"Chico travieso" (Joe y tú)

—Has cambiado —murmuró él mientras andaba hacia el otro lado de la cama, mirándola a ella fijamente, excitado, determinado.

—No he cambiado en absoluto, Joe. —Tiró las mantas hasta la cintura mientras se sentaba contra las almohadas—. Quizás nunca me conociste realmente. —Levantó las cejas con énfasis—. Eso es siempre una posibilidad.

—Disfrutaste despertándote conmigo —acusó—. No quieres echarme.
Eso era pan comido. No, ella no quería echarlo. Quería curvarse contra él y dormir sin miedo como había hecho la noche antes y despertar tan caliente y protegida como lo había hecho esa mañana.

Levantó el mentón, negándose a contestarle, luchando por sostener su astuta mirada mientras él la miraba bajo el velo de sus pestañas gruesas y negras.

—Ve a jugar con otra persona. —Quizás tuviera que matarlo si lo intentaba—. No estoy interesada en los juegos.

— ¿Y piensas que esto es un juego? —Él le frunció el ceño, las manos apoyadas en las poderosas caderas mientras sus ojos comenzaban a hervir a fuego lento con irritación.

—Pienso que lo es para ti —le contestó en tono pesimista—. Y yo no soy un juego. No juegues conmigo, Joe. Ni ahora, ni nunca.


Capítulo 8

Joe se inclinó hacia delante, sosteniéndose con los musculosos brazos en el colchón mientras la miraba fijamente a los ojos. _____ luchó contra la necesidad de alejar la mirada, para negar el asidero que tenía en ella. No había escapatoria. La hipnotizaba, la hacía sentirse hambrienta, la hacía necesitar.
—No estoy asustada de ti, Joe —intentó sonreírle burlonamente—. No intentes intimidarme.

—Si no te gustan los juegos, entonces no juegues. —Su voz era peligrosamente suave, advirtiendo—. Si deseas algo de mí, entonces dime lo que deseas.

Los dientes se apretaron con ira.

—Bien —dijo bruscamente—. Te quiero fuera de mi dormitorio y fuera de mi vista. Vete. —Hizo un movimiento para ahuyentarlo con la mano, luego lo miró fijamente asombrada mientras la mano se movió rápidamente capturándole la muñeca.

El corazón le saltó en la garganta cuando él atrajo los dedos a su boca, los frotó contra la aspereza de terciopelo de los labios antes de abrirlos y lamer las puntas con un golpecito sutil de la lengua.
Estaba indefensa. El mudo golpe por la completa sensualidad de mirarlo acariciando nada más que las puntas de los dedos. Sintiendo el calor de sus labios, el calor parpadeante de su lengua, el sensual pellizco de sus dientes.
Cada acaricia enviaba llamas de calor explotando con sensual devastación a través de su cuerpo. Los pezones estaban tan duros, los nervios allí tan sensibilizados que estaban enviando llamaradas de respuesta directamente a su matriz, convulsionándola con un puñetazo erótico de placer. La sensación enviaba humedad caliente de su vagina.

—Joe… —Ella se horrorizó del quejido en su voz, de su incapacidad de apartarse de él.
El se acercó más. Arrodillándose en la cama, todavía sosteniendo la mano, la empujó hacia él hasta que estuvo de rodillas ante él.
La tomó de la otra muñeca, colocando las palmas contra el pecho antes de que sus manos le acariciaran los brazos, bajaron por la espalda hasta las caderas. Ella temblaba, estremeciéndose ante la ligera caricia, podía haber sido más firme, podía haber sido más destructiva. En vez de eso, era sutil. Suave. Dándole la oportunidad de separarse, sabiendo que no podía. Que no lo haría.

—Eres mía —susurró otra vez mientras bajaba la cabeza.

Ella le miró fijamente, luchando por respirar, luchando contra los deseos que rabiaban dentro de ella. Estaba indefensa contra su toque, contra el hambre que brillaba en sus ojos.
Así como estaba indefensa contra su beso.
Sus labios cubrieron los suyos, lentamente al principio. Demasiado lentamente, demasiado lentamente. Los acariciaron, la lengua salió brevemente para humedecerlos un segundo antes de que los dientes agarraran la curva inferior, pellizcándola mientras la miraba.
Su respiración se hizo difícil mientras sentía las manos arrugando el material de la bata en las caderas. Lo atrajo hacia arriba lentamente por las caderas, acariciando la carne, desnudándola con sus manos.

