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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
MARATON 1/5
Capítulo 14
Los días siguientes fueron los mejores de la vida de ______. Una vez se acostumbró a la regla que Joe impuso, que prohibía los besos y las caricias íntimas e incitantes, desarrollaron una relación agradable que fue casi una sorpresa para ella.
Pasaba los días en el trabajo, almorzaba a menudo con Joe y Selena, y dedicaba las noches a tumbarse entre sus maravillosos brazos.
Sin embargo, con cada día que pasaba, saber que iba a abandonarla a final del mes la dejaba destrozada.
¿Cómo iba a soportarlo?
Aunque la idea no abandonaba nunca su mente, se negó a pensar en eso constantemente. Viviría el momento y se preocuparía del mañana cuando llegara.
El sábado por la noche quedaron con Selena y Bill en Tip’s, en el Barrio Francés. Aunque con bastante más afluencia de turistas que el original Tippitinas’s, era la noche de Zydeco y ella quería que Joe escuchara la música que Nueva Orleáns había hecho famosa.
— ¡Eh! —Les dijo Selena mientras se aproximaban a la mesa, en el fondo del local—. Empezaba a preguntarme si ibais a dejarnos colgados.
_____ se sintió enrojecer al recordar el motivo de su retraso. Algún día de estos aprendería a cerrar la puerta del baño mientras se duchaba…
— Hola Joe, ______ —les saludó Bill.
____ sonrió al ver la escayola del brazo de Bill que Selena había decorado con pintura fluorescente.
Joe inclinó la cabeza a modo de saludo mientras retiraba una silla para que _____ se sentara y, después, hizo lo propio a su lado. En cuanto apareció el camarero pidieron cervezas y nachos, y Selena comenzó a seguir el ritmo de la música golpeando la mesa con la mano.
— Vamos, Lane —dijo Bill, malhumorado—. Será mejor que bailemos antes de que tenga que matarte por ese ruidito insoportable.
Con una ligera punzada de envidia, _____ observó cómo se alejaban.
— ¿Te gustaría bailar? —le preguntó Joe.
A ella le encantaba bailar, pero no quería que Joe pasara un mal rato. En su mente no había dudas de que él no sabía bailar música moderna. Pero, aún así, fue una invitación muy tierna por su parte.
— No, no pasa nada.
Pero él no la escuchó. Se puso en pie y le tendió la mano.
— Sí, claro que vas a bailar.
Tan pronto como llegaron a la pista de baile, _____ comprendió que aquel hombre bailaba tan bien como besaba.
Joe conocía cada paso y daba la sensación de que había nacido bailando. De hecho, sus movimientos eran elegantes sin perder el toque masculino y fascinante. _____ nunca había visto a nadie bailar así. Y por las envidiosas miradas femeninas que sentía clavadas en ella, podía imaginarse que todas aquellas mujeres tampoco habían presenciado antes nada semejante.
Cuando el grupo terminó de tocar se sentía excitada y estaba sin aliento.
— ¿Cómo…?
— Fue el regalo de Terpsícore —le contestó Joe mientras le pasaba el brazo por los hombros y la mantenía fuertemente pegada a su cuerpo.
— ¿De quién?
— De la musa de la danza.
_____ sonrió.
— Recuérdame que le envíe una nota de agradecimiento.
Al comenzar la siguiente canción, Joe miró fijamente a su izquierda y frunció el ceño.
— ¿Pasa algo? —preguntó ella, mientras seguía la dirección de su mirada.
Él meneó la cabeza y se frotó los ojos.
— Debo estar viendo visiones.
— ¿Qué has visto?
Joe volvió a mirar entre la multitud, buscando al hombre rubio y alto que acababa de ver por el rabillo del ojo. Aunque apenas había captado su imagen, juraría que se trataba de Nick de Tracia.
Con algo más de uno noventa de estatura, a Nick siempre le había resultado difícil perderse entre la multitud y, además, su modo de andar era bastante distintivo, ya que tenía un aura letal.
Pero pensar que Nick estuviese en esa época era algo imposible. Debía ser la locura que volvía a hacer mella en él; ahora comenzaba a ver visiones.
— Nada —contestó.
Apartó el tema de su mente y la miró con una sonrisa. La siguiente canción era lenta y la atrajo hacia sus brazos, manteniéndola muy cerca de su cuerpo, al tiempo que se movían suavemente al ritmo de la música. _____ le rodeó el cuello y apoyó la cabeza en su pecho; podía inhalar el cálido aroma a sándalo que desprendía Joe. No sabía cómo, pero aquel olor conseguía que perdiera la cabeza por completo y que la boca se le hiciera agua.
Con la mejilla apoyada sobre la cabeza de _____, Joe comenzó a acariciarle el pelo mientras ella escuchaba los latidos de su corazón. ______ podría quedarse así para siempre.
Pero la pieza terminó demasiado pronto. Y después de dos canciones rápidas, _____ tuvo que regresar a su asiento. Simplemente, no tenía el aguante de Joe.
Al encaminarse hacia la mesa, se dio cuenta de que Joe ni siquiera tenía la respiración alterada; pero eso sí, su frente estaba cubierta de sudor.
Él le apartó la silla. Se sentó muy cerca de ella y cogió su jarra de cerveza para tomar un gran trago.
— ¡Joe! —dijo Selena con una carcajada—. No tenía ni idea de que podías moverte así.
Bill puso los ojos en blanco.
— ¿Pensamientos lujuriosos de nuevo, Lane?
Selena le dio un puñetazo a su marido en el estómago.
— Sabes que no es eso. Tú eres el único juguete con el que me apetece jugar.
Bill miró a Joe con escepticismo.
— Sí, claro.
_____ vio cómo el rostro de Joe se ensombrecía.
— ¿Estás bien? —le preguntó.
Él le contestó con su sonrisa plagada de hoyuelos y a ella se le olvidó la pregunta.
Permanecieron sentados en silencio escuchando al grupo, mientras Joe y _____ se ofrecían nachos el uno al otro.
Cuando ______ apartó la mano de los labios de él, Joe la capturó y se la llevó de nuevo a la boca para chupar un poco de queso que se le había quedado pegado en la yema de un dedo. Pasó la lengua sobre su piel y ____ sintió que el cuerpo le estallaba en llamas.
No pudo más que reírse al notar cómo el deseo la consumía. Cómo deseaba haberse quedado en casa. ¡Le encantaría quitarle la ropa a Joe y lamer queso fundido sobre su cuerpo toda la noche!
Definitivamente, iba a añadir Cheez Whiz a la lista de la compra.
Con los ojos brillantes, Joe llevó la mano de _____ hasta su regazo y comenzó a mordisquearle el cuello antes de apartarse y tomar otro trago de cerveza.
— Selena —le dijo Bill llamando la atención de su esposa, que estaba mirando a ______ y Joe. Le ofreció una servilleta—. Seguro que quieres limpiarte la baba que te gotea por la barbilla.
Selena puso los ojos en blanco.
— _____, necesito ir al baño. Vamos.
Joe se echó hacia atrás para dejarla pasar. Observó cómo ______ se perdía entre la multitud y, casi al instante, las mujeres comenzaron a acercársele.
El estómago se le contrajo. ¿Por qué siempre tenían que revolotear a su alrededor? En ese momento, deseó que por una vez en su vida pudiera sentarse tranquilo sin tener que mantener a raya a un puñado de mujeres, de las cuales ni siquiera conocía sus nombres, antes de que empezaran a sobarlo.
— Hola nene —coqueteó una atractiva rubia, que fue la primera en llegar a su lado—. Me gusta cómo bailas. ¿Qué tal si…?
— No estoy solo —le contestó él, entrecerrando los ojos a modo de advertencia.
— ¿Con ella? —se rió la mujer mientras señalaba con un dedo hacia el lugar por donde _____ había desparecido—. Venga ya. Pensaba que habías perdido una apuesta o algo así.
— Yo pensé que lo hacía por pena —comentó otra mujer que se acercó junto a una morena.
Dos hombres surgieron en ese momento de entre la multitud.
— ¿Qué hacéis aquí vosotras tres? —preguntaron los tipos a sus compañeras.
Capítulo 14
Los días siguientes fueron los mejores de la vida de ______. Una vez se acostumbró a la regla que Joe impuso, que prohibía los besos y las caricias íntimas e incitantes, desarrollaron una relación agradable que fue casi una sorpresa para ella.
Pasaba los días en el trabajo, almorzaba a menudo con Joe y Selena, y dedicaba las noches a tumbarse entre sus maravillosos brazos.
Sin embargo, con cada día que pasaba, saber que iba a abandonarla a final del mes la dejaba destrozada.
¿Cómo iba a soportarlo?
Aunque la idea no abandonaba nunca su mente, se negó a pensar en eso constantemente. Viviría el momento y se preocuparía del mañana cuando llegara.
El sábado por la noche quedaron con Selena y Bill en Tip’s, en el Barrio Francés. Aunque con bastante más afluencia de turistas que el original Tippitinas’s, era la noche de Zydeco y ella quería que Joe escuchara la música que Nueva Orleáns había hecho famosa.
— ¡Eh! —Les dijo Selena mientras se aproximaban a la mesa, en el fondo del local—. Empezaba a preguntarme si ibais a dejarnos colgados.
_____ se sintió enrojecer al recordar el motivo de su retraso. Algún día de estos aprendería a cerrar la puerta del baño mientras se duchaba…
— Hola Joe, ______ —les saludó Bill.
____ sonrió al ver la escayola del brazo de Bill que Selena había decorado con pintura fluorescente.
Joe inclinó la cabeza a modo de saludo mientras retiraba una silla para que _____ se sentara y, después, hizo lo propio a su lado. En cuanto apareció el camarero pidieron cervezas y nachos, y Selena comenzó a seguir el ritmo de la música golpeando la mesa con la mano.
