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UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 7 de 20. • Comparte
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—¿Cuál es su nombre de bautismo?
Se echó hacia atrás.
—Mi nombre ha expirado.
—¿Expirado? —observó cómo recogía una pequeña rama del suelo y la quebraba en dos.
—Nadie lo ha utilizado en treinta años. Por consiguiente, ha expirado.
—¿Treinta años? ¿Cómo es posible?
—Treinta y uno, para ser exactos —se encogió de hombros desdeñosamente—. Me convertí en «milord» o «lord Joe» cuando tenía cuatro años, y «Joe» cuando fui a Eton. Los franceses me otorgaron otro tipo de apelativos —sonrió burlonamente—. Supongo que en determinado momento, mi nombre cristiano perdió significado.
—Qué espantoso.
La miró a los ojos, sorprendido.
—¿Por qué?
—Porque... el nombre es parte de uno. Nos define.
—Por Dios, espero sinceramente que no —la miró con interés—. ¿Cómo la define su nombre, _______ Jane? —la dulce pronunciación de su primer y segundo nombre, hizo que concentrara la atención en sus labios; los que por su turgencia naturalmente tentadora, pedían ser besados. Por supuesto, eso mismo la había metido en problemas años atrás.
—No lo sé precisamente, pero lo hace. Los nombres significan algo.
—Es una pena —sus tentadores labios se curvaron sardónicamente—. El mío es particularmente poco favorecedor.
Para mantener sus ojos y sus pensamientos alejados de los labios masculinos, cogió a Danielli, la sentó sobre su regazo y le ofreció otra galleta.
—Bien... ¿debo tratar de adivinarlo?
Su tono de voz sonó crispado.
—Acabo de explicarle...
—¿Peter? ¿Paul? ¿Percival? —lo miró inquisitivamente—. ¿Pierce? ¿Phillip? ¿Peregrine? Rió irónicamente.
—¿Quién le dijo que empieza por «P», pequeña descarada?
—Usted firmó la tarjeta con las iniciales P. J. L. El nombre de su familia es Lancaster, ¿no es así?
—Mmm. ¿Por qué su hermano y su cuñada decidieron ponerle a la niña el nombre de Danielli?
Ella le acarició la pelusilla que le cubría la cabeza.
—Su nombre es Daniella Wilhelmina Aubrey. Y también la llamamos dulzura, muñeca, preciosa...
Ignoró el banal comentario que ella hizo para distender la tensión.
—William Daniel Aubrey. Le colocaron el nombre por Will —aferró la galleta de la niña provocándole una contagiosa risa cristalina.
Le rebozó el corazón con tibia emoción ante el espectáculo del gran lobo malo y libertino jugando con una bebé que apenas gateaba. Sintió un irrefrenable deseo de jugar con él también.
—Coronel Joe, no sea esquivo —lo provocó suavemente imitando el espantoso coqueteo de Sally Jersey mientras batía las largas y curvadas pestañas—. Dígame su nombre.
Se echó hacia atrás.
—Mi nombre ha expirado.
—¿Expirado? —observó cómo recogía una pequeña rama del suelo y la quebraba en dos.
—Nadie lo ha utilizado en treinta años. Por consiguiente, ha expirado.
—¿Treinta años? ¿Cómo es posible?
—Treinta y uno, para ser exactos —se encogió de hombros desdeñosamente—. Me convertí en «milord» o «lord Joe» cuando tenía cuatro años, y «Joe» cuando fui a Eton. Los franceses me otorgaron otro tipo de apelativos —sonrió burlonamente—. Supongo que en determinado momento, mi nombre cristiano perdió significado.
—Qué espantoso.
La miró a los ojos, sorprendido.
—¿Por qué?
—Porque... el nombre es parte de uno. Nos define.
—Por Dios, espero sinceramente que no —la miró con interés—. ¿Cómo la define su nombre, _______ Jane? —la dulce pronunciación de su primer y segundo nombre, hizo que concentrara la atención en sus labios; los que por su turgencia naturalmente tentadora, pedían ser besados. Por supuesto, eso mismo la había metido en problemas años atrás.
—No lo sé precisamente, pero lo hace. Los nombres significan algo.
—Es una pena —sus tentadores labios se curvaron sardónicamente—. El mío es particularmente poco favorecedor.
Para mantener sus ojos y sus pensamientos alejados de los labios masculinos, cogió a Danielli, la sentó sobre su regazo y le ofreció otra galleta.
—Bien... ¿debo tratar de adivinarlo?
Su tono de voz sonó crispado.
—Acabo de explicarle...
—¿Peter? ¿Paul? ¿Percival? —lo miró inquisitivamente—. ¿Pierce? ¿Phillip? ¿Peregrine? Rió irónicamente.
—¿Quién le dijo que empieza por «P», pequeña descarada?
—Usted firmó la tarjeta con las iniciales P. J. L. El nombre de su familia es Lancaster, ¿no es así?
—Mmm. ¿Por qué su hermano y su cuñada decidieron ponerle a la niña el nombre de Danielli?
Ella le acarició la pelusilla que le cubría la cabeza.
—Su nombre es Daniella Wilhelmina Aubrey. Y también la llamamos dulzura, muñeca, preciosa...
Ignoró el banal comentario que ella hizo para distender la tensión.
—William Daniel Aubrey. Le colocaron el nombre por Will —aferró la galleta de la niña provocándole una contagiosa risa cristalina.
Le rebozó el corazón con tibia emoción ante el espectáculo del gran lobo malo y libertino jugando con una bebé que apenas gateaba. Sintió un irrefrenable deseo de jugar con él también.
—Coronel Joe, no sea esquivo —lo provocó suavemente imitando el espantoso coqueteo de Sally Jersey mientras batía las largas y curvadas pestañas—. Dígame su nombre.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—¿Esquivo? —con las pulsaciones descontroladas, se abalanzó hacia ella, quien estalló en una carcajada colocándole la mano sobre el pecho para detenerlo. Ese pecho que parecía de acero bajo la fina tela—. Retire lo dicho.
—No. ¿Por qué más habría de mantenerlo en secreto? ¿Es acaso un secreto militar?
—Debería haberlo sido. Puedo imaginar las bromas que habrían hecho mis hombres si hubiesen sabido mi primer nombre.
Con la excusa de mantenerlo a raya, dejó la mano apoyada sobre el pecho y se esforzó en dominar el impulso de acariciarle el chaleco. Era terrible su incontrolable impulso de tocar a ese hombre.
—¿Alguna vez le preguntó Will cuál era su primer nombre?
Hizo un gesto negativo con la cabeza.
—Algunas mujeres que conocí lo hicieron.
La fugaz mirada de sus ojos hizo que su corazón diera un brinco.
—¿Y se lo dijo?
—No, no se lo dije.
Se humedeció los labios inadvertidamente, un gesto que atrajo de inmediato la mirada masculina hacia su boca. Sintió cómo se le aceleraban las palpitaciones en la mano que tenía apoyada en su pecho, y se contuvo para no cogerlo del chaleco y acercarlo hacia ella para besarlo. «Detente», le reconvino una voz severa en su interior. No debía permitir que sus emociones se volviesen irrefrenables otra vez. Nada bueno conseguiría con ello. El mismo se lo había dicho hacía tan sólo un momento, cuando mencionó la principal desventaja de su aislamiento.
Aburrida de ambos, Danielli gateó sobre el césped y golpeó la mano que ________ tenía apoyada sobre el pecho de Joe, interponiéndose entre ambos.
—Es tan dulce —dijo él, mientras observaba cómo la niña intentaba alimentar a Héctor con su muñeca—. Todo es bondad en su pequeño mundo.
Disimuladamente, ________ observó su perfil cubierto por la máscara, notando su mirada melancólica. Había perdido a sus padres demasiado joven, y en vez de buscar a una mujer para formar una verdadera familia, se había aislado del mundo.
—¿Recuerda a sus padres? —preguntó quedamente.
—Es difícil decirlo con seguridad, al haber crecido con tantos retratos e historias. Recuerdo las manos y los ojos de mi madre. Tenía unos hermosos ojos azules, llenos de luz —la miró fijamente—. Como los suyos.
Su mirada le provocó un vuelco en el corazón. En un momento la trataba como a una niña, y al siguiente, le despertaba las más profundas emociones.
—¿Qué les sucedió?
—Un accidente a caballo. Murieron juntos instantáneamente.
—Es terrible, lo lamento tanto.
Le apoyó la mano sobre la suya. No podía siquiera imaginar lo que debió haber sido para él quedarse solo en el mundo a la tierna edad de cuatro años. Ella, al igual de Danielli, había crecido en el seno de una familia protectora que la adoraba y donde fue tratada como si fuese el centro del universo.
—También yo —se llevó la mano a los labios, y le depositó un beso suave y ardiente en los nudillos.
Sintió el calor de sus labios extendiéndosele por las venas.
—No. ¿Por qué más habría de mantenerlo en secreto? ¿Es acaso un secreto militar?
—Debería haberlo sido. Puedo imaginar las bromas que habrían hecho mis hombres si hubiesen sabido mi primer nombre.
Con la excusa de mantenerlo a raya, dejó la mano apoyada sobre el pecho y se esforzó en dominar el impulso de acariciarle el chaleco. Era terrible su incontrolable impulso de tocar a ese hombre.
—¿Alguna vez le preguntó Will cuál era su primer nombre?
Hizo un gesto negativo con la cabeza.
—Algunas mujeres que conocí lo hicieron.
La fugaz mirada de sus ojos hizo que su corazón diera un brinco.
—¿Y se lo dijo?
—No, no se lo dije.
Se humedeció los labios inadvertidamente, un gesto que atrajo de inmediato la mirada masculina hacia su boca. Sintió cómo se le aceleraban las palpitaciones en la mano que tenía apoyada en su pecho, y se contuvo para no cogerlo del chaleco y acercarlo hacia ella para besarlo. «Detente», le reconvino una voz severa en su interior. No debía permitir que sus emociones se volviesen irrefrenables otra vez. Nada bueno conseguiría con ello. El mismo se lo había dicho hacía tan sólo un momento, cuando mencionó la principal desventaja de su aislamiento.
Aburrida de ambos, Danielli gateó sobre el césped y golpeó la mano que ________ tenía apoyada sobre el pecho de Joe, interponiéndose entre ambos.
—Es tan dulce —dijo él, mientras observaba cómo la niña intentaba alimentar a Héctor con su muñeca—. Todo es bondad en su pequeño mundo.
Disimuladamente, ________ observó su perfil cubierto por la máscara, notando su mirada melancólica. Había perdido a sus padres demasiado joven, y en vez de buscar a una mujer para formar una verdadera familia, se había aislado del mundo.
—¿Recuerda a sus padres? —preguntó quedamente.
—Es difícil decirlo con seguridad, al haber crecido con tantos retratos e historias. Recuerdo las manos y los ojos de mi madre. Tenía unos hermosos ojos azules, llenos de luz —la miró fijamente—. Como los suyos.
Su mirada le provocó un vuelco en el corazón. En un momento la trataba como a una niña, y al siguiente, le despertaba las más profundas emociones.
—¿Qué les sucedió?
—Un accidente a caballo. Murieron juntos instantáneamente.
—Es terrible, lo lamento tanto.
Le apoyó la mano sobre la suya. No podía siquiera imaginar lo que debió haber sido para él quedarse solo en el mundo a la tierna edad de cuatro años. Ella, al igual de Danielli, había crecido en el seno de una familia protectora que la adoraba y donde fue tratada como si fuese el centro del universo.
—También yo —se llevó la mano a los labios, y le depositó un beso suave y ardiente en los nudillos.
Sintió el calor de sus labios extendiéndosele por las venas.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—¿Qué familiar se hizo cargo de usted?
—No tenía familia. Mi madre era hija única. Mi padre era segundo hijo, pero su familia había muerto en las Colonias. No he podido rastrear el paradero de ninguno de ellos. Mi título morirá conmigo.
—Eso depende totalmente de usted, Joe.
—No totalmente —la miró—. Sabe muy bien que se necesitan dos para conseguir el resultado adecuado.
A pesar de la gentil brisa que agitaba las hojas por encima de sus cabezas, estaba comenzando a sentir un incómodo calor con ese vestido de múltiples faldas.
—¿Quién cuidó de usted?
—Un ejército de sirvientes, abogados, mayordomos... probablemente recibí más cuidado y atención que el que cualquier niño podría recibir en toda su vida. Tuve una niñez perfectamente miserable.
Le complacía que no hubiese perdido su sentido del humor. Demostraba fuerza de carácter, algo necesario para recuperar su antiguo espíritu.
—¿Ha pensado en tener una familia propia?
De repente, percibió la tenebrosa tensión que vibraba en él, y demasiado tarde, se percató de que había tocado un punto demasiado sensible. Él se inclinó hacia delante y cogió a la niña por la cintura.
—Danielli, cariño, no debemos nadar con los peces —le explicó—. Sólo podemos mirarlos —la sostuvo en alto, señalando los destellos dorados que se deslizaban en el agua.
________ por poco sufrió un ataque cuando se dio cuenta de lo que podría haber sucedido. Se colocó de rodillas y abrazó a Danielli con el corazón palpitándole aceleradamente.
