"A Corazon Abierto" (Nick y tu) Adaptación.

holaaaaaaaaaaaaaaa
nueva lectora :D
ya me pongo a leer y prometo no desaparecer al menos no tanto xd

tkm

-Pero es que es tan ridículamente viril, Hazel... No puedo tomarlo en serio -susurró ______, sentada junto a su tía abuela en el coso del rodeo.
-Eso es lo que no entiendes, querida. Tú eres una ______(ta). No tienes que tomarte a Nick en serio. Solo tienes que relajarte y divertirte un poco -Hazel se levantó y empezó a jalear al ganador del rodeo.
-Reconozco que tiene cierto encanto masculino... —murmuró _____.
-Si se alquilara como semental, sería más rico que yo -afirmó Hazel con rotundidad.
_____ no pudo evitar sonreír. Pero su sonrisa se desvaneció en cuanto se topó con la mirada de Nick. Él estaba en las puertas del coso, ayudando a los participantes a montarse en los toros. _____ supuso que, habiendo ganado varios campeonatos de rodeo, seguramente podría darles muchos consejos. Pero a ella, que tenía el corazón roto, no podía ofrecerle nada. Ambos eran como la noche y el día. Él se consumía de remordimientos por su infortunado amor; ella vivía atormentada por la ira que le causaba la traición de su ex marido. Ni siquiera eso tenían en común.
-Admito que es bastante atractivo, en un sentido un tanto cavernícola. Pero, Hazel, no estaría bien utilizarlo solo para echar una canita al aire -dijo _____, esperando zanjar la cuestión.
-Hay muchísimos matrimonios felices que empiezan solo con un poco de sexo -dijo Hazel.
-Pero ¿qué dices? ¿Me estás animando a acostarme con Niick? Eres incorregible. Hazel puso su semblante más serio.
-A mí jamás se me ocurriría hacer una sugerencia tan descarada, por supuesto que no —Hazel achicó los ojos y la observó—. Además, entiendo perfectamente que no consigas atraerlo, querida. Tú eres muy competitiva. Mira, si no, el negocio al que te dedicas. El comercio al por menor. ¿Qué puede ser más brutal? No puedo pedirte que, estando de vacaciones, hagas algo que no está a tu alcance. Sería terriblemente cruel por mi parte.
______ se quedó callada y miró atónita a su tía.
-Tía Hazel, eres un demonio. Hazel sonrió.
-Querida, no se llega a mi edad sin comprender una cosa o dos sobre la naturaleza humana.
-Puedo llevarme a la cama a Nick cuando se me antoje.
-Demuéstralo.
______ la miró, confundida.
-¿Es que todo el mundo conspira contra mí?
-Hay cosas peores.
-Nick Jonas es un vaquero con un sentido de culpabilidad del tamaño de Wyoming.
-¿Me estás diciendo que no te atreves?
-Ése tío está salido. Si le ofrezco sexo, aceptará sin dudarlo.
-Dicen que no ha vuelto a estar con nadie desde que murió Katherine. Al parecer, no siente interés por ninguna mujer. Así que imagino que por ti tampoco.
-Yo no soy terapeuta sexual, Hazel. Si quiere una, que la pague.
-Inténtalo. Si fracasas, no pasa nada.
-¿Y si tengo éxito y él me decepciona? Entonces ¿qué? ¿Me compensarás tú de algún modo por la mala experiencia?
Hazel se volvió hacia ella con expresión divertida.
-¿Sabes qué te digo, querida? Si te decepciona, no tendrás que devolver el dinero de la MDR Corporation. ¿Trato hecho?
-¿Sabe mi madre que eres una conspiradora perversa, Hazel?
Hazel le guiñó un ojo.
-Ella nunca aceptó mis consejos y mira lo que le pasó. Yo siempre quise que se casara con un vaquero del valle.
______ se quedó sin habla.


-¿Sabes una cosa? -dijo ______, animada por la adrenalina y la cerveza barata, acercándose a Nick, que aún permanecía junto a las puertas del toril.
Nick le abrió la puerta del chiquero al último toro y se limpió el polvo de los ojos.
-¿Qué?
-Hazel me ha retado a seducirte. Dice que no cree que pueda hacerlo, aunque yo creo que sí. Y, si lo consigo, dice que me perdonará la deuda de la MDR Corporation -él la miró en medio de la penumbra del chiquero. ______ no logró interpretar su expresión-. Naturalmente -se apresuró a decir ella—, no permitiré que me perdone la deuda. A fin de cuentas, soy una ______(ta), y pago mis deudas. Sin embargo, me causaría sumo placer demostrarle que se equivoca. ¿Te apetece seguirme la corriente?
Él dio un paso hacia ella, haciéndola retroceder hasta la valla del toril.
—Claro. Pero ¿hasta dónde estás dispuesta a llegar? -dijo él, sonriendo.
—No lo suficientemente lejos como para que me conviertas en otra muesca del poste de tu cama—respondió ella con nerviosismo.
—Yo preferiría atarte a ti al poste de mi cama
-Nick apretó su cuerpo alto y fibroso contra ella.
Su recio torso presionaba los pechos suaves y llenos de ______. Su brazo le enlazó la cintura. Estaba atrapada.
_____ alzó la mirada hacia él, preguntándose qué ardides femeninos podrían domar a aquel macho. Su respiración comenzó a acelerarse y el cosquilleo que notaba en el vientre se convirtió en una humedad ardiente entre sus piernas.
—Yo... solo quiero ganar una apuesta -intentó desesperadamente mostrarse práctica y distante.
—¿Sabes?, hay un nombre para mujeres como tú. El dinero no es siempre la clave, ¿no? -él le apartó un mechón de pelo de los ojos.
Ella sintió que le ardían las mejillas.
—Bueno, al menos mi precio tú no puedes pagarlo.
Él echó la cabeza hacia atrás y rompió a reír.
—No estés tan segura de ti misma. Te sorprendería saber lo que puedo pagar.
Ella sonrió, intentando mantener la naturalidad, a pesar de que el olor de Nick la turbaba y distraía. Poniéndose seria, dijo:
-Mira, esto será una pequeña broma entre nosotros. Sígueme la corriente, ¿quieres? Para darle una lección a Hazel -dijo, suplicante-. Mi tía mete las narices en todo lo que pasa en este pueblo. Le hace falta fallar de vez en cuando para aprender a no meterse en los asuntos de los demás..., incluyendo los míos.
El acercó su cara a la de ella. El calor de su aliento calentó la mejilla de ______.
-Yo juego contigo a lo que quieras, nena, pero ¿cuál será mi premio si gano? Ella le mantuvo la mirada.
-No ganarás.
-¿Ah, no? -preguntó él con voz enronquecida por el deseo.
-No -afirmó ella justo antes de que sus labios se tocaran.
La boca de Nick era cálida y exigente. _____ la sintió como una tormenta sobre la tierra quemada. La lengua de Nick penetró en su boca hambrienta. Nick la besó, y cada segundo de aquel beso parecía prometer una eternidad.
_____ sabía que tenía que apartarlo de ella. Un segundo no era una eternidad, le decía su lado racional, pero en los fuertes brazos de Nick se transformó en temblorosa gelatina. Su cuerpo se volvió líquido hasta el punto de que solo el abrazo de él la sostenía en pie.
Pese a todo, _____ aceptó su beso, preguntándose quién era el seductor y quién el seducido. Con él, todo se volvía del revés.
La lengua de Nick avivó dentro de ella una llama que derritió hasta sus partes más heladas.
Entonces surgió la pasión. Como un viento que traspasara su ser, ______ deseó a Nick en cuerpo y alma.
De no haber estado entre las sombras del coso, ella habría sucumbido en ese preciso instante.
-¿La batalla es mía? -musitó él ásperamente cuando se apartó.
-Pero no ganarás la guerra —dijo ella, casi jadeando.
-Cada combate a su tiempo, cariño. Puede que descubras que estamos del mismo lado.
Ella tenía ganas de llorar y de reír al mismo tiempo. Nick le inspiraba emociones que creía que Mitch había destruido. Fue para ella un shock descubrir que aún estaba viva, respiraba y sentía, después de todo lo que había pasado.
Y también fue un shock comprender que seguía teniendo esperanza, como si esta fuera una especie de piedra preciosa que, por más que ella se esforzara en negar su existencia, siguiera refulgiendo en su interior eternamente.
-Puede que esto no sea una buena idea -musitó, tocándose los labios como si todavía conservaran el calor del beso de Nick. Se preguntaba si no habría tirado del rabo a una bestia dormida.
-Es una gran idea -dijo él, esbozando una sonrisa ladeada que le dio a su cara una expresión infantil.
______ lo miró a los ojos y con cada latido de su corazón se disipó su esperanza de poder controlarlo.
-¿Empezamos esta noche? -Nick puso la mano sobre su talle e intentó besarla otra vez. Ella estuvo a punto de pegar un brinco.
-Bueno... no hace falta precipitarse. No puedo ganar enseguida. Esto tiene que parecer realista.
-¿Quieres decir que quieres una especie de desafío?
-Sí. Esto tiene que ser en cierto modo un reto, ¿no te parece? O Hazel no se lo creerá.
-Yo haré que se lo crea.
-De eso se trata —dijo ella más tranquila.
-Pero te advierto que no soporto que me provoquen.
-¿Qué crees que pienso hacer? ¿Aparecer a caballo en ropa interior cuando salgamos al campo? -ella se echó a reír-. Esto es un rancho. Sería un milagro que te dieras cuenta de que soy una mujer debajo de tanto polvo y tanto sudor.
-Tú eres la princesa de las braguitas. No sé qué vendes en esa tienda de Nueva Orleáns, pero no quiero que lo uses para provocarme.
-Esto consiste en engañar a Hazel -contestó ella—. No pretendo seducirte de verdad. Lo entiendes; ¿no?
Él asintió. Luego, con un áspero susurro, dijo:
-Lo sé. Porque voy a ser yo quien te seduzca a ti.(:O)
______ no estaba acostumbrada al aire cortante de las montañas.