— Vamos, Lane —dijo Bill, malhumorado—. Será mejor que bailemos antes de que tenga que matarte por ese ruidito insoportable.
Con una ligera punzada de envidia, _____ observó cómo se alejaban.
— ¿Te gustaría bailar? —le preguntó Joe.
A ella le encantaba bailar, pero no quería que Joe pasara un mal rato. En su mente no había dudas de que él no sabía bailar música moderna. Pero, aún así, fue una invitación muy tierna por su parte.
— No, no pasa nada.
Pero él no la escuchó. Se puso en pie y le tendió la mano.
— Sí, claro que vas a bailar.
Tan pronto como llegaron a la pista de baile, _____ comprendió que aquel hombre bailaba tan bien como besaba.
Joe conocía cada paso y daba la sensación de que había nacido bailando. De hecho, sus movimientos eran elegantes sin perder el toque masculino y fascinante. _____ nunca había visto a nadie bailar así. Y por las envidiosas miradas femeninas que sentía clavadas en ella, podía imaginarse que todas aquellas mujeres tampoco habían presenciado antes nada semejante.
Cuando el grupo terminó de tocar se sentía excitada y estaba sin aliento.
— ¿Cómo…?
— Fue el regalo de Terpsícore —le contestó Joe mientras le pasaba el brazo por los hombros y la mantenía fuertemente pegada a su cuerpo.
— ¿De quién?
— De la musa de la danza.
_____ sonrió.
— Recuérdame que le envíe una nota de agradecimiento.
Al comenzar la siguiente canción, Joe miró fijamente a su izquierda y frunció el ceño.
— ¿Pasa algo? —preguntó ella, mientras seguía la dirección de su mirada.
Él meneó la cabeza y se frotó los ojos.
— Debo estar viendo visiones.
— ¿Qué has visto?
Joe volvió a mirar entre la multitud, buscando al hombre rubio y alto que acababa de ver por el rabillo del ojo. Aunque apenas había captado su imagen, juraría que se trataba de Nick de Tracia.
Con algo más de uno noventa de estatura, a Nick siempre le había resultado difícil perderse entre la multitud y, además, su modo de andar era bastante distintivo, ya que tenía un aura letal.
Pero pensar que Nick estuviese en esa época era algo imposible. Debía ser la locura que volvía a hacer mella en él; ahora comenzaba a ver visiones.
— Nada —contestó.
Apartó el tema de su mente y la miró con una sonrisa. La siguiente canción era lenta y la atrajo hacia sus brazos, manteniéndola muy cerca de su cuerpo, al tiempo que se movían suavemente al ritmo de la música. _____ le rodeó el cuello y apoyó la cabeza en su pecho; podía inhalar el cálido aroma a sándalo que desprendía Joe. No sabía cómo, pero aquel olor conseguía que perdiera la cabeza por completo y que la boca se le hiciera agua.
Con la mejilla apoyada sobre la cabeza de _____, Joe comenzó a acariciarle el pelo mientras ella escuchaba los latidos de su corazón. ______ podría quedarse así para siempre.
Pero la pieza terminó demasiado pronto. Y después de dos canciones rápidas, _____ tuvo que regresar a su asiento. Simplemente, no tenía el aguante de Joe.
Al encaminarse hacia la mesa, se dio cuenta de que Joe ni siquiera tenía la respiración alterada; pero eso sí, su frente estaba cubierta de sudor.
Él le apartó la silla. Se sentó muy cerca de ella y cogió su jarra de cerveza para tomar un gran trago.
— ¡Joe! —dijo Selena con una carcajada—. No tenía ni idea de que podías moverte así.
Bill puso los ojos en blanco.
— ¿Pensamientos lujuriosos de nuevo, Lane?
Selena le dio un puñetazo a su marido en el estómago.
— Sabes que no es eso. Tú eres el único juguete con el que me apetece jugar.
Bill miró a Joe con escepticismo.
— Sí, claro.
_____ vio cómo el rostro de Joe se ensombrecía.
— ¿Estás bien? —le preguntó.
Él le contestó con su sonrisa plagada de hoyuelos y a ella se le olvidó la pregunta.
Permanecieron sentados en silencio escuchando al grupo, mientras Joe y _____ se ofrecían nachos el uno al otro.
Cuando ______ apartó la mano de los labios de él, Joe la capturó y se la llevó de nuevo a la boca para chupar un poco de queso que se le había quedado pegado en la yema de un dedo. Pasó la lengua sobre su piel y ____ sintió que el cuerpo le estallaba en llamas.
No pudo más que reírse al notar cómo el deseo la consumía. Cómo deseaba haberse quedado en casa. ¡Le encantaría quitarle la ropa a Joe y lamer queso fundido sobre su cuerpo toda la noche!
Definitivamente, iba a añadir Cheez Whiz a la lista de la compra.
Con los ojos brillantes, Joe llevó la mano de _____ hasta su regazo y comenzó a mordisquearle el cuello antes de apartarse y tomar otro trago de cerveza.
— Selena —le dijo Bill llamando la atención de su esposa, que estaba mirando a ______ y Joe. Le ofreció una servilleta—. Seguro que quieres limpiarte la baba que te gotea por la barbilla.
Selena puso los ojos en blanco.
— _____, necesito ir al baño. Vamos.
Joe se echó hacia atrás para dejarla pasar. Observó cómo ______ se perdía entre la multitud y, casi al instante, las mujeres comenzaron a acercársele.
El estómago se le contrajo. ¿Por qué siempre tenían que revolotear a su alrededor? En ese momento, deseó que por una vez en su vida pudiera sentarse tranquilo sin tener que mantener a raya a un puñado de mujeres, de las cuales ni siquiera conocía sus nombres, antes de que empezaran a sobarlo.
— Hola nene —coqueteó una atractiva rubia, que fue la primera en llegar a su lado—. Me gusta cómo bailas. ¿Qué tal si…?
— No estoy solo —le contestó él, entrecerrando los ojos a modo de advertencia.
— ¿Con ella? —se rió la mujer mientras señalaba con un dedo hacia el lugar por donde _____ había desparecido—. Venga ya. Pensaba que habías perdido una apuesta o algo así.
— Yo pensé que lo hacía por pena —comentó otra mujer que se acercó junto a una morena.
Dos hombres surgieron en ese momento de entre la multitud.
— ¿Qué hacéis aquí vosotras tres? —preguntaron los tipos a sus compañeras.
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
MARATON 2/5
Capitulo 14 Parte 2
Las mujeres contemplaron contritas a Joe.
— Nada —ronroneó la rubia, mirándolo por última vez antes de darse la vuelta y marcharse.
Los hombres lo miraron furiosos.
Él alzó una ceja con un gesto burlón y tomó otro trago de cerveza con total normalidad. Los tipos debieron darse cuenta de que la idea de pelear con él era bastante estúpida, porque se reunieron con sus chicas y se marcharon.
Joe suspiró, disgustado. Daba igual la época en la que se encontrara, algunas cosas no cambiaban.
— Oye —le increpó Bill alzándose un poco por encima de la mesa—. Sé que últimamente has pasado mucho tiempo con mi mujer. Por tu bien, espero que no te estés metiendo en mi territorio. ¿Me has entendido?
Joe tomó una honda bocanada de aire. Bill no; él no.
— Por si no lo has notado, sólo estoy interesado en ______.
— Sí, claro —masculló Bill—. No intentes confundirme; ______ me cae muy bien, pero no soy idiota. No puedo creer que seas el tipo de hombre que se conforma con una hamburguesa cuando tiene un montón de jugosos solomillos de ternera esperándolo.
— Sinceramente, me importa una mierda lo que creas.
_____ vaciló cuando Selena y ella regresaron junto a Joe y Bill. La tensión de Joe era palpable. Sostenía la cerveza con tanta fuerza que se sorprendía de que la botella no hubiera estallado, hecha añicos.
— Bill —le dijo Selena mientras le pasaba los brazos alrededor del cuello—. ¿Te importaría mucho si bailo con Joe?
— Joder, claro que me importa.
De inmediato, Joe se disculpó y se acercó a la barra.
_____ lo siguió con rapidez.
Pidió otra cerveza justo cuando ella llegó a su lado.
— ¿Estás bien? —le preguntó.
— Estupendamente.
Pero no lo parecía. Definitivamente, no parecía estar bien.
— ¿Sabes una cosa? Sé cuando no estás siendo sincero conmigo. Y ahora confiesa, Joe. ¿Qué pasa?
— Deberíamos marcharnos.
— ¿Por qué?
Joe lanzó una rápida mirada a Selena y Bill.
— Creo que sería lo más sensato.
— ¿Por qué?
Joe gruñó.
Antes de que pudiera contestarle, tres hombres aparecieron tras él y, por sus expresiones, ____ intuyó que no estaban muy contentos.
Peor aún, parecía que Joe era la fuente de todos sus problemas.
El más grande era un monstruoso culturista, siete centímetros más bajo que Joe, pero bastante más musculoso y voluminoso. Hizo una especie de mohín al mirar la espalda de Joe de arriba abajo. Y, en ese instante, _____ lo reconoció.
Paul.
El corazón empezó a latirle con rapidez. Físicamente, había cambiado muchísimo con los años. Tenía la cara más redonda, con arrugas prematuras alrededor de los ojos, y había perdido mucho pelo. Pero aún conservaba la misma sonrisa burlona.
— Éste era el que estaba con Amber —le dijo uno de sus acólitos.
Una calma mortal rodeó a Joe, haciendo que _____ se estremeciera de miedo. Ella no sabía de lo que era capaz y, por lo que estaba viendo, Paul no había cambiado por dentro tanto como por fuera. Un niñato de anuncio, rodeado de seguidores, que siempre se movía con su séquito. Todo lo que hacía tenía que ser notorio para dejar claro su poder. Con ese ego de chulo de playa, estaba claro que no se iría hasta que consiguiera enredar a Joe en una pelea.
