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Mensaje por aranzhitha Miér 08 Ago 2012, 5:19 pm

siguela!!!
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aranzhitha


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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 5 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por chelis Miér 08 Ago 2012, 5:31 pm

:D
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 5 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por Karely Jonatika Miér 08 Ago 2012, 5:57 pm

[CAPITULO 8]


Joseph está pasando ambas manos por su cabello y caminando de un lado a otro por su estudio. Dos manos, eso es doble exasperación. Su control sólido usual se ha esfumado.

―No entiendo por qué no me dijiste ―me crítica severamente.
―El tema nunca surgió. No tengo el hábito de revelar mi estatus sexual a todo el que conozco. Quiero decir, apenas si nos conocemos. ―Estoy mirando mis manos. ¿Por qué me estoy sintiendo culpable? ¿Por qué está tan enojado? Le doy una mirada.
―Bueno, tú sabes mucho sobre mí ahora ―chasquea, su boca se presiona en una línea severa―. ¡Sabía que eras inexperta, pero virgen! ―Lo dice como si realmente fuera una mala palabra―. Rayos, ____, acabo de mostrarte ―gime―. Puede que Dios me perdone. ¿Alguna vez has sido besada, sin contarme a mí?
―Por supuesto que sí. ―Hago mi mejor esfuerzo para lucir ofendida. De acuerdo… quizás dos veces.
―¿Y un joven agradable no ha caído rendido a tus pies? Simplemente no entiendo. Tienes veintiuno, casi veintidós. Eres hermosa. ―Pasa sus manos por su cabello otra vez.

Hermosa. Me sonrojo, complacida. Joseph Jonas piensa que soy hermosa. Anudo mis dedos, mirándolos fijamente, tratando de ocultar mi sonrisa tonta. Quizás es corto de vista, mi subconsciente ha levantado su cabeza, sonámbula. ¿Dónde estaba cuando la necesitaba?

―Y estás discutiendo con seriedad lo que quiero hacer, cuando no tienes experiencia. ―Sus cejas se juntan―. ¿Cómo has evitado el sexo? Dime, por favor.

Me encojo de hombros.

―No ha habido nadie en realidad, ya sabes. ―Nadie ha estado a la altura, sólo tú. Y resultaste ser alguna clase de monstruo―. ¿Por qué estás tan enojado conmigo? ―susurro.
―No estoy enojado contigo, estoy enojado conmigo. Simplemente asumí… ―Suspira. Me mira con astucia y luego sacude su cabeza―. ¿Quieres irte? ―pregunta, su voz gentil.
―No, a menos que quieras que me vaya ―murmuro. Oh no… No quiero irme.
―Por supuesto que no. Me gusta tenerte aquí. ―Él frunce el ceño mientras dice esto y luego mira su reloj―. Es tarde. ―Y se gira para mirarme―. Estás mordiéndote el labio. ―Su voz es ronca y está mirándome especulativamente.
―Lo siento.
―No te disculpes. Es sólo que también quiero morderlo, duro.

Jadeo… cómo puede decirme cosas como esa y esperar que no esté afectada.

―Ven ―murmura.
―¿Qué?
―Vamos a rectificar la situación ahora mismo.
―¿Qué quieres decir? ¿Qué situación?
―Tu situación. ____, voy a hacerte el amor, ahora.
―Oh. ―El piso se ha desmoronado. Soy una situación. Estoy sosteniendo mi respiración.
―Si es que quieres hacerlo, quiero decir, no quiero empujar mi suerte.
―Creí que tú no hacías el amor. Creí que follabas duro. ―Trago saliva, mi boca repentinamente seca.

Me da una sonrisa maliciosa, los efectos de ésta viajan todo el camino hasta allí.

―Puedo hacer una excepción o quizás combine los dos, ya veremos. Realmente quiero hacerte el amor. Por favor, ven a mi cama conmigo. Quiero que nuestro acuerdo funcione, pero realmente necesitas tener alguna idea de en qué te estás metiendo. Podemos empezar tu entrenamiento esta noche, con lo básico. Esto no significa que todo vaya a volverse corazones y flores, es un medio para un fin, pero uno que quiero, y que espero que tú también. ―Su mirada ambarina es intensa.

Me sonrojo… oh Dios mío… los deseos se hacen realidad.

―Pero no he hecho todas las cosas que exiges de tu lista de reglas. ―Mi voz está entrecortada, vacilante.
―Olvídate de las reglas. Olvídate de todos esos detalles por esta noche. Te deseo. Te he deseado desde que entraste en mi oficina y sé que me deseas. No estarías sentada aquí discutiendo calmadamente sobre castigo y límites estrictos si no lo quisieras. Por favor, ____, pasa la noche conmigo. ―Extiende su mano en mi dirección, sus ojos están brillantes, ardientes… excitados y pongo mi mano en la suya. Él me empuja hacia sus brazos así que puedo sentir la longitud de su cuerpo contra el mío, esta acción rápida me toma por sorpresa. Pasa sus dedos alrededor de mi cuello, enrolla mi cola de caballo alrededor de su muñeca y empuja gentilmente, así que me veo obligada a mirar arriba hacia él. También me mira―. Eres una joven valiente ―susurra―. Estoy impresionado.

Sus palabras son como alguna clase de artefacto incendiario; mi sangre arde. Se inclina, besa mis labios gentilmente y chupa mi labio inferior.

―Quiero morder este labio ―murmura contra mi boca y cuidadosamente tira de éste con sus dientes. Gimo y él sonríe―. Por favor, ____, déjame hacerte el amor.
―Sí ―susurro, porque esa es la razón por la que estoy aquí. Su sonrisa es triunfante mientras me libera, toma mi mano y me lleva a través del apartamento.

Su habitación es enorme. Las ventanas dejan ver un Seattle iluminado y elevado. Las paredes son blancas y los muebles son azul pálido. La cama enorme es ultra-moderna, hecha de madera gris y áspera, cuatro postes pero sin dosel. Sobre la pared encima de estos hay una pintura impresionante del mar.

Estoy temblando como una hoja. Esto es. Finalmente, después de todo este tiempo, voy a hacerlo, con nadie más que Joseph Jonas. Mi respiración es superficial y no puedo quitarle los ojos de encima. Él se quita su reloj y lo pone sobre la parte superior de un mueble con cajones a juego con la cama y se quita la chaqueta, dejándola sobre la silla. Está vestido con su camisa de lino blanco y pantalones. Es de una belleza sorprendente. Su cabello castaño oscuro es un desastre, su camisa está por fuera, sus ojos ambarinos audaces y deslumbrantes. Se quita sus Converse, se estira y se saca las medias, una por una. Los pies de Joseph Jonas… vaya… ¿qué tienen los pies descalzos? Girándose, me mira, su expresión suave.

―Asumo que no tomas la píldora.

¡Qué! Mierda.

―Pensé que no. ―Abre el cajón superior del mueble y saca un paquete de condones. Me mira atentamente―. Prepárate ―murmura―. ¿Quieres las cortinas cerradas?
―No me importa ―susurro―. Pensé que no dejabas que nadie durmiera en tu cama.
―¿Quién dice que vamos a dormir? ―murmura suavemente.
―Oh. ―Santa mierda.

Camina lentamente hacia mí. Confiado, sexy, sus ojos ardientes y mi corazón empieza a palpitar. Mi sangre está bombeando alrededor de mi cuerpo. Deseo, denso y caliente llena mi estómago. Él se para frente de mí, mirándome a los ojos. Es jodidamente atractivo.

―Vamos a quitar esta chaqueta, ¿de acuerdo? ―dice suavemente, toma las solapas y desliza gentilmente mi chaqueta por mis hombros. La deja sobre la silla―. ¿Tienes idea de lo mucho que te deseo, ____ Steele? ―susurra. Mi respiración se entrecorta. No puedo quitar mis ojos de los suyos. Se estira y gentilmente pasa sus dedos desde mi mejilla hasta mi barbilla―. ¿Tienes alguna idea de lo que voy a hacerte? ―agrega, acariciando mi barbilla.

Los músculos dentro de la parte más profunda y más oscura de mí se aprietan de la forma más deliciosa. El dolor es tan dulce y agudo que quiero cerrar mis ojos, pero estoy hipnotizada por los ojos ambarinos mirándome fervientemente. Inclinándose, me besa. Sus labios son demandantes, firmes y lentos, moldeando los míos. Empieza a desabotonar mi camisa mientras deja besos como toques de pluma sobre mi mandíbula, mi barbilla y las esquinas de mi boca. Lentamente la quita y la deja caer al suelo. Retrocede y me mira. Tengo un sostén de ajuste perfecto de color azul claro. Gracias al cielo.

―Oh, ____ ―respira―. Tienes la piel más hermosa, pálida y perfecta. Quiero besar cada centímetro de tu cuerpo.

Me sonrojo. Oh Dios mío… ¿Por qué dijo que no podía hacerme el amor? Haré cualquier cosa que quiera. Toma mi lazo para el cabello, lo quita y jadea cuando mi cabello cae en cascadas alrededor de mis hombros.

―Me gustan las morenas ―murmura y sus manos están en mi cabello, agarrando cada lado de mi cabeza. Su beso es demandante, su lengua y labios miman los míos. Gimo y mi lengua encuentra tentativamente la suya. Pone sus brazos a mí alrededor y me arrastra contra su cuerpo, apretándome con fuerza. Una mano permanece en mi cabello, la otra viaja por mi espina dorsal hasta mi cintura y luego a mi trasero. Sus manos se flexionan sobre él y aprieta gentilmente. Me sostiene contra sus caderas y siento su erección, que lánguidamente empuja hacia mí.

Gimo una vez más en su boca. Difícilmente puedo contener las sensaciones desenfrenadas o las hormonas que se alborotan a través de mi cuerpo. Lo deseo con tantas ganas. Tomando la parte superior de sus brazos, siento sus bíceps, él es sorprendentemente fuerte… muscular. Tentativamente, muevo mis manos a su rostro y hacia su cabello. Santo Dios. Es tan suave, revuelto. Tiro gentilmente y él gime. Me lleva hacia la cama, hasta que la siento detrás de mis rodillas. Creo que va a empujarme sobre ella, pero no lo hace. Liberándome, repentinamente cae sobre sus rodillas. Agarra mis caderas con ambas manos y recorre con su lengua alrededor de mi ombligo, luego mordisquea gentilmente su camino hasta el hueso de mi cadera, luego sobre mi vientre hasta el otro lado.

―Ah ―gimo.

Mirarlo sobre sus rodillas en frente de mí, sentir su boca sobre mí, es tan inesperado y caliente. Mis manos permanecen en su cabello, empujando gentilmente mientras trato de tranquilizar mi respiración demasiado fuerte. Me mira a través de esas pestañas imposiblemente largas, sus ojos de un ambarino ahumado ardiente. Sus manos alcanzan y deshacen el botón de mis jeans y sin prisas baja la cremallera. Sin quitar sus ojos de mí, sus manos se mueven bajo la pretina, rozándome y moviéndose a mi trasero. Sus manos se deslizan lentamente desde mi trasero a mis muslos, quitando mis jeans mientras lo hace. No puedo alejar mi mirada. Él se detiene y lame sus labios, nunca rompiendo el contacto visual. Se inclina hacia adelante, recorriendo su nariz hasta el vértice entre mis muslos. Lo siento. Allí.

―Hueles tan bien ―murmura y cierra sus ojos, una mirada de placer puro sobre su cara y prácticamente convulsiono. Se estira y tira de la manta de la cama, luego me empuja gentilmente hasta que caigo sobre el colchón.

Todavía arrodillado, agarra mi pie y desata mi Converse, quitándome mi zapato y la media. Me levanto sobre mis ojos para ver lo que está haciendo. Estoy jadeando… queriendo. Él levanta mi pie por el talón y corre la uña de su pulgar por el empeine. Es casi doloroso, pero siento que el movimiento hace eco en mi ingle. Jadeo. Sin quitar sus ojos de los míos, otra vez pone su lengua a lo largo de mi empeine y luego sus dientes. Mierda. Gimo… cómo puedo sentir esto, allí. Me recuesto sobre la cama, gimiendo. Escucho su risita suave.

―Oh, ____, lo que podría hacerte ―susurra. Me quita mi otra media y zapato, luego se para y me quita los jeans. Estoy acostada sobre su cama vestida sólo con mi sostén y bragas y él está mirándome―. Eres muy hermosa, ____ Steele. No puedo esperar a estar dentro de ti.

Santa mierda. Sus palabras. Él es tan seductor. Me quita la respiración.

―Muéstrame cómo te complaces.

¿Qué? Frunzo el ceño.

―No seas tímida, ____, muéstrame ―susurra.

Sacudo mi cabeza.

―No sé qué quieres decir. ―Mi voz es ronca, difícilmente la reconozco, enlazada con el deseo.
―¿Cómo te haces correr? Quiero verlo.

Sacudo mi cabeza.

―No lo hago ―murmuro. Él levanta sus cejas, asombrado por un momento, sus ojos se oscurecen y sacude su cabeza con incredulidad.
―Bueno, tendremos que ver lo que podemos hacer sobre eso. ―Su voz es suave, desafiante, una amenaza deliciosa y sensual. Deshace los botones de sus pantalones y lentamente se los baja, sus ojos sobre los míos todo el tiempo. Se inclina sobre mí y, agarrando cada uno de mis tobillos, separa rápidamente mis piernas y se arrastra sobre la cama entre ellas. Se cierne sobre mí. Estoy temblando con necesidad―. Quédate quieta ―murmura y luego se inclina y besa el interior de mi muslo, dejando un rastro de besos hacia arriba, sobre el material de encaje delgado de mis bragas, besándome.

Oh… no puedo quedarme quieta. ¿Cómo no puedo moverme? Me retuerzo bajo él.

―Vamos a tener que trabajar en que te quedes quieta, nena. ―Deja besos sobre mi vientre, su lengua se hunde en mi ombligo. Todavía está dirigiéndose al norte, besándome sobre mi torso. Mi piel está en llamas. Estoy sonrojada, demasiado caliente, demasiado fría, estoy agarrando la sábana bajo mí. Se tumba a mi lado y su mano viaja desde mi cadera, a mi cintura y hasta mi pecho. Me mira, su expresión ilegible y gentilmente acuna mi pecho―. Llenas mi mano perfectamente, ____ ―murmura y hunde su dedo índice en la copa de mi sostén y gentilmente la tira hacia abajo liberando mi pecho, pero el alambre de abajo y la tela de la copa lo fuerzan hacia arriba. Su dedo se mueve a mi otro pecho y repite el proceso. Mis pechos están hinchados y mis pezones se endurecen bajo su mirada firme. Estoy atada por mi propio sostén―. Muy lindo ―susurra apreciativamente y mis pezones se endurecen incluso más.

Sopla muy suavemente sobre uno mientras su mano se mueve a mi otro pecho y su pulgar gira lentamente al final de mi pezón, alargándolo. Gimo, sintiendo la dulce sensación hasta en mi ingle. Estoy tan húmeda. Oh por favor, ruego internamente mientras mis dedos aprietan mucho más la sabana. Sus labios se cierran alrededor de mi otro pezón y tira de él. Casi convulsiono.

