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Mensaje por Bubu ✌ Sáb 11 Mayo 2013, 5:22 am

siguela pronto x. (:
Bubu ✌
Bubu ✌


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Romance Accidentado [H.S] Terminada. - Página 3 Empty Re: Romance Accidentado [H.S] Terminada.

Mensaje por Cony'. Sáb 11 Mayo 2013, 12:29 pm

Romance Accidentado [H.S] Terminada. - Página 3 Tumblrmf3h88o3x01rtwnvz


Capítulo 6

Se sentía como si caminara por el aire. Por primera vez en su vida encontraba a un hombre que no deseaba mantenerla a distancia. Al contrario, Harry y ella parecían incapaces de dejar de tocarse, de dejar de besarse. En un solo día se habían hecho adictos el uno al otro, pensó. Seguían colgados en medio de ninguna parte, tierra de libertad, y Mila sentía deseos de tirarse por aquel precipicio, jubilosa y atemorizada al mismo tiempo.

Mila caminó hacia el lago y notó que Chester husmeaba cerca de un enorme pino. Se acercó sin hacer ruido y descubrió a Harry, de espaldas a ella, hablando por el móvil.
Frunció el ceño y se preguntó por qué tenía que hablar por teléfono escondido tras un árbol. Se aclaró la garganta y Harry, sobresaltado, se volvió. Su expresión era la de alguien a quien hubieran pillado con las manos en la masa.

—Te llamaré más tarde, Ted —se despidió colgando el teléfono. Luego sonrió. Quizá demasiado, pensó Mila—. No te he visto llegar.

—¿Qué estás haciendo?

Harry rió. Un poco nervioso, creyó Mila.

—Se me ocurrió llamar a la oficina.

—Ted es tu hermano, ¿verdad? Me lo dijo Liam.

Ambos caminaron juntos hacia el lago con Chester tras ellos moviendo la cola. Harry hizo una mueca. Bastante malo era que lo hubiera pillado llamando por teléfono para encima tener que preocuparse de si Mila sabía que tenía un hermano gemelo, pensó. Aunque tampoco deseaba mantenerlo en secreto para siempre.

Antes o después tendría que decírselo, lo importante era encontrar el momento adecuado, pensó.

Y no había momento mejor que aquél. Harry tomó la mano de Mila y comenzó:

—Mila, hay algo que quiero contarte.

Mila se quedó helada, con los ojos fijos en los de Harry, que la miraban serios. Ya estaba, pensó. Había llegado el momento de abandonarla. Por alguna estúpida razón se había relajado, había bajado la guardia y había olvidado lo deprisa que sucedía todo siempre.

—No me lo digas, ya me lo imagino.

—¿De verdad?

—Tienes una novia escondida por ahí, una modelo —suspiró Mila.

—No —contestó Harry sorprendido.

—Vas a abandonar tu trabajo para irte a un monasterio en el Himalaya.

—No —rió Harry perplejo—. Disculpa pero, ¿de qué estás hablando?

Mila, arriesgándose a parecer una neurótica, confesó:

—Te estoy contando las excusas que se inventan los hombres para no comprometerse. Al menos conmigo.

—¿Y te han dado todas esas excusas?

—En los últimos tres años —asintió Mila.

—¡Dios mío! ¿Y eso del monasterio?

—Eso fue con Tim. Ahora es el hermano Tim. Sí, abrazó el celibato —aquella era una larga y triste historia, demasiado humillante como para contar los detalles, sin embargo Mila añadió—: Nunca mencionó la India o el Budismo, pero ya ves.

—Pues una cosa así podría haberte hecho perder la fe en los hombres —comentó Harry.

—Quizá entonces comprendas por qué valoro tanto la honestidad —afirmó Mila—. No hay nada peor que engañar a los demás.

—Sí —confirmó Harry tragando fuerte.

—Sea lo que sea lo que tengas que confesarme, Harry, puedes ser sincero hasta la brutalidad. Si de algo me ha servido mi lamentable historia amorosa ha sido como vacuna, no vas a romperme el corazón.

Harry se sintió emocionado ante aquella súplica. Después de lo que acababa de contarle, ¿qué importancia podía tener un simple intercambio de gemelos idénticos en una sola ocasión?, se preguntó. Y sin embargo aquello podía ser la gota que colmara el vaso, recapacitó.

—Pero tienes que haber salido victoriosa en alguna ocasión, nadie tiene tan mala suerte —comentó.

—Estuve a punto, una vez. Barry Delaney, un chico que iba rompiendo corazones, me pidió que fuera su acompañante en el baile del instituto. Creí que había muerto y que estaba en el cielo, pero a mitad del baile, mientras bailábamos mi canción favorita, me di cuenta de que no estaba bailando con Barry, sino con Larry.

Harry se paró de pronto. Toda la sangre se le subió a la cabeza.

—Era su hermano gemelo, un chico al que se le consideraba caso perdido —Harry se sintió enfermo—. Creo que tenía una fijación conmigo, su hermano sólo trataba de ayudarlo.

Harry sintió que se le hacía un nudo en la garganta.

—Bueno, fue otro de mis fracasos —continuó Mila riendo—. Pero dime, ¿qué ibas a contarme?

¿Cómo podía explicarle el engaño después de aquello?, se preguntó Harry.

—¿Ocurre algo? —preguntó ella frunciendo el ceño y preparándose para lo peor.
Los atormentados ojos de Harry resultaron muy elocuentes, pero él, en lugar de confesarle que estaba casado en secreto o que quería dedicarse a la vida monacal, sonrió ampliamente y contestó:

—No sé por qué te has puesto tan seria, simplemente iba a confesarte que… que nunca me había importado nadie tanto, Mila.

—¿Qué? —preguntó Mila perpleja.

—Sé lo que opinas de las citas y de salir con hombres y todo eso, pero quiero que salgamos juntos cuando volvamos a Londres. Ya sabes, para citarnos en toda regla: trajes elegantes, restaurantes caros, velas y todo eso.

Mientras asimilaba las palabras de Harry, Mila deseó tirarse de los pelos por ser tan paranoica.

—Por supuesto, me encantaría —contestó mientras el júbilo se apoderaba de su corazón.
Harry sonrió y la tomó en sus brazos para posar sobre sus labios un largo beso.



Harry entró en la oficina medio bailando.

—Que me llamen irresponsable —comentó en voz alta alcanzando el teléfono para pedir que le mandaran una docena de rosas rosas a Mila.

La noche anterior, al volver del lago, Mila y él habían encargado una pizza y alquilado una película de vídeo. Nada le importó que la pizza pareciera de cartón ni que un montón de edificios estallaran por los aires en la película. La verdadera pirotecnia había tenido lugar en su corazón, comprendió.

Podía jurar que estaba enamorado. «¡El amor!», suspiró. Toda su vida había cambiado en tan sólo cuatro días, pensó mientras colgaba el teléfono. Ted apareció en el dintel de la puerta con los brazos cruzados.

—¡Bueno! ¡Has vuelto!

—No te preocupes por tu precioso barco, hermano. Te lo dejé con el tanque lleno —sonrió.

—¡Pero por Dios! —exclamó Ted sentándose frente a él—. Harry, ¿te encuentras bien?

—¡Nunca me había encontrado mejor!

—¿Tienes idea de lo importante que es esta semana?

—Ya me lo estás contando tú. ¿Sabes cuál es el libro favorito de Mila?

—No —contestó Ted frunciendo el ceño confuso.

—To kill a Mockingbird —rió Harry—. El mismo que el mío. ¿No es increíble?

—Increíble —confirmó Ted carraspeando—. No sé si lo habrás olvidado, pero tenemos un problema entre manos aquí, en la oficina.

—Espera —contestó Harry levantando una mano—. Déjame que te enseñe algo —añadió abriendo un cajón de la mesa y sacando una pequeña caja de terciopelo con un colgante de oro en forma de cámara que iba a regalarle a Mila para que se lo colgara del brazalete—. Ayer compré esto.

—¡Has perdido la cabeza, Harry! —le reprochó Ted—. ¡Tienes responsabilidades aquí que has estado ignorando!

Aquella regañina sonaba igual a las que Harry le había echado a Ted durante años. Harry apenas parecía Harry, pensó Ted observando su atuendo de vaqueros gastados. Aquel día él llevaba un traje oscuro, para variar. Harry rió.

—Es alucinante, el almacén no se ha hundido en mi ausencia —comentó contento.

