~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)

SUBIENDO CAP :D

Capitulo 14

Después que recogieron en la casa jabón y una toalla, llegaron al estanque alimentado por el manantial. _______ sabía que sería inútil pedirle a él que se volviera mientras ella se desvestía. Por eso, le dio la espalda y se desnudó con indisimulada prisa a fin de poder sumergirse en el agua, donde los ojos curiosos de Joe no podrían llegar hasta su desnudez.
Un sonido le llamó la atención. Miró sobre su hombro y agrandó los ojos por la sorpresa. Joe se había quitado las botas y la camisa y su torso bronceado relucía desnudo a la luz del sol.

—¿Qué haces? —preguntó ________ en tono acusador.
—¿Esperas que me bañe con la ropa puesta? —replicó Joe y sin esperar respuesta a su retórica pregunta, empezó a desabrocharse los pantalones.

_______ volvió enseguida su cabeza y el calor de la ira y la vergüenza le encendió las mejillas. Hubo un segundo en el cual fue incapaz de moverse. Hubiera debido esperar esto, se dijo. Después de la noche anterior, hubiera debido esperar cualquier cosa. Tontamente, no lo había hecho.

Tendió una mano hacia sus ropas que estaban en el suelo, cerca de sus pies.

—¡Sólo porque me obligaste a dormir en tu cama, eso no significa que voy a bañarme contigo!

Antes que ________ pudiera hacer el primer movimiento para volver a ponerse su ropa, unos brazos fuertes la levantaron del suelo. La desnudez de su suave y blanda cadera sintió los músculos duros del vientre de él y sus pezones fueron rozados por la nube de vello oscuro del pecho de Joe.
Su grito de protesta no fue escuchado. Joe la levantó con firmeza en sus brazos. _______ se mantuvo rígida y miró con furia las facciones implacables de él.

—Deja tus ropas —ordenó Joe—, a menos que quieras que se mojen.
—¿Sabes cuánto te desprecio? —siseó _______ con furia.
—¿Es por eso que siempre me desafías?

El fulgor complacido de sus ojos dorados y fríos fue burlón, casi retándola a que luchara.
Tratar de resistirse sería inútil. Joe la llevaría hasta el agua, con ropas seca y todo. Quizá, pensó _______ con furia, él gozaba doblegando su resistencia. Si era así, esta vez lo desilusionaría.
Dejó caer al suelo su ropa, pero no se relajó en los brazos de él ni tampoco trató de liberarse. Él la llevó al estanque y hasta que estuvo con el agua a la altura de la cintura no retiró el fuerte brazo que tenía bajo los muslos de ella. Entonces dejó que sus pies se apoyasen en el fondo del estanque.
________ sintió un infantil impulso de salpicarle con agua fría las facciones patricias y arrogantes, pero se resistió la tentación, sabiendo que de hacerlo sólo conseguiría provocarlo. Y conocía muy bien la forma que tenía él de tomarse represalias.
________ era varios centímetros más baja que Joe y el agua fría lamía la curva ascendente de sus pechos. Él retiró el brazo de la espalda de ella y su mano emergió para ofrecerle el jabón. Ella miró la pastilla unos tensos segundos hasta que la tomó, evitando cuidadosamente el contacto con la mano de él.
Joe se volvió en el agua, dándole la espalda. ________ sorprendida, no entendió este inesperado rechazo, no comprendió por qué él no intentaba seducirla en este salvaje e idílico escenario. Ni por un minuto creyó que él sólo quería bañarse y nada más.

—Lávame la espalda —ordenó él con voz serena.

Ella volvió la cabeza con furia y sus ojos lanzaron dagas al espacio vulnerable entre los omóplatos de Joe. Una negativa vehemente llegó a la punta de su lengua, pero se mordió con fuerza el labio inferior para contenerse. Una negativa indignada era lo que esperaba Joe y ella sabía que él obtendría un gran placer obligándola a obedecer.
Controlando su resentimiento, ________ empezó a enjabonarle metódicamente la espalda, extendiendo la espuma sobre los músculos fibrosos. La espuma hacía que la carne dura y firme de él le produjera en las manos una sensación sedosa. Se le hizo cada vez más difícil mantenerse serena mientras lo lavaba.
Sus dedos sensibles sintieron el leve flexionarse de los bíceps cuando sus manos pasaron al brazo izquierdo. ________ conocía la fuerza de esos brazos y manos, fuerza para castigar y para hacer el amor. A esto último no podía olvidarlo, menos aún con las marcas rojas que él tenía en los hombros y que ella le había hecho con sus uñas.
________ pasó al brazo derecho para evitar la vista de las peores heridas que ella había causado. Los rasguños se veían inflamados y dolorosos. No pudo dejar de preguntarse si el jabón producía ardor en la carne lacerada. Trató de convencerse de que eso era lo que deseaba, pero su mente estaba demasiado ocupada tratando de controlar sus sentidos cada vez más excitados, de modo que no pudo sentirse del todo vengativa.
Volviéndose en el agua, Joe la miró de frente y presentó su pecho desnudo para que ella lo lavara. La máscara de lejanía de sus facciones la hizo sentirse como una muchacha esclava que estuviera lavando a su amo.
La belleza viril de él expulsó todo otro pensamiento de la mente de ________. Su mirada bajaba continuamente hasta la cintura de él, debajo del nivel del agua. El esfuerzo necesario para mantener su atención en los vellos rizados de ese pecho la hacía temblar.

