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Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Holis,
OMG OMG!!
Simon estan lindo con la rayis...
El Nicho va a aparecer pero tengo el presentimiento de que no sera muy bueno para la rayis...
Sebastian ¿Donde estas? Quiero despedazarte, yo ayudo a Isabelle con su venganza (recuerdan que en libro pasado dijo que lo quería partir en pedacitos)!!
Bueno, siguela pronto.
Espero el proximo
Kiss xx.
Hola! :)
*.* Siiiiiiiiiiiiiiiiii, Simón es el mejor amigo que alguien puede tener! :hug:
:xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd:
Tu presentimiento es acertado! u.u
Siiiiiiiii, Sebastian cuídate, tenemos gente vigilando tus pasos! (?
:muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere:
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• Ángeles Malos - Capitulo 3 (Parte 1) •
Hombre, creí que se te había olvidado que vivías aquí ―dijo Jordan al momento que Simón entró en la sala de estar de su pequeño departamento, con las llaves todavía colgando en su mano. Jordan por lo general se encontraba acostado en el futón, con las piernas colgando por el borde, y el control de la Xbox en la mano. Hoy estaba en el futón, pero sentado derecho, con sus anchos hombros encorvados hacia adelante, con las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros, y el control no estaba en ningún lugar a la vista. Sonaba aliviado de ver a Simón, y en un segundo, Simón se dio cuenta del porqué.
Jordan no estaba solo en el departamento. Sentada frente a él sobre un sillón de terciopelo color naranja (ninguno de los muebles de Jordan combinaban) estaba Maia, con su salvaje cabello rizado contenido en dos trenzas. La última vez que Simón la había visto, estaba vestida glamurosamente para una fiesta. Ahora, estaba de vuelta al uniforme: jeans y las botas raídas, una camiseta manga larga, y una chaqueta de cuero color caramelo. Se veía tan incómoda como Jordan, su espalda recta, su mirada perdiéndose en la ventana. Cuando vio a Simón, se levantó con gratitud y le dio un abrazo.
―Hey ―saludó―. Sólo pasé para ver cómo te iba.
―Estoy bien. Quiero decir, tan bien como podría estar con todo lo que está sucediendo.
―No me refería a todo el asunto de Nicholas ―dijo ella―. Me refería a ti. ¿Cómo lo llevas?
―¿Yo? ―Simón estaba sorprendido―. Estoy muy bien. Preocupado por Isabelle y ____(tn). Sabes que la Clave estuvo investigándola…
―Y oí que fue absuelta. Eso es genial. ―Maia lo dejó ir―. Pero estaba pensando en ti y lo que le pasó a tu madre.
―¿Cómo te enteraste de eso? ―Simón le envió una mirada a Jordan, pero Jordan sacudió la cabeza, de manera casi imperceptible. Él no le había dicho.
Maia tiró de una de las trenzas.
―Me encontré con Eric, de todas las personas. Él me dijo lo que sucedió y que habías renunciado a los conciertos de Millenum Lint por las última dos semanas a causa de eso.
―En realidad, cambiaron el nombre ―dijo Jordan―. Ahora se llaman Midnight Burrito.
Maia le dio a Jordan una mirada irritada, y se deslizó un poco en su asiento. Simón se preguntó de qué habían estado hablando antes de que entrara a la casa.
―¿Has hablado con alguien más de tu familia? ―preguntó Maia, con voz suave.
Sus ojos color ámbar estaban llenos de preocupación. Simón sabía que era grosero, pero había algo en que lo miraran de esa manera que a él no le gustaba. Era como si su preocupación convirtiera el problema en algo real, cuando de otro modo él podía fingir que no estaba sucediendo.
―Sí ―afirmó él―. Todo está bien con mi familia.
―¿En serio? Porque dejaste el teléfono aquí. ―Jordan lo recogió de la mesilla―. Y tu hermana ha estado llamándote casi cada cinco minutos durante todo el día. Y ayer.
Una sensación fría se esparció por el estómago de Simón. Tomó el teléfono de la mano de Jordan y vio la pantalla. Diecisiete llamadas perdidas de Rebecca.
―Rayos ―exclamó―. Esperaba evitar esto.
―Bueno, ella es tu hermana ―dijo Maia―. Eventualmente, iba a llamarte.
―Lo sé, pero he estado rechazándola, de alguna manera; dejando mensajes cuando sabía que ella no estaría ahí, esa clase de cosas. Simplemente… supongo que estaba evitando lo inevitable.
―¿Y ahora?
Simón puso el celular en el alféizar de la ventana.
―¿Sigo evitándolo?
―No lo hagas. ―Jordan sacó las manos de los bolsillos―. Deberías hablar con ella.
―¿Y decir qué? ―La pregunta salió más fuerte de lo que Simón había previsto.
―Tu madre debió haberle dicho algo ―comentó Jordan―. Probablemente está preocupada.
Simón sacudió la cabeza.
―Va a venir por Acción de Gracias en unas semanas. No quiero que se mezcle con lo que le está pasando a mi mamá.
―Ya está involucrada con eso. Es tu familia ―dijo Maia―. Además, esto, lo que está pasando con tu mamá, todo, ahora es parte de tu vida.
―Entonces, supongo que quiero que ella se mantenga alejada de eso. ―Simón sabía que estaba siendo irrazonable, pero no parecía capaz de evitarlo. Rebecca era…
Especial. Diferente. Era de una parte de su vida que hasta entonces había permanecido intacta por toda esta locura. Tal vez la única parte.
Maia elevó las manos y se dio la vuelta para mirar a Jordan.
―Dile algo. Eres su guardián Praetorian.
―Oh, por favor ―dijo Simón antes de que Jordan pudiese abrir la boca. ―¿Alguno de ustedes mantiene contacto con sus padres? ¿Sus familiares?
Intercambiaron rápidas miradas.
―No ―contestó Jordan lentamente―, pero ninguno de nosotros tenía buenas relaciones con ellos antes…
―Apoyo mi caso ―dijo Simón―. Todos somos huérfanos. Huérfanos de la tormenta.
―No puedes simplemente ignorar a tu hermana ―insistió Maia.
―Obsérvame.
―¿Y cuando Rebecca venga a casa y parezca el set de la película El Exorcista? ¿Y tu mamá no tenga ninguna explicación de dónde estás? ―Jordan se inclinó hacia adelante, con las manos sobre las rodillas―. Tu hermana llamará a la policía, y tu mamá va a terminar encerrada.
―Simplemente no creo estar listo para escuchar su voz ―reconoció Simón, pero sabía que se había quedado sin argumentos―. Tengo que irme, pero lo prometo, le voy a enviar un mensaje.
―Bueno ―dijo Jordan. Estaba mirando a Maia, no a Simón, mientras lo decía, como si esperara que ella se diera cuenta de que él había hecho un progreso con Simón y estuviese contenta. Simón se preguntó si habían estado saliendo durante las últimas dos semanas cuando había estado ausente. Él hubiese imaginado que no, por la manera incómoda en que habían estado sentados cuando había entrado, pero con estos dos era difícil estar seguro―. Es un comienzo.
El tambaleante ascensor dorado se detuvo en el tercer piso del Instituto; ____(tn) respiró profundamente y salió al pasillo. El lugar estaba como Alec e Isabelle le habían prometido que estaría: desierto y silencioso. El tráfico de la Avenida York afuera era un suave murmuro. Imaginó que podía oír el roce de las motas de polvo mientras bailaban bajo la luz de la ventana. A lo largo de la pared estaban las clavijas, donde los residentes del Instituto colgaban sus abrigos al entrar. Una de las chaquetas negras de Nicholas aún colgaba de un gancho, con las mangas vacías y fantasmales.
Con un escalofrío se puso en camino por el pasillo. Podía recordar la primera vez que Nicholas la había llevado por estos corredores, su voz ligera y descuidada contándole sobre los Cazadores de Sombras, sobre Idris, sobre todo el secreto que ella nunca había sabido que existía. Lo había observado mientras hablaba, (encubierta, había creído, pero ahora sabía que Nicholas lo notaba todo) mirando la luz haciendo brillar su pálido cabello, los rápidos movimientos de sus manos gráciles, la flexibilidad de los músculos de sus brazos cuando hacía un gesto.
Llegó a la biblioteca sin encontrarse con otro Cazador de Sombras y abrió la puerta de un empujón. La sala aún le daba el mismo escalofrío que le había dado la primera vez que la había visto. Circular porque estaba construida dentro de una torre, la biblioteca tenía una galería en el segundo piso, con una baranda, que corría por el punto medio de las paredes, justo encima de las hileras de estanterías. El escritorio que ____(tn) aún recordaba como el de Hodge, descansaba en el centro de la sala, tallado en una sola pieza de madera de roble, y la amplia superficie descansaba sobre las espaldas de dos ángeles arrodillados. ____(tn) medio esperaba que Hodge se levantara detrás de él, con su perspicaz cuervo, Hugo, posado en su hombro.
