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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
Joe tiene que quedarse con ____ tiene que pedir eso
tengo la ligera sospecha que Afrodita va hacer lo posible para que Joe regrese al libro , ya que es tan egoísta, la odio :muere:
siguelaaaa
tengo la ligera sospecha que Afrodita va hacer lo posible para que Joe regrese al libro , ya que es tan egoísta, la odio :muere:
siguelaaaa
JB&1D2
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
Capitulo 15 Parte 3
Aún estaba soñando cuando la luz del amanecer comenzó a filtrarse por las ventanas y el reloj dio las seis. _____ se despertó.
Frotó la mejilla sobre su pecho, acariciándolo de tal modo que para Joe supuso una tortura.
— Buenos días —lo saludó sonriente.
— Buenos días.
____ se mordió el labio al pasear la mirada sobre su cuerpo y arrugó la frente por la preocupación.
— ¿Estás seguro que tenemos que hacer esto? ¿No te puedo liberar un ratito?
— ¡No! —exclamó con énfasis.
____ cogió el teléfono y marcó el número de la consulta para hablar con Beth.
— No iré en un par de días, ¿puedes hacerte cargo de algunos de mis pacientes?
Joe frunció el ceño al escucharla.
— ¿Es que no vas a ir a trabajar? —le preguntó en cuanto colgó.
____ no podía creer que le hiciese esa pregunta.
— ¿Y dejarte aquí tal y como estás?
— Estaré bien.
Ella lo miró como si se hubiese vuelto completamente loco.
— ¿Y si pasara algo?
— ¿Cómo qué?
— Puede haber un incendio o alguien puede entrar y hacerte cualquier cosas mientras estás ahí indefenso.
Joe no discutió. Le entusiasmó el hecho de verla tan dispuesta a quedarse junto a él.
A media tarde, ____ fue testigo de que la maldición empeoraba. Cada centímetro del cuerpo de Joe estaba cubierto de sudor. Los músculos de los brazos estaban totalmente tensos y apenas hablaba; cuando lo hacía, apretaba los dientes.
Pero seguía mirándola con una sonrisa, y sus ojos eran cálidos y alentadores mientras sus músculos se contraían con continuos espasmos y soportaba el sufrimiento que amenazaba con devorarlo.
_____ siguió refrescándolo, pero tan pronto como acercaba la toalla a su piel se calentaba tanto que apenas era capaz de tocarla después.
Para cuando llegó la medianoche Joe deliraba.
Observó impotente cómo se agitaba y maldecía como si un ser invisible estuviese arrancándole la piel a tiras. _____ nunca había visto algo así. Estaba forcejeando tanto que casi temía que echara abajo la cama.
— No puedo soportar esto —susurró. Bajó corriendo las escaleras y llamó a Selena.
Una hora después, _____ abrió la puerta a Selena y a su hermana Tiyana. Con el pelo negro y los ojos azules, Tiyana no se parecía en nada a Selena. Era una de las pocas sacerdotisas blancas de vudú; regentaba una tienda de artículos mágicos y hacía de guía turística por el cementerio los viernes por la noche.
— No sabéis cuánto os agradezco que hayáis venido —les dijo _____ al cerrar la puerta, una vez pasaron al recibidor.
— No es nada —le contestó Selena.
Tiyana llevaba un timbal bajo el brazo e iba vestida con un sencillo vestido marrón.
— ¿Dónde está?
_____ las llevó al piso superior.
Tiyana puso un pie en la habitación y se quedó paralizada al ver a Joe sobre la cama presa de continuas convulsiones y maldiciendo a todo el panteón griego.
El color abandonó su rostro.
— No puedo hacer nada por él.
— Tiyana —la increpó Selena—. Tienes que intentarlo.
Con los ojos abiertos como platos por el miedo, Tiyana meneó la cabeza.
— ¿Quieres un consejo? Sella esta habitación y déjalo hasta que regrese de donde vino. Hay algo tan maligno y poderoso observándolo que no me atrevo a hacerle frente. —Miró a Selena—. ¿No percibes el odio?
____ comenzó a temblar al escuchar a Tiyana, y su corazón empezó a latir cada vez más rápido.
— ¿Selena? —llamó a su amiga. Necesitaba desesperadamente que alguien aliviara el sufrimiento de Joe de algún modo. Tenía que haber algo que ellas pudiesen hacer.