—A Dios gracias por su agudizado instinto —exhaló profundamente recriminándose su distracción.
Sintió su ardiente mirada clavada en el rostro y luchó contra el impulso de levantar la vista. Hombre, mujer, niña. Encantador. Si Stilgoe los viese, estaría casándose con Joe antes de pronunciar excusa alguna. Él no me quiere. Aun así, y por una inexplicable razón, no tenía dudas de que Joe haría lo correcto para ella. Concentró la atención en su sobrina.
—Preciosidad, juguemos a las muñecas.
—¡Peces! ¡Peces! —protestó Danielli luchando por desasirse del abrazo de ________.
Sonriendo, Joe se arremangó los puños de la camisa, se acostó boca abajo en el borde del estanque y hundió la mano en el agua.
—Hagámosles cosquillas a los peces.
Danielli se rió a carcajadas. ________ la colocó cerca de él y observó a la niña imitando cada movimiento de Joe. Algo dolorosamente dulce y nostálgico le derritió el corazón. No era deseo. Ya no estaba encaprichada con él. Sólo era la emoción de ver al amigo de su hermano jugando con su sobrina... como debería estar haciéndolo Will. Se sentó sobre los talones y rió mientras el hombre y la niña salpicaban el agua en todas direcciones, aterrorizando a los peces.
Ese era el Joe que le había quitado a Héctor la espina de la pata, el mismo del que había estado perdidamente enamorada. Le recorrió el cuerpo con la mirada, desde sus fibrosos brazos hasta sus largas piernas. La tela liviana de los pantalones grises le marcaban las firmes nalgas, que no mostraba señales de los dos años de vida sedentaria recluido en la casa. Su hermano se había vuelto flácido con la vida sedentaria, a pesar de sus visitas regulares al Gentleman's Jackson. Pero Stilgoe no trabajaba incansablemente con tablones de madera en su sótano.
—¿Qué está mirando?
Sorprendida ________ se encontró con los ojos divertidos de Joe, y se rurorizó profundamente.
—Estaba admirando sus...
—¿Mis botas, quizás? —se sentó—. ¿O quizás el corte de mis panta...?
—No tenía familia. Mi madre era hija única. Mi padre era segundo hijo, pero su familia había muerto en las Colonias. No he podido rastrear el paradero de ninguno de ellos. Mi título morirá conmigo.
—Eso depende totalmente de usted, Joe.
—No totalmente —la miró—. Sabe muy bien que se necesitan dos para conseguir el resultado adecuado.
A pesar de la gentil brisa que agitaba las hojas por encima de sus cabezas, estaba comenzando a sentir un incómodo calor con ese vestido de múltiples faldas.
—¿Quién cuidó de usted?
—Un ejército de sirvientes, abogados, mayordomos... probablemente recibí más cuidado y atención que el que cualquier niño podría recibir en toda su vida. Tuve una niñez perfectamente miserable.
Le complacía que no hubiese perdido su sentido del humor. Demostraba fuerza de carácter, algo necesario para recuperar su antiguo espíritu.
—¿Ha pensado en tener una familia propia?
De repente, percibió la tenebrosa tensión que vibraba en él, y demasiado tarde, se percató de que había tocado un punto demasiado sensible. Él se inclinó hacia delante y cogió a la niña por la cintura.
—Danielli, cariño, no debemos nadar con los peces —le explicó—. Sólo podemos mirarlos —la sostuvo en alto, señalando los destellos dorados que se deslizaban en el agua.
________ por poco sufrió un ataque cuando se dio cuenta de lo que podría haber sucedido. Se colocó de rodillas y abrazó a Danielli con el corazón palpitándole aceleradamente.
—A Dios gracias por su agudizado instinto —exhaló profundamente recriminándose su distracción.
Sintió su ardiente mirada clavada en el rostro y luchó contra el impulso de levantar la vista. Hombre, mujer, niña. Encantador. Si Stilgoe los viese, estaría casándose con Joe antes de pronunciar excusa alguna. Él no me quiere. Aun así, y por una inexplicable razón, no tenía dudas de que Joe haría lo correcto para ella. Concentró la atención en su sobrina.
—Preciosidad, juguemos a las muñecas.
—¡Peces! ¡Peces! —protestó Danielli luchando por desasirse del abrazo de ________.
Sonriendo, Joe se arremangó los puños de la camisa, se acostó boca abajo en el borde del estanque y hundió la mano en el agua.
—Hagámosles cosquillas a los peces.
Danielli se rió a carcajadas. ________ la colocó cerca de él y observó a la niña imitando cada movimiento de Joe. Algo dolorosamente dulce y nostálgico le derritió el corazón. No era deseo. Ya no estaba encaprichada con él. Sólo era la emoción de ver al amigo de su hermano jugando con su sobrina... como debería estar haciéndolo Will. Se sentó sobre los talones y rió mientras el hombre y la niña salpicaban el agua en todas direcciones, aterrorizando a los peces.
Ese era el Joe que le había quitado a Héctor la espina de la pata, el mismo del que había estado perdidamente enamorada. Le recorrió el cuerpo con la mirada, desde sus fibrosos brazos hasta sus largas piernas. La tela liviana de los pantalones grises le marcaban las firmes nalgas, que no mostraba señales de los dos años de vida sedentaria recluido en la casa. Su hermano se había vuelto flácido con la vida sedentaria, a pesar de sus visitas regulares al Gentleman's Jackson. Pero Stilgoe no trabajaba incansablemente con tablones de madera en su sótano.
—¿Qué está mirando?
Sorprendida ________ se encontró con los ojos divertidos de Joe, y se rurorizó profundamente.
—Estaba admirando sus...
—¿Mis botas, quizás? —se sentó—. ¿O quizás el corte de mis panta...?
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Estaba admirando sus habilidades con los niños —balbuceó bruscamente, deseando poder refrescarse el rostro encendido en el agua del estanque—. Parece muy hábil para hacer felices a niñas pequeñas.
—Soy bastante hábil para hacer felices a niñas más grandes también —dijo arrastrando las palabras con un tono de voz profundamente sensual.
Quedó paralizada, con el corazón expectante. Desde su debut en sociedad, muchos hombres de la aristocracia la habían halagado y flirteado con ella, incluso se le habían declarado, pudiendo comprender sus evidentes intenciones... ¿Pero Joe? El hombre la había rechazado cuando había intentado besarlo. Por supuesto, en aquellos tiempos, pensó amargamente, no estaba viviendo la vida de un monje noctámbulo.
Miró a su sobrina, la cual se había quedado rápidamente dormida sobre su manta rosa bajo la sombra de un árbol; era una visión de dulzura angelical.
—Me dijo que necesitaba de mis habilidades especiales, ¿no es así? —la voz de Joe no fue más que un cálido suspiro en el cabello.
El corazón comenzó a latirle aceleradamente. No se atrevió a mirarlo.
—No tiene importancia ahora.
—¿Por qué? —sintió su cálido aliento en la mejilla.
Recurriendo a la decisión que había adoptado, la de ser su amiga y nada más, se dio la vuelta y lo enfrentó.
—Escribí el mensaje con la esperanza de persuadirlo para que patrocinara nuestra fundación.
—Entiendo. Pero, ¿por qué yo? Su hermano está en la Cámara de los Lores.
—Sí, bueno me está induciendo a que busque a otra persona con la esperanza de resolver otro problema que tiene.
—¿Cuál?
Se movió incómoda.
—El ardiente anhelo de Stilgoe, y de mamá también, es que me case.
Quedó petrificado.
—¿Stilgoe quiere que usted se case conmigo?
Se miraron fijamente durante un incómodo momento. Estaba demasiado serio, casi conmocionado; dudó si debería ofenderse.
—Nunca le dije que tenía la intención de pedirle ayuda.
—Aja —asintió con expresión adusta y con ese simple gesto cortó el magnetismo que ejercía sobre ella; como si la hubiese arrojado bruscamente contra el suelo—. ¿Cuál es el problema entonces? —preguntó él. Cuando ella se negó a contestarle, sonrió sagazmente—. Ahí está el problema. No quiere casarse.
Parpadeó involuntariamente.
—No, por el momento no.
—¿Por qué no? Puede considerarme un viejo, pero recuerdo que la mayoría de las jóvenes se obsesionaban con eso desde que eran presentadas en sociedad.
—No lo considero un viejo.
—Eso es halagador. Pero aún no ha contestado mi pregunta —dijo suavemente sin inmutarse.
Se agitó nerviosamente. Odiaba esas preguntas, particularmente porque ni siquiera ella sabía las respuestas.
—Perdí a mi hermano hace dos años. La cuestión del casamiento no era mi preocupación primordial.
—¿Y ahora?
—Soy bastante hábil para hacer felices a niñas más grandes también —dijo arrastrando las palabras con un tono de voz profundamente sensual.
Quedó paralizada, con el corazón expectante. Desde su debut en sociedad, muchos hombres de la aristocracia la habían halagado y flirteado con ella, incluso se le habían declarado, pudiendo comprender sus evidentes intenciones... ¿Pero Joe? El hombre la había rechazado cuando había intentado besarlo. Por supuesto, en aquellos tiempos, pensó amargamente, no estaba viviendo la vida de un monje noctámbulo.
Miró a su sobrina, la cual se había quedado rápidamente dormida sobre su manta rosa bajo la sombra de un árbol; era una visión de dulzura angelical.
—Me dijo que necesitaba de mis habilidades especiales, ¿no es así? —la voz de Joe no fue más que un cálido suspiro en el cabello.
El corazón comenzó a latirle aceleradamente. No se atrevió a mirarlo.
—No tiene importancia ahora.
—¿Por qué? —sintió su cálido aliento en la mejilla.
Recurriendo a la decisión que había adoptado, la de ser su amiga y nada más, se dio la vuelta y lo enfrentó.
—Escribí el mensaje con la esperanza de persuadirlo para que patrocinara nuestra fundación.
—Entiendo. Pero, ¿por qué yo? Su hermano está en la Cámara de los Lores.
—Sí, bueno me está induciendo a que busque a otra persona con la esperanza de resolver otro problema que tiene.
—¿Cuál?
Se movió incómoda.
—El ardiente anhelo de Stilgoe, y de mamá también, es que me case.
Quedó petrificado.
—¿Stilgoe quiere que usted se case conmigo?
Se miraron fijamente durante un incómodo momento. Estaba demasiado serio, casi conmocionado; dudó si debería ofenderse.
—Nunca le dije que tenía la intención de pedirle ayuda.
—Aja —asintió con expresión adusta y con ese simple gesto cortó el magnetismo que ejercía sobre ella; como si la hubiese arrojado bruscamente contra el suelo—. ¿Cuál es el problema entonces? —preguntó él. Cuando ella se negó a contestarle, sonrió sagazmente—. Ahí está el problema. No quiere casarse.
Parpadeó involuntariamente.
—No, por el momento no.
—¿Por qué no? Puede considerarme un viejo, pero recuerdo que la mayoría de las jóvenes se obsesionaban con eso desde que eran presentadas en sociedad.
—No lo considero un viejo.
—Eso es halagador. Pero aún no ha contestado mi pregunta —dijo suavemente sin inmutarse.
Se agitó nerviosamente. Odiaba esas preguntas, particularmente porque ni siquiera ella sabía las respuestas.
—Perdí a mi hermano hace dos años. La cuestión del casamiento no era mi preocupación primordial.
—¿Y ahora?
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Esquivó su mirada.
—Eso depende.
—¿De qué?
Por amor de Dios.
—Es perseguidor como un perro con un hueso, ¿no es así?
—Esa es una de las habilidades que me sirvieron para ser un comandante de campo competente y para mantenerme con vida —su encantadora y suficiente sonrisa la obnubiló... efecto para el cual indudablemente tenía un talento especial, pensó—. Adora a los niños. ¿No quiere ser madre, _______?
Apretó los dientes.
—Debería hacerse esa pregunta a usted mismo, Joe. Usted es quien necesita un heredero y una compañera, y aun así, está en contra del matrimonio.
—Está equivocada —dijo quedamente—. Estuve comprometido en una ocasión.
Sintió que la tierra se abría bajo sus pies.
—¿Estuvo comprometido? ¿Qué pasó? ¿Por qué no se casó... ?
—Es una larga historia, y estábamos hablando de usted. ¿Apuesto a que hay un buen número de jóvenes ansiosos merodeándola?
—Hordas. ¿Y qué? —espetó, con expresión impávida.
Se inclinó hacia ella, y le dijo con voz grave, ronca, seductora:
—¿No quiere tener un hombre que la adore? ¿Un hombre que le enseñe los placeres de la pasión? Seguramente, tendrá curiosidad al respecto. { OMG ._. :smileyvery-happy: }
Diablos. Se sintió muy incómoda discutiendo eso con él, sobre todo porque justamente él era el único hombre con quien había estado cercana a experimentarlas.
—Supongo que sí. Algo.
—¿Algo? —una sombra de sonrisa le apareció en los labios al tiempo que sus ojos se oscurecían—. Recuerdo a una niña que estaba algo más que curiosa. {.____. :smileyvery-happy:}
Quedó sin respiración.
