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Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
lñakjsdlkajdks
siguela por favor!!!
quiero mas cap!!
siguela por favor!!!
quiero mas cap!!
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
HUELGAAAAA
MUJER CUANDO DEMONIOS PIENSAS SEGUIRLA????????????????
}
SIGUELAAA POR DIOS ESTOY DEMASIADO DESESPERADA POR SABER QUE SIGUE NO NOS ABANDONES :s:ssssssss
SIGUELAA
MUJER CUANDO DEMONIOS PIENSAS SEGUIRLA????????????????
}
SIGUELAAA POR DIOS ESTOY DEMASIADO DESESPERADA POR SABER QUE SIGUE NO NOS ABANDONES :s:ssssssss
SIGUELAA
Yhosdaly
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
Capítulo 10
1/3
—Sólo hay una cama.
Probablemente fue lo más estúpido que (_Tn) podía haber dicho mientras los dos estaban de pie, en la suite del hotel el viernes por la noche y frente a la gigantesca cama que dominaba la habitación.
—Eso parece. Podría pedir dos camas, pero es posible que los demás llegaran a enterarse.
—No, no lo hagas.
—Supongo que podría dormir en el suelo.
—Es de terrazo. Estarías fatal. No, la cama es enorme. Tú te quedas en tu lado y yo en el mío. Lo solucionaremos.
La habitación era preciosa y todo en ella estaba hecho con materiales naturales, como piedra, madera, una chimenea de roca natural y sábanas y toallas de lino. Había árboles y flores por todo el complejo y mucha intimidad.
—Lo lamento mucho. No tenía ni idea de que nos habían instalado en la suite nupcial.
—No es la suite nupcial —respondió (_Tn) riéndose mientras miraba un folleto que había sobre la mesa—. Es el paquete romántico.
Habían salido pronto para evitar el tráfico del viernes por la noche y pasaron un buen rato conduciendo por las serpenteantes colinas, los lagos y los bosques de la zona.
—Solía venir aquí mucho de acampada —dijo Joe —. Hay buenas sendas para caminar, cascadas y unas vistas preciosas, y no hay demasiadas serpientes. Deberíamos venir a acampar alguna vez —y al darse cuenta de que estaba hablando como si tuvieran un futuro en común, añadió—: con un grupo de amigos, claro.
Piers y su esposa estaban tan emocionados cuando llegaron, que los habían acompañado a su habitación.
—Creíamos que podríais combinar el viaje de empresa con algo de tiempo para vosotros —les había dicho Piers.
La bañera doble con jacuzzi en medio de la suite, por ejemplo, sin duda sería divertido si de verdad estuvieran enamorados y no fingiéndolo. Había una cesta sobre la mesa que contenía una botella de champán, bombones, aceite de masaje y otros cuantos artículos íntimos. ¡Dios mío!
—No tenía ni idea de que harían algo así. En serio, pensé que nos darían una habitación normal con dos camas.
—No pasa nada —después de dejar su bolso sobre la enorme cama, (_Tn) comenzó a deshacer su maleta—. Confío en ti.
—¿Y qué pasa con Philippe?
—¿Philippe?
—Tu amigo francés. Te oí hablando con él por teléfono.
—No pensaba que supieras francés.
—Y no sé, pero capté algunas palabras.
—Ya. Bueno, no tienes por qué preocuparte. Philippe sabe que puede confiar en mí.
Philippe había estudiado con ella y habían estrechado lazos gracias a la salsa bechamel que los dos odiaban. Si Joe había captado algo de pasión durante su conversación, ésa era una pasión por la comida, ya que Philippe estaba viviendo felizmente con Raoul, un analista financiero de Nantes.
Pensó en sacarlo de su error, pero se detuvo al darse cuenta de que Philippe era la excusa perfecta para guardar las distancias con el demasiado accesible y atractivo Joe .
Hacía meses que no tenía sexo y la carencia estaba afectándola, sobre todo mientras vivía bajo el mismo techo con un hombre que le recordaba que era una mujer con necesidades de mujer. Además, con todo el estrés y la ansiedad de abrir un nuevo negocio, un poco de sexo y unas cuantas risas era exactamente lo que necesitaba, pero ella no era así. No creía que con Joe pudiera echarse unas risas y dejar la relación sin más. Tenía que mantener las distancias.
—¿Estás deshaciendo la maleta para un fin de semana? —le preguntó él.
—Sí. Supongo que tú lo habrás apretujado todo en tu maleta y después te preguntarás por qué tienes la ropa arrugada.
—No. Yo también deshago la maleta y lo coloco todo aunque sea sólo para un fin de semana.
—Oh.
(_Tn) colgó sus vestidos cuidadosamente en el armario; él colgó su chaqueta y sus pantalones al lado. Sus ropas colgaban juntas, como las de una pareja de novios.
