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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
Capítulo 10
_______ no entendía por qué la idea de que Nicholas Jonas estuviera enamorado de ella debería poner su mundo entero del revés. Pero así era.
—Si él está enamorado... —le dijo a Evie confundida— entonces ¿por qué se empeña en emparejarme con lord Llandrindon? Sería más fácil para él aceptar la propuesta de mi padre. Tendría una compensación económica, hasta podría llegar a regatear por mí, ¿qué lo detiene?
—Tal vez quiera averiguar si sientes algo por él.
—No, la mente del señor Jonas no funciona así, él es como mi padre. Son hombres de negocios. Depredadores. Si el señor Jonas me quisiera, no se molestaría en pedirme permiso, es como si un león le preguntara a un antílope si le importaría ser el almuerzo, es absurdo.
—De veras creo que deberíais tener una conversación —declaró Evie.
—Oh, el señor Jonas sólo le daría vueltas al asunto y hablaría con rodeos, exactamente como ha hecho hasta ahora. A no ser que…
—A no ser que, ¿que?
—A no ser que encontrara algún modo de que baje la guardia. Y forzarlo a ser honesto, a que confesara que siente algo por mí.
—¿Cómo esperas conseguir eso?
—No lo sé. Piensa en ello, Evie, sabes cien veces más sobre hombres que yo. Estás casada, y rodeada de hombres en el club. ¿Según tu opinión, qué camino es el más rápido para conducir a un hombre al límite de su cordura y hacerlo admitir algo que no quiere admitir?
Halagada por dar esa imagen de mujer de mundo, Evie meditó la respuesta.
—Ponerlo celoso, supongo. He visto a caballeros luchar como perros rabiosos en el callejón que hay detrás del club por los f-favores de alguna dama en particular.
— ¡Hmmm….!. Me pregunto si yo conseguiría darle celos al señor Jonas.
—Estoy segura de que es posible —dijo Evie—. Después de todo, es un hombre.
Esa misma tarde _______ arrinconó a lord Llandrindon cuando entró en la biblioteca para coger un libro de uno de los estantes.
—Buenas tardes, milord —le dijo _______ con intensidad, fingiendo no notar la mirada de aprensión en sus ojos. Sofocó una sonrisa, pensando que después de la manera en que Nicholas Jonas le había hecho campaña, probablemente el pobre Llandrindon se sentiría como un zorro en una cacería.
Recuperándose rápidamente, lord Llandrindon le respondió con una sonrisa agradable.
—Buenas tardes, señorita Bowman. ¿Cómo se encuentran su hermana y el bebé?
—Ambos están bastante bien, gracias —_______ se acercó a él e inspeccionó el libro que tenía en las manos—. Historia de Cartografía Militar. Bueno. Suena bastante, er… interesante.
—Sí, lo es —le aseguró lord Llandrindon—. Y asombrosamente instructivo. Aunque me temo que ha perdido calidad con la traducción. Hay que leerlo en el alemán original para apreciar el inmenso valor de la obra.
—¿Alguna vez lee usted novelas, milord?
Él la miró sinceramente horrorizado por la pregunta.
—Oh, nunca leo novelas. Me enseñaron cuando era niño que sólo hay que leer libros que instruyen la mente o mejoran el carácter.
A _______ le molestó su tono de superioridad.
—¡Una verdadera lástima! —susurró.
—¿Hmmm?
—Es muy hermoso... —contestó rápidamente, fingiendo examinar los grabados de la encuadernación de cuero del manual. Le dirigió lo que esperaba fuera una sonrisa serena—. ¿Es usted un apasionado lector, milord?
—Trato de no ser nunca apasionado con nada. Hago de la moderación una máxima en mi vida.
—Yo no tengo ninguna máxima. Si la tuviera siempre la impugnaría.
Llandrindon sonrío.
—¿Admite usted que tiene una naturaleza voluble?
—Prefiero pensar que soy de mente abierta —dijo _______—. Puedo ver la sabiduría en una gran variedad de opiniones.
—Ah.
_______ prácticamente podía leer sus pensamientos, para él su supuesta carencia de prejuicios no la favorecía en absoluto.
—Me gustaría oír más acerca de sus opiniones, milord. ¿Quizás durante un paseo por los jardines?
—Yo… er… —era un descaro imperdonable que una muchacha invitara a un caballero a dar un paseo por los alrededores. Sin embargo, la naturaleza caballerosa de Llandrindon no le permitía rechazarla—. Desde luego, señorita Bowman. Quizás mañana…
—Ahora sería un buen momento —dijo ella con entusiasmo.
—Ahora... —repuso suavemente—. Sí. Sería estupendo.
Se colgó de su brazo antes de que pudiera ofrecérselo, y lo condujo hasta la puerta.
—Vamos.
Sin ninguna otra opción, salvo dejarse arrastrar por la risueña joven, Llandrindon se encontró de pronto bajando las grandes escaleras de mármol que conducían a la terraza trasera.
—Milord —le dijo _______v—, tengo que confesarle algo. Estoy ideando un pequeño complot y esperaba contar con su ayuda.
—Un pequeño complot —repitió el con voz frívola—. Y necesita usted mi ayuda... Es decir, er…
—Es algo inofensivo, por supuesto —continuó _______—. Mi propósito es alentar las atenciones de cierto caballero, que al parecer es algo reticente en lo referente a cortejarme.
—¿Reticente? —La voz de Llandrindon se convirtió en un chirrido estridente.
_______ pensó que había sobrevalorado su capacidad mental cuando se hizo evidente que todo lo que se le ocurría era repetir sus palabras como un loro.
—Sí, reticente. Pero tengo la impresión de que debajo de esa actitud reacia existe un sentimiento muy distinto —lord Llandrindon, por lo general tan elegante y lleno de gracia, tropezó con un pequeño desnivel del sendero.
—¿Por… por qué tiene esa impresión, señorita Bowman?
—Intuición femenina, milord.
—Señorita Bowman —exclamó él—, si he dicho o he hecho alguna cosa que pudiera darle la impresión equivocada de que yo… que yo…
—No, no me refiero a usted —le dijo _______ sin rodeos.
—¿No? ¿Entonces a quién?
—Me refiero al señor Jonas.
Su repentina alegría fue casi palpable.
—El señor Jonas. Sí. Sí. Señorita Bowman, ha estado hablándome de sus virtudes sin descanso… no es que haya sido desagradable oír hablar de sus encantos, por supuesto.
_______ sonrió.
—Mucho me temo que el señor Jonas seguirá como un faisán escondido en un campo de trigo, hasta que algo le obligue a ponerse en movimiento. Pero si a usted no le molestara dar la impresión de que tiene algún interés en mí… alguna excursión en coche, algún paseo, un baile o dos… quizás eso pueda darle el valor que necesita para declararse.
—Será un placer —contestó Llandrindon, encontrando el papel de conspirador mucho más atractivo que el de objetivo para el matrimonio—. Le aseguro, señorita Bowman, que puedo simular cortejarla de manera muy convincente.
—Quiero que retrase su viaje una semana.
Nicholas, que había estado sujetando unas hojas de papel con un alfiler, se pinchó un dedo accidentalmente. Retirando el alfiler, no hizo caso del diminuto punto de sangre y miró fijamente a lord Westcliff sin comprender. El hombre, que había estado encerrado con su esposa y su hija recién nacida durante al menos treinta y seis horas, de repente, había decidido hablar con Nicholas la noche anterior a su viaje a Bristol y emitir una orden que no tenía sentido en absoluto.
Nicholas repuso con voz controlada:
—¿Puedo preguntar por qué, milord?
—Porque he decido acompañarlo. Y mis obligaciones no me permiten partir mañana.
Según tenía entendido Nicholas, la agenda del conde giraba únicamente alrededor de Lillian y el bebé.
—No hay ninguna necesidad de que me acompañe —dijo él, ofendido por la alusión a que él no podría manejar solo las cosas—. Sé todo lo que hay que saber sobre este negocio, y lo que requerirá.
—Sin embargo, es usted extranjero —repuso lord Westcliff con una mirada inescrutable—. Y la mención de mi nombre le abrirá puertas que de otra manera le estarían vedadas.
—Si duda usted de mi capacidad de negociación…
—En absoluto. Tengo completa fe en sus habilidades, que en América serían más que suficientes, pero aquí, y en un proyecto de tal magnitud, usted necesitará el patrocinio de alguien notorio en la alta sociedad. Alguien como yo.
—No estamos en la edad media, milord. Que me aspen si tengo que representar el espectáculo del perro y el pony, acompañado de un noble inglés para cerrar un trato de negocios.
—Visto de esa manera... —repuso lord Westcliff sardónicamente—, tampoco a mi me entusiasma la idea de ser parte de un espectáculo. Especialmente teniendo una hija recién nacida y una esposa que aún no se ha recuperado del parto.
—No puedo esperar una semana —explotó Nicholas—. Ya he concertado algunas citas. He acordado encontrarme con los encargados de los muelles y los dueños de la central de abastecimiento de agua local.
—Entonces tendrá que volver a planificar esas reuniones.
—Si cree usted que no habrá quejas…
—La noticia de que le acompañaré la próxima semana será suficiente para reprimir la mayor parte de las quejas.
De cualquier otro hombre tal declaración sería una arrogancia. Sin embargo, lord Westcliff se limitó a exponer un simple hecho.
—¿Lo sabe el señor Bowman? —le exigió Nicholsa.
— Sí. Y después de oír mi opinión sobre el asunto, ha estado de acuerdo.
—¿Y qué se supone que voy a hacer aquí durante una semana?
El conde arqueó una ceja, era un hombre cuya hospitalidad nunca había sido cuestionada. Gente de todas las edades, nacionalidades y clases sociales deseaban ser invitados a Stony Cross Park. Nicholas era probablemente la única persona en Inglaterra que no quería estar allí.
Para Nicholas eso carecía de importancia. Llevaba demasiado tiempo sin trabajar. Estaba harto de entretenimientos vacíos, cansado de chácharas, de paisajes hermosos, del aire fresco del campo, de la paz y la tranquilidad. Él quería actividad, maldita sea. Por no mencionar que extrañaba el olor a carbón de la ciudad, y el bullicio de las calles llenas de tráfico.
Sobre todo quería estar lejos de _______ Bowman. Era una tortura constante tenerla tan cerca y no poder tocarla. Era imposible tratarla con fría cortesía cuando su cabeza estaba llena de tórridas imágenes en las que la veía en sus brazos, la seducía, y encontraba con la boca los sitios más dulces y más vulnerables de su cuerpo. Y ese era sólo el principio. Matthew quería horas, días, semanas a solas con ella… quería ser el centro de todos sus pensamientos y sus sonrisas, conocer todos sus secretos. Anhelaba la libertad de desnudar su alma delante de ella.
Todo lo que nunca podría tener.
—Tiene a su disposición muchos entretenimientos en el condado y sus alrededores —le dijo lord Westcliff en respuesta a su pregunta—. Si lo que usted desea es compañía femenina, le sugiero que la busque en la taberna del pueblo.
Nicholas había oído a algunos invitados masculinos jactarse de pasar una tarde primaveral retozando con un par de mozas de taberna de exuberantes pechos. Si pudiera sentirse satisfecho con algo tan sencillo como buscar la compañía de una moza de pueblo rolliza, en lugar de esa poderosa tentación que dominaba su mente y su corazón.
Se suponía que el amor era una emoción vertiginosa que lo inundaba a uno de felicidad. Como expresaban los absurdos versos escritos en las tarjetas del día de San Valentín decoradas con ilustraciones. Pero no era así en absoluto. Era un constante, febril, y sombrío sentimiento… una adicción que no podía superarse.
Un deseo profundo y peligroso. Y él no era un hombre temerario.
Pero Nicholas sabía que si se quedaba en Stony Cross más tiempo, iba a hacer una locura.
—Me voy a Bristol —dijo desesperado—. Volveré a planificar las reuniones. No haré nada sin su permiso. Pero al menos obtendré información de la empresa local de transporte y examinaré sus caballos…
—Jonas —le interrumpió el conde. Algo en su voz serena, una matiz de… ¿compasión?… ¿simpatía?… hizo que Nicholas se pusiera rígido y a la defensiva—. Entiendo la razón de su urgencia.
—No, usted no lo entiende.
—Lo entiendo más de lo que usted cree. Y según mi experiencia, su problema no se solucionará escapando. Nunca podrá usted alejarse lo suficiente.
Nicholas se puso rígido, mirando sin parpadear a Westcliff. El conde podría estar refiriéndose a _______ o al oscuro pasado de Nicholas. En ambos casos tenía razón probablemente.
Pero eso no cambiaba nada.
—A veces huir es la única opción —repuso Nicholas con brusquedad, y dejó la estancia sin mirar atrás.
Finalmente Nicholas no se marchó a Bristol. Él sabía que lamentaría su decisión… pero todavía no tenía ni idea de cuánto.
Los días que siguieron fueron para Nicholas una cruel tortura y los recordaría para el resto de su vida.
Había vivido momentos muy duros, sabía lo que era el dolor físico, la escasez, el hambre y el miedo. Pero ninguno de aquellos males se asemejaba ni de cerca a la agonía de contemplar el cortejo que lord Llandrindon dedicaba a _______ Bowman.
Parecía que las semillas que había sembrado en Llandrindon sobre los encantos de _______ habían echado raíces satisfactoriamente. El escocés no se separaba de _______, charlando, coqueteando, paseando su mirada por todo su cuerpo con una confianza ofensiva. Y lo mismo ocurría con _______, estaba cautivada por él, pendiente de cada una de sus palabras, dejando cualquier cosa que estuviera haciendo en cuanto aparecía Llandrindon.
El lunes salieron de picnic.
El martes optaron por un paseo en coche.
El miércoles fueron a recoger flores silvestres.
El jueves pescaron en el lago, y volvieron con la ropa húmeda y bronceados por el sol, sonriendo felices por una broma que no compartieron con nadie más.
El viernes bailaron juntos en una improvisada velada musical, hacían tan buena pareja que uno de los invitados comentó que era un placer mirarlos.
El sábado Nicholas se despertó queriendo matar a alguien.
Su humor no mejoró después del comentario agrio que Thomas Bowman le hizo al finalizar el desayuno.
—La está engatusando —se lamentó el señor Bowman, empujando a Nicholas dentro del estudio para hablar en privado—. Ese bastardo escocés ha pasado últimamente demasiado tiempo con _______, rezumando encanto y diciendo todas esas tonterías que les gusta oír a las mujeres. Si tienes alguna intención de casarte con mi hija, debes saber que tu oportunidad se está esfumando. Has hecho todo lo posible por evitarla, te has mostrado taciturno y distante, y durante toda la semana has tenido una expresión malhumorada que asustaría a un niño y haría huir a cualquier animal. Tu manera de cortejar a una mujer confirma todo que he oído sobre los Bostonianos.
—Quizás lord Llandrindon es más apropiado para ella —dijo Nicholas con voz inexpresiva—. Parece que han desarrollado un afecto mutuo.
—¡No se trata de afecto, se trata de matrimonio! —la calva del señor Bowman enrojeció.
—¿Tienes idea de los intereses que están en juego?
—¿Aparte de los financieros?
—¿Qué otra clase de intereses pueden ser?
Nicholas le dirigió una mirada afectada.
—El corazón de su hija, su futura felicidad, ella…
—¡Bah! La gente no se casa para ser feliz. O si lo hacen, pronto descubren que el matrimonio no es más que bazofia.
A pesar de su estado de ánimo, Matthew sonrió ligeramente.
—Si espera usted motivarme para que me case —dijo él—. No lo está consiguiendo.
—¿No es suficiente motivación esto? —el señor Bowman metió la mano en el bolsillo de su chaleco, extrajo un brillante dólar de plata y se lo lanzó a Nicholas con el pulgar. La moneda voló en el aire reflejando la luz. Nicholas la atrapó con un acto reflejo, cerrando la mano—. Cásate con _______ —le dijo el señor Bowman—, y conseguirás más. Muchas más de las que un hombre podría gastar en toda una vida.
De pronto, escucharon una voz femenina desde la puerta del estudio.
—Encantador...
Era Lillian, llevaba un vestido de día rosado y un chal. Sus ojos estaban tan oscuros como la obsidiana, los clavó en su padre con un sentimiento cercano al odio.
—¿Existe alguien en su vida que sea algo más para usted que un simple peón, padre? —le preguntó agriamente.
—Esta es una conversación entre hombres —replicó el señor Bowman, enrojeciendo por la culpa, la cólera, o una combinación de las dos—. No es de tu incumbencia.
—_______ me incumbe —dijo Lillian, con una voz suave pero fría—. Os mataría a los dos antes de permitir que la hicierais desdichada —se dio la vuelta y se perdió por el pasillo sin darle a su padre la oportunidad de contestar.
Maldiciendo, el señor Bowman abandonó el estudio y se marchó en dirección opuesta.
Al quedarse solo en la estancia, Nicholas tiró la moneda sobre el escritorio.
—Todo este esfuerzo por un hombre al que no le importo —murmuraba _______ refunfuñado y maldiciendo en silencio a Nicholas Jonas.
Llandrindon estaba sentado sobre el borde de piedra de una fuente del jardín, obedientemente quieto mientras ella dibujaba su retrato. _______ nunca había tenido un excepcional talento para el dibujo, pero había agotado todas las demás actividades que una joven y un caballero soltero podían hacer.
—¿Cómo dice? —le preguntó el lord escocés.
— ¡He dicho que tiene usted un cabello muy elegante!
Llandrindon era un caballero muy agradable, educado, de moralidad intachable y completamente convencional. Con tristeza _______ admitió que a pesar de todo su empeño en volver medio loco de celos a Nicholas Jonas, sólo había conseguido volverse ella misma medio loca de aburrimiento.
_______ hizo una pausa y se llevó el dorso de la mano hasta los labios, sofocando un bostezo trató de aparentar estar absorta en su dibujo.
Había sido una de las semanas más miserables de su vida. Un día tras otro de aburrimiento mortal, fingiendo disfrutar de la compañía de un hombre que no podía haberle interesado menos. Por supuesto, lord Llandrindon no era responsable de eso, él se había esforzado por entretenerla, pero para _______ había quedado muy claro, que no tenían nada en común y que nunca lo tendrían.
Llandrindon no parecía compartir esa opinión. Hablaba sin parar durante horas de nada en concreto. Podría llenar diarios enteros con todos los chismes de sociedad que mencionaba sobre personas que _______ no conocía, y emitía largos discursos sobre cosas absurdas como los colores ideales para decorar la sala de caza de su propiedad en Thurso, o el resumen detallado de los estudios que había seguido en la escuela. No logró encontrar nada interesante en ninguna de esas historias.
Llandrindon, por su parte, tampoco parecía interesado en los temas de conversación de _______. El no encontró divertidas sus travesuras infantiles con Lillian, y si ella decía algo como “Mire esa nube, ¿no le parece que tiene la forma de un gallo?”, la miraba fijamente como si estuviera loca.
A Llandrindon pareció disgustarle que _______ conversara sobre las leyes de desigualdad social preguntándole que diferencia veía él entre pobre digno y pobre indigno.
—Al parecer milord... —había dicho ella—, la ley está diseñada para castigar a la gente que más ayuda necesita.
—Algunas personas son pobres por su propia elección, a causa de su debilidad moral, y por lo tanto uno no puede ayudarles.
—¿Se refiere usted a las mujeres sin moral, por ejemplo? Pero y si esas mujeres no tuvieran otra…
—No hablaremos de las mujeres sin moral señorita Bowman —había contestado él, mirándola horrorizado.
Por consiguiente, los temas de conversación se hicieron cada vez más limitados, sobre todo porque lord Llandrindon encontraba difícil seguir a _______ cuando cambiaba rápidamente de tema. Mucho después de que ella hubiera terminado de hablar sobre algo en concreto, él seguía preguntando por ello.
—Creí que estábamos hablando del caniche de su tía —señaló confundido esa misma mañana, a lo que _______ contestó con impaciencia.
—No, dejé de hablar de ese tema hace cinco minutos, en este momento estaba relatándole mi última visita a la ópera.
—¿Pero cómo pasamos del caniche a la ópera?
Se arrepentía de haber reclutado a Llandrindon para ayudarle con su plan, sobre todo porque había comprobado que era totalmente ineficaz. Nicholas Jonas no se había mostrado celoso ni un por un segundo, seguía conservando su habitual semblante impertérrito, y apenas le había dedicado una mirada durante esos días.
—¿Por qué frunce usted el ceño, dulzura? —le preguntó Llandrindon, mirándola a los ojos.
¿Dulzura? Nunca antes se había dirigido a ella con palabras cariñosas. _______clavó los ojos en él por encima del bloc de dibujo. Él la miraba de una manera que la hizo sentirse inquieta
—No se mueva, por favor —le dijo remilgadamente—. Estoy dibujando su barbilla.
Concentrada en su dibujo, _______ pensó que no quería ser mala pero… ¿su cabeza tenía realmente esa forma tan oval? ¿Y tenía de verdad los ojos tan juntos? Era algo curioso que una persona resultara atractiva, hasta que uno examinaba sus rasgos con más atención, perdiendo la mayor parte de su encanto. Decidió que dibujar a las personas no era su fuerte. De ahora en adelante se centraría en plantas o frutas.
—Esta semana ha tenido un efecto extraño sobre mí —comentó Llandrindon en voz alta—. Me siento… distinto.
—¿Está usted enfermo? —le preguntó _______ con preocupación, cerrando el bloc de dibujo—. Creo que le he hecho sentarse al sol demasiado tiempo.
—No, me siento raro, pero de otro modo. Lo que quiero decir es que me siento… maravillosamente. —Llandrindon la miraba de aquel modo extraño otra vez—. Mejor de lo que me he sentido jamás.
—Debe ser por el aire de campo —_______ se levantó, sacudió la falda de su vestido y se acercó a él—. Es muy vigorizante.
—No es el aire de campo lo que hace que me sienta así —dijo Llandrindon en voz baja—. Es usted, señorita Bowman.
_______ abrió la boca.
—¿Yo?
—Usted. —Él se levantó y le puso las manos en los hombros.
La sorpresa la hizo tartamudear.
—Milord… yo…. yo…
—Estos días pasados en su compañía me han hecho reflexionar profundamente.
_______ se volvió para mirar a su alrededor, sus ojos inspeccionaron los arbustos cubiertos de rosas trepadoras.
—¿Está el señor Jonas cerca? —susurró ella—. ¿Por eso me habla de esa manera?
—No, le hablo desde mi corazón —apasionadamente Llandrindon la acercó más a él, hasta que el bloc de dibujo quedó aplastado entre ellos—. Me ha abierto usted los ojos, señorita Bowman. Me ha enseñado a ver las cosas de manera diferente, quiero encontrar formas en las nubes, y escribir algo parecido a un poema. Quiero leer novelas. Quiero hacer de la vida una aventura…
—¡Eso está muy bien! —dijo _______, intentando soltarse.
—…con usted.