Montada a lomos de Niña, paseando por las tierras de los _______(ta), disfrutaba de la amplia vista de rocas, nieve y valles de un verde aterciopelado. Tomaron el desayuno en una cara de la Divisoria Continental y el almuerzo en la otra. Era la primera vez en su vida que _______ probaba el agua que fluía hacia dos océanos distintos.
-¿Qué tal te lo estás pasando? -le preguntó Anette, acercando su caballo a la yegua de ______. Esta sonrió.
-De maravilla. ¿Y tú?
-Esto es como un sueño hecho realidad. No tenía ni idea de que el paraíso estaba en Mystery, Montana.
______ miró a su alrededor. En efecto, aquello era el paraíso. Los últimos rayos de sol doraban la ladera de la Divisoria, convirtiendo en oro líquido las cumbres nevadas. Largas sombras azuladas ascendían desde los valles para encontrarse con los tormentosos nubarrones del cielo. El escenario que la rodeaba era fascinante y amenazador como ningún otro.
_____ miró a Nick, que cabalgaba en cabeza, cómodamente sentado en su silla de montar. Su caballo pisaba con seguridad la estrecha senda.
Llevaban así tres días. Después de su conversación en el rodeo, en lugar de seguirle el juego, Nick no había hecho más que ignorarla. Ella estaba dispuesta a abandonar el juego. Era difícil fingir que seducía a alguien que ni siquiera la miraba.
-¿Por fin has decidido abrazar la vida del vaquero, _______? -digo Roger a su espalda.
-Tendría que estar_ ciega para no disfrutar de esto -respondió ella, dándose cuenta que era cierto. Durante tres días no había hecho otra cosa que comer, dormir y darle de beber a los caballos. Pero, a pesar del cansancio, sentía una paz que no había experimentado nunca en Nueva Orleáns, encerrada en su oficina de la trastienda.
Quizá hubiera algo de verdad en esa idea de regresar a la naturaleza. Montana conmovía su espíritu y curaba las heridas causadas por la vida urbana: la prisa, el estrés y la polución. Sí, tal vez estuviera dispuesta a abrazar la vida del vaquero.
Pero no abrazaría al vaquero en persona, pensó sarcásticamente mientras observaba a las dos hermanas de Los Ángeles flirteando con los guías de la expedición. Kim le había echado el ojo a Justin nada más verlo. Eso significaba que Susan se había quedado sin compañía masculina, exceptuando la de Nick. Y Susan se encargaba de que Nick nunca estuviera solo. Siempre se las arreglaba para que su caballo fuera justo detrás del de Nick.
______ ni siquiera se atrevía a acercarse a ellos, porque Niña y el caballo de Susan se llevaban a matar. Justin y Nick le habían dicho que no dejara que la yegua se acercara a la de Susan, y viceversa, o corrían el riesgo de que empezaran a lanzarse dentelladas. Lo cual, naturalmente, acababa con cualquier deseo de acercarse a Nick.
De todos modos, ______ ya se había resignado a perder la apuesta con Hazel. Aquella noche en el rodeo le había demostrado que estaba fuera de juego en lo que a las técnicas de seducción de Nick atañía. Él era el donjuán, se dijo, mientras que ella no sabía nada de relaciones amorosas, como no fuera en su papel de amante y devota esposa. La seducción no había desempeñado un papel muy importante en su experiencia amorosa. Además, se dijo con amargura, estaba claro que no se le daba bien: su destreza amorosa no había logrado mantener a Mitch en el lecho marital.
-Hoy vamos a regresar pronto. Va a haber tormenta -dijo Nick, haciendo girar a su caballo.
El resto de los jinetes lo siguió, y Justin guió la expedición durante el camino de vuelta.
-Malditos truenos -oyó _____ que mascullaba Nick cuando un relámpago rasgó el cielo negro.
Niña estiró las orejas y empezó a resoplar. Unos segundos después, el retumbar del trueno puso al animal al borde del frenesí. La yegua aceleró el paso, pero como el caballo de Roger bloqueaba el camino, hundió los cascos en el borde del precipicio, causando un pequeño deslizamiento de rocas.
-¡So! -dijo ______, intentando refrenarla.
-No le gustan las tormentas. Nunca le han gustado. Tendrás que venir conmigo si no quieres resultar herida.
______ oyó a Nick antes de sentir sus brazos. Él la levantó de la silla de un tirón y la montó sobre su caballo. Luego, agarró las riendas de Niña e intentó calmar a la yegua.
-Es su único defecto. Odia los truenos -masculló Nick.
-A mí me pasa lo mismo. Yo también los odio -______ intentó tranquilizarse apoyándose en el torso de Nick, pero aquella sólida pared de músculo que sentía contra la espalda en lugar de calmarla la enervaba. Sobre todo, cuando él se movía. Entonces, cada curva de su pecho parecía quemarle la piel como un hierro al rojo vivo. Y el movimiento rítmico de la montura la hacía pensar en otras actividades que podían hacer juntos. Además, el olor de Nick empezaba a convertirse en una especie de adicción para ella. Ahora, mezclado con el aroma penetrante de los pinos y del cuero enlustrado de la silla, su olor era un potente afrodisíaco.
-¿Estás cómoda? —preguntó él contra su pelo.
Sí -respondió ella precipitadamente. El se echó a reír, y la paranoia de ______ aumentó.
-Pronto acabaremos el descenso. Si mañana quieres otro caballo, te conseguiré uno. Ella miró a Niña.
-No, no quiero otro. Me gusta esta.
-Entonces, tal vez tengas que volver a montarte conmigo.
Ella se encogió de hombros y dijo:
-La próxima vez, conseguiré hacerme con ella.
-Reconozco que os complementáis muy bien. Debería decirle a Hazel que te la regalara.
-¿Regalármela? ¿Y dónde iba yo a meterla? ¿En el barrio francés? -preguntó ella.
-Puedes guardarla aquí. Aquello era absurdo.
-Los vaqueros estáis todos chiflados -dijo ella, haciendo girar los ojos.
El se echó a reír, y siguió riendo mientras descendían por la montaña.
La lluvia comenzó a caer en sinuosos mantos. El espectáculo de los rayos y los truenos contra el negro trasfondo de las montañas era majestuoso.
Sentada en la mecedora del porche del barracón, ______ observaba la tormenta.
No había podido dormir, a pesar de que estaba rendida. Seguía pensando en Nick, en las sensaciones que le había producido el contacto de su cuerpo y en el modo en que la había mirado durante la cena.
Todo el mundo comía en el comedor como una gran familia, en largas mesas de rancho.

