TRUST ME. (Harry Styles, Zayn Malik)

Maryport. ¿Alguien en Inglaterra sabía dónde estaba aquello? Elizabeth estaba segura de que no. Llevaba allí dos días y la lluvia no había parado de caer. Eso no le importaba, le encantaba la lluvia; el Invierno era su estación favorita del año.
No había salido de casa, se había quedado mirando por la ventana mientras leía un libro de misterio que su padre le había regalado. También se había quedado mirando por la ventana, allí todo era mucho más verde que en su anterior hogar. Y su jardín mucho más grande.
Su hermano pequeño estaba deseando que llegara el verano para poder bajar al jardín a jugar al fútbol con su padre, pero aún faltaba mucho para eso.
Dejó el libro en el canapé que le permitía sentarse junto a la ventana y se colocó sus zapatillas, luego abrió la puerta de su cuarto y sonrió al escuchar S.O.S. de ABBA resonar por toda la casa. Bajó las escaleras mientras cantaba el estribillo.

Entró en el salón y se encontró con que su hermano estaba allí, jugando a la consola mientras su madre bailaba al ritmo de la música. Elizabeth sonrió y se unió a la mujer, quién la abrazó con fuerza. Su padre no tardó en llegar, haciendo como que tocaba la guitarra.
-¡Jack ven aquí! - le gritó su madre con una sonrisa - ¡Vamos, baila!
-Yo paso - dijo el niño que estaba a punto de cumplir trece años.
-Eres un amargado - le respondió Elizabeth a su hermano y éste le sacó la lengua. Ella rió.
Eran una familia feliz, todos se querían. Sus padres amaban a sus hijos y todo lo que hacían eran por ellos. Nunca les había faltado de nada y por supuesto les habían ayudado con todos sus problemas. Eran esa clase de padres con la que podías tener toda la confianza del mundo que siempre te apoyarían, estarían ahí y te ayudarían; sin pensarlo dos veces.
-Es hora de que vaya a preparar la cena - dijo Rose, su madre, apagando la música - ¿Ensalada de pasta para todos?
-Mmm me encanta - le respondió Elizabeth - Subiré a mi habitación, llamadme cuando esté todo listo.
Su madre asintió y luego caminó con su padre hasta la cocina, siempre preparaban la cena juntos. Elizabeth subió corriendo las escaleras y entró en su cuarto de nuevo, tenía que preparar la ropa ya que al día siguiente comenzaría al instituto. Era extraño porque aquel año ya no tendría que usar uniforme y estaba acostumbrada a llevarlo todos los días.
No le gustaba llamar demasiado la atención, así que se decidió por unos vaqueros normales y corrientes y una sudadera azul marino con unas letras en ella. Algo común para un común día de invierno. ¿Haría amigos rápidamente? No solía ser chica de muchas palabras y aquello la preocupaba bastante. Solía refugiarse en sus libros y olvidarse del resto; aunque aquella mirada era difícil de olvidar.
Colgó la ropa de la percha que colgaba tras su puerta y luego miró hacia la ventana, su libro ya no estaba en el canapé, si no que ahora estaba colocado encima del escritorio.
¿Lo había puesto ahí y no se acordaba? Negó con la cabeza, seguro que si. Era demasiado despistada.
Cogió el libro y lo colocó en su estantería, luego miró su carpeta de bocetos. ¿Debía volver a colgarlos en el corcho? Hacía tiempo que solo dibujaba aquellos ojos así que tampoco tenía mucho sentido hacerlo, cualquiera que los viera creería que estaba loca.
Aunque quizá si que lo estuviera.
Se encogió de hombros y bajó a cenar en cuanto escuchó a su madre llamarla a voces desde la cocina. Olía delicioso, como siempre, su madre era la mejor cocinera del mundo.


El despertador sonó y alargó el brazo para apagar la maldita alarma. Era el peor momento del día, la hora de levantarse e ir a clase. Se frotó los ojos con las manos y luego los abrió lentamente. Se levantó de su cama y entró en el baño, se dio una ducha rápida y luego se vistió. Se secó el pelo y se preparó, como una chica normal y corriente. Como cualquier otro día.
No iba a negar que estaba nerviosa pero intentaba disimularlo.
