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Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Hola de nuevo
Me extrañaste(? No lo creo..
Bueno
Alec cuantas veces tendra Magnus que repetirte lo que significas para el! Creo que hasta ya perdi la cuenta :scratch:
Nicho, querido, lindo y amado Nicho POR AMOR A DIOS REGRESA! (Hasta aqui eso sono muy bipolar) no vez que la rayis esta destrozada
Y tu Sebastian te tengo en la mira, y te juro por el Ángel! Que te matare yo misma con mis propias manos si no vuelves a Nick a la normalidad :muere:
Ahora la linda chica que adapta este gran libros mis saludos y mis felicitaciones por ser la mejor :aah:
Siguela pronto
Kiss xx. :bye:
Hola! :)
Claro que te extrañe, extraño a mis lectoras siempre! *.* :amor:
:xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd:
Lo sé, va a pasar que Alec enfadará a Mugnus! u.u
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Nicho :(L): por favor te lo rogamos vuelve! :sad:
Yo también te ayudo con Sebastian :twisted:
#TeamAntiSebastian4Ever
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
Gracias! ;)
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahhh me estresa Alec!! :wut:
Porque no se deja de problemas y que disfrute de Magnus! :P
Lo se, a mi tambien me encantan Magnus y Alec son tan dfghjks :enamorado: :ilusion: :amor:
Y Jordan y Maia son tan lindos tambien :aah:
Awww el amor :corre: es tan hermoso!
Ya quiero a mi Nicho de vuelta!! Lo extraño
Lose te entiendo, yo tambien tengo mucha tarea :imdead: no tengo visa social por eso :misery:
Siguela!!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Lo sé!
Alec u.u no hagas que Magnus salga huyendo!
:enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado:
El Amor es lo mejor! :ilusion:
Lo seeeeeeeeeeeeeeeee!
Nicho por caridad de Dios regresa! :sad:
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
I.am.rayita (Anto!!!) escribió:Seguila me muero por saber que hacen Sebastian y Nicholas...
Un beso!!
Ya verás que sucede con esos dos!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• Y la Inmortalidad - Capitulo 4 (Parte 1) •
¿Y estás completamente segura de que era Nicholas? ―preguntó Isabelle por lo que a ____(tn) le parecía la cuadragésima séptima vez.
____(tn) se mordió el labio ya dolorido y contó hasta diez.
―Soy yo, Isabelle ―dijo―. ¿Honestamente crees que yo no reconocería a Nicholas? ―levantó la mirada hacia Alec, erguido sobre ellas, con su bufanda azul ondeando como una bandera al viento―. ¿Tú podrías confundir a alguien más con Magnus?
―No. Eso nunca ―dijo él, sin perder el ritmo. Sus ojos azules estaban turbados, oscuros por la preocupación―. Yo sólo… quiero decir, por supuesto que lo preguntamos. No le da ningún sentido.
―Podría ser un rehén ―opinó Simón, echándose hacia atrás contra una roca. El sol otoñal tornaba sus ojos del color de los granos del café―. Algo así como que Sebastian estuviera amenazándolo con que, si Nicholas no cumple bien sus planes, Sebastian le hará daño a alguien que le importe.
Todos los ojos fueron hacia ____(tn), pero ella sacudió la cabeza con frustración.
―Ustedes no los vieron juntos. Nadie actúa de ese modo cuando es un rehén. Parecía totalmente feliz de estar allí.
―Entonces, está poseído ―razonó Alec―. Como lo estaba por Lilith.
―Eso fue lo que pensé al principio. Pero cuando estaba poseído por Lilith era como un robot. Sólo seguía diciendo las mismas cosas, una y otra vez. Pero éste era Nicholas. Estaba haciendo bromas, como Nicholas. Sonriendo como él.
―Tal vez tiene el Síndrome de Estocolmo ―sugirió Simón―. Ya sabes, cuando te lavan el cerebro y empiezas a simpatizar con tu captor.
―Se necesitan meses para desarrollar el Síndrome de Estocolmo ―objetó Alec―. ¿Qué aspecto tenía? ¿Herido, o enfermo en algún modo? ¿Puedes describirlos a ambos?
No era la primera vez que se lo pedía. El viento soplaba hojas secas alrededor de sus pies, mientras ____(tn) les relataba, otra vez, cómo lucía Nicholas: vibrante y saludable. Al igual que Sebastian. Ambos le habían parecido completamente calmados. Las ropas de Nicholas eran limpias, elegantes, comunes. Sebastian llevaba un largo abrigo de lana negra, que parecía caro.
―Igual que un mal anuncio de Burberry ―dijo Simón, cuando ella terminó.
Isabelle le lanzó una mirada.
―Tal vez Nicholas tiene un plan ―sugirió―. Tal vez está engañando a Sebastian. Tratando de captar su buena voluntad, averiguando cuáles son sus planes.
―Uno pensaría que, si está haciendo eso, tendría que haber descubierto una manera de informarnos al respecto ―dijo Alec―, no dejar que entremos en pánico. Eso es demasiado cruel.
―A menos que no pudiera correr el riesgo de enviarnos un mensaje. Debe creer que confiamos en él. Porque confiamos en él ―la voz de Isabelle se elevó, y ella se estremeció, rodeándose con los brazos. Los árboles que bordeaban el sendero de grava donde estaban sacudieron sus ramas desnudas.
―Tal vez deberíamos decírselo a la Clave ―dijo ____(tn), oyendo su propia voz como si proviniera de lejos―. Esto es… No veo cómo podemos manejar esto por nosotros mismos.
―No podemos decírselo a la Clave ―la voz de Isabelle era dura.
―¿Por qué no?
―Si ellos piensan que Nicholas está cooperando con Sebastian, la orden será matarlo apenas lo vean ―dijo Alec―. Ésa es la Ley.
―¿Incluso si Isabelle tiene razón? ¿Incluso si él sólo está jugando con Sebastian?
―inquirió Simón, con una nota de duda en su voz―. ¿Tratando de seguir a su lado para obtener información?
―No hay forma de probarlo. Y si nosotros afirmamos que es lo que está haciendo, y eso regresa a Sebastian, probablemente matará a Nicholas ―contestó Alec―. Si Nicholas está poseído, la Clave misma lo matará. No podemos decirlas nada. ―Su voz era dura.
____(tn) lo miró con sorpresa; por lo general, Alec era el que más seguía las reglas de entre todos ellos.
―Es Sebastian de quien estamos hablando ―dijo Izzy―. No hay nadie que odie más la Clave, excepto Valentine, y está muerto. Pero casi todo el mundo conoce a alguien que murió en la Guerra Mortal, y Sebastian es el único que quitó las salvaguardas.
____(tn) hizo una raya con su zapatilla en la grava bajo sus pies. Toda la situación parecía un sueño, como si fuera a despertar en cualquier momento.
―Entonces, ¿qué sigue?
―Hablemos con Magnus. A ver si él tiene alguna idea. ―Alec tiró de una esquina de su bufanda―. No acudirá al Concejo. No, si yo le pido que no lo haga.
―Es mejor que no lo haga ―dijo Isabelle, indignada―. De otro modo, sería el peor novio desde siempre.
―Dije que no lo haría…
―¿Tiene algún sentido ahora? ―preguntó Simón―. ¿El ver a la Reina Seelie? Ahora que sabemos que Nicholas está poseído o, quizás, ocultándose a propósito…
―No te pierdes una cita con la Reina Seelie ―dijo Isabelle firmemente―. No, si te valoras tu piel en la forma que tiene ahora.
―Pero ella sólo va a quitarle los anillos a ____(tn) y no aprenderemos nada ―argumentó Simón―. Ahora sabemos más. Ahora tenemos preguntas diferentes para ella, pero no querrá responderlas. Sólo responderá a las viejas preguntas. Así es como funcionan las hadas. Ellas no hacen favores. No es como si nos dejara ir a hablar con Magnus y luego regresar.
―Eso no importa ―____(tn) frotó las manos sobre su rostro. Habían salido secas. En algún punto, sus lágrimas dejaron de brotar, gracias a Dios. No habría querido hacer frente a la Reina luciendo como si acaba de echarse los ojos berreando―. Nunca tuve los anillos.
Isabelle parpadeó.
―¿Qué?
―Después de ver a Nicholas y Sebastian, estaba demasiado alterada para ir por ellos. Así que sólo salí corriendo del Instituto y abrí un Portal hacia aquí.
―Bueno, entonces no podemos ver a la Reina ―dijo Alec―. Si no hiciste lo que te pidió, estará furiosa.
―Estará más que furiosa ―afirmó Isabelle―. Vieron lo que le hizo a Alec la última vez que fuimos a la Corte. Y eso fue sólo un glamour. Probablemente va a convertir a ____(tn) en una langosta o algo así.
―Ella lo sabía ―dijo ____(tn)―. Dijo: “Cuando lo encuentren otra vez, puede que no sea exactamente como lo dejaron” ―La voz de la Reina Seelie cruzó por la cabeza de ____(tn). Se estremeció. Podía entender por qué Simón odiaba tanto a las hadas. Siempre sabían, exactamente, las palabras correctas que se arraigarían como una astilla clavada en tu cerebro, dolorosa e imposible de ignorar o eliminar―. Ella sólo se está divirtiendo con nosotros. Quiere esos anillos, pero creo que no hay ninguna posibilidad de que nos ayude realmente.
―Está bien ―dijo Isabelle, dubitativa―. Pero si ella sabía tanto, podría saber mucho más. ¿Y quién será sería capaz de ayudarnos, ya que no podemos acudir a la Clave?
―Magnus ―contestó ____(tn)―. Estuvo tratando de descifrar el hechizo de Lilith todo este tiempo. Quizás, si le decimos lo que vi, eso lo ayudaría.
Simón puso los ojos en blanco.
―Es genial que conozcamos a la persona que está saliendo con Magnus ―dijo―. De otro modo, tengo el presentimiento de que simplemente estaríamos dando vueltas todo el tiempo, preguntándonos qué demonios hacer a continuación. O tratando de recaudar el dinero para contratar a Magnus vendiendo limonada.
Alec se mostró meramente irritado por ese comentario.
―El único modo en que recaudes dinero suficiente para contratar a Magnus vendiendo limonada, es si le pones anfetaminas.
―Es una expresión. Todos somos conscientes de que tu novio es caro. Sólo deseaba que no tuviéramos que correr a él con cada problema.
―Eso es lo que hace ―dijo Alec―. Magnus tiene otro trabajo hoy, pero le hablaré esta noche y nos podemos encontrar todos en su loft, mañana por la mañana.
____(tn) asintió. Ni siquiera podía imaginar el levantarse a la mañana siguiente. Sabía que cuanto antes hablaran con Magnus, mejor, pero se sentía vacía y exhausta, como si hubiera dejado litros de sangre en el suelo de la biblioteca del Instituto.
Isabelle se había acercado a Simón.
―Supongo que eso nos deja el resto de la tarde ―comentó―. ¿Deberíamos ir a Taki’s? Te servirían sangre.
Simón echó un vistazo a ____(tn), claramente preocupado.
―¿Quieres venir?
―No, está bien. Voy a tomar un taxi de regreso a Williamsburg. Debería pasar algo de tiempo con mi mamá. Toda esta cosa con Sebastian ya la tenía destrozada, y ahora…
El cabello negro de Isabelle flotó en el viento cuando sacudió bruscamente la cabeza.
―No puedes decirle lo que viste. Luke está en el Concejo. Él no puede ocultárselos y tú no puedes pedirle a ella que se lo oculte a él.
―Lo sé. ―____(tn) miró las tres ansiosas miradas fijas en ella.
¿Cómo sucedió esto?, pensó. Ella, quien nunca había guardado secretos de Jocelyn (no de los reales, en todo caso) estaba a punto de ir a su casa y ocultarle algo enorme, tanto a su madre como a Luke. Algo que sólo podía hablar con gente como Alec e Isabelle Lightwood y Magnus Bane, personas que, seis meses atrás, ni siquiera sabía que existía. Es extraño cómo tu mundo puede cambiar su eje, y todo en lo que confías puede invertirse en, lo que parece, muy poco tiempo.
Al menos, aún tenía a Simón. El constante y permanente Simón. Le dio un beso en la mejilla, hizo un gesto de despedida con la mano a los otros, y se volvió, consciente de que los otros tres la estaban observando preocupados, mientras ella se alejaba a través del parque, con las últimas hojas muertas que habían caído, crujiendo bajo sus zapatillas de deporte como si fueran pequeños huesos.
Alec había mentido. No era Magnus quien tenía algo que hacer esa tarde. Era él. Sabía que lo que estaba haciendo era un error, pero no podía evitarlo: era como una droga, esta necesidad de saber más. Y ahora, allí estaba, bajo tierra, sosteniendo su luz mágica y preguntándose qué demonios estaba haciendo.
Al igual que todas las estaciones de metro de Nueva York, ésta olía a óxido y agua, metal y decadencia. Pero, a diferencia de cualquier otra estación donde Alec hubiera estado, se encontraba completamente en silencio. Junto a las marcas del daño provocado por el agua, las paredes y la plataforma estaban limpias. Techos abovedados, salpicados por ocasionales candelabros, se alzaban sobre él, con los arcos adornados con un patrón de azulejos color verde. En las placas de la pared, se leía CITY HALL en letras de molde.
La estación de metro City Hall había estado en desuso desde 1945, aunque la ciudad la seguía conservando como punto de referencia. El tren Nº 6 corría a través de ella en ocasiones, para hacer un cambio de vía, pero no había nadie en esta plataforma. Alec se había arrastrado a través de una escotilla rodeada por árboles de cornejo en City Hall Park, para alcanzar este lugar, dejándose caer una distancia que, probablemente, hubiera roto unas piernas mundanas. Luego se puso de pie, respirando el aire polvoriento, con el corazón corriendo apresurado.
Allí era donde lo había dirigido la carta que el vampiro subyugado le entregó, en la puerta de entrada de Magnus. Al principio, había determinado que nunca utilizaría la información. Pero no había sido capaz de obligarse a arrojarla a la basura. La había hecho un bolsillo y la había metido en los bolsillos de sus jeans y, durante todo el día, incluso en Central Park, lo había estado carcomiendo en el fondo de su mente.
Era como toda la situación con Magnus. No podía dejar preocuparse, del mismo modo en que uno no puede dejar de menear un diente enfermo, sabiendo que empeorarás la situación, pero sin ser capaz de detenerte. Magnus no había hecho nada mal. No era su culpa ser cientos de años mayor, y haber estado enamorado antes. Pero corroía la paz en la mente de Alec de igual forma. Y ahora, sabiendo a la vez, más y menos que ayer acerca de la situación de Nicholas… era demasiado. Necesitaba hablar con alguien, ir a algún lado, hacer algo.
Así que allí estaba. Y allí estaba ella, estaba seguro de eso. Él se movía lentamente por el andén. El techo abovedado sobre su cabeza, una claraboya central que dejaba pasar la luz del parque sobre ésta, cuatro líneas de baldosas que irradiaban desde allí, como patas de una araña. Y al final de la plataforma había una escalera corta que conducía a la penumbra. Alec podía detectar la presencia de un glamour: cualquier mundano que lo observaba, vería una pared de concreto, pero él distinguió una puerta abierta. Silenciosamente, comenzó a subir los escalones.
Se encontró en una habitación oscura de techo bajo. Un tragaluz de cristal color amatista dejaba pasar un poco de luz. En un sombrío rincón de la habitación, había un elegante sofá de terciopelo, con el respaldo arqueado y dorado, y sobre el sofá, se sentaba Camille.
Era tan hermosa como Alec recordaba, a pesar de que no estaba en su mejor momento la última vez que la viera, sucia y encadenada a una tubería de un edificio en construcción. Ahora llevaba un traje negro limpio, con zapatos rojos de tacones altos, y su cabello se derramaba sobre los hombros en ondas y rizos. Tenía un libro abierto sobre su regazo: La Place de l’Ètoile, de Patrick Modiano. Él sabía el suficiente francés como para traducir el título “El Lugar de la Estrella”.
Ella miró a Alec, como si hubiera estado esperándolo.
―Hola, Camille ―la saludó.
Ella parpadeó lentamente.
―Alexander Lightwood ―dijo―. Reconocí tus pasos en la escalera.
Ella apoyó el dorso de la mano sobre su propia mejilla y le sonrió. Había algo distante en su sonrisa. Tenía toda la calidez del polvillo.
―No creo que tengas un mensaje de Magnus para mí.
Alec no dijo nada.
―Por supuesto que no ―afirmó―. Tonta de mí. Como si él supiera que tú estás aquí.
―¿Cómo supiste que era yo? ―preguntó él―. En la escalera.
―Eres un Lightwood ―respondió Camille―, tu familia nunca se da por vencida. Sabía que no dejarías las cosas como estaban, después de lo que te dije aquella noche. El mensaje de hoy era sólo para refrescarte la memoria.
―No necesitaba que me recuerdes lo que me prometiste. ¿O estabas mintiendo?
―Hubiera dicho lo que fuera para liberarme esa noche ―admitió ella―. Pero no estaba mintiendo ―Se inclinó hacia delante, con los ojos brillantes y oscuros a la vez―. Eres un Nefilim de la Clave y del Concejo. Hay un precio sobre mi cabeza por asesinar a un Cazador de Sombras. Pero ya sé que no has venido aquí para llevarme ante ellos, quieres respuestas.
―Quiero saber dónde está Nicholas.
―Quieres saberlo ―dijo la mujer―, pero sabes que no hay razón para que yo tenga esa respuesta, y no la tengo. Te la daría, si pudiera. Sé que fue secuestrado por el hijo de Lilith y no tengo motivos para guardar algún tipo de lealtad hacia ella. Ella se ha ido. Sé que hubo patrullas buscándome, para descubrir lo que sea que pude saber. Puedo decírtelo ahora, no sé nada. Te diría dónde está tu amigo, si lo supiera. No tengo razones para hostilizar aún más a los Nefilim. ―Se pasó una mano por su espeso cabello rubio―. Pero no es eso por lo que estás aquí. Admítelo, Alexander.
Alec sintió que su respiración se aceleraba. Había pensado en este momento, mientras yacía despierto en la noche junto a Magnus, oyendo la respiración del brujo y la suya propia, contándolas. Cada respiración, una respiración más cerca a envejecer y morir. Cada noche lo acercaba más al final de todo.