—Te das cuenta de que mientras tú salías a hacer monerías con esa dama de honor, Mona ha ido tres veces a cenar con Malik y su hija, y los secuaces de Malik han llevado al tío Truman a jugar a todos los campeonatos de golf de la zona?

Harry rió.

—No tiene ninguna gracia, Harry —continuó Ted—. Tenemos que empezar a hacer algo ya.
Ayer, en tu ausencia, hice llegar una circular a los empleados en la que les decía que podían vestirse a su antojo.

—¿Y cuándo será eso?

—Todos los días hasta nueva orden, es decir, hasta que se vaya Malik. Pensé que te habías dado cuenta, considerando el atuendo que traes hoy.

—Me apeteció ponerme algo cómodo —contestó Harry encogiéndose de hombros.

—¿Y no has caído en la cuenta de que Fred, el portero, lleva pantalones cortos y una camiseta?

De hecho Harry creía recordar que aquel día algo le había parecido anormal, pero su mente estaba en otra cosa. En realidad comenzaba a comprender a dónde quería llegar Ted. Malik, con su carácter disciplinado y militar, aborrecería que los empleados llevaran pantalones cortos, pensó.

—Bien pensado.

—Pero estas estrategias no van a llevarnos muy lejos. Ya es hora de hacerle saber a Malik que no vamos a vender. Ha llegado el momento de la gran cena.

—Como tú digas. Mila y yo hemos quedado para cenar hoy.
Ted lo miró como si estuviera a punto de darle un ataque al corazón.

—¿Hoy? ¡Pero si hoy ibas a ir a cenar con Malik y sus secuaces!

—Puedes ir tú.

—¿Yo? ¡Ooh, no!

—Ted, sólo por esta vez!

—Eso es lo que me dijiste la última vez —contestó Ted sacudiendo la cabeza enfáticamente.

—No sabes lo que significa esta noche para mí —rogó Harry.

—¿Y qué me dices de lo que significa esta noche para el almacén, para nuestro futuro?
Harry se cruzó de brazos y miró a su hermano lleno de desesperación.

—Yo también estoy hablando del futuro, Ted. Acuérdate de la vida que llevaba antes de conocer a Mila. Para mí, durante todo el año pasado, el futuro era algo en lo que no quería pensar, y cuando lo hacía se me presentaba como algo gris e interminablemente aburrido, repleto de trabajo. Ahora he conocido a Mila, y me siento como si hubiera vuelto a nacer.

—Lo siento, hermano. No me había dado cuenta de lo importante que era para ti —dijo Ted mirando la cajita y luego a Harry—. Está bien, lo haré yo.

Harry se puso en pie y lo guió hasta la puerta.

—Aprecio mucho tu gesto. Ted. Sé que puedo confiar en ti —Harry empujó ligeramente a su hermano por la puerta.

Harry se sentó en su mesa y comenzó a mirar la correspondencia. Unos golpecitos en la puerta lo interrumpieron, pero ni siquiera levantó la mirada.

—Entra —dijo pensando que sería su secretaria.

Pasaron unos cuantos segundos antes de que comprendiera que nadie respondía, y antes de que pudiera mirar para arriba una fotografía cayó sobre su mesa. La habían tomado en el restaurante en el que Mila y él habían ido a almorzar. Era una vista del lago, pero en un rincón aparecía Ted, sentado a una mesa y sonriendo, con una rubia a su lado. Era una foto muy bonita, pensó. Mila tenía talento con la cámara.

Pero él estaba en un apuro, pensó.

—Acabo de ir de la tienda de revelado de fotos. Imagínate mi sorpresa cuando lo he visto.

—Mila, puedo explicártelo —alegó Harry callando de inmediato.
¿Cómo empezar?, se preguntó. ¿Quizá algo así como «recuerdas el baile del instituto»?

—No, no quiero que me expliques con todo lujo de detalles la forma en que me has engañado —dijo Mila con ojos que expresaban su dolor.

—¡No es lo que parece!

—Me pareció raro que aparecieras tan tarde y sin aliento, pero ahora lo comprendo.
¡Estabas cansado de correr tras tanta mujer! Seguramente tenías un harén entero escondido en el restaurante.

—No seas absurda, sólo fue esa mujer…

—¿Quién era?

La mente de Harry comenzó a pensar deprisa, tratando de recordar.

—¿Veronique?

—¿Veronique la top model? —preguntó Mila desalentada.

—Es posible —contestó Hary, a quien la chica le había resultado familiar.

—Bueno, al menos he mejorado algo desde lo de la modelo de Sears —comentó Mila sacudiendo la cabeza incrédula.

—¡No es lo que estás pensando, Mila —se defendió Harry poniéndose en pie y atravesando la habitación.

Mila, sin embargo, caminaba ya hacia la puerta.

—Pensé que serías diferente, Harry. Por un día llegué incluso a creer que tú serías quien cambiara mi destino, pero ahora preferiría no volver a verte.

Mila salió corriendo de la oficina dejando a Harry atónito. Se sentía tan desorientado como si hubiera pasado un tornado. Quería correr tras ella, pero algo lo detenía. Mila tenía razón, recapacitó. Había sido deshonesto con ella desde el principio. Podía haberle contado la verdad innumerables veces, pensó, pero no lo había hecho por miedo a perderla. Y sin embargo acababa de ocurrir lo que más se temía.

Ted asomó la cabeza por la puerta.

—Esa que corría como una loca, ¿era la que yo creo que era?

—Sí, era Mila —suspiró Harry desplomándose sobre la silla y ofreciéndole la fotografía a su hermano—. Vino a traerme esto. Creyó que era yo.

—Pero si tú también sales, ¿lo ves? —contestó Ted señalando un codo que sobresalía desde detrás de un ficus—. ¿Por qué no se lo has dicho?

—No creí que la reconfortara demasiado ese codo detrás del ficus —dijo Harry enterrando la cabeza entre las manos—. Se quedó demasiado sorprendida con la rubia que había a tu lado. Por cierto, no me dijiste que fuera modelo.

—Bueno, trata de ver el lado positivo —argumentó Ted—. Si hubiera tomado la foto quince segundos más tarde te habría sacado besándote con la rubia.

—Bueno, esto resuelve otro problema.

—¿Cuál?

—La cena. Supongo que al final podré asistir.

—Harry —sacudió Ted la cabeza—, no seas tonto. Ve tras ella y explícaselo. Tendría que ser muy poco razonable para no aceptar que ése soy yo.

—Pero ella no sabe nada de ti.

—¿Es que no le has dicho que tienes un hermano? —preguntó Ted sorprendido.

—Peor aún. No le dije que tenía un hermano gemelo. No pude.

—¿Y por qué no, por el amor de Dios? —volvió a preguntar Ted perplejo—. Has estado con ella dos días enteros. ¿Qué pasó?

—Barry y Larry —gruñó Harry.

Ted lo miró confuso. Se sentía fatal. Después de todo había sido él, un bocazas, el que lo había estropeado todo desde el principio, pensó. Hubiera deseado poder hacer algo para ayudar a Harry.

Y de repente se le ocurrió. Podía volver a hacerse pasar por él, pensó.

Era extraño, pero una semana antes nunca se le habría ocurrido intentarlo. Sin embargo, durante los últimos días, había aprendido algo: que Harry no era la única persona útil de la familia.

Pero si podía salvar el negocio familiar también podía salvar un romance, decidió. Recogió la caja de terciopelo de la mesa de Grant y se la guardó en el bolsillo y salió de la oficina.



Mila no consiguió calmarse hasta llegar a casa. Y entonces llegaron las flores con una nota:
«¡Te veré esta noche!» ¿Acaso creía que saldría con él a cenar después de lo ocurrido?, se preguntó. ¿Saldría?
Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. No, se dijo decidida. No iba a echarse a llorar por un hombre al que apenas conocía. Era ridículo, pensó.

No, se mintió a sí misma. Había pasado por cosas mucho peores. Sin embargo, por mucho que tratara de recordar, nunca se había sentido tan desesperada como entonces.
Chester comenzó a ladrar. Al principio Mila casi no se dio cuenta, pero luego el timbre de la puerta sonó. Mila, acalorada y nerviosa, corrió a abrir. Era Harry, con su traje oscuro y un ramo de rosas. Pero rojas, en esa ocasión.

—Lo siento —dijo él tenso, alargando el ramo.

