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El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
lamento no haber subido ayer
estaba a punto de subir y que se descompone el internet Dx
lo lamento en serio, pero enseguida subo cap
y les tengo malas noticias
(bueno no tan malas)
no podre subir hasta el martes D:
es que estoy en examenes y todo eso :(
si se me da tiempo subo, si no, espero y me perdonen
bueeno, aqui esta la otra mitad del cap, espero y les guste :)
y por si no lo recordaban, parti el cap a la mitad y ahora subire la otra parte xD
espero y les guste
bye
estaba a punto de subir y que se descompone el internet Dx
lo lamento en serio, pero enseguida subo cap
y les tengo malas noticias
(bueno no tan malas)
no podre subir hasta el martes D:
es que estoy en examenes y todo eso :(
si se me da tiempo subo, si no, espero y me perdonen
bueeno, aqui esta la otra mitad del cap, espero y les guste :)
y por si no lo recordaban, parti el cap a la mitad y ahora subire la otra parte xD
espero y les guste
bye
Ángel J.D
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Capítulo 9-2
Por primera vez en años, sus habilidades de psicólogo le fallaron por
completo.
Cuando se despertó, la luz del sol entraba a raudales por las ventanas. Tardó
todo un minuto en recordar lo acontecido la noche anterior.
Se sentó en la cama e intentó tocar a Harry, pero estaba solo.
— ¿Harry? —lo llamó.
Nadie contestó.
Echando a un lado el edredón, se levantó y se vistió deprisa.
— ¿Harry? —volvió a llamarlo, mientras bajaba las escaleras.
Nada. Ni un sonido, aparte de los latidos frenéticos de su corazón.
El pánico comenzó a abrirse paso en su cabeza. ¿Le habría sucedido algo?
Entró corriendo en la sala de estar; el libro estaba sobre la mesita de café.
Pasando las páginas con rapidez, vio que la hoja donde había estado el dibujo de
Harry seguía en blanco. Aliviado por el hecho de que no hubiese regresado al libro, continuó registrando la casa.
¿Dónde estaba?
Fue a la cocina y notó que la puerta trasera estaba entreabierta. Frunció el
ceño, extrañado, y la abrió del todo para salir al porche.
Echó una ojeada al patio hasta que vio a los niños de los vecinos sentados en
el césped, justo al lado de los setos que separaban ambas casas. Pero lo que más
le extrañó fue observar a Harry sentado con ellos, enseñándoles un juego con
piedras y palitos.
Los dos niños y una de las niñas estaban sentados a su lado, escuchando
atentamente, mientras su hermana pequeña —de tan sólo dos años— gateaba entre ellos.
Louis sonrió ante la apacible estampa. La calidez la invadió de repente, y se
preguntó si Harry se habría visto así con sus propios hijos.
Abandonó el porche y caminó hacia ellos. Bobby era el mayor de los niños,
con nueve años; después venía Tommy, con ocho y Katie que acababa de cumplir
seis. Sus padres se habían mudado al vecindario hacía ya diez años, recién casados
y, aunque tenían una buena relación, jamás habían pasado de ser más que
amigables vecinos.
— Entonces, ¿qué ocurrió? —preguntó Bobby, cuando llegó el turno de
Harry.
— Bueno, el ejército estaba atrapado —continuó Harry, moviendo una de las
piedras con un palo—, traicionado por uno de los suyos: un joven hoplita que había vendido a sus compañeros porque quería convertirse en centurión romano.
(Hoplita: Soldado griego de infantería.)
— Eran los mejores —le interrumpió Bobby.
Harry hizo una mueca burlona.
— No eran nada comparados con los espartanos.
— ¡Arriba Esparta! —gritó Tommy—. Así anima nuestra mascota del colegio.
Bobby le dio un empujón a su hermano, y lo golpeó en la cabeza.
— Estás interrumpiendo la historia.
— No debes golpear a tu hermano jamás —le dio Harry con brusquedad
pero, aún así, con cierta ternura—. Se supone que los hermanos deben protegerse, no hacerse daño.
La ironía de sus palabras le encogió el corazón. Era una pena que nadie
hubiese enseñado a sus hermanos esa lección.
— Lo siento —se disculpó Bobby—. ¿Qué pasó después?
Antes de que Harry pudiese contestarle, el bebé se cayó y desparramó los
palitos y las piedras. Los chicos comenzaron a gritarle, pero Harry los tranquilizó
mientras levantaba a Allison y la ponía de nuevo en pie.
Acarició levemente la nariz de la pequeña y la hizo reír. Después regresó al
juego.
Mientras le llegaba el turno a Bobby para mover la piedra, Harry retomó la
historia donde la había dejado.
— El general macedonio observó las colinas que lo rodeaban; estaban
encerrados. Los romanos los habían acorralado. No había modo de flanquearlos, ni de retroceder.
— ¿Se rindieron? —preguntó Bobby.
— Nunca —contestó Harry con convicción—. La muerte antes que el
deshonor.
Hizo una pausa mientras las palabras reverberaban en su cabeza. Era la
inscripción que adornaba su escudo. Como general, había vivido honrando ese
lema.
Como esclavo, hacía mucho que lo había olvidado.
Los chicos se acercaron un poco más.
— ¿Murieron? —preguntó Katie.
— Algunos sí —respondió Harry, intentando alejar los recuerdos que afluían a
su mente. Recuerdos de un hombre que, una vez, fue el dueño de su propio
destino—. Pero no antes de hacer huir a los romanos.
— ¿Cómo? —preguntaron los niños, ansiosos.
Esta vez, Harry cogió al bebé antes de que volviese a interrumpirlos.
— A ver —comenzó Harry mientras le daba a Allison su pelota roja. La niña
se sentó sobre la rodilla que tenía doblada, y él la sujetó pasándole una mano por la cintura—. Mientras cabalgaban hacia ellos, el general macedonio sorprendió a los romanos, que esperaban que él reuniese a sus hombres en posición de falange, lo cual les hubiese convertido en una presa fácil para los arqueros y la caballería. En lugar de hacer lo previsible, el general ordenó a sus hombres que se dispersaran y
apuntaran con las lanzas a los caballos, para romper las líneas de la caballería
romana.
— ¿Y funcionó? —preguntó Tommy.
Incluso Louis estaba interesado en la historia. Harry asintió.
— Los romanos no se esperaban ese movimiento táctico en un ejército
entrenado. Completamente desprevenidas, las tropas romanas se dispersaron.
— ¿Y el general macedonio?
— Soltó un poderoso grito de guerra mientras cabalgaba en su caballo Mania,
atravesando el campo hasta llegar a la colina donde los generales romanos se
estaban replegando. Ellos se dieron la vuelta para enfrentarlo, pero no fue muy
inteligente por su parte. Con la furia que sentía en el corazón, debida a la traición
que había sufrido, cargó sobre ellos y sólo dejó a un superviviente.
— ¿Por qué? —preguntó Bobby.
— Quería que entregase un mensaje.
— ¿Cuál? —inquirió Tommy.
Harry sonrió ante las ávidas preguntas.
— El general hizo jirones el estandarte romano y después usó un trozo para
ayudar al romano a vendarse las heridas. Con una sonrisa letal, miró fijamente al
hombre y le dijo: «Roma delenda est», Roma está destruida. Y, entonces, envió al
general romano de vuelta a su casa, encadenado, para que entregara el mensaje al Senado Romano.
— ¡Guau! —exclamó Bobby, impresionado—. Ojalá fueses mi profesor de
historia en el colegio. Así aprobaría la asignatura seguro.
Harry alborotó el cabello negro del niño.
— Si te hace sentir mejor, a mí no me interesaba nada el tema a tu edad. Lo
único que quería era hacer travesuras.
— ¡Hola, señor Louis! —lo saludó Tommy cuando por fin se dio cuenta de
su presencia—. ¿Ha escuchado la historia del señor Harry? Dice que los romanos
eran tipos malos.
Harry miró a Louis, que estaba a unos metros de distancia, y Louis le sonrió.
— Estoy seguro de que él lo sabe.
— ¿Puede arreglar mi muñeca? —le pidió Katie, ofreciéndosela.
Harry soltó a Allison y cogió la muñeca. Le puso el brazo en su sitio y se la
devolvió.
— Gracias —le dijo Katie mientras se arrojaba a su cuello y le daba un fuerte
abrazo.
El anhelo que reflejó el rostro de Harry hizo que a Louis le diera un pinchazo
el corazón. Sabía que en ese momento, él estaba viendo la cara de su propia hija al mirar a Katie.
— De nada, pequeña —le contestó con voz ronca, alejándose de ella.