—Tranquila —susurró contra sus labios—. Solo siente, ______. Siénteme. Arde por mí…

Ella sentía el aire fresco acariciando los muslos, luego sus manos contra la carne desnuda, callosas, calientes mientras los labios se inclinaban sobre ella y le robaban la mente con su beso.
Profundos, embriagadores besos. El placer rompió por su sistema, consumiéndola hasta el punto de que el conocimiento de que estaba siendo bajada, colocada bajo él apenas se registró en su mente. Todo lo que conocía era el placer. La sensación de su duro cuerpo sobre ella, sus manos acariciándole los desnudos muslos, las caderas, luego trabajando en los diminutos botones del corpiño mientras sus besos la embelesaban.
Se ahogaba en él. El sabor de él. Su toque. Los débiles sonidos masculinos de hambre y placer mientras empezaba a tocarle. Necesitaba tocarle. Sumergirse en cada sensual sensación que pudiera consumir. Su sistema nervioso se amotinaba con los caóticos impulsos que lo atravesaban. El aire a su alrededor se calentaba, húmedo con la desesperación que infundía cada beso, cada toque.

—Dios, sabes dulce. —Sus labios se apartaron, su respiración pesada, difícil mientras se movía hacia el cuello de ella.
Ella inclinó el cuello, anhelando aire mientras sentía el rastrillar de sus dientes por la columna sensible, luego sintió la ráfaga de aire fresco sobre los senos desnudos.
Mientras él levantaba la cabeza, ella abrió los ojos, mirando fijamente con aturdida fascinación como la mirada de él caía a sus senos. Él había separado las orillas desabrochadas de su bata, mostrando los montículos de sus senos hinchados y duramente excitados.
La expresión en su cara era de pura y carnal hambre. Los ojos de párpados pesados, los labios húmedos e hinchados de sus besos, los pómulos enrojecidos.
Como si estuviera suspendido entre el sueño y la realidad, ella le miró bajar la cabeza, los ojos ensanchándose, un gemido estrangulado que salía de sus labios mientras la lengua le cubría un pezón puntiagudo, excitado.
La reacción se disparó por ella, dando un tirón a su cuerpo mientras sus manos se apretaron en su cuello, arqueándose. Esto era el cielo. Era el éxtasis. El mayor placer que había conocido en su vida.
La lengua golpeó en el duro punto mientras chupaba la carne repleta de nervios en su boca, atrayéndola profundamente, creando una sensación de placer-dolor que tuvo un grito asustado saliéndole de los labios.
Los labios de él cubrieron inmediatamente los suyos, silenciando los excitados gritos mientras sus dedos reemplazaban la boca. Pellizcando las puntas tiernas, haciéndola retorcerse bajo él mientras luchaba por acercarse, por calmar el dolor ardiente entre los muslos.

—Shh. Tranquila. —Su gemido fue susurrado contra los labios, su voz oscura, desesperada—. Maldición, _____. No te puedo tomar aquí. Papa me matará.

—Yo te mataré si no lo haces. —El pecho se apretó contra los senos, raspó sus pezones mientras ella luchaba por respirar—. No pares, Joe, por favor.

La mano le bajó por el muslo, los dedos cerca, tan cerca de donde ella los necesitaba. Le miró implorantemente, sintiendo su vagina ondular de necesidad, los músculos apretando en la desesperación.

—Si te tomo, chillarás —susurro, los ojos oscureciéndose, una lujuria hambrienta llenando su expresión—. Quiero oír cada grito que deje tus labios, ______. Cada chillido mientras te corres a mí alrededor. No puedo hacer eso aquí. No podemos hacer eso aquí. Lo sabes.
Ella sacudió la cabeza, un quejido débil escapando de sus labios.

—He esperado demasiado tiempo, Joe.