―Vamos a ver si podemos hacer que te corras de esta manera ―susurra, continuando su asalto lento y sensual. Mis pezones soportan el peso delicioso de sus dedos hábiles y labios, encendiendo cada terminación nerviosa de mi cuerpo así que mi cuerpo entero canta con dulce agonía, él simplemente no se detiene.
―Oh… por favor ―ruego y echo mi cabeza hacia atrás, mi boca abierta mientras gimo, mis piernas endurecidas. Santa mierda, ¿qué está sucediéndome?
―Vamos, nena ―murmura. Sus dientes se cierran sobre mi pezón y su pulgar y dedo empujan fuerte y me deshago en sus manos, mi cuerpo convulsionando haciéndose añicos en miles de pedazos. Él me besa, profundamente, su lengua en mi boca absorbiendo mis gritos.

Oh Dios mío. Eso fue extraordinario. Ahora sé de qué se trata todo esto. Su mirada baja hacia mí, una sonrisa satisfecha sobre su rostro, aunque estoy segura de que no hay nada más que gratitud y admiración en la mía.

―Eres muy sensible ―respira―. Vas a tener que aprender a controlar eso y va a ser muy divertido enseñarte cómo. ―Me besa otra vez.

Mi respiración todavía está entrecortada mientras bajo de mi orgasmo. Su mano se mueve en mi cintura, a mi cadera y luego me acuna, íntimamente… Caramba. Su dedo se desliza a través del encaje fino y lentamente hace círculos a mí alrededor… allí. Brevemente cierra sus ojos y su respiración se entrecorta.

―Estás tan deliciosamente húmeda. Dios, te deseo. ―Empuja su dedo en mi interior y grito mientras lo hace una y otra vez. Pasa su mano por mi clítoris y grito una vez más. Empuja en mi interior más y más fuerte. Gimo.

De repente, se sienta, tira de mis bragas y la lanza sobre el suelo. Se quita sus bóxers y su erección se libera. Santa vaca… Se estira sobre su mesa de noche y agarra un paquete de aluminio y luego se mueve entre mis piernas, separándolas mucho más. Se pone de rodillas y empuja un condón sobre su considerable longitud. Oh no… ¿Lo hará? ¿Cómo?

―No te preocupes ―respira, sus ojos sobre los míos―. También te expandes. ―Se inclina, su mano en cada lado de mi cadera, así se cierne sobre mí, mirándome a los ojos, su mandíbula apretada, sus ojos quemando. Es sólo ahora que me doy cuenta que todavía está vistiendo su camisa―. ¿Realmente quieres hacer esto? ―pregunta suavemente.
―Por favor ―ruego.
―Pon tus rodillas arriba ―ordena suavemente y soy rápida en obedecer―. Voy a follarte ahora, señorita Steele ―murmura, mientras posiciona la cabeza de su erección en la entrada de mi sexo―. Duro ―susurra y se hunde de un golpe en mi interior.
―¡Aargh! ―grito mientras siento una extraña sensación de pinchazo profunda en mi interior mientras él rasga mi virginidad. Se queda quieto, mirándome, sus ojos brillantes con triunfo extático.

Su boca está abierta ligeramente y su respiración es pesada. Gime.

―Estás tan apretada. ¿Estás bien?

Asiento, mis ojos amplios, mis manos en sus antebrazos. Me siento tan llena. Sigue quieto, dejándome aclimatarme a la sensación intrusiva y abrumadora de él en mí interior.

―Voy a moverme, nena ―respira después de un momento, su voz tirante.

Oh.

Se retira con una lentitud exquisita. Y cierra sus ojos, gime y empuja en mi interior de nuevo. Grito una segunda vez y él se queda quieto.

―¿Más? ―susurra, su voz torca.
―Sí. ―Aspiro. Él lo hace una vez más y se queda quieto de nuevo.

Gimo. Mi cuerpo aceptando… Oh, quiero esto.

―¿Otra vez? ―aspira.
―Sí. ―Es una súplica.

Y él se mueve, pero esta vez no se detiene. Se echa sobre sus codos para así poder sentir su peso sobre mí, oprimiéndome. Se mueve lentamente al principio, impulsándose dentro y fuera de mí. Acelera. Yo gimo, él se mueve más fuerte, acelerando la velocidad, sin piedad, un ritmo incesante y yo mantengo el ritmo, encontrándome con sus embestidas. Agarra mi cabeza entre sus manos y me besa fuertemente, sus dientes agarrando mi labio inferior otra vez. Se mueve un poco y puedo sentir la edificación de algo muy dentro de mí, como antes. Empiezo a ponerme más rígida a medida que el empuja una y otra vez. Mi cuerpo se estremece, se arquea, un brillo de sudor se acumula sobre mí. Oh Dios… no sabía que iba sentirse así… no sabía que podía sentirse tan bueno como esto. Mis pensamientos se dispersan… sólo hay sensación… sólo él… solo yo… oh, por favor… me pongo rígida.

―Acaba para mí ―susurra sin aliento y me deshago con sus palabras, explotando alrededor de él mientras llego al clímax y me desarmo en un millón de pedazos debajo de él. Mientras él se viene, dice mi nombre, empujando duro, luego quedándose quieto mientras acaba dentro de mí.

Todavía estoy jadeando, tratando de aminorar mi respiración, mi corazón desbocado y mis pensamientos están desenfrenados. Guao… eso fue asombroso. Abro los ojos y tiene su frente apretada contra la mía, sus ojos cerrados, su respiración entrecortada. Los ojos de Joseph parpadean abriéndose y me miran, sombríos pero suaves. Todavía está dentro de mí. Inclinándose, presiona suavemente un beso en mi frente y luego, lentamente, se retira de mí.

―Oh. ―Me estremezco con la falta de familiaridad.
―¿Te lastimé? ―pregunta Joseph mientras se acuesta a mi lado, recostado sobre un codo. Se coloca un mechón de pelo detrás de la oreja. Y tengo que sonreír, ampliamente.
―¿Me estas preguntando si me heriste?
―No he perdido la ironía ―sonríe sardónicamente―. De verdad, ¿estás bien? ―Sus ojos son intensos, minuciosos, exigentes incluso.

Me tiendo a su lado, sintiéndome despejada, mis huesos como la mermelada, pero estoy relajada, profundamente relajada. Le sonrío. No puedo dejar de sonreír. Ahora sé por qué tanto alboroto. Dos orgasmos… llegando al tope, como una lavadora en centrifugado, wow. No tenía idea de lo que mi cuerpo era capaz de hacer, podía ser enrollado con tanta fuerza y liberado con tanta violencia, tan gratificante. El placer era indescriptible.

―Estas mordiéndote el labio y no me has respondido. ―Tiene el ceño fruncido. Le sonrío con picardía. Luce glorioso con su pelo alborotado, sus ojos ambarinos y la expresión seria y oscura.
―Me gustaría hacer eso de nuevo ―susurro. Por un momento, pienso que veo una mirada fugaz de alivio en su rostro antes de que las persianas bajen y me mire con los ojos entornados.
―¿Lo harías ahora, señorita Steele? ―murmura secamente. Se inclina y me besa gentilmente en la esquina de mi boca―. No exiges pequeñas cosas. Voltéate.

Parpadeo en su dirección momentáneamente y me volteo. Me desabrocha el sujetador y pasa su mano de la espalda a mi trasero.

―De verdad tienes la piel más bella ―murmura. Se mueve hasta que una de sus piernas está entre las mías y esta acostado a medias en mi espalda. Puedo sentir los botones de su camisa presionándome mientras recoge mi cabello y besa mi hombro desnudo.
―¿Por qué estas usando tu camisa? ―pregunto. Él se queda quieto. Después de un latido, se quita la camisa y se acuesta sobre mí. Siento su cálida piel contra la mía. Mmm… se siente celestial. Tiene una fina capa de pelo en el pecho que me hace cosquillas en la espalda.
―Entonces, ¿quieres que te folle otra vez? ―me susurra en el oído y comienza a dejar un rastro de suaves y delicados besos alrededor de mí oído y bajando por mi cuello.

Sus manos bajan, rozando mi cintura, encima de mi cadera y debajo de mi muslo a la parte de atrás de mi rodilla. Empuja mi rodilla más arriba y mi aliento se dificulta… ¡Oh! ¿Qué está haciendo ahora? Se mueve para estar entre mis piernas, presionándose contra mi espalda y su mano se desplaza desde mi muslo hasta mi trasero. Me acaricia el glúteo lentamente y luego arrastra los dedos por entre mis piernas.

―Te voy a tomar desde atrás, ____ ―murmura y con su otra mano sujeta mi pelo por la nuca en un puño y tira suavemente, manteniéndome en posición. No puedo mover la cabeza. Estoy maniatada por debajo de él, impotente―. Eres mía ―susurra―. Solo mía. No lo olvides. ―Su voz es intoxicante, sus palabras emocionantes y seductoras. Siento su erección creciendo contra mi muslo.

Sus largos dedos se desplazan para masajear suavemente mi clítoris, dando vueltas lentamente. Su respiración es suave contra mi cara mientras lentamente me pellizca a lo largo de mi mandíbula.

―Hueles divino ―me acaricia detrás de la oreja. Su mano se frota contra mí, dando vueltas y vueltas. Acto reflejo, mis caderas comienzan a circular, imitando su mano, mientras el insoportable placer despunta a través de mi sangre como adrenalina―. Quédate quieta ―me ordena, su voz suave pero urgida y lentamente introduce su pulgar dentro de mí, girándolo en vueltas y vueltas, acariciando la pared frontal de mi vagina. El efecto es alucinante, toda mi energía se concentra en este espacio pequeño dentro de mi cuerpo. Gimo―. ¿Te gusta? ―pregunta suavemente, sus dientes tomando mi oreja y comienza a flexionar el dedo lentamente, adentro, afuera, adentro, afuera… sus dedos siguen dando vueltas.

Cierro mis ojos, tratando de mantener mi respiración bajo control, tratando de absorber las caóticas sensaciones desordenadas a las que sus dedos dan rienda suelta, el fuego atravesando mi cuerpo. Gimo de nuevo.

―Estas muy mojada, tan rápido. Tan entusiasta, oh, ____, me gusta eso. Me gusta mucho ―susurra.

Quiero endurecer mis piernas pero no me puedo mover. Me está inmovilizando, manteniendo una constante, el ritmo lento y tortuoso. Es absolutamente exquisito. Gimo de nuevo y se mueve de repente.

―Abre tu boca ―ordena y mete su dedo en mi boca. Mis ojos se abren, parpadeando salvajemente―. Prueba como sabes ―respira contra mi oído―. Chúpame, cariño. ―Su pulgar se presiona contra mi lengua y mi boca se cierra alrededor de él, succionándolo salvajemente. Pruebo mi salinidad en su pulgar y el sabor metálico de la sangre. Santa mierda. Esto está mal, pero santos infiernos, es erótico―. Quiero follarte la boca, ____ y lo haré pronto ―su voz es ronca, cruda, su respiración inconexa.

¡Follarme la boca! Gimo y lo muerdo. Él jadea y me tira el pelo más fuerte, con dolor, así que lo libero.

―Mi atrevida y dulce chica ―susurra y luego alcanza la mesa de noche para conseguir un paquete plateado―. Quédate tranquila, no te muevas ―me ordena mientras libera mi cabello.

Rompe el papel mientras respiro con dificultad, la sangre zumbando en mis venas. La anticipación es estimulante. Se inclina hacia abajo, su peso sobre mí y me agarra del cabello manteniendo mi cabeza inmóvil. No me puedo mover. Estoy seductoramente atrapada por él, preparada y lista para que me tome otra vez.

―Vamos a hacerlo de verdad, despacio esta vez, ____ ―resopla.

Y poco a poco se acomoda en mí, poco a poco, lentamente, hasta que está enterrado en mí. Estirándose, llenándome, implacable. Gimo ruidosamente. Se siente más profundo está vez, delicioso. Gimo otra vez y deliberadamente hace circular sus caderas y retrocede, se pausa un segundo y luego vuelve a entrar. Repite esto una y otra vez. Me está volviendo loca, sus embestidas juguetonas, deliberadamente lentas y la sensación de plenitud interminante es abrumadora.

―Te sientes tan bien ―gime y mis entrañas comienzan a temblar. Se retira y espera―. Oh no, nena, todavía no ―murmura y cuando el temblor cesa, comienza el delicioso proceso de nuevo.
―Oh, por favor ―suplico. No estoy segura de que pueda soportarlo más. Mi cuerpo esta aprisionado, ansiando la liberación.
―Quiero que te duela, cariño ―murmura y continua su dulce tormento, sin prisa, hacia atrás, hacia adelante―. Cada vez que te muevas mañana, quiero que recuerdes que he estado aquí. Sólo yo. Eres mía.

Gimo.

―Por favor, Joseph ―susurro.
―¿Qué quieres, ____? Dime.

Gimo de nuevo. Lo saca y se mueve lentamente hacia mí, girando las caderas una vez más.

―Dime ―murmura.
―A ti, por favor. ―Incrementa el ritmo sólo un poco y su respiración se vuelve más errática. Mis entrañas empiezan a acelerarse y Joseph coge el ritmo.
―Eres. Tan. Dulce ―murmura entre cada embestida―. Te. Deseo. Tanto.

Gimo.

―Eres. Mía. Acaba para mí, cariño ―gruñe.

Sus palabras son mi perdición, inclinándome por el precipicio. Mi cuerpo se convulsiona en torno a él y acabo, ruidosamente diciendo en voz alta una versión distorsionada de su nombre en el colchón y Joseph sigue con dos embestidas agudas, y se congela, acabando dentro de mí mientras se libera. Se derrumba sobre mí, su rostro en mi pelo.

―Mierda. ____ ―susurra. Se quita sobre mi inmediatamente y rueda sobre su lado de la cama. Subo mis rodillas hasta mi pecho, completamente agotada e inmediatamente me quedo dormida o pierdo el conocimiento en un sueño exhausto.

Cuando me despierto, todavía está oscuro. No tengo idea de cuánto he dormido. Me extiendo por debajo de la manta y me siento adolorida, deliciosamente adolorida. Joseph no se ve por ningún lado. Me siento, viendo el paisaje de la ciudad en frente de mí. Hay unas pocas luces entre los rascacielos y hay un susurro del amanecer en el este. Escucho música. Las notas melodiosas del piano, un lamento triste y dulce. Bach, creo, pero no estoy segura.

Me envuelvo en el edredón y silenciosamente voy hacia el comedor y hacia el gran salón. Joseph está en el piano, completamente perdido en la música que está sonando. Su expresión es triste y desamparada, como la música. Su interpretación es fascinante. Recostada contra la pared de la entrada, escucho embelesada. Él es un músico consumado. Se sienta desnudo, su cuerpo bañado por la cálida luz emitida por una lámpara solitaria junto al piano. Con el resto de la gran sala en la oscuridad, es como si estuviera en su propia aislada piscina, intocable… solo en una burbuja.

