Remember that Summer [HarryStyles]

El ruido del despertador está rompiendo mis tímpanos tan fuerte, que provoca que una furia comienza a crecer dentro de mí. Trato de apagarla, de apretar el maldito botón, pero sigue sonando, así que dedujo que se trabo la mierda. Lo tomo en mis manos y lo estampo fuerte contra la puerta, y de esa forma se rompe. Suspiro con alivio, pero después de unos segundos el maldito sonido sigue sonando una y otra vez.

Con brusquedad me levanto y tomo los pedazos que están esparcidos por el suelo. Me acerco a mi balcón y arrojo la mierda por la ventana, de todas formas, Henrie estará allí y lo tirara. Paso una mano por mi rostro tratando de quitar el sueño, y para una mejor solución, me doy un baño corto.

Al salir me coloco unos jeans negros con una remera negra, dejo mi cabello secarse y me decido a bajar las escaleras. Cuando abro la puerta, veo a mi medio hermano quien está a punto de golpear.

- ¿Qué quieres, Joshua? – digo con brusquedad mientras me cruzo de brazos.

- Hey ¿Tan temprano y ya con ese humor? – dice con una sonrisa socarrona en su rostro. – Solo vine a decirte que te estas retrasando para el desayuno, tu papa esta aun esperándote.

- Pueden empezar sin mí – respondo y paso de él, cerrando la puerta tras de mí.

- Oh, vamos Harry. Sabes que tu padre no empezara nada sin el nene de sus ojos.

Estoy bajando las escaleras hasta que lo escucho, por lo que paro de inmediato y quedo al frente de él. Lo veo tragar saliva y como intenta disminuir o disimular su nerviosismo. Juro que si no fuera parte de mi sangre, lo hubiera golpeado tan fuerte en este momento.

- Ten cuidado en la zona en la que te metes – respondo con tranquilidad, a lo que él da un paso hacia arriba.

Me giro y sigo bajando las escaleras, ignorando el bufido y las maldiciones que suelta Joshua. Para ser dos años mayor que yo es bastante cobarde para no enfrentarse a su hermano menor, aunque es entendible, se karate y fui ganador seis veces seguidas en campeonatos judo y tres en boxeo, además de que solía ser el que mandaba en el reformatorio en el que asistí durante todo un año.

Cuando entro en el comedor de la gran mansión, veo a mi padre en la cabecera de la mesa larga, donde generalmente invita a sus socios a cenas y debemos fingir que Josh es un hombre lleno de dignidad y bondad y que yo solamente soy una persona seria, nada agresiva ni desgraciada. Y Des… bueno, el actúa como es, pero más profesional.

- Buenos días, Harry – dice sin levantar la mirada del periódico.

- Buenos días, padre – contesto mientras tomo mi lugar, al lado de el en la parte derecha. Segundos después, Josh se sitúa en el lado izquierdo.

- ¿Qué tal han amanecido? – pregunta Des finalmente dejando el diario aun lado y observándonos – Henrie me dijo que encontró otro despertador destruido – se hace un silencio donde solo se puede escuchar el sonido de la galleta quebrarse en mi boca - ¿Tienes algo que decir?

Me quedo callado y le indico que espere hasta que yo termine de comer. Cuando trago, lo miro largamente.

- La maldita cosa no paraba de sonar. Esos aparatos se traban…

- Des, es mejor los relojes que los celulares – dice Josh dándole una media sonrisa, a lo que mi padre asiente con razón.

- Bien, desde a partir de ahora creo que seré yo quien te despierte.

- No tengo seis años.

- No actúes como un niño de seis, entonces – replica y vuelve a tomar su café.