—¿Cómo se atreve a restregarme ese asunto? —quedó lívida, deseando haberse ahogado en el estanque—. Debo irme —empezó a recoger las muñecas de Danielli.
—Espera —le apoyó la mono en el brazo para retenerla—. No se enoje. Nunca tuvimos oportunidad para hablar sobre eso, pero creo que es hora de que lo hagamos, ¿no crees?
—No hay nada que discutir —no podía mirarlo; se sentía muy mortificada.
—No estoy de acuerdo. Fuiste muy dulce esa noche, y yo fui...
—No sirve de nada revolver el pasado —intentó liberarse, pero él no se lo permitió. Maldito hombre. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Si se disculpaba por haberla desdeñado, se convertiría en una regadera—. Vine aquí como una amiga —le espetó—, y me gustaría irme de igual manera.
—Una amiga.
—Eso depende.
—¿De qué?
Por amor de Dios.
—Es perseguidor como un perro con un hueso, ¿no es así?
—Esa es una de las habilidades que me sirvieron para ser un comandante de campo competente y para mantenerme con vida —su encantadora y suficiente sonrisa la obnubiló... efecto para el cual indudablemente tenía un talento especial, pensó—. Adora a los niños. ¿No quiere ser madre, _______?
Apretó los dientes.
—Debería hacerse esa pregunta a usted mismo, Joe. Usted es quien necesita un heredero y una compañera, y aun así, está en contra del matrimonio.
—Está equivocada —dijo quedamente—. Estuve comprometido en una ocasión.
Sintió que la tierra se abría bajo sus pies.
—¿Estuvo comprometido? ¿Qué pasó? ¿Por qué no se casó... ?
—Es una larga historia, y estábamos hablando de usted. ¿Apuesto a que hay un buen número de jóvenes ansiosos merodeándola?
—Hordas. ¿Y qué? —espetó, con expresión impávida.
Se inclinó hacia ella, y le dijo con voz grave, ronca, seductora:
—¿No quiere tener un hombre que la adore? ¿Un hombre que le enseñe los placeres de la pasión? Seguramente, tendrá curiosidad al respecto. { OMG ._. :smileyvery-happy: }
Diablos. Se sintió muy incómoda discutiendo eso con él, sobre todo porque justamente él era el único hombre con quien había estado cercana a experimentarlas.
—Supongo que sí. Algo.
—¿Algo? —una sombra de sonrisa le apareció en los labios al tiempo que sus ojos se oscurecían—. Recuerdo a una niña que estaba algo más que curiosa. {.____. :smileyvery-happy:}
Quedó sin respiración.
—¿Cómo se atreve a restregarme ese asunto? —quedó lívida, deseando haberse ahogado en el estanque—. Debo irme —empezó a recoger las muñecas de Danielli.
—Espera —le apoyó la mono en el brazo para retenerla—. No se enoje. Nunca tuvimos oportunidad para hablar sobre eso, pero creo que es hora de que lo hagamos, ¿no crees?
—No hay nada que discutir —no podía mirarlo; se sentía muy mortificada.
—No estoy de acuerdo. Fuiste muy dulce esa noche, y yo fui...
—No sirve de nada revolver el pasado —intentó liberarse, pero él no se lo permitió. Maldito hombre. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Si se disculpaba por haberla desdeñado, se convertiría en una regadera—. Vine aquí como una amiga —le espetó—, y me gustaría irme de igual manera.
—Una amiga.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Sí, una amiga. Durante años fuiste parte de mi familia, después dejaste de venir. Incluso cuando Will murió, tampoco viniste, y yo... me preocupé por ti. Te aislaste del mundo en esa enorme mansión. Te alejaste de la sociedad. Me dijiste que tu vida había terminado...
—Y por eso decidiste salvarme —la miró furibundo, como si estuviese considerando estrangularla—. Escúcheme bien, doña Caridad —le contestó cortante—. No soy uno de sus pobres desafortunados. Ni soy su responsabilidad. ¡No necesito su ayuda... ni su maldita lástima! Jamás he lamentado no tener una hermana, y ahora me doy cuenta de por qué. ¡Por lo tanto, le sugiero vehementemente que retire de inmediato su encantador trasero de aquí y manténgase bien lejos de mí!
Cuando él se puso bruscamente de pie, ella se cogió de sus mangas permaneciendo aún en el suelo.
—¡No vine por lástima! Vine porque... —Dios, era tan difícil.
—Porque necesitaba mi ayuda para su fundación de caridad.
—Eso también, pero... —se le quebró la voz—. También me recuerdas a Will, y lo extraño tanto.
—No debemos olvidarnos de esa cuestión también —comenzó a ponerse de pie.
Lo sujetó con fuerza de la manga.
—Todo lo que te dije es verdad, pero la razón por la cual... —parecía la misma niña de ojos enormes de años atrás... la que había desdeñado. _______ sintió que la sangre le latía con fuerza en los oídos. En voz muy suave dijo—: Vine porque... te echo de menos, Joe. Te he echado de menos todos los días durante los últimos siete años. Tenía que verte. Yo... —las lágrimas le rodaban por las mejillas; la pena que le embargaba el corazón era insoportable. Si la arrojaba de su vida para siempre, no sabría qué hacer.
Los ojos masculinos brillaron como esmeraldas.
No debiste venir a mí... —había furia contenida en su voz, pero también algo más, algo próximo a la desesperación. Le pasó una mano detrás de la nuca—. Maldita seas —susurró acercándola hacia él—. Me haces recordar cosas que juré olvidar —bajó la cabeza y le cubrió la boca con la suya. {iojeoijeidjeidje *-*}
Un rayo le recorrió la espalda. Sus labios le resultaban familiares, dolorosamente suaves. Se amoldaron a los de ella, saboreando el contacto. A sabiendas de lo que ocurriría después, separó los labios y suspiró con placer cuando sintió el roce de su lengua.
Dulce paraíso. Hasta allí habían llegado seis años atrás, antes de que él apartara la boca. Sin embargo, esta vez, ella no permitiría que lo hiciera. Le pasó los brazos por la cintura y le devolvió el beso que había anhelado durante tantos años.
—Joe...
Suspiró inclinando la cabeza y devolviéndole el beso como si le fuese la vida en ello. Sus labios se apretaron contra los de él, buscando, necesitando, ansiando, y entregándose sin resistencia alguna a las urgentes demandas masculinas. Le lamió la lengua y tembló por esa deliciosa fricción que la enloqueció. Su beso era glorioso, más que glorioso... era completamente sublime. Y la enajenaba. Se preguntó cómo había sido tan afortunada de estar en sus brazos... ya mujer.
—Cuanto tiempo había anhelado esto —murmuró él, sin permitir que se interpusiese más que un suspiro en el roce lento y sensual de sus bocas. {owwwwww ♥}
—¿Qué? —preguntó ella, gloriosamente mareada, como si las pestañas le pesasen como rocas.
—Esto. Nosotros —jugueteó amorosamente con su boca con la paciencia y destreza de un maestro en la seducción, inundándola con un cúmulo de sentimientos y sensaciones—. La noche que nos besamos —siguió modulando en voz baja y subyugante, colmándole la boca como si fuese una copa con elixir lidio—, liberaste al demonio que anidaba en mí. ¿Quién podría haber dicho que una esmirriada niña inocente besaría como Afrodita? Despertaste en mí el deseo de besarte, no como se besa a una niña, sino como un hombre besa a una mujer —profundizó su caricia, emprendiendo un cálido y sensual duelo con la lengua, de cadencia enervante.
Jamás en las fantasías infantiles que había tenido con él se había imaginado que sería como eso... todas las pasiones y anhelos del mundo destilados en el suave movimiento de sus labios, en la audaz exploración de su lengua.
—Y por eso decidiste salvarme —la miró furibundo, como si estuviese considerando estrangularla—. Escúcheme bien, doña Caridad —le contestó cortante—. No soy uno de sus pobres desafortunados. Ni soy su responsabilidad. ¡No necesito su ayuda... ni su maldita lástima! Jamás he lamentado no tener una hermana, y ahora me doy cuenta de por qué. ¡Por lo tanto, le sugiero vehementemente que retire de inmediato su encantador trasero de aquí y manténgase bien lejos de mí!
Cuando él se puso bruscamente de pie, ella se cogió de sus mangas permaneciendo aún en el suelo.
—¡No vine por lástima! Vine porque... —Dios, era tan difícil.
—Porque necesitaba mi ayuda para su fundación de caridad.
—Eso también, pero... —se le quebró la voz—. También me recuerdas a Will, y lo extraño tanto.
—No debemos olvidarnos de esa cuestión también —comenzó a ponerse de pie.
Lo sujetó con fuerza de la manga.
—Todo lo que te dije es verdad, pero la razón por la cual... —parecía la misma niña de ojos enormes de años atrás... la que había desdeñado. _______ sintió que la sangre le latía con fuerza en los oídos. En voz muy suave dijo—: Vine porque... te echo de menos, Joe. Te he echado de menos todos los días durante los últimos siete años. Tenía que verte. Yo... —las lágrimas le rodaban por las mejillas; la pena que le embargaba el corazón era insoportable. Si la arrojaba de su vida para siempre, no sabría qué hacer.
Los ojos masculinos brillaron como esmeraldas.
No debiste venir a mí... —había furia contenida en su voz, pero también algo más, algo próximo a la desesperación. Le pasó una mano detrás de la nuca—. Maldita seas —susurró acercándola hacia él—. Me haces recordar cosas que juré olvidar —bajó la cabeza y le cubrió la boca con la suya. {iojeoijeidjeidje *-*}
Un rayo le recorrió la espalda. Sus labios le resultaban familiares, dolorosamente suaves. Se amoldaron a los de ella, saboreando el contacto. A sabiendas de lo que ocurriría después, separó los labios y suspiró con placer cuando sintió el roce de su lengua.
Dulce paraíso. Hasta allí habían llegado seis años atrás, antes de que él apartara la boca. Sin embargo, esta vez, ella no permitiría que lo hiciera. Le pasó los brazos por la cintura y le devolvió el beso que había anhelado durante tantos años.
—Joe...
Suspiró inclinando la cabeza y devolviéndole el beso como si le fuese la vida en ello. Sus labios se apretaron contra los de él, buscando, necesitando, ansiando, y entregándose sin resistencia alguna a las urgentes demandas masculinas. Le lamió la lengua y tembló por esa deliciosa fricción que la enloqueció. Su beso era glorioso, más que glorioso... era completamente sublime. Y la enajenaba. Se preguntó cómo había sido tan afortunada de estar en sus brazos... ya mujer.
—Cuanto tiempo había anhelado esto —murmuró él, sin permitir que se interpusiese más que un suspiro en el roce lento y sensual de sus bocas. {owwwwww ♥}
—¿Qué? —preguntó ella, gloriosamente mareada, como si las pestañas le pesasen como rocas.
—Esto. Nosotros —jugueteó amorosamente con su boca con la paciencia y destreza de un maestro en la seducción, inundándola con un cúmulo de sentimientos y sensaciones—. La noche que nos besamos —siguió modulando en voz baja y subyugante, colmándole la boca como si fuese una copa con elixir lidio—, liberaste al demonio que anidaba en mí. ¿Quién podría haber dicho que una esmirriada niña inocente besaría como Afrodita? Despertaste en mí el deseo de besarte, no como se besa a una niña, sino como un hombre besa a una mujer —profundizó su caricia, emprendiendo un cálido y sensual duelo con la lengua, de cadencia enervante.
Jamás en las fantasías infantiles que había tenido con él se había imaginado que sería como eso... todas las pasiones y anhelos del mundo destilados en el suave movimiento de sus labios, en la audaz exploración de su lengua.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
6/15
—Me desdeñaste entonces —le reconvino suavemente. Aquella noche ella no había actuado premeditadamente, desconocía cómo besar a un hombre. Él la había sorprendido dándole una fugaz lección sobre un beso masculino húmedo que se introducía avasallante en la boca de una mujer. Su audacia la había conmocionado, excitándola; pero todo de manera fugaz, ya que la había desdeñado al instante como con repulsión. Si la razón había sido que la consideraba demasiado joven, debería habérselo explicado, en vez de dejarla con un sentimiento abochornante y desagradable.
—¿Qué se suponía que debía haber hecho? ¿Arruinar la vida de la hermana pequeña de mi mejor amigo? Dios sabe cuánto lo deseé —le apoyó los labios en la oreja y susurró—: No tienes ni idea del caos que provocaste en mi vida cuando tu dulce boca se abrió a la mía...
Su aliento cálido en la oreja tenía un efecto narcótico en ella.
—¿De verdad?
De verdad —le introdujo la lengua en la oreja y la enajenó por completo. Los escalofríos la estremecieron desde la nuca hasta el vientre—. Eras tan joven, _______ —murmuró mientras le deslizaba la boca por el costado del cuello, inhalando su esencia con besos ardientes—. Mi reacción fue... reprobable. Me sentí muy disgustado conmigo mismo después de eso. Si te enojé u ofendí, me disculpo. Me comporté como un colegial imberbe.
Su sonrisa no se desdibujaba.
—Gracias a Dios, la edad no es una condición permanente. Le cogió la cabeza y le escudriñó los rasgos de cerca.