Desayunó con sus padres y su hermano, que se mostraba nada contento de empezar en el nuevo instituto. Todos sus amigos se habían quedado en su antigua ciudad y odiaba eso de conocer gente nueve. Todo lo contrario a Elizabeth.
En realidad, ella no se parecía en nada a nadie de su familia. Todos en ella eran morenos de ojos oscuros mientras que ella era rubia de ojos claros.
No había ningún rasgo común, su nariz no se parecía a la de ellos, tampoco sus ojos y mucho menos sus labios. Pero eso no le importaba; no todos los hijos se parecían a sus padres.
Su padre les llevaría al instituto aquel día, para que se fijaran en el camino y además el no empezaría a trabajar hasta dos días después, así que no era ninguna molestia.
Aquel día también llovía, para variar y hacía frío.
Joseph, su padre, aparcó en frente del instituto dónde ya varios adolescentes esperaban en la puerta a que sonara el timbre que indicaba el principio de las clases. Elizabeth se despidió de su padre con un beso en la mejilla mientras que su hermano le dio la mano.
-¿Sabes dónde tienes clase o vienes conmigo hasta la conserjería? - le preguntó la chica a su hermano pequeño, que lo parecía aún más con esa corbata tan larga y la camisa por fuera del pantalón.
-Sé donde tengo clase - le respondió de mala gana.
Estaba entrando en esa fase de la adolescencia donde todo estaba mal y no sabía que hacer para que estuviera bien. Había comenzado a pensar en chicas y quería ocultarlo, aunque no funcionaba. Elizabeth le sonrió y le dio un sonoro beso en la mejilla, haciéndole sonrojar mientras se limpiaba.
-Nos vemos a la salida enano, no te vayas sin mi - le dijo.
-Si... si... lo que tu digas - le respondió el niño con las manos en los bolsillos.
La rubia entró en el edificio y caminó hasta conserjería. Se sorprendió por llegar a la primera, sin perderse por aquellos largos pasillos, pero el camino no era muy difícil.
Un chico hablaba con una mujer de unos cincuenta años, ella le miraba embobada mientras aquel chico le explicaba algo, luego ella pareció entrar en el mundo real y negó con la cabeza. Elizabeth se quedó mirando a aquel adolescente, se preguntó si sería guapo ya que la mujer le miraba como si fuera un modelo o algo parecido. Llevaba unos vaqueros, playeros, chaqueta de cuero y una capucha color gris que sobresalía por fuera. Su pelo era negro y corto, al menos por atrás.
Se cruzó de brazos y agachó la miraba mientras miraba sus sucias converse. Se le habían llenado de barro por culpa del suelo y lo odiaba, le gustaban sucias pero no tanto.
-¡Siguiente! - oyó gritar a la secretaria y levantó la vista.
Topándose con su mirada. Ahora entendía porqué la señora aquella le miraba de aquella forma. Parpadeó para asegurarse de que lo que veía era real y no estaba sufriendo alucinaciones. Aquel chico, llevaba el pelo en una especie de cresta o tupé, no estaba segura y tenía una mecha rubia casi en el centro. Su mirada era algo que no podía explicar, porque era increíble.
Sintió como se quedaba sin aliento y las piernas le temblaban, sus pestañas eran largas, del color del carbón y sus ojos podría decirse que eran una mezcla de color miel, marrón e incluso amarillo. Su nariz larga y bien perfilada y finalmente sus labios eran gruesos y carnosos.
-¡Siguiente! - volvió a escuchar, pero no pudo apartar su mirada.
El chico gruñó, o eso le pareció escuchar y luego salió de allí. Parecía enfadado. Elizabeth se encogió de hombros y caminó hasta la secretaria. La anciana la miró con el ceño fruncido mientras hacía una melodía molesta con sus largas uñas postizas. La chica carraspeó y clavó sus ojos en ella.
-Buenos días, me llamo Elizabeth Pierce y...
-Lo sé, la nueva - soltó la anciana - Aquí tienes tu horario.
-¿Cómo sabe quien soy? - le preguntó la rubia sin poder creérselo, en su antiguo colegio apenas la conocían. La Chica de los Ojos Transparentes solían llamarla.
-Aquí, querida, todo el mundo sabe quién es quién - le respondió la mujer como si fuera obvio.
-¿Ah si? Entonces... ¿podría decirme el nombre del chico que acaba de irse? - le preguntó interesada. No es que fuera a acosarle o algo así, solo quería saber como se llamaba.
