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JOE joe y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: JOE joe y tu TERMINADA
DIOS TIENES QUE SEGUIRLA , DESPUES DE TODO LO QUE ESPERAMOS!!!! UNOS CAPS MAS!!!
fernanda
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Cerré con fuerza mis ojos y puse todo en perfecta quietud.
Su mano me dejó y la cama se movió un poco más. Luego nada pero escuché el silbido y fruncido de ropas golpeando el suelo y cuando la cama se movió de nuevo supe que estaba volviendo a mí desnudo.
Oh dios.
Viv tenía razón.
Estaba alterada.
Mucho.
Y esto era aterrador, loco y ardiente.
Mis muslos siguieron temblando.
Lo sentí sobre mí luego sentí sus dedos curvarse en mi camisola y levantarla. Mi cabeza y brazos lo siguieron mientras la quitaba y estaba fuera. Pero él atrapó mi cabello, le dio un duro, gentil tirón y me levanté en mis antebrazos.
—Quiero estar duro y adolorido cuando le dé a ese trasero rojo, nena, toma mi pene, hazlo doler —ordenó luego otro tirón en mi cabello hasta que estaba en mis manos. Luego sentí su mano guiando su pene a mi boca. La punta contra mis labios, la deslizó contra ellos hasta que los abrí y se metió dentro, ya duro.
Oh Dios. Me gustaba eso.
Aterrador, loco y ardiente.
Mi cuello estiró hacia atrás y gemí contra su pene.
—No —gruñó—. Voy a follar tu cara, nena.
¡Oh Dios!
Sostuvo mi cabeza hacia atrás por mi cabello e hizo justo eso.
Y, Dios, oh Dios mío, amé cada embestida.
Me lo dio y lo tomé. Lento, rápido, duro, Joe usando mi cabello para acercarme a él mientras empujaba dentro de mí. Mientras estaba gimiendo, usando todo lo que tenía para chupar mientras él embestía y yo contenía mis dedos de moverse entre mis piernas, él se deslizó afuera.
—Mejilla al colchón —ordenó y bajé.
La cama se movió.
Luego Joe me castigó.
Brusco, duro, punzante, hice muecas y me encogí de dolor y me sujeté y sólo noté vagamente que su mano nunca bajaba en el mismo lugar dos veces.
Luego se detuvo y frotó entre mis piernas, duro, profundo.
Después de vuelta a mi trasero, de nuevo, de nuevo. El dolor irradiando por mis muslos, cosquilleando entre mis piernas. Mi boca estaba abierta pero no salía ningún sonido porque había levantado mi puño para presionarlo contra ella. Mi otra mano apretó el edredón.
Luego de vuelta entre mis piernas, dedo tocando mi clítoris, rodando, trabajándome hasta que gemí. Después lo alejó y él estaba en mi trasero, el sonido de su palma chocando contra mi piel llenando la habitación.
Entonces sus dedos se curvaron en mis pantaloncillos y ropa interior y los bajó con fuerza, rodearon mis rodillas y fueron lanzados lejos.
—Arriba en sólo tus rodillas, ________________ —ordenó y me levanté, respirando con fuerza y sentí su mano en mi vientre, deslizándose abajo, curvándose, acunándome mientras sentía sus labios moverse a mi oreja. Su dedo del medio deslizándose a través de lo húmedo, él susurró: —Nena está empapada. Chorreando. Papi te va a comer ahora. Vas a venirte en mi cara. Vas a volverte abajo, nena, lo haces. Tomas todo lo que puedas de mi boca. ¿Bien?
—Bien —jadeé.
—¿Bien? —repitió, su mano que acunaba mi sexo alejándose un poco.
Oh Dios.
Aterrador.
Loco.
Ardiente.
—Bien, papi.
—Eso es, nena. Quédate quiera, papi te tomará.
Entonces lo hizo, posicionándose debajo de mí, sus manos vinieron a mis caderas y me bajó a su rostro.
Luego comenzó a comerme.
Estaba tan lista, instantáneamente me moví sobre él.
Una de sus manos dejó mi cadera y se envolvió en su pene. Lo sabía, lo observé parcialmente a través de la oscuridad, lo escuché y sentí sus gemidos y gruñidos entre mis piernas mientras las yemas de los dedos de su otra mano se enterraban en mí.
Seguí moviéndome en su boca, moviéndome, balanceándome y tomó nada de tiempo para que me viniera. No duro. Intensamente. Me llegó tan profundo, grité y no pude sostenerme arriba. Me incliné hacia adelante, las manos en la cama junto a la cintura de Joe.
Su mano en mi cadera siguió bajándome mientras se mantenía nos mantenía a mí y a él mismo juntos. Jadeé, todavía moviéndome, todavía viniéndome, mis ojos pegados a su puño en sombras moviéndose en su pene cuando me vine de nuevo. Él se mantuvo en mí y observé su mano moviéndose en su pene y me vine de nuevo.
Oh Dios, ¿había muerto alguien por demasiados orgasmos?
—Cariño —chillé.
Su mano me bajó duro, succionó profundamente, Dios, tan profundo. Luego gruñó y me vine de nuevo mientras él lo hacía también.
Se pegó en mí y se acarició él mismo lentamente mientras ambos bajábamos y luego su cabeza se giró, besó el interior de mi muslo y murmuró:
—Baja de mí, nena. Anda a buscarme un paño húmedo.
Hice lo que me dijo, alcanzando mi pijama cuando mis pies tocaron el suelo al lado de la cama y su voz llegó a mí.
—Sin ropa, ________________.
Miré su forma ensombrecida yaciendo sobre un antebrazo en la cama, asentí y entonces hice lo que me dijeron pero lo hice desnuda.
Cuando regresé, Joe estaba sentado con los hombros a la cabecera, las rodillas en alto, haciendo que mi sexo convulsione ante la vista, era tan condenadamente sexy, incluso en la sombra.
―Gatea desde el fondo, nena, te quiero entre mis piernas mientras me limpias.
Una vez más, me moví según las instrucciones e hice lo que me dijo. Cuando terminé, dijo:
-Lleva eso al baño y luego regresa a mí.
Asentí y llevé a cabo mi orden, volviendo a un Joe que no se había movido.
―Gatea desde el fondo de nuevo, ________________.
Me arrastré por la cama y mientras lo hacía, el pensamiento vino a mí. No sé si debería, si se me permitía incluso. Pero lo hice de todos modos. Así que cuando llegué a él, me moví entre sus piernas, pero me detuve, me incliné y besé sus abdominales planos. Entonces me moví hacia arriba y me detuve para besar su pecho. A continuación su cuerpo, hasta que mi cara estaba en su cuello y lo besé allí, oliendo su perfume.
Sabía que mi decisión fue correcta cuando sus brazos se cerraron alrededor de mí y sus muslos se tensaron encerrándome en ellos.
―Mi nena, tan jodidamente dulce ―murmuró.
Apoyé la cabeza en su hombro. Uno de sus brazos se desplazó hacia abajo y su mano ahuecó una de mis nalgas suavemente.
―¿Te duele? ―susurró.
―Está sensible ―susurré.
―Es la primera vez, fui suave.
Oh Dios. ¿Eso fue suave?
―La vuelves a joder de nuevo así de grande, ________________, y tendrás que llamar al trabajo para pedir tiempo fuera y pasar una semana en mi cama para recuperarte.
―Joe…
Sus brazos me dan un apretón.
―Vine duro, se siente bien, no me hagas enojar.
Me quedé en silencio.
―¿Aprendiste la lección?
Eso esperaba. Asentí contra su hombro.
Sus brazos me dan un abrazo mientras sus dedos en mi trasero excavan suavemente. Luego dice en voz baja:
―Te creo, pero quiero dejarlo en claro. Cosas malas podría interponerse entre nosotros y hacer que esto vaya mal. No te irás hasta que ambos sepamos que no hay nada que podamos hacer para recuperar lo que tenemos. Y si crees eso y no estoy de acuerdo, entonces hablas conmigo antes de dejarme. Puede que escuches un montón de jodida mierda sobre mí de una variedad de fuentes. Pero hablas conmigo antes de reaccionar. Voy a confirmarlo o negarlo, seré honesto y por último, me explicaré. Si se trata de mierdas que no quiero que sepas todavía, voy a explicar eso también y esperarás hasta que esté listo. Si sientes que no puedes, entonces, nena, aún así vas a jodidamente... hablar... conmigo antes de dejarme.