Nick no la había honrado con su compañía, pero durante toda la cena _______ había sentido que la observaba desde el otro extremo de la mesa. Ella deseaba saber qué estaba pensando, lo cual seguramente era un error. Iniciar una relación en ese momento era sin duda lo peor que podía hacer, y más aún siendo el hombre en cuestión el monitor de un rancho para turistas de Montana que hacía mil años que no estaba con una mujer. Sin duda podían lanzarse pullas y medir su ingenio. Y él poseía cierta atracción animal. Era todo virilidad. El sol, el sudor y el polvo le iban como anillo al dedo. Sin embargo, _______ debía dejar de pensar en él. Era absurdo liarse con un vaquero sabiendo que ella pronto cabalgaría hacia el atardecer de Nueva Orleáns.
Además, no quería embrollarse otra vez en una relación. Solo conseguiría curarse de sus heridas cuando pudiera deshacerse del dolor que le había infligido Mitch, y Nick Jonas no era la panacea que podía lograr su curación. Ella necesitaba una relación auténtica; amor y compromiso. Una breve aventura puramente física solo conseguiría aumentar su melancolía. Y ya tenía melancolía de sobra.
Enfrascada en sus pensamientos, apenas notó que los cables de la luz chisporroteaban. De pronto, todo el rancho quedó a oscuras. Seguramente la tormenta había afectado al transformador.
Era muy tarde. Todo el mundo dormía profundamente en el barracón. Nadie notaría que se había ido la luz. Pero entonces _____ vio la luz de una linterna al otro lado de la esquina del establo. Había alguien levantado, echándole un vistazo a los caballos.
Se levantó de la mecedora y se puso el impermeable. Un paseo hasta el establo le despejaría la cabeza. Podía ver qué tal estaba Niña. Sin duda el pobre animal estaría asustado.
La puerta del establo se abrió y se cerró mientras ella se acercaba. La fuerte lluvia le impedía ver quién había allí. Esperaba que fuera Justin. Con él le resultaba mucho más fácil hablar.
Entró sigilosamente en el establo, cerró la puerta de madera y observó el redondel de luz amarilla de la linterna. Se irguió la silueta de un hombre. Era alto y musculoso y llevaba un sombrero de vaquero en la cabeza.
-¿No podías dormir? -preguntó Nick. Ella sacudió la cabeza y avanzó hacia él.
-Se me ocurrió venir a ver qué tal estaba Niña. Estaba preocupada, por la tormenta.
Él alzó la linterna y la observó a su luz vacilante.
-Buena idea. Quizá puedas sujetar la linterna mientas yo le saco la pata trasera. Ha dado una coz y la ha metido entre las tablas.
-¿Está herida? -el corazón de _______ se aceleró.
-Si consigo sacársela lo comprobaré. Puede que solo esté un poco dolorida. Espero que no se haya roto el corvejón intentando desengancharse.
-Dios mío, ojalá no -dijo ella, llevándose la mano a la boca.
-¿Me ayudas? -él le tendió la linterna.
-Claro, claro -dijo ella, tomando la linterna y acercándose con él al establo de la yegua.
Niña estaba en un rincón; tenía una de las patas traseras atrapada entre los maderos de la cuadra. Con cada trueno, el animal agitaba violentamente la pata y sacudía la cabeza.
-Háblale, a ver si puedes calmarla mientras yo me ocupo de su pata -le dijo Nick a ______.
Ella asintió y comenzó a hablarle en susurros a la yegua asustada y a acariciarle el cuello cubierto de sudor.
-Buena chica -murmuró él, y _______ se preguntó si se refería a ella o a la yegua-. Tranquila, tranquila... -Nick asió la pata del animal con fuerza, como un herrero que se aprestara a herrarla. Luego, palpando el resto de la extremidad, metió la mano en el agujero que la yegua había abierto de una coz-. Puede que dé un salto, te lo advierto -dijo él. _______ no dijo nada. Nick necesitaba luz, y ella estaba decidida a mantenerse firme y sujetar la linterna-. Ponle la mano en el freno. Así se distraerá.
Ella hizo lo que le decía. La yegua pareció calmarse en cuanto comenzó de nuevo a hablarle en susurros. Nick tomó una palanca de hierro y rompió el tablón que mantenía atrapada la pierna de Niña. El crujido de la madera sobresaltó a ______. La yegua dio un tirón hacia delante. Al mismo tiempo, Bruce le liberó la pata.
-No se apoya en ella, pero yo no veo sangre -dijo ______, deseando desesperadamente que la yegua no hubiera sufrido daños.
Nick estuvo largo rato masajeando y acariciando la pata del animal. _____ lo observaba, cautivada por el contraste entre su fuerza y su ternura. Sus grandes manos eran seguramente capaces de infligir dolor, y sin embargo la yegua respondía a su contacto como un gato al que acariciara su dueño. De pronto, ______ recordó el contacto de sus manos en el molino.
Sus caricias eran firmes y, al mismo tiempo, seductoras. Aquel hombre era un peligro...
Saliendo de sus pensamientos, retrocedió para que Nick pudiera sacar a la yegua de la cuadra.
-¡Está bien! -exclamó ______ al ver que el animal se apoyaba en la pata herida.
-Seguramente mañana tendrá la pierna un poco dolorida. Puedes llevar otra montura si salimos al monte, aunque por lo que ha dicho el hombre del tiempo, no creo que podamos ir a ninguna parte -frotó el hocico de la yegua con el revés de la mano.
-Estás sangrando -balbució ella. Él se miró la mano.
-No es nada. Me cortado un poco con los tablones.
-¿Hay por aquí un botiquín? Puedo vendártelo. Él se echó a reír.
-¿La princesa de las braguitas también es enfermera? Dios mío, cuánto talento tiene, señorita ______.
-Eh, que solo pretendía...
Él la tomó por la cintura y la atrajo hacia sí. La miró un instante y observó sus rasgos, como si intentara interpretar su expresión.
-¿De qué tienes miedo?
-¿Miedo? Yo no tengo miedo -dijo ella.
-Sí. Tienes miedo. Juegas a estos jueguecitos con Hazel y conmigo porque así no tienes que afrontar la verdad.
-¿Y cuál es, según tú? -su rostro se sonrojó de ira.
-Que no estás dispuesta a arriesgarte. A divertirte. Que tienes miedo de que te guste.
-Me divierto mucho en Nueva Orleáns, te lo aseguro. Allí me lo paso bomba -dijo ella atropelladamente.
Él le acarició la curva del cuello con la mano sana. Cada una de sus caricias era como una lengua de fuego.
-Relájate, princesa. Te lo ruego -musitó él, ciñéndose hacia ella.
Ella cerró los ojos con fuerza y devoró la boca de Nick como una hambrienta. Lo que él había dicho no era cierto, pero por alguna razón ella no podía sacarse sus palabras de la cabeza. Arriesgarse era demasiado peligroso, teniendo el corazón roto. Pero, aun así, abrió la boca para dejar que la lengua de Nick penetrara en ella.
El beso se hizo más intenso y ardiente. La mano de Nick se deslizó por su costado. Ella sintió con un sobresalto eléctrico que le tocaba el pecho. Él acarició su pezón por encima de la tela del sujetador y la camisa.
-¿Nunca has hecho el amor a la luz de una linterna? ¿Con el cielo y la tierra desatándose sobre tu cabeza? -musitó él, y su voz se confundió con el tamborileo de la lluvia en el tejado.
Niña resopló y tomó un bocado de heno del pesebre de otro caballo.
-Por supuesto que no. Las personas adultas no hacen esas cosas -protestó ella con voz pastosa.
-Entonces, dime, ¿qué hacen las personas adultas? —dijo él suavemente, apretando su cintura y atrayéndola hacia sí.
-Van a cenar. Mantienen relaciones sexuales en una cama de verdad, con agradables sábanas limpias y una ducha a mano.
-Yo no estoy hablando de mantener relaciones sexuales, nena. Estoy hablando de hacer el amor.
Ella se quedó de piedra. Estaban hablando de cosas distintas.
Después de su experiencia con Mitch, imaginaba que solo podría volver a mantener relaciones sexuales, pero jamás hacer el amor. Eso último requería demasiado valor.
Nick la besó de nuevo, profundamente. Sus labios rozaron el cuello de _____ y luego se deslizaron hasta la abertura de su impermeable. Se lo desabrochó. Luego, la tumbó en un rincón, sobre una montón de paja fresca.
-No puedo hacer esto -susurró ella con voz apenas audible.
-¿Por qué? ¿Porque tal vez sientas algo? -preguntó él, tumbándose sobre ella-. ¿Porque no hay peor infierno sobre la tierra que vivir y no sentir nada?
Nick le acarició la cara y luego acarició su clavícula por encima de la camisa abotonada.
Él tenía razón, por supuesto. Llevaba meses viviendo abotargada y medio muerta. La traición había acabado con su vitalidad.
_______ gimió, rindiéndose, mientras él le desabrochaba la camisa. Nick tomó en la boca uno de sus pezones a través de la tela del sujetador rosa, humedeciéndolo. El placer se difundió por la sangre de _____ como una droga. Luego, como un jarro de agua fría, las luces se encendieron.
Lyndie yacía sobre el heno, mirando a Nick, avergonzada por hallarse medio desnuda y expuesta bajo las ásperas luces de los fluorescentes del establo.
Nick miró las luces, maldijo en voz baja y se apartó de ella. Se alisó la ropa, la ayudó a levantarse y le quitó la paja del pelo.
-Bueno, supongo que soy el ganador de este asalto -dijo con sorna mientras ella luchaba con los botones de su camisa.
-¿El ganador? ¿De qué? -preguntó ella, sin entenderlo.
-Del juego de la seducción.
Ella alzó la mirada. Él la estaba mirando con desafío.
-El juego aún no ha acabado -musitó y, agarrando su impermeable, volvió corriendo al barracón.

FRUS-TRA-CION

:O kien saldra seducido....
siguee!