— ¿Katie, Tommy, Bobby? ¿Qué estáis haciendo ahí?
Louis alzó la mirada mientras Emily rodeaba la casa.
— No estaréis molestando al señor Louis, ¿verdad?
— No, para nada —le respondió Louis. Emily no pareció escucharlo porque
siguió regañando a los niños.
— ¿Y qué está haciendo Allison aquí? Se suponía que debía estar en el patio
trasero.
— ¡Oye mamá! —gritó Bobby acercándose a ella a la carrera—. ¿Sabes jugar
a Parcelon? El señor Harry nos ha enseñado.
Louis se rió a carcajadas mientras los cinco regresaban al jardín delantero,
con Bobby hablando sin parar. Harry tenía los ojos cerrados y parecía estar
saboreando el sonido de las voces infantiles.
— Eres todo un cuenta cuentos —le dijo Louis cuando se le acercó.
— No creas.
— En serio —le contestó Louis con énfasis—. ¿Sabes? Me has hecho pensar.
Bobby tiene razón, serías un maestro estupendo.
Harry le sonrió satisfecho.
— De general a maestro. ¿Por qué no cambiarme el nombre al de Catón el
Viejo e insultarme mientras estás en clase?
Louis se rió.
— No estás tan ofendido como quieres hacerme creer.
— ¿Y cómo lo sabes?
— Por la expresión de tu rostro, y por la luz que hay en tus ojos —le cogió el
brazo y lo llevó de vuelta al porche—. Deberías pensar seriamente en esa
posibilidad. Niall consiguió su licenciatura en Tulane y conoce a mucha gente allí.
¿Quién mejor para enseñar Historia Antigua que alguien que la conoció de primera mano?
No le contestó. En lugar de eso, Louis notó cómo movía los pies, descalzos,
sobre la tierra.
— ¿Qué estás haciendo? —le preguntó.
— Disfrutando de la sensación de la hierba —respondió él con un susurro—.
Las hojas me hacen coquillas en los dedos.
Louis sonrió ante lo infantil de su actitud.
— ¿Para eso saliste?
Él asintió.
— Me encanta sentir el sol en la cara.
Louis sabía, en el fondo de su corazón, que había podido disfrutarlo en
contadas ocasiones.
— Vamos, prepararemos unos cuencos de cereales y comeremos en el
porche.
Louis subió en primer lugar los cinco escalones que llevaban hasta el porche, y
le dejó sentado en su mecedora de mimbre para encargarse del desayuno.
Cuando regresó, Harry tenía la cabeza apoyada en el respaldo y los ojos
cerrados; su expresión era serena.
Como no quería molestarlo, retrocedió.
— ¿Sabes que todo mi cuerpo percibe tu presencia? Todos mis sentidos son
conscientes de tu proximidad —le confesó mientras abría los ojos y lo miraba con un deseo abrasador.
— No lo sabía —dijo Louis nervioso, ofreciéndole el cuenco. Él lo cogió, pero no
volvió a hablar del tema. Comenzó a comer en silencio.
Absorbiendo el calor del sol, Harry escuchaba la suave brisa y se recreaba
con la presencia cercana y relajante de Louis.
Se había despertado al amanecer para contemplar, a través de las ventanas,
la salida del sol. Y había pasado una hora disfrutando del contacto del cuerpo de
Louis.
Louis lo tentaba de un modo que jamás había experimentado. Por un solo
minuto se permitió barajar la posibilidad de permanecer en esta época.
¿Y después qué?
Sólo tenía una «habilidad» que podía serle útil en este mundo moderno, y no
era el tipo de hombre que pudiese vivir alegremente de la caridad de una persona.
No después de…
Apretó los dientes mientras los recuerdos lo abrasaban.
A los catorce años, había cambiado su virginidad por un cuenco de gachas de
avena frías y una taza de leche agria. Incluso ahora, con todo el tiempo que había
transcurrido, podía sentir las manos de la mujer tocándole el cuerpo, quitándole la ropa, agarrándose febrilmente a él mientras le enseñaba cómo darle placer.
« ¡Ooooh!» Canturreó la mujer «Eres muy guapo, ¿verdad? Si alguna vez
quieres más gachas, sólo tienes que venir a verme cuando mi marido no esté en
casa»
Se sintió tan sucio después… tan usado.
Durante los años siguientes, durmió en más ocasiones entre las sombras de
los portales que en una cama acogedora, porque no le apetecía volver a pagar ese precio por una comida y un poco de comodidad.
Y si fuese de nuevo libre, no querría…
Cerró los ojos con fuerza. No se veía en este mundo. Era demasiado
diferente. Demasiado extraño.
— ¿Ya has acabado?
Alzó los ojos y vio a Louis de pie junto a él, con la mano extendida esperando
el cuenco.
— Sí, gracias —le contestó mientras se lo daba.
— Voy a darme una ducha rápida. Volveré en unos minutos.
Lo contempló mientras se marchaba. Todavía podía sentir el sabor de su piel en los labios. Y el dulce aroma de su cuerpo.
Louis lo obsesionaba. No se trataba de los efectos de la maldición. Había
algo más. Algo que jamás había experimentado antes.
Por primera vez, después de dos mil años, volvía a sentirse como un hombre;
y ese sentimiento venía acompañado de un anhelo tan profundo que le partía en dos el corazón.
Lo deseaba. En cuerpo y alma.
Y quería su amor.
La idea lo asustó.
Pero era cierto. No había vuelto a experimentar ese profundo y doloroso
deseo de sentir un tierno abrazo desde que era pequeño. Necesitaba que alguien le dijera que lo amaba, y que lo hiciese de corazón, no por el efecto de un hechizo.
Echando la cabeza hacia atrás, soltó una maldición. ¿Cuándo iba a aprender?
Había nacido para sufrir. El Oráculo de Delfos se lo había dicho.
«Sufrirás como ningún hombre ha sufrido jamás»
«¿Pero me amará alguien?»
«No en esta vida.»
Y se alejó de allí totalmente hundido por la profecía. Qué poco había
imaginado entonces el sufrimiento que le aguardaba.
«Es el hijo de la Diosa del Amor, y ni siquiera ella soporta estar cerca de él.»
La verdad hizo que se encogiera de dolor. Louis jamás lo amaría. Nadie lo
haría. Su destino no era que lo liberaran de su sufrimiento. Peor aún, su destino
tenía una trágica tendencia a derramar la sangre de todos los que se acercaban a él.
El dolor le desgarraba el pecho mientras pensaba en la posibilidad de que
algo le sucediese a Louis.
No podría permitirlo. Tenía que protegerlo a toda costa. Aunque eso
significara perder su libertad.
Con esa idea en mente, fue en su busca.
Louis se estaba quitando el jabón de los ojos. Al abrirlos, se sobresaltó
cuando vio que Harry lo observaba a través de la abertura de las cortinas de la
ducha.
— ¡Me has dado un susto de muerte! —exclamó.
— Lo siento.
Él permaneció al lado de la bañera de patas, tamaño extra grande, vestido
sólo con los boxers y apoyado sobre la pared, con la misma pose que tenía en el
libro: los anchos hombros echados hacia atrás y los brazos relajados a ambos lados del cuerpo.
Louis se humedeció los labios al contemplar los esculturales músculos de su
pecho y de su torso. Espontáneamente, su mirada descendió hasta los boxers rojos y amarillos.
Bueno, decir que ningún hombre estaría bien con ellos había sido un error.
Porque Harry estaba fenomenal. En realidad, no había palabras que describiesen
con exactitud lo buenísimo que estaba con ellos.
Y aquella sonrisa traviesa, medio burlona, que esgrimía en esos momentos,
derretiría el corazón de la más frígida de las personas. Ese hombre lo ponía muy, muy caliente.
Nervioso, Louis cayó en la cuenta de que estaba completamente desnudo
delante de él.
— ¿Necesitas algo? —le preguntó
Para su consternación, Harry se quitó los boxers y se metió en la bañera con él.
El cerebro de Louis se convirtió en papilla, abrumado por la poderosa y
masculina presencia de Harry. Esa increíble sonrisa llena de hoyuelos curvaba sus labios, y hacía que el corazón se le acelerara y que comenzara a temblar.
— Sólo quería verte —dijo en voz baja y tierna—. ¿Tienes idea de lo que me
haces cuando te pasas las manos por tu pecho desnudo?
Apreciando el tamaño de su erección, Louis tenía una idea bastante
aproximada.
— Harry…
— ¿Mmm?
Olvidó lo que iba a decir cuando él acercó la cabeza hasta su cuello. Se
estremeció por completo al sentir que su lengua le abrasaba la piel.
