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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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50 sombras de Bieber
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: 50 sombras de Bieber
—Levanta los brazos —jadea. Hago lo que me ha dicho y levanta la blusa por encima de mi cabeza de modo que estoy de pie, desnuda de cintura para arriba frente a él. No quitando sus ojos de los míos, me rodea y deshace el botón superior de mis jeans y baja la cremallera—Te voy a tomar en el cuarto de baño, ____(tn).
Inclinándose, me besa el cuello. Muevo la cabeza hacia un lado y le doy un acceso más fácil. Sujetando sus pulgares en mis pantalones, los desliza lentamente por mis piernas, hundiéndose detrás de mí cuando los empuja a ellos y a mis bragas al suelo.
—Sal de tus pantalones.
Agarrando el borde de bañera, hago precisamente eso. Ahora estoy desnuda, mirándome a mí misma y él está de rodillas detrás de mí. Besa suavemente y luego muerde mi trasero, haciéndome jadear. Se pone de pie y me mira una vez más en el espejo. Me esfuerzo por permanecer inmóvil, ignorando mi inclinación natural de cubrirme. Extiende su mano por mi vientre, la palma de su mano casi llegando de cadera a cadera.
—Mírate. Eres tan hermosa —murmura—. Tócate.
Toma mis dos manos entre las suyas, sus palmas contra el dorso de mis manos, sus dedos entre los míos, de modo que mis dedos están extendidos. Pone mis manos sobre mi vientre.
—Siente la suavidad de tu piel.
Su voz es suave y baja. Mueve mis manos en un círculo lento hacia arriba, hacia mis pechos
—Siente lo lleno que son tus senos.
Sostiene mis manos de modo que ahuecan mis pechos. Él acaricia suavemente mis pezones con sus pulgares una y otra vez.
Gimo con los labios entreabiertos y arqueo la espalda para que mis pechos llenen mis palmas. Él aprieta mis pezones entre nuestros dedos, tirando suavemente de modo que se alargan más. Puedo ver con fascinación a la criatura desenfrenada retorciéndose delante de mí. Oh, esto se siente bien. Gimo y cierro los ojos, ya no queriendo ver a esa mujer libidinosa en el espejo, cayendo a pedazos en sus propias manos... sus manos... sintiendo mi piel como él lo haría, experimentando cuan excitante es… sólo su tacto y sus calmas y suaves órdenes.
—Eso es, nena —murmura.
Guía mis manos por los lados de mi cuerpo, más allá de mi cintura hacia mis caderas y a lo largo de mi vello púbico. Desliza su pierna entre las mías, separando mis pies, abriéndome y corre mis manos sobre mi sexo, con una mano y luego con la otra, creando un ritmo. Es tan erótico. En verdad: soy una marioneta y él es el maestro de las marionetas.
—Mira a tu reflejo, ____(tn) —susurra mientras deja besos y mordiscos suaves a lo largo de mi hombro. Gimo. De pronto, me deja ir.
—Continúa —ordena y se para detrás, observándome.
Me acaricio. No. Lo quiero a él, que él lo haga. No se siente igual. Estoy perdida sin él. Se saca la camisa sobre su cabeza y rápidamente se quita los pantalones.
—¿Prefieres que haga eso? —Su mirada miel quema la mía en el espejo.
—Oh, sí... por favor —jadeo.
Envuelve sus brazos a mí alrededor otra vez y toma mis manos una vez más, continuando con la caricia sensual a través de mi sexo, por encima de mi clítoris. Su pecho y su erección se presionan contra mí. Oh, rápido... por favor. Muerde la nuca de mi cuello y cierro los ojos, disfrutando de la infinidad de sensaciones; mi cuello, mi ingle... la sensación de tenerlo detrás de mí. Se detiene abruptamente y me gira por completo, rodeando mis muñecas con una mano, encarcelando mis manos detrás de mí y tirando de mi cola de caballo con la otra. Estoy contra él y me besa salvajemente, haciendo estragos en mi boca con la suya. Reteniéndome en el lugar.
Su respiración es irregular, igualando la mía.
—¿Cuándo comenzó tu período, ____(tn)? —pregunta de la nada, mirando hacia mí.
—Eh... ayer —murmuro, excitadísima.
—Bien. —Él me libera y me da la vuelta—Sostente del lavabo —me ordena y tira de mis caderas hacia atrás de nuevo, como lo hizo en la habitación de juegos, así que estoy agachada.
Llega entre mis piernas y tira del cordón azul... ¡qué! Y... saca suavemente el tampón y lo arroja en el inodoro cercano. Santo Dios. Y luego está dentro de mí. Piel contra piel... se mueve lentamente en un primer momento... fácilmente, probándome, empujándome... oh, cielos. Me sujeto al lavabo, jadeando, obligándome a retroceder, sintiéndolo dentro de mí. Oh, la dulce agonía... sus manos estrechan mis caderas. Establece un ritmo de castigo… dentro, fuera y alcanza y encuentra mi clítoris, masajeándome... oh, Jesús. Noto como me acelero.
—Eso es, nena —dice ásperamente mientras se incrusta en mí, inclinando sus caderas y es suficiente para mandarme a volar, volar alto.
Vaya... y me vengo ruidosamente, agarrándome a la vida en el lavabo a medida que caigo en espiral a lo largo de mi orgasmo, todo girando y apretándose a la vez. Él sigue, estrechándome con fuerza, su frente en mi espalda cuando llega a su clímax y dice mi nombre como si fuera una letanía o una oración.
—¡Oh, ____(tn)! —Su respiración es irregular en mi oído, en perfecta sinergia con la mía—. Oh, nena, ¿alguna vez voy a tener suficiente de ti? —susurra.
¿Será siempre así? Tan abrumador, tan desgastante, tan desconcertante y seductor. Quería hablar, pero ahora estoy agotada y aturdida por hacer el amor y me pregunto: ¿alguna vez yo voy a tener suficiente de él?
Nos hundimos lentamente en el suelo y él envuelve sus brazos a mí alrededor, encarcelándome. Me acurruco en su regazo, mi cabeza contra su pecho, a medida que ambos nos calmamos. Muy sutilmente, aspiro su olor dulce y embriagador. No lo acaricies. No lo acaricies. Repito en mi cabeza; aunque estoy muy tentada a hacerlo. Quiero levantar mi mano y dibujar en su pecho con la punta de mis dedos... pero me resisto, a sabiendas de que él lo odiará si lo hago. Ambos permanecemos tranquilos, perdidos en nuestros pensamientos. Estoy perdida en él... perdida por él.
Recuerdo que tengo mi período.
—Estoy sangrando —me quejo.
—No me molesta —suspira.
—Me di cuenta. —No puedo mantener la sequedad fuera de mi voz.
Se tensa un poco.
—¿Te molesta? —pregunta en voz baja.
¿Me molesta? Tal vez debería... ¿debería? No, no lo hace. Me inclino hacia atrás y levanto la mirada hacia él y él me mira, con los ojos de un miel suave.
—No, en absoluto.
Sonríe.
—Bueno. Vamos a tomar un baño.
