"Pide un deseo" (Nick)

Al terminar la clase, Rachel se levantó rápidamente y le ofreció un vaso de agua a su profesora antes de que se vaya. Audrey aceptó y luego se retiró de la mansión. Rachel como una niña que no sabía dónde estaba, empezó a caminar siseando hasta el patio donde se acercó hasta el gran campo de flores que se extendía hasta salir del terreno de su casa. Entre esas miles de plantas, vio muchos dientes de león y se arrojó sobre el campo de flores, suspirando cuando en su mente aparecía la imagen de Nick. Extendió sus brazos y con una mano pudo agarrar un diente de león. Lentamente lo trajo hacia la vista de sus ojos y lo puso frente a su cara mientras aun miraba al cielo, cerró los ojos y entonces sopló. Abrió los ojos, ridiculizándose por lo que había pedido, pero aun así no podía evitar tener esa sonrisa en su cara que le repetía una y otra vez lo que había deseado.
Miró al atardecer mientras a las cinco de la tarde ya empezaba a caer el sol y disfrutó de la vista. Un grito a lo lejos de su casa la quitó de su tranquilidad. Era Helen gritándole que se preparara para la cena con los Hoffman. ¡Lo había olvidado por completo! Se levantó rápidamente sacudiendo su ropa para sacar el pasto y salió corriendo hacia su casa.
— ¿Qué hora es exactamente?—le preguntó a Helen cuando llegó a su lado.
— Las cinco y cuarto señorita. Ya debe ir a vestirse.
— Lo sé, gracias—dicho esto, avanzó rápidamente y corrió hacia las escaleras. Subiendo tan deprisa como sus pies le permitían, llegó a su habitación y entró con desesperación.
<< ¿Qué me pongo?, ¿Qué me pongo?>>—pensaba mientras arrojaba sus vestidos al suelo. Al llegar a su favorito, sonrió y lo puso sobre su cama. Agarró una toalla y preparó todo lo que se pondría, luego fue a bañarse.

En la cena lo principal para Rachel era mantener la boca cerrada y observar a la familia Hoffman hablar de política, sus vidas y robar almas.
Se sentía extremadamente incomoda entre la gente tan superficial como los Hoffman. En el momento en que los escuchaba hablar, agradecía que hubiera conocido a Nicholas, porque de otra manera no tendría un amigo que le fuera leal a toda costa y que se permitiera hablar de tonterías sin sentido, por el solo hecho de hablar. Tal vez si ella no hubiera conocido a Nick, sería igual o más egocéntrica que los Hoffman. Bueno, no deberíamos generalizar, pues Rachel se llevaba muy bien con los hijos, los cuales diría que son adoptados porque nunca les intereso nada material. Supón que ya les era suficiente con sus padres.
— Papá—dijo Jacqueline la hija Hoffman número dos—, ¿podemos salir al patio con Rachel?
— Claro hija, ve y muéstrale el nuevo tobogán que tenemos para la piscina y también si quieres muéstrales el jacuzzi.
— Te aseguro que eso haremos—Rachel y los hijos Hoffman se levantaron para retirarse y tan pronto cuando llegaron afuera suspiraron de alivio.
— Un segundo más¬—dijo Rachel levantando el dedo índice—, y creo que no hubiera sobrevivido.
Los niños Hoffman estaban constituidos de esta forma: Greyson, el mayor de todos con catorce años. Luego venían Jacqueline de doce años y la pequeña Caroline de 7 años. Rachel pertenecía a la familia Evans, la cual solo incluía a ella como hija y única heredera de la empresa de sus padres.
Los cuatro se sentaron a lo lejos del gran ventanal que mostraba el comedor, sentados en el pasto a oscuras, jugaban a descifrar lo siguiente: qué harían los mayores. Observaban a los mayores durante la cena, fingían sus voces y el que acertaba los siguientes movimientos que harían, tenía puntos extras. Obvio, era un juego para cuando no hay nada interesante que hacer.
— Ahora la mamá de Rachel se va a parar para ir al baño porque está cansada de escucharlos hablar de negocios—y justo como dijo Greyson: Michelle se levantó y se dirigió hacia el baño. Desde ese lugar, todas las acciones que se daban en la casa eran imposibles de no notar pues la casa era casi completamente de vidrio en el piso inferior. Todos rieron al ver a la mamá de Rachel ir al baño y Greyson murmuró un orgulloso—: ¡Lo sabia!