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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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† Harmenlock †
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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¿Cuánto te ha gustado Harmenlock?
Re: † Harmenlock †
Amo que ames los capitulos Cel! Claro que la seguire pronto. JAJAJA Me alegro de que la ames
Jockie.
Re: † Harmenlock †
Dudo que te quede Ingles, Física, Química y Matemática tal vez. Pero no ingles.
Zarek
Re: † Harmenlock †
Por que no me podria quedar Ingles? Me han quedado Mates y Plastica (La ultima injustamente ya que soy de las que mejor pintan pero es para tocarme las pelotas-.-)
Jockie.
Re: † Harmenlock †
Extraño Artística.
Sabes ingles y no tienes una loca religiosa como profesora.
Sabes ingles y no tienes una loca religiosa como profesora.
Zarek
Re: † Harmenlock †
Ya... Bueno, tengo una profesora de nivel alto que se olvida de los examenes importantes:/ Tenia que haberme quedado en el nivel bajo con los tontos de la clase jajaja Yo naci con una vena artistica para la pintura, escribir y la fotografia y para los idiomas. Vamos una nerd de pies a cabeza
Jockie.
Re: † Harmenlock †
FREEKKKKK
Artística, para mi consistia en: Investigar los diferentes estilos, su mas importantes percusores, aprenderme de las pinturas mas famosas: Autor, creación, cual es su significado, materiales.
Bastante fácil.
Yo amo historia, castellano, literatura, italiano (ONCE POR EL PECHO) y sha.
Eso es todo, de resto lo hago por hacerlo.
Los números y yo no somos amigos.
Artística, para mi consistia en: Investigar los diferentes estilos, su mas importantes percusores, aprenderme de las pinturas mas famosas: Autor, creación, cual es su significado, materiales.
Bastante fácil.
Yo amo historia, castellano, literatura, italiano (ONCE POR EL PECHO) y sha.
Eso es todo, de resto lo hago por hacerlo.
Los números y yo no somos amigos.
Zarek
Re: † Harmenlock †
† Hola, Soy Celeste †
Si estas leyendo esto ... se supone que eres parte de mi.
Mira como explicarlo, hoy decidi pasarme por las novelas que forman parte de mi, que alguna vez irrumpieron en mis sentimientos y movieron mi alma debil pero ... QUE LA ESCRITORA SENSUALONA NO LA SIGUE o PORQUE SE ME DIO LA GANA QUE LA ESCRITORA SE ENTERE QUE SU NOVELA ES IMPORTANTE.
Quiero que vuelvas y tomes cariño conmigo.
Simplemente hazlo por mi y por tus lectoras -aunque algunas no comenten- pero simplemente hazlo.
Si no tienes inspiracion ... TE AYUDARE. Podre aportarte ideas cuando necesites por MP , solo pidelo no es molestia.
Si te da vagancia ... PUES TE TIRARE UNA SUPRA Y ESCONDERE EL NUTELLA.
Bueno ... eso es todo lo que tengo para decirte, eres una de las mejores escritoras que conozco y esta es una de las POCAS novelas que me mueve el alma.
† Besos Celes †
Si estas leyendo esto ... se supone que eres parte de mi.
Mira como explicarlo, hoy decidi pasarme por las novelas que forman parte de mi, que alguna vez irrumpieron en mis sentimientos y movieron mi alma debil pero ... QUE LA ESCRITORA SENSUALONA NO LA SIGUE o PORQUE SE ME DIO LA GANA QUE LA ESCRITORA SE ENTERE QUE SU NOVELA ES IMPORTANTE.
Quiero que vuelvas y tomes cariño conmigo.
Simplemente hazlo por mi y por tus lectoras -aunque algunas no comenten- pero simplemente hazlo.
Si no tienes inspiracion ... TE AYUDARE. Podre aportarte ideas cuando necesites por MP , solo pidelo no es molestia.
Si te da vagancia ... PUES TE TIRARE UNA SUPRA Y ESCONDERE EL NUTELLA.
Bueno ... eso es todo lo que tengo para decirte, eres una de las mejores escritoras que conozco y esta es una de las POCAS novelas que me mueve el alma.
† Besos Celes †
darkness.
Re: † Harmenlock †
† Capítulo 39 †
† Dedicado a Cidhy por sacarme sonrisas con sus comentarios y a Celeste, por ser una fiel lectora que intenta ayudar. Se os quiere<3 †
† Dedicado a Cidhy por sacarme sonrisas con sus comentarios y a Celeste, por ser una fiel lectora que intenta ayudar. Se os quiere<3 †
Lugar: Desconocido, desconocido(Inglaterra)
Hora: 22:26
Personaje: Anastasia West
"Encontrada", "sola", "motel", "Las Vegas". "Botella de alcohol", "crack", "sobredosis", "anorexica" eran las palabras que no paraban de repetir los agentes de la ciudad de Helena. Intentaban hablar con disimulo para que la niña de doce años que se encontraba sentada en el sofá no escuchara nada.
"Niña", "adopción", "orfanato", "drogada", "Estado de Nevada"... La niña tenía varios cortes en la cara, donde aquella puta le había pegado con un trozo de botella roto.
Los trozos de cristales se encontraban esparcidos por el suelo, junto a paquetes de condones utilizados y líquido alcoholico en el suelo. Una mujer se encontraba delante de la niña, con una bata de color blanca. La mujer era alta y delgada, de unos treinta y pocos años, con el cabello rubio y unos ojos verdes fascinantes. La doctora le tomaba el pulso y examinaba su cara, buscando otro signo de violencia.
— ¿Tu madre te pegaba? —preguntó la doctora, aplicándole alcohol a las heridas de la cara.
La niña no contestó. Simplemente se dejo curar en silencio.
— ¿Tu madre era una drogadita?
Ella apretó los labios, indispuesta a contestar a ninguna persona.
— ¿Cómo te llamas? —le preguntó dulcemente la doctora.
Anne tembló unos instantes y después apartó su mirada azul, desviándola a la ventana mugrienta que daba a el callejón del edificio. La droga había sido confiscada y las botellas recogidas del apartamento con la intención de examinarlas. La niña sabía que los policias desconocian su nombre y que tenían en mente mandarla a algún orfanato del condado, intentando deshacerse de ella. Que al cuerpo de su madre le harian una autopsia y descubririan cosas asquerosas y repugnantes.
Los agentes de policia le habían enseñado las fotos de su madre muerta en el motel y le habían preguntado con paciencia si aquella era su madre, cosa que la niña contestó con un débil asentimiento de cabeza.
— Yo soy la doctora Megan —se presentó la mujer, dejando el alcohol en una mesa y extendiendo su mano.
La niña no le estrecho la mano y tampoco mantuve contacto físico o visual con ella. Se limitó a mirar por la ventana con profundidad.
— ¿Eres muda? —preguntó Megan.
— No lo intente más, Doctora West —le advirtió un agente con un bigote espantoso—. La niña se niega a hablar sobre cualquier cosa y todavía no hemos podido identificar el cuerpo de su madre.
La doctora West meneó la cabeza, horrorizada y se puso en pie, mirando desde lo alto a la niña.
— ¿Tienes hambre, cielo?
La niña estaba a punto de negar la cabeza cuando su estómago la delato y percibió como sus mejillas se sonrojaban de la vengüenza.
— Eso parece un sí —sonrió—. Ven, te invito a lo que quieras.