―Dijiste que conocías un modo de hacerme inmortal ―dijo Alec―. Dijiste que sabías un modo para que Magnus y yo pudiéramos estar juntos para siempre.
―Lo dije, ¿no? ¡Qué interesante!
―Quiero que me hables de eso, ahora.
―Y lo haré ―afirmó ella, bajando su libro―. Por un precio.
―Sin precio ―exigió Alec―. Yo te liberé. Me dirás lo que quiero saber, ahora. O te entregaré a la Clave. Ellos te encadenarán al techo del Instituto y esperarán al amanecer.
Sus ojos se tornaron duros y planos.
―No me importan las amenazas.
―Entonces dame lo que quiero.
Ella se puso de pie y pasó las manos por la parte delantera de la camisa, alisando las arrugas.
―Ven y bebe de mí, Cazador de Sombras.
Fue como si toda la frustración, el pánico y la desesperación de las últimas semanas estallaran en Alec. Saltó hacia Camille, justo cuando ella empezaba a hacerlo hacia él; sus colmillos chasquearon al salir.
Alec apenas tuvo tiempo de sacar su cuchillo serafín de su cinturón, antes de que ella estuviera sobre él. Había luchado antes contra vampiros, su rapidez y fuerza eran impresionantes. Era como luchar en el borde mismo de un tornado. Él se dejó caer a un lado, rodó sobre sus pies y lanzó una patada lateral en dirección a ella; eso la detuvo brevemente, lo suficiente para alzar el cuchillo y susurrar, “Nuriel”.
La luz del cuchillo serafín se disparó como una estrella y Camille dudó… entonces se arrojó de nuevo contra él. Atacó, rasgando con sus largas uñas a lo largo de la mejilla y el hombro. Él sintió la tibieza y humedad de la sangre. Girando sobre sí mismo, le lanzó una cuchillada, pero ella se elevó en el aire, apartándose de su alcance mientras se reía y se burlaba de él.
Alec corrió por las escaleras que bajaban hacia el andén. Ella corrió detrás; él la esquivó, giró y se impulsó por la pared hacia el aire, arrojándose hacia Camille justo cuando ella se lanzaba hacia abajo. Chocaron a mitad del aire, ella gritando y atacándolo, él manteniendo un firme agarre sobre su brazo, incluso mientras se estrellaban contra el suelo, casi dejándolo sin aliento. Mantenerla firme a la tierra era la clave para ganar la pelea, y Alec agradeció silenciosamente a Nicholas, quien lo había hecho practicar volteretas una y otra vez en el cuarto de entrenamiento hasta que pudiera usar casi cualquier superficie para mantenerse en el aire, por al menos un momento o dos.
Lanzó tajos con el cuchillo serafín mientras rodaban por el piso, aunque ella esquivaba sus cortes con facilidad, moviéndose tan rápido que se había convertido en un borrón. Camille le dio una patada con sus tacones, apuñalándole las piernas con las puntas. Alec hizo una mueca y maldijo y ella le respondió con un impresionante torrente de basura que involucraba la vida sexual de él con Magnus, la vida sexual de ella con Magnus y quizás hubiera sido más, si no fuera porque alcanzaron el centro de la sala, donde el tragaluz irradiaba un círculo de luz solar sobre el piso. Sujetándola por la muñeca, Alec forzó la mano de Camille hacia abajo, dentro de la luz.
Gritó cuando aparecieron en su piel unas enormes ampollas blancas. Alec podía sentir el calor de su mano burbujeante. Con los dedos entrelazados con los de ella, jaló su mano hacia arriba, de vuelta a las sombras. Ella gruñó y le tiró una dentellada. Alec le dio un codazo en la boca, partiéndole los labios. Sangre de vampiro, de un color rojo destellante, más brillante que la sangre humana, le goteaba de la comisura de la boca.
―¿Has tenido suficiente? ―gruñó―. ¿Quieres más? ―Comenzó a forzar su mano hacia la luz del sol. Ya había empezado a sanar, la piel roja y ampollada se decoloraba a un tono rosado.
―¡No! ― jadeó la mujer, tosió y comenzó a temblar, todo su cuerpo se estremecía.
Después de un momento, se dio cuenta de que estaba riéndose, riéndose de él, a través de la sangre―. Esto me hace sentir viva, pequeño Nefilim. Una buena pelea como ésta… debería agradecerte.
―Agradéceme dándome la respuesta a mi pregunta ―dijo Alec, jadeando―. O te convierto en cenizas. Estoy harto de tus juegos.
Los labios de ella se estiraron en una sonrisa. Sus cortes ya se habían curado, aunque su rostro aún estaba sangriento.
―No hay manera de hacerte inmortal. No sin magia negra o convertirte en vampiro, y tú has rechazado ambas opciones.
―Pero, tú has dicho… tu dijiste que hay otro modo en que podríamos estar juntos…
―Oh, lo hay. ―Sus ojos brillaban―. Quizás no seas capaz de darte la inmortalidad, pequeño Nefilim, al menos no en términos que sean aceptables para ti. Pero puedes arrebatársela a Magnus.
____(tn) se mordió el labio ya dolorido y contó hasta diez.
―Soy yo, Isabelle ―dijo―. ¿Honestamente crees que yo no reconocería a Nicholas? ―levantó la mirada hacia Alec, erguido sobre ellas, con su bufanda azul ondeando como una bandera al viento―. ¿Tú podrías confundir a alguien más con Magnus?
―No. Eso nunca ―dijo él, sin perder el ritmo. Sus ojos azules estaban turbados, oscuros por la preocupación―. Yo sólo… quiero decir, por supuesto que lo preguntamos. No le da ningún sentido.
―Podría ser un rehén ―opinó Simón, echándose hacia atrás contra una roca. El sol otoñal tornaba sus ojos del color de los granos del café―. Algo así como que Sebastian estuviera amenazándolo con que, si Nicholas no cumple bien sus planes, Sebastian le hará daño a alguien que le importe.
Todos los ojos fueron hacia ____(tn), pero ella sacudió la cabeza con frustración.
―Ustedes no los vieron juntos. Nadie actúa de ese modo cuando es un rehén. Parecía totalmente feliz de estar allí.
―Entonces, está poseído ―razonó Alec―. Como lo estaba por Lilith.
―Eso fue lo que pensé al principio. Pero cuando estaba poseído por Lilith era como un robot. Sólo seguía diciendo las mismas cosas, una y otra vez. Pero éste era Nicholas. Estaba haciendo bromas, como Nicholas. Sonriendo como él.
―Tal vez tiene el Síndrome de Estocolmo ―sugirió Simón―. Ya sabes, cuando te lavan el cerebro y empiezas a simpatizar con tu captor.
―Se necesitan meses para desarrollar el Síndrome de Estocolmo ―objetó Alec―. ¿Qué aspecto tenía? ¿Herido, o enfermo en algún modo? ¿Puedes describirlos a ambos?
No era la primera vez que se lo pedía. El viento soplaba hojas secas alrededor de sus pies, mientras ____(tn) les relataba, otra vez, cómo lucía Nicholas: vibrante y saludable. Al igual que Sebastian. Ambos le habían parecido completamente calmados. Las ropas de Nicholas eran limpias, elegantes, comunes. Sebastian llevaba un largo abrigo de lana negra, que parecía caro.
―Igual que un mal anuncio de Burberry ―dijo Simón, cuando ella terminó.
Isabelle le lanzó una mirada.
―Tal vez Nicholas tiene un plan ―sugirió―. Tal vez está engañando a Sebastian. Tratando de captar su buena voluntad, averiguando cuáles son sus planes.
―Uno pensaría que, si está haciendo eso, tendría que haber descubierto una manera de informarnos al respecto ―dijo Alec―, no dejar que entremos en pánico. Eso es demasiado cruel.
―A menos que no pudiera correr el riesgo de enviarnos un mensaje. Debe creer que confiamos en él. Porque confiamos en él ―la voz de Isabelle se elevó, y ella se estremeció, rodeándose con los brazos. Los árboles que bordeaban el sendero de grava donde estaban sacudieron sus ramas desnudas.
―Tal vez deberíamos decírselo a la Clave ―dijo ____(tn), oyendo su propia voz como si proviniera de lejos―. Esto es… No veo cómo podemos manejar esto por nosotros mismos.
―No podemos decírselo a la Clave ―la voz de Isabelle era dura.
―¿Por qué no?
―Si ellos piensan que Nicholas está cooperando con Sebastian, la orden será matarlo apenas lo vean ―dijo Alec―. Ésa es la Ley.
―¿Incluso si Isabelle tiene razón? ¿Incluso si él sólo está jugando con Sebastian?
―inquirió Simón, con una nota de duda en su voz―. ¿Tratando de seguir a su lado para obtener información?
―No hay forma de probarlo. Y si nosotros afirmamos que es lo que está haciendo, y eso regresa a Sebastian, probablemente matará a Nicholas ―contestó Alec―. Si Nicholas está poseído, la Clave misma lo matará. No podemos decirlas nada. ―Su voz era dura.
____(tn) lo miró con sorpresa; por lo general, Alec era el que más seguía las reglas de entre todos ellos.
―Es Sebastian de quien estamos hablando ―dijo Izzy―. No hay nadie que odie más la Clave, excepto Valentine, y está muerto. Pero casi todo el mundo conoce a alguien que murió en la Guerra Mortal, y Sebastian es el único que quitó las salvaguardas.
____(tn) hizo una raya con su zapatilla en la grava bajo sus pies. Toda la situación parecía un sueño, como si fuera a despertar en cualquier momento.
―Entonces, ¿qué sigue?
―Hablemos con Magnus. A ver si él tiene alguna idea. ―Alec tiró de una esquina de su bufanda―. No acudirá al Concejo. No, si yo le pido que no lo haga.
―Es mejor que no lo haga ―dijo Isabelle, indignada―. De otro modo, sería el peor novio desde siempre.
―Dije que no lo haría…
―¿Tiene algún sentido ahora? ―preguntó Simón―. ¿El ver a la Reina Seelie? Ahora que sabemos que Nicholas está poseído o, quizás, ocultándose a propósito…
―No te pierdes una cita con la Reina Seelie ―dijo Isabelle firmemente―. No, si te valoras tu piel en la forma que tiene ahora.
―Pero ella sólo va a quitarle los anillos a ____(tn) y no aprenderemos nada ―argumentó Simón―. Ahora sabemos más. Ahora tenemos preguntas diferentes para ella, pero no querrá responderlas. Sólo responderá a las viejas preguntas. Así es como funcionan las hadas. Ellas no hacen favores. No es como si nos dejara ir a hablar con Magnus y luego regresar.
―Eso no importa ―____(tn) frotó las manos sobre su rostro. Habían salido secas. En algún punto, sus lágrimas dejaron de brotar, gracias a Dios. No habría querido hacer frente a la Reina luciendo como si acaba de echarse los ojos berreando―. Nunca tuve los anillos.
Isabelle parpadeó.
―¿Qué?
―Después de ver a Nicholas y Sebastian, estaba demasiado alterada para ir por ellos. Así que sólo salí corriendo del Instituto y abrí un Portal hacia aquí.
―Bueno, entonces no podemos ver a la Reina ―dijo Alec―. Si no hiciste lo que te pidió, estará furiosa.
―Estará más que furiosa ―afirmó Isabelle―. Vieron lo que le hizo a Alec la última vez que fuimos a la Corte. Y eso fue sólo un glamour. Probablemente va a convertir a ____(tn) en una langosta o algo así.
―Ella lo sabía ―dijo ____(tn)―. Dijo: “Cuando lo encuentren otra vez, puede que no sea exactamente como lo dejaron” ―La voz de la Reina Seelie cruzó por la cabeza de ____(tn). Se estremeció. Podía entender por qué Simón odiaba tanto a las hadas. Siempre sabían, exactamente, las palabras correctas que se arraigarían como una astilla clavada en tu cerebro, dolorosa e imposible de ignorar o eliminar―. Ella sólo se está divirtiendo con nosotros. Quiere esos anillos, pero creo que no hay ninguna posibilidad de que nos ayude realmente.
―Está bien ―dijo Isabelle, dubitativa―. Pero si ella sabía tanto, podría saber mucho más. ¿Y quién será sería capaz de ayudarnos, ya que no podemos acudir a la Clave?
―Magnus ―contestó ____(tn)―. Estuvo tratando de descifrar el hechizo de Lilith todo este tiempo. Quizás, si le decimos lo que vi, eso lo ayudaría.
Simón puso los ojos en blanco.
―Es genial que conozcamos a la persona que está saliendo con Magnus ―dijo―. De otro modo, tengo el presentimiento de que simplemente estaríamos dando vueltas todo el tiempo, preguntándonos qué demonios hacer a continuación. O tratando de recaudar el dinero para contratar a Magnus vendiendo limonada.
Alec se mostró meramente irritado por ese comentario.
―El único modo en que recaudes dinero suficiente para contratar a Magnus vendiendo limonada, es si le pones anfetaminas.
―Es una expresión. Todos somos conscientes de que tu novio es caro. Sólo deseaba que no tuviéramos que correr a él con cada problema.
―Eso es lo que hace ―dijo Alec―. Magnus tiene otro trabajo hoy, pero le hablaré esta noche y nos podemos encontrar todos en su loft, mañana por la mañana.
____(tn) asintió. Ni siquiera podía imaginar el levantarse a la mañana siguiente. Sabía que cuanto antes hablaran con Magnus, mejor, pero se sentía vacía y exhausta, como si hubiera dejado litros de sangre en el suelo de la biblioteca del Instituto.
Isabelle se había acercado a Simón.
―Supongo que eso nos deja el resto de la tarde ―comentó―. ¿Deberíamos ir a Taki’s? Te servirían sangre.
Simón echó un vistazo a ____(tn), claramente preocupado.
―¿Quieres venir?
―No, está bien. Voy a tomar un taxi de regreso a Williamsburg. Debería pasar algo de tiempo con mi mamá. Toda esta cosa con Sebastian ya la tenía destrozada, y ahora…
El cabello negro de Isabelle flotó en el viento cuando sacudió bruscamente la cabeza.
―No puedes decirle lo que viste. Luke está en el Concejo. Él no puede ocultárselos y tú no puedes pedirle a ella que se lo oculte a él.
―Lo sé. ―____(tn) miró las tres ansiosas miradas fijas en ella.
¿Cómo sucedió esto?, pensó. Ella, quien nunca había guardado secretos de Jocelyn (no de los reales, en todo caso) estaba a punto de ir a su casa y ocultarle algo enorme, tanto a su madre como a Luke. Algo que sólo podía hablar con gente como Alec e Isabelle Lightwood y Magnus Bane, personas que, seis meses atrás, ni siquiera sabía que existía. Es extraño cómo tu mundo puede cambiar su eje, y todo en lo que confías puede invertirse en, lo que parece, muy poco tiempo.
Al menos, aún tenía a Simón. El constante y permanente Simón. Le dio un beso en la mejilla, hizo un gesto de despedida con la mano a los otros, y se volvió, consciente de que los otros tres la estaban observando preocupados, mientras ella se alejaba a través del parque, con las últimas hojas muertas que habían caído, crujiendo bajo sus zapatillas de deporte como si fueran pequeños huesos.
**********************************
Alec había mentido. No era Magnus quien tenía algo que hacer esa tarde. Era él. Sabía que lo que estaba haciendo era un error, pero no podía evitarlo: era como una droga, esta necesidad de saber más. Y ahora, allí estaba, bajo tierra, sosteniendo su luz mágica y preguntándose qué demonios estaba haciendo.
Al igual que todas las estaciones de metro de Nueva York, ésta olía a óxido y agua, metal y decadencia. Pero, a diferencia de cualquier otra estación donde Alec hubiera estado, se encontraba completamente en silencio. Junto a las marcas del daño provocado por el agua, las paredes y la plataforma estaban limpias. Techos abovedados, salpicados por ocasionales candelabros, se alzaban sobre él, con los arcos adornados con un patrón de azulejos color verde. En las placas de la pared, se leía CITY HALL en letras de molde.
La estación de metro City Hall había estado en desuso desde 1945, aunque la ciudad la seguía conservando como punto de referencia. El tren Nº 6 corría a través de ella en ocasiones, para hacer un cambio de vía, pero no había nadie en esta plataforma. Alec se había arrastrado a través de una escotilla rodeada por árboles de cornejo en City Hall Park, para alcanzar este lugar, dejándose caer una distancia que, probablemente, hubiera roto unas piernas mundanas. Luego se puso de pie, respirando el aire polvoriento, con el corazón corriendo apresurado.
Allí era donde lo había dirigido la carta que el vampiro subyugado le entregó, en la puerta de entrada de Magnus. Al principio, había determinado que nunca utilizaría la información. Pero no había sido capaz de obligarse a arrojarla a la basura. La había hecho un bolsillo y la había metido en los bolsillos de sus jeans y, durante todo el día, incluso en Central Park, lo había estado carcomiendo en el fondo de su mente.
Era como toda la situación con Magnus. No podía dejar preocuparse, del mismo modo en que uno no puede dejar de menear un diente enfermo, sabiendo que empeorarás la situación, pero sin ser capaz de detenerte. Magnus no había hecho nada mal. No era su culpa ser cientos de años mayor, y haber estado enamorado antes. Pero corroía la paz en la mente de Alec de igual forma. Y ahora, sabiendo a la vez, más y menos que ayer acerca de la situación de Nicholas… era demasiado. Necesitaba hablar con alguien, ir a algún lado, hacer algo.
Así que allí estaba. Y allí estaba ella, estaba seguro de eso. Él se movía lentamente por el andén. El techo abovedado sobre su cabeza, una claraboya central que dejaba pasar la luz del parque sobre ésta, cuatro líneas de baldosas que irradiaban desde allí, como patas de una araña. Y al final de la plataforma había una escalera corta que conducía a la penumbra. Alec podía detectar la presencia de un glamour: cualquier mundano que lo observaba, vería una pared de concreto, pero él distinguió una puerta abierta. Silenciosamente, comenzó a subir los escalones.
Se encontró en una habitación oscura de techo bajo. Un tragaluz de cristal color amatista dejaba pasar un poco de luz. En un sombrío rincón de la habitación, había un elegante sofá de terciopelo, con el respaldo arqueado y dorado, y sobre el sofá, se sentaba Camille.
