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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
Tan cortito? Ahh ya los dos descubrieron y aceptaron que están enamorados que bello
Elizabeth no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar
Siguelaaaa
Elizabeth no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar
Siguelaaaa
JB&1D2
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
aww me encanta
Y mas Spencer!! Es tan dfghj
Aunque mi Joseph no se queda atras!!!
Siguela!!
Y mas Spencer!! Es tan dfghj
Aunque mi Joseph no se queda atras!!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
No niñas y no saben lo qe se viene con ese cuarteto,, LA TEMPERTURA SUBE A UN MILLON :twisted: comenten mucho y les subo mas caps !!!!
Lemoine
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
oh dios ya quiero saber q haran ese cuarteto jeje
cada vez esta mas calidad los 2 se aman eso es genial
siguela yaaaaaaaaaaaaa
cada vez esta mas calidad los 2 se aman eso es genial
siguela yaaaaaaaaaaaaa
ElitzJb
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
BUENOO... BUEEEJNOOOOOOO ELLOOSS SOONN COMO UNA ANTORCHAAAA!!!!
JAJAJA Y BUENOOO QUIEN NO SE ENAMORAAA DE JOOOEEEEE!!!???
AAAIII ES UNICOOO..
Y CON LO QUE DICEESS YA QUIERO EL SIGUIENTEE CAAPIISS
JAJAJA Y BUENOOO QUIEN NO SE ENAMORAAA DE JOOOEEEEE!!!???
AAAIII ES UNICOOO..
Y CON LO QUE DICEESS YA QUIERO EL SIGUIENTEE CAAPIISS
chelis
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
jajaja aQi el capi
Era tarde ya cuando todos se volvieron a encontrar en la pequeña sala para tomar el
té.
______ y Elizabeth habían pasado la mañana chismoseando, conversando y
murmurando como dos jovencitas en el salón de la escuela.
A Joe lo enterneció ver a ______ tan despreocupada.
Deseaba deslizarse dentro de su calor acogedor con tantas ganas la noche anterior
cuando finalmente tambaleó hasta la cama; pero sabía que estaba cansado y que ella
estaba cansada, y había dejado que Spencer lo convenciera de tomar demasiado brandy.
Entonces sonriéndose tristemente a sí mismo, la acurrucó contra él y durmió como
un tronco con el peso de ella anidado junto a su corazón.
Él se dio cuenta de que no se podía imaginar pasando sus noches de otra manera.
Ahora todo lo que tenía que hacer era formular una nueva campaña para manejar
todas las obstrucciones que la vida sin duda iba a poner en el camino de ellos. La más
importante de las cuales era la duda de ______ sobre las posibilidades de una relación
entre una dueña de burdel y un Conde.
Joe suspiró. Iba a tener que pensar un poco en esa.
Spencer también le dio que pensar.
El brandy ablandó a ambos y, poco después que se fueron las mujeres, se sacaron
las corbatas, tiraron las chaquetas a un costado y acomodaron sus largas piernas sobre
los apoyabrazos de los sillones.
"No puedo decir que no estoy emocionado por haber encontrado a la señorita
Elizabeth aquí, Joe".
Joe entrecerró los ojos. "Fuiste tú el que la salvó esa noche en la Crescent, ¿no?".
Imperturbable, Spencer continuó mirando el fuego. "Sí. Fue todo muy confuso, con
un montón de gritos y un poco de humo. Elizabeth fue la única que no entró en pánico,
pero nunca se dio cuenta de que su vestido se quemaba. No tenía idea de lo bruto que
era hasta que vi su cuerpo". Luego miró para arriba. "De verdad no quise insultar a la
dama, Joe. Pero, por Dios, hombre, qué senos". Su pene se agitó con el recuerdo.
"Sí, lo sé", dijo él, hablándole a la masculinidad de él. "Pero bien puedes volver a
dormir".
Joe rió apesadumbrado. "Elizabeth es un caso especial, Spencer. Pero tú eres un
buen hombre, y no estoy en posición de tirar piedras. Confío en ti con Elizabeth, donde
sea que te lleve el baile. Es un poco rebelde, cuidado, pero quizás tú puedas ser el
hombre que la mantenga a raya. Sólo no la comprometas, ni la lastimes, ¿está bien?".
Spencer suspiró. "Es sólo que le tengo un poco de temor a esa mujer, Joe. Y si
alguna vez repites eso, tendré que retarte a duelo y librar al mundo de tu molesta
presencia".
Joe sabía que Spencer era experto en muchas cosas, pero la puntería no era una
de ellas. Él rió por lo bajo. "¿Por qué le temes a Elizabeth?".
Por un momento, la habitación quedó en silencio, y el tictac del reloj y el crepitar
del fuego se escucharon fuertemente en la quietud que siguió a la pregunta de Joe.
"Porque cuando la toqué y la miré a los ojos, yo... yo sentí algo. Un escalofrío por
mi columna, como si alguien caminara sobre mi tumba. Ella es un problema, Joe. Y
yo me estoy metiendo de cabeza".
Joe encogió los hombros como minimizando la sensación de inevitabilidad.
"Nos llega a todos, viejo amigo. Nos llega a todos".
Mirando a las muchachas sentadas frente a él ahora, en la luz debilitada de la tarde,
Joe se dio cuenta de qué proféticas habían sido sus palabras. El "problema" que
Spencer había descrito la noche anterior había llegado a Joe y se había instalado en
su alma. Su nombre era ______.
Y él no podría estar más feliz.
Bueno, él pensó que no. Pero luego ______ le sonrió y lo miró. Ay, Dios, le había
preguntado algo. Él estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó una palabra
de lo que le dijo.
"Lo lamento, señoritas. Mi mente estaba en otro lugar". Como entre tus piernas,
______. "¿Qué decían?".
______ le sonrió, haciéndole saber que tenía una idea bastante clara de dónde había
estado su mente, y le gustó el lugar. Mucho.
Joe se movió incómodo y ofreció una plegaria de agradecimiento cuando
Elizabeth se apiadó de él.
"Joe, ______ y yo queremos preparar una cena especial esta noche. Sir Spencer
nos ha dicho algo sobre su viaje a Egipto, y ______ admitió sentir cierta fascinación con las historias de Medio Oriente que escuchó. Entonces pensábamos que sería divertido
cenar ´a la Egipcia´ esta noche. ¿Qué te parece?".
"Depende", respondió Joe con cuidado. "¿Qué implica eso?".
"Bueno, unos almohadones bien grandes para que nos sentemos todos. No en el
comedor, obviamente. Podemos usar aquellas mesas bajas en la sala de atrás. Además
tiene una alfombra linda y suave. Debemos estar descalzos, por supuesto, y ustedes,
caballeros, no deberán llevar corbata y esas cosas; búsquense algo parecido a una túnica
árabe, ¿sí? Nosotras las muchachas también nos vestiremos para la ocasión". El
entusiasmo de Elizabeth era contagioso.
"Estoy seguro de que Joe y yo podremos pensar en algo apropiado, Elizabeth. Y
yo, por mi parte, no puedo esperar a verlas como muchachas del harem...". Spencer
agitó las cejas sugestivamente.
"¿Harem? Ah, no lo creo, Sir Spencer. ______ y yo nunca aceptaremos nada que no
sea el puesto de esposa principal. Seremos mujeres guerreras del desierto. Nada de ser
una de sus ninfas musulmanas perfumadas, ¿cierto, ______?".
"Em, cierto", acordó ______, débil ante la determinación de Elizabeth.
"Bien. Está arreglado entonces. Ah, y tengo un té especial que voy a preparar. Viene
directo de Egipto. Paul Faremont me lo trajo de París, es la última moda allí, creo. Una
especie de brebaje estimulante, nada dañino, pero muy a tono con nuestro tema de esta
noche".
Ella agarró la mano de ______. "Vamos, tenemos mucho que hacer".
______ miró a Joe y le hizo una rápida sonrisa. "Y yo supongo que tengo
´mucho que hacer´ contigo", dijo ella mientras se apuraba tras de Elizabeth. "Los
veremos más tarde".
Joe sonrió mientras miraba la ráfaga de vestidos agitándose en la habitación.
"La vida nunca es aburrida con estas dos cerca", murmuró.
"¿Alguna noticia de Londres?".
Joe se puso serio al instante. "Ni una palabra. Tengo hombres rastreando a
nuestro supuesto homicida y parece que pueden haber descubierto su paradero. Espero
que el mensajero aparezca pronto, quizás mañana, para informarme sobre la situación".
"Bien, nosotros estamos a salvo aquí. A propósito, buen trabajo en el perímetro".
Joe sonrió ante el cumplido militar. Él sabía que estaba garantizado. Había
apostado hombres en lugares poco obvios alrededor del terreno, con instrucciones de
variar sus posiciones aleatoriamente a lo largo de la noche. Él sabía qué tonto era tener
patrullas regulares.
La casa estaba bien cerrada y vigilada, y los establos asegurados. Muchos de los
hombres que trabajaban en el establo se ofrecieron a ayudar, y un par de hombres del
pueblo llegaron ofreciendo asistencia.
Tenían personal de sobra, estaban bien protegidos, y Joe sabía que había hecho
todo lo que había podido hasta el momento.
"¿Qué sabes de eso de Paris que mencionó Elizabeth? ¿Escuchaste hablar de eso?".
Spencer se apoyó en la silla y levantó una ceja. "Ah, si. Desde luego. ¿Tú no?".
"No. Enterrado aquí en Calverton, como que perdí el contacto con lo que estaba de
moda en París. No hay mucha necesidad de ello cuando estás tratando de decidir dónde
reconstruir un ala".