Bufo y le echo una mirada fulminadora a mi hermano cuando él se ríe por debajo. Trato de terminar mi desayuno en paz, pero papa sigue criticándome de que no tengo que ser tan agresivo con mis cosas, porque aunque ahora tengamos todo, hubo un tiempo donde luchábamos para tener comida en la mesa. Lo sé perfectamente, que rompa los objetos con brusquedad y responda con sequedad no quiere decir que no piense en las millones de personas que se están muriendo por a causa de desnutrición. Por eso mismo, soy el primero en elegir con cuidado los lugares donde haremos donaciones. Incluso me presento en el lugar, no como Josh que solo para complacer a mi padre hace su donativo. Mi padre lo sabe y yo también lo sé, supongo porque somos los únicos que nos tomamos el tiempo y el trabajo en asistir en los hogares pobres o los orfanatos que están a punto de cerrar. Supervisamos el dinero que damos en comida y alimentos nosotros mismos. A veces no se pueden confiar en las personas, pueden ser muy desgraciados.

- Harry – siento que me llama mi padre y lo miro – Hay algo importante que debemos hablar ¿Has terminado tu desayuno?

- Si – asiento y me levanto. A mi lado pasa una de las empleadas – Muchas gracias, estuvo delicioso.

La sirvienta me sonríe y baja la cabeza. Mi padre agradece su desayuno y de mala gana Joshua lo hace. Sigo a mi padre hacia su despacho que esta al fondo de toda la casa, un lugar privado y tranquilo, según él. Al entrar en el despacho, me pongo al frente de su escritorio mientras él lo redondea y se sienta en su sillón negro.

- Siéntate, por favor.

- Estoy mejor parado – respondo suspirando. La ansiedad empieza a desesperarme.

- Harry, para lo que voy a decirte, necesito que estés tranquilo, así que siéntate – me pide y veo en su mirada un ruego.

Me siento al frente de él y comienzo a mover mi pierna en señal de nerviosismo. Tiendo a tener tics nerviosos, como mover mis piernas con rapidez, abrir y cerrar muchas veces los ojos, muerdo mis labios con fuerza hasta que sangren o comienzo a rascarme hasta que mi piel se desgarre. Son problemas que algún día tendré que superar, desde hace tiempo tuve que haberlo hecho, pero a veces puedo ser demasiado terco como para aceptar que tengo un problema. O quizás demasiado orgulloso.

- ¿Vas a hablar? Me estas desesperando. – Mi padre me mira y niega con la cabeza, saca de su cajón un estuche y veo que tiene un cigarrillo – El doctor te dijo que no puedes fumar.

Des bufa y vuelve a guardar sus cigarrillos adentro del cajón. Debo recordarme a mí mismo hacerlos desaparecer.

- Eres igual que Josh. Ninguno me deja disfrutar mis últimos años de vida.

- Tienes cincuenta y tres años, aun te quedan años. Solo debes cuidarte y no comenzar a joder con todas esas mierdas.

- La boca, Harry. Cuida tu vocabulario.

Asiento sin muchas ganas.

- Como sabrás, dentro de poco llegara mi muerte…

- Papa, basta.

- Bien, bien – levanta las manos en forma de rendición – Necesito que estés listo, porque nunca debes confiarte en lo que te depara el destino. Y sé que lo has estado desde que has cumplido dieciocho años. Has tenido una educación dura y bien preparada, has estudiado en una de las mejores Universidades del mundo. Puede que seas algo agresivo y malhumorado, pero tienes un gran corazón. Por eso mismo, te heredo todo mis bienes y mis pertenencias. Todo lo mío es tuyo a partir de este momento. Dale a Josh lo que pienses que se merece. Eres el dueño de todo.

Me quedo callado sin poder decir siquiera una palabra. La respiración la siento entrecortada y un peso grande dentro de mí. Por todo el cuerpo siento picazón y no puedo parar de cerrar y abrir los ojos. Muerdo mi labio y me digo a mi mismo que debo tranquilizarme.

Tengo veintidós años. No puedo hacerme cargo de una compañía de Hoteles por todo el mundo, eso implica viajar demasiado, implica pasar tiempo con personas que a veces no me agradaran. Sé que esto es algo que siempre lo supe, Josh nunca estuvo preparado para semejante responsabilidad con lo egoísta y ambicioso que es. Yo también soy egoísta, pero pienso en los que quiero y en los que necesitan. Si fuera por él, todo el mundo moriría solo para ser el rey del mundo. ¿Ahora qué hago? ¿Qué le digo?