Se desenreda de mí alrededor, colocándome en el suelo mientras se pone de pie. Mientras lo hace, me doy cuenta una vez más de las pequeñas cicatrices redondas y blancas en su pecho. No son de varicela, medito distraídamente. Grace dijo que apenas se vio afectado. Mi.er.da... deben ser de quemaduras. ¿Quemaduras de qué? Palidezco ante la comprensión, conmoción y repulsión que corren a través de mí. ¿De cigarrillos? ¿La señora Robinson, su madre biológica, quién? ¿Quién le hizo esto? Tal vez haya una explicación razonable y estoy reaccionando exageradamente. Una loca esperanza florece en mi pecho; la esperanza de que estoy equivocada.
—¿Qué pasa? —Justin abre los ojos de par en par con alarma.
—Tus cicatrices —susurro—No son de varicela.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Hasta aqui el cap de hoy!!! espero que les haya gustado!! :bye: Comenten!!
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Capítulo 44
Puedo ver como, en una fracción de segundo, se cierra, cambiando su postura desde una calmada, relajada y en comodidad, a estar la defensiva… incluso enojado. Frunce el ceño, su rostro se ensombrece y su boca se prensa en una línea delgada y dura.
—No, no lo son —suelta, pero no da más detalles. Se pone de pie, extiende la mano hacia mí y me pone sobre mis pies—No me mires así. —Su voz es más fría y gruñona mientras deja ir mi mano.
Me lavo, restriego y miro abajo hacia mis dedos y lo sé, sé que alguien apagó cigarrillos en Justin. Me siento asqueada.
—¿Ella te hizo eso? —susurro antes de que pueda detenerme.
No dice nada, así que estoy obligada a mirarlo. Él me está mirando.
—¿Ella? ¿La señora Robinson? Ella no es un animal, ____(tn). Por supuesto que no lo hizo. No entiendo por qué sientes que tienes que convertirla en la mala.
Él está de pie allí, desnudo, gloriosamente desnudo, con mi sangre en él... y estamos finalmente teniendo esta conversación. Y estoy desnuda también… ninguno de nosotros tiene dónde esconderse, excepto tal vez, la bañera. Tomo una respiración profunda, me muevo lejos de él y me sumerjo en el agua. Está deliciosamente cálida, suave y profunda. Me fundo en la espuma y levanto la mirada hacia él, escondido entre las burbujas.
—Sólo me pregunto cómo serías si no la hubieras conocido. Si no te hubiera introducido a tu... umm, estilo de vida.
Suspira y se sumerge en la bañera frente a mí, su mandíbula apretada con tensión, sus ojos helados. A medida que sumerge con gracia su cuerpo bajo el agua, es cuidadoso de no tocarme. ¿Tanto lo hice enojar?
Me mira impasiblemente, su rostro es ilegible, no dice nada. Una vez más, el silencio se extiende entre nosotros, pero me aferro a mi consejo. Es tu turno Bieber… no voy a ceder esta vez. Mi subconsciente está nervioso, ansiosamente mordiéndose las uñas; esto podría ir en cualquier dirección. Justin y yo nos miramos fijamente el uno al otro, pero no voy a dar marcha atrás. Finalmente, después de lo que parece un milenio, él sacude la cabeza y sonríe.
—Probablemente, si no hubiera sido por la señora Robinson, habría seguido el camino de mi madre biológica.
¡Oh! Parpadeo hacia él. ¿Adicto al crack?
—Ella me amaba de una manera que encontré... aceptable —añade, encogiéndose de hombros.
¿Qué diablos significa eso?
—¿Aceptable? —susurro.
—Sí. —Se me queda mirando fijamente—Ella me distrajo del camino destructivo que estaba siguiendo. Es muy difícil crecer en una familia perfecta cuando no eres perfecto.
Oh no. Mi boca se seca mientras digiero sus palabras. Él me mira con una expresión inescrutable. No va decirme nada más. Que frustrante. Por dentro, estoy tambaleando, suena tan lleno de auto desprecio. Y la señora Robinson lo amaba. ¿Ella todavía lo ama? Me siento como si me hubieran golpeado en el estómago.
—¿Ella todavía te ama?
—No lo creo, no así. —Frunce el ceño como si no hubiese reflexionado al respecto—Te sigo diciendo que fue hace mucho tiempo. Está en el pasado. No puedo cambiarlo aun si quisiera, aunque no quiero. Ella me salvó de mí mismo.
Está exasperado y pasa una mano por su cabello mojado—Nunca he discutido esto con nadie —hace una pausa—, excepto el Dr. Flynn, por supuesto. Y la única razón por la que estoy hablando de esto ahora, contigo, es porque quiero que confíes en mí.
—Confío en ti, pero quiero conocerte mejor y cuando sea que quiero hablar contigo, me distraes. Hay tanto que quiero saber.
—Oh, por amor de Dios, ____(tn). ¿Qué quieres saber? ¿Qué tengo que hacer? —Sus ojos flamean y aunque no alza la voz, sé que está tratando de controlar su temperamento.
Echo un vistazo rápido a mis manos, claras bajo el agua, ya que las burbujas han comenzado a dispersarse.
—Sólo estoy tratando de entender, eres como un enigma. Diferente de cualquier persona que haya conocido antes. Me alegra que estés diciéndome lo que quiero saber.
Vaya, quizás son los Cosmopolitan que me están haciendo valiente, pero de repente, no puedo soportar la distancia entre nosotros. Me muevo a través del agua a su lado y me apoyo contra él por lo que nos estamos tocando, piel con piel. Se tensa y me mira como si lo fuera a morder. Mi diosa interior lo mira tranquila, con especulación sorprendida.
—Por favor, no te molestes conmigo —susurro.
—No estoy molesto contigo, ____(tn). Sólo que no estoy acostumbrado a esta clase de conversación, este sondeo. Sólo tengo esto con el Dr. Flynn y con… —Él se detiene y frunce el ceño.
—Con ella, la señora Robinson. ¿Tú hablas con ella? —Inspiro, tratando de controlar mi propio temperamento.
—Sí, lo hago.
—¿Sobre qué?
Se mueve en la bañera por lo que está frente a mí, haciendo que el agua caiga sobre el suelo. Él pone su brazo sobre mis hombros, descansando en el borde de la bañera.
—¿Persistente, no? —murmura, un rastro de irritación en su voz— De la vida, el universo, negocios. ____(tn), la señora Robinson y yo nos conocemos desde hace mucho. Podemos discutir cualquier cosa.
—¿De mí?
—Sí. —Sus ojos me miran con cuidado.
Muerdo mi labio inferior, tratando de ocultar la repentina ira.
—¿Por qué hablan de mi? —Me esfuerzo por no sonar quejumbrosa y petulante, pero no lo logro. Sé que debería parar. Lo estoy empujando muy lejos. Mi subconsciente tiene su cara de Edvard Munch de nuevo.
—Nunca conocí a alguien como tú, ____(tn).
—¿Qué significa eso? ¿Alguien que no firmara automáticamente tus documentos, sin hacer preguntas?
—Necesitaba un consejo.
—¿Y pides consejos a la señora pedófila? —chasqueo. El control sobre mi temperamento es más dudoso de lo que pensaba.
—Suficiente, ____(tn) —chasquea con severidad, entrecerrando los ojos.
Estoy patinando sobre hielo delgado y me dirijo hacia el peligro—O te pondré sobre mi rodilla. No tengo ningún interés sexual o romántico en ella. Ella es una amiga querida, valiosa y una compañera de negocios. Eso es todo. Tenemos un pasado, una historia compartida, que fue monumentalmente beneficiosa para mí, aunque arruinó su matrimonio, pero esa parte de nuestra relación ha terminado.