Lo único que esperaba era que su general tuviera más sentido común y no cayera en la trampa.
— ¿Necesitáis algo? —preguntó, sin mirar a Paul ni a sus amigos.
Paul se rió y palmeó a uno de los suyos en el pecho.
— ¿Qué acento es ése? Tiene voz de pito. Pensaba que el niño bonito iba detrás de mi chica, pero por su pinta y por su voz, creo que iba detrás de uno de vosotros.
Joe se giró y miró furioso a Paul. A cualquier otra persona con más entendederas, esa mirada la habría hecho retirarse.
Paul, por supuesto, carecía de entendederas. No había tenido nunca ni una pizca de sentido común.
— ¿Qué pasa contigo, niño bonito? —se burló Paul—. ¿Te he ofendido? —Miró a sus amigos y meneó la cabeza—. Lo que pensaba; es un mariquita cobarde con voz de pito.
Joe soltó una carcajada siniestra.
— Venga Joe —le increpó _____, cogiéndolo del brazo antes de que las cosas se pusieran peor—. Vámonos.
Paul la miró con aquella risita burlona y entonces la reconoció.
— Vaya, vaya, vaya. ____ Alexander. Hace mucho que no nos vemos. —Le dio una palmada en la espalda al tipo moreno que estaba a su lado—. Oye, Tom, ¿te acuerdas de ______, la de la facultad? Sus braguitas blancas me hicieron ganar nuestra apuesta.
Joe se quedó paralizado ante sus palabras.
_____ sentía que el viejo dolor volvía, pero se negó a demostrarlo. Jamás le daría ese gusto a Paul de nuevo.
— No me extraña que fuera detrás de Amber —siguió Paul—. Probablemente quería probar a una mujer que no estuviese todo el rato llorando mientras se la tira.
Joe giró hacia Paul con tal rapidez que ____ apenas si fue capaz de percibir el movimiento. Paul se movió un poco pero Joe se agachó y le lanzó un puñetazo a las costillas que lo envió hasta la multitud, que se agolpaba unos metros detrás de ellos. Con una maldición, se arrojó a plena carrera hacia Joe. Él se ladeó un poco, le puso la zancadilla y lo empujó haciéndolo volar por los aires.
Paul aterrizó sobre la espalda.
Antes de que pudiera moverse, Joe colocó el pie sobre su garganta y le sonrió con tal frialdad que _____ comenzó a temblar de la cabeza a los pies.
Paul agarró el pie de Joe con las dos manos e intentó apartarlo. Comenzó a agitarse por el esfuerzo, pero Joe no se apartó.
— ¿Sabías…—le preguntó Joe con un tono de voz tan pragmático que era realmente atemorizante—…que sólo son necesarios poco más de dos kilos para aplastarte el esófago por completo?
Los ojos y los brazos de Paul comenzaron a hincharse cuando Joe ejerció más presión sobre su cuello.
— Tío, por favor —suplicó Paul mientras intentaba quitarse el pie de Joe de encima—. Por favor, no me hagas daño, ¿vale?
_____ contuvo el aliento, aterrada, al ver que Joe le pisaba aún con más fuerza.
Tom se acercó a ellos.
— Hazlo —le advirtió Joe— y te saco el corazón para que tu amigo se lo coma.
_____ se quedó helada al ver la mirada de los ojos de Joe. Éste no era el hombre tierno que le hacía el amor por las noches. Éste era el rostro del general que una vez había mandado al infierno a los romanos más valientes.
No dudaba ni por un solo instante que Joe podía llevar a cabo la amenaza. Y por lo rápido que la sangre abandonó el rostro de Tom, _____ supo que el hombre también lo creyó.
— Por favor —volvió a implorar Paul, comenzando a llorar—. Por favor, no me hagas daño.
_____ tragó saliva mientras esas palabras la asaltaban; las mismas que ella pronunció llorando en la cama de Paul.
Fue entonces cuando Joe la miró a los ojos. Ella vio la furia y el deseo de acabar con Paul. Por ella.
— Déjalo, Joe —le dijo en voz baja—. No merece la pena. A tu lado no vale nada.
Joe miró a Paul con los ojos entrecerrados.
— Los cobardes inútiles como tú son descuartizados como entrenamiento allí de donde vengo.
Cuando _____ pensaba que iba a matarlo, Joe apartó el pie.
— Levántate.
Frotándose el cuello, Paul se puso en pie lentamente.
La mirada gélida y letal de Joe hizo que Paul se encogiera.
— Le debes una disculpa a mi mujer.
Paul se limpió la nariz con el dorso de la mano.
— Lo siento.
— Dilo como si lo sintieras de verdad —lo amenazó Joe en voz baja.
— Lo siento, _____. De verdad. Lo siento muchísimo.
Antes de que ella pudiese responder, Joe pasó un brazo por sus brazos en un gesto posesivo y salieron a paso tranquilo del local.
Capitulo 14 Parte 2
Las mujeres contemplaron contritas a Joe.
— Nada —ronroneó la rubia, mirándolo por última vez antes de darse la vuelta y marcharse.
Los hombres lo miraron furiosos.
Él alzó una ceja con un gesto burlón y tomó otro trago de cerveza con total normalidad. Los tipos debieron darse cuenta de que la idea de pelear con él era bastante estúpida, porque se reunieron con sus chicas y se marcharon.
Joe suspiró, disgustado. Daba igual la época en la que se encontrara, algunas cosas no cambiaban.
— Oye —le increpó Bill alzándose un poco por encima de la mesa—. Sé que últimamente has pasado mucho tiempo con mi mujer. Por tu bien, espero que no te estés metiendo en mi territorio. ¿Me has entendido?
Joe tomó una honda bocanada de aire. Bill no; él no.
— Por si no lo has notado, sólo estoy interesado en ______.
— Sí, claro —masculló Bill—. No intentes confundirme; ______ me cae muy bien, pero no soy idiota. No puedo creer que seas el tipo de hombre que se conforma con una hamburguesa cuando tiene un montón de jugosos solomillos de ternera esperándolo.
— Sinceramente, me importa una mierda lo que creas.
_____ vaciló cuando Selena y ella regresaron junto a Joe y Bill. La tensión de Joe era palpable. Sostenía la cerveza con tanta fuerza que se sorprendía de que la botella no hubiera estallado, hecha añicos.
— Bill —le dijo Selena mientras le pasaba los brazos alrededor del cuello—. ¿Te importaría mucho si bailo con Joe?
— Joder, claro que me importa.
De inmediato, Joe se disculpó y se acercó a la barra.
_____ lo siguió con rapidez.
Pidió otra cerveza justo cuando ella llegó a su lado.
— ¿Estás bien? —le preguntó.
— Estupendamente.
Pero no lo parecía. Definitivamente, no parecía estar bien.
— ¿Sabes una cosa? Sé cuando no estás siendo sincero conmigo. Y ahora confiesa, Joe. ¿Qué pasa?
— Deberíamos marcharnos.
— ¿Por qué?
Joe lanzó una rápida mirada a Selena y Bill.
— Creo que sería lo más sensato.
— ¿Por qué?
Joe gruñó.
Antes de que pudiera contestarle, tres hombres aparecieron tras él y, por sus expresiones, ____ intuyó que no estaban muy contentos.
Peor aún, parecía que Joe era la fuente de todos sus problemas.
El más grande era un monstruoso culturista, siete centímetros más bajo que Joe, pero bastante más musculoso y voluminoso. Hizo una especie de mohín al mirar la espalda de Joe de arriba abajo. Y, en ese instante, _____ lo reconoció.
Paul.
El corazón empezó a latirle con rapidez. Físicamente, había cambiado muchísimo con los años. Tenía la cara más redonda, con arrugas prematuras alrededor de los ojos, y había perdido mucho pelo. Pero aún conservaba la misma sonrisa burlona.
— Éste era el que estaba con Amber —le dijo uno de sus acólitos.
Una calma mortal rodeó a Joe, haciendo que _____ se estremeciera de miedo. Ella no sabía de lo que era capaz y, por lo que estaba viendo, Paul no había cambiado por dentro tanto como por fuera. Un niñato de anuncio, rodeado de seguidores, que siempre se movía con su séquito. Todo lo que hacía tenía que ser notorio para dejar claro su poder. Con ese ego de chulo de playa, estaba claro que no se iría hasta que consiguiera enredar a Joe en una pelea.
Lo único que esperaba era que su general tuviera más sentido común y no cayera en la trampa.
— ¿Necesitáis algo? —preguntó, sin mirar a Paul ni a sus amigos.
Paul se rió y palmeó a uno de los suyos en el pecho.
— ¿Qué acento es ése? Tiene voz de pito. Pensaba que el niño bonito iba detrás de mi chica, pero por su pinta y por su voz, creo que iba detrás de uno de vosotros.
Joe se giró y miró furioso a Paul. A cualquier otra persona con más entendederas, esa mirada la habría hecho retirarse.
Paul, por supuesto, carecía de entendederas. No había tenido nunca ni una pizca de sentido común.
— ¿Qué pasa contigo, niño bonito? —se burló Paul—. ¿Te he ofendido? —Miró a sus amigos y meneó la cabeza—. Lo que pensaba; es un mariquita cobarde con voz de pito.
Joe soltó una carcajada siniestra.
— Venga Joe —le increpó _____, cogiéndolo del brazo antes de que las cosas se pusieran peor—. Vámonos.
Paul la miró con aquella risita burlona y entonces la reconoció.
— Vaya, vaya, vaya. ____ Alexander. Hace mucho que no nos vemos. —Le dio una palmada en la espalda al tipo moreno que estaba a su lado—. Oye, Tom, ¿te acuerdas de ______, la de la facultad? Sus braguitas blancas me hicieron ganar nuestra apuesta.