Asentí contra su hombro. Joe siguió hablando.
―Puedes creer cerca del diez por ciento de todo lo que viene de boca de Nick. Esto no será algo de lo que necesites preocuparte, ya que nunca lo volverás a ver. Si lo imposible ocurre y lo haces, no me importa si estás caminando por la calle, y él está al otro lado de la calle de ti a media cuadra por delante, me llamas jodidamente. ¿Entiendes?
Otro gesto de asentimiento. Más de Joe.
―No doy jodidas muestras de caridad. No sé lo que te dijo pero siendo sincero a Cristo, ni siquiera sé qué es eso. En pocas palabras, nadie, ________________ y cuando digo eso ―sus brazos y manos me dieron otro apretón―, quiero decir que nadie ha tenido mi tiempo, mi atención y mi polla como tú lo haces. Y no tienes eso porque eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Tienes todo eso porque eres todo lo que tú eres. Algo en ti hizo fácil creer la mierda que Nick te proveyó. Tenemos que trabajar en eso, nena, y con ese proyecto, estoy a toda marcha. Pero no hay... jodida... manera en que una mujer como tú, no sólo una que se parezca a ti, sino una mujer como tú alguna vez deba pensar ni en un millón de jodidos años que ella es un caso de caridad. Necesitas comprender, nena, que en este escenario justo aquí en esta cama no importa de quién es ese sensible trasero, yo soy el afortunado. ¿Estás conmigo?
Al oír la palabra “afortunado” mi cabeza se eleva bruscamente y miró fijamente a su cara sombreada.
―¿Qué? ―suspiré.
―No estás conmigo ―murmuró.
―¿Hablas en serio?
―¿Estás cómoda con el hecho de que mis chicos lesionaran tu casero?
Mi cuerpo se quedó inmóvil y susurré:
―Cariño…
―Respóndeme, nena, ¿estás cómoda con eso?
―¿Podemos…?
Su mano se dirigió a mi mandíbula y su brazo a mi alrededor se tensó firme, empujándome más cerca y susurró:
―________________, nena, respóndeme.
―No ―solté.
Su mano me dejó y la cama se movió un poco más. Luego nada pero escuché el silbido y fruncido de ropas golpeando el suelo y cuando la cama se movió de nuevo supe que estaba volviendo a mí desnudo.
Oh dios.
Viv tenía razón.
Estaba alterada.
Mucho.
Y esto era aterrador, loco y ardiente.
Mis muslos siguieron temblando.
Lo sentí sobre mí luego sentí sus dedos curvarse en mi camisola y levantarla. Mi cabeza y brazos lo siguieron mientras la quitaba y estaba fuera. Pero él atrapó mi cabello, le dio un duro, gentil tirón y me levanté en mis antebrazos.
—Quiero estar duro y adolorido cuando le dé a ese trasero rojo, nena, toma mi pene, hazlo doler —ordenó luego otro tirón en mi cabello hasta que estaba en mis manos. Luego sentí su mano guiando su pene a mi boca. La punta contra mis labios, la deslizó contra ellos hasta que los abrí y se metió dentro, ya duro.
Oh Dios. Me gustaba eso.
Aterrador, loco y ardiente.
Mi cuello estiró hacia atrás y gemí contra su pene.
—No —gruñó—. Voy a follar tu cara, nena.
¡Oh Dios!
Sostuvo mi cabeza hacia atrás por mi cabello e hizo justo eso.
Y, Dios, oh Dios mío, amé cada embestida.
Me lo dio y lo tomé. Lento, rápido, duro, Joe usando mi cabello para acercarme a él mientras empujaba dentro de mí. Mientras estaba gimiendo, usando todo lo que tenía para chupar mientras él embestía y yo contenía mis dedos de moverse entre mis piernas, él se deslizó afuera.
—Mejilla al colchón —ordenó y bajé.
La cama se movió.
Luego Joe me castigó.
Brusco, duro, punzante, hice muecas y me encogí de dolor y me sujeté y sólo noté vagamente que su mano nunca bajaba en el mismo lugar dos veces.
Luego se detuvo y frotó entre mis piernas, duro, profundo.
Después de vuelta a mi trasero, de nuevo, de nuevo. El dolor irradiando por mis muslos, cosquilleando entre mis piernas. Mi boca estaba abierta pero no salía ningún sonido porque había levantado mi puño para presionarlo contra ella. Mi otra mano apretó el edredón.
Luego de vuelta entre mis piernas, dedo tocando mi clítoris, rodando, trabajándome hasta que gemí. Después lo alejó y él estaba en mi trasero, el sonido de su palma chocando contra mi piel llenando la habitación.
Entonces sus dedos se curvaron en mis pantaloncillos y ropa interior y los bajó con fuerza, rodearon mis rodillas y fueron lanzados lejos.
—Arriba en sólo tus rodillas, ________________ —ordenó y me levanté, respirando con fuerza y sentí su mano en mi vientre, deslizándose abajo, curvándose, acunándome mientras sentía sus labios moverse a mi oreja. Su dedo del medio deslizándose a través de lo húmedo, él susurró: —Nena está empapada. Chorreando. Papi te va a comer ahora. Vas a venirte en mi cara. Vas a volverte abajo, nena, lo haces. Tomas todo lo que puedas de mi boca. ¿Bien?
—Bien —jadeé.
—¿Bien? —repitió, su mano que acunaba mi sexo alejándose un poco.
Oh Dios.
Aterrador.
Loco.
Ardiente.
—Bien, papi.
—Eso es, nena. Quédate quiera, papi te tomará.
Entonces lo hizo, posicionándose debajo de mí, sus manos vinieron a mis caderas y me bajó a su rostro.
Luego comenzó a comerme.
Estaba tan lista, instantáneamente me moví sobre él.
Una de sus manos dejó mi cadera y se envolvió en su pene. Lo sabía, lo observé parcialmente a través de la oscuridad, lo escuché y sentí sus gemidos y gruñidos entre mis piernas mientras las yemas de los dedos de su otra mano se enterraban en mí.
Seguí moviéndome en su boca, moviéndome, balanceándome y tomó nada de tiempo para que me viniera. No duro. Intensamente. Me llegó tan profundo, grité y no pude sostenerme arriba. Me incliné hacia adelante, las manos en la cama junto a la cintura de Joe.
Su mano en mi cadera siguió bajándome mientras se mantenía nos mantenía a mí y a él mismo juntos. Jadeé, todavía moviéndome, todavía viniéndome, mis ojos pegados a su puño en sombras moviéndose en su pene cuando me vine de nuevo. Él se mantuvo en mí y observé su mano moviéndose en su pene y me vine de nuevo.
Oh Dios, ¿había muerto alguien por demasiados orgasmos?
—Cariño —chillé.
Su mano me bajó duro, succionó profundamente, Dios, tan profundo. Luego gruñó y me vine de nuevo mientras él lo hacía también.
Se pegó en mí y se acarició él mismo lentamente mientras ambos bajábamos y luego su cabeza se giró, besó el interior de mi muslo y murmuró:
—Baja de mí, nena. Anda a buscarme un paño húmedo.
Hice lo que me dijo, alcanzando mi pijama cuando mis pies tocaron el suelo al lado de la cama y su voz llegó a mí.
—Sin ropa, ________________.
Miré su forma ensombrecida yaciendo sobre un antebrazo en la cama, asentí y entonces hice lo que me dijeron pero lo hice desnuda.
Cuando regresé, Joe estaba sentado con los hombros a la cabecera, las rodillas en alto, haciendo que mi sexo convulsione ante la vista, era tan condenadamente sexy, incluso en la sombra.