Puedo ver como, en una fracción de segundo, se cierra, cambiando su postura desde una calmada, relajada y en comodidad, a estar la defensiva… incluso enojado. Frunce el ceño, su rostro se ensombrece y su boca se prensa en una línea delgada y dura.
—No, no lo son —suelta, pero no da más detalles. Se pone de pie, extiende la mano hacia mí y me pone sobre mis pies—No me mires así. —Su voz es más fría y gruñona mientras deja ir mi mano.
Me lavo, restriego y miro abajo hacia mis dedos y lo sé, sé que alguien apagó cigarrillos en Justin. Me siento asqueada.
—¿Ella te hizo eso? —susurro antes de que pueda detenerme.
No dice nada, así que estoy obligada a mirarlo. Él me está mirando.
—¿Ella? ¿La señora Robinson? Ella no es un animal, ____(tn). Por supuesto que no lo hizo. No entiendo por qué sientes que tienes que convertirla en la mala.
Él está de pie allí, desnudo, gloriosamente desnudo, con mi sangre en él... y estamos finalmente teniendo esta conversación. Y estoy desnuda también… ninguno de nosotros tiene dónde esconderse, excepto tal vez, la bañera. Tomo una respiración profunda, me muevo lejos de él y me sumerjo en el agua. Está deliciosamente cálida, suave y profunda. Me fundo en la espuma y levanto la mirada hacia él, escondido entre las burbujas.
—Sólo me pregunto cómo serías si no la hubieras conocido. Si no te hubiera introducido a tu... umm, estilo de vida.
Suspira y se sumerge en la bañera frente a mí, su mandíbula apretada con tensión, sus ojos helados. A medida que sumerge con gracia su cuerpo bajo el agua, es cuidadoso de no tocarme. ¿Tanto lo hice enojar?
Me mira impasiblemente, su rostro es ilegible, no dice nada. Una vez más, el silencio se extiende entre nosotros, pero me aferro a mi consejo. Es tu turno Bieber… no voy a ceder esta vez. Mi subconsciente está nervioso, ansiosamente mordiéndose las uñas; esto podría ir en cualquier dirección. Justin y yo nos miramos fijamente el uno al otro, pero no voy a dar marcha atrás. Finalmente, después de lo que parece un milenio, él sacude la cabeza y sonríe.
—Probablemente, si no hubiera sido por la señora Robinson, habría seguido el camino de mi madre biológica.
¡Oh! Parpadeo hacia él. ¿Adicto al crack?
—Ella me amaba de una manera que encontré... aceptable —añade, encogiéndose de hombros.
¿Qué diablos significa eso?
—¿Aceptable? —susurro.
—Sí. —Se me queda mirando fijamente—Ella me distrajo del camino destructivo que estaba siguiendo. Es muy difícil crecer en una familia perfecta cuando no eres perfecto.
Oh no. Mi boca se seca mientras digiero sus palabras. Él me mira con una expresión inescrutable. No va decirme nada más. Que frustrante. Por dentro, estoy tambaleando, suena tan lleno de auto desprecio. Y la señora Robinson lo amaba. ¿Ella todavía lo ama? Me siento como si me hubieran golpeado en el estómago.
—¿Ella todavía te ama?
—No lo creo, no así. —Frunce el ceño como si no hubiese reflexionado al respecto—Te sigo diciendo que fue hace mucho tiempo. Está en el pasado. No puedo cambiarlo aun si quisiera, aunque no quiero. Ella me salvó de mí mismo.
Está exasperado y pasa una mano por su cabello mojado—Nunca he discutido esto con nadie —hace una pausa—, excepto el Dr. Flynn, por supuesto. Y la única razón por la que estoy hablando de esto ahora, contigo, es porque quiero que confíes en mí.
—Confío en ti, pero quiero conocerte mejor y cuando sea que quiero hablar contigo, me distraes. Hay tanto que quiero saber.
—Oh, por amor de Dios, ____(tn). ¿Qué quieres saber? ¿Qué tengo que hacer? —Sus ojos flamean y aunque no alza la voz, sé que está tratando de controlar su temperamento.
Echo un vistazo rápido a mis manos, claras bajo el agua, ya que las burbujas han comenzado a dispersarse.
—Sólo estoy tratando de entender, eres como un enigma. Diferente de cualquier persona que haya conocido antes. Me alegra que estés diciéndome lo que quiero saber.
Vaya, quizás son los Cosmopolitan que me están haciendo valiente, pero de repente, no puedo soportar la distancia entre nosotros. Me muevo a través del agua a su lado y me apoyo contra él por lo que nos estamos tocando, piel con piel. Se tensa y me mira como si lo fuera a morder. Mi diosa interior lo mira tranquila, con especulación sorprendida.
—Por favor, no te molestes conmigo —susurro.
—No estoy molesto contigo, ____(tn). Sólo que no estoy acostumbrado a esta clase de conversación, este sondeo. Sólo tengo esto con el Dr. Flynn y con… —Él se detiene y frunce el ceño.
—Con ella, la señora Robinson. ¿Tú hablas con ella? —Inspiro, tratando de controlar mi propio temperamento.
—Sí, lo hago.
—¿Sobre qué?
Se mueve en la bañera por lo que está frente a mí, haciendo que el agua caiga sobre el suelo. Él pone su brazo sobre mis hombros, descansando en el borde de la bañera.
—¿Persistente, no? —murmura, un rastro de irritación en su voz— De la vida, el universo, negocios. ____(tn), la señora Robinson y yo nos conocemos desde hace mucho. Podemos discutir cualquier cosa.
—¿De mí?
—Sí. —Sus ojos me miran con cuidado.
Muerdo mi labio inferior, tratando de ocultar la repentina ira.
—¿Por qué hablan de mi? —Me esfuerzo por no sonar quejumbrosa y petulante, pero no lo logro. Sé que debería parar. Lo estoy empujando muy lejos. Mi subconsciente tiene su cara de Edvard Munch de nuevo.
—Nunca conocí a alguien como tú, ____(tn).
—¿Qué significa eso? ¿Alguien que no firmara automáticamente tus documentos, sin hacer preguntas?
—Necesitaba un consejo.
—¿Y pides consejos a la señora pedófila? —chasqueo. El control sobre mi temperamento es más dudoso de lo que pensaba.
—Suficiente, ____(tn) —chasquea con severidad, entrecerrando los ojos.
Estoy patinando sobre hielo delgado y me dirijo hacia el peligro—O te pondré sobre mi rodilla. No tengo ningún interés sexual o romántico en ella. Ella es una amiga querida, valiosa y una compañera de negocios. Eso es todo. Tenemos un pasado, una historia compartida, que fue monumentalmente beneficiosa para mí, aunque arruinó su matrimonio, pero esa parte de nuestra relación ha terminado.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Vaya, otra parte que no entiendo. Ella estuvo casada. ¿Cómo lograron salirse con la suya por tanto tiempo?
—¿Y tus padres nunca lo descubrieron?
—No —gruñe—. Ya te lo he dicho.
Y sé que es todo. No puedo hacerle mas preguntas sobre ella porque va a enfadarse conmigo.
—¿Terminaste? —chasquea.
—Por ahora.
Toma una respiración profunda y se relaja visiblemente frente a mí, como si se hubiera quitado un enorme peso de sus hombros o algo así.
—Claro, mi turno —murmura y su mirada se vuelve inflexible, especulativa—. No has respondido a mi correo electrónico.