“Papa, soy muy joven. No quiero hacerme cargo de todas esas mierdas a mi edad”. Definitivamente no podía decirle esto.

- Lo sé, necesitas tiempo – asintió con la cabeza y luego bebió un poco de agua que tenía en un vaso de vidrio. – Harry, no te preocupes, estás preparado. Te has ocupado de algunos negocios míos y han salido más que perfectos.

- Necesito estar solo, con permiso – Digo mientras me levanto y comienzo a caminar hacia la puerta con las piernas temblando.

- Harry – escucho que me llama, me doy vuelta y lo miro. Veo sus ojos que están llenos de orgullo – Te quiero, hijo.

- Yo también, papa – respondo dándome vuelta y abriendo la puerta para largarme.

Me comienzo a sentir mareado, con un dolor en la cabeza y la desesperación y la ansiedad inquietándome. Debo llegar a mi cuarto. Necesito ver su foto para tranquilizarme, necesito acariciar con las yemas de mis dedos su rostro en un papel. Necesito verla.

- Harry – dice Josh deteniéndome - ¿Estas bien? Viejo, estas pálido.

- Si, lo estoy. Gracias por preguntar – respondo masajeando mi cabeza.

- La noticia te pego fuerte ¿Eh? – suspiro y me miro preocupado ¿Y desde cuando se preocupa tanto por mí? – No hagas decepcionar a tu padre. Sabes que lo destrozaría si de repente rechazaras la herencia.

- Se cuáles son mis responsabilidades y no necesito que me las digas – replico quitando su mano y empujándolo. Ahora se bien lo que el pretende, trata de asustarme y de que renuncie para dejarle todo – Déjame tranquilo, idiota.

- Siempre tan igual – negó con la cabeza mientras entrecerraba los ojos – De todas formas, espero que estés bien.

Sin decirle alguna palabra, sigo subiendo las escaleras con cansancio y llego a mi cuarto cuando pienso que el pasillo es más largo de lo común. Cierro la puerta con fuerza y saco con fuerza el cajón de mi mesita de luz. Tiro todas las cosas en el suelo al mismo tiempo que me arrodillo y allí esta, algo arrugada y vieja, pero puedo ver el perfecto rostro de Luna sonriendo a la cámara. Su cabello es castaño claro, casi rubio, sus ojos son alrededor de la pupila verdes y por alrededor del verde tiene azul, su sonrisa es hermosa, más que hermosa. Es preciosa, siempre lo ha sido, y en ese entonces solo tenía sus cortos catorce años. Ahora, después de cuatro años, finalmente debe ser una preciosa mujer que está saliendo de la adolescencia.

Una hermosa mujer con el corazón roto, el cual yo he provocado el dolor.

Siento mis ojos picar, pero me trago mis lágrimas. No he llorado desde que tengo ocho años y no empezare ahora.

Exactamente, no sé qué hacer, no sé qué debo decir. Me siento orgulloso de mi mismo porque he hecho sentir orgullo y felicidad a mi padre, pero no puedo parar de pensar que es lo que quiero hacer yo. No puedo dejar la compañía en manos del idiota de Joshua, no puedo hacer que mi padre busque otro heredero con los años que tiene, no puedo elegir. Fui educado para hacer esto, para hacerme cargo.

Tomare la empresa. Seguiré el destino que han hecho para mí y no decepcionare a mi padre. No puedo decepcionar a alguien más. Nunca más lo haré.

Eso sí, voy a darme el tiempo posible para asimilar las cosas, para recuperar fuerzas y volver más tranquilo de lo que estoy ahora.

Me iré de aquí por un mes, tomando un debido descanso.

Vuelvo a ordenar todo con suma tranquilidad y coloco al fondo la foto de Luna. Me levanto y busco mis llaves y una chaqueta. Afuera hace frió y lo que menos quiero es enfermarme, por lo que me la coloco y cierro con llave mi puerta tras salir. Nunca se sabe con Joshua cerca.