¡Oh, no!
—Esta usted bromeando —dijo ella suavemente.
—Estoy enamorado —declaró él.
—No soy la mujer apropiada para usted.
—Estoy decidido.
—Y yo estoy… sorprendida.
—Usted pequeña criatura —exclamó él—, es todo lo que dijo el señor Jonas. La magia de una tormenta unida a un arco iris. Inteligente, encantadora y deseable…
—Espere un momento —_______ lo miró asombrada—. ¿Nich... quiero decir, el señor Jonas dijo eso?
—Sí, sí, sí… —y antes de que ella pudiera reaccionar, lord Llandrindon agachó la cabeza y la besó.
El bloc de dibujo resbaló de sus manos. _______ permaneció pasiva en sus brazos, esperando sentir algo.
Objetivamente hablando, no había nada malo en su beso. No era ni demasiado seco ni demasiado mojado, ni demasiado brusco o demasiado suave. Era…
Aburrido.
Vacío.
Maldición. _______ se apartó frunciendo el ceño. Se sintió culpable por haber disfrutado tan poco del beso. Y se sintió peor cuando se dio cuenta de que Llandrindon lo había disfrutado bastante.
—Mi querida señorita Bowman —murmuró coquetamente—. No imaginaba que sus labios fueran tan dulces.
Intentó besarla otra vez y _______ retrocedió con un pequeño jadeo.
—¡Milord, le ruego que se controle!
—No puedo.
Él la siguió lentamente alrededor de la fuente hasta que parecieron un par de gatos persiguiéndose. De repente, se lanzó hacia ella, agarrándola por la manga de su vestido. _______ lo empujó con todas sus fuerzas para soltarse, y por el forcejeo la muselina blanca de su vestido se rasgó
Después de eso escuchó un chapoteo ruidoso y algunas gotas de agua le mojaron la cara.
_______ parpadeó, de pronto Llandrindon había desaparecido de su vista. Temiendo lo peor se tapó los ojos con las manos, como si eso pudiera cambiar la situación.
—¿Milord? —preguntó con cautela—. ¿Se… se ha caído usted en la fuente?
—No —fue su ácida respuesta—. Usted me ha tirado a la fuente.
—Fue completamente involuntario, se lo aseguro —_______ hizo un esfuerzo y lo miró.
Lord Llandrindon se puso en pie, el agua chorreaba por su pelo y su ropa, tenía los bolsillos de la chaqueta inundados. Al parecer, el chapuzón en la fuente había enfriado bastante sus pasiones.
Él frunció el ceño, guardaba silencio, sintiéndose ultrajado. De pronto, abrió mucho los ojos, y metió la mano en uno de los bolsillos llenos de agua. Una rana diminuta salió del bolsillo y volvió a la fuente con un salto.
_______ trató de ahogar la risa, pero cuanto más lo intentaba más difícil se le hacía, hasta que finalmente estalló con una carcajada.
—Lo lamento —jadeó tapándose la boca con las manos, mientras la risa se le escapaba incontenible—. Lo lamento tanto,…oh —y se inclinó riéndose hasta que se le llenaron los ojos de lágrimas.
La tensión entre ellos disminuyó cuando Llandrindon empezó a reírse a regañadientes. Dio un paso fuera de la fuente, mojando el suelo de grava.
—Según el cuento un beso transforma al sapo en un príncipe —comentó con sequedad—. Lamentablemente en mi caso no parece haber funcionado.
_______ se sintió inundada por una oleada de compasión y simpatía, aún riendo se acercó a él con cuidado, le puso las dos manos en la cara mojada y le dio un fugaz beso en los labios.
Lord Llandrindon abrió mucho los ojos.
—Usted es un príncipe muy bien parecido —le dijo _______ con una sonrisa—. Solo que no es mi príncipe, cuando la mujer apropiada le encuentre… será muy afortunada.
Se inclinó para recoger su bloc de dibujo y se encaminó hacia la Mansión.
Por una paradoja del destino, _______ volvió a la casa por el camino que lindaba con la casita rural para caballeros, una pequeña residencia anexa a la casa principal, bastante cerca de la orilla del río, lo que le proporcionaba magníficas vistas del agua. Algunos de los invitados masculinos habían decidido aprovecharse del aislamiento del lugar durante su estancia en Stony Cross. En esos momentos se encontraba vacía, la partida de caza había terminado el día anterior y la mayor parte de los invitados ya se habían marchado.
Excepto Nicholas Jonas, por supuesto.
Sumida en sus pensamientos, _______ caminaba lentamente bordeando uno de los muros de la pequeña casa. Sus pensamientos se tornaron sombríos cuando pensó en su padre, que estaba tan decidido a casarla con Nicholas… en Lillian, decidida a que se casara con alguien, que no fuera él… y en su madre, que no estaría satisfecha con ningún caballero, a menos que fuera un noble. Mercedes se disgustaría mucho cuando supiera que _______ había rechazado a Llandrindon.
Meditando sobre la semana pasada, _______ comprendió que su empeño por captar la atención de Nicholas no había sido un juego para ella. Se sentía desesperada. Deseaba con toda su alma ser sincera con él, poder hablarle francamente, sin ocultarle nada. En lugar de poner de manifiesto los sentimientos de Nicholas con su plan, lo único que había conseguido era aclarar los suyos.
Cuando estaba con él, la inundaba una sensación maravillosa, más apasionante que cualquier novela que hubiera leído o cualquier sueño que hubiera tenido.
Un sentimiento real y verdadero.
Era increíble que el hombre al que siempre consideró frío y desapasionado, en realidad fuera alguien con tanta gentileza, sensualidad y ternura. Alguien que había llevado en secreto un mechón de su cabello en el bolsillo.
Oyendo que alguien se acercaba, _______ levantó la mirada, lo que vio la hizo temblar de la cabeza a los pies.
Nicholas Jonas caminaba en su dirección con grandes zancadas y semblante sombrío.
Parecía tener prisa por llegar a alguna parte.
Se detuvo bruscamente cuando la vio y se puso pálido.
Se miraron fijamente el uno al otro en un tenso silencio.
Las cejas de _______ se unieron en un ceño. Se esforzó por mantener ese semblante en lugar de echarse en sus brazos y empezar a llorar. La intensidad de su anhelo la conmocionó.
—Señor Jonas —le saludó nerviosa.
—Señorita Bowman. —Él la miró como si prefiriera estar en cualquier parte menos allí con ella.
Sus alterados nervios dieron un brinco cuando él alargó la mano para coger el bloc de dibujo.
Sin pensar, ella le dejó cogerlo.
Sus ojos se estrecharon cuando vio el dibujo de Llandrindon.
—¿Por qué lo ha dibujado con barba? —le preguntó.
—No es la barba —dijo _______ al instante—. Es un juego de sombras.
—Pues parece que no se ha afeitado en tres meses.
—No le pedí su opinión sobre mi trabajo —le espetó ella y agarró el bloc de dibujo, pero él no lo soltó—. Suéltelo —le exigió, tirando con toda sus fuerzas—, o voy a…
—¿Qué va a hacer? ¿Dibujarme a mí también? —Él liberó el bloc con tal brusquedad que ella retrocedió unos pasos por el impulso, el levantó las manos y dijo con sorna—. Ni se le ocurra.
_______ se abalanzó sobre él y le golpeó en el pecho con el bloc. Odiaba que él la hiciera sentirse tan viva. Odiaba el modo en que sus sentidos bebían de su presencia como la tierra seca que absorbe la lluvia. Odiaba su hermoso rostro, su cuerpo viril y su boca, que la tentaba más de lo que tenía derecho a tentarla la boca de un hombre.
La sonrisa de Nicholas desapareció cuando su mirada se deslizó sobre ella y reparó en su vestido rasgado.
—¿Qué le ha pasado a su vestido?
—No es nada. Tuve una especie de… bueno… de altercado, podríamos llamarlo así, con lord Llandrindon.
Era la palabra más inocente que encontró Nicholas para describir el encuentro, que desde luego había sido inofensivo. Estaba segura de que ninguna connotación desagradable podía unirse a la palabra “altercado”.
Pero al parecer la definición de Nicholas de la palabra abarcaba mucho más que la suya. Su expresión se volvió lúgubre y sus ojos azules ardieron.
—Voy a matarlo —dijo él con voz gutural—. Ese escocés se atrevió a… ¿Dónde está?
—No, no —repuso _______ precipitadamente—, usted me ha entendió mal, no ha sido nada de eso...
Dejó caer el bloc de dibujo, y se abrazó a él, usando todo su peso para frenarlo cuando él se dirigió hacia el jardín. Era como intentar detener a un toro. La arrastró con él varios pasos.
—¡Espere un momento! ¿Qué le da derecho a inmiscuirse en mis asuntos?
Respirando agitadamente Nicholas se detuvo y examinó intensamente su rostro ruborizado.
—¿Te tocó? ¿Te forzó a…?
—Usted es como el perro del hortelano que ni come ni deja comer —le gritó _______ con vehemencia—. Usted no me quiere… así que no le importa si otro hombre lo hace. ¡Déjeme tranquila, vuelva a sus planes para construir una inmensa fábrica y ganar montañas de dinero! Espero que se convierta en el hombre más rico del mundo y que consiga todo que lo quiera, y que llegue el día en que mire a su alrededor y se pregunte por qué nadie le ama y por qué es usted tan des…
Sus palabras se perdieron cuando él la besó en la boca con fuerza, castigándola. Una emoción salvaje la atravesó como un relámpago, y apartó la cara con un jadeo.
—…graciado —concluyó, justo antes de que él le sujetara la cabeza en las manos y la besara otra vez.
Esta vez su beso fue más suave, lleno de urgencia sensual. El corazón de _______ latía frenético, acelerando su sangre acalorada por el placer y dilatando sus venas. Ella colocó las manos sobre sus musculosas muñecas, las yemas de sus dedos encontraron el latido de su pulso desbocado, igual que el de ella.
Cada vez que pensaba que Nicholas pondría fin al beso, él la besaba más profundamente.
Ella respondió febrilmente, sentía las piernas tan débiles que pensó que se doblaría como una muñeca de trapo.
Rompiendo el contacto con sus labios, exclamó con un susurro angustiado.
—Nicholas… llévame a alguna parte.
—No.
—Sí. Necesito… necesito estar a solas contigo.
Jadeando tortuosamente, Nicholas la abrazó con más fuerza atrayéndola contra su duro pecho. Apretó los labios contra su pelo con fuerza.
—No puedo hacer eso, no sé si podré controlarme —dijo finalmente.
—Sólo para hablar. Por favor. No podemos hablar aquí fuera. Si me dejas ahora me moriré.
Incluso confundido como se sentía, Nicholas no pudo reprimir una sonrisa por esa dramática declaración.
—No, no te morirás.
—Sólo para hablar —repitió _______ acercándose más a él—. Yo no… no te tentaré.
—Cariño —dijo con un suspiro—, tú me tientas solo con estar en la misma habitación que yo.
_______ sintió un nudo ardiente en la garganta.
Temiendo que cualquier cosa que dijera lo empujara a marcharse, guardó silencio y se apretó contra él, esperando que la comunicación silenciosa entre sus cuerpos lo hiciera cambiar de opinión.
Con un gemido estrangulado, Nicholas la cogió de la mano y se dirigió hacia la casa para caballeros.
—Que el cielo nos ayude si alguien nos ve.
_______ tuvo la tentación de bromear diciéndole que en ese caso tendría que casarse con ella, pero se mordió la lengua y apretó el paso junto a él.
Invitado
Invitado
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
Me encantooooo.....
Siguela... Ya quiero saber que va a pasar !!! :)
Alee Lovatoo
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
woow me encanta yo amo las historias de la floreros las amo y me encanta esta yo creo que sera la ke mas me guste aunke me falta la de sucedio en otoño pero no la he podido leer xke la ke la sube no a subido :(
bueno tienes que subir mas de esta hazlo por el año ke acaba de empezar :D
bueno tienes que subir mas de esta hazlo por el año ke acaba de empezar :D
MissKeynes96
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
PRIMERO: FEELIZ AÑO A TODAAAAAAAAS <3
SEGUNDO: LES VOY A POSTEAR UN POQUITO PORQUE SOY MALAAAA (? Y LES VOY A DEJAR CON LA DUDA :B
JAJJAJAJ
DESPUES SUBO LO DEMAS :)
Capítulo 11
El interior de la casa estaba oscuro y húmedo, las paredes estaban revestidas con madera de palisandro, las ventanas cubiertas con cortinas de terciopelo y seda color rubí, los muebles, aunque encantadores, eran muy antiguos.
Sin soltarla, Nicholasla condujo a una habitación en la parte de atrás.
Cuando _______ entró en la habitación, se percató de que era su dormitorio. Sintió el corazón latir con fuerza dentro del corsé. La habitación estaba meticulosamente ordenada, el olor de la madera pulida con cera de abejas impregnaba el aire, de la ventana colgaba una cortina color crema que dejaba entrar la luz del día.
Algunos artículos estaban pulcramente organizados en el tocador: un peine, un cepillo de dientes, polvos dentífricos y jabón, y en el palanganero, una hoja de afeitar y un afilador. No había ninguna pomada, ni ceras, colonias o cremas, ningún alfiler de corbata, ni ningún anillo. Desde luego, no se podía describir a Nicholas como un petimetre.
El cerró la puerta y se puso frente a ella. Parecía muy grande en la pequeña habitación, su presencia lo eclipsaba todo. A _______ se le secó la boca cuando clavó los ojos en él. Quería tocarlo… quería sentir su piel contra la suya.
—¿Qué hay entre Llandrindon y tú? —exigió él.
—Nada. Sólo amistad. Al menos por mi parte.
—¿Y por la suya?
—Sospecho que... bueno, él pareció afirmar que estaba interesado en mí… ya sabes…
—Sí, lo sé —dijo él con voz espesa—. Y si bien no puedo soportar a ese bastardo, tampoco puedo culparlo por desearte. No después de la forma en que le has incitado coqueteando con él toda la semana.
—Si estás tratando de insinuar que he estado actuando como una descarada...
—No intentes negarlo. Vi como coqueteabas con él. La forma en que te acercabas a él cuando te hablaba… las sonrisas, los vestidos provocativos…
—¿Vestidos provocativos? —preguntó _______ sorprendida.
—Como ese.
_______ bajó la mirada hacia su recatado vestido blanco que le cubría el cuello y la mayor parte de los brazos. Una monja no le encontraría ningún defecto. Ella le dirigió una mirada sarcástica.
—He estado intentando darte celos. Me habría ahorrado mucho esfuerzo si hubieras mostrado tu disgusto abiertamente.
—¿Tratabas de ponerme celoso deliberadamente? —explotó el—. ¿Y qué querías lograr con eso? ¿Esa es tu idea de una broma divertida?
Un rubor repentino se extendió por su cara.
—Creí que sentías algo por mí… y quería obligarte a que lo admitieras.
Nicholas abrió la boca y volvió a cerrarla, parecía haber perdido la capacidad de hablar.
_______ se preguntaba inquieta que estaría pensando. Después de un momento él sacudió la cabeza y puso las manos sobre el tocador como si necesitara apoyarse en algo.
—¿Estás enfadado? —le preguntó insegura.
Su voz era un susurro cuando contestó.
—Un diez por ciento de mí está enfadado.
—¿Y el otro noventa por ciento?
—Esa parte está a punto de tumbarte sobre esa cama y...
Nicholas guardo silencio de pronto y tragó con fuerza.
—_______ eres demasiado inocente para entender el peligro en el que te encuentras. Necesito todo mi autocontrol para mantener las manos lejos de ti. No juegues conmigo, cariño. Es demasiado fácil para ti torturarme, y estoy a punto de llegar a mi límite. Y para aclarar tus dudas... yo tengo celos de cada hombre que esté a menos de un metro de ti, de la ropa que cubre tu piel y del aire que respiras. Los celos me consumen cada momento que pasas lejos de mí.
Atontada _______ susurró:
—Pero tú nunca has mostrado esos sentimientos...
—Durante todos estos años he acumulado mil recuerdos tuyos, cada mirada, cada palabra que me has dirigido. Cuando visitaba la casa de tu familia en un día festivo, o cuando estaba invitado a cenar, apenas podía esperar para entrar por la puerta y poder verte. —Sus labios se curvaron con una sonrisa evocadora—. Tú... entre los miembros de tu familia, todos ellos tan obstinados, me gustaba ver la sutileza con que tratabas con ellos. Eres para mí todo lo que una mujer debería ser. Y te he querido cada segundo de mi vida desde que te conocí.
_______ sintió un profundo pesar.
—Yo... nunca fui muy agradable contigo —le dijo atormentada.
—Fue mejor así, créeme. Si hubieras sido agradable conmigo, yo probablemente habría cometido una locura.
Nicholas levantó una mano cuando ella dio un paso para acercarse a él.
—No. No lo hagas. Ya te lo he dicho, no puedo casarme contigo, es imposible. Eso no va a cambiar. Como no cambiara el hecho de que te amo.
Sus ojos color zafiro ardían cuando recorrieron su delicada figura.
—Cielos, como te amo —susurró.
_______ luchó con el anhelo de lanzarse a sus brazos.
—Yo también te quiero. Tanto que no puedo renunciar a ti sin saber por qué.
—Si fuera posible explicarte mis motivos, créeme que lo haría. —Inclinó la cabeza apesadumbrado.
_______ se obligó a hacer la pregunta que mas temía.
—¿Ya estás casado?
El la miró a los ojos.
—Cielos, no.
El alivio la inundó.
—Entonces si no es eso, cualquier otra cosa tiene solución, cuéntame lo que...
—Tu no sabes nada del mundo, si hubieras vivido un poco mas —contestó de mal humor— no dirías cosas como “cualquier otra cosa tiene solución”.
Él se alejó del tocador, y se dirigió hacia la puerta.
Guardó silencio durante un largo momento, como si estuviera meditando sobre algo.
_______ estaba muy quieta, sosteniendo su mirada. Todo lo que ella podía hacer era tener paciencia. Esperó en silencio sin atreverse siquiera a parpadear.
Nicholas aparto la vista, tenía una expresión distante. Sus ojos se volvieron duros y fríos, como si fueran acero color cobalto.
—Hace mucho tiempo —dijo finalmente—, me gané un enemigo, un enemigo poderoso, sin embargo, yo no fui responsable de lo que ocurrió. Como consecuencia me vi obligado a abandonar Boston. Y tengo buenas razones para creer que ese hombre volverá para atormentarme algún día. He vivido con esa espada colgando sobre mi cabeza durante años. No te quiero cerca de mí cuando finalmente me alcance.
—Pero debe haber algo que se pueda hacer —dijo _______ con impaciencia, determinada a enfrentar a ese enemigo desconocido con cualquier medio a su alcance—. Si me contaras algo más, si me dijeras su nombre y…
—No. —Su voz era suave, pero la manera en que lo dijo hizo callar a _______—. He sido todo lo honesto contigo que he podido, _______. Espero que no traiciones mi confianza.
Hizo un gesto hacia la puerta.
—Ahora debes marcharte.
—¿Así sin mas? —preguntó aturdida—. ¿Después de todo lo que me has dicho quieres que me marche?
— Sí... y procura que nadie te vea.
—No es justo que impongas tu parecer sobre este asunto.
—La vida no suele ser justa —dijo él—. Incluso para una Bowman.
Los pensamientos de _______ se agolpaban en su mente mientras observaba su perfil decidido. Nicholas no hacía algo así por mera obstinación. Estaba convencido de que debía mantenerse lejos de ella. Él no dejaba ninguna vía de dialogo, ninguna posibilidad de negociación.
—¿Voy a buscar a lord Llandrindon, entonces? —preguntó, esperando provocarlo.
—Sí.
_______ frunció el ceño.
—Me gustaría que fueras consecuente con tus sentimientos. Hace unos minutos estabas a punto de hacerlo puré.
—Si es lo que tú quieres, no tengo ningún derecho a oponerme.
—Se supone que tú me quieres, ¡eso te da derecho a opinar! —_______ caminó airadamente hasta la puerta—. ¿Por qué siempre dicen que las mujeres somos ilógicas cuándo los hombres lo son cien veces más? Primero quieren algo, después ya no lo quieren, luego toman decisiones irracionales basadas en secretos que no quieren explicar y se supone que nadie puede hacerles preguntas porque la palabra de un hombre es ley.
Cuando iba a poner la mano en el pomo de la puerta, vio la llave en la cerradura, y detuvo la mano en el aire.
Miró de soslayo a Nicholas, que se había colocado al otro lado del tocador para mantener una distancia segura entre ellos.
Aunque _______ era la más serena de todos los Bowman, no era una cobarde. Y no aceptaría una derrota sin luchar.
—Me obligas a tomar medidas desesperadas —le dijo.
—No hay nada que puedas hacer —respondió con suavidad.
Él no le dejaba ninguna otra opción.
_______ le dio la vuelta a la llave en la cerradura y la sacó despacio.
El “clic” sonó extrañamente ruidoso en el silencio de la habitación
Se dio la vuelta y muy despacio, _______ separó el cuello de su vestido de su pecho, y sostuvo la llave encima del hueco abierto.
Nicholas abrió los ojos de par en par cuando entendió lo que se proponía.
—No... tú no...
Cuando él empezó a rodear el tocador, _______ dejó caer la llave dentro de su vestido, esta se deslizó debajo del corsé. Ella encogió el estómago dejándola resbalar hasta que sintió el frío del metal en su ombligo.
—¡Maldita sea! —Nicholas la alcanzó con una velocidad sorprendente. Él extendió una mano para tocarla, pero la apartó hacia atrás rápidamente como si se hubiera quemado.
—Sácala de ahí —le ordenó, con el rostro congestionado por la indignación.
—No puedo.
—¡Hablo en serio, _______!
—Ha bajado muy adentro. Tendré que quitarme el vestido.
La miró como si quisiera matarla. Pero ella también pudo sentir la fuerza de su anhelo. Respiraba con dificultad y un calor abrasador irradiaba de su cuerpo.
Su susurro fue como un rugido.
—No me hagas esto.
Invitado
Invitado
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
noo no me hagas eso a mi xke la dejas ahi no es justo :( yo kiero saber ke es lo ke va a pasar
tienes ke seguirla pronto sii :D
tienes ke seguirla pronto sii :D
MissKeynes96
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
CAP HOT JAJAJ ME DIO VERGUENZA DE SOLO LEER PERO BUENO :$
_______ esperó su próximo movimiento pacientemente.
Él le dio la espalda, con el cuerpo en tensión, las costuras de su chaqueta se ceñían sobre su poderosa musculatura. Tenía los puños apretados luchando por controlarse. Hizo una temblorosa inspiración, y luego otra.
—Quítate el vestido —dijo con voz ronca, como si acabara de despertarse de un sueño profundo.
Tratando de no irritarlo mas de lo necesario, _______ le contestó apaciblemente.
—No puedo hacerlo sola. Los botones están en la espalda.