_____ odiaba a Nick. La humillación que le habían causado sus palabras de despedida la llevó a concluir que lo detestaba profundamente.
Para colmo, se encontró atrapada con él en el comedor un día entero durante el cual no cesó de llover. Mientras los otros jugaban a las cartas y bebían té junto a la enorme chimenea de piedra, ______ permanecía sentada en un rincón, jugando al solitario en su ordenador portátil.
Lo mejor sería hacer las maletas, se dijo. Jugar con un vaquero era una pérdida de tiempo y de energía. Era un camino que no llevaba a ninguna parte. O peor aún.
Además, tampoco quería sentir aquel torrente de emociones. En lo que a Nick atañía, no parecía haber término medio. O se rendía incondicionalmente a él o luchaba con todas sus fuerzas. Parecía inspirarle una pasión que no conocía blandura, sino únicamente fuego y consumación.
Pero no era amor.
El amor era reposo y seguridad, no aquella emoción terrible y cruda que yacía desnuda en su interior, tan desnuda como ella se había sentido cuando las luces fluorescentes se encendieron.
-¿Qué haces? -preguntó Susan, asomándose por encima de la pantalla del ordenador.
Azorada, _____ salió del sistema y apagó el ordenador.
-Nada. Estaba trabajando. Intentando ponerme al día.
Susan sonrió. Era una mujer muy menuda, con el pelo castaño y liso y cierta debilidad por la ropa negra. Muy de Los Ángeles.
-Supongo que debe de resultar muy difícil ponerse al día en el trabajo cuando una se pasa la vida persiguiendo a un vaquero.
_____ se quedó de una pieza.
-¿Y por qué iba a hacer yo eso?
-Nick Jonas y tú sois la comidilla del rancho -Susan le lanzó otra sonrisa malévola-. Debo admitir que estoy terriblemente celosa.
-Bueno, claro... Quiero decir que yo no... O sea que no tienes por qué estarlo -tartamudeó _____-. Celosa, quiero decir. Entre Nick y yo no hay nada. Solo me monté con él porque a mi caballo le dan miedo los truenos.
-El mío, en cambio, es tan constante como esta lluvia que no deja de caer —suspiró Susan—. ¿Sabes?, En Los Ángeles tengo un novio estupendo. Pero en cuanto vi a Nick Jonas empecé a replantearme nuestra relación.
-Eso sería un error. Nick es guapo, lo reconozco, pero...
-¿Guapo? -exclamó Susan-. ¡Pero si es como un dios griego!
Por alguna extraña razón, ______ estuvo a punto de atragantarse.
-Pues, si estás interesada en él, por mí adelante. Yo no tengo nada con él.
-¿Lo dices en serio? —Susan parecía perpleja.
-Claro -contestó ______ sucintamente.
A fin de cuentas, a ella qué más le daba lo que hiciera una mujer de Los Ángeles con aquel vaquero, se dijo, esperando que su sentido común disipara el conflicto que sentía por dentro; una sensación que, si no se engañaba, se parecía a los celos.
______ alzó la mirada. Nick acababa de entrar en el comedor. Ella le lanzó una mirada desdeñosa y añadió:
-Es todo tuyo -se levantó como si se dispusiera a irse.
Susan la miró fijamente.
-Vaya, gracias -dijo.
-No hay de qué -______ se fue sin mirar atrás.
La mañana siguiente amaneció fría y despejada. _______ se levantó temprano y fue a ver a Niña a la cuadra. Como había dicho Nick, la yegua estaba dolorida, pero no parecía sufrir ningún daño importante.
-¿Quieres llevarte a Palpito hoy? —le preguntó Justin mientras llenaba de pienso los cubos de los caballos.
______ se encogió de hombros.
-Estoy pensando en tomarme el día libre. Quiero ir a ver a Hazel para decirle que pienso marcharme antes de lo previsto.
-¿De veras? -Justin parecía muy interesado. Ella se encogió de hombros.
-¿Crees que esta tarde podré salir a dar un paseo con Niña, si se encuentra bien? Me encantaría dar una vuelta con ella antes de irme.
-Sí está bien, no sé por qué no. Pero tendrás que preguntárselo a Bruce. Él es quien dice quién entra y sale de aquí.
—Pero sin duda no tiene esa potestad sobre los huéspedes —ella sonrió, intentando aparentar una seguridad que no sentía.
—Sí, señora -Justin se tocó el ala del sombrero.
_____ acarició el hocico de la yegua y se dirigió al barracón. Justin la miró marchar y luego se encaminó al teléfono del cuarto de guarniciones.
—Hazel, soy Justin, el del rancho Mystery -Justin escuchó un momento y luego siguió hablando—. Tengo noticias muy interesantes para ti. Ella piensa marcharse antes de lo previsto —volvió a escuchar e hizo una mueca al oír el torrente de maldiciones procedentes del otro lado de la línea-. Sí. Hoy va a pasarse el día en el barracón -asintió. Luego asintió otra vez. Después, colgó.
La excursión a caballo de la mañana ni siquiera había empezado cuando _____ oyó que llamaban con fuerza a la puerta de su habitación. Convencida de que era Nick, abrió de golpe la puerta con expresión de fastidio.
Pero no era Nick. Era Hazel. Su tía abuela tenía una expresión al mismo tiempo preocupada y exasperada.
-¿Qué te trae por aquí, Hazel? -_______ le indicó que entrara.
-Me han dicho que otra vez estás pensando en marcharte, y no me importa decirte que me siento un poco ridícula por tener que insistir tanto para que te quedes.
______ se frotó los ojos. Sabía que los tenía rojos e hinchados por la falta de sueño.
-Esto no sirve de nada, Hazel. He intentado relajarme, pero... -entonces cayó en la cuenta de una cosa-. Oye -exclamó-, ¿y tú cómo sabes que quiero marcharme? ¿Es que has puesto micrófonos por aquí? ¿O es que tienes espías en el rancho?
-No digas tonterías. Vas diciéndole a todo el mundo que quieres marcharte, ¿o no? -Hazel se sentó en la mecedora como si estuviera en su casa.
______ asintió.
-Bueno, supongo que sí.
Hazel pareció inexplicablemente aliviada.
-¿Y qué hay de nuestra apuesta? -la ganadera lanzó una mirada hacia la puerta abierta.
Fuera, Nick y Susan se estaban riendo de alguna broma mientras se preparaban para montar junto con el resto del grupo.
-Acepta una pequeña advertencia amistosa de una anciana, querida. No creo que estés haciendo gran cosa para ganar la apuesta.
-Quizá Nick y Susan se complementen mejor. Además, intenté seducirlo y no funcionó. Prefiero gastar las pocas energías que tengo trabajando en mi tienda.
-¿Por qué te resistes tanto?
Las palabras de Hazel desarmaron a _____. Casi sin que se diera cuenta, las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. Se sentó resignadamente al borde de la cama.
-No sé, Hazel. Cuando a una se le ha deshecho el mundo, ya no puede relajarse.
-Tonterías. Tu mundo acaba de empezar a asomar por el horizonte. Solo necesitas un buen hombre, una tormenta de nieve y una buena botella de vino. Créeme, de ese modo verías mundos a montones.
______ se echó a reír entre lágrimas.
-Si tus ardides amorosos son tan estereotipados, Hazel, me extraña que presumas tanto de ellos.
-He unido a más de una pareja en feliz matrimonio solo con el hombre y la tormenta de nieve dijo Hazel con orgullo. Se levantó y la mecedora crujió, balanceándose-. Pero solo Dios puede fabricar una tormenta de nieve, cariño -añadió.
-Y tú no eres Dios, Hazel -concluyó ______. Hazel sonrió y sus ojos volvieron a brillar.
-No, pero casi. No lo olvides -______ se echó a reír otra vez-. Tienes mucha vida dentro, _____. Y, o consigo que te relajes, o seré como una ternera en una ventisca.
-¿Cómo qué? -______ abrió los ojos con asombro.
-Cosas de rancheros —dijo Hazel, haciéndole un guiño—. Mira, te prometo dejarme de alcahueterías, pero tienes que prometerme que te quedarás. ¿De acuerdo?
-Me quedaré una semana. Luego, tengo que empezar a reunir el dinero que te debo -_______ contuvo el aliento.
-Está bien, una semana. Pero intentarás divertirte. Y nada de trabajo, ¿entendido?
-Entendido. En realidad, creo que el otro día en el baile lo hice bastante bien, ¿no crees? Hazel se echó a reír.
-Esa noche demostraste que eres una auténtica ______(ta), querida. Unos cuantos días más así y, si sigues empeñada en marcharte, yo no intentaré retenerte.
_______ tomó la mano de su tía y la apretó.
-¿Desde cuándo eres tan razonable, Hazel? Su tía abuela frunció el ceño.
-Desde que mi propia familia me lleva la contraria.
______ se echó- a reír. Empezaba a creer que el resto de la semana podría ser incluso divertido. Siempre y cuando, naturalmente, cierto vaquero se mantuviera a distancia. Y si ella no se derretía otra vez y empezaba a desear que le tocara la cara la espalda y el...
Intentó quitarse de la cabeza aquella idea. Todo dependía de ella. Iba a pasar una semana en el rancho, y podía ingeniárselas para evitar la compañía de Nick. Podía divertirse sin él, aunque ello significara pasarse la semana encerrada en el barracón, jugando a la herradura.

Sigueelaa!

...............................

Siguueelaa!

siguela!!!!!