Era tan hermosa como Alec recordaba, a pesar de que no estaba en su mejor momento la última vez que la viera, sucia y encadenada a una tubería de un edificio en construcción. Ahora llevaba un traje negro limpio, con zapatos rojos de tacones altos, y su cabello se derramaba sobre los hombros en ondas y rizos. Tenía un libro abierto sobre su regazo: La Place de l’Ètoile, de Patrick Modiano. Él sabía el suficiente francés como para traducir el título “El Lugar de la Estrella”.
Ella miró a Alec, como si hubiera estado esperándolo.
―Hola, Camille ―la saludó.
Ella parpadeó lentamente.
―Alexander Lightwood ―dijo―. Reconocí tus pasos en la escalera.
Ella apoyó el dorso de la mano sobre su propia mejilla y le sonrió. Había algo distante en su sonrisa. Tenía toda la calidez del polvillo.
―No creo que tengas un mensaje de Magnus para mí.
Alec no dijo nada.
―Por supuesto que no ―afirmó―. Tonta de mí. Como si él supiera que tú estás aquí.
―¿Cómo supiste que era yo? ―preguntó él―. En la escalera.
―Eres un Lightwood ―respondió Camille―, tu familia nunca se da por vencida. Sabía que no dejarías las cosas como estaban, después de lo que te dije aquella noche. El mensaje de hoy era sólo para refrescarte la memoria.
―No necesitaba que me recuerdes lo que me prometiste. ¿O estabas mintiendo?
―Hubiera dicho lo que fuera para liberarme esa noche ―admitió ella―. Pero no estaba mintiendo ―Se inclinó hacia delante, con los ojos brillantes y oscuros a la vez―. Eres un Nefilim de la Clave y del Concejo. Hay un precio sobre mi cabeza por asesinar a un Cazador de Sombras. Pero ya sé que no has venido aquí para llevarme ante ellos, quieres respuestas.
―Quiero saber dónde está Nicholas.
―Quieres saberlo ―dijo la mujer―, pero sabes que no hay razón para que yo tenga esa respuesta, y no la tengo. Te la daría, si pudiera. Sé que fue secuestrado por el hijo de Lilith y no tengo motivos para guardar algún tipo de lealtad hacia ella. Ella se ha ido. Sé que hubo patrullas buscándome, para descubrir lo que sea que pude saber. Puedo decírtelo ahora, no sé nada. Te diría dónde está tu amigo, si lo supiera. No tengo razones para hostilizar aún más a los Nefilim. ―Se pasó una mano por su espeso cabello rubio―. Pero no es eso por lo que estás aquí. Admítelo, Alexander.
Alec sintió que su respiración se aceleraba. Había pensado en este momento, mientras yacía despierto en la noche junto a Magnus, oyendo la respiración del brujo y la suya propia, contándolas. Cada respiración, una respiración más cerca a envejecer y morir. Cada noche lo acercaba más al final de todo.
―Dijiste que conocías un modo de hacerme inmortal ―dijo Alec―. Dijiste que sabías un modo para que Magnus y yo pudiéramos estar juntos para siempre.
―Lo dije, ¿no? ¡Qué interesante!
―Quiero que me hables de eso, ahora.
―Y lo haré ―afirmó ella, bajando su libro―. Por un precio.
―Sin precio ―exigió Alec―. Yo te liberé. Me dirás lo que quiero saber, ahora. O te entregaré a la Clave. Ellos te encadenarán al techo del Instituto y esperarán al amanecer.
Sus ojos se tornaron duros y planos.
―No me importan las amenazas.
―Entonces dame lo que quiero.
Ella se puso de pie y pasó las manos por la parte delantera de la camisa, alisando las arrugas.
―Ven y bebe de mí, Cazador de Sombras.
Fue como si toda la frustración, el pánico y la desesperación de las últimas semanas estallaran en Alec. Saltó hacia Camille, justo cuando ella empezaba a hacerlo hacia él; sus colmillos chasquearon al salir.
Alec apenas tuvo tiempo de sacar su cuchillo serafín de su cinturón, antes de que ella estuviera sobre él. Había luchado antes contra vampiros, su rapidez y fuerza eran impresionantes. Era como luchar en el borde mismo de un tornado. Él se dejó caer a un lado, rodó sobre sus pies y lanzó una patada lateral en dirección a ella; eso la detuvo brevemente, lo suficiente para alzar el cuchillo y susurrar, “Nuriel”.
La luz del cuchillo serafín se disparó como una estrella y Camille dudó… entonces se arrojó de nuevo contra él. Atacó, rasgando con sus largas uñas a lo largo de la mejilla y el hombro. Él sintió la tibieza y humedad de la sangre. Girando sobre sí mismo, le lanzó una cuchillada, pero ella se elevó en el aire, apartándose de su alcance mientras se reía y se burlaba de él.
Alec corrió por las escaleras que bajaban hacia el andén. Ella corrió detrás; él la esquivó, giró y se impulsó por la pared hacia el aire, arrojándose hacia Camille justo cuando ella se lanzaba hacia abajo. Chocaron a mitad del aire, ella gritando y atacándolo, él manteniendo un firme agarre sobre su brazo, incluso mientras se estrellaban contra el suelo, casi dejándolo sin aliento. Mantenerla firme a la tierra era la clave para ganar la pelea, y Alec agradeció silenciosamente a Nicholas, quien lo había hecho practicar volteretas una y otra vez en el cuarto de entrenamiento hasta que pudiera usar casi cualquier superficie para mantenerse en el aire, por al menos un momento o dos.
Lanzó tajos con el cuchillo serafín mientras rodaban por el piso, aunque ella esquivaba sus cortes con facilidad, moviéndose tan rápido que se había convertido en un borrón. Camille le dio una patada con sus tacones, apuñalándole las piernas con las puntas. Alec hizo una mueca y maldijo y ella le respondió con un impresionante torrente de basura que involucraba la vida sexual de él con Magnus, la vida sexual de ella con Magnus y quizás hubiera sido más, si no fuera porque alcanzaron el centro de la sala, donde el tragaluz irradiaba un círculo de luz solar sobre el piso. Sujetándola por la muñeca, Alec forzó la mano de Camille hacia abajo, dentro de la luz.
Gritó cuando aparecieron en su piel unas enormes ampollas blancas. Alec podía sentir el calor de su mano burbujeante. Con los dedos entrelazados con los de ella, jaló su mano hacia arriba, de vuelta a las sombras. Ella gruñó y le tiró una dentellada. Alec le dio un codazo en la boca, partiéndole los labios. Sangre de vampiro, de un color rojo destellante, más brillante que la sangre humana, le goteaba de la comisura de la boca.
―¿Has tenido suficiente? ―gruñó―. ¿Quieres más? ―Comenzó a forzar su mano hacia la luz del sol. Ya había empezado a sanar, la piel roja y ampollada se decoloraba a un tono rosado.
―¡No! ― jadeó la mujer, tosió y comenzó a temblar, todo su cuerpo se estremecía.
Después de un momento, se dio cuenta de que estaba riéndose, riéndose de él, a través de la sangre―. Esto me hace sentir viva, pequeño Nefilim. Una buena pelea como ésta… debería agradecerte.
―Agradéceme dándome la respuesta a mi pregunta ―dijo Alec, jadeando―. O te convierto en cenizas. Estoy harto de tus juegos.
Los labios de ella se estiraron en una sonrisa. Sus cortes ya se habían curado, aunque su rostro aún estaba sangriento.
―No hay manera de hacerte inmortal. No sin magia negra o convertirte en vampiro, y tú has rechazado ambas opciones.
―Pero, tú has dicho… tu dijiste que hay otro modo en que podríamos estar juntos…
―Oh, lo hay. ―Sus ojos brillaban―. Quizás no seas capaz de darte la inmortalidad, pequeño Nefilim, al menos no en términos que sean aceptables para ti. Pero puedes arrebatársela a Magnus.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Alec, no vallas a hacer algo de lo que te arrepientas después!
Como se van dando cuenta, este libro se centra mucho en la relación de Magnus & Alec!
No tienen ni idea de todo lo que va a pasar con ellos! :scratch:
& de lo que se viene más adelante con el Nicho, Sebastian, la mami de la rayiz, Luke!
:imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead:
Disfruten del capi! ;)
Las leo después! *.*
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
ahhh esa Camille la odio :muere: :muere:
Alec no hagas estupideces!! :wut:
Porque se deja llevar por Camille :misery:
Extraño a Nicho!
Siguela!!
Alec no hagas estupideces!! :wut:
Porque se deja llevar por Camille :misery:
Extraño a Nicho!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Ummm yo sabia que Camille iva a intentar algo como esto!! Pero cuando dice que puede arrevatarle la inmortalidad a magnus, que significa? que Magnus puede darle una marte de su inmortalidad o algo asi? o que magnus puede hacerse mortal? bue, no se!
Seguila...
Seguila...
I.am.rayita (Anto!!!)
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Hola, A ver recapitulemos
Duh! Obvio que era el sexy Nicho, seria imposible confundirlo! Pero hubira preferido que no fuera el :lloro:
Alec, que voy hacer contigo :scratch: NO ENTIENDES NADA O QUE! :x
Pobre rayis tiene que ocultar la verdad a su mami :(
SIGUELA PRONTO!
Kiss xx
Duh! Obvio que era el sexy Nicho, seria imposible confundirlo! Pero hubira preferido que no fuera el :lloro:
Alec, que voy hacer contigo :scratch: NO ENTIENDES NADA O QUE! :x
Pobre rayis tiene que ocultar la verdad a su mami :(
SIGUELA PRONTO!
Kiss xx
Val x.
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahhh esa Camille la odio :muere: :muere:
Alec no hagas estupideces!! :wut:
Porque se deja llevar por Camille :misery:
Extraño a Nicho!
Siguela!!
:gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp:
Lo sé! u.u
Camille nos hará sufrir!
:xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd:
Nichooooooooooo :enamorado:
Vuelve! :jajajaj:
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
I.am.rayita (Anto!!!) escribió:Ummm yo sabia que Camille iva a intentar algo como esto!! Pero cuando dice que puede arrevatarle la inmortalidad a magnus, que significa? que Magnus puede darle una marte de su inmortalidad o algo asi? o que magnus puede hacerse mortal? bue, no se!
Seguila...
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Quizás solo quiere engañar a Alec & nada de lo que le ofrece es posible....
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Hola, A ver recapitulemos
Duh! Obvio que era el sexy Nicho, seria imposible confundirlo! Pero hubira preferido que no fuera el :lloro:
Alec, que voy hacer contigo :scratch: NO ENTIENDES NADA O QUE! :x
Pobre rayis tiene que ocultar la verdad a su mami :(
SIGUELA PRONTO!
Kiss xx
Hola! :P
Me da mucha tristeza lo que pasa con Alec! u.u
& la rayiz, no bueno, no sabes lo que se viene! :x
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Niñaaaaaaaaaaaaaaaas!
Como están! (?
Yo las extrañe!
:ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion:
Pero bueno, tenemos el foro de vuelta! ;)
Así que para recompensar que no tuvieron nove los últimos días!
:fiu: :fiu: :fiu: :fiu: :fiu: :fiu: :fiu:
Les dejo un mini maratón!
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
Espero que les guste! ;)
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• Y la Inmortalidad - Capitulo 4 (Parte 2) •
CAPITULO 1/3
CAPITULO 1/3
____(tn) se sentó en su habitación, en la casa de Luke, con una pluma aferrada en la mano y un pedazo de papel extendido sobre el escritorio frente a ella. El sol ya se había puesto y la luz del escritorio estaba encendida, resplandeciendo sobre la runa que acaba de iniciar.
Había empezado a venir a ella durante el trayecto de regreso en la línea L del tren, mientras miraba por la ventanilla. No era nada que hubiera existido nunca antes, y se precipitó a casa desde la estación mientras la imagen aún estaba fresca en su mente, restó importancia a las preguntas de su madre, se encerró en su habitación y puso la pluma sobre el papel…
Golpearon a la puerta. Rápidamente, ____(tn) deslizó el papel que estaba dibujando bajo una hoja en blanco, mientras su madre entraba a la habitación.
―Lo sé, lo sé ―dijo Jocelyn, alzando una mano contra las protestas de ____(tn)―. Quieres que te deje sola. Pero Luke hizo la cena y debes comer.
____(tn) le dirigió una mirada a su madre.
―Tú también. ―Jocelyn, al igual que su hija, estaba sufriendo una pérdida de apetito por el estrés y su rostro parecía hueco. En ese momento, debería estar preparándose para su luna de miel y dispuesta a empacar sus maletas hacia algún lugar hermoso y lejano. En lugar de ello, su boda estaba pospuesta indefinidamente y ____(tn) podía oír su llanto a través de las paredes, por la noche. ____(tn) conocía ese llanto, nacido de la ira y la culpa, un llanto que decía: Todo esto es mi culpa.
―Comeré si tú lo haces ―dijo Jocelyn, forzando una sonrisa―. Luke hizo pasta.
____(tn) se giró en su silla, disponiendo su cuerpo en un ángulo deliberado para bloquear la vista de su madre del escritorio.
―Mamá ―dijo―. Hay algo que quería preguntarte.
―¿Qué es?
____(tn) mordió el extremo de su pluma, un mal hábito que tenía desde que empezó a dibujar.
―Cuando estuve en la Ciudad Silenciosa con Nicholas, los Hermanos me dijeron que hay una ceremonia que se lleva a cabo en el momento del nacimiento de un Cazador de Sombras, una ceremonia que los protege. Que las Hermanas de Hierro y los Hermanos Silenciosos son los que la realizan. Y me estaba preguntando…
―¿Si la ceremonia se llevó a cabo sobre ti, alguna vez?
____(tn) asintió.
Jocelyn soltó el aliento y pasó las manos a través de su cabello.
―Así fue ―afirmó―. Lo arreglé a través de Magnus. Estuvo presente un Hermano Silencioso, alguien que juró guardar el secreto, y una bruja que tomó el lugar de la Hermana de Hierro. Casi no quería hacerlo. No quería pensar que podías estar en peligro por algo sobrenatural, después de que yo me hubiera ocultado con tanto cuidado. Pero Magnus me convenció y tenía razón.
____(tn) la miró con curiosidad
―¿Quién era la bruja?
―¡Jocelyn! ―Era Luke, gritando desde la cocina―. ¡El agua está hirviendo!
Jocelyn dio un rápido beso en la cabeza de ____(tn).
―Lo siento. Emergencia culinaria. ¿Te veo en cinco minutos?
____(tn) asintió con la cabeza mientras su madre salía corriendo de la habitación, y luego se volvió hacia su escritorio.
La runa que estaba creando aún estaba allí, jugueteando al borde de su mente. Empezó a dibujar de nuevo, completando el diseño que tenía iniciado. Cuando terminó, se sentó y observó lo que había hecho. Se parecía un poco a las runas de Apertura, pero no lo era.
Era un patrón tan simple como una cruz y tan nuevo como el mundo de un recién nacido. Contenía una amenaza latente, una sensación que había nacido de su rabia, su culpa y su ira impotente.
Era una runa poderosa. Pero aunque sabía exactamente lo que significaba y cómo podía usarla, no podía pensar ni un solo modo en el cual, posiblemente, podría ser útil en la situación actual. Era como tener su coche roto en un camino solitario, escarbar desesperadamente alrededor de un árbol y extraer triunfalmente una extensión de cable en lugar de un cable de puente.
Sentía como si su propio poder se estuviera riendo de ella. Con una maldición, dejó caer la pluma sobre el escritorio y puso la cabeza entre las manos.
El interior del viejo hospital había sido cuidadosamente blanqueado, dándole un resplandor misterioso a cada una de las superficies. La mayoría de las ventanas estaban tapiadas, pero incluso en la penumbra, la vista mejorada de Maia podía distinguir los detalles: el polvo cernido de yeso a lo largo de los desnudos pisos de los pasillos, las marcas donde habían puesto las luces de la construcción, pedazos de cable pegoteados a la pared por grumos de pintura, ratones escarbando en los rincones oscuros.
Una voz habló por detrás de ella.
―He estado buscando en el ala este. Nada. ¿Qué hay de ti?
Maia se dio la vuelta. Jordan estaba de pie tras ella, vestido con jeans oscuros y un jersey negro con la cremallera semiabierta sobre una camiseta verde. Sacudió la cabeza.
―Tampoco hay nada en el ala oeste. Unas bonitas escaleras desvencijadas. Lindos detalles arquitectónicos, si ese tipo de cosas te interesa.
Él sacudió la cabeza.
―Salgamos de aquí, entonces. Este lugar me da escalofríos.
Maia estuvo de acuerdo, aliviada de saber que no era la que tuvo que decirlo. Empezó a caminar junto a Jordan, mientras bajaban por un conjunto de escaleras cuyas barandillas estaban tan desmenuzadas que el yeso desmoronado parecía nieve. No estaba segura de por qué había consentido en patrullar con él exactamente, pero no podía negar que hacían un equipo decente.
Era fácil estar con Jordan. A pesar de lo que pasó entre ellos, justo antes que Nicholas desapareciera, él era respetuoso, mantenía su distancia sin hacerla sentir incómoda. La luz de la luna brillaba sobre ambos mientras salían del hospital y en el espacio abierto delante de éste. Era un gran edificio de mármol blanco, cuyas ventanas entabladas parecían ojos ciegos. Un árbol torcido dejaba escapar sus últimas hojas, encorvado frente a las puertas delanteras.
―Bueno, eso fue una pérdida de tiempo ―comentó Jordan. Maia lo miró. Él tenía la vista fija en el antiguo hospital naval, que era como lo prefería. Le gustaba mirar a Jordan cuando él no la estaba mirando. De ese modo, podía observar el ángulo de su mandíbula, la forma en que su cabello oscuro se rizaba en la parte posterior de su cuello, la clavícula bajo el escote en V de su camisa, sin sentir como si él esperara algo más de ella por mirarlo.
Él había sido un chico bonito e inconformista cuando lo conoció, todo ángulos y pestañas, pero ahora se veía mayor, con nudillos llenos de cicatrices y músculos que se movían suavemente bajo su ajustada camiseta verde. Aún tenía el tono aceitunado de la piel, que hacía eco de su herencia italiana, y los ojos color avellana que ella recordaba, a pesar que ahora tenía las pupilas rodeadas de dorado de los licántropos.
Las mismas pupilas que ella veía cuando se miraba en el espejo cada mañana. Las pupilas que tenía debido a él.