Nicholas murmuró algo entre dientes. Después de un largo silencio se dio la vuelta para mirarla. Su mandíbula parecía esculpida en hierro.
—No voy a caer en esto tan fácilmente. Puedo resistirme a ti, _______. Tengo muchos años de práctica. Date la vuelta.
_______ obedeció e inclinó la cabeza hacia adelante, podía sentir su mirada fija sobre la fila interminable de botones de perlas.
—¿Cómo consigues desvestirte? —masculló el—. Nunca he visto tal cantidad de botones en una prenda.
—Está de moda.
—Es ridículo.
—Puedes enviar una carta de protesta al libro para damas Godey’s —le sugirió ella.
Con un bufido desdeñoso, Nicholas se dispuso a soltar el primer botón. Intentó desabrocharlo evitando cualquier contacto con su piel.
—Es más fácil si deslizas los dedos debajo del ojal —le dijo _______—. Y luego sacas el botón a través de...
—Estate quieta —gruñó el.
Ella cerró la boca.
Nicholas luchó con los botones otro minuto mas, finalmente con un gruñido de impaciencia siguió su consejo, deslizando los dedos entre el vestido y su piel. Cuando ella sintió sus nudillos rozarle la piel, un escalofrío le recorrió la espalda.
La tarea resultó ser espantosamente lenta. _______ podía sentirlo forcejear con los mismos botones una y otra vez.
—¿Puedo sentarme por favor? —preguntó suavemente—. Estoy cansada de estar de pie.
—No hay ningún sitio donde sentarse.
—Sí lo hay. —Alejándose de él, _______ fue hasta la cama de cuatro postes e intentó subirse encima. Desafortunadamente la cama era muy alta, un antiguo modelo Sheraton construida para evitar los rigores del invierno y poder colocar un brasero debajo. El borde del colchón quedaba a la altura de sus pechos. Dándose impulso, ella intentó subir las caderas a la cama.
Pero la gravedad la derrotó.
—Normalmente —dijo _______, luchando y retorciéndose con los pies colgando— colocan un escalón... —ella cerró las manos sobre la colcha, agarrando la tela— para camas así de altas. —Esforzándose por subir una rodilla sobre el borde del colchón, ella comentó—: Cielos… si alguien se cayera de esta cama en plena noche… sería fatal.
Sintió las manos de Nicholas alrededor de su cintura.
—La cama no es tan alta —contestó el. Levantándola como si fuera una niña, la subió sobre el colchón—. Es que eres muy bajita.
—No soy bajita. Solo estoy... verticalmente desfavorecida.
—Está bien. Ponte derecha —Nicholas se subió a la cama, su peso oprimió el colchón detrás de ella y sus manos regresaron a la parte posterior de su vestido.
Sentir el leve temblor de sus dedos contra su piel, le dio valor a _______ para comentar:
—Nunca me han gustado los hombres altos. Pero tú me haces sentir...
—Si no te callas —la interrumpió de manera concisa— voy a estrangularte.
_______ guardó silencio, podía oír el ritmo de su respiración que ahora era más profunda, menos controlada, sin embargo sus dedos empezaron a trabajar con más seguridad desabrochando el vestido, por fin soltó el último botón de la hilera y el vestido se abrió, las mangas resbalaron por sus hombros.
—¿Dónde está? —preguntó él.
—¿La llave?
—Sí, _______, la llave —contestó, con un tono de voz funesto.
—Se ha metido dentro del corsé. Lo que significa… que tendré que quitármelo también.
El no reaccionó ante esa declaración, no emitió ningún sonido, ni se movió. _______ se dio la vuelta para mirarle.
Él parecía aturdido. Sus ojos parecían extremadamente azules en contraste con su rostro congestionado. Se percató de que él libraba una salvaje batalla interior para no tocarla.
Mortificada por la vergüenza, _______ sacó los brazos de las mangas. Deslizó el vestido hasta sus caderas y librándose de todas las capas de tela blanca y encajes, las dejó caer al suelo en un montón.
Nicholas clavó los ojos en el vestido como si fuera alguna clase de animal exótico que nunca había visto antes. Lentamente sus ojos regresaron hasta _______, y un sonido estrangulado surgió de su garganta cuando ella empezó a desabrocharse el corsé.
Ella se sintió tímidamente perversa, desvistiéndose delante de él. Pero la animó a continuar el hecho de que el parecía incapaz de apartar los ojos de cada pulgada expuesta de su piel. Cuando soltó el último gancho de metal, ella desató los cordones del corsé y lo dejó caer junto al vestido. Todo lo que cubría sus pechos era una fina camisola arrugada.
La llave se deslizó hasta su regazo. Cerrando los dedos alrededor del objeto de metal, _______ le miró a los ojos con cautela.
Nicholas cerró los ojos, su frente dibujada con profundos surcos a causa de la concentración.
—Esto no va a ocurrir —dijo para sí mismo, más que para ella.
_______ se inclinó hacia delante y depositó la llave en el bolsillo de su chaqueta. Agarrando el dobladillo de la camisola, se lo sacó por la cabeza. Un hormigueo recorrió todo su cuerpo. Estaba tan nerviosa que le castañeaban los dientes.
—Me he quitado la camisola —le dijo—. ¿No quieres mirar?
—No.
Pero abrió los ojos, y su mirada encontró sus pechos pequeños, con pezones rosados que destacaban sobre su piel blanca. Nicholas dejó escapar el aire con un siseó a través de sus dientes apretados. Se quedó muy quieto, mirándola fijamente cuando ella empezó a soltarle la corbata y a desabrocharle los botones del chaleco y la camisa. _______ se sonrojó de la cabeza a los pies, pero continuó tenazmente, levantándose sobre las rodillas para deslizar la chaqueta por sus hombros.
Él se movió como si estuviera soñando, muy despacio saco los brazos de las mangas de la chaqueta y la dejó caer junto con el chaleco.
Nerviosa, _______ empujó su camisa abierta con determinación, deslizando la mirada por su pecho y su abdomen. Su piel brillaba como el satén, se tensaba sobre la amplia extensión de sus músculos. Ella tocó el relieve de sus costillas, arrastrando las yemas de los dedos a través de su vientre.
Repentinamente Nicholas agarró su mano, la sostuvo indeciso, sin saber si apartarla o apretarla más contra él.
Sus dedos se cerraron sobre los de ella. Ella clavó la mirada en sus ojos azules atormentados.
—Nicholas —susurró—. Estoy aquí. Soy tuya. Quiero hacer todo lo que siempre has deseado hacer conmigo.
Él dejó de respirar. Su voluntad se fue a pique, se derrumbó, y de pronto nada tuvo importancia excepto las demandas de un deseo que había sido reprimido demasiado tiempo. Con un áspero gemido de rendición, él la levantó y la sentó a horcajadas sobre su regazo. El calor de su piel traspasó la fina tela de sus calzas, y _______ jadeó cuando la hendidura suave de su cuerpo acunó una dureza desconocida para ella.
Nicholas tomó su boca, mientras sus manos se deslizaban inquietas por todo su cuerpo. Cuando sus dedos alcanzaron la curva de uno de sus pechos, su sangre corrió frenética por sus venas y se sintió listo y a punto de explotar. Ella tiró nerviosamente de su camisa, intentando deslizar las manos por debajo, intentando arrancarla de su cuerpo.
Tumbándola sobre la cama, Nicholas se detuvo para quitarse la camisa, dejando al descubierto los magníficos contornos de su pecho y sus hombros. Él bajó su cuerpo hasta el de ella, y gimió por el tacto con su piel desnuda. _______ se sintió inundada por su olor, la esencia limpia de su piel viril. Él poseyó su boca con besos extremadamente sensuales, sus manos recorrieron con ternura su cuerpo medio desnudo. Su pulgar describió un círculo perezoso sobre su pezón, poniéndolo duro y más oscuro, hasta que ella se arqueó con una suplica silenciosa.
Comprendiendo lo que deseaba, él se inclinó y tomó un pezón con su boca, succionándolo suavemente, acariciándolo con la lengua. _______ gimió y tembló en sus brazos. Sus sentidos enviaron una corriente de placer por todo su cuerpo cuando él le dedicó atención a su otro pecho, besando el pezón, su lengua enviaba olas de calor sobre su piel.
—¿Sabes lo que quiero de ti? —le oyó preguntar con voz ronca—. ¿Sabes lo que va a ocurrir si no nos detenemos?
—Sí.
Nicholas levantó la cabeza y la miró extrañado.
—No soy tan inocente como piensas —le dijo _______ muy seria—. He leído mucho.
Él giró la cara, y ella tuvo la impresión de que escondía una sonrisa. Al mirarla de nuevo sus ojos transmitieron una ternura desgarradora.
—_______ Bowman —dijo con dificultad—. Vendería mi alma a cambio de una hora contigo.
—¿Ese es el tiempo que dura esto? ¿Una hora?
El respondió con pesar.
—Cariño, en este momento sería un milagro si durase más de un minuto.
Ella enroscó los brazos alrededor de su cuello.
—Tienes que hacer el amor conmigo —le dijo—. Porque si no lo haces, nunca dejaré de reprochártelo.
Nicholas acunó su cuerpo contra el suyo, y la besó en la frente, guardó silencio por tanto tiempo que ella temió que fuera a rechazarla. Pero entonces su mano bajó lentamente por su cuerpo, y su corazón dio un salto de excitación. Él envolvió las cintas de sus calzas con los dedos y tiró de ellas para aflojarlas.
La piel de su ombligo se tensó cuando ella aguantó la respiración, asaltada por la vergüenza cuando su mano resbaló debajo de la fina tela. Jugó con sus tiernos pliegues, rozando, frotando con suavidad. Con la yema de un dedo le acarició un lugar tan sensible que ella dio un brinco por la sorpresa. Mirando fijamente su cara ruborizada, Matthew abrió con ternura los labios de su pubis.
El dibujó con su boca un reguero ardiente de besos desde su cuello hasta su pezón, mientras que al mismo tiempo sus dedos indagaban en su intimidad. Cuando él la tocó más profundamente, ella sintió una humedad desconcertante en ese lugar secreto. Ella no había esperado algo así, lo que hizo que se preguntara si estaba tan bien informada como creía.
Consternada, ella comenzó a decir algo pero guardó silencio de golpe cuanto sintió como introducía un dedo dentro de ella. Eso no era lo que ella había imaginado, de ninguna manera.
Nicholas levantó la cabeza de sus pechos, sus ojos estaban llenos de un lánguido calor. Observó su rostro mientras hundía sus dedos más profundamente en el interior de su cuerpo, sondeando con un suave masaje que la llevó a una altura insoportable de placer. Ella se arqueó emitiendo un gemido sensual, respondiendo a sus besos con un fervor incontrolado.
—¿Te gusta que te haga esto? —le susurró
—Si, yo... —ella se esforzó por hablar entre suspiros de placer—. Creí… que iba a dolerme.
—Esto no. —Una sonrisa apareció en su boca—. Más tarde, sin embargo, puede que tengas algún motivo para quejarte. —Una gota de sudor resbaló por su cara cuando él sintió las pulsaciones de su cuerpo alrededor de sus dedos.
—No sé si podré ser delicado —le dijo de repente—. Te he deseado demasiado tiempo.
—Confío en ti —susurró ella.
Nicholas negó con la cabeza, sacando sus dedos fuera de ella.
—Te equivocas, estás en la cama con el último hombre en el mundo en que deberías confiar, y estás a punto de cometer el error más grande de toda tu vida.
—¿Esta es tu idea de una seducción?
—Pensé que debería advertirte por última vez. Ahora estas perdida.
—Oh, bien —_______ se movió para ayudarle mientras él le quitaba las calzas y las medias.
Abrió mucho los ojos cuando el empezó a desabrocharse los pantalones. A pesar de su inocencia, se inclinó para ayudarle, curiosa. Sus labios temblaron cuando él sintió el tacto de su pequeña mano deslizándose dentro de sus pantalones. Ella acarició su miembro con cuidado, aprendiendo su longitud y su dureza, absorta por el modo en que su cuerpo temblaba.
—¿Cómo debo tocarte? —le preguntó con un susurró.
Nicholas movió la cabeza con una sonrisa insegura.
—_______… mejor no vuelvas a tocarme así.
—¿Lo he hecho mal? —le preguntó con preocupación.
—No, no —la atrajo hacia él, depositando besos por su mejilla, su oreja y su pelo—, lo haces demasiado bien.
La tumbó de nuevo sobre las almohadas y recorrió suavemente con las manos todo su cuerpo. Él se libró de los pantalones y colocó su cuerpo sobre el suyo. _______ tembló por el contacto con su piel, su suavidad, su calor. Sentía una oleada de sensaciones a la vez, todo era demasiado excitante, la caliente humedad de su boca, las caricias de sus dedos, el vello de su pecho sobre sus senos, su abdomen...
Nicholas trazó un círculo con la lengua alrededor de su ombligo enviando llamas de fuego a través de sus venas. Confundida, fue consciente del lugar al que se acercaba, y se movió inquieta debajo de él.
No pareciendo darse cuenta del lugar donde la besaba, Nicholas continuó, deslizando los labios más abajo hasta que _______ dio un gritito agudo y le empujó apartándole la cabeza.
—¿Qué te ocurre? —preguntó, apoyándose en los codos.
Intensamente ruborizada, _______ apenas podía hablar.
—Estas demasiado cerca de mi… bueno, tu... sin querer…
Su voz se quebró, y la comprensión amaneció en los ojos de Nicholas. Rápidamente él agacho la cabeza para ocultar su expresión, y los hombros le temblaron ligeramente. Él contestó muy despacio todavía sin mirarla.
—No ha sido sin querer. Esa era mi intención.
_______ se quedó atónita.
—Pero ibas a besarme en... —ella se interrumpió cuando su mirada encontró la de él, la risa bailaba en sus ojos azules.
No estaba avergonzado... se estaba riendo
—¿Porqué te escandalizas? —le preguntó él—. Creí que habías leído mucho.
—Bueno..., nadie escribiría sobre algo así.
Él se encogió de hombros, sus ojos brillaban risueños.
—Eres toda una autoridad literaria.
—Te burlas de mí —dijo ella.
—Solo un poquito —susurró, y besó su abdomen otra vez sujetándole las piernas con las manos.
Ella empezó a parlotear nerviosa cuando sintió su boca rondando por su ingle.
—En algunas de las novelas que he leído, se mencionaban algunas cosas, por supuesto… —ella inspiró con fuerza cuando el mordisqueó la piel interna de su muslo—… Pero… supongo que estaban escritos con tanta ambigüedad que no en-entendí bien… oh, por favor, creo que no deberías hacer eso…
—¿Qué no haga que?... ¿te refieres a... esto?
—Definitivamente me refiero a eso —ella se retorció para librarse de él.
Pero sus manos estaban aferradas a sus muslos, manteniéndolos abiertos mientras hacía travesuras con la lengua. Ella empezó a temblar cuando el encontró el botón sensible que había tocado antes. Su boca era suave, cálida y exigente, su lengua la poseyó, succionando hasta que un torrente de excitación empezó a inundarla, y cuando ella le rogó que se detuviera él la atormentó un poco más, lamiendo, indagando más y más profundamente, hasta que el placer explotó en su interior y ella gritó sorprendida.
Después de un largo momento Nicholas se irguió para mirarla. _______ lo abrazó con fuerza poniendo los brazos y las piernas alrededor de él. Él se acomodó entre sus piernas abiertas, temblando por el esfuerzo que le suponía ser considerado. Empezó a penetrarla abriéndose paso dentro de ella. Nicholas murmuraba palabras de amor contra su cuello, tratando de calmarla al mismo tiempo que empujaba un poco mas, tomándola, poseyéndola.
Cuando estaban completamente unidos él se mantuvo quieto dentro de ella, esperando a que su cuerpo se adaptara para no causarle más dolor. Lo sentía tan duro dentro de ella, que se sintió poseída, invadida, completamente indefensa y al mismo tiempo… sintió que él le pertenecía, que era suyo por completo. _______ sabía que había poseído su mente y su corazón del mismo modo que él había poseído su cuerpo. Queriendo darle el mismo placer que él le había dado, arqueó las caderas sensualmente.
—_______… no, no te muevas.
Ella repitió el movimiento otra vez, y otra vez, esforzándose por estar más cerca de él. Él gimió y comenzó a moverse con un ritmo sutil. La besó con fuerza, y se estremeció por la intensidad de su clímax.
Durante unos minutos, solo se oyó el sonido de sus respiraciones, mientras Nicholas descansaba la cabeza contra su pecho. Él salió de ella con cuidado y la silenció con sus labios cuando ella protestó.
—Déjame cuidar de ti.
_______ no comprendió lo que él quiso decir, pero sentía tal languidez que cerró los ojos cuando él dejó la cama. Él regresó al instante con un paño húmedo, limpió con cuidado el sudor que cubría su cuerpo y la carne irritada entre sus muslos.
Cuando él se tumbó a su lado, ella se acurrucó contra él, suspirando de placer cuando él los cubrió a ambos con las sabanas. Ella apoyó la mejilla contra su pecho y pudo oír el latido firme de su corazón.
Daisy pensó que debería sentirse avergonzada, por encerrarse con el en su dormitorio y seducirle. Pero en lugar de eso se sentía triunfante. Y extrañamente satisfecha como si hubieran compartido una intimidad que fuera más allá de la intimidad física.
_______ quiso preguntarle miles de cosas, saberlo todo sobre él, nunca había tenido tal curiosidad por otra persona. Pero quizás debería tener un poco de paciencia hasta que ambos se adaptaran a las nuevas circunstancias.
Cuando el calor de sus cuerpos se mezcló debajo de la ropa de cama, _______ sintió que la vencía el sueño. Nunca había sospechado qué fuera tan agradable yacer en los brazos de un hombre, respirar su olor, sentir como la rodeaba su fuerza.
—No te quedes dormida —la avisó—. Tenemos que salir de aquí.
—No estoy durmiendo. Sólo… —dijo en medio de un bostezo— …descansando los ojos.
—Sólo un minuto. —Su mano le acarició el pelo y bajó por su espalda con una caricia. Eso fue todo lo que ella necesito para dejarse arrastrar por un olvido dulce y profundo.
_______ se despertó al escuchar el repiqueteo de la lluvia golpeando el techo, y una suave brisa que entraba por la ventana abierta. El inestable clima de Hampshire había decidido enfriar la tarde con un aguacero, de esos que normalmente no duran más de media hora y dejan la tierra esponjosa y fragante.
Parpadeando, _______ miró el entorno desconocido en el que se encontraba, el dormitorio de un hombre… se percató del musculoso cuerpo masculino a su espalda, que respiraba contra su pelo. Ella se tensó por la sorpresa pero se quedó muy quieta, preguntándose si Nicholas estaría despierto. Su respiración no cambió. Pero deslizó un brazo hacia su cuerpo, rodeándole la cintura.
Con cariño, la atrajo hacia él, y juntos observaron la lluvia en silencio. _______ intentó recordar si alguna vez en su vida se había sentido tan segura y feliz. No, decidió. Nada podía compararse a esto.
Sintiendo su sonrisa, Nicholas murmuró.
—Te gusta la lluvia...
— Sí. —Ella le acarició una pierna con los dedos del pie, asombrada por la dureza de su pantorrilla—. Algunas cosas son mejores cuando llueve. Por ejemplo leer, o dormir…, o esto.
—¿Estar en la cama conmigo? —dijo con diversión.
_______ asintió.
—Es como si fuéramos las únicas dos personas en el mundo.
Él dejo vagar su mano por la línea de su clavícula, y por su cuello.
—¿Te hice daño _______? —le susurró al oído.
—Bueno, fue bastante incómodo cuando tú… —ella se detuvo y se sonrojó—. Pero lo esperaba. Mis amigas me dijeron que mejora después de la primera vez.
Las yemas de sus dedos dibujaron el contorno de su oreja, y la curva acalorada de su mejilla.
—Me esmeraré para que así sea —dijo él con voz risueña.
—¿Te arrepientes de lo que ha pasado? —Cerró la mano con fuerza mientras esperaba tensa su respuesta.
—Cielos, no. —Él acercó su pequeño puño hasta su boca y lo abrió con un beso, luego colocó la palma sobre su mejilla—. Esto es lo que yo he querido toda mi vida Y lo único que sabía que nunca podría tener. Estoy sorprendido. Horrorizado incluso. Pero nunca estaré arrepentido.
_______ se dio la vuelta y se acurrucó contra él, con uno de sus muslos entre los de ella.
La lluvia golpeaba enérgicamente la casa, algunas gotas se colaron por la ventana. Considerando la idea de levantarse de la cama, _______ se estremeció de disgusto, y Nicholas subió las sabanas sobre su hombro desnudo.
—¿_______ —le preguntó— ¿dónde está la maldita llave?
—La metí en el bolsillo de tu chaqueta —le explicó ella— ¿No lo viste? ¿No?… Bueno, supongo que estabas distraído en ese momento. —Ella deslizó la mano por su pecho, deteniéndose en un pezón—. Probablemente sigas enfadado conmigo por encerrarnos en la habitación.
—Estoy enfurecido —estuvo de acuerdo él—. Pero quiero que lo hagas todas las noches después de que estamos casados.
—¿Vamos a casarnos? —exclamó _______, levantando la cabeza.
Su mirada era cálida, pero no hubo ningún indicio de alegría en su voz.
—Sí, vamos a casarnos. Aunque probablemente me odiarás por ello algún día.
—Por qué iba yo a... oh —_______ recordó lo que él le había contado, la posibilidad de que su pasado lo persiguiera algún día—. Nunca podría odiarte —afirmó ella—. Y no me dan miedo tus secretos, Nicholas. Sea lo que sea, lo afrontaré contigo Aunque deberías saber que encuentro exasperante que hagas comentarios como ese y no quieras darme una explicación.
Nicholas empezó a reírse.
—Esa es sólo una de las muchas cosas que encuentras exasperantes en mí.
—Cierto. —Ella se colocó encima de él y acarició con la nariz su pecho como un gatito curioso—. Pero me gusta mucho más un hombre exasperante que un hombre cortés.
Dos hendiduras aparecieron en su frente bronceada.
—¿Como lord Llandrindon?
— Sí, él es mucho más agradable que tu. —Experimentalmente _______ puso la boca sobre uno de sus pezones y lo tocó con su lengua—. ¿Sientes lo mismo que yo cuando te hago esto?
—No. Aunque aprecio el esfuerzo. —Él cogió su cara con las dos manos—. ¿Llandrindon te besó?
Ella asintió con la cabeza entre sus manos.
—Sólo una vez.
Los celos tiñeron su voz.
—¿Te gustó?
—Quería que me gustara. Lo intenté. —Ella cerró los ojos y restregó una mejilla por la palma de su mano—. Pero no era en absoluto como tus besos.
—_______ —susurró el, y cambió de posición hasta que la tuvo debajo de él otra vez—. Nunca creí que esto pudiera ocurrir. —Sus dedos acariciaron los delicados ángulos de su cara, la curva sonriente de sus labios—. Pero ahora me parece imposible que haya sido capaz de resistirme a ti tanto tiempo.