Gimió por la sobrecarga sensorial que suponían las caricias de las manos de
Harry, unidas a la sensación del agua caliente de la ducha. Apenas si fue consciente.
Siseó de placer al sentir la lengua de Harry girar alrededor del endurecido
pezón, rozándolo levemente y haciéndola arder.
La ayudó a sentarse en la bañera y la echó hacia atrás, apoyándola en el
respaldo. El contraste de la fría porcelana en la espalda y del cálido cuerpo de Harry por delante, mientras el agua caía sobre ellos, lo excitó de un modo que jamás hubiese creído posible.
Nunca antes había apreciado el enorme tamaño de la antigua bañera pero, en
ese momento, no la cambiaría por nada del mundo.
— Tócame, Louis —le dijo con voz ronca, cogiéndole la mano y
acercándosela hasta su hinchado miembro—. Quiero sentir tus manos sobre mí.
Harry se estremeció cuando Louis acarició la dureza aterciopelada de su pene.
Cerró los ojos mientras las sensaciones lo abrumaban. Las caricias de Louis
no se limitaban al plano físico, las percibía también a un nivel indefinible. Increíble.
Quería más de él. Lo quería todo de él.
— Me encanta sentir tus manos sobre mi piel —balbució mientras Louis lo
tomaba entre sus manos. ¡Por los dioses! Lo deseaba tanto que le dolía todo el
cuerpo. Cómo deseaba que, tan sólo una vez, Louis le hiciese el amor a él.
Que le hiciese el amor con el corazón.
El dolor volvió a desgarrarlo. No importaba cuántas veces tuviera relaciones
sexuales, el resultado siempre era el mismo. Siempre acababa herido. Si no se
trataba de su cuerpo, era en lo profundo de su alma.
«Ninguna persona decente te querrá a la luz del día.»
Era verdad, y lo sabía.
Louis percibió su tensión.
— ¿Te he hecho daño? —preguntó mientras alejaba la mano.
Él negó con la cabeza y le colocó las manos a ambos lados del cuello para
besarlo profundamente. Súbitamente el beso cambió, intensificándose, como si
estuviese intentado probar algo ante los dos.
Deslizó la mano por el brazo de Louis, hasta capturar la suya y enlazar los
dedos. Después, movió las manos unidas y lo acarició entre las piernas.
Louis gimió mientras él lo tocaba con las manos entrelazadas. Era lo más
erótico que había experimentado jamás.
Temblaba de pies a cabeza mientras él aumentaba el ritmo de las caricias.
Cuando introdujo los dedos de ambos en su interior, Louis gritó de placer.
— Eso es —le murmuró al oído—. Siéntenos a los dos unidos.
Sin aliento, Louis se agarró al hombro de Harry con la mano libre y el cuerpo
en llamas. ¡Dios, era un amante increíble!
De pronto, él retiró las manos y le alzó una de las piernas para pasársela por
la cintura.
Louis le dejó hacer, hasta que se dio cuenta de sus intenciones. Estaba
preparándose para penetrarlo.
— ¡No! —jadeó mientras lo empujaba—. Harry, no puedes.
Sus ojos llameaban de necesidad y deseo.
— Sólo quiero esto de ti, Louis. Déjame poseerte.
Louis estuvo a punto de ceder.
Pero entonces, algo extraño le sucedió a sus ojos. Un velo oscuro cayó sobre
ellos, y las pupilas se le dilataron por completo.
Se quedó inmóvil. Respiraba entre jadeos y cerró los ojos como si estuviese
luchando con un enemigo invisible.
Lanzando una maldición, se alejó de él.
— ¡Corre! —gritó.
Louis no lo dudó.
Salió como pudo de debajo de él, agarró la toalla y corrió hacia la puerta. Pero
no pudo abandonarlo.
Se detuvo en la entrada y miró hacia atrás. Vio cómo Harry se agachaba
hasta quedar apoyado en las manos y las rodillas, y se agitaba como si lo estuviesen torturando.
Lo escuchó golpear la bañera con el puño cerrado mientras gruñía de dolor.
El corazón de Louis martilleaba frenético al verlo luchar. Si supiese qué podía
hacer…
Finalmente, cayó exhausto a la bañera.
Aterrorizado, y sin poder dejar de temblar, Louis entró en el cuarto de baño
de nuevo y dio tres cautelosos pasos hacia la bañera, preparado para salir corriendo si él intentaba agarrarla.
Estaba tendido de costado, con los ojos cerrados. Respiraba con dificultad y
parecía débil y agotado mientras el agua caía sobre él, aplastando los mechones
castaños sobre su rostro.
Cerró el grifo.
Harry no se movió.
— ¿Harry?
Abrió los ojos.
— ¿Te he asustado?
— Un poco —le contestó con franqueza.
Él respiró hondo, entrecortadamente, y se sentó despacio. No lo miró. Tenía
los ojos clavados en algo que estaba a su espalda, por encima de su hombro.
— No voy a ser capaz de luchar contra eso —dijo, tras una larga pausa.
Entonces lo miró—. Nos estamos engañando, Louis. Déjame poseerte mientras
estoy calmado.
— ¿Eso es lo que quieres de verdad?
Harry apretó los dientes al escuchar su pregunta. No, no era lo que quería.
Pero lo que deseaba estaba más allá de su alcance.
Quería cosas que los dioses no habían dispuesto para él. Cosas que ni
siquiera se atrevía a nombrar, porque el simple hecho de pronunciarlas hacía su
ausencia aún más insoportable.
— Me gustaría poder morirme.
Louis retrocedió ante la sincera respuesta. Cómo deseaba poder consolarlo.
Alejar su sufrimiento.
— Lo sé —le dijo, con la voz ronca por las lágrimas que no se atrevía a
derramar. Le pasó los brazos alrededor de los fuertes y esbeltos hombros, y lo
abrazó con fuerza.
Para su sorpresa, Harry apoyó la mejilla sobre la suya. Ninguno de los dos
pronunció una palabra mientras se abrazaban. Finalmente, él se apartó.
— Es mejor que nos detengamos antes de que… —no acabó la frase, pero no
era necesario que lo hiciese. Louis ya había sido testigo de las consecuencias, y no tenía ningún deseo de repetir la experiencia.
Lo dejó en el cuarto de baño y fue a vestirse. Harry salió lentamente de la
bañera y se secó con una toalla. Escuchaba a Louis en su habitación; estaba
abriendo la puerta del armario. En su mente, se lo imaginó desnuda y la visión lo
enardeció.
Una demoledora oleada de deseo lo asaltó, golpeándolo con tal fuerza que
estuvo a punto de caer de espaldas al suelo.
Se agarró al lavabo mientras luchaba consigo mismo.
— No puedo seguir viviendo así —balbució—. No soy un animal.
Alzó los ojos y se contempló en el espejo. Era la viva imagen de su padre.
Miró su rostro con odio.
Podía sentir los latigazos en la espalda, mientras su padre lo golpeaba hasta
que casi no podía tenerse en pie.
«No te atrevas a llorar, niño bonito. Ni un solo sollozo. Puede que seas el hijo
de una diosa, pero éste es el mundo en el que vives, y aquí no mimamos a los niños bonitos como tú.»
En el fondo de su mente, veía la mirada de desprecio de su padre mientras lo
golpeaba con el puño hasta arrojarlo al suelo, y después lo levantaba por el cuello hasta casi asfixiarlo. Él pateaba e intentaba defenderse con los puños, pero a los catorce años era demasiado joven e inexperto como para eludir los golpes del general.
Con el rostro desfigurado por una mueca de desprecio, su padre le había
cortado en la mejilla con una daga, hundiéndola hasta el hueso. Y todo porque había pescado a su esposa mirándolo mientras comían.
«Veamos si ahora te desea.»
El lacerante dolor del corte fue insoportable, y la hemorragia no se detuvo en
todo el día. A la mañana siguiente, la herida había desaparecido sin dejar huella.
La ira de su progenitor había sido inconmensurable.
— ¿Harry?
Sobresaltado, dio un pequeño brinco al escuchar una voz olvidada desde
hacía dos mil años.
Echó un vistazo a la estancia, pero no vio nada.
Sin estar muy seguro de haber escuchado la voz, habló en voz baja.
— ¿Atenea?
La diosa se materializó delante de él, justo en el hueco de la puerta. Aunque
llevaba ropas modernas, tenía el pelo negro recogido sobre la cabeza, al estilo
griego, con mechones rizados que le caían sobre los hombros. Sus pálidos ojos
azules se llenaron de ternura al sonreír.
— Vengo en representación de tu madre.