Voy lentamente en silencio hacia él, atraída por la música sublime, la melancolía. Estoy hipnotizada viendo sus hábiles dedos largos mientras se encuentran y presionan suavemente las teclas, pensando en cómo esos mismos dedos han manejado y acariciado hábilmente mi cuerpo. Me sonrojo y jadeo ante los recuerdos y presiono mis muslos. Él alza la mirada, sus ojos brillantes e insondables, su expresión indescifrable.

―Lo siento ―susurro―. No quise interrumpirte.

Una arruga revolotea en su rostro.

―Sin duda debería decirte esto a ti ―murmura. Termina de tocar y pone sus manos en sus piernas.

Noto que está usando pantalones de pijama. Corre sus dedos a través de su cabello y se levanta. Sus pantalones cuelgan de sus caderas, de esa manera… oh Dios. Mi boca se seca mientras casualmente pasea alrededor del piano hacia mí. Tiene los hombros anchos, caderas estrechas y sus abdominales se tensan a medida que camina. Es realmente impresionante.

―Deberías estar en la cama ―me advierte.
―Es una bella pieza. ¿Bach?
―La transcripción es de Bach, pero originalmente es un concierto para oboe de Alessandro Marcello.
―Fue exquisita, pero muy triste, una gran melodía melancólica.

Sus labios se tuercen en una media sonrisa.

―Cama ―ordena―. Estarás exhausta en la mañana.
―Me desperté y no estabas allí.
―Se me hace difícil dormir, no estoy acostumbrado a dormir con nadie ―murmura. No puedo entender su estado de ánimo. Parece un poco desanimado, pero es difícil decir en la oscuridad. Tal vez fue el tono de la pieza que estaba tocando. Pone su brazo a mí alrededor y gentilmente me regresa a la habitación.
―¿Por cuánto tiempo has estado tocando? Tocas maravillosamente.
―Desde que tenía seis.
―Oh. ―Joseph como un niño de seis años… mi mente invoca una imagen de un lindo niño de pelo castaño oscuro con ojos ambarinos y mi corazón se derrite, un niño a quien le gusta la música triste.
―¿Cómo te sientes? ―pregunta cuando estamos de nuevo en el cuarto. Enciende una luz lateral.
―Estoy bien.

Miramos a la cama al mismo tiempo. Hay sangre en las sábanas, evidencia de mi virginidad perdida. Me sonrojo, avergonzada, tirando del edredón más fuerte a mí alrededor.

―Bueno, eso le va a dar a la señora Jones algo en lo que pensar ―murmura Joseph mientras se pone delante de mí. Pone su mano debajo de mi barbilla e inclina hacia atrás mi cabeza, mirándome. Sus ojos son intensos y examina mi rostro. Me doy cuenta de que no había visto su pecho desnudo antes. Instintivamente, me estiro para correr mis dedos a través del puñado de vello oscuro en el pecho para ver cómo se siente. Inmediatamente, él da un paso atrás fuera de mi alcance―. Métete en la cama ―dice bruscamente―. Iré y me acostaré contigo. ―Su voz se suaviza. Dejo caer mi mano y frunzo el ceño. No creo que jamás haya tocado su torso. Abre una cómoda, saca una camiseta y rápidamente la desliza sobre él―. Cama ―ordena de nuevo. Subo de nuevo a la cama, tratando de no pensar en la sangre. Se trepa a mi lado y me jala en su abrazo, envolviendo sus brazos alrededor de mí, de modo que estoy de espaldas a él. Besa mi cabello suavemente e inspira profundamente―. Duerme, dulce ____ ―murmura y cierro mis ojos, pero no puedo evitar sentir una melancolía residual, de la música o de su conducta. Joseph Jonas tiene un lado triste.














Listo, chicas. Aquí el otro capítulo un poco más fuerte. Que lo disfruten de cualquier forma:) Un beso. Ciao♥

Kary
Karely Jonatika
Karely Jonatika


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Mensaje por chelis Miér 08 Ago 2012, 6:44 pm

GUUUUAAAUUUU!!!!
FORMAAAAA DE HACER EL AMOOORRRR!!!!!
PERO CREOO QUE EL ESCONDE AAALLLLLGOOOOOO!!!!!!
Y ME PREGUNTO SI ____ ACEPTARA ESTE TRATO????
chelis
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Mensaje por aranzhitha Miér 08 Ago 2012, 10:11 pm

awwww amo a Joseph
Es tan lindo aunque raro a veces
Esconde muchas cosas
Que linda la manera de hacer el amp
Siguela!!!!!
aranzhitha
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Mensaje por andreita Jue 09 Ago 2012, 3:40 pm

wow si que estuvo fuerte kare
pero jospeh por que es asi??
porque no hace el amor ah??

y quiero que euore a la rayis :P

sigue
andreita
andreita


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Mensaje por Creadora Jue 09 Ago 2012, 6:51 pm

Joseph tiene algo raro en el pecho. Y quiero saber que es. Y su lado triste, es una persona tan compleja!
SIGUELA

___________________________________________

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https://onlywn.activoforo.com
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Mensaje por chelis Jue 09 Ago 2012, 6:56 pm

:D
chelis
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Mensaje por Karely Jonatika Vie 10 Ago 2012, 5:11 pm

[CAPITULO 9]


La luz llena la habitación, persuadiéndome desde el sueño profundo a la vigilia. Me estiro y abro mis ojos. Es una hermosa mañana de mayo, con Seattle a mis pies. Vaya, qué vista. A mi lado, Joseph Jonas está profundamente dormido. Vaya, qué vista. Me sorprende que todavía esté en la cama. Está frente a mí y tengo la oportunidad sin precedentes de estudiarlo. Su hermoso rostro parece más joven, relajado en el sueño. Sus esculpidos labios carnosos están separados un poco y su cabello brillante y oscuro es un desastre glorioso. ¿Cómo podría alguien verse así de bien y aun así ser legal? Recuerdo su habitación de arriba… a lo mejor no es legal. Niego con la cabeza, es mucho para pensar. Es tentador estirarse y tocarlo, pero como un niño pequeño, es tan adorable cuando está dormido. No tengo que preocuparme de lo que voy a decir, de lo que va a decir, qué planes tienes, sobre todos sus planes para mí.

Podría mirarlo todo el día, pero tengo necesidades… necesidades de un cuarto de baño. Deslizándome de la cama, encuentro su camisa blanca en el suelo y me la pongo. Camino a través de una puerta pensando que podría ser el cuarto de baño, pero estoy en un inmenso clóset tan grande como mi dormitorio. Filas y filas de trajes caros, camisas, zapatos y corbatas. ¿Cómo puede alguien necesitar esta cantidad de ropa? Hago un gesto de desaprobación. En realidad, el armario de Kate probablemente compita con esto. ¡Kate! Oh, no. No pensé en ella toda la noche. Se suponía que le escribiría. Mierda. Voy a estar en problemas. Me pregunto brevemente cómo lo está pasando con Elliot.

Volviendo a la habitación, Joseph sigue durmiendo. Intento la otra puerta. Es el cuarto de baño y es más grande que mi dormitorio. ¿Por qué un hombre solo necesita tanto espacio? Dos lavabos, me doy cuenta con ironía. Teniendo en cuenta que no se acuesta con nadie, uno de ellos no puede haber sido utilizado.

Me miro en el espejo gigante por encima de los lavabos. ¿Me veo diferente? Me siento diferente. Me siento un poco dolorida, si soy honesta y mis músculos… Caray, es como si nunca hubiera hecho ningún ejercicio en mi vida. No has hecho ningún ejercicio en tu vida, mi subconsciente se ha despertado. Ella me mira con los labios fruncidos, dando golpecitos con el pie. Así que acabas de dormir con él, le diste tu virginidad a un hombre que no te ama. De hecho, tiene ideas muy extrañas acerca de ti, quiere hacerte una especie de esclava sexual y perversa.

¡¿Estás loca?! Me está gritando.

Me estremezco cuando me miro en el espejo. Voy a tener que procesar todo esto. Sinceramente, fantasear con enamorarme de un hombre que es más que hermoso, más rico que Croesus y tiene un Salón Rojo del Dolor esperando por mí. Me estremezco. Estoy desconcertada y confundida. Mi cabello está en su propia rebeldía de costumbre. El cabello de acabo de follar no me sienta. Trato de poner orden al caos con mis dedos, pero fallo miserablemente y me rindo; tal vez encontraré cintas para el cabello en mi bolso.

Me muero de hambre. Me dirijo de nuevo hacia el dormitorio. El Bello Durmiente sigue durmiendo, así que lo dejo y me dirijo a la cocina.

Oh, no… Kate. Dejé mi bolso en el estudio de Joseph. Lo busco y alcanzo mi teléfono celular. Tres mensajes de texto.

*Stas Bn ____*
*Dónde stas ____*
*Maldición, ____*


Llamo a Kate. Cuando no contesta, le dejo un mensaje rastrero para decirle que estoy viva y no he sucumbido a Barba Azul, bueno, no en el sentido que ella se preocuparía; o tal vez yo lo he hecho. Oh, esto es muy confuso. Tengo que tratar de clasificar y analizar mis sentimientos por Joseph Jonas. Es una tarea imposible. Niego con la cabeza. Necesito tiempo a solas, lejos de aquí para poder pensar.

Encuentro dos cintas para el cabello al mismo tiempo en mi bolso y rápidamente ato mi cabello en coletas. ¡Sí! Cuanto más femenina me vea, tal vez más segura estaré de Barba Azul. Saco mi iPod del bolso y conecto los auriculares. No hay nada como la música para cocinar. Lo guardo en el bolsillo de la camisa de Joseph, encendiéndolo a todo volumen y comienzo a bailar.

Santos infiernos, tengo hambre.

Estoy intimidada por su cocina. Es muy elegante, moderna y ninguno de los armarios tiene asideros. Me toma unos segundos para deducir que tengo que empujar las puertas del armario para abrirlos. Tal vez debería hacerle el desayuno a Joseph. Estaba comiendo un omelet el otro día… uhm, ayer en el Heathman. Vaya, han pasado muchas cosas desde entonces. Reviso en la nevera, donde hay un montón de huevos y decido que quiero panqueques y tocino. Estoy haciendo un poco de masa, bailando a mi manera alrededor de la cocina.

Estar ocupada es bueno. Me permite un poco de tiempo para pensar, pero no demasiado profundamente. La música a todo volumen en mis oídos también ayuda a evitar los pensamientos profundos. He venido aquí a pasar la noche en la cama de Joseph Jonas y lo logré, a pesar de que no permite a nadie en su cama. Sonrío, misión cumplida. A lo grande. Sonrío. Grande, a lo grande y me distraigo por el recuerdo de la noche anterior. Sus palabras, su cuerpo mientras me hace el amor… Cierro los ojos mientras mi cuerpo zumba ante el recuerdo y mis músculos se contraen deliciosa y profundamente en mi vientre. Mi subconsciente me frunce el ceño… mierda, no hace el amor me grita como una arpía. La ignoro, pero en el fondo, sé que ella tiene un punto. Niego con la cabeza para concentrarme en la tarea a mano.

Hay una extensa cocina estilizada. Creo que le tomo el truco a esto. Necesito un lugar para mantener los panqueques calientes y me pongo con el tocino. Amy Studt está cantando en mi oído acerca de inadaptados. Esta canción solía significar mucho para mí, porque soy una inadaptada social. Nunca he encajado en ningún lugar y ahora… tengo una propuesta indecente a considerar desde el propio Rey de los Inadaptados. ¿Por qué es así? ¿De naturaleza o de crianza? Es tan ajeno a todo lo que sé.

Pongo el tocino en la parrilla y mientras cocino, bato algunos huevos. Me giro y Joseph está sentado en uno de los taburetes de la barra en el mostrador del desayuno, apoyándose en ella, su rostro apoyado en sus manos. Todavía está vistiendo la camiseta con la que durmió. El cabello de acabo de follar realmente, en serio le sienta, al igual que su barba naciente. Se ve a la vez divertido y perplejo. Me quedo paralizada, ruborizada, luego me recobro y quito los auriculares de mis oídos, mis rodillas se tambalean a la vista de él.

―Buenos días, señorita Steele. Está con mucha energía esta mañana ―dice secamente.
―Dormí bien ―tartamudeo mi explicación. Sus labios intentan disimular su sonrisa.
―No puedo imaginar por qué. ―Hace una pausa y frunce el ceño―. Yo también, después de que regresé a la cama.
―¿Tienes hambre?
―Mucha ―dice con una mirada intensa y no creo que se esté refiriendo a la comida.
―¿Panqueques, tocino y huevos?
―Suena muy bien.
―No sé dónde guardas tus manteles. ―Me encojo de hombros, tratando desesperadamente de no parecer nerviosa.
―Yo haré eso. Tú cocina. ¿Quieres que ponga algo de música para que puedas continuar con tu… err… baile?

Miro abajo hacia mis dedos, sabiendo que estoy volviéndome de un pardo rojizo.

―Por favor, no te detengas por mí. Es muy entretenido. ―Su tono es uno de diversión irónica.

Frunzo mis labios. Entretenido, ¿eh? Mi subconsciente se ha reído de mí el doble. Me doy vuelta y continúo batiendo los huevos, probablemente batiéndolos un poco más duro de lo que necesitan. En un momento, él está a mi lado. Tira suavemente de mi coleta.

―Me encantan estas ―susurra―. No te van a proteger. ―Hmm, Barba Azul…
―¿Cómo te gustan los huevos? ―le pregunto con aspereza. Él sonríe.
―Completamente batidos y golpeados. ―Sonríe.

Me dirijo de nuevo a la tarea en cuestión, tratando de ocultar mi sonrisa. Es difícil estar enojada por eso. Especialmente cuando está siendo tan inusualmente juguetón. Abre un cajón y saca dos manteles para colocar en la barra del desayuno. Vierto la mezcla de huevos en una cacerola, saco el tocino, lo giro sobre ella y lo pongo de nuevo en la parrilla.

Cuando me vuelvo del todo, hay jugo de naranja sobre la mesa y está haciendo el café.

―¿Quieres un poco de té?
―Sí, por favor. Si tienes un poco.

Encuentro un par de platos y los coloco en la bandeja de calentamiento de la cocina. Joseph llega a un armario y saca algo de té Twining Breakfast Inglés. Frunzo mis labios.

―Soy una conclusión inevitable, ¿no es cierto?
―¿Lo eres? No estoy seguro de que hayamos concluido nada, señorita Steele ―murmura.

¿Qué quiere decir con eso? ¿Nuestras negociaciones? ¿Nuestra, err… relación… sea lo que sea? Sigue siendo tan críptico. Sirvo el desayuno caliente en los platos y los pongo sobre los manteles. Rebusco en el refrigerador y encuentro un poco de jarabe de arce.

Echo un vistazo a Joseph y él me está esperando para sentarse.

―Señorita Steele. ―Hace un gesto a uno de los taburetes de la barra.
―Señor Jonas. ―Asiento en reconocimiento. Me subo y hago una ligera mueca de dolor cuando me siento.
―¿Qué tan dolorida estás? ―pregunta mientras se sienta. Sus ojos ambarinos se oscurecen.