Mila sintió que su corazón helado comenzaba a derretirse, pero cuando lo miró a los ojos no vio en ellos tanto remordimiento como el que había visto en la oficina. De hecho resultaban tan fríos que logró controlarse. Tomó las flores y contestó:

—Y supongo que ahora vas a decirme que hay una explicación racional para todo esto.

—Sí, hay una explicación, pero no sé si es muy racional.

—Pues me gustaría oírla —añadió ella apretando los labios.

—Entonces ven a cenar conmigo esta noche. En cuanto nos hayamos calmado lo veremos todo de otra forma.

Había tenido tiempo para cambiarse de ropa y sin embargo no tenía tiempo para darle explicaciones, pensó Mila. Nunca más volvería a comportarse como una idiota. Sin embargo, ¿qué mal había en escuchar lo que tuviera que decir?, se preguntó.

—Te recogeré a las siete.

—Está bien, a las siete.


_________________

#Aquí esta el capítulo,no pude subir por que me fui de fiesta y ahora la cabeza esta que me explota hahah saludos y besos <3
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Mensaje por Bubu ✌ Sáb 11 Mayo 2013, 3:28 pm

siguelaa.
Bubu ✌
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Mensaje por Cony'. Lun 13 Mayo 2013, 4:15 pm

No subiré hasta el miércoles, al parecer tengo que cambiarme de ciudad,y todo eso,así que no estaré,besos <3
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Mensaje por Bubu ✌ Sáb 18 Mayo 2013, 9:11 am

espero.
Bubu ✌
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Mensaje por NamedClaudia Sáb 18 Mayo 2013, 5:41 pm

Sube capítulo, es sábado !!!
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Mensaje por NamedClaudia Lun 20 Mayo 2013, 9:53 pm

Lunes !!! Es lunes y dijiste que subirías el miércoles :(
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Mensaje por Cony'. Mar 21 Mayo 2013, 4:04 pm

NamedClaudia escribió:Lunes !!! Es lunes y dijiste que subirías el miércoles :(

Lo lamento :((( no estuve el finde,ya que fue feriado lunes y martes,ahora subo (:
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Mensaje por Cony'. Mar 21 Mayo 2013, 4:05 pm

Bubu ✌ escribió:espero.

ahora subo ((:
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Mensaje por Cony'. Mar 21 Mayo 2013, 4:40 pm