La niña titubeo, para después ponerse en pie y seguir a la mujer de bata blanca por lo que era su casa. Lo último que vió fue, el espectro de su madre sentado en el sillón con una botella de ron y sus ojos hinchados. Sus labios pintados de rojo puta deletrearon:
— Voy a por ti, Clary.
Anne se despertó sobresaltada en el asiento del avión, con el sudor frío en sus sienes y la boca pastosa. La cabeza le daba vueltas y notaba pinchazos fuertes y agudos en las sienes. Parpadeó, percibiendo de perfil el paisaje de la noche en el aire y las nubes debajo de ellos. El asiento de al lado estaba vacío y no había ni rastro del joven.
Ella se estremeció ante la idea de que él la había abandonado en ese mismo instante. Su corazón estaba sobresaltado, de una manera agitada que le martillaba el pecho de forma violenta. Se llevó las manos a la cabeza, cubriéndole la cara llena se sudor. Se podía imaginar su rostro, sudoroso y con bolsas bajo los ojos. Los pómulos hundidos y el pelo enrredado. Escuchaba los pasos de la gente y el sonido del aire ser cortado por las alas del avión blanco.
Apoyó su cabeza en el respaldo e intentó tranquilizarse, diciéndose a si misma que todo aquello era sólo un sueño y que ella nunca llegó a visualizar el espectro de su madre en la casa. Bueno, la mujer que se había encargado de torturarla durante diez años enteros.
—¿Quiere algo de beber? —le preguntó una voz masculina, desde el pasillo.
Anne levantó la mirada, abriendo sus ojos y separando sus manos de la cara apensar de que se empezaba a encontrar mejor en esa posición.
—No —contestó cortante, con la voz ronca y seca.
El azapato se encogió de hombros y desapareció con el carrito de las bebidas por el pasillo. Anne escuchaba sus pensamientos, que decian lo mal educada que había sido.
Anne sintió calidez repentinamente, en el asiento de Louis y cuando se giró lo encontró allí, mirándola con delicadeza. Ella pudo advertir que los rasgos de él se habían suavizado ligeramente y su cabello estaba todavía más despeinado que antes.
—Veo que ya estas despierta —comentó, girando un lápiz en su mano con rapidez.
Ella se encogió de hombros, de manera indiferente y cerró los ojos.
—Y yo veo que has regresado —repuso, sintiéndose diminuta.
—¿Llevas mucho tiempo despierta? —preguntó, dejando de girar el lápiz en su palma y haciéndolo transmutar en una flor de color roja.
—Se podría decir que no —dijo ella, contemplando la flor con aire triste.
Louis la sonrió, formándosele un hoyuelo en la parte de la mejilla.
—¿Tienes hambre? —le preguntó él, haciendo que el capullo del tulipán se cerrará de manera antinatural.
—No.
—¿Sed?
—No.
Louis estaba apunto de decir algo,cuando Anne le interrumpió, de manera grosera.
—¿Cuántos?
El joven arrugó el ceño.
—¿Cuántos qué?
—Dones. Cuántos dones tienes.
Louis sonrió una vez más, aunque esta vez no llegó a sus ojos.
—No sé —se encogió de hombros—. Los que son como yo no solemos contar nuestros dones.
—¿Los que son como tú? —ella enarcó una ceja—. ¿A qué te refieres?
—Vamos a ver... —meneó la cabeza—. Como sabes, existen dos grupos de Casters. Por un lado los Naturales que son los de la luz y después los Crosward —Anne asintió, sin saber por donde iba el chico—. Bien. En los Naturales, nos dividimos de ésta forma, por un lado están los Originals que son como Lara o Liam... personas que tienen un número limitado de dones y después, estamos los Chemicals que son como yo. Personas que no tienen limitación de dones. Algunos Originals tienen el don de copiar los poderes de otros Naturales y, a estos se les denomina HalfChemical. Y después, los Croswards se dividen en otros dos bandos. Los de poderes limitados son Darkness y los ilimitados son Shadows.
—De acuerdo pero, ¿cómo se puede distinguir a un Crosward de un Natural? ¿Y cada cuánto aparecen? ¿Se puede cambiar de bando?
Louis rascó su barbilla, de manera pensativa.
—Supongo que por el color de los ojos y las venas. Los Naturales solemos tener los ojos claros con motas blancas y los Croswars suelen ser más... oscuros. También por las reacciones de los animales. No les suele gustar mucho la energía oscura que traen consigo. Respondiendo a tu segunda pregunta, las ovejas negras de las familias aparecen cada siglo. Y no Anastasia. Un Natural no puede estar nunca con un Crosward. Se nace de un lado y no se puede cambiar —se encogió de hombros—. Es asi nuestra naturaleza.
—¿Y qué pasaría si un Crosward se casará o tuviera hijos con un Natural?
—Eso sería imposible. Bueno, improbable. Ningún Caster ha sido... lo suficientemente insensato para destrozar las Leyes por amor. O deseo.
—¿Y no ha habido ninguna excepción?
—No que yo sepa aunque seguro que habrá —soltó una carcajada—. Todos cometemos locuras por amor.
—¿Incluso tú? ¿Destruirias las Leyes y las Normas si te enamorarás de una Crosward?
Louis no contestó, simplemente se quedó observando la planta de su mano, que se empezaba a marchitar con rápidez. La chica no dijo nada más y paso su mirada por Louis, antes de preguntar con la voz entrecortada.
—¿Cómo nacerian los hijos? En el caso de que un Caster quebrantará las Leyes, ¿el hijo nacería Natural o Crosward?
—El hijo nacería muerto. Es como intentar cruzar dos razas diferentes. No puedes intentar que tengan hijos vivos. Estos mueren al instante. No importa lo bien que hayan estado en el vientre de la Caster. Mueren al instante.
Anne dejó escapar una pequeña exclamación de sorpresa y se encogió en el asiento, con la piel lívida.
—¿Y cómo... cómo sabes si has nacido Crosward o Natural?
—Supongo que empiezas a experimentar cambios sobre la adolescencia.
—¿Y dónde se...?
—Anastasia —le interrumpió Louis, poniendo su dedo indice en su labio—, me estas agobiando. No estoy acostumbrado a que me disparen a preguntas y menos a la diez de la noche. Si tienes preguntas, Liam estará encantado de responder pero, por favor, no más.
Ella se sonrojó y desvió la mirada, muerta de vergüenza. Louis sonrió y se acomodó en el asiento, con los ojos empuñados y sus manos trabajando en la flor marchitada.
—Lo siento —tartamudeó—. Mi intención no era abogiarte...
Él le dedicó una sonrisa de lado, sin marca de burla e ironía. Se sonrojó con fuerza y desvió la mirada a la ventana, con la intención de que él no notará su repentino enrojecimiento. Louis le giro la cara, cogiéndola del mentón delicadeza y mirándola a los ojos, de manera que la corriente eléctrica volvía a su piel y el picor cabelludo se encargaba de embriagarla de manera peligrosa.
—No escondas tu sonrojo. Estas muy adorable con las mejillas rosadas —su tono era dulce.
Anne se sonrojó todavía más y su corazón dió un vuelco, junto a la sensación de mariposas volando en su estómago, con las alas rozando las paredes. Ella notaba las motas de sus ojos: azules, verdes y grises. Sus labios carnosos rosados tan seductores curvados hacía arriba. Demasiado cerca, quizás. Su aliento despeinaba las pestañas rizadas y los pelos de sus cejas.
