[PAUSADA]]YOU MAKE ME LOVE YOU (Fred y tú)

Nombre: You make me love you (Fred y tú)
Autor: Becky's Novels
Adaptación: Sí, una adaptación del libro Harry Potter y la Piedra Filosofal.
Género: Romance.
Advertencias: Ninguna.
Otras páginas: No.

Sinopsis: Hola a todos, me llamo _______ y soy maga. Sí, realmente habéis oído bien, lo soy, y voy a una de las mejores escuelas de magia del mundo mágico, Hogwarts. Pero, igual que en el mundo de los muggles, aquí las nuevas tienen que integrarse, y hacer amigos, pero... Y si no lo consigues? Y si todo el mundo te critica por algo que no es culpa tuya? Y lo peor de todo... ¿Y si el chico que más te gusta parece no verte, y solo te ve como la perfecta víctima patética e inocente para sus estúpidas y pesadas bromas en las que se involucra tambien su hermano gemelo?

Capítulo 1: Kings Cross


-Mamá, el uniforme me lo pondré cuando falte poco para llegar! Si no, seré la única pringada que lo lleve -dije yo, harta de que mi madre no me hiciese caso.
-Pero no pasará nada si te lo pones ahora, vamos! Cariño, te queda estupendamente, no se porque no quieres ponértelo -dijo mi madre.
-Porque no tengo que ponermelo ahora! Dejémoslo ya, por favor.
-De acuerdo, cariño.
Nos ibamos dirigiendo rápidamente hacia el andén nueve y tres cuartos. Estaba preocupada porque no sabía cómo diablos iba a pasar por ese andén, pero mi madre me tranquilizaba diciéndome que me lo explicaría en cuanto estuviésemos delante. Faltaban unos diez minutos para que el Expreso de Hogwarts partiera. Estaba cada vez más nerviosa. ¿Y si llegaba demasiado tarde y el tren se hubiese marchado ya? Intenté no pensar en ello. Por fin, después de ir casi corriendo hacia el andén, llegamos ante éste. 
-Bien, lo que debes hacer es concentrarte, ir corriendo hacia el muro sin dudar, y pasarás al otro lado.
-Mamá, estas segura?
No quería ni imaginarme qué pasaría si me estampaba contra el muro.
-Segurísima. Cariño, tengo mucha prisa así que no entraré contigo... Ven aquí.
Mi madre me cogió y me dió un gran abrazo. La abracé, a mi vez, pero me separé de ella muy rápidamente.
-Que te vaya muy bien este primer curso, amor.
-Gracias. Puedo irme ya?
Me giré y miré el sólido muro que había ante mí. Cogí mis dos baules y fuí dirigiéndome velozmente hacia el muro. Iba tan rápido que ya no tenía posibilidad alguna de frenar. 
-Oh, no... 
Me preparé para el golpe, pero no hubo ninguno. Abrí los ojos, y me quedé paralizada.
Delante mío había un tren maravilloso, de color escarlata y que echaba un montón de humo encima de los demás estudiantes. Subí a bordo del tren, y me fuí a buscar algún compartimento que estuviese libre. No había absolutamente ninguno, así que me decidí a entrar en uno en el que habían dos chicos, uno pelirrojo y el otro con un pelo de color negro azabache. Abrí la puerta, y los dos se giraron para mirarme con curiosidad.
-Eh... Hola, yo... Me gustaría saber si podría sentarme aquí, con vosotros -dije nerviosa.
-Claro, entra, hay sitio de sobra.
-G... Gracias -balbuceé.
Hice un enorme esfuerzo en colocar bien mis dos baúles, que pesaban una barbaridad, pero como no podía yo solita, el pelirrojo me tuvo que ayudar.
-Eres nueva, verdad? De primer año, no?
Contesté un sí no muy sonoro.
-Nosotros tambien. Yo me llamo Ron, y él es Harry Potter.
Solté un agudo chillido.
-De verdad? Eres Harry Potter? -pregunté muy asombrada.
-Ehm, si -dijo Harry-. Y tu? Como te llamas?
-_______ Millison.
En aquel momento, entraron otros dos chicos en el compartimento. Eran pelirrojos, como Ron, pero más altos. Además, eran gemelos.
-Hola! -dijeron a la vez.
-Hola -dijimos Harry, Ron y yo.
-Estos son mis hermanos gemelos, Fred y George -dijo Ron con pocas ganas.
-Si, y nosotros... Vaya, mira a esta dulce chiquilla! -dijo Fred.
-A esta dulce, tímida... -siguió su hermano.
-E ignorante chica! En este compartimento ibamos a estar mis dos hermanos y Harry, así que ya puedes irte -dijo Fred.
-Oh, entonces... Lo siento, ya me voy.
Me levanté para coger mis baúles y oí a los dos gemelos partirse de risa.
-Que... Que ocurre? -dije yo.
-No te vayas, era sólo una broma. Mis hermanos son así... -dijo Ron, antes de dirigirles una mirada de reprobación. Me volví a sentar.
-Bueno, nos han dicho que en este tren se encuentra el mismísimo Harry Potter! -dijo George.
-Sí, y decidimos ir a ver si era cierto... -dijo Fred- y parece que lo es! Puedes enseñarnos tu cicatriz? 
-Eh, claro -dijo Harry bastante incómodo. Se levanto el flequillo que le tapaba la frente, y todos pudimos ver una cicatriz en forma de rayo.
-Ooh! -dijeron los gemelos al unisono-. Bueno, ahora deberíamos irnos, ha sido un placer, Harry, nos vemos después -se giraron hacia mí y me hicieron una exagerada reverencia despues de decir-. Adiós, alteza.
Salieron del compartimento riéndose. Después de aquello, Harry, Ron y yo estuvimos charlando sobre lo emocionados que estábamos por ir a Hogwarts, y más tarde llegó una amable señora con un carrito lleno de dulces. Harry y yo sacamos nuestras monedas y compramos un poco de todo, y después lo compartimos con Ron, que no tenía dinero para comprarse dulces. Los habían de los más extraños: algunos en forma de rana, con cartas coleccionables de famosos brujos y brujas, otros que podían llegar a tener los gustos más raros, etc. Cuando nos acabamos más de la mitad de los dulces que habíamos comprado, una chica entró en nuestro compartimento. Tenía mucho pelo de color castaño y los dientes delanteros bastante grandes.
-Hola, habéis visto algun sapo por aquí? Neville perdió el suyo -dijo la chica con voz mandona y señalando a otro chico de aspecto tímido que estaba detrás de ella.
-No, por aquí no -dijo Ron.
-Bueno, de acuerdo gracias -se iba a volver, pero nos volvió a mirar a los tres y dijo-. Deberíais vestiros ya, estamos a punto de llegar -dijo, y salió.
-Tiene razón, vistámonos ya- dijo Harry.
Se pusieron el uniforme justo a tiempo, porque el tren peró en cuanto acabaron de vestirse. Cogieron todos sus baúles y se dirigieron hacia la salida del vagón.