"Cierto", rió Spencer. "Bueno, si es lo que estoy pensando, entonces las tropas de
Napoleón lo trajeron después de la campaña en Egipto. Es una hierba, no es dañina en
absoluto, pero es como que lo relaja a uno. Una vez la probé, no está mal".
"¿No estamos hablando de opio ni nada de eso aquí, quiero creer?". Joe levantó
una ceja.
"No, por Dios. Ni siquiera de láudano. No, esto ni siquiera te deja dolor de cabeza,
a pesar de que tengo que admitir que me dio un hambre del demonio. Y prepararlo
como té lo debilita, también. Escuché que una secta de asesinos lo usa en su forma
original como parte de sus rituales, pero eso es sólo un rumor. Probablemente Elizabeth
misma se toma una botella de jugo de amargón y no nota la diferencia.
Joe se estremeció y se paró, estirando los brazos detrás de su cabeza. "Y bueno.
Lo que sea para mantenerlas contentas y hacer que dejen de preocuparse por nuestros
problemas. Supongo que será mejor que vayamos y reunamos algo para usar de
disfraz".
Spencer sonrió y se levantó de su silla. "Por supuesto que si la cosa es verdadera,
nos mantendrá felices a todos".
Con esa nota bastante enigmática, siguió a Joe y salieron de la habitación.
Capítulo 16 (Parte II)
Era tarde ya cuando todos se volvieron a encontrar en la pequeña sala para tomar el
té.
______ y Elizabeth habían pasado la mañana chismoseando, conversando y
murmurando como dos jovencitas en el salón de la escuela.
A Joe lo enterneció ver a ______ tan despreocupada.
Deseaba deslizarse dentro de su calor acogedor con tantas ganas la noche anterior
cuando finalmente tambaleó hasta la cama; pero sabía que estaba cansado y que ella
estaba cansada, y había dejado que Spencer lo convenciera de tomar demasiado brandy.
Entonces sonriéndose tristemente a sí mismo, la acurrucó contra él y durmió como
un tronco con el peso de ella anidado junto a su corazón.
Él se dio cuenta de que no se podía imaginar pasando sus noches de otra manera.
Ahora todo lo que tenía que hacer era formular una nueva campaña para manejar
todas las obstrucciones que la vida sin duda iba a poner en el camino de ellos. La más
importante de las cuales era la duda de ______ sobre las posibilidades de una relación
entre una dueña de burdel y un Conde.
Joe suspiró. Iba a tener que pensar un poco en esa.
Spencer también le dio que pensar.
El brandy ablandó a ambos y, poco después que se fueron las mujeres, se sacaron
las corbatas, tiraron las chaquetas a un costado y acomodaron sus largas piernas sobre
los apoyabrazos de los sillones.
"No puedo decir que no estoy emocionado por haber encontrado a la señorita
Elizabeth aquí, Joe".
Joe entrecerró los ojos. "Fuiste tú el que la salvó esa noche en la Crescent, ¿no?".
Imperturbable, Spencer continuó mirando el fuego. "Sí. Fue todo muy confuso, con
un montón de gritos y un poco de humo. Elizabeth fue la única que no entró en pánico,
pero nunca se dio cuenta de que su vestido se quemaba. No tenía idea de lo bruto que
era hasta que vi su cuerpo". Luego miró para arriba. "De verdad no quise insultar a la
dama, Joe. Pero, por Dios, hombre, qué senos". Su pene se agitó con el recuerdo.
"Sí, lo sé", dijo él, hablándole a la masculinidad de él. "Pero bien puedes volver a
dormir".
Joe rió apesadumbrado. "Elizabeth es un caso especial, Spencer. Pero tú eres un
buen hombre, y no estoy en posición de tirar piedras. Confío en ti con Elizabeth, donde
sea que te lleve el baile. Es un poco rebelde, cuidado, pero quizás tú puedas ser el
hombre que la mantenga a raya. Sólo no la comprometas, ni la lastimes, ¿está bien?".
Spencer suspiró. "Es sólo que le tengo un poco de temor a esa mujer, Joe. Y si
alguna vez repites eso, tendré que retarte a duelo y librar al mundo de tu molesta
presencia".
Joe sabía que Spencer era experto en muchas cosas, pero la puntería no era una
de ellas. Él rió por lo bajo. "¿Por qué le temes a Elizabeth?".
Por un momento, la habitación quedó en silencio, y el tictac del reloj y el crepitar
del fuego se escucharon fuertemente en la quietud que siguió a la pregunta de Joe.
"Porque cuando la toqué y la miré a los ojos, yo... yo sentí algo. Un escalofrío por
mi columna, como si alguien caminara sobre mi tumba. Ella es un problema, Joe. Y
yo me estoy metiendo de cabeza".
Joe encogió los hombros como minimizando la sensación de inevitabilidad.
"Nos llega a todos, viejo amigo. Nos llega a todos".
Mirando a las muchachas sentadas frente a él ahora, en la luz debilitada de la tarde,
Joe se dio cuenta de qué proféticas habían sido sus palabras. El "problema" que
Spencer había descrito la noche anterior había llegado a Joe y se había instalado en
su alma. Su nombre era ______.
Y él no podría estar más feliz.
Bueno, él pensó que no. Pero luego ______ le sonrió y lo miró. Ay, Dios, le había
preguntado algo. Él estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó una palabra
de lo que le dijo.
"Lo lamento, señoritas. Mi mente estaba en otro lugar". Como entre tus piernas,
______. "¿Qué decían?".
______ le sonrió, haciéndole saber que tenía una idea bastante clara de dónde había
estado su mente, y le gustó el lugar. Mucho.
Joe se movió incómodo y ofreció una plegaria de agradecimiento cuando
Elizabeth se apiadó de él.
"Joe, ______ y yo queremos preparar una cena especial esta noche. Sir Spencer
nos ha dicho algo sobre su viaje a Egipto, y ______ admitió sentir cierta fascinación con las historias de Medio Oriente que escuchó. Entonces pensábamos que sería divertido
cenar ´a la Egipcia´ esta noche. ¿Qué te parece?".
"Depende", respondió Joe con cuidado. "¿Qué implica eso?".
"Bueno, unos almohadones bien grandes para que nos sentemos todos. No en el
comedor, obviamente. Podemos usar aquellas mesas bajas en la sala de atrás. Además
tiene una alfombra linda y suave. Debemos estar descalzos, por supuesto, y ustedes,
caballeros, no deberán llevar corbata y esas cosas; búsquense algo parecido a una túnica
árabe, ¿sí? Nosotras las muchachas también nos vestiremos para la ocasión". El
entusiasmo de Elizabeth era contagioso.
"Estoy seguro de que Joe y yo podremos pensar en algo apropiado, Elizabeth. Y
yo, por mi parte, no puedo esperar a verlas como muchachas del harem...". Spencer
agitó las cejas sugestivamente.
"¿Harem? Ah, no lo creo, Sir Spencer. ______ y yo nunca aceptaremos nada que no
sea el puesto de esposa principal. Seremos mujeres guerreras del desierto. Nada de ser
una de sus ninfas musulmanas perfumadas, ¿cierto, ______?".
"Em, cierto", acordó ______, débil ante la determinación de Elizabeth.
"Bien. Está arreglado entonces. Ah, y tengo un té especial que voy a preparar. Viene
directo de Egipto. Paul Faremont me lo trajo de París, es la última moda allí, creo. Una
especie de brebaje estimulante, nada dañino, pero muy a tono con nuestro tema de esta
noche".
Ella agarró la mano de ______. "Vamos, tenemos mucho que hacer".
______ miró a Joe y le hizo una rápida sonrisa. "Y yo supongo que tengo
´mucho que hacer´ contigo", dijo ella mientras se apuraba tras de Elizabeth. "Los
veremos más tarde".
Joe sonrió mientras miraba la ráfaga de vestidos agitándose en la habitación.
"La vida nunca es aburrida con estas dos cerca", murmuró.
"¿Alguna noticia de Londres?".
Joe se puso serio al instante. "Ni una palabra. Tengo hombres rastreando a
nuestro supuesto homicida y parece que pueden haber descubierto su paradero. Espero
que el mensajero aparezca pronto, quizás mañana, para informarme sobre la situación".
"Bien, nosotros estamos a salvo aquí. A propósito, buen trabajo en el perímetro".
Joe sonrió ante el cumplido militar. Él sabía que estaba garantizado. Había
apostado hombres en lugares poco obvios alrededor del terreno, con instrucciones de
variar sus posiciones aleatoriamente a lo largo de la noche. Él sabía qué tonto era tener
patrullas regulares.
La casa estaba bien cerrada y vigilada, y los establos asegurados. Muchos de los
hombres que trabajaban en el establo se ofrecieron a ayudar, y un par de hombres del
pueblo llegaron ofreciendo asistencia.
Tenían personal de sobra, estaban bien protegidos, y Joe sabía que había hecho
todo lo que había podido hasta el momento.
"¿Qué sabes de eso de Paris que mencionó Elizabeth? ¿Escuchaste hablar de eso?".
Spencer se apoyó en la silla y levantó una ceja. "Ah, si. Desde luego. ¿Tú no?".
"No. Enterrado aquí en Calverton, como que perdí el contacto con lo que estaba de
moda en París. No hay mucha necesidad de ello cuando estás tratando de decidir dónde
reconstruir un ala".
"Cierto", rió Spencer. "Bueno, si es lo que estoy pensando, entonces las tropas de
Napoleón lo trajeron después de la campaña en Egipto. Es una hierba, no es dañina en
absoluto, pero es como que lo relaja a uno. Una vez la probé, no está mal".
"¿No estamos hablando de opio ni nada de eso aquí, quiero creer?". Joe levantó
una ceja.