— ¿Todavía no es capaz de enfrentarme?
Atenea apartó la mirada.
Harry sintió el repentino impulso de reírse a carcajadas. ¿Por qué se
molestaba en esperar que su madre quisiera verlo?
Debería estar acostumbrado.
Atenea jugueteaba con uno de sus rizos, envolviéndoselo en el dedo,
mientras lo observaba con una extraña expresión de melancolía en el rostro.
— Que conste que te habría ayudado de haber sabido esto. Eras mi general
favorito.
De repente, comprendió lo que había ocurrido tantos siglos atrás.
— Me utilizaste en tu pulso contra Príapo, ¿verdad?
Vio la culpa reflejada en los ojos de la diosa antes de que ella pudiese
ocultarla.
— Lo hecho, hecho está.
Con los labios fruncidos por la ira, la miró furioso.
— ¿Ah, sí? ¿Por qué me enviaste a esa batalla cuando sabías que Príapo me
odiaba?
— Porque sabía que podías ganar, y yo odiaba a los romanos. Eras el único
general que tenía que podía deshacerse de Livio, y así lo hiciste. Jamás me he
sentido más orgullosa de ti que aquel día, cuando le cortaste la cabeza.
Cegado por la amargura, era incapaz de creer lo que estaba escuchando.
— ¿Ahora me dices que estabas orgullosa?
Ella ignoró su pregunta.
— Tu madre y yo hemos hablado con Cloto para que te ayude.
Harry se paralizó al escucharla. Cloto era la Parca encargada de las vidas de
los humanos. La hilandera del destino.
— ¿Y?
— Si consigues romper la maldición, podremos devolverte a Macedonia;
regresarás al mismo día en que fuiste maldecido a permanecer en el pergamino.
— ¿Puedo regresar? —repitió, anonadado por la incredulidad.
— Pero no se te permitirá volver a luchar. Si lo haces, podrías cambiar el
curso de la historia. Si te enviamos de vuelta, deberás jurar que vivirás retirado en tu villa.
Siempre había una trampa. Debería haberlo recordado antes de pensar que
podían ayudarlo.
— ¿Con qué propósito, entonces?
— Vivirás en tu época. En el mundo que conoces —diciendo esto, echó un
vistazo al cuarto de baño—. O puedes permanecer aquí, si lo prefieres. La elección es tuya.
Harry resopló.
— Menuda elección.
— Es mejor que no tener ninguna.
¿Sería cierto? Ya no estaba seguro de nada.
— ¿Y mis hijos? —preguntó. Quería, no, deseaba volver a ver a su familia, a
las dos únicas personas que habían significado algo para él.
— Sabes que no podemos cambiar eso.
Harry maldijo a Atenea. Los dioses siempre conseguían atormentarlo
quitándole todo lo que le importaba. Jamás le habían concedido nada.
Atenea alargó el brazo y lo acarició ligeramente en la mejilla.
— Elige con cuidado —susurró, y se desvaneció.
— ¿Harry?, ¿con quién hablas?
Parpadeó al escuchar a Louis en el pasillo.
— Con nadie —contestó—. Hablo solo.
— ¡Ah! —exclamó ella, aceptando la mentira sin problemas—. Estaba
pensando en llevarte de nuevo al Barrio Francés esta tarde. Podemos visitar el
Acuario. ¿Qué te parece?
— Claro —respondió él, saliendo del baño.
Louis frunció el ceño, pero no dijo nada mientras se dirigía hacia las
escaleras.
Harry fue a cambiarse a la habitación. Mientras se ponía los pantalones, se
fijó en las fotografías que Louis tenía en el vestidor. Parecía un niño tan feliz… tan
libre. Le gustaba especialmente una en la que su madre le pasaba los brazos
alrededor del cuello y ambos se reían a carcajadas.
En ese momento, supo lo que debía hacer. No importaba lo mucho que
deseara otras cosas, jamás podría quedarse con él. Se lo había dicho él mismo
la noche que lo invocaron.
Tenía su propia vida. Una en la que él no estaba incluido.
No, Louis no necesitaba a alguien como él. A alguien que sólo atraería la
indeseada atención de los dioses sobre su cabeza.
Rompería la maldición y aceptaría la oferta de Atenea.
No pertenecía a esta época. Su mundo era la antigua Macedonia. Y la
soledad.
Por primera vez en años, sus habilidades de psicólogo le fallaron por
completo.
Cuando se despertó, la luz del sol entraba a raudales por las ventanas. Tardó
todo un minuto en recordar lo acontecido la noche anterior.
Se sentó en la cama e intentó tocar a Harry, pero estaba solo.
— ¿Harry? —lo llamó.
Nadie contestó.
Echando a un lado el edredón, se levantó y se vistió deprisa.
— ¿Harry? —volvió a llamarlo, mientras bajaba las escaleras.
Nada. Ni un sonido, aparte de los latidos frenéticos de su corazón.
El pánico comenzó a abrirse paso en su cabeza. ¿Le habría sucedido algo?
Entró corriendo en la sala de estar; el libro estaba sobre la mesita de café.
Pasando las páginas con rapidez, vio que la hoja donde había estado el dibujo de
Harry seguía en blanco. Aliviado por el hecho de que no hubiese regresado al libro, continuó registrando la casa.
¿Dónde estaba?
Fue a la cocina y notó que la puerta trasera estaba entreabierta. Frunció el
ceño, extrañado, y la abrió del todo para salir al porche.
Echó una ojeada al patio hasta que vio a los niños de los vecinos sentados en
el césped, justo al lado de los setos que separaban ambas casas. Pero lo que más
le extrañó fue observar a Harry sentado con ellos, enseñándoles un juego con
piedras y palitos.
Los dos niños y una de las niñas estaban sentados a su lado, escuchando
atentamente, mientras su hermana pequeña —de tan sólo dos años— gateaba entre ellos.
Louis sonrió ante la apacible estampa. La calidez la invadió de repente, y se
preguntó si Harry se habría visto así con sus propios hijos.
Abandonó el porche y caminó hacia ellos. Bobby era el mayor de los niños,
con nueve años; después venía Tommy, con ocho y Katie que acababa de cumplir
seis. Sus padres se habían mudado al vecindario hacía ya diez años, recién casados
y, aunque tenían una buena relación, jamás habían pasado de ser más que
amigables vecinos.
— Entonces, ¿qué ocurrió? —preguntó Bobby, cuando llegó el turno de
Harry.
— Bueno, el ejército estaba atrapado —continuó Harry, moviendo una de las
piedras con un palo—, traicionado por uno de los suyos: un joven hoplita que había vendido a sus compañeros porque quería convertirse en centurión romano.
(Hoplita: Soldado griego de infantería.)
— Eran los mejores —le interrumpió Bobby.
Harry hizo una mueca burlona.
— No eran nada comparados con los espartanos.
— ¡Arriba Esparta! —gritó Tommy—. Así anima nuestra mascota del colegio.
Bobby le dio un empujón a su hermano, y lo golpeó en la cabeza.
— Estás interrumpiendo la historia.
— No debes golpear a tu hermano jamás —le dio Harry con brusquedad
pero, aún así, con cierta ternura—. Se supone que los hermanos deben protegerse, no hacerse daño.
La ironía de sus palabras le encogió el corazón. Era una pena que nadie
hubiese enseñado a sus hermanos esa lección.
— Lo siento —se disculpó Bobby—. ¿Qué pasó después?
Antes de que Harry pudiese contestarle, el bebé se cayó y desparramó los
palitos y las piedras. Los chicos comenzaron a gritarle, pero Harry los tranquilizó
mientras levantaba a Allison y la ponía de nuevo en pie.
Acarició levemente la nariz de la pequeña y la hizo reír. Después regresó al
juego.
Mientras le llegaba el turno a Bobby para mover la piedra, Harry retomó la
historia donde la había dejado.
— El general macedonio observó las colinas que lo rodeaban; estaban
encerrados. Los romanos los habían acorralado. No había modo de flanquearlos, ni de retroceder.
— ¿Se rindieron? —preguntó Bobby.
— Nunca —contestó Harry con convicción—. La muerte antes que el
deshonor.
Hizo una pausa mientras las palabras reverberaban en su cabeza. Era la
inscripción que adornaba su escudo. Como general, había vivido honrando ese
lema.
Como esclavo, hacía mucho que lo había olvidado.
Los chicos se acercaron un poco más.
— ¿Murieron? —preguntó Katie.
— Algunos sí —respondió Harry, intentando alejar los recuerdos que afluían a
su mente. Recuerdos de un hombre que, una vez, fue el dueño de su propio
destino—. Pero no antes de hacer huir a los romanos.