Me sonrojo. Oh, odio que la atención esté sobre mí y parece que se molestará cada vez que tengamos una discusión. Sacudo mi cabeza. Quizás así es como se siente sobre mis preguntas, no está acostumbrado a que lo desafíen. El pensamiento es revelador, molesto y desconcertante.
—Iba a responder. Pero ahora estás aquí.
—¿Prefieres que no estuviera? —respira, su expresión impasible otra vez.
—No, estoy complacida —murmuro.
—Bien. —Me da una genuina sonrisa de alivio—También estoy complacido de estar aquí, a pesar de tus interrogaciones. Así que, si bien es aceptable interrogarme, ¿crees que puedes reclamar algún tipo de inmunidad diplomática sólo porque he volado hasta aquí para verte? No lo creo, señorita Steele. Quiero saber cómo te sientes.
—Te lo dije. Estoy complacida de que estés aquí. Gracias por venir hasta aquí —le digo débilmente.
—Es mi placer, señorita Steele. —Sus ojos brillan mientras se inclina y me besa suavemente. Siento que respondo automáticamente. El agua todavía está caliente, el baño aún lleno de vapor. Se detiene y retrocede, mirándome.
—No. Creo que, antes de que hagamos algo más, quiero unas respuestas.
¿Más? Ahí esta esa palabra otra vez. Y él quiere respuestas… ¿respuestas a qué? No tengo un pasado secreto, no tengo una infancia terrible. ¿Qué podría querer saber acerca de mí que no sepa ya?
Suspiro, resignada.
—¿Qué quieres saber?
—Bueno, cómo te sientes por nuestro potencial arreglo, para empezar.
Parpadeo. Tiempo de verdad o desafío, mi subconsciente y mi diosa interior se miran nerviosamente la una a la otra. Al diablo, vamos por la verdad.
—No creo que pueda hacerlo por un período extenso de tiempo. Un fin de semana siendo alguien que no soy. —Me sonrojo y miro fijamente mis manos.
Levanta mi barbilla y me está sonriendo, divertido.
—No, yo tampoco creo que podrías.
Y una parte de mí se siente un poco ofendida y desafiada.
—¿Te estás riendo de mi?
—Sí, pero en una buena manera —dice con una pequeña sonrisa.
Se inclina y me besa suave, brevemente.
—No eres buena siendo sumisa —respira mientras sostiene mi barbilla, sus ojos bailando con humor.
Lo miro sorprendida, luego estallo en carcajadas y él se une a mí.
—Quizás no tengo un buen profesor.
Resopla.
—Quizás. Tal vez deba ser más estricto contigo. —Él ladea la cabeza hacia un lado y me da una sonrisa astuta.
Trago. Por Dios, no. Pero, al mismo tiempo, mis músculos se aprietan deliciosamente en el interior. Es su manera de mostrarme que le importo. Me doy cuenta que, tal vez, es la única manera en que puede mostrarme que le importo. Está mirándome, midiendo mi reacción.
—¿Fue tan malo cuando te golpeé la primera vez?
Miro hacia él, parpadeando. ¿Fue tan malo? Recuerdo haberme sentido confundida por mi reacción. Dolió, pero no tanto. Él ha dicho una y otra vez que está más que nada en mi cabeza. Y la segunda vez… bueno, esa fue… caliente.
—No, no realmente —susurré.
—¿Es más la idea de eso? —apunta.
—Supongo. Sentir placer, cuando no se supone que deba.
—Recuerdo sentir lo mismo. Toma un tiempo encontrarle sentido a eso.
Santo Dios. Eso fue cuando era un niño.
—Siempre puedes decir la palabra, ____(tn). No olvides eso. Y, mientras sigas las reglas, que responden a una necesidad profunda en mí para controlar y para mantenerte a salvo, entonces tal vez podamos encontrar una manera de avanzar.
—¿Por qué necesitas controlarme?
—Porque satisface una necesidad en mí que no conocía en mis años de formación.
—¿Así que es una especie de terapia?
—No había pensado de esa manera, pero sí, supongo que así es.
Esto lo puedo entender. Esto ayudará.
—Pero, un momento dices “no me desafíes” y después, dices que te gustan que te desafíen. Esa es una línea muy fina para tratar con éxito.
Él me mira por un momento y luego frunce el ceño.
—Puedo verlo. Pero pareces estar haciéndolo bien.
—Pero, ¿a qué precio? Estoy atada con nudos aquí.
—Me gustas atada con nudos. —Sonríe con suficiencia.
—¡Eso no es lo que quería decir! —Le lanzo agua, exasperada.
Baja la mirada hacia mí, arqueando una ceja.
—¿Acabas de salpicarme?
—Sí. —Santa mi.er.da… esa mirada.
—Oh, señorita Steele. —Me sujeta y me pone sobre su regazo, tirando agua por todo el suelo— Creo que hemos tenido suficiente conversación por ahora.
Pone sus manos a ambos lados de mi cabeza y me besa. Profundamente. Poseyendo mi boca. Inclinando mi cabeza... controlándome. Gimo contra sus labios. Esto es lo que le gusta. Esto es en lo que es tan bueno. Todo dentro de mí se enciende y mis dedos están en su cabello, sujetándolo y lo estoy besando de vuelta y diciendo “también te deseo” de la única forma en la que sé hacerlo. Gruñe, moviéndome para que esté a horcajadas sobre él, arrodillada sobre él, su erección debajo de mí. Se echa hacia atrás y me mira, sus ojos entrecerrados, brillando y llenos de lujuria. Dejo caer mis manos para sujetarme al borde de la bañera, pero agarra mis muñecas y tira mis brazos detrás de mi espalda, sujetándolos con una mano.
—Te voy a poseer ahora —susurra y me levanta para que esté suspendida en el aire sobre él—. ¿Preparada? —respira.
—Sí —murmuro y me deja caer sobre él, lentamente, exquisitamente lento… llenándome… mirándome mientras me toma.
Gruño, cerrando los ojos y me deleito en la sensación. Él flexiona las caderas y jadeo, inclinándome hacia delante, descansando mi frente contra la suya.
—Por favor, suéltame las manos —susurro.
—No me toques —suplica y liberando mis muñecas, sujeta mis caderas.
Sujetando la cornisa del baño, subo y bajo lentamente, abriendo los ojos para mirarlo. Me está observando. Su boca está ligeramente abierta, su respiración interrumpida, forzada, su lengua entre sus dientes. Luce tan… caliente. Estamos húmedos, resbaladizos y moviéndonos el uno contra el otro. Me inclino hacia abajo y lo beso. Cierra los ojos. Tentativamente, subo mis manos a su cabeza y paso los dedos por su cabello, sin quitar mis labios de su boca. Esto está permitido. Le gusta. Me gusta. Y nos movemos juntos. Tiro de su cabello, inclinando su cabeza hacia atrás y haciendo el beso más profundo, montándolo más rápido, aumentando el ritmo. Gruño contra su boca. Él empieza a levantarme más rápido, más rápido… sujetando mis caderas. Besándome. Somos bocas y lenguas mojadas, cabello enredado y caderas en movimiento. Toda sensación… consumiéndolo todo otra vez. Estoy cerca… estoy empezando a reconocer esta deliciosa tensión… acelerándose. Y el agua… está arremolinándose entre nosotros, nuestro propio remolino, un torbellino conmovedor mientras nuestros movimientos se vuelven más frenéticos… salpicando agua por todas partes, reflejando lo que está pasando dentro de mí… y no me importa.
