Teenage Runaways. |One Direction|

La rubia asomó la cabeza por la puerta entreabierta de la habitación de su hermana mayor, hizo varios intentos por llamarla, pero el sonido de la batería junto con las pocas ganas de hablar de Abby dificultaba el trabajo de la rubia por obtener la atención de Abby.
―¡Abby! –exclamó Alice, logrando por fin que la castaña dejara de tocar la batería.
Abigail suspiró pesadamente y se dio vuelta para ver a su fastidiosa hermana parada en la puerta de su habitación.
―¿Qué quieres, mocosa? –preguntó con sorna. La rubia puso los ojos en blanco.
―Dado que mañana es mi cumpleaños y nuestros padres estarán fuera toda esta semana, haré una gran fiesta esta noche hasta el amanecer a lo que ellos interpretan como “una pequeña reunión”.
La castaña observó a su hermana dubitativamente.
―¿Mañana es tu cumpleaños? –preguntó.
―¿Cómo puedes olvidar el cumpleaños de tu única hermana? –preguntó Alice con cierto tono de irritación y asombro en su voz.
―Bueno, suelo olvidar las cosas que no me importan mucho –Abby sonrió.
―Eres una estúpida, Abigail –Alice cruzó la habitación y se sentó cómodamente en la cama de su hermana–. Lo que te venía a decir es que puedes invitar a tus amiguitas las raras.
Abby enarcó una ceja.
―Tú no sueles ser tan amable ¿Qué quieres?
―Está bien, me descubriste. Invitaré a Liam, él me gusta y quiero que te alejes de él.
Alice habló seriamente y en lo que respectaba a Abby ella sabía que cuando se trataba de chicos su hermana era altamente peligrosa…eso era algo que a la castaña siempre le había hecho reír ¿pelear por un chico, en serio? Ante la contundencia de las palabras de su hermana, Abby soltó una carcajada y negando levemente con la cabeza se levantó de su asiento y caminó hasta su cama. Tiró de la muñeca de la rubia y la fue arrastrando a paso lento hasta la puerta.
―A veces me pregunto qué mierda hice para tener una hermana tan idiota –susurró Abby, más para sí misma que para su hermana; pero con toda la intención de ser escuchada.
―¡Oye! –exclamó fúrica Alice–. Yo sólo te trato bien e incluso te digo que puedes invitar a tus tontas amigas y tú lo que haces es…
Abby ignoró a su hermana por completo cerrándole la puerta en la cara, luego pasó candado. Alice golpeaba fuertemente la puerta de la habitación, vociferando porque la dejara entrar. Con toda la calma posible, la castaña caminó de nuevo hasta el asiento y tomando las baquetas y con el sonido de la betería, dejó de lado los gritos de su hermana.
La castaña no se explicaba aquella pequeña molestia que sintió cuando Alice dijo aquello sobre Liam ¿quién demonios se creía esa mocosa para decirle que se alejara de alguien? Y sobre todo si ese alguien era Liam. Dejó de golpear la batería súbitamente al percatarse de la dirección en que se estaban yendo sus pensamientos ¿qué demonios le sucedía con Liam? Sacudió su cabeza, tratando de deshacerse de esos pensamientos. Tenía que concentrarse en cosas más importantes, como por ejemplo planear su escape…a dónde irían y ese tipo de cosas, pero por los momentos tenía que concentrarse en planear una broma pesada para que la fiesta de Alice fuera un desastre. La rubia probablemente la terminaría odiando, pero es que Abby simplemente amaba tanto hacerla enojar. Un gran sonrisa fue surcando su rostro, no es que fuera una mala persona…simplemente sabía sacarle provecho a todo tipo de situación.

Cuatro viajes seguidos a la tienda a comprar cosas para la dichosa fiesta y ya Abby estaba completamente estresada. Su hermana era tan incompetente que no podía organizar ella misma su propia fiesta, por lo que Abby tuvo que intervenir. Y por otro lado estaba Liam, que llegó de improvisto en medio de los preparativos y por supuesto Alice no dudó en pedirle el “gran favor” de si podía ayudarlas con todo aquello. Poco a poco la casa de la familia Moore se fue llenando de gente. Era momento de iniciar su broma pesada. Abby se abrió paso entre todos los presentes hasta llegar a la mesa de los aperitivos, observó a ambos lados asegurándose de que nadie estuviera vigilando lo que estaba a punto de hacer. De su chaqueta sacó un frasco de vidrio, con unos pequeños amigos dentro de él. Ésta probablemente sería la broma más pesada que haría, pero su hermana se lo perdonaría algún día. Esparció los pequeños gusanos por la mesa, más no dentro de la comida en sí.
―¿Qué estás haciendo? –preguntó Liam, mirándola con curiosidad. Ante el asombro el frasco bailó entre las manos de Abby, pero ella fue más rápida impidiendo la caída.