Apartando el recuerdo, rápidamente se dirigió a la escalera circular al otro extremo de la habitación. Estaba usando jeans y zapatillas deportivas, y una runa de sin sonido estaba grabada en su tobillo; el silencio era casi sobrenatural mientras subía los escalones y entraba en la galería. Aquí arriba también había libros, pero estaban guardados bajo llave detrás de cajas de vidrio. Algunos se veían muy viejos, sus portadas desgastadas, sus enlaces reducidos a unos cuantos hilos. Otros, claramente, eran libros de magia oscura o peligros: Cultos Innombrables, La Viruela Demoniaca, Guía Práctica para Levantar a un Muerto.
Entre las estanterías cerradas estaban las vitrinas. Cada una contenía una mano de obra rara y hermosa, un frasco de cristal delicado cuyo tope era una enorme esmeralda; una corona con un diamante en el centro que no parecía ajustarse a ninguna cabeza humana; un colgante en forma de ángel cuyas alas eran ruedas dentadas y engranajes; y en la última vitrina, justo como Isabelle había prometido, un par de brillantes anillos de oro con forma de hojas curvadas, el trabajo de las hadas tan delicado como la respiración de un bebé.
La vitrina estaba cerrada, por supuesto, pero la runa de apertura (____(tn) se mordía el labio mientras la dibujaba, con cuidado de no hacerla demasiado poderosa para que la caja no reventara y enviara gente corriendo adonde estaba) la se encargó de eso.
Cuidadosamente, abrió la vitrina. Fue sólo cuando deslizó la estela devuelta en su bolsillo que dudó.
¿Esta era la verdadera ella? Robándole a la Clave para pagarle a la Reina de las Hadas, cuyas promesas, como Nicholas le había dicho una vez, eran como escorpiones, con un aguijón en la cola.
Sacudió la cabeza como para desvanecer las dudas, y se congeló. La puerta de la biblioteca se estaba abriendo. Podía oír el crujido de la madera, voces apagadas, pasos.
Sin pensarlo dos veces se tiró al suelo, aplastándose contra el frío piso de madera de la galería.
―Tenías razón, Nicholas ―dijo una voz desde abajo, fríamente entretenida, y horriblemente familiar―. El lugar está desierto.
El hielo que había estado en las venas de ____(tn) pareció cristalizarse, congelándola en el lugar. No se podía mover, tampoco respirar. No había sentido una conmoción así de intensa desde que su padre había pasado una espada a través del cuerpo de Nicholas.
Muy lentamente, avanzó al borde de la galería y miró hacia abajo. Y se mordió el labio salvajemente para no gritar.
El inclinado techo de arriba se alzaba hasta un punto en donde había una claraboya de cristal. La luz del sol se vertía a través de la claraboya, alumbrando una parte del suelo como un foco en un escenario. Podía ver que los fragmentos de cristal, mármol y pedazos de piedras preciosas que estaban incrustadas en el suelo formaban un diseño: el Ángel Raziel, la copa y la espada. De pie justo sobre una de las alas desplegadas del Ángel, estaba Jonathan Christopher Morgenstern.
Sebastian.
Así que así se veía su hermano.
Como de verdad se veía, vivo, en movimiento y animado.
Un rostro pálido, todo ángulos y planos, alto y delgado usando un traje negro. Su cabello era de color blanco plateado, no oscuro como había sido la primera vez que ella lo había visto, teñido para parecerse al color del verdadero Sebastian Verlac. Su propio color pálido le iba mejor. Sus ojos eran negros y se movían con vida y energía. La última vez que lo había visto, flotando en un ataúd de vidrio como Blanca Nieves, una de sus manos había sido un muñón vendado. Ahora esa mano estaba entera de nuevo, con una pulsera de plata brillando en su muñeca, pero nada visible mostraba que había sido dañada alguna vez, y más que dañada: que había desaparecido.
Y ahí, a su lado, cabello dorado brillando bajo la pálida luz del sol, estaba Nicholas. No Nicholas como ella tanto lo había imaginado durante las últimas dos semanas: golpeado, sangrando, sufriendo o muriendo de hambre, encerrado en alguna oscura celda, gritando de dolor o llamándola.
Este era Nicholas como ella lo recordaba, cuando se dejaba recordar: ruborizado, saludable, vibrante y hermoso.
Sus manos estaban de manera indiferente dentro de los bolsillos de sus jeans, sus marcas eran visibles a través de la camiseta blanca. Sobre ella estaba una desconocida chaqueta marrón de gamuza que hacía resaltar los matices dorados de su piel. Él inclinó la cabeza hacia atrás, como si estuviese disfrutando la sensación del sol en su cara.
―Siempre tengo razón, Sebastian ―dijo él―. Ya deberías saber eso de mí.
Sebastian le dio una mirada deliberada, y luego sonrió.
____(tn) se lo quedó viendo.
Tenía toda la apariencia de ser una sonrisa auténtica. Pero, ¿qué sabía ella? Sebastian le había sonreído antes, y eso había resultado ser una gran mentira.
―Entonces, ¿dónde están los libros de evocación? ¿Hay algún orden en este caos?
―En realidad no. No está en orden alfabético. Sigue el sistema especial de Hodge.
―¿No es él el tipo que maté? Inconveniente, eso ―comentó Sebastian―. Tal vez yo deba ir al piso de arriba y tú al de abajo.
Él se movió hacia la escalera que llevaba a la galería.
El corazón de ____(tn) empezó a palpitar con miedo.
Asociaba a Sebastian con asesinato, sangre, dolor, y miedo.
Sabía que Nicholas había luchado con él y había ganado, pero casi había muerto en el proceso. En una pelea cuerpo a cuerpo ella jamás le ganaría a su hermano. ¿Podía lanzarse desde la barandilla de la galería al suelo sin romperse una pierna? Y si lo hacía, ¿qué pasaría entonces? ¿Qué haría Nicholas?
Sebastian había puesto su pie en el primer escalón cuando Nicholas lo llamó.
―Espera. Están aquí. Archivados bajo el nombre ‘Magia No Letal.’
―¿No letal? ¿Qué tiene eso de divertido? ―ronroneó Sebastian, pero levantó el pie del escalón y volvió a donde estaba Nicholas. ―Esta es una biblioteca impresionante ―dijo, leyendo los títulos mientras pasaba―. El Cuidado Y Alimentación de su Picarona Mascota Demonio, Revelados.― Sacó ese del estante y dejó escapar una risa larga y baja.
―¿Qué pasa?― Nicholas levantó la mirada, su boca estaba curvada hacia arriba.
____(tn) tenía tantas ganas de bajar las escaleras y arrojarse encima de él que se volvió a morder el labio. El dolor era fuerte como ácido.
―Es pornografía ―contestó Sebastian―. Mira. Demonios… Revelados.
Nicholas apareció detrás de él, descansando una mano en el brazo de Sebastian para mantener el equilibrio mientras leía sobre su hombro. Era como ver a Nicholas y a Alec, alguien con el que se sentía tan cómodo, que lo podía tocar sin pensarlo dos veces; pero de una manera horrible, distorsionada, al revés.
―Bien, ¿cómo lo sabes?
Sebastian cerró el libro y le dio un ligero golpe a Nicholas en el hombro con él.
―Sé algunas cosas más que tú. ¿Buscaste los libros?
―Ya los tengo. ―Nicholas levantó un montón de tomos de aspecto pesado de una mesa cercana. ―¿Tenemos tiempo para ir a mi habitación? Si pudiese buscar algunas de mis cosas…
―¿Qué quieres?
Nicholas se encogió de hombros.
―Principalmente ropa, algunas armas.
Sebastian sacudió la cabeza.
―Es demasiado peligroso. Tenemos que entrar y salir rápido. Sólo artículos de emergencia.
―Mi chaqueta favorita es un artículo de emergencia ―insistió Nicholas. Esta conversación era muy parecida a cuando hablaba con Alec, o con cualquiera de sus amigos. ―Como yo, es bien caliente y está a la moda.
―Mira, tenemos todo el dinero que podamos desear ―le dijo Sebastian―. Compra ropa. Además, vas a gobernar este lugar en un par de semanas. Puedes izar tu chaqueta favorita en el asta de la bandera y hacerla volar como si fuera un banderín.
Nicholas se rio, ese suave y rico sonido que ____(tn) amaba.
―Te lo advierto, esa chaqueta es sexy. El Instituto podría arder en llamas muy, muy ardientes.
―Sería bueno para el lugar. Es demasiado triste en este momento. ―Sebastian agarró la parte posterior de la chaqueta actual de Nicholas en un puño y lo movió hacia los lados―. Ahora nos vamos. Agarra los libros. ―Bajó la mirada a su mano derecha, donde un delgado anillo de plata brillaba; con la mano que no sujetaba a Nicholas, usó su pulgar para girar el anillo.
