Starlight ☆ {James Maslow & Tú}

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Nombre: Starlight (Luz Estelar)
Autor: Starly
Género: Drama, romántico y fantástico
Adaptación: No
Advertencias: No
Otras páginas: No
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Siempre se me ha hecho eterno el viaje desde Nueva York hasta Silent Rain. Pero esta vez voy en tren y de alguna manera se hace más llevadero. Supongo que porque no tengo que aguantar el constante parloteo entre mis padres.
Y este tren está casi vacío, por lo menos en el vagón en el que yo estoy sentada solo hay un hombre de unos cincuenta años, una señora ya mayor y dos cuarentonas cotillas. Aún así estoy metida en mi mundo con los cascos y la música a todo volumen. No puedo escuchar nada más. Y en pocos minutos caigo en un profundo sueño.
Despierto de golpe debido al frenazo brusco del tren. Miro por la ventana curiosa. Un paisaje verdoso y la mini estación de Silent Rain se extiende al rededor. Aquí me bajo yo.
Después de recoger mi maleta y pasar la tarjeta me espera caminar unos cuantos minutos (treinta minutos) para llegar a la casa de mis abuelos. Cuando llegue ya veras como caigo de narices en la puerta por el cansancio.
Miro la hora en el móvil. Son las seis de la tarde. Pero el sol sigue alzado en lo más alto del cielo con alguna que otra nube flotando a su alrededor. A pesar de un día bastante despejado como este no hace un calor abrasador como otras veces. Está perfecto.
Cuando llego a la casa de mis abuelos toco el timbre y tengo que esperar unos cinco minutos hasta que mi abuela abre la puerta.
-¡Lexie!-me da un abrazo de esos tan incómodos.
-Hola abuela-le saludo al deshacer el abrazo-¿qué tal vais?
-Nosotros perfectamente, ¿pero tú?-sonrío-cada año que pasa estás más guapa. No te puedo imaginar el próximo año con dieciocho-hago una mueca parecida a una sonrisa.
-Gracias-miro al interior de la casa.
-¡Uy! Pasa pasa-me deja entrar en la casa.
-¿Duermo dónde siempre?
-Claro.
En ese momento huelo algo, quemado y un ligero humo empieza a llenar nuestro alrededor. Miro a mi abuela concentrada en quitarse un pequeño hilo que le sobresale de la chaqueta de lana sin enterarse de nada.
-Abuela.
-¿Si?-me mira con una sonrisa de esas tan agradables.
-Creo que se está quemando algo-en ese momento cae en el olor y el humo y adopta una expresión algo exagerada de terror.
-¡Ay Dios!-sale apresurada hacia la cocina.
Me muero el labio reprimiendo una pequeña risa.
Subo a mi habitación a dejar la maleta. Entro. Y todo está como siempre. No ha cambiado nada ; las paredes blancas, la moqueta de un marrón muy suave y claro, la pequeña cama de sabanas blancas, la mesita de noche de madera con un libro mío que me había dejado el anterior verano, el armario en frente, la gran ventana por la que entra la luz del sol e ilumina la habitación entera y el cuadro de la playa del pueblo como siempre ahí colgado al lado de la ventana. Como cada verano.
Al dejar la maleta encima de la cama oigo el timbre sonar. Salgo de la habitación y me asomo por la ventana de la habitación de enfrente que da a la puerta principal.
Es la GRAN amiga de mi abuela. Meredith. Es muy maja y muy alegre, pero demasiado cotilla. Mi abuela sale a saludarla como si hiciera años que no se ven y eso que casi se ven a diario. Hablan unos pocos segundos, entonces, mi abuela entra de nuevo a casa y sale casi al instante, se cogen del brazo y se van a saber donde.
Cuando vuelvo a mi habitación me veo tentada a quedarme ahí durmiendo para descansar las piernas. Pero también me apetece dar un paseo para, no se relajar más. Pero me decido por lo primero y me quedo a dormir un rato en la cama.
Cuando despierto ya son las ocho de la noche y el cielo está empezando a oscurecerse. Cuando bajo las escaleras no veo a nadie ni oigo a nadie. Mi abuela debe seguir con Meredith y mi abuelo estará con sus amigos por ahí, aunque igual sigue pescando.
Aún así cojo una chaqueta fina y salgo de casa con el móvil, los cascos y la música como siempre. Sé perfectamente a dónde ir.
Al llegar veo la cabaña de madera como cada verano. Me miro los pies antes de entrar en el porche. Al cruzar el pequeño sendero del bosque para llegar aquí he pisado una mierda de animal... Comienzo a restregar el pie por la hierba hasta asegurarme de que no mancharé y me meto en el porche. La cabaña siempre está cerrada así que no puedo entrar. Me siento en la silla de madera y me quedo mirando el paisaje viendo como la noche comienza a atraparnos.
Pasan unos veinte minutos. Y empiezo a oír un ruido extraño. Es como un silbido pero más grave. Cada vez se oye más. No puedo evitar alterarme un poco. Me levanto de la silla y miro alrededor. Yo no veo nada. Vuelvo a mirar hacia el prado de enfrente y entonces cuando el sonido ya se hace insoportable veo como una especie de luz celeste tiñe el prado de un ligero azul.
-¿Pero que...?
Y de repente algo se estrella contra el prado haciendo me soltar un gritito y hacerme caer al suelo de madera por el temblor causado por su estrelle.
