Dark Dreams (Liam Payne)

Capítulo 4

Megan se quedó dormida en la primera clase de ese día jueves. Le dolía la cabeza y todo a su alrededor le daba vueltas, no entendía ni una sola cosa de lo que el maestro le explicaba a la clase y tampoco tenía ganas de entenderlo, no le importaba saber en qué año marcaron los movimientos artísticos del siglo XX.

Liam no estaba a su lado, ni siquiera estaba en la escuela. Desde el incidente con ese inspector, Megan le dijo que era preferible que se quedara en casa, lo que a él no le hacia mucha gracia. Ni siquiera podía ir a visitar a James, aquel preso en la cárcel, porque desde que Mandy llegó la noche pasada, no lo dejaba tranquilo ni un solo segundo.


Liam estaba realmente enfadado con Mandy, ya que en la mañana, cuando la familia Horan-Whitmore desayunaba, al ver a Niall comiendo, Mandy estalló en lágrimas y su escándalo hizo que algunas tazas explotaran y que la comida saliera disparada hacia las paredes. Liam la regañó por ser tan desconsiderada, se suponía que no podía hacer nada que delatara su presencia allí. Casey había mirado con desconfianza a Megan y la castigó sin razones, aunque Liam deducía que ella había creído que él estaba detrás de eso.

Así que se había tenido que quedar en la habitación de Megan, con una Mandy muy sensible y llorona. La verdad es que tener a el fantasma de una niña tan e incluso más sangrienta que él a su lado, era exasperante. En especial porque ella le recordaba cómo la había matado esa noche con las manos de su “querido” hermano.

No dejaba de hacer gestos y una descripción gráfica de cómo Liam había tenido el valor de hacerse pasar por su hermano, cuando de pronto, con un tenedor que había encontrado allí sobre el mesón de la cocina, la dejó ciega al enterrárselo en un ojo y después en el otro. Liam argumentó, cuando la niña se calmó un poco, que lo había hecho para que no tuviera que ver cómo asesinaba al resto de su familia. Mandy le dijo que ella fue la última en morir, cuando la apuñaló en el corazón con un cuchillo, y que a pesar de que no pudo ver cómo asesinaba a sus padres, lo había oído todo.

—Eres un monstruo, ¿sabías eso? —le dijo Mandy cuando terminó de contarle todo lo que sucedió.

—Sí, Casey me dijo algo parecido una vez —contestó él. Suspiró al recordar cómo Mandy chillaba en el suelo cuando la dejó ciega. Era una pena que no lo haya quedado estando muerta.

—No entiendo por qué lo hiciste, nosotros no te habíamos hecho nada.

—Hay cosas que yo tampoco entiendo, pero tenía que alejarlos de Casey, era lo único en que podía pensar. Y que Niall me la había robado. Sin embargo… -Liam se detuvo un momento, pensando—. Por más que lo odie, él la hace feliz… Y no puedo competir contra eso.

Mandy no dijo nada al respecto. Ella sabía que su hermano era feliz con Casey, pero no se podía dar el lujo de pensar como Liam. No, por la culpa de esa chica ahora ella estaba muerta, al igual que sus padres, así que el rencor que sentía hacia ella estaba al mismo nivel de la locura de Liam.



—¿Cómo crees que reaccione cuando se entere de que sigues aquí? —le preguntó Mandy de pronto. Liam suspiró.

—Ya lo sabe —respondió y desapareció, dejando a la niña sola.

(…)

—Megan, quiero hablar contigo —le dijo su madre después de la clase de matemáticas de ese día. Megan maldijo para sus adentros en cuanto oyó las palabras de su madre, seguro quería hablar sobre lo sucedido en la mañana, pero ella no quería porque ni siquiera tenía explicación para eso. La verdad, es que no tenía explicación ni lógica nada de lo que estaba sucediendo.

—No es un buen momento mamá, tengo clases en cinco minutos y debo correr para buscar mis libros al casillero —le mintió. Tenía clase de Música, pero la saltaría para esconderse en algún lugar. Ya sabía tocar la guitarra perfectamente gracias a su padre, y los demás instrumentos no le interesaban, así que no tenía nada que hacer en esa clase.