―Hey, ―dijo Nicholas―. ¿Crees que…? ―Dejó de hablar, y por un momento ____(tn) creyó que fue porque había mirado hacia arriba y la había visto (su rostro estaba inclinado hacia arriba) pero incluso cuando ella contuvo el aliento, ambos se desvanecieron, desapareciendo como espejismos en el aire.
Lentamente, ____(tn) puso la cabeza sobre su brazo. Su labio estaba sangrando donde lo había mordido; podía saborear la sangre en su boca. Sabía que debía levantarse, moverse, salir corriendo. No se suponía que estuviera aquí. Pero el hielo en sus venas se había vuelto tan frío, que tenía miedo de que si se movía, se rompiera en pedazos.
Jordan no estaba solo en el departamento. Sentada frente a él sobre un sillón de terciopelo color naranja (ninguno de los muebles de Jordan combinaban) estaba Maia, con su salvaje cabello rizado contenido en dos trenzas. La última vez que Simón la había visto, estaba vestida glamurosamente para una fiesta. Ahora, estaba de vuelta al uniforme: jeans y las botas raídas, una camiseta manga larga, y una chaqueta de cuero color caramelo. Se veía tan incómoda como Jordan, su espalda recta, su mirada perdiéndose en la ventana. Cuando vio a Simón, se levantó con gratitud y le dio un abrazo.
―Hey ―saludó―. Sólo pasé para ver cómo te iba.
―Estoy bien. Quiero decir, tan bien como podría estar con todo lo que está sucediendo.
―No me refería a todo el asunto de Nicholas ―dijo ella―. Me refería a ti. ¿Cómo lo llevas?
―¿Yo? ―Simón estaba sorprendido―. Estoy muy bien. Preocupado por Isabelle y ____(tn). Sabes que la Clave estuvo investigándola…
―Y oí que fue absuelta. Eso es genial. ―Maia lo dejó ir―. Pero estaba pensando en ti y lo que le pasó a tu madre.
―¿Cómo te enteraste de eso? ―Simón le envió una mirada a Jordan, pero Jordan sacudió la cabeza, de manera casi imperceptible. Él no le había dicho.
Maia tiró de una de las trenzas.
―Me encontré con Eric, de todas las personas. Él me dijo lo que sucedió y que habías renunciado a los conciertos de Millenum Lint por las última dos semanas a causa de eso.
―En realidad, cambiaron el nombre ―dijo Jordan―. Ahora se llaman Midnight Burrito.
Maia le dio a Jordan una mirada irritada, y se deslizó un poco en su asiento. Simón se preguntó de qué habían estado hablando antes de que entrara a la casa.
―¿Has hablado con alguien más de tu familia? ―preguntó Maia, con voz suave.
Sus ojos color ámbar estaban llenos de preocupación. Simón sabía que era grosero, pero había algo en que lo miraran de esa manera que a él no le gustaba. Era como si su preocupación convirtiera el problema en algo real, cuando de otro modo él podía fingir que no estaba sucediendo.
―Sí ―afirmó él―. Todo está bien con mi familia.
―¿En serio? Porque dejaste el teléfono aquí. ―Jordan lo recogió de la mesilla―. Y tu hermana ha estado llamándote casi cada cinco minutos durante todo el día. Y ayer.
Una sensación fría se esparció por el estómago de Simón. Tomó el teléfono de la mano de Jordan y vio la pantalla. Diecisiete llamadas perdidas de Rebecca.
―Rayos ―exclamó―. Esperaba evitar esto.
―Bueno, ella es tu hermana ―dijo Maia―. Eventualmente, iba a llamarte.
―Lo sé, pero he estado rechazándola, de alguna manera; dejando mensajes cuando sabía que ella no estaría ahí, esa clase de cosas. Simplemente… supongo que estaba evitando lo inevitable.
―¿Y ahora?
Simón puso el celular en el alféizar de la ventana.
―¿Sigo evitándolo?
―No lo hagas. ―Jordan sacó las manos de los bolsillos―. Deberías hablar con ella.
―¿Y decir qué? ―La pregunta salió más fuerte de lo que Simón había previsto.
―Tu madre debió haberle dicho algo ―comentó Jordan―. Probablemente está preocupada.
Simón sacudió la cabeza.
―Va a venir por Acción de Gracias en unas semanas. No quiero que se mezcle con lo que le está pasando a mi mamá.
―Ya está involucrada con eso. Es tu familia ―dijo Maia―. Además, esto, lo que está pasando con tu mamá, todo, ahora es parte de tu vida.
―Entonces, supongo que quiero que ella se mantenga alejada de eso. ―Simón sabía que estaba siendo irrazonable, pero no parecía capaz de evitarlo. Rebecca era…
Especial. Diferente. Era de una parte de su vida que hasta entonces había permanecido intacta por toda esta locura. Tal vez la única parte.
Maia elevó las manos y se dio la vuelta para mirar a Jordan.
―Dile algo. Eres su guardián Praetorian.
―Oh, por favor ―dijo Simón antes de que Jordan pudiese abrir la boca. ―¿Alguno de ustedes mantiene contacto con sus padres? ¿Sus familiares?
Intercambiaron rápidas miradas.
―No ―contestó Jordan lentamente―, pero ninguno de nosotros tenía buenas relaciones con ellos antes…
―Apoyo mi caso ―dijo Simón―. Todos somos huérfanos. Huérfanos de la tormenta.
―No puedes simplemente ignorar a tu hermana ―insistió Maia.
―Obsérvame.
―¿Y cuando Rebecca venga a casa y parezca el set de la película El Exorcista? ¿Y tu mamá no tenga ninguna explicación de dónde estás? ―Jordan se inclinó hacia adelante, con las manos sobre las rodillas―. Tu hermana llamará a la policía, y tu mamá va a terminar encerrada.
―Simplemente no creo estar listo para escuchar su voz ―reconoció Simón, pero sabía que se había quedado sin argumentos―. Tengo que irme, pero lo prometo, le voy a enviar un mensaje.
―Bueno ―dijo Jordan. Estaba mirando a Maia, no a Simón, mientras lo decía, como si esperara que ella se diera cuenta de que él había hecho un progreso con Simón y estuviese contenta. Simón se preguntó si habían estado saliendo durante las últimas dos semanas cuando había estado ausente. Él hubiese imaginado que no, por la manera incómoda en que habían estado sentados cuando había entrado, pero con estos dos era difícil estar seguro―. Es un comienzo.
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El tambaleante ascensor dorado se detuvo en el tercer piso del Instituto; ____(tn) respiró profundamente y salió al pasillo. El lugar estaba como Alec e Isabelle le habían prometido que estaría: desierto y silencioso. El tráfico de la Avenida York afuera era un suave murmuro. Imaginó que podía oír el roce de las motas de polvo mientras bailaban bajo la luz de la ventana. A lo largo de la pared estaban las clavijas, donde los residentes del Instituto colgaban sus abrigos al entrar. Una de las chaquetas negras de Nicholas aún colgaba de un gancho, con las mangas vacías y fantasmales.
Con un escalofrío se puso en camino por el pasillo. Podía recordar la primera vez que Nicholas la había llevado por estos corredores, su voz ligera y descuidada contándole sobre los Cazadores de Sombras, sobre Idris, sobre todo el secreto que ella nunca había sabido que existía. Lo había observado mientras hablaba, (encubierta, había creído, pero ahora sabía que Nicholas lo notaba todo) mirando la luz haciendo brillar su pálido cabello, los rápidos movimientos de sus manos gráciles, la flexibilidad de los músculos de sus brazos cuando hacía un gesto.
Llegó a la biblioteca sin encontrarse con otro Cazador de Sombras y abrió la puerta de un empujón. La sala aún le daba el mismo escalofrío que le había dado la primera vez que la había visto. Circular porque estaba construida dentro de una torre, la biblioteca tenía una galería en el segundo piso, con una baranda, que corría por el punto medio de las paredes, justo encima de las hileras de estanterías. El escritorio que ____(tn) aún recordaba como el de Hodge, descansaba en el centro de la sala, tallado en una sola pieza de madera de roble, y la amplia superficie descansaba sobre las espaldas de dos ángeles arrodillados. ____(tn) medio esperaba que Hodge se levantara detrás de él, con su perspicaz cuervo, Hugo, posado en su hombro.
Apartando el recuerdo, rápidamente se dirigió a la escalera circular al otro extremo de la habitación. Estaba usando jeans y zapatillas deportivas, y una runa de sin sonido estaba grabada en su tobillo; el silencio era casi sobrenatural mientras subía los escalones y entraba en la galería. Aquí arriba también había libros, pero estaban guardados bajo llave detrás de cajas de vidrio. Algunos se veían muy viejos, sus portadas desgastadas, sus enlaces reducidos a unos cuantos hilos. Otros, claramente, eran libros de magia oscura o peligros: Cultos Innombrables, La Viruela Demoniaca, Guía Práctica para Levantar a un Muerto.