Sus sentidos se alteraron por las caricias de sus dedos.
—¿Nicholas… qué ocurrirá ahora? ¿Hablaras con mi padre?
—Todavía no. En interés de conservar el decoro, voy a esperar hasta que regrese de Bristol. Para entonces la mayor parte de los invitados se habrán marchado, y tu familia podrá manejar esta situación en privado.
—Mi padre se sentirá feliz. Pero mi madre tendrá un ataque de rabia. Y Lillian…
—Estallará —dijo el.
—Mis hermanos no te tienen mucho afecto tampoco —dijo _______ con un suspiro.
—¿De veras? —exclamó él con fingida sorpresa.
_______ miró con preocupación su rostro bronceado.
—¿Qué pasará si cambias de idea? ¿Qué pasará si regresas y me dices que estabas equivocado, que no quieres casarse conmigo, y…
—No —repuso Nicholas acariciando los rizos desordenados de su pelo—. No hay vuelta atrás. Te he robado la inocencia. No voy a eludir mi responsabilidad.
_______ frunció el ceño, disgustada por sus palabras.
—¿Qué te pasa? —preguntó él.
—El modo en que hablas… tu responsabilidad… como si tuvieras que enmendar algún terrible error. No es precisamente romántico, especialmente en estas circunstancias.
—Oh. —Nicholas sonrió repentinamente—. No soy un hombre romántico, cariño. Creo que ya lo sabías. —Agachó la cabeza y la besó en el cuello, y le mordisqueó la oreja—. Pero soy responsable de ti ahora. —Él descendió hasta su hombro—. De tu seguridad… tu bienestar… tu placer… y yo me tomo mis responsabilidades muy en serio…
Él besó sus pechos, dibujando los pezones con el calor de su boca. Su mano se abrió paso entre sus muslos y jugó con la hendidura que había entre ellos.
Un gemido de placer escapó de su garganta, y él sonrió.
—Me gustan los ruidos que haces —exclamó él—. Como jadeas cuando hago esto… y esto… y como gritas cuando estoy dentro de ti…
Con el rostro ardiendo ella intentó guardar silencio, pero él consiguió arrancarle otro gemido indefenso.
—¿Nicholas? —enroscó los dedos de los pies cuando él se deslizó más abajo, haciéndole cosquillas en el ombligo con la lengua.
Su voz sonó amortiguada por las sabanas que cubrían su cabeza.
—¿Qué, charlatana?
—¿Vas a hacer... —se detuvo con una exclamación cuando él le separó las rodillas—, lo que hiciste antes?
—Eso parece.
—Pero si ya habíamos terminado... —La razón por la que él querría hacer el amor con ella dos veces seguidas, de pronto ya no fue importante, porque lo sintió investigando la piel sensible de su ingle y la parte interna de sus muslos. Se sintió arrullada por los movimientos suaves… perezosos de su lengua… mordisqueando, jugueteando con su carne… bajando más hasta que él encontró aquella cumbre minúscula que la hizo sollozar y gemir...
Él la martirizaba con una delicadeza enloquecedora, parando, para luego continuar describiendo círculos rápidos… hasta que ella sujetó con las manos su cabeza y la sostuvo allí, entre sus muslos, arqueándose y temblando por el placer.
Él la elevó hasta una altura insoportable de placer, por encima de la tormenta, por encima del cielo… y cuando ella volvió en sí, estaba en sus brazos, mientras el sonido apacible de la lluvia primaveral calmaba los intensos latidos de su corazón.
_______ esperó su próximo movimiento pacientemente.
Él le dio la espalda, con el cuerpo en tensión, las costuras de su chaqueta se ceñían sobre su poderosa musculatura. Tenía los puños apretados luchando por controlarse. Hizo una temblorosa inspiración, y luego otra.
—Quítate el vestido —dijo con voz ronca, como si acabara de despertarse de un sueño profundo.
Tratando de no irritarlo mas de lo necesario, _______ le contestó apaciblemente.
—No puedo hacerlo sola. Los botones están en la espalda.
Nicholas murmuró algo entre dientes. Después de un largo silencio se dio la vuelta para mirarla. Su mandíbula parecía esculpida en hierro.
—No voy a caer en esto tan fácilmente. Puedo resistirme a ti, _______. Tengo muchos años de práctica. Date la vuelta.
_______ obedeció e inclinó la cabeza hacia adelante, podía sentir su mirada fija sobre la fila interminable de botones de perlas.
—¿Cómo consigues desvestirte? —masculló el—. Nunca he visto tal cantidad de botones en una prenda.
—Está de moda.
—Es ridículo.
—Puedes enviar una carta de protesta al libro para damas Godey’s —le sugirió ella.
Con un bufido desdeñoso, Nicholas se dispuso a soltar el primer botón. Intentó desabrocharlo evitando cualquier contacto con su piel.
—Es más fácil si deslizas los dedos debajo del ojal —le dijo _______—. Y luego sacas el botón a través de...
—Estate quieta —gruñó el.
Ella cerró la boca.
Nicholas luchó con los botones otro minuto mas, finalmente con un gruñido de impaciencia siguió su consejo, deslizando los dedos entre el vestido y su piel. Cuando ella sintió sus nudillos rozarle la piel, un escalofrío le recorrió la espalda.
La tarea resultó ser espantosamente lenta. _______ podía sentirlo forcejear con los mismos botones una y otra vez.
—¿Puedo sentarme por favor? —preguntó suavemente—. Estoy cansada de estar de pie.
—No hay ningún sitio donde sentarse.
—Sí lo hay. —Alejándose de él, _______ fue hasta la cama de cuatro postes e intentó subirse encima. Desafortunadamente la cama era muy alta, un antiguo modelo Sheraton construida para evitar los rigores del invierno y poder colocar un brasero debajo. El borde del colchón quedaba a la altura de sus pechos. Dándose impulso, ella intentó subir las caderas a la cama.
Pero la gravedad la derrotó.
—Normalmente —dijo _______, luchando y retorciéndose con los pies colgando— colocan un escalón... —ella cerró las manos sobre la colcha, agarrando la tela— para camas así de altas. —Esforzándose por subir una rodilla sobre el borde del colchón, ella comentó—: Cielos… si alguien se cayera de esta cama en plena noche… sería fatal.
Sintió las manos de Nicholas alrededor de su cintura.
—La cama no es tan alta —contestó el. Levantándola como si fuera una niña, la subió sobre el colchón—. Es que eres muy bajita.
—No soy bajita. Solo estoy... verticalmente desfavorecida.
—Está bien. Ponte derecha —Nicholas se subió a la cama, su peso oprimió el colchón detrás de ella y sus manos regresaron a la parte posterior de su vestido.
Sentir el leve temblor de sus dedos contra su piel, le dio valor a _______ para comentar:
—Nunca me han gustado los hombres altos. Pero tú me haces sentir...
—Si no te callas —la interrumpió de manera concisa— voy a estrangularte.
_______ guardó silencio, podía oír el ritmo de su respiración que ahora era más profunda, menos controlada, sin embargo sus dedos empezaron a trabajar con más seguridad desabrochando el vestido, por fin soltó el último botón de la hilera y el vestido se abrió, las mangas resbalaron por sus hombros.
—¿Dónde está? —preguntó él.
—¿La llave?
—Sí, _______, la llave —contestó, con un tono de voz funesto.
—Se ha metido dentro del corsé. Lo que significa… que tendré que quitármelo también.
El no reaccionó ante esa declaración, no emitió ningún sonido, ni se movió. _______ se dio la vuelta para mirarle.
Él parecía aturdido. Sus ojos parecían extremadamente azules en contraste con su rostro congestionado. Se percató de que él libraba una salvaje batalla interior para no tocarla.
Mortificada por la vergüenza, _______ sacó los brazos de las mangas. Deslizó el vestido hasta sus caderas y librándose de todas las capas de tela blanca y encajes, las dejó caer al suelo en un montón.
Nicholas clavó los ojos en el vestido como si fuera alguna clase de animal exótico que nunca había visto antes. Lentamente sus ojos regresaron hasta _______, y un sonido estrangulado surgió de su garganta cuando ella empezó a desabrocharse el corsé.
Ella se sintió tímidamente perversa, desvistiéndose delante de él. Pero la animó a continuar el hecho de que el parecía incapaz de apartar los ojos de cada pulgada expuesta de su piel. Cuando soltó el último gancho de metal, ella desató los cordones del corsé y lo dejó caer junto al vestido. Todo lo que cubría sus pechos era una fina camisola arrugada.
La llave se deslizó hasta su regazo. Cerrando los dedos alrededor del objeto de metal, _______ le miró a los ojos con cautela.
Nicholas cerró los ojos, su frente dibujada con profundos surcos a causa de la concentración.
—Esto no va a ocurrir —dijo para sí mismo, más que para ella.
_______ se inclinó hacia delante y depositó la llave en el bolsillo de su chaqueta. Agarrando el dobladillo de la camisola, se lo sacó por la cabeza. Un hormigueo recorrió todo su cuerpo. Estaba tan nerviosa que le castañeaban los dientes.
—Me he quitado la camisola —le dijo—. ¿No quieres mirar?
—No.
Pero abrió los ojos, y su mirada encontró sus pechos pequeños, con pezones rosados que destacaban sobre su piel blanca. Nicholas dejó escapar el aire con un siseó a través de sus dientes apretados. Se quedó muy quieto, mirándola fijamente cuando ella empezó a soltarle la corbata y a desabrocharle los botones del chaleco y la camisa. _______ se sonrojó de la cabeza a los pies, pero continuó tenazmente, levantándose sobre las rodillas para deslizar la chaqueta por sus hombros.
Él se movió como si estuviera soñando, muy despacio saco los brazos de las mangas de la chaqueta y la dejó caer junto con el chaleco.
Nerviosa, _______ empujó su camisa abierta con determinación, deslizando la mirada por su pecho y su abdomen. Su piel brillaba como el satén, se tensaba sobre la amplia extensión de sus músculos. Ella tocó el relieve de sus costillas, arrastrando las yemas de los dedos a través de su vientre.
Repentinamente Nicholas agarró su mano, la sostuvo indeciso, sin saber si apartarla o apretarla más contra él.
Sus dedos se cerraron sobre los de ella. Ella clavó la mirada en sus ojos azules atormentados.
—Nicholas —susurró—. Estoy aquí. Soy tuya. Quiero hacer todo lo que siempre has deseado hacer conmigo.
Él dejó de respirar. Su voluntad se fue a pique, se derrumbó, y de pronto nada tuvo importancia excepto las demandas de un deseo que había sido reprimido demasiado tiempo. Con un áspero gemido de rendición, él la levantó y la sentó a horcajadas sobre su regazo. El calor de su piel traspasó la fina tela de sus calzas, y _______ jadeó cuando la hendidura suave de su cuerpo acunó una dureza desconocida para ella.
Nicholas tomó su boca, mientras sus manos se deslizaban inquietas por todo su cuerpo. Cuando sus dedos alcanzaron la curva de uno de sus pechos, su sangre corrió frenética por sus venas y se sintió listo y a punto de explotar. Ella tiró nerviosamente de su camisa, intentando deslizar las manos por debajo, intentando arrancarla de su cuerpo.
Tumbándola sobre la cama, Nicholas se detuvo para quitarse la camisa, dejando al descubierto los magníficos contornos de su pecho y sus hombros. Él bajó su cuerpo hasta el de ella, y gimió por el tacto con su piel desnuda. _______ se sintió inundada por su olor, la esencia limpia de su piel viril. Él poseyó su boca con besos extremadamente sensuales, sus manos recorrieron con ternura su cuerpo medio desnudo. Su pulgar describió un círculo perezoso sobre su pezón, poniéndolo duro y más oscuro, hasta que ella se arqueó con una suplica silenciosa.
Comprendiendo lo que deseaba, él se inclinó y tomó un pezón con su boca, succionándolo suavemente, acariciándolo con la lengua. _______ gimió y tembló en sus brazos. Sus sentidos enviaron una corriente de placer por todo su cuerpo cuando él le dedicó atención a su otro pecho, besando el pezón, su lengua enviaba olas de calor sobre su piel.
—¿Sabes lo que quiero de ti? —le oyó preguntar con voz ronca—. ¿Sabes lo que va a ocurrir si no nos detenemos?
—Sí.
Nicholas levantó la cabeza y la miró extrañado.
—No soy tan inocente como piensas —le dijo _______ muy seria—. He leído mucho.
Él giró la cara, y ella tuvo la impresión de que escondía una sonrisa. Al mirarla de nuevo sus ojos transmitieron una ternura desgarradora.
—_______ Bowman —dijo con dificultad—. Vendería mi alma a cambio de una hora contigo.
—¿Ese es el tiempo que dura esto? ¿Una hora?
El respondió con pesar.
—Cariño, en este momento sería un milagro si durase más de un minuto.
Ella enroscó los brazos alrededor de su cuello.
—Tienes que hacer el amor conmigo —le dijo—. Porque si no lo haces, nunca dejaré de reprochártelo.
Nicholas acunó su cuerpo contra el suyo, y la besó en la frente, guardó silencio por tanto tiempo que ella temió que fuera a rechazarla. Pero entonces su mano bajó lentamente por su cuerpo, y su corazón dio un salto de excitación. Él envolvió las cintas de sus calzas con los dedos y tiró de ellas para aflojarlas.
La piel de su ombligo se tensó cuando ella aguantó la respiración, asaltada por la vergüenza cuando su mano resbaló debajo de la fina tela. Jugó con sus tiernos pliegues, rozando, frotando con suavidad. Con la yema de un dedo le acarició un lugar tan sensible que ella dio un brinco por la sorpresa. Mirando fijamente su cara ruborizada, Matthew abrió con ternura los labios de su pubis.
El dibujó con su boca un reguero ardiente de besos desde su cuello hasta su pezón, mientras que al mismo tiempo sus dedos indagaban en su intimidad. Cuando él la tocó más profundamente, ella sintió una humedad desconcertante en ese lugar secreto. Ella no había esperado algo así, lo que hizo que se preguntara si estaba tan bien informada como creía.
Consternada, ella comenzó a decir algo pero guardó silencio de golpe cuanto sintió como introducía un dedo dentro de ella. Eso no era lo que ella había imaginado, de ninguna manera.
Nicholas levantó la cabeza de sus pechos, sus ojos estaban llenos de un lánguido calor. Observó su rostro mientras hundía sus dedos más profundamente en el interior de su cuerpo, sondeando con un suave masaje que la llevó a una altura insoportable de placer. Ella se arqueó emitiendo un gemido sensual, respondiendo a sus besos con un fervor incontrolado.
—¿Te gusta que te haga esto? —le susurró
—Si, yo... —ella se esforzó por hablar entre suspiros de placer—. Creí… que iba a dolerme.
—Esto no. —Una sonrisa apareció en su boca—. Más tarde, sin embargo, puede que tengas algún motivo para quejarte. —Una gota de sudor resbaló por su cara cuando él sintió las pulsaciones de su cuerpo alrededor de sus dedos.
—No sé si podré ser delicado —le dijo de repente—. Te he deseado demasiado tiempo.
—Confío en ti —susurró ella.
Nicholas negó con la cabeza, sacando sus dedos fuera de ella.
—Te equivocas, estás en la cama con el último hombre en el mundo en que deberías confiar, y estás a punto de cometer el error más grande de toda tu vida.
—¿Esta es tu idea de una seducción?
—Pensé que debería advertirte por última vez. Ahora estas perdida.
—Oh, bien —_______ se movió para ayudarle mientras él le quitaba las calzas y las medias.
Abrió mucho los ojos cuando el empezó a desabrocharse los pantalones. A pesar de su inocencia, se inclinó para ayudarle, curiosa. Sus labios temblaron cuando él sintió el tacto de su pequeña mano deslizándose dentro de sus pantalones. Ella acarició su miembro con cuidado, aprendiendo su longitud y su dureza, absorta por el modo en que su cuerpo temblaba.
—¿Cómo debo tocarte? —le preguntó con un susurró.
Nicholas movió la cabeza con una sonrisa insegura.
—_______… mejor no vuelvas a tocarme así.
—¿Lo he hecho mal? —le preguntó con preocupación.
—No, no —la atrajo hacia él, depositando besos por su mejilla, su oreja y su pelo—, lo haces demasiado bien.
La tumbó de nuevo sobre las almohadas y recorrió suavemente con las manos todo su cuerpo. Él se libró de los pantalones y colocó su cuerpo sobre el suyo. _______ tembló por el contacto con su piel, su suavidad, su calor. Sentía una oleada de sensaciones a la vez, todo era demasiado excitante, la caliente humedad de su boca, las caricias de sus dedos, el vello de su pecho sobre sus senos, su abdomen...
Nicholas trazó un círculo con la lengua alrededor de su ombligo enviando llamas de fuego a través de sus venas. Confundida, fue consciente del lugar al que se acercaba, y se movió inquieta debajo de él.
No pareciendo darse cuenta del lugar donde la besaba, Nicholas continuó, deslizando los labios más abajo hasta que _______ dio un gritito agudo y le empujó apartándole la cabeza.
—¿Qué te ocurre? —preguntó, apoyándose en los codos.
Intensamente ruborizada, _______ apenas podía hablar.
—Estas demasiado cerca de mi… bueno, tu... sin querer…
Su voz se quebró, y la comprensión amaneció en los ojos de Nicholas. Rápidamente él agacho la cabeza para ocultar su expresión, y los hombros le temblaron ligeramente. Él contestó muy despacio todavía sin mirarla.
—No ha sido sin querer. Esa era mi intención.
_______ se quedó atónita.
—Pero ibas a besarme en... —ella se interrumpió cuando su mirada encontró la de él, la risa bailaba en sus ojos azules.
No estaba avergonzado... se estaba riendo
—¿Porqué te escandalizas? —le preguntó él—. Creí que habías leído mucho.
—Bueno..., nadie escribiría sobre algo así.
Él se encogió de hombros, sus ojos brillaban risueños.
—Eres toda una autoridad literaria.
—Te burlas de mí —dijo ella.
—Solo un poquito —susurró, y besó su abdomen otra vez sujetándole las piernas con las manos.
Ella empezó a parlotear nerviosa cuando sintió su boca rondando por su ingle.
—En algunas de las novelas que he leído, se mencionaban algunas cosas, por supuesto… —ella inspiró con fuerza cuando el mordisqueó la piel interna de su muslo—… Pero… supongo que estaban escritos con tanta ambigüedad que no en-entendí bien… oh, por favor, creo que no deberías hacer eso…
—¿Qué no haga que?... ¿te refieres a... esto?
—Definitivamente me refiero a eso —ella se retorció para librarse de él.
Pero sus manos estaban aferradas a sus muslos, manteniéndolos abiertos mientras hacía travesuras con la lengua. Ella empezó a temblar cuando el encontró el botón sensible que había tocado antes. Su boca era suave, cálida y exigente, su lengua la poseyó, succionando hasta que un torrente de excitación empezó a inundarla, y cuando ella le rogó que se detuviera él la atormentó un poco más, lamiendo, indagando más y más profundamente, hasta que el placer explotó en su interior y ella gritó sorprendida.
Después de un largo momento Nicholas se irguió para mirarla. _______ lo abrazó con fuerza poniendo los brazos y las piernas alrededor de él. Él se acomodó entre sus piernas abiertas, temblando por el esfuerzo que le suponía ser considerado. Empezó a penetrarla abriéndose paso dentro de ella. Nicholas murmuraba palabras de amor contra su cuello, tratando de calmarla al mismo tiempo que empujaba un poco mas, tomándola, poseyéndola.
Cuando estaban completamente unidos él se mantuvo quieto dentro de ella, esperando a que su cuerpo se adaptara para no causarle más dolor. Lo sentía tan duro dentro de ella, que se sintió poseída, invadida, completamente indefensa y al mismo tiempo… sintió que él le pertenecía, que era suyo por completo. _______ sabía que había poseído su mente y su corazón del mismo modo que él había poseído su cuerpo. Queriendo darle el mismo placer que él le había dado, arqueó las caderas sensualmente.
—_______… no, no te muevas.
Ella repitió el movimiento otra vez, y otra vez, esforzándose por estar más cerca de él. Él gimió y comenzó a moverse con un ritmo sutil. La besó con fuerza, y se estremeció por la intensidad de su clímax.
Durante unos minutos, solo se oyó el sonido de sus respiraciones, mientras Nicholas descansaba la cabeza contra su pecho. Él salió de ella con cuidado y la silenció con sus labios cuando ella protestó.
—Déjame cuidar de ti.
_______ no comprendió lo que él quiso decir, pero sentía tal languidez que cerró los ojos cuando él dejó la cama. Él regresó al instante con un paño húmedo, limpió con cuidado el sudor que cubría su cuerpo y la carne irritada entre sus muslos.
Cuando él se tumbó a su lado, ella se acurrucó contra él, suspirando de placer cuando él los cubrió a ambos con las sabanas. Ella apoyó la mejilla contra su pecho y pudo oír el latido firme de su corazón.
Daisy pensó que debería sentirse avergonzada, por encerrarse con el en su dormitorio y seducirle. Pero en lugar de eso se sentía triunfante. Y extrañamente satisfecha como si hubieran compartido una intimidad que fuera más allá de la intimidad física.
_______ quiso preguntarle miles de cosas, saberlo todo sobre él, nunca había tenido tal curiosidad por otra persona. Pero quizás debería tener un poco de paciencia hasta que ambos se adaptaran a las nuevas circunstancias.
Cuando el calor de sus cuerpos se mezcló debajo de la ropa de cama, _______ sintió que la vencía el sueño. Nunca había sospechado qué fuera tan agradable yacer en los brazos de un hombre, respirar su olor, sentir como la rodeaba su fuerza.
—No te quedes dormida —la avisó—. Tenemos que salir de aquí.
—No estoy durmiendo. Sólo… —dijo en medio de un bostezo— …descansando los ojos.
—Sólo un minuto. —Su mano le acarició el pelo y bajó por su espalda con una caricia. Eso fue todo lo que ella necesito para dejarse arrastrar por un olvido dulce y profundo.
_______ se despertó al escuchar el repiqueteo de la lluvia golpeando el techo, y una suave brisa que entraba por la ventana abierta. El inestable clima de Hampshire había decidido enfriar la tarde con un aguacero, de esos que normalmente no duran más de media hora y dejan la tierra esponjosa y fragante.
Parpadeando, _______ miró el entorno desconocido en el que se encontraba, el dormitorio de un hombre… se percató del musculoso cuerpo masculino a su espalda, que respiraba contra su pelo. Ella se tensó por la sorpresa pero se quedó muy quieta, preguntándose si Nicholas estaría despierto. Su respiración no cambió. Pero deslizó un brazo hacia su cuerpo, rodeándole la cintura.