Amo a este hombre. Amo su pasión, el efecto que tengo en él. Amo que haya volado tan lejos para verme. Amo que se preocupe por mí… que le importe. Es tan inesperado, tan satisfactorio. Es mío y yo suya.
—Eso está bien, nena —respira.
Y me vengo, el orgasmo rasgando a través de mí, un turbulento, pasional apogeo que me devora entera. Y de repente, Justin me aplasta contra él… sus brazos envueltos alrededor de mi espalda mientras encuentra su liberación.
—¡____(tn), nena! —grita y es una invocación salvaje, conmoviendo y tocando las profundidades de mi alma.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Yacemos, mirándonos el uno al otro fijamente, cara a cara, en la cama súper king, los dos abrazando nuestras almohadas delante de nosotros. Desnudos. Sin tocarnos. Sólo mirando y admirando, tapados por la sábana.
—¿Quieres dormir? —pregunta Justin, su voz suave. Es hermoso; la mezcla de colores en su cabello vívido contra la funda de algodón egipcio de la almohada, ojos mieles, provocativos y expresivos. Luce preocupado.
—No. No estoy cansada. —Me siento extrañamente llena de energía. Ha sido tan bueno hablar que no quiero parar.
—¿Qué quieres hacer? —pregunta.
—Hablar.
Sonríe.
—¿Sobre qué?
—Cosas.
—¿Qué cosas?
—Tú.
—¿Qué sobre mí?
—¿Cuál es tu película favorita?
Sonríe.
—Hoy, es El Piano.
Su sonrisa es contagiosa.
—Claro. Tonta de mí. Una música triste y apasionante, que sin duda puedes tocar. Muchos logros, señor Bieber.
—Y el mayor de ellos eres tú, señorita Steele.
—Así que soy la número diecisiete.
Frunce el ceño sin comprender.
—¿Diecisiete?
—Número de mujeres con las que has umm...… tenido sexo.
Sus labios se curvan hacia arriba, sus ojos brillando con incredulidad.
—No exactamente.
—Dijiste quince. —Mi confusión es obvia.
—Me estaba refiriendo al número de mujeres en mi cuarto de juegos. Pensé que era a lo que te referías. No me preguntaste con cuántas mujeres he tenido sexo.
—Oh. —Santa mi.er.da…¿hay más? Lo miro boquiabierta— ¿Vainilla?
—No. Tú eres mi única conquista vainilla. —Sacude la cabeza, todavía sonriéndome.
¿Por qué encuentra esto divertido? ¿Y por qué le estoy sonriendo como una tonta?
—No te puedo dar un número. No hago cortes en el poste de la cama o algo así.
—¿De cuántas estamos hablando? ¿Decenas, cientos… miles? —Mis ojos se vuelven más salvajes a medida que los números se hacen más grandes.
—Decenas. Estamos en las decenas, por desgracia.
—¿Todas sumisas?
—Sí.
—Deja de sonreírme —lo regaño suavemente, intentando y fallando en mantener un rostro serio.
—No puedo. Eres divertida.
—¿Divertida peculiar o divertida graciosa?
—Creo que un poco de los dos. —Sus palabras reflejan las mías.
—Eso es un condenado descaro, viniendo de ti.
Se inclina hacia mí y besa la punta de mi nariz.
—Esto te impactará, ____(tn). ¿Preparada?
Asiento, con los ojos muy abiertos, todavía con la sonrisa tonta en mi rostro.
—Todas sumisas en prácticas, cuando yo estaba practicando. Hay sitios en Seattle y sus alrededores donde uno puede ir y practicar. Aprender a hacer lo que yo hago —dice.
¿¡Qué!?
—Oh. —Parpadeo.
—Sip, he pagado por sexo, ____(tn).
—Eso no es algo por lo que estar orgulloso —refunfuño con arrogancia— Y tienes razón… estoy profundamente impactada. Y frustrada porque no te puedo impactar.
—Usaste mi ropa interior.
—¿Eso te impactó?
—Sí. —Mi diosa interior salta con caña sobre la barra de los cuatro metros y medio.
—No usaste bragas para conocer a mis padres.
—¿Eso te impactó?
—Sí.
La barra se ha movido a casi cinco metros.
—Parece que sólo te puedo impactar en la sección de ropa interior.
—Me dijiste que eras virgen. Ésa fue la mayor conmoción que he tenido alguna vez.
—Sí, tu rostro era de fotografía. —Reí tontamente.
—Me dejaste golpearte con una fusta.
—¿Eso te impactó?
—Sep.
Sonrío.
—Bueno, puede que te deje hacerlo otra vez.
—Oh, lo espero, señorita Steele. ¿Este fin de semana?
—Vale —acuerdo, tímidamente.
—¿Vale?
—Sí. Iré al Salón Rojo del Dolor otra vez.
—Dices mi nombre.
—¿Eso te impacta?
—El hecho de que me guste me impacta.
—Justin.
Sonríe.
—Quiero hacer algo mañana. —Sus ojos brillan con excitación.
—¿Qué?
—Una sorpresa. Para ti. —Su voz es baja y suave.
Levanto una ceja y sofoco un bostezo al mismo tiempo.
—¿La estoy aburriendo, señorita Steele? —Su tono es sardónico.
—Nunca.
Se inclina hacia mí y me besa suavemente en los labios.
—Duerme —ordena, después, apaga la luz.
Y en este silencioso momento, mientras cierro los ojos, agotada y saciada, pienso que estoy en el ojo del huracán. Y a pesar de todo lo que ha dicho y de lo que no ha dicho, no creo que haya sido nunca tan feliz.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Hasta aqui el cap 44!!! Espero que les haya gustado!! Ahora tengo que ir a estudiar (:¬¬: ) pero mañana subiré el siguiente!!
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Lo siento chicas, hoy no podre subir cap, tengo muchos examenes ¬¬ mañana intentare subir
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Gracias por comentar!! Hoy intentare subir!! :hug:ZairaGili escribió:SIGUELA POR FAVOOOR
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Hola soy tu nueva lectora esper que la sigas me has dejado con la intriga
JB1DForever1DJB
Re: 50 sombras de Bieber
holaa ame tu novela dasfjdhgf y lei el libro djfkhhfg n.n
la ameeeeee mucho xd :aah:
hsdkjshf bueno eso kffgfdg
besoooss :bye:
la ameeeeee mucho xd :aah:
hsdkjshf bueno eso kffgfdg
besoooss :bye:
janniisloveonedirection*
OMG
MUCHISISISISISISISIMAS GRACIAS POR COMENTAR ASDFJKLÑASDFJKLÑASDFJKLÑJB1DForever1DJB escribió:Hola soy tu nueva lectora esper que la sigas me has dejado con la intriga
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
GRACIAS POR COMENTAR SJLFÑASLFLASJLÑDFJL YO TAMBIEN LEI EL LIBRO e.e :corre:janniisloveonedirection* escribió:holaa ame tu novela dasfjdhgf y lei el libro djfkhhfg n.n
la ameeeeee mucho xd :aah:
hsdkjshf bueno eso kffgfdg
besoooss :bye:
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Capítulo 45
Justin está en una jaula con barrotes de acero. Usa sus pantalones rasgados, su pecho y sus pies están desnudos y está mirándome fijamente. Su sonrisa de broma privada está dibujada en su hermoso rostro y sus ojos son de un miel fundido. En sus manos sostiene un tazón de fresas. Deambula con gracia atlética hacia la parte delantera de la jaula, mirándome fijamente. Sosteniendo una fresa madura y extiende su mano a través de los barrotes.