De pronto, Joe le quitó el jabón de las manos.

—Es mi turno —dijo con su voz ronca y aterciopelada, suavemente acariciadora.

_______ perdió todo lo que le quedaba de su fuerza de voluntad cuando las manos de él tocaron la carne desnuda de sus hombros. La espuma de jabón extendida sobre su suave piel fue un estimulante erótico para sus sentidos ya excitados por la masculinidad de Joe.
Cuando él le tomó los pechos en sus manos. _______ sintió que sus pezones se endurecían. La acción de masaje de esos dedos fuertes encendió una hoguera en sus riñones, un deseo ardiente de conocer la plenitud de ser poseída por él.
Una mano se deslizó hasta las caderas, debajo del agua, mientras la otra continuaba las sensuales caricias a los pechos. Dentro del agua, ________ se sentía como si flotara contra él. La mano bajó más para abrirse sobre las nalgas. Al arquearse hacia él, ________ sintió la viril dureza del deseo de él.
Un conato de resistencia se manifestó cuando ella apoyó sus manos en el pecho de él. Joe abrió la boca sobre sus labios, saboreando al máximo su dulzura. ________ sintió un rugido en sus oídos ante la exigente maestría del beso de él. Sin embargo, de algún modo, logró aferrarse a su frágil resistencia.
Mientras sus labios se abrían bajo la presión de la lengua inquieta de él, ella mantuvo el resto de su cuerpo rígido. Pudo sentir el latido del corazón de él bajo sus manos y el ondular de esos músculos que tan fácilmente podían dominarla, pero que no lo hacían.

—No me cierres tus piernas, ________ —susurró él roncamente junto a su oído.

Sonó tan carente de emoción, tan indiferente a todo lo que no fuera su propia pasión, que _______ tuvo que oponerse a lo que él le exigía.

—No.

Su protesta fue acallada por la incesante presión de los labios masculinos.

—Ábrelas —ordenó Joe.

El brazo que le rodeaba la espalda apretó imperioso. Ella obedeció y fue levantada para recibir el empuje de las caderas de él. Su débil gemido de involuntaria satisfacción fue bloqueado por la lengua de él.
El agua le acariciaba la piel pero era incapaz de apagar los fuegos de la pasión que ahora ardían en una sola llama. ________ hundió sus dedos en la mata oscura del pelo de él mientras los estremecimientos orgásmicos le sacudían el cuerpo. Fue como ahogarse y emerger enseguida hasta alturas nuevas, vertiginosas.
Embriagada, sin noción del tiempo o del lugar, ________ dejó que él la llevara a los límites desconocidos del deseo. Cesó de pensar en Joe como su cruel carcelero. Nunca había soñado que podía abandonarse hasta ese extremo en el darse a sí misma o en recibir con ansias lo que le daban.
Cuando las llamas se hubieron extinguido, pasaron varios minutos antes que _______ pudiera recobrarse. Abrió sus ojos drogados por la pasión y vio que Joe la observaba perezosamente. Tuvo que reconocer que él era el dueño de su cuerpo y su alma y comprendió, con fatalismo, que nadie más podría tener jamás semejante dominio y poder sobre su carne y su espíritu.
Movió la cabeza en silenciosa protesta contra el destino y descubrió con un sobresalto que estaba tendida sobre la hierba de la orilla. No recordaba que Joe la hubiera llevado hasta allí. La asustó la forma en que el contacto de él podía hacerla olvidarse de todo.
Él estaba tendido a su lado, con una mano apoyada íntimamente sobre su vientre. ________ notó la expresión de satisfacción en esos ojos dorados, que le recordaron a un felino de la jungla que acabara de regalarse con su presa y ahora estuviera repleto.

—Te odio —dijo con voz débil, sabiendo que no era verdad.

Hubo un relámpago blanco cuando Joe sonrió y se puso de pie.