-Malik, Zayn Malik - le respondió.
Y entonces, sonó el timbre, indicándole que debía irse ya a su clase. No debía meterse en problemas ya el primer día.

Después de aquello no pudo dejar de pensar en su nombre. ¿Iría a su misma clase? Lo descubrió poco después cuando entró en el salón 3.1 y no le vio allí por ningún lado.
Se sentó en uno de los sitios quedaba libre, junto a un muchacho rubio que miraba distraídamente por la ventana. Seguía lloviendo y el patio estaba inundado.
Elizabeth suspiró mientras miraba detenidamente su horario, ni siquiera sabía que clase le tocaba, pero luego lo averiguó : Historia.
Siempre le había encantado. Todo eso de la Primera Guerra Mundial le parecía de lo más interesante, además le gustaba saber que había pasado en el mundo siglos atrás. Sobretodo escuchar aquellas historias de la época medieval dónde existían las brujas - que eran quemadas en las hogueras - y demás seres sobrenaturales.
El chico rubio fijó su vista en ella y pareció sorprendido. Elizabeth le sonrió y le tendió la mano.
-Hola, soy nueva - le dijo.
-Si, me lo imaginé - le respondió él, ahora sí, con una sonrisa mientras le estrechaba la mano.
-Oh lo olvidaba, aquí todo el mundo conoce a todo el mundo - le dijo la chica soltando una pequeña risa.
-Exacto, y es horrible.
Elizabeth se preguntó porqué. Es decir, aquel chico parecía distraído sí, pero también amable. Al menos con ella lo había sido, cosa que le gustaba porque en su antiguo colegio la mayoría eran unos creídos sin cerebro.
-¿Te gusta Maryport? - le preguntó, segundos después.
-Bueno, no está mal. Es tranquilo y... lluvioso - le respondió.
-Si, si que lo es. Yo soy irlandés ¿sabes? Lo echo de menos.
-Nunca he estado en Irlanda pero seguro que es precioso.
-Lo es, por cierto, soy Niall - le dijo.
-Elizabeth.
-Bonito nombre, aunque demasiado largo, te buscaré un apodo original... - le respondió él mientras ponía una cara pensativa, la chica rió y después un profesor entró por la puerta.
Iba trajeado, llevaba gafas, un montón de libros en una mano y un café en la otra. Elizabeth supuso que era café ya que tenía una amplia mancha marrón en la camisa del traje. Ella tenía una especie de manía con fijarse en aquellas cosas insignificantes, le gustaba analizarlo todo con detalle; a veces podía llegar a ser verdaderamente agotador.
El profesor tiró todos los libros sobre la mesa y por poco no se le desparrama el café sobre la mesa. Varios alumnos comenzaron a reír, incluido Niall, pero ella permaneció seria. Incluso le apetecía ir a ayudarle, parecía bastante torpe.
-Es el profesor McGuiness - le informó el rubio - Siempre lo tira todo, olvida los exámenes y confunde nuestros nombres pero cuando se trata de la Historia lo sabe todo. Yo creo que por eso se le ha olvidado todo lo demás.
-Ah - le respondió Elizabeth - Que persona tan interesante...
-Buenos días chicos - dijo el profesor por fin - Siento el desorden, me he levantado con el pie izquierdo.
Rió después de la frase, se ajustó las gafas y se sentó en la silla. Sacó un papel arrugado de su maletín, lo estiró sobre la mesa y volvió a ajustarse las gafas.
-¿Aniston, Helen? - preguntó.
-Yo - dijo una chica de pelo castaño sentada en la segunda fila.
-¿Blood, Paul?
-Presente.
Y así siguió sucesivamente hasta que terminó con la lista. Resultó que su compañero de pupitre se apellidaba Horan, nunca había oído tal apellido. Al igual que tampoco había oído nunca a nadie que se llamara Zayn Malik. Quizá Niall le conociera y pudiera hablarle de él, pero tampoco quería parecer una acosadora el primer día y en la primera clase, así que decidió que era mejor quedarse callada.
-Estamos todos entonces - sentenció el profesor, ajustándose las gafas por décima vez.
-A mi no me ha nombrado - dijo Elizabeth, levantando la mano - He llegado esta mañana.
