Ballads&Hits [OneDirection] 2da Parte.

Me fue difícil no golpear a Louis cuando llegue al otro día a mi casa. Juro que estaba por aventarle algo para que reaccione, que se dé cuenta del estúpido error que cometió, pero Miranda me había pedido que por favor no me metiera en la relación; ella aun esperaba poder arreglarse con mi primo, que él se decidiera por ella en vez de Eleanor. Simplemente, no puedo decir nada contra ello, Loretto tampoco dijo nada y solo pudimos apoyarla en sus decisiones. Louis es un idiota y tiene suerte que Miranda le dé una nueva oportunidad.

No sé qué haría yo en su lugar, si perdonaría a Zayn y seguiría con él. Quiero creer que no, que tendré suficiente fuerza de voluntad y una buena dignidad para mandarlo a freír espárragos. El problema es que no estoy segura si alguna vez lo dejare ir, ya sea por su bien o por el mío. Lo sé, debo ser demasiado patética, pero supongo que el amor nos hace así: seres patéticos y con toda la intención de dejar el orgullo y la dignidad atrás por tener de vuelta a la persona que queremos.

Es martes y tengo mi primera sección con la psicóloga nueva que Mark ha contratado. Aún sigo sin poder convencerlo de que Zayn no es mala persona, pero no hay caso con este hombre; pareciera que todo lo que pensara del pelinegro se volteara y ahora lo viera como el mismísimo Santanas. No quiere que vaya en caminos de drogas y alcohol, piensa que Zayn me podría llevar a un mundo completamente distinto al que estoy acostumbrada. Si tan solo supiera que por mí misma cuenta entre, que Louis también consume y vende, que los dos nos estamos hundiendo.

Ese mismo día cuando volví de la casa de Miranda, fui al cuarto de Louis a buscar mi iPod que le había prestado antes de irme. Debía cargarlo o sino mañana pasaría sin música y seria todo muy aburrido. No es que no prestara atención en clases, sino que había algunas cosas de las cuales estaba bien informada y solo me disponía a copiar lo que se escribía o dictaba.

Di pequeños golpes en su puerta y escuche como asentía para que entrara. Sin dudas lo hice, solo que abrí la puerta con brusquedad, lo que hizo que se sobresaltara de la cama y me mirara con los ojos bien abiertos.

- ¡Con cuidado! – exclamo mientras fruncía el ceño y dejaba el libro aun lado.

Bien, era raro verlo estudiar, pero si quería terminar bien su último año, debía aprobar si o si todas las pruebas que tenía en adelante.

No quise ingresar demasiado a su cuarto, no es porque seguía molesta con él por hacerle daño a mi amiga, sino que el cuarto de Louis siempre fue y será un asco total. Hay ropa tirada por todos lados, inclusos sus horribles calzones desparramados; también hay varias bolsas de frituras y la cama nunca esta echa. Louis es un desastre humano y Regina ya está cansada de limpiarle la mugre, incluso Mark hizo que las empleadas dejaran de limpiar el cuarto de mi primo, solo para que el tuviera más responsabilidad. No sé qué será el día que tenga una familia o algún trabajo, no podrá con ello y estoy segura.

- El iPod – dije simplemente.

El asintió algo pensativo y se levantó de su cama, esquivando el desorden con facilidad. Lo tomo del escritorio de su computadora y se acercó a mi hasta pasármelo. Cuando veía que caminaba hacia a mí, pude observar su cuerpo temblar, sus manos apenas podían sostener el aparato y tenía polvo en su nariz. Louis había estado consumiendo.

- ¿Por qué lo haces? – susurre, dejando que mis palabras lo hiciesen confundir.

- ¿Qué cosa?

- Ya sabes a lo que me refiero.