Joe se quedó paralizado ante sus palabras.
_____ sentía que el viejo dolor volvía, pero se negó a demostrarlo. Jamás le daría ese gusto a Paul de nuevo.
— No me extraña que fuera detrás de Amber —siguió Paul—. Probablemente quería probar a una mujer que no estuviese todo el rato llorando mientras se la tira.
Joe giró hacia Paul con tal rapidez que ____ apenas si fue capaz de percibir el movimiento. Paul se movió un poco pero Joe se agachó y le lanzó un puñetazo a las costillas que lo envió hasta la multitud, que se agolpaba unos metros detrás de ellos. Con una maldición, se arrojó a plena carrera hacia Joe. Él se ladeó un poco, le puso la zancadilla y lo empujó haciéndolo volar por los aires.
Paul aterrizó sobre la espalda.
Antes de que pudiera moverse, Joe colocó el pie sobre su garganta y le sonrió con tal frialdad que _____ comenzó a temblar de la cabeza a los pies.
Paul agarró el pie de Joe con las dos manos e intentó apartarlo. Comenzó a agitarse por el esfuerzo, pero Joe no se apartó.
— ¿Sabías…—le preguntó Joe con un tono de voz tan pragmático que era realmente atemorizante—…que sólo son necesarios poco más de dos kilos para aplastarte el esófago por completo?
Los ojos y los brazos de Paul comenzaron a hincharse cuando Joe ejerció más presión sobre su cuello.
— Tío, por favor —suplicó Paul mientras intentaba quitarse el pie de Joe de encima—. Por favor, no me hagas daño, ¿vale?
_____ contuvo el aliento, aterrada, al ver que Joe le pisaba aún con más fuerza.
Tom se acercó a ellos.
— Hazlo —le advirtió Joe— y te saco el corazón para que tu amigo se lo coma.
_____ se quedó helada al ver la mirada de los ojos de Joe. Éste no era el hombre tierno que le hacía el amor por las noches. Éste era el rostro del general que una vez había mandado al infierno a los romanos más valientes.
No dudaba ni por un solo instante que Joe podía llevar a cabo la amenaza. Y por lo rápido que la sangre abandonó el rostro de Tom, _____ supo que el hombre también lo creyó.
— Por favor —volvió a implorar Paul, comenzando a llorar—. Por favor, no me hagas daño.
_____ tragó saliva mientras esas palabras la asaltaban; las mismas que ella pronunció llorando en la cama de Paul.
Fue entonces cuando Joe la miró a los ojos. Ella vio la furia y el deseo de acabar con Paul. Por ella.
— Déjalo, Joe —le dijo en voz baja—. No merece la pena. A tu lado no vale nada.
Joe miró a Paul con los ojos entrecerrados.
— Los cobardes inútiles como tú son descuartizados como entrenamiento allí de donde vengo.
Cuando _____ pensaba que iba a matarlo, Joe apartó el pie.
— Levántate.
Frotándose el cuello, Paul se puso en pie lentamente.
La mirada gélida y letal de Joe hizo que Paul se encogiera.
— Le debes una disculpa a mi mujer.
Paul se limpió la nariz con el dorso de la mano.
— Lo siento.
— Dilo como si lo sintieras de verdad —lo amenazó Joe en voz baja.
— Lo siento, _____. De verdad. Lo siento muchísimo.
Antes de que ella pudiese responder, Joe pasó un brazo por sus brazos en un gesto posesivo y salieron a paso tranquilo del local.
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
MARATON 3/5
Capitulo 14 Parte 3
Ninguno de ellos habló hasta que llegaron al coche. _____ notaba que algo iba muy mal con Joe. Estaba totalmente tenso, como la cuerda de un arco.
— Ojalá me hubieses dejado matarlo —le dijo Joe, mientras ella buscaba las llaves del coche en el bolsillo de los vaqueros.
— Joe…
— No tienes ni idea de lo que me cuesta dejarlo marchar. No soy el tipo de hombre que suele dejar de lado una situación como ésta —confesó mientras golpeaba con fuerza el techo del coche con la palma de la mano para después girarse rápidamente y lanzar un gruñido—. ¡Maldita sea, ______! hubo una época en la que me alimentaba de las entrañas de tipos como ése. Y he pasado de eso a…
Joe dudó un instante cuando dos mil años de recuerdos reprimidos afluyeron a su mente. Volvió a verse como el respetado líder que fue. El héroe de Macedonia. El hombre que una vez consiguió que legiones completas de romanos se rindieran ante la simple aparición de su estandarte.
Y después vio en lo que se había convertido. En una cáscara vacía. En una codiciada mascota, sometida a la voluntad de aquélla que lo invocara.
Durante dos mil años había vivido sin emociones y sin pronunciar más que un puñado de palabras.
Había encontrado el punto exacto que le permitía sobrevivir. Y se había dejado arrastrar.
Hasta que _____ llegó y descubrió su faceta humana…
Ella observó la miríada de emociones que cruzaron por el rostro de Joe. Ira, confusión, horror y, finalmente, una terrible agonía. Se acercó hasta el otro lado del coche, donde él estaba, pero no dejó que lo tocara.
— ¿Es que no lo ves? —le preguntó con un tono brusco a causa de las intensas emociones—. Ya no sé quién soy. En Macedonia sabía quién era; después me convertí en esto —dijo, mientras alzaba el brazo para que _____ pudiera ver las palabras que Príapo grabó a fuego—. Y tú lo has cambiado todo —acabó, mirándola fijamente.
La angustia que reflejaban sus ojos desgarraba a _____.
— ¿Por qué has tenido que cambiarme, _____? ¿Por qué no me dejaste como estaba? Había aprendido, a fuerza de voluntad, a no sentir nada. Simplemente venía a este mundo, hacía lo que me ordenaban y me marchaba. No deseaba nada. Y ahora… —miró a su alrededor, como un hombre inmerso en una pesadilla de la que no puede escapar.
Ella alargó el brazo.
— Joe…
Negando con la cabeza, él se alejó de su mano.
— ¡No! —exclamó, mesándose el cabello—. No sé a dónde pertenezco. No lo entiendes.
— Entonces, explícamelo —le suplicó ____.
— ¿Cómo voy a explicarte lo que es caminar entre dos mundos y ser despreciado por ambos? No soy humano, ni tampoco un dios; soy un híbrido abominable. No tienes idea de cómo crecí: mi madre me entregó a mi padre, que me entregó a su esposa, que me entregaba a cualquiera que estuviese cerca para alejarme de su vista. Y durante los últimos veinte siglos no he sido más que una moneda de cambio, algo que se podía comprar y vender. He pasado toda mi vida buscando un lugar al que poder llamar hogar. Buscando a alguien que me quisiera por lo que soy, no por mi rostro ni por mi cuerpo. —El tormento que reflejaban sus ojos hería a _____ como una quemadura.
— Yo te quiero, Joe.
— No, no es cierto. ¿Cómo ibas a quererme?
Ella se quedó boquiabierta ante su pregunta.
— Mejor di que cómo no iba a hacerlo. Dios mío, jamás en mi vida he deseado estar junto a alguien como ahora deseo estar contigo.
— Es lujuria, nada más.
Eso sí consiguió enfadarla. ¡Cómo se atrevía a despreciar sus sentimientos como si fuesen algo trivial! Lo que sentía hacia él era mucho más profundo que la mera lujuria, era algo que le llegaba hasta el alma.
— No me digas lo que siento o lo que no. No soy una niña.
Joe meneó la cabeza, incapaz de creer sus palabras. Se trataba de la maldición. Tenía que ser eso. Nadie podía amarlo. Nadie lo había hecho nunca, desde el día en que nació.
Pero que Grace lo amara…
Sería un milagro. Sería…
La gloria. Y él no había nacido para saborearla.
«Sufrirás como ningún otro hombre lo ha hecho.»
Sólo se trataba de otra estratagema de los dioses. Otro cruel engaño concebido para castigarlo.
Y ya estaba cansado. Exhausto y agotado por la lucha. Sólo quería escapar al sufrimiento. Buscaba un puerto donde refugiarse de aquellos aterradores sentimientos que lo asaltaban cada vez que la miraba.
_____ apretó los dientes al ver la negativa en los ojos de Joe. Pero, ¿quién podía culparlo?
Lo habían herido en incontables ocasiones. Pero de algún modo, de alguna forma, lograría probarle lo mucho que significaba para ella.
Tenía que hacerlo. Porque perderlo significaría la muerte para ella.
Capitulo 14 Parte 3
Ninguno de ellos habló hasta que llegaron al coche. _____ notaba que algo iba muy mal con Joe. Estaba totalmente tenso, como la cuerda de un arco.
— Ojalá me hubieses dejado matarlo —le dijo Joe, mientras ella buscaba las llaves del coche en el bolsillo de los vaqueros.
— Joe…
— No tienes ni idea de lo que me cuesta dejarlo marchar. No soy el tipo de hombre que suele dejar de lado una situación como ésta —confesó mientras golpeaba con fuerza el techo del coche con la palma de la mano para después girarse rápidamente y lanzar un gruñido—. ¡Maldita sea, ______! hubo una época en la que me alimentaba de las entrañas de tipos como ése. Y he pasado de eso a…
Joe dudó un instante cuando dos mil años de recuerdos reprimidos afluyeron a su mente. Volvió a verse como el respetado líder que fue. El héroe de Macedonia. El hombre que una vez consiguió que legiones completas de romanos se rindieran ante la simple aparición de su estandarte.
Y después vio en lo que se había convertido. En una cáscara vacía. En una codiciada mascota, sometida a la voluntad de aquélla que lo invocara.
Durante dos mil años había vivido sin emociones y sin pronunciar más que un puñado de palabras.