—Gracias a Dios.
Volvió a capturarle la boca y suavemente, la hizo bajar hasta el césped. Enardecida de pasión, sintió su fornido torso sobre ella, apretándole los senos. Le acarició la ancha espalda describiendo grandes círculos, apretándolo contra ella. Era una sensación regocijante estar bajo su cuerpo, besándolo, abrazándolo, oliéndolo... y se sentía tan natural como respirar.
Siguieron besándose y besándose, más apasionada y exigentemente. La besó insaciable, absorbiéndole la misma esencia e infundiéndole un calor que la enardeció. Deseaba absorber la mitad del cuerpo masculino, y de igual manera fundir el suyo en el de Joe, para que él se sintiese tan unido a ella, como ella se sentía unida a él. No era extraño que hubiese rechazado a todos los hombres que habían demostrado interés en ella. Ninguno de ellos era Joe. Había embrujado su corazón de niña con un hechizo tan poderoso que ningún otro hombre había podido romper. Todo le pareció claro como el cristal en ese momento. Quería a Joe. Lo adoraba, lo deseaba, lo amaba, nunca había dejado de amarlo; no importaba cuánto se había esforzado para engañarse a sí misma, y tenía todas las intenciones de tenerlo para siempre.
—Esta boca —suspiró él, mientras le acariciaba la garganta lentamente—. Podría besar esta boca deliciosa... estos labios rojos... para siempre. {morí x_x}
—Pues tendrías que hacer otro tanto con el resto de mi cuerpo, son inseparables —le contestó sin aliento.
Sintió su sonrisa contra los labios.
—Qué pena... —le deslizó la mano poderosa por el muslo. Lentamente, se aventuró hasta la cintura, las costillas, deteniéndose debajo de los senos, para recomenzar su incursión una y otra vez—. Si seguimos con esto por más tiempo, deberás quedarte conmigo para siempre —murmuró él con voz espesa por el deseo, con la respiración cada vez más agitada y excitada.
Pero no se detuvo. Su boca se movía posesiva, licenciosamente sobre la de ella. Al igual que su cuerpo. Se subió encima de ella y se apoyó entre sus muslos en una postura increíblemente excitante. Pudo sentir cada pulgada de su erección contra su cuerpo. Le pareció que el calor que irradiaba el cuerpo masculino la quemaría. Perdió la noción de todo con esos besos avasalladores. A cada embestida de su lengua, su cuerpo respondía con espasmos en el vientre y hormigueos en el cuerpo, que se intensificaban irrefrenables. El recuerdo de su brillante torso desnudo por el sudor mientras cortaba la madera la obnubiló como si fuese opio. Impulsivamente, le sacó la camisa de batista del pantalón y deslizó las manos sobre la espalda desnuda. La piel ardiente, aterciopelada, se tensó marcando los tendones fibrosos. Le acarició los hoyuelos de la base de la espalda y subió las manos lentamente a lo largo de la columna.
—Me desdeñaste entonces —le reconvino suavemente. Aquella noche ella no había actuado premeditadamente, desconocía cómo besar a un hombre. Él la había sorprendido dándole una fugaz lección sobre un beso masculino húmedo que se introducía avasallante en la boca de una mujer. Su audacia la había conmocionado, excitándola; pero todo de manera fugaz, ya que la había desdeñado al instante como con repulsión. Si la razón había sido que la consideraba demasiado joven, debería habérselo explicado, en vez de dejarla con un sentimiento abochornante y desagradable.
—¿Qué se suponía que debía haber hecho? ¿Arruinar la vida de la hermana pequeña de mi mejor amigo? Dios sabe cuánto lo deseé —le apoyó los labios en la oreja y susurró—: No tienes ni idea del caos que provocaste en mi vida cuando tu dulce boca se abrió a la mía...
Su aliento cálido en la oreja tenía un efecto narcótico en ella.
—¿De verdad?
De verdad —le introdujo la lengua en la oreja y la enajenó por completo. Los escalofríos la estremecieron desde la nuca hasta el vientre—. Eras tan joven, _______ —murmuró mientras le deslizaba la boca por el costado del cuello, inhalando su esencia con besos ardientes—. Mi reacción fue... reprobable. Me sentí muy disgustado conmigo mismo después de eso. Si te enojé u ofendí, me disculpo. Me comporté como un colegial imberbe.
Su sonrisa no se desdibujaba.
—Gracias a Dios, la edad no es una condición permanente. Le cogió la cabeza y le escudriñó los rasgos de cerca.
—Gracias a Dios.
Volvió a capturarle la boca y suavemente, la hizo bajar hasta el césped. Enardecida de pasión, sintió su fornido torso sobre ella, apretándole los senos. Le acarició la ancha espalda describiendo grandes círculos, apretándolo contra ella. Era una sensación regocijante estar bajo su cuerpo, besándolo, abrazándolo, oliéndolo... y se sentía tan natural como respirar.
Siguieron besándose y besándose, más apasionada y exigentemente. La besó insaciable, absorbiéndole la misma esencia e infundiéndole un calor que la enardeció. Deseaba absorber la mitad del cuerpo masculino, y de igual manera fundir el suyo en el de Joe, para que él se sintiese tan unido a ella, como ella se sentía unida a él. No era extraño que hubiese rechazado a todos los hombres que habían demostrado interés en ella. Ninguno de ellos era Joe. Había embrujado su corazón de niña con un hechizo tan poderoso que ningún otro hombre había podido romper. Todo le pareció claro como el cristal en ese momento. Quería a Joe. Lo adoraba, lo deseaba, lo amaba, nunca había dejado de amarlo; no importaba cuánto se había esforzado para engañarse a sí misma, y tenía todas las intenciones de tenerlo para siempre.
—Esta boca —suspiró él, mientras le acariciaba la garganta lentamente—. Podría besar esta boca deliciosa... estos labios rojos... para siempre. {morí x_x}
—Pues tendrías que hacer otro tanto con el resto de mi cuerpo, son inseparables —le contestó sin aliento.
Sintió su sonrisa contra los labios.
—Qué pena... —le deslizó la mano poderosa por el muslo. Lentamente, se aventuró hasta la cintura, las costillas, deteniéndose debajo de los senos, para recomenzar su incursión una y otra vez—. Si seguimos con esto por más tiempo, deberás quedarte conmigo para siempre —murmuró él con voz espesa por el deseo, con la respiración cada vez más agitada y excitada.
Pero no se detuvo. Su boca se movía posesiva, licenciosamente sobre la de ella. Al igual que su cuerpo. Se subió encima de ella y se apoyó entre sus muslos en una postura increíblemente excitante. Pudo sentir cada pulgada de su erección contra su cuerpo. Le pareció que el calor que irradiaba el cuerpo masculino la quemaría. Perdió la noción de todo con esos besos avasalladores. A cada embestida de su lengua, su cuerpo respondía con espasmos en el vientre y hormigueos en el cuerpo, que se intensificaban irrefrenables. El recuerdo de su brillante torso desnudo por el sudor mientras cortaba la madera la obnubiló como si fuese opio. Impulsivamente, le sacó la camisa de batista del pantalón y deslizó las manos sobre la espalda desnuda. La piel ardiente, aterciopelada, se tensó marcando los tendones fibrosos. Le acarició los hoyuelos de la base de la espalda y subió las manos lentamente a lo largo de la columna.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Él emitió un ronco gruñido y se apoyó con todo el peso del cuerpo sobre el de ella, arrancándole un suave gemido. Todo vestigio de decoro desapareció avasallado por la lujuria que le brotó del interior, deseaba devorarlo vivo... y él parecía más que dispuesto a alentarla. Se escuchó un suave llanto.
—¡Danielli! —_______ apartó a Joe y avanzó a gatas hasta ella. Con delicada ternura cogió a la niña somnolienta entre los brazos, murmurándole en voz baja palabras y sonidos para calmarla, y le reclinó la cabecita sobre su hombro para que continuara durmiendo—. Debo irme —susurró _______—, se despertará enseguida y querrá ver a su madre.
Ya de pie, Joe asintió con expresión sombría, colocándose la camisa dentro del pantalón. Las acompañó hasta en vestíbulo en silencio, pero ella percibió el calor de su mirada disimulada. Era extraño cómo ninguno de los dos sabía qué decir cuando hacía tan poco habían conversado tan íntimamente.
Phipps abrió la puerta principal. Dos sirvientes bajaron el coche de paseo de Danielli por la escalera.
Joe le cogió los dedos, sujetándola.
—_______... —en los enardecidos ojos verde esmeralda parecía librarse una batalla interior; expectante, le sostuvo la mirada con una evidente expresión de anhelo—. Gracias por una encantadora visita —dijo ásperamente. —Se le detuvo el corazón. No le pidió verla de nuevo—. Gracias.
Maldición. No podía quedarse parada ahí todo el día mirándolo como una estúpida, y con la puerta abierta aguardándola. Ella sonrió e intentó recuperar su mano.
—Adiós.
Él fue liberándole los dedos, uno a uno, lentamente.
—Adiós.
Cuando la puerta se cerró tras ella, Lucy empujó el coche de paseo de Danielli en dirección al número 7 de la calle Dover. _______ tarareó en su interior. Si la manera en que le había sujetado la mano era una indicación de lo que sentía por ella, lo vería de nuevo. Pronto.
CAPÍTULO 6
_______ yacía sonriente bajo el dosel de encaje blanco, deslizándose distraídamente las yemas de los dedos sobre los labios. Joe la había besado. Aún no podía creerlo, ni siquiera después de haber aspirado su masculino perfume en ti cuello de su vestido matutino. La posibilidad de que él sucumbiese a la lujuria contenida le parecía increíble. La besó como si el fin del mundo fuese inminente si no lo hacía.
Y debía sentir algo por ella, pues podría haber recurrido a otra mujer más experimentada, y menos correcta para... descargarse. Es imposible crecer con dos hermanos varones sin enterarse de la existencia de mujeres sofisticadas, ligeras de cascos y a la pesca de hombres ricos que las mantengan. Aunque, considerándolo retrospectivamente, quizás ella no era tan correcta como se consideraba a sí misma. Pues, ¿quién sabe hasta dónde habría llegado con su conducta ligera si Danielli no se hubiese despertado? Le resultaba totalmente imposible mantener la más mínima corrección con ese hombre. Se desperezó en la cama sonriendo soñadora. Sólo quedaba una cosa por hacer... casarse con Joe. Tan sólo el pensamiento la hizo vibrar con excitación y ansiedad. Después de frustrar todos los intentos casamenteros de su familia durante cuatro años, con la excusa del dolor que sentía por la pérdida de su hermano, ahora, prácticamente, se derretía ante la idea de casarse. Con Joe.
Sintió el ruido de la puerta de su alcoba al abrirse bruscamente, y sus hermanas gemelas de quince años irrumpíeron dando saltos.
—¡_______, ven rápidol —exclamó Freddy—. Jamás podrías imaginarte... ¿Qué?
—¡Danielli! —_______ apartó a Joe y avanzó a gatas hasta ella. Con delicada ternura cogió a la niña somnolienta entre los brazos, murmurándole en voz baja palabras y sonidos para calmarla, y le reclinó la cabecita sobre su hombro para que continuara durmiendo—. Debo irme —susurró _______—, se despertará enseguida y querrá ver a su madre.
Ya de pie, Joe asintió con expresión sombría, colocándose la camisa dentro del pantalón. Las acompañó hasta en vestíbulo en silencio, pero ella percibió el calor de su mirada disimulada. Era extraño cómo ninguno de los dos sabía qué decir cuando hacía tan poco habían conversado tan íntimamente.
Phipps abrió la puerta principal. Dos sirvientes bajaron el coche de paseo de Danielli por la escalera.
Joe le cogió los dedos, sujetándola.
—_______... —en los enardecidos ojos verde esmeralda parecía librarse una batalla interior; expectante, le sostuvo la mirada con una evidente expresión de anhelo—. Gracias por una encantadora visita —dijo ásperamente. —Se le detuvo el corazón. No le pidió verla de nuevo—. Gracias.
Maldición. No podía quedarse parada ahí todo el día mirándolo como una estúpida, y con la puerta abierta aguardándola. Ella sonrió e intentó recuperar su mano.
—Adiós.
Él fue liberándole los dedos, uno a uno, lentamente.
—Adiós.
Cuando la puerta se cerró tras ella, Lucy empujó el coche de paseo de Danielli en dirección al número 7 de la calle Dover. _______ tarareó en su interior. Si la manera en que le había sujetado la mano era una indicación de lo que sentía por ella, lo vería de nuevo. Pronto.
CAPÍTULO 6
_______ yacía sonriente bajo el dosel de encaje blanco, deslizándose distraídamente las yemas de los dedos sobre los labios. Joe la había besado. Aún no podía creerlo, ni siquiera después de haber aspirado su masculino perfume en ti cuello de su vestido matutino. La posibilidad de que él sucumbiese a la lujuria contenida le parecía increíble. La besó como si el fin del mundo fuese inminente si no lo hacía.