—Come —dice, su lengua acariciando el frente de su paladar mientras enuncia la "e".
Trato de avanzar hacia él, pero estoy atada, retenida por una fuerza invisible alrededor de mi muñeca. Déjame ir.
—Ven, come —dice, sonriendo con su deliciosa sonrisa torcida.
Tiro y tiro... ¡déjame ir! Quiero gritar y dar alaridos, pero ningún sonido emerge.
Estoy muda. Se estira un poco más y la fresa está en mis labios.
—Come, ____(tn) . —Su boca forma mi nombre, deteniéndose sensualmente en cada sílaba.
Abro mi boca y de pronto la jaula desaparece y mis manos están libres. Levanto mi mano para tocarlo, para pasear mis dedos por su pecho.
— ____(tn).
No. Gimo.
—Vamos, nena.
No. Quiero tocarte.
—____(tn), despierta.
No. Por favor. Mis ojos se abren involuntariamente por una fracción de segundo. Estoy en la cama y alguien está acariciando mi oído.
—Despierta, nena —susurra y el efecto de su dulce voz se desliza como caramelo caliente fundido a través de mis venas.
Es Justin. Por Dios, todavía está oscuro y las imágenes de él en mi sueño persisten, desconcertando y tentando mi cabeza.
—Oh... no —gimo. Quiero volver a su pecho, volver a mi sueño. ¿Por qué me despierta? Estamos a mitad de la noche o al menos, así se siente. Mi.er.da. Quiere sexo... ¿ahora?
—Es hora de levantarse, cariño. Voy a encender la luz lateral. —Su voz es tranquila.
—No —gimo.
—Quiero ver el amanecer contigo —dice él, besando mi rostro, mis párpados, la punta de mi nariz, mi boca y abro mis ojos. La luz lateral está encendida— Buenos días, bella —murmura.
Gimo y él sonríe.
—No eres una persona a la que le guste la mañana —murmura.
A través de la bruma de la luz, entrecierro los ojos y veo a Justin inclinado sobre mí, sonriendo. Divertido. Divertido por mí. ¡Y vestido! De negro.
—Pensé que querías sexo —murmuro.
—____(tn), siempre quiero sexo contigo. Es reconfortante saber que sientes lo mismo —dice secamente.
Lo miro mientras mis ojos se acostumbraran a la luz, pero todavía se ve divertido... gracias a Dios.
—Por supuesto que sí, pero no cuando es demasiado tarde.
—No es tarde, es temprano. Vamos, a levantarse. Vamos a salir. Tomaré un vale en cuanto al sexo.
—Estaba teniendo un sueño tan bonito —me quejo.
—¿Un sueño? ¿Acerca de qué? —pregunta pacientemente.
—De ti. —Me sonrojo.
—¿Qué estaba haciendo esta vez?
—Tratando de darme a comer fresas.
Sus labios se levantan con el rastro de una sonrisa.
—El Dr. Flynn podría tener un día de campo con eso. Levántate y vístete. No te molestes en tomar una ducha, no podemos demorarnos tanto.
Me incorporo y las sábanas se acumulan en mi cintura, dejando al descubierto mi cuerpo. Él se pone de pie para darme espacio.
—¿Qué hora es?
—Cinco y media de la mañana.
—Se siente como si fueran las tres de la mañana.
—No tenemos mucho tiempo. Te deje dormir lo máximo posible. Ven.
—¿No puedo tomar una ducha?
Suspira.
—Si tomas una ducha, querré una contigo y ambos sabemos lo que ocurrirá a continuación, el día simplemente se irá. Ven.
Está entusiasmado. Como un niño pequeño, está brillando por la anticipación y el entusiasmo. Eso me hace sonreír.
—¿Qué vamos a hacer?
—Es una sorpresa. Te lo dije.
No puedo evitar sonreírle.
—Está bien.
Gateo fuera de la cama y busco mi ropa. Por supuesto, está cuidadosamente doblada sobre la silla junto a mi cama. Él también ha dispuesto uno de sus boxers: Ralph Lauren, nada menos. Me los pongo rápidamente y me sonríe. Mmm, otra pieza de la ropa interior de Justin Bieber, un trofeo para añadir a mi colección, junto con el automóvil, la BlackBerry, el Mac, su chaqueta negra y un conjunto de viejas primeras ediciones valiosas.
Niego con la cabeza ante su generosidad y frunzo el ceño mientras una escena de Tess cruza mi mente: la escena de la fresa. Eso evoca mi sueño. Al diablo con el Dr. Flynn, tendría un día de campo y entonces, probablemente fallecería tratando de lidiar con mi Cincuenta Sombras.
—Te daré algo de espacio ahora que estás levantada. —Justin sale hacia la sala de estar y entro en el baño. Tengo necesidades que atender y quiero un lavado rápido.
Siete minutos más tarde, estoy en la sala de estar, aseada, cepillada y vestida con pantalones, mi camiseta y la ropa interior de Justin Bieber. Justin levanta la mirada desde la pequeña mesa de comedor donde está desayunando. ¡Desayuno! Dios, ¡a esta hora!
—Come —dice.
Dios mío... mi sueño. Me quedo boquiabierta, pensando en su lengua en su paladar.
—____(tn) —dice con firmeza, sacándome de mi ensoñación.
Realmente es demasiado temprano para mí. ¿Cómo manejo esta situación?
—Tomaré un poco de té. ¿Puedo tomar un croissant para más tarde?
Me mira con desconfianza y sonrío dulcemente.
—No arruines mi buen estado de humor, ____(tn) —me advierte en voz baja.
—Comeré más tarde, cuando mi estómago haya despertado. Más o menos a las siete y media de la mañana... ¿de acuerdo?
—Está bien. —Me mira fijamente.
Tengo que concentrarme mucho en no hacerle una mueca.
—Quiero poner mis ojos en blanco hacia ti.
—Claro que sí, hazlo y lo disfrutaré —dice con severidad.
Miro hacia el techo.
—Bueno, unas nalgadas me despertarían, supongo. —Frunzo mis labios en silenciosa contemplación.
La boca del Justin se abre de golpe.
—Pero por otro lado, no quiero que estés todo caliente e incómodo, el clima aquí es lo suficientemente caliente. —Me encojo de hombros con indiferencia.
Justin cierra su boca y se esfuerza bastante por lucir disgustado, pero falla completamente. Puedo ver el humor acechando en el fondo de sus ojos.
—Usted es, como siempre, un desafío, señorita Steele. Beba su té.
Justin está en una jaula con barrotes de acero. Usa sus pantalones rasgados, su pecho y sus pies están desnudos y está mirándome fijamente. Su sonrisa de broma privada está dibujada en su hermoso rostro y sus ojos son de un miel fundido. En sus manos sostiene un tazón de fresas. Deambula con gracia atlética hacia la parte delantera de la jaula, mirándome fijamente. Sosteniendo una fresa madura y extiende su mano a través de los barrotes.
—Come —dice, su lengua acariciando el frente de su paladar mientras enuncia la "e".
Trato de avanzar hacia él, pero estoy atada, retenida por una fuerza invisible alrededor de mi muñeca. Déjame ir.