______ estaba decidida a soltarse el pelo. Y, si no podía ser con Nick Jonas, ya encontraría a otro en Montana, el paraíso de los vaqueros.
Nunca le había gustado mucho salir de copas, pero había convencido a Susan y a su hermana Kim para aventurarse con ella esa noche en un barrio muy ruidoso y pintoresco llamado Katown.
Esa tarde sacó a Niña a dar un paseo y le pareció que la yegua se estaba recuperando bastante bien. Justin se unió a ella y la acompañó durante el corto paseo.
_______ quería saber dónde estaba Nick, pero se abstuvo de preguntar. A ella no le importaba. Sí, Nick era guapo, pero sus encuentros con él eran tan volátiles que no se sentía capaz de controlarlos.
Lo que le hacía falta era ligar un poco en un bar. Algo sin importancia.
-Me he enterado de que tenéis pensado ir a Katown -dijo Justin cuando regresaban al establo.
-Sí, nos lo estamos pensando -______ le acarició el cuello a la yegua.
-¿Has estado allí alguna vez? ______ sacudió la cabeza.
-No, ¿por qué?
-Porque la gente de allí es muy bruta. A principios del siglo pasado era una especie de barrio chino donde se realizaban las operaciones clandestinas relacionadas con la minería a este lado de la Divisoria. Una vez, la abuela de Hazel estuvo a punto de quemar un bar hasta los cimientos porque quería librar a la ciudad de las sabandijas que venían arrastrándose hasta Mystery.
-Suena perfecto -dijo _____ con satisfacción.
-Nick no va a dejar que vayáis solas. Lo sabes, ¿no? -dijo Justin.
-¿Y a él qué le importa?
-Sois huéspedes del rancho. Los clientes siempre tienen la razón, pero eso no significa que vayamos a permitirles salir del rancho haciendo autostop. Alguien tendrá que llevaros, y supongo que será Nick.
-Está bien. Que haga de chófer, si quiere. Nunca he tenido uno.
-No se limitará a llevaros, eso tenlo por seguro. Ni siquiera en el rancho te quita la vista de encima. ______ le lanzó una mirada extraña.
-¿Qué quieres decir con eso?
Justin se encogió de hombros y puso una expresión indiferente.
—Nada -dijo, y, al llegar a la cuadra, dejaron sus monturas en manos del mozo.
El trayecto hasta Katown resultó violento. _____ se sentó en la tercera fila de asientos del enorme todoterreno del rancho que conducía Nick. Justin y Kim iban en medio. Sin embargo, la tensión entre _____ y Nick era palpable.
Kim flirteaba con Justin. Susan charlaba con Nick en el asiento delantero. ______ no estaba segura, pero creía que Nick la observaba por el espejo retrovisor. Como de costumbre, era incapaz de leer su expresión inescrutable y hosca. Ignoraba si estaba pensando en ella. Lo único que sabía era que, cada día que pasaba, Nick se le metía más bajo la piel.
Esa noche iba decidida a quitárselo de la cabeza de una vez por todas.
-Tengo que advertiros, chicas -dijo Justin-, que Katown no es precisamente un lugar agradable. En la mayoría de los bares, la orquesta está detrás de una jaula de barrotes de hierro. Es un sitio célebre por su dureza.
-¿Y hay vaqueros allí? -preguntó _____ temerariamente.
Justin se quedó callado un momento.
-La mayor parte de los tipos que van allí son mineros o mozos de rancho con ganas de emborracharse. No van muchos vaqueros, por lo menos de los que vosotras os imagináis.
-Pero tú eres un auténtico vaquero, ¿no? -le preguntó Kim, apretándole la mano.
-Yo me crié en un rancho ganadero. Ya mí me enseñaron a tratar a las damas como tales -Justin resopló-. Pero no puede decirse lo mismo de los tipos que frecuentan Katown. Todos os dirán que son vaqueros, solo por fanfarronear.
Nick empezó a preguntarse si su noche de juerga no sería una mala idea. Pero antes de que pudiera llegar a alguna conclusión, tomaron un camino polvoriento y, entraron en un pequeño cruce situado tras el barrio de Bitterroot. Nick aparcó el todoterreno. Justin ayudó a Kim, a Susan y a ______ a bajar del coche.
Ya se oía a los hombres que peleaban en la taberna llamada La Vara Rota, situada al otro lado de la calle. Frente a ella había aparcadas más motocicletas que camionetas.
-Yo no quiero entrar ahí —dijo Susan con nerviosismo.
-Podéis volver al rancho, si queréis -dijo _____-. Yo puedo llamar a un taxi para que me lleve. Nick parecía casi enfadado.
-Claro. Pero si te dejamos aquí sola, no necesitarás un taxi. Puede que nunca te encontremos. _____ sonrió.
-No seas tonto. Yo sé cuidar de mí misma.
-Me gustaría verlo.
______ se sintió como si él acabara de arrojarle el guante. Susan parecía nerviosa y se agarró con fuerza al brazo de Nick. Al verlo, ______ sintió una punzada de celos.
-Pues prepárate -dijo, y se dirigió a la entrada de un bar llamado Cimarrón azul.
El local era oscuro y estaba lleno de humo que se mezclaba con olor a sudor y cerveza derramada. Un cuarteto country tocaba en el rincón más alejado. _____ se tranquilizó al ver que no estaba encerrado en una jaula. Claro que los componentes de la banda parecían incluso más velludos y taimados que la clientela.
-¿Qué se te ofrece, preciosa? -le preguntó el camarero cuando _____ se acercó tímidamente a la barra.
-Eh... —______ solo sabía que no quería whisky.
—¡Ponle un whisky! —gritó un hombre desde el otro extremo de la barra. Era un tipo enorme, con una barba poblada y negra y un tatuaje en el que se veía una calavera llameante y una rosa.
-No, eh, yo en realidad... -balbució ella mientras le ponían delante un whisky.
-Invita Joe -le dijo el camarero, señalando al tipo de la barba.
-Gra...gracias —______ intentó disimular una mueca de repugnancia, pero no le pareció que lo consiguiera.
Sin embargo, Joe se acercó a ella y la rodeó con el brazo.
-Madre mía, qué cosa más bonita. ¿De dónde eres, preciosa? -sonrió. Tenía los dientes manchados de tabaco, pero por los menos los tenía.
-De Nueva Orleáns.
-¡Nueva Orleáns! Allí tenéis unas juergas bestiales, ¿no?
______ dejó escapar un leve suspiro de exasperación.
-La verdad es que yo lo único que hago allí es trabajar. Trabajar, trabajar y trabajar, y nada más. Lo siento.
Dio un sorbito al vaso de whisky. El tipo de la barba le sonrió con sus dientes amarillos.
-Es un placer conocerla, señorita.
A _______ no le apetecía lo más mínimo hablar con aquel patán, pero por el espejo de detrás de la barra vio que Nick y el resto del grupo entraban en el bar. Y no quería que la vieran perdida o asustada.
Joe la miró fijamente y bebió un largo trago de whisky.
-Bueno, ¿y a qué te dedicas en Nueva Orleáns, preciosa?
Ella abrió la boca para contestar, pero luego se lo pensó mejor. No tenía sentido inflamar las llamas de Joe con visiones de braguitas y sujetadores de seda.
-Soy maestra. De... guardería.
Se sintió un poco mal por mentirle, pero le pareció lo más prudente.
-Yo ni siquiera acabé el bachillerato -dijo él, estrujándola.
Ella se preguntó cómo iba a conseguir que la soltara.
-Qué interesante.
-Acabas de conocer a un verdadero montañés, ¿verdad, lan? –dijo Joe, guiñándole un ojo al camarero-. Yo vivo de la tierra, cariño. Cazo y pesco y he de decirte, preciosa, que estás realmente apetitosa para un tipo que ha pasado mucho tiempo en las montañas -______ se quedó sin habla—. ¿Qué te parece si intimamos un poco más?
Joe le pasó la manaza por la espalda. A ______ le pareció que le daba una palmadita en el trasero, pero como no estaba segura, no quiso armar una escena.
-¿Quieres decir que las mujeres de por aquí no se matan por vivir entre el esplendor de las montañas? -dijo, confiando en que él no advirtiera su ironía.
-Bah, no quiero hablar de ellas. Quiero hablar de ti, preciosa -dijo, estrujándola de nuevo.
Esta vez, ______ notó con claridad que le tocaba el trasero. Intentó apartarse, pero él la apretó con más fuerza. Ella dijo fríamente:
-Oye, mira, no me importa que charlemos un rato, pero preferiría que no me sobaras.
-¿Quién te estás sobando, eh? No seré yo, ¿no? Yo solo soy un buen chico que ha bajado a la ciudad a pasar un buen rato -se inclinó para besarla.
Ella intentó apartarse y le espetó:
—Mira, puede que tú te creas una leyenda, pero a mí no me impresionas. Así que ¡las manos quietas!
Los ojos de Joe se helaron de rabia.
-Tú, señoritinga... Vienes aquí pensando que eres demasiado para nosotros, ¿eh? Pues te voy a dar un revolcón que te va a poner en tu sitio...
______ dejó escapar un gemido mientras intentaba desasirse. Empezaba a darse cuenta de que no podría librarse de él cuando alguien le quitó de encima a Joe de un empujón.
-Ha dicho que te largues —Nick, con expresión llena de ira, estuvo a punto de levantar a Joe del suelo.
-¿Quién eres tú? -gruñó Joe.
-No hace falta que sepas quién soy, sino que me escuches —respondió Nick ásperamente.
_____ estaba preparada para la respuesta de Joe. Pero no se esperaba que le pegara un puñetazo a Nick en el ojo. Instintivamente, quiso correr a su lado para ver si estaba bien. Pero ella estaba completamente fuera de su elemento. Nick ignoró su grito y le asestó a Joe varios puñetazos cu el estómago.
-¡Basta! -gritó ella, pero no la escucharon-. ¡Parad de una vez! -gritó de nuevo, mientras Nick se abalanzaba sobre Joe como un demente.
Joe, ensangrentado y dolorido, comenzaba a parecer asustado.
-¡Parad, por favor! -gritó ella antes de que otros hombres se unieran a la refriega. Nick contuvo el golpe final y Joe se dejó caer contra la pared-. No puedo creerlo -gimió ella, mirando a Nick.
-Pues créetelo -dijo él con furia-. Ya tienes lo que querías. Hemos estado aquí. Ahora nos vamos.
-¡Yo no quería esto! Solo quería salir un rato -ella miró a su alrededor.
Justin estaba abrazando a Kim y a Susan, como si intentara consolarlas. Todo el mundo los miraba a Nick y a ella.
-Tal vez su novio tenga razón, señorita. Quizá deberían marcharse -le sugirió el camarero.
Nick la agarró de la mano. La sacó a rastras del bar y la llevó hacia el todoterreno.
-Créeme —le imploró ella—, nunca pensé que pasaría una cosa así. Yo sé cuidar de mí misma... -él se paró en seco y la miró fijamente. De pronto, ______ se sintió una estúpida-. Lo siento. Puede que ahí dentro no pudiera cuidar de mí misma. Supongo que debo admitirlo y darte las gracias.
-No quiero que me des las gracias —dijo él secamente.
-Entonces, ¿qué quieres? ¿Que me disculpe? Mira, lo siento, pero no tenía ni idea de que pudiera ocurrir una cosa así, y desde luego no quería que te pusieran un ojo morado.
-Tampoco quiero que te disculpes. Ella lo miró, derrotada.
-Entonces, ¿qué quieres? ¿Mi sangre? ¿Qué más quieres?
-Esto...
Nick la agarró de la barbilla y le alzó la cabeza. Luego, le plantó un beso apasionado en los labios.
-¡Guau!
Aquella exclamación los dejó helados. ______ se apartó de Nick y vio que Justin, Susan y Kim los estaban mirando. Ella se sonrojó, avergonzada, sintiéndose culpable. Susan le había dejado muy claro que iba tras Nick, y ella le había dicho que no estaba interesada en él. Ahora parecería en el mejor de los casos una hipócrita y en el peor una embustera.
-Esto... esto no es lo que parece -tartamudeó, Intentando insuflarle algún sentido a aquella noche absurda.
-Pues a mí me parece que está bien claro -comentó Justin.
-A mí también -dijo Susan suavemente.
-Todo el mundo al coche. Volvemos al rancho ordenó Nick ásperamente, mirándola como si de algún modo también lo hubiera traicionado a él.
Resignándose a padecer un viaje de regreso aún más embarazoso que el de ida, ______ fue a montarse en el coche, pero descubrió que Susan le había quitado el asiento. Kim y Justin iban en el asiento del medio, así que no le quedaba más remedio que sentarse en el de delante, con Nick.
Subió en el todoterreno, confundida y apenada. Deseaba desesperadamente decir algo que excusara su comportamiento, pero no podía, pues todos habían presenciado lo que estaba claro como el agua. Nick y ella se habían besado, y aquel no había sido su primer beso. Y, aunque a él hubiera podido mentirle, no podía engañarse a sí misma. Había permitido que Nick la besara. Había deseado que la besara.
Torciendo los labios en una amarga sonrisa, intentó pensar en algo divertido que hiciera el viaje de vuelta más tolerable. Pero no se le ocurrió nada. No emitió ningún sonido. Ni Nick tampoco, hasta que salieron de Katown como almas que llevara el diablo.