―Gatea desde el fondo, nena, te quiero entre mis piernas mientras me limpias.
Una vez más, me moví según las instrucciones e hice lo que me dijo. Cuando terminé, dijo:
-Lleva eso al baño y luego regresa a mí.
Asentí y llevé a cabo mi orden, volviendo a un Joe que no se había movido.
―Gatea desde el fondo de nuevo, ________________.
Me arrastré por la cama y mientras lo hacía, el pensamiento vino a mí. No sé si debería, si se me permitía incluso. Pero lo hice de todos modos. Así que cuando llegué a él, me moví entre sus piernas, pero me detuve, me incliné y besé sus abdominales planos. Entonces me moví hacia arriba y me detuve para besar su pecho. A continuación su cuerpo, hasta que mi cara estaba en su cuello y lo besé allí, oliendo su perfume.
Sabía que mi decisión fue correcta cuando sus brazos se cerraron alrededor de mí y sus muslos se tensaron encerrándome en ellos.
―Mi nena, tan jodidamente dulce ―murmuró.
Apoyé la cabeza en su hombro. Uno de sus brazos se desplazó hacia abajo y su mano ahuecó una de mis nalgas suavemente.
―¿Te duele? ―susurró.
―Está sensible ―susurré.
―Es la primera vez, fui suave.
Oh Dios. ¿Eso fue suave?
―La vuelves a joder de nuevo así de grande, ________________, y tendrás que llamar al trabajo para pedir tiempo fuera y pasar una semana en mi cama para recuperarte.
―Joe…
Sus brazos me dan un apretón.
―Vine duro, se siente bien, no me hagas enojar.
Me quedé en silencio.
―¿Aprendiste la lección?
Eso esperaba. Asentí contra su hombro.
Sus brazos me dan un abrazo mientras sus dedos en mi trasero excavan suavemente. Luego dice en voz baja:
―Te creo, pero quiero dejarlo en claro. Cosas malas podría interponerse entre nosotros y hacer que esto vaya mal. No te irás hasta que ambos sepamos que no hay nada que podamos hacer para recuperar lo que tenemos. Y si crees eso y no estoy de acuerdo, entonces hablas conmigo antes de dejarme. Puede que escuches un montón de jodida mierda sobre mí de una variedad de fuentes. Pero hablas conmigo antes de reaccionar. Voy a confirmarlo o negarlo, seré honesto y por último, me explicaré. Si se trata de mierdas que no quiero que sepas todavía, voy a explicar eso también y esperarás hasta que esté listo. Si sientes que no puedes, entonces, nena, aún así vas a jodidamente... hablar... conmigo antes de dejarme.
Asentí contra su hombro. Joe siguió hablando.
―Puedes creer cerca del diez por ciento de todo lo que viene de boca de Nick. Esto no será algo de lo que necesites preocuparte, ya que nunca lo volverás a ver. Si lo imposible ocurre y lo haces, no me importa si estás caminando por la calle, y él está al otro lado de la calle de ti a media cuadra por delante, me llamas jodidamente. ¿Entiendes?
Otro gesto de asentimiento. Más de Joe.
―No doy jodidas muestras de caridad. No sé lo que te dijo pero siendo sincero a Cristo, ni siquiera sé qué es eso. En pocas palabras, nadie, ________________ y cuando digo eso ―sus brazos y manos me dieron otro apretón―, quiero decir que nadie ha tenido mi tiempo, mi atención y mi polla como tú lo haces. Y no tienes eso porque eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Tienes todo eso porque eres todo lo que tú eres. Algo en ti hizo fácil creer la mierda que Nick te proveyó. Tenemos que trabajar en eso, nena, y con ese proyecto, estoy a toda marcha. Pero no hay... jodida... manera en que una mujer como tú, no sólo una que se parezca a ti, sino una mujer como tú alguna vez deba pensar ni en un millón de jodidos años que ella es un caso de caridad. Necesitas comprender, nena, que en este escenario justo aquí en esta cama no importa de quién es ese sensible trasero, yo soy el afortunado. ¿Estás conmigo?
Al oír la palabra “afortunado” mi cabeza se eleva bruscamente y miró fijamente a su cara sombreada.
―¿Qué? ―suspiré.
―No estás conmigo ―murmuró.
―¿Hablas en serio?
―¿Estás cómoda con el hecho de que mis chicos lesionaran tu casero?
Mi cuerpo se quedó inmóvil y susurré:
―Cariño…
―Respóndeme, nena, ¿estás cómoda con eso?
―¿Podemos…?
Su mano se dirigió a mi mandíbula y su brazo a mi alrededor se tensó firme, empujándome más cerca y susurró:
―________________, nena, respóndeme.
―No ―solté.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
―Pero lo estás dejando a un lado porque estás atraída por mí, y te estoy haciendo feliz ―conjeturó.
―Sí.
―Entonces, nena, soy el afortunado porque contigo, no estoy dejando la mierda a un lado. Y conmigo, creo que ya entiendes sin realmente saberlo que siempre lo harás.
Mi mano se deslizó hasta su pecho y susurré:
―Cariño, no hablemos de esto.
―Disimula, nena, por favor, Dios, hazlo. Pero a final de cuentas, me das lo bueno, normal y honrado y lo haces sabiendo que nunca vas a recuperar eso. Aceptaré eso. Mierda, sí, aceptaré eso. Pero sólo lo voy a hacer sabiendo que en algún lugar dentro de ti, obtienes lo que me estás dando a mí y entiendes que nunca te será devuelto.
―Me estás asustando de nuevo, Joe.
―¿Lo suficiente como para pedirme que me vaya?
―No ―dije en voz baja y su mano apretó mi mandíbula.
―Cristo, mi nena ―susurró.
No quería hablar más de esto, así que cambié de tema.
―Lo siento, le creí a Nick ―dije en voz baja.
―Creíste lo que dijo, pero no de las mierdas sobre mí. Dijo mierdas sobre cómo te sientes acerca de ti. Vamos a trabajar en eso.
Dios, daba miedo, un dulce miedo y estaba pensando que también un miedo inteligente.
―Apuesto a que me compré una chica mala ―murmuró y yo parpadeé.
―¿Perdón?
―Nena, ¿cuántas veces te has venido en mi cara?
Me mordí el labio.
Luego compartí en voz baja:
― Perdí la cuenta.
Joe se echó a reír, ambos de sus brazos se cerraron herméticos alrededor de mí mientras nos desplazaba hacia abajo en la cama y me ponía de espalda, él a mi lado.
Cuando dejó de reír, su mano se deslizó hasta enroscarse alrededor de mi cuello, con la palma en mi garganta.
―¿Vas a ser una chica mala? ―susurró.
―No lo he decidido ―susurré y su mano tembló.
Luego preguntó, sonando horrorizado:
―¿Te duele?
―Uh... sí, Joe. Me azotaste.
―¿Demasiado duro?
―Um...
―Que no pudieras soportar el dolor, ________________, que no se sintiera bien, incluso cuando se sintiera mal. Esa clase de demasiado duro, nena. No percibí eso de ti, ni de lejos. Cuando terminé, te habías empapado.
―Bueno, eso es porque, um... la respuesta es no. Si eso es demasiado duro, entonces no lo fue. Ni siquiera cerca.
Su mano se relajó al igual que su cuerpo.
Dios, ¿cómo puede este hombre acabarme de dar nalgadas, mi trasero todavía se sentía cálido y sensible pero al mismo tiempo él era increíblemente dulce?
―Necesitamos una palabra de seguridad ―murmuró.
―Probablemente ―murmuré de vuelta.
―No, nena, lo tenemos que hacer. Tendríamos que haber trabajado antes en eso, pero he estado yendo despacio contigo, prestando atención, no empujando demasiado duro. No pensé que estaríamos aquí tan rápido. Voy a pensar en ello, te la daré antes de volver a tomarte.
Despacio conmigo. Algo, tal vez, a esperar.
―Está bien ―dije en voz baja.