— ¿Cómo? —preguntaron los niños, ansiosos.
Esta vez, Harry cogió al bebé antes de que volviese a interrumpirlos.
— A ver —comenzó Harry mientras le daba a Allison su pelota roja. La niña
se sentó sobre la rodilla que tenía doblada, y él la sujetó pasándole una mano por la cintura—. Mientras cabalgaban hacia ellos, el general macedonio sorprendió a los romanos, que esperaban que él reuniese a sus hombres en posición de falange, lo cual les hubiese convertido en una presa fácil para los arqueros y la caballería. En lugar de hacer lo previsible, el general ordenó a sus hombres que se dispersaran y
apuntaran con las lanzas a los caballos, para romper las líneas de la caballería
romana.
— ¿Y funcionó? —preguntó Tommy.
Incluso Louis estaba interesado en la historia. Harry asintió.
— Los romanos no se esperaban ese movimiento táctico en un ejército
entrenado. Completamente desprevenidas, las tropas romanas se dispersaron.
— ¿Y el general macedonio?
— Soltó un poderoso grito de guerra mientras cabalgaba en su caballo Mania,
atravesando el campo hasta llegar a la colina donde los generales romanos se
estaban replegando. Ellos se dieron la vuelta para enfrentarlo, pero no fue muy
inteligente por su parte. Con la furia que sentía en el corazón, debida a la traición
que había sufrido, cargó sobre ellos y sólo dejó a un superviviente.
— ¿Por qué? —preguntó Bobby.
— Quería que entregase un mensaje.
— ¿Cuál? —inquirió Tommy.
Harry sonrió ante las ávidas preguntas.
— El general hizo jirones el estandarte romano y después usó un trozo para
ayudar al romano a vendarse las heridas. Con una sonrisa letal, miró fijamente al
hombre y le dijo: «Roma delenda est», Roma está destruida. Y, entonces, envió al
general romano de vuelta a su casa, encadenado, para que entregara el mensaje al Senado Romano.
— ¡Guau! —exclamó Bobby, impresionado—. Ojalá fueses mi profesor de
historia en el colegio. Así aprobaría la asignatura seguro.
Harry alborotó el cabello negro del niño.
— Si te hace sentir mejor, a mí no me interesaba nada el tema a tu edad. Lo
único que quería era hacer travesuras.
— ¡Hola, señor Louis! —lo saludó Tommy cuando por fin se dio cuenta de
su presencia—. ¿Ha escuchado la historia del señor Harry? Dice que los romanos
eran tipos malos.
Harry miró a Louis, que estaba a unos metros de distancia, y Louis le sonrió.
— Estoy seguro de que él lo sabe.
— ¿Puede arreglar mi muñeca? —le pidió Katie, ofreciéndosela.
Harry soltó a Allison y cogió la muñeca. Le puso el brazo en su sitio y se la
devolvió.
— Gracias —le dijo Katie mientras se arrojaba a su cuello y le daba un fuerte
abrazo.
El anhelo que reflejó el rostro de Harry hizo que a Louis le diera un pinchazo
el corazón. Sabía que en ese momento, él estaba viendo la cara de su propia hija al mirar a Katie.
— De nada, pequeña —le contestó con voz ronca, alejándose de ella.
— ¿Katie, Tommy, Bobby? ¿Qué estáis haciendo ahí?
Louis alzó la mirada mientras Emily rodeaba la casa.
— No estaréis molestando al señor Louis, ¿verdad?
— No, para nada —le respondió Louis. Emily no pareció escucharlo porque
siguió regañando a los niños.
— ¿Y qué está haciendo Allison aquí? Se suponía que debía estar en el patio
trasero.
— ¡Oye mamá! —gritó Bobby acercándose a ella a la carrera—. ¿Sabes jugar
a Parcelon? El señor Harry nos ha enseñado.
Louis se rió a carcajadas mientras los cinco regresaban al jardín delantero,
con Bobby hablando sin parar. Harry tenía los ojos cerrados y parecía estar
saboreando el sonido de las voces infantiles.
— Eres todo un cuenta cuentos —le dijo Louis cuando se le acercó.
— No creas.
— En serio —le contestó Louis con énfasis—. ¿Sabes? Me has hecho pensar.
Bobby tiene razón, serías un maestro estupendo.
Harry le sonrió satisfecho.
— De general a maestro. ¿Por qué no cambiarme el nombre al de Catón el
Viejo e insultarme mientras estás en clase?
Louis se rió.
— No estás tan ofendido como quieres hacerme creer.
— ¿Y cómo lo sabes?
— Por la expresión de tu rostro, y por la luz que hay en tus ojos —le cogió el
brazo y lo llevó de vuelta al porche—. Deberías pensar seriamente en esa
posibilidad. Niall consiguió su licenciatura en Tulane y conoce a mucha gente allí.
¿Quién mejor para enseñar Historia Antigua que alguien que la conoció de primera mano?
No le contestó. En lugar de eso, Louis notó cómo movía los pies, descalzos,
sobre la tierra.
— ¿Qué estás haciendo? —le preguntó.
— Disfrutando de la sensación de la hierba —respondió él con un susurro—.
Las hojas me hacen coquillas en los dedos.
Louis sonrió ante lo infantil de su actitud.
— ¿Para eso saliste?
Él asintió.
— Me encanta sentir el sol en la cara.
Louis sabía, en el fondo de su corazón, que había podido disfrutarlo en
contadas ocasiones.
— Vamos, prepararemos unos cuencos de cereales y comeremos en el
porche.
Louis subió en primer lugar los cinco escalones que llevaban hasta el porche, y
le dejó sentado en su mecedora de mimbre para encargarse del desayuno.
Cuando regresó, Harry tenía la cabeza apoyada en el respaldo y los ojos
cerrados; su expresión era serena.
Como no quería molestarlo, retrocedió.
— ¿Sabes que todo mi cuerpo percibe tu presencia? Todos mis sentidos son
conscientes de tu proximidad —le confesó mientras abría los ojos y lo miraba con un deseo abrasador.
— No lo sabía —dijo Louis nervioso, ofreciéndole el cuenco. Él lo cogió, pero no
volvió a hablar del tema. Comenzó a comer en silencio.
Absorbiendo el calor del sol, Harry escuchaba la suave brisa y se recreaba
con la presencia cercana y relajante de Louis.
Se había despertado al amanecer para contemplar, a través de las ventanas,
la salida del sol. Y había pasado una hora disfrutando del contacto del cuerpo de
Louis.
Louis lo tentaba de un modo que jamás había experimentado. Por un solo
minuto se permitió barajar la posibilidad de permanecer en esta época.
¿Y después qué?
Sólo tenía una «habilidad» que podía serle útil en este mundo moderno, y no
era el tipo de hombre que pudiese vivir alegremente de la caridad de una persona.
No después de…
Apretó los dientes mientras los recuerdos lo abrasaban.
A los catorce años, había cambiado su virginidad por un cuenco de gachas de
avena frías y una taza de leche agria. Incluso ahora, con todo el tiempo que había
transcurrido, podía sentir las manos de la mujer tocándole el cuerpo, quitándole la ropa, agarrándose febrilmente a él mientras le enseñaba cómo darle placer.
« ¡Ooooh!» Canturreó la mujer «Eres muy guapo, ¿verdad? Si alguna vez
quieres más gachas, sólo tienes que venir a verme cuando mi marido no esté en
casa»
Se sintió tan sucio después… tan usado.
Durante los años siguientes, durmió en más ocasiones entre las sombras de
los portales que en una cama acogedora, porque no le apetecía volver a pagar ese precio por una comida y un poco de comodidad.
Y si fuese de nuevo libre, no querría…
Cerró los ojos con fuerza. No se veía en este mundo. Era demasiado
diferente. Demasiado extraño.
— ¿Ya has acabado?
Alzó los ojos y vio a Louis de pie junto a él, con la mano extendida esperando
el cuenco.
— Sí, gracias —le contestó mientras se lo daba.
— Voy a darme una ducha rápida. Volveré en unos minutos.
Lo contempló mientras se marchaba. Todavía podía sentir el sabor de su piel en los labios. Y el dulce aroma de su cuerpo.
Louis lo obsesionaba. No se trataba de los efectos de la maldición. Había
algo más. Algo que jamás había experimentado antes.
Por primera vez, después de dos mil años, volvía a sentirse como un hombre;
y ese sentimiento venía acompañado de un anhelo tan profundo que le partía en dos el corazón.
Lo deseaba. En cuerpo y alma.
Y quería su amor.
La idea lo asustó.