"No, por Dios. Ni siquiera de láudano. No, esto ni siquiera te deja dolor de cabeza,
a pesar de que tengo que admitir que me dio un hambre del demonio. Y prepararlo
como té lo debilita, también. Escuché que una secta de asesinos lo usa en su forma
original como parte de sus rituales, pero eso es sólo un rumor. Probablemente Elizabeth
misma se toma una botella de jugo de amargón y no nota la diferencia.
Joe se estremeció y se paró, estirando los brazos detrás de su cabeza. "Y bueno.
Lo que sea para mantenerlas contentas y hacer que dejen de preocuparse por nuestros
problemas. Supongo que será mejor que vayamos y reunamos algo para usar de
disfraz".
Spencer sonrió y se levantó de su silla. "Por supuesto que si la cosa es verdadera,
nos mantendrá felices a todos".
Con esa nota bastante enigmática, siguió a Joe y salieron de la habitación.
Lemoine
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
ME PREGUNTOO CUAL SERA ESA HIERBA???
AAAII YA QUIERO VER LO QUE SUCEDE EN ESA DICHA CENA!!!!
SIGUELA PORFIISS
AAAII YA QUIERO VER LO QUE SUCEDE EN ESA DICHA CENA!!!!
SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
jajajaja aQi la cenita 'Egipcia' :twisted: la verdad Qe en esta nove Joe no puede ser más tierno,, lo súper AMO
______ se apoyó sobre los talones y supervisó la habitación. Elizabeth y ella habían
trabajado bastante duro durante el último par de horas para dejarla a tono con la visión
de Elizabeth de lo que era un cenador egipcio. O un harem. O cualquier cosa que los
egipcios tuvieran en sus casas.
En este punto, ______ no estaba muy segura de que hubieran tenido éxito.
Las velas ardían en varios candelabros alrededor de la habitación, y muchas yardas
de seda casi transparente atraían a los parpadeantes rayos de luz. La seda había
suavizado las líneas tradicionales de la habitación, y junto con las hierbas aromáticas
que la señora Hughes había donado para el entretenimiento de esa noche, la habitación
tenía ahora un aura de misterio.
Encontraron unos enormes almohadones en uno de los áticos, y Elizabeth tiró
velozmente unas cobijas suaves sobre ellas para cubrir el brocato que ya estaba bastante
gastado. El hecho de que alguna que otra pluma se escapaba por distintos agujeritos
sólo agregaba al ambiente de la ocasión. Al menos eso es lo que dijo Elizabeth al soplar
una de ellas y hacerla arremolinarse hasta tocar el piso.
______ tembló levemente y fue a atizar el fuego.
Se preguntó por septuagésima vez por qué había apoyado este plan, especialmente
cuando se miró a sí misma. No pudo evitar ruborizarse.
"Lo estás haciendo de nuevo", la reprendió Elizabeth.
"¿Haciendo qué?".
"Ruborizándote. Pensando que estás vestida de manera indecente".
"Pero por todos los cielos, Elizabeth. ¿Por qué pensaría eso? Llevo puestas varias
yardas de pura seda y un par de pantalones escandalosos. Nada más. ¿Qué podría
llegar a ser indecente en eso? Además del hecho de que estoy convencida de que
puedes ver a través de esto, y extraño mi camisola. Ah, y pantalones que bueno. Allí
los tienes".
Elizabeth rió tontamente. "Y también te ves muy decadente, ______. Desde luego,
el cabello rubio arruina bastante la ilusión de una mujer de oriente medio, pero no
importa, entre nosotras hacemos un lindo contraste".
______ no pudo discutir ese punto. Su cabello dorado había sido dejado suelto esta
noche, de acuerdo con las instrucciones de Elizabeth. Otra cosa que la ponía un poco
incómoda. Era raro ver a una mujer con el cabello suelto en cualquier lado que no fuera
su tocador.
Pero comparada con la apariencia exótica de Elizabeth, ______ sabía que se habría
visto ridícula con su vestimenta de todos los días.
El cabello negro azabache de Elizabeth colgaba como una cortina hasta su trasero.
______ admitió que era probablemente un pecado tratar de enrollar esos rulos para
dejarlos peinados al estilo que estaba de moda todos los días. Así era como se deberían
ver siempre.
Ambas muchachas le habían dado forma a unos trajes drapeados con la seda que
habían encontrado en su expedición exploradora más temprano, el de ______era azul
oscuro y el de Elizabeth rojo sangre.
Sus senos estaban cubiertos por suaves drapeados, y habían envuelto suaves
pliegues del material para formar faldas que colgaban bajas de sus caderas. Cada tanto
se vislumbraba un poco de piel blanca que aparecía entre las sedas.
Elizabeth había revuelto una caja con alhajas antiguas y agarrado las cosas más
inverosímiles. Un collar largo y muy pesado, que parecía de la época isabelina y era
probablemente de metal, ahora oxidaba afanosamente las delgadas caderas de ______,
mientras que Elizabeth lucía un rubí con forma de gota, enorme y de aspecto muy falso,
entre los ojos.
Se veían exóticas y, ______ debió admitirlo, bastante sensuales. Elizabeth había
revelado otro secreto cuando arrastró a ______ a su habitación y le exigió que se
probara sus cosméticos.
______, que nunca se había pasado un poco de rubor por las mejillas siquiera,
estaba fascinada. Les permitía a sus muchachas en la Crescent colorearse las mejillas y
los ojos, pero nunca lo consideró para ella. Una hora más tarde, tenía ojos más grandes
de lo que ella pensó que era posible, y un delicado toque de rosa sobre las mejillas.
Elizabeth era sin dudas una caja de sorpresas.
También era un manojo de nervios, y ______ pudo ver cómo su mano temblaba al
alisar los flecos de uno de los exóticos chales que había estirado sobre la mesa baja.
"No tienes que hacer nada que no quieras hacer, Elizabeth".
______ tocó el hombro de la otra muchacha para tranquilizarla.
"Lo sé, ______. Lo sé. Pero sí quiero esto. Lo quiero tanto que el deseo me hace
doler. Supongamos que entiendo mal...". Ella miró con ojos agonizantes a ______,
quien trató valientemente de esconder su sonrisa.
"Mi querida, no hay nada que entender mal. Tu cuerpo te dirá qué quiere cuando
llegue el momento. Tu corazón y tu mente saben que Spencer es a quien elegiste; déjale
el resto a tu cuerpo y confía en él para que te guíe bien".
Elizabeth suspiró.
Se abrió la puerta y entraron dos caballeros vestidos exóticamente.
______ y Elizabeth se quedaron sin aliento.
Para Joe, entrar en esa habitación y ver a ______ en el suelo vestida con unas
frágiles sedas fue un momento que permanecería grabado en su mente para siempre.
Fue como si alguien hubiera estado revolviendo entre sus deseos más profundos y
traído uno de ellos a la vida.
El hecho de que él llevaba puesto poco más que una sábana con un agujero en ella y
una vieja bata cuyas mangas habían sido cortadas no importaba un bledo.
Había rajado la sábana hasta su ombligo, con la esperanza de que a su ______ le
gustara lo que veía. Sabía que a ella le gustaba jugar con su pecho entonces bien
podía exhibir los juguetes.
Spencer había ido un paso más allá: había fabricado un sombrero con un trozo de
tela y un poco de hilo. Con su cabello rubio cubierto, este hombre alto se veía como la
verdadera esencia del bárbaro del desierto. El sable curvo de juguete que metió en su
cinturón no molestaba tampoco.
Joe hizo un puchero mentalmente. Él había querido llevar el sable y sólo había
uno. Maldición. [Jajaja podre Joe,, no le dejo el sable :P ]
Sin embargo, se sintió redimido cuando ______ parecía no poder quitar los ojos de
él.
Su pene se agitó, y él reconoció inmediatamente las ventajas de las vestiduras
sueltas que había fabricado. Había mucho para decir sobre el estilo de vestimenta árabe
y el hecho de que servía para ocultar una buena y saludable excitación no era lo menos
importante. Al menos, por un rato.
Recuperadas del impacto, las muchachas condujeron a sus jeques a los
almohadones, acomodándolos como se suponía que era la forma en que lo hacía una
sumisa esclava.
Las órdenes de Elizabeth sobre dónde sentarse, qué comer primero y la sentida
cachetada sobre la mano de Spencer, que estaba por trepar por su falda, destruyeron un
poco la imagen de la esclava, pero la ilusión era aún la de una decadencia mágica.
Los manojos de salvia ardiente alrededor de la habitación perfumaron el aire con un
olor dulce y penetrante, y Elizabeth sirvió cuidadosamente su té especial.
Se había procurado unas pequeñas tazas orientales, sin asas, y así entregó
cuidadosamente a cada uno su bebida, usando ambas manos.
Ellos se acomodaron sobre los almohadones con risas acalladas y pequeños
movimientos, hasta encontrar una posición cómoda y tomar su té en pequeños sorbos.
Las cejas de Spencer se levantaron apenas probó el té y le disparó una rápida mirada
a Joe.
Joe entendió claramente a su amigo. Éste era del bueno.
"Estoy impresionado, Elizabeth. No sólo que su brebaje es genuino, sino que es
realmente muy rico".
Elizabeth levantó la nariz. "Yo no me merezco menos que lo mejor, Sir Spencer. Me
sorprende que dudara del regalo que recibí...".
______ bebía su té en silencio, mientras Joe la observaba. Él decidió que la
infusión era aceptable. Sabía un poco a césped recién cortado, con algunas hierbas, pero
lo podía tolerar.
Vació su taza y no hizo ninguna objeción cuando Elizabeth la volvió a llenar, como
lo hizo con las de los otros.