—Shh. —Su beso fue apacible y también demasiado corto mientras movía despacio la bata sobre sus muslos y luego le cubría los senos una vez más—. Mañana. Saldremos en el barco —murmuro, empujándole el pelo atrás antes de moverse lentamente a su lado y empujarla a sus brazos.
Ella colocó la cabeza contra su pecho, luchando para regular su respiración, por liberarse de la espiral interminable de calor a donde él la había tirado.

—Eso no fue justo —susurró ella mientras él levantaba la sábana sobre ellos—. Se supone que estás durmiendo en tu propia cama.
Ella estaba demasiado débil para hacerle moverse ahora, demasiado desesperada por su toque, cualquier toque, para forzarlo fuera de su cama.

—A dormir. —Sus brazos se contrajeron alrededor de ella—. Estaría luchando contra las sombras si durmiera lejos de ti, ______. Déjame sostenerte. Saber que estás bien.
Ella presionó los labios contra su pecho.

—No fue tu culpa, Joe —le dijo suavemente, preguntándose por el borde de remordimiento que oía en su voz.

Él estaba silencioso, pero sus manos todavía la acariciaban, calmando ahora, donde segundos antes habían estado excitando.
—Solo déjame sostenerte —repitió—. Duerme a mi lado, ______. Discutiremos el resto mas tarde.

— ¿Quieres que duerma? —Suspiró, negando con la cabeza—. Joe, nunca voy a dormir con tu erección pinchándome el vientre toda la noche.

—Seguro que puedes —se rió en la oreja—. Necesitas descansar, nena. Porque mañana por la noche, apostaría a que no vas a conseguir dormir en absoluto.

Se calló entonces, yaciendo a su lado, sintiendo sus brazos rodearla, protegiéndola. Dios, ¿qué estaba haciendo? Había vivido y respirado por el día en que Joe volviera y la viera como más que una niña molesta. Que la viera como una mujer, como su mujer. Y aquí estaba él, preparado para reclamarla, y ella estaba luchando contra ello, contra él. ¿O estaba luchando contra sí misma?

—Esto no es un juego, ______. —Su voz era suave, rodeándola, haciendo que los párpados revolotearan con placer mientras acariciaba sus sentidos—. Soy mortalmente serio acerca de esto. Acerca de nosotros. No bromeaba cuando dije que eras mía. Volví a casa para reclamarte, si eso es lo que todavía deseaba.

—Quizá no funciona así, Joe. — ¿O lo hacía?—. Te deseo hasta que no puedo pensar, no puedo respirar. Pero eres diferente ahora.

—No soy más diferente de lo que lo he sido jamás y lo sabes. —Su voz se endureció. —No te gusta el hecho de que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para protegerte. Deseas todo atado con rosas y promesas dulces. Te puedo dar eso, hasta un punto. Pero no ignoraré el peligro. Y tienes que aceptar eso. Habrá que tener cuidado.
No estaba enfadado, no estaba tratando de convencerla. Le estaba contando.

—Hablas de utilizarme. A mí y lo que sea que compartimos entre nosotros sexualmente, ostentándolo delante de él para provocarlo. —Eso la aterrorizaba más de que quería admitir.

—Es la manera más rápida de terminar esto.

—Quizá la manera más rápida no sea siempre la mejor. —No sabía si quería dar este paso, si quería forzar la mano de un loco.

—O quizá piensas que puedes ocultar lo que sea que esta relación traiga. —Su voz se endureció—. ¿Crees que eso es posible, ______? Si haces la elección de sumergirte en todo lo que puedo darte, o no, no hay diferencia. Todos creerán que lo estás. Él creerá que lo estás. Mi plan solo lo hará enloquecer más rápido, eso es todo. Pero sin embargo lo jugaremos, tú eliges.
No le gustó la manera fácil y práctica en que él dijo eso. Ella podía sentir un "pero" ahí adentro en algún lugar, solo tenía que encontrarlo.

—Podrías haber intentado por lo menos ocultar esa parte de tu vida sexual al mundo —suspiró finalmente con un borde de irritación.