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Capítulo 7

Zayn Malik entró en el Sunset Grill delante de Harry y cuatro de sus subordinados como un general. Era evidente que pretendía dirigir aquella cena como si se tratara de una batalla más.
—¡Mesa para seis! —gritó a la camarera.
—Tenemos reserva a nombre de Styles —añadió Harry.
—Ah, sí, Styles, para seis. Vengan por aquí, por favor.
Mientras la camarera los llevaba por los pasillos a los que daban los pequeños reservados íntimos, Harry asomaba la cabeza por todos ellos tratando de olvidar la encantadora noche que lo esperaba. Por mucho que quisiera concentrarse en los negocios su mente estaba en otra parte.
Qué diferente hubiera debido de ser aquella noche para él, recapacitó. Hubiera debido de cenar con Mila en uno de aquellos reservados, con toda la noche por delante. Estaba tan absorto imaginándolo que por un momento casi creyó verlo en la realidad. Ella llevaba un vestido corto negro y el pelo recogido en la nuca, mostrando un encantador y cremoso cuello, y al otro lado de la mesa estaba él, mirando la carta.
Aquella visión fue tan real que Harry creyó volverse loco. Pero entonces comprendió. No era producto de su imaginación, Ted estaba sentado a la mesa con Mila.
Se quedó parado detrás de la puerta, mirando a la pareja. ¿Qué diablos creía Ted que estaba haciendo?, se preguntó. Estaba a punto de enfrentarse a su hermano cuando un gruñido fuerte lo sobresaltó:
—¿Te ocurre algo? —preguntó Malik.
—No, señor Malik.
Su cuerpo se movía como en un estado de trance hacia la mesa en la que iban a celebrarse los negocios, pero su mente seguía anclada en la mesa para dos. ¿Qué estaba haciendo Ted?, ¿robarle la novia?, se preguntó.
—¡Styles! —gritó Zayn desde la cabecera de la mesa—. ¡Por Dios, hombre!, ¿dónde te metes?
Harry trató de aclarar sus ideas y de concentrarse en Malik. Al menos consiguió sentarse en la mesa adecuada, pensó.
—Lo siento. ¿De qué estábamos hablando?
—Tenemos que hablar sobre unas cuantas cosas—contestó Zayn impaciente—. Lo primero de todo sobre una cuestión en relación con tus empleados.
Harry abrió la carta y miró a su alrededor. Nadie la había abierto aún.
—Disculpe pero, ¿no deberíamos de pedir primero?
—Yo siempre pido lo mismo —replicó Zayn—. Un bistec, lo mismo que mis empleados. No tiene sentido perder el tiempo con la comida.
—¡Qué eficiente! —musitó Harry cerrando la carta y tragando.
Mientras Malik continuaba hablando sobre la vestimenta de los empleados, Harry trataba de concentrarse en la cena. Sin embargo su mente se desviaba del tema.
¿Qué habría pedido Mila?, se preguntó. Y más importante aún, ¿qué le estaría contando Ted? De pronto, sorprendiéndose incluso a sí mismo, se levantó.
—Disculpen, volveré enseguida.
Sin dar más explicaciones salió del comedor y corrió hacia el hall. Se paró delante de la puerta del reservado de su hermano y agitó las manos hasta que consiguió llamar su atención. Entonces le habló por medio de gestos y le dijo que se reuniría con él en los teléfonos.
Ted era todo sonrisas cuando por fin se encontraron.
—¿Qué? ¿Lo llevo bien o no?
—¿Que si llevas bien qué? —preguntó Harry furioso.
—Le pedí a Mila que viniera para que pudierais hablar y arreglar las cosas.
—¿Y cómo se supone que voy a hacerlo si estoy atrapado dos mesas más allá? —preguntó Harry girando los ojos en sus órbitas.
—¿Quieres calmarte? —dijo Ted comenzando a soltarse el nudo de la corbata—. ¿Te acuerdas de que te pregunté qué ibas a ponerte esta noche? Esta es la razón. Los dos llevamos traje azul y camisa blanca. Ahora lo único que tenemos que hacer es cambiarnos la corbata —Harry frunció el ceño escéptico—. Es muy sencillo, Harry. Créeme, después de esta noche comprenderás que yo tenía razón.
—Creo que estás loco —contestó Harry.
—Es por tu propio bien —alegó Ted—. Ya he hecho los preliminares de una disculpa. Ahora te toca a ti explicarle la verdad.
Había una pequeñísima posibilidad de que aquello saliera bien, pensó Harry. Por muy ridículo que fuera el plan de Ted aquello le brindaba la oportunidad de aclarar las cosas con Mila.
—Está bien —accedió quitándose la corbata.
—Bueno, ¿dónde está Zay Malik?
Harry le señaló la dirección y, tras respirar hondo, se dirigió a la mesa de Mila con el corazón tamborileando nervioso como si fuera a actuar en un teatro de Broadway.
Se sentó a la mesa, a la luz de la vela, y observó que todo era tal y como había soñado que fuera: seductor. Sin embargo los ojos verdes de Mila lo miraban solemnes. Según parecía, Ted no había hecho demasiados progresos en lo relativo a las disculpas, pensó.
—Lo siento, no esperaba tardar tanto y dejarte sola en la mesa.
—No importa. Puedes continuar.
—¿Continuar con qué?
Los ojos de Mila brillaron escépticos.
—Estabas a punto de explicarme por qué estabas sentado con Veronique cuando se suponía que habías ido a hablar por teléfono.
—Ah —tragó Harry. Aquel era el peor momento para retomar una conversación, pensó—. La verdad es, Mila, que…
Larry y Barry aparecieron entonces en el horizonte de su mente. ¿Qué pasaría si le decía que había sido su hermano, y no él, quien había conseguido finalmente aquella cita para cenar?, se preguntó. ¿Qué pensaría entonces Mila de él?
Mila suspiró y dejó la servilleta sobre la mesa como si fuera a levantarse para marcharse.
—Sabía que venir aquí no era una buena idea.
—¡No espera! —rogó Harry alargando una mano para tomar la de Mila. Ella volvió a sentarse—. Mila, escucha. Esa mujer simplemente estaba haciendo un trabajo de publicidad para el almacén. La vi por la ventana y no quise que pensaras que estaba tratando de deshacerme de ti. Fue una estupidez, lo sé, un comportamiento infantil, pero la verdad es que ella no significa nada para mí. No sé por qué me comporté de un modo tan tonto. Lo siento.
Las mejillas de Mila comenzaron a sonrojarse mientras miraba sus manos unidas sobre el mantel.
—Bueno, sinceramente, no sé por qué me marché de ese modo de tu oficina —dijo ella entonces—. Esta tarde me sentí como una tonta después de haberlo hecho. Supongo que después de lo del lago y de lo de anoche, viendo la película abrazados en el sofá…
Harry asintió. Sólo de pensar en abrazarla en el sofá se puso tenso. Apenas podía esperar a terminar la cena. Mila sonrió, inconsciente de su agonía.
—No se me ocurrió pensar que cuando tomé la foto apenas nos conocíamos —continuó Mila—. Y sin embargo me estaba comportando como si tuviera algún derecho sobre ti.
Lo cierto era que Harry deseaba que ella tuviera derechos sobre él. ¿Pero cómo explicárselo?, se preguntó. Era la primera mujer a la que verdaderamente sentía que quería pertenecer, incluso después de haber estado casado. Aquello era toda una novedad, comprendió.
—La comida —dijo ella viendo llegar a la camarera.
Harry el plato de Mila con aprobación. Pollo. Su estómago rugió. Luego la camarera le sirvió el suyo. Venado, observó con desagrado.
—Su venado, señor. Hay un hombre en el hall que me ha pedido que le de esto.
—¿Ocurre algo malo? —preguntó Mila.
Mila se refería a la nota, pero Harry fijó la vista en el plato mientras desdoblaba el papel.
—Después de ver Bambi ya nunca me volvió a gustar el venado.
—¿Y entonces por qué lo has pedido? —preguntó Mila con el ceño fruncido.
Buena pregunta, pensó Harry leyendo la nota de Ted: ¿De qué está hablando este tipo? ¿Por favor; podrías venir a explicármelo? T.
Harry dobló el papel y se puso en pie.
—¿Quieres disculparme un momento, por favor? Ha ocurrido algo en el almacén.
—Espero que no sea nada serio —dijo Mila preocupada.
En esa ocasión, cuando Harry se encontró con su hermano junto a los teléfonos, Ted parecía nervioso y se había quitado ya la corbata.
—Tienes que volver con Malik. Está hablando de hacer inventarios cada cinco años y de vigilar la situación con hacienda y un montón de cosas más sobre las que no tengo ni idea.
—¿Y no podías haber cambiado de tema? Estaba tratando de calmar a Mila —contestó Harry quitándose la corbata a regañadientes.
—¡Pero es que no entiendo, chico! —exclamó Ted sorprendido de que su hermano no se sintiera más agradecido después de todo lo que había hecho por él.
Ted volvió a la mesa de Mila.
—¿Va todo bien? —preguntó ella.
—Por supuesto —asintió Ted.
Al menos la cena era mejor en esa mesa, pensó. Mila parpadeó mientras lo observaba comer.
—¿Y cuál era la emergencia en el almacén?
—¿Emergencia? —repitió Ted comprendiendo que aquélla debía de haber sido la excusa de Harry. Ted se encogió de hombros y buscó algo que decir—: Ah pues… había fuego.
—¡Fuego! ¡Dios mío! ¿Y no deberías de ir…?
—Ya está sofocado —aseguró Ted lanzándose sobre el venado.
Mila lo observaba asombrada, parecía disfrutar comiéndose a Bambi.
Ted, mientras tanto, estaba preguntándose qué podía decir para romper el hielo. Entonces recordó la cajita de terciopelo. Había olvidado dársela a Harry al cambiarse las corbatas. Quizá no fuera mala idea, pensó. Harry parecía un poco lento resolviendo los problemas de aquella mesa, pero él tomaría el relevo y correría más rápido que nunca.
Tragó la carne, dio un trago de vino y miró a Mila.
—Tengo algo para ti, muñeca.
—¿Cómo dices? —frunció el ceño Mila.
Ted sonrió ampliamente, sacó la cajita del bolsillo de la chaqueta y se la tendió.
—Es para ti —Mila se quedó con la boca abierta. Ted rió impaciente—. Bueno, no te quedes ahí parada. ¡Ábrela!
—No deberías de haberlo hecho —dijo ella alargando la mano—. Si es por lo que ha ocurrido esta tarde…
—¡Qué va! ¡Lo había comprado antes de que te pusieras como una fiera!
Mila dejó la caja amedrentada.
—Escucha, parece que no crees verdaderamente que sienta lo de esta tarde.
—Te creo, te creo —contestó Ted aprisa, preguntándose si aquella mujer no tenía sentido del humor—. Vamos, ábrela.
Mila apretó los labios y tomó de nuevo la caja con sumo cuidado, como si hubiera en ella un explosivo. Ted giró los ojos en sus órbitas. Luego, mientras ella lo abría, el pánico se apoderó de él. Ni siquiera sabía qué había dentro, pensó. Suponía que se trataría de un broche pero, ¿qué ocurriría si no era así? ¿qué ocurriría si fuera un anillo de compromiso?, se preguntó.
—¡Espera! —gritó moviendo las manos frenético—. ¡No lo abras!
Mila, perpleja, levantó la vista.
—¿Qué ocurre?
¿Qué hacer si era un anillo de compromiso?, se preguntó. No podía pedirle que se casara con él simplemente porque no se le ocurría otro tema de conversación, pensó. Pero si Harry había comprado el anillo seguro que le parecía bien. Sin embargo quizá su hermano fuera de los que preferían tratar aquel tipo de asuntos en privado, recapacitó. No obstante era demasiado tarde, no podía quitarle la caja.
—No. nada —suspiró—. Adelante.
—Harry, ¿ocurre algo malo?
Por supuesto que sí, pensó Ted. Si era un anillo de compromiso, ¿no debía de arrodillarse?, pero si no era un anillo de compromiso iba a hacer el ridículo, pensó. Por fin arregló la situación tirando la servilleta al suelo. Y una vez de rodillas para recogerla contestó:
—No, todo va bien. Ábrela, deprisa.
Mila la abrió y silbó. Ted sonrió. Misión cumplida, pensó.
Lo cierto era que se estaba convirtiendo en un adicto a los romances, reflexionó. Tenía que admitir que después de observar a su hermano sufrir con todo aquel asunto había sentido cierta curiosidad sobre el amor. Quizá hubiera en él algo que no había visto antes, recapacitó. De hecho, cuando vio el rostro emocionado de Mila, su corazón tembló.
Mila levantó la joya de oro. No era un anillo, era simplemente un colgante, observó. Ted se levantó del suelo sintiendo hasta cierto punto una decepción.
—¡Oh, qué bonito, que original, qué…! —exclamó Mila emocionada.
—¡Qué chatarra! —musitó Ted.
—¿Cómo? —frunció ella el ceño.
—¿Quieres decir que te gusta? ¿De verdad?
—¡Pues claro que sí! —contestó Mila levantando el brazo con el brazalete—. Aquí, ponlo aquí.
—¿Quieres que me ponga tu brazalete?
—No, tonto —rió Mila—. Que pongas el colgante en el brazalete.
Era curioso, pero no estaba muy segura de que poder llegar a acostumbrarse nunca al modo de ser de Harry, pensó Mila. A veces se mostraba amable y considerado, otras distante y duro, reflexionó. Y aunque estuviera haciendo algo agradable como en aquel momento cierta frialdad superficial en sus maneras le resultaba desagradable.
Una sensación de culpabilidad la embargó mientras observaba los largos dedos de Harry acariciando la joya. ¿Cómo podía mostrarse tan crítica cuando estaba loca por él?, se preguntó.
—Oh, Harry, estoy tan…
De pronto una camarera se acercó con una nota en la mano. Harry alargó el brazo.
—Espera un segundo, corazoncito —dijo saltando del asiento.
Mila se echó atrás perpleja. Creía que aquél era un momento especialmente tierno, pero su Romeo salía corriendo como si fuera Speedy Gonzales. Podía comprender que hubiera una emergencia, pero él era el dueño de un almacén, no un cirujano, pensó.
¿Y por qué de pronto la llamaba muñeca y corazoncito?, se preguntó. Cuando Harry volvió de nuevo a ocupar su asiento un montón de dudas llenaban su cabeza.
—¿Más fuego?
Harry sonrió, pero sus ojos mostraron confusión.
—¿Fuego?
—En el almacén —le recordó Mila.
—Ah, ése —exclamó él comprendiendo—. Era una falsa alarma.
—Pues es extraño que hayas tenido que hacer dos llamadas para confirmar un fuego inexistente. No tendrás a alguien escondido en el restaurante, ¿verdad?
—¿Qué quieres decir?
—Una modelo, por ejemplo —rió Mila.
Los ojos verdes de Harry tardaron en reaccionar.
—¡Dios mío, no! —exclamó tomándola de la mano—. Lo siento, Mila. Te prometo que durante el resto de la cena seré sólo tuyo.
Entonces un guitarrista se acercó a la mesa y saludó a Mila. Anunció que tocaba por encargo y comenzó a cantar Angel Eyes mientras Mila y Harry se miraban a los ojos tomados de las manos. Mila sintió que su corazón se hinchaba de amor de nuevo, y sus ojos se humedecieron. Levantó el brazo y mostró la pequeña cámara de oro.
Harry fijó la vista en el colgante y abrió los ojos sorprendido.
—Dios, ¿pero de dónde has sacado eso? —preguntó agarrándola de la muñeca y examinando el colgante de cerca.
—¡Harry estás loco! —exclamó ella apartando el brazo.
—¡Pero sin no lo llevabas cuando estuvimos en el lago!
—Por supuesto que no.
La sempiterna camarera apareció entonces y se inclinó sobre Harry, que se levantó de la silla y se excusó:
—Lo siento, hazte cargo… —Harry sacó unos billetes de la cartera y los echó en el cesto del músico.
Luego salió corriendo.
¿Qué estaba ocurriendo?, se preguntó Mila furiosa. Para cuando Harry volvió a la mesa con la corbata a medio anudar, Mila no tenía ganas de escuchar más excusas.
—Me estás dando la noche. ¿Se puede saber qué te pasa?
Harry se mostró perplejo ante aquel enojo.
—¿Y qué diablos te pasa a ti?
—Me estás volviendo loca, eso es lo que pasa —gritó Mila atrayendo las miradas de curiosos. Aquel era el límite. No podía seguir soportando la confusión que le producía el comportamiento esquizofrénico de Harry, pensó—. O eres un mentiroso compulsivo o tienes una personalidad dividida. ¿Cuál es tu libro favorito, Harry?
—To kill a Mockingbird.
—¿Y qué ocurre en ese libro?
—¿Pero qué es esto, una encuesta? Pasan muchas cosas.
—¿Quién es el protagonista?
—No seas tonta, Gregory Peck —contestó él mirándola incómodo.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que me estabas tomando el pelo!
—¿Quieres por favor dejar de montar escenas? —rogó él tratando de hacerla callar pero consiguiendo sólo que ella se pusiera más furiosa.
—¡Apuesto a que tampoco sabes cantar!
—¿Cantar?
—Canta un himno, Harry. Cualquier himno.
Ted la miró con una tremenda frialdad y contestó:
—Señorita, ¿está usted tomando algún medicamento del que se haya olvidado en la última toma?
Mila se levantó de la silla y se volvió hacia él con tanta ira que toda la gente, desde camareros hasta comensales, se levantaron para observarlos.
—¡Nunca me has dicho la verdad, ni el primer día! ¡Apuesto a que no has puesto los pies en una iglesia en tu vida!
—No seas tonta, claro que he puesto los pies en una iglesia, pero hace ya… bastante tiempo.
—¡Lo ves! ¡Ahí está! —las lágrimas comenzaron a hacer brillar los ojos de Mila. Tenía que salir de allí, se dijo. Y deprisa—. Y apuesto a que tampoco has visto Bambi.
Mila giró sobre sus talones y salió del restaurante dejando a Ted atónito. ¿Qué significaba todo aquello?, se preguntó él. Se levantó de la silla y corrió hacia la mesa de Harry.
El pesado de Malik seguía hablando sobre catálogos de ventas cuando Ted los interrumpió. Harry se puso en pie de un salto.
—¿Qué diablos está ocurriendo aquí? —exigió saber Malik levantándose de la silla—. Nos han estado interrumpiendo durante toda la noche. ¿Ocurre algo?
Ted ignoró a Malik, que parecía tan irritado como Mila, y llevó a su hermano hasta el hall.
—Mila se ha ido.
—¿Por qué? —preguntó Harry desalentado.
—Es lo que te he dicho siempre —contestó Ted encogiéndose de hombros—, esa mujer es un caso perdido.
—Quédate aquí, ¿de acuerdo? Yo tengo que ir tras ella.
Ted observó a su hermano alejarse a toda velocidad y se volvió hacia el enfurecido señor Malik sintiendo que su corazón se hundía. ¿Por qué tenía que dejarlo a él con el trabajo sucio?, se preguntó.
De pronto se dio cuenta de que no había tenido tiempo de explicarle a Harry todo aquello de los himnos y de las iglesias. Ni lo de Bambi, recordó. Tenía que asegurarse de que su hermano se enfrentaba a Mila bien preparado.
—Lo siento, señor Malik, pero como ve tenemos una crisis familiar.
El semblante de Zayn Malik se encendió como el fuego.
—¡Nunca en la vida había visto a nadie comportarse así!
—Sí, bueno —rió Ted—, estoy seguro de que usted se hará cargo. Siéntese y termine la cena, por favor. Mañana por la mañana escucharé todo lo que tenga que decirme. Ha sido un placer, de verdad. La mejor carne cruda que he comido nunca.
Luego se dio la vuelta y salió del restaurante tan deprisa como pudo.