Ellos comieron despreocupadamente de las bandejas de comidas que los criados
habían preparado. Aunque Spencer dijo que para ser más genuinos, deberían estar
comiendo cordero guisado del mismo bol y con nada más que sus dedos, nadie quiso
llevar la ilusión tan lejos.
En cambio, disfrutaron de la comida simple de quesos y pan fresco y frutas que el
personal de cocina de Joe había preparado.
Joe sonrió cuando ______, metiéndose en su papel de esclava con entusiasmo, le
dio una uva en la boca.
Un estremecimiento de deseo cruzó por su carne, y se endureció aún más debajo de
su bata. Observó cuidadosamente a ______ y vio que sus pezones se endurecían debajo
de la liviana protección de la seda.
Spencer también disfrutaba del banquete, mientras convencía a Elizabeth de que le
ofreciera un pedazo de fruta con sus labios. Lo que llevó a lo inevitable: un rápido beso
robado.
Sólo Joe estaba en el ángulo justo para ver la mano de Spencer rozar el seno de
Elizabeth cuando se inclinó para buscar comida.
La tensión sexual aumentaba en la habitación junto con el perfume del incienso.
______ tomó un durazno y lo mordió, permitiendo que el jugo se derrame por sus
labios y hasta su mentón.
Fue un desafío al que Joe no pudo resistirse. Tiró de su almohadón para
acercarla y atrajo su cara junto a la de él.
"Permíteme ser tu servilleta, ______", dijo en voz baja mientras ponía una mano
sobre su cabeza.
Deslizó sus dedos por el dorado cabello de ella, tomando la parte trasera de su
cabeza con una mano con facilidad, mientras su lengua lamía suavemente los restos de
jugo de su boca y mentón.
Ella gimió en voz baja y se retorció.
Al lado de él, Spencer la estaba pasando como nunca en su vida con Elizabeth.
Ponía uvas sobre sus hombros y los mordisqueaba para tomarlos, riendo cuando caían
sobre la falda de ella.
A los pocos segundos, ella fue empujada por la espalda, con un gran almohadón
debajo de ella, y Spencer buscaba una uva perdida en su escote. Con la boca.
La risa de Elizabeth resonaba en toda la habitación mientras lo alentaba.
"______", dijo Joe, sólo por el placer de escuchar su nombre. "Me encanta tu
cabello así...". Levantó la mano y dejó que la suavidad cayera entre sus dedos.
"Me gusta cuando haces eso, Joe", respondió ______, cerrando los ojos y
obviamente disfrutando la sensación.
"¿Sí?".
Ella asintió con la cabeza, sonriendo mientras un jadeo de Elizabeth retumbaba en
la habitación. Spencer debía estar haciendo algo que a ella le gustaba también.
"Me alegra que te guste, ______. ¿Qué más hago que te gusta...?". Su lengua hacía
círculos alrededor de su oreja ahora, entrando y saliendo, probando, excitando y
acelerando su respiración. Sabía que se ponía más duro a cada segundo y se imaginó
que podía oler la excitación de ______ por sobre el incienso.
Sólo pensar en esa excitación lo hacía delirar un poco.
Se inclinó detrás de ______ y apagó un candelabro lleno de velas, una por una, con
sus dedos, dejando su lado de la mesa cubierto de sombras.
Parte de su mente notó a Spencer acomodando a Elizabeth en una zona oscura entre
dos grandes sofás del otro lado de la habitación.
Él sonrió. Los dos viejos camaradas tenían la misma idea en mente. No iré a ningún
lugar en este momento, pero ni loco voy a dejar que alguien más mire. Nunca se lo había dicho
a ______ y a Elizabeth, pero Spencer y él ya habían hecho este juego un par de veces en
parrandas llenas de alcohol. Los jornales de soldado raramente permitían tener
privacidad y ninguno era un monje.
Esta vez, sin embargo, era ______. Y se merecía lo mejor. Acomodó el almohadón
de ella para atrás, junto con la de él, hasta que llegaron al otro lado de la habitación.
A pesar de las sombras, pudo ver el brillo en los ojos de ______ y el rápido destello
de sus dientes cuando le sonrió.
La acostó de espaldas, dejando que su cabello se volcara sobre el almohadón.
"Joe", suspiró ella. "Joe, mi amor".
"Estoy aquí, dulzura". Las palabras de ella lo tocaron y su cabeza giraba con una
embriagadora mezcla de alegría y deseo.
"Joe, tócame". Ella se estiró hasta su hombro y pasó los dedos por su brazo
hasta encontrar su mano.
La trajo hasta las sedas sobre su seno y la mantuvo contra ella.
"Muéstrame cómo, amor. Muéstrame qué te da placer...". Él le dio un apretoncito a
su seno y luego movió su mano, tirando de la seda junto con ella. Los pliegues de tela
oscura cayeron de ella, enmarcando la palidez de sus senos con un surco de oscuridad.
"Yo... yo...", tartamudeó ella, claramente insegura sobre qué hacer.
"Tócate, ______. Déjame ver cómo te gusta, muéstrame cómo darte placer".
Él se inclinó un poco hacia atrás y se quitó su bata, dejando que la sábana se deslice
hacia arriba y por sobre sus rodillas desnudas.
Rozó la piel de ella con su muslo desnudo.
Ella boqueó al sentir el contacto.
"Está todo bien, ______. Adelante, tócate. Nadie más que yo puede verte. Quiero
mirarte, dulzura. Es excitante. Me encanta mirarte, tu suavidad, sabiendo que es toda
para mí...".
______ se pasó la lengua por los labios y bajó los párpados, mientras su mano
estaba suspendida tentativamente sobre uno de sus senos desnudos.
"______... amor. Por mí, hazlo por mí...".
Su voz la seducía tanto como sus manos y sus ojos y sus labios lo hubieran hecho de
haber estado sobre su cuerpo.
______ se derretía debajo de la seductora acometida de sus palabras.
Su mente vacilaba, daba vueltas y estaba libre por una vez de las convenciones, las
preocupaciones, las inhibiciones o el protocolo.
Se sentía liberada, en paz y libre por primera vez en su vida para dejarse ser. Era
una experiencia embriagadora y saber que Joe estaba tan cerca y tan preparado
agregaba un poco más de condimento a la situación.
Lo sentía, más que verlo, recostado a su lado, levantando su cabeza con un brazo
doblado y sacándose la tonta sábana para poder descansar su pene contra el muslo
cubierto de seda de ella.
Ella rió. Esa sábana era tan graciosa y a la vez tan sensual. Ella quiso pasar la lengua
por el tajo hasta su ombligo. Quizás lo haría. En un par de minutos.
Ahora mismo él estaba esperando que ella se tocara. Ay, Dios.
Ella bajo su mano hasta su seno dubitativamente y escuchó que a su lado alguien
tomaba aire.
Frotó la palma de su mano contra el pezón, fascinada porque en seguida se
endureció y sobresalió en su seno.
Sus caderas se movían en respuesta a las señales sensuales que recibían y ella se
sobresaltó cuando los dientes de Joe mordisquearon suavemente su hombro.
"Ahora el otro, no debes tener favoritos, ______", la embromó el hombre a su lado.
"A ver, vamos a deshacernos de esto", él tiró de la seda apartándola de ella por
completo y dejó una pila de arrugada suavidad debajo de ella, al tiempo que desnudó
su torso para sus ojos.
Su polla estaba caliente contra ella, ardiendo al rozar su piel. Ella pudo sentirla
moverse al estirarse para acariciar su otro seno.
Otra vez, rotó su palma suavemente contra el pezón, frotándolo hasta llegar a su
excitado pico.
"Te gusta eso, ¿no? Ese movimiento circular... así...". Joe imitó sus
movimientos.
La reticencia natural de ______ se había desvanecido y respondió salvajemente. "Es
diferente cuando tú lo haces, Joe. Tus manos sobre mí, ah Dios, se sienten como el
paraíso mismo".
"¿Y mi lengua, ______? ¿Cómo se siente cuando mi lengua lo hace?".
Él se inclinó hacia adelante y apretó su pecho caliente contra su piel desnuda,
dejando que su lengua frote firmemente las puntiagudas protuberancias, que ahora se
abultaban sobre su cuerpo.
"Exquisito", suspiró ella y se estiró hasta la nuca de él para apretarlo contra ella,
alentándolo a chupar y jugar, mientras ella disfrutaba del calor que se esparcía por su
cuerpo.
"¿Dónde más, ______? Muéstrame otras partes que quieras que te toque. Este es el
momento para que me digas esas cosas. Déjame conocer tus secretos, tus deseos, tus
fantasías". Sus labios succionaban y tiraban de un pezón, estirándolo lejos de ella.
"Déjame hacerlos realidad a todos".
"Ah, Dios, sólo sigue haciendo eso y lo lograrás", suspiró ella, capaz de alguna
manera de sentir cada pequeño golpe de su lengua mientras bañaba sus senos.
"Un minuto, aflojémonos un poco aquí, ¿quieres?".
Con precisión militar, Joe tuvo la falda de ella desabrochada y desenrollada en
menos de cinco segundos, y respiró profundo cuando cayó dejando sus pantalones a la
vista.
"Ay, Dios. ¿Qué tenemos aquí?".
______ dejó escapar una risita. "Son de Elizabeth. Impactantes, ¿no? Pero ella dice
que muy pronto todos estarán usándolos".
"Pienso que puede tener razón", dijo Joe, pasando una mano por la suave tela y
separándola donde se abría entre las piernas.
Deslizó su mano por la abertura y tomó su monte en la mano.
______ gimió, encantada con la tibieza de su mano mientras se desparramaba por
sus entrañas y a través de su carne hasta su útero.