— ¿Por qué? —Él sonaba verdaderamente curioso ahora—. _____, yo soy quién soy. No oculto eso, de nadie. No lo ostento. No lo anuncio. Otros lo hacen. Lo que suceda entre tú y yo espero que permanecerá entre tú y yo. Tú no te anuncias, y no anunciarás nuestra relación. ¿Por qué debemos prescindir de algo que quizás disfrutemos a causa de lo que otros sospechan, o piensan?
Odiaba cuando empujaba con la lógica sus argumentos contra ella. Siempre había hecho eso.

—Porque estoy asustada —susurró, alejándose para sentarse a un lado de la cama.
Bajó la cabeza, mirando fijamente la alfombra a los pies, tratando de reconciliar cosas dentro de ella misma que nunca había pensado que tendría que encarar. Pensaba que Joe la seduciría en lo que él deseaba de ella, no había esperado tener que hacer la elección. No había esperado tener que arriesgar no solo su propia vida, sino también el estar con él.

— ¿De mí?

—De mi misma. De lo que podría suceder. —Movió los pies, paseando lejos de la cama mientras se frotaba los brazos ante el estremecimiento que la recorrió—. Hablas de empujar a alguien que no está cuerdo. Y al mismo instante… —Sacudió la cabeza.

—Te estoy pidiendo que tomes una decisión —terminó por ella—. No acerca de tu seguridad sino acerca de algo mucho más importante para ti. Tu sexualidad.

—Todavía soy virgen. —Su risa fue auto burlona—. Esperaba algo un poco más romántico, Joe.

—Y merecías algo mucho más romántico, _____. —Suspiró—. Pero atrapar a ese acechador es más importante que el romance. Y no jugaré juegos contigo. Desde el principio, no estaremos solos. Si no sucede para ti con Kevin y Nick, entonces tenemos que dar por lo menos la impresión de ello. No podemos permitir que este tipo nos coja desprevenidos, no puedo permitirle herirte otra vez, porque Dios es mi testigo, mi cordura no sobrevivirá, ______.

— ¡Dios! —Se pasó los dedos por el pelo, girando, tratando de ignorar el hecho de que no estaba insultada, ni ofendida ni furiosa—. ¿No hablas de un antiguo trato, verdad? —Siguió dándole la espalda, manteniendo su expresión oculta.

—No. No lo hago.

siguela..... me encanto el cap.....
quiero cap
quiero cap...porfavorsito

seguilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!! :D

siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :) siguela :)

QUE TRATOOOOOOO?
OMJ
ESTA NOVE SIEMPRE ME DEJA PENSANDO(? JAJAJAJA
ME CAUSÓ MUCHA GRACIA ESTA PARTE:

— ¿Quieres que duerma? —Suspiró, negando con la cabeza—. Joe, nunca voy a dormir con tu erección pinchándome el vientre toda la noche.

JAJAJAJAJAJAJJAJAJA TE JURO QUE MORÍ :P
EL MICROFONO ES TREMENDO(? JAJAJA
SEGUILA CUANTO ANTES ADEEEEEEEEEEEEEEEEE

QUIERO CAP
QUIERO CAP
PON CAP
PON CAP
MUCHOS CAP
MUCHOS CAP......PLEASE

—Te estoy pidiendo que tomes una decisión —terminó por ella—. No acerca de tu seguridad sino acerca de algo mucho más importante para ti. Tu sexualidad.
—Todavía soy virgen. —Su risa fue auto burlona—. Esperaba algo un poco más romántico, Joe.
—Y merecías algo mucho más romántico, _______. —Suspiró—. Pero atrapar a ese acechador es más importante que el romance. Y no jugaré juegos contigo. Desde el principio, no estaremos solos. Si no sucede para ti con Kevin y Nick, entonces tenemos que dar por lo menos la impresión de ello. No podemos permitir que este tipo nos coja desprevenidos, no puedo permitirle herirte otra vez, porque Dios es mi testigo, mi cordura no sobrevivirá, ______.
— ¡Dios! —Se pasó los dedos por el pelo, girando, tratando de ignorar el hecho de que no estaba insultada, ni ofendida ni furiosa—. ¿No hablas de un antiguo trato, verdad? —Siguió dándole la espalda, manteniendo su expresión oculta.
—No. No lo hago.