Mila llegó a casa furiosa. ¿Cómo podía haber sido tan inocente, tan estúpida?, se preguntó. Antes de llegar a Londres se había prometido a sí misma que nunca volvería a enamorarse, había dicho adiós a todas sus esperanzas. Nunca jamás, se había prometido solemnemente. Pero entonces había aparecido Harry.
—No quiero pensar en ello —gimió en voz alta hablando con Chester, que saltaba jubiloso a sus pies.
Agarró la correa del perro, la enganchó al collar y trató de pensar únicamente en sacar al perro a pasear. Sin embargo, antes de que pudiera recorrer media manzana, vio un cuatro por cuatro blanco dirigiéndose hacia ella. Era el mismo modelo que había conducido Harry en la noche del ensayo. El enorme vehículo se detuvo a pocos pasos de ella.
Harry salió del coche y se acercó.
—Ah, eres tú —dijo frunciendo el ceño.
—¿Y a quién esperabas? ¿A Urna Thurman?
—¿Estás sola? —volvió a preguntar sin sonreír. Mila estaba a punto de echarlo cuando, sorprendentemente, Chester comenzó a mirarlo y a ponerse tenso. Luego gruñó y apretó los dientes. Harry lo regañó:
—¿Qué te ocurre, perro bobo?
Mila se quedó extrañada. Siempre había pensado que a Harry le gustaba Chester.
—¿Cómo te atreves a hablarle de ese modo?
—Dame un respiro —gruñó a su vez Harry mirando al perro, fuertemente atado a la correa.
Y entonces ocurrió algo que fue medio casualidad medio a propósito. El perro estaba tan tenso que Mila dejó que la correa se le escapara de entre las manos, disfrutando luego de las consecuencias.
Chester se lanzó contra Harry como una bala, ladrando y gruñendo, mientras Harry se daba la vuelta y corría como el diablo al árbol más cercano. Se agarró a la rama más baja y trató de trepar, pero el perro saltó y le mordió una pierna.
—¡Quita a este chucho de aquí! —gritó Harry. Mila se quedó atónita, disfrutando en parte de la escena. Nunca había visto a Chester tan furioso, ni a Harry tratarlo tan mal.
En ese momento otro coche giró en la curva. Mila se volvió justo a tiempo para ver a Harry salir de su BMW. Sus labios se fruncieron automáticamente en una sonrisa, pero luego se quedó helada.
Harry estaba de pie a su lado, a escasos pasos, y no obstante, Chester trataba de morderle una pierna mientras trepaba al árbol.
¿Cómo podía ser?, se preguntó.