Capítulo 2: El Sombrero Parlante


Harry, Ron y yo ya habíamos bajado del tren, y nos dirigimos hacia un hombre que decía -¡Alumnos de primero por aquí, por favor!
El hombre era realmente gigante, medía por lo menos unos cuatro metros de altura y dos metros y medio de ancho. Harry parecía conocerle, porque lo saludó entusiasmado:
-Hagrid!
-Eh? Ah! Hola, Harry! -dijo Hagrid. A primera vista parecía bastante fiero, pero en sus negros ojos se notaba que no lo era- ¿Cómo te ha ido el viaje en tren? Veo que has hecho amigos!
-¡Si! Ellos son Ron Weasley y _______ _______(ta).
-Eh, hola –saludamos tímidamente Ron y yo.
-Buenas, chicos! Venga, vayámonos.
Hagrid se aseguró de que todos los estudiantes de primero estuviesen ahí, y los hizo subir, en grupos de cinco o seis personas, a unos botecitos que había al lado de la orilla de un gran lago, que parecía alargarse también oltrepasadas unas montañas. Nos subimos Harry, Ron y yo en un pequeño bote junto a dos estudiantes más, y en cuanto todos los alumnos de primer curso estuvieron sentados en sus respectivos botes, éstos se separaron de la orilla y empezaron a avanzar. Las aguas del lago estaban muy tranquilas, echando alguna oleada que movía el bote algo más rápidamente en algunos tramos. Pasamos las rocas, y pudimos ver, por fin, el precioso castillo de Hogwarts, con sus torres y sus altos muros, tal cómo me lo había descrito mi madre... Cuando llegamos al final del trayecto, salimos todos de los botes y pisamos por fin tierra firme. Nos dirigimos hacia una gran puerta, y esperamos delante de ésta. Hagrid llamó a la puerta tres veces, y nos abrió una bruja de aspecto muy severo que nos hizo pasar. Seguimos a la bruja hasta una gran sala aparentemente vacía, y cuando estuvimos todos dentro, ella nos mandó callar para poder hablar.
-Bienvenidos, jóvenes magos y brujas, a la escuela Hogwarts de magia y hechicería. Soy la profesora McGonagall, la profesora que imparte Transformaciones y subdirectora de este colegio. Os sugiero que os arregléis un poco -dijo mirando severamente la túnica mal puesta de Neville, el chico que había perdido el sapo en el tren, el cabello alborotado de Harry y la cara un poco sucia de Ron-. Dentro de unos minutos, seréis seleccionados para vuestras casas.
Y dicho esto, salió por una de las puertas que conducían fuera de la sala.
-Oh, no! En qué consiste la selección? -dije yo preocupada mirando los tensos rostros de Harry y Ron.
-No estoy seguro, pero mi hermano Fred me dijo que era muy doloroso! -dijo Ron casi sin aliento. Harry estaba igualmente preocupado, y Hermione, la chica mandona, iba repasando hechizos en voz baja. Después de unos tensos minutos, la profesora McGonagall volvió a aparecer, y nos condujo a todos fuera de la sala en la que estábamos. Entramos en otra sala, muchísimo más grande que la anterior. Ahí habían cinco mesas: cuatro estaban ordenadas en fila giradas hacia otra mesa no tan larga como las otras, que estaba situada justo delante de un gran ventanal, y en la que estaban sentados todos los profesores. En el centro de la mesa de profesores, estaba sentado un hombre anciano, pero de aspecto alegre, bastante alto y con una barba y cabello blanco muy largo. Ése debía de ser el director Dumbledore. Las cuatro mesas de los estudiantes, como me contó mi madre una vez, pertenecían a cuatro casas: Ravenclaw, Hufflepuff, Slytherin y Gryffindor, y mi madre siempre me decía que lo mejor sería que me escogiesen para Gryffindor, como todos los antepasados de mi familia. Lo que mi madre se olvidó de contarme era cómo escogían a cada alumno para cada una de las casas, y entonces, al volver a mirar hacia la mesa de profesores, pude ver un pequeño taburete, dónde encima se encontraba un sombrero raído, descolorido y sucio. De repente, al sombrero se le formó cómo una boca, y empezó a cantar una extraña canción. En cuanto acabó de cantar el sombrero, la profesora McGonagall sacó un pergamino muy alargado y dijo: 
-Cuando diga vuestro nombre, os sentaréis en el taburete y os pondréis el Sombrero Seleccionador para que os diga cual será vuestra casa -nos miró a todos para comprobar que la habíamos entendido-. Muy bien. Abbott, Hannah!
Una niña del pelo rubio cenizo se fué casi corriendo hacia el taburete y se sentó, poniéndose el Sombrero Seleccionador en la cabeza. Después de unos segundos el sombrero gritó: ¡HUFFLEPUFF!
La mesa de los Hufflepuff empezó a aplaudir a Hannah, que se fué a sentar al lado de una niña de Hufflepuff a la que aparentemente conocía. Los alumnos fueron pasando, y la fila de los que esperaban para ser Seleccionados se iba haciendo cada vez más corta. A Hermione Granger, la niña mandona, la metieron en Gryffindor, igual que a Neville Longbottom, el chico del sapo. De repente, la voz de la profesora McGonagall anunció el nombre de Harry Potter. Todo el comedor empezó a cuchicear emocionadamente, y hasta yo me sentí bastante emocionada por Harry. El sombrero se quedó un rato silencioso, sobre la cabeza de un Harry nervioso, y al final gritó ¡GRYFFINDOR! Todo el comedor lo aplaudió, según lo que creía, más que a los otros, sobre todo los de la mesa Gryffindor. Quedaban muy pocos alumnos ya, y cuando menos me lo esperé, la profesora McGonagall dijo mi nombre: -_______(ta), _______.
Yo estaba realmente muy nerviosa, y cuando me senté en la silla, aún me temblaban un poco las piernas. Cogí el sombrero y me lo puse en la cabeza, y era tan grande que me tapaba los ojos. Esperé un rato, y el sombrero no decía nada, pero de repente, oí como una voz decía en mis oídos: -Ah, una _______(ta)! Si, he seleccionado a toda tu familia para Gryffindor! Supongo que tu también querrás serlo, verdad? Veamos... Valiente, sí, así que creo que Gry... ¡Pero espera! Aquí hay mucha lealtad, para Hufflepuff! Y muchísima inteligencia y sabiduría! Ravenclaw también sería perfecto para tí! Eso sí, de Slytherin lo único que hay es poco interés por cumplir las reglas... Interesante, mucho... Adónde podrías ir, tu?
-Gryffindor, por favor! -dije yo suplicante-. Es el único lugar dónde debería estar realmente, por favor...
-Estás segura?
-Segurísima!
-Entonces tu casa será ¡GRYFFINDOR!