*****

Los rumores habían comenzado cuando eran adolescentes. Tres jóvenes, jóvenes dioses con un carisma y sexualidad que había sido la caída de un divorciado local. Había empezado entonces, a una edad que ninguno de los tres hombres revelaría. Demasiado joven, reconoció Joe. Pero maldición, había hecho calor ese verano, y no solo por el sol. Loren Barnes había sido una tranquila, matrona de escuela regañona por fuera, pero por dentro había sido más caliente que los fuegos artificiales de julio.
Había tomado a tres chicos vírgenes inseguros y, en unos pocos cortos meses, les enseñó a ser buenos hombres antes de tiempo. Todos juntos. De repente. Un cuerpo femenino suave, su aprobación y gritos de placer penetrando en sus mentes nubladas por la lujuria mientras tomaban sus lecciones y la conducían al borde de la pasión con ellos.
Les enseñó cómo enamorar, cómo excitar, cómo halagar, como conducir sutilmente a una mujer loca y ponerla tan mojada que la esencia resbaladiza de ella empaparía sus muslos. Les había enseñado cuánto más placer podrían reunir juntos que solos. Y para los chicos Jonas, eso fue todo lo que fue.

Las mujeres eran tesoros, regalos preciosos de excitación interminable, carne dulcemente aspirada y motivos misteriosos. Ellas eran un desafío y un consuelo, un bálsamo para el alma y una aventura como nada más que el hombre hubiera creado jamás. Ellas eran infinitamente fuertes, y más infinitamente vulnerables. Joe, Kevin y Nick se habían dado cuenta años antes que solos no podrían dar el placer que podían juntos, pero también, que no podrían protegerse también.

Irónicamente, fue _____ quien les enseñó esa lección. Siendo niña, mantenerse al ritmo con ella había sido prácticamente imposible para sólo uno de ellos. Les tomó a los tres mantenerla segura, mantenerla feliz mientras crecía. Vigilando a los matones que les gustaba escogerla porque era pobre, porque era tan bonita como un cuadro y dulcemente apacible. Y la querían mantener así.
También era impulsiva, desafiante y lista como un látigo. No había habido nada sexual implicado. Ella les divertía, les hacía reír, y les desafiaba a seguir su ritmo con una sed inocente por la vida y la aventura que atraía a los adolescentes. Después de que su madre se casara con Paul, ella fue entonces "familia", también.

Cuando creció, como ellos crecieron, las cosas habían cambiado lentamente para todos. Cuatro años antes había llegado a un punto crítico. Ella acaba de cumplir veinte, más caliente que los fuegos artificiales y tan tentadora como un pecado. Los tres habían estado un poco demasiado borrachos, un poco demasiado salvajes esa noche. Y ella había estado allí.

—Decide, Joe. Si no pones tu reclamo en ella, uno de nosotros lo va a hacer. —Los ojos de Nick la habían seguido mientras ella se reía y bailaba bajo la brillantez de una luna llena de verano durante la fiesta.

—Ella es todavía demasiado joven. —Había negado la necesidad, así como el desafío.

—Mantener a los chicos locales lejos de su trasero se está volviendo más difícil —había murmurado Kevin—. Estoy cansado de magullarme los nudillos en sus gruesos cráneos. Decide. Si no piensas mantenerla, uno de nosotros lo hará.
Él hizo una mueca, terminó su cerveza luego arrugó la lata.

—Ella es jodidamente demasiado joven y los dos lo sabéis —dijo bruscamente—. No está preparada para eso.

—Ella es suficiente mayor para hacer la elección —Nick había arrastrado las palabras—. Tú vuelves con los Marines y eso está bien. Pero si ella no está dispuesta a esperarte, entonces nosotros tampoco. Reclámala, hombre o uno de nosotros lo hará.

Ella había sido como un fuego en la medianoche. Tuvo que hacerla desear esperarle. Tuvo que asegurar su necesidad por él. Y había hecho eso. Pero al hacerlo, había cimentado su necesidad de ella.