___________________


#LO LAMENTO )):,disculpen por haberme demorado tanto,salí el findesemana y en la semana tuve tareas, y muchas cosas por hacer ://,pero mejor tarde que nunca.
El próximo capítulo se viene el enfrentamiento! skdjhfk Romance Accidentado [H.S] Terminada. - Página 3 2841648573
Bueno, saludo y besotes <3
Cony'.
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Mensaje por Bubu ✌ Mar 21 Mayo 2013, 10:05 pm

siguela
Bubu ✌
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Mensaje por Osito Teddy Dom 26 Mayo 2013, 4:28 pm

Hola! Yo me llamo Celeste y soy...*tambores* Tu Nueva lectora!! ;DD
Me encanta, pero me ENCANTA la novela!!
LA AMO!
Espero que la sigas por favor!
si? porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa!!
OH POR DIOS! Que dirá Mila?
Harry le dirá la verdad?
Chester le morderá una pompi a Ted?
Si Mila se entera de la verdad, se enojara?
NO LO SE!
Nos vemos con mas y mas preguntas en el próximo comentario! :bye:
Osito Teddy
Osito Teddy


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Mensaje por ale_liz_marcia Dom 26 Mayo 2013, 9:09 pm

ay dios mio los dos a la vez oh mi dios siguela pronto
ale_liz_marcia
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Mensaje por Cony'. Miér 29 Mayo 2013, 4:16 pm

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Capítulo 8


Mila se quedó boquiabierta mirando a Harry. Es decir, al segundo Harry.
—¿Qué diablos ocurre aquí?
Harry levantó una mano sin dejar de sonreír y trató de apartar a Chester de la pierna de su doble. Chester, al ver al recién llegado, dejó inmediatamente de gruñir y comenzó a saltar contento, lamiendo al segundo Harry. Entonces ese mismo Harry tomó a Chester en sus brazos mientras el Harry número uno, aún maldiciendo, bajó del árbol. Se sacudió la ropa y se quedó de pie.
Los tres, Chester y los dos Harry, se quedaron expectantes, mirando a Mila.
Y entonces Mila comprendió. Lo comprendió todo. ¿Cómo podía haber estado tan ciega cuando había tenido pruebas evidentes delante de sus narices?, se preguntó. No era la primera vez que le ocurría algo así, recordó. Harry no tenía desdoblamiento de personalidad, sencillamente tenía un hermano gemelo.
La ira comenzó a apoderarse de ella. Y también el alivio, un alivio inmenso.
—¿Mila?
Harry reunió todo el coraje que pudo, dio un paso adelante acercándose a ella cuanto se atrevió y, recordando el puñetazo que Ted había recibido, dijo:
—No sé por dónde empezar.
—Quizá por el principio —contestó ella dando golpecitos impacientes en el suelo con el pie.
En ese caso comenzaría por la boda, se dijo Harry.
—Kay y Louis son mis mejores amigos, así que accedí a ser el padrino de Louis. Pero al ir acercándose la fecha de la boda comencé a obsesionarme por mi propio fracaso matrimonial.
—Y a preocuparte de que Kay estuviera deseosa de encontrar otra mujer para ti —intervino Mila.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry suspirando sorprendido.
—Continúa —contestó Mila sin responder, encogiéndose de hombros.
—Así que mandé a mi hermano Ted en mi lugar, pero luego todo se complicó, como una bola de nieve que fuera engordando al caer por una pendiente.
—Y los errores se fueron sucediendo uno tras otro, como dicen los políticos —comentó Mila frunciendo los labios con un gesto de cinismo.
—Yo cometí esos errores —confesó Harry—. Unos errores increíbles, pero todo fue por ti. Siempre había sido una persona honesta, responsable, fiable. Tengo dignidad. Pero desde que llegaste tú no he hecho más que el ridículo delante de todo el mundo. He mentido vergonzosamente, he abandonado mi trabajo, y me he comportado de un modo que ha llegado a sorprender incluso a mi hermano. He llegado casi a igualar a Caroline en su deshonestidad. En resumen, me he comportado como un ser humano. Y la razón eres tú, Mila. Estoy loco por ti.
Tras aquel discurso, Mila bajó la mirada y enterró la cara entre las manos. Harry se volvió hacia su hermano. Ted lo miraba confuso y disgustado.
—¿Y eso ha sido una disculpa?
Aparentemente a Mila no se lo había parecido, pensó Harry. Los hombros de Mila comenzaron a temblar. Harry, inconsciente por completo de que estaba mordiendo el anzuelo, se apresuró a continuar:
—Mila, lo siento. Nunca me disculparé lo suficiente ni aunque lo hiciera mil veces.
Una lágrima resbaló por la mejilla de Mila perforando el alma de Harry hasta el fondo. Todo su cuerpo estaba temblando. Harry se pasó a Chester a la otra mano y alargó la que le quedaba libre hasta las de ella para apartárselas de la cara y mirar en sus ojos. Y entonces se llevó el mayor shock de su vida.
Mila no estaba llorando, se estaba riendo. Soltó un grito y se retorció de la risa, señalando a ambos hermanos. Harry se quedó atónito. Se volvió hacia Ted, que la miraba con idéntica confusión, y dijo:
—Yo no le veo la gracia. ¿Y tú?
Ted sacudió la cabeza y respondió:
—Ya te dije que era una boba.
A lo cual Mila respondió volviendo a echarse a reír.