Louis se quedó callado y de inmediato paso su mano por uno de los orificios de la nariz. Tomo un pañuelo descartable que había en una pequeña bolsa y comenzó a limpiarse mientras se miraba en el espejo que tenía al lado. Cuando termino, hizo un bollito y lo tiro en el suelo, como si no importara.

- Toma – me tendió el iPod, el cual no dude en agarrar, teniendo cuidado de que su mano no roce accidentalmente con la mía.

- No me has respondido.

- A veces uno no quiere ser el hijo perfecto o el hijo que desean, Lucy – contesto simplemente, con una sonrisa tan característica de él. – A veces uno se cansa de las responsabilidades y todo lo que incluye ser el único hijo de una familia.

- ¿Me estás diciendo que te drogas para hacerle la contra a tus padres? – murmure incrédula. Mire hacia atrás sobre mi hombro, pero no había nadie. Allegra estaba donde Valerie, y mis tíos debían estar abajo. Volví hacia Louis.

- Tómalo como una estupidez o como quieras, solo te digo que a veces, Mark no es el mejor padre como lo fue con Marizza o con ustedes. Quizás porque les exige tan poco.

Y sin decir nada más, me pidió con un gesto con la cabeza que me fuera. Solo pude dar pequeños pasos atrás hasta que estuve completamente fuera de su habitación. Cerró la puerta en mis narices sin importarle nada más. Ese gesto me dolió, me dolió mucho, pero aun así seguía sin entender que es lo que pasa con Louis.

Cierro mi casillero, tratando de dejar atrás los recuerdos del domingo y concentrarme en ir a biología antes de que se me pase la hora. Me niego a ser castigada este día, y más cuando será tan importante para mí como para mi familia. Antes solía pasarme horas sin hablar con la psicóloga, en cada sección no lograba quitarme ni una sola palabra, pero ahora voy a cooperar. Quiero seguir con el tratamiento y las secciones, esperando a que me den de alta y dejar de sentir la culpa que llevo dentro por no poder tocar a quienes amo.

Veo una nota en el suelo, por lo que me agacho con rapidez y la tomo entre mis manos. Sonrió al reconocer la letra y guardo el papel dentro de mi bolsillo.


Llego al aula y me siento con rapidez en mi asiento, agradeciendo que el profesor aun no haya llegado. Comienzo a acomodar mi libro y a sacar la tarea que nos ha encargado, cuando siento que alguien se sienta con brusquedad a mi lado, provocando que me sobre salte un poco. Al mirar hacia mi costado, observo el semblante rostro de Penny, marcado con una increíble furia.

- ¿Tengo algo en la cara o qué? – ladra entrecerrando sus ojos y abriendo su libro bruscamente.

- Lo siento – me limito a musitar y vuelvo a lo mío, consciente de que es mejor no meterme en sus cosas.

Coloco mi nombre en las hojas de mi trabajo práctico para luego colocarlo en un folio. El profesor entra y comienza a parlotear de la importancia que tiene este trabajo, debido a que es un adelanto de lo que sería el parcial, el cual contenía todos los temas del año, y la nota definirá quien iba a la escuela de verano y quién no. En verdad, el trabajo es a grupo de dos o de tres, pero como siempre, hago todo sola debido a que me es más comodo; suelo cansarme demasiado rápido de los estúpidos que creen que pueden aprovecharse de mi y dejarme con todo el trabajo.

- Pongan todos sus trabajos en la mes, los pasare a recoger – dice mientras acomoda sus lentes y comienza a desde la fila derecha, desde el principio hasta el fondo.

Por el rabillo del ojo, me doy cuenta de que Penny no ha entregado su trabajo siquiera, solo se mantiene con los brazos cruzados, y bastante molesta.

- ¿No hiciste tu trabajo? – pregunto mientras aclaro mi garganta y comienzo a sacar mi trabajo del folio.

- ¿Lo ves arriba de la mesa? ¿No? Pues no, no lo hice. – gruñe, echándome una mirada fuciladora rápida.

