Third Generation: “He´s Back”

Chapter Eighth: “Hurting Moments, Christmas Party´s and the true”




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“No sirves para nada- dijo aquella voz. Pero no había nadie más en la habitación”

Sillón frente a la chimenea, Sala común de Gryffindor, Hogwarts. 20:50, 4 de diciembre.
El frio, aunque era fuerte, doloroso e incomprensiblemente rompedor, desaparecia cuando estabas en la comoda
sala común.

La luz del fuego de la chimenea, iluminaba los rostros de los chicos que iban a sentarse a pasar el rato en aquel lugar.

Pero ahora, aquel lugar estaba casi vacio. La mayoría ya estaba en sus cuartos, hacía frio así que la mayoría ya estaba dormido, nadie quería seguir despierto que ese frio infernal y anormal.

Una rubia de ojos increíblemente grises, leía recostada en el gran sillón más grande de la sala común de Gryffindor.

La ahora, golpeadora del equipo de Gryffindor, estaba muy molesta. Se notaba a lo lejos. Sus ojos medio cerrados, las cejas fruncidas, los labios apretados. Miraba el fuego como si deseara que saliera y que quemara a James por completo.

James era alguien que la hacía explotar con gran facilidad, gran parte del tiempo. En su momento Mayx era alguien que simplemente no era capaz de soportar a las personas explosivas, aunque ella misma lo era.

A estas altura, se había acostumbrado, a sus propios ataques de violencia y a los de James, con cada imbécil que la llamaba “mortifaga”

Su cabello estaba atado en dos trenzas, que caían sobre sus hombros, la falda del uniforme le caía sobre las piernas y sus uñas como siempre, estaban pintadas de negro, largas y puntiagudas.

Su fría mirada, inspeccionaba todo el sitio mientras los minutos del reloj pasaban lentos. Había terminado de estudiar y ya no sabía que hacer.

El libro en sus manos no ayudaba a que se distrayera, más bien, causaba que ella notara más aun, el hecho de que no podía leer una línea sin perder el sentido de lo que decía la anterior.

Ciertamente había algo que odiaba de sobre manera. El hecho de que de que James era tan, pero tan, pero tan sobre protector con ella.

No defendia a Lily de los chicos que la miraban, pero si la defendia a ella.

Mientras estaba recostada en el sillón, un papelito volo hasta ella. Un avión de papel color azul cielo, que se deslizo entre las ventanas para caer en sus piernas.

Ella lo miro con detenimiento, en un ala tenía escrito “Mayx Malfoy”, con aquella letra rápida y nerviosa que suele tener James. Completamente contraria a la de ella. Era redonda y curva.

La de ella, era picuda, elegante, delgada y bastante pequeña. “Eso significa que tienes la auto estima baja, muñeca” suele decirle el chico.

Al abrirla leyó las líneas nerviosas y quebradizas que le relataban unas disculpas entre falsamente arrepentidas, y verdaderamente preocupadas.

En realidad Mayx no quería saber nada de disculpas, ella no creía que eso existiera de verdad, menos si salía de la boca del idiota de su amigo.

Aunque debía admitir, que era gracioso ver al gran egocentrico de James Sirius Potter pidiendo disculpas de manera infantil y ridícula. Esperando que ella las aceptara.



“Ok, mal comienzo, dulzura” pensó. Mary, él jamás la llama Mary. La única persona que la llama Mary es Tyler Anderson, su amigo del equipo de duelo del equipo contrario, claro esta.



La chica esbozo una sonrisa divertida y rodo los ojos, pensando en lo mucho que James se equivocaba “Hay cariño, que haré contigo?”



Los ojos de la chica se cerraron momentáneamente, apoyando su cabeza en el mango del sillón. Respiro lento y dejo de sonreir. “Por la mierda James, no digas eso”



“Basta Potter” pensó. Como alguien podía hacerla sentir tan culpable en tan solo un par de líneas? Ella era una Malfoy, maldita sea. No cualquier idiota. No quería seguir leyendo, no quería nada.



La chica respiro lento, controlándose a si misma. Ella no lloraba por nada, no iba a llorar por eso. No podía “Vamos James, dime que no te sentiste así”



“Jodido imbécil” piensa, entre una risa mental bastante cincera. La verdad, James causaba eso en ella. Era extraño, era reconfortante. Era la misma sensación, que causaba un simple abrazo de su padre cuando ella estaba mal por su acendencia mortifaga. Las ganas de llorar aparecían tan rápido, como las ganas de reir.