-¡Oh cierto! Por poco lo olvidaba, la nueva alumna, la recién llegada... - dijo mirando otros archivos - Elizabeth Pierce, ¿correcto?
-Esa misma - le respondió.
-Pues bienvenida, Elizabeth, espero que tengas un maravilloso tiempo aquí en Maryport, es un lugar realmente maravilloso. Con muchos secretos y... bueno, muy interesante.
La chica le sonrió, aquel profesor era bastante joven, quizá no llegara a los treinta y parecía muy amable. Desordenado y raro sí, pero amable y comprensivo. Al menos era su primera impresión.
-Ah - añadió Mr. McGuiness - y también espero que gracias a su presencia el señorito Horan se concentre más en las clases.
El rubio rió a su lado y Elizabeth soltó una risita también, notó como el calor subía a sus mejillas y luego le miró. Niall también tenía las mejillas coloradas y le hacía parecer aún más pequeño.
Durante la clase, no paró de hablar. Le contó que había llegado de Irlanda hacía unos cuatro años y que no había recibido nada más que burlas por su acento, por sus dientes torcidos y por sus pecas. También le contó como luego había conocido a unos chicos a los que definió como ‘muy guays’ y la gente había dejado de meterse con él. Emocionado le explicó también como uno de ellos se había peleado con los más populares del instituto. ‘Son chicos peligrosos pero de buen corazón’ Esas habían sido sus palabras textuales y Elizabeth había asentido mientras intentaba concentrarse en la Revolución Industrial.
Resultó que Niall vivía con su madre y su abuela en una pequeña casa a las afueras del pueblo y como había repetido curso por culpa de trabajar para ayudar a pagar las cosas.
-Ahora ya no trabajo, Zayn suele ayudarme con el dinero de vez en cuando.
Y entonces la rubia le miró con los ojos muy abiertos. ¿Sería el mismo Zayn? Esperaba que si, porque dudaba que hubiera muchas personas en aquel pueblo con ese nombre; aunque siempre podía darse la posibilidad.
-¿Zayn? - le preguntó.
-Sí, es uno de los chicos de los que te hablé, el que se pegó con los populares. Luego te lo presentaré - le dijo el rubio.
-Vale - le respondió ella - Y ahora, Niall, vamos a atender un poco. No quiero suspender.
-Oh si, lo siento. Ya me callo - le dijo haciendo como que se cerraba la boca y luego tiraba la llave.
Elizabeth rió en bajo mientras le miraba y luego volvió a concentrarse en la pizarra.


Después de varias clases, llegó la hora del almuerzo. Niall no había dejado de decirle a Elizabeth - a la que ahora llamaba Effy porque decía que era un apodo genial - las ganas que tenía de que llegara porque se moría de hambre.
Prácticamente corrieron hasta la cafetería y Niall la arrastró hasta la barra.
Comenzó a pedir un montón de comida mientras que Elizabeth solo pidió unas galletas. Se sentaron en una mesa a esperar a los amigos de Niall.
-No tardarán en llegar - la informó el rubio - Es que suelen salir tarde de sus clases. Mira, ahí están.
Elizabeth se dio la vuelta y el corazón le dio un vuelco, si antes estaba nerviosa ahora muchísimo más. Zayn caminaba con las manos metidas en los bolsos, distraído mientras que el chico de su lado le hablaba distraídamente. Llevaba el pelo rapado y tenía una mancha de nacimiento en el cuello. Los ojos marrones y una nariz bonita, le recordaba a Winnie The Pooh.
-¡Eh! - gritó Niall para captar su atención - ¡Aquí!
Effy comenzó a enrojecer, varias personas se habían quedado mirándoles. Los dos adolescentes caminaron hasta allí y la mirada de Zayn volvió a clavarse en ella, cosa que la hizo enrojecer aún más.
-¿Y esta chica? - le preguntó el chico del pelo rapado.
-Es Elizabeth, pero llamadla Effy. Ha llegado nueva y se sienta conmigo en clase - informó Niall rápidamente - Es mi amiga así que ahora estará con nosotros.
-Encantado Effy, soy Liam - se presentó el chico sonriéndole.
-Lo mismo digo - le respondió la chica.
Se sentaron y comenzaron a hablar, ella miraba distraídamente a Zayn de vez en cuando ya que el moreno ni se había presentado. Pero ella ya conocía su nombre.