Y debía sentir algo por ella, pues podría haber recurrido a otra mujer más experimentada, y menos correcta para... descargarse. Es imposible crecer con dos hermanos varones sin enterarse de la existencia de mujeres sofisticadas, ligeras de cascos y a la pesca de hombres ricos que las mantengan. Aunque, considerándolo retrospectivamente, quizás ella no era tan correcta como se consideraba a sí misma. Pues, ¿quién sabe hasta dónde habría llegado con su conducta ligera si Danielli no se hubiese despertado? Le resultaba totalmente imposible mantener la más mínima corrección con ese hombre. Se desperezó en la cama sonriendo soñadora. Sólo quedaba una cosa por hacer... casarse con Joe. Tan sólo el pensamiento la hizo vibrar con excitación y ansiedad. Después de frustrar todos los intentos casamenteros de su familia durante cuatro años, con la excusa del dolor que sentía por la pérdida de su hermano, ahora, prácticamente, se derretía ante la idea de casarse. Con Joe.
Sintió el ruido de la puerta de su alcoba al abrirse bruscamente, y sus hermanas gemelas de quince años irrumpíeron dando saltos.
—¡_______, ven rápidol —exclamó Freddy—. Jamás podrías imaginarte... ¿Qué?
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
_______ salió a gatas de la cama con el corazón retumbándole como un tambor. ¿Acaso estaría allí? ¿Habría venid después de todo? Se miró en el espejo del tocador y bajó a la carrera las escaleras que descendían hasta el vestíbulo donde se hallaba Norris, apiñado con los otros sirvientes alrededor de la mesa.
—¡Mira! —Teddy señaló al florero que contenía un gran ramo de rosas rosadas sujetas con lazos a juego—. ¡Esto acaba de llegar para ti! Y tiene una tarjeta, pero el sobre está cerrado, ¡ábrelo de una vez!
Era un rasgo típico de sus traviesas hermanas intentar leer su correspondencia privada.
—Es todo, Norris —_______ ordenó al enjambre de sirvientes curiosos que se retiraran. Respiró profundamente para calmarse y cogió la tarjeta. La letra no le era familiar. «Mi encantadora _______», decía, «Estoy ansioso por bailar con usted esta noche. Dos veces. Afectuosamente, J. H.». Oh, se le congeló la sonrisa.
—¿Bien? —Freddy metió la nariz para leer la nota—. ¿De quién es? ¿Quién es J. H. ?
—Lord John Hanson —les informó _______, dejando escapar un suspiro de desilusión. Sus hermanas, sin embargo, empezaron a saltar y a bailar gritando de alegría. Volvió a leer la esquela. Afectuosamente. Qué interesante, «afectuosamente» era el término que utilizaba la mayoría de los hombres. En cambio, Joe había escrito «suyo». Antes no había querido analizarlo demasiado. Pero ahora, parecía muy significativo. «Mío». Cerró los ojos y sonrió.
—Lord John Handsome —dijo Freddy dejando escapar un dramático suspiro, mirando codiciosamente el buqué de. ¿No es un sueño? Su cabello dorado, sus ojos tan azules como el agua. Su...
—El agua es incolora, estúpida —se burló Teddy de hermana.
Freddy no le hizo caso.
—¡Me gustaría ser mayor para bailar un vals con lord John Handsome! {haha por si no agarraron la onda John se apellida "Hanson" y ellas le dicen "Handsome" que en español es "Guapo" xD}
Teddy le echó una mirada petulante a _______. —No es justo que tú, que odias la idea de casarte, pues bailar dos valses con él en una sola noche, y nosotras ni siquiera podamos usar faldas largas.
—Lo haréis, en tres años —les contestó _______.
—Pero, ¡será demasiado tarde! —Teddy golpeó el suelo con el pie y eligió para ella una de las rosas—. ¡Será viejo y estará casado para cuando nos presenten en sociedad!
—¿Qué edad supones que tiene L. J. ? —le preguntó Freddy a _______.
—¿L. J. ? —repitió _______—. ¿Quién es?
—Lord John —le explicó Teddy—. Es el apodo que le pusimos al «Ángel Dorado».
—Ah, ¿ya tenemos un apodo para él también? —bromeó _______—. Bueno, creo que tiene veintiocho años. Trece años más que ustedes. Cuando tengan mi edad, él tendrá treinta y cinco.
—¡ Oh, no! —gritó Teddy—. ¡Será un vetusto tembleque!
Ruborizándose profusamente, _______ contuvo una sonrisa.
—No la parte que importa —dijo cual esfinge. Freddy arqueó una ceja.
—Quizás si le dijese... lo que siento, él... me esperaría hasta que fuese mayor.
_______ se ahogó de la risa. Sus hermanas eran tan terribles como ella.
—Quizás. ¿Quién sabe? Cosas más extrañas han sucedido —«Ciertamente», pensó.
—Pensamos compartirlo—anunció Teddy.
—¿Qué? —chilló _______. Estaba equivocada, sus hermanas eran mucho peor que ella.
—¡Mira! —Teddy señaló al florero que contenía un gran ramo de rosas rosadas sujetas con lazos a juego—. ¡Esto acaba de llegar para ti! Y tiene una tarjeta, pero el sobre está cerrado, ¡ábrelo de una vez!
Era un rasgo típico de sus traviesas hermanas intentar leer su correspondencia privada.
—Es todo, Norris —_______ ordenó al enjambre de sirvientes curiosos que se retiraran. Respiró profundamente para calmarse y cogió la tarjeta. La letra no le era familiar. «Mi encantadora _______», decía, «Estoy ansioso por bailar con usted esta noche. Dos veces. Afectuosamente, J. H.». Oh, se le congeló la sonrisa.
—¿Bien? —Freddy metió la nariz para leer la nota—. ¿De quién es? ¿Quién es J. H. ?
—Lord John Hanson —les informó _______, dejando escapar un suspiro de desilusión. Sus hermanas, sin embargo, empezaron a saltar y a bailar gritando de alegría. Volvió a leer la esquela. Afectuosamente. Qué interesante, «afectuosamente» era el término que utilizaba la mayoría de los hombres. En cambio, Joe había escrito «suyo». Antes no había querido analizarlo demasiado. Pero ahora, parecía muy significativo. «Mío». Cerró los ojos y sonrió.
—Lord John Handsome —dijo Freddy dejando escapar un dramático suspiro, mirando codiciosamente el buqué de. ¿No es un sueño? Su cabello dorado, sus ojos tan azules como el agua. Su...
—El agua es incolora, estúpida —se burló Teddy de hermana.
Freddy no le hizo caso.
—¡Me gustaría ser mayor para bailar un vals con lord John Handsome! {haha por si no agarraron la onda John se apellida "Hanson" y ellas le dicen "Handsome" que en español es "Guapo" xD}
Teddy le echó una mirada petulante a _______. —No es justo que tú, que odias la idea de casarte, pues bailar dos valses con él en una sola noche, y nosotras ni siquiera podamos usar faldas largas.
—Lo haréis, en tres años —les contestó _______.
—Pero, ¡será demasiado tarde! —Teddy golpeó el suelo con el pie y eligió para ella una de las rosas—. ¡Será viejo y estará casado para cuando nos presenten en sociedad!
—¿Qué edad supones que tiene L. J. ? —le preguntó Freddy a _______.
—¿L. J. ? —repitió _______—. ¿Quién es?
—Lord John —le explicó Teddy—. Es el apodo que le pusimos al «Ángel Dorado».
—Ah, ¿ya tenemos un apodo para él también? —bromeó _______—. Bueno, creo que tiene veintiocho años. Trece años más que ustedes. Cuando tengan mi edad, él tendrá treinta y cinco.
—¡ Oh, no! —gritó Teddy—. ¡Será un vetusto tembleque!
Ruborizándose profusamente, _______ contuvo una sonrisa.
—No la parte que importa —dijo cual esfinge. Freddy arqueó una ceja.
—Quizás si le dijese... lo que siento, él... me esperaría hasta que fuese mayor.
_______ se ahogó de la risa. Sus hermanas eran tan terribles como ella.
—Quizás. ¿Quién sabe? Cosas más extrañas han sucedido —«Ciertamente», pensó.
—Pensamos compartirlo—anunció Teddy.
—¿Qué? —chilló _______. Estaba equivocada, sus hermanas eran mucho peor que ella.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Jamás podrá darse cuenta —le explicó Freddy desestimando la cuestión con un gesto de la mano.
—Lo hará, cuando os conozca tan bien como yo —murmuró _______—. ¿Cómo podrían compartir a un hombre si ni siquiera pueden compartir los lazos del cabello? —la simple idea de compartir a Joe con otra mujer la sacaba de sus casillas. Era suyo, y solamente suyo. Lo había esperado durante siete años. Ninguna mujer codiciosa haría que renunciase a él, o a alguna parte de él.
—¡_______! —Teddy le cogió la mano—. ¿Qué vestido usarás esta noche ? Ninguno de los vestidos tan poco elegantes que has estado usando últimamente para desalentar a cualquier posible candidato, ¿eh? —arrugó la nariz con evidente desagrado—. L. J. pensará que todas tenemos un gusto espantoso para la ropa. Debes causarle muy buena impresión.
_______ frunció el ceño.
—No he pensado en qué me pondré —pero quizás debía hacerlo. La residencia Lancaster lindaba con la casa de los Barrington. Si podía escabullirse de la fiesta y...—. Muy bien. Iré de inmediato a ver a madame Bonnier, quizás haya terminado el vestido que le encargué para la fiesta de Devonshire. Id a buscar vuestros chales.
Sus hermanas gritaron de alegría y subieron corriendo las escaleras.
—¡Y nosotras necesitamos lazos nuevos! —gritó Freddy por encima del hombro—. El negocio de la señora Tiddles está a la vuelta de la esquina del de la señora Bonnier.
Una hora más tarde, mientras sus hermanas habían logrado transformar metódicamente la elegante sombrerería de Bond Street en un bazar turco, la mente de _______ discurría distintas tácticas para lograr escabullirse sigilosamente del baile y hacerle una visita nocturna a Joe. Se le aceleraba locamente el pulso cada vez que cerraba los ojos para imaginarse cómo sería el beso del reencuentro. ¿Sería dolorosamente dulce o salvajemente ansioso, como los últimos besos que se habían dado? Ciertamente, él dominaba una impresionante variedad de besos. Se preguntó si sería igualmente maravilloso como amante. Dios santo. ¡Era una licenciosa libertina! ¿Y qué importaba? A Joe parecía no importarle.
Ella le gustaba.
—¡Oh, querida! ¿Dónde puse el organdí francés? —la señora Tiddles, la vieja sombrerera, buscó afanosamente en las estanterías extrayendo lazos y pañoletas transparentes de cajas y cajones para amontonarlos en una pila multicolor. Teddy y Freddy estaban trastornando a la pobre mujer.
—¿Parezco una gitana? —Freddy se miró en el espejo mientras posaba con un fino chal de color azul cobalto.
—Pareces una tonta —la azuzó Teddy—. Las gitanas no tienen el cabello rubio y ondeado, ni ojos celestes.
Mientras miraba abstraída a su hermana probarse el chal como si fuese un velo que le ocultaba parte del rostro, _______ pensó en la insistencia de Joe en usar una máscara mientras estaba con ella, incluso mientras la besaba. ¿Cómo se casaría con ella si ni siquiera le permitía verle el rostro? ¿Quizás si le quitase la máscara se daría cuenta de que a ella no le parecía repulsivo, que lo amaba sin importar cuan desfigurado estuviese? No tenía duda de ello, aunque se viese tan horrible como una gárgola. Sus heridas eran las marcas de un héroe, las de un hombre valiente que había salvado al mundo de las garras de Bonaparte {napoleón Bonaparte sale en mis libos de historia xD}, y ella había estado prendada de él durante casi una década. Sin duda, podría soportar unas pocas cicatrices, ¿o no? La empezó a corroer un sentimiento desagradable, se dio cuenta de que la idea de perderlo la aterrorizaba más de lo que él pudiese estar escondiendo.
—Os voy a enseñar cómo usan los pañuelos las gitanas —Teddy se lo quitó a Freddy y se lo envolvió alrededor de los hombros. Freddy intentó recuperarlo y sobrevino una pelea escandalosa.
_______ las detuvo y confiscó el pañuelo.
—Dejad de pelearos. Estáis dando un espectáculo lamentable de nosotras comportándoos como dos groseras. Elegid los lazos y marchémonos. Madame Bonnier cierra el negocio temprano, y aún no hemos buscado el vestido. Ya debe de estar listo.
Teddy intercambió una sardónica mirada con su hermana gemela.
—No parecías interesada en el vestido con el que té viese el «Ángel Dorado» antes de recibir las flores.
_______ se contuvo a tiempo y no les aclaró que seguía sin interesarle un ápice. ¿Por qué habría de importarle un Adonis pagado de sí mismo cuando podía tener un hombre fuerte, irresistible y generoso como Joe? En cuanto a los hombres, tenía mucho mejor gusto que esos dos monstruos cuando ella tenía su edad.
—Lo hará, cuando os conozca tan bien como yo —murmuró _______—. ¿Cómo podrían compartir a un hombre si ni siquiera pueden compartir los lazos del cabello? —la simple idea de compartir a Joe con otra mujer la sacaba de sus casillas. Era suyo, y solamente suyo. Lo había esperado durante siete años. Ninguna mujer codiciosa haría que renunciase a él, o a alguna parte de él.