Estuvieron colocándolo todo con bastante eficiencia hasta que ella advirtió que Joe , de pronto, se quedaba paralizado. Estaba colocando su ropa interior; ni siquiera se había imaginado que él pudiera llegar a verla, pero ahí estaba, con sus diseños franceses de encaje y seda. La lencería sexy era el capricho que se había dado en París. Por mucho que llevara un delantal todo el día, sabía que debajo era femenina y sexy.
Y él pareció darse cuenta. Por un instante (_Tn) se quedó quieta con un conjunto de encaje negro en la mano. Él tampoco se movió; era como si no pudiera.
Se miraron. Joe dio un paso adelante y se detuvo. Tragó saliva. Miró el reloj.
—Tenemos una hora hasta que nos reunamos con los demás para la cena. Creo que iré a dar un paseo.
Aquel sitio era absolutamente romántico. Dar un paseo le parecía una buena idea porque, si daba un paso más hacia ella, al instante estarían abriendo el aceite de masaje y el champán.
—Está bien. Creo que yo terminaré de deshacer la maleta.
—Hasta luego.
Iba a ser un fin de semana muuuuy largo, pensó Joe mientras caminaba entre los pinos y disfrutaba del aire fresco. Aire fresco. Bien. Si seguía pensando en el aire fresco, se sacaría de la cabeza esas diminutas prendas que las mujeres consideraban ropa interior.
Sin embargo, lo único en lo que podía pensar era en ese maravilloso cuerpo cubierto de seda.
Ese fin de semana iba a ser una tortura. Una auténtica tortura. Entre el estrés de pasar un fin de semana sin sexo en el paraíso del sexo e intentar impresionar a los ejecutivos, pensó que una migraña de tres días sería más fácil de sobrellevar.
Vagó sin rumbo, queriendo en todo momento volver al hotel y hacerle el amor a esa mujer aunque sabía que no podía, y llegó a una cima desde donde vio las suaves colinas que se extendían hacia Nueva Jersey.
Podía hacerlo. Podía compartir cama con una bella mujer que llevaba ropa interior sexy y no tocarla. Aire fresco, se recordó. Caminó hasta que le quedó poco tiempo para cambiarse para la cena y, cuando entró en la suite, encontró a (_Tn) poniéndose el segundo pendiente.
—Tienes una ropa muy bonita.
Llevaba un sencillo, pero llamativo, vestido negro. Él no sabía nada de moda, pero sí que sabía cuándo una mujer tenía estilo y (_Tn) lo tenía desde lo alto de su brillante melena hasta las suelas de sus zapatos de aguja. Y gracias a su vivida imaginación y basándose en la lencería que había visto antes en su maleta, estaba seguro de que llevaba un sexy conjunto bajo ese vestido.
—Gracias. La ropa es mi debilidad. Creo que es porque me paso el día cocinando con un delantal y, cuando tengo la oportunidad, me encanta arreglarme.
—¡Qué suerte tengo! —y, además, tenía suerte porque ella no era una de esas mujeres que te hacían esperar—. Dame cinco minutos y estaré listo.
La cena fue exactamente lo que Joe se habría imaginado. Un salón privado, buena comida y una compañera de la que todo hombre estaría orgulloso.
Acababan de entrar cuando Helen, la mujer de Piers, les indicó que tomaran asiento en una mesa.
—Sentaos con nosotros. Tengo algo que enseñaros.
La mujer sacó un sobre marrón y lo abrió para sacar unas cuantas fotografías de boda.
—Son fotos de la boda de mi sobrina. No sé si ya habréis contratado al fotógrafo, pero si no, esta empresa es excelente. Han fotografiado muchas bodas de la alta sociedad, son de lo mejor.
—Fotógrafo de bodas… —Joe ni siquiera podía pronunciar esas palabras.
Al ver a la feliz pareja sintió que le faltaba el aire. Suzanne y él también habían estado buscando fotógrafo; tenían planeado casarse en la casa de la madre de ella, donde los jardines eran más grandes que un parque y había dieciséis dormitorios para alojar a algunos invitados.
Incluso se habían llegado a imprimir las elegantes invitaciones y después Suzanne, que eran tan fría y organizada tanto con los detalles como a la hora de dirigir su negocio familiar, olvidó enviarlas. Dos semanas después, le dijo que había cometido un error y que iba a volver con su antiguo novio.
¿Elegir a otro fotógrafo? Jamás en la vida.
Joe no supo qué decir, pero por suerte (_Tn) recogió el testigo.
—Estas fotografías son impresionantes. Me gusta ésta, junto a la fuente. Y tu sobrina está guapísima. ¿Dónde se compró el vestido?
Y al instante las mujeres acabaron hablando de los detalles para la boda; Amelia también se unió a ellas y realmente parecía como si esa boda fuera a celebrarse de verdad. Joe no sabía qué habría hecho sin (_Tn).
Al terminar la cena, unos se retiraron al bar, otros a sus habitaciones y otros a otras zonas del complejo. Al no querer exponerlos a los dos a más escrutinios de los necesarios, la retó a un partido de ping-pong que ella aceptó entre risas.
La sala de juegos no estaba muy llena y una de las dos mesas estaba libre. Él se quitó la chaqueta, ella los tacones, y se situaron uno en frente del otro.