—Vaya, te estás divirtiendo —comentó Ted.
—No seas tonto —replicó Mila.
Lo cierto era que no le apenaba lo más mínimo tener que echarle alcohol puro a Ted en las heridas de las manos, se confesó Mila en silencio. Se las había desgarrado trepando al árbol.
—Yo no tuve ninguna culpa, fue Harry el que empezó.
Ambos levantaron la vista para mirar al espejo, en el que se reflejaba Harry detrás de ellos. Harry levantó los hombros en un gesto de inocencia y Mila comenzó a vendarle las manos a Ted.
—Esto es en venganza por haberme engañado con esa tirita de la mejilla que te pusiste el día de la boda —dijo Mila.
—Pero si no fui yo —se defendió Ted sacudiendo la cabeza.
Mila miró al espejo, en el cual el reflejo de Harry levantó las manos en un gesto de admisión de la culpabilidad. ¿Quién podía desenmarañar todo aquel lío?, se preguntó Mila.
—Bueno, pues al menos dime que fuiste tú el herido.
—Sí, y pasé un día horroroso —gruñó Ted de mal humor.
Mila rió. Al menos era un alivio, pensó. Por primera vez empezaba a comprender que acabaría por perdonarlos a los dos. Al principio se había puesto furiosa, pero su humor había ido cambiando de signo mientras Harry soltaba su discurso de disculpa. Resultaba todo tremendamente ridículo, pero también era gratificante saber que Harry era Harry, que no tenía una personalidad dividida, pensó.
Mila terminó el vendaje y sacó a ambos hombres del baño.
—Todavía queda una cosa que no comprendo —dijo mirando a uno y a otro—. Cuando nos besamos en el lago…
—¡Yo estaba en Londres! —se apresuró a exclamar Ted moviendo las manos frenético.
Mila rió ante aquella horrorizada reacción. Los dos hermanos eran como el agua y el aceite, pensó. Pero estaba comenzando a apreciar también a Ted. Por no ser Harry, por supuesto.
Mila se volvió entonces hacia Harry y lo encontró sonriendo. Sus labios esbozaron una sonrisa involuntaria.
—¿Por qué no me dijiste que tenías una emergencia en el almacén? Yo lo hubiera entendido.
—No parabas de decir que odiabas a los hombres adictos al trabajo. Y luego, cuando estaba a punto de contarte que tenía un hermano gemelo, tú me soltaste aquella historia de Barry y Larry.
—Pero lo importante de esa historia es que me vi envuelta en una relación con el hermano que no era, con el caso perdido.
Ambos se volvieron hacia Ted y se echaron a reír.
—¡Eh, que yo también tengo mi ego! —exclamó Ted.
Mila acompañó a Ted a la puerta y volvió al salón. Harry estaba medio tumbado en el sofá con las manos sobre la cara. Mila rió.
—¿Qué estás haciendo?
—Me preguntaba cómo voy a recuperar tu confianza —contestó Harry mirándola y sacudiendo la cabeza con tristeza. Mila, sin embargo, había captado cierta malicia en su tono de voz, y se preguntaba hasta qué punto debía de tomárselo en serio—. He notado tu vacilación cuando nos preguntaste cuál de los dos había estado en el lago besándote.
—Es difícil distinguiros —asintió Mila—. Os parecéis mucho.
—¿Y qué me dirías si te juro que sólo yo te he besado?
—Supongo que ésa sería una forma de asegurarme de que he elegido bien. Por supuesto, tendría que conocer al detalle la forma de besar de Harry Styles.
—Eso no será fácil —contestó Harry frunciendo el ceño lastimero.
—Bueno, tendría que investigarlo mucho —asintió ella.
—Y necesitarías mucha práctica. Tendrías que conocer al dedillo todos los detalles de nuestros besos para que así, con sólo un sencillo roce de los labios, tuvieras una especie de clave secreta para distinguirnos.
—En este instante estoy bastante segura de que tú eres el tipo correcto —aseguró Mila, que sólo con estar en sus brazos se sentía como en la gloria.
Los labios de ambos se tocaron y Mila sintió como si algo explotara en su interior. Aquel no era un beso cualquiera, pensó. Era como si ambos trataran de memorizar la textura y el tacto del otro, cada movimiento de la cabeza, de los labios o de la lengua.
Mila se tumbó sobre él sin saber siquiera si había sido Harry quien había tirado de ella. La rica textura de su chaqueta tenía algo que la incitaba a acariciarlo con las manos sintiendo los músculos de su pecho. Y según parecía, Harry también se sentía atraído por la suavidad de la seda de su vestido. Mientras saboreaban los labios el uno del otro el aire se espesó llenándose de susurros de seda y de jadeos. Cada movimiento de las manos de Harry acariciando sus brazos, su espalda, o haciendo círculos alrededor del perímetro de su corto vestido, le producía un temblor en todo el cuerpo que la llenaba de deseo.
—Harry…. —susurró.
Todo estaba sucediendo demasiado deprisa, pensó. Pero algunas veces la velocidad era buena. Harry tomó su mano y se la llevó a los labios para besarla.
—Me ha ocurrido algo increíble.
A ella también le estaba ocurriendo algo increíble, pensó. Por ejemplo que la sangre le corría por las venas como si fuera lava.
—Creo que te amo, Mila.
Mila estaba a punto de decirle que ella también lo amaba, pero Harry capturó sus labios haciendo que todas aquellas palabras resultaran superfluas. Podía expresarlo con sus besos, comprendió Mila. Y cuando el vocabulario de sus labios se quedó corto para explicarle cuánto lo amaba, Mitzi acercó su cuerpo al de él para estrecharlo. Expresó su deseo quitándole la chaqueta y desatándole la corbata y los botones de la camisa. Anhelaba sentir su piel desnuda contra las palmas de las manos.
Harry tomó su mano y sonrió.
—No quiero hacerte el amor en un sofá, Mila.
Mila se echó atrás y sonrió.
—Pues sea quien sea el que construyó esta casa fue muy ingenioso, porque ahí atrás hay un dormitorio.
Con un solo movimiento, él se puso en pie, la hizo levantarse y la tomó en brazos para trasladarla. Aquella era la primera vez que un hombre la raptaba de verdad, pensó.
Harry la dejó amorosamente sobre la cama y la desvistió como si fuera un tesoro. Cada vez que descubría una nueva parte de su cuerpo se detenía a contemplarla y besarla. Su forma de mirarla con aquellos ojos verdes la hicieron sentirse bella y deseada, y eso le hizo sentirse más confiada y segura que nunca. Cuando le llegó el turno de responder a aquellas caricias, Mila no vaciló.
Y cuando finalmente yacieron el uno junto al otro desnudos, Mila sintió que nunca había estado tan cerca de ninguna otra persona. ¿Cómo era posible cuando apenas se conocían?, se preguntó. Quizá estuvieran hechos el uno para el otro.
Esperaba que así fuera, se dijo. Deseaba creer que aquello era el principio de un para siempre, que juntos construirían una vida, un hogar, una familia. Su corazón así se lo decía. Pero a su mente asomó un recuerdo: «Creo que te amo».
Harry creía que la amaba, sólo lo creía. Como siempre, ella pensaba en el mañana mientras el hombre disfrutaba del presente, pensó.
Mientras los últimos vestigios de duda se arremolinaban en su mente, Mila dejó que sus ojos se prendaran contemplando a Harry.
—¿Pasa algo malo? —Harry la atrajo a su lado y le besó el lóbulo de la oreja.
Había roto demasiadas veces sus relaciones tratando de llegar a un compromiso prematuro. No lo haría aquella vez, se prometió a sí misma mientras sentía renacer el deseo. En aquella ocasión viviría el presente aunque eso la matara, se dijo acurrucándose contra Harry.
—Todo es perfecto.