No habló durante todo el tiempo, pero Liam si que parecía simpático. Sacaba temas de conversación y Niall se dedicaba a bromear. Zayn se dedicaba a romper uno de los tenedores de plástico que daban en el comedor.
-Hoy Zayn está tenso, pero normalmente el también hace bromas - le dijo Niall a la chica, sonriendo.
-Ah - dijo ella.
-Si estoy tenso es porque añades gente al grupo así porque te da la gana, Niall - le soltó el moreno - Podrías haber preguntado al menos.
-Lo siento - se disculpó el rubio - Es que ella es nueva y no conocía a nadie. No tenía a nadie con quien estar.
-Ese no es mi problema - añadió Zayn.
-No empieces... - le regañó Liam.
-Yo no empiezo nada, es la verdad. Ya nos veremos luego.
Zayn se levantó de su asiento y salió de la cafetería con las manos en los bolsillos también. Liam pareció preocupado, también Niall y Elizabeth simplemente no sabía que hacer o que decir. La odiaba y no la conocía. ¡Ni siquiera habían hablado!
Estaba confusa y eso no le gustaba. Entendía que Zayn fuera... raro, pero eso no le daba derecho a tratarla así.
-Si no me quiere en el grupo no pasa nada - dijo entonces ella - De todas formas mis padres me dijeron que almorzara en casa.
-Es que es un borde, pero se le pasará - la tranquilizó Liam - Le pasa siempre que viene gente nueva. Es bastante desconfiado.
-Ah - dijo ella - Parece odiarme.
-Supongo que tiene un mal día, ya estaba raro por la mañana - dijo Niall encogiéndose de hombros - Cambiemos de tema, ¿no estaba muy bueno el pollo de hoy?
Liam rió y negó con la cabeza, Elizabeth sonrió aunque no podía quitarse de la cabeza al moreno. Su actitud era extraña y sus ojos demasiado bonitos. Además la ponía nerviosa y eso poca gente lo conseguía. Tendría que hablar con él, al menos para que le dijera porqué la odiaba tanto.

Las clases terminaron al fin y pudieron salir de aquel infierno llamado instituto. Elizabeth esperó junto a la puerta con Niall, el rubio quería esperar a que salieran Liam y Zayn.
-No creo que sea muy buena idea - le dijo la chica - Zayn me odia.
-Con suerte ya se le habrá pasado el mal humor - le respondió Niall - Y si no da igual, yo te acompañaré a casa.
-No hace falta, en serio. Puedo ir con mi hermano - le dijo la chica. Jack aún no había salido del colegio.
-¿Tienes un hermano? ¿Cuántos años tiene?
-Tiene casi trece años, es un pesado que se pasa el día jugando a la consola, pero le quiero.
-Siempre quise tener un hermano - le dijo Niall con pena - Pero bueno, Zayn y Liam es como si lo fueran.
Elizabeth le miró sonriendo, Niall parecía tan vulnerable que le daban ganas de abrazarle constantemente y hacerle sonrojar. No paraba de hablar pero era bastante tímido y además se comportaba como si tuviera diez años. Niall se puso colorado al notar a la chica mirándole con una sonrisa y luego miró hacia la puerta.
Zayn y Liam salían de allí, como siempre, el moreno iba con las manos en los bolsillos mientras que Liam hablaba animadamente. Elizabeth vio como sonreía y creyó que se iba a desmayar. Zayn había sonreído de medio lado, mostrando sus blancos dientes y bueno, su sonrisa también era preciosa. Todo el lo era.
Aquella sonrisa se esfumó cuando la vio parada junto a Niall, sus facciones se volvieron duras y tensas e incluso sus manos ahora estaban cerradas en puños. Liam por el contrario, le regaló una sonrisa.
-Chicos - les dijo Niall - Hoy voy a acompañar a Effy a casa.
-Oh pues vamos todos - le respondió Liam sonriendo.
-Yo paso - soltó Zayn - He quedado.
Y antes de Effy pudiera decir algo más, Zayn ya se había montado en una moto negra, sin ni siquiera llevar el casco de seguridad. Arrancó y velozmente desapareció por la carretera. Suspiró fuertemente y se apoyó en la verja. Niall la miró mordiéndose el labio.
-Hablaré con él - le dijo el rubio - No entiendo porqué se comporta así.