—Recuerdo que jugábamos a este juego en casa de mis padres —dijo él sorprendido ante la claridad con que recordaba a la pequeña (_Tn) jugando contra él. Por aquel entonces, su hermana ya veía que no tenía sentido malgastar su tiempo con juegos y, si no había nadie más, Joe se llevaba a Hermione a la sala de juegos y allí disfrutaban de una animada competición.
Por supuesto, él ganaba normalmente, pero ella siempre tenía buen perder.
—Hace años que no juego —dijo ella riéndose.
—Entonces supongo que voy a darte una paliza.
—Un caballero me daría ventaja.
—Si ves alguno por aquí, rétalo a echar una partida.
—¿Sabes? No has cambiado nada.
—Oh, pues tú sí —dijo él en voz baja y agradecido de que el bote de la pelota de plástico hubiera tapado su comentario. Mientras la veía moverse, saltar hacia delante y atrás, se preguntaba en qué momento la estudiosa y simple Hermione se había convertido en la mujer más sexy y bella que había visto en su vida.
Se quedó tan embelesado por su forma de moverse que ella lo iba ganando por seis puntos. Estaba claro que había llegado el momento de centrarse.
Al final ganó él, pero por poco.
—¿Al mejor de tres? —preguntó (_Tn).
Y Joe respondió:
—Claro.
Sospechaba que ella estaba tan ansiosa como él por alargar la noche todo lo posible y no tener que pasar demasiado tiempo en esa enorme cama haciendo como si no se vieran.
Después de que él ganara los dos primeros juegos, ella los sorprendió a ambos ganando el tercero. Le había ayudado el hecho de que algunas personas de la empresa de Joe se hubieran acercado a verlos jugar y que Helen Van Horne se hubiera apostado cinco dólares con su marido a que (_Tn) ganaría el último juego.
Todas las mujeres se colocaron detrás de (_Tn), un gesto que ella apreció ya que era la jugadora más débil, y después Helen insistió en que los hombres se situaran detrás de Joe para animarlo.
Tal vez fue por verse apoyada por un grupo de mujeres a las que estaba empezando a apreciar, o tal vez fue porque se dejó llevar por el instinto de competición, pero el caso es que (_Tn) decidió que Joe no ganaría el tercer punto y concentró toda su energía en la pequeña pelota blanca.
Y así, finalmente, y animada por los vítores de las mujeres, lo ganó.
Se sintió como una medallista de oro en las Olimpiadas. Joe le estrechó la mano y le sonrió:
—Bien jugado, Hermione.
—Vamos, ¡besa a la chica! —se oyó decir a alguien.
(_Tn), sintiendo la chispa de la pasión en su interior, se inclinó hacia delante y lo besó en los labios. Saboreó la calidez de su boca y acarició su tupido cabello al poner la mano sobre su nuca. De pronto, él la llevó hacia sí y ella se quedó tan impactada, que la raqueta se le cayó de las manos y chocó contra la mesa.
Al verse rodeada por sus brazos, sintió que Joe siempre había sido suyo aunque, lamentablemente, eso él aún no lo sabía. Se apartó de lentamente, entre risas y silbidos, y le cedieron la mesa a la siguiente pareja.
Había llegado el momento que tanto había temido. ¿Cómo podría resistirse a él si Joe decidía continuar por donde lo habían dejado?
Las reglas.
Simplemente tenía que recordar las reglas.
Sin embargo, una vez en la habitación, no tuvo nada que temer y Joe le preguntó educadamente si ella quería usar el baño primero. (_Tn) le cedió el turno y unos minutos después él salió con un pijama que claramente no había usado nunca y que, o era un regalo, o algo que se había comprado para la ocasión.
Estaba adorable.
Ella desapareció en el baño, se lavó los dientes y se puso su pijama; era de algodón, como el de Joe , pero morado y estampado de recetas escritas en francés.
—Un pijama genial —dijo Joe mientras ella se metía en la cama dejando bastante distancia entre los dos.
—Gracias. Me lo regaló Philippe. Dijo que yo sentía tanta pasión por la comida, que también tenía que llevarla a la cama. Fue una especie de regalo de broma.
—Debes de echarlo de menos.
—Sí. Lo echo de menos cada día.
Joe se metió en su lado de la cama y se cubrió con las sábanas hasta la barbilla.
—Bueno, buenas noches. Si ronco, dame un puñetazo.
Si roncaba, ella se quedaría despierta toda la noche escuchándolo, aunque eso, claro, no se lo dijo.
—Creo que yo no ronco, pero si lo hago, tú también puedes darme un puñetazo.
—No pareces alguien que ronque, aunque nunca se sabe. ¿Te parece bien que apague la luz?
—Sí.