Me sonrojo. ¿Por qué hace preguntas tan personales?

―Bueno, para ser sincera, no tengo nada con que comparar esto ―le espeto―. ¿Desea ofrecer su conmiseración? ―pregunto, demasiado dulce. Creo que está tratando de reprimir una sonrisa, pero no puedo estar segura.
―No. Me preguntaba si deberíamos continuar con tu entrenamiento básico.
―Oh. ―Lo miro atónita mientras dejo de respirar y todo dentro de mí se aprieta. Oh… eso es tan agradable. Suprimo mi gruñido.
―Come, ____. ―Mi apetito se ha vuelto incierto otra vez… más… más sexo… sí, por favor―. Esto es delicioso, por cierto. ―Me sonríe.

Pruebo un bocado del omelet pero apenas puedo saborearlo. ¡Entrenamiento básico! Quiero follar tu boca. ¿Eso forma parte del entrenamiento básico?

―Deja de morderte el labio. Es muy distractor y resulta que sé que no estás usando nada debajo de mi camisa, lo que lo hace aún más distractor ―gruñe.

Mojo mi bolsita de té en el pequeño tarro que Joseph me ha proporcionado. Mi mente está en un torbellino.

―¿Qué tipo de entrenamiento básico tienes en mente? ―pregunto, mi voz es también ligeramente alta, traicionando mi deseo de sonar tan desinteresada, natural y calmada como puedo con mis hormonas causando estragos a través de mi cuerpo.
―Bueno, como estás dolorida, creo que podríamos continuar con habilidades orales.

Me ahogo con mi té y lo observo con los ojos abiertos y ampliándose más. Me palmea delicadamente la espalda y me pasa jugo de naranja. No puedo decir lo que está pensando.

―Eso si quieres quedarte ―agrega. Levanto la mirada hacia él, intentando recuperar mi equilibrio. Su expresión es ilegible. Es tan frustrante.
―Me gustaría quedarme por hoy. Si eso está bien. Tengo que trabajar mañana.
―¿A qué hora tienes que estar en el trabajo mañana?
―Nueve.
―Te llevaré al trabajo a la nueve mañana.

Frunzo el ceño. ¿Acaso él quiere que me quede otra noche?

―Necesito ir a casa esta noche, necesito ropas limpias.
―Puedo conseguirte algunas aquí.

No tengo dinero de sobra para gastar en ropa. Su mano sube y sostiene mi barbilla, tirando de ella para que mi labio sea liberado del agarre de mis dientes. No me había dado cuenta de que estaba mordiendo mi labio.

―¿Qué pasa? ―pregunta.
―Necesito estar en casa está tarde.

Su boca es una dura línea.

―Bien, esta tarde. ―Está de acuerdo―. Ahora come tu desayuno.

Mis pensamientos y mi estómago están en un torbellino. Mi apetito se ha desvanecido. Observo mi desayuno a mitad de comer. Simplemente no tengo hambre.

―Come, ____. No comiste anoche.
―Realmente no tengo hambre ―susurro.

Sus ojos se angostan.

―Realmente me gustaría que terminaras tu desayuno.
―¿Qué tienes con la comida? ―espeto. Su frente se arruga.
―Te lo dije, tengo problemas con la comida desperdiciada. Come ―chasquea. Sus ojos están oscuros, afligidos.

Santa mierda. ¿De qué se trata? Recojo mi tenedor y como lentamente, intentando masticar. Debo recordar no poner mucho en mi plato si se va a poner raro con la comida. Su expresión se suaviza cuando cuidadosamente me termino mi desayuno. Noto que recoge su plato. Espera que termine y recoge mi plato.

―Tu cocinaste, yo recojo.
―Eso es muy democrático.
―Sí. ―Frunce el ceño―. No es mi estilo habitual. Después de que termine esto, tomaremos un baño.
―Oh, de acuerdo. ―Oh mí… Preferiría tomar una ducha. Mi celular suena, interrumpiendo mi ensueño. Es Kate―. Hola. ―Vago hacia las puertas de vidrio del balcón, lejos de él.
―____, ¿por qué no me mandaste un mensaje de texto anoche? ―Está enojada.
―Lo siento, fui sobrepasada por los acontecimientos.
―¿Está bien?
―Sí, estoy bien.
―¿Lo hicieron? ―Está pescando información. Pongo mis ojos en blanco con la expectación en su voz.
―Kate, no hablaré de esto por teléfono. ―Joseph me mira.
―Lo hicieron… puedo notarlo.

¿Cómo puede notarlo? Está fanfarroneando y no puedo hablar sobre esto. Firmé un maldito acuerdo.

―Kate, por favor.
―¿Cómo fue? ¿Estás bien?
―Te dije que estoy bien.
―¿Fue cuidadoso?
―¡Kate, por favor! ―No puedo ocultar mi exasperación.
―____, no lo ocultes de mí, he estado esperando este día por casi cuatro años.
―Te veré en la tarde. ―Cuelgo.

Este va a ser un cuadrado difícil de circular. Es tan tenaz y quiere saber, en detalle y no le puedo contar porque he firmado un… ¿cómo se llama? CDC. Ella va a enloquecer y con razón. Necesito un plan. Vuelvo la cabeza para ver a Joseph moverse con elegancia en su cocina.

―¿El CDC cubre todo? ―pregunto cautelosamente.
―¿Por qué? ―Se gira y me mira mientras guarda los Twinings. Me sonrojo.
―Bueno, tengo algunas preguntas, tu sabes, sobre sexo. ―Bajo la mirada hacia mis dedos―. Y me gustaría preguntarle a Kate.
―Puedes preguntarme a mí.
―Joseph, con el debido respeto. ―Mi voz se desvanece. No puedo preguntarte a ti. Obtendré tu predispuesta, perversa como-el-infierno, distorsionada visión del mundo en cuanto al sexo. Quiero una opinión imparcial―. Es sólo sobre aspectos prácticos. No mencionaré el Salón Rojo del Dolor.

Él levanta sus cejas.

―¿Salón Rojo del Dolor? Es más sobre placer, ____. Créeme ―dice él―. Además ―su tono se endurece―, tu compañera de cuarto está haciendo la bestia de dos espaldas con mi hermano. Realmente preferiría que no lo hicieras.
―¿Tu familia sabe sobre tu… preferencia?
―No. No es asunto suyo. ―Deambula hacia mí hasta que está parado frente a mí―. ¿Qué quieres saber? ―pregunta y levantando sus manos recorre desde mi mejilla hacia mi barbilla suavemente con sus dedos, inclinando mi cabeza hacia atrás para poder verme directamente a los ojos. Me retuerzo por dentro. No puedo mentirle a este hombre.
―Nada específico por el momento ―susurro.
―Bueno, podemos empezar con: ¿cómo estuvo anoche para ti? ―Sus ojos queman, llenos de curiosidad. Está ansioso por saber. Wow.
―Bien ―murmuro.

Sus labios se levantan ligeramente.

―Para mí también ―él murmura―. Nunca había tenido sexo vainilla antes. Hay mucho que decir de eso. Pero claro, tal vez es por ti. ―Mueve su pulgar a través de mi labio inferior.

Inhalo fuertemente. ¿Sexo vainilla?

―Ven, vamos a darnos un baño. ―Se inclina y me besa. Mi corazón da un brinco y el deseo se desliza demasiado abajo… demasiado ahí abajo.


La tina es una piedra blanca, profunda, de forma ovoide, muy diseñada. Joseph se inclina y la llena desde la llave en la pared de azulejos. Vierte un aceite de baño con aspecto caro dentro del agua. Hace espuma mientras la tina se llena, huele a dulce y sensual jazmín. Se pone de pie y me observa, sus ojos oscurecidos, luego se quita su camiseta y la arroja al suelo.

―Señorita Steele. ―Ofrece su mano.

Estoy de pie en la entrada, con los ojos muy abiertos y cautelosos, mis brazos envueltos a mí alrededor. Camino hacia delante mientras disimuladamente admiro su físico. Él es simplemente delicioso. Mi subconsciente se desvanece y se desmaya en algún lugar de la parte posterior de mi cabeza. Tomo su mano y me invita a entrar en la tina mientras todavía estoy usando su camisa. Hago lo que me dice. Tengo que acostumbrarme a eso si es que voy a aceptar su escandalosa oferta… ¡si es que! El agua está seductoramente caliente.

―Date la vuelta, déjame ver tu rostro ―ordena, su voz es suave. Hago lo que me dice. Me está observando atentamente―. Sé que ese labio es delicioso, puedo dar fe de eso, pero ¿podrías dejar de morderlo? ―dice con los dientes apretados―. Me hace querer follarte y estas dolorida, ¿bien?

Jadeo, automáticamente liberando mi labio, sorprendida.

―Sí. ―Me reta―. Comprendiste. ―Me observa. Asiento frenéticamente. No tenía idea de que podía afectarlo así―. Bien. ―Se estira y toma mi iPod del bolsillo del pecho y lo pone cerca del lavamanos―. Agua y iPod, una combinación no muy inteligente ―murmura. Se agacha, toma el dobladillo de mi camisa blanca, la levanta por encima de mi cabeza y la arroja al suelo.

Se aleja para observarme. Estoy desnuda por el amor de Dios. Me sonrojo de color carmesí y miro abajo hacia mis manos, al nivel de la base de mi vientre y desesperadamente quiero desaparecer en el agua caliente y la espuma, pero sé que él no querría eso.

―Oye ―me llama. Le doy un vistazo y su cabeza está ladeada hacia un lado―. ____, eres una mujer muy hermosa, el paquete completo. No cuelgues tu cabeza como si estuvieras avergonzada. No tienes nada de qué avergonzarte, es un real gusto estar de pie aquí y observarte. ―Toma mi barbilla en su mano e inclina mi cabeza hacia arriba para ver sus ojos. Son suaves y cálidos, incluso calientes. Oh por Dios. Está tan cerca. Podría estirarme y tocarlo―. Puedes sentarte ahora. ―Detiene mis pensamientos dispersos y me deslizo hacia abajo dentro de la cálida y acogedora agua. Oh… pica. Lo que me toma por sorpresa, pero huele celestialmente también y el escozor pronto mengua. Me recuesto hacia atrás y brevemente cierro mis ojos, relajándome en la tranquilizadora agua. Cuando los abro, él está observándome.
―¿Por qué no te unes? ―pregunto, con valentía, mi voz ronca.
―Creo que lo haré. Muévete hacia delante ―ordena.

Se quita sus pantalones de pijama y se sube detrás de mí. El agua sube mientras él se sienta y me empuja hacia su pecho. Pone sus largas piernas sobre las mías, sus rodillas dobladas y sus tobillos nivelados con los míos, separa sus pies, abriendo mis piernas. Jadeo sorprendida. Su nariz está en mi cabello e inhala profundamente.

―Hueles muy bien, ____.

Un estremecimiento recorre mi cuerpo. Estoy desnuda en una bañera con Joseph Jonas. Él está desnudo. Si alguien me hubiese dicho que estaría haciendo esto cuando me levanté en su suite ayer, no lo habría creído.

Acerca una botella de jabón para el cuerpo del estante ubicado al lado de la bañera y vierte un poco en su mano. Frota sus manos, creando una suave espuma, luego pone sus manos alrededor de mi cuello y empieza a frotar el jabón en mi cuello, mis hombros, masajeando con firmeza con sus largos y fuertes dedos. Gimo, sus manos en mí se sienten bien.

―¿Te gusta eso? ―Lo escucho sonreír.
―Mmm.

Baja hasta mis brazos, luego debajo de ellos, lavándolos con suavidad. Estoy tan agradecida de que Kate insistiera en que me afeitara. Sus manos se deslizan a través de mis pechos e inhalo bruscamente mientras sus dedos los rodean y comienzan a amasarlos suavemente, sin tomarlos por mucho tiempo. Mi cuerpo se arquea instintivamente, empujando mis pechos hacia sus manos. Mis pezones están sensibles, muy sensibles, sin duda por su nada delicado trato hacia ellos la noche anterior. No demora mucho tiempo y desliza sus manos hacia mi estómago y mi vientre. Mi respiración aumenta y mi corazón está acelerado. Su creciente erección presionando detrás de mí. Me excita saber que es mi cuerpo lo que lo hace sentirse de esa forma. Ja… es tu imaginación. Mi subconsciente se burla. Alejo la molesta idea.

Él se detiene y toma una toalla mientras jadeo, queriéndolo… necesitándolo. Mis manos descansan en sus firmes y musculosos muslos. Sostengo mi aliento, sus dedos me estimulan con destreza a través de la tela, es celestial y mis caderas empiezan a moverse a su propio ritmo, presionando contra su mano. Mientras las sensaciones empiezan a tomar el control, inclino la cabeza hacia atrás, poniendo mis ojos en blanco, mi boca se afloja y gimo. La presión aumenta lenta e inexorablemente en mí… Oh mi Dios.

―Siéntelo, nena. ―Joseph susurra en mi oído y muy gentilmente roza mi oreja con sus dientes―. Siéntelo por mí. ―Mis piernas están sujetas por él en el lado de la bañera, manteniéndome prisionera, dándole libre acceso a la parte más privada de mí ser.
―Oh, por favor ―susurro, trato de endurecer mis piernas mientras mi cuerpo se pone rígido. Soy una esclava sexual de éste hombre y no me deja moverme.
―Creo que ya estás lo suficientemente limpia ―murmura y se detiene. ¿Qué? ¡No! ¡No! ¡No! Mi aliento es irregular.
―¿Por qué te detienes? ―jadeo.
―Porque tengo otros planes para ti _____.

Qué… oh Dios… pero… yo estaba… no es justo.

―Gírate. Necesito lavarme también ―murmura.

¡Oh! Dándome la vuelta para encararlo, estoy sorprendida de encontrar que tiene su erección firme en su agarre. Mi boca se abre.

―Quiero que te familiarices bien, con nombre de pila si es posible, con la más apreciada y favorita parte de mi cuerpo. Estoy muy unido a esto.

Es muy grande y está creciendo. Su erección está sobre la línea del agua, el agua llega hasta sus caderas. Alzo la mirada y me encuentro cara a cara con su sonrisa maliciosa. Está disfrutando mi expresión de asombro. Me doy cuenta de que estoy mirándolo fijamente. Trago. ¡Eso estuvo dentro de mí! No parece posible. Él quiere que lo toque. Uhm… de acuerdo. Aquí vamos.

Le sonrío y alcanzo el jabón para el cuerpo, exprimiéndolo en mi mano. Hago como él lo hizo, restregando el jabón en mis manos hasta que genera espuma. No alejo mis ojos de los suyos. Mis labios están separados para poder respirar… muy deliberadamente, suavemente, muerdo mi labio inferior y luego deslizo mi lengua por él, siguiendo el camino donde estuvieron mis dientes. Sus ojos están serios, oscuros y se abren a medida que mi lengua se desliza por mi labio inferior. Me acerco y lo rodeo con una de mis manos, reflejo de cómo él lo está sosteniendo. Sus ojos se cierran brevemente. Wow… se siente más firme de lo que esperé. Aprieto y él pone su mano sobre la mía.