Mi primer instinto es salir corriendo pero oigo algo, como un gemido que suena humano. Con la respiración agitada y, lo admito, algo asustada, me levanto temblando y miro hacia esa intensa luz celeste que echa humo y ha abierto un cráter en el suelo.
Asustada salgo del porche y con mucho cuidado me voy acercando dando pasos muy pequeños. Entrecierro los ojos y me protejo con una mano los ojos, por la luz. Cuando ya estoy a una distancia que supongo es segura la luz empieza a apagarse y empiezo a distinguir una figura humana, masculina, y musculosa, cabe decir.
Y cuando la luz se apaga del todo lo veo. Veo al chico más guapo del mundo con los ojos cerrados bien fuerte. El corazón se me acelera, pero no por miedo, sino por... no sé, otra cosa.
Entonces abre los ojos y nuestras miradas se cruzan haciendo que me de un vuelco el corazón.

Por un segundo nos quedamos mirándonos totalmente hechizados, o por lo menos yo, pero entonces cierro durante un instante los ojos tratando de comprender lo que acaba de pasar, los abro y el chico apuesto ya no esta.
¿Pero qué co...?
Miro a mi alrededor buscándole. Es imposible que haya podido irse tan rápido y encima sin haber echo el menor ruido.
Pero, ¿dónde está?
Igual es un extraterrestre bajo la apariencia de un chico increíblemente guapo y ahora está por algún lado cerca de mí esperando el momento oportuno para matarme porque he visto demasiado. Vale, ni yo me lo creo, pero no descarto la posibilidad de que puede que se este escondiendo para matarme o hacerme algo malo. De solo pensarlo se me dispara el corazón.
-No te voy a hacer nada ni te voy a matar a no ser digas algo de lo que has visto. En ese caso ni dudaré en arrancarte el corazón.
Con solo oír esa voz un escalofrío me recorre el cuerpo entero. Lo extraño es que la he oído en mi cabeza como si fueran mil voces juntas, una tras otra. Vuelvo a dar una vuelta a mí misma buscándole pero sigo sin verle. ¿Me va a matar? No, solo si digo algo de lo que he visto... ¿pero qué he visto? Ni siquiera podría describirlo con palabras. Debería salir corriendo. Pero no me veo con fuerzas. Algo me dice que me quede aquí. ¿La curiosidad? No. Mi "espíritu aventurero".
De repente oigo un ruido tras mío. Me doy la vuelta al instante pero no está. Vale, esto no me gusta nada y ya he superado mi límite de valentía.
Salgo corriendo.
Me meto en el bosque notando como la luz del sol ya está casi completamente apagada y pronto no veré absolutamente nada.
Habré corrido unos diez metros cuando el chico se presenta sin previo aviso delante de mí haciéndome dar un frenazo que me hace caer al suelo.
Mierda.
-Te dije que no te haría nada si mantenías la boca cerrada. Y de momento no has dicho nada-alzo la vista hacia el.
Joder. Está buenísimo.
-Lo se...-le respondo en un susurro cargado de miedo.
-Entonces, ¿por qué huyes?-suspiro.
Le miro a los ojos. Me arrepiento al instante.
-Porque... tengo miedo-mi respuesta casi suena a una pregunta.
-¿De mí?-ladea la cabeza frunciendo suavemente las cejas.
-Obviamente-está vez elevo el tono de voz.
Sonríe. Se me desencaja la mandíbula.
-No tienes porque. Ademas aunque corrieras no te serviría de nada.
-Aún así...-de alguna manera consigue tranquilizarme un poco.
Estoy segura que cualquier otra persona estaría ahora mismo intentando escapar y gritando por mucho que el diga que no sirve de nada.
-¿Quieres una prueba de que no te voy a hacer nada?
Pues hombre no estaría mal. No espera a que responda.
-Si te quisiera muerta lo estarías hace mucho. Además aunque me halla pasado esto no está en mi naturaleza hacer daño a un humano si ni siquiera me ha cabreado-vuelve a sonreír.
-¿Eres un extraterrestre?
Por un instante se queda mirándome perplejo. Y al segundo se está partiendo de risa. Se ríe de mí.
Paso un tiempo que se me hace eterno y el sigue riéndose. Frunzo los labios molesta. Bueno ya. Te estás pasando. Su risa cede.
-¿Tengo pinta yo de extraterrestre?-arquea una ceja divertido.
-No-respondo seria sin ninguna pizca de gracia.
-Pues eso.
-¿Entonces qué eres?
-No te lo pienso decir-dice serio.
No le respondo. Se me queda mirando unos segundos. Me ofrece su mano.
-Levanta-me ordena.
Vacilo un poco pero al final le cojo la mano y me levanto. Trago saliva. Estamos algo demasiado cerca como para que sea cómodo pero parece que solo yo me doy cuenta. El parece completamente impasible.
-¿Cómo te llamas?
-¿Por qué te tendría que decir mi nombre?
Eso es Lexie. Recupera tu dignidad.
-Porque sino te haré cosas muy malas-entorna los ojos con expresión divertida.
Trago saliva.
-Lexie Jones-cojo aire buscando valor-¿tú?
-Llámame James-aprieto los labios-necesito tu ayuda Lexie.
En ese momento la noche se apodera de nosotros. Pero sus ojos brillan con la misma intensidad. Me quedo embobada mirándole.
Debería estar prohibido ser tan guapo.