Una vez se quedaron a oscuras, ella se giró para darle la espalda e intentó no pensar en el hombre con el que se había reencontrado. Aún seguía enamorada de él y él seguía sin saberlo.
lo siento tanto es q eh tenido muchas cositas en mi cabeza y se me olvido el maraton q prometí ya mismo lo coloco discúlpenme chicas de verdad sigan disfrutando de la nove
Última edición por ElitzJb el Jue 24 Ene 2013, 8:21 pm, editado 5 veces
ElitzJb
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
Capítulo 11
2/3
Desde que habían llegado el día antes, había estado mirando esa preciosa bañera para dos, con vistas a un jardín privado, velas y geles.
Había tenido un día sorprendentemente divertido que había empezado con un agotador paseo después del desayuno con algunas de las mujeres. Los dos maridos de las dos ejecutivas y unas cuantas de las mujeres fueron a jugar al golf, pero ella prefirió salir a caminar.
Cuando terminó el almuerzo, les habían dado la opción de elegir entre los servicios del balneario y había ido a hacerse una limpieza de cutis y un tratamiento corporal con algas.
Después de otra cena de grupo, necesitaba algo de tiempo a solas. Joe y los demás ejecutivos se fueron a hacer una serie de ejercicios sobre técnicas de trabajo en equipo, así que ella se saltó el cine y las palomitas con el resto de las mujeres y se quedó sola.
¡Oh! Esa habitación era genial. Si Joe y ella fueran una pareja de verdad, ¡cuánto se habrían divertido!
Pero en ese momento la única diversión que ella necesitaba era meterse en esa bañera, en la que vertió el bote de sales con olor a lavanda.
Habían metido el champán en la nevera y no creía que Joe y ella fueran a tomarse un desayuno romántico con champán ni nada por el estilo, así que podía tomárselo sin problemas.
Se desnudó lentamente y se puso el albornoz y las zapatillas de lino que ofrecía el hotel.
Encendió las velas alrededor de la bañera y apagó las luces. Las puertas de cristal estaban abiertas hacia el bosque, que iba perdiendo color a medida que avanzaba la noche.
Descorchó el champán y se sirvió una copa. Después, se quitó el albornoz y entró en la bañera con su aromática agua. Suspiró. La luz de las velas bailaba sobre el agua y le daba un bello toque dorado a su cuerpo. Dio un sorbo de champán. Se apoyó contra el reposacabezas y cerró los ojos.
Para una mujer que pasaba tanto tiempo de pie, estar así era pura felicidad.
Joe estaba más que feliz por el hecho de que le hubieran dejado marcharse de la reunión antes.
Ya que aún no era oficialmente el vicepresidente, Piers le había sugerido que tal vez estaría mucho más interesado en pasar la noche del sábado con (_Tn) en lugar de pasarse horas en una reunión. Él lo comprendió y agradeció el gesto de Piers.
—No puedo quejarme de pasar más tiempo disfrutando de ese paquete romántico.
El hombre se rió.
—Te envidio. Una mujer preciosa y un gran futuro por delante. Graba estos momentos y guárdalos para recordarlos dentro de unos años. No es que no vayas a hacer estas cosas a mi edad, pero…
—Sí, lo haré. Hasta mañana.
Estaba claro que Piers esperaba que volviera a la habitación y por eso no tuvo otra opción; habría levantado sospechas si se hubiera quedado dando una vuelta por el vestíbulo o en el bar. Sin embargo, pasar toda una noche en una habitación que había sido diseñado con el sexo en mente iba a ser una tortura cuando estaba con una mujer que bien podría haber sido diseñada con el sexo en mente.
Y había prometido no tocarla.
¡Qué crueldad!
Al menos (_Tn) estaba viendo una película con las demás mujeres, así que él se pondría el chándal y se iría al gimnasio un par de horas para quemar el deseo que lo invadía.
Pero cuando abrió la puerta de la suite y entró, se quedó clavado al suelo.
Era como si alguien le hubiera abierto el cerebro, hubiera buscado entre sus fantasías y hubiera sacado una de ellas. Allí, desnuda en la bañera, estaba la mujer más maravillosa que había visto nunca. Sus pechos parecían flotar y suplicarle que pusiera su boca sobre ellos.
Sus miradas se encontraron. Era preciosa, con esos ojos tan oscuros y enormes, y llevaba el pelo recogido hacia atrás dejando ver ese largo y bonito cuello y unos pechos perfectamente redondos.
Los dos reaccionaron al instante.
—¡Vaya! —dijo él, tapándose los ojos—. Lo siento, debería haber llamado.
Ella subió las rodillas y se cubrió los pechos con los brazos.
—Creí que estabas en una reunión.
Él se giró hacia la puerta.
—Iré a tomar algo. Luego vuelvo.
—No…
Joe captó algo de humor en su voz.
—No pasa nada. Es una situación totalmente ridícula. ¿A quién se le ocurre poner una bañera en mitad de una habitación?
—A los que ofrecen el paquete romántico.
—Dame un segundo para ponerme el albornoz y…
—¿Estás segura? Podría ir al bar y volver dentro de una hora.
—No, no pasa nada. Llevo aquí un buen rato, me estoy arrugando. Además, si te vas, van a pensar que nos hemos peleado.