— Sabes que no puedo ayudarlo —le dijo Selena—. Mis hechizos nunca funcionan.
¡No!, gritó su mente. No podían abandonarlo de aquel modo.
Miró a Joe mientras éste forcejeaba por liberarse de los grilletes.
— ¿Hay alguien a quien pueda acudir en busca de ayuda?
— No —contestó Tiyana—. De hecho, ni siquiera puedo permanecer aquí. No te ofendas, pero todo esto me pone los pelos de punta. —Lanzó una mirada categórica a su hermana—. Y tú sabes muy bien a qué tipo de atrocidades me enfrento diariamente.
— Lo siento, _____ —se disculpó Selena, acariciándole el brazo—. Investigaré y veré lo que puedo descubrir, ¿de acuerdo?
Con el corazón en un puño, _____ no tuvo más remedio que acompañarlas a la puerta.
Cuando la cerró, se dejo caer sobre ella con cansancio.
¿Qué iba a hacer?
No podía limitarse a aceptar que no había ayuda posible para Joe. Tenía que haber algo que pudiese aliviar su dolor. Algo en lo que ella aún no hubiese pensado.
Subió las escaleras y volvió junto a él.
— ¿______? —Joe la llamó con un gemido tan agónico que su corazón acabó de hacerse pedazos.
— Estoy a tu lado, cariño —le dijo, acariciándole la frente.
Él dejó escapar un gruñido salvaje, como el de un animal atrapado en un cepo, y se lanzó sobre ella.
Aterrorizada, ____ se alejó de la cama.
Se dirigió al vestidor, con las piernas temblorosas, y cogió el ejemplar de La Odisea.
Acercó la mecedora a la cama y comenzó a leer.
Pareció relajarlo. Al menos no se revolvía con tanta fuerza.
Con el paso de los días, la esperanza de _____ se marchitaba. Joe estaba en lo cierto al afirmar que no había modo alguno de romper la maldición si no lograba superar la locura.
No podía soportar verlo sufrir, horas tras hora, sin ningún momento de alivio. No era de extrañar que odiara a su madre. ¿Cómo podía Afrodita dejarlo pasar por esto sin mover un solo dedo para ayudarlo?
Y había sufrido de aquel modo durante siglos…
____ estaba totalmente fuera de sí.
— ¡Cómo podéis permitirlo! —gritó enfadada, mirando al techo.
— ¡Eros! —le llamó—. ¿Me oyes? ¿Atenea? ¿Hay alguien? ¿Cómo permitís que sufra así? Si lo amáis un poco, por favor, ayudadlo.
Tal y como esperaba, nadie contestó.
Dejó descansar la cabeza sobre la mano e intentó pensar en algo que pudiera ayudarlo. Seguramente habría algo que…
Una luz cegadora atravesó la habitación.
Perpleja, alzó la vista y se encontró con Afrodita que acababa de materializarse junto a la cama. Si se hubiese encontrado con un burro en la cocina no se hubiese sorprendido tanto.
La diosa perdió el color del rostro al contemplar cómo su hijo se revolvía, agitado por los espasmos, sufriendo una horrible agonía. Alargó una mano hacia él y la retiró con brusquedad, dejándola caer mientras apretaba el puño.
En ese momento miró a ______.
— Le quiero —dijo en voz baja.
— Yo también.
Afrodita clavó la mirada en el suelo, pero _____ fue testigo de su lucha interior.
— Si lo libero, lo apartarás de mí para siempre. Si no lo hago, las dos lo perderemos. —Afrodita la miró a los ojos—. He estado pensando acerca de lo que me dijiste y creo que tienes razón. Lo hice fuerte y jamás debí castigarlo por eso. Lo único que deseaba es que me llamara madre. —Miró a su hijo.
» Sólo quería que me quisieras, Joe. Un poquito nada más.
_____ tragó saliva al ver el dolor en el rostro de Afrodita cuando acarició la mano de Joe.
Él siseó, como si el roce le hubiese quemado la piel.
Afrodita retiró la mano.
— Prométeme que lo cuidarás mucho, _____.
— Tanto como él me lo permita; lo prometo.
Aún estaba soñando cuando la luz del amanecer comenzó a filtrarse por las ventanas y el reloj dio las seis. _____ se despertó.