―Así ―susurra y mueve su mano de arriba abajo con un firme agarre alrededor de mis dedos. Cierra sus ojos de nuevo y su aliento da tirones en su garganta. Cuando vuelve a abrirlos, su mirada es de un abrazador ambarino fundido―. Así es correcto, nena.

Suelta mi mano, dejándome para continúe sola y cierra sus ojos mientras muevo de arriba hacia abajo toda su longitud. Flexiona sus caderas un poco en mi mano y reflexivamente lo siento más apretado. Un gemido escapa de las profundidades de su garganta. Folla mi boca… mmm. Lo recuerdo empujando su dedo pulgar en mi boca, haciéndome chupar, duro. Su boca se abre ligeramente a medida que su respiración aumenta. Me inclino hacia adelante, mientras él tiene sus ojos cerrados, pongo mis labios alrededor de él y tentativamente chupo, deslizando mi lengua sobre la punta.

―Wow… ____. ―Sus ojos se abren. Y chupo con más fuerza.

Mmm… es suave y duro a la vez, como acero revestido de terciopelo y sorprendentemente sabroso, salado y suave.

―Cristo ―gime y cierra de nuevo sus ojos.

Moviéndome hacia abajo, lo empujo en mi boca. Gime de nuevo. ¡Ja! Mi diosa interior está emocionada. Puedo hacer esto, lo puedo follar con mi boca. Giro mi lengua alrededor de la punta de nuevo, y él flexiona sus caderas. Sus ojos están ahora abiertos y encendidos con el calor. Sus dientes están apretados de nuevo mientras vuelve a flexionar y lo empujo más profundo en mi boca, apoyándome en sus muslos. Siento sus piernas tensarse bajo mis manos. Se acerca y toma mis coletas y empieza a moverse.

―Oh… nena… eso se siente muy bien ―murmura. Chupo aún más fuerte, chasqueando mi lengua en la cabeza de su impresionante erección. Envolviendo mis dientes detrás de mis labios, sujetando mi boca alrededor de él. Su aliento silba entre dientes y gime―. Jesús. ¿Qué tan lejos puedes ir? ―susurra.

Mmm… lo meto más profundo dentro de mi boca, lo puedo sentir en la parte posterior de mi garganta y luego de nuevo en el frente. Mi lengua gira alrededor de su final. Es como un helado con sabor a… Joseph Jonas. Chupo con más y más fuerza, metiéndolo más y más profundo, girando mi lengua a su alrededor. Mmm… no tenía idea que dar placer pudiese ser tan candente, verlo retorcerse sutilmente con ansias carnales. Mi diosa interior está haciendo el merengue con algunos pasos de salsa.

―____, voy a venirme en tu boca. ―El tono entre cortado es de advertencia―. Si no quieres que lo haga, detente ahora. ―Flexiona de nuevo sus caderas, sus ojos están abiertos, cautelosos y llenos de obscena necesidad, necesidad de mí. Necesidad de mi boca… Oh Dios.

Santa Mierda. Sus manos están realmente agarrando mi cabello. Puedo hacer esto, presiono con más fuerza y en un momento de extraordinaria confianza, desnudo mis dientes. Eso lo lleva hasta el límite. Grita y se queda quieto y puedo sentir el cálido y salado líquido rebosando en mi garganta. Trago rápidamente. Ugh… no estoy segura de esto. Pero lo miro y se está viniendo en la bañera gracias a mí y no me importa. Me siento y lo observo, una sonrisa de triunfo regodeándose en las comisuras de mis labios. Su respiración es irregular. Abriendo sus ojos, me mira.

―¿No tienes nausea? ―pregunta, asombrado―. Cristo, ____... eso estuvo… bien, muy bien, pero inesperado. ―Frunce el ceño―. Sabes, nunca dejas de sorprenderme.

Sonrío y conscientemente muerdo mi labio. Me mira de manera especulativa.

―¿Has hecho eso antes?
―No. ―Y no puedo evitar el pequeño matiz de orgullo en mi negación.
―Bien ―dice complaciente y creo, aliviado―. Entonces, otra novedad, señorita Steele. ―Me mira de manera valorativa―. Bueno, obtienes una A en habilidades orales. Ven, vamos a la cama, te debo un orgasmo.

¡Orgasmo! ¡Otro!

Rápidamente, sale de la bañera, dándome la primera versión completa del adonis, divinamente formado, ese es Joseph Jonas. Mi diosa interior deja de bailar y mira también, la boca abierta y babeando un poco. Su erección domesticada pero solida… wow. Envuelve una pequeña toalla alrededor de su cintura, cubriendo lo esencial y sostiene una plumosa toalla grande para mí. Saliendo de la tina, tomo su mano tendida. Me envuelve en la toalla, me toma en sus brazos y me besa con fuerza, apretando su lengua en mi boca. Tengo muchos deseos de girarme y abrazarlo… tocarlo… pero tiene mis brazos atrapados en la toalla. Pronto, estoy perdida en su beso. Acuna mi cabeza, su lengua explorando mi boca y tengo la sensación de que está expresando su gratitud ―quizás― ¿por mi primera mamada? ¿Eh?

Se aleja, con las manos a cada lado de mi rostro, mirando fijamente mis ojos. Se ve perdido.

―Di sí ―susurra fervientemente.

Frunzo el ceño, sin entender.

―¿A qué?
―A nuestro acuerdo. A ser mía. Por favor, ____ ―susurra enfatizando la última palabra y mi nombre, suplicando. Me besa de nuevo, dulcemente, apasionadamente, antes de que se aleje y se quede mirándome, parpadeando ligeramente. Toma mi mano y me lleva de regreso a su cuarto, dejándome temblorosa, así que lo sigo mansamente. Aturdida. Realmente quiere esto.

En su cuarto, me mira mientras estamos de pie al lado de su cama.

―¿Confías en mí? ―pregunta de repente. Asiento, con los ojos muy abiertos con la súbita compresión de que confió en él. ¿Qué me va a hacer ahora? Un estremecimiento eléctrico zumba a través de mí―. Buena chica ―dice en un respiro, su pulgar deslizándose por mi labio inferior. Se dirige a su armario y regresa con una corbata de seda gris―. Pon tus manos juntas en frente tuyo ―ordena mientras jala la toalla y la tira al piso.

Hago lo que pide y une las muñecas con su corbata, anudándolas con firmeza. Sus ojos están brillantes y salvajes, llenos de excitación. Tira del nudo, está asegurado. Tuvo que haber sido alguna clase de chico explorador para aprender estos nudos. ¿Ahora qué? Mi pulso se ha ido por las nubes, el corazón latiendo a un ritmo frenético. Pasa sus dedos por mis coletas.

―Te ves muy joven con estas ―murmura y se mueve hacia el frente. Instintivamente, me muevo hacia atrás hasta que siento la cama contra la parte de atrás de mis rodillas. Tira su toalla, pero no puedo alejar mis ojos de su rostro. Su expresión es ardiente, llena de deseo―. Oh ____, ¿qué te haré? ―susurra mientras me baja hacia la cama, acostándose a mi lado y poniendo mis brazos sobre mi cabeza―. Mantén tus manos aquí arriba, no las muevas, ¿entiendes? ―Sus ojos arden en los míos y estoy sin aliento por su intensidad. Este no es un hombre con el que me querría cruzar… nunca―. Respóndeme ―exige, su voz suave.
―No moveré mis manos. ―Estoy sin aliento.
―Buena chica ―murmura y deliberadamente lame su labio lentamente. Estoy fascinada por su lengua, mientras esta se desliza lentamente sobre su labio superior. Me está mirando a los ojos, evaluándome. Se inclina y me da un beso limpio, un rápido beso en mis labios―. Te voy a besar por completo, señorita Steele ―dice suavemente y toma mi barbilla, alzándola, dándole acceso a mi garganta. Sus labios se deslizan por mi garganta, besando, chupando y mordisqueando, desde la pequeña caída hasta la base de mi cuello. Mi cuerpo demanda atención en todas partes. El reciente baño ha dejado mi piel hipersensible. Mi sangre caliente baja hacia mi vientre, entre mis piernas, justo ahí abajo. Gimo.

Quiero tocarlo. Muevo mis manos con bastante torpeza, dado que estoy restringida y siento su cabello. Deja de besarme y alza la mirada hacia mí, agitando su cabeza de un lado a otro, haciendo un sonido de desaprobación. Alcanza mis manos y las pone de nuevo sobre mi cabeza.

―No muevas tus manos o tendremos que empezar desde el principio. ―Me regaña suavemente. Oh, es todo un bromista.
―Quiero tocarte. ―Mi voz es entrecortada y fuera de control.
―Lo sé ―murmura―. Mantén tus manos sobre tu cabeza ―exige, su voz fuerte.

Toma mi barbilla de nuevo y empieza a besar mi cuello como antes. Oh… es tan frustrante. Sus manos bajan por mi cuerpo y sobre mis pechos, mientras alcanza la inclinación en la base de mi cuello con sus labios. Gira la punta de su nariz alrededor de ella y entonces, empieza una travesía muy placentera con su boca, dirigiéndose al sur, siguiendo el camino de sus manos, desde mi esternón hasta mis pechos. Cada uno es besado y mordido suavemente y mis pezones son chupados tiernamente. Mierda Santa. Mis caderas empiezan a balancearse y a moverse bajo su propia voluntad, con el mismo ritmo que lleva su boca en mí y estoy tratando de recordar desesperadamente mantener mis manos sobre mi cabeza.

―Quédate quieta ―advierte, su aliento se siente cálido contra mi piel. Llegando a mi ombligo, mete su lengua y luego roza suavemente mi vientre con sus dientes. Mi cuerpo se arquea sobre la cama―. Eres muy dulce, señorita Steele. ―Su nariz se desliza sobre la línea entre mi vientre y mi vello púbico, mordiéndome suavemente, jugueteando con su lengua. Se sienta de repente, se arrodilla a mis pies, tomando mis tobillos y abriendo mis piernas.

Mierda Santa. Toma mi pie izquierdo, dobla mi rodilla y lleva mi pie hasta su boca. Observando y evaluando cada una de mis reacciones, besa con ternura cada uno de mis dedos y luego muerde cada uno suavemente bajo las almohadillas. Cuando llega a mi dedo pequeño, lo muerde con más fuerza y convulsiono, gimiendo. Desliza su lengua por mi empeine. Y no puedo mirarlo más. Es demasiado erótico. Voy a quemarme. Aprieto mis ojos y trato de absorber y manejar todas las sensaciones que él está creando. Besa mi tobillo y hace un sendero de besos desde mi pantorrilla hasta mi rodilla, justo un poco más arriba. Luego, empieza con el pie derecho, repitiendo todo el seductor y alucinante proceso.

―Oh, por favor ―gimo cuando muerde mi dedo pequeño, la acción resonando profundamente en mi vientre.
―Todas las cosas buenas, señorita Steele ―respira.

Esta vez no se detiene en mi rodilla, sigue hasta el interior de mi muslo, separando mis muslos mientras lo hace. Y sé que va a hacer y parte de mi quiere alejarlo porque estoy mortificada y avergonzada. Me va a besar ¡ahí! Lo sé. Y parte de mi está haciendo gala de la anticipación. Se gira hacia mi otra rodilla y me besa hasta los muslos, besando, lamiendo, chupando y luego está entre mis piernas, deslizando su nariz arriba y abajo sobre mi sexo, muy suave, muy dulce, me retuerzo… Oh Dios…

Se detiene, esperando a que me calme. Lo hago y alzo mi cabeza para mirarlo, mi boca abierta mientras los latidos de mi corazón se esfuerzan por salir.

―¿Sabes cuán intoxicante hueles, señorita Steele? ―murmura y mantiene sus ojos en mí, empuja su nariz en mi vello púbico y aspira.

Me pongo de un color escarlata, por todas partes, sintiendo desmayo e instantáneamente cierro mis ojos. No puedo verlo haciendo esto.

Lame suavemente la longitud de mi sexo. Oh mierda.

―Me gusta esto. ―Suavemente tira de mi vello púbico―. Quizás mantengamos esto.
―Oh, por favor ―ruego.
―Mmm, me gusta cuando me ruegas, ____.

Gimo.

―Ojo por ojo no es mi estilo habitual, señorita Steele ―susurra mientras me lame suavemente de arriba abajo―. Pero me has complacido hoy y deberías ser premiada. ―Escucho la maliciosa sonrisa en su voz y mientras mi cuerpo está cantando por sus palabras, su lengua empieza lentamente a hacer círculos en mi clítoris mientras sus manos sostienen mis muslos.
―¡Ahhh! ―gimo mientras mi cuerpo se arquea y convulsiona bajo el toque de su lengua.

Da vueltas con su lengua, una y otra vez, manteniendo la tortura. Estoy perdiendo todo sentido de mi misma, cada átomo en mi cuerpo muy concentrado en ese pequeño y potente vértice entre mis muslos. Mis piernas se ponen rígidas, él desliza su dedo en mi interior y escucho su gruñido.

―Oh, nena. Me encanta que estés tan mojada para mí.

Mueve su dedo en un gran círculo, estirándome, tirando de mí, su lengua repitiendo sus acciones y gimo. Es demasiado… mi cuerpo pide ayuda y no lo puedo negar más. Lo dejo ir, perdiendo todo pensamiento coherente mientras mi orgasmo se apodera de mí, retorciéndose en mi interior una y otra vez. Santa mierda. Grito y el mundo se derrumba y desaparece de vista mientras la fuerza de mi clímax hace todo nulo y vacío.

Estoy jadeando y vagamente escucho el sonido del empaque abriéndose. Lentamente se acomoda sobre mí y empieza a moverse. Oh… Dios. La sensación es dolorosa y dulce, fuerte y suave a la vez.

―¿Cómo se siente esto? ―dice sin aliento.
―Bien, muy bien ―digo. Y empieza a moverse en serio, rápido, fuerte y grande, entrando y saliendo de mí una y otra vez, implacable, empujándome y empujándome hasta que estoy de nuevo cerca del límite. Gimo.
―Vente para mí, nena. ―Su voz es dura, áspera, cruda en mi oído y exploto alrededor de él―. Gracias, joder ―susurra, la mete duro una vez más y gime cuando llega a su clímax, apretándose contra mí. Luego se queda quieto, su cuerpo rígido.

Colapsando sobre mí, siento todo su peso apretándome contra el colchón. Tiro mis manos atadas sobre su cuello y lo sostengo lo mejor que puedo. Sé en este instante, que haría lo que fuese por este hombre. Soy suya. La maravilla que él me ha presentado está más allá de cualquier cosa que pudiese haber imaginado. Y él quiere llevarlo más lejos, mucho más lejos, a un lugar que no puedo, en mi ignorancia, siquiera imaginar. Oh, ¿qué hacer?

Se apoya en sus codos y me mira con sus ambarinos e intensos ojos.