—Ven, come —dice, sonriendo con su deliciosa sonrisa torcida.
Tiro y tiro... ¡déjame ir! Quiero gritar y dar alaridos, pero ningún sonido emerge.
Estoy muda. Se estira un poco más y la fresa está en mis labios.
—Come, ____(tn) . —Su boca forma mi nombre, deteniéndose sensualmente en cada sílaba.
Abro mi boca y de pronto la jaula desaparece y mis manos están libres. Levanto mi mano para tocarlo, para pasear mis dedos por su pecho.
— ____(tn).
No. Gimo.
—Vamos, nena.
No. Quiero tocarte.
—____(tn), despierta.
No. Por favor. Mis ojos se abren involuntariamente por una fracción de segundo. Estoy en la cama y alguien está acariciando mi oído.
—Despierta, nena —susurra y el efecto de su dulce voz se desliza como caramelo caliente fundido a través de mis venas.
Es Justin. Por Dios, todavía está oscuro y las imágenes de él en mi sueño persisten, desconcertando y tentando mi cabeza.
—Oh... no —gimo. Quiero volver a su pecho, volver a mi sueño. ¿Por qué me despierta? Estamos a mitad de la noche o al menos, así se siente. Mi.er.da. Quiere sexo... ¿ahora?
—Es hora de levantarse, cariño. Voy a encender la luz lateral. —Su voz es tranquila.
—No —gimo.
—Quiero ver el amanecer contigo —dice él, besando mi rostro, mis párpados, la punta de mi nariz, mi boca y abro mis ojos. La luz lateral está encendida— Buenos días, bella —murmura.
Gimo y él sonríe.
—No eres una persona a la que le guste la mañana —murmura.
A través de la bruma de la luz, entrecierro los ojos y veo a Justin inclinado sobre mí, sonriendo. Divertido. Divertido por mí. ¡Y vestido! De negro.
—Pensé que querías sexo —murmuro.
—____(tn), siempre quiero sexo contigo. Es reconfortante saber que sientes lo mismo —dice secamente.
Lo miro mientras mis ojos se acostumbraran a la luz, pero todavía se ve divertido... gracias a Dios.
—Por supuesto que sí, pero no cuando es demasiado tarde.
—No es tarde, es temprano. Vamos, a levantarse. Vamos a salir. Tomaré un vale en cuanto al sexo.
—Estaba teniendo un sueño tan bonito —me quejo.
—¿Un sueño? ¿Acerca de qué? —pregunta pacientemente.
—De ti. —Me sonrojo.
—¿Qué estaba haciendo esta vez?
—Tratando de darme a comer fresas.
Sus labios se levantan con el rastro de una sonrisa.
—El Dr. Flynn podría tener un día de campo con eso. Levántate y vístete. No te molestes en tomar una ducha, no podemos demorarnos tanto.
Me incorporo y las sábanas se acumulan en mi cintura, dejando al descubierto mi cuerpo. Él se pone de pie para darme espacio.
—¿Qué hora es?
—Cinco y media de la mañana.
—Se siente como si fueran las tres de la mañana.
—No tenemos mucho tiempo. Te deje dormir lo máximo posible. Ven.
—¿No puedo tomar una ducha?
Suspira.
—Si tomas una ducha, querré una contigo y ambos sabemos lo que ocurrirá a continuación, el día simplemente se irá. Ven.
Está entusiasmado. Como un niño pequeño, está brillando por la anticipación y el entusiasmo. Eso me hace sonreír.
—¿Qué vamos a hacer?
—Es una sorpresa. Te lo dije.
No puedo evitar sonreírle.
—Está bien.
Gateo fuera de la cama y busco mi ropa. Por supuesto, está cuidadosamente doblada sobre la silla junto a mi cama. Él también ha dispuesto uno de sus boxers: Ralph Lauren, nada menos. Me los pongo rápidamente y me sonríe. Mmm, otra pieza de la ropa interior de Justin Bieber, un trofeo para añadir a mi colección, junto con el automóvil, la BlackBerry, el Mac, su chaqueta negra y un conjunto de viejas primeras ediciones valiosas.
Niego con la cabeza ante su generosidad y frunzo el ceño mientras una escena de Tess cruza mi mente: la escena de la fresa. Eso evoca mi sueño. Al diablo con el Dr. Flynn, tendría un día de campo y entonces, probablemente fallecería tratando de lidiar con mi Cincuenta Sombras.
—Te daré algo de espacio ahora que estás levantada. —Justin sale hacia la sala de estar y entro en el baño. Tengo necesidades que atender y quiero un lavado rápido.
Siete minutos más tarde, estoy en la sala de estar, aseada, cepillada y vestida con pantalones, mi camiseta y la ropa interior de Justin Bieber. Justin levanta la mirada desde la pequeña mesa de comedor donde está desayunando. ¡Desayuno! Dios, ¡a esta hora!
—Come —dice.
Dios mío... mi sueño. Me quedo boquiabierta, pensando en su lengua en su paladar.
—____(tn) —dice con firmeza, sacándome de mi ensoñación.
Realmente es demasiado temprano para mí. ¿Cómo manejo esta situación?
—Tomaré un poco de té. ¿Puedo tomar un croissant para más tarde?
Me mira con desconfianza y sonrío dulcemente.
—No arruines mi buen estado de humor, ____(tn) —me advierte en voz baja.
—Comeré más tarde, cuando mi estómago haya despertado. Más o menos a las siete y media de la mañana... ¿de acuerdo?
—Está bien. —Me mira fijamente.
Tengo que concentrarme mucho en no hacerle una mueca.
—Quiero poner mis ojos en blanco hacia ti.
—Claro que sí, hazlo y lo disfrutaré —dice con severidad.
Miro hacia el techo.
—Bueno, unas nalgadas me despertarían, supongo. —Frunzo mis labios en silenciosa contemplación.
La boca del Justin se abre de golpe.
—Pero por otro lado, no quiero que estés todo caliente e incómodo, el clima aquí es lo suficientemente caliente. —Me encojo de hombros con indiferencia.
Justin cierra su boca y se esfuerza bastante por lucir disgustado, pero falla completamente. Puedo ver el humor acechando en el fondo de sus ojos.
—Usted es, como siempre, un desafío, señorita Steele. Beba su té.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Me doy cuenta de la etiqueta de Twinings y en el interior, mi corazón canta. Ves, le importas, mi subconsciente me vocaliza. Me siento frente a él, bebiendo de su belleza. ¿Alguna vez tendré suficiente de este hombre?
Mientras salimos de la habitación, Justin me lanza una sudadera.
—Necesitarás esto.
Lo miro, extrañada.
—Confía en mí. —Él sonríe, se inclina y me besa en los labios de forma rápida. Luego, toma mi mano y nos dirigimos hacia afuera.
Afuera, en el frío relativo de la penumbra antes del amanecer, el encargado de estacionar los automóviles le entrega a Justin un juego de llaves de un automóvil deportivo con una capota de lona. Levanto una ceja hacia Justin, quien me sonríe en respuesta.
—Sabes, a veces es genial ser yo —dice con una sonrisa conspiradora pero petulante que simplemente no puedo evitar imitar. Es tan adorable cuando está alegre y sin preocupaciones. Me abre la puerta del automóvil con una exagerada reverencia y me subo. Él está de un muy buen humor.
—¿A dónde vamos?
—Ya lo verás. —Sonríe mientras enciende el automóvil y nos dirigimos hacia Savannah Parkway.