“Hijo de Puta” pensó. Sabía lo mucho que detestaba eso, detestaba que la llamara “Preciosa”, “Princesa”, “Dulzura” o “Muñeca”. Detestaba saber que no podía evitar que él la quisiera.



A que mierda se refería con eso? No podía olvidarse de todo. Eso no era normal

“Y recuerda,
Que hay alguien allá afuera, que espera que te hagas mierda por lo que dicen, esperando verte llorar.
Ellos quieren destruirte, y quieren verte hecha trisas
Quieres darles en el gusto, he Malfoy?
Besos psicóticos para ti, preciosa.

No quiere darle el gusto a nadie. Quizás probablemente, pudiera darle en el gusto a James, a las chicas, o sus primos, o hermanos o a Draco. Pero no al resto del mundo, jamás al resto del mundo.

La sonrisa de Mayx ilumino nuevamente todo. Frente a ella, Quriell Crevey, el prefecto que cursaba su dulce quinto año, la observo con una sonrisa divertida.

Estaba sentado junto a ella, hace ya un rato. La miraba de vez en vez, como para ver si estaba bien.

- Los castigos pueden ser extraños- le comenta- Los profesores suelen dejarte solo. Si tu fueras…- la mira, con sus ojos celestes. Ella vuelve la vista, sentándose bien- Olvidalo
- Quriell- dice con voz casi dulzona- quieres decirme algo?
- Si tu fueras, ya sabes, por ejemplo en un caso completamente hipotético, a ver a los Gemelos y a James a la torre de astronomía, probablemente no habría nadie ahí para descubrirte.
- Eres un encanto- le sonrie, levantándose. Le besa la mejilla
- Y tu eres una enana problemática- le sonrie- Corré, o se te hará tarde. La profesora Made va cada media hora a verlos
- Así con los prefectos perfectos- le grita- Seguramente con Lupin no pasaría esto
- Pudrete Malfoy- se rie Quriell

La muchacho corrió por los pasillos de Hogwarts, casi a oscuras. Con ese frio, y el toque de queda, no había nadie a esa hora.

El silencio y el viento le corroían anormalmente el cuerpo. Paro de golpe, miro a su alrededor.

Malas vibraciones tal vez. A principio de año aprendió a seguir sus malas vibraciones. Su corazón, que latía poco igual que siempre, comenzo a hacerlo con fuerza.

Era poco común que el corazón de la rubia volviera a latir, como cuando estaba “viva”, como ella definía toda su vida- apenas 3 o 4 años- antes de ser lo que ella era.

Sus ojos recorrieron todos los pasillos, que estaban aparentemente vacios. Pero luego miro su Brazo y recapacito, no era bueno de fiarse de lo que hay alrededor.

Se relamió los labios y respiro lento. Un ruido tras ella, la obligo a correr sin si quiera asegurarse si había algo atrás de ella.

Sus labios se secaron por el miedo que sintió en ese momento. Si, puede que ella no llorara, pero el dolor, cuando se sentía, era el doble de lo normal.

Por ejemplo, cuando la daga hechizada de Jessie Crabbe toco su piel, sintió como un fuego quemándola. Sintio que su voz salía sin permiso de su garganta. No podía permitir que eso ocurriera de nuevo.

Entonces, en todo momento, estaba atenta a todo lo que pasaba a su alrededor. Tiare le decía que estaba demasiado a la defensiva. Louis estaba de acuerdo con eso. Y Dominique decía que debía respirar un poco porque se iba a ahogar, si seguía así.

Dejo de correr, aunque su corazón seguía latiendo con fuerza. Necesitaba descansar, ya no podía seguir. Se forzó a si misma, para poder respirar bien.

En ese momento, sintió algo que la hizo casi desmayarse. Una mano tapando su boca y algo que no permítia que se moviese, seguramente un hechizo, sus ojos grises se abrieron con fuerza.

Por un segundo tuvo tiempo de gritar, un nombre, que sin permiso alguno escapo de sus labios. Aunque en realidad, era obvio lo que iba a gritar: “Scorpius!!”

Sintio un metal frio que rodeaba con fuerza sus muñecas. Cadenas, la estaban encadenando como si fuera un animal. Lo sabían, ellos sabían lo que era.

Sintio como la arrastraban, como le tiraban el pelo, como la obligan a avanzar por los pasillos oscuros y vacios del colegio.