—Quieres besarme —adivino Louis.
Anne elevó la mirada de sus labios y los fijó en sus ojos.
—Yo no...
Estaban aproximándose lentamente, fijándose en el otro. Examinando los movimientos y sintiéndose atraidos por aquel hilo invisible que tiraba y los acercaba cada vez más. Estaban apunto de besarse. De unir sus labios y sentir las chispas que se encargaban de traer a la locura más extrema a Anne cuando, la voz de una de las azafatas les devolvió cruelmente a la realidad.
—Por favor, abrochensen los cinturones de seguridad. Estamos a punto de aterrizar.
Anne se echó hacía atrás, dándose un golpe en la cabeza con la ventana. Louis soltó una carcajada y se abrochó el cinturón de seguridad, mientras meneaba la cabeza de manera divertida. La joven se sobó la cabeza con la mano, haciendo un gesto de dolor y se abrochó también el cinturón, cerrando los ojos con fuerza y las mejillas rosadas.
—Toma —le dijo el joven, regalándole la flor de sus manos.
Ella bajo la mirada, aunque detestaba las flores con toda su alma. Bajo la vista a la flor, que era un precioso clavel rojo rubi. Sus pétalos estaban perfectos, de manera que brillaban con gotas de rocío por las puntas. Aspiró el dulce olor que despendria, con sus ojos azules examinando aquella flor. El tacto era suave y tenía la apariencia de que si Anne tocaba con demasiada fuerza, el clavel se despromaría sobre sus manos de manera dolorosa.
Después, desvió la mirada a Louis, quién la observaba. Sus ojos examinaban a la adolescente, esperando poder leer todos sus movimientos. Ella le dedicó una sonrisa de medio lado y miró por la ventana, cuando las ruedas del avión frenaban sobre la pista de aterrizaje.
Trago saliva, cuando todos los pasajeros se pusieron en pie, saliendo del avión de manera ordenada, hablando demasiado alto. Anne desabrochó el cinturón y se puso en pie, con Louis cogiéndola de la mano del clavel y conduciéndola hacia el exterior.
Fuera, hacía frío. La noche estaba cubierta por un fino manto de nubes blancas teñidas de azul pasajeras. Londres o, por lo menos, el aeropuerto.
—¿No vamos a esperar a Lara y los demás? —preguntó la pelinegra, con la mirada azul mar en el equipaje que daba vueltas por la cinta.
—Ellos ya saben que vamos a Harmenlock —se encogió de hombros y le dió un suave apretón de manos—. Les veremos en la entrada.
—Entonces, ¿iremos tu y yo solos?
Se notaba su tono insinuante en su voz.
—Eso parece.
Anne sonrió de lado y metió con la mano libre el Energy System en uno de los bolsillos vaqueros cortos y metió los cascos por la camiseta, para que colgarán del escote sobre el pecho. Chasqueó la lengua, sintiendo la corriente magnética que le provocaba Louis en la piel.
Para cuando se dió cuenta, el equipaje reposaba en sus pies, con la mochilita negra. Ella se agachó, cogiéndolo por el asa y pasando el brazo libre por éste. Louis tenía dos maletas de color azul metálico.
—¿Quieres que te ayude? —le preguntó Anne, sintiendo ese nerviosismo cuando el alzó la mirada.
—No hace falta —repuso él, encogiéndose de hombros.
—¿Y no piensas soltarne la mano?
—¿Te molesta?
—No. Lo digo porque dificilmente vas a poder llevar dos maletas con una sola mano —hizo una mueca y le dió un tirón a su cabello suelto.
Louis la miró de reojo y ella caminó en dirección al exterior, escuchando los pasos del chico que recibía miradas de chicas extranjeras. Tal vez era por su pinta de chico malo que nunca fallaba. Con su cabello revuelto de manera perezosa, esa piel bronceada, la barba de dos días que le empezaba a crecer por el mentón y esos ojos encantadores que provocaban fuegos artificiales en el interior de Anne. Louis les dedicó una sonrisa coqueta, cuando por fin ya habían salido del aeropuerto y se encontraban en la entrada.
Louis estaba recostado en una de las columnas, de manera un tanto provocativa, pensó Anne. Ella chasqueo la lengua una vez más, sintiendo el pircieng de su lengua en el paladar y desvió la mirada hacia los taxis que se movian en masa. Se colocó los abriculares, con la canción Summertime Sadness de Lana del Rey comenzando con el estribillo. Sentía las ganas de conseguir un cigarrillo y fumar pero se contuvo y mantuvo su concentración en I got a Summertime Summertime Sadness. Su-su-summertime Sadnesss. I got a Summertime Summertime Sadness.
Anne sabía que si quería, podía incendiar el pelo de la rubia teñida que no paraba de sonreirle coquetamente a Louis. Que podía hacer que el café que sostenía en sus manos esqueléticas estallará en una fina lluvia de cafeina y leche y manchar su caro atuento de Mango. Pero no lo hizo. Se limitó a observar la imagen, como quien mira una película desde un tercer plano. Como la chica rubia, que se llamaba Ashely le tocaba el brazo coquetamente a Louis y reía por un comentario que él había hecho.
Apreto los ojos y desvió la mirada, sintiendo como la presencia de Lara se intensificaba con más fuerza a medida que pasaba el tiempo. Volvió a posar la mirada en la pantalla rayada de la máquina y observo como las letras blancas digitales se movian hacía la derecha, anunciando Ride de Lana del Rey. Y entonces, le vino a la mente un pequeño recuerdo. Un flash diminuto con una hilera de imágenes ante sus ojos. No pudo verlas todas, sólo una. Un cielo nocturno, lleno de estrellas blancas y una figura delgada que andaba entre árboles con una copa cobre en la mano.
Parpadeó, al ver a Lara salir por las puertas, con la cara iluminada y rodeada por Niall. Liam, quien estaba serio y andaba con los labios fruncidos. Anne adivinó que no le gustaban las alturas. Lara levantó la mano y corrió hacia Anne, dando saltitos.
—¿Qué tal el viaje? —preguntó.
—Jum... bien —contestó quitándose los abriculares y deteniendo la música—. ¿Y el tuyo?
—Liam vomitando todo el rato —se encogió de hombros como si ocurriera con normalidad—. Por el resto ha estado muy bien.
Anne asintió, bajando la mirada a la sonrisa de su amiga.
—¿Dónde has conseguido esa flor? —le preguntó Lara, señalando el clavel que se encontraba en sus manos.
—Bueno —sus ojos fueron hacía Louis, que continuaba hablado con la rubia—. La compré a un tipo que vendía claveles. Es para ti. Gracias por todo.
Los ojos de Lara se iluminaron, como bombillas verdes y cogió la flor para después darle un abrazo a su amiga, girarse y gritar a Niall como una loca.
—¡Anne me ha comprado una flor!
Niall sonrió y preguntó a Anne, de manera bromista.
—¿Intentando quitarme a mi chica?
Ella soltó una carcajada y contestó:
—Claro. Déjamela este fin de semana y verás como la llevo a la otra acera conmigo.
Niall rió, mostrando unos brackets que apenas se notaban.
—El coche ya está aquí —anunció Liam, mirando con el ceño fruncido a Lara la cual no paraba de sonreir como loca—. ¿Y a esa que le pasa?
—Tiene Fiebre West —contestó Niall, mirando a su novia.