Pero era cierto. No había vuelto a experimentar ese profundo y doloroso
deseo de sentir un tierno abrazo desde que era pequeño. Necesitaba que alguien le dijera que lo amaba, y que lo hiciese de corazón, no por el efecto de un hechizo.
Echando la cabeza hacia atrás, soltó una maldición. ¿Cuándo iba a aprender?
Había nacido para sufrir. El Oráculo de Delfos se lo había dicho.
«Sufrirás como ningún hombre ha sufrido jamás»
«¿Pero me amará alguien?»
«No en esta vida.»
Y se alejó de allí totalmente hundido por la profecía. Qué poco había
imaginado entonces el sufrimiento que le aguardaba.
«Es el hijo de la Diosa del Amor, y ni siquiera ella soporta estar cerca de él.»
La verdad hizo que se encogiera de dolor. Louis jamás lo amaría. Nadie lo
haría. Su destino no era que lo liberaran de su sufrimiento. Peor aún, su destino
tenía una trágica tendencia a derramar la sangre de todos los que se acercaban a él.
El dolor le desgarraba el pecho mientras pensaba en la posibilidad de que
algo le sucediese a Louis.
No podría permitirlo. Tenía que protegerlo a toda costa. Aunque eso
significara perder su libertad.
Con esa idea en mente, fue en su busca.
Louis se estaba quitando el jabón de los ojos. Al abrirlos, se sobresaltó
cuando vio que Harry lo observaba a través de la abertura de las cortinas de la
ducha.
— ¡Me has dado un susto de muerte! —exclamó.
— Lo siento.
Él permaneció al lado de la bañera de patas, tamaño extra grande, vestido
sólo con los boxers y apoyado sobre la pared, con la misma pose que tenía en el
libro: los anchos hombros echados hacia atrás y los brazos relajados a ambos lados del cuerpo.
Louis se humedeció los labios al contemplar los esculturales músculos de su
pecho y de su torso. Espontáneamente, su mirada descendió hasta los boxers rojos y amarillos.
Bueno, decir que ningún hombre estaría bien con ellos había sido un error.
Porque Harry estaba fenomenal. En realidad, no había palabras que describiesen
con exactitud lo buenísimo que estaba con ellos.
Y aquella sonrisa traviesa, medio burlona, que esgrimía en esos momentos,
derretiría el corazón de la más frígida de las personas. Ese hombre lo ponía muy, muy caliente.
Nervioso, Louis cayó en la cuenta de que estaba completamente desnudo
delante de él.
— ¿Necesitas algo? —le preguntó
Para su consternación, Harry se quitó los boxers y se metió en la bañera con él.
El cerebro de Louis se convirtió en papilla, abrumado por la poderosa y
masculina presencia de Harry. Esa increíble sonrisa llena de hoyuelos curvaba sus labios, y hacía que el corazón se le acelerara y que comenzara a temblar.
— Sólo quería verte —dijo en voz baja y tierna—. ¿Tienes idea de lo que me
haces cuando te pasas las manos por tu pecho desnudo?
Apreciando el tamaño de su erección, Louis tenía una idea bastante
aproximada.
— Harry…
— ¿Mmm?
Olvidó lo que iba a decir cuando él acercó la cabeza hasta su cuello. Se
estremeció por completo al sentir que su lengua le abrasaba la piel.
Gimió por la sobrecarga sensorial que suponían las caricias de las manos de
Harry, unidas a la sensación del agua caliente de la ducha. Apenas si fue consciente.
Siseó de placer al sentir la lengua de Harry girar alrededor del endurecido
pezón, rozándolo levemente y haciéndola arder.
La ayudó a sentarse en la bañera y la echó hacia atrás, apoyándola en el
respaldo. El contraste de la fría porcelana en la espalda y del cálido cuerpo de Harry por delante, mientras el agua caía sobre ellos, lo excitó de un modo que jamás hubiese creído posible.
Nunca antes había apreciado el enorme tamaño de la antigua bañera pero, en
ese momento, no la cambiaría por nada del mundo.
— Tócame, Louis —le dijo con voz ronca, cogiéndole la mano y
acercándosela hasta su hinchado miembro—. Quiero sentir tus manos sobre mí.
Harry se estremeció cuando Louis acarició la dureza aterciopelada de su pene.
Cerró los ojos mientras las sensaciones lo abrumaban. Las caricias de Louis
no se limitaban al plano físico, las percibía también a un nivel indefinible. Increíble.
Quería más de él. Lo quería todo de él.
— Me encanta sentir tus manos sobre mi piel —balbució mientras Louis lo
tomaba entre sus manos. ¡Por los dioses! Lo deseaba tanto que le dolía todo el
cuerpo. Cómo deseaba que, tan sólo una vez, Louis le hiciese el amor a él.
Que le hiciese el amor con el corazón.
El dolor volvió a desgarrarlo. No importaba cuántas veces tuviera relaciones
sexuales, el resultado siempre era el mismo. Siempre acababa herido. Si no se
trataba de su cuerpo, era en lo profundo de su alma.
«Ninguna persona decente te querrá a la luz del día.»
Era verdad, y lo sabía.
Louis percibió su tensión.
— ¿Te he hecho daño? —preguntó mientras alejaba la mano.
Él negó con la cabeza y le colocó las manos a ambos lados del cuello para
besarlo profundamente. Súbitamente el beso cambió, intensificándose, como si
estuviese intentado probar algo ante los dos.
Deslizó la mano por el brazo de Louis, hasta capturar la suya y enlazar los
dedos. Después, movió las manos unidas y lo acarició entre las piernas.
Louis gimió mientras él lo tocaba con las manos entrelazadas. Era lo más
erótico que había experimentado jamás.
Temblaba de pies a cabeza mientras él aumentaba el ritmo de las caricias.
Cuando introdujo los dedos de ambos en su interior, Louis gritó de placer.
— Eso es —le murmuró al oído—. Siéntenos a los dos unidos.
Sin aliento, Louis se agarró al hombro de Harry con la mano libre y el cuerpo
en llamas. ¡Dios, era un amante increíble!
De pronto, él retiró las manos y le alzó una de las piernas para pasársela por
la cintura.
Louis le dejó hacer, hasta que se dio cuenta de sus intenciones. Estaba
preparándose para penetrarlo.
— ¡No! —jadeó mientras lo empujaba—. Harry, no puedes.
Sus ojos llameaban de necesidad y deseo.
— Sólo quiero esto de ti, Louis. Déjame poseerte.
Louis estuvo a punto de ceder.
Pero entonces, algo extraño le sucedió a sus ojos. Un velo oscuro cayó sobre
ellos, y las pupilas se le dilataron por completo.
Se quedó inmóvil. Respiraba entre jadeos y cerró los ojos como si estuviese
luchando con un enemigo invisible.
Lanzando una maldición, se alejó de él.
— ¡Corre! —gritó.
Louis no lo dudó.
Salió como pudo de debajo de él, agarró la toalla y corrió hacia la puerta. Pero
no pudo abandonarlo.
Se detuvo en la entrada y miró hacia atrás. Vio cómo Harry se agachaba
hasta quedar apoyado en las manos y las rodillas, y se agitaba como si lo estuviesen torturando.
Lo escuchó golpear la bañera con el puño cerrado mientras gruñía de dolor.
El corazón de Louis martilleaba frenético al verlo luchar. Si supiese qué podía
hacer…
Finalmente, cayó exhausto a la bañera.
Aterrorizado, y sin poder dejar de temblar, Louis entró en el cuarto de baño
de nuevo y dio tres cautelosos pasos hacia la bañera, preparado para salir corriendo si él intentaba agarrarla.
Estaba tendido de costado, con los ojos cerrados. Respiraba con dificultad y
parecía débil y agotado mientras el agua caía sobre él, aplastando los mechones
castaños sobre su rostro.
Cerró el grifo.
Harry no se movió.
— ¿Harry?
Abrió los ojos.
— ¿Te he asustado?
— Un poco —le contestó con franqueza.
Él respiró hondo, entrecortadamente, y se sentó despacio. No lo miró. Tenía
los ojos clavados en algo que estaba a su espalda, por encima de su hombro.
— No voy a ser capaz de luchar contra eso —dijo, tras una larga pausa.
Entonces lo miró—. Nos estamos engañando, Louis. Déjame poseerte mientras
estoy calmado.
— ¿Eso es lo que quieres de verdad?
Harry apretó los dientes al escuchar su pregunta. No, no era lo que quería.
Pero lo que deseaba estaba más allá de su alcance.