―¿Maia? ―Él la estaba mirando con curiosidad―. ¿En qué estás pensando? ―Oh. ―Parpadeó―. Yo, ah… No, no creo que tuviera mucho sentido buscar en el hospital. Quiero decir, para ser honesta, no veo en absoluto el porqué de que nos enviaran aquí. ¿El Brooklyn Navy Yard? ¿Por qué estaría Nicholas aquí? No es como si él tuviera alguna cosa por los barcos.
La expresión de Jordan pasó de interrogativamente burlona a una mucho más oscura.
―Cuando los cuerpos son arrojados al East River, la mayoría de las veces emergen aquí. En los astilleros navales.
―¿Crees que estamos buscando un cuerpo?
―No lo sé. ―Se volvió con un encogimiento de hombros y comenzó a caminar. Sus botas crujían en la hierba seca y raleada―. Tal vez. En este momento, sólo estoy buscando porque se sentiría mal darse por vencido.
Su paso era lento, sin prisa; caminaban hombro con hombro, casi tocándose. Maia mantuvo los ojos fijos en los rascacielos de Manhattan más allá del río, un baño de brillante luz blanca que se reflejaba en el agua. Mientras se acercaban a la poco profunda Wallabout Bay, el arco del Puente de Brooklyn y el rectángulo iluminado del South Steet Seaport quedaron a la vista. Podía oler el miasma contaminada del agua, la suciedad y el combustible del astillero naval, el aroma de los pequeños animales que se movían en el césped.
―No creo que Nicholas esté muerto ―dijo finalmente―. Creo que no quiere que lo encuentren.
Ante eso, Jordan la miró.
―¿Estás diciendo que no deberíamos buscarlo?
―No ―dudó. Habían salido al río, cerca de un muro bajo; ella deslizaba su mano por encima de la parte superior del mismo mientras caminaban. Había una estrecha franja de asfalto entre ellos y el agua―. Cuando hui a Nueva York, no quería que me encontraran. Pero me hubiera gustado la idea que alguien me estuviera buscando, tan arduamente como todo el mundo está buscando a Nicholas Lightwood.
―¿Te gusta Nicholas? ―la voz de Jordan era neutral.
―¿Gustarme? Bueno, no de ese modo.
Jordan rio.
―No quise decir eso. Aunque parece que él se considera increíblemente atractivo, por lo general.
―¿Vas a sacar esa cosa de chico heterosexual, donde finges que no puedes saber si otros chicos son atractivos o no? Nicholas, el tipo peludo del deli de la Novena. ¿Todos se ven iguales para ti?
―Bueno, el tipo peludo tiene ese lunar, así que creo que Nicholas le sacaría una cabeza. Si te gusta toda esa cosa de rubio cincelado “Abercrombie and Fitch desearía tenerme como modelo”. ―La miró a través de sus pestañas.
―Siempre me han gustado los chicos de cabello oscuro ―dijo ella, en voz baja.
Él miró el río.
―Como Simón.
―Bueno… sí. ―Maia no había pensado de esa forma en Simón, en un tiempo―. Supongo que sí.
―Y te gustan los músicos. ―Él se estiró y sacó una hoja de una sobrecargada rama colgante―. Quiero decir, yo soy cantante, Bat era DJ y Simón…
―Me gusta la música. ―Maia se apartó el cabello del rostro.
―¿Qué más te gusta? ―Jordan destrozó la hoja entre sus dedos. Hizo una pausa y se izó, para sentarse en el muro bajo, girando sobre sí mismo para enfrentarla―. Quiero decir, ¿hay algo que te guste tanto que crees que podrías desear dar algo por ello, como la vida?
Ella lo miró con sorpresa.
―¿Qué quieres decir?
―¿Recuerdas cuando me hice esto? ―Abrió la cremallera de su suéter y lo quitó de uno de sus hombros. La camiseta que llevaba debajo era de mangas cortas. Unas palabras en sánscrito de rodeaban cada uno de sus bíceps; los Mantras Shanti. Ella los recordaba muy bien. Su amiga Valerie se los había hecho después de horas y de forma gratuita, en su tienda de tatuajes de Red Bank. Maia dio un paso hacia él. Como estaba sentado y ella de pie, quedaban casi cara a cara. Estiró una mano y, vacilante, deslizó sus dedos alrededor de las letras tatuadas sobre su brazo izquierdo. Los ojos de él se cerraron ante su contacto.
―Guíanos desde lo irreal a lo real ―leyó ella, en voz alta―. Guíanos desde la oscuridad a la luz. Guíanos desde la muerte a la inmortalidad. ―La piel de él se sentía suave bajo la punta de los dedos―. De las Upanishads.
―Fueron idea tuya. Tú eras la que siempre estaba leyendo. Tú eras la que sabía todo… ―Abrió los ojos y la miró. Los tenía de un tono más claro que el agua detrás de él―. Maia, lo que sea que quieras hacer, te ayudaré. He ahorrado un montón de mi salario del Praetor. Podría dártelo… cubriría tu matrícula para Stanford. Bueno, la mayor parte. Si aún quieres ir.
―No lo sé ―dijo ella, con su mente girando en torbellino―. Cuando me uní a la manada, creí que no podías ser un hombre lobo y cualquier otra cosa. Pensé que sólo estaba viviendo en la manada, realmente sin tener una identidad. Me sentía más segura de esa manera. Pero Luke, él tiene una vida. Es dueño de una librería. Y tú, tú estás en el Praetor. Supongo que… puedes ser más de una cosa.
―Siempre lo has sido. ―Su voz era baja y gutural―. Ya sabes, lo que dijiste antes, que cuando huiste, te hubiera gustado pensar que alguien te estaba buscando. ―Él respiró hondo―. Yo te estaba buscando. Nunca dejé de hacerlo.
Ella encontró sus ojos color avellana. Él no se movió, pero las manos que aferraban sus rodillas tenían los nudillos blancos. Maia se inclinó hacia delante, lo suficientemente cerca para ver la débil sombra de la barba a lo largo de su mandíbula, para aspirar su esencia, aroma a lobo, pasta de dientes y muchacho. Puso sus manos sobre las de él.
―Bueno ―dijo―. Me encontraste.
Sus rostros estaban a sólo centímetros de distancia uno del otro. Ella sintió su aliento sobre los labios antes de que la besara, se inclinó y sus ojos se cerraron. Jordan tenía la boca tan suave como la recordaba, sus labios masajearon gentilmente los de ella, enviando escalofríos a través de todo su cuerpo. Alzó los brazos para envolverlos alrededor de su cuello, para deslizar los dedos bajo su rizado cabello oscuro, para tocar ligeramente la piel desnuda de la nuca, el borde del cuello de la gastada camisa.
Él la jaló más cerca. Estaba temblando. Maia percibió el calor del cuerpo fuerte contra el suyo, mientras las manos de él se deslizaban por su espalda.
―Maia ―susurró Jordan, antes de empezar a levantar el dobladillo de su suéter.
Sus dedos estaban aferrados a la parte baja de su espalda. Sus labios se movían contra los de ella―. Te amo. Nunca he dejado de amarte.
Eres mía. Siempre serás mía.
Con el corazón martillando, se apartó de un salto, tirando de su suéter hacia abajo.
―Jordan… detente.
Él la miró con una expresión aturdida y preocupada
―Lo siento. ¿Algo no estaba bien? No he besado a nadie más que a ti, no desde…
―Dejó de hablar.
Ella sacudió la cabeza.
―No, es sólo que… no puedo.
―Está bien ―dijo. Se venía muy vulnerable sentado allí, con su consternación escrita por todo el rostro―. No tenemos que hacer nada…
Ella buscó las palabras a tientas.
―Eso fue demasiado.
―Sólo fue un beso.
―Dijiste que me amabas. ―Le temblaba la voz―. Te ofreciste a darme tus ahorros. No puedo aceptarlo.
―¿Qué parte? ―preguntó él, con el dolor palpitando en su voz―. ¿La parte de mi dinero o la parte del amor?
―Ambas. Simplemente no puedo, ¿de acuerdo? No contigo, no en este momento. ―Comenzó a retroceder.
Él la miraba con los labios entreabiertos―. No me sigas, por favor ―le pidió, y se giró para regresar rápidamente por donde habían llegado.
Había empezado a venir a ella durante el trayecto de regreso en la línea L del tren, mientras miraba por la ventanilla. No era nada que hubiera existido nunca antes, y se precipitó a casa desde la estación mientras la imagen aún estaba fresca en su mente, restó importancia a las preguntas de su madre, se encerró en su habitación y puso la pluma sobre el papel…
Golpearon a la puerta. Rápidamente, ____(tn) deslizó el papel que estaba dibujando bajo una hoja en blanco, mientras su madre entraba a la habitación.
―Lo sé, lo sé ―dijo Jocelyn, alzando una mano contra las protestas de ____(tn)―. Quieres que te deje sola. Pero Luke hizo la cena y debes comer.
____(tn) le dirigió una mirada a su madre.
―Tú también. ―Jocelyn, al igual que su hija, estaba sufriendo una pérdida de apetito por el estrés y su rostro parecía hueco. En ese momento, debería estar preparándose para su luna de miel y dispuesta a empacar sus maletas hacia algún lugar hermoso y lejano. En lugar de ello, su boda estaba pospuesta indefinidamente y ____(tn) podía oír su llanto a través de las paredes, por la noche. ____(tn) conocía ese llanto, nacido de la ira y la culpa, un llanto que decía: Todo esto es mi culpa.
―Comeré si tú lo haces ―dijo Jocelyn, forzando una sonrisa―. Luke hizo pasta.
____(tn) se giró en su silla, disponiendo su cuerpo en un ángulo deliberado para bloquear la vista de su madre del escritorio.
―Mamá ―dijo―. Hay algo que quería preguntarte.
―¿Qué es?
____(tn) mordió el extremo de su pluma, un mal hábito que tenía desde que empezó a dibujar.
―Cuando estuve en la Ciudad Silenciosa con Nicholas, los Hermanos me dijeron que hay una ceremonia que se lleva a cabo en el momento del nacimiento de un Cazador de Sombras, una ceremonia que los protege. Que las Hermanas de Hierro y los Hermanos Silenciosos son los que la realizan. Y me estaba preguntando…
―¿Si la ceremonia se llevó a cabo sobre ti, alguna vez?
____(tn) asintió.
Jocelyn soltó el aliento y pasó las manos a través de su cabello.
―Así fue ―afirmó―. Lo arreglé a través de Magnus. Estuvo presente un Hermano Silencioso, alguien que juró guardar el secreto, y una bruja que tomó el lugar de la Hermana de Hierro. Casi no quería hacerlo. No quería pensar que podías estar en peligro por algo sobrenatural, después de que yo me hubiera ocultado con tanto cuidado. Pero Magnus me convenció y tenía razón.
____(tn) la miró con curiosidad
―¿Quién era la bruja?
―¡Jocelyn! ―Era Luke, gritando desde la cocina―. ¡El agua está hirviendo!
Jocelyn dio un rápido beso en la cabeza de ____(tn).
―Lo siento. Emergencia culinaria. ¿Te veo en cinco minutos?
____(tn) asintió con la cabeza mientras su madre salía corriendo de la habitación, y luego se volvió hacia su escritorio.
La runa que estaba creando aún estaba allí, jugueteando al borde de su mente. Empezó a dibujar de nuevo, completando el diseño que tenía iniciado. Cuando terminó, se sentó y observó lo que había hecho. Se parecía un poco a las runas de Apertura, pero no lo era.
Era un patrón tan simple como una cruz y tan nuevo como el mundo de un recién nacido. Contenía una amenaza latente, una sensación que había nacido de su rabia, su culpa y su ira impotente.
Era una runa poderosa. Pero aunque sabía exactamente lo que significaba y cómo podía usarla, no podía pensar ni un solo modo en el cual, posiblemente, podría ser útil en la situación actual. Era como tener su coche roto en un camino solitario, escarbar desesperadamente alrededor de un árbol y extraer triunfalmente una extensión de cable en lugar de un cable de puente.
Sentía como si su propio poder se estuviera riendo de ella. Con una maldición, dejó caer la pluma sobre el escritorio y puso la cabeza entre las manos.
*********************************
El interior del viejo hospital había sido cuidadosamente blanqueado, dándole un resplandor misterioso a cada una de las superficies. La mayoría de las ventanas estaban tapiadas, pero incluso en la penumbra, la vista mejorada de Maia podía distinguir los detalles: el polvo cernido de yeso a lo largo de los desnudos pisos de los pasillos, las marcas donde habían puesto las luces de la construcción, pedazos de cable pegoteados a la pared por grumos de pintura, ratones escarbando en los rincones oscuros.
Una voz habló por detrás de ella.
―He estado buscando en el ala este. Nada. ¿Qué hay de ti?
Maia se dio la vuelta. Jordan estaba de pie tras ella, vestido con jeans oscuros y un jersey negro con la cremallera semiabierta sobre una camiseta verde. Sacudió la cabeza.
―Tampoco hay nada en el ala oeste. Unas bonitas escaleras desvencijadas. Lindos detalles arquitectónicos, si ese tipo de cosas te interesa.
Él sacudió la cabeza.
―Salgamos de aquí, entonces. Este lugar me da escalofríos.
Maia estuvo de acuerdo, aliviada de saber que no era la que tuvo que decirlo. Empezó a caminar junto a Jordan, mientras bajaban por un conjunto de escaleras cuyas barandillas estaban tan desmenuzadas que el yeso desmoronado parecía nieve. No estaba segura de por qué había consentido en patrullar con él exactamente, pero no podía negar que hacían un equipo decente.
Era fácil estar con Jordan. A pesar de lo que pasó entre ellos, justo antes que Nicholas desapareciera, él era respetuoso, mantenía su distancia sin hacerla sentir incómoda. La luz de la luna brillaba sobre ambos mientras salían del hospital y en el espacio abierto delante de éste. Era un gran edificio de mármol blanco, cuyas ventanas entabladas parecían ojos ciegos. Un árbol torcido dejaba escapar sus últimas hojas, encorvado frente a las puertas delanteras.
―Bueno, eso fue una pérdida de tiempo ―comentó Jordan. Maia lo miró. Él tenía la vista fija en el antiguo hospital naval, que era como lo prefería. Le gustaba mirar a Jordan cuando él no la estaba mirando. De ese modo, podía observar el ángulo de su mandíbula, la forma en que su cabello oscuro se rizaba en la parte posterior de su cuello, la clavícula bajo el escote en V de su camisa, sin sentir como si él esperara algo más de ella por mirarlo.
Él había sido un chico bonito e inconformista cuando lo conoció, todo ángulos y pestañas, pero ahora se veía mayor, con nudillos llenos de cicatrices y músculos que se movían suavemente bajo su ajustada camiseta verde. Aún tenía el tono aceitunado de la piel, que hacía eco de su herencia italiana, y los ojos color avellana que ella recordaba, a pesar que ahora tenía las pupilas rodeadas de dorado de los licántropos.
Las mismas pupilas que ella veía cuando se miraba en el espejo cada mañana. Las pupilas que tenía debido a él.
―¿Maia? ―Él la estaba mirando con curiosidad―. ¿En qué estás pensando? ―Oh. ―Parpadeó―. Yo, ah… No, no creo que tuviera mucho sentido buscar en el hospital. Quiero decir, para ser honesta, no veo en absoluto el porqué de que nos enviaran aquí. ¿El Brooklyn Navy Yard? ¿Por qué estaría Nicholas aquí? No es como si él tuviera alguna cosa por los barcos.
La expresión de Jordan pasó de interrogativamente burlona a una mucho más oscura.
―Cuando los cuerpos son arrojados al East River, la mayoría de las veces emergen aquí. En los astilleros navales.
―¿Crees que estamos buscando un cuerpo?
―No lo sé. ―Se volvió con un encogimiento de hombros y comenzó a caminar. Sus botas crujían en la hierba seca y raleada―. Tal vez. En este momento, sólo estoy buscando porque se sentiría mal darse por vencido.
Su paso era lento, sin prisa; caminaban hombro con hombro, casi tocándose. Maia mantuvo los ojos fijos en los rascacielos de Manhattan más allá del río, un baño de brillante luz blanca que se reflejaba en el agua. Mientras se acercaban a la poco profunda Wallabout Bay, el arco del Puente de Brooklyn y el rectángulo iluminado del South Steet Seaport quedaron a la vista. Podía oler el miasma contaminada del agua, la suciedad y el combustible del astillero naval, el aroma de los pequeños animales que se movían en el césped.
―No creo que Nicholas esté muerto ―dijo finalmente―. Creo que no quiere que lo encuentren.
Ante eso, Jordan la miró.
―¿Estás diciendo que no deberíamos buscarlo?
―No ―dudó. Habían salido al río, cerca de un muro bajo; ella deslizaba su mano por encima de la parte superior del mismo mientras caminaban. Había una estrecha franja de asfalto entre ellos y el agua―. Cuando hui a Nueva York, no quería que me encontraran. Pero me hubiera gustado la idea que alguien me estuviera buscando, tan arduamente como todo el mundo está buscando a Nicholas Lightwood.
―¿Te gusta Nicholas? ―la voz de Jordan era neutral.
―¿Gustarme? Bueno, no de ese modo.
Jordan rio.
―No quise decir eso. Aunque parece que él se considera increíblemente atractivo, por lo general.
―¿Vas a sacar esa cosa de chico heterosexual, donde finges que no puedes saber si otros chicos son atractivos o no? Nicholas, el tipo peludo del deli de la Novena. ¿Todos se ven iguales para ti?
―Bueno, el tipo peludo tiene ese lunar, así que creo que Nicholas le sacaría una cabeza. Si te gusta toda esa cosa de rubio cincelado “Abercrombie and Fitch desearía tenerme como modelo”. ―La miró a través de sus pestañas.
―Siempre me han gustado los chicos de cabello oscuro ―dijo ella, en voz baja.
Él miró el río.
―Como Simón.
―Bueno… sí. ―Maia no había pensado de esa forma en Simón, en un tiempo―. Supongo que sí.
―Y te gustan los músicos. ―Él se estiró y sacó una hoja de una sobrecargada rama colgante―. Quiero decir, yo soy cantante, Bat era DJ y Simón…
―Me gusta la música. ―Maia se apartó el cabello del rostro.