Entre las estanterías cerradas estaban las vitrinas. Cada una contenía una mano de obra rara y hermosa, un frasco de cristal delicado cuyo tope era una enorme esmeralda; una corona con un diamante en el centro que no parecía ajustarse a ninguna cabeza humana; un colgante en forma de ángel cuyas alas eran ruedas dentadas y engranajes; y en la última vitrina, justo como Isabelle había prometido, un par de brillantes anillos de oro con forma de hojas curvadas, el trabajo de las hadas tan delicado como la respiración de un bebé.
La vitrina estaba cerrada, por supuesto, pero la runa de apertura (____(tn) se mordía el labio mientras la dibujaba, con cuidado de no hacerla demasiado poderosa para que la caja no reventara y enviara gente corriendo adonde estaba) la se encargó de eso.
Cuidadosamente, abrió la vitrina. Fue sólo cuando deslizó la estela devuelta en su bolsillo que dudó.
¿Esta era la verdadera ella? Robándole a la Clave para pagarle a la Reina de las Hadas, cuyas promesas, como Nicholas le había dicho una vez, eran como escorpiones, con un aguijón en la cola.
Sacudió la cabeza como para desvanecer las dudas, y se congeló. La puerta de la biblioteca se estaba abriendo. Podía oír el crujido de la madera, voces apagadas, pasos.
Sin pensarlo dos veces se tiró al suelo, aplastándose contra el frío piso de madera de la galería.
―Tenías razón, Nicholas ―dijo una voz desde abajo, fríamente entretenida, y horriblemente familiar―. El lugar está desierto.
El hielo que había estado en las venas de ____(tn) pareció cristalizarse, congelándola en el lugar. No se podía mover, tampoco respirar. No había sentido una conmoción así de intensa desde que su padre había pasado una espada a través del cuerpo de Nicholas.
Muy lentamente, avanzó al borde de la galería y miró hacia abajo. Y se mordió el labio salvajemente para no gritar.
El inclinado techo de arriba se alzaba hasta un punto en donde había una claraboya de cristal. La luz del sol se vertía a través de la claraboya, alumbrando una parte del suelo como un foco en un escenario. Podía ver que los fragmentos de cristal, mármol y pedazos de piedras preciosas que estaban incrustadas en el suelo formaban un diseño: el Ángel Raziel, la copa y la espada. De pie justo sobre una de las alas desplegadas del Ángel, estaba Jonathan Christopher Morgenstern.
Sebastian.
Así que así se veía su hermano.
Como de verdad se veía, vivo, en movimiento y animado.
Un rostro pálido, todo ángulos y planos, alto y delgado usando un traje negro. Su cabello era de color blanco plateado, no oscuro como había sido la primera vez que ella lo había visto, teñido para parecerse al color del verdadero Sebastian Verlac. Su propio color pálido le iba mejor. Sus ojos eran negros y se movían con vida y energía. La última vez que lo había visto, flotando en un ataúd de vidrio como Blanca Nieves, una de sus manos había sido un muñón vendado. Ahora esa mano estaba entera de nuevo, con una pulsera de plata brillando en su muñeca, pero nada visible mostraba que había sido dañada alguna vez, y más que dañada: que había desaparecido.
Y ahí, a su lado, cabello dorado brillando bajo la pálida luz del sol, estaba Nicholas. No Nicholas como ella tanto lo había imaginado durante las últimas dos semanas: golpeado, sangrando, sufriendo o muriendo de hambre, encerrado en alguna oscura celda, gritando de dolor o llamándola.
Este era Nicholas como ella lo recordaba, cuando se dejaba recordar: ruborizado, saludable, vibrante y hermoso.
Sus manos estaban de manera indiferente dentro de los bolsillos de sus jeans, sus marcas eran visibles a través de la camiseta blanca. Sobre ella estaba una desconocida chaqueta marrón de gamuza que hacía resaltar los matices dorados de su piel. Él inclinó la cabeza hacia atrás, como si estuviese disfrutando la sensación del sol en su cara.
―Siempre tengo razón, Sebastian ―dijo él―. Ya deberías saber eso de mí.
Sebastian le dio una mirada deliberada, y luego sonrió.
____(tn) se lo quedó viendo.
Tenía toda la apariencia de ser una sonrisa auténtica. Pero, ¿qué sabía ella? Sebastian le había sonreído antes, y eso había resultado ser una gran mentira.
―Entonces, ¿dónde están los libros de evocación? ¿Hay algún orden en este caos?
―En realidad no. No está en orden alfabético. Sigue el sistema especial de Hodge.
―¿No es él el tipo que maté? Inconveniente, eso ―comentó Sebastian―. Tal vez yo deba ir al piso de arriba y tú al de abajo.
Él se movió hacia la escalera que llevaba a la galería.
El corazón de ____(tn) empezó a palpitar con miedo.
Asociaba a Sebastian con asesinato, sangre, dolor, y miedo.
Sabía que Nicholas había luchado con él y había ganado, pero casi había muerto en el proceso. En una pelea cuerpo a cuerpo ella jamás le ganaría a su hermano. ¿Podía lanzarse desde la barandilla de la galería al suelo sin romperse una pierna? Y si lo hacía, ¿qué pasaría entonces? ¿Qué haría Nicholas?
Sebastian había puesto su pie en el primer escalón cuando Nicholas lo llamó.
―Espera. Están aquí. Archivados bajo el nombre ‘Magia No Letal.’
―¿No letal? ¿Qué tiene eso de divertido? ―ronroneó Sebastian, pero levantó el pie del escalón y volvió a donde estaba Nicholas. ―Esta es una biblioteca impresionante ―dijo, leyendo los títulos mientras pasaba―. El Cuidado Y Alimentación de su Picarona Mascota Demonio, Revelados.― Sacó ese del estante y dejó escapar una risa larga y baja.
―¿Qué pasa?― Nicholas levantó la mirada, su boca estaba curvada hacia arriba.
____(tn) tenía tantas ganas de bajar las escaleras y arrojarse encima de él que se volvió a morder el labio. El dolor era fuerte como ácido.
―Es pornografía ―contestó Sebastian―. Mira. Demonios… Revelados.
Nicholas apareció detrás de él, descansando una mano en el brazo de Sebastian para mantener el equilibrio mientras leía sobre su hombro. Era como ver a Nicholas y a Alec, alguien con el que se sentía tan cómodo, que lo podía tocar sin pensarlo dos veces; pero de una manera horrible, distorsionada, al revés.
―Bien, ¿cómo lo sabes?
Sebastian cerró el libro y le dio un ligero golpe a Nicholas en el hombro con él.
―Sé algunas cosas más que tú. ¿Buscaste los libros?
―Ya los tengo. ―Nicholas levantó un montón de tomos de aspecto pesado de una mesa cercana. ―¿Tenemos tiempo para ir a mi habitación? Si pudiese buscar algunas de mis cosas…
―¿Qué quieres?
Nicholas se encogió de hombros.
―Principalmente ropa, algunas armas.
Sebastian sacudió la cabeza.
―Es demasiado peligroso. Tenemos que entrar y salir rápido. Sólo artículos de emergencia.
―Mi chaqueta favorita es un artículo de emergencia ―insistió Nicholas. Esta conversación era muy parecida a cuando hablaba con Alec, o con cualquiera de sus amigos. ―Como yo, es bien caliente y está a la moda.
―Mira, tenemos todo el dinero que podamos desear ―le dijo Sebastian―. Compra ropa. Además, vas a gobernar este lugar en un par de semanas. Puedes izar tu chaqueta favorita en el asta de la bandera y hacerla volar como si fuera un banderín.
Nicholas se rio, ese suave y rico sonido que ____(tn) amaba.
―Te lo advierto, esa chaqueta es sexy. El Instituto podría arder en llamas muy, muy ardientes.
―Sería bueno para el lugar. Es demasiado triste en este momento. ―Sebastian agarró la parte posterior de la chaqueta actual de Nicholas en un puño y lo movió hacia los lados―. Ahora nos vamos. Agarra los libros. ―Bajó la mirada a su mano derecha, donde un delgado anillo de plata brillaba; con la mano que no sujetaba a Nicholas, usó su pulgar para girar el anillo.
―Hey, ―dijo Nicholas―. ¿Crees que…? ―Dejó de hablar, y por un momento ____(tn) creyó que fue porque había mirado hacia arriba y la había visto (su rostro estaba inclinado hacia arriba) pero incluso cuando ella contuvo el aliento, ambos se desvanecieron, desapareciendo como espejismos en el aire.
Lentamente, ____(tn) puso la cabeza sobre su brazo. Su labio estaba sangrando donde lo había mordido; podía saborear la sangre en su boca. Sabía que debía levantarse, moverse, salir corriendo. No se suponía que estuviera aquí. Pero el hielo en sus venas se había vuelto tan frío, que tenía miedo de que si se movía, se rompiera en pedazos.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
:xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd:
OMJ! OMJ! OMJ! OMJ!
Es taaaaaaaaaaaaaaaaaaan raro leer al Nicho & Sebastian así!
Primero se querían matar, ahora es como si fueran Hermando en verdad!
Estamos en la dimensión desconocida, definitivamente!