Quería cosas que los dioses no habían dispuesto para él. Cosas que ni
siquiera se atrevía a nombrar, porque el simple hecho de pronunciarlas hacía su
ausencia aún más insoportable.
— Me gustaría poder morirme.
Louis retrocedió ante la sincera respuesta. Cómo deseaba poder consolarlo.
Alejar su sufrimiento.
— Lo sé —le dijo, con la voz ronca por las lágrimas que no se atrevía a
derramar. Le pasó los brazos alrededor de los fuertes y esbeltos hombros, y lo
abrazó con fuerza.
Para su sorpresa, Harry apoyó la mejilla sobre la suya. Ninguno de los dos
pronunció una palabra mientras se abrazaban. Finalmente, él se apartó.
— Es mejor que nos detengamos antes de que… —no acabó la frase, pero no
era necesario que lo hiciese. Louis ya había sido testigo de las consecuencias, y no tenía ningún deseo de repetir la experiencia.
Lo dejó en el cuarto de baño y fue a vestirse. Harry salió lentamente de la
bañera y se secó con una toalla. Escuchaba a Louis en su habitación; estaba
abriendo la puerta del armario. En su mente, se lo imaginó desnuda y la visión lo
enardeció.
Una demoledora oleada de deseo lo asaltó, golpeándolo con tal fuerza que
estuvo a punto de caer de espaldas al suelo.
Se agarró al lavabo mientras luchaba consigo mismo.
— No puedo seguir viviendo así —balbució—. No soy un animal.
Alzó los ojos y se contempló en el espejo. Era la viva imagen de su padre.
Miró su rostro con odio.
Podía sentir los latigazos en la espalda, mientras su padre lo golpeaba hasta
que casi no podía tenerse en pie.
«No te atrevas a llorar, niño bonito. Ni un solo sollozo. Puede que seas el hijo
de una diosa, pero éste es el mundo en el que vives, y aquí no mimamos a los niños bonitos como tú.»
En el fondo de su mente, veía la mirada de desprecio de su padre mientras lo
golpeaba con el puño hasta arrojarlo al suelo, y después lo levantaba por el cuello hasta casi asfixiarlo. Él pateaba e intentaba defenderse con los puños, pero a los catorce años era demasiado joven e inexperto como para eludir los golpes del general.
Con el rostro desfigurado por una mueca de desprecio, su padre le había
cortado en la mejilla con una daga, hundiéndola hasta el hueso. Y todo porque había pescado a su esposa mirándolo mientras comían.
«Veamos si ahora te desea.»
El lacerante dolor del corte fue insoportable, y la hemorragia no se detuvo en
todo el día. A la mañana siguiente, la herida había desaparecido sin dejar huella.
La ira de su progenitor había sido inconmensurable.
— ¿Harry?
Sobresaltado, dio un pequeño brinco al escuchar una voz olvidada desde
hacía dos mil años.
Echó un vistazo a la estancia, pero no vio nada.
Sin estar muy seguro de haber escuchado la voz, habló en voz baja.
— ¿Atenea?
La diosa se materializó delante de él, justo en el hueco de la puerta. Aunque
llevaba ropas modernas, tenía el pelo negro recogido sobre la cabeza, al estilo
griego, con mechones rizados que le caían sobre los hombros. Sus pálidos ojos
azules se llenaron de ternura al sonreír.
— Vengo en representación de tu madre.
— ¿Todavía no es capaz de enfrentarme?
Atenea apartó la mirada.
Harry sintió el repentino impulso de reírse a carcajadas. ¿Por qué se
molestaba en esperar que su madre quisiera verlo?
Debería estar acostumbrado.
Atenea jugueteaba con uno de sus rizos, envolviéndoselo en el dedo,
mientras lo observaba con una extraña expresión de melancolía en el rostro.
— Que conste que te habría ayudado de haber sabido esto. Eras mi general
favorito.
De repente, comprendió lo que había ocurrido tantos siglos atrás.
— Me utilizaste en tu pulso contra Príapo, ¿verdad?
Vio la culpa reflejada en los ojos de la diosa antes de que ella pudiese
ocultarla.
— Lo hecho, hecho está.
Con los labios fruncidos por la ira, la miró furioso.
— ¿Ah, sí? ¿Por qué me enviaste a esa batalla cuando sabías que Príapo me
odiaba?
— Porque sabía que podías ganar, y yo odiaba a los romanos. Eras el único
general que tenía que podía deshacerse de Livio, y así lo hiciste. Jamás me he
sentido más orgullosa de ti que aquel día, cuando le cortaste la cabeza.
Cegado por la amargura, era incapaz de creer lo que estaba escuchando.
— ¿Ahora me dices que estabas orgullosa?
Ella ignoró su pregunta.
— Tu madre y yo hemos hablado con Cloto para que te ayude.
Harry se paralizó al escucharla. Cloto era la Parca encargada de las vidas de
los humanos. La hilandera del destino.
— ¿Y?
— Si consigues romper la maldición, podremos devolverte a Macedonia;
regresarás al mismo día en que fuiste maldecido a permanecer en el pergamino.
— ¿Puedo regresar? —repitió, anonadado por la incredulidad.
— Pero no se te permitirá volver a luchar. Si lo haces, podrías cambiar el
curso de la historia. Si te enviamos de vuelta, deberás jurar que vivirás retirado en tu villa.
Siempre había una trampa. Debería haberlo recordado antes de pensar que
podían ayudarlo.
— ¿Con qué propósito, entonces?
— Vivirás en tu época. En el mundo que conoces —diciendo esto, echó un
vistazo al cuarto de baño—. O puedes permanecer aquí, si lo prefieres. La elección es tuya.
Harry resopló.
— Menuda elección.
— Es mejor que no tener ninguna.
¿Sería cierto? Ya no estaba seguro de nada.
— ¿Y mis hijos? —preguntó. Quería, no, deseaba volver a ver a su familia, a
las dos únicas personas que habían significado algo para él.
— Sabes que no podemos cambiar eso.
Harry maldijo a Atenea. Los dioses siempre conseguían atormentarlo
quitándole todo lo que le importaba. Jamás le habían concedido nada.
Atenea alargó el brazo y lo acarició ligeramente en la mejilla.
— Elige con cuidado —susurró, y se desvaneció.
— ¿Harry?, ¿con quién hablas?
Parpadeó al escuchar a Louis en el pasillo.
— Con nadie —contestó—. Hablo solo.
— ¡Ah! —exclamó ella, aceptando la mentira sin problemas—. Estaba
pensando en llevarte de nuevo al Barrio Francés esta tarde. Podemos visitar el
Acuario. ¿Qué te parece?
— Claro —respondió él, saliendo del baño.
Louis frunció el ceño, pero no dijo nada mientras se dirigía hacia las
escaleras.
Harry fue a cambiarse a la habitación. Mientras se ponía los pantalones, se
fijó en las fotografías que Louis tenía en el vestidor. Parecía un niño tan feliz… tan
libre. Le gustaba especialmente una en la que su madre le pasaba los brazos
alrededor del cuello y ambos se reían a carcajadas.
En ese momento, supo lo que debía hacer. No importaba lo mucho que
deseara otras cosas, jamás podría quedarse con él. Se lo había dicho él mismo
la noche que lo invocaron.
Tenía su propia vida. Una en la que él no estaba incluido.
No, Louis no necesitaba a alguien como él. A alguien que sólo atraería la
indeseada atención de los dioses sobre su cabeza.
Rompería la maldición y aceptaría la oferta de Atenea.
No pertenecía a esta época. Su mundo era la antigua Macedonia. Y la
soledad.
Ángel J.D
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Amé demasiado el capítulo
La parte de Harry con los niños fue demasiado tierna
Lo de la bañera fue demasiado sexy y excitante
Y luego sus recuerdos fueron demasiado tristes ( incluso lloré un poco )
Yo no quiero que él se vaya ( yo quiero que se quede con Louis )
Síguela lo más pronto posible
Love You
La parte de Harry con los niños fue demasiado tierna
Lo de la bañera fue demasiado sexy y excitante
Y luego sus recuerdos fueron demasiado tristes ( incluso lloré un poco )
Yo no quiero que él se vaya ( yo quiero que se quede con Louis )
Síguela lo más pronto posible
Love You
sofi16_1999
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Por dios como amo este capítulo
Como me encanta tu novela
La parte de Harry con los niños están tierna
La de la bañera fue tan 1313 69 con eso digo todo hasta que tenían que detenerse todo por Atenea :¬¬:
Pobre Harry me imagino lo que debe haber sufrido :( llore un poco con los recuerdos
Harry por favor recapacita tienes que quedarte con Louis tienes que ser feliz con el
Síguela cuando puedas
Adiós
Como me encanta tu novela
La parte de Harry con los niños están tierna
La de la bañera fue tan 1313 69 con eso digo todo hasta que tenían que detenerse todo por Atenea :¬¬:
Pobre Harry me imagino lo que debe haber sufrido :( llore un poco con los recuerdos
Harry por favor recapacita tienes que quedarte con Louis tienes que ser feliz con el
Síguela cuando puedas
Adiós
A_mil_años
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
omg... tengo que decir algo antes.. Por que priapo tiene el pen. erecto XDDD haha lo busque y hasta las esculturas son asi hahaha ahora con la nove OMGHJFHJDFHJSHJFHJF aaah.. creeme lo de bañera estaba asi :twisted: :oops: :oops: .. y despues :evil: despues no escaparas de la madilcion T''T me es intrigado chico!! son las 12:40 de la mañana y aqui estoy escribiendo fjkzfsxhjfjh me encanto lokooo!!