"Esto es mío, ______. Mi conchita. De nadie más. Nunca permitiré que nadie vea o
toque esto. Tan pronto como puse mi polla dentro de ti, supe que estabas hecha para
mí. Encajamos tan bien, amor. Y tu te pones tan caliente conmigo... ¿sientes tus jugos,
______?".
Su mano hacía magia entre sus muslos, y ______ boqueó cuando él desparramó
humedad sobre su sensible piel. Luego volvió a traer la mano arriba y frotó la humedad
contra su seno.
Inclinó la cabeza y chupó su miel. "Dios Santo, ______, sabes tan bien...".
______ estaba flotando. Su cuerpo se volvía más liviano que el aire a su alrededor,
toda su atención en cada sensación que Joe creaba con su lengua y sus labios y su
calor. Su voz era la nube sobre la que estaba recostada, sus manos eran los instrumentos
de su pasión, y se preguntó si el Paraíso sería algo así de maravilloso.
Se había olvidado que Spencer y Elizabeth se estaban entreteniendo a escasas
yardas de donde ella estaba. Para ella, el mundo se había achicado a este pequeño lugar,
escondido detrás de un par de sillas grandes y al lado de la pared. Una pequeña y oscura caverna donde un hombre la estaba llevando a un punto álgido de sensaciones
que ella jamás creyó posible.
Extrañamente, no sentía ninguna urgencia por que él se entierre dentro de ella. Su
cuerpo lloriqueaba por él, pero su mente estaba satisfecha de dejarlo ir paso a paso. De
seguir cada uno de sus movimientos y direcciones, y analizar, examinar y disfrutar cada
uno de ellos.
Sus senos se sentían maravillosos, inflamados y sensuales, vivos ante la mínima
bocanada de aire que creaban los movimientos de Joe.
Ella pudo sentir la calidez de su propia lengua moviéndose sobre sus labios y
atrevidamente lamió el hombro de Joe cuando él lo acercó.
Él tenía un gusto levemente salado y muy de Joe. Su gusto favorito.
Cada pequeño pedacito de su conciencia estaba concentrado en su propio cuerpo y
en sus respuestas. Y las cosas maravillosas que Joe le hacía.
Sintió cómo desataba las cintas que sostenían sus pantalones en su lugar, y fue casi
un alivio cuando él se los sacó. Ella se retorció libre de sus sedas y se desparramó
desnuda, abriendo desenfrenadamente las piernas a modo de invitación.
Unos ruidos de fricción y de caída, seguidos de un calor que quemaba, le indicaron
que Joe también estaba desnudo. Estaba apretado contra su lado, frotándose contra
ella, como un gato olfateando su territorio.
"Dios, qué agradable eres al tacto", gimió él, dejando que su pene presione contra
la carne de ella.
"Tú también", respondió ella, estirándose para tocar su cuerpo, deseando tocarlo,
sentirlo, cualquier parte de él.
"Ahora, volviendo a mi lección", dijo Joe, retirándose un poco y provocando un
suspiro de desilusión en los labios de ella.
"¿Quieres que te toque... aquí?". Joe había tomado su mano y la había puesto
sobre su pubis.
A pesar de su estado increíblemente relajado, ______ igual sintió que sus mejillas se
ruborizaban y acaloraban.
"Está bien, mi amor, muéstrame. Quiero verte, observarte y aprender de ti. Siente lo
que provoca en mí cuando lo haces". Él acercó la mano libre de ______ al costado de
ella y enlazó sus dedos alrededor de su pene.
"Ahora, sigue, muéstrame lo que te gusta".
______ hizo su apuesta lentamente, sintiéndose un poco avergonzada, bastante
sensual y muy excitada.
Ella deslizó sus dedos por su sexo y los dejó separar los labios debajo de ellos.
Ella podía sentir su propia humedad, y la sensación del aire sobre su piel caliente y
mojada la dejó sin aliento.
La polla de Joe saltó dentro de los confines de los dedos de ella y ese
movimiento le dio a ______ fuerzas para seguir. A él realmente le gustaba mirar.
Ella se estiró un poco más abajo y desparramó sus jugos, tal como Joe lo había
hecho antes. No estaba segura de qué hacer ahora, pero dejó que su cuerpo dirija sus
acciones. Una sensación de que estaba haciendo algo mal rezongaba vagamente en el
fondo de su mente, pero ella recordaba escuchar a sus muchachas hablar de satisfacerse
a sí mismas. Sólo porque ella nunca lo había hecho no quería decir que estuviera
prohibido.
Su mano buscadora encontró un cierto lugar, uno que la hizo estremecerse al
frotarlo.
Se estremeció mucho más cuando la lengua de Joe empujó su mano a un lado y
tomó su lugar.
"¿Es ese un buen lugar? Justo ahí...". Su lengua se lanzó dentro de sus pliegues,
moviéndose y agitándose contra su clítoris. "Ese es tu clítoris, ______. Puedo sentir
cómo se endurece". Su lengua siguió moviéndose, y ahora él estaba apoyado contra ella,
manteniéndola quieta mientras sus caderas trataban de desbancarlo.
Ella se aferró a su pene como si fuera cuestión de vida o muerte, sintiendo su
dureza dentro de su agarre.
"Joe", dijo ella jadeando. "No puedo soportar eso, es... es...".
"¿Es qué, amor?".
"Es demasiado", suspiró mientras él sacaba su boca.
"Demasiado para hacerlo aquí, eso es seguro...", murmuró Joe.
Su calidez retrocedió, pero antes de que ______ pudiera protestar, la estaba
levantando, desnuda, en sus brazos. Él se puso de pie con ella aferrada contra su pecho.
"Necesitamos nuestra propia habitación, dulzura. Agárrate".
Con unos pocos pasos largos, Joe había cruzado la puerta y el hall hasta su
estudio. La puerta se cerró detrás de él con un golpe y la trabó. La única luz en la
habitación era la del fuego, que ardía brillantemente, dejando que ______ vea sus ojos.
Las pupilas eran casi negras y una gota de sudor bajaba por el costado de su cara.
Ella pensó que nunca vería nada tan magnífico. Lentamente, Joe la soltó,
dejando que el cuerpo desnudo de ella se deslizara hacia abajo contra su sábana. Tan
pronto como sus pies tocaron el suelo, él dejó caer la sábana por completo desde sus
caderas, dejando a ambos desnudos.
Él la dio vuelta y apretó su espalda contra la pesada puerta de roble.
"Dios, ______, quiero cogerte. Quiero cogerte hasta que no haya vida en ninguno
de nosotros. Quiero pasar toda mi vida con mi pene bien adentro de tu dulce sexo.
No quiero separarme de ti. Jamás".
______ empujó sus senos contra su pecho, tan desesperada como él ahora por el
acoplamiento.
Ella se frotó de lado a lado un poco, haciendo que los vellos de él rasparan un poco
sus pezones. ______ no pudo detener el gemido que se escapó silenciosamente de su
garganta.
Su pene apretaba contra su panza, ella se puso en puntas de pie y usó los hombros
de Joe como apoyo para estabilizarse.
"Levanta tu pierna, cariño. Ponla detrás de mí".
Ella hizo como se le ordenó. Las manos de Joe se deslizaron hacia abajo,
tomaron su trasero y la levantaron, poniéndola en posición para su pene.
"No puedo esperar más para esto, ______. Déjame cogerte. Por favor, cógeme...".
Joe volcó su urgencia en palabras que ______ casi no podía seguir.
Su pene empujaba, buscaba y finalmente encontró su calor.
La puerta se sentía dura contra su espalda, y Joe estaba caliente contra su
delantera. Ella se sintió en el paraíso cuando él la embistió, llenándola, completándola,
haciéndola entera.
El jadeo de placer de Joe fue imitado por el grito de alegría de ella.
"Joe", gritó ella, incapaz de guardarse sus emociones. "Joe, síííí...".
Ella estaba flotando realmente ahora, con su peso firmemente sostenido por las
manos de él alrededor de su trasero. Ella levantó la otra pierna y trabó los tobillos
detrás de él.
La posición de ella la dejaba muy abierta a su contacto, y cuando él comenzó a
moverse, ella creyó que moriría.
Su cuerpo azotaba su clítoris y su sexo mientras su ritmo aumentaba, y la
respiración de ella iba y venía en bocanadas de sollozos con cada uno de sus embates.
Pareció durar por siempre, unos momentos de placer indescriptible, en los que la
polla de Joe se zambullía y se retiraba, llevándola aún más alto en un plano de
placer que parecía infinito.
Joe también parecía incansable. Sus movimientos eran fuertes y apasionados, y
sus gemidos de placer la excitaban aún más.
Él bajó la cabeza para mirar cómo su pene se deslizaba dentro y fuera de su
sexo, brillando con la combinación de jugos y rígido de excitación.
Ella miró también, y le pareció erótico e increíblemente sensual.
Este apareamiento, este acoplamiento, era la base de tantas cosas hermosas entre
dos personas. Ella se dio cuenta de eso en un momento de iluminación personal
enceguecedora.
Así era como debía ser. Sin dolor, sin enojo, sin miedo, sólo dos personas amando y
entregando sus cuerpos el uno al otro, por el simple y llano placer de esto.
Joe se retiró con un escalofrío y levantó la mirada hasta la cara de ______.
"Tengo que venirme ahora", dijo en voz baja.
Sus palabras parecieron resonar dentro del vientre de ______, porque todo su
cuerpo se tensó, esperando su embestida final.
"Me vendré contigo", prometió ella.
"Sí, lo harás", respondió él y acomodó el peso de ella sobre una mano y deslizó la
otra entre los dos.
Apretó su clítoris desde abajo, intensamente, mientras la embestía una última vez.
El trasero de ______ se endureció en su mano y pudo sentir cómo todo su cuerpo se
ponía tenso y temblaba.
Y para ambos, el mundo terminó en una explosión de sensaciones y luz que pareció
continuar durante un número infinito de vidas.