—Megan, esto es rápido. Quiero que conozcas a alguien —le dijo su Casey. Megan se quedó en silencio, ¿a qué se refería su madre? ¿Alguien de qué tipo? —. Es… un psicólogo, pero no quiero que tengas una consulta —se apresuró en decir al ver que Megan iba a comenzar a quejarse—. Quiero que hables con él. Bueno, en realidad no es psicólogo, pero está estudiando para serlo.

—¿Y me prestaste como conejillo de indias? —le cortó Megan, más enfada que si le hubieran dicho que tenía que ir a una consulta.

—No, es porque es familiar de Harry y quería ayudarlo —le dijo muy seria su madre. Megan guardó silencio y se regañó mentalmente. El tío Harry siempre le enviaba regalos, aunque no estuviera en Inglaterra. Había estudiado fotografía y viajaba por el mundo haciendo cada cosa que siempre hacía reír a Megan cuando los visitaba. Ahora se sentía mal por haberle contestado así a su madre.

—Oh… lo siento, creí que…

—Y sí. Lamentablemente es sobre el tema de Liam del que él quiere hablar. Tiene que hacer un estudio sobre los amigos imaginarios y cómo afecta eso a los niños, y cuando le comenté que tú seguías teniendo uno —en ese momento, Megan sintió la mirada de su madre como si le estuviera enviando un mensaje secreto que sólo ella podía comprender— se interesó mucho y me pidió hacerte unas preguntas.

Megan asintió en silencio y tomó nota mental de estar a la salida de la escuela esperando a que su madre la llevara a la Universidad donde estudiaba el familiar de Harry.

(…)

—¡Liam! ¡Asesino en serie, ¿dónde te has metido?! —le gritaba Mandy alrededor de la casa. Causaba disturbio entre las cosas, su presencia como fantasma era demasiado fuerte y de vez en cuando algo explotaba o saltaba de su lugar. Aunque para ella era como un juego, Liam estaría furioso cuando se enterara de que aún no podía controlar eso.

—Se fue —murmuró al darse cuenta de que no estaba por ningún lugar de la casa. Y no había nadie más, ni siquiera la odiosa de su sobrina—. ¿Qué se supone que haga ahora?

Entonces, una idea brillante le vino a la cabeza. Ir a hacerle una visita al colegio a Megan. Ella le había dicho a Liam que no fuera, pero no le dijo nada a ella, y dudaba que supiera que estaba allí. Sin esperar ni un segundo más, cerró los ojos y se concentró en la escuela.

Al abrirlos, un barullo de chicos la traspasaba mientras caminaban apresurados para salir de la escuela. Había llegado a la salida y habían tantos estudiantes que era difícil reconocer quién era quién, en especial siendo una niña y pequeña.

Levitó sobre ellos y se sintió mejor, ahora los podía ver como si fuera Dios. Eso la hizo reír y carcajearse en el aire unos minutos. Hasta que vio el horrible cabello de Megan.

La siguió hasta el estacionamiento y vio cómo se subía al auto de Casey. Pensó asustarlas un poco y hacer que el auto comenzará a conducirse solo, pero Liam se enteraría y la regañaría de una forma que no quería ni imaginar. Además, había hecho un trato y Casey no podía salir involucrada o Liam le haría algo a Niall. Estaba entre la espada y la pared.

(…)

Cuando Casey estacionó el auto, dejó que Megan se bajara.

—Debo volver a la escuela. Ve a la biblioteca y pregunta por George Styles, es primo de Harry. Él te irá a dejar a la casa después —le dijo antes de que Megan cerrara la puerta y que el auto partiera.

Se sentía más extraña que en la escuela. Los chicos la miraban como un fenómeno, tanto por su apariencia, las ojeras por las pesadillas y porque era claramente menor.

Después de ir de allá para acá y preguntarle a medio mundo dónde quedaba la biblioteca, finalmente la encontró, y para su sorpresa, estaba incluso más llena que el jardín donde miles de chicos se amontonaban en grupos para conversar o leer.

La verdad es que ni siquiera parecía un lugar apto para estudiar, no había silencio y pareciera que la bibliotecaria había dejado hace muchas horas de intentar mantener la calma, porque corría de un estante a otro para buscar y entregar libros a los estudiantes. Todas las mesas estaban ocupadas y Megan no veía a ningún chico que se pareciera a Harry, así que comenzó a preguntar.

