Y yo gane—replicó Kate con emoción y poniendo su billete a la luz como para ver si era falso.
— Por favor devuélvele su dinero—suplicó Rachel un poco frustrada y se sentó en el gran sillón.
— Si. Por favor—apoyó Logan.
— No quiero—dijo Kate en un tono caprichoso.
— ¡POR FAVOR KATHERINE, VIVES EN UNA MANSIÓN Y PUEDES PEDIR TODO EL DINERO QUE QUIERAS!—exclamó Rachel frustrada y enojada.
— Toma—estiró el billete hacia Logan sin mirarlo y mirando un poco enojada hacia Rachel.
— Oigan chicas, son muy divertidas y todo, pero debo irme—dijo Logan.
— Vete—contestó Rachel sin siquiera mirarlo.
— Oye, no le hables así. Ni yo le hablo así y me acaba de robar 15 dólares.
— Nick me ama—cuando Rachel levantó la mirada, dejó a la vista sus ojos rojos y lágrimas que caían una detrás de otra. Logan y Kate se acercaron a ella y Kate sin pensarlo dos veces le dio un abrazo.
— Querida—le acarició el brazo con cariño y luego Logan hizo lo mismo.
— Querida—dijo en un tono afeminado y le acarició la mano. Rachel no pudo evitar reírse y apartar su mano.
— ¿continuo?—dijo Kate fulminándolo con la mirada—. Mira, Rachel. Vamos a solucionar esto—Rachel miró hacia Logan y lo vio asintiendo y haciendo movimientos afeminados. Pestañeaba con movimientos raros y le acariciaba la mano de nuevo. Rachel explotó a reír y Kate la miró totalmente extrañada. Luego cuando miró a Logan lo empujó y el cayó al suelo riendo—. ¿Puedes irte a esa esquina mientras ambas hablamos?
— No—afirmó con tranquilidad.
— ¡VETE A LA ESQUINA!—exclamó Kate histérica.
— Bueno. Dios. Estás loca—se levantó y fue a la esquina. Después de unos segundos de observar la charla de niñas, se canso, se dirigió al tocador de Rachel y agarró un moño que había en una cajita y luego se lo puso en la cabeza. Empezó a caminar como mujer por la habitación y Rachel al darse cuenta empezó a matarse de risa. Cuando Kate volteó no pudo aguantarlo y empezó a reír también.
— Tenemos un amigo gay—afirmó Kate con felicidad.
— Cállate—dijo Logan enojado y se quito el moño—. ¿siempre tienes que molestarme?—preguntó Logan, un poco irritado.
— Estas equivocado. No siempre. Porque a diferencia de ti mi querido, YO TENGO UNA VIDA—ambos empezaron a gritarse y Rachel simplemente salió de la habitación con una capucha y se la puso sobre la cabeza. Bajó las escaleras con cuidado de no hacer ruido y se dirigió al gran piano. Recorrió el piano con su mano antes de llegar a las teclas y con movimientos gráciles, se sentó en la silla.