Ambos gritaron.
Ambos se sacudieron con infinitos estremecimientos de placer mientras sus cuerpos
liberaban sus energías sexuales acumuladas.
Y luego ambos se abrazaron fuertemente mientras sus debilitados músculos los
hicieron desplomarse sobre la alfombra.
Es todo por hoy chicas,, comenten mucho. XOXOXOXO.
Capítulo 17
______ se apoyó sobre los talones y supervisó la habitación. Elizabeth y ella habían
trabajado bastante duro durante el último par de horas para dejarla a tono con la visión
de Elizabeth de lo que era un cenador egipcio. O un harem. O cualquier cosa que los
egipcios tuvieran en sus casas.
En este punto, ______ no estaba muy segura de que hubieran tenido éxito.
Las velas ardían en varios candelabros alrededor de la habitación, y muchas yardas
de seda casi transparente atraían a los parpadeantes rayos de luz. La seda había
suavizado las líneas tradicionales de la habitación, y junto con las hierbas aromáticas
que la señora Hughes había donado para el entretenimiento de esa noche, la habitación
tenía ahora un aura de misterio.
Encontraron unos enormes almohadones en uno de los áticos, y Elizabeth tiró
velozmente unas cobijas suaves sobre ellas para cubrir el brocato que ya estaba bastante
gastado. El hecho de que alguna que otra pluma se escapaba por distintos agujeritos
sólo agregaba al ambiente de la ocasión. Al menos eso es lo que dijo Elizabeth al soplar
una de ellas y hacerla arremolinarse hasta tocar el piso.
______ tembló levemente y fue a atizar el fuego.
Se preguntó por septuagésima vez por qué había apoyado este plan, especialmente
cuando se miró a sí misma. No pudo evitar ruborizarse.
"Lo estás haciendo de nuevo", la reprendió Elizabeth.
"¿Haciendo qué?".
"Ruborizándote. Pensando que estás vestida de manera indecente".
"Pero por todos los cielos, Elizabeth. ¿Por qué pensaría eso? Llevo puestas varias
yardas de pura seda y un par de pantalones escandalosos. Nada más. ¿Qué podría
llegar a ser indecente en eso? Además del hecho de que estoy convencida de que
puedes ver a través de esto, y extraño mi camisola. Ah, y pantalones que bueno. Allí
los tienes".
Elizabeth rió tontamente. "Y también te ves muy decadente, ______. Desde luego,
el cabello rubio arruina bastante la ilusión de una mujer de oriente medio, pero no
importa, entre nosotras hacemos un lindo contraste".
______ no pudo discutir ese punto. Su cabello dorado había sido dejado suelto esta
noche, de acuerdo con las instrucciones de Elizabeth. Otra cosa que la ponía un poco
incómoda. Era raro ver a una mujer con el cabello suelto en cualquier lado que no fuera
su tocador.
Pero comparada con la apariencia exótica de Elizabeth, ______ sabía que se habría
visto ridícula con su vestimenta de todos los días.
El cabello negro azabache de Elizabeth colgaba como una cortina hasta su trasero.
______ admitió que era probablemente un pecado tratar de enrollar esos rulos para
dejarlos peinados al estilo que estaba de moda todos los días. Así era como se deberían
ver siempre.
Ambas muchachas le habían dado forma a unos trajes drapeados con la seda que
habían encontrado en su expedición exploradora más temprano, el de ______era azul
oscuro y el de Elizabeth rojo sangre.
Sus senos estaban cubiertos por suaves drapeados, y habían envuelto suaves
pliegues del material para formar faldas que colgaban bajas de sus caderas. Cada tanto
se vislumbraba un poco de piel blanca que aparecía entre las sedas.
Elizabeth había revuelto una caja con alhajas antiguas y agarrado las cosas más
inverosímiles. Un collar largo y muy pesado, que parecía de la época isabelina y era
probablemente de metal, ahora oxidaba afanosamente las delgadas caderas de ______,
mientras que Elizabeth lucía un rubí con forma de gota, enorme y de aspecto muy falso,
entre los ojos.
Se veían exóticas y, ______ debió admitirlo, bastante sensuales. Elizabeth había
revelado otro secreto cuando arrastró a ______ a su habitación y le exigió que se
probara sus cosméticos.
______, que nunca se había pasado un poco de rubor por las mejillas siquiera,
estaba fascinada. Les permitía a sus muchachas en la Crescent colorearse las mejillas y
los ojos, pero nunca lo consideró para ella. Una hora más tarde, tenía ojos más grandes
de lo que ella pensó que era posible, y un delicado toque de rosa sobre las mejillas.
Elizabeth era sin dudas una caja de sorpresas.
También era un manojo de nervios, y ______ pudo ver cómo su mano temblaba al
alisar los flecos de uno de los exóticos chales que había estirado sobre la mesa baja.
"No tienes que hacer nada que no quieras hacer, Elizabeth".
______ tocó el hombro de la otra muchacha para tranquilizarla.
"Lo sé, ______. Lo sé. Pero sí quiero esto. Lo quiero tanto que el deseo me hace
doler. Supongamos que entiendo mal...". Ella miró con ojos agonizantes a ______,
quien trató valientemente de esconder su sonrisa.
"Mi querida, no hay nada que entender mal. Tu cuerpo te dirá qué quiere cuando
llegue el momento. Tu corazón y tu mente saben que Spencer es a quien elegiste; déjale
el resto a tu cuerpo y confía en él para que te guíe bien".
Elizabeth suspiró.
Se abrió la puerta y entraron dos caballeros vestidos exóticamente.
______ y Elizabeth se quedaron sin aliento.
* * * * *
Para Joe, entrar en esa habitación y ver a ______ en el suelo vestida con unas
frágiles sedas fue un momento que permanecería grabado en su mente para siempre.
Fue como si alguien hubiera estado revolviendo entre sus deseos más profundos y
traído uno de ellos a la vida.
El hecho de que él llevaba puesto poco más que una sábana con un agujero en ella y
una vieja bata cuyas mangas habían sido cortadas no importaba un bledo.
Había rajado la sábana hasta su ombligo, con la esperanza de que a su ______ le
gustara lo que veía. Sabía que a ella le gustaba jugar con su pecho entonces bien
podía exhibir los juguetes.
Spencer había ido un paso más allá: había fabricado un sombrero con un trozo de
tela y un poco de hilo. Con su cabello rubio cubierto, este hombre alto se veía como la
verdadera esencia del bárbaro del desierto. El sable curvo de juguete que metió en su
cinturón no molestaba tampoco.
Joe hizo un puchero mentalmente. Él había querido llevar el sable y sólo había
uno. Maldición. [Jajaja podre Joe,, no le dejo el sable :P ]
Sin embargo, se sintió redimido cuando ______ parecía no poder quitar los ojos de
él.
Su pene se agitó, y él reconoció inmediatamente las ventajas de las vestiduras
sueltas que había fabricado. Había mucho para decir sobre el estilo de vestimenta árabe
y el hecho de que servía para ocultar una buena y saludable excitación no era lo menos
importante. Al menos, por un rato.
Recuperadas del impacto, las muchachas condujeron a sus jeques a los
almohadones, acomodándolos como se suponía que era la forma en que lo hacía una
sumisa esclava.
Las órdenes de Elizabeth sobre dónde sentarse, qué comer primero y la sentida
cachetada sobre la mano de Spencer, que estaba por trepar por su falda, destruyeron un
poco la imagen de la esclava, pero la ilusión era aún la de una decadencia mágica.
Los manojos de salvia ardiente alrededor de la habitación perfumaron el aire con un
olor dulce y penetrante, y Elizabeth sirvió cuidadosamente su té especial.
Se había procurado unas pequeñas tazas orientales, sin asas, y así entregó
cuidadosamente a cada uno su bebida, usando ambas manos.
Ellos se acomodaron sobre los almohadones con risas acalladas y pequeños
movimientos, hasta encontrar una posición cómoda y tomar su té en pequeños sorbos.
Las cejas de Spencer se levantaron apenas probó el té y le disparó una rápida mirada
a Joe.
Joe entendió claramente a su amigo. Éste era del bueno.
"Estoy impresionado, Elizabeth. No sólo que su brebaje es genuino, sino que es
realmente muy rico".
Elizabeth levantó la nariz. "Yo no me merezco menos que lo mejor, Sir Spencer. Me
sorprende que dudara del regalo que recibí...".
______ bebía su té en silencio, mientras Joe la observaba. Él decidió que la
infusión era aceptable. Sabía un poco a césped recién cortado, con algunas hierbas, pero
lo podía tolerar.
Vació su taza y no hizo ninguna objeción cuando Elizabeth la volvió a llenar, como
lo hizo con las de los otros.
Ellos comieron despreocupadamente de las bandejas de comidas que los criados
habían preparado. Aunque Spencer dijo que para ser más genuinos, deberían estar
comiendo cordero guisado del mismo bol y con nada más que sus dedos, nadie quiso
llevar la ilusión tan lejos.
En cambio, disfrutaron de la comida simple de quesos y pan fresco y frutas que el
personal de cocina de Joe había preparado.
Joe sonrió cuando ______, metiéndose en su papel de esclava con entusiasmo, le
dio una uva en la boca.
Un estremecimiento de deseo cruzó por su carne, y se endureció aún más debajo de
su bata. Observó cuidadosamente a ______ y vio que sus pezones se endurecían debajo
de la liviana protección de la seda.
Spencer también disfrutaba del banquete, mientras convencía a Elizabeth de que le
ofreciera un pedazo de fruta con sus labios. Lo que llevó a lo inevitable: un rápido beso
robado.