Puede que sea algo irritante y tenga un humor pésimo, pero de todas formas, pongo su nombre en el trabajo justo debajo del mio. Coloco las hojas en el folio y se lo entrego con rapidez al profesor, el cual me sonríe con satisfacción, sabiendo que quizás, es el único trabajo de toda el aula que vale la pena corregir; frunce el ceño cuando lee el nombre y apellido de Penny.

- Bien, señorita Meyer – se acomoda sus lentes mientras se dirige a la castaña, quien lo mira confundido – Juntarse con la señorita Adams ayudara mucho su rendimiento en este ultimo semestre.

Y sin decir mas, se da media vuelta para volver a su escritorio y prepararse para explicar el próximo tema. No respondo ante la mirada interrogativa que Penny me da, prestando atención y anotando apuntes de la lección que esta dando.

Siento que algo choca con mi mano, lo que hace que me sobresalte de golpe. Miro a mi costado, con el corazón completamente palpitando con fuerza hasta casi dolerme, pero mi pánico se va cuando veo que solo era una hoja de papel. Penny me mira con el ceño fruncido, lo que me hace preguntarme si sabe de mis problemas o no, si se tomo el tiempo de averiguar quien soy yo.

Tomo el papel con cautela, esperando a no ser descubierta, y al abrirlo solo hay unas pocas palabras que resuenan con la voz de Penny y su típica forma brusca de hablar.


Su pregunta es digna de contestar, con un gran argumento o uno pequeño, pero si tengo que ser sincera, no tengo la las minima idea de porque lo hice.

“No lo se.”

Vuelve a fruncir el ceño cuando toma el papel y lo lee, pero sigo ignorándola y prestando atención en clases, esperando a que la salida no llegue para no tener que enfrentar una estúpida secion con la psicóloga.

Horas después.

- No entiendo porque me estas acompañando – digo algo nerviosa, debido a la incomoda situación que estoy viviendo.

- Tu tio me llamo de la nada y, prácticamente, dijo que me patearía el trasero si me negaba – Harry se encoge los hombros y me da una sonrisa divertida – Enserio que te quiere lejos de Zayn.

- Ni me lo recuerdes – suspiro y apoyo mi cabeza en la ventana.

Mark y Regina están de viaje por un asunto de negocios, por lo que Allegra esta a cargo de la casa hasta que vuelvan. No es que ella sea la mas responsable, pero entre ella y Louis, simplemente, mi hermana tiene que quedar al mando antes de que mi primo se le ocurra hacer una fiesta en pleno día de clases. Harry paso a buscarme hace diez minutos, explicándome que Mark le había pedido – o según el, obligado – a que me llevara a mi primera sesión.

Louis no ha contestado ni una vez su celular desde que sali de la escuela y Allegra esta estudiando con Valerie para su prueba de matemática; Harry es de gran confianza en mi familia por mas que las cosas con mi hermana hayan terminado, y Mark no me quiere cerca de Zayn, tampoco puede molestar a mis abuelos pidiéndoles tal favor, aun sabiendo que les afecta hasta el día de hoy la muerte de mi madre; mis tíos son un desastre, y Mark se niega siquiera a llamarlos para desearles feliz cumpleaños.

Harry estaciona al frente de una casa de dos pisos, con un patio delantero lleno de césped y rosas; es de color manteca, con lineras que sobresalen de color marrón; las cortinas son blancas y están sujetas, dando vista a los pocos muebles que se permiten ver. Se nota bastante hogareña y tranquila, por lo que me hace preguntar porque los psicólogos (la mayoría de ellos) atienden a personas con problemas – peor o iguales que los míos – en su propio hogar, cuando es un lugar familiar.

Salgo de mis pensamientos cuando Harry golpea con sus nudillos la ventana, abre la puerta y me tiende la mano para salir. La tomo, aunque un poco dudosa y asustadiza al sentir su contacto. A diferencia de Zayn, Harry tiene las manos cálidas y bastante suaves.