Le digo al mayordomo que le diga a mi padre que voy a lo de Louis, a lo que el asiente con la cabeza. Veo mi auto estacionado y lo saco de la gran propiedad que posee Des, casi parece tan grande como el palacio de la reina, pero no es tan lujoso.

Arranco el auto antes de que puedan llamarme.

Manejo unos veinte minutos con velocidad, sin importarme las normas de tránsito que me salteo o si me tocan bocina, dándome uno que otro insulto.

Debo hablar con Louis lo más rápido posible. El me dirá que es lo mejor que puedo hacer, siempre lo ha hecho y aunque a veces no lo escuche, la mayoría le ha pegado al destino.

Cuando llego a su casa, estaciono con rapidez el auto, casi dejándolo arriba de la vereda, pero poco me importa, la ansiedad está matándome y quiero hablar con Louis en ese mismo momento. Pero por desgracia, su primo, Miller, me abre con una sonrisa en el rostro. Está sosteniendo con una de sus manos un plato con galletitas de chocolate y tiene un delantal rosado. Es rubio, de ojos color celestes y con dos aros en sus orejas.

- ¡Pero que sorpresa! – chilla emocionado – Vino a visitarnos el lindo Hazza ¿Qué te trae por aquí? – me guiña el ojo coqueto.

- Louis – respondo con sequedad mientras coloco mis manos dentro de los bolsillos delanteros de mis pantalones.

- Pasa, pasa – dice haciéndose a un lado, acato sus órdenes y me quedo parado mientras el cierra la puerta – está arriba, tirado en su cama deprimido – suspira y niega con la cabeza – Lo han despedido.

Asiento con la cabeza y le agradezco su amabilidad. Por mucho que sea amable, el primo de Louis me ha echado el ojo desde que tenemos doce años. A veces no es bueno que tu mejor amigo viva con su primo que es gay y trata de levantarte cada vez que puede.

Llego al cuarto del castaño y golpeo la puerta con suavidad, escucho su permiso y abro la puerta.

- ¿Qué tal, Hazza? – dice con la cara contra la almohada. – Supe que eras tú por el grito de Miller. Lo siento si te hace poner incómodo.

- Ya me he acostumbrado – le aseguro mientras cierro la puerta por detrás – Me ha contado de que te han despedido nuevamente. ¿Cuál fue su excusa esta vez?

- Había echo un plato exquisito para un crítico que llego esa noche – suspiro mientras se levantaba y se sentaba en su cama en forma de indio – y cuando vino uno de los camareros a decirme que el plato le había encantado y que quería ver al chef, apareció Bob y le dijo a su hijo que se prepare para ser anunciado como el mejor chef de todo Londres – revoleo los ojos – Así que salí antes que el gusano ese y me presente como el chef. Si, el crítico me dio una buena crítica y me dijo que tenía un gran futuro por delante, y luego el viejo me echo la bronca y me dio mi despido inmediato. Fue una mierda.

- Es una mierda – replico sentándome en una silla delante de el - ¿Qué piensas hacer ahora? De seguro advirtió a todos los dueños de los restaurantes de ti.

- Lo sé, lo sé – miro hacia abajo indignado.

- Sabes que puedes trabajar conmigo cuando tú quieras.

- Los negocios no son lo mío, Hazza – sonríe medianamente – Soy un desastre. Me gusta cocinar y soy bueno en eso, es mi pasión.

- De acuerdo, lo respeto, pero ¿Aun te falta mucho para que comiences a remodelar la propiedad que compraste?

- Claro que sí, casi no voy ni por la mitad. Y tengo que llegar en dos años para poder empezar dentro de cinco el restaurante de mis sueños, contratar a chefs y comprar lo necesario. Sera duro, pero es lo que quiero – se encoge los hombros y sonríe.

- Creo que ya sé que de forma podrás conseguir el dinero – digo cruzándome los brazos y mirándolo, formando una sonrisa torcida en mi rostro.