—Ya, es verdad.
Él oyó el sonido del agua goteando e intentó no pensar en que ella estaba levantándose, desnuda, mojada y desprendiendo un maravilloso aroma. La oyó correr hasta el baño y cerrar la puerta.
—Lo siento mucho —repitió Joe cuando (_Tn) salió unos minutos después con unos pantalones de chándal y el pelo peinado hacia atrás.
Parecía ligeramente avergonzada y Joe no sabía si sería por el hecho de que la hubiera visto desnuda o por el extraño momento que se había producido antes de que a los dos les entrara el pánico al notar que la fuerza de la atracción se había vuelto demasiado intensa como para ignorarla.
—Bueno —dijo ella—, ¿quieres un poco de champán?
—Sí —se levantó, se sirvió una copa y rellenó la de ella—. He pensado que podríamos ver una película. Algo deprimente que no me haga pensar en sexo, sobre todo ya que… —miró la enorme cama—… tenemos que dormir juntos.
Su sinceridad la hizo reír y ambos se relajaron un poco.
—Buen plan.
Pusieron una película que había recibido varios premios, pero que no había funcionado en la taquilla, y después de cuarenta minutos, descubrieron por qué.
—Si una persona más se suicida en esta película, voy a tener que ir a un psicólogo —dijo él.
—Es la cosa más deprimente que he visto en mi vida, aunque los actores son muy buenos.
—¿Te está gustando la película?
—No. A mí me gustan las historias positivas con finales felices.
—A mí también. O eso o mucha acción.
—¿Crees que eso nos convierte en personas superficiales?
—Puede, pero también en personas equilibradas.
Para entretenerse, Joe empezó a sacar las cosas de la cesta de regalo. Abrió la bolsa de frutos secos, se metió un puñado en la boca y mientras estaba masticando, sacó el aceite de masaje.
—Camomila y bergamota. Tuve una novia a la que le encantaba la reflexología. Podría darte un masaje en los pies, si quieres. Sería mucho menos deprimente que esta película.
Ella lo miró y así, sin maquillaje y sin peinar, a Joe le pareció la mujer más preciosa del mundo.
—¿Sabes dar masajes en los pies?
—Sí. Y muy buenos. ¿Quieres? Te debo algo por haber interrumpido tu baño.
—Preferiría hacer eso antes que seguir viendo esta película.
Y él, con mucho gusto, apagó la tele y se metió en la cama con ella.
—Te metería los pies en agua caliente y en sales de Epsom, pero supongo que como los has tenido en la bañera, podemos saltarnos esa parte.
Salió de la cama de un salto, fue al baño y volvió con una de las esponjosas toallas del hotel. Se la colocó debajo de los pies y se echó un poco de aceite de masaje en las manos. Le levantó el pie izquierdo, le extendió el aceite con delicadeza y, empezando por el tobillo, deslizó las manos hasta sus dedos en largas y suaves caricias. Lo hizo una y otra vez, tal como Melinda le había enseñado, hasta que el aceite se calentó bajo sus manos y pudo sentir cómo la piel y los músculos de (_Tn) empezaban a suavizarse y a tomar calor.
Hasta tenía unos pies bonitos, a pesar de tener las propias durezas fruto de un trabajo que la hacía estar tantas horas de pie. Se había dejado el anillo del pie en casa y Joe lo echó de menos.
Comenzó a trabajar entre los tendones y después pasó a la planta, formando círculos con sus dedos pulgares y haciendo presión al mismo tiempo. Ella se había mostrado algo tensa al principio, pero después de ver que él no estaba intentando tocar nada más que sus pies, se relajó.
—Oh, es maravilloso —gimió en cierto momento.
—La gente no se da cuenta de cuánto estrés se acumula en sus pies, sobre todo la gente que, como tú, pasa tanto tiempo de pie.
—Qué agradable —exclamó ella cuando él hizo presión sobre la parte anterior de la planta de su pie izquierdo.
—¿Sabes a qué parte del cuerpo corresponde esa zona según la reflexología?
—¿A cuál? —preguntó ella con una voz sexy.
—Al corazón.
(_Tn) abrió los ojos y se quedó mirándolo.
—¿Estás diciendo que a mi corazón le pasa algo?
—No. Que está confundido, tal vez.
Ella se rió.
—Tal vez.
—Tus pies podrían estar diciéndote que Philippe no es hombre para ti.
—¿Un pie puede decir tanto?
—Te sorprenderías.
Y si él fuera un hombre tan afortunado como Philippe, no estaría perdiendo el tiempo en Francia mientras una mujer como (_Tn) estaba en otro continente dejando que otro hombre le masajeara los pies.
Si ese francesito no espabilaba, la vieja determinación estadounidense iba a desbancarlo.
ElitzJb
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
Capítulo 12
¿Por qué demonios había dejado que Joe se acercara a ella con un bote de aceite para masajes?, se preguntó (_Tn) horrorizada. Era cierto que sólo había estado frotándole los pies, pero de algún modo parecía haber una extraña relación entre los dedos de sus pies y otras zonas mucho más íntimas de su cuerpo.