—Es que soy irresistible —comentó la adolescente de cabello oscuro, dándole un golpe a su cabello azabache.
Los tres estallaron en carcajadas y se dirigieron hacia el coche, colocando las maletas y metiéndose en la furgoneta de color azul oscura. Lara se subió la penúltima, con la flor en sus manos y sus dedos agarrando con fuerza el tallo. Anne miró por la ventana, contemplando como Louis se despedía de Ashely con un beso en la mejilla y ella le entregaba un papelito doblado a la mitad. Anne sintió una punzada de decepción y cerró los ojos, esperando que el suelo la tragará.
Hora: 22:26
Personaje: Anastasia West
"Encontrada", "sola", "motel", "Las Vegas". "Botella de alcohol", "crack", "sobredosis", "anorexica" eran las palabras que no paraban de repetir los agentes de la ciudad de Helena. Intentaban hablar con disimulo para que la niña de doce años que se encontraba sentada en el sofá no escuchara nada.
"Niña", "adopción", "orfanato", "drogada", "Estado de Nevada"... La niña tenía varios cortes en la cara, donde aquella puta le había pegado con un trozo de botella roto.
Los trozos de cristales se encontraban esparcidos por el suelo, junto a paquetes de condones utilizados y líquido alcoholico en el suelo. Una mujer se encontraba delante de la niña, con una bata de color blanca. La mujer era alta y delgada, de unos treinta y pocos años, con el cabello rubio y unos ojos verdes fascinantes. La doctora le tomaba el pulso y examinaba su cara, buscando otro signo de violencia.
— ¿Tu madre te pegaba? —preguntó la doctora, aplicándole alcohol a las heridas de la cara.
La niña no contestó. Simplemente se dejo curar en silencio.
— ¿Tu madre era una drogadita?
Ella apretó los labios, indispuesta a contestar a ninguna persona.
— ¿Cómo te llamas? —le preguntó dulcemente la doctora.
Anne tembló unos instantes y después apartó su mirada azul, desviándola a la ventana mugrienta que daba a el callejón del edificio. La droga había sido confiscada y las botellas recogidas del apartamento con la intención de examinarlas. La niña sabía que los policias desconocian su nombre y que tenían en mente mandarla a algún orfanato del condado, intentando deshacerse de ella. Que al cuerpo de su madre le harian una autopsia y descubririan cosas asquerosas y repugnantes.
Los agentes de policia le habían enseñado las fotos de su madre muerta en el motel y le habían preguntado con paciencia si aquella era su madre, cosa que la niña contestó con un débil asentimiento de cabeza.
— Yo soy la doctora Megan —se presentó la mujer, dejando el alcohol en una mesa y extendiendo su mano.
La niña no le estrecho la mano y tampoco mantuve contacto físico o visual con ella. Se limitó a mirar por la ventana con profundidad.
— ¿Eres muda? —preguntó Megan.
— No lo intente más, Doctora West —le advirtió un agente con un bigote espantoso—. La niña se niega a hablar sobre cualquier cosa y todavía no hemos podido identificar el cuerpo de su madre.
La doctora West meneó la cabeza, horrorizada y se puso en pie, mirando desde lo alto a la niña.
— ¿Tienes hambre, cielo?
La niña estaba a punto de negar la cabeza cuando su estómago la delato y percibió como sus mejillas se sonrojaban de la vengüenza.
— Eso parece un sí —sonrió—. Ven, te invito a lo que quieras.
La niña titubeo, para después ponerse en pie y seguir a la mujer de bata blanca por lo que era su casa. Lo último que vió fue, el espectro de su madre sentado en el sillón con una botella de ron y sus ojos hinchados. Sus labios pintados de rojo puta deletrearon:
— Voy a por ti, Clary.
Anne se despertó sobresaltada en el asiento del avión, con el sudor frío en sus sienes y la boca pastosa. La cabeza le daba vueltas y notaba pinchazos fuertes y agudos en las sienes. Parpadeó, percibiendo de perfil el paisaje de la noche en el aire y las nubes debajo de ellos. El asiento de al lado estaba vacío y no había ni rastro del joven.
Ella se estremeció ante la idea de que él la había abandonado en ese mismo instante. Su corazón estaba sobresaltado, de una manera agitada que le martillaba el pecho de forma violenta. Se llevó las manos a la cabeza, cubriéndole la cara llena se sudor. Se podía imaginar su rostro, sudoroso y con bolsas bajo los ojos. Los pómulos hundidos y el pelo enrredado. Escuchaba los pasos de la gente y el sonido del aire ser cortado por las alas del avión blanco.
Apoyó su cabeza en el respaldo e intentó tranquilizarse, diciéndose a si misma que todo aquello era sólo un sueño y que ella nunca llegó a visualizar el espectro de su madre en la casa. Bueno, la mujer que se había encargado de torturarla durante diez años enteros.
—¿Quiere algo de beber? —le preguntó una voz masculina, desde el pasillo.
Anne levantó la mirada, abriendo sus ojos y separando sus manos de la cara apensar de que se empezaba a encontrar mejor en esa posición.
—No —contestó cortante, con la voz ronca y seca.
El azapato se encogió de hombros y desapareció con el carrito de las bebidas por el pasillo. Anne escuchaba sus pensamientos, que decian lo mal educada que había sido.
Anne sintió calidez repentinamente, en el asiento de Louis y cuando se giró lo encontró allí, mirándola con delicadeza. Ella pudo advertir que los rasgos de él se habían suavizado ligeramente y su cabello estaba todavía más despeinado que antes.
—Veo que ya estas despierta —comentó, girando un lápiz en su mano con rapidez.
Ella se encogió de hombros, de manera indiferente y cerró los ojos.
—Y yo veo que has regresado —repuso, sintiéndose diminuta.
—¿Llevas mucho tiempo despierta? —preguntó, dejando de girar el lápiz en su palma y haciéndolo transmutar en una flor de color roja.
—Se podría decir que no —dijo ella, contemplando la flor con aire triste.
Louis la sonrió, formándosele un hoyuelo en la parte de la mejilla.
—¿Tienes hambre? —le preguntó él, haciendo que el capullo del tulipán se cerrará de manera antinatural.
—No.
—¿Sed?
—No.
Louis estaba apunto de decir algo,cuando Anne le interrumpió, de manera grosera.
—¿Cuántos?
El joven arrugó el ceño.
—¿Cuántos qué?
—Dones. Cuántos dones tienes.
Louis sonrió una vez más, aunque esta vez no llegó a sus ojos.
—No sé —se encogió de hombros—. Los que son como yo no solemos contar nuestros dones.
—¿Los que son como tú? —ella enarcó una ceja—. ¿A qué te refieres?
—Vamos a ver... —meneó la cabeza—. Como sabes, existen dos grupos de Casters. Por un lado los Naturales que son los de la luz y después los Crosward —Anne asintió, sin saber por donde iba el chico—. Bien. En los Naturales, nos dividimos de ésta forma, por un lado están los Originals que son como Lara o Liam... personas que tienen un número limitado de dones y después, estamos los Chemicals que son como yo. Personas que no tienen limitación de dones. Algunos Originals tienen el don de copiar los poderes de otros Naturales y, a estos se les denomina HalfChemical. Y después, los Croswards se dividen en otros dos bandos. Los de poderes limitados son Darkness y los ilimitados son Shadows.