TaylorLautFanBoy
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Que Harry se quede, Que Harry se quede♫♪♫ Besos buenisimo el cap.
MeliDF
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
buenisimo el cap!!! es perfecta esta novela, se volvió una adicción para mi ver si actualizas xDDDD
MaruStylinson
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
*-* Mori con el capitulo!
¡Definitivamente amo esta novela!
Y yo quisiera saber que paso con el paciente que a louis le toco atender que era todo un acosador .-.
xD ¡Sube capitulo pronto!
¡Definitivamente amo esta novela!
Y yo quisiera saber que paso con el paciente que a louis le toco atender que era todo un acosador .-.
xD ¡Sube capitulo pronto!
Susy
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Maldita sea es PERFECTA! NO SABES CÓMO AMO A TU MALDITAMENTE PERFECTA NOVELA! :3
Es que no sé qué tiene que me maravilla... es un algo MISTERIOSO y... Perfecto! Y... AHH! Y también HOT! (Obviamente) Dios!
Ni me he presentado, soy tu nueva lectora, mucho gusto, me llamo Angélica pero prefiero mil veces que me digan Angie o Angel :3 Soy de México (Ahuaaa! xD) y tengo 15 años. ;3
Por favor! No dejes de escribir! Te está quedando tan perfecta que DIOS! Harry como un semi-dios!? <3 Eso suena tan sensual (? xD
NO HARRY! De ninguna manera te regresarás a Macedonia! Te quedarás con Louis y juntos se darán cuenta de que se aman y habrá mucho 1313 sin una maldición de por medio y... Adoptarán hijos... (? ok no ya me fui MUY lejos xD jajajaja
El punto es que amo tu novela y te suplico porque la continúes pronto, en serio :3
Es que no sé qué tiene que me maravilla... es un algo MISTERIOSO y... Perfecto! Y... AHH! Y también HOT! (Obviamente) Dios!
Ni me he presentado, soy tu nueva lectora, mucho gusto, me llamo Angélica pero prefiero mil veces que me digan Angie o Angel :3 Soy de México (Ahuaaa! xD) y tengo 15 años. ;3
Por favor! No dejes de escribir! Te está quedando tan perfecta que DIOS! Harry como un semi-dios!? <3 Eso suena tan sensual (? xD
NO HARRY! De ninguna manera te regresarás a Macedonia! Te quedarás con Louis y juntos se darán cuenta de que se aman y habrá mucho 1313 sin una maldición de por medio y... Adoptarán hijos... (? ok no ya me fui MUY lejos xD jajajaja
El punto es que amo tu novela y te suplico porque la continúes pronto, en serio :3
AngieCh
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
SI LO QUE BUSCABAS ERA HACERME LLORAR LO CONSEGUISTES SABES?? CUALQUIERA QU EV A HARRY DIRIA WOWW QUE FRIO, PERO NO! EL A SUFRIDO MUCHO Y AUN SIGUE SUFRIENDO OMG EL CAPITULO ME HIZO LLORAR ENCIMA LO LEI ESCUCHANDO CHANGE MY MIND Y HAYY SIGUELAAA
AngielgatitaStylinson
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
¡QUE SE QUEDE! ¡QUE SE QUEDE! ¡CON LOUIS! ¡CON LOUIS!
ME GUSTA MUCHO ESTA HISTORIA SIEMPRE LO DIGO.
EL CAPITULO ME GUSTO MAS QUE EL OTRO, en el otro fue donde louis y harry hablaron de.. la vida de harry super triste y este... wow !
gracias por subirla a pesar de tu vida real es muy dificil eso todas lo sabemos, exito en los examenes echale ganas
ME GUSTA MUCHO ESTA HISTORIA SIEMPRE LO DIGO.
EL CAPITULO ME GUSTO MAS QUE EL OTRO, en el otro fue donde louis y harry hablaron de.. la vida de harry super triste y este... wow !
gracias por subirla a pesar de tu vida real es muy dificil eso todas lo sabemos, exito en los examenes echale ganas
julyALC
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Me encanto el capitulo! insisto me encanta tu novela tiene de todo!
siguela pronto porfi :(
siguela pronto porfi :(
javiera.olivrs16
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Ycapitulo 8..... cuando pensaba que ya no podría soportarlo más, alcanzó el clímax de
forma tan violenta que echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras su cuerpo se
convulsionaba por las continuas oleadas de placer.
Pero Harry no se detuvo, siguió prodigándole caricias hasta que tuvo otro
nuevo orgasmo, casi seguido al primero.
La tercera vez que le ocurrió pensó que moriría.
Débil, y totalmente saciado, sacudía la cabeza a uno y otro lado, sobre la
almohada, mientras harry continuaba su implacable asalto.
— Harry, por favor —le suplicó mientras su cuerpo seguía experimentando
continuos espasmos por sus caricias—. No puedo más.
Sólo entonces, él se apartó.
Louis se sentía palpitar desde la cabeza hasta los pies, y respiraba
entrecortadamente. Jamás había conocido un placer tan intenso.
Harry trazó una senda de besos desde sus muslos hasta su garganta, y allí
se quedó.
sin lugar a dudas esa es la parte que mas me gusta de tu novela..aunque este ultimo espisodio a stado genial.no se cuanto tiempo maspodra aguantar louis sin tener pliquipliqui con harry.....dios!!!es tan deseable!!!que sepas que has conseguido con tu novela algo que no crei que se repitiera...ganas de escribir otra novela!!!!tu novela es tan sensual,erotica,dulce,caliente,,,,,,deseperante que me han dado ganas de volver a escribir.y es que hace muuuuucho mucho que no leo algo tan increiblemente bueno como tu novela....asi que siguela!!!!!por todos los dioses!!!siguela!!!!!!!
forma tan violenta que echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras su cuerpo se
convulsionaba por las continuas oleadas de placer.
Pero Harry no se detuvo, siguió prodigándole caricias hasta que tuvo otro
nuevo orgasmo, casi seguido al primero.
La tercera vez que le ocurrió pensó que moriría.
Débil, y totalmente saciado, sacudía la cabeza a uno y otro lado, sobre la
almohada, mientras harry continuaba su implacable asalto.
— Harry, por favor —le suplicó mientras su cuerpo seguía experimentando
continuos espasmos por sus caricias—. No puedo más.
Sólo entonces, él se apartó.
Louis se sentía palpitar desde la cabeza hasta los pies, y respiraba
entrecortadamente. Jamás había conocido un placer tan intenso.
Harry trazó una senda de besos desde sus muslos hasta su garganta, y allí
se quedó.
sin lugar a dudas esa es la parte que mas me gusta de tu novela..aunque este ultimo espisodio a stado genial.no se cuanto tiempo maspodra aguantar louis sin tener pliquipliqui con harry.....dios!!!es tan deseable!!!que sepas que has conseguido con tu novela algo que no crei que se repitiera...ganas de escribir otra novela!!!!tu novela es tan sensual,erotica,dulce,caliente,,,,,,deseperante que me han dado ganas de volver a escribir.y es que hace muuuuucho mucho que no leo algo tan increiblemente bueno como tu novela....asi que siguela!!!!!por todos los dioses!!!siguela!!!!!!!
locaxlarry
Re: El Dios del Placer-Larry Stylinson (HOT)-TERMINADA
Nueva Lectora!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Estoy enamora de esta novela.. :enamorado:
Harry vos perteneces a cualquier época que este LouLou :aah:
Seguila lo mas pronto que puedas me encanta :D :bye:
Estoy enamora de esta novela.. :enamorado:
Harry vos perteneces a cualquier época que este LouLou :aah:
Seguila lo mas pronto que puedas me encanta :D :bye:
DaaiJb
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