Disfruten el capi!
Las leo después! ;)
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
WHAT?!
Dime por favor que el Nicho no es el Nicho (o sea que tiene un embrujo o algo asi)....
Te juro que quiero ahorcar a ese Sebastian, ponganlo enfrente mio, y el pobre quedara POLVO
Nick, amado Nick, DESPIERTA!! Es tu enemigo!!!!
Siguela antes de que muera
Kiss xx.
Dime por favor que el Nicho no es el Nicho (o sea que tiene un embrujo o algo asi)....
Te juro que quiero ahorcar a ese Sebastian, ponganlo enfrente mio, y el pobre quedara POLVO
Nick, amado Nick, DESPIERTA!! Es tu enemigo!!!!
Siguela antes de que muera
Kiss xx.
Val x.
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
:misery: NO ENTIENDO NADAAAAA!!!! :muere: QUE ALGUIEN ME EXPLIQUEEE!!
POR QUE NICK TRATA ASI A SEBASTIAN!!!??? Y AL REVEEESSSS¡¡¡???? :wut:
AAAIIII CUANDO IBA LEYENDO YO ESTABA COMIENDO Y :muack: SUCEDIO ESTO!!!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
DIRIA QUE LA SIGUIERAS ... PERO COMO SIEMPRE ESTARE OCUPADISISIMA LESTE FIN DE SEMANA!!! :imdead:
POR QUE NICK TRATA ASI A SEBASTIAN!!!??? Y AL REVEEESSSS¡¡¡???? :wut:
AAAIIII CUANDO IBA LEYENDO YO ESTABA COMIENDO Y :muack: SUCEDIO ESTO!!!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
DIRIA QUE LA SIGUIERAS ... PERO COMO SIEMPRE ESTARE OCUPADISISIMA LESTE FIN DE SEMANA!!! :imdead:
chelis
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
ahhh porque Nicholas lo trata asi?? :gasp:
Porque se comporta asi?!! :misery:
Quiero que regrese mi Nicho
Lo extraño!!! :misery:
Siguela!!
Porque se comporta asi?!! :misery:
Quiero que regrese mi Nicho
Lo extraño!!! :misery:
Siguela!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
No puedo creer que Nicholas este haciendo esto, obviamente manipulado poe Sebastian, pero lo mismo me da bronca!!
Seguila!! ya empezo la mejor parte del libro!
Seguila!! ya empezo la mejor parte del libro!
I.am.rayita (Anto!!!)
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:WHAT?!
Dime por favor que el Nicho no es el Nicho (o sea que tiene un embrujo o algo asi)....
Te juro que quiero ahorcar a ese Sebastian, ponganlo enfrente mio, y el pobre quedara POLVO
Nick, amado Nick, DESPIERTA!! Es tu enemigo!!!!
Siguela antes de que muera
Kiss xx.
:gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp:
Ya sé! :$
Es horrible leerlos así verdad!
Pues lo más seguro es que este embrujado! :scratch:
No creo que de buenas a primeras quiera a Sebastian! :¬¬:
JAJAJAJAJAJ yo te ayudo! :twisted:
Sebastian Cuidate! :fiu:
:muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere:
Esperemos recuperar al verdadero Nicho :enamorado: pronto!
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
chelis escribió: :misery: NO ENTIENDO NADAAAAA!!!! :muere: QUE ALGUIEN ME EXPLIQUEEE!!
POR QUE NICK TRATA ASI A SEBASTIAN!!!??? Y AL REVEEESSSS¡¡¡???? :wut:
AAAIIII CUANDO IBA LEYENDO YO ESTABA COMIENDO Y :muack: SUCEDIO ESTO!!!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
DIRIA QUE LA SIGUIERAS ... PERO COMO SIEMPRE ESTARE OCUPADISISIMA LESTE FIN DE SEMANA!!! :imdead:
:xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd:
& conforme avance entenderás menos! :suspect:
Lo sé, es super raro leerlos así! :scratch:
Primero se querían matar & ahora son los mejores amigos! :scratch:
JAJAJAJAJA pobre de tu pantalla de la PC! :P
Bueno, te leo cuando estés desocupada! ;)
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahhh porque Nicholas lo trata asi?? :gasp:
Porque se comporta asi?!! :misery:
Quiero que regrese mi Nicho
Lo extraño!!! :misery:
Siguela!!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Esas es la pregunta del millón!
:imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead: :imdead:
Lo sé!
Nicho :enamorado: vuelve pronto! u.u
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
I.am.rayita (Anto!!!) escribió:No puedo creer que Nicholas este haciendo esto, obviamente manipulado poe Sebastian, pero lo mismo me da bronca!!
Seguila!! ya empezo la mejor parte del libro!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Ya se! :sad:
Soló diré que no es él mismo!
Nooooooooooooo!
lo mejor aún esta por verse! ;)
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• Ángeles Malos - Capitulo 3 (Parte 2) •
Alec se despertó con Magnus sacudiendo su hombro.
―Vamos, dulzura ―decía―. Es hora de levantarse y enfrentar el día.
Alec se desenredó de su nido de almohadas y sábanas y parpadeó a su novio.
Magnus, a pesar de haber dormido muy poco, se veía irritantemente alegre. Su cabello estaba mojado, goteando sobre los hombros de su camisa blanca haciéndola transparente. Estaba usando jeans agujereados y dobladillos deshilachados, lo que significaba que tenía la intención de pasar el día sin salir del departamento.
―¿Dulzura? ―preguntó Alec.
―Lo estaba probando.
Alec negó con la cabeza.
―No.
Magnus se encogió de hombros.
―Voy a seguir con él. ―Le tendió una taza azul de café preparado de la manera que le gustaba a Alec: negro, con azúcar―. Despierta.
Alec se incorporó, frotándose los ojos, y tomó la taza. El primer trago amargo envió un cosquilleo de energía a través de sus nervios. Recordaba haber estado acostado la noche anterior esperando a Magnus para que volviera a la cama, pero eventualmente el agotamiento lo superó y se había quedado dormido alrededor de las cinco a.m.
―No voy a ir a la reunión del Concejo hoy.
―Lo sé, pero se supone que te vas a encontrar con tu hermana y los otros, en el parque que queda cerca de Turtle Pond. Me dijiste que te lo recordara.
Alec movió las piernas por el lado de la cama.
―¿Qué hora es?
Magnus gentilmente tomó la taza de su mano antes de que el café se derramara y la puso sobre la mesita de noche.
―Estás bien. Te queda una hora. ―Se inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra los de Alec; Alec recordaba la primera vez que se habían besado, aquí en este departamento, y quería envolver los brazos alrededor de su novio y acercarlo. Pero algo lo detuvo.
Se levantó, desenredándose a sí mismo, y fue a la oficina. Tenía un cajón donde estaba su ropa. Un lugar para su cepillo de dientes en el baño. Una llave de la puerta principal. Una cantidad decente de bienes suficientes para iniciar la vida de cualquier persona, y aun así, no podía apartar la sensación fría en su estómago.
Magnus se había acostado boca arriba en la cama y miraba a Alec, un brazo detrás de su cabeza.
―Usa esa bufanda ―le aconsejó, señalando una bufanda de cachemira azul colgando de una percha―. Combina con tus ojos.
Alec la miró. De repente, se llenó de odio, por la bufanda, por Magnus, y, sobre todo, por sí mismo.
―No me digas ―dijo él―. La bufanda tiene cien años de antigüedad, y te la regaló la Reina Victoria justo antes de morir, por servicios especiales a la Corona o algo así.
Magnus se sentó.
―¿Qué te pasa?
Alec se le quedó viendo.
―¿Soy lo más nuevo de este departamento?
―Creo que ese honor se lo lleva Presidente Miau. Sólo tiene dos años.
―Dije lo más nuevo, no lo más joven ―espetó Alec―. ¿Quién es W.S.? ¿Es Will?
Magnus sacudió la cabeza como si tuviera agua dentro de los oídos.
―¿Qué diablos? ¿Te refieres a la tabaquera? W.S. es Woolsey Scott. Él…
―Fundó el Praetor Lupus. Lo sé. ―Alec se puso los pantalones y subió el cierre―. Ya lo has mencionado antes, y además, es una figura histórica. Y su tabaquera está en tu cajón de basura. ¿Qué más hay ahí dentro? ¿El corta uñas de Jonathan Cazador de Sombras?
Los ojos de gato de Magnus eran fríos.
―¿De dónde viene todo esto, Alexander? Yo no te miento. Si hay algo acerca mí que quieras saber, puedes preguntar.
―Mentira ―dijo Alec sin rodeos, abrochándose la camisa―. Eres amable, gracioso y todas esas cosas asombrosas, pero lo que no eres es abierto, dulzura. Puedes hablar todo el día acerca de los problemas de otras personas, pero nunca hablas de ti mismo o tu historia, y cuando sí pregunto, te retuerces como gusano en un anzuelo.