Había encontrado el punto exacto que le permitía sobrevivir. Y se había dejado arrastrar.
Hasta que _____ llegó y descubrió su faceta humana…
Ella observó la miríada de emociones que cruzaron por el rostro de Joe. Ira, confusión, horror y, finalmente, una terrible agonía. Se acercó hasta el otro lado del coche, donde él estaba, pero no dejó que lo tocara.
— ¿Es que no lo ves? —le preguntó con un tono brusco a causa de las intensas emociones—. Ya no sé quién soy. En Macedonia sabía quién era; después me convertí en esto —dijo, mientras alzaba el brazo para que _____ pudiera ver las palabras que Príapo grabó a fuego—. Y tú lo has cambiado todo —acabó, mirándola fijamente.
La angustia que reflejaban sus ojos desgarraba a _____.
— ¿Por qué has tenido que cambiarme, _____? ¿Por qué no me dejaste como estaba? Había aprendido, a fuerza de voluntad, a no sentir nada. Simplemente venía a este mundo, hacía lo que me ordenaban y me marchaba. No deseaba nada. Y ahora… —miró a su alrededor, como un hombre inmerso en una pesadilla de la que no puede escapar.
Ella alargó el brazo.
— Joe…
Negando con la cabeza, él se alejó de su mano.
— ¡No! —exclamó, mesándose el cabello—. No sé a dónde pertenezco. No lo entiendes.
— Entonces, explícamelo —le suplicó ____.
— ¿Cómo voy a explicarte lo que es caminar entre dos mundos y ser despreciado por ambos? No soy humano, ni tampoco un dios; soy un híbrido abominable. No tienes idea de cómo crecí: mi madre me entregó a mi padre, que me entregó a su esposa, que me entregaba a cualquiera que estuviese cerca para alejarme de su vista. Y durante los últimos veinte siglos no he sido más que una moneda de cambio, algo que se podía comprar y vender. He pasado toda mi vida buscando un lugar al que poder llamar hogar. Buscando a alguien que me quisiera por lo que soy, no por mi rostro ni por mi cuerpo. —El tormento que reflejaban sus ojos hería a _____ como una quemadura.
— Yo te quiero, Joe.
— No, no es cierto. ¿Cómo ibas a quererme?
Ella se quedó boquiabierta ante su pregunta.
— Mejor di que cómo no iba a hacerlo. Dios mío, jamás en mi vida he deseado estar junto a alguien como ahora deseo estar contigo.
— Es lujuria, nada más.
Eso sí consiguió enfadarla. ¡Cómo se atrevía a despreciar sus sentimientos como si fuesen algo trivial! Lo que sentía hacia él era mucho más profundo que la mera lujuria, era algo que le llegaba hasta el alma.
— No me digas lo que siento o lo que no. No soy una niña.
Joe meneó la cabeza, incapaz de creer sus palabras. Se trataba de la maldición. Tenía que ser eso. Nadie podía amarlo. Nadie lo había hecho nunca, desde el día en que nació.
Pero que Grace lo amara…
Sería un milagro. Sería…
La gloria. Y él no había nacido para saborearla.
«Sufrirás como ningún otro hombre lo ha hecho.»
Sólo se trataba de otra estratagema de los dioses. Otro cruel engaño concebido para castigarlo.
Y ya estaba cansado. Exhausto y agotado por la lucha. Sólo quería escapar al sufrimiento. Buscaba un puerto donde refugiarse de aquellos aterradores sentimientos que lo asaltaban cada vez que la miraba.
_____ apretó los dientes al ver la negativa en los ojos de Joe. Pero, ¿quién podía culparlo?
Lo habían herido en incontables ocasiones. Pero de algún modo, de alguna forma, lograría probarle lo mucho que significaba para ella.
Tenía que hacerlo. Porque perderlo significaría la muerte para ella.
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
MARATON 4/5
Capítulo 15
Joe mantuvo la distancia entre ellos lo que quedaba del fin de semana. Por mucho que _____ intentaba derribar la barrera que lo rodeaba, él la apartaba sin dudarlo.
Ni siquiera quería que le leyera.
Totalmente descorazonada, se fue al trabajo el lunes por la mañana, pero ni siquiera debería haberse molestado en acudir a la consulta. No podía concentrarse en otra cosa que no fuesen sus celestiales ojos azules, cargados de confusión.
— ¿_____ Alexander?
_____ alzó la mirada del escritorio y vio a una mujer rubia, increíblemente hermosa, de poco más de veinte años que estaba parada en el hueco de la puerta. Parecía que acababa de salir de un desfile de modas en Europa, con aquel traje de seda roja de Armani y las medias y los zapatos a juego.
— Lo siento —le dijo _____—. Mi hora de visitas ha acabado. Si quiere volver mañana…
— ¿Tengo aspecto de necesitar a una sexóloga?
A primera vista, no. Pero claro, _____ había aprendido hacía ya mucho tiempo a no hacer juicios apresurados sobre los problemas de la gente.
Sin que la invitara, la mujer entró tranquilamente a su consulta con un andar presuntuoso y elegante que le resultaba extrañamente familiar. Caminó hacia la pared donde estaban colgados los títulos y certificados de _____.
— Impresionante —le dijo. Pero su tono expresaba todo lo contrario.
Se volvió para observar concienzudamente a ______ y, por la mueca burlona en su rostro, ésta supo que la mujer la encontraba seriamente deficiente.
— No eres lo bastante hermosa para él, ¿sabes? demasiado baja y demasiado rechoncha. ¿Y dónde has encontrado ese vestido?
Completamente ofendida, _____ adoptó una postura rígida.
— ¿Cómo dice?
La mujer ignoró su pregunta.
— Dime, ¿no te molesta estar cerca de un hombre como Joe, sabiendo que si tuviese oportunidad, jamás querría estar contigo? Tiene un cuerpo tan bien formado, es tan elegante… Tan fuerte y cruel… Sé que nunca antes has tenido detrás de ti a un hombre como él, y jamás volverás a tenerlo.
Atónita, ____ no era capaz de hablar.
Y tampoco tuvo que hacerlo; la mujer siguió sin detenerse.
— Su padre era como él. Imagínate a Joe con el pelo oscuro, un poco más bajo y de apariencia más vulgar, no tan refinado. Pero aún así, ese hombre tenía unas manos que… Mmm… —Sonrió pensativamente, con la mirada perdida—. Por supuesto Diocles tenía todo el cuerpo marcado por horribles cicatrices de las batallas; tenía una espantosa que le atravesaba la mejilla izquierda. —Entrecerró los ojos con ira—. Jamás olvidaré el día que intentó marcar a Joe con una daga, para hacerle esa misma cicatriz. En ese momento hubiera deseado que viviese lo suficiente para arrepentirse de esa infracción, pero me aseguré de que no lo hiciera. Joe es físicamente perfecto, y jamás permitiré que nadie estropee la belleza que yo le di. —La fría y calculadora mirada que Afrodita dedicó a _____ hizo que ésta se estremeciera.
» No compartiré a mi hijo contigo.
La posesividad de las palabras de la diosa despertó la ira de _____. ¿Cómo se atrevía a aparecer ahora y a decir tal cosa?
— Si Joe significa tanto para ti, ¿por qué lo abandonaste?
Afrodita la miró, furiosa.
— ¿Crees que me dejaron otra opción? Zeus se negó a darle la ambrosía; ningún mortal puede vivir en el Olimpo. Antes de que pudiera siquiera protestar, Hermes me lo quitó de los brazos y lo entregó a su padre.
_____ vio el horror en el rostro de Afrodita al recordar aquel momento.
— Mi dolor por su pérdida iba más allá de los límites humanos. Inconsolable, me encerré para alejarme de todo. Cuando fui capaz de enfrentarme a todos ellos de nuevo, habían pasado catorce años en la tierra. Apenas si reconocí al bebé que yo había amamantado. Y él me odiaba. —Sus ojos brillaron como si estuviese luchando por contener las lágrimas.
» No tienes idea de lo que es ser madre, y que ese hijo que has llevado en tu vientre maldiga hasta tu propio nombre.
______ comprendía su dolor, pero era a Joe a quien amaba; y su sufrimiento era lo que más le preocupaba.
— ¿Alguna vez intentaste decirle cómo te sentías?
— Por supuesto que lo hice —espetó la diosa—. Le envié a Eros con mis regalos. Me los devolvió, con un mensaje que un hijo no debería decirle a su madre jamás.
— Estaba herido.
— Y yo también —gritó Afrodita. Todo su cuerpo temblaba de furia.
Desconfiada y bastante asustada por lo que una diosa enfadada pudiera hacer con ella, _____ observó cómo Afrodita cerraba los ojos y respiraba hondo para calmarse.
Cuando volvió a hablar, lo hizo con voz dura y el cuerpo tenso.
— Aún así, envié de nuevo a Eros con más regalos para Joe. Los rechazó todos. Me vi a obligada a presenciar cómo juraba lealtad y servicio a Atenea en venganza. —Masculló el nombre de la diosa como si la despreciara.
» Fue en su nombre que conquistó ciudades con los dones que yo le otorgué cuando nació: la fuerza de Ares, la templanza de Apolo y las bendiciones de las Musas y las Gracias. Incluso lo sumergí en el río Estigio para asegurarme de que ningún arma humana pudiera matarlo o dejarlo marcado y, a diferencia de lo que hizo Tetis con Aquiles, sumergí también sus tobillos para que no tuviese ni un solo punto vulnerable. —Meneó la cabeza como si aún no pudiese creer lo que Joe hizo.
» Hice todo lo que estuvo en mis manos por ese chico, y él no me demostró la más mínima gratitud. Ni el respeto que merecía. Finalmente, dejé de intentarlo. Puesto que rechazaba mi amor, me aseguré de que nadie lo amara jamás.