Frotó la mejilla sobre su pecho, acariciándolo de tal modo que para Joe supuso una tortura.
— Buenos días —lo saludó sonriente.
— Buenos días.
____ se mordió el labio al pasear la mirada sobre su cuerpo y arrugó la frente por la preocupación.
— ¿Estás seguro que tenemos que hacer esto? ¿No te puedo liberar un ratito?
— ¡No! —exclamó con énfasis.
____ cogió el teléfono y marcó el número de la consulta para hablar con Beth.
— No iré en un par de días, ¿puedes hacerte cargo de algunos de mis pacientes?
Joe frunció el ceño al escucharla.
— ¿Es que no vas a ir a trabajar? —le preguntó en cuanto colgó.
____ no podía creer que le hiciese esa pregunta.
— ¿Y dejarte aquí tal y como estás?
— Estaré bien.
Ella lo miró como si se hubiese vuelto completamente loco.
— ¿Y si pasara algo?
— ¿Cómo qué?
— Puede haber un incendio o alguien puede entrar y hacerte cualquier cosas mientras estás ahí indefenso.
Joe no discutió. Le entusiasmó el hecho de verla tan dispuesta a quedarse junto a él.
A media tarde, ____ fue testigo de que la maldición empeoraba. Cada centímetro del cuerpo de Joe estaba cubierto de sudor. Los músculos de los brazos estaban totalmente tensos y apenas hablaba; cuando lo hacía, apretaba los dientes.
Pero seguía mirándola con una sonrisa, y sus ojos eran cálidos y alentadores mientras sus músculos se contraían con continuos espasmos y soportaba el sufrimiento que amenazaba con devorarlo.
_____ siguió refrescándolo, pero tan pronto como acercaba la toalla a su piel se calentaba tanto que apenas era capaz de tocarla después.
Para cuando llegó la medianoche Joe deliraba.
Observó impotente cómo se agitaba y maldecía como si un ser invisible estuviese arrancándole la piel a tiras. _____ nunca había visto algo así. Estaba forcejeando tanto que casi temía que echara abajo la cama.
— No puedo soportar esto —susurró. Bajó corriendo las escaleras y llamó a Selena.
Una hora después, _____ abrió la puerta a Selena y a su hermana Tiyana. Con el pelo negro y los ojos azules, Tiyana no se parecía en nada a Selena. Era una de las pocas sacerdotisas blancas de vudú; regentaba una tienda de artículos mágicos y hacía de guía turística por el cementerio los viernes por la noche.
— No sabéis cuánto os agradezco que hayáis venido —les dijo _____ al cerrar la puerta, una vez pasaron al recibidor.
— No es nada —le contestó Selena.
Tiyana llevaba un timbal bajo el brazo e iba vestida con un sencillo vestido marrón.
— ¿Dónde está?
_____ las llevó al piso superior.
Tiyana puso un pie en la habitación y se quedó paralizada al ver a Joe sobre la cama presa de continuas convulsiones y maldiciendo a todo el panteón griego.
El color abandonó su rostro.
— No puedo hacer nada por él.
— Tiyana —la increpó Selena—. Tienes que intentarlo.
Con los ojos abiertos como platos por el miedo, Tiyana meneó la cabeza.
— ¿Quieres un consejo? Sella esta habitación y déjalo hasta que regrese de donde vino. Hay algo tan maligno y poderoso observándolo que no me atrevo a hacerle frente. —Miró a Selena—. ¿No percibes el odio?
____ comenzó a temblar al escuchar a Tiyana, y su corazón empezó a latir cada vez más rápido.
— ¿Selena? —llamó a su amiga. Necesitaba desesperadamente que alguien aliviara el sufrimiento de Joe de algún modo. Tenía que haber algo que ellas pudiesen hacer.
— Sabes que no puedo ayudarlo —le dijo Selena—. Mis hechizos nunca funcionan.
¡No!, gritó su mente. No podían abandonarlo de aquel modo.
Miró a Joe mientras éste forcejeaba por liberarse de los grilletes.
— ¿Hay alguien a quien pueda acudir en busca de ayuda?