—De acuerdo pero, ¿cómo se puede distinguir a un Crosward de un Natural? ¿Y cada cuánto aparecen? ¿Se puede cambiar de bando?
Louis rascó su barbilla, de manera pensativa.
—Supongo que por el color de los ojos y las venas. Los Naturales solemos tener los ojos claros con motas blancas y los Croswars suelen ser más... oscuros. También por las reacciones de los animales. No les suele gustar mucho la energía oscura que traen consigo. Respondiendo a tu segunda pregunta, las ovejas negras de las familias aparecen cada siglo. Y no Anastasia. Un Natural no puede estar nunca con un Crosward. Se nace de un lado y no se puede cambiar —se encogió de hombros—. Es asi nuestra naturaleza.
—¿Y qué pasaría si un Crosward se casará o tuviera hijos con un Natural?
—Eso sería imposible. Bueno, improbable. Ningún Caster ha sido... lo suficientemente insensato para destrozar las Leyes por amor. O deseo.
—¿Y no ha habido ninguna excepción?
—No que yo sepa aunque seguro que habrá —soltó una carcajada—. Todos cometemos locuras por amor.
—¿Incluso tú? ¿Destruirias las Leyes y las Normas si te enamorarás de una Crosward?
Louis no contestó, simplemente se quedó observando la planta de su mano, que se empezaba a marchitar con rápidez. La chica no dijo nada más y paso su mirada por Louis, antes de preguntar con la voz entrecortada.
—¿Cómo nacerian los hijos? En el caso de que un Caster quebrantará las Leyes, ¿el hijo nacería Natural o Crosward?
—El hijo nacería muerto. Es como intentar cruzar dos razas diferentes. No puedes intentar que tengan hijos vivos. Estos mueren al instante. No importa lo bien que hayan estado en el vientre de la Caster. Mueren al instante.
Anne dejó escapar una pequeña exclamación de sorpresa y se encogió en el asiento, con la piel lívida.
—¿Y cómo... cómo sabes si has nacido Crosward o Natural?
—Supongo que empiezas a experimentar cambios sobre la adolescencia.
—¿Y dónde se...?
—Anastasia —le interrumpió Louis, poniendo su dedo indice en su labio—, me estas agobiando. No estoy acostumbrado a que me disparen a preguntas y menos a la diez de la noche. Si tienes preguntas, Liam estará encantado de responder pero, por favor, no más.
Ella se sonrojó y desvió la mirada, muerta de vergüenza. Louis sonrió y se acomodó en el asiento, con los ojos empuñados y sus manos trabajando en la flor marchitada.
—Lo siento —tartamudeó—. Mi intención no era abogiarte...
Él le dedicó una sonrisa de lado, sin marca de burla e ironía. Se sonrojó con fuerza y desvió la mirada a la ventana, con la intención de que él no notará su repentino enrojecimiento. Louis le giro la cara, cogiéndola del mentón delicadeza y mirándola a los ojos, de manera que la corriente eléctrica volvía a su piel y el picor cabelludo se encargaba de embriagarla de manera peligrosa.
—No escondas tu sonrojo. Estas muy adorable con las mejillas rosadas —su tono era dulce.
Anne se sonrojó todavía más y su corazón dió un vuelco, junto a la sensación de mariposas volando en su estómago, con las alas rozando las paredes. Ella notaba las motas de sus ojos: azules, verdes y grises. Sus labios carnosos rosados tan seductores curvados hacía arriba. Demasiado cerca, quizás. Su aliento despeinaba las pestañas rizadas y los pelos de sus cejas.
—Quieres besarme —adivino Louis.
Anne elevó la mirada de sus labios y los fijó en sus ojos.
—Yo no...
Estaban aproximándose lentamente, fijándose en el otro. Examinando los movimientos y sintiéndose atraidos por aquel hilo invisible que tiraba y los acercaba cada vez más. Estaban apunto de besarse. De unir sus labios y sentir las chispas que se encargaban de traer a la locura más extrema a Anne cuando, la voz de una de las azafatas les devolvió cruelmente a la realidad.
—Por favor, abrochensen los cinturones de seguridad. Estamos a punto de aterrizar.
Anne se echó hacía atrás, dándose un golpe en la cabeza con la ventana. Louis soltó una carcajada y se abrochó el cinturón de seguridad, mientras meneaba la cabeza de manera divertida. La joven se sobó la cabeza con la mano, haciendo un gesto de dolor y se abrochó también el cinturón, cerrando los ojos con fuerza y las mejillas rosadas.
—Toma —le dijo el joven, regalándole la flor de sus manos.
Ella bajo la mirada, aunque detestaba las flores con toda su alma. Bajo la vista a la flor, que era un precioso clavel rojo rubi. Sus pétalos estaban perfectos, de manera que brillaban con gotas de rocío por las puntas. Aspiró el dulce olor que despendria, con sus ojos azules examinando aquella flor. El tacto era suave y tenía la apariencia de que si Anne tocaba con demasiada fuerza, el clavel se despromaría sobre sus manos de manera dolorosa.
Después, desvió la mirada a Louis, quién la observaba. Sus ojos examinaban a la adolescente, esperando poder leer todos sus movimientos. Ella le dedicó una sonrisa de medio lado y miró por la ventana, cuando las ruedas del avión frenaban sobre la pista de aterrizaje.
Trago saliva, cuando todos los pasajeros se pusieron en pie, saliendo del avión de manera ordenada, hablando demasiado alto. Anne desabrochó el cinturón y se puso en pie, con Louis cogiéndola de la mano del clavel y conduciéndola hacia el exterior.
Fuera, hacía frío. La noche estaba cubierta por un fino manto de nubes blancas teñidas de azul pasajeras. Londres o, por lo menos, el aeropuerto.
—¿No vamos a esperar a Lara y los demás? —preguntó la pelinegra, con la mirada azul mar en el equipaje que daba vueltas por la cinta.
—Ellos ya saben que vamos a Harmenlock —se encogió de hombros y le dió un suave apretón de manos—. Les veremos en la entrada.
—Entonces, ¿iremos tu y yo solos?
Se notaba su tono insinuante en su voz.
—Eso parece.
Anne sonrió de lado y metió con la mano libre el Energy System en uno de los bolsillos vaqueros cortos y metió los cascos por la camiseta, para que colgarán del escote sobre el pecho. Chasqueó la lengua, sintiendo la corriente magnética que le provocaba Louis en la piel.
Para cuando se dió cuenta, el equipaje reposaba en sus pies, con la mochilita negra. Ella se agachó, cogiéndolo por el asa y pasando el brazo libre por éste. Louis tenía dos maletas de color azul metálico.
—¿Quieres que te ayude? —le preguntó Anne, sintiendo ese nerviosismo cuando el alzó la mirada.
—No hace falta —repuso él, encogiéndose de hombros.
—¿Y no piensas soltarne la mano?
—¿Te molesta?
—No. Lo digo porque dificilmente vas a poder llevar dos maletas con una sola mano —hizo una mueca y le dió un tirón a su cabello suelto.
Louis la miró de reojo y ella caminó en dirección al exterior, escuchando los pasos del chico que recibía miradas de chicas extranjeras. Tal vez era por su pinta de chico malo que nunca fallaba. Con su cabello revuelto de manera perezosa, esa piel bronceada, la barba de dos días que le empezaba a crecer por el mentón y esos ojos encantadores que provocaban fuegos artificiales en el interior de Anne. Louis les dedicó una sonrisa coqueta, cuando por fin ya habían salido del aeropuerto y se encontraban en la entrada.