―¿Qué más te gusta? ―Jordan destrozó la hoja entre sus dedos. Hizo una pausa y se izó, para sentarse en el muro bajo, girando sobre sí mismo para enfrentarla―. Quiero decir, ¿hay algo que te guste tanto que crees que podrías desear dar algo por ello, como la vida?
Ella lo miró con sorpresa.
―¿Qué quieres decir?
―¿Recuerdas cuando me hice esto? ―Abrió la cremallera de su suéter y lo quitó de uno de sus hombros. La camiseta que llevaba debajo era de mangas cortas. Unas palabras en sánscrito de rodeaban cada uno de sus bíceps; los Mantras Shanti. Ella los recordaba muy bien. Su amiga Valerie se los había hecho después de horas y de forma gratuita, en su tienda de tatuajes de Red Bank. Maia dio un paso hacia él. Como estaba sentado y ella de pie, quedaban casi cara a cara. Estiró una mano y, vacilante, deslizó sus dedos alrededor de las letras tatuadas sobre su brazo izquierdo. Los ojos de él se cerraron ante su contacto.
―Guíanos desde lo irreal a lo real ―leyó ella, en voz alta―. Guíanos desde la oscuridad a la luz. Guíanos desde la muerte a la inmortalidad. ―La piel de él se sentía suave bajo la punta de los dedos―. De las Upanishads.
―Fueron idea tuya. Tú eras la que siempre estaba leyendo. Tú eras la que sabía todo… ―Abrió los ojos y la miró. Los tenía de un tono más claro que el agua detrás de él―. Maia, lo que sea que quieras hacer, te ayudaré. He ahorrado un montón de mi salario del Praetor. Podría dártelo… cubriría tu matrícula para Stanford. Bueno, la mayor parte. Si aún quieres ir.
―No lo sé ―dijo ella, con su mente girando en torbellino―. Cuando me uní a la manada, creí que no podías ser un hombre lobo y cualquier otra cosa. Pensé que sólo estaba viviendo en la manada, realmente sin tener una identidad. Me sentía más segura de esa manera. Pero Luke, él tiene una vida. Es dueño de una librería. Y tú, tú estás en el Praetor. Supongo que… puedes ser más de una cosa.
―Siempre lo has sido. ―Su voz era baja y gutural―. Ya sabes, lo que dijiste antes, que cuando huiste, te hubiera gustado pensar que alguien te estaba buscando. ―Él respiró hondo―. Yo te estaba buscando. Nunca dejé de hacerlo.
Ella encontró sus ojos color avellana. Él no se movió, pero las manos que aferraban sus rodillas tenían los nudillos blancos. Maia se inclinó hacia delante, lo suficientemente cerca para ver la débil sombra de la barba a lo largo de su mandíbula, para aspirar su esencia, aroma a lobo, pasta de dientes y muchacho. Puso sus manos sobre las de él.
―Bueno ―dijo―. Me encontraste.
Sus rostros estaban a sólo centímetros de distancia uno del otro. Ella sintió su aliento sobre los labios antes de que la besara, se inclinó y sus ojos se cerraron. Jordan tenía la boca tan suave como la recordaba, sus labios masajearon gentilmente los de ella, enviando escalofríos a través de todo su cuerpo. Alzó los brazos para envolverlos alrededor de su cuello, para deslizar los dedos bajo su rizado cabello oscuro, para tocar ligeramente la piel desnuda de la nuca, el borde del cuello de la gastada camisa.
Él la jaló más cerca. Estaba temblando. Maia percibió el calor del cuerpo fuerte contra el suyo, mientras las manos de él se deslizaban por su espalda.
―Maia ―susurró Jordan, antes de empezar a levantar el dobladillo de su suéter.
Sus dedos estaban aferrados a la parte baja de su espalda. Sus labios se movían contra los de ella―. Te amo. Nunca he dejado de amarte.
Eres mía. Siempre serás mía.
Con el corazón martillando, se apartó de un salto, tirando de su suéter hacia abajo.
―Jordan… detente.
Él la miró con una expresión aturdida y preocupada
―Lo siento. ¿Algo no estaba bien? No he besado a nadie más que a ti, no desde…
―Dejó de hablar.
Ella sacudió la cabeza.
―No, es sólo que… no puedo.
―Está bien ―dijo. Se venía muy vulnerable sentado allí, con su consternación escrita por todo el rostro―. No tenemos que hacer nada…
Ella buscó las palabras a tientas.
―Eso fue demasiado.
―Sólo fue un beso.
―Dijiste que me amabas. ―Le temblaba la voz―. Te ofreciste a darme tus ahorros. No puedo aceptarlo.
―¿Qué parte? ―preguntó él, con el dolor palpitando en su voz―. ¿La parte de mi dinero o la parte del amor?
―Ambas. Simplemente no puedo, ¿de acuerdo? No contigo, no en este momento. ―Comenzó a retroceder.
Él la miraba con los labios entreabiertos―. No me sigas, por favor ―le pidió, y se giró para regresar rápidamente por donde habían llegado.
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• El Hijo de Valentine - Capitulo 5 (Parte 1) •
CAPITULO 2/3
CAPITULO 2/3
Estaba soñando con paisajes helados otra vez.
Una tundra amarga que se extendía en todas direcciones, témpanos de hielo a la deriva sobre las aguas negras del mar Ártico, montañas cubiertas de nieve y ciudades talladas en hielo, cuyas torres brillaban como las torres de demonio de Alicante.
Frente a la ciudad congelada había un lago congelado. ____(tn) estaba resbalando por una pendiente pronunciada, tratando de alcanzar el lago aunque no estaba segura del porqué. Dos figuras oscuras permanecían de pie en el centro del agua congelada. A medida que ella se acercaba al lago, resbalando por la superficie de la pendiente, con las manos ardiendo por el contacto con el hielo y la nieve llenando sus zapatos, vio que una era la de un muchacho con alas negras que se extendían de su espalda como las de un cuervo. Su cabello era blanco como el hielo que los rodeaba. Sebastian. Y al lado de Sebastian estaba Nicholas, su cabello dorado era el único color en el paisaje helado que no era negro o blanco.
Mientras Nicholas se alejaba de Sebastian y empezaba a caminar hacia ____(tn), las alas brotaron de espalda, oro blanco y brillante. ____(tn) se deslizó los últimos metros hasta la helada superficie del lago y colapsó sobre sus rodillas, exhausta. Sus manos estaban azulada y sangrantes, los labios agrietados, sus pulmones se quemaban con cada respiración helada.
―Nicholas ―susurró.
Y él estaba allí, poniéndola de pies, sus alas se envolvían alrededor de ella, y ella estaba caliente de nuevo, su cuerpo descongelándose desde su corazón a través de sus venas, con lo que sus manos y pies volvían a la vida con mitad dolor, mitad hormigueo placentero.
―____(tn) ―le dijo, acariciándole el pelo lentamente―. ¿Puedes prometerme que no vas a gritar?
Los ojos de ____(tn) se abrieron. Por un momento, estuvo tan desorientada que el mundo parecía girar a su alrededor como la vista desde un carrusel en movimiento.
Estaba en su habitación, en la casa de Luke, con el futón familiar bajo ella, el armario con su espejo roto, la hilera de ventanas que daban al East River, el radiador escupiendo y silbando. Una luz tenue se filtraba a través de las ventanas y un débil resplandor rojo provenía de la alarma contra incendios sobre el armario. ____(tn) yacía de costado, bajo un montón de mantas, y su espalda estaba deliciosamente tibia. Un brazo estaba acomodado a lo largo de su costado. Por un momento, en el nebuloso espacio seminconsciente entre sueño y despertar, se preguntó si Simón se había metido por la ventana mientras ella estaba dormida y se había acostado a su lado, en la forma que solían dormir en la misma cama, cuando eran niños.
Pero Simón no tenía calor corporal.
Su corazón dio un brinco en su pecho. Ahora completamente despierta, se giró en la cama. A su lado estaba Nicholas, yaciendo sobre su costado, mirándola, con la cabeza apoyada en una mano. La tenue luz de la luna formaba un halo sobre su cabello y sus ojos brillaban dorados, como los de un gato. Estaba totalmente vestido, aún llevaba la camiseta de mangas cortas que le había visto ese mismo día, y sus brazos desnudos estaban entrelazados con runas como enredaderas.
Contuvo el aliento, asustada. Nicholas, su Nicholas, nunca la había mirado de ese modo. Sí con deseo, pero no con esa mirada perezosa, de depredador, devoradora, que hacía que su corazón palpitara irregularmente en su pecho.
Abrió la boca, para decir su nombre o para gritar, no esta segura, y nunca tuvo la oportunidad de averiguarlo; Nicholas se movió tan rápido que ni siquiera lo vio. En un momento estaba yaciendo a su lado, y al siguiente estaba sobre ella, con una mano apretada sobre su boca. Sus piernas estaban a horcajadas sobre las de ella; podía sentir su delgado cuerpo musculoso apretado contra el propio.
―No voy a hacerte daño ―dijo él―. Nunca te lastimaría. Pero no quiero que grites. Necesito hablar contigo.
Ella lo miró.
Para su sorpresa, él se echó a reír. Su risa era familiar, silenciosa como un susurro.
―Puedo leer tus expresiones, ____(tn) Fray. En el minuto que quite mi mano de tu boca, gritarás. O usarás tu entrenamiento y me romperás las muñecas. Vamos, prométeme que no lo harás. Jura por el Ángel.
Esta vez, ella puso los ojos en blanco.
―Está bien, tienes razón ―admitió él―. No puedes jurar, exactamente, con mi mano sobre tu boca. Voy a quitarla. Y si gritas… ―Inclinó la cabeza hacia un lado; el cabello oro pálido cayó sobre sus ojos―. Desapareceré.
Retiró la mano. ____(tn) se quedó inmóvil, respirando con dificultad por la presión de su cuerpo contra el de ella. Sabía que era más rápido que ella, que no había movimiento que pudiera hacer para superarlo pero, por el momento, él parecía estar tratando su interacción como un juego, algo divertido. Nicholas se inclinó más cerca, y ella se dio cuenta de que su camiseta se había levantado, por lo que podía sentir los músculos del estómago duro y plano contra su propia piel desnuda. Su rostro enrojeció.
A pesar del calor en su rostro, sentía como si frías agujas de hielo estuvieran corriendo de arriba abajo por sus venas.
―¿Qué estás haciendo aquí?
Él se echó ligeramente hacia atrás, viéndose decepcionado.
―Esa no es una respuesta a mi pregunta realmente, ¿sabes? Estaba esperando más un "Coro de Aleluyas". Quiero decir, no todos los días tu novio regresa de entre los muertos.
―Ya sabía que no estabas muerto ―ella habló a través de los labios entumidos―. Te vi en la biblioteca. Con…
―¿El Coronel Mostaza?
―Sebastian.
Él soltó el aliento en una risa ahogada.
―Yo también sabía que estabas allí. Podía sentirlo.
____(tn) sintió que su cuerpo se tensaba.
―Me dejaste pensar que te habías ido ―dijo―. Antes de eso. Pensé que tú… realmente pensé que había una posibilidad de que estuvieras… ―Se quebró; no podía decirlo. Muerto―. Es imperdonable. Si yo te lo hubiera hecho…
―____(tn). ―Se volvió a inclinar sobre ella; sus manos se sentían calientes sobre las muñecas, su aliento suave en la oreja. Podía sentir cada parte que su piel desnuda estaba tocando. Era algo que distraía terriblemente―. Tuve que hacerlo. Era demasiado peligroso. Si te lo decía, tendrías que haber elegido entre decirle al Concejo que yo aún estaba vivo (y dejar que ellos me cacen), o mantener un secreto que te habría hecho una cómplice ante sus ojos. Entonces, cuando me viste en la biblioteca, tuve que esperar. Necesitaba saber si aún me amabas, si acudirías al Concejo o no, después de lo que habías visto. No lo hiciste. Tenía que saber si te preocupabas más por mí que por la Ley. Es así, ¿no?
―No lo sé ―susurró―. No lo sé. ¿Quién eres?
―Aún soy Nicholas ―contestó él―. Aún te amo.
Unas lágrimas ardientes brotaron de sus ojos. Ella parpadeó y rodaron por su rostro. Nicholas agachó la cabeza y besó sus mejillas gentilmente, y luego su boca. Saboreó sus propias lágrimas, saladas sobre sus labios, y él le abrió la boca con la suya, cuidadosa y suavemente. Su sabor familiar se apoderó de ella, y se irguió hacia él por una fracción de segundo, sus dudas subyugadas por el ciego reconocimiento irracional de la necesidad de conservarlo cerca, de conservarlo allí… justo cuando se abría la puerta de su dormitorio.
Nicholas la soltó. Instantáneamente, ____(tn) se apartó de él, forcejeando para bajar su camiseta. Nicholas se irguió hasta una posición sentada, con una gracia sin prisa, perezosa y le sonrió a la persona que estaba en el umbral de la puerta.
―Bien, bien ―dijo Nicholas―. Debes tener el peor sentido de la oportunidad, desde que Napoleón decidió que el fin del invierno era el momento correcto para invadir Rusia.
Era Sebastian.
De cerca, ____(tn) pudo ver más claramente las diferencias en él, desde que lo conociera en Idris. Su cabello era como papel blanco, sus ojos negros túneles bordeados por pestañas tan largas como patas de araña. Llevaba una camiseta blanca, con las mangas levantadas, y pudo ver una cicatriz roja que rodeaba su muñeca derecha, como un brazalete estriado. También había una cicatriz a lo largo de la palma de su mano, que se veía nueva y rugosa.
―Es mi hermana a la que estás corrompiendo, ¿sabes? ―preguntó, moviendo su mirada negra hacia Nicholas. Había diversión en su expresión.
―Lo siento. ―Nicholas no sonaba arrepentido. Se había recostado nuevamente sobre lo cobertores, como un gato―. Nos dejamos llevar.
____(tn) contuvo el aliento. Sonaba áspero a sus propios oídos.
―Fuera ―le dijo a Sebastian.
Él se apoyó contra el marco de la puerta, cadera y codo, y a ella le llamó la atención, por la similitud de movimientos entre él y Nicholas. No lucían parecidos, pero se movían parecidos. Como si…
Como si hubieran sido entrenados para moverse por la misma persona.
―A ver ―dijo él―, ¿ésa es forma de hablarle a tu hermano mayor?
―Magnus debió dejarte como perchero ―escupió ____(tn).
―Oh, lo recuerdas, ¿verdad? Pensé que la habíamos pasado bien ese día. ―Sonrió un poco, y ____(tn), con un barboteo enfermo en el estómago, recordó cómo la había llevado hasta los restos quemados de la casa de su madre, como la había besado entre los escombros, sabiendo exactamente qué eran el uno para la otra, y deleitándose en el hecho de que ella no.
Miró de reojo a Nicholas. Él sabía perfectamente bien que Sebastian la había besado. Sebastian se había burlado de él con eso, y Nicholas estuvo a punto de matarlo. Pero ahora no se veía enojado; parecía divertido y ligeramente molesto por que lo hubieran interrumpido.
―Tenemos que hacerlo de nuevo ―dijo Sebastian, examinando sus uñas.
―No me importa lo que pienses. Tú no eres mi hermano ―espetó ____(tn)―. Eres un asesino.
―De verdad no veo cómo esas dos cosas se cancelan entre ellas ―comentó Sebastian―. No es como si lo hicieran en el caso de nuestro querido y muerto papá.
―Su mirada se desvió perezosamente hacia Nicholas―. Normalmente, odio meterme en el camino de la vida amorosa de un amigo, pero realmente no me gusta estar de pie aquí indefinidamente, en este pasillo. Especialmente porque no puedo encender ninguna luz. Es aburrido.
Nicholas se sentó, tirando de su camiseta hacia abajo.
―Danos cinco minutos.
Sebastian soltó un exagerado suspiro y cerró la puerta. ____(tn) miró a Nicholas.
―¿Qué mier…?
―El vocabulario, Fray. ―Los ojos de Nicholas bailaban―. Relájate.
____(tn) señaló repetidamente la puerta con la mano.
―Oíste lo dijo sobre el día en que me besó. Él lo sabía. Sabía que yo era su hermana. Nicholas…
Algo destelló en sus ojos, oscureciendo su color dorado, pero cuando él volvió a hablar, fue como si sus palabras hubieran golpeado una superficie de teflón y rebotaran, sin dejar ninguna marca.
____(tn) se apartó de él.
―Nicholas, ¿no estás oyendo nada de lo que digo?
―Mira, entiendo que te sientas incómoda con tu hermano esperando afuera, en el pasillo. Yo no planeaba besarte. ―Sonrió en un modo que, en otro tiempo, hubiera encontrado adorable―. Simplemente parecía una buena idea en ese momento.
____(tn) se arrojó rápidamente de la cama, mirándolo fijamente. Cogió la bata que colgaba de un poste de su cama y se envolvió con ella. Nicholas la miraba, sin hacer ningún movimiento para detenerla, aunque sus ojos brillaban en la oscuridad.
―Yo… ni siquiera lo entiendo. Primero desapareces, y luego regresas con él, actuando como si yo no fuera a notar nada, o no me importara o no recordara…
―Te lo dije ―adujo él―. Tenía que estar seguro sobre ti. No quería ponerte en la posición de saber dónde estaba yo, mientras la Clave aún estaba investigándote. Pensé que sería difícil para ti…
―¿Difícil para mí? ―Estaba casi sin aliento por la rabia―. Los exámenes son difíciles. Las carreras de obstáculos son difíciles. Tu desaparición de ese modo prácticamente me mató, Nicholas. ¿Y qué crees que le has hecho a Alec? ¿A Isabelle? ¿A Maryse? ¿Sabes lo que ha sido? ¿Puedes siquiera imaginarlo? El desconocimiento, la búsqueda…
Esa extraña mirada pasó sobre su rostro otra vez, como si estuviera oyéndola pero no escuchándola al mismo tiempo.
―Oh, sí, iba a preguntarlo. ―Nicholas sonrió como un ángel―. ¿Todo el mundo está buscándome?
— Todo el mundo… — sacudió la cabeza, envolviéndose más en la túnica. De repente, quería estar cubierta frente a él, frente a toda aquella familiaridad y belleza, y aquella sonrisa de depredador que decía que estaba dispuesto a hacer lo que sea con ella, a ella, sin importar quién estuviera esperando en el pasillo.