Ante mi palabra, me dio un apretón antes de que se moviera, tirando de las sábanas de debajo de nosotros, agitándolas sobre nosotros, y luego recostándose en su espalda. Él me puso y me acomodó en su costado. Luego me ordenó:
―Duerme, nena.
―Está bien, Joe.
Me instalé. El brazo de Joe a mi alrededor me atrajo más cerca y luego se relajó. Mi brazo se deslizó a través de su vientre liso, enrollándose alrededor y aferrándose.
Luego lo llamé:
―¿Joe?
―Sí, nena.
Me mordí el labio.
―¿Nena?
Dejé de morderme el labio. Luego susurré:
―Uh... probablemente deberías prepararme para que yo sea mala, eh... de vez en cuando.
Joe se quedó inmóvil por un momento antes de que ambos brazos se cerraran alrededor de mí apretado y se echara a reír.
Doblé la esquina al estudio de Joe.
Nick estaba agachado en la caja fuerte. Estaba abierta. Él estaba rebuscando en ella.
Abrí la boca para decir algo cuando su cabeza se volvió hacia mí.
Luego surgió de su agache, volando por el aire hacia mí, toda su cabeza había cambiado de Nick a una boca ancha, abierta llena de filas y filas de dientes afilados y letales.
Me desperté sobresaltada y, aún estando cerca del costado de Joe pero todavía medio dormida y sintiendo su brazo alrededor de mí como una prisión, me alejé de él en un giro.
―¿Qué mierda pasa, nena? ―Su adormilada voz profunda y áspera vino hasta mí y me congelé.
Con el torso erguido y mi culo en la cama, levanté mis rodillas, plantando los pies en la cama y poniendo mis codos en ellos, la cabeza entre mis manos, tomé una respiración profunda.
La mano de Joe se curvó alrededor de mi muñeca.
―¿________________? ―dijo en voz baja.
―Una pesadilla ―susurré.
―Jesús, tendría que serlo ―murmuró, tirando suavemente en mi muñeca, pero mi cabeza se irguió. Mi mano cayó en la cama llevando la suya con ella y miré hacia su cabeza entre las sombras.
―Nick estaba tratando de entrar en tu caja fuerte ―anuncié y sentí tanto como vi a su cuerpo tornarse sólido como una roca.
―¿Qué? ―susurró, esa vibrante onda de calor enojada empezó a emanar de él.
―No la abrió o no que yo sepa. Lo oí entrar y llegué hasta él con bastante rapidez porque pensé que eras tú. Doblé la esquina de tu estudio y él estaba agazapado en tu caja fuerte. No estaba abierta. Se apartó de ella, compartió su historia de traición, me dio sus llaves y luego se fue. Con, um... todo lo que pasó cuando llegaste, me olvidé de decirte. ―Retorcí mi muñeca para alejarla de su mano, pero encontrando y envolviendo la mía alrededor―. Lo siento, cariño. Me había olvidado por completo.
―Sí.
―Entonces, nena, soy el afortunado porque contigo, no estoy dejando la mierda a un lado. Y conmigo, creo que ya entiendes sin realmente saberlo que siempre lo harás.
Mi mano se deslizó hasta su pecho y susurré:
―Cariño, no hablemos de esto.
―Disimula, nena, por favor, Dios, hazlo. Pero a final de cuentas, me das lo bueno, normal y honrado y lo haces sabiendo que nunca vas a recuperar eso. Aceptaré eso. Mierda, sí, aceptaré eso. Pero sólo lo voy a hacer sabiendo que en algún lugar dentro de ti, obtienes lo que me estás dando a mí y entiendes que nunca te será devuelto.
―Me estás asustando de nuevo, Joe.
―¿Lo suficiente como para pedirme que me vaya?
―No ―dije en voz baja y su mano apretó mi mandíbula.
―Cristo, mi nena ―susurró.
No quería hablar más de esto, así que cambié de tema.
―Lo siento, le creí a Nick ―dije en voz baja.
―Creíste lo que dijo, pero no de las mierdas sobre mí. Dijo mierdas sobre cómo te sientes acerca de ti. Vamos a trabajar en eso.
Dios, daba miedo, un dulce miedo y estaba pensando que también un miedo inteligente.
―Apuesto a que me compré una chica mala ―murmuró y yo parpadeé.
―¿Perdón?
―Nena, ¿cuántas veces te has venido en mi cara?
Me mordí el labio.
Luego compartí en voz baja:
― Perdí la cuenta.
Joe se echó a reír, ambos de sus brazos se cerraron herméticos alrededor de mí mientras nos desplazaba hacia abajo en la cama y me ponía de espalda, él a mi lado.
Cuando dejó de reír, su mano se deslizó hasta enroscarse alrededor de mi cuello, con la palma en mi garganta.
―¿Vas a ser una chica mala? ―susurró.
―No lo he decidido ―susurré y su mano tembló.
Luego preguntó, sonando horrorizado:
―¿Te duele?
―Uh... sí, Joe. Me azotaste.
―¿Demasiado duro?
―Um...
―Que no pudieras soportar el dolor, ________________, que no se sintiera bien, incluso cuando se sintiera mal. Esa clase de demasiado duro, nena. No percibí eso de ti, ni de lejos. Cuando terminé, te habías empapado.
―Bueno, eso es porque, um... la respuesta es no. Si eso es demasiado duro, entonces no lo fue. Ni siquiera cerca.
Su mano se relajó al igual que su cuerpo.
Dios, ¿cómo puede este hombre acabarme de dar nalgadas, mi trasero todavía se sentía cálido y sensible pero al mismo tiempo él era increíblemente dulce?
―Necesitamos una palabra de seguridad ―murmuró.
―Probablemente ―murmuré de vuelta.
―No, nena, lo tenemos que hacer. Tendríamos que haber trabajado antes en eso, pero he estado yendo despacio contigo, prestando atención, no empujando demasiado duro. No pensé que estaríamos aquí tan rápido. Voy a pensar en ello, te la daré antes de volver a tomarte.
Despacio conmigo. Algo, tal vez, a esperar.
―Está bien ―dije en voz baja.
Ante mi palabra, me dio un apretón antes de que se moviera, tirando de las sábanas de debajo de nosotros, agitándolas sobre nosotros, y luego recostándose en su espalda. Él me puso y me acomodó en su costado. Luego me ordenó:
―Duerme, nena.
―Está bien, Joe.
Me instalé. El brazo de Joe a mi alrededor me atrajo más cerca y luego se relajó. Mi brazo se deslizó a través de su vientre liso, enrollándose alrededor y aferrándose.
Luego lo llamé:
―¿Joe?
―Sí, nena.
Me mordí el labio.
―¿Nena?
Dejé de morderme el labio. Luego susurré:
―Uh... probablemente deberías prepararme para que yo sea mala, eh... de vez en cuando.
Joe se quedó inmóvil por un momento antes de que ambos brazos se cerraran alrededor de mí apretado y se echara a reír.
* * *
Doblé la esquina al estudio de Joe.
Nick estaba agachado en la caja fuerte. Estaba abierta. Él estaba rebuscando en ella.
Abrí la boca para decir algo cuando su cabeza se volvió hacia mí.
Luego surgió de su agache, volando por el aire hacia mí, toda su cabeza había cambiado de Nick a una boca ancha, abierta llena de filas y filas de dientes afilados y letales.
* * *
Me desperté sobresaltada y, aún estando cerca del costado de Joe pero todavía medio dormida y sintiendo su brazo alrededor de mí como una prisión, me alejé de él en un giro.
―¿Qué mierda pasa, nena? ―Su adormilada voz profunda y áspera vino hasta mí y me congelé.
Con el torso erguido y mi culo en la cama, levanté mis rodillas, plantando los pies en la cama y poniendo mis codos en ellos, la cabeza entre mis manos, tomé una respiración profunda.
La mano de Joe se curvó alrededor de mi muñeca.
―¿________________? ―dijo en voz baja.
―Una pesadilla ―susurré.
―Jesús, tendría que serlo ―murmuró, tirando suavemente en mi muñeca, pero mi cabeza se irguió. Mi mano cayó en la cama llevando la suya con ella y miré hacia su cabeza entre las sombras.