Louis estaba recostado en una de las columnas, de manera un tanto provocativa, pensó Anne. Ella chasqueo la lengua una vez más, sintiendo el pircieng de su lengua en el paladar y desvió la mirada hacia los taxis que se movian en masa. Se colocó los abriculares, con la canción Summertime Sadness de Lana del Rey comenzando con el estribillo. Sentía las ganas de conseguir un cigarrillo y fumar pero se contuvo y mantuvo su concentración en I got a Summertime Summertime Sadness. Su-su-summertime Sadnesss. I got a Summertime Summertime Sadness.
Anne sabía que si quería, podía incendiar el pelo de la rubia teñida que no paraba de sonreirle coquetamente a Louis. Que podía hacer que el café que sostenía en sus manos esqueléticas estallará en una fina lluvia de cafeina y leche y manchar su caro atuento de Mango. Pero no lo hizo. Se limitó a observar la imagen, como quien mira una película desde un tercer plano. Como la chica rubia, que se llamaba Ashely le tocaba el brazo coquetamente a Louis y reía por un comentario que él había hecho.
Apreto los ojos y desvió la mirada, sintiendo como la presencia de Lara se intensificaba con más fuerza a medida que pasaba el tiempo. Volvió a posar la mirada en la pantalla rayada de la máquina y observo como las letras blancas digitales se movian hacía la derecha, anunciando Ride de Lana del Rey. Y entonces, le vino a la mente un pequeño recuerdo. Un flash diminuto con una hilera de imágenes ante sus ojos. No pudo verlas todas, sólo una. Un cielo nocturno, lleno de estrellas blancas y una figura delgada que andaba entre árboles con una copa cobre en la mano.
Parpadeó, al ver a Lara salir por las puertas, con la cara iluminada y rodeada por Niall. Liam, quien estaba serio y andaba con los labios fruncidos. Anne adivinó que no le gustaban las alturas. Lara levantó la mano y corrió hacia Anne, dando saltitos.
—¿Qué tal el viaje? —preguntó.
—Jum... bien —contestó quitándose los abriculares y deteniendo la música—. ¿Y el tuyo?
—Liam vomitando todo el rato —se encogió de hombros como si ocurriera con normalidad—. Por el resto ha estado muy bien.
Anne asintió, bajando la mirada a la sonrisa de su amiga.
—¿Dónde has conseguido esa flor? —le preguntó Lara, señalando el clavel que se encontraba en sus manos.
—Bueno —sus ojos fueron hacía Louis, que continuaba hablado con la rubia—. La compré a un tipo que vendía claveles. Es para ti. Gracias por todo.
Los ojos de Lara se iluminaron, como bombillas verdes y cogió la flor para después darle un abrazo a su amiga, girarse y gritar a Niall como una loca.
—¡Anne me ha comprado una flor!
Niall sonrió y preguntó a Anne, de manera bromista.
—¿Intentando quitarme a mi chica?
Ella soltó una carcajada y contestó:
—Claro. Déjamela este fin de semana y verás como la llevo a la otra acera conmigo.
Niall rió, mostrando unos brackets que apenas se notaban.
—El coche ya está aquí —anunció Liam, mirando con el ceño fruncido a Lara la cual no paraba de sonreir como loca—. ¿Y a esa que le pasa?
—Tiene Fiebre West —contestó Niall, mirando a su novia.
—Es que soy irresistible —comentó la adolescente de cabello oscuro, dándole un golpe a su cabello azabache.
Los tres estallaron en carcajadas y se dirigieron hacia el coche, colocando las maletas y metiéndose en la furgoneta de color azul oscura. Lara se subió la penúltima, con la flor en sus manos y sus dedos agarrando con fuerza el tallo. Anne miró por la ventana, contemplando como Louis se despedía de Ashely con un beso en la mejilla y ella le entregaba un papelito doblado a la mitad. Anne sintió una punzada de decepción y cerró los ojos, esperando que el suelo la tragará.
Jockie.
Re: † Harmenlock †
siguela esta muy buena. A lo largo de esta novela y de fall angels pude darme cuenta de que eres una fan de cazadores de sombras, y no te culpo cualquiera que se lea ese libro se enamora inmediatamente de jace wayland
Wicked
Re: † Harmenlock †
La sigo pronto(: Seh. Soy una friki de la saga Cazadores de Sombras y Los Origenes. Jajaja Tidas quedamos rendidas bajo el encanto de Jace Herodale
Jockie.
Re: † Harmenlock †
Hola Joe! Menos mal que subiste capítulo, ya te iba a mandar a Elmo para Madrid. No en serio me encanto como todo lo que tu escribes, Pobre Anne poniéndose rojita y después con lo de Ashley quien coño es? Dios. Quiero que la sigas ya. TeQuieroPequeñaSaltamontesMalvada<3
LaraB_96
Re: † Harmenlock †
PR DIOSSS FUE GENIALOSO
Super Niall una ternura siemprw
en fin siiiguela
la adoroo M♥♥♥
Super Niall una ternura siemprw
en fin siiiguela
la adoroo M♥♥♥
darkness.
Re: † Harmenlock †
[center] † Capítulo 40 †
Lugar: Harmenlock, Londres(Inglaterra)
Hora: 7:01
Personaje: Desiree Benson
La escarcha cubría el suelo del cementerio Greendwich, de manera que era una capa fina de color blanca con musgo. Las ramas de los árboles estaban peladas, con hojas secas rellenando los pies de los árboles medio quemados. La joven se arrodilló, con sus piernas enfundadas en medias negras rotas y rotas por las rodillas, donde se encontraban heridas cerradas y sangre escarlata seca pegada a la piel. Su cabello estaba aclarado, de manera que los rizos negros eran ahora un tono chocolate oscuro y le caía en cascada por su espalda delgada.
Sus ojos ya no eran azules oscuros, como un óceano, si no preciosos ojos azules claros con motas esmeraldas.
Cerró sus ojos, mientras las gotas se acumulaban con violencía en su cuerpo a medida que nevaba con fuerza. Era primavera, pero ella traía el invierno consigo, como si formará parte de él.
El manto de luz blanca caía sobre sus hombros cuando alzó la mirada y contuvo en su pecho todo el aire que estaba ansioso por salir de su pecho. Cualquiera la hubiera confundido con un hermoso ángel, con sus alas llenas de plumas blancas y esa hermosura que el chico que se encontraba tras los árboles consideraba angelical.
Pero los ángeles no existian. La joven miró al cielo, nublado y lleno de nubes de tormenta. Tendría que escapar. La seguían. La buscaba. El mal que ya había hecho la había colocado en el primer puesto de en busca y captura. Chasqueó su lengua, mientras que el vestido de color rojo rubí se arrugaba en el suelo y quedaba manchado por la hierba quemada y reseca. Se colocó en pie, sintiéndose pesada y fría por dentro y miró a su alrededor.
A la tosca tierra que la rodeaba y las grietas sobrenaturales que se creaban en el suelo de manera anormal. Ella sabía que si se aproximaba a las grietas, podría observar el magma del centro de la tierra y la burbujeante lava que desprendía el aroma de los Croswar. Ceniza y azufre. Cerró los ojos una vez más, deleitándose del mareo que le provocaba todas aquellas tumbas y pandeones. Aquel sitio que en algún momento, le había parecido encantador y hermoso. Con su aire desafiante y misterioso pero que ahora, una vez que había cruzado al otro lado, le parecía el lugar menos indicado para manifestarse.