El corazón de ____ se detuvo al escuchar el egoísmo de la diosa.
— ¿Que hiciste qué?
Afrodita alzó la barbilla, altanera, como una reina orgullosa de sus frías y sangrientas hazañas.
— Le maldije del mismo modo que él lo hizo conmigo. Me aseguré de que ninguna mujer humana pudiese mirarlo sin desear su cuerpo, y de que todo hombre que estuviese a su alrededor lo envidiara profundamente.
_____ no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Cómo podía una madre ser tan cruel?
Y tan pronto como ese pensamiento se alejó de su mente, la asaltó otro aún más horrible:
— Tú fuiste la culpable de que Penélope muriera, ¿verdad?
— No, eso fue obra de Joe. Por supuesto que yo estaba enfurecida cuando Eros me contó lo que había hecho por su hermano, y también porque Joe había acudido a él y no a mí.
» Puesto que no podía deshacer lo que la flecha de Eros había conseguido, decidí mermar sus efectos. Lo que Joe tuvo con Penélope fue algo insípido, y él lo sabe. —Afrodita se acercó hasta la ventana y contempló la ciudad.
» Si Joe hubiese acudido a mí alguna vez, habría dejado que Penélope lo amara. Pero no lo hizo. Lo observé acercarse a ella, noche tras noche, tomándola una y otra vez, y percibí su malestar, su angustia porque sabía que su esposa no lo amaba. Y todavía seguía rechazándome y maldiciéndome.
» Fueron las lágrimas que derramé por él a lo largo de los años lo que puso a Príapo en su contra. Siempre ha sido el más leal de mis hijos. Debí detenerlo tan pronto como supe que quería la sangre de Joe, pero no lo hice. Ansiaba que la ira de Príapo consiguiera que Joe me buscara e implorara mi ayuda. —Apretó los dientes.
» Pero no lo hizo.
______ comprendía su dolor, pero eso no cambiaba lo que le había hecho a su hijo.
— ¿Cómo es que Joe acabó siendo maldecido?
La diosa tragó saliva.
— Todo comenzó la noche que Atenea le contó a Príapo que no existía otro hombre más valiente y fuerte que Joe. Ella lo retó a enfrentar a su mejor general con Joe. Dos días más tarde, contemplé cómo Joe cabalgaba hacia la batalla y supe que no perdería. Cuando venció al ejército romano, Príapo se enfureció.
» Eros se fue de la lengua y le contó lo que había hecho. Al instante, Príapo fue en busca de Jasón y Penélope. Yo no sabía las repercusiones que iba a tener. —Se envolvió la cintura con los brazos.
» Nunca tuve intención de que los niños murieran. No te imaginas las veces que me pregunto al cabo del día por qué dejé que ocurriera aquello.
— ¿No hubo ningún modo de evitarlo?
Afrodita negó tristemente con la cabeza.
— Incluso mis poderes están limitados por las Parcas. Cuando Joe se dirigió a mi templo, tras verlos a todos muertos, contuve el aliento pensando que por fin acudía en busca de mi ayuda. Y entonces vio a esa puerca con la túnica de Príapo que se arrojó a sus brazos y le pidió que tomara su virginidad antes de que tuviese lugar la ceremonia en la que sería reclamada por mi otro hijo. Si Joe hubiese pensado con claridad, sé que la habría rechazado. —El rostro de la diosa se ensombreció por la furia.
Capítulo 15
Joe mantuvo la distancia entre ellos lo que quedaba del fin de semana. Por mucho que _____ intentaba derribar la barrera que lo rodeaba, él la apartaba sin dudarlo.
Ni siquiera quería que le leyera.
Totalmente descorazonada, se fue al trabajo el lunes por la mañana, pero ni siquiera debería haberse molestado en acudir a la consulta. No podía concentrarse en otra cosa que no fuesen sus celestiales ojos azules, cargados de confusión.
— ¿_____ Alexander?
_____ alzó la mirada del escritorio y vio a una mujer rubia, increíblemente hermosa, de poco más de veinte años que estaba parada en el hueco de la puerta. Parecía que acababa de salir de un desfile de modas en Europa, con aquel traje de seda roja de Armani y las medias y los zapatos a juego.
— Lo siento —le dijo _____—. Mi hora de visitas ha acabado. Si quiere volver mañana…
— ¿Tengo aspecto de necesitar a una sexóloga?
A primera vista, no. Pero claro, _____ había aprendido hacía ya mucho tiempo a no hacer juicios apresurados sobre los problemas de la gente.
Sin que la invitara, la mujer entró tranquilamente a su consulta con un andar presuntuoso y elegante que le resultaba extrañamente familiar. Caminó hacia la pared donde estaban colgados los títulos y certificados de _____.
— Impresionante —le dijo. Pero su tono expresaba todo lo contrario.
Se volvió para observar concienzudamente a ______ y, por la mueca burlona en su rostro, ésta supo que la mujer la encontraba seriamente deficiente.
— No eres lo bastante hermosa para él, ¿sabes? demasiado baja y demasiado rechoncha. ¿Y dónde has encontrado ese vestido?
Completamente ofendida, _____ adoptó una postura rígida.
— ¿Cómo dice?
La mujer ignoró su pregunta.
— Dime, ¿no te molesta estar cerca de un hombre como Joe, sabiendo que si tuviese oportunidad, jamás querría estar contigo? Tiene un cuerpo tan bien formado, es tan elegante… Tan fuerte y cruel… Sé que nunca antes has tenido detrás de ti a un hombre como él, y jamás volverás a tenerlo.
Atónita, ____ no era capaz de hablar.
Y tampoco tuvo que hacerlo; la mujer siguió sin detenerse.
— Su padre era como él. Imagínate a Joe con el pelo oscuro, un poco más bajo y de apariencia más vulgar, no tan refinado. Pero aún así, ese hombre tenía unas manos que… Mmm… —Sonrió pensativamente, con la mirada perdida—. Por supuesto Diocles tenía todo el cuerpo marcado por horribles cicatrices de las batallas; tenía una espantosa que le atravesaba la mejilla izquierda. —Entrecerró los ojos con ira—. Jamás olvidaré el día que intentó marcar a Joe con una daga, para hacerle esa misma cicatriz. En ese momento hubiera deseado que viviese lo suficiente para arrepentirse de esa infracción, pero me aseguré de que no lo hiciera. Joe es físicamente perfecto, y jamás permitiré que nadie estropee la belleza que yo le di. —La fría y calculadora mirada que Afrodita dedicó a _____ hizo que ésta se estremeciera.
» No compartiré a mi hijo contigo.
La posesividad de las palabras de la diosa despertó la ira de _____. ¿Cómo se atrevía a aparecer ahora y a decir tal cosa?
— Si Joe significa tanto para ti, ¿por qué lo abandonaste?
Afrodita la miró, furiosa.
— ¿Crees que me dejaron otra opción? Zeus se negó a darle la ambrosía; ningún mortal puede vivir en el Olimpo. Antes de que pudiera siquiera protestar, Hermes me lo quitó de los brazos y lo entregó a su padre.
_____ vio el horror en el rostro de Afrodita al recordar aquel momento.
— Mi dolor por su pérdida iba más allá de los límites humanos. Inconsolable, me encerré para alejarme de todo. Cuando fui capaz de enfrentarme a todos ellos de nuevo, habían pasado catorce años en la tierra. Apenas si reconocí al bebé que yo había amamantado. Y él me odiaba. —Sus ojos brillaron como si estuviese luchando por contener las lágrimas.
» No tienes idea de lo que es ser madre, y que ese hijo que has llevado en tu vientre maldiga hasta tu propio nombre.
______ comprendía su dolor, pero era a Joe a quien amaba; y su sufrimiento era lo que más le preocupaba.
— ¿Alguna vez intentaste decirle cómo te sentías?
— Por supuesto que lo hice —espetó la diosa—. Le envié a Eros con mis regalos. Me los devolvió, con un mensaje que un hijo no debería decirle a su madre jamás.
— Estaba herido.
— Y yo también —gritó Afrodita. Todo su cuerpo temblaba de furia.
Desconfiada y bastante asustada por lo que una diosa enfadada pudiera hacer con ella, _____ observó cómo Afrodita cerraba los ojos y respiraba hondo para calmarse.
Cuando volvió a hablar, lo hizo con voz dura y el cuerpo tenso.
— Aún así, envié de nuevo a Eros con más regalos para Joe. Los rechazó todos. Me vi a obligada a presenciar cómo juraba lealtad y servicio a Atenea en venganza. —Masculló el nombre de la diosa como si la despreciara.
» Fue en su nombre que conquistó ciudades con los dones que yo le otorgué cuando nació: la fuerza de Ares, la templanza de Apolo y las bendiciones de las Musas y las Gracias. Incluso lo sumergí en el río Estigio para asegurarme de que ningún arma humana pudiera matarlo o dejarlo marcado y, a diferencia de lo que hizo Tetis con Aquiles, sumergí también sus tobillos para que no tuviese ni un solo punto vulnerable. —Meneó la cabeza como si aún no pudiese creer lo que Joe hizo.
» Hice todo lo que estuvo en mis manos por ese chico, y él no me demostró la más mínima gratitud. Ni el respeto que merecía. Finalmente, dejé de intentarlo. Puesto que rechazaba mi amor, me aseguré de que nadie lo amara jamás.
El corazón de ____ se detuvo al escuchar el egoísmo de la diosa.
— ¿Que hiciste qué?
Afrodita alzó la barbilla, altanera, como una reina orgullosa de sus frías y sangrientas hazañas.
— Le maldije del mismo modo que él lo hizo conmigo. Me aseguré de que ninguna mujer humana pudiese mirarlo sin desear su cuerpo, y de que todo hombre que estuviese a su alrededor lo envidiara profundamente.