―Nick estaba tratando de entrar en tu caja fuerte ―anuncié y sentí tanto como vi a su cuerpo tornarse sólido como una roca.
―¿Qué? ―susurró, esa vibrante onda de calor enojada empezó a emanar de él.
―No la abrió o no que yo sepa. Lo oí entrar y llegué hasta él con bastante rapidez porque pensé que eras tú. Doblé la esquina de tu estudio y él estaba agazapado en tu caja fuerte. No estaba abierta. Se apartó de ella, compartió su historia de traición, me dio sus llaves y luego se fue. Con, um... todo lo que pasó cuando llegaste, me olvidé de decirte. ―Retorcí mi muñeca para alejarla de su mano, pero encontrando y envolviendo la mía alrededor―. Lo siento, cariño. Me había olvidado por completo.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Su mano apretó la mía y tiró cuando él dijo:
―No te preocupes por eso, nena. Yo me encargo de Nick.
Asentí, sentí que las vibraciones se habían detenido, el fuego en retirada. Dejé que me llevara hacia abajo a él y me acomodé apretada contra su costado otra vez, me sostuvo cerca.
Tomé una respiración profunda y luego deslicé el brazo alrededor de su estómago. Entonces envolví el otro y obligué a mi cuerpo a relajarse contra él.
Con su mano en mi cadera me dio un suave apretón y murmuró:
―Ese sueño, ¿se trataba de Nick?
―Estaba agachado cerca de tu caja fuerte ―le susurré―. Pero luego se abalanzó hacia mí, volando por el aire y su cabeza entera se había convertido en una boca llena de dientes.
―Maldita sea ―murmuró.
―Sí ―estuve de acuerdo en silencio, me apreté más profundamente en su costado y su brazo se tensó firme a mi alrededor.
―¿Cuándo estuvo allí?
―Alrededor de las 10.15.
―El portero se va a las diez. Maldito hijo de puta, Nick ―murmuró. Entonces―: Voy a cambiar las cerraduras. Llegó cuando no había portero. No han cambiado el código de la puerta desde que se fue. Le diré a Spin. Él va a tratar con el cambio de código. Nick no será capaz de entrar en mi casa a partir de mañana. Él no será capaz de acceder al edificio en unos pocos días. ¿Sí?
―Sí, cariño.
―Me jode que llegara hasta ti en absoluto, mucho más cuando no estaba allí.
―No esperaba verme.
―Apuesto a que no, maldito hijo de puta. ―Joe estaba murmurando de nuevo.
―Sueño mucho, Joe. No son todos buenos sueños. Estoy acostumbrada a ello. Está bien. Nick no es un tipo divertido para tener alrededor pero, en serio, estoy bien.
―Me jode que llegara hasta ti en absoluto y mucho más cuando no estaba allí, ________________, sin importar si estás bien o no. Son las jodidas cinco y media de la mañana. Tuviste un maldito sueño loco. Estás asustada. Él llenó tu cabeza de basura. Y no estás conmigo para que te estén pasando mierdas como estas.
―No me puedes proteger de todo el mundo, Joe.
―Puedo intentarlo.
Mi estómago cayó pesado.
―Voy a tomar medidas ―prosiguió como si no acabara de sacudir mi mundo―. Te sientes a salvo aquí, usaremos tu cama por un tiempo. Vuelve a la mía este fin de semana cuando el código haya sido cambiado. ¿Sí?
―Está bien, cariño ―concordé en voz baja.
―Ahora tienes una hora para dormir. ¿Vas a ser capaz de hacer eso?
―Sí.
―Entonces hazlo.
Sonreí contra su hombro.
Luego susurré:
―Está bien.
El brazo de Joe me dio un apretón.
Sentí que mi vientre se calentó, ese hormigueo deslizándose de arriba abajo por mi espina dorsal, por encima de mi cuero cabelludo, a lo largo de mi piel hasta que sentí que me iba a consumir.
Y no me importaba. Ni siquiera un poco. Se sentía muy bien.
bueno aqui se teermina el capitulo :D
bueno cuidense :D
y gracias por esperar :D
:bye:
―No te preocupes por eso, nena. Yo me encargo de Nick.
Asentí, sentí que las vibraciones se habían detenido, el fuego en retirada. Dejé que me llevara hacia abajo a él y me acomodé apretada contra su costado otra vez, me sostuvo cerca.
Tomé una respiración profunda y luego deslicé el brazo alrededor de su estómago. Entonces envolví el otro y obligué a mi cuerpo a relajarse contra él.
Con su mano en mi cadera me dio un suave apretón y murmuró:
―Ese sueño, ¿se trataba de Nick?
―Estaba agachado cerca de tu caja fuerte ―le susurré―. Pero luego se abalanzó hacia mí, volando por el aire y su cabeza entera se había convertido en una boca llena de dientes.
―Maldita sea ―murmuró.
―Sí ―estuve de acuerdo en silencio, me apreté más profundamente en su costado y su brazo se tensó firme a mi alrededor.
―¿Cuándo estuvo allí?
―Alrededor de las 10.15.
―El portero se va a las diez. Maldito hijo de puta, Nick ―murmuró. Entonces―: Voy a cambiar las cerraduras. Llegó cuando no había portero. No han cambiado el código de la puerta desde que se fue. Le diré a Spin. Él va a tratar con el cambio de código. Nick no será capaz de entrar en mi casa a partir de mañana. Él no será capaz de acceder al edificio en unos pocos días. ¿Sí?
―Sí, cariño.
―Me jode que llegara hasta ti en absoluto, mucho más cuando no estaba allí.
―No esperaba verme.
―Apuesto a que no, maldito hijo de puta. ―Joe estaba murmurando de nuevo.
―Sueño mucho, Joe. No son todos buenos sueños. Estoy acostumbrada a ello. Está bien. Nick no es un tipo divertido para tener alrededor pero, en serio, estoy bien.
―Me jode que llegara hasta ti en absoluto y mucho más cuando no estaba allí, ________________, sin importar si estás bien o no. Son las jodidas cinco y media de la mañana. Tuviste un maldito sueño loco. Estás asustada. Él llenó tu cabeza de basura. Y no estás conmigo para que te estén pasando mierdas como estas.
―No me puedes proteger de todo el mundo, Joe.
―Puedo intentarlo.
Mi estómago cayó pesado.
―Voy a tomar medidas ―prosiguió como si no acabara de sacudir mi mundo―. Te sientes a salvo aquí, usaremos tu cama por un tiempo. Vuelve a la mía este fin de semana cuando el código haya sido cambiado. ¿Sí?
―Está bien, cariño ―concordé en voz baja.
―Ahora tienes una hora para dormir. ¿Vas a ser capaz de hacer eso?
―Sí.
―Entonces hazlo.
Sonreí contra su hombro.
Luego susurré:
―Está bien.
El brazo de Joe me dio un apretón.
Sentí que mi vientre se calentó, ese hormigueo deslizándose de arriba abajo por mi espina dorsal, por encima de mi cuero cabelludo, a lo largo de mi piel hasta que sentí que me iba a consumir.
Y no me importaba. Ni siquiera un poco. Se sentía muy bien.
bueno aqui se teermina el capitulo :D
bueno cuidense :D
y gracias por esperar :D
:bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
ese nene!!!!!.... aaaaaaaahhh!!!...... lo amo!!!!!.. y que le espera a nick????
chelis
Re: JOE joe y tu TERMINADA
CAPITULO 11
El Verdadero Tú
— Aprieta, ________________.
Después de que sus suaves palabras sonaran contra la piel de mi cuello, mis piernas envueltas alrededor de Joe apretaron y miré al techo de su dormitorio, la nariz punzante, el corazón latiendo con fuerza.
Era domingo por la mañana y Joe acababa de hacer el amor conmigo.
Hacer.
El amor.
Conmigo.
No mandón, ni sucio, ni un ejercicio de control. Llegué a tocar, saborear, lamer, hacer lo que quería hacer y así lo hizo él (como de costumbre). Fue lento, perezoso y suave.