Harry abrió los ojos y se sintió feliz. Mila yacía en sus brazos con el pelo desparramado por la almohada. Sus dedos comenzaron a peinar aquella lujuriosa cabellera con cuidado de no despertarla. Entonces comenzó a recordar todo lo sucedido aquella noche. Nunca se había sentido de aquel modo con ninguna otra mujer. Ella había cambiado su mundo de arriba abajo, y en aquel momento todo parecía estar patas arriba.
La tinta de su acuerdo de divorcio apenas se había secado, y sin embargo acababa de encontrar a la mujer con la que quería compartir el resto de su vida. El problema era que ella ni siquiera vivía en la misma ciudad, pensó. Mila se marcharía al sábado siguiente, y para eso sólo faltaban dos días. Las relaciones a distancia no eran más que eso, distantes. Aquella nueva relación parecía destinada a sucumbir nada más comenzar, recapacitó.
Mila se volvió como si hubiera sentido la tensión que implicaban los pensamientos de Harry. Lo miró y Harry sintió que su corazón se encogía. Por un momento se sintió cegado por el recuerdo de cada una de sus caricias, de sus sabores, de sus sonidos. Tragó y reprimió a duras penas un gemido. Había creído que su cuerpo se relajaría después de hacer el amor, pero no era así.
Mila sonrió contenta y se volvió hacia él como un exótico felino después de una batalla campal. Harry no podía dejar de mirarla. Deseaba hacerle el amor de nuevo, lo deseaba desesperadamente, comprendió.
Entonces Mila lo miró y su sonrisa comenzó a desvanecerse lentamente hasta que sus ojos expresaron un terrible desaliento.
—Ha llegado la hora, ¿verdad?
—¿La hora de qué? —preguntó Harry frunciendo el ceño.
—Del final —contestó ella sentándose y tapándose púdicamente con la sábana—. Debería de haber supuesto que después de pasar la noche más fantástica de mi vida me despertaría y descubriría que no era más que un paraíso perdido.
—¿Anoche fue la noche más fantástica de tu vida? —repitió Harry, que tenía problemas para comprender la totalidad de las palabras de Mila—. ¿En serio?
Mila gimió, se bloqueó, y finalmente levantó la sábana para taparse la cara.
—¡Dios qué tortura! —exclamó con la voz amortiguada—. Pensé que al menos tú también lo habrías pasado bien.
Harry sacudió la cabeza preguntándose cómo era posible que dos personas tuvieran tantos problemas de comunicación.
—¿Estás de broma? ¡Ha sido maravilloso! —contestó Harry. Sin embargo sólo le estaba hablando a una sábana. Se la retiró de la cara y la miró a los ojos—. ¿Quieres por favor salir de ahí y decirme qué ocurre?
Mila vaciló. Harry parecía sinceramente desorientado. Y eso era una buena señal, pensó. La noche anterior había relajado todas sus defensas, se había comportado de un modo totalmente desinhibido, como con ningún otro hombre. Pero nunca se había puesto tan nerviosa al llegar la mañana, reflexionó. Quizá por una vez el hacha no cayera sobre ella. Se sentó, retiró la sábana y lo miró llena de vacilación.
—Cuéntame tú.
—Lo único malo que se me ocurre es que vamos a tener que dejar nuestro nidito de amor para ir a comer algo —contestó Harry perplejo.
Mila continuó mirándolo con ojos asesinos hasta que comprendió, por la sinceridad de los ojos de Harry, que decía la verdad.
—¿Quieres decir que no estabas pensando en decirme bon voyage?
—¿Y de dónde te has sacado esa idea?
Mila sonrió. Aquella era una buena pregunta, pensó.
—¡Harry! —exclamó ella tras mirar en lo profundo de sus ojos verdes y sentir que se derretía—. No quiero ni siquiera pensar en lo que va a ocurrir mañana. Por una vez voy a relajarme y a disfrutar.
Harry la miró extrañado. ¿Acaso seguía pensando que aquello no era más que una aventura?, se preguntó.
—¿Y?
Mila le tapó la boca con la mano. Aquel día no quería escuchar promesas que se desvanecieran en el plazo de una semana, pensó.
—No, Harry, viviremos el día a día.
—Bueno, eso no va a ser difícil porque sólo quedan dos días.
Personalmente se sentía preparado para pasar con ella dos décadas, o dos siglos, o dos vidas, pensó. Pero no quería ir demasiado aprisa. Si Mila quería vivir el día a día, él la acompañaría. Después de todo cinco días antes le había dicho a su hermano que no estaba preparado para el matrimonio, reflexionó. Sólo había un problema: no quería que Mila se marchara.
—¿Por qué no te quedas?
—¿En Londres? —preguntó Mila apoyándose sobre un codo y escrutando su rostro—. No puedo, el lunes tengo que estar en la oficina.
De pronto el almacén surgió por entre la niebla amorosa de la mente de Harry. No sólo Mila tenía un horario, recordó dándose un golpe en la frente con la mano.
—¿Qué ocurre?
—Las dos próximas noches tengo un buen lío. Mi madrastra celebra una fiesta mañana en honor a los compradores de Whiting’s. Tengo que ir.
—Tranquilo, tengo el vestido perfecto, Harry —sonrió Mila—. Es de color verde lima, y aunque tiene algunas manchas, estoy segura de que no tendrás que avergonzarte de mí.
Aquella no era la forma en que hubiera querido pasar la última noche con Mila, pero ella parecía aceptarlo de buen grado, pensó Harry. Sonrió y la miró a los ojos sintiendo que se le quitaba un peso de encima. ¿Cómo podía preocuparle una estúpida fiesta cuando estaba en la cama con la mujer más maravillosa y más encantadora del mundo?, se preguntó.
—¿Sabes? Olvídate de la fiesta. Daremos una por nuestra cuenta con bistecs, champán y un baño de burbujas —sugirió Harry.
—Siempre he deseado tomar champán sumergida en un baño de espuma —explicó Mila.
Harry la miró de un modo encantador, y Mila supo al instante que la idea de la bañera le había calado hondo.
Aquello de bañarse con Mila podía ser la coronación perfecta de aquella estresante semana, pensó Harry. Eso si conseguía olvidarse de que la fiesta íntima era, en el fondo, una despedida. No podía soportar la idea de alejarse de Mila justo cuando todo acababa de comenzar, reflexionó.
Dos días. Era demasiado poco tiempo, pensó. Aquel día era jueves. De pronto. Harry se sobresaltó.
—¿Qué ocurre? —preguntó Mila.
Harry vaciló. No sabía si contarle que tenía una cita con Joy Malik, pero decidió que desde ese mismo instante le diría siempre la verdad.
—El verdadero problema es esta noche. Ted le prometió a nuestra madrastra que yo saldría con la señorita Malik. Preferiría cortarme las venas, pero no veo cómo salir de ésta.
Harry y Mila permanecieron tumbados en la cama boca arriba, mirando al techo, buscando una salida. De pronto Mila tuvo una idea:
—¡Ted!
Harry se sentó, pero enseguida comenzó a sacudir la cabeza.
—No, no creo que quiera hacerlo. Ni siquiera quiero preguntárselo.
Mila no pudo ocultar su desilusión.
—¿Pero es que no lo comprendes? Ted es un as en la manga. Una sola noche con la señorita Malik y toda la familia hará las maletas —aseguró Mila.
—Creo que has dado en el clavo.
—Te lo digo por experiencia. Yo misma estuve a punto de irme en el primer avión después de conocerlo —sonrió—. Y para asegurarnos de que el plan sale bien trataré de buscar a Joy Malik y de hablar con ella con antelación. Quizá le sugiera una travesía en barco. Tú, mientras tanto, podrías asegurarte de que se lo pasan bien con un pequeño sabotaje.
Harry vaciló. No quería obligar a Ted a hacerse pasar por él de nuevo.
Harry sintió la mano de Mitzi sobre su pierna, y cuando la miró a los ojos no dudó de su significado. Aquella mano comenzó una lenta exploración hacia arriba, hacia la parte de Harry más excitada. Harry tragó sonoramente.
—Sólo por esta vez —rogó Mila en un susurro con una voz que era prácticamente un arrullo.
Cuando los dedos de Mila llegaron por fin a su destino, Harry cerró los ojos y sintió que se anulaban todas sus defensas.
Mila podía ser muy persuasiva, pensó.


Mila tuvo la suerte de conseguir, no sin esfuerzo, una silla al lado de la de Joy en el salón de belleza. Había conseguido enterarse de sus andanzas mediante una llamada telefónica al hotel de los Malik. Joy era una bonita joven de tan sólo veinticinco años, y tenía un escultural cuerpo moreno. Sus mejillas sonrosadas le daban el aspecto de una muñeca.
Y era una verdadera charlatana, pensó Mila contenta. Era incapaz de dejar de hablar de Harry Styles.
—Su madrastra dice que es un hombre encantador —le comentó Joy a su estilista—. Dice que está muy triste. Su mujer acaba de dejarlo, ¿te lo imaginas? Yo, si me caso, nunca me divorciaré. Mis padres están divorciados, y yo siempre me juré a mí misma que eso no me ocurriría. No estoy dispuesta a que mis hijos tengan que pasar por eso. Una vez que esté casada, ¡ya está! Para siempre. Por supuesto tiene que haber amor. Amor y solvencia económica, claro está.
Mila observó a Joy hablando resuelta. Y lo lamentó por ella. Parecía estar buscando al hombre ideal, pero no sabía que iba a dar con el equivocado, pensó.
—Por supuesto, papá no quiere que me case aún —continuó Joy—. Está chapado a la antigua. Pero a veces pienso que sería estupendo independizarme y casarme. Cursé estudios de psicología y sé que es importante para una chica establecerse e independizarse de sus padres. Sobre todo si un chico rico y guapo se le cruza en el camino.
—Disculpa —intervino Mila incapaz de contenerse por más tiempo. Aquél era el momento ideal, pensó. Ted y aquella chica eran exactamente de tribus opuestas—. ¿Has mencionado a Harry Styles?
—¿Es que lo conoces?
—Sí, se podría decir que fuimos la comidilla de la prensa durante meses, poco después de que lo dejara su mujer.
—¿Qué ocurrió?
—Cometí un tremendo error. Le hice esperar. Tenía miedo de comprometerme.
—¡Oh! Te comprendo, aunque por lo general son los hombres los que tienen miedo al matrimonio —contestó Joy haciendo gala de sus estudios de psicología.
—No, con Harry no. Él es uno de esos hombres hechos para el matrimonio. Es sólo cuestión de que se cruce con la persona adecuada, con una chica con suerte que esté dispuesta a casarse con el hombre ideal.
—¡Qué coincidencia! ¡Yo quisiera casarme con el hombre ideal!
—¡Wow! —exclamó Mila—. Eso sí que es suerte. Pero espero que no cometas el mismo error que yo.
—¿Y crees que podrías ayudarme? —preguntó la chica feliz y temblorosa ante lo que se le avecinaba—. Soy muy tímida con los extraños. Me encantaría que me contaras qué le gusta y sobre qué cosas podría hablar.
—Lo primero en lo que debes insistir, y mucho, es en ir en su barco —explicó Mila—. A él le encanta su barco.
—Yo adoro los barcos —exclamó Joy.
—Dile que te lleve en su barco, cuanto más lejos mejor. Y una vez que hayáis echado el ancla y brille la luna le cuentas cómo eres de verdad, todas tus aspiraciones de un hogar, de una familia con muchos hijos…
Cinco minutos más tarde, Joy estaba casi llorando mientras le agradecía a Mila sus consejos.
—¿Crees de verdad que le gustaré? Quiero que esto funcione, en serio —se lamentó Joy mirando para abajo, hacia el poncho de plástico de peluquería—. He tenido unas cuantas experiencias desagradables con los hombres desde que dejé el instituto.
—¿Una chica como tú? Cariño, te va a comer viva.


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Mensaje por Cony'. Miér 29 Mayo 2013, 4:18 pm

A la novela le faltan solo dos capítulos para terminar.
Gracias por sus comentarios y pronto comenzaré a escribir mi propia novela jeje.
Besotesss <3
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