―Tal vez porque no puedes preguntarme de mi pasado sin empezar una pelea sobre cómo yo voy a vivir para siempre y tú no ―espetó Magnus―. Tal vez porque la inmortalidad rápidamente se está convirtiendo en la tercera persona de nuestra relación, Alec.
―No se supone que nuestra relación deba tener una tercera persona.
―Exacto.
Se formó un nudo en la garganta de Alec. Había miles de cosas que quería decir, pero él nunca había sido bueno con las palabras como Nicholas y Magnus. En su lugar, tomó la bufanda azul de su percha y la envolvió de manera desafiante alrededor de su cuello.
―No me esperes despierto ―dijo―. Puede ser que patrulle esta noche.
A medida que salía del departamento, escuchó a Magnus gritar detrás de él―: Y esa bufanda, para que lo sepas, ¡es de Gap! ¡La compré el año pasado! Alec puso los ojos en blanco y se fue corriendo por las escaleras al vestíbulo. La única bombilla que, por lo general alumbraba el lugar estaba apagada, y el espacio estaba tan oscuro que por un momento no vio a la figura encapuchada deslizarse hacia él desde las sombras. Cuando la vio, se sorprendió tanto que dejó caer su llavero con un sonido metálico.
La figura se le acercó. No podía ver nada de ella, ni edad, ni género, ni especie. La voz que vino de debajo de la capucha era crujiente y baja.
―Tengo un mensaje para usted, Alec Lightwood ―dijo―. De Camille Belcourt.
―¿Quieres que patrullemos juntos esta noche? ―preguntó Jordan, de manera un tanto abrupta.
Maia se volteó para mirarlo con sorpresa. Estaba recostado contra la encimera de la cocina, con los codos sobre la superficie tras de él. Había una despreocupación en su postura que era demasiado estudiada para ser sincera. Ese era el problema de conocer tan bien a alguien, pensó ella. Era difícil fingir alrededor de ellos, o ignorar cuando ellos estaban fingiendo, incluso aunque fuera lo más fácil.
―¿Patrullar juntos?― Repitió ella. Simón estaba en su habitación, cambiándose de ropa; ella le había dicho que lo acompañaría al metro, y ahora deseaba no haberlo hecho. Sabía que debía haber contactado a Jordan desde la última vez que lo había visto, cuando, imprudentemente, lo había besado. Pero entonces Nicholas desapareció y todo el mundo pareció haberse destrozado en pedazos, lo que le había dado la excusa que ella había necesitado para evitar el problema.
Por supuesto, no pensar en tu ex novio que había roto tu corazón y te había convertido en un hombre lobo era mucho más fácil cuando él no estaba justo frente a ti, usando una camisa verde que abrazaba su cuerpo musculoso en los lugares indicados y hacía resaltar el color avellana de sus ojos.
―Creí que iban a cancelar las patrullas de búsqueda de Nicholas ―dijo ella, apartando la mirada de él.
―Bueno, no tanto cancelar, sino disminuirlas. Pero yo estoy con Praetor, no con la Clave. Puedo buscar a Nicholas en mi propio tiempo.
―Claro ―coincidió ella.
Él estaba jugando con algo en la encimera, arreglándolo, pero su atención aún estaba en ella.
―¿Quieres, tú sabes…? Solías querer ir a la universidad en Stanford. ¿Te gustaría aún?
Su corazón dio un vuelco.
―No he pensado en la universidad desde…― Se aclaró la garganta―. No desde que cambié.
Se sonrojó.
―Tú estabas… Quiero decir, siempre quisiste ir a California. Ibas a estudiar historia, y yo me iba a mudar allá y todo eso. ¿Recuerdas?
Maia metió las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta de cuero. Sentía como si debiera estar enojada, pero no lo estaba. Durante mucho tiempo había culpado a Jordan por el hecho de que había dejado de pensar en un futuro humano, con escuela, una casa, y una familia, algún día tal vez. Pero había otros lobos en la manada de la estación de policía que aun así perseguían sus sueños, sus artes. Bat, por ejemplo. Pero había sido decisión de ella detener su corta vida.
―Lo recuerdo ―contestó.
Él se volvió a sonrojar.
―Sobre esta noche. Nadie ha buscado en el Navy Yard de Brooklyn, así que pensé… pero nunca es divertido ir solo. Pero si no quieres ir…
―No ―respondió, escuchando su propia voz como si fuera la de alguien más―. Quiero decir, seguro. Iré contigo.
―¿En serio? ―Sus ojos color avellana miraron hacia arriba, y Maia se maldijo por dentro. No debería ilusionarlo, no cuando no estaba segura de lo que sentía. Era simplemente difícil de creer que a él le importara tanto.
El medallón de Praetor Lupus brillaba en su garganta mientras se inclinaba hacia adelante, y ella olió el familiar aroma de su jabón, y debajo de eso: lobo. Ella alzó ligeramente la mirada hacia él, justo cuando la puerta de Simón se abría y él salía, poniéndose una sudadera. Se paró en seco en la entrada, sus ojos se movían de Jordan a Maia, y sus cejas se elevaron poco a poco.
―Sabes, puedo llegar solo al metro ―le dijo a Maia, con una leve sonrisa en la comisura de sus labio―. Si quieres quedarte…
―No. ―Maia sacó las manos de sus bolsillos apresuradamente, donde habían estado cerradas en un puño nervioso―. No, iré contigo. Jordan, yo… te veo más tarde.
―Esta noche ―gritó, pero ella no se volteó para mirarlo; ya estaba corriendo tras Simón.
Simón caminaba solo por la pequeña inclinación de la colina, escuchando los gritos de los jugadores de frisbee en el Sheep Meadow detrás de él, como música lejana. Era un brillante día de noviembre, frío y con viento, el sol iluminaba lo que quedaba de las hojas de los árboles, dándoles brillantes tonos rojos, dorados y ámbar.
La cima de la colina estaba cubierta por cantos rodados. Podías ver cómo el parque había sido cortado de los que había sido un desierto de árboles y piedras. Isabelle estaba sentada encima de una de las rocas, usando un largo vestido de seda color verde botella y una capa bordada negra y plateada sobre éste. Miró hacia arriba mientras Simón se dirigía en su dirección, apartando su largo y oscuro cabello de su cara.
―Creí que estarías con ____(tn) ―dijo cuando él se acercó―. ¿Dónde está?
―Dejando el Instituto ―contestó, sentándose al lado de Isabelle en la roca y metiendo las manos en los bolsillos de su cazadora―. Me envió un mensaje. Llegará pronto.
―Alec está en camino… ―empezó, y se detuvo cuando el bolsillo de Simón vibró. O, más exactamente, el teléfono en su bolsillo vibró―. Creo que alguien te envió un mensaje.
Se encogió de hombros.
―Lo veré más tarde.
Le lanzó una mirada por debajo de sus largas pestañas.
―Lo que sea, estaba diciendo, Alec también está en camino. Tuvo que recorrer todo el camino desde Brooklyn, así que…
El teléfono de Simón volvió a vibrar.
―Muy bien, ya está. Si tú no lo vas a contestar, yo lo haré. ―Isabelle se inclinó hacia adelante, contra las protestas de Simón, y deslizó la mano dentro de su bolsillo.
La parte superior de su cabeza rozó su barbilla. Él olió su perfume a vainilla y el aroma de su piel debajo. Cuando ella sacó el teléfono y se alejó, se encontró aliviado y decepcionado.
Ella entrecerró los ojos a la pantalla.
―¿Rebecca? ¿Quién es Rebecca?
―Mi hermana.
El cuerpo de Isabelle se relajó.
―Quiere encontrarse contigo. Dice que no te ha visto desde…
Simón tomó el teléfono de su mano y lo apagó antes de meterlo de nuevo dentro de su bolsillo.
―Lo sé, lo sé.
―¿No quieres verla?
―Más que… más que cualquier cosa. Pero no quiero que sepa. Sobre mí. ―Simón agarró un palo y lo arrojó―. Mira lo que pasó cuando mi madre se enteró.
―Establece entonces una reunión con ella en un lugar público. Donde no pueda enloquecer. Lejos de tu casa.
―Incluso aunque no pueda enloquecer, aún me puede ver como lo hizo mi madre ―dijo Simón en voz baja―. Como si fuera un monstruo.
Isabelle tocó su muñeca suavemente.
―Mi mamá echó a Nicholas cuando creyó que era hijo de Valentine y un espía, luego se arrepintió mucho. Mamá y papá están superando lo de Alec con Magnus. Tu mamá también lo va a superar. Pon a tu hermana de tu lado. Eso ayudará. ―Inclinó un poco la cabeza―. Creo que, algunas veces, los hermanos entienden más que los padres. No está el mismo peso de las expectativas. Yo jamás podría dejar desinformado a Alec. No importa lo que hiciera. Jamás. Ni a Nicholas. ―Ella le dio un apretón a su brazo, luego dejó caer su mano―. Mi hermano menor murió. Nunca más lo volveré a ver. No hagas que tu hermana pase por eso.