Con cariño, la atrajo hacia él, y juntos observaron la lluvia en silencio. _______ intentó recordar si alguna vez en su vida se había sentido tan segura y feliz. No, decidió. Nada podía compararse a esto.
Sintiendo su sonrisa, Nicholas murmuró.
—Te gusta la lluvia...
— Sí. —Ella le acarició una pierna con los dedos del pie, asombrada por la dureza de su pantorrilla—. Algunas cosas son mejores cuando llueve. Por ejemplo leer, o dormir…, o esto.
—¿Estar en la cama conmigo? —dijo con diversión.
_______ asintió.
—Es como si fuéramos las únicas dos personas en el mundo.
Él dejo vagar su mano por la línea de su clavícula, y por su cuello.
—¿Te hice daño _______? —le susurró al oído.
—Bueno, fue bastante incómodo cuando tú… —ella se detuvo y se sonrojó—. Pero lo esperaba. Mis amigas me dijeron que mejora después de la primera vez.
Las yemas de sus dedos dibujaron el contorno de su oreja, y la curva acalorada de su mejilla.
—Me esmeraré para que así sea —dijo él con voz risueña.
—¿Te arrepientes de lo que ha pasado? —Cerró la mano con fuerza mientras esperaba tensa su respuesta.
—Cielos, no. —Él acercó su pequeño puño hasta su boca y lo abrió con un beso, luego colocó la palma sobre su mejilla—. Esto es lo que yo he querido toda mi vida Y lo único que sabía que nunca podría tener. Estoy sorprendido. Horrorizado incluso. Pero nunca estaré arrepentido.
_______ se dio la vuelta y se acurrucó contra él, con uno de sus muslos entre los de ella.
La lluvia golpeaba enérgicamente la casa, algunas gotas se colaron por la ventana. Considerando la idea de levantarse de la cama, _______ se estremeció de disgusto, y Nicholas subió las sabanas sobre su hombro desnudo.
—¿_______ —le preguntó— ¿dónde está la maldita llave?
—La metí en el bolsillo de tu chaqueta —le explicó ella— ¿No lo viste? ¿No?… Bueno, supongo que estabas distraído en ese momento. —Ella deslizó la mano por su pecho, deteniéndose en un pezón—. Probablemente sigas enfadado conmigo por encerrarnos en la habitación.
—Estoy enfurecido —estuvo de acuerdo él—. Pero quiero que lo hagas todas las noches después de que estamos casados.
—¿Vamos a casarnos? —exclamó _______, levantando la cabeza.
Su mirada era cálida, pero no hubo ningún indicio de alegría en su voz.
—Sí, vamos a casarnos. Aunque probablemente me odiarás por ello algún día.
—Por qué iba yo a... oh —_______ recordó lo que él le había contado, la posibilidad de que su pasado lo persiguiera algún día—. Nunca podría odiarte —afirmó ella—. Y no me dan miedo tus secretos, Nicholas. Sea lo que sea, lo afrontaré contigo Aunque deberías saber que encuentro exasperante que hagas comentarios como ese y no quieras darme una explicación.
Nicholas empezó a reírse.
—Esa es sólo una de las muchas cosas que encuentras exasperantes en mí.
—Cierto. —Ella se colocó encima de él y acarició con la nariz su pecho como un gatito curioso—. Pero me gusta mucho más un hombre exasperante que un hombre cortés.
Dos hendiduras aparecieron en su frente bronceada.
—¿Como lord Llandrindon?
— Sí, él es mucho más agradable que tu. —Experimentalmente _______ puso la boca sobre uno de sus pezones y lo tocó con su lengua—. ¿Sientes lo mismo que yo cuando te hago esto?
—No. Aunque aprecio el esfuerzo. —Él cogió su cara con las dos manos—. ¿Llandrindon te besó?
Ella asintió con la cabeza entre sus manos.
—Sólo una vez.
Los celos tiñeron su voz.
—¿Te gustó?
—Quería que me gustara. Lo intenté. —Ella cerró los ojos y restregó una mejilla por la palma de su mano—. Pero no era en absoluto como tus besos.
—_______ —susurró el, y cambió de posición hasta que la tuvo debajo de él otra vez—. Nunca creí que esto pudiera ocurrir. —Sus dedos acariciaron los delicados ángulos de su cara, la curva sonriente de sus labios—. Pero ahora me parece imposible que haya sido capaz de resistirme a ti tanto tiempo.
Sus sentidos se alteraron por las caricias de sus dedos.
—¿Nicholas… qué ocurrirá ahora? ¿Hablaras con mi padre?
—Todavía no. En interés de conservar el decoro, voy a esperar hasta que regrese de Bristol. Para entonces la mayor parte de los invitados se habrán marchado, y tu familia podrá manejar esta situación en privado.
—Mi padre se sentirá feliz. Pero mi madre tendrá un ataque de rabia. Y Lillian…
—Estallará —dijo el.
—Mis hermanos no te tienen mucho afecto tampoco —dijo _______ con un suspiro.
—¿De veras? —exclamó él con fingida sorpresa.
_______ miró con preocupación su rostro bronceado.
—¿Qué pasará si cambias de idea? ¿Qué pasará si regresas y me dices que estabas equivocado, que no quieres casarse conmigo, y…
—No —repuso Nicholas acariciando los rizos desordenados de su pelo—. No hay vuelta atrás. Te he robado la inocencia. No voy a eludir mi responsabilidad.
_______ frunció el ceño, disgustada por sus palabras.
—¿Qué te pasa? —preguntó él.
—El modo en que hablas… tu responsabilidad… como si tuvieras que enmendar algún terrible error. No es precisamente romántico, especialmente en estas circunstancias.
—Oh. —Nicholas sonrió repentinamente—. No soy un hombre romántico, cariño. Creo que ya lo sabías. —Agachó la cabeza y la besó en el cuello, y le mordisqueó la oreja—. Pero soy responsable de ti ahora. —Él descendió hasta su hombro—. De tu seguridad… tu bienestar… tu placer… y yo me tomo mis responsabilidades muy en serio…
Él besó sus pechos, dibujando los pezones con el calor de su boca. Su mano se abrió paso entre sus muslos y jugó con la hendidura que había entre ellos.
Un gemido de placer escapó de su garganta, y él sonrió.
—Me gustan los ruidos que haces —exclamó él—. Como jadeas cuando hago esto… y esto… y como gritas cuando estoy dentro de ti…
Con el rostro ardiendo ella intentó guardar silencio, pero él consiguió arrancarle otro gemido indefenso.
—¿Nicholas? —enroscó los dedos de los pies cuando él se deslizó más abajo, haciéndole cosquillas en el ombligo con la lengua.
Su voz sonó amortiguada por las sabanas que cubrían su cabeza.
—¿Qué, charlatana?
—¿Vas a hacer... —se detuvo con una exclamación cuando él le separó las rodillas—, lo que hiciste antes?
—Eso parece.
—Pero si ya habíamos terminado... —La razón por la que él querría hacer el amor con ella dos veces seguidas, de pronto ya no fue importante, porque lo sintió investigando la piel sensible de su ingle y la parte interna de sus muslos. Se sintió arrullada por los movimientos suaves… perezosos de su lengua… mordisqueando, jugueteando con su carne… bajando más hasta que él encontró aquella cumbre minúscula que la hizo sollozar y gemir...
Él la martirizaba con una delicadeza enloquecedora, parando, para luego continuar describiendo círculos rápidos… hasta que ella sujetó con las manos su cabeza y la sostuvo allí, entre sus muslos, arqueándose y temblando por el placer.
Él la elevó hasta una altura insoportable de placer, por encima de la tormenta, por encima del cielo… y cuando ella volvió en sí, estaba en sus brazos, mientras el sonido apacible de la lluvia primaveral calmaba los intensos latidos de su corazón.
Invitado
Invitado
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
Capítulo 12
Puesto que la mayor parte de los invitados dejaban la mansión por la mañana, la cena de esa noche fue un asunto largo y elaborado. Dos largas mesas llenas de cristalería y porcelana de Sèvres brillaban iluminadas por lámparas de araña y candelabros. Un ejército de lacayos vestidos con libreas de color azul, con adornos dorados, circulaban hábilmente alrededor de los invitados, rellenando las copas de agua o vino con silenciosa precisión.
Era una cena magnífica. Desafortunadamente _______ nunca había estado menos interesada en comer. Era una lástima que no pudiera hacerle justicia a la comida, que consistió en salmón escocés, cocido al vapor y troceado, pierna de venado acompañada de salsa y panecillos, y estofados de verduras elaborados con nata, mantequilla y trufas. Como postre se sirvieron lujosas bandejas de frutas: frambuesas, nectarinas, cerezas, melocotones y piñas, así como también un surtido de pasteles, tartas y Syllabubs.
_______ se obligó a comer, a reír, y a conversar de manera tan natural como le fue posible. Pero no fue fácil. Nicholas estaba sentado a cierta distancia de ella, al otro lado de la mesa, y cada vez que sus miradas se cruzaban, casi se atragantaba.
La conversación fluía a su alrededor, y ella respondía vagamente mientras su mente permanecía fija en el recuerdo de lo que había ocurrido algunas horas antes. Aquellos que la conocían bien, su hermana y sus amigas, parecían notar que no era ella misma. Incluso Westcliff le dirigió algunas miradas especulativas.
_______ estaba acalorada a causa de la mala ventilación de la estancia y la sangre se le arrebolaba en las mejillas. Su cuerpo estaba hipersensible, la ropa interior le irritaba la piel, el corsé le resultaba insoportable y los ligueros se le clavaban alrededor de los muslos. Cada vez que se movía le venían a la mente recuerdos de la tarde con Nicholas; el dolor entre sus piernas, los espasmos y las contracciones nerviosas en lugares inesperados. Sin embargo su cuerpo ansiaba más… volver a sentir las manos de Nicholas, su boca inquieta, su dureza dentro de ella…
Sintiendo el rubor en sus mejillas de nuevo, _______ se aplicó en untar con mantequilla un trozo de pan. Dirigió una mirada hacia Nicholas, quien estaba conversando con la dama sentada a su izquierda.
Sintiendo la mirada de _______, Nicholas miró en su dirección. Por un instante sus ojos azules ardieron y su pecho se movió cuando inhaló profundamente. Tras un momento volvió a mirar a su compañera de mesa, centrando su atención en ella con un interés elogioso que hizo reír nerviosamente a la dama.
_______ acercó un vaso de vino a sus labios y se obligó a prestar atención a la conversación a su derecha… algo acerca de ir de excursión a los distritos del lago y las Tierras Altas Escocesas. Sin embargo, su mente pronto volvió a su situación.
No lamentaba su decisión… pero no era tan ingenua como para creer que todo sería tan fácil de ahora en adelante. Al contrario. No sabía dónde viviría, si Nicholas la llevaría de regreso a Nueva York, y si ella podría aprender a ser feliz lejos de su hermana y sus amigas. Estaba también la incógnita de si ella sería una esposa adecuada para un hombre tan inmerso en el mundo de los negocios como Nicholas, un ambiente en el que ella no sabía si encontraría su lugar. Y por último, la nada insignificante cuestión de qué clase de secretos ocultaba Nicholas.
Pero _______ recordó el tono suave y vibrante de su voz cuando le había dicho, “Tú eres para mi todo lo que una mujer debería ser”.
Nicholas era el único hombre que alguna vez la había querido tal como era. (Exceptuando a Lord Llandrindon, sin duda su enamoramiento había sido algo repentino... y probablemente se desinflaría con la misma rapidez).
Reflexionando sobre todo ello, _______ llegó a la conclusión de que su matrimonio con Nicholas no sería diferente del de Lillian con Westcliff. Como dos personas de voluntad fuerte con personalidades muy diferentes, Lillian y Westcliff discutían a menudo… pero eso no parecía debilitar su matrimonio. Al contrario, parecía reforzar su unión.
Ella consideró los matrimonios de sus amigas … Annabelle y el Señor Hunt tenían una unión en armonía, los dos poseían caracteres similares… Evie y Lord St. Vincent eran dos naturalezas opuestas, pero se necesitaban el uno al otro tanto como la noche necesita el día para existir y viceversa. Era imposible afirmar que alguna de estas parejas fuera mejor que la otra.
Quizás, a pesar de todo lo que había oído sobre el ideal de un matrimonio perfecto, eso no existiera. Quizás cada matrimonio era algo único y especial.
Fue un pensamiento reconfortante, que la llenó de esperanza.
Después de la interminable cena, _______ alegó dolor de cabeza como pretexto para evitar el ritual del té y el chismorreo. Era casi verdad, realmente la combinación de luz, ruido, y tensión emocional le había provocado una palpitación dolorosa en las sienes. Con una sonrisa de aflicción, presentó sus excusas y se dirigió hacia la escalera principal.
Pero al alcanzar el vestíbulo, oyó la voz de su hermana.
—¿_______? Quiero hablar contigo.
_______ conocía a Lillian lo suficiente como para reconocer el tono de su voz. Su hermana mayor era suspicaz, estaba preocupada y quería discutir a fondo el asunto.
_______ estaba agotada.
—Ahora no, por favor —le dijo a su hermana una sonrisa apaciguadora—. ¿Puedes esperar hasta más tarde?
—No.
—Me duele la cabeza.
—A mí también. Pero aún así vamos a hablar.
_______ reprimió su exasperación. Después de toda su paciencia con Lillian, los años de apoyo incondicional y lealtad, no sería demasiado pedir que Lillian la dejara tranquila.
—Me voy a la cama —dijo _______, desafiando a su hermana—. No quiero hablar de nada, especialmente cuando es obvio que no tienes intención de escuchar nada de lo que diga. Buenas noches. —Viendo la mirada afligida en la cara de Lillian, ella añadió más amablemente—. Te quiero. —Se puso de puntillas, le dio un beso en la mejilla, y subió por las escaleras.
Lillian resistió la tentación de seguir a _______. Notó que alguien la tocaba en el codo, y se dio la vuelta, Annabelle y Evie estaban allí, en sus ojos había comprensión.
—_______ no quiere hablar conmigo —les dijo temblorosamente.
Evie, normalmente indecisa, deslizó su brazo alrededor de Lillian.
—V-vamos al invernadero —sugirió.
El invernadero era el lugar favorito de Lillian, las paredes consistían en grandes vidrieras, el suelo estaba cubierto con un enrejado de hierro debajo del cual se hallaban las estufas ocultas que calentaban el aire. Naranjos y limoneros llenaban el cuarto de una fresca fragancia cítrica, mientras las estanterías con plantas tropicales añadían notas exóticas al perfume. La luz de las antorchas exteriores producía intrincadas sombras a través de la estancia
Encontraron varias sillas juntas y las tres amigas se sentaron.
Los hombros de Lillian se hundieron al decir con voz sombría.
—Creo que lo han hecho.
—¿Quién ha hecho qué? —preguntó Evie.
—_______ y el señor Jonas —murmuró Annabelle con un toque de diversión—. Suponemos que han tenido, er… conocimiento carnal el uno del otro.
Evie parecía perpleja.
—¿Por qué creéis eso?
—Bueno, tú estabas sentada en la otra mesa, querida, así que no podías verlos, pero en la cena hubo… —Annabelle levantó las cejas significativamente—… corrientes ocultas...
—Oh. —Evie se encogió de hombros—. Pues mejor que no estuviera en tu mesa. No soy buena descifrando corrientes ocultas.
—Estas eran muy evidentes —dijo Lillian misteriosamente—. No podría estar más claro aunque el señor Jonas se hubiera subido encima de la mesa y lo hubiera anunciado.
—El señor Jonas nunca sería tan vulgar —dijo Evie con decisión—. Aunque sea americano.
La cara de Lillian se contrajo con una mueca feroz.
—¿Qué pasó con aquello de que “nunca podré ser feliz con un desalmado hombre de negocios”? ¿Qué pasó con aquello de que “quiero que las cuatro estemos siempre juntas”? ¡Maldita sea, no puedo creer que _______ haya hecho algo así! Todo iba tan bien con lord Llandrindon. ¿Qué pudo haberla poseído para dormir con Nicholas Jonas?
—Dudo que durmieran demasiado —replicó Annabelle, con un brillo en los ojos.
Lillian le dio un codazo.
—¿Cómo es posible que tengas el mal gusto de divertirte con esto, Annabelle?
—_______ no estaba interesada en lord Llandrindon —repuso Evie precipitadamente, tratando de impedir una riña—. Sólo pretendía poner celoso al señor Jonas.
—¿Cómo lo sabes? —preguntaron las dos al mismo tiempo.
—Bueno, yo, yo… —Evie hizo un gesto indefenso con las manos—. La semana pasada m-más o menos yo le sugerí involuntariamente que tratara de darle celos. Y al parecer, surtió efecto.
La garganta de Lillian se contrajo violentamente antes de que lograra hablar.
—De todas las estúpidas, borregas, retrasadas mentales…
—¿Por qué, Evie? —preguntó Annabelle en un tono considerablemente más amable.
—_______ y yo oímos al señor Jonas hablar con lord Llandrindon. Él estaba tratando de convencer a Llandrindon para que la cortejara, era evidente que el señor Jonas la quería para él.
—Apuesto a que lo planeó todo —bufó Lillian—. Debió enterarse de alguna manera de que le oísteis. ¡No ha sido mas que un complot tortuoso y siniestro, y tú participaste en el!
—No lo creo —replicó Evie. Clavando los ojos en la cara crispada de Lillian, preguntó con aprensión—. ¿Vas a gritarme?
Lillian negó con la cabeza y se cubrió la cara con las manos.
—Gritaría como una banshee —dijo a través de sus dedos— si creyera que serviría de algo, pero estoy casi segura de que _______ ha intimado con ese reptil. Ya nadie puede hacer nada para salvarla.
—Puede que ella no quiera que la salven —apuntó Evie.
—Entonces se ha vuelto loca —fue el gruñido amortiguado de Lillian.
Annabelle inclinó la cabeza.
—Obviamente, _______ se ha acostado con un hombre bien parecido, joven, rico, inteligente... y que está aparentemente enamorado de ella, creo que su juicio ha sido acertado ¿No?
Ella sonrió compasivamente al oír la maldición de Lillian como respuesta y posó una mano suavemente en medio de los hombros de su amiga.
—Querida —murmuró—, como ya sabes, hubo un tiempo en el que para mi no tenía importancia si me casaba con un hombre al que amara o no… sólo importaba sacar a mi familia de la desesperada situación en la que se encontraba. Pero cuando pensé lo que sería compartir una cama con mi marido… pasar el resto de mi vida con él… me di cuenta de que Simon era la única opción.
Ella hizo una pausa, y unas lágrimas brillaron intensamente en sus ojos. La bella Annabelle, siempre dueña de sí misma, casi nunca lloraba.
—Cuando estoy enferma —continuó con voz ronca— cuando tengo miedo, cuando necesito algo... sé que él removerá cielo y tierra para cuidar de mí. Confío en él con cada fibra de mi ser. Y cuando veo a la niña que hemos tenido, nuestras dos esencias unidas para siempre en ella… Cielos, qué agradecida estoy de haberme casado con él. Todas nosotras hemos podido escoger a nuestros maridos, Lillian. Tienes que concederle a _______ la misma libertad.
Irritada, Lillian se quitó de encima su mano.
—Él no es como cualquiera de nuestros maridos. No es ni tan siquiera como St. Vincent, que ha sido un sinvergüenza taimado y un donjuán, pero que al menos tiene buen corazón —hizo una pausa y masculló—. Sin ánimo de ofender, Evie.
—Está bien —dijo Evie, sus labios se estremecieron como si ella estuviera tratando de reprimir la risa.
—El caso es —continuó Lillian— que estoy totalmente a favor de que _______ pueda elegir, con tal de que ella no se equivoque.
—Querida… —repuso Annabelle con un cuidadoso intento de corregir su lógica, pero Evie la interrumpió suavemente.
—Yo p-pienso que _______ tiene derecho a cometer un error. Todo lo que podemos hacer es ayudarla si ella nos lo pide.
—¡No podremos ayudarla si se marcha a la maldita Nueva York!— replicó Lillian.
Evie y Annabelle no discutieron con ella después de eso, tácitamente de acuerdo en que algunos problemas no pueden solucionarse sólo con palabras, y conscientes de que no podrían calmar los temores de Lillian. Hicieron lo que hacen los amigos cuando todo lo demás falla… se sentaron con ella en amigable silencio… y le hicieron saber que se preocupaban por ella.
_______ tomó un baño caliente que la ayudó a relajarse y calmar sus alterados nervios. Permaneció en el agua humeante hasta que se sintió lánguida y sofocada, y su dolor de cabeza desapareció. Sintiéndose renovada, se puso un camisón blanco y se sentó en el tocador para cepillarse el cabello, mientras que un par de criadas se dedicaron a retirar la tina.
El cepillo recorrió su cabello formando una brillante cascada de ébano hasta su cintura. Miró a través de las puertas abiertas del balcón, examinando la húmeda noche primaveral. El cielo sin estrellas tenía el color de las ciruelas maduras.
Sonriendo distraídamente, _______ oyó el chasquido de la puerta del dormitorio detrás de ella. Creyendo que una de las criadas había regresado a recoger una toalla o una jabonera, continuó mirando afuera.
De pronto, sintió un ligero toque en el hombro, seguido por el calor de una mano grande bajando por su pecho. Alarmada, se levantó y su espalda fue atraída lentamente hacia un cuerpo duramente masculino.
La voz profunda de Nicholas le hizo cosquillas en la oreja.
—¿En qué estabas pensando?
—En ti, por supuesto. —_______ se recostó contra él, recorriendo con los dedos el vello de su antebrazo. Nicholas llevaba las mangas de la camisa enrolladas. Fijó su mirada de nuevo en el exterior—. Este cuarto solía ocuparlo una de las hermanas del conde —dijo _______—. Me dijeron que su amante, un mozo de cuadra, en realidad, solía subir por el balcón para visitarla. Algo así como Romeo.
—Espero que la recompensa compensara el riesgo —dijo él.
—¿Correrías ese riesgo por mí?
—Si, si fuera la única forma de poder estar contigo. Pero tiene poco sentido escalar dos plantas hasta el balcón cuando hay una puerta disponible.
—Usar la puerta no es tan romántico.
—Tampoco lo es romperse el cuello.
—Eres un hombre muy práctico —le dijo _______ con una carcajada, y se dio la vuelta en sus brazos. Las ropas de Nicholas olían a bosque y a la huella acre del tabaco. Debía haber salido a la terraza trasera con alguno de los caballeros después de la cena. Acurrucándose más en sus brazos, pudo oler el almidón de su camisa y la fragancia limpia y familiar de su piel—. Me gusta como hueles —dijo—. Podría entrar con los ojos cerrados en una habitación con cien hombres y te encontraría de inmediato.
—Un nuevo juego de salón —dijo él, y rieron juntos quedamente.
Cogiendo su mano, _______ le llevó hacia la cama.
—Ven a la cama conmigo.
Nicholas negó con la cabeza, resistiéndose.