-Ya lo haré yo - le respondió Liam - Soy el único capaz de calmarle, ya lo sabes.
Niall asintió y después de unos minutos, Jack apareció corriendo, con la mochila mal colocada y la camisa, de nuevo, por fuera del pantalón. Elizabeth le paró y le miró.
-¿Por qué estas tan agitado? - le preguntó a su hermano.
-Por nada, ¿podemos irnos ya a casa? - le pidió el niño - Estoy cansado y tengo que hacer los deberes.
Jack, era muy inteligente; mucho más que ella. Amaba las ciencias, aunque se pasara el día con esos cacharritos electrónicos. Sabía todo acerca de los árboles, el tipo de corteza, de hoja e incluso de fruto. Le encantaba la medicina y veía documentales raros en la televisión; incluso una vez había visto uno de un parto en directo. Elizabeth estaba orgullosa de él y estaba seguro de que algún día en el futuro sería un gran investigador, médico e inventaría alguna cura importante contra alguna enfermedad.
-Vale, mira, estos son Niall y Liam; unos amigos - le informó la chica señalándoles.
-¡Campeón! - le dijo Niall posándole una mano en el hombro - ¿Qué tal tu primer día? ¿Una mierda, verdad?
Jack sonrió mientras asentía. Liam también le saludó, pero durante todo el camino, Jack estuvo hablando con Niall sobre fútbol. Así que Elizabeth se dedicó a hablar con el moreno.
-Así que vienes de... ¿Essex? - le preguntó.
-Si - le respondió ella - Aunque me gusta más esto.
-¿Ah si? A nadie suele gustarle.
-Es que me encanta la lluvia - le dijo la chica mirando al cielo.
Había dejado de llover, pero aun así seguía estando gris y estaba segura de que en pocas horas - o incluso minutos - volvería a llover de nuevo. Estaba encantada, podría pasarse la tarde leyendo tranquilamente, tapada con su manta y con una coleta despeinada.
-Yo la odio - le dijo Liam mientras se sacudía, ahora había pasado de parecer Winnie de Pooh a parecer un perro sacudiéndose de la lluvia. Sonrió. - ¿Harás algo este fin de semana?
Elizabeth alzó una ceja, ¿acaso aquello era una cita? No lo creía ya que Liam no parecía de ese tipo de chicos que te invitan nada más conocerte y además ella no estaba interesada en embrollos amorosos; al menos de momento.
-¡Oh si! - gritó de repente Niall colgándose del hombro de Liam - Tienes que venir a la fiesta, Eff; va a ser épica.
-¿Fiesta? - preguntó la chica. Eso no iba demasiado con ella.
-Si, la realizan las animadoras pero es que esas son las mejores fiestas que puede haber - le explicó el rubio - Nosotros nos colamos porque en realidad solo invitan a Zayn y bebemos cerveza gratis.
-Si, básicamente hacemos eso - le dijo Liam - Pero nos lo pasamos bien.
-¿Y yo no puedo ir? - preguntó Jack. Los chicos rieron.
-¡No! - se apresuró a decir su hermana - Tienes doce años, por dios.
-¡Casi trece!
-Un día que tu hermana no se de cuenta, te llevamos por ahí de fiesta - le dijo Niall pasándole un brazo por los hombros.
Elizabeth le fulminó con la mirada y el rubio rió a carcajadas, también Liam rió y por supuesto, Jack.
Después de varios minutos, por fin llegaron a la casa de Elizabeth y se despidieron de ellos, nada más entrar, Jack iba a escaparse escaleras arriba, pero ella le cogió por la mochila, parándole.
-Eh, ¿estas bien? - le preguntó - Ahora puedes contármelo.
-¡Claro que si! Estoy perfectamente - le respondió Jack - ¿Puedo irme ya?
-Si, pero no tardes en bajar que mamá no tardará en poner la mesa - le dijo Effy - No quiero que se enfade otra vez.
Jack le sacó la lengua y subió corriendo las escaleras. Ella saludó a sus padres, que estaban poniendo la mesa y luego subió a dejar sus cosas a su habitación. Posó la mochila sobre una silla y miró su corcho, aún sin ningún dibujo, quizá debía dibujar algo más. Dibujar a Zayn.