_____ no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Cómo podía una madre ser tan cruel?
Y tan pronto como ese pensamiento se alejó de su mente, la asaltó otro aún más horrible:
— Tú fuiste la culpable de que Penélope muriera, ¿verdad?
— No, eso fue obra de Joe. Por supuesto que yo estaba enfurecida cuando Eros me contó lo que había hecho por su hermano, y también porque Joe había acudido a él y no a mí.
» Puesto que no podía deshacer lo que la flecha de Eros había conseguido, decidí mermar sus efectos. Lo que Joe tuvo con Penélope fue algo insípido, y él lo sabe. —Afrodita se acercó hasta la ventana y contempló la ciudad.
» Si Joe hubiese acudido a mí alguna vez, habría dejado que Penélope lo amara. Pero no lo hizo. Lo observé acercarse a ella, noche tras noche, tomándola una y otra vez, y percibí su malestar, su angustia porque sabía que su esposa no lo amaba. Y todavía seguía rechazándome y maldiciéndome.
» Fueron las lágrimas que derramé por él a lo largo de los años lo que puso a Príapo en su contra. Siempre ha sido el más leal de mis hijos. Debí detenerlo tan pronto como supe que quería la sangre de Joe, pero no lo hice. Ansiaba que la ira de Príapo consiguiera que Joe me buscara e implorara mi ayuda. —Apretó los dientes.
» Pero no lo hizo.
______ comprendía su dolor, pero eso no cambiaba lo que le había hecho a su hijo.
— ¿Cómo es que Joe acabó siendo maldecido?
La diosa tragó saliva.
— Todo comenzó la noche que Atenea le contó a Príapo que no existía otro hombre más valiente y fuerte que Joe. Ella lo retó a enfrentar a su mejor general con Joe. Dos días más tarde, contemplé cómo Joe cabalgaba hacia la batalla y supe que no perdería. Cuando venció al ejército romano, Príapo se enfureció.
» Eros se fue de la lengua y le contó lo que había hecho. Al instante, Príapo fue en busca de Jasón y Penélope. Yo no sabía las repercusiones que iba a tener. —Se envolvió la cintura con los brazos.
» Nunca tuve intención de que los niños murieran. No te imaginas las veces que me pregunto al cabo del día por qué dejé que ocurriera aquello.
— ¿No hubo ningún modo de evitarlo?
Afrodita negó tristemente con la cabeza.
— Incluso mis poderes están limitados por las Parcas. Cuando Joe se dirigió a mi templo, tras verlos a todos muertos, contuve el aliento pensando que por fin acudía en busca de mi ayuda. Y entonces vio a esa puerca con la túnica de Príapo que se arrojó a sus brazos y le pidió que tomara su virginidad antes de que tuviese lugar la ceremonia en la que sería reclamada por mi otro hijo. Si Joe hubiese pensado con claridad, sé que la habría rechazado. —El rostro de la diosa se ensombreció por la furia.
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
MARATON 5/5
Capitulo 15 Parte 2
» Si no hubiese sido por Alexandria, ese día mi hijo hubiese venido a mí. Sé que me habría pedido ayuda. Pero era demasiado tarde. Todo acabó en el mismo momento en que se derramó en ella.
— ¿Y aún así te negaste a ayudarlo?
— ¿Cómo podía elegir entre dos de mis hijos?
_____ se horrorizó ante la pregunta.
— ¿Y no fue eso lo que hiciste cuando permitiste que encerraran a Joe en un pergamino?
Los ojos de Afrodita brillaron con tal malicia que _____ dio un paso atrás.
— Joe fue quien me rechazó. Todo lo que tenía que hacer era pedirme ayuda y yo se la habría dado.
____ no podía creer lo que estaba oyendo. Para ser una diosa, Afrodita era bastante egoísta y corta de entendederas.
— Toda esta tragedia porque ninguno de los dos ha querido rebajarse a suplicar al otro. No puedo creer que concedieras a Joe la fuerza de Ares y luego lo maldijeras por esa fuerza que tú misma le otorgaste. En lugar de esperarlo o de enviar a otros en tu nombre, ¿no se te ocurrió nunca ir en persona?
Afrodita la miró furiosa e indignada.
— Yo soy la Diosa del Amor, ¿cómo quieres que me arrastre? ¿Tienes la más ligera idea de lo embarazoso que es para mí que mi propio hijo me odie?
— ¿Embarazoso? Tienes al resto del mundo para amarte. Joe no tiene a nadie.
Afrodita se acercó a ella, furiosa.
— Aléjate de él. Te lo advierto.
— ¿Por qué? ¿Por qué me amenazas cuando no lo hiciste con Penélope?
— Porque él no la amaba.
____ se quedó paralizada.
— ¿Estás diciéndome…?
La diosa se esfumó.
— ¡Venga ya! —gritó ____ mirando al techo—. ¡No puedes esfumarte en mitad de una conversación!
— ¿____?
La voz de Beth hizo que diera un respingo. Girándose de inmediato, la vio asomándose por la puerta.
— ¿Con quién estás hablando? —le preguntó Beth.
____ hizo un gesto abarcando la consulta y después pensó que no sería muy inteligente decirle a su compañera la verdad.
— Conmigo misma.
Beth la miró sin acabar de creérselo.
— ¿Tienes la costumbre de gritarte a ti misma?
— A veces.
Beth alzó una de sus oscuras cejas.
— Me parece que necesitas una sesión —comentó mientras se alejaba.
Haciendo caso omiso de su compañera, _____ no perdió tiempo en recoger sus cosas. Estaba deseando llegar a casa para ver a Joe.
Tan pronto como abrió la puerta supo que algo iba mal. Joe no salió a recibirla.
— ¿Joe? —lo llamó.
— Arriba.
____ dejó las llaves y el correo sobre la mesa, y subió los escalones de dos en dos.
— No vas a creerte quién pasó hoy por la… —su voz se desvaneció al llegar a la puerta de su dormitorio y ver a Joe con una mano encadenada a los barrotes de la cama, tendido en el centro del colchón, sin camisa y con la frente cubierta de sudor.
— ¿Qué estás haciendo? —le preguntó muerta de miedo.
— No puedo luchar más, ______ —le contestó respirando entrecortadamente.
— Tienes que intentarlo.
Él meneó la cabeza.
— Necesito que me encadenes la otra mano. No llego.
— Joe…
Él la interrumpió con una amarga y brusca carcajada.
— ¿No es irónico? Tengo que pedirte que me encadenes cuando todas las demás lo hacían libremente a las pocas horas de presentarme ante ellas. —La miró directamente a los ojos—. Hazlo, _____. No podría seguir viviendo si te hiciese daño.
Con el corazón en un puño, ella cruzó la habitación hasta llegar junto a la cama.
Cuando estuvo bastante cerca, Joe alargó el brazo y acarició su mejilla. La acercó hasta él y la besó, tan profundamente que ____ pensó que iba a desmayarse.
Fue un beso feroz y exigente. Un beso que hablaba de deseo. Y de promesas.
Joe mordisqueó sus labios y la alejó.
— Hazlo.
_____ pasó el grillete de plata por los barrotes del cabecero.
El alivio de Joe fue evidente. Hasta ese momento, ______ no se había dado cuenta de lo tenso que había estado durante la semana anterior. Apoyó la cabeza en la almohada y, con dificultad, respiró hondo.
_____ se acercó y le pasó una mano por la frente.
— ¡Dios santo! —jadeó. Estaba tan caliente que casi le hizo una quemadura—. ¿Qué puedo hacer?
— Nada, pero gracias por preguntar.
_____ fue hacia el vestidor en busca de su ropa. Cuando empezó a desabrocharse la blusa, Joe la detuvo.
— Por favor, no lo hagas delante de mí. Si veo tus pechos… —Echó la cabeza hacia atrás como si alguien le hubiese aplicado un hierro candente.
_____ fue consciente en ese momento de lo acostumbrada que estaba a su presencia; no había pensado en desnudarse en otro lado.
— Lo siento —se disculpó.
Se cambió en el cuarto de baño y mojó unas toallas para colocárselas en la frente.
Volvió a la habitación para refrescarlo.
Le acarició el pelo, empapado de sudor.
— Estás ardiendo.
— Lo sé. Me siento como si estuviese en un lecho de brasas.
Siseó cuando _____ le acercó la toalla fría.
— No me has contado qué tal te ha ido el día —le dijo sin aliento.
_____ jadeó al sentir que el amor y la felicidad la invadían. Todos los días Joe le hacía esa pregunta. Todos los días contaba las horas para regresar a casa junto a él.
No sabía lo que iba a hacer cuando se marchara.
Obligándose a no pensar en eso, se concentró en cuidarlo.
— No hay mucho que contar —susurró. No quería agobiarlo con lo que su madre le había confesado. No mientras estuviese así. Ya lo habían herido bastante, y no sería ella la que aumentara su dolor—. ¿Tienes hambre? —le preguntó.
— No.
_____ se sentó a su lado. Pasó toda la noche leyéndole y refrescándolo.
Joe no durmió. No pudo. Sólo era consciente de la piel de ______ cuando lo tocaba y de su dulce perfume floral. Invadía sus sentidos y hacía que la cabeza le diera vueltas. Todas las fibras de su cuerpo le exigían que la poseyera.
Con los dientes apretados, tiró de las cadenas de plata que apresaban sus muñecas y luchó contra la oscuridad que amenazaba con devorarlo. No quería rendirse.
No quería cerrar los ojos y desaprovechar el poco tiempo que le quedaba para estar junto a _____ mientras aún estuviese cuerdo. Si dejaba que la oscuridad lo consumiera no se despertaría hasta estar de vuelta en el libro. Solo.
— No puedo perderla —murmuró. La simple idea de perderla hacía pedazos lo poco que le quedaba de corazón.