siguela!!!!!!
siguela!!!!

Siguela!!

La lluvia empezó alrededor de medianoche. ______ lo supo porque hacía casi una hora que habían vuelto al rancho.
Nick los había dejado sin ceremonias en el barracón y se había ido al garaje a aparcar el todoterreno. _____ no había vuelto a verlo, pero había luz en su cabaña.
Frías gotas de lluvia rociaban su cara mientras se mecía en el porche y observaba la raya de luz amarilla que salía bajo la puerta de Nick. La cabaña estaba a más de cien metros y parecía incluso estar más lejos con aquella neblina. Pero pese a la distancia, percibía con claridad que, emocionalmente, se hallaba en un universo en el que regían las leyes de la sinceridad y la valentía, a diferencia del de ella, en el que el miedo y el dolor eran la norma.
Deseaba odiar a Nick. Este representaba todo cuando Mitch le había hecho. Su arrogancia y sus maneras de seductor eran iguales a las de Mitch, y eso la asustaba. En lugar de comportarse como una adulta y decirle a Nick que no estaba preparada para tener una aventura con él en ese momento, se ponía a jugar con fuego y lo besaba. Y luego huía despavorida. Las personas adultas no se comportaban de ese modo, se dijo con reproche. Pero la niña que llevaba dentro siguió llorando.
Tenía que pedirle perdón. Él la había protegido y en cambio ella había intentado divertirse a su costa. En realidad, no había hecho otra cosa desde su llegada a Mystery.
A lo lejos, una oleada de luz amarilla iluminó la lluvia. ______ alzó la cabeza y vio que la silueta de Nick se recortaba en la puerta abierta de su cabaña.
Su reacción instintiva fue levantarse, como si se aprestara a...
Un escalofrío la recorrió al ver que él avanzaba hacia ella en medio de la oscuridad y la lluvia. El aguijón helado del agua le azotaba la cara, pero _____ apenas lo notaba. Solo lo veía a él, caminando hacia ella. Lo único que oía era el tamborileo de la lluvia sobre las tablas.
Lo vio acercarse, su sombra haciéndose más grande y amenazadora a cada paso. Por fin, cuando estuvo lo bastante cerca para verla, Nick se detuvo, empapado por la lluvia y tenso, y la miró como si ella fuera una presa.
-Lo siento -susurró ella. Tenía un nudo de emoción en la garganta.
-No he venido buscando una disculpa -dijo él ásperamente.
-Entonces, ¿a qué has venido? -preguntó ella en voz baja. Pero era una pregunta retórica. Ella ya lo sabía.
-Desde el día que te vi, algo volvió a la vida dentro de mí. Algo que creía muerto. Esa noche en el molino, comprendí que te deseaba. Desde entonces, no he podido pensar en otra cosa.
______ aceptó sus palabras con la avidez de un mendigo, y se despreció por ello. Su reacción le demostró que el juego se había acabado. Ya no había necesidad de protegerse, porque él había vencido. La había obligado a reconocer su deseo. Ella también se sentía de nuevo viva. Seguía siendo una mujer.
Aturdida y sin embargo extrañamente feliz, ______ retrocedió y abrió la puerta del barracón. La luz del interior se derramó sobre el porche y sobre Nick. Él la miró entre la lluvia. Tenía los vaqueros empapados y la camiseta se le pegaba al cuerpo como celofán transparente. Era alto y musculoso, hosco y sin embargo tierno.
La atracción que ella sentía era irrefrenable, y ya no quería seguir refrenándola.
______ entró lentamente en el barracón y dejó la puerta abierta. Él la siguió. Quedó aislada del mundo exterior cuando oyó que él cerraba la puerta y se apoyaba contra ella como si quisiera protegerlos a ambos usando su espalda de barricada.
Parecieron pasar largos minutos mientras ______ miraba al hombre empapado que tenía ante ella. Él tendría frío, pensó, pero no temblaba. Se limitó a observarla hasta que, de pronto, tendió los brazos hacia ella, y ella dejó que la abrazara, ajena a sus ropas mojadas.
Nick la besó, apoderándose de su boca, explorándola con la lengua. Los labios de ella palpitaban de deseo. Se sentía embriagada cuando Nick se apartó para quitarse la camiseta. _____ pudo ver lo que no había visto en el molino.
El pecho de él tenía tersas prominencias y estaba suavemente salpicado de vello negro. Era acero bajo terciopelo. Sin poder evitarlo, _____ apoyó la mano sobre él para ver si era tan erótico al tacto como a la vista. No se sintió defraudada. El calor que sentía en la mano se difundió por su vientre y sus muslos. El vacío que sentía dentro se hizo insoportable. Quería a Nick encima de ella, cubriéndola, dentro de ella. Quería estar con él esa noche entera y tal vez también la siguiente y la siguiente. Su sed era insaciable.
Él la asió por la nuca y la atrajo hacia sí. Sin decir nada la besó de nuevo, desabrochándose al mismo tiempo los vaqueros empapados y moviendo las manos de _______ hacia la cinturilla para que lo ayudara a quitárselos. Ella gimió cuando él le bajó la cremallera de la chaqueta de lana. Para salir al porche, solo se había puesto la chaqueta y los vaqueros.
Bruce pareció complacido al encontrar un acceso tan fácil. Se deshizo de la chaqueta y deslizó la mano bajo la brillante seda rosa.
La resistencia de ella se derrumbó. Tal vez fuera en parte por sentir la palma callosa de Nick sobre su pecho, o el sorprendente calor de la boca de él en sus pezones. Pero, al final, fue sobre todo su olor. Mitch siempre había olido a perfume caro y a almidón, Nick olía a lluvia y a viril excitación.
Solo había un modo de librarse de aquella extraña atracción. Eran tan distintos, pensó _____ mientras él se sentaba al borde de la cama y la atraía hacia sí. Y, sin embargo, todo parecía natural. Las manos de Nick le daban seguridad y calor, incluso cuando sus últimas prendas desaparecieron. Las palabras de él la hacían pensar en el momento y en su propio deseo, manteniéndola alejada de todo cuanto era prudente y racional.
Finalmente, con un beso apasionado, Nick se tumbó sobre ella. Estaba desnudo y excitado, y ella lo deseaba como un alcohólico desea una copa. Su sed se había vuelto insaciable, incluso destructiva, pero ya no le importaba.
Él le abrió los muslos con la mano y la penetró. Su respiración se hizo más rápida. Ella gimió.
Sentirlo dentro de sí era el éxtasis. No quería que se saliera nunca de ella.
______ alzó las manos hasta su pecho y sintió que el martilleo de su corazón comenzaba a confundirse con el ritmo de sus embestidas. Sus piernas tensas y musculosas se frotaban contra los muslos suaves y femeninos de ______. Luego, él se volvió más fiero y exigente, y ella lo siguió, dejándose finalmente arrastrar por un frenesí largo y enloquecedor. La caída fue exquisita.
______ retuvo su orgasmo dentro de sí hasta que las lágrimas llenaron sus ojos cerrados. Aquella sensación exaltaba la vida y, sin embargo, resultaba aterradora. Saciaba, pero era al mismo tiempo agónica.
Nick la miró fijamente. ______ se aferró a él, a pesar de que tenía la espalda empapada de sudor. Por fin, cuando él no pudo aguantar más, devoró la boca de _______ en un beso febril y se derramó dentro de ella. Su torso se convulsionó de placer y sus músculos se endurecieron con fuerza apenas contenida.
El silencio que siguió podría haber horrorizado a _____. Pero, por el contrario, fue como un manto de paz que la envolvió en el sueño. Lo último que pensó mientras se acurrucaba entre los brazos de Nick fue que podía acostumbrarse a dormir así, protegida por su fuerte abrazo y acunada por la lluvia que seguía cayendo sobre el tejado.