―Oye, ¿qué es eso? –preguntó de nuevo Liam. Llevando su mirada del rostro de Abby, al frasco en sus manos que ella con poco disimulo trató de ocultar tras su espalda.
―Nada, es sólo una…
Abby fue interrumpida por el grito e una chica, sumamente audible aún por encima de la música. En seguida, algunos chicos se acercaron.
―…pequeña broma.
Abby le sonrió inocentemente a Liam, luego tomó su muñeca para salir del área del drama total.
―¡Gusanos! –exclamó Liam todavía atónito–. Sigo sin poder creerlo.
Abby estalló nuevamente en una carcajada. Era incómodo el sólo hecho de pensar que estaba junto a Liam, solos en su habitación. Pero se decía a sí misma que era comprensible, ya que ese era el único lugar de la casa que no estaba abarrotado de adolescentes hormonales bailando y bebiendo. Habían subido a su habitación luego de ver el show de los gusanos en primera fila, las chicas gritando, los chicos riendo y Alice echando chispas.
―Por favor dime que algún día lo superarás –rogó Abby–. Tienes que aceptar que mi broma te hizo reír mucho.
Liam sonrió.
―No te puedo mentir, estás completamente y sí…me reí mucho –confesó–. Sólo que no puedo creer que seas tan cruel con tu hermana.
―Como si esa zorra fuera muy amable conmigo –dijo Abby con resentimiento. Liam la miró con desaprobación.
―¿Siempre tienes que decir malas palabras? Es tu hermana, por más que se lleven mal no la debes de insultar.
Abby lo miró entrecerrando los ojos.
―Está bien, señorito correcto…mil disculpas –dijo en tono burlón–. ¿Qué tal si vamos allá abajo y disfrutamos de la fiesta?
―A decir verdad, no soy muy amante de las fiestas –confesó el castaño. Abby lo miró formando una perfecta “O” con su boca.
―¡No vuelvas a decir eso delante de mí! –dramatizó la chica–. Tienes que divertirte –Se levantó de su cama y tomó al chico de las manos, tirando de él hasta hacer que se levantara. Quedaron frente a frente, con sólo unos pocos centímetros separándolos.
―¿Todavía estás considerando escapar conmigo? –preguntó en un hilo de voz. Aquello no tenía nada que ver con lo que antes hablaban, pero todavía tenía sus dudas con respecto a aquello desde que Liam lo había prometido.
―¿A qué viene eso? –preguntó el chico. Estaban tan cerca que sus respiraciones se convertían en una sola y su aliento con aquel olor a menta chocó contra el rostro de Abby. Por impulso, ella se acercó unos centímetros más…atraída totalmente por aquel chico, pero sus intenciones se vieron frustradas por un apagón de luz, seguido por el cese de la música en la parte inferior de la casa. Retrocedió un paso y ambos se miraron extrañados, gracias a Dios ninguno de los dos podían ver sus rostros sonrojados. Una vez en el pasillo en penumbras pudieron escuchar la voz chillona de Alice desde el piso de abajo pidiéndole a sus invitados que no se fueran, que pronto el problema eléctrico sería solucionado. Segundos más tarde la rubia estaba junto a Abby, con una linterna en mano.
―¿Qué ocurrió? –preguntó Liam.
Alice dirigió la luz de la linterna hacia el rostro del chico, luego al de su hermana. Ambos se cubrieron el rostro de la escandilante luz.
―¿Qué haces con él aquí arriba? –preguntó molesta la rubia.
Abby puso los ojos en blanco y no respondió. Alice comenzó con su explicación.
―Debe haber sido una falla con los fusibles, todas las demás casas siguen con electricidad. Ve al sótano y arréglalo antes de que mis invitados se vayan–ordenó. La rubia estrelló otra linterna en el estómago de su hermana.
―¿Por qué yo? ¿Por qué no les dices a uno de tus invitados que lo arregle?
―Porque me lo debes después de haber puesto esos gusanos en la mesa de la comida.
Abby soltó una leve risa.
―Yo sería incapaz de hacer eso, hermanita –dijo con fingida inocencia. Liam a su lado rió.
―Dejen de pelear, chicas. Yo iré a arreglar lo de los fusibles –se ofreció.
―Más te vale –susurró con molestia Alice, antes de irse.
Entre risas y temas tontos de conversación, fueron al sótano a arreglar el pequeño inconveniente con la caja de fusibles. La electricidad volvió y continuaron con la fiesta, pero para Abby la fiesta acabó cuando regresó a su habitación y la encontró totalmente desarreglada, con papeles en el suelo, la lámpara de noche rota en el mismo y más. Y en una de las paredes blancas escrito a rotulador negro un gran “No podrán escapar nunca”. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de la chica.
―Pudo haber sido uno de los amigos de tu hermana o la misma Alice, para vengarse por tu broma –intervino Liam, tratando de que Abby no se alterara. Peor al igual que ella, el castaño miraba atónito aquel gran desastre.
―No, fue él Liam…estoy segura –susurró–. Tenemos que huir lo más pronto posible…