―¿Pasar por qué? ―Era Alec, subiendo por la ladera de la colina, pateando hojas secas fuera de su camino. Estaba usando su jersey raído habitual y jeans, pero una bufanda azul oscuro que combinaba con sus ojos estaba envuelta alrededor de su garganta. Ahora, eso tenía que haber sido un regalo de Magnus, pensó Simón. De ninguna manera Alec se habría comprado algo así para sí mismo. El concepto de combinar no parecía importarle.
Isabelle se aclaró la garganta.
―La hermana de Simón…
No llegó más allá de eso. Hubo una ráfaga de aire frío, trasladando consigo un remolino de hojas muertas. Isabelle levantó una mano para proteger su rostro del polvo mientras el aire comenzaba a brillar con la translucidez inconfundible de un portal, y ____(tn) apareció ante ellos, con la estela en una mano y su rostro mojado por las lágrimas.
―Vamos, dulzura ―decía―. Es hora de levantarse y enfrentar el día.
Alec se desenredó de su nido de almohadas y sábanas y parpadeó a su novio.
Magnus, a pesar de haber dormido muy poco, se veía irritantemente alegre. Su cabello estaba mojado, goteando sobre los hombros de su camisa blanca haciéndola transparente. Estaba usando jeans agujereados y dobladillos deshilachados, lo que significaba que tenía la intención de pasar el día sin salir del departamento.
―¿Dulzura? ―preguntó Alec.
―Lo estaba probando.
Alec negó con la cabeza.
―No.
Magnus se encogió de hombros.
―Voy a seguir con él. ―Le tendió una taza azul de café preparado de la manera que le gustaba a Alec: negro, con azúcar―. Despierta.
Alec se incorporó, frotándose los ojos, y tomó la taza. El primer trago amargo envió un cosquilleo de energía a través de sus nervios. Recordaba haber estado acostado la noche anterior esperando a Magnus para que volviera a la cama, pero eventualmente el agotamiento lo superó y se había quedado dormido alrededor de las cinco a.m.
―No voy a ir a la reunión del Concejo hoy.
―Lo sé, pero se supone que te vas a encontrar con tu hermana y los otros, en el parque que queda cerca de Turtle Pond. Me dijiste que te lo recordara.
Alec movió las piernas por el lado de la cama.
―¿Qué hora es?
Magnus gentilmente tomó la taza de su mano antes de que el café se derramara y la puso sobre la mesita de noche.
―Estás bien. Te queda una hora. ―Se inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra los de Alec; Alec recordaba la primera vez que se habían besado, aquí en este departamento, y quería envolver los brazos alrededor de su novio y acercarlo. Pero algo lo detuvo.
Se levantó, desenredándose a sí mismo, y fue a la oficina. Tenía un cajón donde estaba su ropa. Un lugar para su cepillo de dientes en el baño. Una llave de la puerta principal. Una cantidad decente de bienes suficientes para iniciar la vida de cualquier persona, y aun así, no podía apartar la sensación fría en su estómago.
Magnus se había acostado boca arriba en la cama y miraba a Alec, un brazo detrás de su cabeza.
―Usa esa bufanda ―le aconsejó, señalando una bufanda de cachemira azul colgando de una percha―. Combina con tus ojos.
Alec la miró. De repente, se llenó de odio, por la bufanda, por Magnus, y, sobre todo, por sí mismo.
―No me digas ―dijo él―. La bufanda tiene cien años de antigüedad, y te la regaló la Reina Victoria justo antes de morir, por servicios especiales a la Corona o algo así.
Magnus se sentó.
―¿Qué te pasa?
Alec se le quedó viendo.
―¿Soy lo más nuevo de este departamento?
―Creo que ese honor se lo lleva Presidente Miau. Sólo tiene dos años.
―Dije lo más nuevo, no lo más joven ―espetó Alec―. ¿Quién es W.S.? ¿Es Will?
Magnus sacudió la cabeza como si tuviera agua dentro de los oídos.
―¿Qué diablos? ¿Te refieres a la tabaquera? W.S. es Woolsey Scott. Él…
―Fundó el Praetor Lupus. Lo sé. ―Alec se puso los pantalones y subió el cierre―. Ya lo has mencionado antes, y además, es una figura histórica. Y su tabaquera está en tu cajón de basura. ¿Qué más hay ahí dentro? ¿El corta uñas de Jonathan Cazador de Sombras?
Los ojos de gato de Magnus eran fríos.
―¿De dónde viene todo esto, Alexander? Yo no te miento. Si hay algo acerca mí que quieras saber, puedes preguntar.
―Mentira ―dijo Alec sin rodeos, abrochándose la camisa―. Eres amable, gracioso y todas esas cosas asombrosas, pero lo que no eres es abierto, dulzura. Puedes hablar todo el día acerca de los problemas de otras personas, pero nunca hablas de ti mismo o tu historia, y cuando sí pregunto, te retuerces como gusano en un anzuelo.
―Tal vez porque no puedes preguntarme de mi pasado sin empezar una pelea sobre cómo yo voy a vivir para siempre y tú no ―espetó Magnus―. Tal vez porque la inmortalidad rápidamente se está convirtiendo en la tercera persona de nuestra relación, Alec.
―No se supone que nuestra relación deba tener una tercera persona.
―Exacto.
Se formó un nudo en la garganta de Alec. Había miles de cosas que quería decir, pero él nunca había sido bueno con las palabras como Nicholas y Magnus. En su lugar, tomó la bufanda azul de su percha y la envolvió de manera desafiante alrededor de su cuello.
―No me esperes despierto ―dijo―. Puede ser que patrulle esta noche.
A medida que salía del departamento, escuchó a Magnus gritar detrás de él―: Y esa bufanda, para que lo sepas, ¡es de Gap! ¡La compré el año pasado! Alec puso los ojos en blanco y se fue corriendo por las escaleras al vestíbulo. La única bombilla que, por lo general alumbraba el lugar estaba apagada, y el espacio estaba tan oscuro que por un momento no vio a la figura encapuchada deslizarse hacia él desde las sombras. Cuando la vio, se sorprendió tanto que dejó caer su llavero con un sonido metálico.
La figura se le acercó. No podía ver nada de ella, ni edad, ni género, ni especie. La voz que vino de debajo de la capucha era crujiente y baja.
―Tengo un mensaje para usted, Alec Lightwood ―dijo―. De Camille Belcourt.
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―¿Quieres que patrullemos juntos esta noche? ―preguntó Jordan, de manera un tanto abrupta.
Maia se volteó para mirarlo con sorpresa. Estaba recostado contra la encimera de la cocina, con los codos sobre la superficie tras de él. Había una despreocupación en su postura que era demasiado estudiada para ser sincera. Ese era el problema de conocer tan bien a alguien, pensó ella. Era difícil fingir alrededor de ellos, o ignorar cuando ellos estaban fingiendo, incluso aunque fuera lo más fácil.
―¿Patrullar juntos?― Repitió ella. Simón estaba en su habitación, cambiándose de ropa; ella le había dicho que lo acompañaría al metro, y ahora deseaba no haberlo hecho. Sabía que debía haber contactado a Jordan desde la última vez que lo había visto, cuando, imprudentemente, lo había besado. Pero entonces Nicholas desapareció y todo el mundo pareció haberse destrozado en pedazos, lo que le había dado la excusa que ella había necesitado para evitar el problema.
Por supuesto, no pensar en tu ex novio que había roto tu corazón y te había convertido en un hombre lobo era mucho más fácil cuando él no estaba justo frente a ti, usando una camisa verde que abrazaba su cuerpo musculoso en los lugares indicados y hacía resaltar el color avellana de sus ojos.
―Creí que iban a cancelar las patrullas de búsqueda de Nicholas ―dijo ella, apartando la mirada de él.
―Bueno, no tanto cancelar, sino disminuirlas. Pero yo estoy con Praetor, no con la Clave. Puedo buscar a Nicholas en mi propio tiempo.
―Claro ―coincidió ella.
Él estaba jugando con algo en la encimera, arreglándolo, pero su atención aún estaba en ella.
―¿Quieres, tú sabes…? Solías querer ir a la universidad en Stanford. ¿Te gustaría aún?
Su corazón dio un vuelco.
―No he pensado en la universidad desde…― Se aclaró la garganta―. No desde que cambié.
Se sonrojó.
―Tú estabas… Quiero decir, siempre quisiste ir a California. Ibas a estudiar historia, y yo me iba a mudar allá y todo eso. ¿Recuerdas?
Maia metió las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta de cuero. Sentía como si debiera estar enojada, pero no lo estaba. Durante mucho tiempo había culpado a Jordan por el hecho de que había dejado de pensar en un futuro humano, con escuela, una casa, y una familia, algún día tal vez. Pero había otros lobos en la manada de la estación de policía que aun así perseguían sus sueños, sus artes. Bat, por ejemplo. Pero había sido decisión de ella detener su corta vida.
―Lo recuerdo ―contestó.