Y hermoso.
Honestamente, no sabía que tenía eso en él. Me dijo que podía hacerlo suave, normal,. Pero después de una semana de lo que habíamos tenido, realmente no pensaba en ello. Yo esperaba ya que se la estaba dando como le gustaba, que tomaría ventaja de esto.
Y así fue.
Pero se despertó en un estado de ánimo diferente esa mañana y me lo dio dulce, dejándome que lo devolviera. Me encantó, y por lo que podía decir, a él también.
Esto significaba que tenía todo de Joe, al menos en la cama. Temeroso, loco, caliente. Aventurero. Consumidor. Insoportable. Emocionante.
Inesperado. Lento. Perezoso. Suave. Dulce.
Nunca en mi vida, en cualquier aspecto de esta, yo lo había tenido todo, o incluso esperado.
Ahora, lo hacia y decir que esto me movía era un eufemismo.
Joe dejó de acariciar mi cuello con su nariz y labios y su cabeza se acercó.
Mis ojos se volvieron hacia él.
Su mirada en la mía por un cuarto de segundo y él susurró:
— Cariño, ¿qué?
— ¿Quieres una sorpresa?- Susurré en respuesta, no se trataba de decirle qué. No en ese momento. Tal vez más tarde.
Con optimismo, de que sería más tarde después de que esto quedara bien en una forma que yo siempre supe que lo estaría.
Sostuvo mi mirada durante un buen rato y supe que él tenía que tomar una decisión.
Entonces llegó a esta.
— Sí,- respondió, gracias a Dios, y lo que tenía que ser dicho dejarlo deslizarse, seriamente.
— Llamé a mis clientes del domingo, a todos ellos. Los trasladé. Ahora mis domingos están libres.
Sus ojos se pusieron encapuchados y, seriamente, esa era una buena mirada.
— Así que eres mía todo el día,- dijo en voz baja.
— Todos los domingos,- le contesté muy suavemente.
Uno de los lados de sus labios se curvó hacia arriba y siguió hablando en voz baja, cuando dijo:
— Gracias, nena.
Él quería eso. A mí. Todo el día domingo.
Dios.
— De nada, cariño.
Su mano subió y arrastró sus dedos a lo largo de la manzana de mi mejilla mientras murmuraba:
— Joder, mi nena es dulce.
Así era mi papi.
— Tengo otra sorpresa,- anuncié y sus ojos fueron ahora de sus dedos en mi sien a mí.
— ¿Sí?
—Las mundialmente famosas panquecas de almendra tostada de ________________ Gage con jarabe de arce preparado con almendra. Traje todo la noche pasada.
Eso me consiguió una sonrisa completa.
— ¿Mundialmente famosas?
Le devolví la sonrisa.
— Por supuesto.
Sus ojos se posaron en mi boca, sus pupilas se dilataron y luego regresaron a los míos.
— Mi camisa, sin ropa interior mientras los haces.-
Regresó el mandón.
Mi vientre convulsionó.
— Está bien, papi,- le susurré y sus caderas entre las mías presionaron hacia dentro.
— Joder, ¿cómo sucedió esto?- Murmuró él como si estuviera hablando consigo mismo, sus ojos moviéndose sobre mi cara.
— ¿Qué?
Volvió a mirar a mis ojos.
— Eres perfecta, nena.
Parpadeé.
Luego susurré:
— Joe…
— No, ________________, ninguna jodida mierda fuera de esa dulce boca. No voy a escucharlo y voy a trabajar mis pelotas, no me importa si toma décadas, para hacerte parar incluso de pensarlo. En su lugar, tienes que saber que cada segundo que paso contigo se hace más y más evidente que fuiste hecha para mí. Un regalo que no merezco, no gané pero no lo voy a devolver.
Mi nariz empezó a picar de nuevo y le pedí en voz baja:
— Ya basta.
— No voy a hacer eso, ________________. Nunca. No hasta que lo entiendas, nena.
— Las chicas, somos así,- le expliqué rápidamente en un esfuerzo por movernos fuera de este tema. — Con excepción de las chicas como Sandrine que, de su papá para arriba, tenía hombres mimándola mucho y convenciéndola de que ella es preciosa, lo que, como tú sabes, causa sus propios problemas, que pasamos horas convenciéndonos de que somos defectuosos. Incluso Vivica, quien es totalmente impresionante y la mayoría sabe eso, también es totalmente ambiciosa y maneja ser perfecta y crear la vida perfecta. Sólo tienes que moverte con esto.
— Tonterías,- respondió él al instante y yo parpadee.
— ¿Perdón?
— El papá de Sandrine sabía lo que estaba haciendo. Es Sandrine ahora quien está jodiendo. Tienes a una chica que vale la pena, tú eres su papá o eres su papi, la mimas mucho. Le dejas saber que ella es preciosa, no la convenciste de esa mierda, porque no se trata de convencer. Se trata de entender que es sólo maldita verdad.
Ahora yo estaba parpadeando por una razón diferente. Rápidamente.
— En serio, Joe, páralo,- susurré.
— Respira profundo. Controla esas lágrimas. Y te dejaré ir después de decir esto. No hemos tenido tiempo de entrar en lo que Nick te hizo y cómo lo creíste con tanta facilidad. Tu tía, ella fue negligente, lo que tiene el poder de crear heridas, y encima de que era una puta, lo que marca esas heridas profundo. Tienes razón, todo el mundo debe trabajar para hacerse una vida mejor para ellos aunque ya la tengan. Pero eso no quiere decir que no deben esperar y desear que las cosas buenas le salgan al paso. Al azar e inesperado. Regularmente o con poca frecuencia. No importa, las cosas buenas suceden así como las malas. Y es jodido que no creas que vayas a conseguir tu parte de esas, nena. Y aún más jodido que, cuando lo haces, sientes que no las mereces o que están elevados de alguna manera que se reflejan en ti. Nick es un idiota, pero eso no quiere decir que no sea inteligente. La forma en que es inteligente es que es observador. Se da cuenta de la mierda. Es un rasgo que se podría poner a buen uso y, a veces, él está en el estado de ánimo, puede usarlo de esa manera. También tiene una maldita y profunda vena mezquina, y eso es en lo que él trabaja. Él te vio, te leyó, estaba enojado de que estuvieras caminando hacia él desde mi cama cuando te quiere en la suya y te lastimó, fue directo a matar usando exactamente lo que sabía que te haría sangrar. Lo que tú conseguiste, esa es su mierda. Tienes que voltear esa mierda de nuevo sobre él y ver que está actuando con despecho. Y está haciéndolo porque quiere el regalo de tu persona, no puede tenerlo y le molesta. Así que lo que hizo fue elevar un desagradable y retorcido cumplido. Y tú solo deberías haber sonreído para ti misma, meterte en mi cama y esperar a que yo vuelva a casa y mostrar tu verdadero yo.
Mi voz era ronca cuando le advertí:
— Si quieres que no llore, Joe, en serio debes callarte.
Él me estudió. Entonces me sonrió.
Luego dijo en voz baja:
— Por ahora, te voy a dar eso, nena. Ahora saca tu culo fuera de mi cama y hazme panqueques.
— Está bien,- le susurré.
Él inclinó la cabeza y rozó sus labios contra los míos.
Luego deslizó su lengua por mi labio inferior y mis brazos y piernas, automáticamente, le dieron un apretón. Entonces mi lengua se deslizó hacia fuera y correspondí al gesto.
Luego gruñó, inclinó su cabeza y me besó.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Sólo después de eso me levante de la cama y sentí sus ojos en mí mientras metía los hombros en su camisa a la medida, de corte ajustado, color azul medianoche. Seguí sintiendo sus ojos mientras abrochaba los botones desde la mitad del pecho hasta el ombligo. Seguí sintiendo sus ojos mientras caminaba hacia el baño para asearme (por cierto, prescindimos de los condones porque estaba tomando la píldora, esto lo compartí con Joe antes de que él se acostar conmigo por segunda vez), me cepillo los dientes y lave la cara. Y seguía sintiendo su mirada mientras salía del baño, sonriéndole mientras se quedaba en su lado de la cama, la cabeza en la mano, mientras yo caminaba hacia la puerta e incluso mientras merodeaba por su pasillo.