—Sólo me quedaré unos minutos. Westcliff y yo salimos al amanecer. —Su mirada se deslizó ávidamente sobre el remilgado camisón—. Y si nos acercamos a esa cama, no podré evitar hacer el amor contigo.
—No me importaría —dijo tímidamente _______.
Él la atrapó en sus brazos y la abrazó con ternura.
—Es demasiado pronto para ti después de la primera vez. Necesitas descansar.
—¿Entonces por qué estás aquí?
_______ sintió su mejilla rozándose contra la parte superior de su cabeza. Incluso después de todo lo que había ocurrido entre ellos, le parecía increíble que Nicholas Jonas la estuviera abrazando tan tiernamente.
—Sólo quería darte las buenas noches —murmuró—. Y decirte…
_______ miró hacia arriba con una mirada inquisitiva, y él le robó un besó como si no pudiera evitarlo.
—… que no debes preocuparte de que cambie de idea acerca de casarme contigo —le dijo—. De hecho, ahora te será muy difícil librarte de mí.
—Sí —dijo _______, sonriéndole—. Ya sé que eres responsable.
Obligándose a soltarla, Nicholas se dirigió a regañadientes hacia la puerta. Él abrió una rendija y miró fuera para comprobar que el pasillo estuviera vacío.
—Nicholas —susurró ella.
Él miró por encima su hombro hacia ella.
—¿Sí?
—Regresa pronto a mí.
Lo que fuera que él vio en su cara hizo que sus ojos ardieran en la penumbra de la habitación. Le hizo una breve inclinación de cabeza y salió mientras aún era capaz.
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Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
Capítulo 13
Nicholas descubrió que viajar a Bristol con Lord Westcliff no tenía nada que ver con sus anteriores visitas a la ciudad portuaria. En un principio había planeado quedarse en una posada ubicada en el centro de la ciudad. Sin embargo, con Westcliff como compañero tuvieron que alojarse temporalmente, en la residencia de una acaudalada familia cuyos negocios estaban ligados a la construcción de barcos. Nicholas observó como recibían una innumerable cantidad de invitaciones por parte de las familias más prósperas del lugar, todas ellas impacientes por recibir al conde de la mejor forma posible.
Cada una de esas familias era amiga de Westcliff, o lo quería ser. Tal era el poder de un antiguo linaje aristocrático. Para ser exactos, era algo más que el linaje y el título de Westcliff lo que inspiraba tal entusiasmo... Su fama como político progresista y experto hombre de negocios hacía de él un hombre muy solicitado en Bristol.
La ciudad, solo inferior a Londres en volumen de comercio, experimentaba un periodo de desarrollo explosivo. Las áreas comerciales se ampliaron, derribando las viejas murallas de la ciudad, los estrechos caminos se ensancharon y nuevas carreteras aparecían casi diariamente. La mejora más significativa, era la reciente construcción de una red ferroviaria en el área adyacente al puerto que conectaba la estación de Temple Mead con los muelles. Por consiguiente, no había en Europa un lugar mejor para hacer negocios.
Nicholas, de mala gana, había admitido frente a Westcliff que su presencia había facilitado las negociaciones. No sólo el nombre de Westcliff les abrió muchas puertas, sino que prácticamente inspiraba a la gente a darle el edificio entero. Y Nicholas en privado reconoció que tenía mucho que aprender del conde, quien poseía un enorme conocimiento sobre el negocio y la producción.
Un ejemplo de ello fue cuando hablaron sobre la construcción de locomotoras, el conde no sólo entendía los principios del diseño y la ingeniería, sino que también podía nombrar una docena de piezas distintas utilizadas en las últimas vías férreas.
Nicholas reconocía con orgullo que nunca había encontrado a otro hombre que pudiera rivalizar con su capacidad para analizar y retener amplias cantidades de conocimientos técnicos. Hasta que conoció a Westcliff. Esto hacía sus conversaciones muy interesantes, al menos para ellos dos. Si hubiera alguien más participando en la discusión habría comenzado a roncar después de cinco minutos.
Por su parte, Marcus había iniciado esa semana en Bristol con un doble objetivo, oficialmente para supervisar los asuntos de negocios… pero extraoficialmente también para decidir que hacer acerca de Nicholas Jonas.
No había sido fácil para Marcus dejar a Lillian. Había descubierto que el parto y la primera infancia eran algo absolutamente ordinario cuando le sucedía a otras personas, pero era monumentalmente importante cuando su esposa y su hija estaban implicadas. Todo sobre su hija lo fascinaba: su modo de dormir y despertar, su primer baño, la forma en la que meneaba los deditos de los pies, como se alimentaba en el pecho de Lillian...
Aunque no era insólito que una dama de clase alta cuidara de su propia hija, era mucho más frecuente contratar a una nodriza para realizar esa labor. Sin embargo, Lillian había cambiado de idea después de que Merritt nació. “Ella me necesita a mí”, le había dicho a Marcus. Él no se atrevió a advertirle que el bebé no era capaz de discernir la diferencia y que probablemente estaría igual de contenta con una nodriza.
El temor que sentía Marcus a que su esposa pudiera sucumbir a las fiebres después del parto, menguaba día tras día, sintiendo gran alivio al ver que Lillian volvía a ser la misma, sana, delgada y fuerte. Jamás había sentido ese amor tan intenso por una persona, y mucho menos había esperado que Lillian llegara a ser en tan poco tiempo tan importante para su felicidad. Haría cualquier cosa por ella. Y sabiendo que su esposa se preocupaba por su hermana, Marcus había decidido llegar a algunas conclusiones definitivas sobre Nicholas Jonas.
Cuando se reunieron con los representantes del Gran ferrocarril Occidental, los encargados del muelle, varios concejales y administradores, Marcus quedó impresionado por el modo en que el Nicholas manejó la situación. Hasta ahora sólo lo había visto interactuando con los acomodados invitados de Stony Cross pero inmediatamente fue evidente que él podía relacionarse fácilmente con una amplia diversidad de personas, desde aristócratas a jóvenes trabajadores portuarios. Cuando se trataba de negociar, Jonas era agresivo sin ser descortés. Era un negociador sereno, constante, y sensato, pero también poseía un ácido sentido del humor que usaba con éxito.
Marcus podía ver la influencia de Thomas Bowman en la tenacidad de Nicholas y en su voluntad para defender sus opiniones. Pero a diferencia de Bowman, Nicholas poseía un talento natural para transmitir confianza al que respondían intuitivamente las personas. Marcus pensó que el Nicholas se manejaría bien en Bristol. Era un buen lugar para un joven ambicioso, y ofrecía las mismas, si no más, oportunidades que Londres.
En cuanto a si Nicholas era el hombre apropiado para _______… bueno, eso era algo más complejo. Marcus estaba poco dispuesto a dar su opinión en tales asuntos, pues según su experiencia, él no era infalible. Su oposición inicial al matrimonio de Annabelle y Simon Hunt era un ejemplo. Pero tendría que tomar una decisión. _______ merecía un marido adecuado para ella.
Después del encuentro con los representantes del ferrocarril, Marcus y Nicholas anduvieron a lo largo de Corn Street, cruzando un mercado cubierto lleno de puestos de verduras y frutas. El pavimento había sido reparado recientemente para proteger a los peatones de salpicaduras de barro y basura de la calle, podía observarse una hilera de tiendas que ofrecían libros, artículos de aseo y piezas de cristal elaboradas con materiales locales.
Entraron en una taberna para disfrutar de una comida sencilla, el lugar estaba repleto de una gran variedad de hombres, desde comerciantes ricos hasta vulgares trabajadores de astillero. Intentando relajarse en la estridente atmósfera de la taberna, Marcus acercó una jarra de cerveza negra de Bristol a sus labios. Estaba fría y amarga, deslizándose por su garganta con suavidad y dejando un regusto acre.
Mientras Marcus consideraba la mejor manera de sacar a colación el tema de _______, Nicholas lo sorprendió con una declaración franca.
—Milord, hay un asunto que me gustaría discutir con usted.
Marcus adoptó una expresión agradable y alentadora.
—Muy bien.
—Resulta que la señorita Bowman y yo hemos alcanzado un… entendimiento. Después de considerar las evidentes ventajas para ambos, llegué a la conclusión lógica y práctica de que nosotros deberíamos…
—¿Cuánto tiempo hace que esta usted enamorado de ella? —interrumpió Marcus, ocultando su diversión.
Nicholas dejó escapar un tenso suspiro.
—Años —admitió. Se pasó una mano por el pelo, rizado y espeso, despeinándolo—. Pero no fui consciente de la profundidad de mis sentimientos hasta hace poco.
—¿Le corresponde mi cuñada?
—Creo que… —Nicholas se interrumpió y bebió un profundo trago de cerveza. Se le veía extremadamente joven y nervioso cuando finalmente admitió—. No sé. Espero que con el tiempo… ¡Oh, maldita sea!
—En mi opinión, no sería difícil para usted ganarse el afecto de _______ —dijo Marcus en un tono más amable de lo que había planeado—. Por lo que he podido observar, es una unión ventajosa para ambos.
Nicholas le miró a los ojos con una sonrisa burlona.
—¿No cree usted que ella sería mas feliz con un caballero inglés que se dedicara a recitarle poesía?
—Creo que eso sería desastroso. _______ no necesita a un marido tan cándido como ella. —Alcanzando la fuente de madera con la comida que estaba entre ellos, Marcus cortó una porción de queso Wensleydale y lo metió entre dos gruesas rebanadas de pan. Observó a Nicholas especulativamente, preguntándose por qué el joven parecía sufrir tanto con esa situación. La mayoría de los hombres mostrarían bastante más entusiasmo ante la perspectiva de casarse con la mujer que amaban.
—Bowman estará encantado —comentó Marcus, esperando observar la reacción de Nicholas.
—Su satisfacción nunca ha sido importante en este asunto. Si así fuera, estaría subestimando todo lo que la señorita Bowman tiene que ofrecer.
—No hay ninguna necesidad de saltar en su defensa —contestó Marcus—. Soy consciente de que _______ es una pequeña pícara encantadora, sin mencionar que es adorable. Si tuviera un poco más de confianza, y menos sensibilidad, habría aprendido a atraer al sexo opuesto con facilidad. Pero su temperamento no le permite tratar el amor como si fuera un juego. Y pocos hombres poseen el talento de apreciar la sinceridad en una mujer.
—Yo sí —dijo Nicholas de manera concisa.
—Eso parece. —Marcus sintió una punzada de compasión cuando consideró el dilema del joven. Siendo un hombre sensato con una aversión innata al melodrama, era muy embarazoso para Nicholas encontrarse herido por una de las flechas de Cupido—. Aunque usted no ha pedido mi consentimiento para esa boda —siguió Marcus—, puede contar con él.
—¿Incluso si lady Westcliff se opone?
La mención de Lillian causó una pequeña punzada de anhelo en el pecho de Marcus. La echaba de menos más de lo que había esperado.
—Lady Westcliff —contestó parcamente—, se reconciliará con el hecho de que las cosas no suceden siempre como uno quiere. Y si usted demuestra ser un buen marido para _______, con el tiempo, mi esposa cambiará de opinión. Suele ser una mujer objetiva.
Pero Nicholas seguía pareciendo turbado.
—Milord… —repuso suavemente y clavó los ojos en su mano que apretaba con fuerza el asa de la jarra de cerveza.
Viendo la expresión del rostro del joven, Marcus dejó de masticar. Sus instintos le dijeron que algo estaba muy mal. Oh caramba, pensó, ¿alguna vez puede ser simple algo que involucre a los Bowman?
—¿Qué opinión tendría usted de un hombre que construye su vida sobre una mentira… y esa vida que ha construido es aún mejor de lo que la suya podrá ser jamás?
Marcus siguió masticando, tragó con dificultad, y se tomó su tiempo para beber una gran cantidad de cerveza.
—¿Y ha basado toda su vida en un engaño? —finalmente preguntó.
—Sí.
—¿Privó a alguien de sus legítimos derechos? ¿Causó daño físico o emocional a alguien?
—No — dijo Nicholas, mirándolo a los ojos—. Pero sí que implica problemas legales.
Aquello hizo que Marcus se sintiera ligeramente mejor. Según su experiencia, hasta el mejor de los hombres no podía evitar ocasionales problemas con la ley de una u otra clase. Quizás Nicholas había sido engañado en algún asunto de negocios o había cometido algunas indiscreciones en su juventud que podrían ser embarazosas al ser descubiertas años más tarde.
Por supuesto, Marcus no tomaba a la ligera una cuestión de honor, y saber que su futuro cuñado tenía un problema legal era lo último que deseaba. Pero, por otra parte, el señor Jonas parecía ser un hombre maduro y estable. Y Marcus había llegado a apreciarle.
—Temo que tendré que retirar mi consentimiento —dijo Marcus con cuidado—, al menos hasta que conozca todos los detalles. ¿Hay algo más que pueda decirme?
Nicholas negó con la cabeza.
—Lo siento… ¡Cielos, ojalá pudiera!
—¿Y si le doy mi palabra de que no traicionaré su confianza?
—No —susurró Nicholas—De nuevo, lo siento.
Marcus suspiro profundamente y se inclinó hacia atrás en su silla.
—Lamentablemente no puedo hacer nada hasta que no tenga idea del alcance del problema. Por otra parte, creo que una persona merece una segunda oportunidad. Y estaría dispuesto a dársela a alguien que ha conseguido ser alguien mejor de lo que era. Pero es necesario… necesito que me dé su palabra sobre algo.
Nicholas levantó con cautela sus ojos azules.
—¿Sí, milord?
—Se lo contará todo a _______ antes de casarse con ella. Le explicará la situación con claridad, y dejará que ella decida si quiere seguir o no con la boda. Usted no se casará con ella sin contarle toda la verdad.
—Tiene mi palabra —respondió Jonas sin parpadear.
—Bien. —Marcus llamó a la criada para que se acercara a la mesa.
Después de algo así, necesitaba algo más fuerte que la cerveza.
Nicholas descubrió que viajar a Bristol con Lord Westcliff no tenía nada que ver con sus anteriores visitas a la ciudad portuaria. En un principio había planeado quedarse en una posada ubicada en el centro de la ciudad. Sin embargo, con Westcliff como compañero tuvieron que alojarse temporalmente, en la residencia de una acaudalada familia cuyos negocios estaban ligados a la construcción de barcos. Nicholas observó como recibían una innumerable cantidad de invitaciones por parte de las familias más prósperas del lugar, todas ellas impacientes por recibir al conde de la mejor forma posible.
Cada una de esas familias era amiga de Westcliff, o lo quería ser. Tal era el poder de un antiguo linaje aristocrático. Para ser exactos, era algo más que el linaje y el título de Westcliff lo que inspiraba tal entusiasmo... Su fama como político progresista y experto hombre de negocios hacía de él un hombre muy solicitado en Bristol.
La ciudad, solo inferior a Londres en volumen de comercio, experimentaba un periodo de desarrollo explosivo. Las áreas comerciales se ampliaron, derribando las viejas murallas de la ciudad, los estrechos caminos se ensancharon y nuevas carreteras aparecían casi diariamente. La mejora más significativa, era la reciente construcción de una red ferroviaria en el área adyacente al puerto que conectaba la estación de Temple Mead con los muelles. Por consiguiente, no había en Europa un lugar mejor para hacer negocios.
Nicholas, de mala gana, había admitido frente a Westcliff que su presencia había facilitado las negociaciones. No sólo el nombre de Westcliff les abrió muchas puertas, sino que prácticamente inspiraba a la gente a darle el edificio entero. Y Nicholas en privado reconoció que tenía mucho que aprender del conde, quien poseía un enorme conocimiento sobre el negocio y la producción.
Un ejemplo de ello fue cuando hablaron sobre la construcción de locomotoras, el conde no sólo entendía los principios del diseño y la ingeniería, sino que también podía nombrar una docena de piezas distintas utilizadas en las últimas vías férreas.
Nicholas reconocía con orgullo que nunca había encontrado a otro hombre que pudiera rivalizar con su capacidad para analizar y retener amplias cantidades de conocimientos técnicos. Hasta que conoció a Westcliff. Esto hacía sus conversaciones muy interesantes, al menos para ellos dos. Si hubiera alguien más participando en la discusión habría comenzado a roncar después de cinco minutos.
Por su parte, Marcus había iniciado esa semana en Bristol con un doble objetivo, oficialmente para supervisar los asuntos de negocios… pero extraoficialmente también para decidir que hacer acerca de Nicholas Jonas.
No había sido fácil para Marcus dejar a Lillian. Había descubierto que el parto y la primera infancia eran algo absolutamente ordinario cuando le sucedía a otras personas, pero era monumentalmente importante cuando su esposa y su hija estaban implicadas. Todo sobre su hija lo fascinaba: su modo de dormir y despertar, su primer baño, la forma en la que meneaba los deditos de los pies, como se alimentaba en el pecho de Lillian...
Aunque no era insólito que una dama de clase alta cuidara de su propia hija, era mucho más frecuente contratar a una nodriza para realizar esa labor. Sin embargo, Lillian había cambiado de idea después de que Merritt nació. “Ella me necesita a mí”, le había dicho a Marcus. Él no se atrevió a advertirle que el bebé no era capaz de discernir la diferencia y que probablemente estaría igual de contenta con una nodriza.
El temor que sentía Marcus a que su esposa pudiera sucumbir a las fiebres después del parto, menguaba día tras día, sintiendo gran alivio al ver que Lillian volvía a ser la misma, sana, delgada y fuerte. Jamás había sentido ese amor tan intenso por una persona, y mucho menos había esperado que Lillian llegara a ser en tan poco tiempo tan importante para su felicidad. Haría cualquier cosa por ella. Y sabiendo que su esposa se preocupaba por su hermana, Marcus había decidido llegar a algunas conclusiones definitivas sobre Nicholas Jonas.
Cuando se reunieron con los representantes del Gran ferrocarril Occidental, los encargados del muelle, varios concejales y administradores, Marcus quedó impresionado por el modo en que el Nicholas manejó la situación. Hasta ahora sólo lo había visto interactuando con los acomodados invitados de Stony Cross pero inmediatamente fue evidente que él podía relacionarse fácilmente con una amplia diversidad de personas, desde aristócratas a jóvenes trabajadores portuarios. Cuando se trataba de negociar, Jonas era agresivo sin ser descortés. Era un negociador sereno, constante, y sensato, pero también poseía un ácido sentido del humor que usaba con éxito.
Marcus podía ver la influencia de Thomas Bowman en la tenacidad de Nicholas y en su voluntad para defender sus opiniones. Pero a diferencia de Bowman, Nicholas poseía un talento natural para transmitir confianza al que respondían intuitivamente las personas. Marcus pensó que el Nicholas se manejaría bien en Bristol. Era un buen lugar para un joven ambicioso, y ofrecía las mismas, si no más, oportunidades que Londres.
En cuanto a si Nicholas era el hombre apropiado para _______… bueno, eso era algo más complejo. Marcus estaba poco dispuesto a dar su opinión en tales asuntos, pues según su experiencia, él no era infalible. Su oposición inicial al matrimonio de Annabelle y Simon Hunt era un ejemplo. Pero tendría que tomar una decisión. _______ merecía un marido adecuado para ella.
Después del encuentro con los representantes del ferrocarril, Marcus y Nicholas anduvieron a lo largo de Corn Street, cruzando un mercado cubierto lleno de puestos de verduras y frutas. El pavimento había sido reparado recientemente para proteger a los peatones de salpicaduras de barro y basura de la calle, podía observarse una hilera de tiendas que ofrecían libros, artículos de aseo y piezas de cristal elaboradas con materiales locales.
Entraron en una taberna para disfrutar de una comida sencilla, el lugar estaba repleto de una gran variedad de hombres, desde comerciantes ricos hasta vulgares trabajadores de astillero. Intentando relajarse en la estridente atmósfera de la taberna, Marcus acercó una jarra de cerveza negra de Bristol a sus labios. Estaba fría y amarga, deslizándose por su garganta con suavidad y dejando un regusto acre.
Mientras Marcus consideraba la mejor manera de sacar a colación el tema de _______, Nicholas lo sorprendió con una declaración franca.
—Milord, hay un asunto que me gustaría discutir con usted.
Marcus adoptó una expresión agradable y alentadora.
—Muy bien.
—Resulta que la señorita Bowman y yo hemos alcanzado un… entendimiento. Después de considerar las evidentes ventajas para ambos, llegué a la conclusión lógica y práctica de que nosotros deberíamos…
—¿Cuánto tiempo hace que esta usted enamorado de ella? —interrumpió Marcus, ocultando su diversión.
Nicholas dejó escapar un tenso suspiro.
—Años —admitió. Se pasó una mano por el pelo, rizado y espeso, despeinándolo—. Pero no fui consciente de la profundidad de mis sentimientos hasta hace poco.
—¿Le corresponde mi cuñada?
—Creo que… —Nicholas se interrumpió y bebió un profundo trago de cerveza. Se le veía extremadamente joven y nervioso cuando finalmente admitió—. No sé. Espero que con el tiempo… ¡Oh, maldita sea!
—En mi opinión, no sería difícil para usted ganarse el afecto de _______ —dijo Marcus en un tono más amable de lo que había planeado—. Por lo que he podido observar, es una unión ventajosa para ambos.
Nicholas le miró a los ojos con una sonrisa burlona.
—¿No cree usted que ella sería mas feliz con un caballero inglés que se dedicara a recitarle poesía?
—Creo que eso sería desastroso. _______ no necesita a un marido tan cándido como ella. —Alcanzando la fuente de madera con la comida que estaba entre ellos, Marcus cortó una porción de queso Wensleydale y lo metió entre dos gruesas rebanadas de pan. Observó a Nicholas especulativamente, preguntándose por qué el joven parecía sufrir tanto con esa situación. La mayoría de los hombres mostrarían bastante más entusiasmo ante la perspectiva de casarse con la mujer que amaban.
—Bowman estará encantado —comentó Marcus, esperando observar la reacción de Nicholas.
—Su satisfacción nunca ha sido importante en este asunto. Si así fuera, estaría subestimando todo lo que la señorita Bowman tiene que ofrecer.
—No hay ninguna necesidad de saltar en su defensa —contestó Marcus—. Soy consciente de que _______ es una pequeña pícara encantadora, sin mencionar que es adorable. Si tuviera un poco más de confianza, y menos sensibilidad, habría aprendido a atraer al sexo opuesto con facilidad. Pero su temperamento no le permite tratar el amor como si fuera un juego. Y pocos hombres poseen el talento de apreciar la sinceridad en una mujer.
—Yo sí —dijo Nicholas de manera concisa.
—Eso parece. —Marcus sintió una punzada de compasión cuando consideró el dilema del joven. Siendo un hombre sensato con una aversión innata al melodrama, era muy embarazoso para Nicholas encontrarse herido por una de las flechas de Cupido—. Aunque usted no ha pedido mi consentimiento para esa boda —siguió Marcus—, puede contar con él.