Y el problema de todo aquello es que, nunca podrían estar juntos. Que la joven no podría sentir el tacto chispeante de aquella persona. Sin sentir los labios dulces y suaves. Sin poder presenciar como sus manos encajaban perfectamente y sus cuerpos también.
Giró el anillo, con las inscripciones en su dedo y se maldijo una y otra vez, deseando poder dar marcha atrás. Poder solucionar las cosas cuando, una de las grietas del suelo se abrió con violencia, provocando un temblor que obligó a varios árboles del cementerio caerse al suelo y rodar cuesta abajo. De la neblina oscura que se levantaba, se encontraba el rostro desfigurado de aquella mujer, a la vez que varias sombras púrpuras la agarraban a la joven de los tobillos y muñecas y la arrastraban agresivamente a aquel lugar. Al Inframundo para siempre.
Suca abrió los ojos, sintiendo las sombras de su visión agarrarle todavía las muñecas con fuerza y arrastrándola a aquella dimensión de los muertos. Su corazón golpeaba fuertemente su pecho, provocando que notará los latidos en su garganta y en las puntas de los dedos. Su respiración seguía siendo regular, pero silvaba disparadamente a la hora de expirar. Atrajo con fuerza el vaso de plástico, soltando pequeñas gotitas de té helado a la mesa de la cafetería de Harmenlock.
Mordió su labio, cogiendo el lápiz y dibujando su visión en su cuaderno de bofetos, con rápidez y profesionalidad. Admiró los trazados gruesos y las sombras de los árboles, limpiando los trocitos esparcidos de goma con la mano y dejándolos a una esquina de la mesa cuando, escuchó una voz femenina a su espalda.
—¿Suca?
La castaña levantó la mirada del bofeto, con sus ojos brillando en un tormentoso color esmeralda oscuro al pesar del cansancio. Y para su sorpresa, ante ella se encontraba aquella española de cabello castaño oscuro y ojos verde almendrados con pecas. Llevaba unos pantalones cortos de color verde botella y una camiseta sin mangas ancha en la que se leía Be a Rock Star de color blanca que le había regalado Celeste el día de su dieciseis cumpleaños.
Suca sonrió a modo de saludo y respuesta y Lara se deslizó con elegancia hacía la silla de metal de delante, arrastrando las patas por el suelo de porcelana.
—¿Qué tal? —preguntó animada, siendo la chica alegre de siempre.
—Bien —contestó, girando el lápiz en la mesa con fuerza—, ¿y tú?
—Bien —sonrió—. Me alegro. ¿Qué tal tus vacaciones en Tijuana?
—Bien. Estuvimos dos semanas hasta que volvimos a Paris —se rascó detrás de la oreja con aire pensativo—. ¿Y tú qué tal en Liverpool? ¿Al final fuiste a visitar a tu hermana a España?
Ella asintió y comenzó a explicarle su pequeño relato de sus vacaciones de primavera. Como ella había estado en su pueblo natal con los chicos y se lo habían pasado genial. Después su pequeño tour por Mulligan y Doncaster; sin olvidar Holmes Chapel, Brandford y Wolverhampton para acabar finalmente en Liverpool. Suca procuraba estar atenta a cada una de las palabras de su amiga, intentando analizarlas pero no podía evitar echarle ojeadas rápidas a los trazados de su dibujo. A la brecha que abría el suelo sobrenaturalemente; a las sombras que agarraban el cuerpo de la chica...
—Y al final Liam estuvo vomitando todo el viaje —finalizó Lara, con una mueca—. ¿Y las tuyas como fueron?
Suca carraspeó, intentando eliminar la presión de su garganta y miró el brillo de los ojos de Lara, tan parecido al de su primo Louis.
—Bueno, en Tijuana hacía calor y me pasé que digamos las dos semanas de fiesta con Celeste —se encogió de hombros, silvando entre dientes—. Luego llegamos a Paris y... a Celeste no le gustó la idea. Ya sabes, por lo de nuestra madre y eso... Estuvo los cinco días de borrachera. Por cierto, ¿alguna novedad nueva?
Lara levantó la mirada de sus manos y sonrió, sonrojándose de manera que a Desiree le pareció jodidamente adorable.
—Algunas cosas nuevas —farfullo Lara, con la vista perdida en algún punto de la cafetería.
Suca estiró la cabeza, como si aquellas palabras le hubieran resultado la más embrujadoras del mundo. Como si la hubiera hablado en un lenguaje místico del cual, su mensaje sería algún tesoro místico como la piedra filosofal, la caja de bandora o el paradero de la Atlántida.
—¿Cómo cuál? —preguntó, apartando a un lado sus bofetos y dejándolo en la esquina de la mesa del comedor.
Lara pestañeó, para después esbozar una pequeña sonrisa para ella misma.
—Bueno... —tiró con nerviosamente de una de sus trenzas casi negras—. Estoy saliendo con Niall.
Suca chasqueó la lengua, de manera perturbante. Se sentía en cierto modo decepcionada con aquella respuesta. Barajeó la idea de penetrar en la desprotegida mente de su amiga, pero recordó su regla de oro. La que decía que dejará la privacidad para sus amigos.
—Me alegro mucho por vosotros —comentó, dándole un sorbo a su té helado.
Estaba apunto de preguntarle como había sido, intentando eliminar el tema Anastasia de su mente cuando, una voz aterciopelada y femenina la interrumpió.
—Me ha costado un montón encontrarte —comentó la chica.
Desiree comprendió que se refería a Lara. Ella miro a la chica de detrás y sonrió a modo de disculpas.
—Lo siento. Quería hablar con mi amiga.
Entonces, como si un imán la impulsará, Suca se giró lentamente. Parecía una película de camara lenta. Parecía irreal hasta que sus ojos verdosos se agrandaron. Su piel perdió color y se puso en pie, de manera tan brusca que tiró todo el té sobre sus vaqueros de marca y su camiseta corta con el logotipo TODOS QUIEREN UN BESO FRANCÉS.
—Anastasia.
Fue lo último que se llegó a escuchar de su boca, antes de desmayarse.
Hora: 7:01
Personaje: Desiree Benson
La escarcha cubría el suelo del cementerio Greendwich, de manera que era una capa fina de color blanca con musgo. Las ramas de los árboles estaban peladas, con hojas secas rellenando los pies de los árboles medio quemados. La joven se arrodilló, con sus piernas enfundadas en medias negras rotas y rotas por las rodillas, donde se encontraban heridas cerradas y sangre escarlata seca pegada a la piel. Su cabello estaba aclarado, de manera que los rizos negros eran ahora un tono chocolate oscuro y le caía en cascada por su espalda delgada.
Sus ojos ya no eran azules oscuros, como un óceano, si no preciosos ojos azules claros con motas esmeraldas.
Cerró sus ojos, mientras las gotas se acumulaban con violencía en su cuerpo a medida que nevaba con fuerza. Era primavera, pero ella traía el invierno consigo, como si formará parte de él.
El manto de luz blanca caía sobre sus hombros cuando alzó la mirada y contuvo en su pecho todo el aire que estaba ansioso por salir de su pecho. Cualquiera la hubiera confundido con un hermoso ángel, con sus alas llenas de plumas blancas y esa hermosura que el chico que se encontraba tras los árboles consideraba angelical.