―Estaba esperanzado de que hubieran puesto volantes, como hacen para los gatos perdidos ―dijo―. Se busca un chico adolescente increíblemente atractivo. Responde al nombre de "Nicholas" o "Persona Sexy".
―No lo digas de esa forma.
―¿No te gusta "Persona Sexy"? ¿Piensas que "Chico Dulce" sería mejor? ¿"Amante Caballero"? Realmente, eso último está un poco pasado de moda. Aunque, técnicamente, mi familia es de Gran Bretaña…
―Cierra la boca ―dijo ella, salvajemente―. Y sal de aquí.
―Yo… ―Él la miró sorprendido, y ella recordó cuán sorprendido estuvo, fuera de la Mansión, cuando lo apartó―. Está bien, de acuerdo. Me pondré en serio, ____(tn). Estoy aquí porque quiero que vengas conmigo.
―¿Ir a dónde contigo?
―Ven conmigo ―repitió, y luego vaciló―. Y con Sebastian. Y te lo explicaré todo.
Por un momento se quedó helada, con los ojos fijos en él. La luz plateada de la luna delineaba las curvas de su boca, la forma de sus pómulos, la sombra de sus pestañas, el arco de su garganta.
―La última vez que "fui contigo a alguna parte", me dejaron inconsciente de un golpe y me arrastraron en medio de una ceremonia de magia negra.
―Ese no fui yo. Esa era Lilith.
―El Nicholas Lightwood que yo conocí no estaría en la misma habitación que Jonathan Morgenstern sin asesinarlo.
―Pienso que te darás cuenta de que eso sería contraproducente ―dijo Nicholas con ligereza, metiendo los pies dentro de sus botas―. Estamos enlazados, él y yo. Lo cortan a él y yo sangro.
―¿Enlazados? ¿Qué quieres decir, enlazados?
Él se echó hacia atrás el cabello claro, ignorando su pregunta.
―Esto es más de lo que tú entiendes, ____(tn). Él tiene un plan. Está dispuesto a trabajarlo, a sacrificarse. Si me das una oportunidad de explicarlo…
―Él asesinó a Max, Nicholas ―dijo ella―. Tu hermano menor.
Él se estremeció y, por un momento de salvaje esperanza, ella pensó que había roto una apertura a través de él; pero su expresión se suavizó, como una hoja arrugada que se alisara.
―Eso fue… eso fue un accidente. Además, Sebastian es como mi hermano.
Una tundra amarga que se extendía en todas direcciones, témpanos de hielo a la deriva sobre las aguas negras del mar Ártico, montañas cubiertas de nieve y ciudades talladas en hielo, cuyas torres brillaban como las torres de demonio de Alicante.
Frente a la ciudad congelada había un lago congelado. ____(tn) estaba resbalando por una pendiente pronunciada, tratando de alcanzar el lago aunque no estaba segura del porqué. Dos figuras oscuras permanecían de pie en el centro del agua congelada. A medida que ella se acercaba al lago, resbalando por la superficie de la pendiente, con las manos ardiendo por el contacto con el hielo y la nieve llenando sus zapatos, vio que una era la de un muchacho con alas negras que se extendían de su espalda como las de un cuervo. Su cabello era blanco como el hielo que los rodeaba. Sebastian. Y al lado de Sebastian estaba Nicholas, su cabello dorado era el único color en el paisaje helado que no era negro o blanco.
Mientras Nicholas se alejaba de Sebastian y empezaba a caminar hacia ____(tn), las alas brotaron de espalda, oro blanco y brillante. ____(tn) se deslizó los últimos metros hasta la helada superficie del lago y colapsó sobre sus rodillas, exhausta. Sus manos estaban azulada y sangrantes, los labios agrietados, sus pulmones se quemaban con cada respiración helada.
―Nicholas ―susurró.
Y él estaba allí, poniéndola de pies, sus alas se envolvían alrededor de ella, y ella estaba caliente de nuevo, su cuerpo descongelándose desde su corazón a través de sus venas, con lo que sus manos y pies volvían a la vida con mitad dolor, mitad hormigueo placentero.
―____(tn) ―le dijo, acariciándole el pelo lentamente―. ¿Puedes prometerme que no vas a gritar?
Los ojos de ____(tn) se abrieron. Por un momento, estuvo tan desorientada que el mundo parecía girar a su alrededor como la vista desde un carrusel en movimiento.
Estaba en su habitación, en la casa de Luke, con el futón familiar bajo ella, el armario con su espejo roto, la hilera de ventanas que daban al East River, el radiador escupiendo y silbando. Una luz tenue se filtraba a través de las ventanas y un débil resplandor rojo provenía de la alarma contra incendios sobre el armario. ____(tn) yacía de costado, bajo un montón de mantas, y su espalda estaba deliciosamente tibia. Un brazo estaba acomodado a lo largo de su costado. Por un momento, en el nebuloso espacio seminconsciente entre sueño y despertar, se preguntó si Simón se había metido por la ventana mientras ella estaba dormida y se había acostado a su lado, en la forma que solían dormir en la misma cama, cuando eran niños.
Pero Simón no tenía calor corporal.
Su corazón dio un brinco en su pecho. Ahora completamente despierta, se giró en la cama. A su lado estaba Nicholas, yaciendo sobre su costado, mirándola, con la cabeza apoyada en una mano. La tenue luz de la luna formaba un halo sobre su cabello y sus ojos brillaban dorados, como los de un gato. Estaba totalmente vestido, aún llevaba la camiseta de mangas cortas que le había visto ese mismo día, y sus brazos desnudos estaban entrelazados con runas como enredaderas.
Contuvo el aliento, asustada. Nicholas, su Nicholas, nunca la había mirado de ese modo. Sí con deseo, pero no con esa mirada perezosa, de depredador, devoradora, que hacía que su corazón palpitara irregularmente en su pecho.
Abrió la boca, para decir su nombre o para gritar, no esta segura, y nunca tuvo la oportunidad de averiguarlo; Nicholas se movió tan rápido que ni siquiera lo vio. En un momento estaba yaciendo a su lado, y al siguiente estaba sobre ella, con una mano apretada sobre su boca. Sus piernas estaban a horcajadas sobre las de ella; podía sentir su delgado cuerpo musculoso apretado contra el propio.
―No voy a hacerte daño ―dijo él―. Nunca te lastimaría. Pero no quiero que grites. Necesito hablar contigo.
Ella lo miró.
Para su sorpresa, él se echó a reír. Su risa era familiar, silenciosa como un susurro.
―Puedo leer tus expresiones, ____(tn) Fray. En el minuto que quite mi mano de tu boca, gritarás. O usarás tu entrenamiento y me romperás las muñecas. Vamos, prométeme que no lo harás. Jura por el Ángel.
Esta vez, ella puso los ojos en blanco.
―Está bien, tienes razón ―admitió él―. No puedes jurar, exactamente, con mi mano sobre tu boca. Voy a quitarla. Y si gritas… ―Inclinó la cabeza hacia un lado; el cabello oro pálido cayó sobre sus ojos―. Desapareceré.
Retiró la mano. ____(tn) se quedó inmóvil, respirando con dificultad por la presión de su cuerpo contra el de ella. Sabía que era más rápido que ella, que no había movimiento que pudiera hacer para superarlo pero, por el momento, él parecía estar tratando su interacción como un juego, algo divertido. Nicholas se inclinó más cerca, y ella se dio cuenta de que su camiseta se había levantado, por lo que podía sentir los músculos del estómago duro y plano contra su propia piel desnuda. Su rostro enrojeció.
A pesar del calor en su rostro, sentía como si frías agujas de hielo estuvieran corriendo de arriba abajo por sus venas.
―¿Qué estás haciendo aquí?
Él se echó ligeramente hacia atrás, viéndose decepcionado.
―Esa no es una respuesta a mi pregunta realmente, ¿sabes? Estaba esperando más un "Coro de Aleluyas". Quiero decir, no todos los días tu novio regresa de entre los muertos.
―Ya sabía que no estabas muerto ―ella habló a través de los labios entumidos―. Te vi en la biblioteca. Con…
―¿El Coronel Mostaza?
―Sebastian.
Él soltó el aliento en una risa ahogada.
―Yo también sabía que estabas allí. Podía sentirlo.
____(tn) sintió que su cuerpo se tensaba.
―Me dejaste pensar que te habías ido ―dijo―. Antes de eso. Pensé que tú… realmente pensé que había una posibilidad de que estuvieras… ―Se quebró; no podía decirlo. Muerto―. Es imperdonable. Si yo te lo hubiera hecho…
―____(tn). ―Se volvió a inclinar sobre ella; sus manos se sentían calientes sobre las muñecas, su aliento suave en la oreja. Podía sentir cada parte que su piel desnuda estaba tocando. Era algo que distraía terriblemente―. Tuve que hacerlo. Era demasiado peligroso. Si te lo decía, tendrías que haber elegido entre decirle al Concejo que yo aún estaba vivo (y dejar que ellos me cacen), o mantener un secreto que te habría hecho una cómplice ante sus ojos. Entonces, cuando me viste en la biblioteca, tuve que esperar. Necesitaba saber si aún me amabas, si acudirías al Concejo o no, después de lo que habías visto. No lo hiciste. Tenía que saber si te preocupabas más por mí que por la Ley. Es así, ¿no?
―No lo sé ―susurró―. No lo sé. ¿Quién eres?
―Aún soy Nicholas ―contestó él―. Aún te amo.
Unas lágrimas ardientes brotaron de sus ojos. Ella parpadeó y rodaron por su rostro. Nicholas agachó la cabeza y besó sus mejillas gentilmente, y luego su boca. Saboreó sus propias lágrimas, saladas sobre sus labios, y él le abrió la boca con la suya, cuidadosa y suavemente. Su sabor familiar se apoderó de ella, y se irguió hacia él por una fracción de segundo, sus dudas subyugadas por el ciego reconocimiento irracional de la necesidad de conservarlo cerca, de conservarlo allí… justo cuando se abría la puerta de su dormitorio.
Nicholas la soltó. Instantáneamente, ____(tn) se apartó de él, forcejeando para bajar su camiseta. Nicholas se irguió hasta una posición sentada, con una gracia sin prisa, perezosa y le sonrió a la persona que estaba en el umbral de la puerta.
―Bien, bien ―dijo Nicholas―. Debes tener el peor sentido de la oportunidad, desde que Napoleón decidió que el fin del invierno era el momento correcto para invadir Rusia.
Era Sebastian.
De cerca, ____(tn) pudo ver más claramente las diferencias en él, desde que lo conociera en Idris. Su cabello era como papel blanco, sus ojos negros túneles bordeados por pestañas tan largas como patas de araña. Llevaba una camiseta blanca, con las mangas levantadas, y pudo ver una cicatriz roja que rodeaba su muñeca derecha, como un brazalete estriado. También había una cicatriz a lo largo de la palma de su mano, que se veía nueva y rugosa.
―Es mi hermana a la que estás corrompiendo, ¿sabes? ―preguntó, moviendo su mirada negra hacia Nicholas. Había diversión en su expresión.
―Lo siento. ―Nicholas no sonaba arrepentido. Se había recostado nuevamente sobre lo cobertores, como un gato―. Nos dejamos llevar.
____(tn) contuvo el aliento. Sonaba áspero a sus propios oídos.
―Fuera ―le dijo a Sebastian.
Él se apoyó contra el marco de la puerta, cadera y codo, y a ella le llamó la atención, por la similitud de movimientos entre él y Nicholas. No lucían parecidos, pero se movían parecidos. Como si…
Como si hubieran sido entrenados para moverse por la misma persona.
―A ver ―dijo él―, ¿ésa es forma de hablarle a tu hermano mayor?
―Magnus debió dejarte como perchero ―escupió ____(tn).
―Oh, lo recuerdas, ¿verdad? Pensé que la habíamos pasado bien ese día. ―Sonrió un poco, y ____(tn), con un barboteo enfermo en el estómago, recordó cómo la había llevado hasta los restos quemados de la casa de su madre, como la había besado entre los escombros, sabiendo exactamente qué eran el uno para la otra, y deleitándose en el hecho de que ella no.
Miró de reojo a Nicholas. Él sabía perfectamente bien que Sebastian la había besado. Sebastian se había burlado de él con eso, y Nicholas estuvo a punto de matarlo. Pero ahora no se veía enojado; parecía divertido y ligeramente molesto por que lo hubieran interrumpido.
―Tenemos que hacerlo de nuevo ―dijo Sebastian, examinando sus uñas.
―No me importa lo que pienses. Tú no eres mi hermano ―espetó ____(tn)―. Eres un asesino.
―De verdad no veo cómo esas dos cosas se cancelan entre ellas ―comentó Sebastian―. No es como si lo hicieran en el caso de nuestro querido y muerto papá.
―Su mirada se desvió perezosamente hacia Nicholas―. Normalmente, odio meterme en el camino de la vida amorosa de un amigo, pero realmente no me gusta estar de pie aquí indefinidamente, en este pasillo. Especialmente porque no puedo encender ninguna luz. Es aburrido.
Nicholas se sentó, tirando de su camiseta hacia abajo.
―Danos cinco minutos.
Sebastian soltó un exagerado suspiro y cerró la puerta. ____(tn) miró a Nicholas.
―¿Qué mier…?
―El vocabulario, Fray. ―Los ojos de Nicholas bailaban―. Relájate.
____(tn) señaló repetidamente la puerta con la mano.
―Oíste lo dijo sobre el día en que me besó. Él lo sabía. Sabía que yo era su hermana. Nicholas…
Algo destelló en sus ojos, oscureciendo su color dorado, pero cuando él volvió a hablar, fue como si sus palabras hubieran golpeado una superficie de teflón y rebotaran, sin dejar ninguna marca.
____(tn) se apartó de él.
―Nicholas, ¿no estás oyendo nada de lo que digo?
―Mira, entiendo que te sientas incómoda con tu hermano esperando afuera, en el pasillo. Yo no planeaba besarte. ―Sonrió en un modo que, en otro tiempo, hubiera encontrado adorable―. Simplemente parecía una buena idea en ese momento.
____(tn) se arrojó rápidamente de la cama, mirándolo fijamente. Cogió la bata que colgaba de un poste de su cama y se envolvió con ella. Nicholas la miraba, sin hacer ningún movimiento para detenerla, aunque sus ojos brillaban en la oscuridad.
―Yo… ni siquiera lo entiendo. Primero desapareces, y luego regresas con él, actuando como si yo no fuera a notar nada, o no me importara o no recordara…
―Te lo dije ―adujo él―. Tenía que estar seguro sobre ti. No quería ponerte en la posición de saber dónde estaba yo, mientras la Clave aún estaba investigándote. Pensé que sería difícil para ti…
―¿Difícil para mí? ―Estaba casi sin aliento por la rabia―. Los exámenes son difíciles. Las carreras de obstáculos son difíciles. Tu desaparición de ese modo prácticamente me mató, Nicholas. ¿Y qué crees que le has hecho a Alec? ¿A Isabelle? ¿A Maryse? ¿Sabes lo que ha sido? ¿Puedes siquiera imaginarlo? El desconocimiento, la búsqueda…
Esa extraña mirada pasó sobre su rostro otra vez, como si estuviera oyéndola pero no escuchándola al mismo tiempo.
―Oh, sí, iba a preguntarlo. ―Nicholas sonrió como un ángel―. ¿Todo el mundo está buscándome?
— Todo el mundo… — sacudió la cabeza, envolviéndose más en la túnica. De repente, quería estar cubierta frente a él, frente a toda aquella familiaridad y belleza, y aquella sonrisa de depredador que decía que estaba dispuesto a hacer lo que sea con ella, a ella, sin importar quién estuviera esperando en el pasillo.
―Estaba esperanzado de que hubieran puesto volantes, como hacen para los gatos perdidos ―dijo―. Se busca un chico adolescente increíblemente atractivo. Responde al nombre de "Nicholas" o "Persona Sexy".
―No lo digas de esa forma.
―¿No te gusta "Persona Sexy"? ¿Piensas que "Chico Dulce" sería mejor? ¿"Amante Caballero"? Realmente, eso último está un poco pasado de moda. Aunque, técnicamente, mi familia es de Gran Bretaña…
―Cierra la boca ―dijo ella, salvajemente―. Y sal de aquí.
―Yo… ―Él la miró sorprendido, y ella recordó cuán sorprendido estuvo, fuera de la Mansión, cuando lo apartó―. Está bien, de acuerdo. Me pondré en serio, ____(tn). Estoy aquí porque quiero que vengas conmigo.
―¿Ir a dónde contigo?
―Ven conmigo ―repitió, y luego vaciló―. Y con Sebastian. Y te lo explicaré todo.
Por un momento se quedó helada, con los ojos fijos en él. La luz plateada de la luna delineaba las curvas de su boca, la forma de sus pómulos, la sombra de sus pestañas, el arco de su garganta.
―La última vez que "fui contigo a alguna parte", me dejaron inconsciente de un golpe y me arrastraron en medio de una ceremonia de magia negra.
―Ese no fui yo. Esa era Lilith.
―El Nicholas Lightwood que yo conocí no estaría en la misma habitación que Jonathan Morgenstern sin asesinarlo.
―Pienso que te darás cuenta de que eso sería contraproducente ―dijo Nicholas con ligereza, metiendo los pies dentro de sus botas―. Estamos enlazados, él y yo. Lo cortan a él y yo sangro.
―¿Enlazados? ¿Qué quieres decir, enlazados?
Él se echó hacia atrás el cabello claro, ignorando su pregunta.
―Esto es más de lo que tú entiendes, ____(tn). Él tiene un plan. Está dispuesto a trabajarlo, a sacrificarse. Si me das una oportunidad de explicarlo…
―Él asesinó a Max, Nicholas ―dijo ella―. Tu hermano menor.
Él se estremeció y, por un momento de salvaje esperanza, ella pensó que había roto una apertura a través de él; pero su expresión se suavizó, como una hoja arrugada que se alisara.
―Eso fue… eso fue un accidente. Además, Sebastian es como mi hermano.
Definitivamente el Nicho no es el mismo!