Me saqué el sombrero de la cabeza, y vi a todos aplaudiéndome, sobre todo en la mesa de los Gryffindors. Sonreí y me dirigí a sentarme al lado de Harry. Unos cuantos alumnos después, Ron era seleccionado también para Gryffindor, y después de que todos los de primer año se hubiesen sentado, el profesor Dumbledore se levantó para decir algo.
-Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, me gustaría deciros unas palabras, aquí están... ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco! ¡Muchas gracias!
Tanto Harry, cómo Ron, yo y la mayoría de los de primer curso nos quedamos extrañados por aquel extraño discurso, pero al volverme de cara a mi plato, el discurso se me borró de la mente de la impresión. Delante nuestro, dónde antes estaban los platos, cubiertos y bandejas vacías, ahora estaba todo lleno de comida, de la más rica y abundante. Habían carne de pollo, de cerdo, salchichas, verdura, pudín, ... Y todos cogimos un poco de todo, maravillados con aquella repentina aparición. El comedor estaba sumergido en un gran barullo producido por todos los alumnos que charlaban animadamente. El techo del comedor estaba exactamente igual que el cielo del exterior, con sus infinitas estrellas brillando sobre la oscura manta que era el cielo. Por todo el comedor, además, había montones de velas flotando encima de las cabezas de los alumnos. De repente, sentí mucho frío, cómo si me hubiesen arrojado un montón de agua gélida.
-Oh, discúlpeme, señorita, realmente pretendía hacer mi entrada a través de la mesa, no de una alumna -dijo alguien justo detrás mío cuando sentí desaparecer el frío. Me giré, y estuve a punto de gritar. Delante mío, había el fantasma de un señor, de color perláceo. Vi que en las otras mesas también habían aparecido fantasmas, algunos volando, otros apareciendo desde el suelo.
-Mi nombre es sir. Nicholas de Mimsy-Porpington, el fantasma de Gryffindor -dijo con orgullo.
-Usted es Nick Casi Decapitado! -dijo Ron entusiasmado.
-Qué? Cómo se puede estar casi decapitado? -preguntó Hermione.
-Así! -y dicho esto, se agarró de la oreja izquierda y tiró. Toda su cabeza se separó del cuello y se quedó colgando encima del hombro, sólo aguantada al cuello por un pequeño trozo de piel. Todos nos quedamos muy asqueados. Más tarde, llegó el turno de los postres. Habían tartas, bizcochos, helado de montones de gustos, fresas, rosquillas, ... En cuanto acabaron de tomar los postres, el director volvió a ponerse de pié.
-Me gustaría deciros unas cuantas cosas antes de que os vayáis a dormir. El señor Filch, el celador, me ha pedido que os diga que no se permite la magia en los pasillos, así cómo el Bosque Prohibido está... Bien, prohibido a todos los alumnos, tanto nuevos cómo no tan nuevos -dijo dirigiendo una mirada significativa a Fred y George-. También debéis saber que el tercer piso está completamente prohibido. Os aviso, no entréis ahí si no queréis una dolorosa muerte. Bien, ahora, a dormir todos y adescansar para las clases de mañana! Buenas noches!
Nos levantamos todos de nuestros asientos y nos dirigimos hacia dónde Percy Weasley, uno de los hermanos de Ron, nos indicaba que le siguiésemos. Salimos en órden del Gran Comedor, y nos dirigimos hacia las escaleras. 
-Las escaleras suelen cambiar de sitio. Se mueven, así que tened cuidado de andónde os llevan -dijo Percy.
Subimos montones de escaleras, hasta que nos paramos de repente. Alguien estaba tirando bastones contra Percy.
-Peeves! Para! O llamaré al Barón Sanguinario! -gritó Percy, y luego se dirigió a nosotros-. Es Peeves, el poltergeist del colegio. Suele hacer bromas pesadas a todos, pero por alguna extraña razón le tiene miedo al Barón Sanguinario, el fantasma de Slytherin... Sigamos.
Subimos unas cuantas escaleras más hasta que nos paramos delante del cuadro de una señora bastante gorda y vestida de rosa. Quizá fuese por el cansancio, pero fué entonces cuando me di cuenta de la cantidad de cuadros que había, y los personajes de todos ellos se movían.
-Contraseña? -dijo la señora dándose importancia.
-Caput Draconis -dijo Percy, y entonces el cuadro de la señora se abrió mostrando una abertura. Pasamos todos por el agujero, y nos encontramos en una gran sala circular y acogedora, llena de cómodos sillones. Ahí se encontraban ya sentados en algunas butacas muchos alumnos de mayor curso, que habían llegado ahí antes que ellos. Percy les señaló hacia dónde estaban las habitaciones de las chicas, y adónde las de los chicos, y se fué a dormir avisándonos de que no hiciésemos mucho ruido y que nos acostásemos temprano. 
-Hey, Ron, venid aquí! -nos gritó Fred a los tres. Yo, sinceramente, les guardaba algo de rencor a Fred y a George por lo que me hicieron hoy en el tren, pero me fuí también yo, a ver lo que querían.
-Nerviosos? -preguntó George con una sonrisa burlona en la cara-. Debéis saber que el primer día es horrible para cualquier alumno... Muchos os harán bromas pesadas, ya sabéis, por ser los pequeñajos.
Tanto Ron cómo yo palidecimos.
-De... De verdad? -consiguió decir Ron-. Eh... Pero vosotros sois mis hermanos, es decir, me protegeréis, no?
-Ni lo sueñes, hermanito! -dijo Fred con un brillo maligno en los ojos.
-¡Es mentira, nadie nos hará nada! -dijo Hermione, a mi lado, consiguiendo que diese un respingo por el susto de haber aparecido tan de repente a mi lado.
-¿Y tú cómo lo sabes, eh, chiquitina? -dijo Fred nuevamente.
-Bueno, porque se lo contaríamos a McGonagall. Y vosotros tres -dijo Hermione, dirigiéndose esta vez a nosotros- será mejor que vayáis a dormir, mañana nos espera un día largo! -y con esto se fué hacia la habitación de las chicas.
-¿Pero quien se cree, una prefecta? -dijo George burlonamente.
-Bueno, tiene razón, yo estoy muy cansado, así que me iré a dormir. Vienes, Ron? -dijo Harry bostezando.
-Si, voy! Adiós _______, buenas noches! -me dijo Ron con una sonrisa.
-Noches -le contesté yo.
Los observé mientras subían la escalera de caracol que llevaba hasta su dormitorio, y no te que Fred y George me miraban. Les devolví la mirada.
-Venga, vete! -dijo Fred riéndose
-Eh... Yo... Esto... Adiós! -les dije muy nerviosa, y me fuí corriendo hacia mi dormitorio mientras ellos se reían de mi actitud. pensé ya en la cama <...bueno, no se cómo los aguantaré>, y me dormí profundamente.