―Ves cuán buenos somos juntos ―murmura―. Si te entregas a mí, será mucho mejor. Créeme, ____, puedo llevarte a lugares que ni siquiera sabes que existen. ―Sus palabras hacen eco en mis pensamientos. Rozo su nariz contra la mía. Todavía me estoy recuperando de mi extraordinaria reacción física hacia él y alzo la mirada en su dirección, sin comprender, buscando algún pensamiento coherente.

De repente, nos damos cuenta de las voces en el pasillo afuera de su dormitorio. Me toma un momento procesar lo que he escuchado.

―Pero sí todavía está en la cama entonces debe estar enfermo. Nunca está en la cama a estas horas. Joseph nunca se queda dormido.
―Señora Jonas, por favor.
―Taylor. No puedes alejarme de mi hijo.
―Señora Jonas, él no está solo.
―¿A qué te refieres con que no está solo?
―Tiene a alguien con él.
―Oh.
―Incluso yo escucho la incredulidad en su voz.

Joseph parpadea rápidamente, mirándome, con los ojos muy abiertos y llenos de horror.

―Mierda, es mi madre.














Listo, aquí el otro capítulo. Qué lo disfruten:) Un beso. Ciao

Kary
Karely Jonatika
Karely Jonatika


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Mensaje por chelis Vie 10 Ago 2012, 5:30 pm

oooooooooooooohhh!!!
que instructor tan maaasss:::::
como lo describiriiaaaa!!!
mmmmmm......
jajajajajjaa
y heeeyy conoceremos a laaaa maaaamii de joeeee????
aaaiii siguela porfiiss
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por aranzhitha Vie 10 Ago 2012, 6:03 pm

awww me encanta
Joseph es tan sexy baba
Yo quiero uno asi :twisted:
La mama llego :x
Como interrumpe
Siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 5 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por chelis Vie 10 Ago 2012, 6:17 pm

:D
chelis
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Mensaje por Karely Jonatika Lun 13 Ago 2012, 12:52 am

[CAPITULO 10]


Me aleja de golpe. Me estremezco. Se sienta en la cama y tira el condón usado a una cesta de basura.

―Vamos, necesitamos vestirnos… eso si quieres conocer a mi madre. ―Sonríe, salta fuera de la cama y se pone los jeans, ¡sin ropa interior! Lucho por sentarme mientras sigo atada.
―Joseph… no puedo moverme.

Su sonrisa se hace más grande, se inclina y desata la corbata. El patrón del tejido ha dejado una marca alrededor de mis muñecas. Es… sexy. Me mira. Está divertido, sus ojos danzando con alegría. Besa mi frente y me sonríe abiertamente.

―Otra primera vez ―reconoce, pero no tengo ni idea de lo que está hablando.
―No tengo ropas limpias aquí. ―De repente, siento pánico y considerando lo que acabo de experimentar, el pánico no me agrada. ¡Su madre! Mierda. No tengo ropa limpia y prácticamente nos descubrió en flagrante delito―. Tal vez debería quedarme aquí.
―Oh, no, no lo harás ―amenaza Joseph―. Puedes usar algo mío. ―Se ha puesto una camiseta blanca y pasa una mano por su cabello de recién follado. A pesar de mi ansiedad, pierdo el tren de mi pensamiento. ¿Me acostumbraré alguna vez a ver a este hermoso hombre? Su belleza es despampanante―. ____, podrías estar usando un saco y aun así te verías encantadora. Por favor, no te preocupes. Me gustaría que conocieras a mi madre. Vístete. Sólo iré a calmarla. ―Su boca se presiona en una línea dura―. Te espero en esa habitación en cinco minutos, de otra forma, vendré y te arrastraré hasta ahí yo mismo en lo que sea que estés usando. Mis camisetas están en este cajón. Mis camisas en el armario. Busca tú misma. ―Sus ojos me observan especulativamente por un momento y deja la habitación.

Santa mierda. La madre de Joseph. Esto es mucho más de lo que esperaba. Tal vez conocerla pondrá una pequeña parte del rompecabezas en su lugar. Puede ayudarme a entender por qué Joseph es del modo que es… Repentinamente, quiero conocerla. Recojo mi camisa del suelo y estoy encantada de descubrir que ha sobrevivido la noche prácticamente sin ninguna arruga. Encuentro mi sujetador azul bajo la cama y me visto rápidamente. Pero si hay una cosa que odio, es no usar bragas limpias. Busco a través de los cajones de su vestidor y me encuentro con el que contiene sus bóxers. Luego de ponerme un par de Calvin Klein grises ajustados, me pongo mis pantalones y mis Converse.

Tomando mi chaqueta, me meto al baño y miro mis ojos demasiado brillantes, mi cara ruborizada… ¡Y mi cabello! Mierda, las coletas de recién follada no me van. Rebusco en las gavetas para encontrar un cepillo y encuentro un peine. Tendrá que servir. Una cola de caballo es la única respuesta. Le doy un vistazo desesperado a mi ropa. Tal vez debería aceptar la oferta de Joseph sobre su ropa. Mi subconsciente tuerce los labios y modula la palabra “Ja”. La ignoro. Deslizándome en mi chaqueta, satisfecha de que los puños cubran los reveladores patrones que dejó su corbata, doy una última mirada ansiosa al espejo. Esto tendrá que servir. Me dirijo a la sala principal.

―Aquí está ella. ―Joseph se pone de pie.

Su expresión es cálida y apreciativa. La mujer de cabello arenoso junto a él se gira y me sonríe. Se pone de pie también. Está impecablemente vestida en un traje de falda color marrón con zapatos a juego. Se ve arreglada, elegante, hermosa y yo muero por dentro un poco, sabiendo que me veo como un desastre.

―Madre, esta es ____ Steele. ____, esta es Grace Miller-Jonas.

La Dra. Miller-Jonas me extiende su mano. M… ¿de Miller?

―Qué placer conocerte ―murmura. Si no estoy equivocada, hay sorpresa y tal vez un aturdido alivio en su voz y un cálido resplandor en sus ojos color avellana. Tomo su mano y no puedo evitar sonreír con igual calidez.
―Dra. Miller-Jonas ―murmuro.
―Llámame Grace. ―Sonríe y Joseph frunce el ceño―. Usualmente soy la Dra. Miller y la señora Jonas es mi suegra. ―Hace un guiño―. Entonces, ¿cómo se conocieron ustedes? ―Mira de manera interrogante a Joseph, incapaz de ocultar su curiosidad.
―____ me entrevistó para el periódico escolar de la WSU porque estaré entregando los títulos esta semana.

Doble mierda. Había olvidado eso.

―Entonces, ¿te graduarás esta semana? ―pregunta Grace.
―Sí.

Mi celular comienza a sonar. Kate, apuesto.

―Discúlpenme. ―Está en la cocina. Me acerco y me inclino sobre la barra de desayuno, sin verificar el número―. Kate.
―¡Dios mío! ¡____! ―Oh, mierda, es José. Suena desesperado―. ¿Dónde estás? He estado intentado conectarte. Necesito verte, disculparme por mi comportamiento del viernes. ¿Por qué no has regresado las llamadas?
―Mira José, ahora no es un buen momento. ―Miro ansiosamente a Joseph que me está mirando intensamente, su rostro impasible mientras le murmura algo a su mamá. Le doy la espalda.
―¿Dónde estás? Kate está siendo muy evasiva ―se queja.
―Estoy en Seattle.
―¿Qué está haciendo en Seattle? ¿Estás con él?
―José, te llamaré más tarde. No puedo hablar contigo ahora. ―Cuelgo.

Camino con indiferencia de regreso hacia Joseph y su madre. Grace se encuentra en plena diatriba.

―… Y Elliot llamó para decir que estabas por aquí. No te he visto en dos semanas, querido.
―¿Lo hizo? ―murmura Joseph, mirándome con expresión indescifrable.
―Pensé que tal vez podríamos almorzar juntos, pero puedo ver que tienes otros planes y no quiero interrumpir tu día. ―Toma su largo abrigo color crema y se gira hacia él, ofreciéndole su mejilla. Él la besa brevemente, de forma dulce. Ella no lo toca.
―Tengo que llevar a ____ a Portland.
―Por supuesto, querido. ____, ha sido un placer. Espero que nos encontremos otra vez. ―Me extiende su mano, sus ojos brillantes y las sacudimos.

Taylor aparece de… ¿dónde?

―¿Señora Jonas? ―pregunta.
―Gracias, Taylor. ―La escolta fuera de la sala y a través de las puertas dobles hacia el vestíbulo. ¿Taylor estuvo aquí todo el tiempo? ¿Cuánto tiempo ha estado aquí? ¿Dónde ha estado?

Joseph me mira.

―Entonces, ¿el fotógrafo llamó?

Mierda.

―Sí.
―¿Qué quería?
―Sólo disculparse, tú sabes… por lo del viernes.

Joseph entrecierra sus ojos.

―Ya veo ―dice simplemente.

Taylor reaparece.

―Señor Jonas, hay un problema con el envío a Darfur.

Joseph asiente bruscamente en su dirección.

―¿Charlie Tango está en el aeródromo Boeing?
―Sí, señor. ―Taylor asiente en mi dirección―. Señorita Steele.

Le sonrío tentativamente en respuesta y él se da vuelta y se va.

―¿Vive aquí? ¿Taylor?
―Sí. ―Su tono es cortante. ¿Cuál es su problema?

Joseph se dirige a la cocina y toma su BlackBerry, dándole un vistazo a algunos correos, asumo. Presiona sus labios en una línea y hace una llamada.

―Ross, ¿cuál es el problema? ―suelta. Escucha, observándome, sus ojos ambarinos están especulativos, mientras yo estoy de pie en el centro de la gran habitación, preguntándome qué hacer conmigo misma, sintiéndome extraordinariamente consciente de mí, fuera de lugar―. No pondré a ninguna tripulación en riesgo. No, cancélalo… evitaremos el aire en su lugar… Bien. ―La calidez en sus ojos ha desaparecido. Parece distraído y mirándome una vez, se dirige a su estudio y vuelve un momento después―. Este es el contrato. Léelo y lo discutiremos el próximo fin de semana. Te sugiero que investigues al respecto para que estés al tanto de lo que está en juego. ―Hace una pausa―. Eso es si estás de acuerdo y de verdad espero que lo estés ―agrega, en un tono más suave, ansioso.
―¿Investigar?
―Estarás sorprendida de lo que puedes encontrar en internet ―murmura.

¡Internet! No tengo acceso a ninguna computadora, sólo a la laptop de Kate y no podría usar la de Clayton para este tipo de “investigación”, ¿o sí?

―¿Qué pasa? ―pregunta, ladeando la cabeza.
―No tengo computadora. Veré si puedo usar la laptop de Kate.

Me entrega el sobre.

―Estoy seguro de que puedo… ehh, prestarte una. Toma tus cosas, iremos de regreso a Portland y almorzaremos algo en el camino. Necesito vestirme.
―Sólo haré una llamada ―murmuro. Quiero escuchar la voz de Kate. Frunce el ceño.
―¿El fotógrafo? ―Su quijada se torna rígida y su mirada quema. Lo miro―. No me gusta compartir, señorita Steele. Recuérdelo. ―El tono de su voz suena como una advertencia, con una larga y fría mirada hacia mí, se dirige de nuevo a la habitación.

Mierda. Sólo quería llamar a Kate, quiero gritarle, pero su repentina frialdad me deja paralizada. ¿Qué ocurrió con el generoso, relajado y sonriente hombre que me estaba haciendo el amor hace menos de una hora?


―¿Lista? ―pregunta Joseph mientras nos detenemos junto a las puertas dobles del vestíbulo.

Asiento de manera vacilante. Volvió a su personaje distante, amable, tenso, su máscara de nuevo puesta y en marcha. Lleva una bolsa de mensajero de cuero. ¿Por qué necesita eso? Tal vez se queda en Portland y entonces, recuerdo la graduación. Oh, sí… estará allí el jueves. Está usando una chaqueta de cuero negro. Desde luego, no se ve como el multi millonario, billonario, la palabra que sea que termine en “ario”, con esta ropa. Parece un chico en el camino equivocado, tal vez una estrella de rock con mal comportamiento o un modelo de pasarela. Suspiro internamente, deseando tener una décima parte de su aplomo. Es tan tranquilo y controlado. Frunzo el ceño, recordando su exabrupto sobre José… bueno, parece serlo.

Taylor está rondando en el fondo.

―Mañana entonces ―le dice a Taylor, quien asiente con la cabeza.
―Sí, señor. ¿Qué automóvil se va a llevar, señor?

Me mira brevemente.

―El R8.
―Buen viaje, señor Jonas. Señorita Steele. ―Taylor me mira amablemente, aunque tal vez hay una pizca de piedad oculta en las profundidades de sus ojos.

No hay duda que piensa que he sucumbido a los dudosos hábitos sexuales del señor Jonas. Todavía no, sólo a sus excepcionales hábitos sexuales o tal vez el sexo es así para todo el mundo. Frunzo el ceño ante el pensamiento. No tengo ninguna comparación y no puedo preguntarle a Kate. Eso es algo que voy a tener que tratar con Joseph. Es perfectamente natural que deba hablar con alguien y no puedo hablar con él si es tan abierto un minuto y tan distante al siguiente.

Taylor sostiene la puerta abierta para nosotros y nos conduce a través de ella. Joseph llama al ascensor.

―¿Qué pasa, ____? ―pregunta. ¿Cómo sabe que estoy analizando algo en mi mente? Extiende su mano y tira de mi barbilla―. Deja de morderte el labio o tendremos sexo en el ascensor y no me importa quién entre con nosotros.

Me sonrojo, pero hay un atisbo de sonrisa en sus labios, finalmente su estado de ánimo parece estar cambiando.

―Joseph, tengo un problema.
―¿Ah, sí? ―Tengo toda su atención.

El ascensor llega. Entramos y Joseph presiona el botón marcado con una J.

―Bueno. ―Me sonrojo. ¿Cómo decir esto?―. Tengo que hablar con Kate. Tengo muchas preguntas sobre sexo y estás demasiado involucrado. Si quieres que haga todas estas cosas, ¿cómo puedo saber…? ―Hago una pausa, tratando de encontrar las palabras adecuadas―. Simplemente no tengo términos de referencia.

Pone los ojos en blanco en mi dirección.

―Habla con ella si es necesario. ―Suena exasperado―. Asegúrate de que no le mencione nada a Elliot.

Me enfada la insinuación. Kate no es así.

―No haría eso y no te diría nada de lo que me diga de Elliot, si fuera a decirme algo ―añado rápidamente.
―Bueno, la diferencia es que yo no quiero saber sobre su vida sexual ―murmura Joseph secamente―. Elliot es un bastardo entrometido. Pero sólo habla acerca de lo que hemos hecho hasta ahora ―advierte―. Ella probablemente me quitaría mis bolas si supiera lo que quiero hacer contigo ―añade en voz tan baja que no estoy segura de haberlo escuchado bien.
―Está bien ―acepto con facilidad, sonriéndole, aliviada. La idea de Kate con las bolas de Joseph es algo en lo que no quiero pensar.