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HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• El Hijo de Valentine - Capitulo 5 (Parte 2) •
CAPITULO 3/3
CAPITULO 3/3
―No. ―____(tn) sacudió la cabeza―. Él no es tu hermano. Es el mío. Dios sabe que desearía que no fuera verdad. Él nunca tendría que haber nacido…
―¿Cómo puedes decir eso? ―exigió saber Nicholas. Bajó las piernas de la cama―. ¿Alguna vez has considerado que quizás las cosas no son tan blancas o negras como crees? ―Se inclinó para recoger su cinturón de armas y lo abrochó―. Había una guerra, ____(tn), y la gente resultó herida, pero… las cosas eran diferentes entonces. Ahora sé que Sebastian nunca lastimaría a alguien que amo intencionadamente. Él está sirviendo a una causa mayor. A veces, hay daños colaterales…
―¿Llamas a tu propio hermano, daño colateral? ―Su voz se elevó hasta un incrédulo medio grito. Se sentía como si apenas pudiera respirar.
―____(tn), no me estás escuchando. Esto es importante…
―¿Igual que Valentine pensó que estaba haciendo algo importante?
―Valentine estaba equivocado ―contestó―. Tenía razón en que la Clave era corrupta, pero equivocado sobre cómo arreglar las cosas. Pero Sebastian está en lo correcto. Si tan sólo nos oyeras…
―"Nos" ―repitió ella―. Dios. Nicholas… ―Él la estaba mirando desde la cama, e incluso mientras sentía que se le rompía el corazón, su mente estaba corriendo, tratando de recordar dónde había dejado su estela y preguntándose si podría alcanzar el cuchillo X-Acto en el cajón de su mesita de noche. Preguntándose si podría obligarse a usarlo, si lo alcanzaba.
―¿____(tn)? ―Nicholas movió la cabeza hacia un costado, estudiando su rostro―. Tú… tú aún me amas, ¿no?
―Amo a Nicholas Lightwood ―respondió―. No sé quién eres tú.
El rostro de él cambió, pero antes que pudiera hablar, un grito rompió el silencio.
Un grito y el sonido de cristales rompiéndose.
____(tn) reconoció instantáneamente la voz. Era su madre.
Sin dirigirle otra mirada a Nicholas, abrió la puerta del dormitorio de un tirón y salió corriendo por el pasillo hacia la sala de estar. La sala de estar en la casa de Luke era grande, separada de la cocina por un largo mostrador. Jocelyn, en pantalones de yoga y una camiseta raída, con el cabello recogido en un moño desordenado, estaba de pie junto al mostrador. Claramente, había ido a la cocina por algo para beber. Había un vaso destrozado a sus pies y el agua mojaba la moqueta gris.
Todo el color parecía haber sido drenado de su rostro, dejándola tan pálida como la arena blanqueada. Miraba fijo a través de la habitación e, incluso antes de que ____(tn) girara la cabeza, supo qué era lo que su madre estaba viendo.
A su hijo.
Sebastian estaba apoyado contra la pared de la sala de estar, sin ninguna expresión en su rostro anguloso. Dejó caer los párpados y miró a Jocelyn a través de sus pestañas. Algo en su postura, en su mirada, parecía haber salido de aquella fotografía de Hodge de un Valentine de diecisiete años.
―Jonathan ―susurró Jocelyn. ____(tn) quedó paralizada, incluso cuando Nicholas salió al pasillo, evaluó la escena frente a él en un momento y se detuvo. Su mano izquierda estaba sobre su cinturón de armas; los finos dedos a centímetros de la empuñadura de una de sus dagas, aunque ____(tn) sabía que le tomaría menos de un segundo el liberarla.
―Voy por el "Sebastian" ahora ―dijo el hermano de ____(tn)―. Llegué a la conclusión de que no estaba interesado en conservar el nombre que tú y mi padre me dieron. Ambos me traicionaron y preferiría tan poca asociación contigo como fuera posible.
El agua se esparcía desde el charco de cristales rotos hacia los pies de Jocelyn, formando un anillo oscuro. Ella dio un paso adelante, sus ojos buscando, recorriendo el rostro de Sebastian de arriba abajo.
―Pensé que estabas muerto ―susurró―. Muerto. Vi tus huesos convertidos en cenizas.
Sebastian la miró, con sus ojos negros tranquilos y aguzados.
―Si fueras una verdadera madre… ―dijo―…una buena madre, habrías sabido que estaba vivo. Hubo un hombre una vez que dijo que las madres portan la llave de nuestras almas durante toda nuestra vida. Pero tú arrojaste la mía.
Jocelyn hizo un ruido en la parte posterior de su garganta. Estaba apoyada contra el mostrador en busca de soporte. ____(tn) quería correr hacia ella, pero tenía los pies congelados en el piso. Lo que estaba sucediendo entre su hermano y su madre, era algo que no tenía nada que ver con ella.
―No me digas que no estás siquiera un poco contenta de verme, madre ―dijo Sebastian y, aunque sus palabras fueron plañideras, su voz era neutra―. ¿No soy todo lo que podrías querer en un hijo? ―Abrió los brazos―. Fuerte, guapo, parecido al viejo y muerto papá.
Jocelyn sacudió la cabeza, tenía el rostro gris
―¿Qué es lo que quieres, Jonathan?
―Quiero lo que todo el mundo quiere ―respondió Sebastian―. Quiero lo que me pertenece. En este caso, el legado Morgenstern.
―El legado Morgenstern es sangre y devastación ―dijo Jocelyn―. No somos Morgenstern aquí. Ni yo, ni mi hija. ―Se enderezó. Su mano aún sujetaba el mostrador, pero ____(tn) podía ver que algo del antiguo fuego regresaba a la expresión de su madre―. Si te vas ahora, Jonathan, no le diré a la Clave que estuviste aquí. ―Sus ojos pasaron a Nicholas―. Y tú. Si saben que son cómplices, los matarán a ambos.
____(tn) se movió para ponerse frente a Nicholas, reflexivamente. Él miró más allá de ella, por encima de su hombro, hacia su madre.
―¿A ti te importa si yo muero?
―Me importa por lo que eso le haría a mi hija ―respondió Jocelyn―. Y la Ley es dura, demasiado dura. Lo que te ha pasado a ti… tal vez pueda deshacerse. ―Sus ojos volvieron a Sebastian―. Pero para ti, mi Jonathan, es demasiado tarde.
La mano que había estado sujetando el mostrador saltó hacia delante, sujetando la hoja del kindjal de mango largo de Luke. Las lágrimas brillaban sobre el rostro de Jocelyn. Pero su agarre sobre el cuchillo era firme.
―Me veo igual que él, ¿no es así? ―preguntó Sebastian sin moverse. Apenas parecía notar el cuchillo―. Valentine. Es por eso que me estás mirando de ese modo.
Jocelyn sacudió la cabeza.
―Te ves como siempre te has visto, desde el momento en que te miré por primera vez. Te vez como una cosa demoníaca. ―Su voz era dolorosamente triste―. Perdón.
―¿Perdón por qué?
―Por no haberte matado cuando naciste ―dijo ella, y salió de detrás del mostrador, haciendo girar el kindjal en su mano.
____(tn) se puso tensa, pero Sebastian no se movió. Sus ojos oscuros siguieron a su madre, mientras ella se acercaba a él.
―¿Eso es lo que quieres? ―preguntó―. ¿La muerte para mí? ―Abrió los brazos como si quisiera abrazar a Jocelyn y dio un paso hacia delante―. Adelante, comete filicidio. No voy a detenerte.
―Sebastian ―dijo Nicholas. ____(tn) le lanzó una mirada incrédula. ¿De verdad sonaba preocupado?
Jocelyn dio otro paso hacia delante. El cuchillo era un borrón en su mano. Cuando se detuvo, la punta apuntaba directamente al corazón de Sebastian.
Aun así, él no se movió.
―Hazlo ―dijo él, suavemente. Inclinó la cabeza hacia un lado―. ¿O puedes contenerte? Pudiste matarme cuando nací. Pero no lo hiciste. ―Su voz se hizo más baja―. Quizás sabes que no hay tal cosa como el amor incondicional por un hijo. Quizás si me amaras lo suficiente, podrías salvarme.
Por un momento, se miraron el uno al otro, madre e hijo, ojos de hielo verde enfrentando los de color negro carbón. Había líneas agudas en las esquinas de la boca de Jocelyn que, ____(tn) podría haberlo jurado, no habían estado allí hace dos semanas.
―Estás fingiendo ―dijo la mujer, con voz temblorosa―. Tú no sientes nada, Jonathan. Tu padre te enseñó a fingir emociones humanas del mismo modo que uno puede enseñar a un loro a repetir palabras. El loro no entiende lo que está diciendo, y tampoco tú. Desearía… oh, Dios, desearía que lo hicieras. Pero…
Jocelyn esgrimió la hoja en un rápido y limpio arco cortante. Un golpe perfectamente calculado que tendría que haber impactado bajo las costillas de Sebastian y dentro de su corazón. Lo habría hecho, si él no se hubiera movido aún más rápido que Nicholas; pivotó hacia delante y hacia atrás, y la punta de la hoja sólo hizo un corte poco profundo a lo largo de su pecho.
Al lado de ____(tn), Nicholas contuvo el aliento. Ella se dio vuelta para mirarlo. Había una mancha roja extendiéndose a través del frente de su camisa. Él se llevó la mano hacia allí y la punta de sus dedos estaban ensangrentadas. Estamos enlazados. Lo cortan a él y sangro yo.
Sin otro pensamiento, ____(tn) se precipitó por el salón, arrojándose entre Jocelyn y Sebastian.
―Mamá ―jadeó―. Detente.
Jocelyn aún sostenía el cuchillo, sus ojos sobre Sebastian.
―____(tn), apártate del camino.
Sebastian empezó a reír.
―Dulce, ¿no es así? ―dijo―. Una hermanita defendiendo a su hermano mayor.
―No te estoy defendiendo a ti. ―____(tn) mantuvo los ojos fijos en el rostro de su madre―. Lo que le sucede a Jonathan, le sucede a Nicholas. ¿Lo entiendes, mamá? Si lo matas, Nicholas muere. Él ya está sangrando. Mamá, por favor.
Jocelyn aún estaba sujetando el cuchillo, pero su expresión era de incertidumbre.
―____(tn)…
―Misericordia, qué bochornoso ―observó Sebastian―. Estaré interesado en ver cómo resuelves esto. Después de todo, no tengo motivos para marcharme.
―Sí, de hecho… ―provino una voz desde el pasillo― sí los tienes.
Era Luke, descalzo y vestido con jeans y un viejo jersey. Parecía desaliñado y extrañamente joven sin sus gafas. También tenía una escopeta recortada equilibrada en su hombro y el cañón apuntaba directamente a Sebastian.
―Esta es una escopeta Winchester calibre doce, automática. La manada la usa para acabar con lobos renegados ―dijo―. Incluso si no te mato, puedo volarte la pierna, hijo de Valentine.
Fue como si todo el mundo en el salón soltara un rápido jadeo de aire a la vez; todos, excepto Luke. Y Sebastian, quien con una sonrisa de oreja a oreja, se volvió y caminó hacia Luke, como haciendo caso omiso del arma.
―¿Hijo de Valentine? ―se burló―. ¿Es eso lo que realmente piensas de mí? Bajo otras circunstancias, tú podrías haber sido mi padrino.
―Bajo otras circunstancias… ―dijo Luke, deslizando su dedo en el gatillo―… tú podrías haber sido humano.
Sebastian se detuvo en seco.
―Lo mismo podría decirse de ti, hombre lobo.
El mundo pareció ralentizarse. Luke avistó a lo largo del cañón del rifle. Sebastian estaba sonriendo.
―Luke ―lo llamó ____(tn). Era como uno de esos sueños, una pesadilla donde quería gritar, pero todo lo que salía raspando su garganta, fuera un susurro―. Luke, no lo hagas.
El dedo de su padrastro se tensó sobre el gatillo… y entonces Nicholas se puso en movimiento, lanzándose del lado de ____(tn), dando una voltereta por sobre el sofá y golpeando a Luke justo en el momento en que el arma disparaba.
El disparo voló; una de las ventanas explotó hacia el exterior cuando la bala la golpeó. Luke, perdió el equilibro y se tambaleó hacia atrás. Nicholas arrancó el arma de sus manos y la arrojó. Ésta salió a través de la ventana rota, y Nicholas se volvió hacia el hombre de más edad.
―Luke… ―comenzó.
Luke lo golpeó.
Aun sabiendo todo lo que sabía, la sorpresa de ver a Luke, quien había sacado la cara por Nicholas incontables veces, frente a su madre, frente a Maryse, frente a la Clave; Luke, quien era básicamente gentil y amable, al verlo realmente atinarle a Nicholas en el rostro, fue como si, en lugar de a él, le hubiera atinado a ____(tn). Nicholas, totalmente desprevenido, salió lanzado hacia atrás contra la pared.
Y Sebastian, quien no había mostrado hasta ahora ninguna emoción real, más allá de la burla y el disgusto, gruñó; gruñó y extrajo un cuchillo largo y delgado de su cinturón. Los ojos de Luke se abrieron de par en par y empezó a girarse, pero Sebastian fue más rápido que él, más rápido que cualquiera que ____(tn) hubiese visto.
Más rápido que Nicholas. Hundió la daga dentro del pecho de Luke, girándola con fuerza antes de quitarla de un tirón, roja hasta la empuñadura. Luke se desplomó contra la pared… y luego se deslizó hacia abajo, dejando una mancha de sangre detrás, mientras ____(tn) miraba con horror.
Jocelyn gritó. El sonido fue peor que el ruido de la bala rompiendo la ventana, aunque ____(tn) lo oyó como si viniera de lejos o de debajo del agua. Estaba mirando a Luke, quien había colapsado sobre el piso mientras la alfombra a su alrededor rápidamente se tornaba roja.
Sebastian levantó la daga de nuevo, y ____(tn) se arrojó contra él, golpeándolo tan fuerte como pudo en el hombro y tratando de hacer que perdiera el equilibro. Apenas logró moverlo, pero le hizo soltar la daga. Él se giró hacia ella. Estaba sangrando por un labio partido. ____(tn) no supo cómo, no hasta que Nicholas se colocó en su campo de visión y ella vio la sangre en su boca, donde Luke lo había golpeado.
―¡Suficiente! ―Nicholas agarró a Sebastian por la espalda de la chaqueta. Estaba pálido, y no miraba a Luke, ni tampoco a ____(tn)―. Detente. Esto no es por lo que vinimos aquí.
―Déjame ir…
―No.
Nicholas dio una vuelta alrededor de Sebastian y le agarró la mano. Sus ojos encontraron los de ____(tn). Sus labios formaron palabras, hubo un destello de plata (el anillo en el dedo de Sebastian), y entonces, ambos se habían ido, parpadeando fuera de la existencia entre una respiración y otra. Justo mientras se desvanecían, una ráfaga de algo metálico cruzó a través del aire donde habían estado parados y se enterró en la pared.
El kindjal de Luke.
____(tn) se volvió a mirar a su madre, quien había lanzado el cuchillo. Pero Jocelyn no estaba mirando a ____(tn). Estaba lanzándose al lado de Luke, donde cayó de rodillas en la sangrienta alfombra, para luego levantarlo en su regazo. Los ojos de Luke estaban cerrados. La sangre goteaba por las comisuras de su boca. La daga plateada de Sebastian, untada con más sangre, yacía a pocos metros.
―Mamá… ―susurró ____(tn)―. Está…
―La daga era de plata. ―La voz de Jocelyn temblaba―. No se curará tan rápido como debería, no sin tratamiento especial. ―Tocó el rostro de Luke con la punta de sus dedos. El pecho de él se alzaba y caía, observó ____(tn) con alivio, aunque superficialmente. Podía sentir las lágrimas ardiendo en el fondo de su garganta y, por un momento, se sorprendió por la calma de su madre. Pero claro, se trataba de la mujer que, una vez, estuvo entre las cenizas de su casa, rodeada por los cuerpos ennegrecidos de su familia, incluyendo sus padres y su hijo, y lo había superado―. Trae algunas toallas del cuarto de baño ―le pidió su madre―. Tenemos que detener la hemorragia.
____(tn) se tambaleó sobre sus pies y fue, casi a ciegas, al pequeño y azulejado cuarto de baño de Luke. Había una toalla gris colgando en la parte posterior de la puerta, la bajó de un tirón y regresó a la sala de estar. Jocelyn estaba sosteniendo a Luke en su regazo con una mano; la otra sujetaba un teléfono celular. Lo dejó caer y alargó una mano a por la toalla que llevaba ____(tn). Doblándola por la mitad, la puso sobre la herida en el pecho de Luke y presionó. ____(tn) observó que los bordes de la toalla gris empezaban a volverse escarlatas por la sangre.
―Luke ―susurró ____(tn). Él no se movió. Su rostro presentaba un horrible color gris.
―Acabo de llamar a su manada ―informó Jocelyn. No miraba a su hija; ____(tn) se dio cuenta que Jocelyn no le había hecho ni una simple pregunta sobre Nicholas y Sebastian, o por qué Nicholas y ella habían salido de su habitación, o qué estaban haciendo allí. Estaba completamente enfocada en Luke―. Hay algunos miembros patrullando la zona. Apenas lleguen aquí, tenemos que salir. Nicholas regresará por ti.
―Tú no sabes eso… ―comenzó ____(tn), susurrando a través de su garganta reseca.
―Lo sé ―afirmó Jocelyn―. Valentine regresó por mí después de quince años. Así es como son los hombres Morgenstern, no se dan por vencidos. Él vendrá de nuevo a por ti.
Nicholas no es Valentine. Pero las palabras murieron en sus labios. Quería dejarse caer de rodillas y tomar la mano de Luke, sostenerla fuerte, decirle que lo quería. Pero recordó las manos de Nicholas sobre ella en el dormitorio y no lo hizo. Era su culpa. No merecía darle consuelo a Luke o dárselo a sí misma. Merecía el dolor, la culpa.
En el porche sonó el roce de unos pasos, el bajo murmullo de voces. Jocelyn levantó la cabeza. La manada.
―____(tn), ve y recoge tus cosas ―dijo―. Toma lo que pienses que vas a necesitar, pero no más de lo que puedas llevar. No vamos a volver a esta casa.