Muchísimas gracias! Agradezco muchisimo que te guste!! ^^

Siguela, siguela. Que malos son

jeje siiii pero mencantaaan^^ hahahah la seguire lo mas pronto posible!!

Capítulo 3: Lo que los gemelos se llevaron


El día siguiente empezaron las clases, pero durante ellas, los profesores únicamente nos hablaban sobre lo que trataríamos en cada trimestre, y que al final habrían unos exámenes finales sobre todo lo aprendido durante el año. Aquel día, las únicas bromas que se suponía que se nos harían a los de primero no se sucedieron, a parte de que Fred y George me habían intentado engañar para que entrase en el lavabo de los chicos, convencido a Peeves de que me intentase tirar cubos de agua por el pasillo mientras iba al comedor, aunque por suerte conseguí esquivarlo. Durante todo el día intentaron hacerme bromas pesadas, y aunque la mayoría de las bromas no consiguieron hacérmelas, empezaba a cansarme de su comportamiento, y llegué a la cena con Harry y Ron de peor humor del que pensaba. Nos sentamos, cada uno a mis lados, y, mientras Ron cogía una alita de pollo y la devoraba cómo si no hubiese comido nada durante los últimos cinco meses y Harry se servía algo de pudín, yo sólo pude comerme un pechuga de pollo, mirando a Fred y a George con una mirada furiosa. De repente Fred se volvió hacia mí
-Estoo... Me pasas el zumo de calabaza? 
-Para qué, para tirármelo encima? -dije. Normalmente no quería problemas, nunca le hablaba con ese tono a nadie, pero esos gemelos habían acabado con mi paciencia en todo el día.
-Eh, no, es para echarme en el vaso -dijo cuidadosamente, al ver mi cara.
-ya, pues vas y lo coges tú mismo.
Se levantó y se echó para delante, hacia mí. Estaba muy cerca mío, y nuestras narices casi se rozaban. Debí de parecer asustada, porque sonrió y se echó para atrás, con la jarra de zumo en la mano. 
-Gracias.
-Vete un poquito a la mierda! -le dije enfadada. Muchos de los estudiantes se me quedaron mirando, pero ya me daba igual. Parecía haber perdido todo lo tímido de mi aspecto. Ahora estaba enfadada.
-Lo siento, solo fueron unas bromas -dijo George.
-Y tú también vete a la mierda!
Ahora toda la mesa de Gryffindor estaba en silencio, escuchando, pero yo ya estaba harta. Me levanté de la mesa y me fuí. Recorrí los pasillos, fuí por las escaleras, y cuando llegué delante del retrato de la Dama Gorda, me di cuenta de que realmente no quería entrar ahí. Me quería ir de ese colegio. Fuí corriendo por las escaleras, pero estas cambiaron de sentido, así que tuve que seguir por otro corredor, y al final de éste, vi la puerta del lavabo de chicas, un lavabo que no se usaba porque estaba averiado. Fuí directa hacia él. Entré y, con lágrimas en los ojos, me senté en el suelo. Empecé a llorar desconsoladamente. El primer día, y esos imbéciles habían conseguido que echara de menos enormemente mi casa. 
-Por qué a mí! -me dije, con las lágrimas recorriendo mi cara. 
-Oh! Quien eres tú, niña? -dijo una voz delante de mí.
Levanté mi cara, y di un respingo. Delante mío estaba el fantasma de una chica con gafas, de aspecto triste,
-Eh, una... Una estudiante -dije con voz ahogada.
-Ya lo veo. Me llamo Myrtle, la llorona me llaman... Que haces aquí llorando?
-No te importa! Ni a ti ni a nadie! Sólo me faltabas tú, por qué no te vas? 
-Porque este es mi lavabo, y si alguien tiene que irse de aquí eres tú! -dijo ofendida.
Me levanté y me dirigí rápidamente a la puerta. No quería estar acompañada por un fantasma, en realidad, quería estar sola. Fuí deambulando por los pasillos, subiendo y bajando escaleras. Casi llegué a memorizarme medio castillo. Y si me mataban y llegaba a ser un fantasma triste y amargado como esa niña? Pero alguien interrumpió mis pensamientos.
-Señorita _______ (ta), la estaba buscando.
Me sequé los ojos llenos de lágrimas, y casi no podía creerme que delante mío estuviese el profesor Dumbledore en persona.
-Di... Director? Usted, buscándome? -dije sorprendida. ¿Por qué el director, de todos los profesores que habían?
-Si. Me gustaría que me acompañara a mi despacho, si no le importa -dijo dirigiéndome una amable sonrisa.
-Cla... Claro -dije secándome más los ojos. Pasamos por unos cuantos pasillos, y al final nos detuvimos ante una gárgola.
- Sorbete de limón -dijo el profesor Dumbledore, y me impresioné bastante al ver cómo la gárgola se apartaba de su camino y dejaba ver una escalera de caracol que iba subiendo lentamente hacia arriba. Nos pusimos encima de la escalera, y al final del recorrido pudimos ver una gran puerta, que el profesor Dumbledore abrió dejándome pasar. Era una sala extrañamente bonita, circular, en todo caso, y llena de retratos de otros magos en las paredes. También había diferentes armarios, y una mesita dónde habían unos extraños instrumentos que humeaban a veces. 
-Entra y siéntate -dijo el profesor Dumbledore gentilmente. Me senté en una butaca delante del escritorio del profesor, y esperé a que me dijera algo. Él también se sentó en su silla, y me dirigió una mirada penetrante.
-Bueno, _______, qué pasó con los traviesos gemelos Weasley que te provocó tanta furia durante la cena -dijo antes de dirigirme una cálida sonrisa. Sentí cómo mis mejillas se sonrosaban por la verguenza... El director había visto la escenita que monté! Una verdadera verguenza...
-Eh... Bueno, es que esos imbéciles... Perdóne!
-Oh, no he oído nada -dijo Dumbledore incitándome a que continuase.
-Bueno, que ésos... Gemelos, se han pasado todo el día intentándome hacer bromas cada vez más pesadas! Y yo ya estaba harta cuando llegó la hora de la cena! Es decir, tuve un día bastante estresante con las clases, el primer día, tener que recordar el camino hacia las aulas y todo, y encima van ésos molestándome cómo si no tuviese bastantes preocupaciones encima! Claro, cómo ellos ya se saben el camino, son populares y seguro que les importa un pepino lo que los profesores les digan! Estoy harta y siento que me quiero ir de aquí ya! -dije todo eso como un tornado de palabras, furiosa y con los ojos húmedecidos, pero el profesor Dumbledore simplemente asintió en cuanto acabé de hablar.
-_______, no deberías preocuparte por los gemelos... Creo que con lo que les dijistes hoy los habrás asustado bastante cómo para que no te hagan bromas tan crueles cómo las de hoy, pero quiero que comprendas, _______, que tanto Fred cómo George suelen hacerles bromas a multitudes de alumnos, y la mayoría de ellos no se lo toman tan mal.
-Lo se! Pero... 
- ...te hacen más bromas a tí que a los demás? _______, entiende que eres nueva y para ellos eres solo una niña a la que poder molestar sin cesar. Vamos, tranquilízate! He visto que te has echo amiga de Harry Potter y Ron Weasley, cierto?
-Eh... Sí -dije un poco más calmada.
-Pues ve con ellos, pásatelo bien! Los años que pasarás aquí en Hogwarts serán años de estudio, sí, pero también de diversión! -dijo esto cómo si fuese un tesoro que me quisera mostrar, y seguía sonriéndome-. Además, no creo que Fred y George te tengan odio... Quizá solo quieran disimular la simpatía que te tienen.
-Si, les caigo fenomenal! -dije yo irónicamente.
-No te preocupes, con el tiempo las cosas se irán calmando.
-De acuerdo, gracias profesor -me levanté y me dirigí hacia la puerta, pero me paré-. Eh... Oiga, profesor Dumbledore? 
-Sí?
-Creo que es usted una muy buena persona por haberse preocupado por mí, pero... Cómo es que fué usted quien me fué a buscar para hablar conmigo sobre esto... Es decir, pudo hacerlo un profesor, usted es el director, y seguramente tendrá asuntos más importantes que tratar que consolar a una niña.
Dumbledore se me quedó mirando, cómo atraversándome con aquellos ojos azules.
-Si, _______, pero hay veces que prefiero tratar algunas cosas de, supuestamente menor importancia, yo mismo. No te preocupes, ahora, sólo ve a tu Sala Común con los señores Potter y Weasley y asegúrese de descansar para mañana.
-Eh, si, claro. Gracias, director -salí y cerré la puerta. Extraño, realmente. Salí a través de la gárgola y me encaminé hacia la Sala Común de Gryffindor. Llegué ante el retrato de la Dama Gorda, por suerte aún despierta.
-Caput draconis -dije, y la mujer me dejó pasar por el agujero. Dentro de la sala había montones de alumnos charlando, pero en cuanto entré, todos se quedaron callados, mirándome. Noté las incomodantes miradas de Fred y George, desde la otra punta de la sala, pero madie me dijo nada en aquel momento, ni siquiera ellos. 
-_______, ven! -dijo Hermione, que había surgido de repente a mi lado y tiraba de mía hacia la habitación de las chicas, mientras la resta de alumnos íban siguiendo sus conversas, la mayoría sin dejar de mirarme. Me sentía muy avergonzada. Subí detrás de Hermione y entramos las dos en nuestra habitación. Por primera vez desde que había llegado al castillo, me fijé en que era bastante agradable. Cada cama tenía unas cortinas de color escarlata oscuro, y las paredes eran más o menos del mismo color. Hermione se sentó en mi cama y me señaló que me sentase a su lado.
-Bien -dijo cuando ya estuve sentada-. A ver, qué te ha pasado?
-Lo dices por qué te preocupas por mí o por que eres muy cotilla? -dije, y ella pareció un poco molesta con ese comentario.
-No, lo digo por que me preocupo. ¿Qué pasó? -insistió.
Le expliqué que estaba cansada de las estúpidas bromas de Fred y George, y que no tuve más remedio que decirles aquellas cosas durante la cena, porque me había quedado sin una gota de paciencia. Ella pareció pensar en ello un momento cuando acabé de explicarle.
-Bueno, pero no debiste ponerte así, digo... No se... No entiendo por qué se portan así contigo! A mí no me hicieron nada.
-Claro, pero tú tienes confianza en ti misma, y no te dejarías pisotear por ellos, pero yo, en cambio... Sería estúpida al pensar que me llegarían a respetar algún día.
-No lo eres... Sólo, busca una manera de que dejen de tratarte así! Creo que después de lo de hoy no te harán enfadar tanto, no?
-Y tú que sabrás, a ti no te han hecho nada! 
-Si... Pero...
-Déjalo, buenas noches -dije con pocas ganas. Cerré mis cortinas, y a pesar de que aún era pronto para dormir, cerré los ojos y me sumí en un profundo sueño. Al día siguiente me desperté con una hora antes de lo normal. Extraño, solía ser muy dormilona, yo. Me vestí y bajé a la Sala Común, pero no había nadie. Me senté en una butaca junto al fuego, cálido y vivo como si lo hubiesen acabado de prender, y me quedé mirando sus llamas. De repente, tuve una idea brillante. Tan brillante que parecía milagro que se me hubiese ocurrido a tan temprana hora. Miré las llamas de nuevo. Iba a combatir el fuego contra el fuego, pensé, esbozando una diabólica sonrisa.