—¿Incluso si lady Westcliff se opone?
La mención de Lillian causó una pequeña punzada de anhelo en el pecho de Marcus. La echaba de menos más de lo que había esperado.
—Lady Westcliff —contestó parcamente—, se reconciliará con el hecho de que las cosas no suceden siempre como uno quiere. Y si usted demuestra ser un buen marido para _______, con el tiempo, mi esposa cambiará de opinión. Suele ser una mujer objetiva.
Pero Nicholas seguía pareciendo turbado.
—Milord… —repuso suavemente y clavó los ojos en su mano que apretaba con fuerza el asa de la jarra de cerveza.
Viendo la expresión del rostro del joven, Marcus dejó de masticar. Sus instintos le dijeron que algo estaba muy mal. Oh caramba, pensó, ¿alguna vez puede ser simple algo que involucre a los Bowman?
—¿Qué opinión tendría usted de un hombre que construye su vida sobre una mentira… y esa vida que ha construido es aún mejor de lo que la suya podrá ser jamás?
Marcus siguió masticando, tragó con dificultad, y se tomó su tiempo para beber una gran cantidad de cerveza.
—¿Y ha basado toda su vida en un engaño? —finalmente preguntó.
—Sí.
—¿Privó a alguien de sus legítimos derechos? ¿Causó daño físico o emocional a alguien?
—No — dijo Nicholas, mirándolo a los ojos—. Pero sí que implica problemas legales.
Aquello hizo que Marcus se sintiera ligeramente mejor. Según su experiencia, hasta el mejor de los hombres no podía evitar ocasionales problemas con la ley de una u otra clase. Quizás Nicholas había sido engañado en algún asunto de negocios o había cometido algunas indiscreciones en su juventud que podrían ser embarazosas al ser descubiertas años más tarde.
Por supuesto, Marcus no tomaba a la ligera una cuestión de honor, y saber que su futuro cuñado tenía un problema legal era lo último que deseaba. Pero, por otra parte, el señor Jonas parecía ser un hombre maduro y estable. Y Marcus había llegado a apreciarle.
—Temo que tendré que retirar mi consentimiento —dijo Marcus con cuidado—, al menos hasta que conozca todos los detalles. ¿Hay algo más que pueda decirme?
Nicholas negó con la cabeza.
—Lo siento… ¡Cielos, ojalá pudiera!
—¿Y si le doy mi palabra de que no traicionaré su confianza?
—No —susurró Nicholas—De nuevo, lo siento.
Marcus suspiro profundamente y se inclinó hacia atrás en su silla.
—Lamentablemente no puedo hacer nada hasta que no tenga idea del alcance del problema. Por otra parte, creo que una persona merece una segunda oportunidad. Y estaría dispuesto a dársela a alguien que ha conseguido ser alguien mejor de lo que era. Pero es necesario… necesito que me dé su palabra sobre algo.
Nicholas levantó con cautela sus ojos azules.
—¿Sí, milord?
—Se lo contará todo a _______ antes de casarse con ella. Le explicará la situación con claridad, y dejará que ella decida si quiere seguir o no con la boda. Usted no se casará con ella sin contarle toda la verdad.
—Tiene mi palabra —respondió Jonas sin parpadear.
—Bien. —Marcus llamó a la criada para que se acercara a la mesa.
Después de algo así, necesitaba algo más fuerte que la cerveza.
Invitado
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Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
siguela pronto ya quiero saber que es lo que oculta Nick
siguela pronto sii :lol:
siguela pronto sii :lol:
MissKeynes96
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
nueva lectora!!!
siguela porfa esta muy bonita y romantica aww!! (?? *-*
siguela porfa esta muy bonita y romantica aww!! (?? *-*
sofi+joe_XD
Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)
Capítulo 14
Con lord Westcliff y Nicholas Jonas en Bristol, la inmensa casa solariega parecía insólitamente silenciosa. Para alivio de Lillian y _______, lord Westcliff había convencido a sus padres para que acompañaran a una familia vecina a una excursión a Stratford-on-Avon. Asistirían durante una semana a banquetes, obras teatrales, conferencias, y diversos acontecimientos musicales, todo formaba parte del festival conmemorativo por el doscientos dieciocho aniversario del nacimiento de Shakespeare. Cómo había logrado lord Westcliff convencer a los Bowman para que asistieran al festival era un misterio para _______.
—Es increíble, mamá y papá no podrían estar menos interesados en ese escritor —le comentó _______ con asombro a Lillian, al poco tiempo de que el carruaje en el que viajaban sus padres hubiera partido—. Y no puedo creer que papá haya optado por ir a un festival en lugar de viajar a Bristol.
—Westcliff no tenía intención alguna de permitir que papá le acompañara —repuso Lillian con una sonrisa pesarosa.
—¿Por qué no? Es el negocio de papá, después de todo.
—Sí, pero la forma de negociar de papá es demasiado brusca para el estilo británico… con su presencia es más complicado llegar a un acuerdo. Por eso Westcliff organizó este viaje a Stratford con mucho esmero sin dejarle a papá la posibilidad de objetar. Marcus informó a mamá de manera casual de que podría codearse con muchas familias nobles en el festival, y papá no tuvo más opción que acompañarla.
—Imagino que a Westcliff y al señor Jonas les irá todo bien en Bristol —comentó _______.
Inmediatamente la expresión de Lillian se torno precavida.
—Estoy segura de que así es.
_______ notó que sin la presencia de sus amigas como escudo, ella y Lillian habían adoptado una manera de hablar excesivamente cuidadosa. Esto la disgustaba. Siempre habían sido francas y sinceras la una con la otra. Pero de pronto, parecían sentirse obligadas a evitar ciertos temas como si trataran de ignorar la presencia de un elefante en la habitación. Una manada entera de elefantes, en realidad.
Lillian no le había preguntado a _______ si había tenido algún tipo de intimidad con Nicholas. De hecho, Lillian parecía no desear hablar de Nicholas en absoluto. Tampoco le preguntó por qué su incipiente relación con lord Llandrindon se había evaporado, o por qué _______ no tenía interés aparente en ir a Londres para terminar la temporada.
_______ no deseaba sacar a colación ninguno de estos temas. A pesar de las palabras tranquilizadoras de Nicholas antes de irse, se sentía inquieta y agitada, y lo último que quería era tener una disputa con su hermana.
Así que se centraron en Merritt, turnándose para cogerla, vestirla, y bañarla como si fuera una muñeca. Aunque había dos niñeras disponibles para cuidar del bebé, Lillian se había resistido a recurrir a ellas. El hecho era que ella disfrutaba estando con el bebé.
Antes de que Mercedes se fuera, le había advertido de que el bebé se acostumbraría demasiado a estar en sus brazos. “La malacostumbrarás”, le había dicho a Lillian, “y luego no serás capaz de dejarla en la cuna”.
Lillian había replicado que no había escasez de brazos en Stony Cross Park, y Merritt podría estar en brazos tanto como quisiera.
—Tengo la intención de que su infancia sea diferente a la nuestra —le dijo a _______ poco después, mientras empujaban el cochecito del bebé por el jardín—. Los pocos recuerdos que tengo de nuestros padres son de ver a mamá vestirse para salir por las tardes o yendo al estudio de papá para denunciar nuestra última travesura. Y luego ser castigada.
—¿Recuerdas... —le preguntó _______ con una sonrisa— cómo solía gritar mamá cuando patinábamos por las calles y atropellábamos a la gente?
Lillian se rió ahogadamente.
—Excepto cuando eran los Astors, entonces le parecía bien.
—¿O cuando los gemelos plantaron un huerto pequeño y nosotros recogimos todas las patatas antes de que crecieran?
—Recuerdo cuando cogíamos cangrejos y pescábamos en Long Island…
—Y cuando jugábamos al rounders…
Esa tarde y sus “recuerdas cuando” llenó a las hermanas de melancolía.
—Quién hubiera imaginado... —comentó _______ con una amplia sonrisa— que terminarías casada con un noble inglés y que yo me convertiría en... —ella vaciló—… una solterona.
—No seas tonta —dijo Lillian quedamente—. Es obvio que tú no vas a ser una solterona.
Eso fue lo más cerca que estuvieron de discutir la relación de _______ con Nicholas Jonas. Sin embargo, considerando la inusual tranquilidad de Lillian, _______ se dio cuenta de que su hermana quería evitar reñir con ella. Y si eso significaba tener que incluir a Nicholas Jonas en la familia, estaba claro que Lillian se esmeraría en tolerarle. Sabiendo cuán difícil era para su hermana ocultar sus opiniones, _______ sintió el impulso de abrazarla. En lugar de eso, se dispuso a coger el asa del cochecito.
—Me toca a mí empujar —dijo _______.
Continuaron caminando.
_______ siguió sumida en los recuerdos.
—¿Recuerdas cuando volcaste la barca en el estanque?
—Con la institutriz dentro —añadió Lillian, y se sonrieron mutuamente.
Los Bowman fueron los primeros en regresar el sábado. Como se podía esperar, el festival de Shakespeare se había convertido en una interminable tortura para Thomas Bowman.
—¿Dónde está Jonas? —exigió segundos después de entrar en la mansión— ¿Dónde está Westcliff? Quiero un informe completo de las negociaciones.
—No han regresado aún —contestó Lillian, reuniéndose con él en el vestíbulo. Le dirigió a su padre una mirada cáustica—. ¿No vas a preguntar cómo me encuentro, padre? ¿No quieres saber cómo sigue el bebé?
—Puedo ver con mis propios ojos que estás bastante bien —replicó el señor Bowman—. Y asumo que el bebé está bien o ya me habrías informado de lo contrario. ¿Cuándo se espera que regresen Jonas y Westcliff?
Lillian puso los ojos en blanco.
—Volverán de un momento a otro.
Pero parecía que los viajeros se retrasaban, probablemente como resultado de las dificultades de viajar en primavera. El clima era imprevisible, los caminos rurales necesitaban a menudo reparaciones y como consecuencia los carruajes resultaban dañados con facilidad, y los caballos sufrían pequeñas lesiones en las herraduras.
Como al anochecer no había señales de Westcliff y Nicholas, Lillian declaró que deberían comenzar a cenar o el cocinero se enfadaría.
Fue una cena relativamente íntima, a la que asistieron los Bowman y dos familias locales, incluyendo al vicario y su esposa. En mitad de la cena, el mayordomo entró en el comedor y le susurró algo a Lillian. Ella sonrió y se sonrojó, sus ojos brillaban de satisfacción cuando informó a la mesa de que Westcliff había llegado y se les uniría en breve.
_______ ocultó su turbación tras un semblante impasible como si llevara una máscara. Bajo la superficie, sin embargo, la expectación bombeaba a través de sus venas. Al darse cuenta de que los cubiertos temblaban visiblemente en sus manos, los dejó y escondió las manos en su regazo. Oía la conversación sólo con la mitad de su mente, la otra mitad estaba pendiente de la puerta.
Cuando los dos hombres finalmente aparecieron en el comedor después de haberse aseado y cambiado tras el viaje, el corazón de _______ se disparó, latiendo desbocadamente en su pecho y haciéndole difícil respirar.
La mirada de Nicholas recorrió a todos los asistentes mientras hacía una ligera reverencia, imitando a Westcliff. Los dos lucían impecablemente arreglados y notablemente frescos. Uno podría pensar que sólo habían estado ausentes siete minutos en lugar de siete días.
Antes de ocupar su lugar a la cabecera de la mesa, Westcliff se acercó a Lillian. Puesto que el conde nunca había sido dado a las demostraciones públicas de afecto, asombró a todo el mundo, incluyendo a la propia Lillian, que él ahuecara su rostro entre las manos y la besara en los labios. Ella se sonrojó y dijo algo acerca de que el vicario estaba presente, haciendo reír a Marcus.
Entretanto, Nicholas ocupó el lugar vacío al lado de _______.
—Señorita Bowman —dijo cortésmente.
_______ no podía hablar. Dirigió su mirada hacia sus ojos risueños, y le pareció que las emociones brotaban de ella a borbotones. Tuvo que dejar de mirarle antes de cometer alguna tontería. Mantuvo una apariencia serena aunque era intensamente consciente de la cercanía de su cuerpo.
Westcliff y Nicholas entretuvieron al grupo relatando cómo su carruaje se había quedado atorado en el fango. Afortunadamente les había ayudado un agricultor que conducía un carro tirado por un buey, a pesar de que en el proceso de liberar el vehículo, todos habían quedado cubiertos de barro de la cabeza a los pies. Y aparentemente el episodio dejó al buey de mal humor. Cuando acabaron de contar sus infortunios, todos los comensales reían.
La conversación volvió al tema del festival de Shakespeare, y Thomas Bowman se lanzó a relatar su visita a Stratford-on-Avon. Nicholas hizo una pregunta o dos, pareciendo muy interesado en el tema.
_______ se sobresaltó, cuando de pronto sintió el roce de su mano bajo la mesa. Nicholas cerró los dedos sobre los suyos con suavidad, dejando sus manos unidas sobre el regazo de _______, mientras él continuaba la conversación con soltura, hablando y sonriendo. _______ alcanzó su copa de vino con la mano libre y se la llevó a los labios. Tomó un sorbo, y luego otro, y casi se ahogó cuando Nicholas jugó ligeramente con sus dedos debajo de la mesa. Las sensaciones que habían permanecido dormidas durante una semana revivieron al instante haciéndola vibrar.
Aunque no la miró, Nicholas deslizó algo suavemente por su dedo anular, hasta encajarlo pulcramente en la base del dedo, y la soltó cuando un lacayo se dispuso a rellenar de vino sus copas.
_______ bajó la mirada hasta su mano, parpadeando sorprendida al ver un brillante zafiro amarillo rodeado de pequeños diamantes. Como si fuera una flor de pétalos blancos. Cerró las manos con fuerza, inclinando la cabeza para ocultar un traicionero rubor de placer.
—¿Te gusta? —susurró Nicholas.
—Oh, sí.
Eso fue todo lo que pudieron hablar durante la cena. Solamente eso. A pesar de lo mucho que tenían que decirse. _______ se esforzó por soportar el ritual del oporto y el té tras la cena, sintiéndose agradecida de que, al parecer, todo el mundo, incluido su padre, deseaba retirarse temprano. Tan pronto el anciano vicario y su esposa se dispusieron a volver a casa, el grupo se dispersó con facilidad.
Saliendo con _______ del comedor, Nicholas le susurró:
—¿Tendré que escalar la fachada esta noche, o vas a dejarme la puerta abierta?
—La puerta —contestó _______ sucintamente.
—Gracias a Dios.
Aproximadamente una hora más tarde, Nicholas giró cuidadosamente la manilla de la puerta del dormitorio de _______ y se deslizó dentro. El resplandor de una vela situada junto a la cama iluminaba la habitación, la llama bailaba a causa de la brisa que entraba por la puerta abierta del balcón.
_______ estaba sentada en la cama leyendo, tenía el cabello peinado en una trenza que se deslizaba sobre su hombro. Vestida con un recatado camisón blanco con intrincados bordados en el canesú, se veía tan pura e inocente que Nicholas se sintió algo culpable por acercarse a ella con el cuerpo estremecido por el deseo. Pero cuando ella levantó la vista del libro, sus ojos oscuros lo atrajeron irremediablemente y caminó hacia ella.
_______ dejó a un lado el libro, la luz de la lámpara iluminaba su perfil. Su piel se veía tan suave y perfecta como el marfil pulido. Nicholas sintió el anhelo profundo de acariciarla con sus manos.
Las comisuras de la boca de _______ se curvaron en una sonrisa como si pudiera adivinar sus pensamientos. Apartó el cubrecama hacia un lado y al hacerlo, el zafiro amarillo brilló intensamente en su dedo. Nicholas quedó momentáneamente sorprendido por la intensidad de su respuesta a esa imagen, una punzada de posesividad primitiva. Lentamente él obedeció a su gesto para que se acercara a la cama.
Se sentó sobre el borde del colchón observándola, sus sentidos saltaron cuando _______ se recogió el camisón y gateó hasta sentarse en su regazo, sinuosamente como si fuera un gato. El perfume dulce de su piel llenó su nariz mientras su peso descansaba sobre sus muslos. Enlazando sus esbeltos brazos alrededor de su cuello, ella susurró en su oído.
—Te he echado de menos.
Las palmas de sus manos trazaron el mapa de su cuerpo; las suaves curvas, la delgada cintura, los firmes senos... A pesar de que él encontraba embriagadores los encantos femeninos de _______, no lo conmovían tan intensamente como su cálida y vivaz inteligencia.
—Yo también a ti.
Los dedos de _______ jugaban con su pelo, ese toque ligero enviaba sacudidas de placer desde su nuca hasta su ingle.
—¿Viste a muchas mujeres en Bristol? Westcliff mencionó una cena, y una soirée ofrecida por vuestro anfitrión —le susurró con un murmullo provocativo.
—Yo no vi a ninguna mujer. —Para Nicholas era difícil pensar en otra cosa que no fuera el deseo exquisito que empezaba a inundarlo—. Tú eres la única a la que siempre he deseado.
Ella le dio un golpecito en el puente de la nariz con un dedo juguetón.
—Sin embargo, no has permanecido célibe en el pasado.
—No —admitió Nicholas, cerrando los ojos cuando sintió la caricia de su aliento contra su piel—. Es un sentimiento triste, desear que la mujer a la que abrazas sea otra. Poco antes de dejar Nueva York, me di cuenta de que cada mujer con la que había estado los últimos siete años se parecía a ti de algún modo. Una tenía tus ojos, otra tus manos, o tu pelo… creí que pasaría el resto de mi vida buscando pequeños detalles tuyos en otras mujeres. Creí que…
_______ le silenció con su boca, absorbiendo su cruda confesión. Sus labios se separaron, y él no necesitó más invitación para besarla, introduciendo dulcemente la lengua hasta que poseyó su boca completamente. Sus senos rozaban su pecho con cada inhalación.
Inclinó a _______ hacia atrás ligeramente, atrapando el dobladillo de su camisón y alzándolo. Ella le ayudó a desprenderse de la prenda, retorciéndose un poco para deslizarla sobre su cabeza. Ese grácil contoneo hizo palpitar su pulso a través de sus venas. Ella yacía sobre la cama desnuda, su sonrojo se propagaba cubriéndola como una capa de cera, cruzó los brazos contra su cuerpo con timidez. Nicholas la observaba con avidez mientras se quitaba la ropa.
Acostándose a su lado, Nicholas bromeó sobre su recato. Le acarició los hombros, la garganta, el contorno vulnerable de la clavícula... Gradualmente el calor de su piel traspasó la de ella, y su carne comenzó a arder bajo sus caricias expertas. Jadeando intensamente, ella enroscó su cuerpo flexible alrededor de él, y él la silenció con su boca, recordándole que las ventanas estaban abiertas y debía guardar silencio.
Nicholas trazó con los labios un camino ardiente hacia sus senos, atrapando los suaves pezones e introduciéndolos en su boca. Oyendo los gemidos que ella emitía, él sonrió y trazó un círculo con la lengua alrededor de un pezón. Él jugó con ella hasta que _______ se tapó la boca con la mano, gimiendo.
Finalmente el placer fue insoportable y _______ se retorció enterrando un gemido atormentado sobre las sabanas.
—No puedo —susurró, temblando—. No puedo callarme.
Nicholas rió suavemente y besó el centro de su columna vertebral.
—Pues no pienso detenerme —susurró, colocándola de espaldas—. Y piensa en el escándalo que provocarás si nos sorprenden.
—Nicholas, por favor…
—Silencio. —Él dejó vagar su boca por su cuerpo sin restricción, besando, mordiendo tiernamente, hasta que ella se contorsionó inquieta. De vez en cuando ella se volvía, hundiendo sus dedos delgados en el colchón como si fueran las uñas de un gato. Él la persuadía para que se colocara de espaldas otra vez, susurrándole palabras cariñosas y promesas, besándola para silenciar sus protestas, mientras sus dedos jugaban con su carne abotargada. Cuándo ella estaba tensa como la cuerda de un violín y su piel brillaba por la transpiración, Nicholas finalmente se acomodó entre sus muslos temblorosos.
Ella le dio la bienvenida cuando sintió la dureza de él introduciéndose íntimamente en su cuerpo… y luego gimió y se sonrojó mientras él buscaba el ritmo correcto. Él supo que lo había encontrado cuándo ella, instintivamente, alzó las rodillas para sujetar sus caderas.
—Sí, sujétame… —le susurró Nicholas, acariciándola repetidas veces, mientras sus músculos interiores comenzaban a palpitar violentamente. Él nunca había conocido tal éxtasis como el que sentía empujando en su exquisita estrechez. La penetró más profundamente cuando ella elevó desvalidamente las caderas hacia su cuerpo. Él siguió cada movimiento de ella, dándole lo que necesitaba, buscando su placer.
_______ se cubrió la boca con una mano de nuevo, abriendo mucho los ojos, Nicholas le apartó la mano cogiéndola de la muñeca, y en su lugar la besó en la boca, introduciendo profundamente su lengua. Sus violentos estremecimientos provocaron su propio clímax, arrancando un profundo gemido de su pecho que le estremeció hasta el alma.
Cuando las últimas ondas de placer habían remitido, Nicholas estaba inmerso en el letargo más profundo que había sentido en toda su vida. Sólo el pensamiento de que aplastaba a _______ pudo convencerle para rodar a un lado. Ella hizo un sonido malhumorado y le siguió, buscando el calor de su cuerpo. Él la abrazó, acunando su cabeza en la curva de su brazo, y se las arregló para colocar la revuelta ropa de cama sobre ambos.
La tentación de dormir era apabullante, pero Nicholas no se atrevía a permitírselo. No confiaba en despertarse antes de que la doncella viniera a abrir las cortinas por la mañana. Se sentía demasiado satisfecho, y sentir la forma pequeña de _______ acurrucada contra él era algo demasiado tentador como para poder resistirse.
—Tengo que irme —susurró contra su pelo.
—No, quédate. —Volvió la cara hacia él, acariciando con sus labios la piel desnuda de su pecho—. Quédate toda la noche. Quédate para siempre.
Él sonrió y la besó en la sien.
—Lo haría. Pero creo que tu familia se enfadaría conmigo por deshonrarte antes de casarnos.
—No me siento deshonrada.
—Yo sí —repuso Nicholas.
_______ sonreía cuando contestó.
—Entonces tendré que casarme contigo. —Su pequeña mano se deslizó sobre su cuerpo, explorando—. Es una ironía, pero ésta será la primera vez que haga algo para complacer a mi padre.
Con un murmullo comprensivo, Nicholas atrajo a _______ contra él. Él conocía a su padre muy bien, era consciente del temperamento malhumorado del hombre, su intolerancia y sus exigencias imposibles. Entendía lo que le había costado a Bowman amasar una fortuna de la nada, los sacrificios que él había tenido que hacer. El señor Bowman había desechado todo lo que era un obstáculo para lograr sus metas. Incluyendo la relación con su esposa y sus hijos.