—¡_______! —Teddy le cogió la mano—. ¿Qué vestido usarás esta noche ? Ninguno de los vestidos tan poco elegantes que has estado usando últimamente para desalentar a cualquier posible candidato, ¿eh? —arrugó la nariz con evidente desagrado—. L. J. pensará que todas tenemos un gusto espantoso para la ropa. Debes causarle muy buena impresión.
_______ frunció el ceño.
—No he pensado en qué me pondré —pero quizás debía hacerlo. La residencia Lancaster lindaba con la casa de los Barrington. Si podía escabullirse de la fiesta y...—. Muy bien. Iré de inmediato a ver a madame Bonnier, quizás haya terminado el vestido que le encargué para la fiesta de Devonshire. Id a buscar vuestros chales.
Sus hermanas gritaron de alegría y subieron corriendo las escaleras.
—¡Y nosotras necesitamos lazos nuevos! —gritó Freddy por encima del hombro—. El negocio de la señora Tiddles está a la vuelta de la esquina del de la señora Bonnier.
Una hora más tarde, mientras sus hermanas habían logrado transformar metódicamente la elegante sombrerería de Bond Street en un bazar turco, la mente de _______ discurría distintas tácticas para lograr escabullirse sigilosamente del baile y hacerle una visita nocturna a Joe. Se le aceleraba locamente el pulso cada vez que cerraba los ojos para imaginarse cómo sería el beso del reencuentro. ¿Sería dolorosamente dulce o salvajemente ansioso, como los últimos besos que se habían dado? Ciertamente, él dominaba una impresionante variedad de besos. Se preguntó si sería igualmente maravilloso como amante. Dios santo. ¡Era una licenciosa libertina! ¿Y qué importaba? A Joe parecía no importarle.
Ella le gustaba.
—¡Oh, querida! ¿Dónde puse el organdí francés? —la señora Tiddles, la vieja sombrerera, buscó afanosamente en las estanterías extrayendo lazos y pañoletas transparentes de cajas y cajones para amontonarlos en una pila multicolor. Teddy y Freddy estaban trastornando a la pobre mujer.
—¿Parezco una gitana? —Freddy se miró en el espejo mientras posaba con un fino chal de color azul cobalto.
—Pareces una tonta —la azuzó Teddy—. Las gitanas no tienen el cabello rubio y ondeado, ni ojos celestes.
Mientras miraba abstraída a su hermana probarse el chal como si fuese un velo que le ocultaba parte del rostro, _______ pensó en la insistencia de Joe en usar una máscara mientras estaba con ella, incluso mientras la besaba. ¿Cómo se casaría con ella si ni siquiera le permitía verle el rostro? ¿Quizás si le quitase la máscara se daría cuenta de que a ella no le parecía repulsivo, que lo amaba sin importar cuan desfigurado estuviese? No tenía duda de ello, aunque se viese tan horrible como una gárgola. Sus heridas eran las marcas de un héroe, las de un hombre valiente que había salvado al mundo de las garras de Bonaparte {napoleón Bonaparte sale en mis libos de historia xD}, y ella había estado prendada de él durante casi una década. Sin duda, podría soportar unas pocas cicatrices, ¿o no? La empezó a corroer un sentimiento desagradable, se dio cuenta de que la idea de perderlo la aterrorizaba más de lo que él pudiese estar escondiendo.
—Os voy a enseñar cómo usan los pañuelos las gitanas —Teddy se lo quitó a Freddy y se lo envolvió alrededor de los hombros. Freddy intentó recuperarlo y sobrevino una pelea escandalosa.
_______ las detuvo y confiscó el pañuelo.
—Dejad de pelearos. Estáis dando un espectáculo lamentable de nosotras comportándoos como dos groseras. Elegid los lazos y marchémonos. Madame Bonnier cierra el negocio temprano, y aún no hemos buscado el vestido. Ya debe de estar listo.
Teddy intercambió una sardónica mirada con su hermana gemela.
—No parecías interesada en el vestido con el que té viese el «Ángel Dorado» antes de recibir las flores.
_______ se contuvo a tiempo y no les aclaró que seguía sin interesarle un ápice. ¿Por qué habría de importarle un Adonis pagado de sí mismo cuando podía tener un hombre fuerte, irresistible y generoso como Joe? En cuanto a los hombres, tenía mucho mejor gusto que esos dos monstruos cuando ella tenía su edad.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Mientras sus hermanas terminaban de decidirse, _______ se colocó el pañuelo a modo de velo gitano y se miró en el espejo. Mostrando sólo los ojos, su imagen parecía tan misteriosa como la de Joe con la máscara negra. Quizás debería llevar el velo en la próxima visita para que pudiesen tener algo que negociar, pensó pícaramente.
El reloj de la señora Tiddles dio las campanadas e _______ sintió que el estómago le daba un vuelco. La opresión en el pecho por los nervios le dificultaba respirar normalmente. En unas pocas horas, lo vería de nuevo. ¿ Cómo podría sobrevivir a la espera? Debería perder al menos una hora bailando algunas piezas, manteniendo conversaciones triviales y soportando flirteos tontos antes de poder escabullirse de la fiesta sin levantar sospechas. Seguramente Joe quedaría impresionado por el vestido que le había hecho la señora Bonnier. ¿Se le declararía esa noche? Así lo esperaba. No podía soportar la expectativa.
—¿Puedo ver algún diseño en amarillo? —preguntó Freddy a la sombrerera.
_______ suspiró exasperada. —Has visto suficiente. Decídete de una vez.
—Está bien —sonrió la señora Tiddles comprensivamente—. Mis hijas eran igual de exuberantes cuando tenían quince años. Lo único que lamento es no tener otro chal azul como éste. Mi asistente guardaba todo en su lugar, pero la pequeña desagradecida me abandonó la semana pasada sin advertirme una palabra. Se fue con un hombre, eso es lo que hizo, a pesar de todo lo que había hecho por ella... le enseñé la profesión, le di un techo —la mujer suspiró profundamente—. Ahora estoy sola para todo, otra vez. Mis hijas viven en el Norte, ¿sabe usted?
_______ dio un respingo.
—Señora Tiddles, si me permite, me gustaría recomendarle a alguien, una joven viuda que perdió a su marido en la guerra; gentil, callada y que está buscando un trabajo ansiosamente.
—¡Oh! —la señora Tiddles entrelazó las manos—. ¿Quién es la joven?
—Es una habilidosa costurera quien actualmente forma parte del personal de servicio de nuestra casa. Creo que le será de gran ayuda. Si le puede brindar alojamiento, se la enviaré hoy mismo.
—¡Oh, no! Ni en sueños me atrevería a quitarle una persona que está a su servicio, señorita Aubrey.
—No debe preocuparse por eso —le aseguró _______—. Es sólo un empleo temporal. Verá usted, dirijo una fundación que ayuda a las mujeres que han quedado desamparadas por haber perdido en la guerra al hombre que le proveía el sustento... —_______ le explicó brevemente la fundación de caridad y le extendió una tarjeta personal—. Por lo que puede ver, usted también le brindaría un gran servicio al país. Después de todo, el marido de esta mujer dio la vida para poder salvarnos de la invasión francesa.
Los ojos de la señora Tiddles se llenaron de lágrimas por la emoción.
—Qué bondadoso de su parte, señorita Aubrey. Estaré encantada de darle empleo a esa joven viuda. Y le estaré eternamente agradecida —le sonrió—. Si usted pudiese prescindir de ella esta tarde, tendríamos la noche para conocernos antes de colocar el negocio en orden para mañana por la mañana. ¿Cuál es su nombre?
—Mary Higgins. Señora Mary Higgins —le dijo _______—. Es una persona encantadora. Le pondrá en orden el negocio en un santiamén.
No podía reprimir la sonrisa, estaba tan feliz por la pobre Mary... Sin lugar a dudas, ese día había sido muy auspicioso, pensó eufórica. Primero Joe, y ahora eso. Y si la suerte seguía así, estaría comprometida para la medianoche.
El reloj de la señora Tiddles dio las campanadas e _______ sintió que el estómago le daba un vuelco. La opresión en el pecho por los nervios le dificultaba respirar normalmente. En unas pocas horas, lo vería de nuevo. ¿ Cómo podría sobrevivir a la espera? Debería perder al menos una hora bailando algunas piezas, manteniendo conversaciones triviales y soportando flirteos tontos antes de poder escabullirse de la fiesta sin levantar sospechas. Seguramente Joe quedaría impresionado por el vestido que le había hecho la señora Bonnier. ¿Se le declararía esa noche? Así lo esperaba. No podía soportar la expectativa.
—¿Puedo ver algún diseño en amarillo? —preguntó Freddy a la sombrerera.
_______ suspiró exasperada. —Has visto suficiente. Decídete de una vez.
—Está bien —sonrió la señora Tiddles comprensivamente—. Mis hijas eran igual de exuberantes cuando tenían quince años. Lo único que lamento es no tener otro chal azul como éste. Mi asistente guardaba todo en su lugar, pero la pequeña desagradecida me abandonó la semana pasada sin advertirme una palabra. Se fue con un hombre, eso es lo que hizo, a pesar de todo lo que había hecho por ella... le enseñé la profesión, le di un techo —la mujer suspiró profundamente—. Ahora estoy sola para todo, otra vez. Mis hijas viven en el Norte, ¿sabe usted?
_______ dio un respingo.
—Señora Tiddles, si me permite, me gustaría recomendarle a alguien, una joven viuda que perdió a su marido en la guerra; gentil, callada y que está buscando un trabajo ansiosamente.
—¡Oh! —la señora Tiddles entrelazó las manos—. ¿Quién es la joven?
—Es una habilidosa costurera quien actualmente forma parte del personal de servicio de nuestra casa. Creo que le será de gran ayuda. Si le puede brindar alojamiento, se la enviaré hoy mismo.
—¡Oh, no! Ni en sueños me atrevería a quitarle una persona que está a su servicio, señorita Aubrey.
—No debe preocuparse por eso —le aseguró _______—. Es sólo un empleo temporal. Verá usted, dirijo una fundación que ayuda a las mujeres que han quedado desamparadas por haber perdido en la guerra al hombre que le proveía el sustento... —_______ le explicó brevemente la fundación de caridad y le extendió una tarjeta personal—. Por lo que puede ver, usted también le brindaría un gran servicio al país. Después de todo, el marido de esta mujer dio la vida para poder salvarnos de la invasión francesa.
Los ojos de la señora Tiddles se llenaron de lágrimas por la emoción.
—Qué bondadoso de su parte, señorita Aubrey. Estaré encantada de darle empleo a esa joven viuda. Y le estaré eternamente agradecida —le sonrió—. Si usted pudiese prescindir de ella esta tarde, tendríamos la noche para conocernos antes de colocar el negocio en orden para mañana por la mañana. ¿Cuál es su nombre?
—Mary Higgins. Señora Mary Higgins —le dijo _______—. Es una persona encantadora. Le pondrá en orden el negocio en un santiamén.
No podía reprimir la sonrisa, estaba tan feliz por la pobre Mary... Sin lugar a dudas, ese día había sido muy auspicioso, pensó eufórica. Primero Joe, y ahora eso. Y si la suerte seguía así, estaría comprometida para la medianoche.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
CAPÍTULO 7
_______ la alcoba de su madre.
—¿Querías verme?
—Entra, _______. Quiero hablar contigo. —Tendida en su cama, con un gorro de dormir de encaje del cual escapaban algunos rizos canosos, lady Aubrey tenía una apariencia majestuosa. _______ cerró la puerta y se acercó—. ¡Oh, te ves encantadora, querida! —exclamó su madre con sumo placer—. Me alegro que hayas entrado en razones. Tu tonta rebeldía no nos conducía a nada.
Lo que era justamente el motivo de su rebeldía, pensó _______; pero no dijo nada.
Su madre continuó.
—Escondiéndote tras sosos vestiduchos no lograrás espantar a tus pretendientes. Los hombres tienen un ojo especial para las jóvenes hermosas. Te lo digo por experiencia —Hyacinth acompañó el comentario con un guiño cómplice—. En realidad, a tu edad, realmente llamaba la atención... y logré casarme felizmente con tu padre.
De haber sido otra ocasión, un comentario como ese hubiese bastado para que volviese a su alcoba y se cambiase, sólo por rebeldía, pero esa noche quería lucir hermosa. Su vestido de fiesta nuevo tenía la espalda muy escotada y era glamuroso. Confeccionado en seda natural cubierta de una vaporosa gasa dorada, a primera vista daba la impresión de que estaba desnuda bajo la tela brillante. Lucy le había recogido el cabello dorado cobrizo logrando un elaborado peinado estilo griego que le dejaba el cuello al descubierto con algunos rizos que le caían sobre las orejas y la nuca. Las gemelas habían festejado su atuendo con alaridos de júbilo tan sólo un momento atrás. Esperaba que el vestido tuviese un efecto similar en Joe. Estaba exaltada por los nervios.
—Mamá, Stilgoe me está esperando abajo.
—¿No vas con tus amigas? —preguntó en tono optimista su madre.