Despertarse a la mañana siguiente fue lo más duro que ______ había tenido que hacer en toda su vida. La luz del sol entraba por las cortinas de algodón de la habitación, y la lámpara de la mesita de noche todavía estaba encendida. Junto a ella, las sábanas estaban frías y vacías.
Todo parecía un sueño, como un fuego reducido a cenizas.
Respiró hondo e intentó hacer acopio de valor. No sabía cómo iba a pasar el día. Ella no era de las que actuaban guiadas por un impulso, pero eso era precisamente lo que había hecho esa noche. Estaba sola y Nick le había ofrecido consuelo. Ella había mandado al infierno la prudencia y había aceptado cuanto él le ofrecía. Ahora tenía que afrontarlo por más doloroso y humillante que le resultara.
A su modo de ver, tenía dos opciones: podía fingir que no había pasado nada y comportarse como siempre, o podía admitir la intimidad que habían compartido esa noche y confiar en que él hiciera lo mismo.
Dejó escapar un gemido y deseó estar en otra parte. De pronto, Nueva Orleáns le pareció un lugar seguro y apacible. Ni siquiera Mitch parecía importarle tanto como antes. Ahora solo podía pensar en Nick Jonas. Y en qué iba a hacer respecto a él. Y en cómo salvarse.
Oyó que fuera Justin tocaba la campana para que montaran a caballo. Se había perdido el desayuno, pero no le importaba. De todos modo, no tenía mucho apetito.
Se obligó a salir de la cama, se puso el sujetador y las braguitas y se alegró de que no le quedara tiempo para darse una ducha. El olor que despedía su cuerpo era demasiado delicioso como para quitárselo con jabón. Se puso los vaqueros que usaba para montar y una camisa blanca y salió, intentando prepararse para lo que iba a encontrar.
-Ahí está. Ya tienes a Niña ensillada y esperándote -dijo Justin con una sonrisa.
Ella miró a su alrededor buscando a Nick, pero no lo vio entre los jinetes. Susan le lanzó una mirada desdeñosa, pero Kim parecía encantada por poder cabalgar en cabeza, justo detrás de Justin.
-¿Dónde está nuestro temerario guía? -preguntó Roger mientras se dirigían a la cuadra.
-Esta mañana ha salido solo. Se fue antes de que amaneciera. Ya nos alcanzará por el camino. Como siempre -dijo Justin.
______ se sintió aliviada por no tener que preguntar, a pesar de que las dudas seguían torturándola. Se preguntaba por qué Nick se había ido solo y adonde, pero cuando llegaron a la encrucijada miró el camino prohibido y vio huellas frescas de cascos en el barro. Aquello despejó muchas preguntas.
Sintiendo frío de pronto se envolvió en su chaqueta de lana y procuró concentrarse en lo que iba diciendo Justin acerca de las bayas y de los osos a los que les encantaba comérselas. Pero era inútil. No dejaba de pensar en Nick montado en su caballo, al borde del precipicio que se había tragado a Katherine. De pronto temió que lo ocurrido la noche anterior hubiera sido un error. Era absurdo liarse con un hombre que seguía llorando a otra mujer. Claro que, de todos modos, ella tenía poco futuro con él. Nick era un buen chico de Montana, sencillo y testarudo, y ella era una empresaria del barrio francés de Nueva Orleáns obsesionada con su carrera. Vivían en dos mundos completamente distintos. Eran como el aceite y el agua.
-Qué callada estás esta mañana, tesoro —dijo Anette-. ¿Es que la salida de anoche te ha dado resaca?
_______ sonrió, a pesar de que tenía ganas de llorar.
-No, no tengo resaca. La verdad es que, al final, no bebimos casi nada.
-En casa y a la cama prontito. Así es como me gusta pasar a mí la noche —comentó Roger plácidamente.
-Sí. En casa y a la cama prontito -repitió _____, y sintió que, a medida que se desvanecían sus palabras, también se disipaba su esperanzas.

