Inspírame [Kevin Jonas] (CANCELADA)

:(

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Por diooooos! Muero :(

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa no la dejes asi.....

Aun no pierdo la esperanza de que vuelvas foro:(

¡CHIIIIIIIICAS! <3333
Volví y os he echado muuuuuucho de menos. Siento si no he estado mucho por aquí desde que esto se cerró pero estoy pasando por una vaguitis aguda que se resigna a quedarse y no me deja hacer mucho. Pero estoy de nuevo con las pilas cargadas intentando combatirla XDDD
¿Cómo habéis estado vosotras? Espero que muy bien, me alegraría mucho leerlo en vuestros comentarios. Bien, he vuelto para subiros capítulo con la esperanza de que os guste tanto como a mí.
Y quería deciros que, por favor, POR FAVOR, confiéis en mí cuando os digo que no os voy a abandonar aunque de esa sensación (de la que me arrepiento y os pido de nuevo disculpas). Si algún día abandono alguna novela os lo haré saber antes de manteneros en vilo. ¡OS ADORO! <33333333


- Está bien, la puerta esta abierta. ¿Qué quieres?
- Mira… - suspiró -. Entiendo tu comportamiento hacia mí y no te lo voy a discutir, pero vengo para hablar de distintas cosas. La primera de ellas es que vengo en son de paz.
- ¿Son de paz? – repetí, pensando que había oído mal.
- Exacto. ¿Puedo pasar ahora?

Rendida, le dejé espacio entre la puerta y yo y entró. Me pareció raro no arrepentirme, supuse que me fiaba de su palabra. Con un gesto de la mano le invité a sentarse y aceptó sin rechistar. Me bebí de un trago la pastilla ya disuelta en el vaso y le miré.

- Tienes…
- ¿Qué? – quise saber, mirando mi ropa.
- Tienes… - repitió levantándose. Alzó la mano y lo que me pareció una acaricia a mi pelo, era sólo su manera de quitarme un post-it que se había pegado a mi coleta -. <<Sin duda, el máximo auge de la pintura neoclásica llega en la época de la Revolución Francesa, y su máximo exponente será…>> - acertó a leer antes de que le arrebatara el papelito amarillo de las manos.
- Estoy preparando mis clases… - expliqué en un gruñido y añadí, como si nada -. Y te advierto desde ahora mismo, que si me insultas o me dices algo relacionado con el hecho de ser madre soltera, desataré mi ira contra ti.

Dibujó una mueca desconcertante, frunciendo el ceño y luego se mordió el labio inferior.

- ¿Desataré mi ira? ¿Eres Catwoman o algo así? – preguntó con sorna.

Me dieron ganas de echarle las manos al cuello y estrangularle allí mismo y sin más prolegómenos. Me conformé con fulminarle con la mirada.

- Esa frasecita bien podría tomármela como el primer grupo de advertencias de antes. Procura no enfadarme, cuñado – recalqué esa última palabra -, o te encontrarás uno de esos lienzos de collarín en un abrir y cerrar de ojos.

Estaba a la defensiva, y él era totalmente consciente de ello.

- Me ha quedado perfectamente claro que sabes defenderte tú solita. Te aseguro que no quiero peleas, todo lo contrario.
- ¿Quién eres tú y que has hecho con Joe Jonas? – dije, sin creerme aún lo que acababa de decir -. Que yo sepa aún no es el día de los Inocentes…
- ¿Ahora quien se toma las cosas a broma? – arqueó una de sus gruesas y pobladas cejas.
- Es cierto, perdona – refunfuñé -. Adelante, habla.
- Sé lo que pasó con Nick – comenzó -. Y quiero pedirte disculpas por ello. Por todo lo que te dijo, en realidad. No lo hago en su nombre pero estoy seguro que piensa como yo, sólo que él es de ideas firmes y muy orgulloso a la hora de pedir disculpas, pero no dudo que lo hará. Solo déjale que se acostumbre a lo vuestro.
- Reconozco que es un gesto generoso viniendo de ti. De hecho, diría que tenéis ambos la misma mentalidad hacía mí y no consigo entender por qué. Como tampoco comprendo que es lo que te ha hecho a ti cambiar de idea.
- Supongo que la charla del otro día con mi hermano me abrió los ojos – se encogió de hombros -. Hablaba de ti cómo si te conociese de toda la vida, se sonreía constantemente cada vez que hablaba de ti y hablaba con tanto cariño de Ryan que me di cuenta de que él es feliz, contigo. Y no hay más vueltas que darle.

He de reconocerlo, mi yo interior saltó de alegría, ya tenía a uno de los hermanos en el bote. Ya podría dormir una hora más gracias a la tranquilidad que eso me daba.

Pero las buenas noticias se acaban, al menos ese fue mi caso. Estaba dispuesta a ofrecerle una copa Joe cuando llamaron a la puerta.
Con el día que llevaba, me esperé al siguiente miembro de la familia Jonas tocando el timbre. Una señora con un moño lo suficientemente alto y estirado como para que su cutis estuviera perfecto, me miró por encima de sus gafas.

- ¿Loreena Cahill? –su voz era un poco chillona.
- Sí –dije un poco dubitativa. La mujer vestía de traje negro, un pañuelo blanco rodeaba su cuello y llevaba un maletín de cuero. Al principio pensé que podría pertenecer a alguna secta y sólo quería soltarme su rollo de: “la verdadera felicidad está con el supremo”, pero resultó que era algo más que eso.
- Soy Jacinta Adams. Servicios Sociales. ¿Puedo pasar?

Adams, ahora entendía porqué tenía esa pinta casi aterradora.

- ¿Servicios sociales? –pregunté sorprendida y en voz baja. Joe estaba a unos metros de nosotras y no quería que se enterase.
- Sí, ¿va a dejarme pasar?
- Claro… -abrí la puerta mirando a la mujer. Caminaba airosa y decidida.
- Espero que pueda dedicarme unos minutos de su tiempo. Necesito hablar con usted de la situación de su…. -sacó una carpeta de su maletín y miró algunos datos en sus folios- sobrino.

Sin saber cómo, me encontraba mordiéndome las uñas debido al nerviosismo. Todo estaba acabado, Joe se iba a enterar de la verdad. Tal vez debía alegrarme, no tendría que esconder nada a Kevin, ni a nadie.