— No —contestó Tiyana—. De hecho, ni siquiera puedo permanecer aquí. No te ofendas, pero todo esto me pone los pelos de punta. —Lanzó una mirada categórica a su hermana—. Y tú sabes muy bien a qué tipo de atrocidades me enfrento diariamente.
— Lo siento, _____ —se disculpó Selena, acariciándole el brazo—. Investigaré y veré lo que puedo descubrir, ¿de acuerdo?
Con el corazón en un puño, _____ no tuvo más remedio que acompañarlas a la puerta.
Cuando la cerró, se dejo caer sobre ella con cansancio.
¿Qué iba a hacer?
No podía limitarse a aceptar que no había ayuda posible para Joe. Tenía que haber algo que pudiese aliviar su dolor. Algo en lo que ella aún no hubiese pensado.
Subió las escaleras y volvió junto a él.
— ¿______? —Joe la llamó con un gemido tan agónico que su corazón acabó de hacerse pedazos.
— Estoy a tu lado, cariño —le dijo, acariciándole la frente.
Él dejó escapar un gruñido salvaje, como el de un animal atrapado en un cepo, y se lanzó sobre ella.
Aterrorizada, ____ se alejó de la cama.
Se dirigió al vestidor, con las piernas temblorosas, y cogió el ejemplar de La Odisea.
Acercó la mecedora a la cama y comenzó a leer.
Pareció relajarlo. Al menos no se revolvía con tanta fuerza.
Con el paso de los días, la esperanza de _____ se marchitaba. Joe estaba en lo cierto al afirmar que no había modo alguno de romper la maldición si no lograba superar la locura.
No podía soportar verlo sufrir, horas tras hora, sin ningún momento de alivio. No era de extrañar que odiara a su madre. ¿Cómo podía Afrodita dejarlo pasar por esto sin mover un solo dedo para ayudarlo?
Y había sufrido de aquel modo durante siglos…
____ estaba totalmente fuera de sí.
— ¡Cómo podéis permitirlo! —gritó enfadada, mirando al techo.
— ¡Eros! —le llamó—. ¿Me oyes? ¿Atenea? ¿Hay alguien? ¿Cómo permitís que sufra así? Si lo amáis un poco, por favor, ayudadlo.
Tal y como esperaba, nadie contestó.
Dejó descansar la cabeza sobre la mano e intentó pensar en algo que pudiera ayudarlo. Seguramente habría algo que…
Una luz cegadora atravesó la habitación.
Perpleja, alzó la vista y se encontró con Afrodita que acababa de materializarse junto a la cama. Si se hubiese encontrado con un burro en la cocina no se hubiese sorprendido tanto.
La diosa perdió el color del rostro al contemplar cómo su hijo se revolvía, agitado por los espasmos, sufriendo una horrible agonía. Alargó una mano hacia él y la retiró con brusquedad, dejándola caer mientras apretaba el puño.
En ese momento miró a ______.
— Le quiero —dijo en voz baja.
— Yo también.
Afrodita clavó la mirada en el suelo, pero _____ fue testigo de su lucha interior.
— Si lo libero, lo apartarás de mí para siempre. Si no lo hago, las dos lo perderemos. —Afrodita la miró a los ojos—. He estado pensando acerca de lo que me dijiste y creo que tienes razón. Lo hice fuerte y jamás debí castigarlo por eso. Lo único que deseaba es que me llamara madre. —Miró a su hijo.
» Sólo quería que me quisieras, Joe. Un poquito nada más.
_____ tragó saliva al ver el dolor en el rostro de Afrodita cuando acarició la mano de Joe.
Él siseó, como si el roce le hubiese quemado la piel.
Afrodita retiró la mano.
— Prométeme que lo cuidarás mucho, _____.
— Tanto como él me lo permita; lo prometo.
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
SIENTO POR NO COMENTAR!!
LO SIENTO UN MONTON!
PERO PROMERO QUE AHORA EN ADELANTE NO DEJARE DE COMENTAR -.-
PD: SIGUELA... SIGUELA ESTUVIERON MUY BUENO ESTOS CAPITULOS!!!
LO SIENTO UN MONTON!
PERO PROMERO QUE AHORA EN ADELANTE NO DEJARE DE COMENTAR -.-
PD: SIGUELA... SIGUELA ESTUVIERON MUY BUENO ESTOS CAPITULOS!!!
JavieraSmileee
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