Capítulo 4: La recordadora de Neville


-Qué haces, _______?
-¡Nada! - me apresuré a meter los pergaminos en los que estaba escribiendo en la mochila, junto a un extraño libro que, cómo pansaban Harry y Ron, no era de los que estaban en la lista de los libros que comprar. Tenía extraños dibujos en el borde, y era de color verde oscuro. Un libro que me afanaba en consultar cada cuanto rato que pasaba. 
-¿Seguro? Venga, dínos qué estás tramando-dijo Harry suspicazmente. 
-¡Que no! Pásame los cereales, Ron.
-Sabes que no puedes infringir las normas del colegio, no? Sea lo que sea que estés planeando, podrían expulsarte si es grave! -me dijo Hermione metiéndose en la conversación.
-No recuerdo que te hayamos pedido tu opinión -dijo Ron, volviéndose hacia ella.
-Yo sólo aviso -Hermione volvió a su desayuno malhumorada.
-Bueno, cuando quieras, nos cuentas, eh? -se dirigió Harry a mí.
-Está bien... Acercáos -dije-. Me voy a vengar de Fred y de George -dije entusiasmada.
-Vas a acabar mal, _______... -dijo Ron.
-Por qué?
-Bueno, Fred y George me han hecho montones de bromas, y cada vez que me intenté vengar... Digamos que acababa con un asqueroso grano en vez de boca, o encima del tejado de mi casa. Hazme caso, déjalo antes de que te arrepientas!
-¡No! Pienso vengarme aunque sea lo último que haga! -dije testarudamente.
-Exacto, podría ser justamente lo último que hagas.
-Já! He estado pensando un buen plan... Sabéis el libro que tengo? Ése tan viejo de color verde? -ambos asintieron-. Es un libro de pociones. Llevo toda la semana buscando algo que me pueda servir, y creo haber encontrado algo muy interesante... Lo saqué de la Sección Prohibida de la biblioteca.
-¿Cómo? -preguntaron Harry y Ron asombrados.
-Con el permiso del profesor Snape.
-¿Esa rata te dió permiso a tí? -me preguntó Ron asombrado.
-Si, raro, no? Quiero decir... A vosotros os trata bastante mal... Bueno, a todos, en realidad, pero a mí no, así que aproveché! Estuvo encantado de darme el permiso para coger el libro que quisiera.
-Qué suerte la tuya... Bueno, y qué harás?
-Oh, eso lo veréis, no quiero que os quedéis sin sorpresa! -dije riendo-. Hoy mismo empezaré la poción. Es bastante complicada, pero se puede hacer en un día. Mañana va a haber espectáculo -dije malignamente.
Sonó la campana, que avisaba el inicio de las clases, y nos encaminamos hacia el patio. Íbamos a tener nuestra primera clase de vuelo. La señora Hooch, que tenía el cabello grisáceo y unos ojos ambareños cómo los de un halcón, ya había alineado unas veinte escobas, y nos dijo que nos pusiésemos al lado de una escoba cada uno. Estaban algo malhechas, con algunas astillas saliéndose del palo.
-Bien. Antes que nada, debéis levantar la mano derecha encima de vuestra escoba, y gritar ¡Arriba! ¡Venga, todos!
-¡Arriba! -dije yo, y la escoba ya estaba en mi mano, esperando para ser montada, pero la mayoría de estudiantes no conseguían ni que se moviese del suelo. 
-Bien -dijo la profesora Hooch en cuanto vió que todos tenían su escoba en la mano-. Ahora, montad en ella, y cuando suene el silbato, dáis una fuerte patada en el suelo para alzaros en vuelo. Luego, descendéis suavemente bajando el palo de la escoba hacia abajo. ¿Preparados? Tres... Dos...
Pero Neville había dado una patada antes de que sonara el silbato, y su escoba había empezado a levantarse del suelo y a oscilar peligrosamente.
-Muchacho, vuelve! -gritó la señora Hooch, pero Neville no lograba controlar su escoba. Dió unas vueltas en el aire y subió varios metros más antes de dar una fuerte sacudida, y Neville fué lanzado al aire. Cayó bruscamente encima del duro suelo, y se quedó inmóvil. La señora Hooch se inclinó hacia él y murmuró algo de una muñeca fracturada. Ayudó a levantarse a Neville, y se dirigió a la clase:
-Acompañaré al señor Longbottom a la enfermería. No toquéis las escobas y menos subáis a ellas, o estaréis fuera de Hogwarts antes de poder decir Quidditch. Vamos, Longbottom.
Cuando la profesora Hooch estuvo ya fuera de la vista, Draco Malfoy, un chico rubio de Slytherin al que le encantaba molestar a los Gryffindors, se estaba riendo a carcajadas.
-¿Habéis visto a ése idiota? Da pena -dijo Malfoy con una risotada- ¿Eh, qué es eso?
Se agachó y cogió una pelota extraña que había en el suelo. Era de cristal, y dentro había una especie de humo grisáceo. 
-¡Es la recordadora de Neville! -dijo una chica de Gryffindor-. Se la envió su abuela esta mañana.
-Oh, pues va a tener que buscarla! -dijo Malfoy, cogiendo una escoba.
-Dámela, Malfoy -dijo Harry avanzando hacia él.
-Por qué debería, eh, Potter?
-Por que no es tuya! -dije yo, acercándome a ellos.
-Y a tí quien te ha llamado, _______ (ta)? -Malfoy ya se había subido a una escoba y se había levantado unos metros.
-Déjala!
-Es tu novia, Potter? Pegáis bastante, ambos unos pringados imbéciles...
-Cállate la boca, cacho de anormal! -dije yo, enfadada, y cogí una de las escobas. Harry me imitó y subió a una. Hermione protestaba de que podrían expulsarnos, pero no le hacíamos caso.
-Si tan valiente eres, _______, porqué no vas a buscarla? -dijo Malfoy, y lanzó la recordadora muy lejos, hacia una de las torres del castillo. Harry fué más rápido que yo. Se dirigió con gran velocidad hacia la recordadora, cogiéndola justo antes de que se estrellase contra el muro.
-¡_______, píllala! -me lanzó la recordadora, y la cogí antes que Malfoy. Fuí volando rápidamente entre las torres del castillo, perseguida por él y por Harry, que intentaba coger a Malfoy por la túnica.
< Oh no! > pensé. Delante de mí había una gran pared con un pequeño agujero en el centro, cómo una minúscula ventana que daba al otro lado del castillo, al patio interior. Yo no iba a poder pasar por ahí! Pero quizá podría...
-¡Harry, ve a por ella! -grité, y a continuación tiré la recordadora con todas mis fuerzas hacia el agujero, por dónde oltrepasó el muro perfectamente. Harry entendió lo que había hecho, y voló por encima del alto muro. Unos segundos después, volvía con la recordadora en la mano. Todos los alumnos gritaban y nos aplaudían desde el suelo.
-Hey, dónde está Malfoy? -preguntó Harry.
-Abajo, ahí al lado de... Oh no!
Malfoy se encontraba al lado de la profesora McGonagall, que hasta desde aquella altura echaba chispas con la mirada. Bajamos al suelo, preocupados.
-Potter, _______ (ta), seguidme. 
Pasamos por el lado de Malfoy, que tenía en el rostro una sonrisa de complacencia, y seguimos a la profesora. No dijimos nada en todo el recorrido.
< Me van a expulsar. No llevo ni siquiera una semana y ya me van a expulsar >, pensaba yo, y por el rostro que tenía Harry, debía de estar pensando más o menos lo mismo.
Nos paramos ante la puerta de una de las aulas. La profesora McGonagall abrió la puerta.
-Profesor Filtwick, ¿podría llevarme un momento a Wood?
-Claro, claro... Wood, salga.
Wood era, cómo pudimos comprobar, únicamente un corpulento estudiante de quinto curso. La profesora nos condujo hasta un aula vacía, y se dirigió a Wood extrañamente emocionada.
-Wood, te he encontrado un buscador y una cazadora.
-Cómo? Está segura?
-Segurísima, Oliver -la profesora le explicó lo que habían hecho durante la clase de vuelo, y al final de la explicación, Wood parecía aún más entusiasmado que McGonagall.
-Alguna vez habéis visto un partido de Quidditch? -nos preguntó excitado-. Profesora, necesitarían buenas escobas... Un par de las nuevas Nimbus 2000 o unas Cleansweep 7.
-Hablaré con el director. Necesitamos ganar la Copa de Quidditch, llevamos tiempo perdiéndola! Quiero que os entrenéis mucho! -dijo severamente, pero cambió de expresión al decir-. Tus padres estarán orgullosos, _______, y Harry, los tuyos también lo estarían, enormemente. Debes saber que tu padre fué un excelente jugador de Quidditch.