Sin embargo, tenía que admitir que Joe le estaba poniendo mucho empeño a su labor y que estaba haciéndola sentirse bien. Demasiado bien.
Observó cómo sus largos dedos, embadurnados en aceite, trabajan con fuerza sobre sus músculos. Jamás se habría imaginado que acumulara tanta tensión en los pies o que pudiera sentirse tan bien después de que esa tensión quedara aliviada. Pero el problema era que esa tensión estaba extendiéndose a otras partes de su cuerpo.
Y como si él fuera consciente de su creciente excitación, comenzó a acariciarle los tobillos y a subirle un poco el bajo de los pantalones.
—Tienes una piel muy suave —le dijo, tan excitado como ella.
—Y tú das muy buenos masajes.
—Si no me va bien en el negocio de los seguros, es bueno saber que tengo una profesión de reserva —le subió un poco más los pantalones.
—¿Qué estás haciendo?
—No lo sé, pero no puedo apartar las manos de ti. Si me dices que pare, pasaré la noche metido en la bañera.
Los dedos de Joe parecían hacer magia, la volvían loca de deseo y eso que sólo estaba acariciándole los pies y la parte baja de las piernas. Apenas podía pensar con claridad.
—¿Y qué pasa con las reglas? —logró preguntar ella.
—Tengo una nueva regla que dice que las reglas sólo se aplican en Filadelfia.
—Así que, una vez que volvamos a casa, ¿volvemos a nuestras habitaciones?
—Si quieres, sí.
(_Tn) sospechó que no era una buena idea, pero era humana y él era demasiado increíble. Así que decidió que estarían juntos durante una noche mágica.
—Está bien. Durante esta única noche no seguiremos las reglas, pero cuando volvamos…
—Entendido.
Joe le quitó los pantalones de chándal con la misma facilidad que si hubieran sido una simple bata y después le llegó el turno a la camiseta.
—¡Cuánto me alegro de que lleves esta lencería tan sexy! —le susurró antes de besarle los pechos a través de la seda transparente.
Ella, ya excitada, lo abrazó y deslizó las manos sobre su espalda; todos esos lugares donde había querido acariciarlo por fin eran suyos y podía explorarlos durante esa noche sin reglas. Se sentía como si su cuerpo flotara, lleno de ese deseo que había estado guardando durante los días y noches que había compartido su vida, su casa, todo menos su cama.
Sonreía mientras Joe acariciaba su vientre de un modo que le demostraba que él también había estado deseándola.
Él comenzó a besarla, pero se detuvo:
—No he traído preservativos. Se me ha ocurrido, pero no quería que pensaras nada. Supongo que podríamos simplemente…
—Creo que hay en la cesta de obsequios —los había visto y los había escondido bien al fondo.
—¡Me encanta este hotel!
Joe se levantó, sacó dos preservativos de la cesta y una caja de cerillas, empezó a encender algunas de las velas que bordeaban la bañera y las llevó a las mesillas de noche.
Volvió a la cama, se desnudó a toda velocidad y después se tumbó a su lado.
Comenzó a acariciarla por todas partes, desde los hombros hasta el vientre y los muslos, y a la vez que la besaba, sus caricias se volvían más íntimas.
—Eres preciosa —le decía entre susurros.
(_Tn) también exploraba su cuerpo, acariciaba su firme abdomen y esa erección más firme todavía que tenía entre sus manos.
Cuando ya no pudieron soportar más la espera, él le quitó la ropa interior y, desnudos, rodaron juntos sobre la cama. Sus cuerpos encajaron a la perfección, con tanta facilidad y naturalidad como si hubieran estado unidos durante años.
—Oh, es tan agradable —dijo ella mientras Joe se movía en su interior y la llevaba al límite.
—Y tanto —susurró él. Estaban el uno al lado del otro y él agarró la pierna de (_Tn) y se la puso sobre la cadera para poder deslizar la mano entre los dos cuerpos y acariciar su punto más íntimo y sensible. Ella decidió jugar también y acarició sus testículos hasta hacerlo gemir. Sabían que sólo tenían esa noche y por eso decidieron exprimir cada segundo. Sus respiraciones eran entrecortadas, ella sentía el sudor acumulándose sobre la piel de Joe y entonces, de pronto, él la tumbó bocarriba y se adentró en ella hasta hacer que un delicioso clímax la invadiera. Un instante después, fue él el que gimió de placer.
Al cabo de un rato, cuando sus pulsaciones se habían normalizado, Joe sacó el segundo preservativo.
—Sólo queda uno —dijo con una pícara sonrisa.
—Entonces vamos a aprovecharlo al máximo —le respondió ella, quitándoselo de las manos.
* * *
(_Tn) no sabía a qué hora se quedó dormida, lo único que sabía era que cuando se despertó no sabía ni dónde estaba ni con quién.