Y me encantó cada segundo de esto.
Ese día iba a ser un día dorado, podía sentirlo.
Y yo sabía esto porque estaba de pie en el área de calidad de restaurante de Joe, oliendo su colonia procedente de la camisa, mis panquecas burbujeando en la plancha y eran perfectos. Tuve que admitir, que hubo días (no del tipo dorado) cuando incluso mis mundialmente famosas panquecas de almendra tostadas podían irse a pique.
Hoy no era uno de esos días.
Oí el murmullo de la voz de Joe viniendo hacia mí, y yo sabía que él estaba al teléfono. A medida que se acercaba más y más, torcí el cuello y lo vi aparecer en el área de la sala de estar-cocina y sonreí con una sonrisa secreta que no curvó mis labios pero se curvó profundo dentro de mí.
Vaqueros desgastados. Pies descalzos. Una camiseta de Motörhead puesta.
Comestible. El Joe del domingo llevaba vaqueros y una camiseta de Heavy Metal.
Totalmente un día dorado.
Él habló en el teléfono en su oído mientras caminaba, pero sus ojos estaban puestos en mí.
Le di una sonrisa y me volví a las panqueques.
— Si.- Le oí decir. Luego, — No. No me gusta eso.
Entonces lo sentí venir detrás de mí.
— Correcto,- dijo por el teléfono.
Entonces sentí su mano en mi vientre, su frente caliente contra mi espalda.
Sonreí a las panqueques mientras las volteaba.
— No, lo haremos mañana,- dijo a la persona en el télefono.
Mis piernas temblaron cuando su mano encontró la abertura de su camisa y la sentí, piel contra piel en mi vientre.
Otra sonrisa secreta interna.
— Él quiere estar allí, está allí. Pero Kurt está esperando,- dijo Joe y mi vientre cayó mientras mis ojos se abrieron desenfocados cuando su mano se deslizó hacia abajo y adentro, ahuecándome.
— Espera,- le dije en el teléfono y en mi oído él susurró, — Abre tus piernas un poco nena.
Mi mano salió, envolviéndose alrededor del borde de la encimera de mármol junto a la estufa, sintiendo la fría y dura piedra, e hice como Joe me dijo que hiciera.
Lo sentí presionar mi espalda mientras se inclinaba más para mejorar el acceso, su dedo medio se deslizó apretado sobre mi clítoris, luego lo deslizó dentro.
Tomé una respiración audible.
— Atrás,- le oí murmurar en el teléfono. — Correcto. Ponlo en marcha. Hablaremos mañana. Tengo a ________________ todo el día, mantén todo apartado de mí. ¿Sí?- Se detuvo entonces, — Más tarde.
Vi su teléfono golpear el mostrador, sentí sus labios acercarse a mi oído mientras su brazo libre se deslizaba alrededor de mi cintura, pero yo estaba aguantando y respiré profundo.
— Eso se ve bien, cariño,- susurró en mi oído.
— Sí,- suspiré.
Sentí su sonrisa contra mi piel y me estremecí.
Entonces preguntó:
— ¿Ahora seguiste mi regla de ninguna ropa interior?
Oh, lo tengo todo controlado. Tan controlado que estaba considerando lanzar toda mi ropa interior a la basura.
— Sí,- suspiré de nuevo.
Él lo explicó de todas formas, mientras su dedo dentro de mí hizo un círculo perezoso.
— Acceso instantáneo, quiero un indicio de tu emoción.
Las piernas me temblaban y me sostuve al mostrador más fuerte.
— Jesús, maldición puedo sentir como te mojas.
Apreté los labios.
— ¿Siempre lista para mí?
— Sí,- susurré.
— ¿Sí?
— Sí, papi.
Sus labios se movieron a la piel de mi cuello mientras su dedo se deslizó hacia fuera, sobre mi clítoris y susurró:
— Esa es mi nena.
Me mordí el labio.
Su mano extendida, subiendo y deslizándose por mi vientre así él me estaba sosteniendo.
— Tengo hambre, ________________, así que mantente firme, nena, y concéntrate en las panqueques.
— Bien,- susurré y Joe me sostuvo mientras tomaba un par de respiraciones temblorosas y me reafirmé. Como si lo sintiera, una vez que mi concentración regresó y yo tenía mis piernas firmes debajo de mí, él besó mi cuello y me dejó ir.
Se acercó a la cafetera. Levanté la parrilla de la hornilla y moví los platos colocados para colocarlos en manteles individuales que ya había puesto.
Recogí los panqueques mientras Joe preguntaba:
— ¿Quieres café?
— Sí, cariño.
— ¿Lo necesitas caliente?
Lo miré y sonreí.
— Estoy bien. El desayuno está listo.
Su cara se suavizó y se llevó su taza a la barra. Puse la plancha en sobre el quemador, asegurándome de que todo estaba apagado y me uní a él allí.
Comencé a untar mantequilla y el sirope.
No fue hasta que estaba tragando mi tercer mordisco que conseguí el coraje para preguntar.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Cualquier cosa,- murmuró él a través de las panquecas y lo miré.
Yo estaba en el taburete a su lado, con las piernas cruzadas. Sus piernas estaban ampliamente extendidas y él no tenía que decirme que le gustaban mis mundialmente famosas panquecas de almendra tostada porque los moriscos que estaba tomando eran enormes.
— ¿Te gustan los panqueques?- Le pregunté, y sus ojos se deslizaron hacia mí.
— Ah... sí.- Entonces él metió más en su boca.
Me reí.
Masticó, tragó y sus cejas se levantaron.
— ¿Eso es lo que querías preguntar?
Negué con la cabeza.
Entonces solté:
— ¿Tienes un bastón?
Su cabeza se inclinó ligeramente hacia un lado y preguntó:
— ¿Qué?
— Tú, um... la otra noche, dijiste que necesitabas una, eh... correa o un bastón. Así que, um... ¿tienes uno? De, eh... cualquiera de esas.
Él me estudió y luego una lenta, malvada y perezosa sonrisa se dibujó en su rostro.
Mis dedos de los pies se curvaron.
— ¿Hiciste tus deberes?- preguntó en voz baja.
— Sólo por curiosidad,- mentí un poco.
Él mantuvo su sonrisa malvada mientras respondió:
— Ambos, nena. Ni látigos, ni paletas, ni fustas. Si quieres que me diversifique, iremos de compras.
Parpadeé.
— ¿Ir de compras?
— Ir de compras.
Oh mi.
Joe siguió explicando.
— Correa, los bordes son lisos. Vas a sentir el aguijón, ________________, pero no las marcas Y sólo para aliviar esa curiosidad, si te jodes un poco, consigues mi mano. Más, consigues la correa. Bastante, obtienes el bastón.
Traté de no retorcerme en mi taburete y fracasé, pero, de todos modos me felicité porque fue un retorcijón pequeño.
Joe, sin embargo, no se lo perdió y yo supe esto cuando su brazo salió, su mano enganchó la parte trasera de mi cuello y me atrajo hacia él doblándome y apoyándose hasta que nuestros rostros estaban cerca.
— Tú lo sabes, pero te lo diré de todos modos, estoy jodidamente emocionado de que quieras eso tanto, cariño. Pero esa mierda no sucederá a menos que te lo ganes. Quieres experimentar, después de las panquecas, yo me inspiraré. Pero marco tu culo cuando lo levantes, y sólo entonces. Te gusta, te lo ganas. Y te voy a decir esto también, aunque yo ya te lo dije, si quieres ese juego, voy a estar malditamente emocionado de jugarlo contigo. Pero así es como es. Tenemos nuestra palabra de seguridad, estamos bien para jugar el juego cual sea que quieras. Y si no entiendes esto, yo voy a controlarlo, de eso es de lo que se trata esto. Pero bebé, si tú entras a ese juego, esa es tu manera de controlarme. ¿Estás conmigo?
bueno hasta aqui les dejo el cap :D
bueno cuidense bay :D
:bye:
Y me encantó cada segundo de esto.