-¡Os estáis quedando conmigo! -dijo Ron durante la cena después de haberle explicado lo que había pasado después de que McGonagall se los hubiese llevado con ella-. Seríais los jugadores más jóvenes en...
-Un siglo, sí -le dije yo.
-Enhorabuena, Potter y _______ (ta), disfrutad de vuestra última cena -dijo de repente Malfoy pasando por detrás nuestro.
-Cállate, Malfoy -dijo Harry sin ganas.
-Por qué, qué me harás? 
-Vete a la mierda un rato y déjanos en paz -le contesté antes que Harry.
-Ah, tú también vas de valiente, no? Qué tal si hacemos un duelo? Esta noche, en la Sala de los Trofeos.
-¡Vale! Quién va a ser tu segundo? -le pregunté desafiante.
Malfoy se giró hacia Crabbe y Goyle, sus amigos que parecían cómo bodyguards, y escogió a Crabbe.
-Pues yo seré su segundo -dijo Ron.
-Bien, a Medianoche. Nos vemos, perdedores -en cuanto se fué, Harry les preguntó:
-¿Qué es un segundo?
-En un duelo de magos, cada mago tiene un sustituto por si muere, pero _______ no va a morir... Cómo mucho le tirarán algún tonto hechizo -le aclaró Ron.
-¡Asquerosa pulga peluda! Lo voy a destro... -dije yo, pero Ron me interrumpió.
-Da igual, _______, se va a morir de rabia cuando se entere de que seréis... -dijo Ron riéndose por lo bajo, pero lo interrumpieron dos voces que no hubiese querido oír en aquel momento
-¡Hey! Felicidades! Wood nos lo ha contado ya -Fred y George se acercaban a nosotros bastante contentos.
-¿A sí? Creí que debía mantenerse en secreto hasta el primer partido... -dije.
-Si, pero hay excepciones entre los jugadores- me contestó George.
-Ah, que vosotros jugáis a Quidditch?
-¡Claro, somos golpeadores de Gryffindor!-dijo Fred cómo si fuese lo más obvio del mundo.
-Entonces no quiero estar en el equipo -me levanté.
-Venga, supéralo! -dijo Fred con una sonrisa burlona-. Necesitamos otro cazador...
-... Para ganar! -siguió George.
-Sí, te necesitamos, lo admitimos -dijo Fred al ver que lo estaba mirando suspicazmente.
-Bueno, vale, seré cazadora -dije al fin, mirándolos con cara de enfado. Harry y Ron sabían que todavía no había abandonado las ganas de vengarme de sus idioteces.
-Guay, nos vemos! -dijo George, y se alejaron.
-Ésos dos me recuerdan que todavía tengo que empezar la poción... Nos vemos en la Sala Común a las once y media, chicos -me levanté y salí del comedor, dirigiéndome al único lugar dónde iba a poder elaborar la poción sin que ningún alumno me molestara: el lavabo de Myrtle la Llorona.