Sólo Joe estaba en el ángulo justo para ver la mano de Spencer rozar el seno de
Elizabeth cuando se inclinó para buscar comida.
La tensión sexual aumentaba en la habitación junto con el perfume del incienso.
______ tomó un durazno y lo mordió, permitiendo que el jugo se derrame por sus
labios y hasta su mentón.
Fue un desafío al que Joe no pudo resistirse. Tiró de su almohadón para
acercarla y atrajo su cara junto a la de él.
"Permíteme ser tu servilleta, ______", dijo en voz baja mientras ponía una mano
sobre su cabeza.
Deslizó sus dedos por el dorado cabello de ella, tomando la parte trasera de su
cabeza con una mano con facilidad, mientras su lengua lamía suavemente los restos de
jugo de su boca y mentón.
Ella gimió en voz baja y se retorció.
Al lado de él, Spencer la estaba pasando como nunca en su vida con Elizabeth.
Ponía uvas sobre sus hombros y los mordisqueaba para tomarlos, riendo cuando caían
sobre la falda de ella.
A los pocos segundos, ella fue empujada por la espalda, con un gran almohadón
debajo de ella, y Spencer buscaba una uva perdida en su escote. Con la boca.
La risa de Elizabeth resonaba en toda la habitación mientras lo alentaba.
"______", dijo Joe, sólo por el placer de escuchar su nombre. "Me encanta tu
cabello así...". Levantó la mano y dejó que la suavidad cayera entre sus dedos.
"Me gusta cuando haces eso, Joe", respondió ______, cerrando los ojos y
obviamente disfrutando la sensación.
"¿Sí?".
Ella asintió con la cabeza, sonriendo mientras un jadeo de Elizabeth retumbaba en
la habitación. Spencer debía estar haciendo algo que a ella le gustaba también.
"Me alegra que te guste, ______. ¿Qué más hago que te gusta...?". Su lengua hacía
círculos alrededor de su oreja ahora, entrando y saliendo, probando, excitando y
acelerando su respiración. Sabía que se ponía más duro a cada segundo y se imaginó
que podía oler la excitación de ______ por sobre el incienso.
Sólo pensar en esa excitación lo hacía delirar un poco.
Se inclinó detrás de ______ y apagó un candelabro lleno de velas, una por una, con
sus dedos, dejando su lado de la mesa cubierto de sombras.
Parte de su mente notó a Spencer acomodando a Elizabeth en una zona oscura entre
dos grandes sofás del otro lado de la habitación.
Él sonrió. Los dos viejos camaradas tenían la misma idea en mente. No iré a ningún
lugar en este momento, pero ni loco voy a dejar que alguien más mire. Nunca se lo había dicho
a ______ y a Elizabeth, pero Spencer y él ya habían hecho este juego un par de veces en
parrandas llenas de alcohol. Los jornales de soldado raramente permitían tener
privacidad y ninguno era un monje.
Esta vez, sin embargo, era ______. Y se merecía lo mejor. Acomodó el almohadón
de ella para atrás, junto con la de él, hasta que llegaron al otro lado de la habitación.
A pesar de las sombras, pudo ver el brillo en los ojos de ______ y el rápido destello
de sus dientes cuando le sonrió.
La acostó de espaldas, dejando que su cabello se volcara sobre el almohadón.
"Joe", suspiró ella. "Joe, mi amor".
"Estoy aquí, dulzura". Las palabras de ella lo tocaron y su cabeza giraba con una
embriagadora mezcla de alegría y deseo.
"Joe, tócame". Ella se estiró hasta su hombro y pasó los dedos por su brazo
hasta encontrar su mano.
La trajo hasta las sedas sobre su seno y la mantuvo contra ella.
"Muéstrame cómo, amor. Muéstrame qué te da placer...". Él le dio un apretoncito a
su seno y luego movió su mano, tirando de la seda junto con ella. Los pliegues de tela
oscura cayeron de ella, enmarcando la palidez de sus senos con un surco de oscuridad.
"Yo... yo...", tartamudeó ella, claramente insegura sobre qué hacer.
"Tócate, ______. Déjame ver cómo te gusta, muéstrame cómo darte placer".
Él se inclinó un poco hacia atrás y se quitó su bata, dejando que la sábana se deslice
hacia arriba y por sobre sus rodillas desnudas.
Rozó la piel de ella con su muslo desnudo.
Ella boqueó al sentir el contacto.
"Está todo bien, ______. Adelante, tócate. Nadie más que yo puede verte. Quiero
mirarte, dulzura. Es excitante. Me encanta mirarte, tu suavidad, sabiendo que es toda
para mí...".
______ se pasó la lengua por los labios y bajó los párpados, mientras su mano
estaba suspendida tentativamente sobre uno de sus senos desnudos.
"______... amor. Por mí, hazlo por mí...".
Su voz la seducía tanto como sus manos y sus ojos y sus labios lo hubieran hecho de
haber estado sobre su cuerpo.
______ se derretía debajo de la seductora acometida de sus palabras.
Su mente vacilaba, daba vueltas y estaba libre por una vez de las convenciones, las
preocupaciones, las inhibiciones o el protocolo.
Se sentía liberada, en paz y libre por primera vez en su vida para dejarse ser. Era
una experiencia embriagadora y saber que Joe estaba tan cerca y tan preparado
agregaba un poco más de condimento a la situación.
Lo sentía, más que verlo, recostado a su lado, levantando su cabeza con un brazo
doblado y sacándose la tonta sábana para poder descansar su pene contra el muslo
cubierto de seda de ella.
Ella rió. Esa sábana era tan graciosa y a la vez tan sensual. Ella quiso pasar la lengua
por el tajo hasta su ombligo. Quizás lo haría. En un par de minutos.
Ahora mismo él estaba esperando que ella se tocara. Ay, Dios.
Ella bajo su mano hasta su seno dubitativamente y escuchó que a su lado alguien
tomaba aire.
Frotó la palma de su mano contra el pezón, fascinada porque en seguida se
endureció y sobresalió en su seno.
Sus caderas se movían en respuesta a las señales sensuales que recibían y ella se
sobresaltó cuando los dientes de Joe mordisquearon suavemente su hombro.
"Ahora el otro, no debes tener favoritos, ______", la embromó el hombre a su lado.
"A ver, vamos a deshacernos de esto", él tiró de la seda apartándola de ella por
completo y dejó una pila de arrugada suavidad debajo de ella, al tiempo que desnudó
su torso para sus ojos.
Su polla estaba caliente contra ella, ardiendo al rozar su piel. Ella pudo sentirla
moverse al estirarse para acariciar su otro seno.
Otra vez, rotó su palma suavemente contra el pezón, frotándolo hasta llegar a su
excitado pico.
"Te gusta eso, ¿no? Ese movimiento circular... así...". Joe imitó sus
movimientos.
La reticencia natural de ______ se había desvanecido y respondió salvajemente. "Es
diferente cuando tú lo haces, Joe. Tus manos sobre mí, ah Dios, se sienten como el
paraíso mismo".
"¿Y mi lengua, ______? ¿Cómo se siente cuando mi lengua lo hace?".
Él se inclinó hacia adelante y apretó su pecho caliente contra su piel desnuda,
dejando que su lengua frote firmemente las puntiagudas protuberancias, que ahora se
abultaban sobre su cuerpo.
"Exquisito", suspiró ella y se estiró hasta la nuca de él para apretarlo contra ella,
alentándolo a chupar y jugar, mientras ella disfrutaba del calor que se esparcía por su
cuerpo.
"¿Dónde más, ______? Muéstrame otras partes que quieras que te toque. Este es el
momento para que me digas esas cosas. Déjame conocer tus secretos, tus deseos, tus
fantasías". Sus labios succionaban y tiraban de un pezón, estirándolo lejos de ella.
"Déjame hacerlos realidad a todos".
"Ah, Dios, sólo sigue haciendo eso y lo lograrás", suspiró ella, capaz de alguna
manera de sentir cada pequeño golpe de su lengua mientras bañaba sus senos.
"Un minuto, aflojémonos un poco aquí, ¿quieres?".
Con precisión militar, Joe tuvo la falda de ella desabrochada y desenrollada en
menos de cinco segundos, y respiró profundo cuando cayó dejando sus pantalones a la
vista.
"Ay, Dios. ¿Qué tenemos aquí?".
______ dejó escapar una risita. "Son de Elizabeth. Impactantes, ¿no? Pero ella dice
que muy pronto todos estarán usándolos".
"Pienso que puede tener razón", dijo Joe, pasando una mano por la suave tela y
separándola donde se abría entre las piernas.
Deslizó su mano por la abertura y tomó su monte en la mano.
______ gimió, encantada con la tibieza de su mano mientras se desparramaba por
sus entrañas y a través de su carne hasta su útero.
"Esto es mío, ______. Mi conchita. De nadie más. Nunca permitiré que nadie vea o
toque esto. Tan pronto como puse mi polla dentro de ti, supe que estabas hecha para
mí. Encajamos tan bien, amor. Y tu te pones tan caliente conmigo... ¿sientes tus jugos,
______?".
Su mano hacía magia entre sus muslos, y ______ boqueó cuando él desparramó
humedad sobre su sensible piel. Luego volvió a traer la mano arriba y frotó la humedad
contra su seno.
Inclinó la cabeza y chupó su miel. "Dios Santo, ______, sabes tan bien...".
______ estaba flotando. Su cuerpo se volvía más liviano que el aire a su alrededor,
toda su atención en cada sensación que Joe creaba con su lengua y sus labios y su
calor. Su voz era la nube sobre la que estaba recostada, sus manos eran los instrumentos
de su pasión, y se preguntó si el Paraíso sería algo así de maravilloso.