Sus labios se curvan y niega con la cabeza.

―Cuanto antes tenga tu sumisión, mejor y podemos detener todo esto ―murmura.
―Detener, ¿qué?
―Tú, desafiándome. ―Estira su mano hacia abajo, ahueca mi barbilla y planta un beso rápido y dulce en mis labios mientras las puertas del ascensor se abren. Toma mi mano y me guía dentro del garaje subterráneo.

Yo, desafiándolo… ¿cómo?

Al lado del ascensor, puedo ver el Audi 4x4 negro, pero es el elegante deportivo negro el que se abre con un pitido y se ilumina cuando lo apunta el llavero que controla la alarma. Es uno de esos automóviles que deberían tener a una rubia con largas piernas y usando sólo un pequeño vestido, extendida a través del capo.

―Bonito automóvil ―murmuro con sequedad.

Levanta la mirada y sonríe.

―Lo sé ―dice y por una fracción de segundo, el dulce, joven, despreocupado Joseph está de vuelta. Eso me alegra el corazón. Está tan emocionado. Los chicos y sus juguetes. Pongo mis ojos en blanco hacia él, pero no puedo reprimir mi sonrisa. Me abre la puerta y me subo. Vaya… es bajo. Se mueve alrededor del automóvil con una gracia fácil y dobla su larga elegancia a mi lado. ¿Cómo hace eso?
―Entonces, ¿qué tipo de automóvil es este?
―Se trata de un Audi R8 Spyder. Es un hermoso día, podemos bajar el techo. Hay una gorra de béisbol allí. De hecho, debería haber dos. ―Apunta hacia la guantera―. Y lentes de sol si los quieres.

Enciende el automóvil y el motor ruge detrás de nosotros. Pone el bolso en el espacio tras nuestros asientos, presiona un botón y el techo se reclina lentamente. Con un golpecito en un interruptor, Bruce Springsteen nos rodea.

―Vas a amar a Bruce. ―Sonríe y saca el automóvil fácilmente de su plaza del estacionamiento hasta la rampa empinada, donde hacemos una pausa en la barrera.

Entonces estamos fuera en una mañana soleada de mayo en Seattle. Busco en la guantera y tomo las gorras de béisbol. Los Mariners. ¿Le gusta el béisbol? Le paso una gorra y se la pone. Paso mi cola de caballo por la parte posterior de la mía y arrastro hacia abajo la visera.

Las personas nos miran mientras avanzamos por las calles. Por un momento, creo que es a él… y entonces, una parte muy paranoica piensa que todos me están mirando porque saben lo que he estado haciendo durante las últimas doce horas, pero finalmente, me doy cuenta de que es el automóvil. Joseph parece no darse cuenta, perdido en sus pensamientos.

El tráfico es escaso y pronto estamos en la I-5 dirigiéndonos al sur, el viento barriendo sobre nuestras cabezas. Bruce está cantando acerca de estar ardiente y su deseo. Cuán adecuado. Me sonrojo mientras escucho las palabras. Joseph me mira. Tiene sus Ray-Bans puestas por lo que no puedo ver lo que está pensando. Su boca se inclina un poco, estira su mano y la coloca sobre mi rodilla, apretándola suavemente. Mi aliento se dificulta.

―¿Hambrienta? ―pregunta.

No de comida.

―No especialmente.

Su boca se aprieta en una línea dura.

―Tienes que comer, ____ ―me reprende―. Conozco un buen lugar cerca de Olympia. Pararemos allí.

Aprieta mi rodilla de nuevo y luego devuelve su mano al volante mientras baja su pie sobre el acelerador. Estoy presionada contra la parte de posterior de mi asiento. Vaya, este automóvil se puede mover.


El restaurante es pequeño e íntimo, una cabaña de madera en medio de un busque. La decoración es rústica: sillas y mesas al azar con manteles de cuadritos, flores silvestres en floreros pequeños. Cuisine Sauvage dice un cartel encima de la puerta.

―No he estado aquí en un tiempo. No tenemos opciones, cocinan lo que sea que han capturado o recogido. ―Levanta sus cejas con fingido horror y tengo que reír. La camarera toma la orden de nuestras bebidas. Se sonroja cuando ve a Joseph, evitando el contacto visual con él, escondiéndose bajo su flequillo rubio y largo. ¡A ella le gusta! ¡No soy sólo yo!―. Dos vasos de Pinot Grigio ―dice Joseph con una voz de autoridad. Frunzo mis labios, exasperada―. ¿Qué? ―dice bruscamente.
―Quería una Coca-Cola dietética ―susurro.

Sus ojos ambarinos se entrecierran y sacude la cabeza.

―El Pinto Grigio aquí es un vino decente, irá bien con la comida, con lo que sea que recibamos ―dice con paciencia.
―¿Lo que sea que recibamos?
―Sí. ―Sonríe, deslumbrante, con su cabeza inclinada con una sonrisa de lado y los polos de mi estómago saltan por encima de mi bazo. No puedo evitar reflejar su gloriosa sonrisa en respuesta―. Le gustaste a mi madre ―dice secamente.
―¿En serio? ―Sus palabras me hacen sonrojar con placer.
―Oh, sí. Siempre pensó que era gay.

Mi boca se abre y recuerdo esa pregunta… en la entrevista. Oh, no.

―¿Por qué pensaba que eras gay? ―susurro.
―Porque nunca me ha visto con una chica.
―¿Oh… ni siquiera una de las quince?

Él sonríe.

―Te acordaste. No, ninguna de las quince.
―Oh.
―Sabes, ____, ha sido un fin de semana de novedades para mí también ―dice en voz baja.
―¿Lo ha sido?
―Nunca he dormido con nadie, nunca he tenido sexo en mi cama, nunca volé con una chica en Charlie Tango, nunca le presenté una mujer a mi madre. ¿Qué me estás haciendo? ―Sus ojos arden, su intensidad me quita el aliento.

La camarera llega con nuestras copas de vino y de inmediato tomo un rápido sorbo. ¿Se está abriendo o simplemente haciendo una observación casual?

―Realmente he disfrutado este fin de semana ―murmuro. Entrecierra sus ojos hacia mí otra vez.
―Deja de morderte el labio ―gruñe―. Yo también ―añade.
―¿Qué es sexo vainilla? ―le pregunto, cualquier cosa para distraerme de la mirada intensa, ardiente y sexy que me está dando. Se ríe.
―Sólo es sexo sencillo, ____. Sin juguetes, sin extras añadidos. ―Se encoge de hombros―. Sabes… bueno, en realidad no lo haces, pero eso es lo que significa.
―Oh. ―Pensaba que el sexo que tuvimos fue brownie con cobertura de chocolate, con una cereza en la parte superior. Pero bueno, ¿qué se yo?

La camarera nos trae sopa. Ambos la miramos de manera dudosa.

―Sopa de ortiga ―nos informa la camarera antes de girar y balancearse de regreso a la cocina. No creo que a ella le guste ser ignorada por Joseph. Pruebo tentativamente. Es delicioso. Joseph y yo levantamos la mirada el uno hacia el otro al mismo tiempo con alivio. Me río y él inclina su cabeza hacia un lado.
―Ese es un sonido hermoso ―murmura.
―¿Por qué nunca has tenido sexo vainilla antes? ¿Siempre has hecho… eh, lo que has hecho? ―pregunto, intrigada.

Asiente con la cabeza lentamente.

―Más o menos. ―Su voz es cautelosa. Frunce el ceño por un momento y parece estar involucrado en algún tipo de lucha interna. Luego levanta la vista, con una decisión tomada―. Una de las amigas de mi madre me sedujo cuando tenía quince años.
―Oh. ―¡Mierda, eso es ser joven!
―Tenía gustos muy particulares. Fui su sumiso durante seis años. ―Se encoge de hombros.
―Oh. ―Mi cerebro se ha congelado, sorprendido hasta la inactividad por esta admisión.
―Así que sé lo que implica, ____. ―Sus ojos brillan con compresión. Lo miro, incapaz de articular nada, incluso mi subconsciente está en silencio―. Realmente no tuve una introducción común al sexo.

La curiosidad se activa a lo grande.

―¿Así que nunca saliste con alguien en la universidad?
―No. ―Niega con su cabeza para enfatizar el punto.

La camarera toma nuestros platos, interrumpiéndonos por un momento.

―¿Por qué? ―le pregunto cuándo se ha ido.

Sonríe sarcásticamente.

―¿De verdad quieres saber?
―Sí.
―No quería hacerlo. Ella era todo lo que quería, necesitaba. Y, además, me habría golpeado terriblemente. ―Sonríe con cariño ante el recuerdo.

Oh, esta es demasiada información… pero quiero más.

―¿Así que si era una amiga de tu madre, qué edad tenía?

Sonríe.

―Edad suficiente para saber desempeñarse mejor.
―¿Todavía la ves?
―Sí.
―¿Todavía… eh…? ―Me sonrojo.
―No. ―Niega con la cabeza y sonríe con indulgencia a mí―. Es una muy buena amiga.
―Oh. ¿Lo sabe tu madre?

Me da una mirada de no-seas-estúpida.

―Por supuesto que no.

La camarera regresa con carne de venado, pero mi apetito ha desaparecido. Qué revelación. Joseph el sumiso… mierda. Tomo un trago grande de Pinot Grigio; él tiene razón, por supuesto, es delicioso. Por Dios, todas estas revelaciones, son mucho más en qué pensar. Necesito tiempo para procesar esto cuando esté por mi cuenta, no cuando estoy distraída por su presencia. Es tan abrumador, tan macho alfa y ahora ha lanzado esta bomba en la ecuación. Él sabe lo que es.

―Pero, no puede haber sido a tiempo completo… ―Estoy confundida.
―Bueno, lo fue, aunque no la veía todo el tiempo. Era… difícil. Después de todo, todavía estaba en la escuela y luego en la universidad. Come, ____.
―En realidad no tengo hambre, Joseph. ―Estoy recuperándome de su revelación.

Su expresión se endurece.

―Come ―dice en voz baja, muy baja.

Lo miro. Este hombre, abusado sexualmente cuando era adolescente, tiene un tono muy amenazante.

―Dame un momento ―murmuro en voz baja. Parpadea un par de veces.
―Está bien ―murmura y continúa con su comida.

Así es como será si firmo: ordenándome. Frunzo el ceño. ¿Quiero esto? Alcanzando mi cuchillo y tenedor, corto tentativamente la carne de venado. Es muy sabroso.

―¿Es así como nuestra relación eh… será? ―susurro―. ¿Tú, ordenándome? ―No puedo obligarme a mirarlo.
―Sí ―murmura.
―Ya veo.
―Y lo que es más, querrás que lo haga ―añade en voz baja.

Sinceramente, lo dudo. Corto otro trozo de carne de venado, sosteniéndolo contra mi boca.

―Es un gran paso ―murmuro y como.
―Lo es. ―Cierra sus ojos un instante. Cuando los abre, están amplios y serios―. ____, tienes que ir con tus instintos. Has la investigación, lee el contrato, estaré feliz de discutir cualquier aspecto. Estaré en Portland hasta el viernes si quieres hablar de ello antes de esa fecha. ―Sus palabras vienen a mí apresuradamente―. Llámame, tal vez podamos cenar, por ejemplo ¿el miércoles? Realmente quiero hacer funcionar esto. De hecho, nunca he querido nada tanto como quiero que esto funcione.

Su sinceridad quema, su anhelo se refleja en sus ojos. Esto es principalmente lo que no comprendo. ¿Por qué yo? ¿Por qué no una de las quince? Oh, no… ¿eso seré yo? ¿Un número? ¿El dieciséis de muchas?

―¿Qué pasó con las quince? ―Dejo escapar.

Levanta sus cejas con sorpresa, luego luce resignado, negando con su cabeza.

―Varias cosas, pero se reduce a… ―Hace una pausa, tratando de encontrar las palabras, creo―. Incompatibilidad. ―Se encoge de hombros.
―¿Y crees que yo podría ser compatible contigo?
―Sí.
―¿Así que ya no estás viendo a ninguna de ellas?
―No, ____, no lo hago. Soy monógamo en mis relaciones.

Ah… esto son noticias.

―Ya veo.
―Investiga, ____.

Bajo mi cuchillo y tenedor. No puedo comer más.

―¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que vas a comer?

Asiento con la cabeza. Me frunce el ceño, pero decide no decir nada. Doy un pequeño suspiro de alivio. Mi estómago está agitándose con toda esta nueva información y me siento un poco mareada por el vino. Lo veo mientras devora todo su plato. Come como un caballo. Debe hacer ejercicio para mantenerse en tan buena forma. El recuerdo de la forma en que su pijama cuelga de sus caderas viene espontáneamente a mi mente. La imagen es totalmente distractora. Me retuerzo incómodamente. Levanta la vista hacia mí y me sonrojo.

―Daría cualquier cosa por saber lo que estás pensando en este mismo momento ―murmura. Me sonrojo más. Me sonríe, con una sonrisa malvada―. Puedo adivinar ―bromea en voz baja.
―Me alegro de que no puedas leer mi mente.
―Tu mente, no, ____, pero tu cuerpo, ese lo he llegado a conocer bastante bien desde ayer. ―Su voz es sugerente. ¿Cómo es que cambia tan rápidamente de un estado de ánimo al otro? Es tan voluble… es difícil mantener el ritmo.

Le hace gestos a la camarera y le pide la cuenta. Una vez que ha pagado, se para y me extiende su mano.

―Ven. ―Tomando mi mano en la suya, me lleva de nuevo al automóvil. Este contacto, piel con piel, es lo que es tan inesperado de él, es normal, íntimo. No puedo conciliar este gesto común, tierno, con lo que él quiere hacer en esa habitación… El Salón Rojo del Dolor.


Estamos en silencio en el viaje de Olympia a Vancouver, ambos perdidos en nuestros propios pensamientos. Cuando estaciona afuera de mi departamento, son las cinco de la tarde. Las luces están encendidas, Kate está en casa. Empacando, sin duda, a menos que Elliot todavía esté allí. Apaga el motor y me doy cuenta de que voy a tener que dejarlo.

―¿Quieres entrar? ―le pregunto. No quiero que se vaya. Quiero prolongar nuestro tiempo juntos.
―No. Tengo trabajo que hacer ―dice simplemente, mirándome, una expresión inescrutable.

Miro abajo hacia mis manos mientras junto mis dedos. De repente, me siento emocional. Él se va. Estirando su mano, toma una de las mías y lentamente la lleva hasta su boca, con ternura besando el dorso de mi mano, como un gesto dulce y pasado de moda. Mi corazón salta hasta mi boca.

―Gracias por este fin de semana, ____. Ha sido… el mejor. ¿Miércoles? ¿Te recogeré en el trabajo, desde cualquier lugar? ―dice en voz baja.
―Miércoles ―susurro.

Besa mi mano de nuevo y la coloca de vuelta en mi regazo. Sale, da la vuelta hacia mi lado y abre la puerta del pasajero. ¿Por qué me siento de repente desprovista? Un nudo se forma en mi garganta. No debo permitir que me vea así. Fijando una sonrisa en mi cara, salgo fuera del coche y continúo por el camino, sabiendo que tengo que enfrentarme a Kate, temiendo enfrentarme a Kate. Me doy la vuelta y lo miro a medio camino. Barbilla arriba, Steele, me reprendo a mí misma.