No escuchaba ninguna voz familiar, no era capaz de sentir nada en ese momento. Estaba asustada.

Uno de los chicos la amarro a una silla, la encadenaron. Ella intentaba soltarse, lanzaba patadas sin mirar a que le daba.

- Sueltenme malditos hijos de Puta- gritaba- Los voy a matar, los voy a matar. Mal Paridos de mierda.
- Pero que boquita más suicia- se burla uno
- Ahora, nos vamos a encargar de que pagues por lo que tu amiguito hizo- le sonrie uno, muy cerca de la boca.- ella le escupe con fuerza- Maldita zorra

El golpe que le dio, la hizo caerse. Golpeandose con el piso. Una patada en el estomago, un par de combos en el rostro, algunas quemaduras de cigarro y algunos tirones luego, la chica estaba tirada en el suelo, casi desnuda.

La humillación, era peor que el dolor que sentía en ese momento. Los insultos, la corroían por completo. Ella era una Malfoy, no era cualquier cosa.

Como alguien podía tratarla así? Quien mierda se creía? Mary no creía en la violencia, pero eso acababa de cambiar.

Quería matar. Quería golpear. Quería gritar y morderlo, clavar sus colmillos en ellos, matarlos y dersacerce de ellos.

Quería traspasar aquel veneno que corría en sus venas, a los cuerpos de aquellos hijos de puta que le estaban arrancando la ropa.

Por primera vez en su vida. El odio se apodero de ella. Por primera vez, los gritos de su interior, su monstruo, decidió salir. Decidio que era momento de acabar con ella.

Sentía como la boca de uno de ellos, recorría su cuello. Quería vomitar, del asco que sentía, al sentir las manos de uno de los chicos sobre ella.

Gritaba con fuerza, gritaba, mientras su alma decidia salir de ella. Pateaba e intentaba safarse de las cadenas.

Las cadenas, tenían espinas, que se clavaban en sus muñecas. Haciendola sangrar. Parecia, que su cuerpo flaco moria bajo el dolor que sentía. Más por el dolor psicológico que por cualquier otra cosa.

Otro golpe. Deseo haber ido a Beauxbatons como su madre lo había sujerido. Deseo no haberle rogado a su padre, con sus grandes ojos, que la mandará a Hogwarts con su hermano.

No habían lagrimas en sus hermosos ojos, aunque quería hacerlo. Quería, sobre todas las cosas, a su papá. Su interior gritaba: “Papi, Papi”

Su varita, la lanzaron lejos. Sabían que de seguro Draco Malfoy, ex mortifago, le había enseñado a su pequeña hijita más de algun hechizo de magia oscura. Era cierto.

No había deseado gritar por su padre desde que se convirtió. No había necesitado apoyo, desde hace tanto.
Su respiración forzada, la obligaba a mantenerse viva. Aunque lo único que quería era morir.

- Porque no lloras, dulzura?- le sujeta la cara, acercándosela a la boca.

Ella no contesta, solo se queda en silencio. Con la poca fuerza que le quedaba, y el poco orgullo que le quedaba, muy a lo Malfoy, lo miro con desprecio y le escupió en el rostro y pronuncio las palabras que con tanto asco salían de su boca: “Asqueroso Sangre Sucia”

- Maldita hija de puta- la golpea uno- Veremos si no lloras ahora

Los crucios le partían el alma. Era como si rompieran cada fibra de su maldito ser. Como si la voz del cuadro de la tía Bellatrix, se colara por sus oídos, destrozándola.

La dejan ahí. Golpeada y sola. Sin nada adentro, aparte del odio. Aparte de la rabia que la acorralaba, nada más que la soledad y frialdad de su cuerpo. Nada más que la hermosa tristesa de sus ojos.

No se podía mover, no podía respirar. Pero no podía morir. Por dentro, el dolor se apoderaba de ella.

- James- murmuraba- James

Se sentía rota, como si muriera. Ella quería morir. Ella quería dejar esa sala, e irse para siempre. Quería ir a casa, con mamá y papá. Quería oir la voz dulce de Ades, y ver los ojos de Scorpius.

Quería a que su tío Theo la mimara como siempre y a su Tío Zabinni, la calmara con su voz y sus chistes de payaso.

Quería a Theo, y su maravilla de alma buena y pura y a Alice, con sus ojos azules, que la mantenían cuerda.