No, de ninguna manera. Sacudió la cabeza y se sacó esa idea de la mente. Abrió su carpeta de bocetos y se dio cuenta de que faltaba uno de ellos, el que había hecho la noche antes de ir a Maryport. El que mejor le había quedado. Quizá se hubiera perdido por el camino pero como aquella mirada seguía apareciendo en sus sueños podría volver a dibujarlo.
Se giró asustada cuando oyó un brusco ruido en las ramas junto a su ventana, ya estaba sufriendo alucinaciones de nuevo. El árbol estaba quieto y no había nadie allí. Suspiró y guardó la carpeta en uno de los cajones de la mesita, no quería perder ningún dibujo más.
-¡A comer! - gritó su madre desde abajo.

Durante la comida, hablaron de su primer día en clase. Elizabeth les contó que había conocido a unos chicos increíbles llamados Niall y Liam, omitió a Zayn porque no sabía que decir que él. No iba a ponerse a explicarles a sus padres lo guapo que era y lo mal que la trataba; así que mejor no mencionarle. Jack también les dijo lo bien que le habían caído los amigos de Elizabeth y que le invitarían a una fiesta. Su madre frunció el ceño ante aquello pero se relajó al oír como Effy se reía y negaba con la cabeza.
-¿Y no has hecho ninguna amiga? - le preguntó su padre mientras se llevaba un pedazo de filete a la boca.
-No, la verdad es que aún no he conocido a ninguna - le respondió encogiéndose de hombros.
-No me gusta que te rodeen tantos chicos y más a tu edad.
-Oh por dios Joe, que parecen buenos chicos - le dijo su madre riendo y pasándole una mano por la espalda a su marido.
-Por eso, los que parecen buenos chicos son los peores.
Cuando terminaron de comer, Effy fue la encargada de recoger la mesa. Estaba aclarando uno de los platos bajo el grifo cuando notó como una mano se posaba en su hombro. Se giró rápidamente y el plato que sostenía en sus manos calló al suelo. No había nadie; y eso era lo que más la asustaba. Que nadie estaba allí.
Se pasó una mano por la frente, desesperada y se agachó para recoger el plato hecho pedazos que reposaba en el suelo. Recogió los pedazos más grandes y los tiró en el cubo de la basura, pero luego, desafortunadamente mientras recogía los más pequeños se cortó la palma de la mano.
-Mierda - dijo, tirando los últimos pedazos del plato y abriendo el grifo para lavarse la herida.
-¿Estás bien, cariño? - le preguntó su madre entrando por la puerta.
-Si, es que se me calló un plato sin querer, tranquila.
-Vale, si necesitas algo llámame.
Y volvió a irse. Terminó con todas las cosas y luego subió al baño para vendarse la herida. Era superficial por lo que no tardaría en cerrarse; aun así escocía.
Por fin volvió a su habitación y se sentó en el escritorio, apenas tenía deberes por lo que podría hacerlos más tarde, cogió un folio en blanco, un lápiz y comenzó a dibujar. Se había convencido a si misma de no hacerlo, pero no pudo evitarlo. La linea de su mandíbula era demasiado perfecta, al igual que la de su nariz. La comisura de sus labios, sus cejas, sus pestañas y sus ojos.
Se tomó todo el tiempo del mundo perfeccionando el dibujo, cuando lo terminó, lo firmó y lo colgó en el corcho. Sonrió mientras lo observaba. No podía dejar de pensar en él, no quería que la odiara, solo quería que la hablara con normalidad; que le sonriera.
Suspiró y luego comenzó a sacar sus libros, tenía ejercicios de literatura y también de historia. Con suerte podría hacerlos pronto y seguir con su libro de misterio.
En efecto, no tardó demasiado en terminarlos, guardó sus cosas y se levantó para coger su libro. Por suerte estaba justo donde lo había dejado, porque si hubiera estado en otro lugar iba a empezar a preocuparse de verdad. Ultimamente parecía que vivía en una burbuja continua y no se daba cuenta de lo que hacía.
Algo calló de él al cogerlo, sobre el escritorio. Fijó su vista en él y lo cogió, era una gargantilla. Demasiado familiar para ella pero no recordaba porqué. La acercó a sus ojos para verla mejor. Era de oro blanco y colgaba un pequeño corazón de ella, le dio la vuelta para ver una E grabada allí. Frunció el ceño y la dejó sobre el escritorio. Todo aquello era muy raro.