- Oh, no. Olvídalo. No acepto tu ayuda, tu préstamo, tu caridad o lo que quieras darme. Si voy a ganarme el dinero, quiero que sea honestamente – dice seguro de sí mismo.

¿Lo ven? Por eso Louis es mi mejor amigo, nunca fue un interesado como la mayoría de las personas. Se rompía la espalda por lo que quería, luchaba contra lo que sea contra sus ideales y sus sueños. Era fiel amigo y una persona sincera, solidaria y atenta.

Bien, ya estoy sonando algo gay. Pero es un gran amigo enserio.

Por eso lo elegí para este viaje de nuevo.

- Quiero que seas mi acompañante en un viaje que planeo realizar.

- ¿Y dejar que tú me pagues la estadía y además de pagarme por acompañarte? Harry, no me tengas lastima. Yo…

- Sabes que no te tengo lastima – siseo negando con la cabeza - ¿Cuándo fue la última vez que nos fuimos de viaje?

- Cuando saliste del reformatorio. Solo porque lo necesitabas deje que tu padre me pagara todo.

- ¿Por qué lo necesitaba?

- Porque estabas mal, seguías siendo demasiado agresivo y tuviste varios problemas con callejeros. Estabas perdido, y demasiado mal.

- ¿Cómo crees que estoy ahora? – digo con seriedad y lo miro fijamente.

- ¿Qué sucedió? – pregunta preocupado mientras se comienza a parar, pero lo detengo con la mano.

- Me haré cargo de todo. Mi padre quiere que ya comience.

La boca de Louis se abre tan grande que juraría que traspasaba el piso hasta llegar hacia abajo. Pero al no escuchar ningún grito de Miller, deje de suponer esa estupidez.

- ¿Ahora? ¿No eres muy joven? Dios mío ¡Ni siquiera hemos salido con esas rubias lindas que te he presentado! – bufa molesto.

- No me interesa salir con nadie. Sabes por qué.

Su rostro se entristece. Bajo la mirada y trato de no pensar en el dolor que tengo adentro.

- ¿A dónde piensas ir? ¿New York? ¿ París? ¿Hong Kong?

- No, no. Quiero algo más tranquilo – digo parándome y acercándome a la ventana.

- ¿Y si volvemos a… bueno, a donde ella está?

Me giro con rapidez y lo fulmino con la mirada. Niego la cabeza sin poder imaginarme volver, sin poder pensar en la cara de odio que tendrá Luna cuando nuevamente me vea allí. No me puedo permitir volver y hacerla revivir malos recuerdos. Ella de seguro tiene un novio y es feliz con su amorosa y disparatada familia. No puedo volver a aparecer en su vida.

- Olvídalo.

- Piénsalo, Harry – insiste mientras se para – Amabas estar en ese ambiente, te gustaba la playa, las comidas extrañas, los bailes exóticos ¡Era lo más divertido que había!

- Era divertido porque Luna estaba a mi lado – murmuro con la voz apagada – No puedo, Louis. No debo hacerlo.

- Aun la quieres. Quizás no es tarde para luchar por ella.

- Han pasado cuatro años. Cuatro largos y vacíos años.

- Si ella te quiere como tú la quieres a ella, jamás te negara la oportunidad de estar juntos de nuevo. Piénsalo ¿No te gustaría volver y ver cómo ha crecido Luna? ¿Qué es de su vida? ¿Si sigue siendo la maravillosa persona que era? Esta vez, hazme caso, Harry. Cuatro años atrás te dije que te quedaras con ella, y haz sufrido más de lo que se le permite sufrir a alguien. Piénsalo.

Asiento con la cabeza, pero definitivamente no volveré, no voy a arruinarle la vida. Ella habrá reconstruido su vida, es una persona fuerte que tenía grandes expectativas en su vida. Una persona alegre y optimista que vivía para hacer feliz a los demás y buscar su propia felicidad.

Por eso la amaba.

Por eso la amo.

Por eso no puedo volver.