―¿Cómo puedes decir eso? ―exigió saber Nicholas. Bajó las piernas de la cama―. ¿Alguna vez has considerado que quizás las cosas no son tan blancas o negras como crees? ―Se inclinó para recoger su cinturón de armas y lo abrochó―. Había una guerra, ____(tn), y la gente resultó herida, pero… las cosas eran diferentes entonces. Ahora sé que Sebastian nunca lastimaría a alguien que amo intencionadamente. Él está sirviendo a una causa mayor. A veces, hay daños colaterales…
―¿Llamas a tu propio hermano, daño colateral? ―Su voz se elevó hasta un incrédulo medio grito. Se sentía como si apenas pudiera respirar.
―____(tn), no me estás escuchando. Esto es importante…
―¿Igual que Valentine pensó que estaba haciendo algo importante?
―Valentine estaba equivocado ―contestó―. Tenía razón en que la Clave era corrupta, pero equivocado sobre cómo arreglar las cosas. Pero Sebastian está en lo correcto. Si tan sólo nos oyeras…
―"Nos" ―repitió ella―. Dios. Nicholas… ―Él la estaba mirando desde la cama, e incluso mientras sentía que se le rompía el corazón, su mente estaba corriendo, tratando de recordar dónde había dejado su estela y preguntándose si podría alcanzar el cuchillo X-Acto en el cajón de su mesita de noche. Preguntándose si podría obligarse a usarlo, si lo alcanzaba.
―¿____(tn)? ―Nicholas movió la cabeza hacia un costado, estudiando su rostro―. Tú… tú aún me amas, ¿no?
―Amo a Nicholas Lightwood ―respondió―. No sé quién eres tú.
El rostro de él cambió, pero antes que pudiera hablar, un grito rompió el silencio.
Un grito y el sonido de cristales rompiéndose.
____(tn) reconoció instantáneamente la voz. Era su madre.
Sin dirigirle otra mirada a Nicholas, abrió la puerta del dormitorio de un tirón y salió corriendo por el pasillo hacia la sala de estar. La sala de estar en la casa de Luke era grande, separada de la cocina por un largo mostrador. Jocelyn, en pantalones de yoga y una camiseta raída, con el cabello recogido en un moño desordenado, estaba de pie junto al mostrador. Claramente, había ido a la cocina por algo para beber. Había un vaso destrozado a sus pies y el agua mojaba la moqueta gris.
Todo el color parecía haber sido drenado de su rostro, dejándola tan pálida como la arena blanqueada. Miraba fijo a través de la habitación e, incluso antes de que ____(tn) girara la cabeza, supo qué era lo que su madre estaba viendo.
A su hijo.
Sebastian estaba apoyado contra la pared de la sala de estar, sin ninguna expresión en su rostro anguloso. Dejó caer los párpados y miró a Jocelyn a través de sus pestañas. Algo en su postura, en su mirada, parecía haber salido de aquella fotografía de Hodge de un Valentine de diecisiete años.
―Jonathan ―susurró Jocelyn. ____(tn) quedó paralizada, incluso cuando Nicholas salió al pasillo, evaluó la escena frente a él en un momento y se detuvo. Su mano izquierda estaba sobre su cinturón de armas; los finos dedos a centímetros de la empuñadura de una de sus dagas, aunque ____(tn) sabía que le tomaría menos de un segundo el liberarla.
―Voy por el "Sebastian" ahora ―dijo el hermano de ____(tn)―. Llegué a la conclusión de que no estaba interesado en conservar el nombre que tú y mi padre me dieron. Ambos me traicionaron y preferiría tan poca asociación contigo como fuera posible.
El agua se esparcía desde el charco de cristales rotos hacia los pies de Jocelyn, formando un anillo oscuro. Ella dio un paso adelante, sus ojos buscando, recorriendo el rostro de Sebastian de arriba abajo.
―Pensé que estabas muerto ―susurró―. Muerto. Vi tus huesos convertidos en cenizas.
Sebastian la miró, con sus ojos negros tranquilos y aguzados.
―Si fueras una verdadera madre… ―dijo―…una buena madre, habrías sabido que estaba vivo. Hubo un hombre una vez que dijo que las madres portan la llave de nuestras almas durante toda nuestra vida. Pero tú arrojaste la mía.
Jocelyn hizo un ruido en la parte posterior de su garganta. Estaba apoyada contra el mostrador en busca de soporte. ____(tn) quería correr hacia ella, pero tenía los pies congelados en el piso. Lo que estaba sucediendo entre su hermano y su madre, era algo que no tenía nada que ver con ella.
―No me digas que no estás siquiera un poco contenta de verme, madre ―dijo Sebastian y, aunque sus palabras fueron plañideras, su voz era neutra―. ¿No soy todo lo que podrías querer en un hijo? ―Abrió los brazos―. Fuerte, guapo, parecido al viejo y muerto papá.
Jocelyn sacudió la cabeza, tenía el rostro gris
―¿Qué es lo que quieres, Jonathan?
―Quiero lo que todo el mundo quiere ―respondió Sebastian―. Quiero lo que me pertenece. En este caso, el legado Morgenstern.
―El legado Morgenstern es sangre y devastación ―dijo Jocelyn―. No somos Morgenstern aquí. Ni yo, ni mi hija. ―Se enderezó. Su mano aún sujetaba el mostrador, pero ____(tn) podía ver que algo del antiguo fuego regresaba a la expresión de su madre―. Si te vas ahora, Jonathan, no le diré a la Clave que estuviste aquí. ―Sus ojos pasaron a Nicholas―. Y tú. Si saben que son cómplices, los matarán a ambos.
____(tn) se movió para ponerse frente a Nicholas, reflexivamente. Él miró más allá de ella, por encima de su hombro, hacia su madre.
―¿A ti te importa si yo muero?
―Me importa por lo que eso le haría a mi hija ―respondió Jocelyn―. Y la Ley es dura, demasiado dura. Lo que te ha pasado a ti… tal vez pueda deshacerse. ―Sus ojos volvieron a Sebastian―. Pero para ti, mi Jonathan, es demasiado tarde.
La mano que había estado sujetando el mostrador saltó hacia delante, sujetando la hoja del kindjal de mango largo de Luke. Las lágrimas brillaban sobre el rostro de Jocelyn. Pero su agarre sobre el cuchillo era firme.
―Me veo igual que él, ¿no es así? ―preguntó Sebastian sin moverse. Apenas parecía notar el cuchillo―. Valentine. Es por eso que me estás mirando de ese modo.
Jocelyn sacudió la cabeza.
―Te ves como siempre te has visto, desde el momento en que te miré por primera vez. Te vez como una cosa demoníaca. ―Su voz era dolorosamente triste―. Perdón.
―¿Perdón por qué?
―Por no haberte matado cuando naciste ―dijo ella, y salió de detrás del mostrador, haciendo girar el kindjal en su mano.
____(tn) se puso tensa, pero Sebastian no se movió. Sus ojos oscuros siguieron a su madre, mientras ella se acercaba a él.
―¿Eso es lo que quieres? ―preguntó―. ¿La muerte para mí? ―Abrió los brazos como si quisiera abrazar a Jocelyn y dio un paso hacia delante―. Adelante, comete filicidio. No voy a detenerte.
―Sebastian ―dijo Nicholas. ____(tn) le lanzó una mirada incrédula. ¿De verdad sonaba preocupado?
Jocelyn dio otro paso hacia delante. El cuchillo era un borrón en su mano. Cuando se detuvo, la punta apuntaba directamente al corazón de Sebastian.
Aun así, él no se movió.
―Hazlo ―dijo él, suavemente. Inclinó la cabeza hacia un lado―. ¿O puedes contenerte? Pudiste matarme cuando nací. Pero no lo hiciste. ―Su voz se hizo más baja―. Quizás sabes que no hay tal cosa como el amor incondicional por un hijo. Quizás si me amaras lo suficiente, podrías salvarme.
Por un momento, se miraron el uno al otro, madre e hijo, ojos de hielo verde enfrentando los de color negro carbón. Había líneas agudas en las esquinas de la boca de Jocelyn que, ____(tn) podría haberlo jurado, no habían estado allí hace dos semanas.
―Estás fingiendo ―dijo la mujer, con voz temblorosa―. Tú no sientes nada, Jonathan. Tu padre te enseñó a fingir emociones humanas del mismo modo que uno puede enseñar a un loro a repetir palabras. El loro no entiende lo que está diciendo, y tampoco tú. Desearía… oh, Dios, desearía que lo hicieras. Pero…
Jocelyn esgrimió la hoja en un rápido y limpio arco cortante. Un golpe perfectamente calculado que tendría que haber impactado bajo las costillas de Sebastian y dentro de su corazón. Lo habría hecho, si él no se hubiera movido aún más rápido que Nicholas; pivotó hacia delante y hacia atrás, y la punta de la hoja sólo hizo un corte poco profundo a lo largo de su pecho.
Al lado de ____(tn), Nicholas contuvo el aliento. Ella se dio vuelta para mirarlo. Había una mancha roja extendiéndose a través del frente de su camisa. Él se llevó la mano hacia allí y la punta de sus dedos estaban ensangrentadas. Estamos enlazados. Lo cortan a él y sangro yo.
Sin otro pensamiento, ____(tn) se precipitó por el salón, arrojándose entre Jocelyn y Sebastian.
―Mamá ―jadeó―. Detente.
Jocelyn aún sostenía el cuchillo, sus ojos sobre Sebastian.
―____(tn), apártate del camino.
Sebastian empezó a reír.
―Dulce, ¿no es así? ―dijo―. Una hermanita defendiendo a su hermano mayor.
―No te estoy defendiendo a ti. ―____(tn) mantuvo los ojos fijos en el rostro de su madre―. Lo que le sucede a Jonathan, le sucede a Nicholas. ¿Lo entiendes, mamá? Si lo matas, Nicholas muere. Él ya está sangrando. Mamá, por favor.
Jocelyn aún estaba sujetando el cuchillo, pero su expresión era de incertidumbre.
―____(tn)…
―Misericordia, qué bochornoso ―observó Sebastian―. Estaré interesado en ver cómo resuelves esto. Después de todo, no tengo motivos para marcharme.
―Sí, de hecho… ―provino una voz desde el pasillo― sí los tienes.
Era Luke, descalzo y vestido con jeans y un viejo jersey. Parecía desaliñado y extrañamente joven sin sus gafas. También tenía una escopeta recortada equilibrada en su hombro y el cañón apuntaba directamente a Sebastian.
―Esta es una escopeta Winchester calibre doce, automática. La manada la usa para acabar con lobos renegados ―dijo―. Incluso si no te mato, puedo volarte la pierna, hijo de Valentine.
Fue como si todo el mundo en el salón soltara un rápido jadeo de aire a la vez; todos, excepto Luke. Y Sebastian, quien con una sonrisa de oreja a oreja, se volvió y caminó hacia Luke, como haciendo caso omiso del arma.
―¿Hijo de Valentine? ―se burló―. ¿Es eso lo que realmente piensas de mí? Bajo otras circunstancias, tú podrías haber sido mi padrino.
―Bajo otras circunstancias… ―dijo Luke, deslizando su dedo en el gatillo―… tú podrías haber sido humano.
Sebastian se detuvo en seco.
―Lo mismo podría decirse de ti, hombre lobo.
El mundo pareció ralentizarse. Luke avistó a lo largo del cañón del rifle. Sebastian estaba sonriendo.
―Luke ―lo llamó ____(tn). Era como uno de esos sueños, una pesadilla donde quería gritar, pero todo lo que salía raspando su garganta, fuera un susurro―. Luke, no lo hagas.
El dedo de su padrastro se tensó sobre el gatillo… y entonces Nicholas se puso en movimiento, lanzándose del lado de ____(tn), dando una voltereta por sobre el sofá y golpeando a Luke justo en el momento en que el arma disparaba.
El disparo voló; una de las ventanas explotó hacia el exterior cuando la bala la golpeó. Luke, perdió el equilibro y se tambaleó hacia atrás. Nicholas arrancó el arma de sus manos y la arrojó. Ésta salió a través de la ventana rota, y Nicholas se volvió hacia el hombre de más edad.
―Luke… ―comenzó.
Luke lo golpeó.
Aun sabiendo todo lo que sabía, la sorpresa de ver a Luke, quien había sacado la cara por Nicholas incontables veces, frente a su madre, frente a Maryse, frente a la Clave; Luke, quien era básicamente gentil y amable, al verlo realmente atinarle a Nicholas en el rostro, fue como si, en lugar de a él, le hubiera atinado a ____(tn). Nicholas, totalmente desprevenido, salió lanzado hacia atrás contra la pared.
Y Sebastian, quien no había mostrado hasta ahora ninguna emoción real, más allá de la burla y el disgusto, gruñó; gruñó y extrajo un cuchillo largo y delgado de su cinturón. Los ojos de Luke se abrieron de par en par y empezó a girarse, pero Sebastian fue más rápido que él, más rápido que cualquiera que ____(tn) hubiese visto.
Más rápido que Nicholas. Hundió la daga dentro del pecho de Luke, girándola con fuerza antes de quitarla de un tirón, roja hasta la empuñadura. Luke se desplomó contra la pared… y luego se deslizó hacia abajo, dejando una mancha de sangre detrás, mientras ____(tn) miraba con horror.
Jocelyn gritó. El sonido fue peor que el ruido de la bala rompiendo la ventana, aunque ____(tn) lo oyó como si viniera de lejos o de debajo del agua. Estaba mirando a Luke, quien había colapsado sobre el piso mientras la alfombra a su alrededor rápidamente se tornaba roja.
Sebastian levantó la daga de nuevo, y ____(tn) se arrojó contra él, golpeándolo tan fuerte como pudo en el hombro y tratando de hacer que perdiera el equilibro. Apenas logró moverlo, pero le hizo soltar la daga. Él se giró hacia ella. Estaba sangrando por un labio partido. ____(tn) no supo cómo, no hasta que Nicholas se colocó en su campo de visión y ella vio la sangre en su boca, donde Luke lo había golpeado.
―¡Suficiente! ―Nicholas agarró a Sebastian por la espalda de la chaqueta. Estaba pálido, y no miraba a Luke, ni tampoco a ____(tn)―. Detente. Esto no es por lo que vinimos aquí.
―Déjame ir…
―No.
Nicholas dio una vuelta alrededor de Sebastian y le agarró la mano. Sus ojos encontraron los de ____(tn). Sus labios formaron palabras, hubo un destello de plata (el anillo en el dedo de Sebastian), y entonces, ambos se habían ido, parpadeando fuera de la existencia entre una respiración y otra. Justo mientras se desvanecían, una ráfaga de algo metálico cruzó a través del aire donde habían estado parados y se enterró en la pared.
El kindjal de Luke.
____(tn) se volvió a mirar a su madre, quien había lanzado el cuchillo. Pero Jocelyn no estaba mirando a ____(tn). Estaba lanzándose al lado de Luke, donde cayó de rodillas en la sangrienta alfombra, para luego levantarlo en su regazo. Los ojos de Luke estaban cerrados. La sangre goteaba por las comisuras de su boca. La daga plateada de Sebastian, untada con más sangre, yacía a pocos metros.
―Mamá… ―susurró ____(tn)―. Está…
―La daga era de plata. ―La voz de Jocelyn temblaba―. No se curará tan rápido como debería, no sin tratamiento especial. ―Tocó el rostro de Luke con la punta de sus dedos. El pecho de él se alzaba y caía, observó ____(tn) con alivio, aunque superficialmente. Podía sentir las lágrimas ardiendo en el fondo de su garganta y, por un momento, se sorprendió por la calma de su madre. Pero claro, se trataba de la mujer que, una vez, estuvo entre las cenizas de su casa, rodeada por los cuerpos ennegrecidos de su familia, incluyendo sus padres y su hijo, y lo había superado―. Trae algunas toallas del cuarto de baño ―le pidió su madre―. Tenemos que detener la hemorragia.
____(tn) se tambaleó sobre sus pies y fue, casi a ciegas, al pequeño y azulejado cuarto de baño de Luke. Había una toalla gris colgando en la parte posterior de la puerta, la bajó de un tirón y regresó a la sala de estar. Jocelyn estaba sosteniendo a Luke en su regazo con una mano; la otra sujetaba un teléfono celular. Lo dejó caer y alargó una mano a por la toalla que llevaba ____(tn). Doblándola por la mitad, la puso sobre la herida en el pecho de Luke y presionó. ____(tn) observó que los bordes de la toalla gris empezaban a volverse escarlatas por la sangre.
―Luke ―susurró ____(tn). Él no se movió. Su rostro presentaba un horrible color gris.
―Acabo de llamar a su manada ―informó Jocelyn. No miraba a su hija; ____(tn) se dio cuenta que Jocelyn no le había hecho ni una simple pregunta sobre Nicholas y Sebastian, o por qué Nicholas y ella habían salido de su habitación, o qué estaban haciendo allí. Estaba completamente enfocada en Luke―. Hay algunos miembros patrullando la zona. Apenas lleguen aquí, tenemos que salir. Nicholas regresará por ti.
―Tú no sabes eso… ―comenzó ____(tn), susurrando a través de su garganta reseca.
―Lo sé ―afirmó Jocelyn―. Valentine regresó por mí después de quince años. Así es como son los hombres Morgenstern, no se dan por vencidos. Él vendrá de nuevo a por ti.
Nicholas no es Valentine. Pero las palabras murieron en sus labios. Quería dejarse caer de rodillas y tomar la mano de Luke, sostenerla fuerte, decirle que lo quería. Pero recordó las manos de Nicholas sobre ella en el dormitorio y no lo hizo. Era su culpa. No merecía darle consuelo a Luke o dárselo a sí misma. Merecía el dolor, la culpa.
En el porche sonó el roce de unos pasos, el bajo murmullo de voces. Jocelyn levantó la cabeza. La manada.
―____(tn), ve y recoge tus cosas ―dijo―. Toma lo que pienses que vas a necesitar, pero no más de lo que puedas llevar. No vamos a volver a esta casa.
Definitivamente el Nicho no es el mismo!
:lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:
Sebastian! que haz hecho con MI Nicho!
:muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere:
:imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead:
Disfruten los capitulos! ;)
Yo las leo después!
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
ahhh Luke!!!! :lloro: Se va a recuperar??!
Awwww mi Nicholas!!! :misery: :imdead:
Que le pasa?!! :gasp: Lo quiero devuelta
Hay que matar a Sebastian!!!! :muere:
Siguela!!
Awwww mi Nicholas!!! :misery: :imdead:
Que le pasa?!! :gasp: Lo quiero devuelta
Hay que matar a Sebastian!!!! :muere:
Siguela!!
aranzhitha
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