Estaba claro que estaba en la cama con un hombre; eso se lo indicaba la cálida presión de un cuerpo contra su espalda y la increíble satisfacción de una mujer que acababa de tener una noche de sexo fantástica. El brazo de él la rodeaba y sus dedos se curvaban sobre su pecho desnudo. Estaba durmiendo y su cálido aliento le acariciaba la nuca.
Ella se echó hacia atrás, contra él, y sintió la calidez de su cuerpo y una erección prominente contra su cadera.
Cuando empezó a recordarlo todo, pensó en despertarlo con un beso en la boca, pero ya era de día, su noche juntos había pasado y si tenía alguna esperanza de alejarse de ese hombre, debía seguir las reglas que había instaurado. Por muy increíble que él fuera y por mucho que ella lo deseara.
Se levantó, pero él seguía dormido y con una leve sonrisa. Conteniendo las ganas de acariciarle el pelo y besarlo, se metió en el baño, se duchó y se preparó para empezar un nuevo día.
Joe podía captar el delicioso aroma a mujer de la almohada. Se despertó lentamente, preguntándose adónde había ido y dándose cuenta de que había estado durmiendo en el lado de la cama de (_Tn).
Desde la primera vez que la había besado había sabido que existía química entre ellos y, después de una noche en la que se habían saciado de placer, seguía deseándola.
Ella y sus malditas reglas. El día que todo eso acabara y ya no vivieran juntos, entonces tal vez podrían olvidarse de las reglas y divertirse un poco.
Cuando (_Tn) salió del baño, totalmente vestida, maquillada y peinada, él ya había servido el café y estaba mirando la agenda del día.
No estaba seguro de cómo saludarla, si como a una prometida de mentira o como a una amante de una noche. Pero cuando se miraron, no pudo evitar la tentación de besarla y, mientras la llevaba a la cama, ella se resistió y lo apartó con una sonrisa.
—Lo de anoche fue fantástico. Lo pasé muy bien.
Joe sabía leer entre líneas; lo que había querido decirle era: «gracias por unas cuantas risas y algo de buen sexo, pero no esperes nada más».
—Sí, yo también —respondió, aunque eso se quedaba corto en comparación con lo genial que había sido para él. Se hizo el duro y le dio a (_Tn) su plan del día—: Buenas noticias, cielo, puedes elegir entre una sesión de fotos o una clase de arreglos florales.
—Debe de costarles un dineral invitar a las parejas.
—¿No lo has oído? Nuestras parejas sois nuestro principal apoyo y sois parte del éxito de esta empresa.
—Supongo que tiene cierto sentido. Quiero decir, si estás casado, necesitas a alguien en quien confiar, alguien que te cuide cuando estás enfermo y que te ayude a elegir corbatas elegantes.
—¿Corbatas elegantes? ¿Estás hablando metafóricamente?
—No.
—¿Qué le pasa a mis corbatas?
—Nada que una mujer con buen gusto pueda arreglar.
—Ah.
—Pero, está claro que yo no soy esa persona en tu vida.
Estaba seguro de que (_Tn) había sacado el tema de las corbatas para no acabar en la cama, pero aun así él no pudo evitar preguntarle algo:
—¿Te gusta alguna de mis corbatas?
—Hasta el momento ninguna.
—A lo mejor no tienes gusto con la ropa de hombre.
—Puede ser.
—Intento parecer joven.
—Una cosa es intentar parecer joven y otra, infantil —dijo ella sonriendo y, claramente, riéndose de él.
Joe quería ser vicepresidente de una empresa y las corbatas infantiles no iban a ayudarlo en nada. Si eso se lo hubiera dicho su hermana, la habría ignorado, pero no había duda de que (_Tn) tenía un gran gusto para la moda.
Después de estar reunido varias horas durante la mañana, y aliviado de no haber tenido que ponerse una de sus corbatas, Joe aprovechó un descanso para pasear por las tiendas del vestíbulo y entrar a ver las corbatas. ¿Iban marcadas por edad? Siempre le había dado tanto miedo parecerse a alguno de los colegas de su padre que se había comprado corbatas con colores chillones y había evitado tonos neutros y rayas.
Por otro lado, ¡tampoco podía decirse que llevara corbatas con personajes de Disney!
—¿Puedo ayudarle en algo, señor? —le preguntó un dependiente.
—No, gracias, sólo estaba mirando —se quedó paralizado porque sabía que no podía comprarse nada sin la aprobación de (_Tn). Tal vez debería pedirle unas clases para así saber qué comprar en el futuro.
Salió de la tienda de caballeros y entró en una tienda de regalos donde se fijó en una vitrina con anillos de compromiso. ¿Cómo podía haber tantas clases de algo tan simple? ¿Y cómo podría un hombre que no sabía ni elegir una corbata complacer a una mujer que iba a convertirse en su esposa?
Suponía que, si algún día se casaba, dejaría que la mujer en cuestión eligiera el anillo y que se lo cobrara a su cuenta. Eso era lo que había hecho Suzanne.
Estaba a punto de darse la vuelta cuando una mano lo agarró por el hombro y oyó una voz familiar.
