"Pide un deseo" (Nick)

Llegó una hermosa mañana con una sensación rutinaria para los padres de Rachel, pero no era como todas las mañanas. Rachel se levantó de malhumor—algo muy raro en ella—e inmediatamente se dirigió al baño para mirarse al espejo y lavarse la cara.
<< ¿Por qué tan temprano?>>—pensaba mirando al cielo.
Al mirarse al espejo Rachel descubrió que tal vez no se había despertado después de todo, ese no era su rostro, ese no era su cuerpo, ese no era su espejo, nada de eso era suyo. Entonces se tocó el rostro y empezó a asustarse. Esa no era ella, era Katherine, la novia de Nicholas. Todo estaba claro, ella había pedido ser la novia de Nick y su deseo estaba cumplido. Caminó hacia la ventana de la pequeña habitación—muy desordenada me atrevería a decir— en que se encontraba y vio que era un departamento en un barrio al que nunca había venido.
Se observó y pudo ver que llevaba solo una pequeña remera y la parte inferior de su ropa interior. Corrió rápidamente hacia el armario y luego agarró una remera y unos jeans. Al levantarse la remerita se dio cuenta de que Kate tenía un piercing en el ombligo. Quiso soltar un gritito pero pasó una mano por su vientre—más bien por el de Kate—y continuó vistiéndose. De pronto volteó al escuchar el sonido de la puerta, se acercó y miró por el agujero. Su corazón le saltó cuando vio que era Nick.
Abrió la puerta rápidamente y con una sonrisa pero antes de siquiera saludarla, el puso una mano en la cintura de Rachel—o Kate—, la atrajo hacia él y la besó mientras ponía una mano en una de su mejillas. Rachel quedó congelada y no correspondió el beso por la sorpresa que la estaba atacando.
— ¿Qué sucede?—Nick miró a Rachel ceñudo y totalmente desconcertado. Rachel puso ambos brazos alrededor del cuello de Nick y lo miró a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja, se acercó cerrando los ojos y le dio un pequeño beso.
— Te amo—dijo con los ojos aun cerrados y el sonrió.
— No tienes idea de cuánto te amo yo—abrió los ojos, sonrió de nuevo y se abrazó al pecho de Nick—, ¿despertaste cariñosa?—ella río mientras unas mariposas le carcomían el vientre y asintió.
— Desde ahora en más, siempre va a ser así…
— Me alegro. Espere mucho tiempo para que me dijeras que me amabas.
— ¿Kate nunca te dijo que te amaba?
— ¿Por qué hablas en tercera persona?—entonces puso los ojos como platos y lo miró, separándose lentamente de él y llevándose un mechón de cabello detrás de la oreja.
— Era una broma gramatical.
— Estas rara—dijo y rió entre dientes, Rachel solo sonrió nerviosa apartando la mirada.
Toda esa mañana, Rachel la había pasado con Nick y se quedaron juntos hasta un poco después de las 12 pm. Nick tenía que ir a trabajar y por más de que ella no quería, tuvo que dejarlo ir. Prefirió estar todo el día en la calle antes de volver al departamento de Kate.
<<Si es que yo estoy en el cuerpo de Kate, ¿Dónde estará ella?>>
Luego de darse cuenta de la extraña situación que tenía en frente, salió corriendo hacia su casa. Entró por el pequeño lugar por el que siempre entraba Nick para pasar por alto a los guardias y agachada se dirigió hacia el balcón de su habitación. Tiró una piedra por la ventana pero Kate no salía. Tiró unas cuantas mas –más o menos 5 o 6— y ella aun no salía, así que decidió que subiría por las enredaderas.
— Debería darle más crédito a Nick por esto—dijo en voz alta mientras su tacón se caía al piso y empezó a balbucear—: no debería mirar abajo, no debo mirar abajo, no voy a mirar abajo, quiero mirar abajo—miró abajo y no había subido más de un metro—. Ahora lo hare enserio—de pronto se abrieron las puertas del balcón e impactaron tan fuerte contra la pared que se asusto tanto al punto de que tambaleó hasta impactar contra el suelo—. Auch—dijo sobando su cabeza.
— ¿Quién diablos está ahí?—Kate dirigió su mirada hacia Rachel y volteó los ojos—. Rachel—cerró las puertas del balcón y Rachel frunció el ceño preguntándose qué había pasado recién. Escuchó un ruido y vio que era Kate en la puerta, esperando a que entrara—. Vas a entrar y me vas a explicar qué diablos hiciste, porque no quiero permanecer en tu maldito cuerpo por mucho tiempo.
— Créeme que yo disfruto el tuyo—susurró sarcásticamente para sí misma.
— ¿Qué?
— Nada, nada—ambas entraron y discretamente subieron las escaleras.