—No. Me encontraré con ellas en la fiesta. Angie no irá esta noche y Charlie insistió en que fuese con él.
—Bien, al menos estarás bien escoltada. Debo decir que tus amigas no son la clase de jóvenes de buena cuna a quienes deberías frecuentar. Lady Iris es tolerable, supongo, con una belleza simplona —su madre arrugó la nariz en gesto despectivo—. Pero todo el mundo sabe que se casó con Chilton por su dinero. El hombre casi le triplica la edad. Creo que su padre vendía vacas, ¿no es así?
—Sir Andrew criaba ejemplares de pura raza, mamá —contestó _______ con los dientes apretados—. Un emprendimiento totalmente respetable. El Regente era uno de sus dientes.
—Bueno, sí, cuando uno comercia y se tiene al Regente como el mejor cliente, no es extraño terminar en manos de prestamistas. Si no hubiese aparecido Chilton, sir Andrew...
—Está muerto, mamá. Dio la vida por Inglaterra, e Iris es una de mis mejores amigas. Te ruego que no hables mal de ella, ni a mí ni a nadie, en realidad.
Hyacinth arrugó la nariz, desdeñosa.
—Bueno, la otra mujer es la que considero inaceptable. La actriz francesa cuya amistad insistes en cultivar. Me sorprende que la reciban en hogares respetables, para empezar.
_______ se puso tensa y lanzó una maldición, totalmente impropia para una dama. Habían mantenido esta conversación cientos de veces, y jamás habían llegado a ninguna parte.
—Sophie no es una actriz, mamá. Era una soprano famosa de París antes de la guerra, y ahora es la respetable viuda de un oficial del ejército con el que tuvo un hijo que ahora tiene cinco años. Incluso su familia política, que pertenece a la nobleza, la tiene en gran estima. ¿Por qué no habríamos de tenerla nosotros ?
Hyacinth le dispensó la más cariñosa de las miradas.
—Mi corazón sólo anida interés por tu bien, amor mío. Quiero verte resplandecer adorada por todos. Tan sólo unos días atrás, lady Fanny Hanson se maravilló por la hermosa joven en la que te habías convertido, tan encantadora y cumplida, tan devota para ayudar a los pobres. Ella le rogó a Stilgoe que accediera a la petición de su hijo para que os presentaran...
_______ quedó boquiabierta.
—¿Lord John le pidió a Stilgoe que nos presentara?
_______ la alcoba de su madre.
—¿Querías verme?
—Entra, _______. Quiero hablar contigo. —Tendida en su cama, con un gorro de dormir de encaje del cual escapaban algunos rizos canosos, lady Aubrey tenía una apariencia majestuosa. _______ cerró la puerta y se acercó—. ¡Oh, te ves encantadora, querida! —exclamó su madre con sumo placer—. Me alegro que hayas entrado en razones. Tu tonta rebeldía no nos conducía a nada.
Lo que era justamente el motivo de su rebeldía, pensó _______; pero no dijo nada.
Su madre continuó.
—Escondiéndote tras sosos vestiduchos no lograrás espantar a tus pretendientes. Los hombres tienen un ojo especial para las jóvenes hermosas. Te lo digo por experiencia —Hyacinth acompañó el comentario con un guiño cómplice—. En realidad, a tu edad, realmente llamaba la atención... y logré casarme felizmente con tu padre.
De haber sido otra ocasión, un comentario como ese hubiese bastado para que volviese a su alcoba y se cambiase, sólo por rebeldía, pero esa noche quería lucir hermosa. Su vestido de fiesta nuevo tenía la espalda muy escotada y era glamuroso. Confeccionado en seda natural cubierta de una vaporosa gasa dorada, a primera vista daba la impresión de que estaba desnuda bajo la tela brillante. Lucy le había recogido el cabello dorado cobrizo logrando un elaborado peinado estilo griego que le dejaba el cuello al descubierto con algunos rizos que le caían sobre las orejas y la nuca. Las gemelas habían festejado su atuendo con alaridos de júbilo tan sólo un momento atrás. Esperaba que el vestido tuviese un efecto similar en Joe. Estaba exaltada por los nervios.
—Mamá, Stilgoe me está esperando abajo.
—¿No vas con tus amigas? —preguntó en tono optimista su madre.
—No. Me encontraré con ellas en la fiesta. Angie no irá esta noche y Charlie insistió en que fuese con él.
—Bien, al menos estarás bien escoltada. Debo decir que tus amigas no son la clase de jóvenes de buena cuna a quienes deberías frecuentar. Lady Iris es tolerable, supongo, con una belleza simplona —su madre arrugó la nariz en gesto despectivo—. Pero todo el mundo sabe que se casó con Chilton por su dinero. El hombre casi le triplica la edad. Creo que su padre vendía vacas, ¿no es así?
—Sir Andrew criaba ejemplares de pura raza, mamá —contestó _______ con los dientes apretados—. Un emprendimiento totalmente respetable. El Regente era uno de sus dientes.
—Bueno, sí, cuando uno comercia y se tiene al Regente como el mejor cliente, no es extraño terminar en manos de prestamistas. Si no hubiese aparecido Chilton, sir Andrew...
—Está muerto, mamá. Dio la vida por Inglaterra, e Iris es una de mis mejores amigas. Te ruego que no hables mal de ella, ni a mí ni a nadie, en realidad.
Hyacinth arrugó la nariz, desdeñosa.
—Bueno, la otra mujer es la que considero inaceptable. La actriz francesa cuya amistad insistes en cultivar. Me sorprende que la reciban en hogares respetables, para empezar.
_______ se puso tensa y lanzó una maldición, totalmente impropia para una dama. Habían mantenido esta conversación cientos de veces, y jamás habían llegado a ninguna parte.
—Sophie no es una actriz, mamá. Era una soprano famosa de París antes de la guerra, y ahora es la respetable viuda de un oficial del ejército con el que tuvo un hijo que ahora tiene cinco años. Incluso su familia política, que pertenece a la nobleza, la tiene en gran estima. ¿Por qué no habríamos de tenerla nosotros ?
Hyacinth le dispensó la más cariñosa de las miradas.
—Mi corazón sólo anida interés por tu bien, amor mío. Quiero verte resplandecer adorada por todos. Tan sólo unos días atrás, lady Fanny Hanson se maravilló por la hermosa joven en la que te habías convertido, tan encantadora y cumplida, tan devota para ayudar a los pobres. Ella le rogó a Stilgoe que accediera a la petición de su hijo para que os presentaran...
_______ quedó boquiabierta.
—¿Lord John le pidió a Stilgoe que nos presentara?
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Por supuesto que sí —su madre adoptó un tono de voz cómplice—. Lady Fanny nos confesó que su hijo está buscando esposa, pero con total discreción y de manera muy selectiva, como debe ser con un hombre de su posición. Debes esforzarte para causarle la mejor impresión, _______ —la instruyó su madre—. Si reúnes las condiciones que él pretende, te convertirás en la duquesa de Haworth muy pronto.
—Intentaré recordarlo cuando lord John admire mis condiciones esta noche.
—¡_______ Jane Aubrey! —su madre se incorporó de la montaña de blandos cojines que tenía a la espalda—. ¡No soportaré ninguna de tus tonterías esta noche! ¡Haz el esfuerzo necesario para que lord John Hanson se enamore locamente de ti!
_______ se enfureció.
—No me casaré con un hombre sólo porque tú encuentras a su madre, o a su abuelo, en todo caso, socialmente aceptable. ¿Por qué deseas tan desesperadamente deshacerte de mí, mamá?
—¿Desesperada por deshacerme de ti? ¡Dios del Cielo! ¿De dónde has sacado semejante idea? —Hyacinth se abanicó el rostro—. Lo único que deseo es que tengas una vida feliz, eso es todo. Soy totalmente consciente de que te importan más tus viudas de guerra que tu pobre madre viuda, pero a pesar de tu conducta egoísta, quiero que sepas que estoy muy preocupada por tu futuro.
—Mi futuro no tiene por qué preocuparte. Lo tengo todo bajo control.
—¡Bah! Durante años pasé por alto tus travesuras, y te dejé crecer salvaje porque mi querido Will, tu devoto hermano, me convenció de que tu temperamento despreocupado se corregiría con el tiempo. Bueno, el futuro está próximo, y tu carácter irresponsable no ha cambiado.
_______ levantó desafiante el mentón.
—Pues entonces, según tus palabras, yo no puedo atraer a alguien tan noble como lord John Handsome... Hanson.
—Mmm. Veremos —su madre rió astutamente.
_______ entrecerró los ojos.
—¿Qué estás tramando, mamá?
—¿Tramando? ¡Ay de mí! ¡Yo nunca tramo nada! Ahora ven y dame un beso de despedida. Y dile a Stilgoe que lleve la llave. El viejo Norris odia cuando lo hacen levantarse durante la noche.
_______ besó tensa a su madre en la mejilla y se escapó de la alcoba. Algunas veces casi preferiría no tener familia. Las familias eran tan entrometidas... Cada uno de los miembros parecía saber precisamente qué le sucedía al otro y consideraba su deber darle su imprudente opinión. La privacidad era un lujo que pocos disfrutaban en aquella casa, al menos no ella. No era de extrañar que les mintiese e hiciese lo que quería. Recogió el retículo y se dirigió escaleras abajo.
Stilgoe la esperaba impacientemente en la puerta principal.
—¡Diablos, _______! Eres peor que Angie.
—Mamá quería hablar conmigo antes de que me fuera. ¿Qué podía hacer? Dicho sea de paso, me pidió que te recordara que lleves la llave. Norris se ha estado quejando otra vez —atravesó el umbral y aceptó la mano de un sirviente para ayudarla subir al coche que aguardaba.
Charlie se dejó caer en el asiento tapizado frente a ella y golpeó el bastón en el techo del carruaje.
—¡Barrington House! —cuando el coche avanzó por la calle, su rostro rubicundo se iluminó con una sonrisa de satisfacción—. ¡Dios mío, mírate! Si hubiese sabido que abandonarías tus vestidos tan poco elegantes por Hanson, te lo habría presentado hace semanas. Dos valses reservados, ¿qué tal?
Le sacó la lengua.
—¿Debes ser tan molesto?
—¡Por todos los diablos! Sólo quería decirte que te ves excepcionalmente encantadora esta noche.
—Gracias —_______ notó su expresión compungida—. No debí enojarme contigo.
—Intentaré recordarlo cuando lord John admire mis condiciones esta noche.
—¡_______ Jane Aubrey! —su madre se incorporó de la montaña de blandos cojines que tenía a la espalda—. ¡No soportaré ninguna de tus tonterías esta noche! ¡Haz el esfuerzo necesario para que lord John Hanson se enamore locamente de ti!
_______ se enfureció.
—No me casaré con un hombre sólo porque tú encuentras a su madre, o a su abuelo, en todo caso, socialmente aceptable. ¿Por qué deseas tan desesperadamente deshacerte de mí, mamá?
—¿Desesperada por deshacerme de ti? ¡Dios del Cielo! ¿De dónde has sacado semejante idea? —Hyacinth se abanicó el rostro—. Lo único que deseo es que tengas una vida feliz, eso es todo. Soy totalmente consciente de que te importan más tus viudas de guerra que tu pobre madre viuda, pero a pesar de tu conducta egoísta, quiero que sepas que estoy muy preocupada por tu futuro.
—Mi futuro no tiene por qué preocuparte. Lo tengo todo bajo control.
—¡Bah! Durante años pasé por alto tus travesuras, y te dejé crecer salvaje porque mi querido Will, tu devoto hermano, me convenció de que tu temperamento despreocupado se corregiría con el tiempo. Bueno, el futuro está próximo, y tu carácter irresponsable no ha cambiado.
_______ levantó desafiante el mentón.
—Pues entonces, según tus palabras, yo no puedo atraer a alguien tan noble como lord John Handsome... Hanson.
—Mmm. Veremos —su madre rió astutamente.
_______ entrecerró los ojos.
—¿Qué estás tramando, mamá?
—¿Tramando? ¡Ay de mí! ¡Yo nunca tramo nada! Ahora ven y dame un beso de despedida. Y dile a Stilgoe que lleve la llave. El viejo Norris odia cuando lo hacen levantarse durante la noche.
_______ besó tensa a su madre en la mejilla y se escapó de la alcoba. Algunas veces casi preferiría no tener familia. Las familias eran tan entrometidas... Cada uno de los miembros parecía saber precisamente qué le sucedía al otro y consideraba su deber darle su imprudente opinión. La privacidad era un lujo que pocos disfrutaban en aquella casa, al menos no ella. No era de extrañar que les mintiese e hiciese lo que quería. Recogió el retículo y se dirigió escaleras abajo.
Stilgoe la esperaba impacientemente en la puerta principal.
—¡Diablos, _______! Eres peor que Angie.
—Mamá quería hablar conmigo antes de que me fuera. ¿Qué podía hacer? Dicho sea de paso, me pidió que te recordara que lleves la llave. Norris se ha estado quejando otra vez —atravesó el umbral y aceptó la mano de un sirviente para ayudarla subir al coche que aguardaba.
Charlie se dejó caer en el asiento tapizado frente a ella y golpeó el bastón en el techo del carruaje.