*****
Ese día iba a ser un día dorado, podía sentirlo.
Y yo sabía esto porque estaba de pie en el área de calidad de restaurante de Joe, oliendo su colonia procedente de la camisa, mis panquecas burbujeando en la plancha y eran perfectos. Tuve que admitir, que hubo días (no del tipo dorado) cuando incluso mis mundialmente famosas panquecas de almendra tostadas podían irse a pique.
Hoy no era uno de esos días.
Oí el murmullo de la voz de Joe viniendo hacia mí, y yo sabía que él estaba al teléfono. A medida que se acercaba más y más, torcí el cuello y lo vi aparecer en el área de la sala de estar-cocina y sonreí con una sonrisa secreta que no curvó mis labios pero se curvó profundo dentro de mí.
Vaqueros desgastados. Pies descalzos. Una camiseta de Motörhead puesta.
Comestible. El Joe del domingo llevaba vaqueros y una camiseta de Heavy Metal.
Totalmente un día dorado.
Él habló en el teléfono en su oído mientras caminaba, pero sus ojos estaban puestos en mí.
Le di una sonrisa y me volví a las panqueques.
— Si.- Le oí decir. Luego, — No. No me gusta eso.
Entonces lo sentí venir detrás de mí.
— Correcto,- dijo por el teléfono.
Entonces sentí su mano en mi vientre, su frente caliente contra mi espalda.
Sonreí a las panqueques mientras las volteaba.
— No, lo haremos mañana,- dijo a la persona en el télefono.
Mis piernas temblaron cuando su mano encontró la abertura de su camisa y la sentí, piel contra piel en mi vientre.
Otra sonrisa secreta interna.
— Él quiere estar allí, está allí. Pero Kurt está esperando,- dijo Joe y mi vientre cayó mientras mis ojos se abrieron desenfocados cuando su mano se deslizó hacia abajo y adentro, ahuecándome.
— Espera,- le dije en el teléfono y en mi oído él susurró, — Abre tus piernas un poco nena.
Mi mano salió, envolviéndose alrededor del borde de la encimera de mármol junto a la estufa, sintiendo la fría y dura piedra, e hice como Joe me dijo que hiciera.
Lo sentí presionar mi espalda mientras se inclinaba más para mejorar el acceso, su dedo medio se deslizó apretado sobre mi clítoris, luego lo deslizó dentro.
Tomé una respiración audible.
— Atrás,- le oí murmurar en el teléfono. — Correcto. Ponlo en marcha. Hablaremos mañana. Tengo a ________________ todo el día, mantén todo apartado de mí. ¿Sí?- Se detuvo entonces, — Más tarde.
Vi su teléfono golpear el mostrador, sentí sus labios acercarse a mi oído mientras su brazo libre se deslizaba alrededor de mi cintura, pero yo estaba aguantando y respiré profundo.
— Eso se ve bien, cariño,- susurró en mi oído.
— Sí,- suspiré.
Sentí su sonrisa contra mi piel y me estremecí.
Entonces preguntó:
— ¿Ahora seguiste mi regla de ninguna ropa interior?
Oh, lo tengo todo controlado. Tan controlado que estaba considerando lanzar toda mi ropa interior a la basura.
— Sí,- suspiré de nuevo.
Él lo explicó de todas formas, mientras su dedo dentro de mí hizo un círculo perezoso.
— Acceso instantáneo, quiero un indicio de tu emoción.
Las piernas me temblaban y me sostuve al mostrador más fuerte.
— Jesús, maldición puedo sentir como te mojas.
Apreté los labios.
— ¿Siempre lista para mí?
— Sí,- susurré.
— ¿Sí?
— Sí, papi.
Sus labios se movieron a la piel de mi cuello mientras su dedo se deslizó hacia fuera, sobre mi clítoris y susurró:
— Esa es mi nena.
Me mordí el labio.
Su mano extendida, subiendo y deslizándose por mi vientre así él me estaba sosteniendo.
— Tengo hambre, ________________, así que mantente firme, nena, y concéntrate en las panqueques.
— Bien,- susurré y Joe me sostuvo mientras tomaba un par de respiraciones temblorosas y me reafirmé. Como si lo sintiera, una vez que mi concentración regresó y yo tenía mis piernas firmes debajo de mí, él besó mi cuello y me dejó ir.
Se acercó a la cafetera. Levanté la parrilla de la hornilla y moví los platos colocados para colocarlos en manteles individuales que ya había puesto.
Recogí los panqueques mientras Joe preguntaba:
— ¿Quieres café?
— Sí, cariño.
— ¿Lo necesitas caliente?
Lo miré y sonreí.
— Estoy bien. El desayuno está listo.
Su cara se suavizó y se llevó su taza a la barra. Puse la plancha en sobre el quemador, asegurándome de que todo estaba apagado y me uní a él allí.
Comencé a untar mantequilla y el sirope.
No fue hasta que estaba tragando mi tercer mordisco que conseguí el coraje para preguntar.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Cualquier cosa,- murmuró él a través de las panquecas y lo miré.
Yo estaba en el taburete a su lado, con las piernas cruzadas. Sus piernas estaban ampliamente extendidas y él no tenía que decirme que le gustaban mis mundialmente famosas panquecas de almendra tostada porque los moriscos que estaba tomando eran enormes.
— ¿Te gustan los panqueques?- Le pregunté, y sus ojos se deslizaron hacia mí.
— Ah... sí.- Entonces él metió más en su boca.
Me reí.
Masticó, tragó y sus cejas se levantaron.
— ¿Eso es lo que querías preguntar?
Negué con la cabeza.
Entonces solté:
— ¿Tienes un bastón?
Su cabeza se inclinó ligeramente hacia un lado y preguntó:
— ¿Qué?
— Tú, um... la otra noche, dijiste que necesitabas una, eh... correa o un bastón. Así que, um... ¿tienes uno? De, eh... cualquiera de esas.
Él me estudió y luego una lenta, malvada y perezosa sonrisa se dibujó en su rostro.
Mis dedos de los pies se curvaron.
— ¿Hiciste tus deberes?- preguntó en voz baja.
— Sólo por curiosidad,- mentí un poco.
Él mantuvo su sonrisa malvada mientras respondió:
— Ambos, nena. Ni látigos, ni paletas, ni fustas. Si quieres que me diversifique, iremos de compras.
Parpadeé.
— ¿Ir de compras?
— Ir de compras.
Oh mi.
Joe siguió explicando.
— Correa, los bordes son lisos. Vas a sentir el aguijón, ________________, pero no las marcas Y sólo para aliviar esa curiosidad, si te jodes un poco, consigues mi mano. Más, consigues la correa. Bastante, obtienes el bastón.
Traté de no retorcerme en mi taburete y fracasé, pero, de todos modos me felicité porque fue un retorcijón pequeño.
Joe, sin embargo, no se lo perdió y yo supe esto cuando su brazo salió, su mano enganchó la parte trasera de mi cuello y me atrajo hacia él doblándome y apoyándose hasta que nuestros rostros estaban cerca.
— Tú lo sabes, pero te lo diré de todos modos, estoy jodidamente emocionado de que quieras eso tanto, cariño. Pero esa mierda no sucederá a menos que te lo ganes. Quieres experimentar, después de las panquecas, yo me inspiraré. Pero marco tu culo cuando lo levantes, y sólo entonces. Te gusta, te lo ganas. Y te voy a decir esto también, aunque yo ya te lo dije, si quieres ese juego, voy a estar malditamente emocionado de jugarlo contigo. Pero así es como es. Tenemos nuestra palabra de seguridad, estamos bien para jugar el juego cual sea que quieras. Y si no entiendes esto, yo voy a controlarlo, de eso es de lo que se trata esto. Pero bebé, si tú entras a ese juego, esa es tu manera de controlarme. ¿Estás conmigo?
bueno hasta aqui les dejo el cap :D
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