- Tus manos son de niña – murmuro y el frunce el ceño ante mi observación.

- ¿Qué?

- Que tus manos…

- Ya escuche – sonríe torcidamente y niega con rapidez la cabeza – Sera mejor que entremos, ya casi es la hora.

- ¿Estas seguro de que te quieres quedar? Puedo llamar un taxi – digo mientras comenzamos a avanzar, pasando el portón blanco y chico, a unos pasos de llegar hasta el pórtico.

- ¿No será que no quieres mi compañía? – toca el timbre una vez que estamos frente a la puerta de un marrón mas fuerte que las texturas de la casa.

- No es eso, sino que puede ser algo incomodo para ti.

- Esta bien, Lucy. No tengo problema – sonríe

La puerta se abre, cortando nuestra pequeña charla. Quito mis ojos en Harry y van hacia la puerta al mismo tiempo que doy una sonrisa timida, pero me sorprendo cuando veo que Penny me mira completamente sorprendida, tal como yo la miro ella.

- ¿Penny/Adams? – decimos al mismo tiempo.

- ¿Qué haces aquí? – cuestiona y le da una rápida mirada al ruloso.

- Yo… eh… - balbuceo sin saber que decir – Creo que nos equivocamos de casa, Harry. Mejor vayamosnos.

- No, Lucy, esta es la dirección correcta – frunce el ceño y se dirige hacia la castaña - ¿Vive aquí la doctora Meyer?

¿Doctora? ¿Meyer? Meneo la cabeza confundida, no debe ser ella, quizás comparte el mismo apellido que Penny pero no creo que… Oh bien, si lo es. Mi psicóloga es la madre de mi compañera de Biologia; aparece detrás de su hija, sonriendo con amabilidad y nos invita a pasar adentro de su hogar. Sin lugar a dudas, Penny es identica a su madre, el mismo color de pelo y ojos, también la textura de su rostro y los rasgos tan familiares. Me pregunto que ha sido de su padre, pero supongo que es una historia aparte y fuerte, debido a que Penny no lleva su apellido, o quizás su madre adopto el apellido del padre de la castaña y por eso se hace llamar asi. Decido dejar de pensar en la situación que, claramente, no me incumbe para nada.

- ¿Qué tal, Lucy?

- Bien, gracias – murmuro con timidez y retuerzo mis manos con nerviosismo.

- ¿Estas nerviosa? – asiento con la cabeza mientras trago saliva – No tienes por qué estarlo, dulzura. Ella es mi hija, Penny – nos presenta a la castaña, quien tiene los brazos cruzados y nos mira con los ojos entrecerrados.

- Lucy es mi compañera de Biología, mama – dice la muchacha con un toque de irritación en su voz.

- Oh ¿Enserio? – los ojos de ella brillan. Su mirada va hacia Harry - ¿Tu eres su novio?

Harry niega con la cabeza y se presenta como mi cuñado. Aun sigo pensando porque se hace pasar por el novio de mi hermana cuando ya hacia bastante tiempo han terminado, pero supongo que es para que en realidad sepan de que no somos algo mas.

La madre de Penny me hace pasar a su estudio, dejando a tras a Harry y pidiéndole a su hija que lo atienda mientras en la hora siguiente estamos encerradas. Comienza haciendome las preguntas típicas, sobre cuantos años tengo, cuales son las materias que me gustan, los hobbies que tengo y otros datos mas que no tienen tanta importancia.

La hora pasa rápida, demasiado para mi gusto. La doctora Meyer es realmente una mujer atenta, comprensiva y optimista. No ha dejado de sonreir ante las pocas cosas que cuento, como de mis amigos – omitiendo la droga -, mi familia o las baladas. Pregunta sobre mis padres, por lo que hablo de los pequeños recuerdos que tengo con mi madre, o de los grandes recuerdos con mi padre.