Por primera vez, a Nicholas se le ocurrió que Bowman y su familia se beneficiarían de contar con alguien que actuase como mediador, que mejorara la comunicación entre ellos. Si eso dependía de él, encontraría la manera de conseguirlo.
—Tú —susurró contra su cabello— eres su mejor obra. Algún día él se dará cuenta de eso.
Él la sintió sonreír sobre su piel.
—Lo dudo. Pero es bonito que lo digas. No tienes que preocuparte por eso, ¿sabes? Acepté que mi padre era así hace mucho tiempo.
De nuevo Nicholas estaba confuso por la profundidad de los sentimientos que ella le inspiraba, esa intensa necesidad de hacerla completamente feliz.
—Todo lo que tú necesites —susurró—, todo lo que algún día desees, lo conseguiré para ti. Solo tendrás que pedírmelo.
_______, que yacía cómodamente en sus brazos, sintió un agradable temblor atravesar todo su cuerpo. Ella tocó sus labios con sus dedos, trazando su contorno con suavidad.
—Quiero saber cuál fue el deseo que te costó cinco dólares.
—¿Eso es todo? —Él sonrió bajo las yemas de sus dedos—. Deseé que encontrases a alguien que te quisiera tanto como yo. Pero supe que no se haría realidad.
La luz de la vela iluminó las delicadas facciones de Daisy cuando levantó la cabeza para mirarle.
—¿Por qué no?
—Porque sabía que nadie podría quererte tanto como yo.
_______ se inclinó sobre él hasta que su pelo cayó en una cortina oscura alrededor de ambos.
—¿Y tu deseo cuál fue? —preguntó Nicholas, peinando con los dedos su melena.
—Que pudiera encontrar al hombre perfecto con el que casarme —contestó con una tierna sonrisa haciendo que su corazón se saltara un latido—. Y entonces apareciste tú.
Con lord Westcliff y Nicholas Jonas en Bristol, la inmensa casa solariega parecía insólitamente silenciosa. Para alivio de Lillian y _______, lord Westcliff había convencido a sus padres para que acompañaran a una familia vecina a una excursión a Stratford-on-Avon. Asistirían durante una semana a banquetes, obras teatrales, conferencias, y diversos acontecimientos musicales, todo formaba parte del festival conmemorativo por el doscientos dieciocho aniversario del nacimiento de Shakespeare. Cómo había logrado lord Westcliff convencer a los Bowman para que asistieran al festival era un misterio para _______.
—Es increíble, mamá y papá no podrían estar menos interesados en ese escritor —le comentó _______ con asombro a Lillian, al poco tiempo de que el carruaje en el que viajaban sus padres hubiera partido—. Y no puedo creer que papá haya optado por ir a un festival en lugar de viajar a Bristol.
—Westcliff no tenía intención alguna de permitir que papá le acompañara —repuso Lillian con una sonrisa pesarosa.
—¿Por qué no? Es el negocio de papá, después de todo.
—Sí, pero la forma de negociar de papá es demasiado brusca para el estilo británico… con su presencia es más complicado llegar a un acuerdo. Por eso Westcliff organizó este viaje a Stratford con mucho esmero sin dejarle a papá la posibilidad de objetar. Marcus informó a mamá de manera casual de que podría codearse con muchas familias nobles en el festival, y papá no tuvo más opción que acompañarla.
—Imagino que a Westcliff y al señor Jonas les irá todo bien en Bristol —comentó _______.
Inmediatamente la expresión de Lillian se torno precavida.
—Estoy segura de que así es.
_______ notó que sin la presencia de sus amigas como escudo, ella y Lillian habían adoptado una manera de hablar excesivamente cuidadosa. Esto la disgustaba. Siempre habían sido francas y sinceras la una con la otra. Pero de pronto, parecían sentirse obligadas a evitar ciertos temas como si trataran de ignorar la presencia de un elefante en la habitación. Una manada entera de elefantes, en realidad.
Lillian no le había preguntado a _______ si había tenido algún tipo de intimidad con Nicholas. De hecho, Lillian parecía no desear hablar de Nicholas en absoluto. Tampoco le preguntó por qué su incipiente relación con lord Llandrindon se había evaporado, o por qué _______ no tenía interés aparente en ir a Londres para terminar la temporada.
_______ no deseaba sacar a colación ninguno de estos temas. A pesar de las palabras tranquilizadoras de Nicholas antes de irse, se sentía inquieta y agitada, y lo último que quería era tener una disputa con su hermana.
Así que se centraron en Merritt, turnándose para cogerla, vestirla, y bañarla como si fuera una muñeca. Aunque había dos niñeras disponibles para cuidar del bebé, Lillian se había resistido a recurrir a ellas. El hecho era que ella disfrutaba estando con el bebé.
Antes de que Mercedes se fuera, le había advertido de que el bebé se acostumbraría demasiado a estar en sus brazos. “La malacostumbrarás”, le había dicho a Lillian, “y luego no serás capaz de dejarla en la cuna”.
Lillian había replicado que no había escasez de brazos en Stony Cross Park, y Merritt podría estar en brazos tanto como quisiera.
—Tengo la intención de que su infancia sea diferente a la nuestra —le dijo a _______ poco después, mientras empujaban el cochecito del bebé por el jardín—. Los pocos recuerdos que tengo de nuestros padres son de ver a mamá vestirse para salir por las tardes o yendo al estudio de papá para denunciar nuestra última travesura. Y luego ser castigada.
—¿Recuerdas... —le preguntó _______ con una sonrisa— cómo solía gritar mamá cuando patinábamos por las calles y atropellábamos a la gente?
Lillian se rió ahogadamente.
—Excepto cuando eran los Astors, entonces le parecía bien.
—¿O cuando los gemelos plantaron un huerto pequeño y nosotros recogimos todas las patatas antes de que crecieran?
—Recuerdo cuando cogíamos cangrejos y pescábamos en Long Island…
—Y cuando jugábamos al rounders…
Esa tarde y sus “recuerdas cuando” llenó a las hermanas de melancolía.
—Quién hubiera imaginado... —comentó _______ con una amplia sonrisa— que terminarías casada con un noble inglés y que yo me convertiría en... —ella vaciló—… una solterona.
—No seas tonta —dijo Lillian quedamente—. Es obvio que tú no vas a ser una solterona.
Eso fue lo más cerca que estuvieron de discutir la relación de _______ con Nicholas Jonas. Sin embargo, considerando la inusual tranquilidad de Lillian, _______ se dio cuenta de que su hermana quería evitar reñir con ella. Y si eso significaba tener que incluir a Nicholas Jonas en la familia, estaba claro que Lillian se esmeraría en tolerarle. Sabiendo cuán difícil era para su hermana ocultar sus opiniones, _______ sintió el impulso de abrazarla. En lugar de eso, se dispuso a coger el asa del cochecito.
—Me toca a mí empujar —dijo _______.
Continuaron caminando.
_______ siguió sumida en los recuerdos.
—¿Recuerdas cuando volcaste la barca en el estanque?
—Con la institutriz dentro —añadió Lillian, y se sonrieron mutuamente.
Los Bowman fueron los primeros en regresar el sábado. Como se podía esperar, el festival de Shakespeare se había convertido en una interminable tortura para Thomas Bowman.
—¿Dónde está Jonas? —exigió segundos después de entrar en la mansión— ¿Dónde está Westcliff? Quiero un informe completo de las negociaciones.
—No han regresado aún —contestó Lillian, reuniéndose con él en el vestíbulo. Le dirigió a su padre una mirada cáustica—. ¿No vas a preguntar cómo me encuentro, padre? ¿No quieres saber cómo sigue el bebé?
—Puedo ver con mis propios ojos que estás bastante bien —replicó el señor Bowman—. Y asumo que el bebé está bien o ya me habrías informado de lo contrario. ¿Cuándo se espera que regresen Jonas y Westcliff?
Lillian puso los ojos en blanco.
—Volverán de un momento a otro.
Pero parecía que los viajeros se retrasaban, probablemente como resultado de las dificultades de viajar en primavera. El clima era imprevisible, los caminos rurales necesitaban a menudo reparaciones y como consecuencia los carruajes resultaban dañados con facilidad, y los caballos sufrían pequeñas lesiones en las herraduras.
Como al anochecer no había señales de Westcliff y Nicholas, Lillian declaró que deberían comenzar a cenar o el cocinero se enfadaría.
Fue una cena relativamente íntima, a la que asistieron los Bowman y dos familias locales, incluyendo al vicario y su esposa. En mitad de la cena, el mayordomo entró en el comedor y le susurró algo a Lillian. Ella sonrió y se sonrojó, sus ojos brillaban de satisfacción cuando informó a la mesa de que Westcliff había llegado y se les uniría en breve.
_______ ocultó su turbación tras un semblante impasible como si llevara una máscara. Bajo la superficie, sin embargo, la expectación bombeaba a través de sus venas. Al darse cuenta de que los cubiertos temblaban visiblemente en sus manos, los dejó y escondió las manos en su regazo. Oía la conversación sólo con la mitad de su mente, la otra mitad estaba pendiente de la puerta.
Cuando los dos hombres finalmente aparecieron en el comedor después de haberse aseado y cambiado tras el viaje, el corazón de _______ se disparó, latiendo desbocadamente en su pecho y haciéndole difícil respirar.
La mirada de Nicholas recorrió a todos los asistentes mientras hacía una ligera reverencia, imitando a Westcliff. Los dos lucían impecablemente arreglados y notablemente frescos. Uno podría pensar que sólo habían estado ausentes siete minutos en lugar de siete días.
Antes de ocupar su lugar a la cabecera de la mesa, Westcliff se acercó a Lillian. Puesto que el conde nunca había sido dado a las demostraciones públicas de afecto, asombró a todo el mundo, incluyendo a la propia Lillian, que él ahuecara su rostro entre las manos y la besara en los labios. Ella se sonrojó y dijo algo acerca de que el vicario estaba presente, haciendo reír a Marcus.
Entretanto, Nicholas ocupó el lugar vacío al lado de _______.
—Señorita Bowman —dijo cortésmente.
_______ no podía hablar. Dirigió su mirada hacia sus ojos risueños, y le pareció que las emociones brotaban de ella a borbotones. Tuvo que dejar de mirarle antes de cometer alguna tontería. Mantuvo una apariencia serena aunque era intensamente consciente de la cercanía de su cuerpo.
Westcliff y Nicholas entretuvieron al grupo relatando cómo su carruaje se había quedado atorado en el fango. Afortunadamente les había ayudado un agricultor que conducía un carro tirado por un buey, a pesar de que en el proceso de liberar el vehículo, todos habían quedado cubiertos de barro de la cabeza a los pies. Y aparentemente el episodio dejó al buey de mal humor. Cuando acabaron de contar sus infortunios, todos los comensales reían.
La conversación volvió al tema del festival de Shakespeare, y Thomas Bowman se lanzó a relatar su visita a Stratford-on-Avon. Nicholas hizo una pregunta o dos, pareciendo muy interesado en el tema.
_______ se sobresaltó, cuando de pronto sintió el roce de su mano bajo la mesa. Nicholas cerró los dedos sobre los suyos con suavidad, dejando sus manos unidas sobre el regazo de _______, mientras él continuaba la conversación con soltura, hablando y sonriendo. _______ alcanzó su copa de vino con la mano libre y se la llevó a los labios. Tomó un sorbo, y luego otro, y casi se ahogó cuando Nicholas jugó ligeramente con sus dedos debajo de la mesa. Las sensaciones que habían permanecido dormidas durante una semana revivieron al instante haciéndola vibrar.
Aunque no la miró, Nicholas deslizó algo suavemente por su dedo anular, hasta encajarlo pulcramente en la base del dedo, y la soltó cuando un lacayo se dispuso a rellenar de vino sus copas.
_______ bajó la mirada hasta su mano, parpadeando sorprendida al ver un brillante zafiro amarillo rodeado de pequeños diamantes. Como si fuera una flor de pétalos blancos. Cerró las manos con fuerza, inclinando la cabeza para ocultar un traicionero rubor de placer.
—¿Te gusta? —susurró Nicholas.
—Oh, sí.
Eso fue todo lo que pudieron hablar durante la cena. Solamente eso. A pesar de lo mucho que tenían que decirse. _______ se esforzó por soportar el ritual del oporto y el té tras la cena, sintiéndose agradecida de que, al parecer, todo el mundo, incluido su padre, deseaba retirarse temprano. Tan pronto el anciano vicario y su esposa se dispusieron a volver a casa, el grupo se dispersó con facilidad.
Saliendo con _______ del comedor, Nicholas le susurró:
—¿Tendré que escalar la fachada esta noche, o vas a dejarme la puerta abierta?
—La puerta —contestó _______ sucintamente.
—Gracias a Dios.
Aproximadamente una hora más tarde, Nicholas giró cuidadosamente la manilla de la puerta del dormitorio de _______ y se deslizó dentro. El resplandor de una vela situada junto a la cama iluminaba la habitación, la llama bailaba a causa de la brisa que entraba por la puerta abierta del balcón.
_______ estaba sentada en la cama leyendo, tenía el cabello peinado en una trenza que se deslizaba sobre su hombro. Vestida con un recatado camisón blanco con intrincados bordados en el canesú, se veía tan pura e inocente que Nicholas se sintió algo culpable por acercarse a ella con el cuerpo estremecido por el deseo. Pero cuando ella levantó la vista del libro, sus ojos oscuros lo atrajeron irremediablemente y caminó hacia ella.
_______ dejó a un lado el libro, la luz de la lámpara iluminaba su perfil. Su piel se veía tan suave y perfecta como el marfil pulido. Nicholas sintió el anhelo profundo de acariciarla con sus manos.
Las comisuras de la boca de _______ se curvaron en una sonrisa como si pudiera adivinar sus pensamientos. Apartó el cubrecama hacia un lado y al hacerlo, el zafiro amarillo brilló intensamente en su dedo. Nicholas quedó momentáneamente sorprendido por la intensidad de su respuesta a esa imagen, una punzada de posesividad primitiva. Lentamente él obedeció a su gesto para que se acercara a la cama.
Se sentó sobre el borde del colchón observándola, sus sentidos saltaron cuando _______ se recogió el camisón y gateó hasta sentarse en su regazo, sinuosamente como si fuera un gato. El perfume dulce de su piel llenó su nariz mientras su peso descansaba sobre sus muslos. Enlazando sus esbeltos brazos alrededor de su cuello, ella susurró en su oído.
—Te he echado de menos.
Las palmas de sus manos trazaron el mapa de su cuerpo; las suaves curvas, la delgada cintura, los firmes senos... A pesar de que él encontraba embriagadores los encantos femeninos de _______, no lo conmovían tan intensamente como su cálida y vivaz inteligencia.
—Yo también a ti.
Los dedos de _______ jugaban con su pelo, ese toque ligero enviaba sacudidas de placer desde su nuca hasta su ingle.
—¿Viste a muchas mujeres en Bristol? Westcliff mencionó una cena, y una soirée ofrecida por vuestro anfitrión —le susurró con un murmullo provocativo.
—Yo no vi a ninguna mujer. —Para Nicholas era difícil pensar en otra cosa que no fuera el deseo exquisito que empezaba a inundarlo—. Tú eres la única a la que siempre he deseado.
Ella le dio un golpecito en el puente de la nariz con un dedo juguetón.
—Sin embargo, no has permanecido célibe en el pasado.
—No —admitió Nicholas, cerrando los ojos cuando sintió la caricia de su aliento contra su piel—. Es un sentimiento triste, desear que la mujer a la que abrazas sea otra. Poco antes de dejar Nueva York, me di cuenta de que cada mujer con la que había estado los últimos siete años se parecía a ti de algún modo. Una tenía tus ojos, otra tus manos, o tu pelo… creí que pasaría el resto de mi vida buscando pequeños detalles tuyos en otras mujeres. Creí que…
_______ le silenció con su boca, absorbiendo su cruda confesión. Sus labios se separaron, y él no necesitó más invitación para besarla, introduciendo dulcemente la lengua hasta que poseyó su boca completamente. Sus senos rozaban su pecho con cada inhalación.
Inclinó a _______ hacia atrás ligeramente, atrapando el dobladillo de su camisón y alzándolo. Ella le ayudó a desprenderse de la prenda, retorciéndose un poco para deslizarla sobre su cabeza. Ese grácil contoneo hizo palpitar su pulso a través de sus venas. Ella yacía sobre la cama desnuda, su sonrojo se propagaba cubriéndola como una capa de cera, cruzó los brazos contra su cuerpo con timidez. Nicholas la observaba con avidez mientras se quitaba la ropa.
Acostándose a su lado, Nicholas bromeó sobre su recato. Le acarició los hombros, la garganta, el contorno vulnerable de la clavícula... Gradualmente el calor de su piel traspasó la de ella, y su carne comenzó a arder bajo sus caricias expertas. Jadeando intensamente, ella enroscó su cuerpo flexible alrededor de él, y él la silenció con su boca, recordándole que las ventanas estaban abiertas y debía guardar silencio.
Nicholas trazó con los labios un camino ardiente hacia sus senos, atrapando los suaves pezones e introduciéndolos en su boca. Oyendo los gemidos que ella emitía, él sonrió y trazó un círculo con la lengua alrededor de un pezón. Él jugó con ella hasta que _______ se tapó la boca con la mano, gimiendo.
Finalmente el placer fue insoportable y _______ se retorció enterrando un gemido atormentado sobre las sabanas.
—No puedo —susurró, temblando—. No puedo callarme.
Nicholas rió suavemente y besó el centro de su columna vertebral.
—Pues no pienso detenerme —susurró, colocándola de espaldas—. Y piensa en el escándalo que provocarás si nos sorprenden.
—Nicholas, por favor…
—Silencio. —Él dejó vagar su boca por su cuerpo sin restricción, besando, mordiendo tiernamente, hasta que ella se contorsionó inquieta. De vez en cuando ella se volvía, hundiendo sus dedos delgados en el colchón como si fueran las uñas de un gato. Él la persuadía para que se colocara de espaldas otra vez, susurrándole palabras cariñosas y promesas, besándola para silenciar sus protestas, mientras sus dedos jugaban con su carne abotargada. Cuándo ella estaba tensa como la cuerda de un violín y su piel brillaba por la transpiración, Nicholas finalmente se acomodó entre sus muslos temblorosos.
Ella le dio la bienvenida cuando sintió la dureza de él introduciéndose íntimamente en su cuerpo… y luego gimió y se sonrojó mientras él buscaba el ritmo correcto. Él supo que lo había encontrado cuándo ella, instintivamente, alzó las rodillas para sujetar sus caderas.
—Sí, sujétame… —le susurró Nicholas, acariciándola repetidas veces, mientras sus músculos interiores comenzaban a palpitar violentamente. Él nunca había conocido tal éxtasis como el que sentía empujando en su exquisita estrechez. La penetró más profundamente cuando ella elevó desvalidamente las caderas hacia su cuerpo. Él siguió cada movimiento de ella, dándole lo que necesitaba, buscando su placer.
_______ se cubrió la boca con una mano de nuevo, abriendo mucho los ojos, Nicholas le apartó la mano cogiéndola de la muñeca, y en su lugar la besó en la boca, introduciendo profundamente su lengua. Sus violentos estremecimientos provocaron su propio clímax, arrancando un profundo gemido de su pecho que le estremeció hasta el alma.
Cuando las últimas ondas de placer habían remitido, Nicholas estaba inmerso en el letargo más profundo que había sentido en toda su vida. Sólo el pensamiento de que aplastaba a _______ pudo convencerle para rodar a un lado. Ella hizo un sonido malhumorado y le siguió, buscando el calor de su cuerpo. Él la abrazó, acunando su cabeza en la curva de su brazo, y se las arregló para colocar la revuelta ropa de cama sobre ambos.
La tentación de dormir era apabullante, pero Nicholas no se atrevía a permitírselo. No confiaba en despertarse antes de que la doncella viniera a abrir las cortinas por la mañana. Se sentía demasiado satisfecho, y sentir la forma pequeña de _______ acurrucada contra él era algo demasiado tentador como para poder resistirse.
—Tengo que irme —susurró contra su pelo.
—No, quédate. —Volvió la cara hacia él, acariciando con sus labios la piel desnuda de su pecho—. Quédate toda la noche. Quédate para siempre.
Él sonrió y la besó en la sien.
—Lo haría. Pero creo que tu familia se enfadaría conmigo por deshonrarte antes de casarnos.
—No me siento deshonrada.
—Yo sí —repuso Nicholas.
_______ sonreía cuando contestó.
—Entonces tendré que casarme contigo. —Su pequeña mano se deslizó sobre su cuerpo, explorando—. Es una ironía, pero ésta será la primera vez que haga algo para complacer a mi padre.
Con un murmullo comprensivo, Nicholas atrajo a _______ contra él. Él conocía a su padre muy bien, era consciente del temperamento malhumorado del hombre, su intolerancia y sus exigencias imposibles. Entendía lo que le había costado a Bowman amasar una fortuna de la nada, los sacrificios que él había tenido que hacer. El señor Bowman había desechado todo lo que era un obstáculo para lograr sus metas. Incluyendo la relación con su esposa y sus hijos.
Por primera vez, a Nicholas se le ocurrió que Bowman y su familia se beneficiarían de contar con alguien que actuase como mediador, que mejorara la comunicación entre ellos. Si eso dependía de él, encontraría la manera de conseguirlo.
—Tú —susurró contra su cabello— eres su mejor obra. Algún día él se dará cuenta de eso.
Él la sintió sonreír sobre su piel.
—Lo dudo. Pero es bonito que lo digas. No tienes que preocuparte por eso, ¿sabes? Acepté que mi padre era así hace mucho tiempo.
De nuevo Nicholas estaba confuso por la profundidad de los sentimientos que ella le inspiraba, esa intensa necesidad de hacerla completamente feliz.
—Todo lo que tú necesites —susurró—, todo lo que algún día desees, lo conseguiré para ti. Solo tendrás que pedírmelo.
_______, que yacía cómodamente en sus brazos, sintió un agradable temblor atravesar todo su cuerpo. Ella tocó sus labios con sus dedos, trazando su contorno con suavidad.
—Quiero saber cuál fue el deseo que te costó cinco dólares.
—¿Eso es todo? —Él sonrió bajo las yemas de sus dedos—. Deseé que encontrases a alguien que te quisiera tanto como yo. Pero supe que no se haría realidad.
La luz de la vela iluminó las delicadas facciones de Daisy cuando levantó la cabeza para mirarle.
—¿Por qué no?
—Porque sabía que nadie podría quererte tanto como yo.
_______ se inclinó sobre él hasta que su pelo cayó en una cortina oscura alrededor de ambos.
—¿Y tu deseo cuál fue? —preguntó Nicholas, peinando con los dedos su melena.
—Que pudiera encontrar al hombre perfecto con el que casarme —contestó con una tierna sonrisa haciendo que su corazón se saltara un latido—. Y entonces apareciste tú.
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