―Oh… por cierto, llevo tu ropa interior. ―Le ofrezco una pequeña sonrisa y levanto la cinturilla de los bóxer que llevo para que pueda ver. La boca de Joseph cae abierta, sorprendida. Qué gran reacción. Mi humor cambia inmediatamente y entro pavoneándome en la casa, parte de mí queriendo saltar y lanzar el puño al aire. ¡Sí! Mi diosa interior está encantada.

Kate está en la sala de estar empaquetando sus libros en cajas.

―Estás de vuelta. ¿Dónde está Joseph? ¿Cómo estás? ―Su voz es febril, ansiosa y salta hacia mí agarrando mis hombros, analizando mi rostro minuciosamente antes incluso de que hubiera dicho hola.

Mierda… tengo que tratar con la persistencia y la tenacidad de Kate y estoy en posesión de un documento legal firmado diciendo que no puedo hablar. No es una mezcla saludable.

―Bueno, ¿cómo fue? No pude parar de pensar en ti, después de que Elliot se fue, quiero decir. ―Sonríe maliciosamente.

No puedo dejar de sonreír ante su preocupación y su ardiente curiosidad, pero de repente, me siento tímida. Me sonrojo. Fue muy privado. Todo ello. Ver y saber lo que Joseph tiene que esconder. Pero tengo que darle algunos detalles, porque no me dejará en paz hasta que lo haga.

―Fue bien, Kate. Muy bien, creo ―digo tranquilamente, intentando esconder mi vergonzosa sonrisa que lo dice todo.
―¿Tú crees?
―No tengo nada para compararlo, ¿no? ―Me encojo de hombros en tono de disculpa.
―¿Te hizo llegar?

Mierda. Es muy contundente. Me vuelvo de color escarlata.

―Sí ―murmuro, exasperada.

Kate me empuja al sofá y nos sentamos. Estrecha mis manos.

―Eso está bien. ―Kate me mira con incredulidad―. Fue tu primera vez. Wow, Joseph debe saber realmente lo que está haciendo.

Oh Kate, si tú supieras.

―Mi primera vez fue horrible ―continúa, haciendo una cara de comedia triste.
―¿Oh? ―Esto me tiene interesada, es algo que nunca antes había divulgado.
―Sí, Steve Paton. Escuela secundaria, un deportista idiota. ―Se estremece―. Fue rudo. No estaba preparada. Ambos estábamos borrachos. Tú sabes… el típico destre adolescente post-baile. Ugh… me llevó meses antes de decidir probar otra vez. Y no con él, la maravilla sin agallas. Era demasiado joven. Tuviste razón al esperar.
―Kate, eso suena horrible.

Kate parece pensativa.

―Sí, me llevó casi un año tener mi primer orgasmo a través del sexo con penetración y aquí estás tú… ¿la primera vez?

Asiento tímidamente. Mi diosa interior se sienta en la posición del loto pareciendo serena, excepto por la disimulada y autocomplaciente sonrisa en su rostro.

―Me alegro de que la perdieras con alguien que sabe diferenciar entre su culo y su codo. ―Me guiña el ojo―. Así que, ¿cuándo vas a verlo de nuevo?
―El miércoles. Vamos a cenar.
―¿Así que todavía te gusta?
―Sí. Pero no sé acerca del… futuro.
―¿Por qué?
―Él es complicado, Kate. Tú sabes… vive en un mundo muy diferente al mío. ―Gran excusa. Creíble también. Mucho mejor que: Tiene un Salón Rojo del Dolor y quiere hacerme su esclava sexual.
―Oh por favor, no dejes que esto sea por el dinero, ____. Elliot dice que es muy insólito para Joseph salir con alguien.
―¿Lo dijo? ―Mi voz se alza varias octavas.

¡Demasiado obvia, Steele! Mi subconsciente me mira, meneando su largo y delgado dedo, entonces se trasforma en la balanza de la justicia para recordarme que él podría demandarme si revelo demasiado. Ja… ¿qué va a hacer?, ¿quitarme todo mi dinero? Debo recordar googlear “penalizaciones por romper un acuerdo de no divulgación” mientras hago el resto de mi “investigación”. Es como si me hubieran dado una tarea escolar. Tal vez incluso me gradúe. Me sonrojo, recordando mí A por el experimento en el baño esta mañana.

―____, ¿qué pasa?
―Sólo recordando algo que Joseph dijo.
―Te ves diferente ―dice Kate afectuosamente.
―Me siento diferente. Dolorida ―confieso.
―¿Dolorida?
―Un poco. ―Me sonrojo.
―Yo también. Hombres ―dice con disgusto simulado―. Son animales. ―Ambas nos reímos.
―¿Estás dolorida? ―exclamo.
―Sí… uso excesivo.

Me río tontamente.

―Cuéntame acerca del uso excesivo de Elliot ―pregunto cuando he parado de reír. Oh, puedo sentirme a mí misma relajándome por primera vez desde que estaba en la cola del bar… antes de la llamada de teléfono que comenzó todo esto, cuando estaba admirando al señor Jonas desde la distancia. Felices días sin complicaciones.

Kate se sonrojo. Oh Dios… Katherine Agnes Kavanagh se vuelve toda ____ Rose Steele conmigo. Me lanza una mirada húmeda. Nunca la había visto reaccionar de esta forma por un hombre antes. Mi mandíbula cae al suelo. ¿Dónde está Kate y qué has hecho con ella?

―Oh, ____. ―Deja salir a borbotones―. Él es tan… Todo. Y cuando nosotros… oh… realmente bueno. ―Difícilmente puede hilvanar una frase, está mal.
―Creo que estás intentando decirme que te gusta.

Asiente, sonriendo como una loca.

―Y voy a verlo el sábado. Nos va a ayudar a mudarnos. ―Junta sus manos, da un brinco fuera del sofá y hace piruetas hasta la ventana. Mudanza. Mierda… me había olvidado de eso, incluso con las cajas de embalaje rodeándonos.
―Es muy amable de su parte ―digo apreciativamente. Puedo llegar a conocerlo también. Quizás pueda darme una visión más clara de su extraño y perturbador hermano―. Así que, ¿qué hicieron anoche? ―pregunto. Ladea la cabeza hacia mí y eleva las cejas en una mirada de tú-que-crees-estúpida.
―Más o menos lo que hiciste, aunque cenamos primero. ―Me sonríe―. ¿Estás realmente bien? Pareces un poco agobiada.
―Me siento agobiada. Joseph es muy intenso.
―Sí, puedo ver cómo puede ser. ¿Pero fue bueno contigo?
―Sí ―la tranquilizo―. Estoy realmente hambrienta, ¿debería cocinar?

Asiente y recoge dos libros más para empaquetar.

―¿Qué quieres hacer con los libros de catorce mil dólares? ―pregunta.
―Voy a devolvérselos.
―¿De verdad?
―Es un regalo exagerado. No puedo aceptarlo, especialmente ahora. ―Le sonrío a Kate y ella asiente.
―Te entiendo. Te llegaron un par de cartas y José estuvo llamando hora tras hora. Sonaba desesperado.
―Lo llamaré ―murmuro evasivamente. Si le dijera a Kate acerca de José, se lo sirve en el desayuno. Recojo las cartas de la mesa del comedor y las abro―. ¡Hey, tengo entrevistas! La semana siguiente, en Seattle, ¡para las plazas de practicantes!
―¿Para qué editorial?
―¡Para ambas!
―Te dije que tu promedio de calificaciones te abriría puertas, ____. ―Kate, por supuesto, ya tiene un cupo de prácticas en el Seattle Times. Su padre conoce a alguien que conoce a alguien.
―¿Cómo se siente Elliot acerca de que vayas a irte lejos? ―pregunto.

Kate entra en la cocina, por primera vez esta tarde, está desconsolada.

―Entiende. Parte de mí no quiere irse, pero es tentador tumbarse al sol por un par de semanas. Además, mi mamá está soportándolo, pensando que este será nuestro último viaje real en familia antes de que Ethan y yo salgamos de cabeza al mundo al empleo remunerado.

Nunca he tenido que dejar Estados Unidos. Kate se va a Barbaros con sus padres y su hermano Ethan por dos semanas enteras. Voy a echarla de menos en nuestro nuevo departamento. Será extraño. Ethan ha estado viajando por el mundo desde que se graduó el año pasado. Me pregunto brevemente si lo veré antes de que se vayan de vacaciones. Es un chico encantador. El teléfono suena, sacándome de mi ensueño.

―Será José ―suspiro. Sé que tengo que hablar con él. Agarro el teléfono―. Hola.
―____, ¡regresaste! ―grita José con alivio.
―Obviamente. ―El sarcasmo se filtra en mi voz y pongo mis ojos en blanco hacia el teléfono.

Está en silencio por un momento.

―¿Puedo verte? Siento lo del viernes en la noche. Estaba ebrio… y tú… bien. ____ por favor, perdóname.
―Por supuesto que te perdono José. Sólo no lo hagas otra vez. Sabes que no me siento de ese modo por ti.

Suspira pesadamente, triste.

―Lo sé, ____. Sólo pensé que, si te besaba, podía cambiar la forma en que te sientes.
―José, te quiero mucho, significas mucho para mí. Eres como el hermano que nunca tuve. Eso no va a cambiar. Tú lo sabes. ―Odio decepcionarlo, pero esa es la verdad.
―Entonces, ¿estás con él ahora? ―Su tono está lleno de desdén.
―José, no estoy con nadie.
―Pero pasaste la noche con él.
―Eso no es asunto tuyo.
―¿Es por el dinero?
―¡José! ¡Cómo te atreves! ―le grito, tambaleándome por su audacia.
―____ ―se queja y se disculpa simultáneamente. No puedo hacer frente a sus celos mezquinos ahora. Sé que está herido, pero mi plato está repleto al tratar con Joseph Jonas.
―Quizá podamos tomar un café o algo mañana. Te llamaré. ―Soy conciliadora. Es mi amigo. Estoy muy encariñada con él. Pero ahora mismo, no necesito esto.
―Mañana entonces. ¿Llamarás? ―La esperanza en su voz retuerce mi corazón.
―Sí… buenas noches, José. ―Cuelgo sin esperar su respuesta.
―¿De qué trataba todo eso? ―demanda Katherine, sus manos sobre sus caderas.

Decido que la honestidad es la mejor política. Me está mirando más irritada que nunca.

―Intento besarme el viernes.
―¿José? Y ¿Joseph Jonas? ____, tus feromonas deben estar trabajando tiempo extra. ¿En qué estupidez estabas pensando? ―Sacude la cabeza con disgusto y vuelve a las cajas de embalaje.

Cuarenta y cinco minutos más tarde, dejamos de hacer nuestro equipaje para ponernos con la especialidad de la casa, mi lasaña.

Kate abre la botella de vino y nos sentamos entre las cajas, comiendo, bebiendo vino tinto barato y viendo televisión basura. Es normal. Es tan de vuelta a la tierra y bienvenido después de las pasadas cuarenta y ocho horas de… locura. Como, por primera vez sin prisas, tranquila. ¿Qué pasa con él y la comida? Kate limpia los platos y termino de empacar las cosas de la sala de estar. Nos quedamos con el sofá, la televisión y la mesa del comedor. ¿Qué más podemos necesitar? Sólo falta empacar lo de la cocina y los dormitorios.

El teléfono suena nuevamente. Es Elliot. Kate me guiña y salta a su habitación como si tuviera catorce años. Sé que debería estar escribiendo su discurso de despedida, pero parece que Elliot es más importante. ¿Qué pasa con los hombres Jonas? ¿Qué es lo que los hace totalmente distractores, absorbentes e irresistibles? Tomo otro trago de vino.

Paso los canales de televisión, pero en el fondo, sé que sólo estoy postergándolo. Quemando como un brillante agujero rojo en mi bolsa, está el contrato. ¿Tengo la fuerza para leerlo esta noche?

Pongo mi cabeza en mis manos. José y Joseph, ambos quieren algo de mí. José es fácil de tratar. Pero Joseph… Joseph está en una liga completamente diferente en cuanto dirección y compresión. Una parte de mí quiere correr y esconderse. ¿Qué voy a hacer? Sus ardientes ojos ambarinos y su intensa mirada ardiente entran en mi mente y mi cuerpo se tensa ante el pensamiento. Me corta la respiración. Ni siquiera está aquí y estoy excitada. ¿Esto no puede ser sólo acerca del sexo o sí? Recuerdo sus bromas gentiles esta mañana en el desayuno, su alegría por mi deleite con el paseo en helicóptero, él tocando el piano… la dulce y oh-tan-triste música llena de alma.

Es una persona tan complicada. Y ahora tengo una idea de por qué. Un joven privado de su adolescencia, abusado sexualmente por la mala figura de la señora Robinson… no es de extrañar que haya envejecido antes de tiempo. Mi corazón se llena de tristeza ante el pensamiento de lo que debe haber pasado. Soy demasiado ingenua para saber exactamente qué, pero la investigación puede arrojar algo de luz. Pero, ¿realmente quiero saber? ¿Quiero explorar ese mundo del que no sé nada? Es un paso muy grande.

Si no lo hubiera conocido, aún estaría feliz y dulcemente ajena a eso. Mi mente se desvía a la noche anterior y esta mañana… y la increíble sensualidad que he experimentado. ¿Quiero decir adiós a eso? ¡No! Grita mi subconsciente… mi diosa interna asiente en silencio de acuerdo con ella.

Kate se pasea de nuevo por la sala de estar, sonriendo de oreja a oreja. Tal vez está enamorada… la miro boquiabierta. Nunca se había comportado así.

―____, me voy a la cama, estoy muy cansada.
―También yo, Kate.

Me abraza.

―Me alegro que estés de vuelta en una pieza. Hay algo acerca de Joseph ―añade tranquilamente en tono de disculpa. Le doy una pequeña sonrisa tranquilizadora, mientras pienso… ¿Cómo diablos lo sabe? Esto es lo que la hará una gran periodista, su intuición inquebrantable.

Recogiendo mi bolso, deambulo sin ganas hacia mi dormitorio. Estoy muy cansada por todos nuestros esfuerzos carnales del día anterior y por el completo y absoluto dilema que encaro. Me siento en la cama y con cuidado, extraigo el sobre de papel manila de la bolsa, girándolo una y otra vez en mis manos. ¿Realmente quiero saber la extensión de la depravación de Joseph? Es muy desalentador. Tomo una respiración profunda y con el corazón en la garganta, abro el sobre.














Kary





Karely Jonatika
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Mensaje por andreita Lun 13 Ago 2012, 7:36 am

omj joseph es my dominate me da miedo
pero creo que el siente algo por la rayis :)

eso esperoooo
andreita
andreita


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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 5 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por andreita Lun 13 Ago 2012, 7:37 am

me encantaaaaaaaaaaaaaa
andreita
andreita


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