—Ojalá todos mis enemigos me odiasen como tú, especialmente si se parecieran a ti —dijo él en tono de burla y rápidamente recorrió con la mirada todo el cuerpo desnudo de ella, antes de empezar a vestirse.

La enfureció que él encontrase divertidas sus palabras, pero era peor saber que le había dado sobrados motivos para mofarse de ella. _______ deseó con desesperación jurar que nunca más volvería a traicionarse, pero dudó que esa fuera una promesa que pudiera cumplir.

Se oyó la voz de Laredo llamando a Joe y apresurados pasos se acercaron al estanque. Ambos volvieron sus cabezas al mismo tiempo, en el momento que Laredo salía de entre los árboles.
La mirada de ojos azules de Laredo se posó fugazmente en _______. Pequeños hilos de agua descendían por sus sienes y cuello desde la melena dorada, que por estar mojada parecía más oscura. Laredo traía dos rifles y arrojó uno a Joe con una concisa explicación en español.

Con reflejos como relámpagos, Joe tomó el rifle con una mano y con la otra tomó a ________ del brazo y la hizo avanzar. Ella casi cayó de rodillas pero él la sostuvo y la empujó para que corriera por el sendero.

—¡No empujes! —protestó ________ y trató de liberarse. Sus zapatos habían quedado junto al estanque y no le era posible cuidar donde ponía sus pies en el terreno desparejo si él la empujaba—. ¡No puedo correr descalza!

Ni Laredo ni Joe prestaron atención a sus protestas. Frente a la casa de adobe aguardaba un hombre montado que sostenía las riendas de dos caballos ensillados.

—¡Juan! —Joe dio a _______ un empujón final hacia la casa y el guardia armado que allí esperaba. Añadió una orden cortante en español. Obviamente, fue una orden en español, para que el guardia permaneciera con ________.

Por un segundo aterrorizador, el nombre de Juan, atrajo la imagen del asesino de Brad, con su aliento repugnante, sus dientes amarillos y su mirada lasciva. Cuando pudo recobrarse del último empujón, _________ suspiró aliviada al ver al sereno, vagamente respetuoso mexicano que remplazaba al otro Juan. Era el hombre del corral.
Apartó de sus ojos su pelo mojado y miró hacia atrás, al trío de jinetes que espoleaban sus caballos hacia la entrada del cañón. Se quedó mirándolos intrigada y curiosa.

—¿Qué está pasando? —murmuró con aire ausente como pensando en voz alta.
—No se aflija, señora —dijo él hombre en inglés con fuerte acento mexicano.
—¿Qué pasó? —Miró que los jinetes reducían el paso al acercarse a la entrada del cañón—. ¿Adónde van?
—Soldados… soldados —dijo el hombre—, cerca de aquí.
—¿Están buscándome? —preguntó _______, con un primer rayo de esperanza.
—¿Quién sabe? —El guardia meneó la cabeza—. Esperaremos:
—Sí, sí, esperemos —suspiró ella ansiosamente. Vacilando, miró al hombre—. ¿Su nombre es Juan?
—Sí, señora —repuso él y asintió respetuosamente con la cabeza.
—Hay otro llamado Juan, ¿verdad? —preguntó ella con recelo.
—Sí… Juan Ortega. —Los ojos oscuros se agrandaron expresivamente—. Es loco… malo.

Había otros cuantos adjetivos más enérgicos que ________ hubiera empleado, pero guardó silencio. En cambio, concentró todos sus pensamientos en una plegaria para que los soldados entraran pronto a caballo por el cañón.
Debían de haber encontrado el automóvil y el cuerpo de Brad, decidió esperanzada. Quizá sus padres habían avisado a las autoridades para que los buscasen cuando vieron que no regresaba con Brad como les había dicho que haría.

Aproximadamente una hora más tarde, tres jinetes aparecieron en la entrada del cañón, andando a un trote tranquilo. Las esperanzas de _______ se derrumbaron.
Abandonó su puesto de vigilancia y caminó hacia el interior de la casa. Permaneció en su habitación cuando Joe y Laredo entraron minutos después. Ya no había nada suyo en la habitación. Esa mañana Joe había supervisado el traslado de sus escasas pertenencias a la habitación de él.
Un puñado de hombres entraron en la casa de adobe después del arribo de Joe. Tendida en el pequeño catre, ________, con la vista fija en el techo, escucho las voces en español que llegaban desde la habitación principal.
Cada vez que Joe hablaba, reconocía inmediatamente el timbre grave de su voz. Cerró con fuerza los ojos tratando de ignorar lo vívidamente consciente que era de todo lo que a él concernía. Pero fue inútil.

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