вorn тo ∂ιe | novela colectiva.

"Era tenue, demasiado tenue para querer ser una luz, aquella que entraba por las rendijas de las ventilaciones. O simplemente un claro de ella que se reflejaba en los objetos tétricos y deformes que decoraban los pasillos. Todo relucía, quizás exagerando, aún sabiendo que esa iba a ser la única vez en que se limpiaba el lugar de esa forma, ya que años después, ésta se vería opacada por tanta suciedad.
Para el director de la institución, que rondaba por los cuarenta y había heredado la fortuna de sus padres, el sueño de inaugurar el Orfanato Brottkoph se había hecho realidad. Había ordenado que todas las ventanas se cubrieran con ladrillos, y que de éstas sólo se apreciara la estructura por fuera. También, ordenó que los baños - uno para señoritas y otro para los niños - sean tan fríos y descampados como se pueda. Éstos quedaban lo suficientemente lejos de las habitaciones, para que cualquier huérfano que quisiera ir a éstos a mitad de la noche, tuviera que retorcerse hasta llegar allí. Las camas rechinaban y se pudrían con rapidez, además de poseer colchones para nada confortables. Todo en la gama del blanco, negro y gris; sin obviar las prendas que cubrirían a los internos.
Darko sonrió de lado, y apretó sus puños en su escritorio de roble. Llovía, y la manera en la que las emisoras de radio hacían interferencia, le ponían aún más ansioso. El periódico de la zona tenía en su portada la imagen de la gran casona que daría residencia a más de cien desgraciados sin familia, y a su izquierda, descansaba la apariencia de un hombre que imponía miedo, y quizás arrogancia.
Aquél día todo Londres se había revolucionado por la noticia de un nuevo Orfanato. Algunos decían que sería un lugar de salvación para los desamparados que carecían de un hogar y alimento, y otros se retorcían tan solo con mirar la fotografía. Tanto el fundador como sus empleados, tenían por sabido que los años que llegarían, serían los más placenteros y duros de toda su vida. ¿El motivo? disfrutarían de azotar y lastimar a pequeñas criaturas que no tenían otro futuro, más que el de morir antes de cumplir dieciocho años; edad en la cual, tendrían el derecho de abandonar Brottkoph.
El golpe seco y fuerte que escuchó el susodicho, le obligó a abrir la puerta a su desquiciada amiga y ayudante, Katrina, quien desprendía olores putrefactos, y poseía una joroba del tamaño de una colina.

— ¿Qué sucede mi querida Trina?
— Por fin, señor. Damos comienzo con nada más y nada menos, que una renacuaja recién nacida".

El relato que poco más de 60 años perduró y nunca antes había sido revelado, es contado por fin, rompiendo con toda especulación anteriormente formulada. ¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza esta versión de los hechos? Pues si no es así, asegúrate de leer muchas veces lo que viene a continuación, porque ésta es la verdadera historia de los huérfanos del Orfanato Brottkoph. Aquellos que ya no están, y que posiblemente, no resistieron a semejantes maltratos provocados allí.

Pobres niños, si alguien les hubiera advertido que habían nacido para morir.