Programa el GPS, presiona un interruptor en el volante y una pieza de orquesta clásica llena el automóvil.
—¿Qué es esto? —pregunto mientras el dulce, dulce sonido de un centenar de cuerdas de un violín nos asalta.
—Es de La Traviata. Una ópera de Verdi.
—¿La Traviata? He oído de eso. ¿Qué significa?
Justin me mira y sonríe.
—Bueno, literalmente, la mujer extraviada. Está basado en el libro de Alexander Dumas, La Dama de las Camelias.
—Ah. Lo he leído.
—Pensé que podrías haberlo hecho.
—La cortesana condenada. —Me retuerzo incómodamente en el lujoso asiento de cuero. ¿Está tratando de decirme algo?— Hmm, es una historia deprimente —murmuro.
—¿Demasiado deprimente? ¿Quieres elegir un poco de música? Está en mi iPod. —Justin tiene de nuevo esa sonrisa secreta.
No puedo ver su iPod en ningún lado. Él le da un golpecito a la pantalla de la consola entre nosotros y manteniéndola presionada, aparece una lista de reproducción.
—Tú elige. —Sus labios tiemblan con una sonrisa y sé que eso es un desafío.
El iPod de Justin Bieber, esto debe ser interesante. Desplazo la pantalla táctil y encuentro la canción perfecta. Presiono play. Nunca lo hubiera tomado por un fan de Britney. La mezcla techno nos embiste y Justin baja el volumen. Tal vez es demasiado temprano para esta Britney en su etapa más sensual.
—Toxic, ¿eh? —sonríe Justin.
—No sé a qué te refieres. —Finjo inocencia.
Él baja el volumen de la música un poco más y por dentro, me abrazo a mí misma. Mi diosa interior está en pie esperando su medalla de oro. Él bajó el volumen a la música. ¡Victoria!
—No puse esa canción en mi iPod.
¿Qué? Él sabe lo que está haciendo, bastardo. Y tengo que seguir escuchando a Britney. ¿Si no fue él, quién…?
La canción termina y el iPod cambia a una canción triste de Damien Rice. Miro por la ventana con el estómago revuelto.
—Fue Leila —responde a mis pensamientos. ¿Cómo hace eso?
—¿Leila?
—Una ex, fue ella quien puso la canción en mi iPod.
Damien canta en el fondo cuando quedo aturdida. Una ex… ¿ex-sumisa?
—¿Una de las quince? —pregunto.
—Sí.
—¿Qué ocurrió con ella?
—Terminamos.
—¿Por qué?
Oh, por Dios. Es demasiado temprano para este tipo de conversación. Pero él parece relajado, incluso feliz y lo que es más, hablador.
—Ella quería más. —Su voz es baja, incluso introspectiva y deja la frase colgando entre nosotros, terminándola de nuevo con esa pequeña pero poderosa palabra.
—¿Y no lo hiciste? —pregunto antes de que pueda emplear mi cerebro como filtro para mi boca. Mi.er.da, ¿qué quiero saber?
Sacude su cabeza.
—Nunca he querido más, hasta que te conocí.
Jadeo, estremeciéndome. Oh Dios. ¿No es esto lo que quería? Él quiere más. ¡También quiere más! Mi diosa interior ha salido del podio y está haciendo volteretas alrededor del estadio. No soy sólo yo.
—¿Qué sucedió con las otras catorce? —pregunto.
Dios, él está hablando… toma ventaja.
—¿Quieres una lista? ¿Divorciada, decapitada, muerta?
—No eres Enrique VIII.
—De acuerdo. Sin ningún orden en particular, sólo he tenido relaciones a largo plazo con cuatro mujeres, con excepción de Elena.
—¿Elena?
—La señora Robinson para ti. —Él medio sonríe a su broma privada.
¡Elena! Mi.er.da. La malvada tiene un nombre y es sonoramente extranjero. Una visión de una vampiresa pálida con cabello negro y labios rojos como el rubí viene a mi mente y sé que ella es hermosa. No debo insistir, no debo insistir...
—¿Qué paso con la cuarta? —pregunto para distraerme.
—Demasiado curiosa, demasiado ansiosa por obtener información, señorita Steele —me regaña en broma.
—Oh, perdone, Señor cuándo-es-tu-periodo-menstrual.
— ____(tn) , un hombre necesita saber esas cosas.
—¿En serio?
—Yo sí.
—¿Por qué?
—Porque no quiero que quedes embarazada.
—¡Ni yo tampoco! Bueno, no por unos cuantos años.
Justin parpadea alarmado, luego se relaja visiblemente. Bien. Justin no quiere niños. ¿Ahora o nunca? Me estoy recuperando de su ataque de franqueza súbito y sin precedentes. ¿A lo mejor es por la hora? ¿Algo en el agua de Georgia? ¿O en el aire de Georgia?
—Y las otras cuatro, ¿Qué ocurrió? —pregunto.
—Una conoció a alguien más. Las otras tres querían… más. Yo no estaba en el mercado para entonces.
—¿Y las otras? —presiono.
Él me mira brevemente y sólo sacude la cabeza.
—No funcionó.
Vaya, un balde con información por procesar. Miro el espejo lateral del auto y noto la suave oleada de rosa y aguamarina en el cielo detrás. El amanecer está siguiéndonos.
—¿A dónde nos dirigimos? —pregunto, perpleja mirando la I-95. Nos estamos dirigiendo al sur, eso es todo lo que sé.
—A un campo de aterrizaje.
—No vamos a regresar a Seattle, ¿verdad? —Jadeo, alarmada. No me he despedido de mi madre. Dios, ella nos está esperando para cenar.
Él se ríe.
—No, ____(tn), vamos a disfrutar de mi segundo pasatiempo favorito.
—¿Segundo? —Frunzo el ceño hacia él.
—Sip. Te dije mi favorito esta mañana.
Miro su glorioso perfil, frunciendo el ceño, torturando mi cerebro.
—Disfrutar de ti, señorita Steele, eso ha llegado a ser el número uno de mi lista. Cualquier forma en la que pueda tenerte.
Oh.
—Bueno, eso también está en lo alto de mi lista de prioridades pervertidas —murmuro, sonrojándome.
—Me alegra escucharlo —murmura secamente.
—Así que ¿campo de aterrizaje?
Él me sonríe.
—Vuelo. Vamos a perseguir el amanecer, ____(tn). —Se da vuelta y me sonríe cuando el GPS le insta a girar a la derecha, hacia lo que se ve como un complejo industrial.
Se detiene afuera de un gran edificio blanco con una señal que dice Asociación de Vuelo de Brunswick.
¡Vuelo sin motor! ¿Vamos a hacer vuelo sin motor?
Él apaga el coche.
—¿Estás lista para esto? —pregunta.
—¿Vamos a volar?
—Sí.
—¡Sí, por favor! —No lo dudo. Él sonríe, se inclina y me besa.
—Otra primera vez, señorita Steele —dice mientras sale del coche.
¿Primera vez? ¿Qué clase de primera vez? ¿La primera vez volando un avión sin motor? ¡Mi.er.da! No, él dijo que lo había hecho antes. Me relajo. Él camina alrededor y abre mi puerta. El cielo se ha tornado de un sutil ópalo, brillando y llameando suavemente detrás de las nubes esporádicas. El amanecer está sobre nosotros.
Laura Bieber <3
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