—Oh, bien. Estás mirando anillos.
—Bueno, sí…
—Puede que (_Tn) diga que no quiere llevar un anillo porque trabaja con comida, pero ¿y cuando no está trabajando? ¡Por supuesto que una mujer prometida quiere un anillo! Y, con sinceridad, es una señal para que otros hombres sepan que ya está elegida. Con una chica tan preciosa como la tuya, yo sin duda pondría el cartel de «Prohibida» cuanto antes.
—¿Sabes, Piers? Estaba pensando en que mi futura esposa podría elegir su propio anillo. ¿Y si no le gusta el que elija yo? Tendría que llevarlo durante años y años.
—Tonterías. Es una mujer moderna —respondió el hombre—. Si no le gusta, podéis traerlo y cambiarlo. Es una suerte que te haya encontrado aquí, así puedo aconsejarte, sé mucho de diamantes. Llevo décadas asegurando a joyeros. Es un negocio fascinante.
—¿Puedo ayudarlos, caballeros?
—Sí —respondió Piers—. Aquí mi amigo Joe quiere comprar un anillo de compromiso. Uno de buena calidad, claro.
—Por supuesto, señor.
Y ya que Piers no sólo era un experto en diamantes, sino también un hombre de negocios, negoció un buen descuento sobre el anillo que, según los dos, quedaría perfecto en la mano de (_Tn). Era un sencillo solitario con un diamante que no era el más grande de la colección, pero sí uno de los de mejor calidad.
El almuerzo era el último evento en el que todos estarían juntos y sabía que Piers, su esposa y probablemente todos los demás observarían de manera obsesiva las manos de (_Tn). Por eso la llamó al móvil y le pidió que se reuniera con él en su habitación antes de ir a comer.
—¿Va todo bien? —le preguntó ella con un susurro.
—Sí. ¿Por qué estás susurrando?
—Estoy en un curso de arreglo floral. He salido fuera, pero no quiero que me oigan.
—¿Arreglo floral? Qué horror.
—No está mal. Es más, podría venirme bien para mi negocio.
—Y es un punto fuerte por si alguna vez te conviertes en la esposa de un presidente de empresa.
—¿Has llamado para meterme conmigo?
—No puedo contártelo por teléfono. ¿Puedes escaparte un poco antes y venir a la habitación antes del almuerzo?
—Sí, claro. Nos vemos a las once y cuarenta y cinco.
Se sintió extraño mientras la esperaba en la enorme habitación dominada por la bañera que evocaba la imagen de una (_Tn) desnuda. Claro que, si no miraba la bañera, acababa mirando la cama donde había pasado algunas de las mejores horas de su vida.
Como abandonarían el hotel a primera hora de la tarde, los dos ya habían hecho las maletas y eso le recordó que, una vez que volvieran a la ciudad, su noche de pasión quedaría en el olvido.
Pero además, tenía otro dilema, ¿cómo le daba un anillo de diamantes a una preciosa mujer con la que se había acostado a la vez que le pedía que no se casara con él?
___________________________________________________________________________________
Continuara
mis bellas chicas ojala t no tengan ganas de lincharme x no subirles el maratón para cuando realmente lo tenia previsto pero se me olvido ojala y me hallan disculpado :)
les gusto el maraton díganme q tal la novela????
ElitzJb
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
OMGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG
VOY A MORIRRRRRRRR
POR DIOS ESTUVIERON JUNTOSSS!!
ESO ES UNA TONTERIA OBVIAMENTE CUANDO LLEGUEN A LA CIUDAD IGUAL NO AGUANTARAN LO QUE SIENTEN Y TERMINARAN JUTNOSSS
POR PIEDAD
POR EL AMOR A LOS JONAS SIGUELAAAA
SIGUELAA Y NO TE PIERDAS
AMEE EL MARATONN DE VERDAD
SIGUELAAAAA
VOY A MORIRRRRRRRR
POR DIOS ESTUVIERON JUNTOSSS!!
ESO ES UNA TONTERIA OBVIAMENTE CUANDO LLEGUEN A LA CIUDAD IGUAL NO AGUANTARAN LO QUE SIENTEN Y TERMINARAN JUTNOSSS
POR PIEDAD
POR EL AMOR A LOS JONAS SIGUELAAAA
SIGUELAA Y NO TE PIERDAS
AMEE EL MARATONN DE VERDAD
SIGUELAAAAA
Yhosdaly
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
asklaksam me encanto la maraton siguela pronto!
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
Ohhhh!! :twisted:
Ame el capitulo!!!
Amo a Joe!!
Ya quiero que se amen!!
Ame el capitulo!!!
Amo a Joe!!
Ya quiero que se amen!!
s@r!!
Re: Estrictamente placer Joe Jonas y (Tn) Terminada
ahh porque no pueden estar juntos!!!!
Me desperan!!
Siguela!!! Y no te preocuoes sube cuando puedas!!
Me desperan!!
Siguela!!! Y no te preocuoes sube cuando puedas!!
aranzhitha
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