El reloj de pared dio las tres. Grace se había quedado dormida hacía muy poco rato. Tenía la cabeza y la mano apoyadas sobre su abdomen y su aliento le acariciaba el estómago.
Podía sentir su cabello rozándole la piel, la calidez de su cuerpo filtrándose por sus poros hasta llegarle al alma.
Lo que daría por poder tocarla…
Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y se permitió soñar por primera vez desde hacía siglos. Soñó con pasar noches enteras junto a _____.
Soñó que llegaba el día en que podía amarla como se merecía. Un día en que él sería libre para poder entregarse a ella. Soñó en tener un hogar junto a _____.
Y soñó con niños de alegres ojos grises, y dulces y traviesas sonrisas.
Capitulo 15 Parte 2
» Si no hubiese sido por Alexandria, ese día mi hijo hubiese venido a mí. Sé que me habría pedido ayuda. Pero era demasiado tarde. Todo acabó en el mismo momento en que se derramó en ella.
— ¿Y aún así te negaste a ayudarlo?
— ¿Cómo podía elegir entre dos de mis hijos?
_____ se horrorizó ante la pregunta.
— ¿Y no fue eso lo que hiciste cuando permitiste que encerraran a Joe en un pergamino?
Los ojos de Afrodita brillaron con tal malicia que _____ dio un paso atrás.
— Joe fue quien me rechazó. Todo lo que tenía que hacer era pedirme ayuda y yo se la habría dado.
____ no podía creer lo que estaba oyendo. Para ser una diosa, Afrodita era bastante egoísta y corta de entendederas.
— Toda esta tragedia porque ninguno de los dos ha querido rebajarse a suplicar al otro. No puedo creer que concedieras a Joe la fuerza de Ares y luego lo maldijeras por esa fuerza que tú misma le otorgaste. En lugar de esperarlo o de enviar a otros en tu nombre, ¿no se te ocurrió nunca ir en persona?
Afrodita la miró furiosa e indignada.
— Yo soy la Diosa del Amor, ¿cómo quieres que me arrastre? ¿Tienes la más ligera idea de lo embarazoso que es para mí que mi propio hijo me odie?
— ¿Embarazoso? Tienes al resto del mundo para amarte. Joe no tiene a nadie.
Afrodita se acercó a ella, furiosa.
— Aléjate de él. Te lo advierto.
— ¿Por qué? ¿Por qué me amenazas cuando no lo hiciste con Penélope?
— Porque él no la amaba.
____ se quedó paralizada.
— ¿Estás diciéndome…?
La diosa se esfumó.
— ¡Venga ya! —gritó ____ mirando al techo—. ¡No puedes esfumarte en mitad de una conversación!
— ¿____?
La voz de Beth hizo que diera un respingo. Girándose de inmediato, la vio asomándose por la puerta.
— ¿Con quién estás hablando? —le preguntó Beth.
____ hizo un gesto abarcando la consulta y después pensó que no sería muy inteligente decirle a su compañera la verdad.
— Conmigo misma.
Beth la miró sin acabar de creérselo.
— ¿Tienes la costumbre de gritarte a ti misma?
— A veces.
Beth alzó una de sus oscuras cejas.
— Me parece que necesitas una sesión —comentó mientras se alejaba.
Haciendo caso omiso de su compañera, _____ no perdió tiempo en recoger sus cosas. Estaba deseando llegar a casa para ver a Joe.
Tan pronto como abrió la puerta supo que algo iba mal. Joe no salió a recibirla.
— ¿Joe? —lo llamó.
— Arriba.
____ dejó las llaves y el correo sobre la mesa, y subió los escalones de dos en dos.
— No vas a creerte quién pasó hoy por la… —su voz se desvaneció al llegar a la puerta de su dormitorio y ver a Joe con una mano encadenada a los barrotes de la cama, tendido en el centro del colchón, sin camisa y con la frente cubierta de sudor.
— ¿Qué estás haciendo? —le preguntó muerta de miedo.
— No puedo luchar más, ______ —le contestó respirando entrecortadamente.
— Tienes que intentarlo.
Él meneó la cabeza.
— Necesito que me encadenes la otra mano. No llego.
— Joe…
Él la interrumpió con una amarga y brusca carcajada.
— ¿No es irónico? Tengo que pedirte que me encadenes cuando todas las demás lo hacían libremente a las pocas horas de presentarme ante ellas. —La miró directamente a los ojos—. Hazlo, _____. No podría seguir viviendo si te hiciese daño.
Con el corazón en un puño, ella cruzó la habitación hasta llegar junto a la cama.
Cuando estuvo bastante cerca, Joe alargó el brazo y acarició su mejilla. La acercó hasta él y la besó, tan profundamente que ____ pensó que iba a desmayarse.
Fue un beso feroz y exigente. Un beso que hablaba de deseo. Y de promesas.
Joe mordisqueó sus labios y la alejó.
— Hazlo.
_____ pasó el grillete de plata por los barrotes del cabecero.
El alivio de Joe fue evidente. Hasta ese momento, ______ no se había dado cuenta de lo tenso que había estado durante la semana anterior. Apoyó la cabeza en la almohada y, con dificultad, respiró hondo.
_____ se acercó y le pasó una mano por la frente.
— ¡Dios santo! —jadeó. Estaba tan caliente que casi le hizo una quemadura—. ¿Qué puedo hacer?
— Nada, pero gracias por preguntar.
_____ fue hacia el vestidor en busca de su ropa. Cuando empezó a desabrocharse la blusa, Joe la detuvo.
— Por favor, no lo hagas delante de mí. Si veo tus pechos… —Echó la cabeza hacia atrás como si alguien le hubiese aplicado un hierro candente.
_____ fue consciente en ese momento de lo acostumbrada que estaba a su presencia; no había pensado en desnudarse en otro lado.
— Lo siento —se disculpó.
Se cambió en el cuarto de baño y mojó unas toallas para colocárselas en la frente.
Volvió a la habitación para refrescarlo.
Le acarició el pelo, empapado de sudor.
— Estás ardiendo.
— Lo sé. Me siento como si estuviese en un lecho de brasas.
Siseó cuando _____ le acercó la toalla fría.
— No me has contado qué tal te ha ido el día —le dijo sin aliento.
_____ jadeó al sentir que el amor y la felicidad la invadían. Todos los días Joe le hacía esa pregunta. Todos los días contaba las horas para regresar a casa junto a él.
No sabía lo que iba a hacer cuando se marchara.
Obligándose a no pensar en eso, se concentró en cuidarlo.
— No hay mucho que contar —susurró. No quería agobiarlo con lo que su madre le había confesado. No mientras estuviese así. Ya lo habían herido bastante, y no sería ella la que aumentara su dolor—. ¿Tienes hambre? —le preguntó.
— No.
_____ se sentó a su lado. Pasó toda la noche leyéndole y refrescándolo.
Joe no durmió. No pudo. Sólo era consciente de la piel de ______ cuando lo tocaba y de su dulce perfume floral. Invadía sus sentidos y hacía que la cabeza le diera vueltas. Todas las fibras de su cuerpo le exigían que la poseyera.
Con los dientes apretados, tiró de las cadenas de plata que apresaban sus muñecas y luchó contra la oscuridad que amenazaba con devorarlo. No quería rendirse.
No quería cerrar los ojos y desaprovechar el poco tiempo que le quedaba para estar junto a _____ mientras aún estuviese cuerdo. Si dejaba que la oscuridad lo consumiera no se despertaría hasta estar de vuelta en el libro. Solo.
— No puedo perderla —murmuró. La simple idea de perderla hacía pedazos lo poco que le quedaba de corazón.
El reloj de pared dio las tres. Grace se había quedado dormida hacía muy poco rato. Tenía la cabeza y la mano apoyadas sobre su abdomen y su aliento le acariciaba el estómago.
Podía sentir su cabello rozándole la piel, la calidez de su cuerpo filtrándose por sus poros hasta llegarle al alma.
Lo que daría por poder tocarla…
Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y se permitió soñar por primera vez desde hacía siglos. Soñó con pasar noches enteras junto a _____.
Soñó que llegaba el día en que podía amarla como se merecía. Un día en que él sería libre para poder entregarse a ella. Soñó en tener un hogar junto a _____.
Y soñó con niños de alegres ojos grises, y dulces y traviesas sonrisas.
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
BUENOS CHICAS HAY LES DEJO EL MARATON ESPERO LO DISFRUTEN POR QUE YA CASI ESTAMOS LLEGANDO AL FINAL ASI QUE A COMENTAR MUCHO JIJIJ LAS QUIERO MUCHOOO A TODAS Y GRACIAS POR LEER ESTA NOVE :hug: :hug: :hug: :hug: :love: :love: :love: :love: :aah: :aah: :aah: :aah: :aah: :bye: :bye: :bye: :bye:
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
Pobre Joe como su madre pudo hacerle eso?
sube otro cap
sube otro cap
JB&1D2
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
JAAJAJAJAJAJAJAJA :twisted:
SÍGUELA!
siento que voy a morir , no quiero que la nove termine
muchísimas gracias
SÍGUELA!
siento que voy a morir , no quiero que la nove termine
muchísimas gracias
fernanda
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
Hahahahahha me hizo llorar el final del maratón snifff sniff síguela pronto plis!!!! :ilusion:
Monse_Jonas
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
GUUAAUU SU MA DE JOE SE PAASOO!!!!....... ESO NO ES AMOR DE MADRE!!!
ESO ES EGOISMOO PUROOO!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
Y TODO LO QUR JOEEE SUFRIOOO!!!
OJALA Y TODO SALGA BIENN!!! SE MERECEN SER FEEEEELIICEEESS
ESO ES EGOISMOO PUROOO!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
Y TODO LO QUR JOEEE SUFRIOOO!!!
OJALA Y TODO SALGA BIENN!!! SE MERECEN SER FEEEEELIICEEESS
chelis
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