Mientras la sostenía en la oscuridad de la noche, el calor suave de ella apretado contra su pecho, supo que su protesta anterior era la llave de su alma. El romance. Ella necesitaba romance, lo merecía, pero Dios sabía que él no tenía la menor idea de cómo hacerlo romántico. Podía darle placer. Suficiente placer para dejarla gritando en el orgasmo, rogando por más. Pero el corazón de la mujer necesitaba más. Una lección que Loren les había enseñado, pero una que habían olvidado con el paso de los años.
Las mujeres que habían atraído hacia ellos no habían sido unas que necesitaran el romance, ni lo deseaban.
Por primera vez en su vida Joe se sentía impotente. Eliminar la amenaza hacia ella era imprescindible. Y no iba a mentirle. No a ______. Merecía más que eso.

—No estás dormido. —Su murmullo fue tan suave como un aliento.

—Ni tu tampoco. —Suspiró, conociendo su mente como si hubiera estado corriendo tan rápidamente como la suya.
No habían dicho mucho desde esa pregunta final. Ella había respirado profundamente, le informó que iba a dormir y luego se curvó en sus brazos y apagó las luces. Pero ella no se había dormido más que él.

— ¿Por qué lo haces? —preguntó por último ella.

El no tenía que preguntar de qué estaba hablando. Era una pregunta que había esperado que no preguntara. Más había sabido que lo haría.
Deslizó la mano de la cadera al estómago, sintiendo que los músculos revoloteaban bajo la palma.

—El placer de un hombre viene de su mujer —susurró—. Porque aprendimos cuánto mejor puede ser para una mujer cuando ninguna parte de su cuerpo es descuidada. Porque aprendimos siendo jóvenes cuántos más fácil es proteger lo que es nuestro cuando trabajamos juntos. Infierno ______, te podría dar mil razones y ninguna tendría realmente sentido. Porque es quién nosotros somos, lo que somos.

— ¿Terminará?
Sabía a dónde iba ella, lo que preguntaría finalmente.

—Sólo si lo deseas. Mis necesidades no son más importantes que las tuyas. No será todo el tiempo. No será un “o esto o lo otro”.
Ella estuvo silenciosa durante largos momentos. Él cerró los ojos, haciendo una mueca ante el conocimiento doloroso de la lata de gusanos que había abierto aquí.

— ¿Y cuando ellos encuentran a la mujer que deseen para sí mismos? ¿Qué entonces?

—No es o esto o lo otro —repitió—. No haré nada con lo que no puedas vivir, ______. Jamás.

—Pero querrás. —Su voz bajó aún más—. Si Kevin o Nick encuentran a una mujer que deseen para sí mismos, entonces querrías ser una parte de ello, ¿verdad, Joe?

—No más de lo que tu echarías de menos perder una parte de a lo que llegarás a acostumbrarte si es algo de lo que disfrutarás tanto como pienso que lo harás. —No había manera de alentarla, y Dios sabía que él quería.
La sintió estremecerse contra él.

— ¿Tocarías a otra mujer?

—Yo nunca haría nada que nos arriesgara. —Eso no era aceptable—. Jamás, ______. No en este tiempo.
Cuando miró fijamente a la oscuridad, él pensó en su toque, su beso. ¿Podría tocar él a otra mujer? ¿En cualquier tiempo?

— ¿Así que sería mi elección?

—Sería tu elección.

—Pero tú todavía querrías. —No era una pregunta.

—No lo sé. —No le podía mentir a ella. No le mentiría, aunque estaba aterrorizado de perderla.
Le acarició el abdomen mientras la sostenía, mientras el silencio llenaba el cuarto una vez más.

—Esto quizás no funcione. —Su voz tembló con un conocimiento de lo que ella quizás estaba mirando—. No sé si puedo hacer eso. No sé si podría manejar tu necesidad de hacerlo.

Él suspiró pesadamente en su cabello, atrayéndola más cerca, sabiendo que podría estar arriesgando ambos corazones con el hambre que lo atormentaba. Era la razón por la que la había dejado cuatro años antes, la razón por la que no podía empezar esta relación con nada menos que la verdad.

—Puedo vivir sin ello —le dijo suavemente—. No sé si podría vivir sin ti, _____. No ahora. No después de los años he pasado necesitándote. Te daré todo lo que soy, tanto como lo desees. Eso es todo lo que puedo hacer.

Ella giró hacia él entonces, sus suaves ojos verdes oscurecidos en la débil luz del cuarto mientras él miraba fijamente su cara en sombras.

