Starlight ☆ {James Maslow & Tú}

Tuve que colarlo en casa. Por suerte mis abuelos estaban dormidos ya. Se escuchaban los ronquidos desde cualquier lugar de la casa.
-¿Seguro que tienes ropa que me pueda valer?-le miro de reojo con mala gana.
Arquea una ceja retándome.
-La ropa de mi primo debe estar por aquí-le digo en un suspiro tratando de calmarme por su presencia.
Vuelvo a echar un vistazo a su ropa. Rota pero extrañamente de un blanco impoluto. Como un pijama.
Busco en el desván como una desesperada. Es muy grande y no se me ocurre donde puede estar la ropa antigua de mi primo Alex. Y tener a un chico jodidamente guapo detrás mío observando cada uno de mis movimientos no lo pone especialmente fácil. Mis piernas ahora mismo son de plastilina y el corazón me va a mil. Va a darme un ataque al corazón.
-¿Por qué estas tan nerviosa?-le miro al notar su voz algo alejada.
Se ha ido hacia una de las pequeñas ventanas del techo empinado. Mira el cielo nocturno con una mirada ardiente y enfurecida.
-Bueno... acabo de ver a un chico caer del cielo...-me aclaro la garganta.
Me mira divertido, con el comienzo de una sonrisa en sus labios que no deja acabar.
-Yo estoy...-se queda pensando-impresionado. Me parece increíble que no hallas echado a correr.
-Eché a correr-cojo una caja.
-Si bueno... pero ahora estás aquí. Y aunque estás nerviosa, no pareces muy asustada. Lo normal sería que estuvieras muerta de miedo.
-Ahí está el problema, no soy muy normal-digo para mí.
-¿No eres muy normal?-noto la diversión en su voz.
La encontré.
-Toma-le lanzo unos vaqueros oscuros, una camiseta blanca con un extraño dibujo en negro en el centro y una cazadora negra.
Se queda mirando la ropa. Entonces caigo.
-Mierda...-busco en la caja-creo que no tengo calzoncillos...
-¿Calzoncillos?
Le miro. Se está quitando la camiseta blanca rota. Hace una mueca de dolor al echarla al suelo. Vaya cuerpo... Se le marca todo... Se pone la camiseta blanca a la que responde con otra mueca de dolor. Entonces pone sus manos en el pantalón blanco de pijama y se deslizan suavemente hacia abajo por su piel bronceada. Me doy la vuelta roja en cuanto se los baja un centímetro. Juraría que lo oigo sonreír... ya se... es imposible. Pasa un minuto o dos cuando oigo como sube la cremallera del pantalón. Me doy la vuelta con cuidado.
-Tranquila-sonríe.
¿Siempre tiene ese brillo divertido en los ojos?
-Te queda bien-le digo al ver que la talla de la ropa le va perfecta.
-Lo sé. Mañana al amanecer te espero en el prado-me mira fijamente mientras se acerca a mi.
-¿Por qué?
-Porque te necesito-rodea los ojos-tienes que venir-su cara está a centímetros de la mía.
Mi respiración se corta. Mientras me lo dice me mira fijamente con expresión endurecida y veo como sus ojos se ocurecen. Y por alguna razón me veo tentada a hacerle caso. No. Estoy obligada a ir al prado al amanecer.
-Iré-su expresión se ablanda.
Se aleja de mí permitiéndome respirar tranquila. Todo lo tranquila que puedo estar.
-Eso espero-se queda mirándome unos segundos y ese brillo divertido vuelve a sus ojos-cierra los ojos un segundo-frunzo el ceño-ciérralos-entrecierra su mirada con expresión amenazadora pero divertida.
Le hago caso. Solo han pasado dos segundos cuando vuelvo a abrirlos y James ya no está aquí.


Me he puesto mi pijama azul corto de verano, me he acostado sin cenar y llevo aquí echada más de una hora y no he podido ni cerrar los ojos. Esta será una noche eterna e inolvidable. Admito que estoy asustada aunque de alguna manera el buen humor y la tranquilidad que James irradiaba me hacen sentir minimamente segura y creo que tiene razón... supongo que si me quisiera muerta ya lo estaría. ¿Pero y si quiere hacerme daño? ¿Alguna especie de tortura para experimentar conmigo? No creo. Aunque... me da que más miedo me da lo que ese chico pueda revelarme. Lo que me cuente. Lo que quiera que sea el. Pero también siento curiosidad. Aún así, me da mal rollo y no me gusta ese sentimiento de angustia.
Suspiro y miro por la ventana que deja ver un cielo perfectamente despejado adornado por estrellas... bañando mi habitación de un ligero azul plateado. Resoplo.
¡No tiene sentido! Esto tiene que ser un mal sueño. ¡Ese chico ha caído del cielo! ¡Como si fuera un puto rayo! Y resulta que es todo un gracioso que no me quiere decir que coño ha pasado. ¿Qué es ese chico? Un extraterrestre, no, vale. ¿Pero entonces? Tengo muy claro que normal serlo no lo es. Obviamente. Pero no se me ocurre nada.
Cierro los ojos.
Al final de la noche consigo dormir unas dos horas. Cuando miro la hora son las 6:30 y aunque el sol aún no ha salido se ve como el cielo empieza a aclarecer.
Sin molestarme en arreglarme cojo unos pantalones negros de chándal y una sudadera gris. Salgo en zapatillas sin darme cuenta.
Ni me he peinado ni nada pero me da igual. No voy allí a ligar, voy a... bueno, a hacer algo. Me pongo la capucha de la sudadera tratando de protegerme del punzante frío que ataca mis mejillas.
Cuando llego los primeros rayos de sol me bañan dándome un poco de calor. El cráter sigue ahí. Como James aún no está aquí me acerco a este por curiosidad. Frunzo el ceño al ver una pluma bien grande al fondo. Con cuidado de no caer la cojo. Es de un blanco purísimo tiene como brillos y justo en la raíz el color blanco se torna de un azul celeste precioso.
Me la guardo en el bolsillo de la sudadera y me siento en la silla del porche de la cabaña de madera. La espera se me hace eterna y para cuando me doy cuenta el sol ya me inunda completamente.
-Sabía que vendrías-abro los ojos de golpe al oír su voz, tan perfecta...
Nada más verle me doy cuenta que mis recuerdos no le hacen justicia. Es increíble lo guapo que es y el efecto tan impactante que tiene en mi. Mi corazón y mi respiración se aceleran.
-Bonita ropa-dice acercándose a mí con diversión.
Me arrepiento al instante de no haberme arreglado un poco más. Debo parecer un deshecho al lado de este tío.
-¿Estás preparada?-me ofrece una mano para levantarme la cual yo acepto dudando.
-¿Para qué?-digo nerviosa por la cercanía de su cuerpo.
No me responde. Simplemente se limita a esbozar una sonrisa perfecta y mirarme con ese brillo de diversión.