Se acercó a una chica castaña clara de gafas que leía con las palmas de las manos en las orejas, intentando no oír a los demás que hablaban demasiado fuerte.

—Disculpa —la interrumpió Megan—. ¿Conoces a George Styles?

No sabía si era una broma o la chica era muy extraña, pero de repente comenzó a sonreír y eso perturbó un poco a Megan, ya que creí que la regañaría por haber interrumpido su lectura.

—Claro, sígueme —le dijo. Y eso fue lo que hizo que Megan se confundiera más. La chica tomó su libro y comenzó a caminar, y como Megan reaccionó tarde, tuvo que correr para alcanzarla—. ¿De dónde conoces a George? —le preguntó la chica mientras la dirigía por los pasillos de los estantes.

—No lo conozco, pero es primo de un tío —contestó Megan.

—Harry, ¿cierto? —Megan asintió, cada vez más confundida—. Sí, el año pasado vino a buscar a George un día, a la salida, disfrazado de Drácula. Le dijo que tenía un serio problema mental y que se creía vampiro, intentó morderlo y después comenzó a fingir que tenía un ataque de nervios. Fue divertido para todos, menos para George.

Megan no pudo contener la risa, típico del tío Harry. Aún recordaba cuando, hace tres años, se disfrazo de Santa Claus y repartió regalos a todos los niños del vecindario en que vivía en esa época. La broma estaba en que las cajas de regalos estaban vacías, y se había marchado antes de que los niños se dieran cuenta.

Harry era la única persona que le sacaba una sonrisa. Después de Louis.

—Allí está —le dijo de pronto la chica, apuntando con un dedo un rincón. Habían muchos libros desparramados por el suelo, y Megan sabía que si la bibliotecaria veía eso, le daría un infarto. Estaban acomodados de forma que parecían la fortaleza del castillo y, de repente, vio asomar una cabeza con mucho cabello castaño y algo rizado, peinado hacia el lado. Ahogó la risa cuando vio a George, era como una versión infantil de Harry.

—¡Ella, hace tiempo que no te veía por aquí! ¿Quién es ella? —inquirió con curiosidad, mirando a Megan.

—No lo sé, pero preguntaba por ti. Y no todo el mundo pregunta por ti —respondió Ella. George sonrió y con mucho cuidado se puso de pie, aunque al final, terminó botando todos los libros y destruyendo la fortaleza.

Se encogió de hombros y se dirigió a Megan.

—Tú debes ser la adorable y chiflada hija de Casey Whitmore, la malvada profesora de matemáticas que quiso reprobarme en mi último año, sin importarle que era primo del más genial amigo de su esposo —le dijo mientras estrechaba su mano con ella.

—¿Mamá te hizo clases? —le preguntó atónita.

—Sí… Gracias al cielo ya no más, pero no le digas que acabo de decir eso —le guiñó un ojo y se agachó a recoger los libros y ponerlos en el mismo orden en que estaban antes de que él se pusiera de pie.

—Mamá me dijo que querías hacerme algunas preguntas —dijo en voz baja.

—Sí, sí —exclamó George, sin tomarle demasiado importancia y siguiendo con lo hacía—. Ella, ¿podrías ayudarme aquí por favor? Quiero que esto sea muy alto, para que Megan no vea nada cuando se siente allí —dijo de pronto y Megan se asustó.

Ella se agachó y ayudó a George, que en vez de ordenar, empezó a jugar con el cabello de ella.

—¿Sentarme? ¿Dónde? —preguntó Megan, algo asustada de lo que George se proponía. Tal vez los estudios ya lo estaban volviendo loco.

—Detrás de la fortaleza de libros, claro esta. Una vez que estés dentro, podré preguntarte —le explicó George, acariciando un mechón de cabello de Ella. Una vez que la fortaleza estuvo lista, George le quitó las gafas a Ella y dijo—: Muy bien. Mi querida Ella será mi asistente por esta vez, a pesar de que no estudia psicología, y tú, mi desconocida Megan, serás mi paciente… ¡Así que siéntate detrás de la fortaleza y háblame de todo lo que respecta a tu amigo, Liam!

Y cuando Megan estaba a punto de mover un pie para entrar al otro lado de la pared de libros, escuchó la voz:

—No lo hagas…

Y supo que Liam no estaba para nada feliz con esto.