Capítulo 5: El duelo a Medianoche

-Hocico de cerdo -le dije en un susurro a la Dama Gorda, y ésta se abrió para dejarme pasar. La sala común estaba desierta, excepto por Harry y Ron, que la esperaban sentados en unas butacas.
-¡Venga, vamos! -dije, y Harry y Ron se levantaron y se dirigieron hacia el agujero siguiéndome.
-¡Os van a expulsar! -se oyó de pronto una voz detrás nuestro. Hermione había bajado desde su habitación, seguramente al oír nuestras voces-. No tenéis bastante con lo que habéis hecho hoy? 
-¡Vete! -le dijo Ron furioso, y nos empujó fuera del hueco del retrato. Hermione nos siguió al pasillo.
-Os van a quitar montones de puntos que yo me esforcé en conseguir con McGonagall en los hechizos de cambio, sabéis? No es justo, quiero que Gryffindor gane la copa!
-Y nosotros queremos que te vayas -le dijo Ron, dándole la espalda.
-Bien, yo ya os avisé -Hermione se giró hacia el retrato de la Dama Gorda, pero ésta ya no estaba. Debía de haber ido a visitar algún otro cuadro-. Oh no!
-Qué sucede ahora? -Ron le dirigió una mírada exhasperada.
-Sucede que tengo que venir con vosotros. Me he quedado fuera.
-La que nos faltaba... 
Nos dirigimos todos hacia las escaleras, pero Harry se tropezó con algo. Mejor dicho alguien. Neville estaba tumbado en el suelo, aparentemente dormido, pero de despertó sobresaltándose con el golpe.
-Por fin! -dijo-. Estaba esperando a que viniese alguien. No me acordaba de la contraseña para entrar!
-Es "hocico de cerdo", Neville, pero ya no sirve. La Dama Gorda se ha ido.
-Oh... Puedo ir con vosotros? El Barón Sanguinario ha pasado ya unas dos veces por aquí, y me da repelús tenerlo cerca. 
-Vale, vámos ya? O ahora nos van a acompañar todos los alumnos de Gryffindor? Venga, o llegaremos tarde -dije yo cansada de tantas interrupciones. Todos se callaron y me siguieron. Subimos las escaleras en dirección al tercer piso, y al fin llegamos a la Sala de los Trofeos
-Dónde está Malfoy? -preguntó Harry, mirando alrededor.
-Quizá se haya atrasado, vamos a esperarle -dijo Ron.
-Vais a acabar castigados... -les dijo Hermione nuevamente.
-Tú calla! -dijo Ron.
Estuvimos esperando un buen rato, hasta que se empezaron a oír pasos.
-Ve a mirar por allí, señora Norris. Esta vez vamos a atrapar a esos vándalos!
-Oh no! Es Filch! Corred! -les dije. Nos dirigimos rápidamente hacia una puerta, la abrimos, y nos fuimos corriendo todos por un pasillo. Seguimos por la derecha, pero sólo había una gran puerta de roble. 
-Qué hacemos, pasamos? -preguntó Ron.
-Sí, vamos! -dijo Harry, abriendo la puerta para que pasáramos y cerrándola después. Nos encontrábamos en una especie de sala llena de pasillos. Todo estaba oscuro, y los pasos de Filch se iban aproximando. 
-Lumos -dijo Hermione, y en la punta de su varita se encendió una luz blanca que nos permitía ver el camino delante nuestro. Nosotros la imitamos, encendiendo nuestras varitas.
-Vayamos... Eh... Por aquí! -dijo Harry señalando hacia la derecha, y corrimos todos detás de él. Al final del pasillo, había una puerta cerrada con llave.
-¿Y ahora qué? Filch debe de estar ya por aquí buscándonos -dijo Ron aterrorizado. 
-Apartaos -Hermione se puso ante la puerta- ¡Alohomora!
Se oyó un pequeño ruidito en la cerradura de la puerta, y Hermione la abrió. Nos metimos todos dentro apresuradamente, y pegamos la oreja a la puerta para oír.
-¿Estáis aquí, pequeños monstruitos? -dijo la ronca voz de Filch. Se quedó un rato en silencio, probablemente mirando a ver si nos descubría, pero al pasar unos minutos, oímos que llamaba a la señora Norris, salía del pasillo y cómo una puerta se cerraba en la lejanía. 
-¡Uff, por poco! -dijo Ron aliviado.
-Chicos -dijo la voz de Neville.
-Qué ocurre -le pregunté, y acto seguido me giré para mirarlo. Estaba de espaldas, mirando algo. Me moví un poco para ver lo que miraba, y me quedé paralizada. En medio de la estancia había un perro enorme. Mejor dicho tres. Pero mirándolo mejor... ¡Era un perro gigante con tres cabezas!
-¡Chicos, corred! ¡Vamos, fuera, ya! -les grité. El perro empezó a ladrar y se acercaba rápida y peligrosamente a nosotros. Abrimos la puerta, salimos todos y la cerramos justo antes de que el perro hubiera metido su cabeza fuera de la puerta. Salimos corriendo por el pasillo, y abrimos la puerta. Salimos pitando hacia las escaleras, bajamos, y nos encontramos todos jadeantes ante una Dama Gorda muy enfadada.
-¿Dónde estuvisteis? ¡Podrían haberos atrapado y castigado! ¿Es que no pensáis en...?
-Si, si... -le dije yo tajantemente, bastante cansada- Hocico de cerdo.
Nos dejó pasar de mal humor, y cuando estuvimos dentro, Neville se fué corriendo hacia su cuarto.
-Oh, dios... -dije-. ¿Qué pretende Dumbledore metiendo esa... Cosa en el castillo?
-Pero, es que no os disteis cuenta de lo que habia bajo sus pies? -dijo Hermione.
-No, me fijaba mas en las cabezas gigantes -dijo Ron irónicamente.
-Estaba encima de una trampilla! No es evidente? Estaba vigilando algo! 
-Ahora que lo dices... ¿Es posible que hubiese algo que quisieran proteger? Es decir, Hogwarts es el segundo lugar más seguro a parte de Gringotts! -pensé en voz alta.
-Bueno, no lo se... En todo caso, por culpa de Malfoy casi nos...
-Ooh voy a matar a Malfoy -dijo Ron furioso-. Seguro que sólo fué una estúpida trampa para que nos castigasen!
-No, los estúpidos fuisteis vosotros al salir de noche-dijo Hermione con tono de superioridad-. Yo os avisé, y casi nos matamos por vuestra culpa. Si me disculpáis, me voy a dormir!
Se marchó hasta su habitación, ante nuestro asombro.
-¿Vosotros también habeis oído lo que ha dicho? Cómo si la hubiesemos obligado a acompañarnos! -dijo Ron indignado.
-Da igual. Vámonos a dormir. Buenas noches, _______-se despidió Harry. 
-Buenas noches -dije, y los tres subimos hacia nuestros respectivos cuartos.

La mañana siguiente Harry, Ron y yo nos encontramos en la sala común, y decidimos bajar juntos. Era Halloween, y el delicioso olor a calabaza llenaba los pasillos. Seguramente se estuviese cocinando la cena de Halloween de aquella noche. En el comedor, pudimos ver a Malfoy algo sorprendido de vernos aún en Hogwarts. Pasamos de largo y nos sentamos junto a Ginny, Neville, los gemelos y Hermione, con la que preferíamos no hablar.
-Bueno, hoy es el día! -dije emocionada.
-Para qué? -preguntó Ron, pero vió mi expresión-. No me digas, la venganza?
-Hah, esa misma!
-No lo hagas, te aviso -dijo Ron cogiendo los cereales.
-Claro que lo haré! Acaso no crees que pueda llegar a ser muy mala? -le dije divertida.
-Bah, tú sabrás... Solo te digo que... -pero se calló. Había llegado el correo. Cientos de lechuzas atravesaron los ventanales, dirigiéndose hacia sus destinatarios. A Ron le llegó una lechuza con aspecto abatido, y le dejó una carta antes de volver a salir. 
-Es de mi madre. Harry, te envía saludos, y a tí también, _______.
-Tu madre me conoce? -dije yo extrañada.
-Bueno, mi padre trabaja en el Ministerio, igual que tu madre, así que se conocen. Percy debió de contarle que me había hecho amigo vuestro... Siempre se lo cuenta todo -dijo, señalando a su hermano con la cabeza.
-Que simpática, tu madre -dije sonriendo-. Hey, mirad eso!
Unas cuantas lechuzas estaban bajando en picado hacia nosotros. Llevaban dos paquetes alargados, que aterrizaron delante de Harry y de mí. 
-Que son? -preguntó Ron extrañado.
-Ni idea, pero en el mío hay una targeta -dijo Harry cogiéndo una targetita pequeña que había pegada al papel.
-¡Es de la profesora McGonagall! -dijo Harry.
-Leenoslo -dije yo muy interesada.
-Dice... No abráis los paquetes en la mesa -nos miró.
-¡Suerte que no los abrimos aún! -le dije- venga, sigue leyendo.
-Vale... Eh... Contiene vuestras nuevas Nimbus 2000.
Ron abrió mucho los ojos- ¡Unas Nimbus 2000!
-Esperad, hay más- dijo Harry, y volvió a leer-. El señor Wood os esperará esta tarde a las siete en punto al campo de Quidditch para entrenar, no faltéis. 
-Vamos -les dije. Dejamos de comer, cogimos las escobas y nos dirigimos al pasillo.
-¿Las podemos abrir ya? -dijo Ron impaciente.
-¡No! Imagínate si pasa algún alumno y... -pero fuí interrumpida.
-¿Qué es eso? -Malfoy se iba acercando a nosotros con cara de sospecha.
-¡Son unas Nimbus 2000! Son mucho mejores que la mierda de escoba que debes de tener en casa -dijo Ron emocionado. Malfoy estaba visiblemente celoso.
-Chicos, qué haceis? No os estaréis peleando, verdad? -el profesor Filtwick salía desde un aula cargado de libros.
-Señor, ¡Potter y _______(ta) tienen una escoba! -dijo Malfoy con tono acusador.
-Ah, si, Minerva me habló de que recibirían una escoba cada uno, por las especiales condiciones -nos guiñó un ojo. Malfoy se giró y se fué furioso.
-¡Vamos, chicos, subamos a abrirlas! -les dije. Llegamos ante la Dama Gorda, y ya en la sala común desierta, abrimos los paquetes.
-Oh! -dijo Ron asombrado.
Las escobas eran perfectas, con las ramitas rectas y alineadas, el palo ligeramente curvado, con la inscripción Nimbus 2000 en letras doradas.
-Son flipantes -dijo Ron nuevamente, con los ojos brillantes.
-Lo son -dijimos Harry y yo-. Bueno, guardémoslas y luego las venimos a buscar para bajar a entrenar. 
Los dos accedieron, y nos fuimos dirigiendo a la primera clase que nos tocaba aquella mañana.