Se había olvidado que Spencer y Elizabeth se estaban entreteniendo a escasas
yardas de donde ella estaba. Para ella, el mundo se había achicado a este pequeño lugar,
escondido detrás de un par de sillas grandes y al lado de la pared. Una pequeña y oscura caverna donde un hombre la estaba llevando a un punto álgido de sensaciones
que ella jamás creyó posible.
Extrañamente, no sentía ninguna urgencia por que él se entierre dentro de ella. Su
cuerpo lloriqueaba por él, pero su mente estaba satisfecha de dejarlo ir paso a paso. De
seguir cada uno de sus movimientos y direcciones, y analizar, examinar y disfrutar cada
uno de ellos.
Sus senos se sentían maravillosos, inflamados y sensuales, vivos ante la mínima
bocanada de aire que creaban los movimientos de Joe.
Ella pudo sentir la calidez de su propia lengua moviéndose sobre sus labios y
atrevidamente lamió el hombro de Joe cuando él lo acercó.
Él tenía un gusto levemente salado y muy de Joe. Su gusto favorito.
Cada pequeño pedacito de su conciencia estaba concentrado en su propio cuerpo y
en sus respuestas. Y las cosas maravillosas que Joe le hacía.
Sintió cómo desataba las cintas que sostenían sus pantalones en su lugar, y fue casi
un alivio cuando él se los sacó. Ella se retorció libre de sus sedas y se desparramó
desnuda, abriendo desenfrenadamente las piernas a modo de invitación.
Unos ruidos de fricción y de caída, seguidos de un calor que quemaba, le indicaron
que Joe también estaba desnudo. Estaba apretado contra su lado, frotándose contra
ella, como un gato olfateando su territorio.
"Dios, qué agradable eres al tacto", gimió él, dejando que su pene presione contra
la carne de ella.
"Tú también", respondió ella, estirándose para tocar su cuerpo, deseando tocarlo,
sentirlo, cualquier parte de él.
"Ahora, volviendo a mi lección", dijo Joe, retirándose un poco y provocando un
suspiro de desilusión en los labios de ella.
"¿Quieres que te toque... aquí?". Joe había tomado su mano y la había puesto
sobre su pubis.
A pesar de su estado increíblemente relajado, ______ igual sintió que sus mejillas se
ruborizaban y acaloraban.
"Está bien, mi amor, muéstrame. Quiero verte, observarte y aprender de ti. Siente lo
que provoca en mí cuando lo haces". Él acercó la mano libre de ______ al costado de
ella y enlazó sus dedos alrededor de su pene.
"Ahora, sigue, muéstrame lo que te gusta".
______ hizo su apuesta lentamente, sintiéndose un poco avergonzada, bastante
sensual y muy excitada.
Ella deslizó sus dedos por su sexo y los dejó separar los labios debajo de ellos.
Ella podía sentir su propia humedad, y la sensación del aire sobre su piel caliente y
mojada la dejó sin aliento.
La polla de Joe saltó dentro de los confines de los dedos de ella y ese
movimiento le dio a ______ fuerzas para seguir. A él realmente le gustaba mirar.
Ella se estiró un poco más abajo y desparramó sus jugos, tal como Joe lo había
hecho antes. No estaba segura de qué hacer ahora, pero dejó que su cuerpo dirija sus
acciones. Una sensación de que estaba haciendo algo mal rezongaba vagamente en el
fondo de su mente, pero ella recordaba escuchar a sus muchachas hablar de satisfacerse
a sí mismas. Sólo porque ella nunca lo había hecho no quería decir que estuviera
prohibido.
Su mano buscadora encontró un cierto lugar, uno que la hizo estremecerse al
frotarlo.
Se estremeció mucho más cuando la lengua de Joe empujó su mano a un lado y
tomó su lugar.
"¿Es ese un buen lugar? Justo ahí...". Su lengua se lanzó dentro de sus pliegues,
moviéndose y agitándose contra su clítoris. "Ese es tu clítoris, ______. Puedo sentir
cómo se endurece". Su lengua siguió moviéndose, y ahora él estaba apoyado contra ella,
manteniéndola quieta mientras sus caderas trataban de desbancarlo.
Ella se aferró a su pene como si fuera cuestión de vida o muerte, sintiendo su
dureza dentro de su agarre.
"Joe", dijo ella jadeando. "No puedo soportar eso, es... es...".
"¿Es qué, amor?".
"Es demasiado", suspiró mientras él sacaba su boca.
"Demasiado para hacerlo aquí, eso es seguro...", murmuró Joe.
Su calidez retrocedió, pero antes de que ______ pudiera protestar, la estaba
levantando, desnuda, en sus brazos. Él se puso de pie con ella aferrada contra su pecho.
"Necesitamos nuestra propia habitación, dulzura. Agárrate".
Con unos pocos pasos largos, Joe había cruzado la puerta y el hall hasta su
estudio. La puerta se cerró detrás de él con un golpe y la trabó. La única luz en la
habitación era la del fuego, que ardía brillantemente, dejando que ______ vea sus ojos.
Las pupilas eran casi negras y una gota de sudor bajaba por el costado de su cara.
Ella pensó que nunca vería nada tan magnífico. Lentamente, Joe la soltó,
dejando que el cuerpo desnudo de ella se deslizara hacia abajo contra su sábana. Tan
pronto como sus pies tocaron el suelo, él dejó caer la sábana por completo desde sus
caderas, dejando a ambos desnudos.
Él la dio vuelta y apretó su espalda contra la pesada puerta de roble.
"Dios, ______, quiero cogerte. Quiero cogerte hasta que no haya vida en ninguno
de nosotros. Quiero pasar toda mi vida con mi pene bien adentro de tu dulce sexo.
No quiero separarme de ti. Jamás".
______ empujó sus senos contra su pecho, tan desesperada como él ahora por el
acoplamiento.
Ella se frotó de lado a lado un poco, haciendo que los vellos de él rasparan un poco
sus pezones. ______ no pudo detener el gemido que se escapó silenciosamente de su
garganta.
Su pene apretaba contra su panza, ella se puso en puntas de pie y usó los hombros
de Joe como apoyo para estabilizarse.
"Levanta tu pierna, cariño. Ponla detrás de mí".
Ella hizo como se le ordenó. Las manos de Joe se deslizaron hacia abajo,
tomaron su trasero y la levantaron, poniéndola en posición para su pene.
"No puedo esperar más para esto, ______. Déjame cogerte. Por favor, cógeme...".
Joe volcó su urgencia en palabras que ______ casi no podía seguir.
Su pene empujaba, buscaba y finalmente encontró su calor.
La puerta se sentía dura contra su espalda, y Joe estaba caliente contra su
delantera. Ella se sintió en el paraíso cuando él la embistió, llenándola, completándola,
haciéndola entera.
El jadeo de placer de Joe fue imitado por el grito de alegría de ella.
"Joe", gritó ella, incapaz de guardarse sus emociones. "Joe, síííí...".
Ella estaba flotando realmente ahora, con su peso firmemente sostenido por las
manos de él alrededor de su trasero. Ella levantó la otra pierna y trabó los tobillos
detrás de él.
La posición de ella la dejaba muy abierta a su contacto, y cuando él comenzó a
moverse, ella creyó que moriría.
Su cuerpo azotaba su clítoris y su sexo mientras su ritmo aumentaba, y la
respiración de ella iba y venía en bocanadas de sollozos con cada uno de sus embates.
Pareció durar por siempre, unos momentos de placer indescriptible, en los que la
polla de Joe se zambullía y se retiraba, llevándola aún más alto en un plano de
placer que parecía infinito.
Joe también parecía incansable. Sus movimientos eran fuertes y apasionados, y
sus gemidos de placer la excitaban aún más.
Él bajó la cabeza para mirar cómo su pene se deslizaba dentro y fuera de su
sexo, brillando con la combinación de jugos y rígido de excitación.
Ella miró también, y le pareció erótico e increíblemente sensual.
Este apareamiento, este acoplamiento, era la base de tantas cosas hermosas entre
dos personas. Ella se dio cuenta de eso en un momento de iluminación personal
enceguecedora.
Así era como debía ser. Sin dolor, sin enojo, sin miedo, sólo dos personas amando y
entregando sus cuerpos el uno al otro, por el simple y llano placer de esto.
Joe se retiró con un escalofrío y levantó la mirada hasta la cara de ______.
"Tengo que venirme ahora", dijo en voz baja.
Sus palabras parecieron resonar dentro del vientre de ______, porque todo su
cuerpo se tensó, esperando su embestida final.
"Me vendré contigo", prometió ella.
"Sí, lo harás", respondió él y acomodó el peso de ella sobre una mano y deslizó la
otra entre los dos.
Apretó su clítoris desde abajo, intensamente, mientras la embestía una última vez.
El trasero de ______ se endureció en su mano y pudo sentir cómo todo su cuerpo se
ponía tenso y temblaba.
Y para ambos, el mundo terminó en una explosión de sensaciones y luz que pareció
continuar durante un número infinito de vidas.
Ambos gritaron.
Ambos se sacudieron con infinitos estremecimientos de placer mientras sus cuerpos
liberaban sus energías sexuales acumuladas.
Y luego ambos se abrazaron fuertemente mientras sus debilitados músculos los
hicieron desplomarse sobre la alfombra.
Es todo por hoy chicas,, comenten mucho. XOXOXOXO.
Lemoine
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
QUEE CONTENIAA ESE TEEE!!!!!!????
AAAII SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
Oh por Dios este cap estuvo I N C R E I B L E
Me encanto mucho mucho
Me encanto mucho mucho
JB&1D2
Re: Madam Charlie (Joe & Tu)[TERMINADA]
awww me encanto!!
Que cachondos se pusieron!!
Siguela!!
Que cachondos se pusieron!!
Siguela!!
aranzhitha
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