Quería a Pansy, con su belleza innata y a los gemelos, y sus opociciones.

Tenía miedo. Tenía todo el miedo, que jamás sintió antes. Y sus ojos vacios, buscaban sin duda o falta, una manera de morir.

Los pasos que se oían en el pasillo se hiceron más fuertes. Vio a lo lejos, el hermoso cabello castaño claro de Ted Lupin. Y Oyó la voz de alguien a quien no conocía, pero no se veía mayor que Quriell Crevey.

Aquel chico se acerco a ella. Y puso su cabeza rubia en sus piernas. Intentando limpiar la sangre de su cara.

- Tranquila, todo ira bien- le murmura- Calma

Ella tiritaba bajo las caricias que el muchacho le brindaba. Sus manos pasaban por su cabello, su rostro, sus hombros. Surrando una y otra vez, que todo iria bien. Pero no era cierto.

Ella no quería respirar, pero el chico le empujaba el pecho y la obligaba a hacerlo. La obligaba a continuar con vida.

- Ted, hay que llevarla enseguida a la enfermería- le dice a Teddy- Tranquila, dulzura. Respira lento. Bien, sigue así. Respira. Lento- le pedía- No te duermas. Respira lento- le pedía- Mierda Ted, ven ayudarme.- vuelve a mirarla- Todo ira bien, cariño. Todo ira bien. Todo ira bien, tranquila.

Se desmayo, y cuando abrió los ojos. Estaba en la enfermería, su madre sentada en una esquina llorando, su padre y sus grandes ojeras, sus tatuajes y sobretodo, sosteniendo con sus manos, a un pequeño niño de 10 años, que respiraba dificultosamente.

Un Albus, que intentaba contener a un Scorpius destrozado. Rosie abrazaba a Victoire. Lily la observaba ensilencio, apegada a si misma.

Mientras que, en el silencio, solo una voz sonaba. Una voz dolida y preocupada. Una voz sentida, y con más ganas de nada.

- Lo siento, lo siento- le pidió James, con la voz rota y lagrimas en los ojos- Mayx, Mayx…yo…debí…debí haberte hecho caso, no…no tenía que…
- Los atraparon?- pregunto Vicky
- Son Mortifagos, no alumnos- le comenta Andrew entrando por la puerta- lo siento- mira a Draco- No los atraparan escaparon de Azkaban. La profesora Mcgonaggal me mandó a decirles…que, si así lo desean. Madame Maxinne, puede aceptar a Mary en la academia.
- Querida- murmura Draco- Pansy podría…
- No soy cobarde- lo interrumpe- No voy a huir. Cierto James?
- Creo que…sería una buena opción Mary- le murmura, ella lo mira mal
- Dejen de Llorar- les pide de manera brusca y venenosa- No he muerto.
- Eres insensible, enserio- le indica Regulus, que la miraba desde un asiento cercano- Todo estará bien, creo que…tiene razón. Señor Malfoy, tengo entendido…que su hija puede entrar a clases mañana mismo si así lo desea. Los chicos pueden cuidarla, creame. Si es como…James me dijo, eso quiere.
- Si, eso quiero- les medio sonrie- Eso y que dejen de llorar- su padre rie
- Lo siento, lo siento, lo siento- repetía James- Fue mi culpa, señor Malfoy. Lo siento. Yo debí estar con ella, no debí…dejarla sola. Yo…yo le prometí que…que siempre….que yo siempre….la iba a cuidar.

La sonrisa más honesta de Draco Malfoy, se formo en sus labios en ese momento. Aunque las lagrimas querían escapar de sus ojos grises, él sonreía.

Astoria sujeto a Ades, que se intentaba colar entre las sabanas de su hermana. Mientras que Scorpius, aun abrazado a Albus, que intentaba contenerlo, aunque ni siquiera podía contenerse a si mismo, le acariciaba la mano.

Draco decidió pedirle a Victoire y a Regulus que sacaran a Ted, a Lily y Rosie de ahí. Dejando solo a Albus y James, como alguien que no pertenecía a la familia.

Albus se sentó junto a la chica, solo a admirar la belleza que él veía frente a él.

Scorpius apoyo su cabeza en las sabanas, y James se sentó junto a Draco. El chico aun lloraba, y Draco lo miraba, pidiéndole que se calmara.

Como podía hacerlo? Para James era imposible. Porque para él no había nada más doloroso que aquellos ojos vacios, mirándolo, con tristeza.