—La primera vez…
Él cerró los ojos.

—Como lo desees.
La vinculación venía en tantas maneras. Él habría tenido Kevin y Nick allí, pero no la empujaría. No la podía empujar. No ahora.

—Los deseas allí.
Él abrió los ojos de repente ante la suave declaración.

—Los deseo allí —afirmó, sabiendo que su seguridad no pedía nada menos. Ignoró la actitud posesiva que rabiaba dentro de él—. ______, deseo todo para ti, y sé que eso es difícil de comprender. La primera vez, es especial para una mujer. Empieza una vinculación con su amante, una que nunca muere realmente. Es por eso por lo qué nunca he tomado a una virgen, nunca he engañado a una mujer que no sabía la cuenta, hasta ti.

Sintió el temblor que la recorría, el pequeño temblor de temor, o de respuesta, no estaba seguro.

— ¿Deseas que yo tenga eso, con ellos? —La incertidumbre en su voz, el borde herido le rompió el corazón.

—______, escúchame. —Enmarcó el lado de su cara con la mano, el pulgar acariciándole la mejilla—. No haré una maldita cosa que te herirá o te hará sentir incomoda. Nena, no será bueno para mí, ni para Kevin y Nick, si no es algo que tu desees con todo dentro de ti. Esta es tu elección. La percepción de ello.

—Pero tú lo deseas —dijo ella violentamente.

—No pongas excusas. —Podía sentirlo dentro de ella entonces, la necesidad de tener la elección, de ser seducida—. No las pondré y no te permitiré que lo hagas tú. Piensa sobre ello, ______. Decide lo que deseas, lo que necesitas. No soy un niño, y tú me has conocido durante demasiado tiempo para ser capaz de engañarte sobre mí. Has sabido, has querido endulzarlo, fingido que no era real, pero lo sabías. Ahora decide lo que deseas, porque yo no tomaré esa decisión por ti. Ni ahora, ni nunca. Te amo, nena, pero no puedo amarte lo suficiente para ambos.
La sintió entonces, los dedos moviéndose contra su pecho, dejando un sendero de fuego en su estela mientras le acariciaban el pecho.

— ¿Puedes hacer algo sin tus primos? —preguntó ella—. ¿O necesitas su
ayuda todo el tiempo, Joe?

Maldición. Sus dedos estaban en el abdomen ahora, sus uñas rastrillando la carne, trazando la piel encima de la pretina del chándal.
Impulsiva. Desafiante. Una aventura. Esa era ______.

Le atrapó la mano con la suya, sosteniéndola quieta contra él, los ojos estrechándose en ella en la oscuridad.

—En cualquier sitio excepto aquí —gruñó—. Ahora a dormir, picaruela. Estaré maldito si tengo a nuestros padres oyéndonos aquí estrujándonos los cerebros. Estoy muy contento de mantener mis partes privadas intactas si es lo mismo para ti.

Ella rió entre dientes, echando aire alrededor, entonces el horror de todos los horrores, porque su control estaba bordeando hacia lo inexistente, ese trasero pequeño y curvilíneo se metió en sus caderas, almohadillando la plenitud furiosa de su polla. Hijo de puta.

—Buenas noches, Joe. —Su fuerte ronroneo casi le tuvo corriéndose en los pantalones—. Quizá mañana veamos lo que puedes hacer realmente sin tus primos alrededor para aprobarlo.

Una sonrisa le curvó los labios. Oh, él le mostraría todo lo bueno, de una manera que nunca podría imaginarse.

hola! soy nueva lectora, me encanta esta nove!!! juju!
uff quiero saber lo que puede hacer joe sin sus queridos primitos :¬w¬:
SIGUEE!

seguilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!! :D

ESTE CHICO ESTA TODO EL TIEMPO HOT
JAJAJAJAJAJA XD
ME ENCANTA QUE SEA ASI DE CALENTURIENTO EL CHOU(?
:P
SEGUILA ADE!
SABES QUE ME ENCANTA LA NOVE ASI QUE NO ME HAGAS ROGARTE POR OTRO CAP :roll: JAJAJAJ
MÁS, MÁS, MÁAAAAAAAAS, QUEREMOS MÁS ♪(?