-Sí! Por fin, vamos! -dijo Ron en cuanto sonó la campana indicando el final de las clases. Recogimos nuestras cosas y nos marchamos rápidamente. Fuimos corriendo por los corredores, llegamos ante la Dama Gorda- Hocico de cerdo! -y nos apresuramos a coger nuestras escobas, guardadas en el dormitorio de Harry.
-¡Vamos, faltan unos diez minutos! -dijo Harry.
-Nos vemos luego, Ron -le dije, y Harry y yo bajamos apresuradamente por la escalinata hasta la entrada principal. Salimos afuera, sintiendo cómo el frío aire rozaba nuestros rostros, y nos dirigimos al campo de Quidditch.
El campo estaba rodeado de tribunas, y habían tres grandes aros a los dos lados del campo. Oliver nos esperaba en el centro del campo, junto a una gran caja.
-Hola, chicos -nos dijo cuando llegamos junto a él.
-Hola.
-Bien, voy a explicaros las reglas del Quidditch, aunque creo que _______ ya se las sabe, verdad?
Asentí con la cabeza. A partir de ahí Oliver se pasó una media hora explicándole a Harry las diferentes pelotas que habían: bludgers, quaffles y la snitch, para qué servían y qué jugadores las utilizaban. Después de haberle explicado las reglas, nos pusimos a entrenar. Harry liberaba la snitch, y luego iba a buscarla. Me subí a mi escoba, y practiqué con Oliver. La escoba se movía perfectamente, deslizándose suave y rápidamente por el frío aire. Oliver cogió una quaffle, se puso ante los aros, y me la tiró. Yo la cogí con fuerza, me concentré y tiré la quaffle con todas mis fuerzas hacia uno de los aros. Oliver no pudo hacer nada para impedir que la quaffle pasara con rapidez a través del aro, pero reconocí que era un muy buen guardián. Seguimos entrenando así durante más o menos hora y media, y luego Harry y yo nos dirigimos hacia el castillo.
-Oye, Harry, acompáñame a por la poción -le dije radiante.
-Eh... Vale, ¿dónde está?
-En los lavabos de Myrtle la Llorona -dije, y al ver su cara de extrañeza, me expliqué-. Es una fantasma, el lavabo está averiado así que nadie suele ir por ahí.
-Ah, de acuerdo, pues.
Pasamos por la entrada principal y subimos los escalones hacia el lavabo.
-Es aquí -dije, abriendo la puerta.
Entré en el lavabo, y miré a ver si estaba Myrtle. No había nadie. Me dirigí hacia uno de los lavabos, y entré dentro. Levanté la tapa del váter, y cogí un pequeño frasquito alargado que contenía un extraño líquido de color ámbar.
-Es la poción voluto incantatio. En cuanto los gemelos la tomen... Bueno, eso ya lo verás -le dije sonriendo.
-No está mal -dijo Harry, sonriendo y mirando el frasco.
-Ya... Esta poción era de las más inofensivas... Habían pociones terribles en ese libro... No quise pasarme por si me llegaban a expulsar... Además, imagínate si no conseguía hacer bien una de esas pociones! El resultado sería desastroso.
-Seguro, pero cómo... ¡Oh! 
Ya habíamos llegamos al comedor. Habían montones de calabazas flotantes, murciélagos que volaban alrededor del techo, ... Nos sentamos rápidamente al lado de Ron.
-¡Esto es impresionante! -dije mirando a uno de los fantasmas, que intentaba asustar a unos niños. 
-Si, lo es... ¿Cómo os fué el entrenamiento? -nos preguntó Ron.
-Bien, conseguí marcar casi todo el rato.
-Sí, y yo pillé la snitch un montón de veces -dijo Harry sonriendo-. Esto del Quidditch me empieza a gustar mucho.
-Es el mejor juego que existe en el mundo entero -dijo Ron, cogiendo un trozo de patata. Nos dimos cuenta de que la cena había aparecido ya en los platos, y nos servimos. Miré a Fred y a George por el rabillo del ojo, y vi como se giraban para hablar con Lee. Era el momento. Saqué el frasco, y alargué la mano hacia sus copas. Lo abrí, estaba a punto de verter el contenido en la copa de Fred, pero aparté la mano de golpe justo a tiempo de que no me hubiesen visto, ya que se habían vuelto a girar.
-Qué te pasa, _______? -me preguntó George sonriendo.
-Nada que te importe -y seguí ignorándolos. 
De repente, las puertas se abrieron de golpe, y el profesor Quirrel, el balbuceante profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, corrió en dirección a la mesa de profesores muy alarmado.
-¡Hay un troll! ¡Hay un troll en las mazmorras! -dijo, antes de desmayarse. Los alumnos empezaron a gritar y a levantarse aterrorizados, pero el profesor Dumbledore impuso silencio en la sala. 
-Prefectos, conducid a los alumnos a sus respectivad casas.
Harry, Ron y yo nos levantamos y seguimos a Percy, junto a la resta de estudiantes. Estábamos subiendo las escaleras, pero de pronto Ron se paró.
-Hey, ¿dónde está Hermione? -preguntó.
-Está en el lavabo de chicas, llorando. No sabemos qué le pasa -dijo Parvati Patil al oírlo, y siguió caminando.
-Entonces ella no sabe que hay un troll, debemos avisarla! 
-Vale, chicos, id vosotros -les dije, y ellos se dieron la vuelta para bajar las escaleras.

NUEVA LECTORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Holi c: Me llamo Pau y me encanta tu novela.
Espero que la sigas pronto ;)

Beso

P.S/ NO PUEDO ESPERAR, QUIERO VER LA VENGANZA AJKSDFLKAD