______ no estaba preparada para afrontar lo ocurrido la noche anterior. Su apasionado encuentro en la cama con Nick aún la tenía sin aliento. Confundida y temblorosa, esa tarde acababa de beberse una taza de café en el comedor cuando Susan se sentó a su lado con el ceño fruncido.
-Quería decirte -comenzó Susan- que me ha sentado muy mal que te hayas burlado de mí delante de Nick. Cuando hablé contigo y te confesé que estaba interesada en él ya estabais liados, y sin embargo me dejaste hablar. Espero que te hayas reído a gusto.
______ sacudió la cabeza y se puso muy colorada.
-No estábamos liados. De veras. El beso de anoche sencillamente ocurrió. Ocurrió.
-Sí, ya. Pues permíteme decirte que, o me estás mintiendo a mí, o te estás mintiendo a ti misma, porque lo que yo vi anoche no fue cosa del azar. Que pases buena tarde, ______.
Susan se levantó y se fue. Al verla marchar, Lyndie se dio cuenta que tenía razón en una cosa: se estaba mintiendo a sí misma. Era ridículo pensar que podía manejar a un hombre como Nick. Él era demasiado independiente y aguerrido. Y en ese momento ella era demasiado vulnerable.
Se oyó el chirrido de las patas de una silla contra el suelo. Nick se sentó a su lado a la mesa del comedor y la miró fijamente, estirando las piernas frente a él, con los brazos cruzados sobre el pecho. Tenía una expresión pétrea y el ojo morada le daba un vago aire de pirata.
-Tienes el ojo a la virulé —dijo ella, intentando parecer despreocupada.
Él torció la boca en una sonrisa.
-Ya sabes lo que suele decirse, ¿no? Deberías haber visto al otro tipo -ella sonrió, a pesar de que estaba deseando huir-. ¿Dormiste bien anoche? -preguntó él.
Las mejillas de ______ se sonrojaron cuando recordó las muchas veces que habían hecho el amor.
-Habría sido difícil no dormir bien después de tanto trajín.
_____ procuraba mantener un tono desenfadado, a pesar de que la noche que había pasado con él había sido una de las experiencias más perturbadoras de su vida. No quería mostrarse débil ante él. Si lo hacía, él cortaría y saldría huyendo, y ella no podría reprochárselo.
-Hacía mucho tiempo —confesó él, observándola fijamente.
-Sí. Insaciable. Creo que esa es la palabra que mejor lo describe -ella intentó reírse, pero su risa le sonó hueca incluso a ella. Miró a los ojos a Nick y quedó atrapada por su mirada.
Él parecía exigirle la verdad, y _____ decidió intentar decírsela, a pesar de que empezaban a asustarle los sentimientos que Nick le inspiraba.
-Yo... espero que no fuera solo cuestión de recuperar el tiempo perdido -balbució, y sintió desprecio por sí misma por aparecer tan vulnerable después de lo que le había pasado con Mitch.
-Fue algo más que un revolcón en el heno -turbada por su mirada, _____ apartó los ojos y deseó poder esconderse-. Deberías abrir una tienda aquí, en Mystery, ¿lo sabías? -dijo él-. Aquí vienen muchos turistas a esquiar y a pasar el verano. Seguro que te comprarían muchísimas cosas.
Ella se encogió de hombros.
-Apenas puedo apañármelas con dos tiendas. ¿Cómo iba a llevar una tienda aquí desde Nueva Orleáns?
-No, no es eso. Deberías llevar tus tiendas de Nueva Orleáns desde aquí -una emoción contenida pareció crispar su semblante-. Te aseguro que nunca me atrevería a decir cómo debes llevar tus negocios, pero creo que debes expandirte y...
-Eso pienso hacer. Por eso he aceptado que Hazel invierta su dinero. Pero tengo que devolvérselo, y pronto.
Sus problemas parecían crecer como un maremoto, ahogándola. Las palabras de Nick sonaban de maravilla, pero ella no parecía capaz de encontrar la salida de aquella maraña financiera en la que se había metido. Además, para que se mudara a Montana tenía que haber una razón más importante que el dinero. Por amor estaría dispuesta a hacerlo. Pero jamás por dinero.
-No creo que pueda comprar otra tienda aquí cuando apenas puedo mantener las otras dos. No me saldrían las cuentas -no podía obviar el hecho de que el único modo de afrontar aquel riesgo era buscando otros apoyos; pero sola, arriesgándolo todo, no. Mudarse a Mystery podía acabar arruinándola por completo.
Una extraña rabia brilló en los ojos de Nick.
-No quiero ponerme pesado, pero sé más de negocios de lo que crees. Y creo que sí te saldrían las cuentas.
El suspiro de ______ pareció resonar en cada rincón del amplio comedor forrado de madera. No quería discutir con Nick, sobre todo sobre cuestiones tan áridas. Lo que realmente quería era que la tomara de la mano y la llevara a la cama. Hubiera dado cualquier cosa por olvidarse del mundo un poco más.
Desanimada, dijo:
-Te agradezco tu opinión, pero el negocio es mío y de nadie más. He de hacer lo que me parezca mejor. Y lo mejor es que vuelva a casa, a Nueva Orleáns.
Él se levantó con el semblante crispado.
-Puede que llegues a arrepentirte de esa conclusión precipitada, querida. En Nueva Orleáns no hay nada.
_____ notó que empezaba a dolerle la cabeza. No comprendía por qué sus conversaciones siempre se torcían.
-¿De veras? -preguntó-. ¿Y tú cómo lo sabes? Y, además, ¿qué tiene Mystery que ofrecerme? Él achicó los ojos.
-¿Sabes qué? Acabo de darme cuenta de cómo eres en realidad. Eres tan altiva como lo era Katherine. No te conformas con un hombre trabajador. Quieres chaqués y champán, a pesar de que el whisky y los vaqueros te sentarían mejor.
-Oh, dejemos el whisky, por favor... -suplicó ella. Él se quedó callado. Al final, dijo:
-Lo único que sé es que estoy harto de hacer de semental para mujeres como tú. La próxima vez que quieras sexo, señorita, tendrás que ir a buscarme a mi cama y serás tú quien me sirva a mí.
Le lanzó una mirada glacial y salió precipitadamente del comedor con el sombrero calado sobre los ojos. ______ se quedó mirando la puerta cerrada, aturdida y confusa. En el fondo se sentía culpable y triste. Y no podía sacudirse de encima la sensación de que acababa de perder algo que ni siquiera creía tener.
-La salida al monte Lookout es la primera excursión que vamos a hacer en la que pasaremos la noche fuera -Justin movió el carrusel del proyector de diapositivas. Estaba dándole una charla al grupo en el comedor, después del desayuno.
La mañana había amanecido soleada y con el cielo claro como el cristal. Incluso _______ estaba deseando salir a dar un paseo con Niña y disfrutar de aquel hermoso día.
-Esta -dijo Justin- es la zona. Como ven, los precipicios son bastante impresionantes. Solo os pedimos que os mantengáis alerta y dejéis que os guíe el caballo. Nuestras monturas están acostumbradas a transitar por estas montañas. Tienen un instinto muy fino.
______ observó la diapositiva con escasa atención. El paisaje era precioso; la ruta sería sin duda una de las más bellas que habían hecho. Sin embargo, ella no podía evitar experimentar una sensación de temor sabiendo que tendría que pasar la noche de acampada con Nick.
-Nosotros estamos un poco preocupados -dijo Roger detrás de ella-. Hemos oído que una mujer se mató en una de esas rutas.
Justin hizo una mueca. Incluso ______ se alegró de que Nick no estuviera presente.
-Esa mujer se mató porque no le hizo caso a su caballo. Lo que os pedimos es que escuchéis lo que os dice vuestra montura. Si lo hacéis, no tendréis ningún problema. De todos modos, no iremos por el camino en el que murió Katherine, así que no tenéis por qué preocuparos.
-¿Es el que nunca tomamos cuando salimos a la Divisoria? -preguntó Kim.
Justin asintió.
-Ese camino está prohibido. Ahora ya sabéis por qué.
Un murmullo recorrió el pequeño grupo. Era una suerte que Nick no estuviera allí, se dijo ______, sabiendo lo impulsivo que era.
-No penséis que, por que vayamos a acampar, vais a pasar incomodidades -continuó Justin, mostrándoles una nueva diapositiva-. Se nos adelantarán varias personas con caballos que llevarán la comida y vuestras cosas. Al final del camino, tendréis la cena preparada, la tienda montada y el saco de dormir listo.
-¿Y no hay jacuzzi para remojar nuestros músculos entumecidos? -preguntó Anette.
Justin se echó a reír.
-Hacemos lo que podemos, señora. Jacuzzi no hay, pero tenemos una lata de café con agujeros y un trozo de lona muy grande. Si no les importa que uno de nosotros les eche el agua caliente por encima, incluso pueden ducharse.
-Oh, Dios mío -gimió Anette.
-Mi mujer no se duchará -proclamó Roger, rodeando a su oronda esposa con el brazo.
Esta vez, _____ también se unió a la carcajada general. Pero su sonrisa se heló al ver a Nick. Al parecer, acababa de entrar.
Él miró a ______ como si entre ellos quedara algo que decir.
-Esta mañana la tenéis libre -anunció Nick-. La tía abuela de _____, Hazel McCallum, ha tenido la amabilidad de abrirnos las puertas de su rancho para que lo visitemos esta mañana. Quien quiera ir, que se lo diga a Justin.
A continuación se levantó la reunión. Todo el grupo decidió irse con Justin a visitar el Lazy M, excepto _______. Conocía desde hacía muchos años el rancho de su tía abuela, y no le apetecía compartir con los otros a Hazel. Sobre todo, porque necesitaba desahogarse con ella.
Frustrada por no poderse ir a dar un paseo con Niña sin guía que la acompañara, decidió disfrutar de la mañana caminando. Se puso las botas y tomó el camino habitual que llevaba montaña arriba. Llevaba recorridos varios kilómetros cuando se dio cuenta de que había tomado el camino que conducía a la bifurcación. A pie, el lugar parecía distinto que a lomos de un caballo, pero al pasar entre una formación de álamos que le sonaba, se encontró frente al cruce.
Imaginaba que andando correría menos riesgos que a caballo. Además, tal vez no fuera tan peligroso ir a explorar, ya que no tenía que vérselas con los cambios de humor de su montura.
Sus pies parecieron tomar la decisión por ella. Echó a andar por el camino casi vertical hasta dejar atrás la bifurcación y perderla al fin de vista. Impelida a ver el lugar donde había muerto Katherine, siguió subiendo. A cada paso, la vista de la Divisoria resultaba más sobrecogedora.
Por fin llegó a un ensanchamiento del camino. Había un lecho de roca que miraba sobre las cumbres azuladas de las Rocosas. Se acercó al borde, del despeñadero tenía fácilmente cincuenta metros de profundidad.
Nadie sobreviviría a una caída desde aquella altura. Pero el panorama de las montañas y el cielo era sublime. _______ permaneció allí largo rato. No quería abandonar la soledad de aquel nido de águilas. Una sensación de paz caía sobre ella como la brisa que cantaba entre los álamos temblones, allá abajo.
Al darse la vuelta, se encontró ante el rostro furioso de Nick Jonas.
-La primera regla en el monte es no ir nunca solo —dijo él secamente, desmontando de su caballo.
-Lo... lo siento -balbució ella.
-Si te ocurriera algo aquí, ¿quién se enteraría? ¿Adónde irías a pedir ayuda?
-No lo he pensado. Solo quería saber qué había aquí arriba. Pensé que venir caminando sería más seguro que venir con Niña.
-Eso da igual. Podrías haberte caído y nadie sabía que estabas aquí -Nick avanzó hacia ella-. No vuelvas a hacerlo. ¿Me oyes?
Ella asintió, con los ojos llenos de lágrimas. Suponía que Nick tenía todo el derecho a reprenderla. A fin de cuentas, él era el responsable de los huéspedes del rancho, y doblemente en su caso, por ser ella la sobrina de Hazel McCallum.
-Supongo que me he dejado llevar por la curiosidad. Sé que nos dijisteis que no fuéramos a ningún lado solos, pero quería ver el lugar donde tu...
Apenas reconoció el grito estrangulado que surgió de su garganta. Bajo sus botas de montaña, el suelo estaba cediendo. Debía de haber juzgado erróneamente la solidez del lecho de piedra, que
empezaba a desplomarse bajo ella. Paralizada por el miedo, miró el rostro crispado de Nick y se preguntó si eso sería lo último que viera antes de precipitarse al vacío.
-Haz lo que yo te diga. Dame la mano -le ordenó él, tumbándose y arrastrándose hacia ella sobre el vientre como si ambos se hallaran sobre una fina capa de hielo, en vez de sobre terreno sólido.
______ advirtió que había atado las riendas de su caballo a sus pantalones de cuero. De ese modo, si ambos caían al vacío, tal vez el animal pudiera arrastrarlos hasta terreno seguro.
Estremeciéndose de terror, ______ le dio la mano. Nick la sujetó con fuerza mientras el terreno cedía bajo ella, centímetro a centímetro. El lecho de roca era tan frágil que ella no se atrevía a moverse por miedo a que se desplomara una sección más grande, arrastrándolos a ambos.
-No tengas miedo. Todo va a salir bien -dijo él con voz suave y firme. Luego, le ladró al caballo una orden y el animal comenzó a retroceder por la senda.
El lecho de roca desapareció bajo ______. Ella gritó y sintió que la tierra cedía bajos sus piernas. Nick le tiró violentamente del brazo y de pronto ______ se encontró de nuevo en el lado firme del camino. El caballo los arrastró varios pasos más antes de detenerse.
Ella miró aturdida a Nick. Él le devolvió la mirada. Estaban los dos tumbados boca abajo. El polvo que había levantado el caballo al arrastrarlos les hacía daño en los ojos.
-Gracias -musitó ella casi sin aliento.
-Ha sido una idiotez venir aquí sabiendo que este camino estaba prohibido -gruñó él.
-Gracias -repitió ella como una idiota, incapaz de darse cuenta de nada, salvo de que estaba viva y de que Nick la había salvado.
-Si fuera otro, te daría una buena tunda por tonta -ladró él.
-Gracias -dijo ella, echándose a llorar-. Me has salvado la vida. Me has salvado la vida -repitió.
Él se levantó y le tendió la mano para ayudarla a ponerse en pie. Solo entonces sintió _______ un dolor en el brazo. Hizo una mueca y lo retiró. Nick le rodeó la cintura con el brazo y la ayudó a levantarse.
-Seguramente lo tendrás dislocado -dijo.
Ella dejó que la montara a lomos de su caballo y juntos bajaron cabalgando por la ladera de la montaña. Para aliviar su dolor, ______ se acurrucó contra el recio pecho de Nick, como si quisiera enterrarse allí. En unos pocos segundos, toda su vida había cambiado. Y, más que cualquier otra cosa, habían cambiado los sentimientos que albergaba hacia el hombre que la sostenía. Ahora, Nick era un gigante para ella. Su salvador. Su héroe. Nunca jamás volvería a encontrarse tan segura como entre sus brazos.
Y lo único que podía hacer era susurrarle «gracias» una y otra vez.

siguela!
quedo como en estado de sock !

O: Sigueee!