Él se volvió a sonrojar.
―Sobre esta noche. Nadie ha buscado en el Navy Yard de Brooklyn, así que pensé… pero nunca es divertido ir solo. Pero si no quieres ir…
―No ―respondió, escuchando su propia voz como si fuera la de alguien más―. Quiero decir, seguro. Iré contigo.
―¿En serio? ―Sus ojos color avellana miraron hacia arriba, y Maia se maldijo por dentro. No debería ilusionarlo, no cuando no estaba segura de lo que sentía. Era simplemente difícil de creer que a él le importara tanto.
El medallón de Praetor Lupus brillaba en su garganta mientras se inclinaba hacia adelante, y ella olió el familiar aroma de su jabón, y debajo de eso: lobo. Ella alzó ligeramente la mirada hacia él, justo cuando la puerta de Simón se abría y él salía, poniéndose una sudadera. Se paró en seco en la entrada, sus ojos se movían de Jordan a Maia, y sus cejas se elevaron poco a poco.
―Sabes, puedo llegar solo al metro ―le dijo a Maia, con una leve sonrisa en la comisura de sus labio―. Si quieres quedarte…
―No. ―Maia sacó las manos de sus bolsillos apresuradamente, donde habían estado cerradas en un puño nervioso―. No, iré contigo. Jordan, yo… te veo más tarde.
―Esta noche ―gritó, pero ella no se volteó para mirarlo; ya estaba corriendo tras Simón.
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Simón caminaba solo por la pequeña inclinación de la colina, escuchando los gritos de los jugadores de frisbee en el Sheep Meadow detrás de él, como música lejana. Era un brillante día de noviembre, frío y con viento, el sol iluminaba lo que quedaba de las hojas de los árboles, dándoles brillantes tonos rojos, dorados y ámbar.
La cima de la colina estaba cubierta por cantos rodados. Podías ver cómo el parque había sido cortado de los que había sido un desierto de árboles y piedras. Isabelle estaba sentada encima de una de las rocas, usando un largo vestido de seda color verde botella y una capa bordada negra y plateada sobre éste. Miró hacia arriba mientras Simón se dirigía en su dirección, apartando su largo y oscuro cabello de su cara.
―Creí que estarías con ____(tn) ―dijo cuando él se acercó―. ¿Dónde está?
―Dejando el Instituto ―contestó, sentándose al lado de Isabelle en la roca y metiendo las manos en los bolsillos de su cazadora―. Me envió un mensaje. Llegará pronto.
―Alec está en camino… ―empezó, y se detuvo cuando el bolsillo de Simón vibró. O, más exactamente, el teléfono en su bolsillo vibró―. Creo que alguien te envió un mensaje.
Se encogió de hombros.
―Lo veré más tarde.
Le lanzó una mirada por debajo de sus largas pestañas.
―Lo que sea, estaba diciendo, Alec también está en camino. Tuvo que recorrer todo el camino desde Brooklyn, así que…
El teléfono de Simón volvió a vibrar.
―Muy bien, ya está. Si tú no lo vas a contestar, yo lo haré. ―Isabelle se inclinó hacia adelante, contra las protestas de Simón, y deslizó la mano dentro de su bolsillo.
La parte superior de su cabeza rozó su barbilla. Él olió su perfume a vainilla y el aroma de su piel debajo. Cuando ella sacó el teléfono y se alejó, se encontró aliviado y decepcionado.
Ella entrecerró los ojos a la pantalla.
―¿Rebecca? ¿Quién es Rebecca?
―Mi hermana.
El cuerpo de Isabelle se relajó.
―Quiere encontrarse contigo. Dice que no te ha visto desde…
Simón tomó el teléfono de su mano y lo apagó antes de meterlo de nuevo dentro de su bolsillo.
―Lo sé, lo sé.
―¿No quieres verla?
―Más que… más que cualquier cosa. Pero no quiero que sepa. Sobre mí. ―Simón agarró un palo y lo arrojó―. Mira lo que pasó cuando mi madre se enteró.
―Establece entonces una reunión con ella en un lugar público. Donde no pueda enloquecer. Lejos de tu casa.
―Incluso aunque no pueda enloquecer, aún me puede ver como lo hizo mi madre ―dijo Simón en voz baja―. Como si fuera un monstruo.
Isabelle tocó su muñeca suavemente.
―Mi mamá echó a Nicholas cuando creyó que era hijo de Valentine y un espía, luego se arrepintió mucho. Mamá y papá están superando lo de Alec con Magnus. Tu mamá también lo va a superar. Pon a tu hermana de tu lado. Eso ayudará. ―Inclinó un poco la cabeza―. Creo que, algunas veces, los hermanos entienden más que los padres. No está el mismo peso de las expectativas. Yo jamás podría dejar desinformado a Alec. No importa lo que hiciera. Jamás. Ni a Nicholas. ―Ella le dio un apretón a su brazo, luego dejó caer su mano―. Mi hermano menor murió. Nunca más lo volveré a ver. No hagas que tu hermana pase por eso.
―¿Pasar por qué? ―Era Alec, subiendo por la ladera de la colina, pateando hojas secas fuera de su camino. Estaba usando su jersey raído habitual y jeans, pero una bufanda azul oscuro que combinaba con sus ojos estaba envuelta alrededor de su garganta. Ahora, eso tenía que haber sido un regalo de Magnus, pensó Simón. De ninguna manera Alec se habría comprado algo así para sí mismo. El concepto de combinar no parecía importarle.
Isabelle se aclaró la garganta.
―La hermana de Simón…
No llegó más allá de eso. Hubo una ráfaga de aire frío, trasladando consigo un remolino de hojas muertas. Isabelle levantó una mano para proteger su rostro del polvo mientras el aire comenzaba a brillar con la translucidez inconfundible de un portal, y ____(tn) apareció ante ellos, con la estela en una mano y su rostro mojado por las lágrimas.
:hug: :hug: :hug: :hug: :hug: :hug: :hug: :hug:
Me Encanta Magnus!
:omg: :enamorado: :ilusion: :omg: :enamorado: :ilusion:
Alec, Pooooooooooor favor no lo eches a perder!
También me encantan Maia & Jordan juntos! :hug:
:sad: :sad: :sad: :sad: :sad:
Pobre de la rayiz, esperemos que pronto ella & el Nicho! :(L): puedan estar juntos! ;)
Las leo después! ;)
Disfruten del capi & que tengan lindo fin de semana! *.*
Yo tengo mil de tarea! xD
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Hola de nuevo
Me extrañaste(? No lo creo..
Bueno
Alec cuantas veces tendra Magnus que repetirte lo que significas para el! Creo que hasta ya perdi la cuenta :scratch:
Nicho, querido, lindo y amado Nicho POR AMOR A DIOS REGRESA! (Hasta aqui eso sono muy bipolar) no vez que la rayis esta destrozada
Y tu Sebastian te tengo en la mira, y te juro por el Ángel! Que te matare yo misma con mis propias manos si no vuelves a Nick a la normalidad :muere:
Ahora la linda chica que adapta este gran libros mis saludos y mis felicitaciones por ser la mejor :aah:
Siguela pronto
Kiss xx. :bye:
Me extrañaste(? No lo creo..
Bueno
Alec cuantas veces tendra Magnus que repetirte lo que significas para el! Creo que hasta ya perdi la cuenta :scratch:
Nicho, querido, lindo y amado Nicho POR AMOR A DIOS REGRESA! (Hasta aqui eso sono muy bipolar) no vez que la rayis esta destrozada
Y tu Sebastian te tengo en la mira, y te juro por el Ángel! Que te matare yo misma con mis propias manos si no vuelves a Nick a la normalidad :muere:
Ahora la linda chica que adapta este gran libros mis saludos y mis felicitaciones por ser la mejor :aah:
Siguela pronto
Kiss xx. :bye:
Val x.
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
ahhh me estresa Alec!! :wut:
Porque no se deja de problemas y que disfrute de Magnus! :P
Lo se, a mi tambien me encantan Magnus y Alec son tan dfghjks :enamorado: :ilusion: :amor:
Y Jordan y Maia son tan lindos tambien :aah:
Awww el amor :corre: es tan hermoso!
Ya quiero a mi Nicho de vuelta!! Lo extraño
Lose te entiendo, yo tambien tengo mucha tarea :imdead: no tengo visa social por eso :misery:
Siguela!!
Porque no se deja de problemas y que disfrute de Magnus! :P
Lo se, a mi tambien me encantan Magnus y Alec son tan dfghjks :enamorado: :ilusion: :amor:
Y Jordan y Maia son tan lindos tambien :aah:
Awww el amor :corre: es tan hermoso!
Ya quiero a mi Nicho de vuelta!! Lo extraño
Lose te entiendo, yo tambien tengo mucha tarea :imdead: no tengo visa social por eso :misery:
Siguela!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Seguila me muero por saber que hacen Sebastian y Nicholas...
Un beso!!
Un beso!!
I.am.rayita (Anto!!!)
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