Pero los ángeles no existian. La joven miró al cielo, nublado y lleno de nubes de tormenta. Tendría que escapar. La seguían. La buscaba. El mal que ya había hecho la había colocado en el primer puesto de en busca y captura. Chasqueó su lengua, mientras que el vestido de color rojo rubí se arrugaba en el suelo y quedaba manchado por la hierba quemada y reseca. Se colocó en pie, sintiéndose pesada y fría por dentro y miró a su alrededor.
A la tosca tierra que la rodeaba y las grietas sobrenaturales que se creaban en el suelo de manera anormal. Ella sabía que si se aproximaba a las grietas, podría observar el magma del centro de la tierra y la burbujeante lava que desprendía el aroma de los Croswar. Ceniza y azufre. Cerró los ojos una vez más, deleitándose del mareo que le provocaba todas aquellas tumbas y pandeones. Aquel sitio que en algún momento, le había parecido encantador y hermoso. Con su aire desafiante y misterioso pero que ahora, una vez que había cruzado al otro lado, le parecía el lugar menos indicado para manifestarse.
Y el problema de todo aquello es que, nunca podrían estar juntos. Que la joven no podría sentir el tacto chispeante de aquella persona. Sin sentir los labios dulces y suaves. Sin poder presenciar como sus manos encajaban perfectamente y sus cuerpos también.
Giró el anillo, con las inscripciones en su dedo y se maldijo una y otra vez, deseando poder dar marcha atrás. Poder solucionar las cosas cuando, una de las grietas del suelo se abrió con violencia, provocando un temblor que obligó a varios árboles del cementerio caerse al suelo y rodar cuesta abajo. De la neblina oscura que se levantaba, se encontraba el rostro desfigurado de aquella mujer, a la vez que varias sombras púrpuras la agarraban a la joven de los tobillos y muñecas y la arrastraban agresivamente a aquel lugar. Al Inframundo para siempre.
Suca abrió los ojos, sintiendo las sombras de su visión agarrarle todavía las muñecas con fuerza y arrastrándola a aquella dimensión de los muertos. Su corazón golpeaba fuertemente su pecho, provocando que notará los latidos en su garganta y en las puntas de los dedos. Su respiración seguía siendo regular, pero silvaba disparadamente a la hora de expirar. Atrajo con fuerza el vaso de plástico, soltando pequeñas gotitas de té helado a la mesa de la cafetería de Harmenlock.
Mordió su labio, cogiendo el lápiz y dibujando su visión en su cuaderno de bofetos, con rápidez y profesionalidad. Admiró los trazados gruesos y las sombras de los árboles, limpiando los trocitos esparcidos de goma con la mano y dejándolos a una esquina de la mesa cuando, escuchó una voz femenina a su espalda.
—¿Suca?
La castaña levantó la mirada del bofeto, con sus ojos brillando en un tormentoso color esmeralda oscuro al pesar del cansancio. Y para su sorpresa, ante ella se encontraba aquella española de cabello castaño oscuro y ojos verde almendrados con pecas. Llevaba unos pantalones cortos de color verde botella y una camiseta sin mangas ancha en la que se leía Be a Rock Star de color blanca que le había regalado Celeste el día de su dieciseis cumpleaños.
Suca sonrió a modo de saludo y respuesta y Lara se deslizó con elegancia hacía la silla de metal de delante, arrastrando las patas por el suelo de porcelana.
—¿Qué tal? —preguntó animada, siendo la chica alegre de siempre.
—Bien —contestó, girando el lápiz en la mesa con fuerza—, ¿y tú?
—Bien —sonrió—. Me alegro. ¿Qué tal tus vacaciones en Tijuana?
—Bien. Estuvimos dos semanas hasta que volvimos a Paris —se rascó detrás de la oreja con aire pensativo—. ¿Y tú qué tal en Liverpool? ¿Al final fuiste a visitar a tu hermana a España?
Ella asintió y comenzó a explicarle su pequeño relato de sus vacaciones de primavera. Como ella había estado en su pueblo natal con los chicos y se lo habían pasado genial. Después su pequeño tour por Mulligan y Doncaster; sin olvidar Holmes Chapel, Brandford y Wolverhampton para acabar finalmente en Liverpool. Suca procuraba estar atenta a cada una de las palabras de su amiga, intentando analizarlas pero no podía evitar echarle ojeadas rápidas a los trazados de su dibujo. A la brecha que abría el suelo sobrenaturalemente; a las sombras que agarraban el cuerpo de la chica...
—Y al final Liam estuvo vomitando todo el viaje —finalizó Lara, con una mueca—. ¿Y las tuyas como fueron?
Suca carraspeó, intentando eliminar la presión de su garganta y miró el brillo de los ojos de Lara, tan parecido al de su primo Louis.
—Bueno, en Tijuana hacía calor y me pasé que digamos las dos semanas de fiesta con Celeste —se encogió de hombros, silvando entre dientes—. Luego llegamos a Paris y... a Celeste no le gustó la idea. Ya sabes, por lo de nuestra madre y eso... Estuvo los cinco días de borrachera. Por cierto, ¿alguna novedad nueva?
Lara levantó la mirada de sus manos y sonrió, sonrojándose de manera que a Desiree le pareció jodidamente adorable.
—Algunas cosas nuevas —farfullo Lara, con la vista perdida en algún punto de la cafetería.
Suca estiró la cabeza, como si aquellas palabras le hubieran resultado la más embrujadoras del mundo. Como si la hubiera hablado en un lenguaje místico del cual, su mensaje sería algún tesoro místico como la piedra filosofal, la caja de bandora o el paradero de la Atlántida.
—¿Cómo cuál? —preguntó, apartando a un lado sus bofetos y dejándolo en la esquina de la mesa del comedor.
Lara pestañeó, para después esbozar una pequeña sonrisa para ella misma.
—Bueno... —tiró con nerviosamente de una de sus trenzas casi negras—. Estoy saliendo con Niall.
Suca chasqueó la lengua, de manera perturbante. Se sentía en cierto modo decepcionada con aquella respuesta. Barajeó la idea de penetrar en la desprotegida mente de su amiga, pero recordó su regla de oro. La que decía que dejará la privacidad para sus amigos.
—Me alegro mucho por vosotros —comentó, dándole un sorbo a su té helado.
Estaba apunto de preguntarle como había sido, intentando eliminar el tema Anastasia de su mente cuando, una voz aterciopelada y femenina la interrumpió.
—Me ha costado un montón encontrarte —comentó la chica.
Desiree comprendió que se refería a Lara. Ella miro a la chica de detrás y sonrió a modo de disculpas.
—Lo siento. Quería hablar con mi amiga.
Entonces, como si un imán la impulsará, Suca se giró lentamente. Parecía una película de camara lenta. Parecía irreal hasta que sus ojos verdosos se agrandaron. Su piel perdió color y se puso en pie, de manera tan brusca que tiró todo el té sobre sus vaqueros de marca y su camiseta corta con el logotipo TODOS QUIEREN UN BESO FRANCÉS.
—Anastasia.
Fue lo último que se llegó a escuchar de su boca, antes de desmayarse.
Jockie.
Re: † Harmenlock †
¿Que pasará ahora? En serio esta pregunta me la hago cada vez que subes capítulo. Siguela pronto por favoooor<33 Te Amoo!<3
LaraB_96
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