—¡Barrington House! —cuando el coche avanzó por la calle, su rostro rubicundo se iluminó con una sonrisa de satisfacción—. ¡Dios mío, mírate! Si hubiese sabido que abandonarías tus vestidos tan poco elegantes por Hanson, te lo habría presentado hace semanas. Dos valses reservados, ¿qué tal?
Le sacó la lengua.
—¿Debes ser tan molesto?
—¡Por todos los diablos! Sólo quería decirte que te ves excepcionalmente encantadora esta noche.
—Gracias —_______ notó su expresión compungida—. No debí enojarme contigo.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Un simple «gracias» de vez en cuando no mataría a nadie, ¿sabes? Puede que no lo creas, pero realmente me preocupo por ti, _______. Me preocupa mucho ver que desperdicias tu vida por una obsesión.
Entrecerró los ojos.
—¿Qué obsesión?
Stilgoe se movió incómodo y cambió de lugar contra los cojines.
—Bueno, supongo que tu renuencia a despertar la atención de cualquier admirador debe obedecer a algo.
—Sí, de mi disgusto por ellos.
Su hermano la miró serio.
—No siempre fuiste tan... reacia... con los caballeros. Le sonaron campanas de alarma en la cabeza.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a cuando tenías la edad de las gemelas.
Apretó los dientes.
—¿Y la atención de qué caballero intentaba despertar cuando usaba faldas cortas, me lo puedes decir?
Frunció las cejas rubias.
—¿Estás bromeando, verdad?
—Solo contesta a la pregunta, por favor.
—Bien, voy a decirtelo de una vez. Perseguías a Joe como si fuese un regalo de Dios para las jovencitas.
Fingió sorprenderse por completo.
—¿Joe? ¿El amigo de Will?
—No, el zar de Rusia. Si, el amigo de Will. Ese tipo alto, apuesto, de uniforme, que solías acosar y perseguir sin descanso... ¿te acuerdas?
Contuvo una maldición. Se preguntaba quién más estaba al tanto de sus sentimientos secretos.
A regañadientes preguntó:
—¿Lo sabía Will?
—¿Qué crees? No eras muy sutil: «Joe esto, Joe aquello...» Nos taladrabas el cerebro.
—¿Lo sabía Joe? —contuvo la respiración. La posibilidad de que él supiese que había estado loca por él era... más que embarazosa, podría incluso darle un cariz distinto a los que había sucedido esa mañana, un cariz mucho más desfavorable.
—Quizás... probablemente... Diría que sí. Como te dije, eras muy tenaz. ¿Recuerdas cómo le endosaste el cachorro negro? —se ahogó de risa, salpicándose el pecho—. Pobre Joe, no quiso defraudarte, y en vez de deshacerse de él, acarreó la canasta de picnic por todo el Continente.
_______ gruñó. Joe lo sabía. La noche en que lo había besado, no se le había ocurrido que él podía estar al tanto de sus patéticos sentimientos. Porque habían sido patéticos... una quinceañera embobada por el libertino favorito de la sociedad. Bueno, ya no era una patética imberbe. Era una mujer, y lo había hecho desearla tanto como ella a él. Esta noche haría que Stilgoe se comiese sus palabras. Obsesión, era verdad.
—Charlie, ¿con quién estuvo comprometido Joe?
Entrecerró los ojos.
—¿Qué obsesión?
Stilgoe se movió incómodo y cambió de lugar contra los cojines.
—Bueno, supongo que tu renuencia a despertar la atención de cualquier admirador debe obedecer a algo.
—Sí, de mi disgusto por ellos.
Su hermano la miró serio.
—No siempre fuiste tan... reacia... con los caballeros. Le sonaron campanas de alarma en la cabeza.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a cuando tenías la edad de las gemelas.
Apretó los dientes.
—¿Y la atención de qué caballero intentaba despertar cuando usaba faldas cortas, me lo puedes decir?
Frunció las cejas rubias.
—¿Estás bromeando, verdad?
—Solo contesta a la pregunta, por favor.
—Bien, voy a decirtelo de una vez. Perseguías a Joe como si fuese un regalo de Dios para las jovencitas.
Fingió sorprenderse por completo.
—¿Joe? ¿El amigo de Will?
—No, el zar de Rusia. Si, el amigo de Will. Ese tipo alto, apuesto, de uniforme, que solías acosar y perseguir sin descanso... ¿te acuerdas?
Contuvo una maldición. Se preguntaba quién más estaba al tanto de sus sentimientos secretos.
A regañadientes preguntó:
—¿Lo sabía Will?
—¿Qué crees? No eras muy sutil: «Joe esto, Joe aquello...» Nos taladrabas el cerebro.
—¿Lo sabía Joe? —contuvo la respiración. La posibilidad de que él supiese que había estado loca por él era... más que embarazosa, podría incluso darle un cariz distinto a los que había sucedido esa mañana, un cariz mucho más desfavorable.
—Quizás... probablemente... Diría que sí. Como te dije, eras muy tenaz. ¿Recuerdas cómo le endosaste el cachorro negro? —se ahogó de risa, salpicándose el pecho—. Pobre Joe, no quiso defraudarte, y en vez de deshacerse de él, acarreó la canasta de picnic por todo el Continente.
_______ gruñó. Joe lo sabía. La noche en que lo había besado, no se le había ocurrido que él podía estar al tanto de sus patéticos sentimientos. Porque habían sido patéticos... una quinceañera embobada por el libertino favorito de la sociedad. Bueno, ya no era una patética imberbe. Era una mujer, y lo había hecho desearla tanto como ella a él. Esta noche haría que Stilgoe se comiese sus palabras. Obsesión, era verdad.
—Charlie, ¿con quién estuvo comprometido Joe?
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Su hermano casi se cae del asiento.
—¡Por todos los demonios, _______! ¿Cómo puedo saberlo? —la miró preocupado—. ¿Quién te dijo que había estado comprometido?
—Una amiga.
—Ya veo. Bien, la última vez que se comunicó conmigo fue cuando murió Will.
Sintió un escozor en las orejas.
—¿Qué tipo de comunicación?
—Me envió una nota transmitiendo cuán profundamente apenado estaba, etcétera, etcétera. Lo usual.
—¿No en términos más personales?
—No —Charles se rascó el mentón—. Ahora que lo pienso, me resultó bastante extraño. Él y Will eran uña y carne. Era casi un residente permanente en nuestra casa —hizo una pausa—. ¿Sabias que tiene el rostro desfigurado, casi irreconocible?
Asintió, de manera adusta, sintiendo una punzada de dolor en el corazón.
—¿Lo viste después de... ?
—No, pero la gente comente —entrecerró los ojos hasta que se convirtieron en apenas unas líneas—. Espero que no estés considerando enamorarte de él. Dicen que ha perdido la razón y que vive encerrado en su bodega.
—Tonterías. No lo creo ni por un segundo —contestó, recordando perfectamente lo que el mayordomo de Joe le había informado—. ¡Y tú tampoco deberías hacerlo!
—Hemos llegado —respiró aliviado cuando el coche se detuvo—. Sé agradable con Hanson, y por amor de Dios, no le hables de Joe.
—¿Está seleccionando favoritos, señorita Aubrey? —el barón de Grey protestó vehementemente. Sus compinches la habían acosado reservándose todos los bailes y ella se había negado a anotar a Grey en el último lugar que tenía libre.
—Por supuesto que no. Yo solamente... eh...
_______ miró a su alrededor, aturdida por la súbita popularidad que había tenido durante la velada... desde que el Ángel Dorado la había escoltado en Almack's y se había reservado dos piezas para la reunión social de esa noche. Apenas había puesto un pie en el atestado salón de baile, un enjambre de admiradores la rodeó y la acosó toda la noche. Sin duda, querían constatar por sí mismos qué tenía ella de especial. Se había negado contra viento y marea a conceder el último baile con la esperanza de que el hombre con el que ella soñaba bailar un vals traspasase la puerta. Desde hacía rato su hermano había desaparecido en uno de los salones de juego. Considerando que no estaba su esposa para recriminarle o demandarle su atención, _______ sabía que no aparecería por largo rato. De todas formas, no parecía probable que ella pudiese escabullirse para visitar a Joe esa noche. Maldición.
El joven lord Ashton cogió una copa de vino Madeira de la bandeja y se la ofreció.
—¿Quién es el maldito afortunado a quien le está reservando el último baile?
_______ aceptó la copa con una sonrisa agradecida. Estaba realmente exhausta después de haber estado conversando durante una hora con una docena de caballeros que se disputaban su atención.
—A Prinny, en el caso de que decidiese presentarse esta noche. Una nunca debe desairar a un futuro monarca.
Mientras los hombres reían con disimulo, pudo ver que Sophie e Iris le sonreían desde la mesa de refrescos, y alzaban las copas brindando por su éxito. Les echó una mirada significativa para que captasen el mensaje y la rescataran uniéndosele. Los hombres que la rodeaban pertenecían a las mejores familias de Inglaterra, e incluso poseían títulos de nobleza y ocupaban ancestrales bancas en la Casa de los Lores. En breve, muchos de ellos serían los que decidirían el futuro de su proyecto de reforma legislativa. Necesitaba la ayuda de Sophie e Iris para sacar el tema a colación, porque cada vez que aludía a él, algún idiiota la interrumpía con un flirteo banal. Por Dios, sus amigas parecían darle más importancia a la perspectiva de que ella encontrase marido que a las convenientes conexiones políticas que podrían hacer.
—¡Por todos los demonios, _______! ¿Cómo puedo saberlo? —la miró preocupado—. ¿Quién te dijo que había estado comprometido?
—Una amiga.
—Ya veo. Bien, la última vez que se comunicó conmigo fue cuando murió Will.
Sintió un escozor en las orejas.
—¿Qué tipo de comunicación?
—Me envió una nota transmitiendo cuán profundamente apenado estaba, etcétera, etcétera. Lo usual.
—¿No en términos más personales?
—No —Charles se rascó el mentón—. Ahora que lo pienso, me resultó bastante extraño. Él y Will eran uña y carne. Era casi un residente permanente en nuestra casa —hizo una pausa—. ¿Sabias que tiene el rostro desfigurado, casi irreconocible?
Asintió, de manera adusta, sintiendo una punzada de dolor en el corazón.
—¿Lo viste después de... ?
—No, pero la gente comente —entrecerró los ojos hasta que se convirtieron en apenas unas líneas—. Espero que no estés considerando enamorarte de él. Dicen que ha perdido la razón y que vive encerrado en su bodega.
—Tonterías. No lo creo ni por un segundo —contestó, recordando perfectamente lo que el mayordomo de Joe le había informado—. ¡Y tú tampoco deberías hacerlo!
—Hemos llegado —respiró aliviado cuando el coche se detuvo—. Sé agradable con Hanson, y por amor de Dios, no le hables de Joe.
—¿Está seleccionando favoritos, señorita Aubrey? —el barón de Grey protestó vehementemente. Sus compinches la habían acosado reservándose todos los bailes y ella se había negado a anotar a Grey en el último lugar que tenía libre.
—Por supuesto que no. Yo solamente... eh...
_______ miró a su alrededor, aturdida por la súbita popularidad que había tenido durante la velada... desde que el Ángel Dorado la había escoltado en Almack's y se había reservado dos piezas para la reunión social de esa noche. Apenas había puesto un pie en el atestado salón de baile, un enjambre de admiradores la rodeó y la acosó toda la noche. Sin duda, querían constatar por sí mismos qué tenía ella de especial. Se había negado contra viento y marea a conceder el último baile con la esperanza de que el hombre con el que ella soñaba bailar un vals traspasase la puerta. Desde hacía rato su hermano había desaparecido en uno de los salones de juego. Considerando que no estaba su esposa para recriminarle o demandarle su atención, _______ sabía que no aparecería por largo rato. De todas formas, no parecía probable que ella pudiese escabullirse para visitar a Joe esa noche. Maldición.
El joven lord Ashton cogió una copa de vino Madeira de la bandeja y se la ofreció.
—¿Quién es el maldito afortunado a quien le está reservando el último baile?
_______ aceptó la copa con una sonrisa agradecida. Estaba realmente exhausta después de haber estado conversando durante una hora con una docena de caballeros que se disputaban su atención.
—A Prinny, en el caso de que decidiese presentarse esta noche. Una nunca debe desairar a un futuro monarca.
Mientras los hombres reían con disimulo, pudo ver que Sophie e Iris le sonreían desde la mesa de refrescos, y alzaban las copas brindando por su éxito. Les echó una mirada significativa para que captasen el mensaje y la rescataran uniéndosele. Los hombres que la rodeaban pertenecían a las mejores familias de Inglaterra, e incluso poseían títulos de nobleza y ocupaban ancestrales bancas en la Casa de los Lores. En breve, muchos de ellos serían los que decidirían el futuro de su proyecto de reforma legislativa. Necesitaba la ayuda de Sophie e Iris para sacar el tema a colación, porque cada vez que aludía a él, algún idiiota la interrumpía con un flirteo banal. Por Dios, sus amigas parecían darle más importancia a la perspectiva de que ella encontrase marido que a las convenientes conexiones políticas que podrían hacer.
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